EPOPEYA DE CHILE

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EPOPEYA DE CHILE

Diálogos histórico-literarios de la Conquista

Epopeya de Chile

Diálogos histórico-literarios de la Conquista

I.S.B.N.: 978-956-6115-97-7

1ª edición: octubre de 2025

Diseño de interior y portada: jneira@proyectografico.cl

El siguiente libro no puede ser reproducido ni en todo ni en parte, ni archivado ni transmitido por ningún medio mecánico, ni electrónico, de grabación, CD–Rom, fotocopia, microfilmación u otra forma de reproducción, sin la autorización escrita de su editor.

In memoriam

Diálogos literarios de la Conquista

La Araucana de Alonso de Ercilla y LaHistóricaRelacióndelReynodeChile de Alonso de Ovalle

Autores (en orden de aparición)

Cristián Warnken Lihn / Director del Centro País Humanista USS

Cristián León González / PhD, académico del Laboratorio de Humanidades USS

Carlos Maillet Aránguiz / PhD(c), director de la carrera Arte y Conservación del Patrimonio USS

Gonzalo Larios Mengotti / PhD, académico del Instituto de Historia USS

María Luisa Salazar Prado / Magíster, coordinadora del Laboratorio de Humanidades USS

Gerardo Alcalde Ormeño / Licenciada en Historia, dirección de Humanidades y Cultura USS

Francisca Díaz Anwandter / Magíster en Patrimonio Cultural / Laboratorio de Humanidades USS

Isidora Lira Brown / Magíster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural

Sergio Salas Fernández / PhD, Director de la Escuela de Humanidades USS

María José Navasal Castillo / PhD, académica de la Licenciatura en Historia USS

Sebastián Caro Landeros / PhD, humanista digital del Laboratorio de Humanidades USS

Alejandro Ocaña Salinas / PhD, académico Diseño en Animación Digital USS

Andrea Leyton Beltrán / PhD académico de la Licenciatura en Literatura, docente curso Literatura Viva

Catriuska Coydán Pozo /estudiante de Licenciatura en Literatura

Javiera Villarroel Rivera /estudiante de Licenciatura en Literatura

Izabella Figueroa Saavedra /estudiante de Licenciatura en Literatura

Viviana Torres Sepúlveda /estudiante de Licenciatura en Literatura

Estudiantes participantes del proyecto

Un especial agradecimiento a los equipos de estudiantes que colaboraron comprometida y eficazmente en este proyecto, investigando y seleccionando textos, como animando las imágenes originales de las obras estudiadas. Y también a sus profesores, que supieron estimular y guiar a sus estudiantes.

Licenciatura en Historia / Facultad de Psicología y Humanidades. Cátedra

“Chile siglos XVI al XVIII”, Dra. María José Navasal:

Ricardo Castro Castro

Valentina Encina Martínez

Benjamín Flores García

Jaime Olivares Mardones

Alejandro Ramos Santelices

Miguel Rodríguez Lobos

Valentina Rodríguez Oportus

Pedagogía en Historia y Geografía / Facultad de Educación. Cátedra “Historia de Chile: Conquista y colonia”, Dra.

María José Navasal:

Luis Felipe Arriagada Martínez

Joaquín Fernández Varela

Martina García Pinda

Nicolás Guzmán Valdés

Sophie Muñoz Romero

Matías Navarro Espinoza

Sebastián Olivares Muñoz

Daniel Painenao González

Elías Rivera Garrido

Joaquín Soto Ubilla

Nicolás Torres Castillo

Damián Vergara y Aguilar

Escuela de Diseño Digital e Industrias Creativas / Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño, Animación Digital, sede Concepción, Dr. Alejandro Ocaña:

Joel Arce Mella

Francisco Arriagada Mancilla

Camila Avendaño Chávez

Elizabeth Barriga Hernández

Javiera Buhring Silva

Constanza Cabrera González

Emilio Campos Saavedra

Gabriela Cataldo Pávez

Leonor Cifuentes San Francisco

Jesús Collío Curiqueo

Ángela Contreras Muñoz

Cortés Arenas

Diego Durán Carrillo

Ann Gayoso Bielefeldt

Javier Guzmán Jara

Ferrán Larral Poblete

Ángel Medrano Gaete

Martina Millar Vera

Taro Muñoz Yáñez

Sebastián Pino Herrera

Florencia Quiroz Núñez

Tamara Ramírez González

Vanesa Ramírez González

Matías Ramírez Matamala

Alejandro Rogel Mansilla

Martina Valdés Zapata

Gail Velozo Díaz

Javiera Villarroel Loyola

Bastián Vines Urzúa

Daniel Zapata Leal

La obra en el mundo: contexto, escenario y relevancia de La Histórica Relación del Reyno de Chile / Gerardo Alcalde

La pluma como gesta: escritura, estilo y métrica en La Araucana / Francisca Díaz

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El mundo de la obra: Los personajes y las versiones de La Araucana / Sergio Salas

El mundo de la obra: el texto en histórica relación del Reyno de Chile: Escritura y Transmisión / María José Navasal

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Lengua y Memoria Colonial: Digitalización y Análisis

Lingüístico de la ‘Histórica Relación del Reyno de Chile’ y ‘La Araucana’/ Sebastián Caro

Proceso de los criterios de selección creativo y analítico de La Araucana y de La Histórica Relación del Reyno de Chile / María José Navasal 237

La histórica Relación del Reyno de Chile. Un desafío de animación y memoria histórica / Alejandro Ocaña

Intertextualidades con la literatura contemporánea

Estudiantes de Licenciatura en literatura 251

I. Patria: decadencia del territorio chileno en la literatura / Catriuska Coydán 251

II. Indios: Inferioridad y barbarie en la literatura / Javiera Villarroel 257

III. La Araucana y la romantización racial / Izabella Figueroa 262

IV. Un viaje de identidad, pertenencia y memoria / Viviana Torres 266

16 Bernardo Havestadt y el cancionero Chilidúgu / Cristián León 275

Prólogo

La Reconquista de Chile

Cristián Warnken Lihn / Director del Centro País Humanista

Universidad San Sebastián

Federico Hölderlin decía que “los poetas fundan lo permanente”. Por eso, volver a las obras poéticas que nos fundan, no es volver al pasado sino al presente, y también al futuro. Está de moda, en estos lares, de “desmitificar” nuestra historia, despojarla de todo heroísmo, bajar a los héroes de sus pedestales y reconstruir el relato de nuestra nación desde una cierta “victimología” (el concepto es del filósofo alemán Peter Sloterdijk).

Durante mucho tiempo, invisibilizamos a los conquistados, a los pueblos originarios; hoy, estamos haciendo lo mismo con los conquistadores. Y con el período de la Conquista, tan importante para entender de dónde venimos y hacia donde vamos. Así, nos vamos a quedar sin historia ni relato común. Sin origen. Porque ¿cuál es el origen de Chile?

Este libro tiene la virtud de traer a presencia una literatura que es la prehistoria de la literatura de Chile. “La Araucana” de Alonso de Ercilla es, quiéraselo o no, el poema que nos funda, nuestro primer “Canto general” y en él, hay mucho todavía por descubrir. Augusto Monterroso, escritor guatemalteco que vivió un tiempo en Chile, afirmaba haber descubierto el origen del cuento “El Aleph” de Borges en uno de los episodios del poema de Ercilla. La prosa de

Ovalle también toca los bordes de lo poético, al describir los árboles, las montañas, con una sensibilidad por las materias que anticipa a nuestros grandes “místicos de la materia” que son Mistral y Neruda.

”Con mi razón apenas, con mis dedos” inicia Neruda su descenso en la madera en “Residencia en la Tierra”: la razón sensitiva de Neruda viene precedida por la de Ovalle. Uno de los artículos de este libro lleva por título “la literatura colonial como patrimonio esencial de nuestra chilenidad; ese título es por sí mismo un manifiesto: la chilenidad no comienza con la Independencia, hay un Chile antes de ella que todavía queda por explorar y reconquistar. Debemos, como lectores y los investigadores e historiadores como expertos en el tema, reconquistar ese Chile perdido. No se trata de desempolvar textos muertos, sino letra viva de nuestros orígenes. No se puede pensar en lo que somos y queremos ser, si no sabemos quienes fuimos. Nuestros bisabuelos o tatarabuelos de piedra (Ercilla y Ovalle) nos preceden en el amor y conocimiento de este largo poema que es Chile.

La variedad de los temas abordados en este libro muestra que estos textos del Chile colonial todavía nos hablan, nos emocionan y nos informan, y -agreguemos- nos “forman”, nos han “formado”. Que hoy algunos se obstinen en deformar ese pasado sólo muestra ignorancia y flojera mental y espiritual. En ese sentido, este compilado de investigaciones es un ato de resistencia frente a un cierto peso de la noche que ha buscado sistemáticamente borrar del mapa este riquísimo y apasionante período de nuestra historia patria. Aún tenemos patria, ciudadanos, patria por descubrir.

Contar con un poema de la envergadura de “La Araucana” y una “Histórica relación” como la de Ovalle, muestra cómo la palabra ha estado ligada a nuestros orígenes. Y una palabra poética -como dije en el comienzo- porque la prosa de Ovalle es muy sensitiva y también poética. En tiempos de deconstrucción del logos, en la

época del “contrato roto” entre la palabra y el mundo (como apunta tan certeramente Georges Steiner), en este “after Word”, recuperar la palabra de nuestros fundadores literarios, es recuperar parte de nuestro ser. Porque ya sabemos que la palabra es la “casa del ser”.

“La Araucana” y “La Histórica Relación” son nuestras casas; en ellas encontramos un domicilio, un origen y espejos enterrados que esperan ser limpiados para que podamos ver la parte de nuestro rostro que nos falta. Ovalle es el primero de la larga lista de nuestros historiadores. Ercilla, el primero de nuestros insignes poetas.

Menéndez Pelayo dijo alguna vez que Chile iba a ser un país de historiadores; resultamos ser ambas cosas: un país de historiadores y de poetas, y por eso estas dos obras son tan dignas de estudio, lectura y revisión. Poesía e Historia en Chile convergen.

Celebro la aparición de este libro como un nuevo paso para la reconquista cultural y espiritual completa de Chile, reconquista en la que la literatura es un eslabón esencial…porque los poetas “fundan lo permanente”. En tiempo de desorientación, de falta de horizonte compartido, la falta de relato y palabra que nos una, volver a los padres de los padres de la patria nos convierte en hijos pródigos: malos lectores de lo propio que regresan a las fuentes, porque descubren que sin los libros que nos fundaron, no iremos a ninguna parte, no llegaremos a ser lo que somos: esta “fértil provincia” prometida.

Pretexto

Cristián León González

Introducción

“Sólo el que se siente depositario de un mensaje escrito con la tinta de los siglos es capaz de marchar por ruta firme y con fe inquebrantable, tiene por delante una misión para los vivos y por detrás el respaldo de los muertos”.

Jaime Eyzaguirre. Hispanoamérica del dolor1

El presente libro que hoy usted, amable lector, tiene en sus manos, es producto de una alianza entre el mundo privado y la academia, entre la reflexión y el quehacer universitario y su divulgación entre los usuarios que habitan la ciudad. Esto siempre ha resultado en un círculo virtuoso que vincula ambos mundos y que ayuda al necesario diálogo de la cultura en la plaza pública. Esta conversación puede colaborar sustancialmente a generar cohesión social y reforzar la identidad nacional, despertando el amor por la patria, por nuestro terruño, por nuestra gente y por nuestra historia y tradiciones.

1 EYZAGUIRRE, Jaime. Hispanoamérica del dolor. Por la fidelidad a la esperanza. Santiago: Universitaria, 1986, p. 16.

El proyecto tiene por objeto más general dar una mirada amplia y diversa a educadores, estudiantes y personas que tengan el espíritu abierto a conocer nuestros orígenes y los ideales que forjaron a nuestra patria y a nuestro pueblo, promoviendo la lectura, el conocimiento y el estudio de dos obras de capital importancia para renovar el amor nuestro país y por sus gentes, como son La Araucana y La Histórica Relación del Reyno de Chile.

Esta obra colectiva se enmarca dentro de la generación de una serie de Proyectos de Vinculación con el Medio, a partir del proyecto matriz en asociación con el MUT (Mercado Urbano Tobalaba), que nos permita generar un diálogo con dos obras fundamentales de nuestro proceso formativo como nación como lo son La Araucana de Alonso de Ercilla (publicada en España sus 3 volúmenes respectivamente en 1569, 1578 y 1589) y la obra La Histórica Relación del Reyno de Chile del jesuita Alonso de Ovalle publicada en Roma en 1646. Buscamos así producir una sinergia entre distintas unidades académicas de la Universidad por medio del trabajo colaborativo de académicos y estudiantes, que permita desarrollar, desde su propia especificidad, un proyecto creativo, dialogante y reflexivo sobre nuestra identidad y conformación como nación y en consonancia con los valores que promueve la Universidad, que pueda ser expresado en múltiples aristas y alcances tanto dentro de la comunidad académica como en su vinculación con el medio.

En épocas de confrontación y de alta polarización ideológica, de confusión y vaporización de los elementos que nos daban identidad y cohesión social, sirva esta obra para que estudiantes, educadores, trabajadores y público en general que tengan un espíritu abierto al diálogo y a los ideales de la patria, se abran a conocer ese tiempo maravilloso, heroico y difícil que fueron los inicios de nuestra nación; conozcan, amen y admiren a quienes forjaron con su tesón y su empuje el Chile de hoy. No podemos amar lo que no conocemos. Y, como nos decía el viejo Platón, conocer es

recordar, es decir, volver a pasar por el corazón. El vínculo afectivo con quienes nos precedieron nos hará comprender que en nosotros radica la perpetuación de su canto y nos permitirá un encuentro efectivo con nuestros compatriotas basado en el reconocimiento, el respeto y la admiración mutua. Ercilla plasmó en su inmortal obra que, a pesar de ser enemigos encarnizados, mapuches e hispanos se reconocieron como formidables oponentes y Ercilla no dudó en reconocer los amplios atributos y virtudes de sus declarados e irreductibles enemigos. Y lo hizo de la forma más bella, su gran obra literaria reconocida en todo el mundo y que la colocó entre los grandes poemas épicos de la literatura occidental, caso único en América. Grandes tareas sobre débiles hombros.

Como oían los latinos las estrofas de Virgilio que cantaban la cuna de la Raza, y los germanos los versos heroicos de los nibelungos, así también nosotros debemos escuchar en los días de la raza, las estrofas heráldicas de Ercilla. Honremos pues el magnífico presente que la Providencia nos ha dado por intermedio del numen del poeta soldado, cuyo nombre y cuya obra, forman los dos arcos gigantes del puente maravilloso que hoy une nuestros pueblos a través de los mares y de los siglos 2 .

Y no sólo el llamado es unirnos y reconciliarnos con quienes conforman nuestra nación, sino abrazar un mundo más ancho que el mar y que sus islas, y volver a revelar ese vínculo íntimo e indisoluble con nuestra Madre Patria, sí, con España, que en esa rica y fecunda síntesis que se logró durante la Conquista y esos tres siglos de Colonia, se fueron conformando y cociendo a fuego lento los principios identitarios, idiosincrasia, valores e instituciones que forjaron nuestro país, y que todo chileno bien nacido debiese conocer y admirar.

2 LILLO, Samuel A. Ercilla y La Araucana, Santiago. Balcells & Co., 1928, p. 6.

En efecto, La Araucana, no sólo sirve de lazo de unión entre los chilenos y la Madre Patria, recordando la empresa gigantesca de los conquistadores, que trajeron junto con su idioma, el evangelio de Cristo a estas tierras hurañas y remotas, sino que también sirve eficazmente para desertar entre esos mismos niños y en el alma sencilla y abierta de nuestro pueblo, el culto por la memoria de nuestros abuelos aborígenes que esculpieron con sus brazos de cíclopes, sobre el yunque de la gloria, los blasones de la Patria 3 .

Pero Alonso de Ovalle, en su Histórica Relación pone de relieve un tercer factor insoslayable y que armonizará ese estado de guerra casi continuo y que a ratos se volverá cruel. Y es la increíble obra evangelizadora de los abnegados y heroicos misioneros, desde los laicos a cada una de las órdenes religiosas establecidas en Chile, pero sobre todo a la intensa labor desplegada por franciscanos y jesuitas que penetran ese indómito suelo araucano. Desarrollada desde la privación y la dificultad, desde la soledad y la convicción, desde el profundo amor a Dios y a sus creaturas, es que se adentraron a esas tierras ásperas y difíciles para dar testimonio del Señor de la vida y ganar esas almas para la mayor gloria de Dios. Vana hubiese sido la Conquista sin ese profundo sentido sobrenatural que animaba a toda la empresa hispana como motor espiritual pleno de significado más allá de sus aspectos puramente materiales. La mística de la cruzada cultivada durante más de siete siglos en la Península aun mantenía su llama viva en el denominado Flandes Indiano.

Lo que plantea esta obra colectiva es indagar en algunas consideraciones de la Conquista haciendo conversar dos obras señeras en los orígenes literarios de la conquista de Chile. Diálogos históricoliterarios de la Conquista supone el encuentro de los elementos comunes entre la obra épica La Araucana de don Alonso de Ercilla,

3 LILLO, Samuel A. Ercilla y La Araucana., p. 6.

orientada a relatar la conquista militar de Chile, y la otra, La Histórica Relación del Reyno de Chile, del jesuita don Alonso de Ovalle, encaminada a relatar la conquista espiritual de nuestro país.

Este español trae consigo el deseo de implantar una nueva cristiandad. En esto hay varias motivaciones. Por un lado, lo mueve el deseo de afincarse en una nueva tierra, propio esto del espíritu renacentista. Afincarse para crear un nuevo reino para su rey, el Rey de España. Por otro lado, está el deseo de extender el Reino de Jesucristo. Es importante tener en cuenta que estos dos aspectos se dan en el conquistador español, ya que esto significa que el español no ha venido exclusivamente para conquistar tierras, adueñarse de ellas y crear una empresa y enriquecerse 4 .

Que esta obra ayude a recuperar ese amor genuino y vital por la gesta que fue la conformación de nuestra patria y nuestra identidad, tomando conciencia de nuestros destinos compartidos y construir puentes hacia la unidad nacional y recuperar el alma de Chile, que a ratos nos parece tan herida y fragmentada. Es explorando nuestras raíces, releyendo nuestros orígenes, reconciliándose con nuestro pasado como se reconstruye y se sana uno mismo y se encuentra creadoramente en un diálogo sincero, respetuoso y profundo con el otro.

Quisiera agradecer a tantos que se involucraran en este proyecto. En primer lugar, al Mercado Urbano Tobalaba (MUT) y a la desarrolladora de proyectos urbanos Territoria, que confiaron en el Laboratorio de Humanidades USS para realizar este proyecto conjunto con el fin de contribuir al bienestar común y anticipar nuevas formas de vivir la ciudad,

4 MARTÍNEZ FARAH, Carlos. La Iglesia en la Colonia. Col. Cuadernos históricos. Santiago: Editorial Salesiana, 1980, p. 5

destinando espacios y recursos para involucrar a la ciudadanía en este proyecto. En especial, agradecer a Ignacio Salazar y Elena Cruz. En segundo lugar, agradecer a Juan Pablo Rojas y Roberto Aguirre, de la Biblioteca Nacional, por habernos facilitado las imágenes digitalizadas en alta resolución de La Araucana y de La Histórica Relación del Reyno de Chile . En tercer lugar, agradecer el esfuerzo encomiable del gran grupo de académicos, colaboradores y estudiantes de distintas escuelas, departamentos y facultades, que se comprometieron decididamente desde el comienzo a participar con los diversos capítulos de este libro. Vaya mi agradecimiento entonces a la Facultad de Psicología y Humanidades, y a su Escuela de Humanidades y a su carrera de Literatura en Humanidades, y a su Departamento de Formación integral a través de su Dirección de Humanidades y Cultura. También agradecer a la Facultad de Derecho con su carrera de Historia, y a la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño a través de la carrera de Arte y Conservación del Patrimonio y la Escuela de Diseño Digital e Industrias Creativas, en especial a la carrera de Animación Digital en Concepción. Hay que destacar en todos ellos su profesionalismo y compromiso, sus estimulantes conversaciones y comentarios, y la excelente disposición de muchos cuando surgían contratiempos para suplir eficazmente esos imponderables. Agradezco especialmente a todos en el Laboratorio de Humanidades por plegarse resueltamente cuando se les requirió. Espero no haber dejado a alguien afuera, sería un error tan imperdonable como involuntario.

Finalmente, agradecer a la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio (VcM) no sólo por todo su apoyo logístico y financiero, sino también por comprometerse con el proyecto y estar siempre encima apoyando cada una de las etapas con una excelente disposición. Muchas gracias.

Este libro se estructura en base a hacer dialogar las dos obras antes señaladas, por eso, en la estructura se manifiesta esa alternancia de Textos, Contextos e Intertextos, intentando situar tanto el mundo interno de ambas obras como dichas obras se insertan en el mundo. Un diálogo de estos textos con obras más contemporáneas en ensayos realizados por estudiantes del curso de literatura creativa.

Un último capítulo versará sobre el jesuita alemán Bernardo Havestadt y la composición del Cancionero Chilidúgu que consistía en 19 partituras que incorporó en el volumen 2 de su obra Chilidúgu, sive tractatus linguae Chilensis, publicada en Münster en 1777. La letra de las canciones fue un completo compendio de los principios de la fe católica adaptada a la lengua mapuche y que sintetiza a la perfección el espíritu de síntesis armónica de ambos pueblos, así también fue la música que acompañó la proyección de los videos temáticos en el MUT.

Esperamos sinceramente a que este libro, a través de sus diversas colaboraciones y miradas, pueda cumplir su cometido y ayude a reestablecer esa reconciliación con nuestros orígenes, despertando esa admiración por quienes nos precedieron fundando y construyendo nuestra patria y permita proyectarnos creadoramente hacia un futuro esperanzador y en paz.

Contexto I Parte

El proyecto Epopeya de Chile: diálogos

históricos-literarios de la Conquista

Cristián León González*

Diálogos históricos-literarios de la Conquista fue construido con los elementos comunes descritos en ambas obras y que permitían hacerlas conversar. Así se eligieron los temas más recurrentes y características de estos textos. Estos fueron cinco, a saber: La interminable Guerra de Arauco, la Evangelización de los misioneros franciscanos y jesuitas en aquellas tierras, la descripción de su gente, la siempre presente Cordillera de los Andes y Chiloé, como último confín de la Conquista y de la Cristiandad. Los estudiantes de Licenciatura en Historia leyeron y analizaron las obras, seleccionando los textos más relevantes de ambas para ir en los videos que se proyectarían en el MUT en cinco cápsulas rotativas, cada una enfatizando uno de los temas. Todo ese proceso estuvo a cargo de la Dra. María José Navasal. Junto al trabajo paleográfico –se utilizaron las versiones originales–, se seleccionaron las ilustraciones contenidas en sus versiones más antiguas. La Araucana tenía una versión ilustrada del siglo XVIII

* Cristián León es arquitecto, licenciado en Estética, Magíster en Gestión del Patrimonio Cultural y Doctor en Historia del Arte y la Arquitectura. Es académico e investigador del Laboratorio de Humanidades USS. Es también director de la revista digital en artes y humanidades Ars Magna.

y a Histórica Relación llevaba ilustraciones en su edición original de mediados del siglo XVII. Estas se animaron en la carrera de Animación Digital de la sede Concepción, que estuvo a cargo de los estudiantes dirigidos por el Dr. Alejandro Ocaña. Los textos escogidos de estas obras, presentadas en este primer capítulo, van señalados en negrita con las indicaciones de la autoría de los dos escritores trabajados. Se diferencian así del resto de las otras obras citadas en el texto.

I. La Guerra de Arauco

“América bárbara y cristiana. América, la de los viejos adoradores del sol y de las culturas del oro y de la lana. América, la de la sangre noble de Castilla, de los firmes señores de la espada y de los siervos de la cruz. América una y doble, paradójica y armoniosa, tierra de batalla perpetua, de perderse y recobrarse, de vivir eternamente muriendo. Esta es la América de la angustia, del agonizar sin límite, la América nuestra, india y española, que busca sin descanso su definición en lucha consigo mismo y los demás”.

Jaime Eyzaguirre. Hispanoamérica del dolor5

La Guerra de Arauco será un largo conflicto que enfrentará a los aguerridos conquistadores españoles con los fieros e irreductibles mapuches durante casi 300 años, teniendo como epicentro el área geográfica comprendida entre el río Biobío y el Toltén, aunque en momentos abarque un área geográfica mayor. Este largo conflicto tuvo varias etapas dadas por el cambio de estrategias y los reveses sufridos por los españoles.

La primera fase se denomina por lo común Guerra Ofensiva (1550-1598), en la cual los hispanos penetran el territorio araucano y se fundan allí siete ciudades y tres fuertes. Comienza con el primer encuentro notable entre hispanos e indianos en Andalién en 1550 y termina con el desastre de Curalaba 1598, donde resulta

5 EYZAGUIRRE, Jaime. Hispanoamérica del dolor. Santiago: Universitaria, 1986, p. 26

muerto el gobernador de Chile Oñez de Loyola y toda su tropa. Una segunda fase denominada el Alzamiento Mapuche (1598-1603), que culmina con la destrucción y despoblamiento de todas las fundaciones españolas –realizadas por Pedro de Valdivia–, al sur del Biobío. Se traslapa aquí con la gestión de don Alonso de Ribera que aboga por la Consolidación de la frontera (1601-1605) creando un ejército profesional y permanente y un plan estratégico basado en el avance de sucesivas líneas de fuertes para ir consolidando la conquista poco a poco. Lo sucede el gobernador Alonso García Ramón (1605-1610) que retorna a la Guerra Frontal. Luego vendrá la propuesta del jesuita Luis de Valdivia de plantear la Guerra Defensiva (1612-1626) que consistía en detener las incursiones españolas y la esclavitud indígena para así convertir a la fe a los araucanos6. Sin embargo, al cabo de diez años fue considerada un fracaso y se volvió a la idea de una frontera móvil. Luego viene una fase de retorno a la Guerra Ofensiva (1626-1662), finalmente se da la fase denominada Sistema de Parlamentos (1654-1810), que fueron reuniones entre españoles y mapuches para negociar la paz durante la Guerra de Arauco. Estos encuentros fueron una de las instituciones más representativas de la frontera de Arauco y bajarían la intensidad de los enfrentamientos que se reducirían a incursiones españolas en territorio mapuche para buscar esclavos (malocas) y a asaltos mapuches a asentamientos españoles a buscar mujeres y otros productos (malones)7. Veamos ahora un breve desarrollo de este conflicto, centrado en el primer siglo, que corresponden a los episodios narrados en La Araucana y La Histórica Relación del Reyno de Chile, es decir, entre 1550 y 1650 aproximadamente.

6 Si bien la esclavitud indígena estaba prohibida en los reinos de la Corona Hispánica, se permitía en el caso de los indios tomados prisioneros en combate.

7 La última fase, ya en época republicana, denominada Pacificación de la Araucanía (1851-1883) también llamada ocupación militar y colonización de la Araucanía, fue el proceso de colonización y anexión de los territorios mapuches por parte del Estado de Chile. Este proceso duró décadas y se caracterizó por la violencia y la usurpación de tierras. Cornelio Saavedra propuso un plan para ocupar el territorio en la década de 1860. El proceso fue liderado por los gobiernos de Manuel Bulnes, Manuel Montt, José Joaquín Pérez, Federico Errázuriz Zañartu, Aníbal Pinto y Domingo Santa María.

Va a comenzar la guerra de Arauco, «guerra sin ejemplo y sin rival en cuanto a heroísmo –dice Errázuriz–, si se la considera en conjunto y no se mide por el número de los combatientes, sino por la pujanza y la gloria de los hechos de armas». De un lado, cuarenta mil guerreros mapuches, sorprendidos primero por la superioridad de armas del español, diferencia que fue paulatinamente compensada a fuerza de imaginación creadora y de un increíble sentido de la táctica y la estrategia. De otro, un grupo, seleccionado por las circunstancias, de los mejores soldados del mundo en ese momento, auxiliado por masas de los antiguos chincha–chilenos, aliados ahora con el nuevo invasor, en lucha común contra los mapuches usurpadores de sus tierras 8 .

Después de cruzar el río Itata, inicio del territorio araucano por el norte, Pedro de Valdivia y doscientos españoles y un numeroso grupo de indios auxiliares comandados por el cacique Michimalonco se internaron hasta Andalién, donde se ubica la actual Concepción. El 22 de febrero de 1550 se vieron sorprendidos por fuerzas mapuches, que los cronistas sitúan entre los quince mil a veinte mil indios, dio un difícil triunfo a los españoles. Desde este primer choque de fuerzas la fisonomía de la guerra de Arauco se mantuvo casi inalterable. “En ella pelearon, de un lado, los indígenas chincha–chilenos, auxiliados más tarde por fracciones de mapuches disidentes, capitaneados por españoles; y el grueso del pueblo mapuche, dirigido por sus caciques y, más tarde, también por mestizos y desertores peninsulares” 9 .

La comprensión del espacio geográfico o geopolítico unido a su vértigo creador hizo que don Pedro de Valdivia se aventurase a realizar una serie de fundaciones de ciudades y fuertes en

8 ENCINA, Francisco A. y CASTEDO, Leopoldo. Resumen de la Historia de Chile, tomo I. Santiago de Chile: editora Zig-Zag, 1961, p. 57.

9 ENCINA, Francisco A. y CASTEDO, Leopoldo. Resumen de la Historia de Chile, p. 59.

pleno corazón de Arauco, recorriendo el territorio y recogiendo información para el reparto de encomiendas y comunicando a los naturales el sometimiento al monarca español Carlos V. así fundó La Imperial. Y prosiguió al sur, fundando ciudades al sur del Toltén y derrotando con facilidad a los huilliches ubicados al sur de dicho río. Fundaban así Villarrica en la misma desembocadura del río y luego Valdivia en febrero de 1552. Abrigaba en su mente nuestro primer gobernador, poder controlar el Estrecho de Magallanes, ruta obligada de los buques que querían acceder al Pacífico, y que otras potencias navales enemigas no tardarían en intentar conquistar. “Llegaron al confín del reconocimiento, el seno de Reloncaví, y regresaron a Concepción con el propósito de preparar durante el invierno, la ansiada expedición al Estrecho, y aún más al sur, donde esperaban encontrar tierras ricas y muy pobladas” 10 .

“En este tiempo de bullicio Marte saca su carro con horrible estruendo, y ardiendo en ira belicosa parte, por el dispuesto Arauco discurriendo, hace temblar la tierra a cada parte, los serrados caballos impeliendo y en la diestra el sangriento hierro agudo, bate con la siniestra el fuerte escudo”.

(De Ercilla, Alonso. La Araucana, p. 212)

Este mencionado vértigo creador de Valdivia caracterizó este primer momento de la Conquista. Al final de esta etapa, se habían fundado ya seis ciudades en que se dividían los más de mil soldados con los que ya contaba Valdivia, pero que esta formidable fuerza se encontraba fraccionada y repartida en estos emplazamientos recién fundados, con el aditamento de que, en caso de ataque de los indígenas, difícilmente podrían socorrerse mutuamente. Así se fue fraguando la rebelión general mapuche, que se dio cuenta que podía exterminar aisladamente

10 ENCINA, Francisco A. y CASTEDO, Leopoldo. Resumen de la Historia de Chile, p. 60.

a estas nacientes ciudades, que no eran sino pequeños caseríos defendidos por empalizadas.

“No pudiendo sufrir la fuerza brava del número de gente y movimiento, el español, el bárbaro llevaba como aliviana paja el recio viento: entran sin orden, que ya rota andaba, todos mezclados en el fuerte asiento, dentro del cuadrado y ancho muro comienzan pie con pie un combate duro”

(De Ercilla, Alonso. La Araucana, p. 225)

El surgimiento de la figura sobresaliente de Lautaro provocará una serie de reveses a los conquistadores. “Era éste un mozo favorecido por una extraordinaria intuición guerrera, que, mientras desempeñaba funciones de caballerizo de Valdivia, había estudiado el punto débil de los españoles. Demostró a los mapuches que no sólo no eran invulnerables, sino que, como todo mortal, se rendían a las fatigas y al cansancio” 11. Su genio creador y su poderosa imaginación táctica harán que Lautaro sea una verdadera pesadilla para Valdivia y el resto de los conquistadores.

“Por las Puertas y frente, y por los lados el muro se combate y se defiende. Allí corren con prisa y amontonados adonde de más peligro haber se entiende; Allí con prestos golpes esforzados a su enemigo cada cual ofende. Con tanta furia, afecto y fuerza dura, que poco importa escudo y armadura”

(De Ercilla, Alonso. La Araucana, p. 289)

Fue el día de Navidad de 1553 en Tucapel, donde luego de que Lautaro obligara a los españoles a abandonar el fuerte y se refugiaran en el fuerte de Purén, esperó a Valdivia y su hueste a que fueran a vengar la afrenta. Oponiéndole escuadrones

11 ENCINA, Francisco A. y CASTEDO, Leopoldo. Resumen de la Historia de Chile, p. 59.

sucesivos sin tregua ni descanso a los aguerridos conquistadores, les fueron agotando, hasta ir cayendo uno a uno. No salvó con vida ningún español. A la oleada del tercer escuadrón mapuche, y con sus caballos y soldados totalmente agotados, Valdivia preguntó a los suyos: «Caballeros, ¿qué hacemos?», a lo que el bravo capitán Altamirano respondió: «Qué quiere vuestra señoría que hagamos, sino que peleemos y muramos». Valdivia y sus hombres hicieron una última carga imposible contra un enemigo infinitamente superior en número 12. No había retirada posible. Todos sucumbieron incluyendo el propio Valdivia y el clérigo Pozo, que lo había recién confesado.

Y el vértigo creador, en su afán de fundar ciudades, pretendió realizar en veinte años la labor de tres siglos.

Para los chilenos, Valdivia entraña un símbolo que se destaca con más nitidez en el tiempo. Es la imagen anticipada del pueblo chileno, con sus aptitudes y sus fallas, sus virtudes y sus defectos, determinados a través de una de sus más preciosas características: su profundo amor al suelo que eligió para ofrecerle la simiente de su genio creador13 .

Entre Tucapel (1553) y Curalaba (1598) la guerra se intensifica, destacándose en la dirección del conflicto el gobernador don García Hurtado de Mendoza (1556-1661) quien derrotó a Caupolicán (1557) y se encargó de organizar la administración española. Don Alonso de Ercilla venía en aquella comitiva y fue testigo ocular de muchas de las acciones bélicas allí sucedidas. En el capítulo referido al contexto de La Araucana, se analizará más en profundidad este período.

12 Debe advertirse que pelearon en Tucapel 38 españoles contra cerca de 20.000 mapuches, es decir, en la proporción de 500 contra uno, según señala Encina en su obra.

13 ENCINA, Francisco A. y CASTEDO, Leopoldo. Resumen de la Historia de Chile, p. 63.

Después de la gran insurrección mapuche iniciada con el desastre de Curalaba de 1598, se inició el ataque, destrucción y despoblamiento de todos los asentamientos y fuertes construidos al sur del Biobío, en pleno corazón de Arauco. Los esfuerzos misionales del padre Luis de Valdivia y sus incipientes primeros éxitos se vieron oscurecidos por el episodio del cacique Anganamón y los mártires de Elicura 14. El proyecto de guerra defensiva fue progresivamente reemplazado por una nueva táctica militar para la guerra de Arauco propuesta por el dos veces gobernador Alonso de Ribera (1601-1605) (1612-1617), que consistía en establecer una línea fortificada en la frontera para ocupar progresivamente el territorio enemigo. Esto se realizaría con un ejército profesional y permanente, financiado con un fondo denominado Real Situado 15 .

14 La política de Luis de Valdivia se vio duramente desacreditada, en 1612, por la muerte de tres sacerdotes de su congregación en un confuso incidente relacionado con el rapto de una de las esposas del cacique Anganamón durante el Parlamento de Paicaví a orillas del lago Lanalhue, estas víctimas serían conocidas como los mártires de Elicura. El 14 de diciembre de 1612 fueron muertos en ese lugar tres jesuitas y cinco caciques mapuches por causa de la fe y de la palabra empeñada en favor de la paz.

15 A la llegada de Alonso de Ribera a Chile, el ejército, según las fuentes, oscilaba a comienzos del siglo XVII entre 1.397 a 1.151 hombres. Ribera venía a engrosarlo con más de 400. A ellos se sumarían unos 500 españoles venidos desde el Río de la Plata, y unos 460 desde el Perú. Pero lo más delicado era que no era un ejército regular, pues presentaban disciplina, hábitos y costumbres que distaban de la vida militar profesional. Ribera, que contaba con el temple experiencia militar por haber pertenecido a los viejos tercios españoles que combatieron en Flandes, que era la mejor infantería del mundo en aquella época. Organizó a la infantería como el arma principal, al modo de los tercios en desmedro de la caballería, que había sido el arma favorita en los primeros tiempos de la Conquista, pero que ahora, teniendo los indios caballos, y transformados en diestros jinetes, había comenzado a perder prestigio y poder esta arma. Así el rey Felipe III, crea por real cédula en enero de 1603, el ejército permanente en Chile.

• Anganamón en Relación del viaje de Fray Diego de Ocaña por el Nuevo Mundo (1599-1605). Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/2/2e/ Anganam%C3%B3n.JPG

• Representación de los llamados “Mártires de Elicura” grabado, Histórica Relación del Reyno de Chile, del jesuita Alonso Ovalle (1646). Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/3d/Martires_de_elicura.jpg

Alonso de Ribera fue considerado en sus días como el más ilustre capitán venido a Chile después de Valdivia. Estratego, empezó por hacer un estudio panorámico de la guerra de Arauco, concluyendo que era suicida continuar la táctica de dividir las escasas fuerzas españolas para mantener dos frentes de combate: uno en la raya del Biobío y otro en las ciudades del Sur. Su plan fue concentrar sus fuerzas y extender poco a poco, por medio de los fuertes, la línea de dominación, sin dejar jamás a su espalda al enemigo.

Esta estrategia no fue bien comprendida por sus adversarios y por los que no entendían problemas militares, los que la calificaron de inhumana. Equivalía a entregar a sus trágicos destinos a las ciudades de Osorno y Villarrica, aisladas y sitiadas por los indios. Ribera no se atrevió a confesar su decisión, pero estimó que socorrer con el grueso de su ejército aquellas villas que aún subsistían cuando asumió su gobierno era debilitar fundamentalmente todo lo que al norte del Bío–Bío se había logrado pacificar 16 .

La Guerra de Arauco contribuyó a fundamentar un orden social y una estabilidad política que se basó en la supremacía de la metrópoli.

La defensa colectiva frente a un enemigo común permitió un sólido basamento en la sociedad por sus destinos y penurias compartidas, del que carecieron otras colonias americanas. La defensa común y el auxilio mutuo contribuyeron a formar ciertos rasgos muy definidos de la psicología del pueblo chileno, especialmente la dureza de cuerpo y alma, la sobriedad, cierto espíritu de subordinación disciplinada y un principio de solidaridad nacional que habría de animar tres siglos después al país, constituida la República en estado orgánico17.

16 CAMPOS HARRIET, Fernando. Alonso de Ribera: Gobernador de Chile. Santiago: Editorial Universitaria, 1987, pp. 32-33.

17 Cfr. ENCINA, Francisco A. y CASTEDO, Leopoldo. Resumen de la Historia de Chile, p. 78.

La enorme empresa de la conquista americana no la realizó, desde luego, la masa neutra del pueblo español, tampoco por los desechos despreciados de dicha sociedad, sino el de un tipo de hombre muy especial, que abrigaba un ansia obsesiva de crear un nuevo pueblo y perpetuarse en la memoria, dejando fama de sí. No negaremos que también se encuentra presente una cierta ansia de riqueza en quienes se afincaban en los virreinatos construidos sobre los dos grandes imperios prehispánicos. Pero no eran el único motor. En Chile, conocida su pobreza, no fue de ninguna manera el principal aliciente, ni por mucho.

Los rasgos esenciales comunes a la psicología del conquistador son muy acusados. En todos late un impulso de proyección fuera de lo ordinario, hay un sentido desmesurado, muy español, por cierto, de realizar empresas inauditas e inverosímiles. Todos tienen una ciega fe en sí mismos, desprecio por el peligro, audacia ante lo desconocido. El vértigo colectivo de expansión que anima a la España del siglo XVI se expresa idóneo en la mentalidad del conquistador. En este sentido la atracción de la aventura americana constituyó una verdadera criba, especialmente en Chile 18 .

Con estos rasgos psicológicos particulares y bien definidos, se asentó aquí una personalidad audaz y emprendedora, valiente y aventurera, obediente y disciplinada. El siguiente capítulo intentará describir y analizar el tipo de gente que se irá conformando como sustrato del pueblo chileno en ciernes.

18 ENCINA, Francisco A. y CASTEDO, Leopoldo. Resumen de

II. Evangelización y labor misional de franciscanos y jesuitas en la Araucanía

Los primeros sacerdotes que llegarán al país van a ser tres miembros del clero que vienen con Pedro de Valdivia y que son considerados los primeros evangelizadores de Chile. Años después llegarán otros provenientes de Lima. La vida de todos ellos será bastante dura, sufriendo enormes privaciones y expuesta a serios peligros, pero todos ellos animados por un abnegado celo por evangelizar. Uno de ellos, Bartolomé del Pozo, rindió la vida junto a Pedro de Valdivia en Tucapel.

Por su lado, don Alonso de Ercilla, como buen hombre de su tiempo, tenía una visión del mundo cristiana, providencialista, sujeta a la historia y que deja a los hombres a su libre albedrío. Su obra refleja un sistema de valores cristianos ligados al honor, valor e hidalguía. Este tipo de hombre hispano, profundamente traspasado por los ideales religiosos del cristianismo, no será escaso en suelo americano.

El Chile con el que se van a encontrar los primeros miembros de la iglesia avecindados en estas tierras, es un país muy pobre, con una geografía agreste, áspera y difícil y con una población indígena aguerrida y belicosa. La Iglesia perderá muchos hombres y bienes en esta empresa. Pero tal esfuerzo persistente en el tiempo fue premiado al configurar en nuestra naciente Patria el sustrato cultural cristiano. La impronta católica quedará entreverada en esta cultura naciente en que se fundía lo hispano y lo indiano en fecunda síntesis.

La Iglesia va a tener mucho que decir al hombre chileno, y éste, mucho que escuchar. Se va a dar una relación de comprensión y ayuda mutua, para así formar esta nacionalidad tan ligada

a la Iglesia, y una Iglesia que siendo de aquí, como de todas partes, va a estar tan ligada a este suelo, confundiéndose el destino de ella con el de la nación que surge 19 .

La religión católica, no solo como fe, sino como realidad cultural es un hecho indesmentible en la conformación de la civilización hispánica. En el Nuevo Mundo con la misma conquista, la evangelización de los pueblos incorporados a la monarquía hispánica permitió la asimilación y fusión de pueblos muy diferentes, llegando a conformar parte sustancial de nuestra cosmovisión e identidad 20 .

El reconocido autor argentino Marcelo Gullo explica en su último libro, titulado con el sugerente nombre Lo que América le debe a España 21, que historiadores negrolegendarios intentan desacreditar el proceso de evangelización de las masas indígenas en América afirmando que dicho proceso fue fruto de la conquista, o sea, mediante el uso de la fuerza y no de la persuasión; pretendiendo con ello instalar la idea de que la fe en los pueblos nativos no era genuina y ver en Hispanoamérica sólo una «cristianización autoritaria» como una forma de explotación bajo el imperio de una hipotética y «terrible» Inquisición; otros la interpretarán como una «agresión cultural». Lamentablemente no son pocos los que han adherido a esta falsa y errónea interpretación histórica.

No fue a través de la fuerza como los indígenas se convirtieron al cristianismo, sino que la evangelización tuvo lugar gracias al ejemplo de vida de los misioneros. Que la fe de esos primeros nativos fue sincera lo prueba el hecho de que estuvieran dispuestos al martirio. Y tengamos en cuenta que nadie da la vida

19 MARTÍNEZ FARAH, Carlos. La Iglesia en la Colonia. p. 7.

20 De hecho, con el bautismo, el indígena pasaba también a ser súbdito de la corona, en condiciones de igualdad como cualquier otro.

21 Cfr. GULLO OMODEO, Marcelo. Lo que América le debe a España: El legado español en el Nuevo Mundo. Barcelona: Planeta, 2023, pp. 172-179.

por lo que no cree; nadie se deja matar por una fe que no se ha asumido voluntariamente 22 .

El propósito evangelizador de la conquista de América fue establecido por Isabel I de Castilla (1451–1504) desde el segundo viaje de Colón y fue ratificado por la propia reina en su testamente, donde se explica que «nuestra principal intención fue la de procurar inducir y traer a los pueblos de ellas [las Indias] y convertirlos a nuestra santa fe católica, y enviar a las dichas islas y tierra firme prelados y religiosos, clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios para instruir a los vecinos y moradores de ella a la fe católica» 23 .

Se desplegó así un esfuerzo y celo misional llevado a cabo por las congregaciones religiosas y el clero secular que se iban afincando en América, ya sea fundando una impresionante red de establecimientos, desde pequeñas parroquias hasta imponentes catedrales, monasterios, conventos, misiones y reducciones, penetrando con frailes las zonas de difícil acceso o en conflictos bélicos y dispuestos al martirio, o ya sea fundando universidades, seminarios y colegios24. Se trataba de una Iglesia conservadora de la fe, pero al mismo tiempo, innovadora en los métodos. Destaca la labor realizada por dominicos, agustinos, mercedarios, franciscanos y jesuitas.

22 Cfr. GULLO OMODEO, Marcelo. Lo que América le debe a España, p. 174.

23 HERAS, Julián. 500 años de fe. Historia de la evangelización de América latina. Lima: Sin fronteras, 1985, p. 12, citado por GULLO OMODEO, Marcelo, p. 175. En 1509, ya fallecida la reina Isabel, la corona volvió a reiterar su empeño misional en una Real Cédula en la que se afirmaba: “… que los indios se conviertan a nuestra fe católica, para que sus ánimas no se pierdan […].”

24 Es interesante observar que en la América Hispánica los españoles dejaron al menos unos 65 monumentos Patrimonios de la Humanidad entre edificios y centros históricos, y miles de patrimonios históricos. Sólo el centro histórico de Ciudad de México cuenta con más de cuatro mil de estos edificios. Contrasta dramáticamente con el «legado» de los europeos que se establecieron en el norte de América y en algunas islas del Caribe, que es igual a cero. Solo Portugal dejó un legado patrimonial relevante. En EE.UU. Monte Vernon (residencia de George Washington o el Salón de la Independencia en Pensilvania lo son, más que por su importancia arquitectónica, por su relevancia de quién vivió o qué ocurrió en dicho lugar. De todos modos, son de la segunda mitad del s. XVIII, poco antes de la Independencia de EE. UU.

Como muestra, cabe mencionar que Felipe II, quien siendo todavía príncipe había seguido con interés los debates de Valladolid, decretó en 1573 las nuevas Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias 25 estableciendo que la anexión de nuevos territorios debía seguir tres pasos determinados, por este orden: evangelizar, poblar y defender. En lugar de los militares, los misioneros serían la punta de lanza de la penetración española, la cual debía ser pacífica en la medida de lo posible, siendo seguidos por pobladores que debían mezclarse con la población local y, solo una vez asentada la fe y la población, dar entrada a los soldados del rey para establecer un sistema defensivo 26 .

En síntesis, se puede decir que la tarea evangelizadora logra enormes avances en Chile, tropezando en La Imperial, esto es desde el río Maule al Sur, con el constante estado de guerra.

El Obispado de Santiago era bastante pacífico a pesar de su extensión (abarcaba de Santiago a La Serena y Mendoza).

El natural de esta diócesis era receptivo a la palabra evangelizadora. En la dura tarea evangelizadora, la iglesia tendrá que recurrir a los laicos para poder abarcar todos los ámbitos necesarios. Lo cual fue necesario, dada la escasez del clero, y las limitaciones geográficas y económicas. El papel de los laicos fue fundamental para superar estas limitaciones, especialmente en las doctrinas 27 .

25 También conocidas como Ordenanzas del Bosque de Segovia, por el lugar en que fueron dadas.

26 Cfr. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel. Felipe II. Barcelona: Espasa, 2010, pp. 299-309, citado por BAÑOS, Pedro. Geohispanidad. La potencia hispana en el nuevo orden geopolítico. Santiago. Planeta, 2024, pp. 102-103. Un aspecto importante que condiciona la tarea de evangelización y difusión del cristianismo es que España estuviera gobernado por los Austrias, importante dinastía europea y muy poderosa, que tienen una fuerte fe católica, que gobierna su acción. Carlos V y Felipe II, son dos poderosos monarcas que gobiernan prácticamente todo el siglo XVI (15161598).

27 MARTÍNEZ FARAH, Carlos. La Iglesia en la Colonia, p. 15. Para estudiar el rol de los laicos en la evangelización americana, ver GUARDA, Gabriel O.S.B. Los laicos en la cristianización de América. Santiago: Ediciones UC, 1987.

Después de esta panorámica general de la evangelización en el Reyno de Chile por distintos agentes pastorales, concentrémonos ahora en los principales esfuerzos misioneros realizados al interior del territorio mapuche, que marcaría fuertemente los orígenes y la originalidad del proyecto evangelizador.

La triste experiencia de Almagro y la no mejor de Valdivia repercutieron negativamente en los reinos hispanos; muchos pensaban que poco podía esperarse de una tierra tan triste y desolada, casi desértica, y de unas tribus belicosas y refractarias al trato con los conquistadores y sus aliados. Y esa fue la información que se le hizo llegar oficialmente al rey de España 28 .

La Monarquía obtuvo el Derecho a Patronato29 en América, donde los reyes hispánicos se comprometían a llevar a misioneros allí a fin de evangelizar a los naturales. El tipo de eclesiástico al que se dará preferencia en el Nuevo Mundo es a las órdenes mendicantes, frailes predicadores y religiosas y religiosos por su dinamismo evangelizador, al contrario de la reticencia que presentaban las órdenes monásticas más orientadas a la vida contemplativa.

Los franciscanos tenían una visión distinta de la vida y un concepto más elevado de los hombres, aunque éstos sean salvajes, para ellos todos son hermanos. A su llegado en 1553 logran establecerse en la zona ocupada por los colonizadores o también en la muy próxima a la de los indios guerreros del sur. Así que aparte de sus primeros

28 Cfr. ABAD PÉREZ, Antolín. Los franciscanos en América. Madrid: Mapfre, 1992, p. 213.

29 El Derecho a Patronato significaba que el Santo Padre concedía en favor de los Reyes de España y sus sucesores, el Patronato sobre la Iglesia en América. Consistía en que los reyes asumían algunos derechos sobre la Iglesia. Se dicta eso en una de las bulas “Inter Caetera”, donde a cambio de la donación de las nuevas tierras, se obliga a los reyes a enviar misiones allí y construir iglesias. Estas tres bulas son: la bula Inter Caetera del 3 de mayo de 1493, por la que se les concede a los Reyes Católicos la soberanía sobre las tierras recién descubiertas; la Inter Caetera del 4 de mayo de 1493, donde se delimitan las zonas de conquista correspondientes a castellanos y a portugueses, y, una tercera bula denominada Eximiae Devotionis, con fecha del 3 de mayo de 1493, por la que se conceden a los monarcas una serie de privilegios a cambio de la evangelización de los nativos.

conventos en Santiago, La Serena y San Francisco del Monte del centro y norte del país, los franciscanos que se internaron al sur del río Biobío, en Concepción, Osorno, Valdivia, Angol, Villarrica y La Imperial buscaron insistentemente la ocasión de facilitar los contactos con los nativos y de realizar allí en los confines, una auténtica obra misionera. Ese será el talante que defina a las fundaciones franciscanas en Chile en los siglos XVI y el XVII 30 .

El primer siglo de la Iglesia Católica en Chile va a ser el siglo de la evangelización. Su acción estará centrada en difundir la Palabra de Dios a los naturales del lugar, como asimismo recordársela a los conquistadores. Para esta tarea, la Iglesia se va a valer de diversos modos y métodos, destacándose especialmente las misiones, doctrinas y parroquias. Las misiones son esenciales para la evangelización, por eso se van a expandir por el país en gran cantidad de acuerdo a las posibilidades con que contaban, que eran bastante limitadas, como hemos visto. En la misma fecha del desastre de Tucapel, hay misiones en Santiago, Concepción, La Imperial y Valdivia; destaca en ella entre otros, Fray Antonio Correa, religioso que es recordado por la forma en que atraía a los indios empleando la música de su flauta 31 .

Para lograr una conversión armoniosa entre los nativos, era imprescindible conocer la cultura de los pueblos que se quería evangelizar. Por tanto, las órdenes religiosas se empeñaron en dominar su lengua, conocer sus costumbres y adentrarse en su mentalidad; proceso que se ha denominado inculturación 32 .

30 Cfr. ABAD PÉREZ, Antolín. Los franciscanos en América, p. 214.

31 MARTÍNEZ FARAH, Carlos. La Iglesia en la Colonia, p. 14.

32 La inculturación es el proceso de integración de una cultura con otra o con una sociedad. En el cristianismo, la inculturación es la adaptación de la doctrina y el ritual de la iglesia a culturas no cristianas. El término fue introducido en la misionología por el misionólogo belga Pierre Charles, s.j. (1883-1954). En América los jesuitas fueron los que la impulsaron con mayor convicción.

Por la acción evangelizadora de los frailes, los indígenas aprendieron la lengua de los conquistadores junto con las verdades de la Biblia. A la sombra de las sotanas creció la semilla de la fe, junto con las primeras letras del castellano 33 .

Debido a los peligros y vicisitudes del largo viaje por mar, marinos y soldados y viajeros se encomendaban a Stella Maris, advocación de la Virgen María protectora de los navegantes, conocida en tierra como la Virgen del Carmen, que tendrá una notable devoción popular en toda la extensión del suelo americano. La marcada devoción mariana de don Alonso de Ovalle se verifica en varios pasajes de su obra:

“Hallará el piadoso afecto material de devoción en favores con que la Reina de los cielos ha favorecido en particular el Reino de Chile y motivos de alabanza al común Señor, en que poco más de un siglo se ha dado a conocer y adorar a tanta variedad de naciones”

(De Ovalle, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 7)

Se implora la protección de María bajo su manto protector frente a un futuro lleno de peligros e incertidumbres, tal como había cobijado a tantos durante las épocas pasadas en España y en toda Europa.

“Comenzó a declararles algo de nuestra fe, en particular procuró inducirlos a la devoción y piedad con la Reina de los cielos mostrándoles para ello una imagen de papel que traía consigo, diciéndoles que aquella señora era la madre de Dios”

(De Ovalle, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 119)34

33 GODOY, Hernán. Chile: cinco siglos de cultura. Santiago: Pontificia Universidad Católica de Chile, 1983, p. 36.

34 DE OVALLE, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile. Roma: Francisco Carvallo, 1646. Todas las citas en negrita son extraídas de esta edición original.

El compromiso del conquistador con la causa de la conquista y de la fe fue total. Al comienzo de la conquista, el predicador iba con el ejército, tomando contacto directo con los indígenas y así se convirtieron en los principales agentes de la cultura que representaban. El misionero llevaba no sólo la palabra de Dios, pues enseñaba también su lengua, técnicas diversas para los oficios manuales o para la labranza de la tierra.

“Entre esta gente hay muchos cristianos, porque además de ellos que aún vivirán hoy del tiempo del levantamiento y rebelión, han tenido cuidado los españoles cautivos de ir bautizando a muchos de los que iban naciendo”

(De Ovalle, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 409)

El levantamiento de los araucanos en el sur, en 1598, marcó el inicio de una guerra que se irá a prolongar por más de 50 años y que sólo terminará con el tratado del parlamento de San Quintín en 1641. En dicha rebelión los araucanos destruyeron todas las ciudades al sur de Concepción y la provincia franciscana, que tenía la mayor parte de sus establecimientos en aquella parte, pasó momentos muy duros. Unas religiosas que allí tenían su misión deben retirarse.

Cuando estalla el nuevo enfrentamiento hispano–araucano, las religiosas se retiran a Santiago y fundan allí su convento. Pero una religiosa no había podido escapar y fue aprehendida por un cacique, que pretendió hacerla esposa; ella entonces hubo de hablarle de la fe cristiana y decirle que estaba consagrada a Cristo y, que por lo tanto, no podía contraer matrimonio; el nativo jefe supo respetarla y dejarla que se marchara a juntarse con sus hermanas, pero la siguió en el camino y, debidamente instruido en la fe, siguió allí

sirviendo fiel entre las religiosas hasta su muerte, dando el precioso ejemplo de un fiero araucano que probó ser luego un ejemplo de estupendo cristiano 35 .

Es sintomático, no obstante, que precisamente durante este feroz levantamiento, fuera cuando muchos mapuches fueran convertidos al cristianismo y fueran ellos los que transmitieran su fe a sus hijos, y que los propios españoles hechos prisioneros fueran quienes administraran el bautismo a sus hijos. Desde el mismo momento que fuera fijada la frontera entre ambos pueblos en el río Biobío, los nativos dejaron de poner resistencia al ingreso y trato con los misioneros franciscanos.

Con respecto a la compañía de Jesús, esta llegó a Brasil en 1553, luego en Florida en 1566, pasando a Perú en 1568 y a México en 1572. Estos dos virreinatos fueron el foco desde donde se difundió su irradiación apostólica. Lima fue el centro de operaciones para América del Sur. Cuatro chilenos acudieron al Perú para ingresar a la Compañía de Jesús, antes de que esta se avecindara en nuestro país.

El trabajo de la orden consiste en emplearse en la difusión, propagación y conservación de la fe, buscando la salvación propia y la de los prójimos. En cuanto a los medios tiene libertad para escoger entre todos los lícitos y santos, mirando siempre el mayor servicio y la mayor gloria de Dios. Según las épocas, cambia sus métodos, pero algunos le son más peculiares y a ellos debe sus triunfos más señalados.

Las misiones entre infieles le hicieron explorar vastos territorios, aprender lenguas indígenas, escribir historia y diseñar cartas geográficas en medio de grandes penurias y trabajos hasta verlos interrumpidos, a veces, con la muerte violenta36.

35 ABAD PÉREZ, Antolín. Los franciscanos en América, p. 216.

36 HANISCH ESPÍNDOLA, Walter. Historia de la Compañía de Jesús en Chile. Buenos Aires: Editorial Francisco de Aguirre, 1974, p. XI.

El dinamismo de una orden nueva, su ardor apostólico y la juventud y ánimo de muchos de sus miembros llegados al suelo patrio para emprender heroicas labores apostólicas en tierras hostiles y lejanas sin intimidarlos el sacrificio ni las privaciones hizo que los miembros de la Compañía se internasen en las zonas en conflicto y más allá en busca de la conversión de los nativos. Sin embargo, nada tuvo improvisado, a pesar de ciertos recelos que pudieran despertar.

No le faltaron los amigos ni los adversarios. Tenían espíritu de cuerpo, cohesión y continuidad en lo emprendido; sus obras eran seleccionadas con gran criterio, fundamentadas y basadas en la acción constante y no en las palabras. Tenían cierta porfía generosa para luchar con la adversidad. […]

En Chile los jesuitas van a tropezar con un paralelismo de belleza y pobreza; porque de un lado el país es hermoso, su clima agradable, sus habitantes de índole bondadosa, fuera de la excepción araucana, y de otra parte la guerra interminable, la lejanía de Europa, la falta de medios de subsistencia, la ausencia de imprenta que ellos quisieron remediar, la lucha incesante contra el indígena, o más bien, contra sus hábitos viciosos, la baja condición del mestizo, los terremotos va a hacer de esta tierra un escenario de esfuerzo y de heroísmo en que había que reducir las cosas a una difícil norma de belleza espiritual 37 .

37

HANISCH ESPÍNDOLA, Walter. Historia de la Compañía de Jesús en Chile, pp. XIII-XIV.

Es muy relevante, al momento de estudiar la obra de la Compañía en nuestro país, considerar el fin y el amor con que se ejecutó, pues si esto se soslaya, toda su obra pierde su columna de sentido que vertebra su acción misionera y se escapa el motor que animó a estos hombres, que no era sino la mayor gloria de Dios.

De las huellas de su obra, ellos apreciaron más lo que santificó las almas que la misma cultura que difundieron, porque trataron con jerarquía subordinando lo inferior a lo superior con el noble designio de unir el amor al sacrificio y la gloria a la cruz 38 .

Dos figuras señeras de la Compañía que resaltarán en el siglo XVII serán el P. Luis de Valdivia (1560–1642) y el P. Alonso de Ovalle (1601–1651), que además serán testigos del auge de las órdenes religiosas en Chile 39. Don Alonso de Ovalle y su obra serán tratados ampliamente a lo largo de este libro. Por su parte, de don Luis de Valdivia podemos decir que fue un conflictivo jesuita que será conocido por ser uno de los grandes defensores de los indígenas, lo que marcará toda su acción pastoral, ya sea predicando entre los mapuches, o en el suroeste de Argentina, en la actual región de Cuyo. Abogó por la reducción de las hostilidades mantenidas con los mapuches en el sur de Chile, persuadiendo por el establecimiento de una frontera, y el reemplazo de las campañas militares por obras misioneras que, desde su punto de vista, habrían de procurar la conquista religiosa de los indígenas rebeldes. Su proyecto, denominado

38 HANISCH ESPÍNDOLA, Walter. Historia de la Compañía de Jesús en Chile, pp. XIV-XV.

39 A principios del siglo XVI, había en el país cinco órdenes religiosas de hombres, con 195 religiosos. Veintidós años más tarde, en 1632, Salcedo contaba sólo en Santiago con 70 frailes de Santo Domingo (dominicos), 40 franciscanos, 30 agustinos, 35 mercedarios y 25 a 30 jesuitas. Había también dos conventos de religiosas. El de las agustinas, con 20 monjas y el de las clarisas, con 24. Todo este cuadro muestra el auge que habían tenido las órdenes en el país. Cfr. MARTÍNEZ FARAH, Carlos. La Iglesia en la Colonia, pp. 28-30.

Guerra Defensiva 40, concitó el apoyo inicial de la monarquía española, pero con el paso del tiempo fue considerado un fracaso y cayendo el padre Valdivia en el descrédito 41 .

Los misioneros jesuitas no sólo enseñaron a los indios el idioma llegado de Europa, también elaboraron los primeros vocabularios y gramáticas en lengua aborigen. Entre el grupo llegado a Chile en 1593 había algunos frailes oriundos de Chile, que dominaban el mapuche. Ellos se encargaron de enseñárselo a sus compañeros. Para asombro de los indígenas, a los pocos meses los misioneros les predicaban en su propia lengua 42 .

Valdivia, que manejaba el idioma aborigen, pudo entenderse con los indígenas y captar con su sensibilidad sus aflicciones, e intentar que la conversión y bautismo del aborigen fuera por una adhesión espontánea de su corazón. Dentro de sus obras destinadas a la evangelización de los indígenas publicó la primera gramática y diccionario de mapudungun (1606) y las únicas gramáticas y diccionarios de los idiomas allentiac y milcayac (1607), estas dos últimas, lenguas de la etnia huarpe del suroeste argentino.

Después de casi dos siglos de intensa y fecunda labor misionera en Chile y el resto de América, construyendo residencias jesuitas, fundando colegios para hijos de caciques, escuelas y colegios

40 Que tampoco se diferenciaba sustancialmente de las nuevas Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias decretadas por Felipe II en 1573 en que la anexión de nuevos territorios debía seguir tres pasos determinados, por este orden: evangelizar, poblar y defender, ya tratadas anteriormente.

41 Inicialmente contaba con el apoyo del rey Felipe III, el piadoso (rey de España de 1598 a 1621). En Chile entró en conflicto con el dos veces gobernador Alonso de Ribera (1601-1605) (1612-1617) y el sucesor de Felipe III, el monarca Felipe IV (rey de 1621 a 1665), que no era afín a las ideas de Valdivia, las derogó reimplantando de manera oficial la guerra ofensiva mediante la Real Cédula de abril de 1625, tras la expresa recomendación de la Junta de Guerra de Indias.

42 GODOY, Hernán. Chile: cinco siglos de cultura, p. 36.

anexos a las misiones establecidas y en las nuevas ciudades: San Felipe, 1741; Copiapó y Melipilla, 1743; San Fernando, 1744 y Talca, 1746; así como edificando casas para los ejercicios espirituales, como la de Concepción en 1676, en Santiago en 1701 y 1752, Chillán, 1723, Quillota, 1740; Mendoza y San Juan, 1750; Valparaíso, La Serena y Calera de Tango en 1758. A eso hay que agregar las muchas misiones fundadas en el sur y los numerosos mártires que dieron su vida como testimonio de su celo apostólico en tierras mapuches. A eso se suma una intensa labor intelectual desplegada, y a ellos se agregaba el desarrollo de la música, las artes y oficios en los reconocidos talleres de Calera de Tango, además de otros talleres de arte y artesanía ubicados en Bucalemu, Mendoza, Chillán y Santiago.

Todo marchaba perfecto, una comunidad bien aceitada que permitía desplegarse comprometidamente por todo el Reino de Chile culminó con el infame decreto de expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 de todos los territorios de la Corona española, probablemente el acontecimiento más trascendental en la historia de Chile en el curso del siglo XVIII. Luego vendría la supresión de la Compañía en 1773, hasta su restablecimiento paulatino en 1814 43 .

43 El Papa Clemente XIV suprimió la Compañía de Jesús en 1773 a través del breve Dominus ac redemptor. La supresión fue el resultado de la presión de los monarcas católicos, como el rey Carlos III de España y Luis XV de Francia. Esta supresión también fue el resultado de una conspiración general, auspiciada en buena parte por las ideas de la Ilustración. Los jesuitas de todo el mundo renunciaron a sus votos y se exiliaron. Los exjesuitas se incorporaron a otras órdenes religiosas, pero la mayoría permaneció como sacerdotes seculares. Muchos exjesuitas se incorporaron a la Compañía de Rusia. La Orden fue restablecida en 1814 por el Papa Pío VII. La Compañía tuvo sus primeros intentos de regreso después de la guerra de Independencia en Chile, logrando no vincularse con dicho proceso cruento, que muchas veces dividió internamente a otras congregaciones que se encontraban en el país, dado que algunos de sus miembros se adhirieron a los patriotas y otras al bando realista, generando fracturas en sus comunidades. En rigor, la Compañía no se restableció propiamente, sino que se estableció de nuevo. Llegó a Chile como otras Órdenes y Congregaciones que se establecieron en el país durante el siglo XIX, como si no hubiera existido durante el período colonial.

La expulsión de los jesuitas aniquiló toda su obra. Tenían los mejores maestros, educaban la mayor y la mejor parte de la juventud del país, atendían la totalidad de las misiones de infieles; en el cultivo de las artes ocupaban el primer lugar en el país, atendían las Casas de Ejercicios, los conventos, los enfermos, las misiones circulares de los campos y ciudades; tenían florecientes congregaciones, educaban al clero, etc.

Toda esta obra, arruinada en un instante, fue reemplazada en forma muy poco satisfactoria y en pequeña parte después de años. Por eso, la expulsión fue el más duro golpe que sufrió Chile en el siglo XVIII, y un evidente retroceso en su desarrollo cultural y espiritual 44 .

44 TAMPE MALDONADO, Eduardo. Compañía de Jesús: cuatrocientos años de evangelización en Chile (1593-1993), p. 17.

III. Su gente

La gente que habita este espacio geográfico será la simiente del pueblo chileno. Por un lado, tenemos al español que se avecinda en nuestras tierras, al que todavía lo impregna la mística de la cruzada, en la cual él combatió a los musulmanes que se establecieron en la península ibérica por más de setecientos cincuenta años. Ellos profesaban una religión distinta, aunque ambas compartían un tronco común. Si bien combatieron, esto no fue óbice para que intercambiaran ideas, cultura y se fundieran, integrándose en alto grado. Esto determinaría una actitud en el que el hecho de fundirse con la población local era ya una costumbre bien asentada en el hispano 45. Pensemos que, en las primeras décadas de la conquista americana, La cantidad de mujeres europeas llegadas a América durante los primeros 50 años de la conquista no superaba el 6% de la población embarcada. 20 años después se triplicó. Por tanto, es interesante observar que el mestizaje comienza en América hispana desde la primera noche en que los conquistadores acampan en suelo americano. No se debe olvidar que Cortés, en Cempoala, a poco de desembarcar en Veracruz y quemar sus naves 46, desposa a sus oficiales con princesas totonacas iniciando el proceso de fusión étnica en las Indias Occidentales.

45 La suma entre miembros de la alta y baja nobleza llegada al Nuevo Mundo en este período oscila entre el 5% y el 6%. El resto se completa con soldados, labriegos, campesinos, artesanos, burócratas y clérigos. En dicho grupo de escasos nobles que viajaban, estaba la posibilidad de sacarle lustre a su ajado escudo, sumando a su apellido una posesión, un cargo, un rango militar obtenido en el mérito de la campaña, tales como Vasco Núñez de Balboa, Diego de Nicuesa, el propio Hernán Cortés y Alvar Cabeza de Vaca.

46 Cortés ordenó inutilizar sus naves para evitar que sus hombres pensaran en regresar a España. El conquistador no quemó literalmente ninguna de sus naves, sino que las barrenó para inutilizarlas para la navegación. La decisión fue una compleja decisión política y estratégica que sirvió para varios fines, pero la más directa es que la expresión “quemar las naves” se refiere a luchar por un objetivo sin posibilidad de retroceder, comprometiéndose plenamente con una causa u objetivo.

A su llegada al territorio chileno, los conquistadores españoles venían armados de su fe y de su espada, de su ambición y de su valentía. Pero nada de eso les servía para comer.

En medio de una geografía salvaje y desconocida, estaban obligados a resolver los problemas prácticos de sobrevivencia. ¿De qué alimentarse, bajo qué techo guarecerse, cómo cruzar con sus vituallas y equipo militar los caudalosos ríos?

No podían contar con los recursos enviados desde su propia tierra. España estaba tan lejana como un sueño, separada del nuevo mundo por meses de navegación. Tenían que sobrevivir aquí, en un territorio de áspero relieve y habitado por nativos que los combatían con ferocidad.

Para los españoles la conquista no significa sólo el sometimiento de los indígenas por la fuerza de las armas o el convencimiento de la palabra. También tenían que adaptarse y dominar a la naturaleza 47 .

Por tanto, junto a la motivación de «dejar fama de sí» o de «encontrar la gloria», también le caracteriza la fuerte connotación de índole religiosa del español que viene a Chile, dado que las riquezas no caracterizaban a esta tierra y los conquistadores lo tenían más que claro48. Debemos comprender que los peninsulares vienen saliendo de una larga Edad Media y recién entrando en una Modernidad incipiente, por tanto, ese factor aun moldea fuertemente sus mentes:

47 GODOY, Hernán. Chile: cinco siglos de cultura., p. 13.

48 Los contingentes que integraron las empresas de conquista estaban constituidos por individuos cuyas edades fluctuaban entre los 30 y los 45 años. Eran en realidad personas ya maduras en una época en la cual se consideraba que alguien mayor de 40 años palpitaba su vejez. Tengamos en cuenta que las expectativas de vida en el s. XVI arañaba los 60 años promedio para un varón sano. ¿De qué regiones españolas venían los respectivos exploradores? Andaluces un 36%, castellanos un 28%, extremeños (clases sociales inferiores como los hermanos Pizarro) con un 14%. En cuanto al nivel de instrucción cultural, salvo excepciones (Álvar Nuñez, Cortés y unos pocos jefes) los expedicionarios no eran gente “ilustrada”. Pero recordemos que la lectoescritura –tomada como canal de acceso a la “cultura” era privativa de muy pocos en el siglo XVI.

Otro aspecto importante es que estos hombres son hispanos y, por tanto, están imbuidos de un espíritu determinado en su forma de ser y ver el mundo. Su manera de entenderlo es la que le da la fe católica. Este católico está empapado de un sentimiento religioso, originado en la Edad Media. Tiene un sentido de la omnipotencia y Providencia de Dios. Es devoto de santos y de María. Su comportamiento está centrado en los valores éticos del cristianismo. Es una manera de ser medieval. Este ser medieval entra en simbiosis con la manera de ser renacentista 49 .

Junto a su carácter piadoso, destaca también su temperamento aguerrido que se observa aun en las mujeres españolas venidas a suelo americano en especial a Chile, que no se dejaban vencer ante las dificultades y contratiempos, tal como lo relata don Alonso de Ovalle.

“Pero el invencible valor de aquellas españolas chilenas pudo hacer rostro a tamaña estrechura y trabajo teniendo pecho, ánimo para dejarse morir como de hecho se murieron muchas personas de abre, ante los sueros de la piedad y de la razón”.

(De Ovalle, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 258)

Los criollos, que eran hijos de españoles nacidos en tierras americanas, ostentaban valores que los comprometían con el suelo que los vio nacer y crecer, sintiéndose forjadores de su destino y responsables de un mundo en gestación. El jesuita Alonso de Ovalle lo narra con precisión:

“Los hijos de españoles, naturales de esta tierra, son muy dóciles, de muy noble condición, amorosos y apacibles y en los ejercicios de letras prueban muy bien, son hombres de

49 MARTÍNEZ FARAH, Carlos. La Iglesia en la Colonia, p. 5.

verdad y muy fieles y leales, muy amigos de sus amigos y por su defensa y arriesgan fácilmente hacienda y vidas; son de buenas inclinaciones y así se aplican fácilmente a la virtud y los que echan por la vía de las armas, se hacen muy señalados en ellas”.

(De Ovalle, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 180)

La Araucana, ya en su Libro I, Canto I en sus estrofas sexta y séptima hace una interesante descripción de nuestro país a la que le agrega una caracterización de sus gentes destacando su carácter indómito:

Chile, fértil provincia y señalada en la región Antártica famosa, de remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa; la gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida. Es Chile norte sur de gran longura costa del nuevo mar, del Sur llamado; tendrá del este a oeste de angostura cien millas, por lo más ancho tomado; bajo del polo Antártico en altura de veinte y siete grados, prolongado Hasta do el mar Océano y chileno mezclan sus aguas por angosto seno 50 .

50 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Libro I, Canto I, octavas 6 y 7, versos 41 a 56. Madrid: Real Academia Española, 2022, p. 37.

Cronistas y viajeros harán descripciones de nuestro país, donde se asentarán pueblos con distintos grados de desarrollo a la llegada de los españoles. Sin duda el factor geográfico influirá enormemente en los pueblos que se asentaron en Chile. La marcada definición de sus límites geográficos ayudará a esta configuración. Así nos refiere Haenke a finales del siglo XVIII.

Este amenísimo Reyno y porción hermosa de la América, cuyos términos son, por el N. el río de Copiapó a los 25° de latitud austral, y el despoblado de Atacama que lo separa del Perú; por el S. el río Bío–Bío en la Concepción con otras dilatadas provincias habitadas por los Indios hasta el mismo Cabo de Hornos; al oriente la famosa cordillera llamada comúnmente de los Andes, que lo divide del Virreynato de Buenos Aires, y al occidente el mar del Sur o Pacífico, que baña sus costas por espacio de más de 300 leguas de conocida extensión 51 .

Cuando los españoles avanzaron por primera vez por los extensos y rigurosos desiertos del norte, o cruzaron los valles transversales hasta alcanzar el río Aconcagua y el valle del Mapocho, observaron y conocieron a los pobladores de esas regiones. Chile no estaba deshabitado. Todo lo contrario: los valles de los ríos Copiapó, Aconcagua, Maipo y tantos otros estaban poblados por grupos más o menos numerosos que tenían su cultura, sus costumbres, sus técnicas, su religión, su organización política 52 .

51 HAENKE, Thaddaeus Peregrinus. Descripción del Reino de Chile. Santiago: Editorial Nascimento, 1942, p. 119. Thaddaeus Peregrinus Haenke (1761-1817) fue un geógrafo, físico y botánico que es considerado en Alemania como el más legítimo precursor de Humboldt, escribió en los años 1789-1794 una descripción de Chile, que «se justifica altamente, como lo expresa el señor Edwards, por formar parte de un conjunto armónico, bien hilado y de considerable interés histórico, científico y económico a lo que yo agregaría, también, de interés social, hasta hoy día de palpitante actualidad». Haenke, que estaba dando la vuelta al mundo en una expedición botánica, estuvo en Chile en 1790.

52 Cfr. ORELLANA RODRIGUEZ, Mario. La crónica de Gerónimo de Bibar y la conquista de Chile. Santiago. Editorial Universitaria, 1988, p. 166.

Los indígenas les mostraban desconfianza, temor o franca hostilidad. Su modo de vida era completamente diferente al de los conquistadores. No conocían la cruz, ni la espada ni la pluma de ganso que traían los extranjeros. Pero disponían de lo que aquéllos más necesitaban: alimentos, sembrados, casas, embarcaciones, caminos.

Los nativos conocían a fondo el territorio. Se habían adaptado a sus rigores. Disponían de los alimentos y medios materiales que a los españoles les faltaban. Para seguir adelante con su campaña, los conquistadores la solución más práctica e inmediata: utilizar los mismos recursos materiales de los aborígenes.

Conquistadores y conquistados no se encontraron sólo en el choque sangriento de la espada contra la maza y del arcabuz contra la pica. Por sobre la guerra y la muerte, se fusionaron también en la paz de la vida cotidiana, al compartir el maíz y la quinoa, los puentes colgantes de criznejas, y el barro y los troncos de patagua para construir sus casas 53 .

Es en este escenario americano, que fue el último en ser poblado en la Prehistoria, y el último en ser descubierto a inicios de los tiempos modernos e incorporado al desarrollo de una humanidad que poco a poco se globalizaba, el encuentro entre hispanos e indianos forjó una cultura que fue producto del enriquecimiento mutuo y progresivo del traspaso de experiencias compartidas de generación en generación. Este fenómeno se conoce como evolución cultural. La cultura, que es un producto exclusivamente humano, nos dice Christopher Dawson, es un juego de al menos cuatro factores que la forman y modifican. El factor geográfico (el lugar), que es el medio ambiente donde florece. El

53 GODOY, Hernán. Chile: cinco siglos de cultura, p. 13.

factor económico (el trabajo), que corresponde a la adaptación activa al ambiente para sobrevivir. El factor genético (la raza o la etnia), el elemento humano. El factor filosófico (el pensamiento) o el elemento psicológico–racional, actividad específica del ser humano que lo libera de la dependencia ciega de las condiciones materiales 54. La formación cultural de Chile se dio al conjugarse creadoramente estos dos mundos con estos cuatro factores, dando origen a nuestra nación.

Los españoles entraron en contacto con ellos; muchas veces los violentaron y combatieron; otras los ganaron para su empresa; pero siempre, y esto es lo importante, debieron tomarlos en cuenta. Nunca pudieron prescindir de ellos. Su conquista del territorio, sus empresas económicas, su fundación de ciudades, el trabajo en los campos, sus enseñanzas religiosas, etc., todo se hizo con los aborígenes. Biológicamente se inició una mezcla que a fines del siglo XVI era importante e iba a ser un rasgo característico de la antropología chilena. Las crónicas de Marmolejo, de Lobera, y especialmente la de Gerónimo de Bibar, además de las cartas del capitán Pedro de Valdivia, son buenos ejemplos de cómo los conquistadores españoles supieron apreciar lo que significó el aborigen chileno para su empresa nacional 55 .

La agricultura y la cerámica fue difundida al área central por pueblos de la cultura El Molle. No se sabe la razón de su desplazamiento hacia el sur de los valles transversales, pero se encontraron restos materiales de su cultura en la zona comprendida entre los ríos Aconcagua y Maule. Con toda probabilidad se mezclaron con los pueblos sedentarios y las bandas de cazadores–recolectores en los valles del Aconcagua, Mapocho y Maipo.

54 DAWSON, Christopher, Religion and Culture, Nueva York: Meridian Books, 1960, pp. 40-47.

55 ORELLANA RODRIGUEZ, Mario. La crónica de Gerónimo de Bibar y la conquista de Chile, p. 166.

En el área central no hubo señoríos. Los incas lograron atravesar, poco antes de la conquista hispana, gran parte del territorio, pero no extendieron sus dominios más allá del río Maipo.

Las tribus que en el siglo XVI habitaban el área central fueron conocidas por los españoles. Sus integrantes reciben el nombre genérico de mapuches 56 .

Los picunches no debieron ser muy numerosos, ya que prácticamente desaparecieron de la zona central en los primeros años de la conquista española57. “Muchos fueron al sur del río Bío–Bío, verdadera frontera entre cristianos y mapuches hasta bien entrado el siglo XIX. Allí se mezclaron con los araucanos, defendiendo con fiereza su libertad y sus tierras” 58. A medida que se avanzaba hacia el sur las costumbres agrícolas iban variando, sobre todo por la mayor abundancia de lluvias.

Se dice de éstos que al principio de la conquista de Chile se hallaban en la más tremenda barbarie: eran simples cazadores. En los días de la fundación del colegio misionero de Chillán los habitantes de las cordilleras eran pastores y los de los cantones restantes grupos más desarrollados, pues eran labradores, aunque modestos. Además del pastoreo, se dedicaban al cultivo de cereales –trigo, cebada, frijoles, maíz, alubias y otros–; de las hortalizas sólo conocían el

56 SILVA GALDAMES, Osvaldo. Culturas y pueblos de Chile prehispano. Col. Cuadernos históricos. Santiago. Editorial Salesiana, 1980, p. 37. Se piensa que el ejército de los incas exploró hasta las riberas del río Maule, otros autores plantean que llegaron hasta la ribera norte del río Biobío, pero encuentros bélicos con los mapuches les hicieron desistir de una expansión más septentrional.

57 Probablemente por su carácter más dócil, se mezclaron con la población hispana, y por lo mismo, pueden haber sufrido las enfermedades que ellos traían y para lo cual no tenían defensas naturales. También el hecho de haberse desplazado al sur del Itata y fundirse con la población araucana puede haber contribuido. Mestizaje, adopción de la vida civilizada o de otra cultura y contagio pueden haber sido los catalizadores de su desaparición.

58 SILVA GALDAMES, Osvaldo. Culturas y pueblos de Chile prehispano, p. 40.

chalote. Su idioma era el wuthalmapu común a todos ellos con ligeras variantes de pronunciación o acentuación. Su población fue calculada por el padre Melchor Martín, quien podía escribir «he vivido diecinueve años empleado en la conversión y civilización de dichos indios, en inteligencia y uso de su idioma y recorrido muchas veces casi todo el país de estos buthalmacus» en 130.000 almas, de las que 45.000 correspondían a la provincia de la costa, 30.000 a la de los llanos, 20.000 a la falda de la cordillera y 23.000 a la de Cunco 59 .

Los araucanos estaban establecidos entre los ríos Itata y Toltén. Aunque hablaban mapudungun y compartían muchos elementos culturales de picunches (gente del norte) y huilliches (gente del sur), poseían elementos singulares que les diferenciaban.

El origen de los araucanos ha sido muy discutido. Parecen derivar de la mezcla entre un pueblo nómade invasor, procedente de las pampas orientales, a donde pudo llegar desplazándose desde la región amazónica, y los mapuches agricultores. Asentados en la región, que más tarde los españoles denominarían Araucanía, fueron lentamente adoptando las costumbres mapuches sin perder algunas de las propias. Se casaron con mujeres del lugar y, a medida que transcurría el tiempo, olvidaron completamente su lengua 60 .

La descripción que hace Antolín Abad sobre las costumbres, religión y actividades de las gentes que habitan la Araucanía son interesantes, pues revelan por su descentralismo por qué serían tan difíciles de someter, pero dóciles a la hora de convertirlos:

59 ABAD PÉREZ, Antolín. Los franciscanos en América, p. 272.

60 SILVA GALDAMES, Osvaldo. Culturas y pueblos de Chile prehispano, p. 40. En algunos capítulos más adelante volveremos sobre esta cuestión.

No tenían gobierno común, ni federación, ni leyes, viviendo separados en muchos grupos bajo el mando de un cacique, al que llamaban Apo o Guilmén y al que estaban sujetos otros de menor grado.

Sus ideas religiosas eran muy simples y primitivas, pues al principio no se les conocía religión y culto: no tenían dioses, templos, sacerdotes, ni ministros, ni sabían cosa alguna sobre el particular. Sus vicios capitales eran la poligamia, la embriaguez y el robo. Tenían las mujeres que cada uno podía mantener. Sus aficiones eran el caballo, manejar con destreza la lanza, la flecha, y los laques, el arma favorita de los araucanos, compuesta de una cuerda trenzada de piel, de tres metros de largo, que llevaba en cada extremo una pelota de plomo, forrada en la misma piel.

Fuera de estos ejercicios no gustaban de otros trabajos, que dejaban a las mujeres, las que llevaban el peso de la siembra y cosecha, el tejer la ropa y preparar los alimentos y comida.

Los vestidos era una túnica de bayeta y calzoncillos cortos y andaban descalzos. Las mujeres se cubrían con una túnica larga, sin mangas y recargada de abalorios 61 .

La exaltación del pueblo mapuche en su irreductible valor y la fiera determinación de proteger su tierra y su preciada libertad ante cualquier invasor, así como un fuerte sentido de identidad cultural y por sus valores de respeto, amor, cuidado, empatía y reciprocidad hacia la naturaleza, a sí mismo y a las demás personas . Su valentía es destacada continuamente por Ercilla.

61 ABAD PÉREZ, Antolín. Los franciscanos en América, p. 272.

“De dieciséis caciques y señores es el soberbio estado poseído, en militar estudio los mejores que de bárbaras madres han nacido. Reparo de su patria y defensores ninguno en el gobierno preferido, otros caciques hay más por valientes, son estos en mandarlos preeminentes”.62

(De Ercilla, Alonso. La Araucana, p. 5)63

Numerosos cronistas comparten las características de la complexión física de los araucanos. Los describen como de robusta la del nativo y le otorgan rasgos fisonómicos uniformes, a saber: cabeza y cara redondas, frente cerrada, los cabellos negros, lisos y largos, narices romas, barba corta por la costumbre de arrancársela, el pecho ancho, fuertes los brazos y las piernas, pie pequeño y fornido, color moreno que se inclina a rojizo. Ercilla los describe de este modo:

“Son des gestos robustos desbarbados, bien formados los cuerpos y crecidos. Espaldas grandes, pechos levantados, recios miembros de nervios muy fornidos. Ágiles desenvueltos, alentados, animosos, valientes, atrevidos. Duros en el trabajo y sufridores de fríos mortales, hambres y calores”

(De Ercilla, Alonso. La Araucana, p. 16)

62 Esta etnia fue descrita por cronistas laicos y eclesiásticos en el período colonial, sin embargo, fue a fines del siglo XIX cuando se realizaron los primeros estudios de carácter científico sobre esta etnia. El lingüista alemán Rodolfo Lenz y el sacerdote capuchino Félix José de Augusta estudiaron su idioma, el mapudungun, del cual De Augusta redactó su primera gramática moderna en 1903. Tomás Guevara (1865-1935) y Ricardo Eduardo Latcham, por su parte, redactaron los primeros trabajos etnográficos sobre este pueblo, utilizando informantes indígenas y observaciones de campo, así como algunos descubrimientos arqueológicos y los datos proporcionados por cronistas españoles. Desde una perspectiva mapuche se sitúan los trabajos de Manuel Manquilef y la autobiografía del lonko Pascual Coña, que relató oralmente un anciano cacique mapuche al misionero capuchino Ernesto Wilhem de Moesbach. Ver Los primeros estudios (1882-1940) El pueblo Mapuche en Memoria chilena de la Biblioteca Nacional de Chile, disponible en enlace web: https://www. memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-781.html. Consultado el 01 de abril de 2025.

63 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Salamanca: Casa de Domingo de Portonarijs, 1574. Todas las citas en negrita son extraídas de esta edición original.

Del encuentro entre conquistadores españoles y nativos mapuches, cada uno poseedor de una cultura genuina, que, al ponerse en contacto, hará inevitable y fructífero que ambos modos de vida se fusionen e influyan mutuamente, pues de la feliz conciliación de ambas culturas es que brotarán las raíces de nuestra cultura.

IV. La cordillera de Los Andes

La cordillera de Los Andes, presente tanto en el poema épico

La Araucana de don Alonso de Ercilla como en La Histórica

Relación del Reyno de Chile de don Alonso de Ovalle, es descrita como una impresionante formación montañosa que se extiende a lo largo de Sudamérica. Constituye una barrera natural entre Chile y Argentina, con una gran diversidad de paisajes y ecosistemas. Sus imponentes montañas, altos picos, hermosos glaciares y profundos y fértiles valles son características destacadas de esta majestuosa cordillera.

“La Cordillera de Chile que podemos llamar maravilla de la naturaleza y sin segunda, porque no se haya en el mundo cosa que se le parezca, son unos altos montes que corren de norte a sur, desde las provincias de Quito y el nuevo Reyno de Granada hasta el de Chile… que se extiende… hasta el Estrecho de Magallanes”

(De Ovalle, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 12)

La cordillera de Los Andes juega un papel fundamental en el poema épico La Araucana y de la Histórica Relación. No solo representa un desafío para los personajes, sino que también ofrece refugio a los guerreros araucanos y se convierte en un obstáculo natural en la lucha contra los españoles. Esta cordillera imponente y majestuosa se convierte en un escenario clave para el desarrollo de la historia y desempeña un papel simbólico en la narrativa del poema.

Un paso peligroso, agrio y estrecho de la banda del norte está a la entrada, por un monte asperísimo y derecho, la cumbre hasta los cielos levantada; está tras éste un llano, poco trecho, y luego otra menor cuesta tajada que divide el distrito andalicano del fértil valle y límite araucano.

(De Ercilla, Alonso. La Araucana, p. 119)

Por otro lado, Ercilla narra cómo la cordillera de Los Andes brinda refugio y protección a los guerreros araucanos en ambas obras. Los araucanos utilizan la cordillera como un lugar seguro para resguardarse de los ataques de los españoles. Gracias a su conocimiento del terreno y las rutas de escape, los araucanos pueden moverse hábilmente entre los senderos montañosos y utilizar la geografía a su favor. La cordillera se convierte así en un aliado estratégico para los guerreros araucanos en su lucha contra los invasores.

En ambas obras se establece un marcado contraste entre la belleza de la cordillera de Los Andes y la violencia de la guerra que se desarrolla en su territorio. Mientras la cordillera se presenta como una maravilla natural de picos elevados, glaciares y valles fértiles, la guerra revela un lado oscuro de destrucción y crueldad. Este contraste resalta la complejidad de la situación y añade una capa narrativa que refuerza la temática central del poema, mostrando cómo incluso en medio de la belleza natural, la violencia es una realidad ineludible.

Por otra parte, una expedición de Thaddaeus Peregrinus Haenke hacia el Cajón del Maipo durante su estancia en Chile, en 1790, describe aspectos de la cordillera de los Andes en los siguientes términos:

También se nota una montaña granitosa cubierta de lajas perpendicularmente situadas de una hasta tres varas de alto de blocs rodados, etc. La roca está en masa. La desordenada y violenta situación de estas piedras que no se nota ni en los contiguos cerros, ni en los que caen a la orilla sur del río, indican que aquí tubo la naturaleza alguna particular conmoción.

Por todo el caxón del río que ya se denomina de Chequén se ven algunas chozas de ruín arquitectura, y varios trapiches para moler metales. Ya desde aquí los cerros presentan grandes derrumbes peñascosos, se componen de granitos en masa y algunos de gneis durísimo azuloso.

También se ven rocas y grandes masas de otro gneis negrusco con la superficie brillante. Las montañas más altas se ven desnudas de árboles, y únicamente en el verano mantienen alguna verdura 64 .

64 HAENKE, Thaddaeus Peregrinus. Descripción del Reino de Chile, pp. 104-105.

V. La isla de Chiloé

El archipiélago de Chiloé, escenario insular de particular geografía y disímil del resto del ámbito continental, ofrece un gran atractivo natural y cultural para indagar una muy inusual cultura que se desarrolló en medio de las privaciones y el aislamiento más absoluto.

Los ríos repartidos simétricamente fecundizan los campos; los montes disminuyendo su elevación producen maderas tan abundantes como exquisitas y la Isla de Chiloé y parte de los dominios españoles en el mar Pacífico, parece por su fecundidad y la arboleda impenetrable que la cubre más bien una Isla de las inmediatas a la equinoccial que situada en los 42° de latitud austral 65 .

Este territorio se ha caracterizado por su situación de aislamiento crónico debido a la insurrección general del pueblo mapuche, que se levanta contra el dominio español el año 1598 y que destruirá todas las fortificaciones y ciudades levantadas por los españoles en la zona meridional del Reino de Chile, dejando a Chiloé en situación de periferia insular precaria y aislada del desarrollo del continente, por lo que desarrollará una cultura propia con características muy singulares. Sobre la vida y carácter de la población nativa de Chiloé, compuesta principalmente por huilliches y chonos. Estos grupos indígenas habitaron la isla por siglos y la llamaban Quiquilhue.

65 HAENKE, Thaddaeus Peregrinus. Descripción del Reino de Chile, p. 120.

“El sustento de los naturales es de papas (que son unas raíces de mucha sustancia y muy comunes en todas las Indias y allí le dan con más abundancia y mayores que en otras partes) y el maíz, el pescado y marisco del mar, que hay mucho y muy bueno en este archipiélago”

(De Ovalle, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 72)

A pesar de las severas exigencias del clima y de la geografía, el archipiélago de Chiloé se constituyó en lugar propicio para la vida humana. Los chonos, clan de origen desconocido, fueron los primeros habitantes de las islas que recorrieron sus playas y canales, generosos en peces y mariscos.

El 08 de noviembre de 1553 descubre la isla don Francisco de Ulloa, al Canal de Chacao lo llamó “Coronados” y a la provincia “Cananea”. El 24 de febrero de 1558, después de atravesar selvas y pantanos, avanzando entre matorrales, subiendo cuestas, descendiendo boscosas quebradas y atravesando fríos ríos, llegan a contemplar Chiloé en la otra orilla:

“un ancho archipiélago, poblado de innumerables islitas deleitosas cruzando por el seno y otro lado góndolas y piraguas presurosas”

El licenciado Julián Gutiérrez por mandato de Hurtado de Mendoza, cruza el canal de Chacao. Lo acompaña el poeta madrileño Alonso de Ercilla y Zúñiga, que deja escrita en una corteza una estrofa memorable:

“Aquí llegó donde otro no ha llegado, don Alonso de Ercilla, que el primero en un pequeño barco deslastrado con sólo diez pasó el desaguadero;

el año cincuenta y ocho entrado sobre mil y quinientos por febrero a las dos de la tarde, el postrer día volviendo a la dejada compañía”.

En 1566 Rodrigo de Quiroga realizó la conquista por intermedio de Martín Ruiz de Gamboa, llegando el 20 de enero de 1567 a la provincia, le dio el nombre de “Nueva Galicia”. En 1765 se incorporaba al Virreinato del Perú.

La dureza de las condiciones de las islas del archipiélago junto con el abandono en que vivirá su población después del alzamiento mapuche en el sur dejará una impronta en el colono, que conocerá de privaciones y fracasos.

“De estas islas corre plaza de estériles las de Chiloé, pero verdaderamente no lo es su suelo, fino de las demasiadas lluvias ahogan la semilla y no la dejan madurar, a esta causa no se coje en ellas trigos ni vinos, ni aceites, ni otras cosas, que han menester la fuerza del sol para madurar, y es tal la calidad de este archipiélago que llueve casi todo el año”

(De Ovalle, Alonso, Histórica relación del Reyno de Chile, p. 71)

Con la llegada de los españoles se inició el poblamiento de los lugares de Chiloé. Sacrificado fue el establecimiento en el medio, con pobreza de recursos, lluvias y temporales constantes y dependencia absoluta del mar.

En 1598, con la victoria de Curalaba, se inició la sublevación mapuche en el sur de Chile y la destrucción y abandono de todas las ciudades españolas ubicadas entre el río Biobío y el canal del Chacao, territorio que no volverá a colonizarse hasta 250 años después. Chiloé perderá contacto y quedará marginado del desarrollo económico y social que se suscita en la zona central de Chile durante los siglos XVII y XVIII.

Así, al transcurrir los años, en el archipiélago se irá consolidando racial y culturalmente el pueblo chilote; su población se radicará en el campo y en las islas menores produciéndose un intenso mestizaje hispano–indiano. La comunidad en formación se verá enfrentada desde sus inicios a una situación de aislamiento, desamparo e incomunicación con el continente, dispersión entre los pequeños villorrios asentados en el borde de las islas. La economía de la provincia será precaria y los habitantes desviarán sus esfuerzos a satisfacer individualmente sus necesidades básicas. Era el hombre pescador y agricultor, leñador y labrador de maderas, constructor de sus embarcaciones y casas.

“La ciudad de Castro está fundada en la isla principal en la cual, y en las demás le coge miel y cera, y dice Herrera y otros historiadores que hay minas de oro en la playa, que es cosa que notan por muy singular y nunca vista”.

(De Ovalle, Alonso, Histórica relación del Reyno de Chile, p. 72)

Chiloé será también uno de los orgullos de la labor misionera. En 1572, los franciscanos fundaron un convento en Castro y serán los primeros misioneros del Archipiélago de Chiloé, que ejerció una influencia hasta el mismísimo Estrecho de Magallanes. De este modo los franciscanos prepararon la obra misionera de los jesuitas en el siglo siguiente 66. Según relata don Crescente Errázuriz en su libro Los orígenes de la Iglesia Chilena:

En Chiloé los españoles no conquistaron, colonizaron. Los naturales los recibieron perfectamente, les prestaron toda clase de auxilios y no se derramó una gota de sangre. Había allí más de 50 mil indios, los cuales fueron siempre

66 Los franciscanos llegaron a Chile en el año1553, procedentes de Perú y los jesuitas en el año 1593, también procedentes del Perú, que habían sido fundados por Ignacio de Loyola en 1540.

los más fieles amigos de los españoles y los que con más docilidad recibieron la predicación del Evangelio. La paz, favoreciendo el esfuerzo de las misiones, hizo pronto de esa lejana provincia uno de los lugares más florecientes de la Iglesia chilena 67 .

Una población desperdigada en una geografía tan accidentada cuyo medio de transporte eran frágiles embarcaciones que surcaban el mar interior del archipiélago, obligó a utilizar un sistema de evangelización particular siendo tantas las islas y tantos los pueblecitos, aunque no pasaban de simples caseríos, hizo que los misioneros franciscanos se preocuparan de visitarlos periódicamente para instruirlos y administrar los sacramentos tanto a españoles como indígenas68.

La amplia labor desarrollada por los misioneros jesuitas y franciscanos durante la colonia convirtieron a la iglesia en cabeza de la comunidad. La Compañía fundó, en 1612, una residencia en Castro para la evangelización de los nativos, como método misional diseña una triple estrategia que consistía en la creación de catequistas aborígenes llamados fiscales, la construcción de capillas en cada cabí o lof y la visita anual a las capillas en ciclo llamada Misión Circulante.

En Chiloé todos los años dos sacerdotes realizaban la «misión circular», la que saliendo de Castro visitaba todas las capillas de las distintas islas. Desde Castro, el P. Nicolás Mascardi, en 1670, inició la misión de Nahuelhuapi entre los indios puelches y poyas. Mascardi realizó cuatro viajes al territorio austral del continente,

67 ERRÁZURIZ, Crescente. Los orígenes de la Iglesia Chilena. Santiago: Ediciones Imprenta del Correo, 1873, pp. 239.

68 En la Descripción de la Provincia y Archipiélago de Chiloé, del sacerdote franciscano González Agüeros de 1789 indica que Chiloé tenía 25 islas pobladas, repartidas en tres curatos, que eran Santiago de Castro tiene una población de 8.691 habitantes, repartida en 51 villas. San Antonio de Chacao, con 1.402 habitantes, contaban con 17 villas.

y el 15 de febrero de 1674 fue muerto por los indígenas que se oponían a la enseñanza del Evangelio 69. Muchos miembros de la Compañía perdieron a sus miembros más valerosos en busca de la evangelización de los naturales al sur de Chiloé. Una gesta nunca lo suficientemente conocida y, por lo mismo, valorada en su justa medida.

69 TAMPE MALDONADO S.J., Eduardo. Compañía de Jesús: Cuatrocientos años de evangelización en chile 1593-1993, p. 10.

La literatura colonial y su construcción cartográfica en la idea de patrimonio chileno

“Por eso Bello señaló la importancia de que el chileno estudiase su historia, no para idolatrar lo muerto, sino para buscar el yo colectivo, a fin de dar luz al presente y configurar con acierto el porvenir”

Jaime Eyzaguirre. Hispanoamérica del dolor 70

La literatura colonial, como parte de los procesos de conquista y colonización de América, no solo buscó registrar los eventos o describir los territorios, sino que aún más requirió de construir representaciones simbólicas que configuran ideológicamente las tierras incorporadas al mundo hispánico. En este sentido el concepto de “idea”, tal como lo desarrolla el historiador del arte, Erwin

* Arquitecto, Máster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural por la Universidad de Los Andes y candidato a Doctor en Filosofía USS. Se desempeñó como director nacional de Patrimonio Cultural de Chile (2018-2022) y como vicepresidente ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales. Actualmente, es director de la Carrera de Lienciatura en Arte y Conservación del Patrimonio en la USS.

70 ERRÁZURIZ, Crescente. Los orígenes de la Iglesia Chilena. Santiago: Ediciones Imprenta del

Panofsky, resulta clave para comprender cómo estos textos literarios y crónicas coloniales operaron de forma tal en mapas culturales que, a través de las propias identidades y patrimonios asociados a estos territorios, se manifestaron como rutas iconográficas. Este ensayo propone explorar cómo la literatura producida en el contexto del Virreinato del Perú y la Capitanía General de Chile construyeron una “cartografía” simbólica que trascendió lo geográfico para influir certeramente en la percepción del patrimonio cultural chileno.

La noción de “idea” y su aplicación a la cartografía literaria

Para diversos historiadores del arte, pero especialmente como referencia en Panofsky, la “idea” es cuando el concepto que articula una síntesis entre forma y contenido permite que las representaciones sean más que simples copias de la realidad circundante; así pasan a ser interpretaciones cargadas de sentido, significación y propósito. En el texto de “Idea: A concept in Art Theory”, Panofsky argumenta que la idea organiza el caso visible y lo transforma en un principio que estructura y dota de sentido el mundo de lo percibido71. Al traspasar este concepto al análisis de la literatura colonial, podremos entender que estas obras no se limitan solo a describir el territorio chileno como tal y como era percibido naturalmente, sino que fue construyéndose en una cartografía simbólica que organiza y distribuye una dotación de sentido al espacio.

En este contexto iconológico e iconográfico, la cartografía no debe concebirse como un mero ejercicio técnico de representación geográfica, sino como un acto cultural que integra poder, ideología e imaginación. J.B. Harley subraya que “los mapas son textos culturales tan cargados de significado como las obras literarias; son instrumentos de poder y dispositivos de control, tanto como herramientas de 71 PANOFSKY, Erwin. Idea: A Concept in Art Theory. Harper & Row, 1968., p.16.

orientación”72. De manera similar, los textos de la colonia producidos en el ámbito del Virreinato del Perú y la Capitanía General de Chile operaron como mapas literarios que trazaron coordenadas simbólicas donde la naturaleza, la religión y la historia se entrelazaron para justificar y glorificar la presencia española en el territorio chileno.

Cartografía simbólica en La Araucana y La Histórica Relación del Reyno de Chile

Dos obras fundamentales de la literatura colonial que contribuyeron a la construcción cartográfica de la “idea de Chile” son La Araucana (1569) de Alonso de Ercilla y La Histórica Relación del Reyno de Chile (1646) de Alonso de Ovalle. En ambos textos, el territorio chileno es representado no solo como un espacio físico, sino también como un escenario simbólico cargado de significados políticos, culturales y religiosos.

En “La Araucana”, Ercilla no se limita a narrar los enfrentamientos entre los conquistadores españoles y los mapuches; su poema épico configura una geografía simbólica en la que el paisaje chileno se transforma en un protagonista esencial. Las descripciones de los ríos, montañas y valles no son meramente ornamentales, sino que refuerzan la idea de un territorio noble y grandioso, digno de ser conquistado y poetizado. Así lo describe Ercilla:

Es Chile norte sur de gran longura, costa del nuevo mar, del Sur llamado; tendrá del leste a oeste de angostura cien millas, por lo más ancho tomado73

72 HARLEY, John Brian. “Deconstructing the Map.” *Cartographica: The International Journal for Geographic Information and Geovisualization, vol. 26, no. 2, 1989, p. 5.

73 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Libro I, Canto I, octavas 7, versos 49 a 52. Madrid: Real Academia Española, 2022, p. 37.

Estas breves palabras resuenan en las dimensiones del territorio, pero lo inscriben en un marco épico donde la vastedad y la riqueza natural del espacio chileno justifican los esfuerzos de resistencia y revolución heroica. En este contexto, los mapuches, a pesar de ser considerados adversarios, son admirados por su valentía y su conexión originaria con la tierra. En términos de historia del arte, y siguiendo el enfoque panofskiano, “La Araucana” construye una “idea” de Chile que combina lo físico con lo ideal y lo histórico con lo poético.

Por otra parte, La Histórica Relación del Reyno de Chile de Alonso de Ovalle adopta un enfoque más explícitamente cartográfico, al incluir por primera vez en la narrativa un mapa visual de Chile. Este mapa, acompañado de descripciones detalladas del territorio, no es únicamente una herramienta geográfica, sino un dispositivo ideológico que presenta a Chile como un espacio ordenado y civilizado bajo los valores cristianos. Ovalle describe a Chile como una tierra bendecida por Dios, de la siguiente manera:

“Chile, país fertilísimo en todas las cosas necesarias para la vida humana, ha sido señalado por Dios como una joya preciada de este continente, aunque aún indómito en muchos aspectos” 74

Así, la cartografía literaria y visual se combinan para construir una “idea” de Chile como un territorio prometedor, pero que necesita ser transformado y dominado bajos los principios del impero español. Este acto de mapear simbólicamente los territorios no solo define sus características físicas, sino que también inscribe valores culturales y espirituales en el paisaje.

74 DE OVALLE, Alonso. La Histórica Relación del Reyno de Chile, 1646, p.45.

La cartografía literaria como patrimonio cultural

La construcción cartográfica en la literatura colonial no solo configura un imaginario del territorio chileno en los siglos XVI y XVII, sino que también sienta las bases para la forma en que este espacio sería comprendido y valorado en los siglos posteriores. Como destaca Daniel Sherer75, Panofsky permite comprender cómo las ideas culturales y simbólicas se entrelazan en las representaciones formales, especialmente en contextos de transformación histórica: “la iconología es un método que revela la estructura mental y los valores que subyacen en las formas visibles”.

En este sentido, los textos de Ercilla y Ovalle no solo describen Chile como un espacio geográfico, sino que lo configuran como un patrimonio cultural que combina la naturaleza, la historia y la religión en una narrativa unificadora. Este patrimonio, profundamente marcado por las dinámicas coloniales del poder y la dominación, no es únicamente documental; sigue siendo relevante para comprender cómo se ha construido la identidad chilena a lo largo del tiempo.

Para concluir, la literatura colonial puede entenderse como un mapa cultural, ya que, al construir una “cartografía simbólica” de Chile, desempeñó un papel crucial en la configuración de la “idea” de este territorio como un patrimonio cultural. A través de las descripciones geográficas, las narrativas históricas y las representaciones simbólicas, obras como La Araucana y La Histórica Relación del Reyno de Chile no solo cartografiaron el espacio físico y natural, sino que también inscribieron valores, significados e ideales en el paisaje y la naturaleza chilena.

En palabras de Panofsky, estas literaturas, como obras, no se limitan a representar lo visible, sino que lo organizan y lo dotan de sentido, creando una “idea” de Chile que trasciende lo geográfico

75 Visiting Faculty, Princeton University School of Architecture; Lecturer in Architectural History, Yale School of Architecture (2008-2016).

para convertirse en un legado cultural. Este legado, aunque nacido en un contexto de colonialismo y se podría decir, de cierta desigualdad en algunos aspectos sociológicos, sigue siendo un referente para entender las raíces de la identidad nacional y su patrimonio. Al estudiar estas representaciones, no solo reflexionamos sobre el pasado, sino que también reafirmamos la importancia de la literatura como una herramienta para mapear, imaginar, coleccionar y preservar nuestra cultura mestiza.

Algunas conclusiones iconográficas

Complementando el texto discursivo a fin de enfatizar la intuición sobre la “idea” como estructura que configura simbólicamente el territorio a través de imágenes literarias, que como se dice en el texto, es muy «panofskiana» y potente para pensar el patrimonio chileno desde una genealogía colonial, es se proponen seis imágenes claves, inspiradas directamente en La Araucana de Alonso de Ercilla y en La Histórica Relación del Reyno de Chile de Alonso de Ovalle, que pueden complementar lo descrito en el texto para seguir configurando esa cartografía simbólica del territorio chileno.

1. El río como torrente de identidad y frontera viva

Obra: La Araucana

Imagen: El río Biobío como frontera natural y simbólica.

Idea panofskiana: El Biobío aparece reiteradamente como un límite entre la civilización hispana y el mundo indígena, símbolo de resistencia. Esta representación configura una “idea” del territorio sur como lo indómito, mientras el norte se asocia al orden. Esta división temprana prefigura de forma sublime la separación que hoy vemos entre norte y sur en la ciudad de Santiago, incluso en la Alameda entre palacios y conventos.

“y el ancho Bío-Bío, que divide / del Reino el Mapocho y el Arauco bravo”

• Molina, Juan Ignacio, 1740-1829. Mapa General de la Frontera de Arauco en el Reyno de Chile, 1795.

Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile https://www.memoriachilena. gob.cl/602/w3-article-73846.html. Accedido el 23 de abril de 2025. Fuente: https://darwinonline.org.uk/converted/Ancillary/BeagleLibrary/1794-95_Molina_A811.02_fig381.jpg

2. La cordillera como muralla épica y fuente de nobleza natural

Obra: La Araucana

Imagen: Descripción de la Cordillera de los Andes como fondo heroico.

Idea: En Ercilla, la cordillera es el telón de fondo de una épica, pero también se presenta como fuerza cósmica que delimita y ensalza al territorio chileno. No es solo paisaje, sino escenario que eleva la moralidad y programa ético del relato. Esta imagen puede trasladarse a cómo el cerro Santa Lucía o el San Cristóbal, o cualquier Cordillera de nuestro territorio, hoy marcan el imaginario urbano, rural y patrimonial.

• Gay, Claudio, 1800-1873. Caza a los guanacos cerca del volcán D´Antuco

Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile https://www.memoriachilena. gob.cl/602/w3-article-99699.html. Accedido el 23 de abril de 2025. Fuente: https://upload. wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/1/1c/Caza_de_guanacos_cerca_del_Antuco. png/1752px-Caza_de_guanacos_cerca_del_Antuco.png

3. El Mapocho como torrente moral y umbral urbano

Obra: La Histórica Relación del Reyno de Chile

Imagen: Descripción de Santiago junto al Mapocho.

Idea: Ovalle ve al Mapocho como arteria vital, pero también como símbolo de transición. El río permite la fundación, el riego la fecundidad, pero también impone límites naturales. En la “idea” del espacio urbano, el Mapocho se convierte en frontera entre clases sociales y entre lo natural y lo domado. Se puede asociar a la actual separación entre los barrios patrimoniales y la expansión urbana.

“Corre el Mapocho claro y caudaloso, bendiciendo con su curso la ciudad fundada”

• Cerro Santa Lucía. Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile https://www.memoriachilena. gob.cl/602/w3-article-64001.html. Accedido en 23/4/2025. Fuente: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/articles-64001_thumbnail.jpg

4. La Cañada como utopía civilizadora

Obra: La Histórica Relación del Reyno de Chile

Imagen: La Alameda de las Delicias (la Cañada) como eje de orden.

Idea: Aunque Ovalle no usa el término propiamente tal de “Alameda”, sí describe los trazados urbanos nacientes. La idea de trazar caminos rectos, con álamos y fuentes, presupone a un orden utópico cristiano. Esto se convierte luego en el símbolo de separación social: palacios hacia el oriente y norte, pueblos y conventillos hacia el poniente y sur.

• Cañada, paseo público de Santiago . Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile https://www.memoriachilena. gob.cl/602/w3-article-70501.html. Accedido en 23 de abril de 2025. Fuente: https://www. memoriachilena.gob.cl/602/articles-70501_thumbnail.jpg

5. El cerro Santa Lucía como altar geopolítico

«Huelén era la palabra nueva y misteriosa con que señalaban un montículo de piedra ante el cual se partían reverentes las aguas del río. Y Huelén quiere decir dolor. Dolor, estremecimiento de la carne indígena triste. Dolor, destino incierto y jamás realizado en plenitud por el español»

Jaime Eyzaguirre, Hispanoamérica del dolor.

Obra: La Histórica Relación del Reyno de Chile.

Imagen: Cerro Huelén (Santa Lucía) como punto de fundación. Idea : Ovalle menciona este cerro como sitio fundacional. Es una imagen potente: el cerro como altar, como torre de vigilancia, pero también como faro y nodo espiritual. La visión colonial lo transforma en símbolo del dominio sobre la naturaleza y lo indígena. La “idea” aquí es de elevación, de control y también de orden sacro espiritual.

• Entrada principal del Cerro Santa Lucía. Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile https://www.memoriachilena. gob.cl/602/w3-article-121454.html. Accedido en 23 de abril de 2025. Fuente: Memoria Chilena, de la Biblioteca Nacional.

6. La naturaleza como protagonista del relato heroico

Obra: La Araucana

Imagen: Los volcanes, los valles y los bosques como entidades animadas.

Idea: Ercilla convierte la geografía chilena en personaje. Esto configura un territorio sublime, peligroso y noble. Esta “idea” está en la base del imaginario actual del paisaje chileno como patrimonio natural heroico.

“Del Arauco la tierra tan temida, / del bravo león que nunca ha sido domeñado”

• Philippi, Rodolfo Amando, 1808-1904. Lince, hacia 1877. Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile https://www.memoriachilena. gob.cl/602/w3-article-67855.html. Accedido en 23/4/2025. Fuente: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/articles-67855_thumbnail.jpg

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Semblanza de don Alonso de Ercilla (1533-1594)

Nació Alonso de Ercilla y Zúñiga, el poeta soldado, en 1533. Su infancia y juventud transcurrió nada menos que en la Corte Real de Madrid, donde trabajaba su familia. En aquellos años, Carlos I de España y V de Alemania, vertebraba, conectaba, a través de enormes legados familiares el Imperio más extenso del orbe. A los 15 años el joven Alonso, de cuidada educación, ingresó al servicio del príncipe Felipe, de entonces 20 años. Colaborando personalmente junto al futuro rey, Ercilla viajó por Europa. En 1555 en Inglaterra con motivo del matrimonio de Felipe II con María Tudor, Alonso supo de la muerte del conquistador Pedro de Valdivia acontecida en el sur de Chile y del cambio de Virrey en el Perú.

Fueron el entusiasmo por emprender y aventurar de sus 24 años, y para otros el querer olvidar un amor no correspondido, los desconocidos motivos que lo decidieron a dejar la estabilidad de la poderosa Corte española, para embarcarse literalmente hacia

* Doctor en Historia, Universidad de Navarra. Profesor Titular del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián. Coautor de Historia de Chile 1960-2010 con 9 tomos publicados y autor de libros y artículos en temas de historia cultural y de la Iglesia publicados en Chile, España, Polonia, México y Argentina.

el confín del mundo. Ercilla llegó primero a Lima para desde allí formar parte de la comitiva que acompañó al recién nombrado gobernador de Chile, García Hurtado de Mendoza, hacia su complejo destino. No habían transcurrido aún 5 años del trágico deceso del fundador Pedro de Valdivia y la conquista era aún incierta; requería una presencia efectiva de contingente peninsular para afianzar un dominio que parecía aún muy débil, a medida que pretendía extenderse hacia el sur de la gobernación,

La estancia del poeta-soldado en Chile fue de apenas año y medio, sin embargo, aquellos meses marcaron el resto de su vida. Don Alonso formó parte de los tercios españoles que se adentraron en las selvas del sur de Chile en lo más álgido de la guerra de Arauco. Allí construyó y reconstruyó fuertes, como San Luis y Tucapel, combatió en refriegas y batallas, como Lagunillas y Millarapue.

Durante diecisiete meses, in situ, participó de la conquista de América en uno de sus escenarios más duros y remotos. Allí Ercilla avanzó escribiendo versos donde puede, “muchas veces en cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas… que no me costó después poco trabajo juntarlos”. Fue testigo y en ocasiones protagonista de la conquista, quiere vivir tanto la historia como la aventura. Relató cuando fue parte de contingentes que llegaron hasta el estuario del Reloncaví y probablemente hasta la misma isla de Chiloé, y junto a un grupo de avanzada, cruzó a la isla orgulloso, consciente de que eran los primeros europeos en lograrlo: “Aquí llego, donde otro no ha llegado”, se lee en La Araucana.

Es narrando el fragor del combate, donde la pluma de don Alonso alcanzó un dinamismo notable. El ímpetu del torbellino de la lucha, los detalles casi cinematográficos de cada acción bélica incorporan al lector en medio del campo de batalla. En algunos realmente Ercilla estuvo allí, otros sencillamente los describió con notable creatividad narrativa.

La Araucana fue el mejor poema épico de su tiempo. No exagero, fue lo que se calificaría como un verdadero best seller avanzado ya el siglo XVI; además fue la primera gran obra que América inspira a Europa; y el primer libro impreso que habla sobre Chile. Si incluso la alabó Miguel de Cervantes en su universal Don Quijote. Para los chilenos, es el pórtico de nuestra literatura, la puerta ancha de un país de notables poetas y literatos. Si en el origen está la palabra, la nuestra es la de Ercilla. Como ha señalado Eduardo Solar: “En Chile respiramos a Ercilla y no lo sabemos”: Así nos cantó para siempre:

Chile, fértil provincia y señalada en la región antártica famosa, de remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa...76

La Araucana es un poema sui generis, inclasificable. Se discute aún hoy su condición de poema épico, por carecer de la figura del héroe. Y es que en la obra de Ercilla los héroes no son los individuos, los protagonistas son los dos pueblos: españoles y araucanos. Tanto de unos como de otros Don Alonso describió luces y sombras; ambos son por él admirables, obran y sienten como hombres: españoles y araucanos son bravos y valientes y también conocen el temor y el desfallecimiento. Aparecen encomiables, tanto el esfuerzo de los conquistadores españoles, como el valor de los indígenas para defender el suelo.

Al describir el triunfo de las armas de España y narrar igualmente las capacidades guerreras de los araucanos, el laborioso triunfo se señala aún más meritorio. Así al inicio señala que cantará “el valor, los hechos, las proezas de aquellos españoles esforzados”77 y “cosas

76 DE ERCILLA, Alonso. LaAraucana . Madrid: Real Academia Española, 2022. Libro 1, Canto 1, Octava 6, versos 41-44, p. 37.

77 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Libro 1, Canto 1, Octava 1, versos 5-6, p. 35.

diré también, harto notables, de gentes que a ningún rey obedecen”78. De aquella tensa fusión estaba surgiendo nuestra nación chilena, étnica y culturalmente mestiza.

Ercilla pretendió escribir “la verdad desnuda de artificio”, ha querido que su obra sea “una historia verdadera”; sin embargo, como poeta, también fantasea. De españoles y araucanos idealiza sus rasgos físicos y morales, incluso en sus costumbres y creencias los identifica con los relatos clásicos o peninsulares. Almagro, Valdivia, Hurtado de Mendoza o Caupolicán, Lautaro y Galvarino en ocasiones asumen actitudes hidalgas, aún homéricas. Lo harán también las mujeres, recordemos cuando Fresia con bravas palabras, le espeta a Caupolicán su condición de cautivo, arrojándole desde sus brazos a su hijo. No se equivocó Andrés Bello al considerar La Araucana como una “lección de moral”.

Sorprende en la obra de Ercilla la ausencia del paisaje. Es extraño que el poeta no se detuviera en la descripción de la exuberante belleza de la naturaleza del sur de Chile. Quizás dos motivos permitan explicar tan insólito descuido. Primeramente, la obra fue escrita más de diez años después de dejar Chile y cuando el recuerdo pareciera difuminarse. Quizás fue también que lo adverso de las condiciones de su estadía, producto de la guerra y la dureza del clima, no le permitieran admirar, sino tan solo resistir a la naturaleza.

En cambio, su descripción general de la geografía del país es sorprendente, como si desde el aire y a gran altura hubiese podido apreciar en pleno siglo XVI la silueta y las coordenadas geográficas de nuestro territorio:

78 DE ERCILLA, Alonso. LaAraucana . Libro 1, Canto 1, Octava 2, versos 9-10, p. 35.

Es Chile norte sur de gran longura costa del nuevo mar, del Sur llamado; tendrá del leste a oeste de angostura cien millas por lo más ancho tomado 79.

Digo que norte sur corre la tierra, y báñala del oeste la marina; a la banda de0 leste va una sierra. que el mismo rumbo mil leguas camina80.

Don Alonso debió abandonar Chile por una disputa con otro español y, luego de estadías en Lima y Panamá, regresó a la España de su rey Felipe II, hijo del emperador Carlos y bisnieto de los Reyes Católicos. Fueron las décadas del cénit del poderío hispánico, en la que se forjó el Imperio “donde no se pone el sol”, y del que Chile fue integrante casi tres siglos. Es a Felipe II a quien le dedicó la primera parte de La Araucana, publicada en 1569. Su inmediata acogida, motivó una segunda en 1578 y luego una tercera parte en 1589. Al año siguiente, se editó un volumen completo.

Tras su riesgosa estadía en Chile, el lugar más remoto del Imperio, Ercilla de vuelta ya en la península se casó con María Bazán, de quien escribió “era de tierna edad, pero mostraba en su sosiego discreción madura” 81. En 1571 fue reconocido como caballero de la Orden de Santiago y llevó una vida tranquila y algunas tareas diplomáticas, aunque su espíritu aventurero lo siguió acompañando en sus numerosos viajes. Alonso de Ercilla murió en su natal Madrid en 1594.

79 DE ERCILLA, Alonso. LaAraucana . Libro 1, Canto 1, Octava 7, versos 49-52, p. 37.

80 DE ERCILLA, Alonso. LaAraucana . Libro 1, Canto 1, Octava 10, versos 73-76, p. 38.

81 DE ERCILLA, Alonso. LaAraucana . Libro 2, Canto XVIII, Octava 73, versos 77-78, p. 452.

Con el tiempo, Ercilla con su poema épico se constituirá al decir de Jaime Eyzaguirre, en “el cantor de nuestro alumbramiento nacional” 82. Luego de dos siglos La Araucana inspiró también la juventud de nuestros próceres, sabemos que Bernardo O’Higgins la leyó con admiración desde Londres. El erudito español Marcelino Menéndez Pelayo llegó a advertir que “no hay literatura en el mundo que tenga tan noble principio como la de Chile, la cual empieza nada menos que con La Araucana” 83 .

Pablo Neruda lo recordó así en su Canto General:

Hombre, Ercilla sonoro, oigo el pulso del agua de tu primer amanecer, un frenesí de pájaros y un trueno en el follaje 84 .

Gabriela, la Mistral, sintetizó el legado del poeta-soldado:

Fue este Alonso de Ercilla raro conquistador; más que de oro, de todas las glorias buscador, que de una guerra homérica combatiente y testigo, guerrea, y luego hidalgo, le canta al enemigo 85 .

82 EYZAGUIRRE, Jaime. América, meta de la caballería. Cap. 2. Don Quijote trasplantado, Revista de Estudios 145-146 (Febrero-Marzo 1945): pp. 3-12.

83 MENÉNDEZ PELAYO Marcelino. Historia de la poesía hispanoamericana, vol. II, Madrid, CSIC, 1948, p. 220.

84 NERUDA, Pablo. Canto General. México: América, 1950, canto XXII, versos 8-10, p. 64

85 MISTRAL Gabriela. Ante la estatua de Ercilla, 1916. «Música Araucana», La Nación de Buenos Aires, 17 de abril, 1932 (en Quezada 2002: pp. 73 s.)., recogido por Silva (1958: p.236), los tópicos clasicistas de la primera estrofa en SILVA CASTRO, Roberto. “Producción de Gabriela Mistral 1912-1918”, Anales de la Universidad de Chile n°106, 1957, pp. 195-249.

Semblanza de don Alonso de Ovalle (1603-1651)

El Padre Alonso de Ovalle fue el autor de una de las obras más relevantes de la historia colonial de Chile. Impulsado por su vehemente carácter, apasionado y determinado en su quehacer como sacerdote de la Compañía de Jesús, “La Histórica Relación del Reyno de Chile” destaca tanto por su valor histórico como por su profunda admiración por el paisaje y la cultura chilena. Sus vivencias personales y conocimiento del patrimonio chileno se plasman en esta obra con el fin de difundirlo en el viejo continente y reclutar misioneros. Con su graciosa pluma, cargada de admiración por su tierra, sus palabras son fiel reflejo de su auténtica personalidad, la cual culmina en un relato que, sin duda, ha colaborado a forjar la identidad de este largo país del sur de América.

* Licenciada en Historia y Diplomada en Estética y Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Chile, Magíster en Filosofía Aplicada, Universidad de Los Andes. Con una vasta experiencia en gestión y liderazgo de proyectos editoriales, culturales y de investigación patrimonial en diferentes instituciones, actualmente es coordinadora del Laboratorio de Humanidades de la USS, dedicado al incentivo del emprendimiento y la innovación en las humanidades.

El 27 de julio de 1603, en la ciudad de Santiago de Chile, nació Alonso de Ovalle del matrimonio entre Francisco Rodríguez del Manzano y Ovalle y María Pastene Lantadilla. Su padre, nacido en Salamanca, en 1557, había llegado a Chile como capitán al mando para enfrentarse con los indígenas araucanos, logrando gran renombre en el campo de batalla, lo que le permitió ocupar puestos relevantes en la sociedad chilena como miembro del Cabildo y alcalde de Santiago en repetidas ocasiones. Doña María aportaba gran parte del prestigio familiar ya que descendía del conquistador Juan Bautista Pastene, un destacado capitán genovés y marino. Contribuyó a la empresa de Pedro de Valdivia con sus exploraciones por las costas del océano Pacífico y la cartografía de diversas áreas que ampliaron el conocimiento geográfico de la región. También era heredera de una encomienda en el valle de La Ligua, junto con tierras y viñas en Peñalolén y una estancia en Poangue.

De dichas nupcias nacieron otros dos hijos luego de Alonso: Tomás Rodríguez del Manzano y Agustina Rodríguez del Manzano. El primero murió en la guerra de Arauco en 1643 dejando cinco hijos de su matrimonio con Isabel Zapata Mayorga, y su hermana se casó con Jerónimo Bravo de Saravia Sotomayor86, este último muy cercano al sacerdote. Alonso era el primogénito y por tanto heredero del mayorazgo de su padre de España, así como de la encomienda de indios en Chile, que contaba con una considerable riqueza87. Sin duda, un linaje que le confería un importante lugar en la sociedad de la época, pero al que no prestaría demasiada atención a la hora de decidir su camino.

86 MAESO FERNÁNDEZ, María Estela, «Alonso de Ovalle», en Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico electrónico.

87 ROSALES, Diego. “Vida del P. Alonso de Ovalle de la Compañía de Jesús.” Boletín de la Academia Chilena de la Historia, 1938, p. 353.

Su infancia y juventud. Comienza a vislumbrarse su carácter

Su infancia y parte de su adolescencia estuvieron marcadas por su evidente conexión con la naturaleza y los animales. Incansable en las exploraciones, desde pequeño sus sentidos se agudizaron en favor de su entorno. Cuentan sus cronistas que Alonso era “una explosión de los sentidos volcados hacia la naturaleza. Sus ojos captaban la luz y los colores con una fidelidad que no amortiguaron los años (...) era un poeta nato, capaz de sentir la belleza de las cosas o de crearla y la expresaba con una gracia sutil y contagiosa” 88 .

Por otra parte, era gran admirador de su madre, una mujer a quien describe fuerte, inteligente y bondadosa, además de caritativa y piadosa con los más pobres. Le enseñó la caridad con los marginados, siendo ella la primera ventana que se le abrió de cara al mundo de los desamparados 89 .

Su educación formal comenzó en el Colegio de San Miguel, dirigido por la Compañía de Jesús, donde mostró una profunda admiración por sus profesores y una inclinación por la vida religiosa.

Pasaban los años y su vocación por la vida sacerdotal crecía y con ella la preocupación de sus padres por el camino que tomaría. Aunque en la época el convento era un destino respetable para aquellos que no podían heredar o no contaban con una buena dote, para la familia de Alonso de Ovalle significaba la pérdida del patrimonio familiar destinado a ser perpetuado por el primogénito. Durante más de un año, sus padres intentaron sin éxito apartarlo de su inclinación religiosa; lo alejaron del Colegio de San Miguel y

88 HANISCH, Walter. El historiador Alonso de Ovalle. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, 1976. p. 10

89 HANISCH, Walter. El historiador Alonso de Ovalle, p. 9

recurrieron a diversas estrategias, desde amenazas hasta propuestas de matrimonios ventajosos. No obstante, Alonso permaneció inquebrantable.

Cuentan diversas fuentes que un día, estando prácticamente recluso en su propia casa, pidió permiso a su padre para salir a una fiesta religiosa de la Inmaculada Concepción. Alhajado y bien vestido salió montado en su caballo en compañía de su hermano menor Tomás y algún criado. Se detuvo en la puerta de la Compañía de Jesús donde se despojó de sus adornos, entregó su caballo y le comunicó a su hermano, no sin resistencia de su parte, que hasta ahí llegaría la vida que conocía, por lo que debía de esa forma comunicárselo a su padre.

Don Francisco Rodríguez del Manzano y Ovalle, furioso tras conocer la noticia, le rogó al Provincial P. Pedro de Oñate que le devolviera a su hijo, intentando impedir el destino que su hijo ya había elegido con determinación. Sin embargo, no fueron acogidas sus súplicas.

El 8 de diciembre de 1618, a los quince años, Alonso de Ovalle ingresó oficialmente en la Compañía de Jesús. Esta decisión enfrentó nuevamente la persistente resistencia de su familia y las insistentes presiones para disuadirlo de su propósito. Ante esta situación, la Compañía consideró que lo más adecuado era que continuara su formación en la provincia de Córdoba del Tucumán, en Argentina. Allí, Alonso de Ovalle debía completar su formación como novicio y seguir los seis años de estudios establecidos por la Ratio Studiorum, un plan educativo desarrollado por los jesuitas. Un programa muy exigente que estaba pensado para jóvenes de familias influyentes en los territorios coloniales de América. Los estudios incluían tres años dedicados a aprender y perfeccionar la Gramática (es decir, el manejo correcto del lenguaje), un año centrado en las Humanidades (como literatura y cultura clásica) y dos años enfocados en Retórica, que enseñaba el arte de hablar y escribir de manera efectiva y persuasiva.

En el noviciado, Alonso de Ovalle ya destacaba por su agudeza e inteligencia. Su claridad y gracia al enseñar a sus condiscípulos revelaban desde el principio sus notables capacidades imaginativas, de narración y docentes. “La etapa tucumana de Ovalle deja en su espíritu una honda huella en variados aspectos de formación espiritual e intelectual, de anhelos misioneros, de reflexiones pastorales y de proyecciones comerciales. (...)”90

Se ordena sacerdote en Santiago de Chile

De regreso a Chile, Alonso de Ovalle terminó sus estudios iniciados en Tucumán, probablemente se ordenó sacerdote en 1628: “Alonso de Ovalle al llegar de regreso a Chile debió terminar los estudios de teología, que aún no había hecho, para completar los cuatro años; y en Chile recibió la ordenación sacerdotal”91, y asumió como misión principal el cuidado y la enseñanza de los “morenos” 92, africanos llegados como esclavos a América. Se dedicó a instruirlos, atenderlos en la enfermedad y a convertirlos espiritualmente al cristianismo. Con una personalidad que combinaba una evidente sensibilidad con un carácter laborioso y activo, su vocación estuvo siempre acompañada de la pasión que imprimía a todas sus labores, lo que lo llevó a vivir una etapa profundamente marcada por el compromiso con la conversión de los desamparados y la atención a los marginados de la sociedad. No descansaba un instante: enseñaba, fundaba y dirigía cofradías, organizaba procesiones, predicaba cada domingo en la Plaza de Armas, realizaba misiones en los campos,

90 HANISCH, Walter. El historiador Alonso de Ovalle, p. 37

91 HANISCH, Walter. El historiador Alonso de Ovalle, p. 39. Dice la nota 85 de esa página: “Carta del Beato Alonso Rodríguez (1598-1628) Mártir. Archivo de Loyola, España, 2-2-116; 5-4. Escrita a Alonso de Ovalle desde Paraná, 30, VII,1628. Acusa recibo de una carta de Alonso, 10, XII, 1627, y le dice que tuvo noticia de que se ordenó de sacerdote, y parece que tuvo lugar en 1628. Es el único testimonio contemporáneo que conozco”. Esta carta fue publicada en la revista El Salvador, Buenos Aires, III (1929), pp.173-175.

92 ROSALES, Diego. “Vida del P. Alonso de Ovalle de la Compañía de Jesús”, p. 258.

visitaba hospitales, y recolectaba fondos para proyectos como una expedición evangelizadora que buscaba llevar la fe a los confines del país93. En el valle La Ligua, un territorio donde su familia poseía una importante encomienda de indígenas, colaboró en la idea de reformar la institución de la encomienda, con el fin de negociar sueldos para los indígenas que ahí trabajaban.

Durante estos años, gracias a su capacidad de trabajo, así como a su sólida formación intelectual, Ovalle además impartía clases de filosofía en las aulas de la Compañía de Jesús, logrando, en 1635, ascender a rector del Convictorio de San Francisco Javier, la institución educativa más importante de la época en Santiago.

Su viaje a Europa en búsqueda de misioneros y escritura de “La Histórica Relación del Reyno de Chile”

En enero de 1640, su vida dio un vuelco. Alonso de Ovalle fue elegido procurador de la provincia de Chile por los padres de la Compañía de Jesús. Este nombramiento no sólo respondía a su capacidad para desempeñar las responsabilidades del cargo, sino también al respaldo económico que su familia podía ofrecer para financiar el costoso viaje a Europa que implicaba dicho rol. Su padre y cuñado accedieron a costear los gastos a cambio de que Ovalle se encargara de algunos asuntos comerciales en su representación.

De parte de la compañía, la misión principal de Ovalle como procurador era gestionar nuevos recursos y atraer religiosos para reforzar la labor evangelizadora en Chile, especialmente tras la creación de la nueva viceprovincia eclesiástica.

En abril de 1641, emprendió su viaje rumbo al Callao, luego a Panamá para continuar hacia Cartagena. Llegó a La Habana y, finalmente, desembarcó en Cádiz, España en 164294. Ya en Sevilla,

93 ROSALES, Diego. “Vida del P. Alonso de Ovalle de la Compañía de Jesús”, p.144.

94 MAESO FERNÁNDEZ, María Estela, «Alonso de Ovalle».

Ovalle gestionó audiencias con el Consejo de Indias y el rey, quien le otorgó permiso para regresar a Chile acompañado por miembros de la Compañía de Jesús. Una negociación y búsqueda no exenta de vicisitudes lo retuvo en el viejo continente por casi 11 años, durante los cuales recorrió Europa, desde Salamanca hasta Italia, en busca de peregrinos dispuestos a embarcarse hacia Chile, entre otras diligencias y proyectos editoriales.

Enormes dificultades para reclutar misioneros se mezclaron con la ignorancia que se tenía del país en cuestión. Debido a esto, Ovalle decidió escribir una obra que diera a conocer Chile; “Habiéndome venido del Reyno de Chile y hallando en éstos de Europa tan poco conocimiento de él que en muchas partes ni aún sabían su nombre, me hallé obligado a satisfacer el deseo de los que me instaron diera a conocer lo que tan digno era de saberse”. Así nació La Histórica Relación del Reyno de Chile (1646), la primera obra histórica y descriptiva del país publicada en Europa.

Aunque Ovalle logró inmortalizar su tierra en palabras, su obra no tuvo el impacto esperado en la convocatoria de misioneros. En 1651, tras años de enfrentar numerosos obstáculos, incluyendo el regreso forzado de varios misioneros extranjeros por no tener permisos para viajar a América y el devastador terremoto que azotó la ciudad de Santiago en 1647, que lo obligó a negociar más ayuda de parte de la corona al país, finalmente emprendió el camino de regreso a Chile acompañado por 16 misioneros.

Sin embargo, no logró llegar a su tierra natal, pues falleció en Lima el 11 de marzo de 1651, a los 47 años, aquejado por una enfermedad. “Los once últimos años de la vida de Ovalle encierran un mapa de distancias, que se alcanzan sin conseguir volver al punto de partida. Es una odisea en la que no se realiza la vuelta a Ítaca, una ida sin regreso, como si una mano invisible borrara los caminos del retorno.”95

95 HANISCH, Walter. El historiador Alonso de Ovalle, 1976. p. 52

Su legado

La personalidad de Alonso de Ovalle queda profundamente reflejada en sus escritos, donde su espontaneidad y sensibilidad se manifiestan con claridad. Era un amante de la naturaleza, lo que se traduce en su gusto por la descripción, con un estilo vibrante y lleno de color 96 . La Histórica Relación del Reyno de Chile ofrece una minuciosa descripción del territorio, enriquecida con ilustraciones detalladas que se combina con el amor del autor por su tierra a través de su estilo narrativo que resalta la belleza natural del país, especialmente de su cordillera. “La revelación de la belleza andina, antes no sospechada, produce efectos inmediatos. Todos o casi todos los escritores de la colonia que vienen después de Ovalle, rinden homenaje a la hermosura de nuestras montañas. La venda cayó para siempre de los ojos”97. Su sensibilidad lo llevó a amar profundamente la música, el canto de los pájaros y el sonido de la naturaleza, a los que describió como verdaderas bandas musicales. Su fascinación se extendía también a las flores y los árboles, elementos que aparecen con frecuencia en sus descripciones. Su obra trasciende lo personal para convertirse en una enseñanza sobre cómo percibir el paisaje. Ovalle no sólo describió la naturaleza chilena; la reveló: “Él nos enseñó a ver el paisaje, su mano descorrió el velo que ocultaba las magnificencias cordilleranas y nos las mostró —próximas, distantes— como esas diáfanas mañanas santiaguinas que siguen a una pluviosa noche de agosto”98.

96 SOLAR Correa, E. Semblanzas Literarias de la Colonia. Santiago de Chile: Editorial Nascimento, 1933, p.127

97 SOLAR Correa, E. Semblanzas Literarias de la Colonia, p.125

98 SOLAR Correa, E. Semblanzas Literarias de la Colonia, p. 154

La obra en el mundo:

Contexto, escenario y relevancia de

La Araucana

“Tradición es transmisión y sólo se transmite lo perdurable, lo que supera a la fugaz circunstancia, lo que no es epidermis sino entraña, lo que no es detención sino dinamismo. Porque la tradición no es una nostalgia sino una esperanza” Jaime Eyzaguirre. Hispanoamérica del dolor 99

La excepcional gesta de Arauco narrada por Alonso de Ercilla hunde sus vínculos con las mayores tradiciones épicas literarias de Occidente. Tal como oían al aedo o al rapsoda cantar o recitar las peripecias de Aquiles y de Ulises, y tantos otros, en la Ilíada y la Odisea, o como leían los latinos las estrofas de Virgilio en La Eneida, o como escuchaban los germanos los versos heroicos de los Nibelungos; así Ercilla nos entrega un poema épico de gran calado literario y que nos proporciona fuentes históricas para comprender las singulares hazañas y proezas de dos pueblos, que enfrentados, mostraron con suma heroicidad el compromiso con su proyecto de vida y los motores que los animaban. 99 EYZAGUIRRE, Jaime. Hispanoamérica del dolor. Por la fidelidad a la esperanza, p. 21.

Estaba destinada la conquista de esta tierra misteriosa al cerebro y a la espada de Pedro de Valdivia, gran capitán extremeño que entró pocos años después por el desierto, con escasísima hueste, pero llevado por una resolución inquebrantable.

No le importó la inmensidad de este largo territorio encerrado entre dos cordilleras, y cortado por ríos correntosos que surgían entre abruptos farellones, cubiertos de bosques impenetrables, por los cuales vagaban las tribus errabundas de un pueblo altivo que, hasta entonces, no había conocido más autoridad que sus caciques 100 .

No hay otro pueblo americano en que se narre la epopeya de la férrea defensa de sus habitantes – mapuches o araucanos101–, ni de las pretensiones de conquista de los españoles de este territorio,

100 LILLO, Samuel A. Ercilla y La Araucana. Santiago. Balcells & Co., p. 11.

101 Investigaciones recientes han cuestionado el empleo del vocablo “mapuche” para referirse a las poblaciones indígenas del siglo XVI que habitaban en el actual centro-sur de Chile, aquellas de la época de Lautaro. En contraposición del etnónimo (nombre del grupo étnico) “mapuche” han propuesto el término “reche”. Desde la temprana época colonial, las sociedades indígenas de estas regiones se les denominó “Araucanos”, concepto que tradicionalmente ha englobado y uniformizado por igual a todas las poblaciones nativas. Esta denominación popularizada por los españoles, posiblemente se trataba de una castellanización del vocablo de origen quechua “auka” o “purum- auka”, que los incas asignaban para describir a los indios rebeldes o enemigos salvajes. Etnohistoriadores y etnolingüistas como Horacio Zapater y Adalberto Salas, estudiosos del mapudungun y las fuentes documentales coloniales como los Vocabularios Jesuitas, advirtieron que en realidad las sociedades indígenas que vivían en estos territorios no utilizaban ninguna de estas expresiones clasificatorias para identificarse. Las primeras obras sobre la lengua mapuche -mapudungun- fueron escritas por el sacerdote jesuita Luis de Valdivia a principios del siglo XVII. En 1606, publicó su obra Arte y gramática general de la lengua que corre en todo el Reyno de Chile, en donde se incluía también un breve vocabulario y un confesionario en mapudungun para el uso de los misioneros destinados a la Araucanía. En el siglo XVIII se publicaron dos nuevas gramáticas de la lengua mapuche. La primera de ellas fue escrita por el jesuita Andrés Febres y fue publicada en 1765 en Lima. La segunda obra, escrita en latín, fue escrita por el jesuita alemán Bernardo de Havestadt y publicada en Europa en 1777. Es así como el término “mapuche” no fue utilizado sino hacia la década de 1760, en la segunda mitad del siglo XVIII. Antes, en el siglo XVI, los indios utilizaron para auto-designarse el vocablo “reche” (re=auténtico, puro, verdadero; che= gente). La auto-identificación de reche, como “gente verdadera”, destacaba la distinción entre las poblaciones originarias y aquellas extranjeras. Es por esta razón que cuando se aborda el temprano siglo XVI, período histórico en que se despliega la resistencia de Lautaro, resulta más preciso referirse a “reche” y no a “mapuche”. Cfr. Las poblaciones reche-mapuche en Memoria Chilena disponible en página web: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-100855. html. visitado el 17 de marzo de 2025

realizada en lugares tan remotos, que hayan quedado consignadas en un poema épico. Probablemente fueron muchas las hazañas realizadas en tierras americanas que quedaron en perpetuo silencio, condenadas al olvido. Pero la providencia quiso colocar a un gran poeta en el lugar y circunstancias precisas del momento más álgido de la Conquista, cuando esta se veía comprometida con la feroz resistencia mapuche y con rencillas internas de los conquistadores, que amenazaban dicho proceso. El autor intenta ser imparcial respecto de los hechos de los cuales es testigo en primera persona, como combatiente, y en su tiempo libre como escritor en precarias condiciones “y por el mal aparejo y poco tiempo que para escribir hay en la ocupación de la guerra, que no da lugar a ello”102. El propio Ercilla lo dejará manifiesto en su prólogo:

Y si alguno le pareciese que me muestro algo inclinado a la parte de los araucanos, tratando sus cosas y valentías más extendidamente de lo que para bárbaros se requiere, si queremos mirar su crianza, costumbres, modos de guerra y ejercicio de ella, veremos que muchos no les han hecho ventaja y que son pocos los que con tan gran constancia y firmeza han defendido su tierra contra tan fieros enemigos como son los españoles103 .

Si bien algunos críticos han argumentado que el hecho de enaltecer el valor y bravura de los naturales no hace sino exaltar a los propios, lo cierto es que la determinación, ingenio y valentía demostrados por los mapuches son reconocidas ampliamente por el mundo, incluidas diversas academias militares que tienen la Guerra de Arauco como caso de estudio. También es necesario tener en cuenta que el ejército español era, en los siglos XVI y XVII, tenido por el mejor del mundo. Se suma a ello que la fase

102 ERCILLA, Alonso. La Araucana. Madrid: Real Academia Española, 2022, p. 13.

103 ERCILLA, Alonso. La Araucana, p. 13.

propiamente de la conquista de Chile termina justamente con la no conquista de Chile, al menos, al sur del río Biobío, con la destrucción de todo el esfuerzo conquistador realizado en los años previos, que comprendía cinco ciudades y tres plazas fuertes después del desastre de Curalaba 104 y la muerte del gobernador de Chile Martín García Óñez de Loyola105 y todos sus jinetes en 1598, que inició la gran insurrección mapuche (1598-1603) 106 . Por tanto, la envergadura de tamaña empresa conquistadora en esas tierras fuera conocida en el Viejo Mundo como el Flandes Indiano 107. Tal era el escenario en que iba a desarrollarse nuestra epopeya nacional y que Ercilla supo plasmar en su poema.

104 El desastre de Curalaba marcó el fin de la Conquista. Curalaba también constituiría el mayor revés para los españoles en tierras americanas, ya que el terreno perdido no volvería a recuperarse, efectivamente, en los doscientos años siguientes.

105 Martín era sobrino-nieto de San Ignacio de Loyola.

106 Después de la fundación de Santiago en 1541, Pedro de Valdivia en 1544, mandó a Juan Bohón a fundar la ciudad de La Serena, y, posteriormente, Pedro de Valdivia extendió la conquista de Chile hacia el sur, fundando diversas ciudades: Concepción en 1550, La Imperial en 1551, Villarrica y Valdivia en 1552, Los Confines (Angol) y los fuertes de Arauco, Purén y Tucapel en 1553. Es decir, se destruyó el 80% del esfuerzo conquistador en Chile, que estaba precisamente en tierra mapuche. Es interesante observar que las tierras más fértiles de Chile, como son las del valle central, no se realizaran fundaciones urbanas, las que recién se crearon durante la Colonia (1604-1810) como fueron Quillota, Los Andes, Rancagua, Talca y Linares. Habría que agregar que, durante el siglo XVIII, las reformas borbónicas lanzaron una nueva política que buscaba reunir a la población rural dispersa en nuevos centros urbanos.

107 La idea de un nuevo Flandes o de un segundo Flandes o simplemente de otro Flandes apareció en diferentes momentos en el territorio de la Monarquía Hispánica referida a Aragón, Cataluña o Messina. El recuerdo de la guerra pervivió en el imaginario colectivo español más allá del final del conflicto, cuando Flandes era ya un aliado de la Corona española frente a Francia. Cuando en el desarrollo de la conquista de las Indias Occidentales Chile se convierte en el gran problema militar con motivo de la resistencia de los indígenas de la Araucanía, la idea de un segundo Flandes aparecerá también en tierras americanas. Flandes se hizo presente en el discurso que se elaboró sobre el Reino de Chile en las crónicas de los siglos XVI y XVII, hasta que Diego de Rosales acuñara el término “Flandes indiano”. La Historia general del reino de Chile. Flandes Indiano escrita por Diego de Rosales en 1674, fue publicada por primera vez por Benjamín Vicuña Mackenna en tres tomos entre 1877 y 1878. Así, debieron pasar más de dos siglos, además de innumerables vicisitudes e inconvenientes, antes de que el manuscrito del padre Rosales entrara a la imprenta y al conocimiento público.

Por otro lado, en la mentalidad española, aún vibraba la mística de la cruzada108. Eran herederos de tres cantares de gesta medievales que habían ocurrido en suelo español. El Cantar de Roldán, un poema épico del siglo XI, basado en el líder militar franco Roldán en la Batalla del Paso de Roncesvalles en el año 778, durante el reino de Carlomagno, y que es la obra sobreviviente más antigua de la literatura francesa, aunque la batalla narrada ocurriera en tierras de la actual España. Por otro lado, estaba El Cantar del mío Cid, que narraba las aventuras, desventuras y campañas militares de don Ruy Díaz de Vivar, que era un romance de caballería en que éste luchando por la corona de Castilla contra el invasor musulmán, y que fue compuesto alrededor del 1200. Finalmente está el Amadís de Gaula, obra de la literatura medieval en idioma español y uno de los más famosos de los llamados libros de caballerías, que tuvieron una enorme aceptación durante el siglo XVI en la península ibérica. La historia original data del siglo XIII o XIV, y su autoría está discutida. Por tanto, la epopeya, la gesta, la épica eran conocidas y queridas en el reino de Castilla.

Durante el siglo XV se popularizan los poemas heroicos de Homero y Virgilio, dentro del contexto del Humanismo y el Renacimiento, principalmente en Italia y España. Es así como casi entrando en el siglo XVI el italiano Mateo Boyardo (1440-1494) publica su famoso poema Orlando Enamorado (1495)109, con el cual, suele decirse, comienza la época caballeresca moderna y que llegará a su punto culminante durante el siglo XVI con la publicación de

108 Los reinos que hoy conforman España guerrearon durante casi ocho siglos ininterrumpidos contra el invasor musulmán que invadió y se asentó en la península ibérica desde el 710 hasta enero de 1492, siendo liberada finalmente por los Reyes Católicos. La guerra curtió y forjó el carácter del hispano.

109 Es un romance que trata de los viajes del caballero heroico Orlando en el que parte de tradiciones épicas medievales, tanto de tema carolingio (Cantar de Roldán), de tipo guerrero, como las de tema bretón o artúrico, de tipo más cortés y caballeresco. El poema está escrito en el ritmo estrófico llamado octava real. El poema consta de tres libros, el último de los cuales quedó inconcluso por la muerte de Boyardo. Con la estilización que da este autor al tema de Roldán, el amor es una forma de idealismo cortés, de caballería y de heroísmo.

Orlando Furioso (1532) por el también italiano Ludovico Ariosto (1474-1533)110. Al respecto, nos narra Samuel Lillo:

Ercilla, gran admirador del Ariosto, sintió palpitar en su pecho su corazón de épico cantor al saber las estupendas hazañas de los araucanos y ansioso de conocer de cerca a aquellos nuevos héroes de Homero, se embarcó para Chile, y un día vieron los araucanos blanquear, en la bahía de Penco, las velas de la escuadra castellana, en que venía el poeta que había de inmortalizar sus hazañas y dar a esta nación el insigne honor de tener un poema épico que cantara la epopeya de su gloria y el origen de su raza111 .

Así, en pleno desarrollo de la guerra de Arauco que acontecía en el sur de la lejana Capitanía General de Chile, Ercilla valiéndose a manera de papel, cortezas de árboles y otros elementos rústicos, “escribiendo muchas veces en cuero, por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que apenas cabían seis versos, que no me costó después poco trabajo juntarlos” 112 . Ercilla, quien había sido antiguo paje de la corte de Felipe II, contaba con una educación y condición social mayor que la del promedio de los conquistadores venidos a América. Él había llegado a Chile formando parte de la expedición de refuerzo,

110 Esta historia es también un libro de caballerías que se inscribe en una tradición que comienza a finales de la Edad Media y que continuó siendo popular en el siglo XVI y hasta bien entrado el XVII. Orlando es el caballero cristiano conocido en francés como Roland, y en español como Roldán. La historia tiene como telón de fondo la guerra entre los paladines cristianos de Carlomagno y el ejército sarraceno que ha invadido Europa e intenta derrocar el imperio cristiano. El poema trata de la guerra y el amor y del ideal romántico de la caballería. Mezcla realismo y fantasía, humor y tragedia. El poema está dividido en cuarenta y seis cantos, cada uno de los cuales contiene un número variable de estancias de ocho versos en octava real (un esquema de rima de abababcc). La octava real se había utilizado en anteriores epopeyas románticas italianas, como Morgante, de Luigi Pulci, y en la ya citada Orlando Enamorado, de Boyardo.

111 LILLO, Samuel A. Ercilla y La Araucana, p. 13. El soldado español Alonso de Ercilla permaneció en Chile durante diecisiete meses, entre 1557 y 1559, participando de las campañas militares en Arauco. Fue allí donde escribió el poema épico La Araucana, obra fundacional del imaginario literario nacional.

112 ERCILLA, Alonso. La Araucana, p. 13.

compuesta por 500 soldados, el contingente más grande hasta la fecha 113 , comandada por el nuevo gobernador de Chile, don García Hurtado de Mendoza (1535-1609) 114, enviada en medio de la difícil situación de la empresa conquistadora española enfrentada a la resistencia mapuche. Gobernaría Chile entre 1556 y1561. Su expedición no pasó por Santiago, ya que arribó directamente a Concepción, epicentro del alzamiento en el sur y allí estableció su gobierno y dirigió personalmente sus campañas militares contra el levantamiento liderado por el toqui Caupolicán. Como así señala Ercilla en su Canto XXXIV de La Araucana :

Yo soy Caupolicán, que el hado mío por tierra derrocó mi fundamento, y quien del araucano señorío tiene el mando absoluto y regimiento115.

Ercilla estuvo en Chile diecisiete meses, entre 1557-1559 participando en las batallas de Lagunillas, Quiapo y Millarapue, siendo testigo de la muerte de Galvarino y también de Caupolicán, protagonista de su poema. Según nos consigna su obra, también llegó hasta Chiloé, donde dice haber dejado escrito en el tronco de un árbol, con su cuchillo, una famosa estrofa de su poema contenida en el Canto XXXVI.

113 Desembarcó en La Serena el 23 de abril de 1557. Y deslumbró a los pobres de Coquimbo al ver junto al nuevo gobernador el ejército más grande hasta entonces visto en estos lugares, contando con más de 500 hombres armados con arcabuces y cañones, vestidos con armaduras y penachos de plumas. Desde entonces se les llamó los “emplumados”.

114 Hurtado de Mendoza contaba con 21 años de edad y era un joven de demostrada valentía, que presumía de su linaje e inteligencia, y como contraparte, poseedor de un carácter muy altanero y orgulloso, de accesos violentos, muy cerrado y autoritario, lo que le granjearía ocultos enemigos en su propio círculo.

115 DE ERCILLA. Alonso. La Araucana. Libro III, Canto XXXIV, octava 7, versos 49-52, p. 774.

Aquí llegó, donde otro no ha llegado, Don Alonso de Ercilla, que el primero en un pequeño barco deslastrado, con sólo diez pasó el desaguadero; el año de cincuenta y ocho entrado sobre mil y quinientos, por hebrero, a las dos de la tarde, el postrer día, volviendo a la dejada compañía116 .

Es importante explicar por qué la guerra en Arauco estaba atravesando un momento crítico. Pedro de Valdivia que había llegado a Chile en 1540 y fundado Santiago en febrero de 1541, con excepción de La Serena, había fundado varias ciudades y fuertes en pleno corazón de La Araucanía, es decir entre los ríos Itata y Toltén. Lautaro, que había sido paje personal del conquistador, había estudiado concienzudamente cómo se podía vencer al aguerrido conquistador, logrando destruir el fuerte de Tucapel en 1553, en que Valdivia decidido a vengar esta afrenta, concurrió al lugar con su hueste cayendo en la trampa urdida por Lautaro. Fue una derrota para los españoles, que perdieron a Pedro de Valdivia, primer gobernador de Chile, quien fue tomado prisionero, torturado y muerto en la Navidad de 1553. Esta batalla acababa así con el mito de la invencibilidad española en batallas campales entre los mapuches. El líder mapuche luego arrasó metódicamente las ciudades españolas. Por dos veces saqueó e incendió Concepción, centro estratégico de los asentamientos españoles en el sur de Chile, provocando el abandono de la ciudad y la huida de sus habitantes a Santiago, quedando despoblada la región durante dos años (1554-1556). Lautaro, no obstante, sería vencido por Francisco de Villagra cuando fue tomado por sorpresa en Peteroa, a orillas del río Mataquito, cuando intentaba alcanzar la capital de Chile, en abril

116 DE ERCILLA. Alonso. La Araucana. Libro III, Canto XXXVI, octava 29, versos 225-232, p. 814.

de 1557117. Por otro lado, entre 1554 y 1557, Francisco de Aguirre118 y Francisco de Villagra119 compitieron por la sucesión de Valdivia, tornando más compleja la delicada situación de la conquista, tanto que el virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza, envió a su hijo García, como gobernador y remitir presos a Lima a ambos pretendientes 120 . Es en este delicado contexto en que Alonso de Ercilla llega a Chile como miembro del contingente de García Hurtado de Mendoza, agudizado por la encarnizada lucha contra los araucanos.

Seguramente entonces, en las noches larguísimas de guardia, en espera de nuevos ataques y sorpresas de los indios, el poeta maduró el plan de su poema y se inclinó a cantar más las hazañas de esos nuevos héroes que las ya conocidas de sus valientes compatriotas.

117 Lautaro muere a los 23 años de edad, y aunque fracasó en expulsar a los españoles del territorio mapuche, después de su muerte estos se mostraron más cautos a la hora de fundar nuevas ciudades, creando solo siete al sur del río Biobío. Pronto otros caudillos asolarían las ciudades españolas siguiendo el ejemplo de Lautaro, pero carentes del genio militar de este. Sólo otros, como Pelantaro (Pelantraru), Lientur y el Mestizo Alejo se podrían comparar con Lautaro, ya que lograron también éxito en sus campañas. Los mapuches arrasaron todas las ciudades al sur del río Biobío, en la gran sublevación de Pelantaro, en 1602.

118 Francisco de Aguirre Meneses (1507-1581) fue un militar, explorador y conquistador español que participó en la conquista de Chile y del noroeste de Argentina. Por ser su hombre de confianza de Pedro de Valdivia, Aguirre alcanzó un lugar preeminente en la incipiente colonia, siendo alcalde ordinario del primer Cabildo de Santiago de Chile en 1541, función que volvió a desempeñar en 1545 y 1549. Gobernador de Chile (1554-1555), comunicando esta elección al Cabildo de Santiago, haciendo decir que las tropas de su mando estaban dispuestas a sostenerlo en este cargo, que por lo demás, le correspondía de derecho en virtud del testamento de Valdivia.

119 Francisco de Villagra Velázquez (1511-1563) fue un militar y conquistador español nombrado gobernador de Chile en tres ocasiones, en los periodos 1547-1549, 1553-1557 y 1561-1563. Llegó a Chile cuando Pedro de Valdivia dispuso la conquista de esa región. Estuvo presente en la fundación de Santiago de Nueva Extremadura en 1541, ocupó diversos puestos en el gobierno de la ciudad, y le tocó defenderla del asalto del curaca Michimalonco en septiembre del mismo año. Fue derrotado por Lautaro en Marihueñu (comuna de Lota) en febrero de 1554, que forzó el abandono de Concepción.

120 García tomó presos a ambos y los embarcó hacia Lima en 1557. Al abordar el barco que los llevaría al Perú y estando presos ambos en una celda reducida en el interior de este mismo, la leyenda pone en la boca de Villagra las siguientes palabras que le dijo a Aguirre: “Mire vuestra merced, señor general, lo que son las cosas del mundo, que ayer no cabíamos los dos en un reino tan grande como Chile y que hoy nos hace don García caber en una tabla”. En ese momento se reconciliaron los dos capitanes, que antes de su enfrentamiento habían sido amigos.

Y esos propósitos deben de haberse acentuado en los combates que siguieron después, en las Lagunillas y en Millarapue y más tarde cuando fueron conociendo palmo a palmo aquel heroico suelo en el que cada bosque, cada pantano o quebrada, hablaban a su mente de hazañas increíbles, de heroicidades estupendas llevadas a cabo por salvajes miserables que, por encima de todas las miserias y penurias de su vida vagabunda, sentían latir en sus corazones duros, como los resecos terrones de sus suelos incultos, el sentimiento altísimo del amor a su tierra siempre altiva y siempre libre121.

Las profundas vivencias e inspiraciones de don Alonso se vieron interrumpidas por un impasse ocurrido en la ciudad de La Imperial, en la que tuvo un incidente con el capitán don Juan de Pineda. En tal reyerta, sacaron a relucir sus espadas. Siendo testigo ocular Hurtado de Mendoza, intervino golpeando fuertemente con una porra a ambos, en seguida ordenó su aprehensión y los condenó a pena de muerte y ordenó que fueran ejecutados al amanecer del día siguiente. El Gobernador se encerró y prohibió que los visitaran. Se dice que los nobles acudieron a una doncella araucana de La Imperial, a quien el Gobernador miraba con notoria simpatía. La niña, acompañada de otra mujer habría llegado hasta él, obteniendo el perdón 122 . Se cuenta que en homenaje a ella habría titulado su poema con el nombre de “ La Araucana ”, en género femenino:

121 LILLO, Samuel A. Ercilla y La Araucana, p. 14.

122 Cfr. DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Anexo “Ercilla en su laberinto”, pp. 864-865.

En efecto, Ercilla y Pineda llegaron a confesarse y estuvieron a punto de ser conducidos al cadalso, y solo el movimiento de la gente y la mediación de una joven, al parecer mestiza y amante del gobernador, consiguieron que este se aviniera a conmutar la pena de muerte por la de destierro123 .

Don Juan de Pineda regresó a Perú tomando los votos agustinos, para cumplir una promesa formulada esa noche de vigilia en espera de la muerte. Ercilla recién se referirá a este hecho sólo después de más de treinta años de ocurridos, en la tercera parte de sus poemas, impresa en 1589, censurando la acción del gobernador y sin mencionar a don Juan de Pineda, quizás por ya haber profesado como fraile agustino en el Perú 124. Así lo refiere en el Libro III, Canto XXXVI:

Turbó la fiesta un caso no pensado y la celeridad del juez fue tanta que estuve en el tapete ya entregado al agudo cuchillo la garganta.

El inorme delito exagerado la voz y fama pública le canta, que fue solo poner mano a la espada, nunca sin gran razón desenvainada 125 .

123 ERCILLA, Alonso. La Araucana. p. 865. Es importante señalar que la gravedad de este asunto quedó registrada en el Juicio de Residencia que se le hizo a don García, celebrado en 1562, tras el fin de su gobierno en Chile. A ello se refiere el punto 144 del documento. “Ítem se le hace cargo al dicho don García que quiso matar con una porra en la cibdad [sic] Imperial a don Alonso de Arcilla y don Juan de Pineda, y fue tras ellos por matarlos con ella, que fue y eran términos muy ajenos y fuera de justicia”. Recordemos que el Juicio de Residencia era una institución jurídica recogida por la legislación medieval castellana heredada del derecho romano, cuyo cometido era dictaminar si su gobierno había sido correcto y sujeto a ley, en lo que suponía un escrutinio a la magistratura pública prácticamente único en la historia de los imperios modernos.

124 Y elogiado por sus acciones militares en la segunda parte de La Araucana

125 DE ERCILLA. Alonso. La Araucana. Libro III, Canto XXXVI, octava 33, versos 257-264, p. 815.

Mucho se ha comentado que de este trance don Alonso habría evitado referirse en términos elogiosos a don García, minimizando sus logros en la guerra de Arauco y que, debido a su caracterización en La Araucana, éste último encargó un nuevo poema épico a Pedro de Oña (1570-1643), el primer poeta nacido en suelo chileno, denominado Arauco Domado, que narrase las hazañas de Hurtado de Mendoza en sus campañas en tierras mapuches. Esta obra será publicada en 1596126.

Don Alonso desterrado de Chile y vuelto al Perú a comienzos de 1559, llegó endeudado, sin encomiendas, habiendo sufrido afanes, hambre y vigilias. En Perú no le fue mejor, pues, aunque el rey Felipe II había ordenado que se le concediese el repartimiento, el virrey don Andrés Hurtado de Mendoza, padre de García, solo se avino a nombrarlo gentilhombre, con una escueta renta. Luego de la muerte de éste, solicitó al nuevo virrey López de Zúñiga, licencia para salir del Perú por dos años, y así lo hizo, formando parte de la expedición que fue a sofocar la rebelión de Lope de Aguirre127. Luego de ello se dirigió a Cartagena de Indias para embarcarse a España, pero cayó gravemente aquejado producto de las enfermedades tropicales, por lo que recién logro embarcarse para Sevilla en abril de 1563. Regresó sin fortuna, pero traía consigo

126 En La Araucana, si bien don García es tratado positivamente, el exgobernador y luego virrey del Perú no reviste un especial carácter de héroe; por lo demás, la obra no está construida en torno de ningún protagonista individual. Tal hecho, que literariamente reviste gran significación, parece haber molestado a don García, a su familia y a sus partidarios. En más de una oportunidad buscó una rehabilitación que creía de justicia y que halagaría su vanidad. Así nacieron varios libros. Ver DE OÑA, Pedro. Arauco Domado. Santiago: Editorial Universitaria, 1979, p. 9. Visto retrospectivamente, debemos reconocer a García Hurtado de Mendoza como el más exitoso de los gobernadores de la conquista en la guerra de Arauco, derrotando prácticamente en todos los encuentros bélicos a los mapuches, incluidos a Caupolicán y Galvarino.

127 Las peripecias de Lope de Aguirre (1510-1561) quien fuera un explorador español y conquistador de Sudamérica, había protagonizado un episodio de crueles asesinatos selectivos para erigirse en líder de una expedición en la búsqueda de El Dorado y, a su vez, acaudilló una rebelión contra la monarquía española, circunstancia por la que fue asesinado en Barquisimeto, en territorio de la actual Venezuela. El excelente film Aguirre, la ira de Dios de Werner Herzog (1972) permite hacerse una idea de este hombre.

el prestigio y la experiencia de su periplo americano, del que se iba a servir para el resto de su vida. Se dirigió a la corte de Felipe II en Madrid, en que volvió a formar parte de su séquito, donde alcanzó fama por la publicación de la primera parte de su poema, la que fue celebrada en España y en otros países; y fortuna, por una herencia familiar128 y un matrimonio conveniente. Además, fue ordenado Caballero de la Orden de Santiago. Ercilla moriría en Madrid, el 29 de noviembre de 1594129.

Así, tras el regreso de Ercilla a España, el libro fue publicado en Madrid en tres partes a lo largo de dos décadas. El primer volumen se editó en 1569; el segundo, en 1578; y el tercero, en 1589. El libro obtuvo, entonces, un considerable éxito entre los lectores, con 17 ediciones sólo en el siglo XVI130. En su tiempo fue habitualmente leído como una crónica verídica de los hechos allí relatados, de acuerdo con la defensa de la veracidad del relato narrado por el propio Ercilla en el prólogo de la obra. Aunque la historicidad de muchos de los relatos que aparecen en la obra es relativa, ya que muchos pasajes son ficciones que reproducen tópicos literarios renacentistas en las obras ya citadas al comienzo, la realidad es que su obra fue la principal fuente de noticias sobre Chile, la colonia más austral y desconocida del imperio español. Por otra parte, el letrado erudito Andrés Bello lo consideró tres siglos después un verdadero testimonio “moral” surgido en medio de las violencias de la Conquista. Al respecto del valor histórico del poema, Samuel Lillo afirma:

128 Su hermana, doña María Magdalena se había casado en 1564, falleció al poco tiempo, dejándole una considerable herencia a don Alonso al nombrarle heredero de todos sus bienes, lo cual cambió radicalmente su condición económica al administrarlos con habilidad.

129 Cfr. DE ERCILLA, Alonso (1533-1594) Fundador de la épica americana y de la poesía chilena. Memoria chilena. Biblioteca Nacional de Chile. Disponible en enlace web: https://www.memoriachilena.gob. cl/602/w3-article-3285.html, visitado el 14. Mar. 2025.

130 Cfr. SUBERCASEAUX, Bernardo. “Recepción de La Araucana en España y Europa: nacionalismo literario, canon y migración” en Universum vol.35 no.1 Talca jun. 2020, pp. 388-419. Disponible en enlace web https://dx.doi.org/10.4067/S0718-23762020000100388, visitada el 12 de marzo de 2025.

Si en cuanto a los sucesos históricos se puede tener plena fe en la narración del poeta, no sucede lo mismo en lo que respecta a las costumbres y a la psicología del pueblo araucano, que Ercilla no estudió suficientemente o alteró para dar mayor grandeza a sus héroes o para encuadrarlos en las ideas dominantes de los conquistadores 131 .

Diego Barros Arana (1830-1907) en su Historia General de Chile (1884-1902) comenta el valor histórico de esta obra:

Si no es permitido asentar que La Araucana de Ercilla es la historia ordenada y regular de la conquista de Chile, no es posible tampoco poner en duda su valor y su importancia como fuente de información acerca de los hechos que cuenta.

Los cronistas antiguos, que escribieron poco después que él, así como los historiadores subsiguientes, y así como los críticos que mejor han estudiado el poema de Ercilla, han estado todos de acuerdo para reconocerle su indisputable valor histórico. El poeta ha contado en versos ordinariamente vigorosos y elegantes, los sucesos capitales de la conquista, encadenándolos en el mismo orden en que ocurrieron, y dando la preferencia a los hechos de un carácter heroico, que amplía y dilata con un detenimiento que perjudica a la claridad y sobre todo al interés de su poema. Fija las fechas con una prolijidad rara en esta clase de obras, individualizando a veces con cifras y nombres el día, el mes y el año […]132 .

Pero aun cuando Barros Arana reconoce que La Araucana es un documento de incontestable valor histórico, dice que Ercilla

131 LILLO, Samuel. Ercilla y La Araucana, p. 132

132 BARROS ARANA, Diego. Historia general de Chile, tomo II. Santiago: Editorial Universitaria, 2000, p. 206.

ha presentado a los indígenas movidos por altos sentimientos, que no se hallan en culturas poco desarrolladas:

La Araucana, hemos dicho, se limita casi exclusivamente a contar los sucesos militares, o sólo hace referencias sumarias e incidentales a los acontecimientos civiles o administrativos que habría sido imposible revestir de formas poéticas. Bajo el carácter de simple crónica de hechos, es una historia deficiente e incompleta. Pero ese poema refleja perfectamente el carácter de los hombres de la conquista, su espíritu aventurero, su pasión por buscar lo desconocido, su admirable constancia para soportar todos los padecimientos, su fanatismo religioso, su codicia y su crueldad con los infelices indios. […]

Algunos de los críticos que han analizado La Araucana conceden fácilmente a Ercilla el mérito de haber dado a conocer el carácter, la vida y las costumbres de las tribus indígenas que sostuvieron la guerra contra los conquistadores españoles.

A nuestro juicio, sin embargo, ésta es la parte más débil del poema. Ercilla, cediendo al deseo de presentar héroes dignos de la epopeya, juzgando a los indios con un criterio mal preparado para este género de observaciones, y obedeciendo a sus sentimientos caballerescos y poéticos, ha dado a esos bárbaros una organización y un espíritu que casi siempre se apartan de la verdad histórica. Pinta admirablemente el heroísmo con que los indios defendían su suelo y su independencia, el tesón incontrastable con que sostenían la lucha, su vigor en los combates, su desprecio por la muerte y por todos los padecimientos; pero les atribuye una cohesión, o espíritu de unión y de nacionalidad, que no tenían, y una elevación de alma que es imposible descubrir en los salvajes133 .

133 BARROS ARANA, Diego. Historia general de Chile, tomo II, p. 207.

Es necesario indicar aquí que las observaciones de Barros Arana probablemente no apunten tanto a cuestionar a los caudillos araucanos, los sentimientos patrios de que tanto hablan los cronistas y los testigos de esta guerra memorable, y que fue el sello indeleble de esta etnia indómita. Sólo se critica al poeta el hecho que haya revestido la expresión de estos sentimientos con el ropaje que visten los civilizados, como son los caracteres y cualidades caballerescas. Esto se debe entender en la lógica de la lectura y la impregnación de nuestro poeta de las epopeyas clásica y del mencionado Ariosto. También debemos agregar que esto acercaba al público objetivo que leía La Araucana, que eran las clases letradas de Europa134 sin estar expuestos a lo desconocido que le podrían resultar los nativos americanos.

Un último punto para tocar refiere a la circulación, recepción y finalidad de la obra. Si bien esta obra se comenzó a escribir en América y cuya conclusión se realizó en Europa treinta años después, La Araucana se convirtió en un instrumento de promoción personal y en un negocio provechoso, dirigido a un público cada vez más amplio y variado. “Entiéndase, pues, que, además de razones literarias, asuntos como el dinero y los intereses cortesanos también tuvieron mucho que ver en la deriva de una obra cuya verdadera dimensión fue emergiendo a medida que avanzaba en su escritura”135. En estos episodios militares nuevos que se van agregando, aun cuando conservan su sello épico, prevalece el interés político para la corona hispana. “Al fin y al cabo, se trataba de tres lances cruciales en el reinado de Felipe II, como fue la toma de San Quintín, la batalla naval de Lepanto y la anexión de Portugal. Todos tienen lugar en territorio europeo y convergen en la exaltación de la política imperial” 136. Se agregarán a estos algunos interludios

134 Las clases letradas constituían apenas un 10% de la población en el siglo XVI.

135 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Construcciones y Reformas, p. 920.

136 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Construcciones y Reformas, p. 921.

amorosos, aunque en su primera estrofa del canto primero anunciara explícitamente que no cantaría sobre ellos:

No las damas, amor, no gentilezas de caballeros canto enamorados; ni las muestras, regalos y ternezas de amorosos afectos y cuidados: mas el valor, los hechos, las proezas de aquellos españoles esforzados, que a la cerviz de Arauco, no domada, pusieron duro yugo por la espada 137 .

No es fácil imaginar, entonces, la ardua tarea de nuestro poeta de ensamblar todos estos materiales y crear un armazón que le diera continuidad y estructura al texto. Aun así, ha de comprenderse cómo una obra como La Araucana “no era un rompecabezas en el que todas las piezas terminaran por encajar para deleite del usuario. Muy al contrario, quedaron hilos sueltos y el resultado final dista mucho de ser perfecto y satisfactorio”138.

Así, con sus fortalezas, que son muchas, y sus debilidades, que son menos, se estimule el interés por la lectura de esta insigne obra, que permitirá conocer los principales sucesos de los orígenes de nuestra epopeya nacional despertando el amor por nuestra tierra, su gente y aquellas personas esforzadas que nos antecedieron y a través de sus hazañas y gestas perpetuaron su canto hasta nuestros días. Seamos dignos herederos de su legado. Que esta obra sirva de lazo de unión entre chilenos y la Madre Patria, recordando la gigantesca empresa que significó la conquista de Chile y la férrea defensa que hizo su pueblo aborigen por cuidar su libertad y autonomía.

137 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Libro I, Canto 1, Octava 1, versos 1-8, p. 35.

138 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Modelo para armar, p. 922.

La obra en el mundo: Contexto, escenario y relevancia de La Histórica Relación del Reyno de Chile

“El monumento literario más cabal que de aquella época nos ha quedado.”139 José Toribio Medina, 1888

“Consagrada como la obra más valiosa de nuestra literatura colonial”140

Cesar Bunster, 1969

“Alonso de Ovalle, talento múltiple, gran impulsor de la cultura de su tiempo” Isabel Cruz de Amenábar, 1986

* Licenciado en Historia PUC, Licenciado en Educación PUC, Profesor de Historia PUC, actualmente se encuentra cursando un Máster en Humanidades Digitales en UNIR. Es Coordinador de la Dirección de Humanidades y Cultura, USS.

139 Así inicia el gran bibliógrafo chileno la introducción de la tercera publicación en castellano de esta obra DE OVALLE S.J., Alonso, Histórica Relación del Reyno de Chile y de las Misiones y Ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús. En Colección de Historiadores de Chile, Tomos XII-XIII (Santiago, Imprenta Ercilla, 1888) Introducción y notas de José Toribio Medina. p.V. La segunda, como explica Medina, tuvo un triste destino: “El erudito Don Andrés González de Barcia, en 1735 tenía terminada, según consta, la reimpresión de la Histórica Relación para incluirla en la colección que después de su muerte se dio a luz con el título de Historiadores primitivos de Indias. Parece que todos los ejemplares de esta reimpresión se vendieron como papel de envolver, habiendo de esta manera desaparecido por completo”, p. XXVII.

140 DE OVALLE, Alonso, Histórica Relación del Reyno de Chile, (Santiago, Editorial Universitaria, 1969), Edición crítica y anotada del Instituto de Literatura Chilena, Cesar Bunster, director.

Contexto y escenario

Tras los gobiernos de los llamados Austrias mayores, Carlos I y Felipe II, la primera mitad del siglo XVII dará inicio el gobierno de los Austrias Menores con sus respectivos “válidos”, Felipe III, con el Duque de Lerma y Felipe IV, con el conde-duque de Olivares. Atrás quedaban las aventuras épicas de España luchando por la fe católica, los intentos de la Invencible por liberar a Inglaterra del Anglicanismo, y el gran triunfo en Lepanto que liberó el Mediterráneo del poder turco (aliados de los franceses). El siglo XVII se muestra dramáticamente un cambio de época. Es el tiempo de “La Guerra de los treinta años”, 1618-1648, que concluye con la Paz de Westfalia, que marca un quicio en la historia: mientras los Austria españoles sacrifican todo por apoyar a los católicos alemanes a unificarse; el cardenal Richelieu llevará a Francia, hija primogénita de la Iglesia, a apoyar a los calvinistas en Flandes y a los luteranos en Alemania. Mientras los Austrias, el sueño de un Imperio católico y el principio del máximo religioso son derrotados; la Razón de Estado, el Mínimo Religioso y el Absolutismo de los Borbones triunfan. Declina España como primera potencia mundial, tomando Francia esa posición. El imperio español, a juicio de Villalobos y Estellé: …se desintegra: la continua rebelión de Flandes, donde fracasan los mejores generales y políticos, concluye con la independencia definitiva de esos territorios (1648) 141 ; Portugal, que había sido anexado con sus colonias, sacude la autoridad de los reyes castellanos y afirma su autonomía (1640-1668) 142 .

141 KINDER, Hermann; Hilgemann, Werner; Hergt, Manfred, AKAL / Atlas Histórico Mundial, (I) de los orígenes a la Revolución Francesa, (Madrid, Akal, 2018) p. 261.

142 KINDER, Hermann; HILGEMANN, Werner; HERGT, Manfred, AKAL / Atlas Histórico Mundial, (I) p. 284.

En Cataluña la rebelión cunde y hay que ahogar en sangre los intentos de defender los intereses y privilegios locales (16401652)143-144.

Todos acontecimientos que ayudan a entender las dificultades de Ovalle por traer misioneros a Chile, y su larga estadía en Europa. Pero, junto a este declive del poder geopolítico, asciende la cultura durante el “Siglo de Oro” español, que coincide en gran parte con la vida de Alonso de Ovalle (1601-1651), y su estadía en Europa (1641-1651). Por dar sólo algunos nombres: en escultura a Gregorio Fernández (1576-1636), a Juan Martínez Montañez (1568-1649) y a Alonso Cano (1628-1688). En pintura, Francisco de Zurbarán (1598-1664), Diego Velásquez (1599-1660), Bartolomé Esteban Murillo (1591-1652); en literatura, Miguel de Cervantes (15471616), Luis de Góngora (1561-1627), Francisco de Quevedo (1580-1645), Lope de Vega (1561- 1635), y Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)145.

En Chile se vive el fin de la conquista y el fracaso de la guerra defensiva. La gran sublevación indígena que inició con el desastre de Curalaba en 1598, y que continuó con la destrucción de las ciudades españolas al sur del Biobío, cambió drásticamente la vida en el Reino. Se debió abandonar el territorio al sur de este rio. El gobernador Alonso de Ribera con experiencia en las Guerras de Flandes, reorganizó las fuerzas militares y estableció un ejército permanente, y consiguió soporte para este con el Real Situado. Reforzó la frontera sur del país con una línea de fuertes, primero en el Biobío, que se iría desplazando hacia el sur en la medida que se fueran sometiendo los territorios contiguos. Este plan

143 KINDER, Hermann; HILGEMANN, Werner; HERGT, Manfred, AKAL / Atlas Histórico Mundial, (I) p. 285.

144 VILLALOBOS, Sergio; ESTELLÉ, Patricio, en VILLALOBOS, Sergio; SILVA, Osvaldo; SILVA, Fernando, ESTELLÉ, Patricio, Historia de Chile, (Santiago, Editorial Universitaria, 1989 (Estellé, 1989) p. 130. (Los paréntesis son nuestros).

145 KINDER, Hermann; HILGEMANN, Werner; HERGT, Manfred, AKAL / Atlas Histórico Mundial, (I) p. 275.

fue interrumpido por el proyecto del jesuita Luis de Valdivia, que consiguió de parte de la Corona que el ejército asumiera una postura sólo defensiva y que abandonara los nuevos fuertes más al sur. Los misioneros entrarían en este territorio y lograrían civilizar a los naturales mediante la evangelización. El asesinato de los tres primeros misioneros, los mártires de Elicura, hizo que la Guerra Defensiva perdiera apoyo, y se permitiera la esclavitud de los indios sorprendidos en armas146.

Los jesuitas que habían luchado contra los abusos de las encomiendas de indios, y contra la esclavitud de los indios en armas, se vieron silenciados por la autoridad civil y por sus superiores. Pero en el ámbito de la dirección espiritual no dejarían de promover sus principios. Como indica Walter Hanisch S.J.:

Dos temas relativos a los indios dominan en el tiempo de la formación de Ovalle: el servicio personal y la guerra defensiva. Los jesuitas de Chile se emplearon a fondo en ambas empresas y la del servicio personal trascendió también al Paraguay. No se puede dejar de advertir que, por razones que hubo, el P. General Muzio il lleschi hizo cambiar el modo de combatir el servicio personal, de público al fuero de la conciencia, y de la guerra defensiva separó definitivamente al P. Luis de Valdivia, al que prohibió a los jesuitas hablar del asunto, y esto a petición de los mismos jesuitas de Chile... Y esto no es una interpretación, sino que consta de repetidas cartas del P. General147.

146 VILLALOBOS, Sergio; Estellé, Patricio, en Villalobos, Sergio; Silva, Osvaldo; Silva, Fernando, Estellé, Patricio, Historia de Chile pp. 143-145.

147 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle (Caracas, Instituto De Investigaciones Históricas Facultad De Humanidades Y Educación Universidad Católica “Andres Bello”,1976) p. 21.

Para José Toribio Medina el joven Alonso de Ovalle fue hábilmente captado por la Compañía de Jesús:

No había por aquellos años otro colegio en que los magnates de la capital pudiesen dar a sus hijos la corta educación que era de estilo que el que los jesuitas regentaban (...) Muy luego la perspicacia de los maestros adivinó en el mayor de aquellos jóvenes una espléndida conquista para la Orden: rico, noble, emparentado, ¡de cuánto provecho no podría serles! Por fortuna para ellos, Alonso de Ovalle era dócil, de genio suave y naturalmente inclinado a las cosas religiosas 148 .

Muy distinto es el juicio de Walter Hanisch, para quien la vocación misma del joven Alonso de Ovalle surge de este contexto brevemente expuesto y de los problemas de conciencia que le causaron dada su posición social: como primogénito heredaría un mayorazgo en España, y encomiendas de Indios en Chile:

Lo que interesa para la formación de la idea de injusticia en Alonso de Ovalle en el trato con los indios de encomienda y en el servicio personal, es que los jesuitas durante el provincialato de Diego de Torres Bollo insistieron por todos los medios en desarraigar las prácticas que se habían introducido. Por una parte, se comprometieron ante notario a pagar a los indios que los servían en las labores del campo (…) Por otra usaban todos los medios que estaban a su alcance para convencer a los encomenderos de sus obligaciones149.

148 MEDINA, José Toribio, Introducción de la tercera publicación en castellano Histórica Relación del Reyno de Chile y de las Misiones y Ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús, de Alonso de Ovalle. en Colección de Historiadores de Chile, Tomos XII-XIII (Santiago, Imprenta Ercilla,1888), p.VI.

149 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle p. 22.

Relevancia de La Histórica Relación del Reyno de Chile

El historiador y jesuita Walter Hanisch en El historiador Alonso de Ovalle realizó un trabajo impresionante, siguiendo el trazo dejado por esta obra por más de trescientos años. Destaca especialmente cómo marcó rumbos a los historiadores chilenos posteriores; lo apreciada que fue fuera de su patria y sus rasgos originales e intuiciones notables. Por último, sale al paso de muchas de las críticas que sufrió, reclamando a la hora de juzgarla, la debida buena voluntad intelectual para nuestro primer historiador, considerando los usos y la cultura de su época. Hanisch propone una síntesis final de este recorrido de más de trescientos años en “Ovalle y la posteridad”:

… Entre el influjo y la crítica con el correr de tantos años pesa más el influjo... Los autores que hemos recorrido nos dan una imagen multiplicada de Ovalle, como si cada siglo cambiara de especialidad y hasta de país.

Y así sus especialidades son: en el siglo XVII cartógrafo en el siglo XVIII geógrafo en el siglo XIX cronista de milagros en el siglo XX poeta en prosa

nacionalidades: en el siglo XVII francés en el siglo XVIII inglés en el siglo XIX chileno en el siglo XX chileno.

A pesar de estas especialidades y nacionalidades, todavía tiene algo de universal y trasciende este esquema con un prestigio clásico que le da cierta perennidad.150

Seleccionamos aquí sólo algunos ejemplos de estas huellas 151 , en tres aspectos: la obra misma, la crítica e influencia en Chile, y el reconocimiento internacional que ha tenido no sólo como obra histórica.

150 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle p. 289.

151 Tomadas sobre todo del trabajo de Hanisch, incluyendo algunas referencias adicionales, sobre todo posteriores a 1976.

La obra misma

Alonso de Ovalle desde el prólogo de su Histórica Relación, luego de excusarse por las dificultades de escribir apropiadamente sobre la historia de su patria, tan lejos y tan escaso de recursos, expone su compromiso con ajustarse en todo a la verdad:

Conforme en tales principios Ovalle establece en el prólogo su adhesión a la verdad con estas palabras: ‘Cinco cosas advierto. La primera, que en todo lo que aquí escribo me he ajustado con la verdad, sin apartarme de ella en nada de lo que refiero haber visto; lo demás que he oído o leído en autores, lo refiero asimismo como lo he entendido, sin añadir ni quitar nada a su verdad, y aunque todos los que cito en esta obra son dignos de crédito, son más libres de sospecha los extranjeros en todo lo que toca a las alabanzas que tan repetidamente dan a aquel reino en sus historias152.

Con respecto al orden de la obra, el padre Walter Hanisch no esquiva el primer asunto, el del corazón de esta obra organizada en ocho libros:

El eje de su historia es la conversión y ministerios apostólicos entre los indios, que se estudian en los libros séptimo y octavo y los otros seis libros tratan del reino de Chile como sujeto de estos empleos y por ser tan desconocido fue menester explicarlo con alguna extensión153.

En cuanto a las posibles influencias que Ovalle pudo seguir, al momento de darle forma a su Histórica Relación, Walter Hanisch propone a Bodino que divide la historia en natural, humana y

152 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle p. 189.

153 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle p.171.

sagrada; a Luis Cabrera de Córdoba, que lo hace en divina (sagrada y eclesiástica) y humana (natural y moral); orden similar al que seguiría el Padre José de Acosta:

Ovalle ideó una división calcada sobre estos conceptos generales. Su Histórica Relación es natural en los libros I y II, en que habla de la naturaleza y propiedades del Reino de Chile; ...moral (en) los libros III a VII, (el III de los habitantes de las tres regiones del reino, el IV desde el descubrimiento de América hasta la entrada de Almagro a Chile y los siguientes de la historia de Chile propiamente dicha); religiosa o sagrada… en el libro VIII154.

Este orden habría sido seguido muy de cerca por el Padre Diego Rosales, y el padre Olivares; y parcialmente por el abate Molina (historia natural y moral), y Vidaurre (geográfica, natural y civil).155

Aunque el mismo Ovalle se excusa de su falta de recursos bibliográficos para acometer este trabajo, Hanisch encontró 83 autores citados directa o indirectamente, resultando lo más destacado el uso que hizo Ovalle de La Araucana como fuente histórica, el recurrir a autores extranjeros, incluidos piratas y corsarios, como fuentes confiables, y de cartas, conversaciones y recuerdos personales. Después de la Historia General de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del Mar Océano, de Antonio de Herrera y Tordesillas 156, la segunda obra más citada por Ovalle es La Araucana, de Alonso de Ercilla157, y en tercer lugar La Araucana, de Fernando Álvarez de Toledo158:

154 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle pp. 175-176.

155 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle p.176.

156 Indica HANISCH en nota al pie “Ovalle tiene unas 46 citas de Herrera (s.e.u.o., salvo error u omisión), pero queda lo no citado, aunque Ovalle es mucho más fiel a las citas que muchos autores de su tiempo, y notablemente más que Herrera.” Hanisch Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle p. 179.

157 Apunta HANISCH en nota al pie “Ovalle cita unas ocho veces los versos de Ercilla, pero hay otra dependencia, que es cuando lo reduce a texto propio”. Hanisch Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle, p. 180.

158 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle, p.180 Obra hoy perdida, de la cual sólo se conservan las partes que Ovalle usó.

Ovalle es el primer autor de historia de Chile impreso, que usa la obra de Ercilla como fuente histórica no sólo de los hechos, sino del retrato de la sociedad indígena y sus características, especialmente en el gobierno y la guerra (…) La Araucana introducida por Ovalle en la historia de Chile continuó prestándole servicios, y se encuentra citada por Rosales, Molina, Vidaurre y en el siglo XIX por Miguel Luis Amunátegui 159 .

Otra particularidad de Ovalle, que sentaría un importante precedente, es el de usar y dar crédito a autores extranjeros. Habría tenido a la mano en Europa, en la traducción de los hermanos Bry, los viajes de Hawkins, Cavendish, Drake, Spilberg, Schouten y Le Maire:

La idea de estudiar en la historia de Chile las navegaciones de corsarios, piratas y viajeros extranjeros para el conocimiento de la zona austral iniciada por Ovalle es seguida por Barros Arana y Vicuña Mackenna en el siglo XIX, aun con el criterio de Ovalle de preferir que hablen los extranjeros en las cosas de Chile.160

Este punto, como se verá, resulta de especial interés por cuanto Hanisch va a destacar la gran abundancia de reconocimientos a la obra de Ovalle fuera de Chile.

Para Hanisch, Alonso de Ovalle fue el primer escritor deportivo de Chile, desestimando que no se considere deporte en el siglo XVII a aquellas actividades que apuntaban a la preparación para la guerra. Además de tratar de la mayoría de los deportes ampliamente conocidos en su tiempo tales como: los juegos olímpicos; el juego de pelota incluía el trinquete, el codeo, la chueca, el harpasto, la olla, la tres rayas, el mallo, el frontón a mano y a pala; la caza; la

159 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle p. 185.

160 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle pp. 181-182.

esgrima; la equitación; y otros como las cañas, la sortija, los torneos, corridas de toros; la natación, Ovalle:

añade otros propios de los indios en un cuadro completo de la vida deportiva chilena del siglo XVII. El único juego de pelota de los indios, que describe Ovalle, es la chueca, con el que demuestra la fortaleza y valentía de las mujeres, que lo juegan a pesar de ser tan brutal. Aunque Ovalle sabe que en España se juega, advierte que los indios no lo aprendieron de los españoles.161

La misma precisión de Ovalle sobre la chueca 162 ya la había destacado Eugenio Pereira Salas en su Juegos y alegrías coloniales, así como sus descripciones de los juegos y deportes de los torneos celebrados en Santiago.163

¿Fue Alonso de Ovalle quien ilustró su Histórica Relación?164 La sospecha de que Ovalle fuera dibujante la da él mismo al recordar un encuentro suyo con el P. Luis de Valdivia: “Y sabiendo que yo trataba de retratarle para consuelo de los que le conocieron en Chile, me llamó y me riñó y me mandó que no lo hiciese, que no era bien que quedase en el mundo memoria de un tan gran pecador” 165

Para Hanisch, el que Ovalle fuera pintor o dibujante, explicaría mejor el arte con que describe, que parece dilatar la pupila de un pintor, y su sensibilidad para percibir los detalles, la luz y el color… Confirma esta sospecha su preocupación por destacar la verdad de sus ilustraciones. Dice de la lámina que representa a los mártires

161 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle, pp. 224-225.

162 PEREIRA SALAS, Eugenio, Juegos y alegrías coloniales. Santiago, Zig-Zag, 1947, p. 125.

163 PEREIRA SALAS, Eugenio, Juegos y alegrías coloniales. Santiago, Zig-Zag, 1947, p. 19.

164 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle p. 267.

165 Histórica Relación, p.431 en HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle p. 268.

de Elicura “que está ajustada lo más vivamente que se ha podido con la verdad del suceso”. De la prospectiva de la ciudad de Santiago advierte que la pone para que se haga algún juicio de las fábricas y edificios y que así los ven los que llegan del Perú y entran por la Cañada. Los gobernadores los pone “con la mayor propiedad que ha permitido así el largo tiempo que ha que murieron los más, como la gran distancia en que me hallo 166 .

Como destaca Isabel Cruz, esto se complementa por el cuidado de Ovalle en advertir al inicio de su obra el lugar correcto en que deben situarse las imágenes para iluminar su obra167.

Isabel Cruz, analizando el conjunto de imágenes, plantea que habría algunas en las que Ovalle habría tenido poca injerencia, y serían variaciones de imágenes del famoso grabador Antonio Tempesta que, aunque fallecido en 1620, las matrices de sus grabados habrían estado a disposición de Cavalli, el editor de la Histórica Relación; otras se habrían realizado a partir de bocetos o con indicaciones de Ovalle por otros artistas en Roma, como las de la “Virgen de las Nieves”, “Santa María de la Ligua”, el “Cristo de Limache”, la “aparición de la Virgen a los indios” y el “Martirio de los tres jesuitas de Elicura”; otras habrían sido apenas modificadas como las referidas a las costumbres de los indígenas; y “Por último, parecen creación exclusiva de Ovalle las vistas de las ciudades, islas, puertos y bosquejos de edificios jesuitas grabados en madera” 168 .

166 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle p. 268.

167 CRUZ DE AMENÁBAR, Isabel, Arte y Sociedad en Chile, 1550-1650. Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1986, p. 262.

168 CRUZ DE AMENÁBAR, Isabel, Arte y Sociedad en Chile, 1550-1650, pp. 262-263.

Crítica e influencia de la Histórica Relación en Chile.

Ovalle, por ser “el primero en hacer una historia de Chile tuvo la ventaja (…) de ser el primero que dijo muchas cosas, que otros tuvieron que repetir”169. Hanisch destaca el hecho de que sobre la Histórica Relación entre crítica e influencia prima la segunda. Los historiadores chilenos posteriores suelen tener una relación compleja, ambivalente con la obra de Ovalle, la critican, la corrigen, pero no por eso deja de ser la obra una referencia necesaria, una guía del que abrió la ruta, hasta, en cierto modo, una matriz.

Diego De Rosales S.J. (1603-1677) español, contemporáneo y jesuita como Ovalle recibe de éste el homenaje de reconocer que Rosales tiene en proyecto una Historia de Chile que, no duda, superará la suya propia. Ovalle lo elogia y cita cuatro veces en su Histórica Relación y Hanisch destaca el amplio uso que hizo Rosales de su Histórica Relación:

A Rosales, por ser el primero que escribe después de Ovalle en la misma época y sobre la misma materia, es fácil señalarle dependencias en el plan, los desarrollos, los temas y hasta las mismas frases. Según el estilo de la época no siempre cita o lo hace una vez, o no lo hace porque lo va glosando y no lo toma al pie de la letra170.

Interesantes resultan los juicios recogidos por Hanisch de Rosales sobre la Histórica Relación: la llama “la curiosa, elegante y discreta, aunque breve historia” 171. También se le debe al padre Rosales una biografía hagiográfica de Alonso de Ovalle, de su obra no publicada hasta 1938 172: Historia de la Compañía

169 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, p. 272.

170 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, p. 272.

171 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, p. 285.

172 ROSALES, Diego, Alonso de Ovalle, Publicada en el Boletín de la Academia chilena de la historia. V, 1938, pp. 351-382.

de Jesús en Chile (1593-1736). Esta historia atribuida mucho tiempo a Miguel de Olivares S.J. menciona Alonso de Ovalle en la siguiente forma:

sujeto lleno de virtud y ciencia, escribió en Roma una historia, breve resumen de las cosas de Chile que, aunque elegante y erudita, por hallarse tan distante y sin las noticias que se necesitan para su lleno (como el mismo padre confiesa) no salió cumplida173.

Felipe Gómez de Vidaurre S.J. (1740-1818) escribió la Historia geográfica, natural y civil del Reino de Chile, (manuscrito de 1789) publicada en 1889 en dos tomos174. Hanisch reconoce cuatro relaciones de esta obra con la Histórica Relación:

Las citas, el uso que hace del texto de Ovalle sin citarlo, las láminas que acompañan al manuscrito de la Real Academia de la Historia en Madrid y el vocabulario175. Este autor sería un buen ejemplo de las complejas relaciones de los historiadores chilenos posteriores a la Histórica Relación: “Comienza las citas atacando a Ovalle por lo que cree que debió hacer; luego lo presenta entre los autores que espera que lo iluminen y prosigue su inestable relación con Ovalle alternando acuerdos y rencillas, para terminar elogiando “su terso y claro estilo” y “la pureza de la lengua castellana que usa en su breve relación de Chile176.

173 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle, p.279.

174 GÓMEZ DE VIDAURRE, S.J., Felipe, Historia geográfica, natural y civil del Reino de Chile; manuscrito de 1789, publicado como libro en Santiago en 1889 (con introducción biográfica y notas por J. T. Medina.)

175 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, p. 278.

176 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, pp. 278-279.

Juan Ignacio Molina S.J. (1740-1829) es otro de los autores chilenos críticos de Alonso de Ovalle, pero con ironía Hanisch demuestra cómo no sólo fue Ovalle una referencia inevitable para Molina, que habría usado varias de las imágenes de la Histórica177, sino que termina convirtiéndolo en una autoridad como naturalista, quien: llama a la Histórica Relación: Breve relación del Reyno de Chile, como se lee en el encabezamiento de todas las páginas de la obra. El mayor número de referencias a la obra de Ovalle se encuentra en la segunda edición del Saggio sulla storia naturale del Chili. Al ver convertirse a Ovalle en manos de Molina en experto en metales, aceites, plantas, flamencos, queltehues, picaflores, jilgueros, papagayos, avestruces, chinchillas, degus, armadillos, ruyes, chilihueques y guanacos, se puede pensar que estamos ante un naturalista que recibe su título del más acreditado de nuestros sabios del siglo XVIII. Y aun se podría estudiar el Ovalle oculto y no citado, que no es difícil hallar en los escritos de Juan Ignacio Molina178.

De acuerdo con la síntesis de Walter Hanisch presentada más arriba, la Histórica Relación en el siglo XIX fue considerada en Chile como “Crónica de Milagros”. En palabras de Cristián Garay: “La historiografía liberal consideró a los cronistas como cualquier otro escritor indiano, asimilándolos a los poetas, teólogos y escritores de su época, representativos de una época, pero minusvalorando su valor en sí.”179 Con todo, y a pesar de este juicio negativo, tanto José Toribio Medina, como Walter Hanisch y Francisco Elías de Tejada encuentran en autores decimonónicos y de la primera mitad del siglo XX reconocimientos a aspectos valiosos de Ovalle ya sea como persona, o como maestro del uso del idioma:

177 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, p. 282.

178 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, pp. 252 y 283.

179 GARAY, Cristián, Un autor jesuita y la Historia de Chile: el padre Miguel de Olivares, S.J., en Anales de la Fundación Francisco Elías de Tejada, ISSN 1137-117X, Nº. 10, 2004, p. 47.

Estampa de hombre hacendoso y bueno redondeada en el siglo pasado B. Vicuña Mackenna en su Historia crítica y social de la ciudad de Santiago desde su fundación hasta nuestros días (1541-1868), al calificarle de “apostólico” y de “buen padre”; coronada por E. Solar Correa en el volumen I de sus Escritores de Chile. Época colonial, al ponderar su recuerdo “amable”; y confirmada por Pedro Lira Urquieta en El padre Alonso de Ovalle. El hombre-La obra180.

Walter Hanisch precisa que Diego Barros Arana (1830-1907) cita a Ovalle cincuenta veces en los siete primeros tomos de su Historia General de Chile, mayoritariamente sin admitir su juicio, pero destacando que tiene una visión “de conjunto bastante ecuánime, en el que distingue valores y deficiencias.”181 José Toribio Medina rescata esta misma referencia de la positiva opinión de Diego Barros Arana sobre la Histórica Relación, si bien no como historia, sino como pieza literaria:

Cualquiera que sea el caso que se haga del libro del padre Ovalle como fuente de información, no es posible dejar de estimar su alto valor literario. Aunque su plan general está bien concebido en el desarrollo del asunto y la distribución de las materias, pueden reprochársele algunas imperfecciones en los accidentes. Pero desde el punto de vista del arte de escribir, ese libro revela un talento particular que no es posible desconocer. Al revés de muchos escritores españoles de su tiempo, y sobre todo de los que se siguieron poco después, el padre Ovalle no embaraza su relación y sus descripciones con las frecuentes referencias a la historia sagrada, a los griegos y a los romanos, que hacen insoportables otros libros, ni ha

180 DÍAS DE TEJADA ESPÍNOLA, Francisco, El reino de Chile en el Padre Alonso de Ovalle (1601-1651) Revista Verbo N° 126-127, pp. 605-620. en el libro de Juan Vallet de Goytisolo y otros, Estampas de Chile, (Editorial Speiro, Madrid, 1974). p. 606.

181 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, p.274.

buscado para sus frases los jiros altisonantes y pretenciosos, ni las formas conceptuales. Su pluma corre con la mayor facilidad, con una elegante desenvoltura y con esa espontánea sencillez que le permite dar al pensamiento todo su colorido y toda la claridad apetecible182.

Miguel Luis Amunategui (1828-1888) es el historiador decimonónico más señalado como crítico de lo que considera “crónica de milagros”. Hanisch señala que “cita nueve veces a Ovalle sobre todo para referirse a la crónica milagrosa como exponente de su credulidad.”183

José Toribio Medina recoge de Benjamín Vicuña Mackenna (18311886) su visión tanto de Alonso de Ovalle como de la Compañía de Jesús con quien coincide plenamente: “El señor Vicuña Mackenna califica con razón al padre Ovalle como al primer historiador de Chile, en cuyo honor, en la época memorable en que fue intendente de Santiago designó con su nombre la calle que hoy hace frente al templo de los Jesuitas”184. Citando al Mismo Vicuña Mackenna:

Hay en la historia del padre Ovalle, dice, un cierto atractivo y tinte poético que la acercan a esas narraciones amenas, que son una leyenda o un cuento, pero que, sin embargo, por la unidad y por su fondo de filosofía cristiana practicada en hermosas y simpáticas virtudes. (...) la hacen harto estimable (...) Distinguían a aquel sacerdote las amables dotes del espíritu, la bondad unida a la sencillez, la unción

182 BARROS ARANA, Diego, Historia General de Chile, t. V., p. 401 en Medina, José Toribio, Introducción de Ovalle S.J.; Alonso Histórica Relación del Reyno de Chile y de las Misiones y Ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús. en Colección de Historiadores de Chile, Tomos XII-XIII. Santiago: Imprenta Ercilla, 1888, p. XXI.

183 AMUNÁTEGUI, Miguel Luis, Los precursores de la independencia (Santiago, 1909-1910) en HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, p. 273.

184 MEDINA, José Toribio, en la Introducción de Ovalle S.I., Alonso, Histórica Relación del Reyno de Chile y de las Misiones y Ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús. En Colección de Historiadores de Chile, Tomos XII-XIII (Santiago, Imprenta Ercilla,1888) p. 20.

más fervorosa acompañada de una humildad evangélica (...) Alonso de Ovalle fue un varón distinguido, más por su virtud que por su ciencia. Hombre de bondad y de espíritu evangélico, su misión propia parecía ser obrar el bien con un generoso ejemplo y una consagración constante y ardiente a su ministerio. En cuanto figura como escritor y como delegado, parece más bien revestido de un traje ajeno a su índole natural y como sirviendo solamente a los planos de una Orden ambiciosa y astuta que sabia sacar partido del influjo del nombre de familia, de los recursos de la opulencia y del candor de sus propios sectarios 185 .

Walter Hanisch en tanto, recoge algunos juicios diversos: “En general se puede ver aprecio y valoración positiva, aunque alguna prevención le tiene por la crónica milagrosa (…) “el ingenuo Ovalle no era tan desavisado como sus consejas, apariciones y milagros pudieran hacerlo creer de vez en cuando”186.

José Toribio Medina (1852-1930) valora el empeño de Ovalle de escribir aún tan falto de fuentes y archivos una historia de Chile, que con información propia y de sus corresponsales en Chile constituyó un registro único y de valor siempre actual:

A pesar de encontrar(se) desprovisto de documentos, según se lamentaba, para escribir una historia minuciosa de los acontecimientos de su patria, no trepidó en emprender tan valiente tarea187. Debió, pues, valerse de los autores que habían tratado en general la materia, dando en cambio gran

185 VICUÑA MACKENNA, Benjamín en El Ferrocarril, 1857. Nota de José Toribio Medina en la Introducción de Ovalle S.J., Alonso, Histórica Relación del Reyno de Chile p. 20.

186 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle p.288.

187 Nota del texto de José Toribio Medina, Cassani sostiene que la Relación Histórica fue escrita en Santiago y que Ovalle cuando Roma solo concluyó y limó la obra; pero toda ella está demostrando lo contrario, si bien es probable que en España comience su redacción.

extensión a detalles de todo orden, de lo que él viera, de los usos y costumbres del país y de tantas otras particularidades que sería imposible encontrar en otra fuente y que es lo que hasta hoy conserva su valor a aquel libro.188”

Con todo, José Toribio Medina se sumó a la gran crítica de muchos a la Histórica Relación, que es la presencia de lo sobrenatural:

Las cosas religiosas son su flaco: en todas las batallas es Dios quien guía el desenlace para lograr los efectos de la predestinación entre los gentiles por medio del evangelio. Nunca más en su elemento que cuando describe fiestas religiosas, procesiones, etc., procurando a toda costa que el lector se imponga hasta de los menores detalles; sus doctrinas encuentran siempre su más firme apoyo en la biblia y en la teología; Dios es quien interviene en todo en el libro de Ovalle (…) Nada, pues, tiene de extraño que su credulidad sea extrema y que admite hasta lo más absurdo, pero siempre manifestando en sus palabras ingenuidad y buena fe. Son tantos los milagros que cuenta que él mismo, al parecer asustado de su enormidad, pide que se eluda su testimonio, lo que es bastante para deslustrar el mérito de su trabajo como obra histórica189.

Pero después de esta crítica tan dura, José Toribio Medina exculpa a Ovalle, descarga contra la Compañía, y rescata el valioso aporte de la Histórica Relación en todo aquello que quede fuera del ámbito sobrenatural y jesuítico: No puede menos de atribuirse esta tendencia del escritor chileno al traje que vestía y a las exigencias de su instituto, cuando se considera que en lo tocante a los hechos que no envuelven

188 MEDINA, José Toribio, en la Introducción de Ovalle S.J., Alonso, Histórica Relación del Reyno de Chile p. XVII.

189 MEDINA, José Toribio, en la Introducción de Ovalle S.J., Alonso, Histórica Relación del Reyno de Chile p. XVII, XVIII.

relación con la doctrina, las más de las veces se pregunta qué los motiva, indaga su origen y da sus conclusiones, llenas, por lo general, de buen sentido; por más que sea cierto que en ocasiones se engolfa en detalles pueriles y que su ignorancia científica le haga dar oído a patrañas inverosímiles190.

Walter Hanisch muestra cómo Francisco Antonio Encina (18741965) en su Historia de Chile191, comparte el juicio duro hacía la presencia de lo sobrenatural en la Histórica Relación, y a su valor en cuanto obra histórica, pero dentro de ese conjunto de juicios que ven a los hombres del siglo XVII como niños enamorados de su patria, alcanza, al menos discretamente a reconocer algún valor literario a esta obra:

El autor es un optimista embriagado en el amor a su país y a la vida; un alma blanca como la nieve que corona las cordilleras de su patria y buena como el agua fresca que mana de sus entrañas. Sólo escribió para mostrar a los europeos las bellezas y los tesoros de su querido Chile. Y sin embargo lo mismo que en las canas de Pedro de Valdivia, todo se exagera y aun se agiganta, al pasar por su cerebro semi infantil: el suelo está cuajado de oro, los rábanos se vuelven árboles (…) Ovalle no estaba preparado para escribir una historia de Chile (...) pero sólo el cerebro anquilosado de un erudito puede juzgarlo desde este punto de vista. Su libro es el hosanna a la vida de un pueblo de veinte años, sano de alma y cuerpo. Todo es bello, todo es bueno. Ovalle tiene temperamento literario, fina sensibilidad. En la obra del P. Ovalle se vacía el alma del pueblo chileno del siglo XVll y se presiente la voluntad creadora”192.

190 MEDINA, José Toribio, en la Introducción de Ovalle S.J., Alonso, Histórica Relación del Reyno de Chile, p. XVII, XVIII.

191 HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle pp. 276-277.

192 ENCINA, Francisco Antonio, Historia de Chile, Santiago, 1945, IV, 365; 385-6, en Hanisch, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, pp. 276-277.

El siglo XX y su mirada sobre La Histórica

Relación

Cristián Garay reconoce en el siglo XX dos momentos importantes en los estudios sobre los considerados “cronistas” en el siglo XIX. En primer lugar, Jaime Eyzaguirre, Mario Góngora y Néstor Meza Villalobos habrían rescatado el valor de estas obras estudiando el derecho y las instituciones de estos siglos, mostrando a su vez una sociedad y cultura más rica, diversa, tensionada, y compleja de lo que los historiadores decimonónicos reconocieron; luego “los etnohistoriadores han encontrado en los cronistas una fuente constante de información, pero estudios más renovadores han aparecido recién hacia los 90, encuadrando el tema en los imaginarios, la historia social y política, y la historia de las ideas.193”

Jaime Eyzaguirre Gutiérrez, (1908-1968) en su Historia de Chile en el apartado sobre las letras del siglo XVII, incluye a Diego Rosales como crónica, y a Ovalle dentro de la categoría del ensayo. sobre Ovalle:

faltaba, por otra parte, en él la pasta del cronista analítico, lógico y razonador que se encuentra en Rosales. Pero en cambio llevaba dentro de sí un estro poético que se volcó creador e intuitivo en las páginas de su libro, el más bello salido de pluma chilena en los tres primeros siglos de la vida nacional194.

Podríamos decir que continúa de alguna manera con la tradición del siglo anterior, superando el juicio de ser sólo un cronista, pero destacando sobre todo su calidad de escritor y de primer patriota, continuador del amor por Chile de Valdivia:

193 GARAY, Cristián, Un autor jesuita y la Historia de Chile: el padre Miguel de Olivares, S.J., en Anales de la Fundación Francisco Elías de Tejada, ISSN 1137-117X, Nº. 10, 2004, p.48.

194 EYZAGUIRRE, Jaime, Historia de Chile, (Santiago, Zig-Zag, 1973), 1ª edición de 1964, pp. 198-203.

Es el primer asomo de patriotismo, el preludio de la tierna canción a la tierra que refugiará sus balbuceos en la pluma muchas veces áspera de los cronistas y que un siglo más tarde Alonso de Ovalle sabrá prolongar en precioso lenguaje, al definir la particularidad de Chile en el inmenso conjunto del Imperio español 195 .

Otros historiadores de la segunda mitad del siglo XX parecen continuar con la mirada del XIX con respecto a Ovalle. Con cierta condescendencia Sergio Villalobos y Patricio Estellé, en su Historia de Chile, sitúan el trabajo de Ovalle dentro del capítulo “Religión y Cultura”, caracterizado sobre todo por:

Una profunda fe en Dios, en el dogma católico y, por sobre todo, en la intercesión que prodigaban la Virgen María y la corte celestial alumbró el mundo espiritual del conquistador y del criollo. En su universo se confundían lo sobre natural con lo natural y no resultaba extraño que el milagro rigiera gran parte de la vida de los seres humanos, que se creían así favorecidos por la Providencia 196 .

Apenas le dedican unas líneas a nuestro autor y a su Histórica Relación “todo él es un elogio entusiasta de la tierra del autor, que pareciera ser un nuevo paraíso destinado a la felicidad de los humanos. Un desborde lírico apasionado alumbró la obra de Ovalle que fue durante largo tiempo el trabajo publicado más completo sobre Chile”, y lo mismo que José Toribio Medina en 1888, que Eyzaguirre en 1948, o Bunster en 1969, destacan que Ovalle fuese considerado como autoridad del idioma por la Real Academia Española en su diccionario. Aun así, varias imágenes de la Histórica Relación les permiten “iluminar” el siglo XVII: como el mapa de Chile de la

195 EYZAGUIRRE, Jaime, Fisonomía Histórica de Chile. Santiago, Editorial Universitaria, 1985, 10ª edición, Primera edición, 1948, p. 33.

196 VILLALOBOS, Sergio; Estellé, Patricio Historia de Chile. Santiago: Editorial Universitaria, 1989, p. 186.

Histórica Relación “una de las primeras representaciones más o menos exactas del país”197; como la de algunos de los capitanes de la conquista198; un grabado de la Virgen confundiendo a los indígenas199; el grabado de los mártires de Elicura200; el colegio de la compañía de Jesús201.

La mirada de historiadores de fines del siglo XX se vuelve también crítica al anticlericalismo de los historiadores decimonónicos como Barros Arana, Vicuña Mackenna y Amunátegui. Isabel Cruz incluiría en este aspecto también a Francisco Antonio Encina202. Como un ejemplo de respuesta a la mirada decimonónica sobre Alonso de Ovalle y su Histórica Relación, Francisco Elías de Tejada y Spínola sale al paso en 1974 del Juicio de Amunátegui:

Fue modelo de miopía histórica aquel cerril capítulo que Miguel Luis Amunátegui consagró bajo el título de “La crónica milagrosa de Chile” en Los precursores de la independencia de Chile, al poner en solfa el aura prodigiosa que envolvió las gestas de la conquista y que perduraba en la sociedad chilena del Barroco; porque no es lícito medir con criterios del siglo XIX, anticlerical y deísta, el temple de los hombres del Reino clásico de Chile (...) El ridículo que busca Amunátegui es (…) antihistórico (…) cae sobre sus apreciaciones de burlón positivista; que si la historia de Chile estaba aderezada de milagros es historia por eso mismo, porque de otra suerte no podían concebirla quienes la vivieron y quienes sustentaron al Reino de Chile en las remotas costas del Pacífico inferior203.

197 VILLALOBOS, Sergio; ESTELLÉ, Patricio Historia de Chile, figura 39, p. 89.

198 VILLALOBOS, Sergio; ESTELLÉ, Patricio Historia de Chile, figuras 45 a y b, pp. 100-101.

199 VILLALOBOS, Sergio; ESTELLÉ, Patricio Historia de Chile, figura 72, p. 187.

200 VILLALOBOS, Sergio; ESTELLÉ, Patricio Historia de Chile, figura 73, p. 191.

201 VILLALOBOS, Sergio; ESTELLÉ, Patricio Historia de Chile, fig 74, p. 193.

202 CRUZ DE AMENABAR, Isabel, Arte y Sociedad en Chile, 1550-1650, p.130.

203 DÍAZ DE TEJADA ESPÍNOLA, Francisco, El reino de Chile en el Padre Alonso de Ovalle (1601-1651) en Revista Verbo N.0 126-127, págs. 605-620. en el libro de Juan Vallet de Goytisolo y otros, Estampas de Chile, Editorial Speiro, Madrid, 1974, p. 608.

Es decir, la Histórica Relación, no sólo entrega información, lo hace desde la mentalidad de su tiempo y lugar, es fuente directa y valiosísima para conocer cómo vivían y veían el mundo sus habitantes de la primera mitad del siglo XVII. En palabras de Isabel Cruz:

…el candor histórico y la credibilidad de nuestros más eminentes cronistas religiosos –Ovalle y Rosales- forman parte del espíritu de la época. De lo que los sociólogos han llamado “el Estilo de Pensamiento” de sus formas de expresión, y constituyen una clave simbólica que el historiador debe penetrar e interpretar204.

De estos cronistas, y en especial de Ovalle, Isabel Cruz extrae como de una cantera gran cantidad de material para conocer el arte y la sociedad en el Chile de entonces; y así como Eyzaguirre y Góngora estudian derecho e instituciones, Cruz va mostrando justamente a partir de los milagros, apariciones y devociones las relaciones del pasado medieval con el espíritu del Barroco. Surgen así multitud de ejemplos y matices, espirituales, intelectuales, estéticos y sociales en la vida de entonces.

Desde su publicación, la Histórica Relación fue una fuente importante para la historia de la Iglesia en América y en Chile. Señalemos su vigencia en la obra del Gabriel Guarda O.S.B. que en La Edad Media de Chile, Historia de la Iglesia desde la fundación de Santiago a la incorporación de Chiloé 1541-1826, recurre a Ovalle en sus capítulos sobre la Compañía de Jesús; la educación y la cultura (destacando la repostería de las monjas); las Iglesias de Santiago; en las fuentes de la piedad popular; disciplinas del espíritu (señalando a Ovalle como autoridad de la lengua); Una estricta moral; la esclavitud negra; y en las obras de misericordia. “Tantas veces citado” por el Padre Guarda, Ovalle resulta clave para conocer

204 CRUZ DE AMENÁBAR, Isabel, Arte y Sociedad en Chile, 1550-1650, p. 130.

y comprender su tiempo, en su dimensión eclesial, sin duda, pero para un Chile del siglo XVII impregnado de religiosidad, se extiende su aporte a casi toda la cultura y vida de entonces.

Aprecio por la Histórica Relación y por Alonso de Ovalle fuera de Chile

Como escritor, el mayor reconocimiento se encuentra en la primera versión del Diccionario de la Lengua Castellana de la Real Academia Española 1726-1739, conocido como el Diccionario de Autoridades, pues certifica el buen uso de cada voz con ejemplos de su correcto empleo por escritores consagrados como autoridades del idioma. Dentro de los 271 autores, Ovalle es incluido junto a Cervantes, Lope de Vega, Fray Luis de León, Nebrija, Góngora, Calderón de la Barca. El equipo del Instituto de Literatura Chilena, luego de revisar palabra por palabra los seis volúmenes de esta obra monumental, encontraró que Ovalle es citado como autoridad en 1004 ocasiones, y en 316 figura como única autoridad205.

Como historiador, probablemente el mayor reconocimiento recibido por Ovalle fue la traducción inglesa de la Histórica Relación, realizada por Awnsham y John Churchill, editores de A collection of voyages and travels, Londres, 1704, cuatro volúmenes, incluyeron la obra de Ovalle al comienzo del tercer tomo, páginas 1-154. Esta edición de 1704 habría tenido una versión previa en 1703, y habría sido publicada nuevamente en 1732, 1745, y por John Pinkerton en 1813206. Resulta notable que esta colección de viajes presente como investigación inicial, que hace las veces de prólogo, una historia de los viajes desde la antigüedad, que se atribuye a John Locke (en las primeras ediciones se deja este trabajo

205 BUNSTER, César en OVALLE, Alonso, Histórica Relación del Reyno de Chile, (Santiago, Editorial Universitaria, 1969), Introducción p. XIV.

206 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle, p. 275.

inicial anónimo, pero desde mediados del siglo XVIII se presenta la colección indicándolo.

Los editores no tradujeron la Histórica Relación completa207, pero su justificación para hacerlo termina realzando el valor del trabajo de Ovalle reconocido por los ingleses en los albores del siglo XVIII:

El traductor da las razones de los recortes diciendo que con la muerte de Caupolicán termina el primer período de la guerra y porque encuentra que algunos acontecimientos tienen un interés relativo. Suprime también muchas ideas supersticiosas e improbables milagros, porque en Inglaterra más bien suscitarían prejuicios que recomendarían la edición208.

José Toribio Medina también destaca estas razones en 1888 209 , pero omite lo indicado por los ingleses en el tomo I en la enumeración de los textos de la colección. Aquí justifican plenamente la inclusión de la Histórica Relación tal como sintetiza Hanisch:

Es la única buena historia de este reino, se queja de los milagros, elogia la modestia del autor y encuentra la obra completa y precisa. En el tomo III al comienzo de la traducción hay un prólogo del traductor, del que sólo se sabe que es “miembro de la real sociedad” la más célebre agrupación científica de Inglaterra; es francamente elogioso, pues dice que la historia natural está tan admirablemente compuesta que puede servir de modelo a muchas relaciones de este género, que sus descripciones son exactas, excelente el estudio del imán, de las

207 La obra no se publicó completa, pues omite los libros VI, VII y VIII; en los demás libros hizo algunas correcciones: quitó un capítulo al libro I y en el libro V los capítulos 14-16 y el 24, en HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, p. 275.

208 Esto lo dice en la conclusión de la p. 154 en HANISCH, Walter S.J. El historiador Alonso de Ovalle, p. 275.

209 DE OVALLE S.J., Alonso, Histórica Relación del Reyno de Chile y de las Misiones y Ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús. en Colección de Historiadores de Chile, Tomos XII-XIII (Santiago, Imprenta Ercilla,1888) Introducción y notas de José Toribio Medina.

estaciones y los vientos; que en la descripción de la cordillera no se puede pedir más; que la topografía del Estrecho de Magallanes con su navegación, puertos y bahías es muy instructiva y entretenida. Le causa admiración el capítulo sobre el comercio y navegación de Europa y Chile, Filipinas y Asia Oriental (el mismo que Ovalle creía una escapada peligrosa a un tema de razón de estado)210.

Mapas, planos de ciudades, retratos y el resto de las imágenes presentadas por Ovalle en la Histórica Relación fueron usados ampliamente, entre otros por Edward Cooke211 reproduce en pequeño la lámina de Ovalle: Prospectiva y planta y de la ciudad de Santiago en el Tomo I, página 85. “En el Tomo I, página 85.”212 ; Kircher en su Mundus subterraneus toscamente la imagen de la Virgen de la Peña de Arauco; Juan Ignacio Molina en el Compendio della storía geografica, naturale, e civile del regno del Chile, de 1776, lo habría ilustrado inspirado en las láminas de la Histórica Relación de Ovalle, para Leclerc serían las mismas, pero Hanisch corrige que se reconoce claramente la inspiración, y los motivos, pero no serían exactamente los mismos grabados213.

210 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle, p. 275.

211 Edward Cooke, marino inglés que acompañó a Woodes Rogers y escribió y publicó uno de los relatos del viaje: A voyage to the South Sea and round tbe world performed in the years 1708, 1709, 1710 and 1711. Londres, 1712, dos volúmenes. En su descripción de Chile sigue a Ovalle y lo cita en el tomo I, en las pp. 60, 17 y 105 reproduce en pequeño la lámina de Ovalle: Prospectiva y planta y de la ciudad de Santiago en el tomo I, p. 85.” En Hanisch, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle, p. 274.

212 HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle, p. 274.

213 “tres láminas reproducen lo mismo con otro dibujo, que son el juego del quechucahue, el baile de los indios y la chueca; pero es indudable que el juego del cututumpeucu es de la misma inspiración.” En HANISCH, Walter S.I. El historiador Alonso de Ovalle, p. 270.

Texto II Parte

Argumento de La Araucana

La Araucana : argumento central del poema

Desde la Antigüedad, el género épico ha sido el espacio por excelencia donde se inmortalizan las gestas de los pueblos y sus héroes. En el Renacimiento, la épica adquirió una nueva dimensión con obras que, sin perder su carácter heroico, reflexionaban sobre la expansión de las monarquías y los grandes problemas de su tiempo. Dentro de esta tradición, La Araucana de Alonso de Ercilla se erige como un hito de la poesía castellana, al narrar con grandeza épica la guerra entre los españoles y los mapuches en Chile, que definió trescientos años de nuestra historia. Tal es su relevancia, que un soneto anónimo lo sitúa en la cumbre del Parnaso, junto a grandes figuras como Homero, Virgilio, Ariosto y Torquato Tasso. Un reconocimiento que no solo resalta la calidad literaria del poema, sino que lo inscribe dentro del canon de la poesía épica universal 214 .

La Araucana, lejos de ser una simple crónica de guerra, articula una compleja visión del conflicto, la naturaleza humana y la lucha como principio rector de la historia. Una mirada que sin duda se

214 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, ed. Luis Gómez Canseco (Madrid: Real Academia Española-Espasa, 2022), p. 15.

complementa también desde el paisaje. El marco físico, tan presente en el relato, nos sirve como símbolo de identidad colectiva. Samuel Lillo lo describe con el siguiente relato: “Al sur del imperio de los incas se extendía una tierra inconquistable, defendida por un desierto de cálidas arenas, una gigante cordillera y un mar tan hirsuto y tan huraño como los flancos de los montes que golpeaba”215. La naturaleza, en este contexto, no es un simple telón de fondo, sino una fuerza que protege, acompaña y representa a quienes la habitan. Es, al mismo tiempo, obstáculo y emblema de la resistencia.

La Araucana se convierte, además, en un canto a la dignidad de los pueblos, al valor de los líderes y a la complejidad de una guerra que Ercilla vivó en gran parte. Decimos que un poema funda un pueblo cuando logra nombrar y condesar, en el campo de la épica o de la lírica, una imagen perdurable de lo que un pueblo ha sido y es. Con la palabra, forja una identidad, le da forma, la hace visible y es capaz de compartirla al mundo. Así como Grecia no sería la misma sin la Ilíada, o Italia sin la Divina Comedia, Chile encuentra en La Araucana una narración fundacional, que lo piensa, lo canta y lo identifica. ¿Qué sería de nosotros —los chilenos—, sin el poema de Ercilla? Un relato histórico, cantado para convertirse en un relato común, y en ese gesto, fundar una memoria compartida que aún nos interpela.

Sobre el Libro I y el origen de la guerra

El primer libro de La Araucana de Alonso de Ercilla, publicado en 1569, marca el inicio de este extenso poema épico que narra el conflicto entre los conquistadores españoles y los indígenas mapuches en la Guerra de Arauco. Compuesto por 15 cantos, esta sección introduce los principales personajes, las primeras batallas y

215 LILLO, Samuel. Ercilla y La Araucana, Santiago: Establecimientos gráficos Balcells & Co, 1928, p. 10.

los temas fundamentales que sostendrán el desarrollo posterior de la obra. A diferencia de otras crónicas de la conquista que enfatizan la superioridad española, Ercilla construye un relato más complejo, donde la guerra no es solo un enfrentamiento entre civilizaciones, sino la manifestación de un conflicto universal e incesante.

Desde sus primeras octavas, Ercilla establece el tono épico de su relato y se distancia de la tradición trovadoresca del amor cortés:

No las damas, amor, no gentilezas de caballeros canto enamorados, ni las muestras regalos y ternezas de amorosos afectos cuidados...216

Con este inicio, el poeta sitúa su obra dentro de la épica clásica, evocando La Ilíada, en la que Homero canta la cólera de Aquiles en lugar de relatos amorosos. Esta decisión estilística y temática refuerza la idea de que La Araucana es, ante todo, un poema de guerra, donde la lucha es el motor del mundo y la esencia de la humanidad, una perspectiva que recuerda a la visión filosófica de Heráclito: “Omnia secundum litem fiunt”, es decir, Todas las cosas son creadas a partir de la lucha217.

El primer libro establece los ejes narrativos que definirán la obra: la guerra como estructura central, la dualidad entre heroísmo y codicia, y la reflexión sobre la naturaleza del conflicto. El poeta introduce figuras que protagonizan los versos como Pedro de Valdivia, el gobernador español y los líderes mapuches Lautaro y Caupolicán, Andrés Hurtado de Mendoza, virrey del Perú y Francisco de Villagra, líder militar. Desde un principio, el autor exalta la valentía de los

216 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana, Libro I, Canto I, Octava 1, versos 1-4, ed. Luis Gómez Canseco (Madrid: Real Academia Española-Espasa, 2022), p. 35.

217 DE ROJAS, Fernando, La Celestina, prólogo en prosa, ed. Dorothy Sherman Severin (Madrid: Cátedra, 2001), p. 115.

guerreros indígenas, destacando su organización militar, su espíritu y tesón guerrero. Su campo semántico y la arquitectura métrica —y simétrica— de las octavas reales otorga a los mapuches un lugar protagónico en la historia, rompiendo con la visión predominante de la literatura de la conquista, que usualmente los retrataba como adversarios sin profundidad.

A lo largo de estos primeros quince cantos, Ercilla va trazando una línea narrativa que, lejos de limitarse a glorificar la empresa española, va tejiendo un vasto tapiz de escenas, personajes y batallas que exaltan la resistencia mapuche con una rigurosa progresión épica. El poema se abre con una solemne descripción del territorio chileno y el estallido de la rebelión de Arauco (Canto I), seguida por la calurosa elección del cacique Colocolo, narrada con lujo de detalles en un pintoresco verso, que se detiene no en la táctica propia de la guerra, sino en las pasiones, gestos y excesos de ella:

Así creció el furor que, derribando las mesas, de manjares ocupadas, aguijan las armas, desgajando las ramas al depósito obligadas; y de ellas se aperciben, no cesando palabras peligrosas y pesadas, que atizaban la cólera encendida con el calor del vino y la comida218.

Seguido del relato de la decisiva Batalla de Tucapel, donde cae el gobernador Pedro de Valdivia. En los cantos siguientes se acumulan las muertes de varios españoles y mapuches, en una atmósfera tensa de enfrentamientos crecientes. La confrontación alcanza un nuevo clímax con la Batalla de la Cuesta de Analicán,

218 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana, Libro I, Canto II, octava 20, Versos pp. 153-160.

consagrada en el canto V y cuyas consecuencias se extienden en los versos siguientes, marcados por el avance mapuche por el hostil territorio y la persistencia de la lucha armada.

El asedio culmina en el incendio y la destrucción de Concepción, mientras los caciques y señores se congregan en el Valle de Arauco para reforzar alianzas. Sin embargo, la acción no decae, nuevas batallas y celebraciones por las reñidas victorias, junto a la incondicional presencia de extranjeros que observan, con asombro, la nobleza del pueblo araucano. En el canto XI, Lautaro llega hasta las puertas de Santiago, donde es finalmente atacado por las tropas españolas. Los cantos finales atestiguan la introducción de refuerzos desde el Virreinato del Perú, con la llegada de Andrés Hurtado de Mendoza y nuevas tropas enviadas ante la amenaza araucana. Finalmente, en el canto XIV, se libra la batalla que culmina con la muerte de Lautaro a manos de Francisco de Villagra. El último canto sella el cierre del primer tercio del poema, con la retirada de los mapuches y una particular tensa calma que anticipa nuevos episodios del conflicto.

El poema no solo presenta la guerra como un enfrentamiento entre dos bandos, sino también como un conflicto interno dentro de cada uno de ellos. En el bando mapuche, la rivalidad entre Tucapel y Rengo refleja divisiones que amenazan la cohesión del pueblo. De manera similar, entre los españoles, Ercilla denuncia la avaricia y las luchas de poder que minan la unidad de los conquistadores. Como señala Bernal Herrera, “hay en ambos bandos fuerzas cohesivas y fuerzas dispersoras, y el predominio de las primeras está constantemente amenazado”219. En este sentido, la guerra en La Araucana se devela la profunda lucha interna dentro de cada uno de ellos, lo que otorga una singularidad que trasciende la mera glorificación de la conquista.

219 HERRERA, Bernal. “La Araucana: Conflicto y Unidad”, Criticón 53, 1991, p. 59.

Las descripciones de batallas, paisajes y personajes que dan vida al Libro Primero están llenas de dramatismo y belleza, lo que eleva la obra por sobre la crónica histórica, convirtiéndola en una pieza de gran valor literario. Como señala Herrera, “la casi omnipresencia de conflictos y oposiciones no fragmenta el texto, sino que le otorga una peculiar coherencia, una unidad basada en la tensión de opuestos que, sin anularse, generan una estructura mayor”220.

Aunque Ercilla aún no ha llegado a Chile y este primer libro lo narra desde fuera de los acontecimientos, utilizando relatos ajenos y una mirada distante, logra una profunda inmersión emocional que empapa cada canto. Su riqueza temática, su ambivalencia en la representación de los bandos y su estilo rítmico lo convierten en una pieza fundamental dentro del poema, cuyo valor radica tanto en su dimensión histórica como en su profundidad literaria.

Libro Segundo

El Libro II de La Araucana, compuesto por los cantos XVI al XXIX, representa uno de los momentos más intensos y reflexivos del poema. En sus páginas, Alonso de Ercilla combina escenas de batalla con episodios de diálogo, descripciones de estrategias militares y pensamientos filosóficos, con el objetivo de construir una visión profunda y a la altura de la complejidad del conflicto entre españoles y mapuches.

Lejos de limitarse a exaltar a los conquistadores, el autor dedica buena parte de su relato a reconocer el valor, la inteligencia y la dignidad del adversario indígena. Ya lo advierte en el prólogo “Y si alguno le pareciere que me muestro algo inclinado a la parte de los araucanos, (…) veremos que muchos no les han hecho ventaja y que

220 HERRERA, Bernal. “La Araucana: Conflicto y Unidad”, p. 65.

son pocos los que con tan gran constancia y firmeza han defendido su tierra contra tan fieros enemigos como son los españoles.221” Este reconocimiento de la gesta y la crudeza que caracterizan a la Guerra de Arauco no es una simple concesión retórica, sino una parte integral de la visión del mundo que subyace en la obra, culminando, además, en uno de los relatos más importantes de la historia de nuestro país.

Desde sus primeros versos, el poeta establece una continuidad temática con el libro anterior, pero el protagonismo lo toman por completo los líderes mapuches, quienes son representados no solo como guerreros valientes, sino también como grandes políticos.

Comienza el libro describiendo el arribo de los españoles a la costa del sur tras una dura navegación, marcada por condiciones climáticas inclementes, el cansancio y el desgaste de la tripulación. Si bien exhaustos, su llegada no pasa desapercibida: un relámpago que cae al suelo con vehemencia, alerta a los pueblos mapuches, iniciando los próximos eventos bélicos e instalando el poema en el corazón del conflicto.

Uno de aquellos episodios, que Ercilla retrata intercalando descripciones de la astucia y el oficio militar de los españoles con la admiración por la inteligencia estratégica de los araucanos, queda de manifiesto en el episodio del Valle de Ongolmo 222. Los líderes indígenas, reunidos en consejo, debaten sobre cómo enfrentar la amenaza hispana. Ercilla reproduce con atención sus argumentos, dejando claro que la guerra no se define solo por la fuerza, sino también por la capacidad de pensar tácticamente. En esta escena, los jefes mapuches sostienen distintas posturas, debatiéndose entre medidas cautelosas y otras más confrontaciones. Así lo grafica los siguientes versos:

221 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana, p. 13

222 Se cree que el Valle de Ongolmo se sitúa cerca de Concepción en la región del Biobío al sur de Chile.

“Mas conviene advertir, claros varones, para llevar las cosas bien guiadas, que nuestras exteriores intenciones vayan siempre a la paz enderezadas; mostrándonos de flacos corazones, las fuerzas y esperanzas quebrantadas y la tierra de minas de oro rica, cebo goloso en que esta gente pica.223”

Y continúa:

“Quizá por este término sacalla podremos del isleo sitio fuerte, y con fingida paz aseguralla trayéndola por mañana a la muerte; y sin rumor ni muestra de batalla abramos la carrera de tal suerte que venga a tierra firme, confiada en el seguro paso y franca entrada.224”

Ercilla presenta, entonces, repetidas veces, a los araucanos como políticos lúcidos y estrategas altamente capaces, rompiendo, una vez más, con la habitual representación del indígena como irracional e impulsivo.

Entre los líderes militares emergen figuras como la de Caupolicán, emblemática dentro del poema, quien personifica fuerza, autoridad y dignidad. Junto a él, también se destacan Tucapel, Millalauco, Rengo y Galvarino, entre otros. Cada uno de ellos con un rol clave en los diferentes episodios de resistencia.

Llama la atención, en este sentido, el detalle con que Ercilla retrata físicamente a los enemigos del Imperio español. No se trata de

223 DE, ERCILLA, Alonso. La Araucana, Libro II, Canto XVI, Octava 76, Versos 601-608, p. 408.

224 DE, ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro II, Canto XVI, Octava 77, Versos 609-616, p. 408.

descripciones genéricas ni despectivas, sino de retratos que refuerzan las cualidades heroicas de los toquis. Los presenta como fuertes, valientes y determinados, dignos rivales de los ejércitos europeos. En el caso de Caupolicán, Ercilla lo describe como un mozo: (...) de cuerpo grande y relevado pecho, hábil, diestro, fortísimo y ligero, sabio, astuto, sagaz, determinado (...)225

Si bien esta descripción, y la de otros toquis más, las realiza en el Libro I de manera detallada, a lo largo del poema continúa construyendo figuras como líderes, estrategas, soldados, patriotas, valientes y honorables, confirmando recurrentemente, la altísima admiración por los indígenas.

Testigo directo de sus hazañas, dignas de elogio e incluso más asombrosas que las de los propios conquistadores de Arauco, estos hombres desnudos –que casi sin armas, resistieron y vencieron en múltiples ocasiones a algunos de los soldados más famosos de Europa– eran, sin duda, dignos de dar a conocer al mundo. Aparece entonces, el coraje de los mapuches como una cualidad transversal al relato, detallada en varios episodios de batallas. En el asalto al fuerte de Penco (cantos XIX y XX), los araucanos escalan murallas, luchan cuerpo a cuerpo y logran entrar parcialmente en la fortificación. Aparecen en sus versos ensalzamiento de las figuras de Tucapel:

Ni las escenas picas ni pertrechos bastan puestas en contra a resistirle, ni los fuertes brazos ni robustos pechos que montones de gente y armas hecho rompe y derriba sin poder sufrirle, y aun, no contento desto, osadamente se arroja dentro en medio de la gente.226

225 DE, ERCILLA, Alonso. La Araucana, Libro I, Canto II, Octava 47, Versos 373-375, pp. 73-74.

226 DE, ERCILLA, Alonso. La Araucana, Libro II, Canto XIX, Octava 33, Versos 258-264, p. 463.

Sin embargo, el poeta soldado no construye un relato exclusivamente bélico. A lo largo de este libro, introduce pausas que dan respiro al lector y permiten otras formas de comprensión del conflicto. Una de ellas es el paralelismo con la historia europea, como en el canto XVIII, donde narra la Batalla de San Quintín, ganada por Felipe II. Este episodio no es fortuito, sino que al contar que los araucanos atacaban mientras, simultáneamente, el rey triunfaba en Europa, Ercilla busca insertar la Guerra de Arauco dentro del contexto imperial más amplio, y resaltar la magnitud del desafío que enfrentan los conquistadores en América.

Por otro lado, en medio de estos momentos de guerra y reflexión, aparece uno de los pasajes más hermosos: la historia de Tegualda (canto XX). Esta joven mapuche, en medio de los cuerpos caídos tras la batalla, se acerca a Ercilla para pedirle que la deje llevarse el cuerpo de su marido para poder enterrarlo. Con una tristeza desgarradora, le narra su historia de amor y pérdida con la que el poeta se conmueve y la ayuda a buscar, entre los mutilados y ensangrentados cuerpos, el de su marido. Este episodio, que recuerda escenas clásicas como la súplica por Héctor de Príamo a Aquiles, introduce un tono íntimo, trágico y compasivo, propio de las guerras, en las que el lado humano aflora a pesar de todo.

Similar a esta historia, es la de Glaura, quien también lamenta la batalla y muerte de su esposo. Además en el Libro III, Ercilla incorporará dos figuras femeninas fundamentales: Guacolda, compañera fiel de Caupolicán, y Fresia, quien protagoniza una escena de fuerte carga simbólica al lanzar a su hijo a los pies del toqui condenado, rechazando que su hijo herede la vergüenza de un padre vencido. Estas mujeres, cada una a su modo, dan voz al dolor, la lealtad y la resistencia incluso silenciosa del pueblo mapuche, completando el retrato humano del cruel enfrentamiento.

A diferencia de los dos primeros libros, el tercero y último de La Araucana marca un giro significativo en el desarrollo del poema. Si bien aún se narran episodios bélicos, que son el alma de cada uno de los cantos, el relato comienza a abandonar progresivamente el vertiginoso ritmo de las crudas y sangrientas batallas para abrir paso a una reflexión más profunda y alegórica. Nos encontramos con un Ercilla inmiscuido por completo como personaje y testigo de los hechos, que transforma la voz épica en un canal de reflexión moral y filosófica. El poeta decide distanciarse de la crónica de guerra para convertirla en una meditación sobre el heroísmo, la fuerza y el sentido mismo de la conquista de Arauco.

Lo que distingue a este libro no es necesariamente el desenlace –que en realidad continuaría por siglos– sino el modo en que Ercilla los presenta, desde un lugar de introspección, desilusión y juicio.

En estos últimos cantos es donde el poeta resume la transformación más increíble del poema, pues la épica se vuelve conciencia y el narrador deja de cantar la guerra para pensarla.

La guerra del cielo derivada y en el linaje humano transferida, cuando fue por la fruta reservada nuestra naturaleza corrompida; por la guerra la paz es conservada y la insolencia humana reprimida; por ella a veces Dios el mundo aflige, le castiga, le encomienda y le corrige.227”

Acercándose al final del poema, La Araucana adopta un tono más introspectivo y fragmentario, que lo distingue notablemente de lo que nos venía relatando. Si al inicio predominaba la fuerza y

227 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana, Libro III, Canto XXXVII, Octava 2, Versos 9-16, p. 812.

el enfrentamiento, en esta última parte, el foco se desplaza hacia la ruina de los grandes héroes y la descomposición de la gesta. La muerte de los líderes mapuche y el paulatino desgaste de ambos bandos introducen una atmósfera de caos y resignación. La épica se tiñe de duelo, y la narrativa, lejos de estancarse, encuentra en esta transformación un nuevo espesor simbólico.

Digo que los combates, aunque usados, por corrupción del tiempo introducidos, son de todas las leyes condenados y en razón militar no permitidos, salvo en algunos casos reservados que serán a su tiempo referidos, materia a los soldados importante, según que lo veremos adelante 228 .

La figura de Caupolicán, que como hemos visto, ha sido hasta entonces un emblema de fuerza y dignidad, es ahora mostrada en su dimensión más humana. Prisionero, traicionado y vencido, mantiene su altivez hasta el último momento, convirtiéndose en una figura trágica. Su ejecución, narrada con sobriedad y respeto, revela no sólo la caída de un relevante líder, sino el agotamiento de un ciclo heroico. Ercilla ya no canta las gestas para celebrar la conquista, sino que observa, casi con dolor, el costo que deja tras de sí la violencia.

En este libro también se hace más patente la presencia del propio poeta como personaje. Ya no es únicamente testigo de los combates, sino protagonista de un peregrinaje físico y moral. El relato se desplaza hacia regiones inhóspitas y se adentra en territorios casi oníricos: montañas escarpadas, climas adversos, pasajes que más que geográficos parecen mentales. Esta deriva hacia lo

228 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana, Libro III, Canto XXX, Octava 8, Versos 57-64, p. 691.

desconocido, acompañada por la fatiga y el silencio, sustituye el estruendo de la guerra por una experiencia de supervivencia y reflexión.

El libro se cierra con una digresión de carácter político e imperial. El foco se aleja del conflicto araucano y se vuelve para mirar hacia el viejo continente, Europa. Hacia la figura de Felipe II y su poder sobre Portugal. Este cambio, lejos de ser una ruptura, es coherente con la ambición totalizante del poema. Ercilla no escribe únicamente sobre Chile ni sobre los mapuches: su mirada está anclada en una concepción imperial del mundo, donde lo local comienza a degradarse en lo global y lo épico sirve tanto para narrar como para justificar. Con ello, La Araucana se despide no solo como un poema de guerra, sino como una meditación sobre el poder, la historia y la escritura misma.

Conclusiones

Al cierre de los 33 cantos y 2628 octavas reales que componen el libro, La Araucana no ha narrado solo la guerra, sino que ha esculpido en versos la memoria de un pueblo naciente. Su grandeza radica en haber sabido captar y entintar, con altura poética y lucidez política, la complejidad de un conflicto sin reducirlo a un simple enfrentamiento entre vencedores y vencidos.

Ercilla escribe con la pluma del soldado y la conciencia del poeta, entretejiendo en su relato la grandeza de los mapuches, el desconcierto del conquistador y el vértigo de un mundo que se abría ante Europa indómito y desconocido. En esa encrucijada, el poema no funda un mito de origen ingenuo, sino una tradición crítica que interpela tanto al pasado como al presente.

Volvamos a ese soneto anónimo que lo instala en la cumbre del Parnaso junto a Homero, Virgilio, Ariosto y Tasso. No es un gesto

retórico, es un reconocimiento merecido. La Araucana pertenece a este linaje porque, como ellos, Ercilla supo transformar la materia bruta de la historia en canto duradero. No imitó a los antiguos; dialogó con ellos desde un territorio nuevo, desde las entrañas de un conflicto vivo, creando un lenguaje propio para decir lo que nunca antes se había dicho. Su canto resuena hasta hoy, en ese eco persistente. Chile, nuestro querido Chile, se nombra y se reconoce.

Argumento de La Histórica Relación del Reyno de Chile

La Histórica Relación del Reyno de Chile supone el primer relato escrito y visual de nuestro país. Publicada en 1646 durante su viaje en busca de misioneros a Europa, Alonso de Ovalle no solo ofreció una detallada descripción del territorio, sino que también plasmó con sensibilidad la majestuosidad de sus paisajes y la riqueza de su naturaleza. Conocía en primera persona, como pocos, la inmensidad de la cordillera de los Andes, la vastedad de las pampas y la frondosidad de los bosques, así como la diversidad de su flora y fauna. A través de su relato, Chile, uno de los territorios americanos más aislados de Imperio Español, emergía como una tierra remota y desafiante, donde la geografía imponía sus condiciones y moldeaba la vida de sus habitantes.

Escritor infatigable, además de sus muchos quehaceres durante su estadía en el viejo continente redacta un famoso documento llamado “Memorial” 229, en el que narra la experiencia de sus viajes.

* Licenciada en Historia y en Educación con varios años de experiencia de trabajo como profesora de asignatura de Historia y Ciencias Sociales en distintos tipos de establecimientos educacionales escolares. Hoy se desempeña como investigadora del período virreinal y docente universitaria.

229 El llamado “Memorial”, escrito por Alonso de Ovalle en 1642, es un documento dirigido al Procurador General de la Compañía de Jesús en Roma y al rey Felipe IV de España donde representa la necesidad de misiones que hay en el Reyno de Chile y se anticipa la elaboración de un escrito más profundo y detallado, como lo es luego la Histórica Relación.

Establecido en Roma, y dirigido a un público que desconocía por completo el Reino de Chile, complementa su texto con descriptivas ilustraciones encargadas a un artista local. Las cuatrocientas treinta y siete páginas de texto escrito que componen la Histórica Relación en su versión en castellano deben entenderse a la luz de las veintiuna ilustraciones 230 para las que Ovalle desarrolla una particular indicación sobre cómo futuros editores debieran correctamente, disponerlas y presentarlas.

El mismo año de publicación, este texto se distribuye en dos versiones: una en castellano y la otra en italiano, siendo esta última un poco más corta. En su edición príncipe u original, específicamente en el prólogo, Ovalle señala que el desconocimiento que encontró en Europa respecto a las tierras chilenas lo obligaron a contextualizar la obra, una que en principio sólo se referiría a la misión de la Compañía de Jesús. De un total de ocho libros, los seis primeros tienen como propósito el presentar el territorio y así convencer a los misioneros de acompañarlo a Chile y apoyarlo en sus tareas religiosas. Con una pluma agraciada y con apasionantes descripciones también de su historia, Ovalle logra nombrar y, por ende, otorgar identidad a este largo y angosto territorio del mundo llamado Chile. Argumento escrito

En La Histórica Relación del Reyno de Chile cada libro desarrolla una temática diferente. Tiene en total ciento treinta y cinco capítulos de entre tres y cinco páginas cada uno, distribuidos en forma dispar. Considerando la estructura de la obra, los primeros libros entregan coordenadas de dónde se ubica el Reino de Chile, qué se encuentra en él, cómo son sus habitantes; luego, la historia desde Colón hasta

230 DE OVALLE, Alonso Histórica Relación del Reyno de Chile, Santiago: Universitaria, 1969, p. 7.

el presente del autor (1646) y posteriormente la Compañía de Jesús y sus logros en este territorio.

Específicamente, los libros I y II están consagrados a la geografía de Chile y se titulan respectivamente “De la naturaleza y propiedades del Reino de Chile” y “De la segunda y tercera parte del Reino de Chile”.

En el primero, describe el clima, ubicación y estaciones. Presenta la cordillera de los Andes que llama “Cordillera de Chile”, describe los volcanes y minerales que se puede encontrar en ella (en cuanto a los metales preciosos de oro y plata, y, citando recurrentemente al cronista Antonio de Herrera 231, la relaciona con otra cordillera que describe, caracteriza ambas en su morfología y relata cómo se la puede recorrer y cruzar. La “comenzamos a subir desde la orilla del mar, que dista hasta su pie más de quarenta leguas” y “es tan grande, que gastamos tres o quatro dias en la subida a la cumbre más alta, y otros tantos en las bajadas” (Libro I, cap. 5). Se explaya sobre la nieve, la nitidez del aire y de los arcoíris que se dibujan en sus laderas. Le llama la atención los efectos de la altura sobre la respiración y salud de quienes la suben, describiendo no sólo el mal de altura sino también los particulares movimientos telúricos, tanto de estas latitudes como también más al norte, en Perú. Destacan en el relato bellas expresiones narrativas con que Ovalle maravilla a su lector. Expresiones como “vamos por aquellos montes pisando nubes” (Libro I, cap. 5) o descripciones del día después de aquellos días lluviosos donde las montañas “hacen una vista, que aun a los que nacemos allí, y estamos acostumbrados a ella, nos admira, y da motivos de alabanzas al Creador, que tal belleza pudo crear” (Libro I, cap. 5). En este primer libro Ovalle también refiere a los puertos, los ríos, los lagos, los valles, las aves, los peces, la fertilidad, el cielo 231 Antonio de Herrera y Tordesillas (1559-1625) ejerció el cargo de Cronista Mayor de las Indias bajo los reinados de Felipe III y Felipe IV. Al contar con acceso irrestricto a todos los papeles originales y relatos de los conquistadores, escribe una muy célebre obra titulada “Célebre obra Historia General de los hechos de los castellanos en las Islas y tierra firme del mar Océano”.

y los árboles, terminando con la descripción de aquel “prodigioso árbol, que en forma de Crucifijo nació en una de las Montañas de Chile” (Libro I, cap. 23).

El Libro II, algo más breve en extensión que el primero, considera siete capítulos en total. Describe los territorios alternativos al valle central, enfocándose en las islas y la Tierra del Fuego, por separado, en la provincia de Cuyo, sus confines y las pampas, a los estrechos de Magallanes y San Vicente y al comercio con las Filipinas, además de a las armadas “que se han perdido y otras que han pasado por el Estrecho de Magallanes” (Libro II, cap. 5).

De los habitadores del Reyno de Chile” habla el Libro III. Mediante recurrentes referencias a la Biblia y a Antonio de Herrera, explica de manera bastante genérica el aspecto social de este territorio: se explaya en el origen de los primeros pobladores de América y destaca su antigüedad. Llama la atención que el autor dedica dos capítulos completos (casi tres) a exponer “el ánimo, valentía y nobleza de los indios de Chile” comenzando por decir que “los Indios de Chile a boca de todos los que los conocen, y han escrito de ellos [son] de los más valerosos, y más esforzados guerreros de aquel tan dilatado mundo” (Libro III, cap. 2), refiriéndose no sólo a las dificultades que esta gallardía impone a la conquista española, sino que narrando además estos “invencibles ánimos, habiéndolos tenido de acero contra los Reyes Ingas” (Libro III, cap. 2). Si describe costumbres y usos culturales de los habitantes del reino lo hace más bien de forma genérica, diferenciando entre las sociedades que habitan en lo que llama “las Yslas de Chile” (sic), de las de Cuyo, que estarían más hacia el oriente, al otro lado de la cordillera 232 .

232 DE OVALLE, Alonso Histórica Relación del Reyno de Chile, Libro II, cap. 5.

El Libro IV relata el descubrimiento de América y de Chile. Se titula “De la entrada de los españoles en el Reyno de Chile” y es significativamente más largo que los dos anteriores, alcanzando la misma extensión que ambos juntos. El relato se instala en los albores de esta nación, elaborando una interpretación sobre el descubrimiento y la conquista como dos gestas diferentes, siendo la primera un simple avistamiento o reconocimiento y dejando para el segundo una acción de asentamiento y colonización. Luego de poner en contexto el territorio americano y la ubicación del continente respecto a Occidente desde un punto de vista filosófico y teológico, relata en detalle el proceso y significancia de los viajes de los diferentes conquistadores. Desde Cristóbal Colón y Hernán Cortés, hasta Vasco Núñez de Balboa, Francisco Pizarro y Diego de Almagro.

“De la Conquista y fundación del Reyno de Chile” trata el Libro V que relata, en 24 capítulos, desde la entrada de las huestes de don Pedro de Valdivia al territorio nacional en 1541 hasta el gobierno y muerte de don Melchor Bravo de Saravia 233, en 1577. Sin mucho énfasis en los años, en este libro Alonso de Ovalle hace una rica descripción de la fundación de la ciudad de Santiago y de múltiples aspectos que caracterizaron esta primera “sociedad chilena” como lo son el político, social, cultural y religioso. La consolidación de la conquista con los periplos de Valdivia en el Perú, así como con la fundación de ciudades en la zona sur, hasta su muerte en manos de Lautaro, terminando con el alzamiento de Caupolicán, y los posteriores sucesos respecto a la guerra, hasta la fecha indicada.

El Libro VI está dedicado a la Guerra de Arauco y a la gran rebelión indígena de 1598, por lo que lo titula “En que se contienen varios sucesos de la guerra en tiempos de los otros gobernadores

233 Militar español que destaca por su labor administrativa en el Virreinato del Perú y en Chile. Fundó la Real Audiencia de Concepción en 1565 que, si bien fue suspendida a los pocos años, es un ejemplo de intento de gobernabilidad y ejercicio de soberanía española sobre el territorio.

de Chile que sucedieron a los pasados”. Sorprende el nivel de detalle con que refiere a cada episodio de dicho conflicto con significativamente pocas fuentes a las que consultar. Cayencura, Anteleuo, Guepotaen, Millalermo, Nangoniel, Cheuquetaro y Cadeguala son algunos de los caciques que se enfrentan belicosos a españoles en trágicas batallas: todos hechos que relata el sacerdote con admirable lucidez. Se detiene, más adelante, en los períodos de paz que terminan abruptamente en los enfrentamientos de Tucapel y Curalaba, dando paso al Libro VII, que refiere finalmente a la política jesuita llamada «guerra defensiva» contra los indios y a la historia de los gobernadores del Reino hasta 1646. Este libro lo titula “De los sucesos, y estado del Reyno de Chile hasta el último Gobernador que ha tenido” y es el último de los que contextualiza la labor de la Compañía en estas latitudes.

Por último, el Libro VIII el más largo de todos, supone casi un cuarto del total del texto de la obra. Titulado “Del principio y progresos que ha tenido la fe en el Reyno de Chile”, Ovalle busca demostrar el esfuerzo de la Iglesia de consolidar el cristianismo y justificar la empresa colonial desde una perspectiva religiosa 234 . Dedicado a la historia del cristianismo y especialmente a la de la Compañía de Jesús en Chile, si se considera que el título completo de la obra es “Histórica Relación del Reyno de Chile y de las misiones y ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús” se entiende este último libro como la coronación de la obra. En particular, escribe sobre los primeros misioneros y la evangelización principalmente franciscana, mercedaria, dominica y jesuita, las principales dificultades u obstáculos en la conversión, como la resistencia cultural de los mapuches, las guerras constantes y la falta de recursos para sostener las misiones. La expansión de la Iglesia y fundación de doctrinas, explican cómo se establecieron parroquias, colegios y

234 CASANUEVA, Fernando “Las imágenes de un texto colonial: La Histórica Relación del Reyno de Chile del padre Alonso de Ovalle S.J.” pp. 393-408 en sitio web Open Edition Books en enlace web https://books. openedition.org/pufr/person/6344 consultado el 23 de enero de 2025.

conventos en distintas ciudades, promoviendo la educación religiosa y la catequización de indígenas y mestizos. Culmina con ejemplos de santos y mártires, considerados como casos de sacrificio, entrega y compromiso con la difusión de la fe cristiana. Relata situaciones de intervención divina y milagros que, como en otras partes de su obra, el autor interpreta como pruebas del favor divino hacia la labor evangelizadora.

Argumento visual

Las ilustraciones de La Histórica relación del Reyno de Chile de Alonso de Ovalle son una parte fundamental de la obra, ya que ofrecen una representación visual del territorio y aspectos clave del reino. Los cincuenta y seis grabados tienen un propósito tanto descriptivo como propagandístico, ayudando a los lectores europeos a imaginar Chile. Elaborados como encargo por el florentino Antonio Tempesta, se estructuran de la misma forma que el texto de la Histórica Relación: proporcionando información geográfica e histórica, construyendo una imagen de Chile que enfatiza su riqueza, su naturaleza salvaje y su importancia dentro del Imperio Español.

Sin duda la ilustración más famosa de la obra es el mapa de Chile, uno de los primeros que se confeccionan de este territorio. Aunque con algunas imprecisiones, representa el territorio chileno desde el Desierto de Atacama hasta el Estrecho de Magallanes, destacando ciudades, ríos, montañas y poblaciones indígenas. Destaca además el plano de la ciudad de Santiago, con su disposición urbana, calles en cuadrícula, la Plaza de Armas en el centro y edificios importantes como la catedral y el cabildo. Luego están los paisajes y escenas de la naturaleza chilena, así como de la Guerra de Arauco, mientras que una considerable proporción, veintiuna escenas en total, exhiben figuras ecuestres o retratos de sus gobernadores mencionados

en los libros V, VI y VII. En todas ellas, el autor en conjunto con el artista, destaca al estilo manierista el aspecto caballeresco de los mismos, reflejando el carácter guerrero tanto del reino en sí como de sus fundadores.

Alonso de Ovalle y su Histórica Relación del Reyno de Chile representan un pilar fundamental para la historiografía chilena. Esta obra pionera no solo fue la primera crónica impresa dedicada íntegramente a Chile, sino que también legó un invaluable testimonio de la vida, costumbres e historia del reino durante el siglo XVII por medio de su detallada descripción que proporciona una ventana única al pasado colonial de nuestro país.

La Araucana: La pluma como gesta.

Escritura, estilo y métrica

Francisca

1. Escritura: la palabra

Estamos ante una de las joyas literarias de la historia de Chile, una fuente histórica y épica sin parangón. La Araucana, de Alonso de Ercilla, no es solo un poema épico, sino también una crónica única y literaria de la conquista del Reino de Chile, escrita desde la experiencia del propio autor. Publicada en tres partes (1569, 1578 y 1589), la obra se configura como un relato en primera persona que fusiona crónica, ficción y autobiografía. Desde el inicio, Ercilla se vale de estrategias discursivas –el empleo del “yo” testigo y protagonista, la descripción minuciosa de escenarios y batallas, y la inclusión de personajes históricos con nombres y gestas reconocibles– para dotar a su relato de una verosimilitud que lo eleva más allá de la mera narración de hechos. El poema presenta una estructura fragmentaria en la que la narración de los hechos se alterna con digresiones filosóficas, elogios y reflexiones sobre la guerra y el destino.

* Es Licenciada en Historia y magister en Patrimonio Cultural por la Pontificia Universidad Católica. Tiene experiencia como ayudante de Cátedra de Historia de Chile decimonónico y gestión del patrimonio en el Museo Nacional de Bellas Artes y Museo Histórico Nacional. Es investigadora en distintos proyectos que está llevando a cabo el Laboratorio de Humanidades de la Universidad San Sebastián.

Ercilla, como testigo ocular de los acontecimientos, construye un relato que oscila entre la crítica y la admiración por el pueblo mapuche, a quienes presenta como héroes dignos de la pluma épica. En este sentido, La Araucana se desmarca de otras crónicas de la conquista por su intención de exaltar la valentía de los oponentes españoles, en un gesto literario que recuerda la nobleza de los antiguos relatos homéricos, en los que, de seguro el poeta buscó inspiración.

A diferencia de las crónicas tradicionales de la conquista, La Araucana no se limita a consignar hechos desde una perspectiva documental, sino que transforma la gesta en una narración épica con un claro propósito literario. En este sentido, la obra se inscribe en una tradición híbrida que combina elementos de la historiografía renacentista con los recursos propios de la epopeya clásica. Mientras que los cronistas de Indias, como Pedro Cieza de León o Gonzalo Fernández de Oviedo, buscaban ofrecer relatos detallados sobre la conquista con un tono más pragmático, Ercilla estiliza los acontecimientos y les imprime una carga poética que los dota de una dimensión casi mítica. De esta manera, la frontera entre historia y ficción se vuelve difusa, lo que permite al autor exaltar no solo la figura de los conquistadores, sino también la de sus adversarios, elevando a los guerreros mapuches a un nivel comparable al de los héroes homéricos.

El papel del narrador en el poema de La Araucana también resulta clave en la construcción del relato. Al situarse en el centro de la acción, Ercilla no solo se presenta como testigo de los hechos, sino como un actor que participa activamente en la trama y en la historia que se dispone a cantar 235. Su voz no es la de un mero observador, sino la de alguien que experimenta directamente la crudeza de la guerra y la complejidad del en -

235 INVERNIZZI SANTA CRUZ, Lucía. “Ercilla, narrador de La Araucana,” Reescritura de La Araucana, http:// www.reescrituradelaaraucana.uchile.cl/?page_id=302, consultado el 9 de marzo de 2025.

cuentro entre estos dos mundos. Este uso del “yo” responde a los principios del humanismo renacentista, en el que la experiencia personal se erige como fundamento del conocimiento.

Sin embargo, lejos de adoptar una postura unilateral, el poeta se posiciona en un punto intermedio entre la admiración y la crítica, oscilando entre el elogio a la valentía mapuche y la reflexión sobre la violencia de la conquista. Este vaivén entre la épica y la meditación moral convierte a La Araucana en una obra de múltiples capas, donde la palabra no solo narra la gesta, sino que también la problematiza.

2. Estilo

El estilo de La Araucana está profundamente influenciado por la tradición de la épica renacentista y por modelos como La Eneida de Virgilio y Orlando furioso de Ariosto. La obra se caracteriza por un tono solemne, abundancia de descripciones y el uso de figuras retóricas que engalanan y ornamentan la grandeza de los acontecimientos narrados.

Ercilla emplea la hipérbole para magnificar la valentía de los mapuches:

Con furia y rabia entrambos acometen, y al primer golpe se dividen fieros, tiemblan los montes, los cielos se estremecen, los ríos mudan curso prisioneros236.

Aquí, la exageración del impacto del combate trasciende lo humano y se inscribe en lo cósmico. La personificación también es recurrente, dotando a los elementos naturales de emociones que intensifican el drama bélico. Otro rasgo estilístico clave es la

236 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana, ed. Isaías Lerner. Madrid: Cátedra, 1993, canto I, vv. 30-35.

intertextualidad. Ercilla inserta referencias mitológicas y clásicas, elevando la gesta de los mapuches al nivel de las grandes epopeyas de la Antigüedad. Por ejemplo, la comparación entre Caupolicán y Hércules sugiere un paralelismo entre la tenacidad indígena y los trabajos heroicos del semidios griego237.

La influencia de La Eneida se percibe en la solemnidad del tono, la grandilocuencia del lenguaje y el uso de profecías para proyectar el futuro del naciente Chile dentro del imperio español. Como en la epopeya virgiliana, Ercilla alterna la acción bélica con momentos de reflexión filosófica, dotando la narración de una dimensión trascendental. Por su parte, Orlando furioso se hace presente en la fragmentación narrativa, la introducción de episodios maravillosos y el gusto por la exageración épica. Ercilla, como Ariosto, comienza el poema “…de un modo insólito diciendo no lo que va a cantar sino lo que no va a cantar.238” Del mismo modo, intercala escenas de guerra con digresiones líricas, logrando un equilibrio entre la solemnidad y una visión más ambigua del heroísmo.

Como mencionamos, uno de los aspectos más notables del estilo de La Araucana es la manera en que la naturaleza se convierte en un personaje más de la epopeya. Ercilla no solo describe el paisaje andino como un telón de fondo para la acción, sino que lo empapa de protagonismo en la narración. Las montañas, ríos y bosques reaccionan ante la guerra: los cielos se nublan y oscurecen, las aguas se agitan y la tierra tiembla, magnificando la intensidad de los enfrentamientos. Estos recursos no solo aumentan el dramatismo de la obra, sino que también enfatizan la hostilidad del territorio, presentando a Arauco como un escenario agreste y desafiante, digno de esta gran gesta heroica.

237 MONTANER, Alberto. Ercilla y la tradición épica. Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2000, p. 78.

238 GOIC, Cedomil. “La Araucana de Alonso de Ercilla: unidad y diversidad,” Cervantes Virtual, “La Araucana” de Alonso de Ercilla : unidad y diversidad | Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes consultado el 21 de marzo de 2025.

En escura tiniebla el cielo envuelto, la furiosa tormenta esforzaba; agua, piedras y rayos todo envuelto en espesos relámpagos lanzaba. El araucano ejército revuelto por acá y por allá se derramaba; crece la tempestad horrenda tanto que a los más esforzados puso espanto239

La manera en que el entorno parece responder a los combates recuerda el uso del locus terribilis en la épica clásica, donde la naturaleza misma se alinea con los desafíos de los protagonistas, en contraposición al ambiente pasivo e ideal del locus amoenus. Además, como señala Sarah Dichy-Malherme, Ercilla no solo actúa como narrador o —como se le ha reconocido posteriormente—, como historiador, sino también como geógrafo, trazando una representación del territorio chileno que, si bien se inscribe dentro de una perspectiva colonial, resalta la grandiosidad y el carácter formidable de la tierra y su pueblo. De este modo, el poeta eleva el paisaje a la categoría de protagonista en la obra, destacando la magnitud de su entorno como una fuerza inherente a los acontecimientos narrados240.

A pesar de su carácter marcadamente épico, La Araucana no es un relato monolítico de glorificación guerrera, sino que también incorpora pasajes de notable lirismo. Ercilla intercala escenas de combate con episodios de contemplación y melancolía, en los que la voz poética se aleja momentáneamente del fragor de la batalla para reflexionar sobre la naturaleza del destino, la fugacidad de la gloria y el sentido último del conflicto241. Estos pasajes per-

239 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana. Santiago: Editora Documenta República de Chile, 2016, p. 96.

240 DICHY-MALHERME, Sarah. “El primer canto de La Araucana: una cartografía épica de Chile.” Criticón 103, 2008, pp. 85-104.

241 EGIDO, Aurora, Épica y conflicto en la literatura del Siglo de Oro. Madrid: Gredos, 1995, p.112.

miten matizar la visión de la conquista, alejándose de una lectura simplista de héroes y villanos. En este sentido, el poeta sigue la tradición de los grandes épicos renacentistas, como Ariosto y Tasso, quienes introducían momentos de pausa dentro de la narrativa bélica para dotar a sus obras de una mayor complejidad emocional y simbólica.

3. Métrica: el arte de la octava real

En La Araucana , la estructura métrica juega un papel fundamental en la articulación de la intensidad épica de la obra, permitiendo que el relato se desarrolle con fluidez y profundidad. Como mencionamos, Ercilla emplea octavas reales, una forma poética que consiste en estrofas de ocho versos endecasílabos con rima consonante ABABABCC 242. Este esquema le otorga al poema un ritmo armonioso, favoreciendo la alternancia entre la narración y la reflexión sin que se pierda la fuerza épica. La disposición de la rima, con la alternancia ABABAB, genera una constante que no interrumpe el relato, mientras que la rima final CC refuerza a la contundencia de las imágenes y el dramatismo de la narración.

El endecasílabo, característico de la poesía renacentista, permite una gran flexibilidad en la expresión, ya que ofrece diversas combinaciones de acentos y pausas que potencian la musicalidad del verso. En este sentido, Ercilla logra equilibrar momentos de gran dinamismo, como las escenas de guerra, con intervalos de reflexión más pausados. Así, el verso se adapta a las demandas

242 El endecasílabo es un verso compuesto por once sílabas métricas, caracterizado por su flexibilidad en la distribución de acentos y pausas, lo que lo hizo especialmente apreciado en la poesía renacentista. Las octavas reales, estrofas formadas por ocho endecasílabos con rima consonante en el esquema ABABABCC, se originaron en la tradición poética italiana, popularizándose en las obras épicas de autores como Dante Alighieri, y fueron adoptadas por poetas europeos para narrar grandes gestas heroicas.

del contenido, creando un ritmo que acompaña las fluctuaciones emocionales y temáticas de la obra. Este recurso es clave para el desarrollo narrativo y para la manera en que se presentan los conflictos de la epopeya.

La disposición métrica de las octavas reales también tiene un papel esencial en la construcción del tono épico. La rima alternada (ABABAB) asegura que la narración avance sin interrupciones, mientras que los dos últimos versos, en rima CC, crean una sensación de resolución y cierre. Esta característica permite que los momentos de mayor intensidad, como las batallas y enfrentamientos, se vean subrayados por una estructura que acentúa la magnitud de esos eventos dentro de la obra. La octava real, entonces, no solo otorga una sonoridad única a la obra, sino que refuerza la atmósfera de lucha, desafío y heroísmo que atraviesa todo el poema.

Un ejemplo de la aplicación de la octava real en La Araucana se puede encontrar en los primeros versos del Canto I, cuando Ercilla describe la geografía de Chile de manera meticulosa, detallada y única. El poeta utiliza esta estructura para ofrecer una cartografía literaria que refleja tanto la magnitud como las dificultades del territorio chileno:

Es Chile de norte sur gran longura, (A) costa del nuevo mar, del Sur llamado; (B) tendrá del leste a oeste de angostura (A) cien millas, por más ancho tomado; (B) bajo el polo Antártico en altura (A) de veinte y siete grados, prolongado (B) hasta do el mar Océano y chileno (C) mezclan sus aguas por angosto seno. (C)243

243 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Madrid: Real Academia Española, 2022, p. 37.

Este fragmento muestra cómo al poeta utiliza la octava real para describir no solo la geografía del territorio, sino también para dotar de solemnidad a su relato. El ritmo fluido y las rimas entrelazadas refuerzan la importancia de esta descripción, subrayando la magnitud del espacio que va a ser escenario de los enfrentamientos entre los colonizadores y los pueblos indígenas.

La elección de esta forma métrica por parte de Ercilla no es casual. Siguiendo el ejemplo de poetas italianos como Ludovico Ariosto y Torquato Tasso, quienes utilizaron la octava real en sus epopeyas, el autor adapta esta tradición literaria de prestigio a la realidad americana y a los conflictos que narra. La métrica le otorga a La Araucana la solemnidad de una gran epopeya, al tiempo que permite que el poema dialogue con las particularidades del contexto chileno y la lucha entre los colonizadores españoles y los pueblos originarios.

Además, el endecasílabo, con su musicalidad y flexibilidad, permite a Ercilla manipular los ritmos internos del verso. La alternancia de momentos de gran violencia con otros más introspectivos está determinada por las pausas y acentos que se producen dentro del propio verso. La métrica se convierte así en una herramienta esencial para dar ritmo a las tensiones que atraviesan la obra, desde las batallas entre los españoles y los araucanos hasta la reflexión sobre la naturaleza y la resistencia de la tierra.

A modo de conclusión, la escritura, el estilo y la métrica de La Araucana no solo estructuran la narración, sino que potencian el tono épico de la obra, amplificando tanto la acción como la reflexión. La octava real, con su ritmo fluido y su sonoridad controlada, contribuye a la construcción de una obra que, a través de su forma, refuerza el contenido y el sentido de las batallas, los valores y los contrastes que Ercilla busca transmitir.

En definitiva, el carácter musical y performativo de La Araucana se revela en el acto de “cantar” el poema, práctica que trasciende

la mera lectura para transformarse en una experiencia oral capaz de transmitir la fuerza y el dramatismo de la gesta. La cadencia del endecasílabo, combinada con la estructura de la octava real, genera un ritmo inherente que no solo facilita la memorización y la transmisión oral, sino que también intensifica el impacto emocional y épico de la narración. Esta musicalidad, legado de la tradición renacentista, convierte cada recitación en una invitación a revivir la historia y a conectarse con la esencia de la epopeya. Volvamos a “cantar” La Araucana.

El mundo de la obra:

Asedios a «La Araucana» de don Alonso

de Ercilla en los siglos XVI y XVII

La publicación y alcance que han tenido nuestras obras coloniales sigue siendo una fuente inagotable de conocimiento y de interés, como lo demuestra a nivel internacional la edición de La Araucana, a cargo del especialista Luis Gómez Canseco. Publicada en la colección Biblioteca Clásica de la Real Academia de la Lengua Española 245, esta incluye los ciento once títulos más importantes de nuestro idioma. A nivel nacional, se puede observar en la colección Letras del Reino de Chile246 que dirige el académico Miguel Donoso Rodríguez, un esfuerzo similar con la recopilación de nuestros textos

* Doctor en Historia por la Universidad San Pablo CEU (Madrid). Sus últimas investigaciones han estado relacionadas a la historia y filosofía de la educación, así como a la historia política. Actualmente se desempeña como director de la Escuela de Humanidades de la Universidad San Sebastián.

244 El autor agradece los comentarios de Rodrigo Arriagada (USS) y de Manuel Salas (Universidad de los Andes).

245 Real Academia Española. 2022. La Araucana. Edición, estudio y notas de Luis Gómez Canseco. Madrid: Real Academia Española – Espasa.

246 A esta altura se han publicado ocho volúmenes y se espera que sigan publicándose más.

coloniales más importantes. Estás ediciones de fuentes históricas y literarias, han sido transcritas con criterios filológicos modernos a los que se le han sumado estudios preliminares, textuales, glosario de personajes históricos, voces anotadas, e indigenismos que enriquecen las obras a un nuevo nivel.

La obra La Araucana de Alonso de Ercilla fue publicada originalmente en tres partes (1569, 1578 y 1589) y toma su título de una doncella de nuestra antigua ciudad de La Imperial. Es la obra cumbre de nuestra literatura indiana y de alguna manera su piedra angular, además de una de las más importantes del Siglo de Oro como tempranamente se recuerda en El Quijote (1605) cuando se expurga la biblioteca del protagonista de aquella gesta cervantina. En el año 2007, el especialista Frank Pierce calculaba más de 75 ediciones individuales de La Araucana desde la primera en el lejano 1569, dando cuenta de la continua popularidad de la obra tanto en el mundo hispánico como en occidente 247. Es a partir de este enunciado que buscamos ejemplificar, en qué medida se puede ver la injerencia de La Araucana en algunos autores del siglo XVII. Para ello, bien vale recordar las palabras expresadas por el estudioso Cedomil Goić,

El hecho de que ésta sea una parte de la literatura española, en la que se afirma la esencial continuidad histórica y cultural entre península y continente americano, y el que sea a la vez una forma modificada de la historia y cultura española en América, hace que se configure como un objeto de estudio doble: uno, de seleccionados valores que el historiador incluye como expresión de la cultura española en América (Ercilla, el Inca Garcilaso, sor Juana, Alarcón), y, otro, de ésos y otros valores importantes y secundarios que conforman el conjunto de autores que el crítico considera en el campo especial de

247 PIERCE, Frank, 1982. “The Fame of the Araucana.” Bulletin of Hispanic Studies 59 (3): 230–36.

la literatura hispanoamericana. Vistos desde su tiempo, el mundo y la literatura hispanoamericanos son españoles, son una parte de España. Hasta que los españoles americanos deciden dejar de serlo y ser solamente americanos en el breve lapso de una generación 248 .

Es que esta compenetración de La Araucana con el mundo hispánico, se puede evidenciar gracias al surgimiento de otras diversas obras que, o tomaron como fuente de inspiración, o respondieron, o continuaron el relato épico en crónicas, romances u obras de teatro 249 .

Sin embargo, como bien se nos recuerda en el Prólogo, Ercilla debió lidiar con un sinnúmero de circunstancias en orden a llegar a buen término con su empresa:

por el mal aparejo y poco tiempo que para escribir hay en la ocupación de la guerra, que no da lugar a ello; y así, el que pude hurtar, le gasté en este libro, el cual, porque fuese más cierto y verdadero, se hizo en la misma guerra y en los mismos pasos y sitios, escribiendo muchas veces en cuero por falta de papel y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que apenas cabían seis versos, que no me costó después poco trabajo juntarlos, y por esto y por la humildad con que va la obra, como criada en tan pobres pañales, acompañándola el celo y la intención con que se hizo, espero que será parte para poder sufrir, quien la leyere, las faltas que lleva 250 .

248 COIĆ, Cedomil Historia y crítica de la literatura hispanoamericana, 1, Colonial, Barcelona, Crítica, p. 24.

249 MARTÍNEZ-OSORIO, Emiro y FIRBAS, Paul, “‘Habladme Por Escrito’: Reception and Recent Critical Approaches to Alonso de Ercilla y Zúñiga’s La Araucana (1569-2019).” Revista Canadiense de Estudios Hispánicos 45, no. 1 (2020): pp. 1–31. Bernardo Subercaseaux, “La Araucana: Recepción y Virtualidad Semántica.” Hispamérica 47, no. 140 (2018): pp.13–24; Luis Gómez Canseco, “Ercilla y El Precio de La Araucana (1569-1632).” Revista Canadiense de Estudios Hispánicos 45, no. 1 (2020): pp. 93–111. Luis Gómez Canseco, “Ercilla y El Precio de La Araucana (1569-1632).” Revista Canadiense de Estudios Hispánicos 45, no. 1 (2020): pp. 93–111.

250 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Prólogo. Madrid: Real Academia Española, 2022, p. 13.

Por lo demás, hoy sabemos que el mismo Ercilla se vio obligado a seguir corrigiendo el manuscrito una vez ingresado al proceso de impresión. Es que nuestro poeta tenía una amplia familiaridad con el gremio de los editores como Pierres Cossin y Pedro Madrigal, o importantes libreros de su época, e incluso alcanzó el grado de censor, oficio fundamental en un mundo editorial en expansión. En buenas cuentas, a Ercilla hay que entenderlo como un autor y editor hábil. Un hombre de negocios astuto que conocía el mercado editorial y era consciente del valor de su obra desde el punto de vista literario y su potencial económico 251 .

Obras complementarias o influidas por La Araucana

La primera secuela de la obra de Ercilla fue por mano de don Alonso de Góngora Marmolejo (1523-1575). Nacido en Carmona y llegado a nuestro país en 1549 permaneció en la gobernación hasta su muerte en 1575. Fue autor de la Historia de todas las cosas que han acaecido en el reino de Chile […] desde el año de 1536 […] hasta el año de 1575. En la dedicatoria de su obra, Góngora Marmolejo explica que concibió su crónica como una reacción al poema de Ercilla, buscando ofrecer una perspectiva más completa y basada en su experiencia como testigo de los hechos. Consideraba que La Araucana, a pesar de su “buen estilo”, no era lo suficientemente “copiosa” para dar una noticia completa de todo lo acontecido en el reino, o sea, pretendía más bien enriquecer y extender lo que ya se hubiera dicho252.

En el concierto americano, hay dos obras que quisiéramos destacar: la Elegías de varones ilustres de Indias (1589) de Juan de

251 MARTÍNEZ, Miguel. 2017. “Writing on the Edge: The Poet, the Printer, and the Colonial Frontier in Ercilla’s La Araucana (1569–1590).” Colonial Latin American Review 26 (2): 132–53. doi:10.1080/10609164.201 7.1312907.

252 DE GÓNGORA Y MARMOLEJO, Alonso, Historia de todas las cosas que han acaecido en El Reino de Chile y de los que lo han gobernado, Estudio, edición y notas de Miguel Donoso Rodríguez. Santiago: Editorial Universitaria, 2019.

Castellanos (1522-1606), y de Gabriel Lasso de la Vega (1559-1615), De Cortés valeroso y mexicana 253. Con respecto a la primera han demostrado la influencia de la obra de Ercilla Giovanni M. Zilio y Maria de Lourdes Peguero 254. Según Medina, Lasso de la Vega por su parte fue “el primer imitador de Ercilla en tratar de cosas de América… [además] había de ser también el que más se le acercase en su entonación poética [en verso] con su Cortés valeroso, que vio la luz pública en 1588…255” Así, intentará sacar “del sepulcro olvido/ a quien merece bien eterna fama” 256:

Iré con pasos algo presurosos, sin orla de poéticos cabellos, que hacen versos dulces, sonorosos

A los ejercitados en leellos.

(5 a).

Asi que, no diré cuentos fingidos, ni me fatigara pensar ficiones a vueltas de negocios sucedidos en índicas provincias y regiones; y si para mis versos ser polidos faltaren las debidas proporciones, querría yo que semejante falta supliese la materia, pues es alta.

(5 b).

253 LOBO LASSO DE LA VEGA, Gabriel [Edición, introducción y notas de Nidia Pullés-Linares] De Cortés valeroso y Mexicana, Madrid: Iberoamericana 2005.

254 Sobre la relación entre Juan Castellano y Alonso de Ercilla ver Zilio, Giovanni M. Estudios sobre Juan de Castellanos. Italia: Valmartina Editore in Firenze, 1972, p. 70. DE LOURDES PEGUERO MILLS, Maria; “Juan de Castellanos’‘Elegies’ and Alonso de Ercilla’s ‘Araucana’: A comparative analysis”. Tesis doctoral, Universidad de Minnesota, 2008.

255 MEDINA, José Toribio. Ilustración XXI, Imitadores de La Araucana, p. 481.

256 Citado por ALVAR, Manuel y DE CASTELLANOS, Juan. Tradición española y realidad americana. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1972, p.11.

Ercilla, hay que señalar, conoció este manuscrito y le correspondió oficiar como uno de los censores para su publicación. De esta manera, es probable que mirara con agrado la influencia que estaba teniendo su obra, sobre todo, si es efectivo lo que afirma Medina, en cuanto a que Lasso de la Vega fue su primer imitador. Su conclusión después de leerla fue señalar:

Yo he visto este libro, y en él no hallo cosa mal sonante ni contra buenas costumbres; y en lo que toca a la historia, la tengo por verdadera, por ser fielmente escritas muchas cosas y particularidades que yo vi y entendí en aquella tierra, al tiempo que pasé y estuve en ella: por donde infiero que va el autor muy arrimado a la verdad y son guerras y acaecimientos que hasta ahora nos las he visto escritas por otro autor, y que algunos holgaran de saberlas (p. 182).

Otro ejemplo de la influencia que abrió en la literatura hispánica el imaginario de la obra de Ercilla se da en el curioso Auto sacramental La Araucana, y que corresponde a una obra de teatro breve en un acto. Inicialmente se le atribuyó a Lope de Vega, pero de forma reciente Rodrigo Faúndez (2013) propone una nueva atribución al dramaturgo Andrés de Claramonte, sugiriendo una fecha de composición probable entre los años 1604 y 1610 257. Este auto sacramental permaneció inédito hasta 1893, cuando el filólogo español Menéndez Pelayo lo incluyó en la edición académica de las Obras de Lope de Vega 258 .

Temáticamente, el Auto Sacramental La Araucana se presenta como una reescritura en clave alegórica y cristológica del poema épico de Alonso de Ercilla. La pieza se centra en el episodio de la

257 DE CLAROMONTE, Andrés, Autosacramental La Araucana. [Estudio, edición y notas Rodrigo Faúndez], Santiago: Universitaria, 2018.

258 DIXON, Víctor. “Lope de Vega, Chile and a Propaganda Campaign”. Bulletin of Hispanic Studies, 70(1), pp. 79–95, 1993. https://doi-org.pucdechile.idm.oclc.org/10.1080/1475382932000370079

prueba del tronco y la elección de Caupolicán como líder araucano. Caupolicán es concebido como una figura de Cristo, y el tronco que levanta se interpreta como la cruz. Se le representa como un ejemplo de virtudes cristianas como la abnegación y el sacrificio. De manera similar, Colocolo es configurado como San Juan Bautista.

En la obra se incluyen referencias al Viejo y al Nuevo Testamento y concluye con una suerte de eucaristía que simboliza la redención, una curiosa propuesta donde el cazabe (tortilla en base a la raíz de la mandioca) y el maíz se transforman en el cuerpo de Cristo tras un interludio musical.

Un aspecto crucial de la temática es la transformación de los personajes araucanos en figuras religiosas, lo que implica una anulación de su espíritu libertario y de su heroísmo tal como se presentan en la obra de Ercilla. Esta reescritura se enmarca en un contexto contrarreformista, donde la cosmovisión indígena es reemplazada por una visión católica con resonancias bíblicas, despojando a los personajes de su rol de resistencia a la Conquista española. En esencia, el auto sacramental utiliza la “materia de Arauco” para plasmar artísticamente la historia de la redención humana propia del género del auto sacramental.

Ramillete de flores: poesía popular

En 1593, el librero Pedro Flores reunió y publicó en Lisboa el Ramillete de flores 259. Esta obra es una de las colecciones de romances que precedieron al Romancero general. Los romances eran composiciones poéticas de carácter popular con lógica narrativa y con gran éxito en la península Ibérica. Eran difundidos tanto oralmente como en pliegos sueltos y colecciones, y abordaban

259 Ramillete de flores [recopilado por Pedro Flores]. Lisboa, Antonio Álvarez Impresor, 1593.

una amplia variedad de temas, incluyendo sucesos históricos, leyendas y relatos de ficción.

La apropiación de estos temas en romance implicaba trasladar personajes y sucesos de la épica ercillana al ámbito de la poesía popular española. José Toribio Medina en su folleto Los romances basados en La Araucana de 1918, hizo rescate de ellos, compilación actualizada y puesta al día por Patricio Lerzundi en 1978 260 . Este último se dio cuenta de que el polígrafo Medina, solo había recopilado quince de los dieciséis romances y se había equivocado en la cronología de los mismos.

Intentos de continuar la obra de La Araucana

El éxito de la primera parte de La Araucana forzó al autor a escribir una segunda y hasta una tercera parte, que decidió cerrar con palabras definitivas:

Y yo que tan sin rienda al mundo he dado el tiempo de mi vida más florido y siempre por camino despeñado mis vanas esperanzas he seguido, visto ya el poco fruto que he sacado y lo mucho que a Dios tengo ofendido, conociendo mi error, de aquí adelante será razón que llore y que no cante 261 .

En cuanto a las pretendidas continuaciones de La Araucana, se encuentra la Cuarta y Quinta parte de la obra, escrita por don Diego de Santiesteban Osorio. Publicada en Salamanca en 1597 y reeditada posteriormente en 1735, esta obra busca proseguir y acabar la historia

260 LERZUNDI, Patricio. Romances basados en La Araucana. Colección Nova Scholar, 1978, p. 5.

261 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana. Libro III, Canto XXXVII, octava 76, versos 601-608, p. 844.

de don Alonso de Ercilla hasta la reducción del Valle de Arauco en el reino de Chile 262. Consta de trece cantos en su cuarta parte y veinte en la quinta, culminando con la derrota definitiva de los araucanos, enalteciendo así al Imperio español. Esta continuación refleja el impacto y la recepción de La Araucana, así como el interés por ofrecer un desenlace a la narración de la guerra 263. Pero como señalamos antes, esta obra solo pretendió continuar la obra de Ercilla, ya que su calidad literaria era muy inferior y adolecía de no ser testigo y de desconocer el escenario de los hechos narrados.

La respuesta del protagonista que no fue: García

Hurtado de Mendoza

La familia Hurtado de Mendoza tuvo una importancia significativa tanto en España como en todo el Imperio. Se trataba de una familia de la alta nobleza castellana con un largo historial de servicios a la corona, destacando en las armas, las letras y la administración real. Antes de la unificación de los reinos, influyeron en luchas dinásticas y en los acontecimientos políticos, para luego servir a la monarquía en los diversos territorios europeos y americanos. En América, la familia Hurtado de Mendoza sirvió en México, Buenos Aires, Perú y Chile, desempeñando roles como capitanes adelantados, conquistadores y pacificadores. Don García Hurtado de Mendoza, en particular, fue Gobernador de Chile (1557-1561) y Virrey del Perú (1589-1596). Su padre, Andrés Hurtado de Mendoza, también fue Virrey del Perú.

Es por lo mismo que esta poderosa familia no quedó confor-

262 MCKENDREE, Petty. “Some Epic Imitations of Ercilla’s La Araucana.” Order No. 31190106, University of Illinois at Urbana-Champaign, 1930. http://ezproxy.puc.cl/dissertations-theses/some-epic-imitations-ercillas-em-la-araucana/docview/2937592447/se-2.

263 MARRERO-FENTE, Raúl, “Piratería, Historia y Épica En Quarta y Quinta Parte de La Araucana de Diego Santisteban Osorio.” Colonial Latin American Review 27 (4): pp. 490–506. doi:10.1080/10609164.2018 .1560140. 2018.

me con el rol marginal que se le asignaba a don García en La Araucana. Ercilla, quien vino a Chile bajo su mando y participó directamente en las acciones de guerra, destacaba la participación colectiva de los españoles en su poema. Mucho se ha dicho acerca de que le restó importancia a la figura de Hurtado de Mendoza, ya que solo lo mostraba como líder del ejército sin ensalzarlo como el artífice de las victorias militares. Esta supuesta omisión se atribuye a un conflicto que tuvo Ercilla, en el cual tuvo que intervenir don García como gobernador de Chile. La verdad es que Hurtado de Mendoza es mencionado en varias oportunidades de forma positiva (cantos XIX, XXV y XXXVI) y solo en un lugar se lo señala como “mozo capitán acelerado” (el gobernador solo tenía 21 años cuando llegó a gobernar Chile). En cualquier caso, es difícil descartar que Ercilla, que buscaba probar sus propios méritos en su poema, evitara traspasar sus rencores hacia Hurtado de Mendoza, pues fue este quien le conmutó la pena de muerte por la salida de la gobernación, impidiendo su realización plena como soldado.

Según Germán Vega, estudioso de la problemática que percibió la familia del gobernador en el poema de Ercilla:

A pocos como a Don García y a su sucesor, Don Juan Andrés Hurtado de Mendoza, les dolió tanto la literatura. Aquella multiplicación de versos en las veintitrés ediciones de La Araucana, que flanquearon y testimoniaron su enorme éxito de 1569 a 1632, no podía dejarles impertérritos, y decidieron que los males de la literatura había que afrontarlos con literatura. Los intentos de reclamar el protagonismo del Marqués de Cañete, que Alonso de Ercilla escamotea, provocan durante años una notable secuencia de escritos instigados por el afectado y sus sucesores: La mancha de literatura con literatura se quita. Y así, Bartolomé de Escobar, Pedro de

Oña, Lope de Vega, Cristóbal Suárez de Figueroa, Gaspar de Ávila, Luis Belmonte Bermúdez, Juan Ruiz de Alarcón, Antonio Mira de Amescua, Guíllén de Castro, Luis Vélez de Guevara, y otros, al tiempo o en distintos momentos, se vieron impelidos a usar su pluma en la empresa 264 .

Para corregir la afrenta sufrida y enaltecer el rol de los Hurtado de Mendoza, primero don García y luego su hijo Juan Andrés, emprendieron una extensa campaña que incluyó el encargo de diversas obras literarias.

Pedro de Oña, el primer poeta propiamente chileno, fue contratado para escribir la obra Arauco domado, publicada por primera vez en Lima en 1596, y con una nueva edición en Madrid en 1655. Este poema seguía los modelos clásicos, particularmente el de la Eneida para construir la figura del gobernador Hurtado de Mendoza, adornado con virtudes como la clementia y la pietas. Oña justificaba en su Arauco Domado (Canto I, fojas 7v), recordando que desde Chile se había mandado pedir refuerzos al Perú después del alzamiento general que terminó con la muerte del gobernador Pedro de Valdivia en 1553, cuando el Virreinato era gobernado por el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, padre de García:

Estando pues así mi patrio suelo, despacho para Lima Embajadores, un próspero lugar de los mejores, que cubre el ancho cóncavo del cielo, a donde gobernaba vuestro Abuelo, aquel tan duro freno de traidores, y espuela de los ánimos leales, cuyas memorias viven inmortales.

264 VEGA, Germán, Las hazañas de García Hurtado de Mendoza en una comedia de nueve ingenios. El molde dramático de un memorial. Madrid: UAM, 1991, p. 201.

Pedro de Oña fue el encargado de salir a contrarrestar la supuesta afrenta de Ercilla, señalando que:

Otra razón también me hizo fuerza, que, si faltaran todas, ésta sobra, para poner las manos en la obra, por más que de mi estudio el pasó tuerza; es con que más el ánimo se esfuerza y aquel perdido anhélito recobra, ver que tan buen autor, apasionado, os haya de propósito callado.

Pensó, callando así, dejar cerrada de vuestra gloria y méritos la puerta, y la dejó de par en par abierta, dejando su pasión descerrajada: sin vos quedó su historia deslustrada y en opinión, quizá, de no tan cierta; mas, tal es un rencor, que da por bueno el daño proprio a trueque del ajeno.

La relación del excelso Lope de Vega y la familia Hurtado de Mendoza venía de antiguo. Ya había mencionado a García Hurtado de Mendoza -Marqués de Cañete- y Virrey del Perú, en su obra La Dragontea (1596), donde aparece como uno de los defensores del imperio frente a los ataques del corsario inglés Francis Drake a América entre 1595-1596 265. Luego vino Arauco domado. Esta obra, publicada en 1625 pero probablemente escrita entre 1598 y 1604, tenía como objetivo exaltar los triunfos y virtudes de Don García en el contexto teatral de la Comedia Nueva. Lope se propuso relatar la “verdadera his -

265 CAMPOS, Fernando, Don García Hurtado de Mendoza en la historia americana, Santiago: Andrés Bello, 1969, pp.241-247.

toria” de sus victorias, presentándolo como el sometedor de la indómita nación araucana.

Lope de Vega reconoce la importancia de La Araucana como la gran epopeya de la guerra de Arauco, destacando la figura de Ercilla como el poeta que dio forma épica a este conflicto. Sin embargo, también subraya la ausencia de Don García en la obra de Ercilla, una omisión que otros autores, incluyendo el propio Lope y Pedro de Oña, buscaron subsanar. La mención de Ercilla como personaje en “Arauco domado” y la referencia a su fama reflejan, asimismo, el reconocimiento de su obra en la época266. Uno de los elementos más destacados de esta obra, además de quien la escribe, es el cómo se releva títulos antárticos de Chile267. Según Campos Harriet “Ningún otro país podría agregar a tan antiguos documentos un testigo más prócer.” El propio García Hurtado aparece diciendo en la obra:

Dos cosas en Chile espero que su gran piedad me dé, porque con menos no quiero que el alma contenta esté. La primera es ensanchar la Fe en Dios. La segunda, reducir y sujetar de Carlos a la coyunda esta tierra y este mar, para que Filipe tenga, en el Antártico Polo, vasallos que a mandar venga...

266 DE VEGA CARPIO, Lope, Tragicomedia famosa de. [Alamiro Ávila Martel, introducción] Arauco Domado, por el excelentísimo señor don García Hurtado de Mendoza, Santiago. Soc. de bibliófilos, 1963. V. Dixon, «Lope de Vega, Chile and a propaganda campaign», Bulletin of Hispanic Studies, 70,1993, pp. 79-95.

267 CAMPOS, Fernando. Don García Hurtado de Mendoza en la historia americana, p. 246.

A los que se agregaron las del hermano de García, Felipe:

Si el fin dichoso gozas que pretendes, y el nombre Hurtado extiendes en el Polo

Antártico, tú sólo decir puedes que de Alejandro excedes sus memorias...

Por su parte, Pedro Mariño de Lobera llegó a Chile en 1551, luchando a las órdenes de Pedro de Valdivia, de Francisco de Villagra y de García Hurtado de Mendoza y escribió Crónicas del Reyno de Chile. El texto nunca fue impreso en la época, hasta que en 1865 fue publicado en el volumen VI de la Colección de historiadores de Chile y documentos relativos a la historia nacional. El padre Bartolomé de Escobar, de la Compañía de Jesús, fue quien redujo “a disposición, lenguaje y estilo” por encargo de su autor la Crónica del reino de Chile del capitán

D. Pedro Mariño de Lobera. Algunos suponen que este encargo tenía el propósito de ampliar y justificar el período del gobierno de Hurtado de Mendoza en Chile, de modo de paliar el efecto de La Araucana . Lamentablemente para nosotros, Escobar le agregó y quitó partes al texto. Según F. Esteve Barba en la Introducción a las Crónicas del Reyno de Chile, señala que “Escobar es un predicador de “gerundianismo prematuro” y le falta objetividad. Su obra se convierte en una descarada apología de los hechos del virrey, que es quien la inspira y, al parecer, la documenta, con lo que se podría considerar como sus “memorias”” 268 .

Un grupo de nueve dramaturgos dirigidos por Luis de Belmonte Bermúdez, colaboraron en la comedia genealógica Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, publicada en 1622. Esta obra también formaba parte de la campaña para reivindicar las acciones de los Mendoza y justificar

268 ESTEVE BARBA Francisco. (ed.), Crónicas del Reyno de Chile, BAE, XXXV.

sus peticiones de reconocimiento 269. Los otros autores fueron Juan Ruiz de Alarcón, Luis Vélez de Guevara, Antonio Mira de Amescua, Guillén de Castro, Fernando de Ludeña, Jacinto de Herrera y Sotomayor, Diego de Villegas y Francisco de Tapia y Leyva, conde del Basto.

Consideraciones finales

A las obras mencionadas anteriormente podemos sumar, con sus propios méritos y defectos, la de Cristóbal Suárez de Figueroa270, la de Gaspar de Ávila271, la de Francisco González de Bustos 272, la de Juan Ruiz de Alarcón, la de Luis Vélez de Guevara, la de Antonio Mira de Amescua, la de Ricardo de Turia, la de Guillén de Castro, la de Fernando de Ludeña, la de Jacinto de Herrera y Sotomayor, y la de Diego de Villegas. Todas con distintas lógicas y alcances, pero relacionadas a La Araucana de Alonso de Ercilla.

De igual manera es importante rescatar la labor de los Hurtado de Mendoza relativa a restablecer el supuesto honor perdido.

En cualquier caso, los encargos literarios de esta familia lograron producir un número importante de obras que aún requieren de atención y de análisis.

269 VEGA, Germán, Las hazañas de García Hurtado de Mendoza en una comedia de nueve ingenios. El molde dramático de un memorial. Madrid: UAM, 1991, 204; Carlos Mata Induráin, “‘Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, comedia genealógica de nueve ingenios.” Revista Chilena de Literatura, no. 85 (2013): 203–27.

270 SUAREZ DE FIGUEROA, Cristóbal, Hechos de Don Garcia Hurtado de Mendoza, Quarto Marqués de Cañete. Madrid: Imprenta Real, 1613. Disponible en https://liburutegibiltegi.bizkaia.eus/handle/20.500.11938/70897 Esta obra, escrita por encargo del hijo de Don García, buscaba restaurar la memoria del capitán y proporcionó una gran cantidad de información gracias al acceso a documentación familiar. Se dedicó al Duque de Lerma, lo que subraya la importancia que se le daba a esta tarea.

271 DE ÁVILA, Gaspar. El gobernador prudente, 1663. Compuesta entre 1622 y 1625.

272 Los españoles en Chile de Francisco González de Bustos incluido en Las Comedias nuevas escogidas de los mejores ingenios de España, impresas en Madrid (1652 a 1704), incluida en la Parte veinte y dos de Comedias nuevas escogidas de los mejores Ingenios de España, Madrid, 1665.

Como señaló en su momento con precisión Alamiro Ávila, “Esta preocupación familiar de los Mendoza, que pudiera mirarse en cuanto a la producción literaria de encargo que fue su fruto como secundaria y bastarda, contribuyó sin embargo a mantener viva en la imaginación de las gentes del siglo de oro la epopeya de la guerra de Chile.273”

Sin embargo, y más allá de los diferentes asedios a la obra ercillana, la puesta al día en cuanto a nuevos estudios filológicos, estudios preliminares, textuales, glosarios de personajes e históricos e índices de voces anotadas y de indigenismos, aún está pendiente. En relación con la cuantía esta deuda y de calibrar la necesidad de actualizar los estudios de La Araucana, pienso que se hace necesario un estudio que supere los esfuerzos individuales y que sea fruto de un proyecto integrado en el que distintos académicos den cuenta de las interrelaciones de las obras ercillanas. Un esfuerzo tal cumpliría el deseo de José F Montecinos quien, hace más de medio siglo, no sin razón apuntaba: “la historia bibliográfica de este [ ] es la de nuestra literatura. Nadie ha penetrado más allá de lo exterior y epidérmico.274” Para agregar luego que teníamos que ir más allá de la portada y leer los textos.

273 En DE VEGA CARPIO, Lope. Tragicomedia famosa de. [Alamiro Ávila Martel, introducción] Arauco Domado, por el excelentísimo señor don García Hurtado de Mendoza, 1963, p.15.

274 MONTECINOS José F., NRFH, VI, 1952, p. 354.

El mundo de la obra:

El texto en la «Histórica Relación del Reyno de Chile»: escritura y transmisión

La Histórica Relación del Reyno de Chile y de las misiones, y ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús es una obra publicada en 1646 en la ciudad de Roma y escrita por el religioso jesuita Alonso de Ovalle.

El autor, quién había nacido en Santiago de Chile entre 1601 y 1603, al estar en Roma enviado por la Compañía de Jesús en 1641 se percató del gran interés que generaba dentro de los miembros de la institución conocer un poco más de Chile, de su geografía y de su gente, lo que se transformó en su primera motivación. Luego, y con el correr de la pluma, consideró que era la oportunidad de justificar y dar a conocer el trabajo que desarrollaba la Compañía de Jesús, desde su impacto espiritual y misional era de relevancia

* Doctora en Historia por la Universidad San Sebastián, Magíster en Historia del Arte por la Universidad Adolfo Ibáñez, Licenciada en Educación y profesora de Historia y Geografía por la Universidad Internacional SEK. Con publicaciones en libros y revistas, además de adscripciones académicas especializadas tanto en Chile como en el extranjero.

y la mejor oportunidad para ello. Así mismo, reflexionó sobre la importancia de justificar los esfuerzos de evangelización de los jesuitas en un territorio desafiantes, con una necesidad espiritual de relevancia (según él) y de los logros en los pocos años que la institución llevaba en el territorio. Se refiere a un compromiso personal de obediencia y de preservar la consecución de hecho de una forma más precisa, veraz e histórica. Claramente su formación misionera lo llevó a registrar los aciertos y errores, no solo desde lo religioso, sino que también de lo político en cuanto a los acontecimientos acaecidos en el Reino de Chile.

En 1618 cruzó la cordillera de los Andes para iniciar su formación religiosa, año que le alejó casi totalmente de la realidad que se vivía en el territorio, por lo que, la obra, considerada una de las crónicas más importantes de época, logró escribirla por recuerdos propios de niñez, conversaciones familiares, cartas y comentarios de personas que conocieron sobre los distintos eventos que relata en las 475 páginas que componen el libro (incluidas sus imágenes). Así mismo, el autor admite que su obra no tiene la perfección deseada y que es un esfuerzo provisional y limitado, comprometiéndose a ampliarla con posterioridad. Pero la mayor parte de las páginas las dedica a la labor de los religiosos jesuitas entre la llegada de estos al territorio en 1593 hasta iniciada la década de 1640.

La obra tiene directa relación con el último viaje que el jesuita Alonso de Ovalle hizo a Roma. Eran los últimos días de abril de 1641 cuando junto a sus compañeros Monoa y Salinas comienzan el viaje a Europa, pasando inicialmente por Callao, travesía que duró casi un mes. A los pocos días falleció uno de sus acompañantes el padre Monoa, el 5 de junio, quien era el enviado principal a la casa matriz de la Compañía para asistir al encuentro donde se resolverían temas propios de la Provincia de Chile, que hasta ese entonces contaba con la denominación de Vice Provincia, dejando sólo a Salinas y Ovalle como los emisarios de Chile. En su paso

por Valladolid visitó al p. Luis de Valdivia, con el que sin lugar a duda, pudo conversar sobre su propia visión de Chile y sus acontecimientos pasados.

A fines de marzo de 1644 logró llegar a Roma con el fin de participar en las reuniones de la Compañía, permaneciendo hasta el 9 de julio de ese mismo año, propiciándose la espera perfecta para dar lugar a la creación, tiempo que dedicó a escribir la Histórica Relación.

La aprobación de la obra de Ovalle por el P. Odone Conti lleva la fecha del 19 de septiembre de 1644. El nombre no está exacto, es verdad, porque en el índice la llama: Historia de Chile; en el dorso de la misma censura Relazione del Cile y en el texto de la misma censura la llama: Carta (letra). Pero es la única que sobre esta obra se halla en el tomo de Censuras del Fondo Jesuítico de Roma (662, f. 481) y el p. Vitelleschi el 27 de septiembre de 1644 al solicitar el permiso para la impresión, dice que ha sido revisada por orden suya y aprobada por algunos teólogos de la Compañía275.

La escritura de su obra en tan breve tiempo llamó la atención especialmente por la forma en cómo fue redactada, “notablemente bien escrita” 276. Sabemos que la primera versión aprobada no es la misma que vemos circular con lengua castellana, ya que existe una diferencia no menor de 73 páginas entre esta y la realizada en italiano. Como hubo dos años de distancia entre la aprobación y la edición real del texto, se perfeccionó con la ampliación de autores seleccionados y citados en la obra, agregando además material gráfico de láminas y mapas que realzan el valor de la edición trabajada en la imprenta de Francesco Caballo en 1646.

275 HANISCH, Walter, El historiador Alonso de Ovalle, Universidad Andrés Bello, 1976, p. 69.

276 HANISCH, Walter, El historiador Alonso de Ovalle, p. 70.

En su afán de no dejar detalles sin destacar, ordenó los antecedentes dividiendo el contenido en siete libros. El primero de ellos, sobre la naturaleza y propiedades del Reino de Chile, como su geografía, clima y recursos naturales. Este libro es a su vez subdividido en tres capítulos que agrupan la ubicación geográfica del Reino de Chile, su clima, límites territoriales y divisiones internas, haciendo la diferenciación entre las zonas principales como la cordillera o el mar y las provincias adyacentes. Además, realiza una descripción detallada de las características propias de las estaciones del año y sus implicancias, flora y especialmente hierbas medicinales. La producción de vegetales no queda fuera, ya que da a conocer sobre los productos agrícolas más importantes, como de la abundancia de otros cultivos.

El segundo, aborda las características físicas y costumbres de los naturales de estas tierras. Tanto de los elementos religiosos, ceremoniales y ritos en general, además de la forma de gobierno y organización social de ellos, siempre en la búsqueda de lograr un programa evangelizador adecuado a la realidad; en el caso del tercero, describe la llegada de los españoles y los primeros pasos de la conquista. Al igual que el anterior, lo subdivide en tres capítulos, donde también incorpora en su narrativa antecedentes de los primeros conquistadores como Francisco de Pizarro en Perú, Diego de Almagro y sus desventuras por avanzar en el territorio chileno, y Pedro de Valdivia como el gran conquistador. Personajes que se ajustan a los primeros tiempos y que coinciden con documentación relativa a la época.

En el cuarto libro, narra sobre los sucesos de la guerra entre españoles y araucanos, las causas, las batallas más importantes, además de características propias de los naturales en cuanto a su valentía y perseverancia en la resistencia para ser conquistados, elevando las figuras de Caupolicán y Lautaro como guerreros y guías de su pueblo en la resistencia

El quinto libro, se une a este último por medio de los relatos de la fundación de ciudades y caída de estas, como el caso de las siete del sur: La Imperial, Concepción, Valdivia, Villarrica, Chillán, Angol y Santa Cruz. Los cambios de gobernadores por muerte o falta de destreza para mantener la presencia española. Incorpora también parte de las estrategias que desarrollaron para consolidar la conquista.

Del sexto libro en adelante, cambia el foco del relato en la búsqueda de elementos que describieran los intentos por conseguir la paz y avanzar con la evangelización destacando la labor de religiosos de la Compañía de Jesús en ese mismo camino. Luis de Valdivia, como también los primeros mártires serán ejes en el trabajo misional y sus consecuencias entre naturales. Hombres que llegaron a Chile con la encomienda papal de evangelizar estas tierras, “civilizar” a la población y acompañar a los españoles en este nuevo mundo, considerando que no eran la única familia religiosa que se encontraba en el territorio, estaban franciscanos (1553), mercedarios (como capellanes de ejército en 1548), dominicos (fundaron un convento en Cuyo en 1550) y San Juan de Dios (como orden hospitalaria), llegados desde los primeros años de la fundación de Santiago. Para 1595 se instalarán también los agustinos, dos años más tarde que los jesuitas. Todas familias religiosas con sus propias constituciones, espiritualidad y formas de misionar. El séptimo y último libro, profundiza en las misiones y misterios de la Compañía de Jesús, se explaya sobre la conversión de indígenas, las necesidades espirituales del Reino, los progresos y logros de sus misioneros en esa tarea277. Una de las figuras religiosas que más ensalza es a la Virgen María, como madre y protectora de los españoles frente a los temibles asedios indígenas, utilizando recursos discursivos propios de la época, como, por ejemplo, da a conocer la caída de gran cantidad

277 DE OVALLE, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile y de las misiones y ministerios que exercita en la Compañía de Jesús, Francisco Caballo, Roma, 1646, prólogo.

de faisanes desde el cielo (especie de aves no originaria de Chile y menos en esta época) en Concepción, como mano dadora de alimento a los refugiados en el fuerte.

Son muchas las investigaciones que han surgido de esta magnífica crónica, que siguen ensalzando el valor documental de la obra y estas palabras no pretender abarcar todo lo existente acerca del mismo y menos hacer un estudio crítico, sino más bien, visibilizar una época y un relato que cubre todo el periodo de la conquista y las primeras décadas virreinales en Chile, de un hombre hijo de españoles nacido en el territorio, que conoció los temores y esperanzas de los que llegaron con un mandato: conquistar y evangelizar, en un espacio geográfico indómito llamado Chile, con un patrimonio inmensurable que en muchas de las ocasiones no fue respetado y menos comprendido. Aprendizajes de uno y otro lado que impregnaron el ADN del ser chileno que con orgullo se observa de los hielos eternos al desierto y de la cordillera de los Andes al océano Pacífico. Cicatrices internas que aún recuerdan la sangre derramada, los dolores y pérdidas de dos naciones que en medio de intransigencia y obligaciones políticas quisieron imponer y mantener sus elementos culturales.

Intertexto

Lengua y memoria colonial: Digitalización

y análisis

lingüístico de la ‘Histórica Relación del Reyno de Chile’

y ‘La Araucana’

La literatura colonial chilena constituye un testimonio invaluable para comprender los procesos históricos, sociales y culturales que marcaron el devenir del territorio durante los siglos XVI y XVII.

Entre las obras más representativas de este periodo destacan La Histórica Relación del Reyno de Chile del religioso Alonso de Ovalle, una crónica que ofrece una visión detallada de los acontecimientos, costumbres y estructuras de poder en la colonia, y La Araucana, el célebre poema épico de Alonso de Ercilla, que narra el conflicto entre españoles y mapuches, y que ha sido considerado uno de los textos fundacionales de la literatura hispanoamericana.

* Humanista Digital y Académico del Laboratorio de Humanidades de la Universidad San Sebastián. Licenciado en Filosofía de la Universidad de Chile, Magíster en Lenguas Clásicas de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Magíster y Doctor en Ciencias de la Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

El estudio de estos textos ha sido tradicionalmente abordado desde perspectivas filológicas e históricas. Sin embargo, el avance de las Humanidades Digitales ha abierto nuevas posibilidades para el análisis textual, permitiendo la aplicación de métodos computacionales que facilitan la exploración sistemática y cuantitativa de grandes volúmenes de datos textuales. En este contexto, la digitalización de fuentes patrimoniales mediante técnicas de Reconocimiento Óptico de Caracteres (OCR) y el uso de herramientas de Procesamiento de Lenguaje Natural (PLN) representan un avance significativo en la investigación literaria y lingüística.

El presente estudio propone una aproximación innovadora al análisis de La Histórica Relación del Reyno de Chile y La Araucana a través de su digitalización y procesamiento computacional. En primer lugar, se describe el proceso de conversión de los textos impresos a formato digital, asegurando la fidelidad y calidad de los datos. Posteriormente, se especifica el análisis lingüístico automatizado que abarcó la tokenización, el etiquetado morfosintáctico, la lematización y la extracción de características morfológicas. A partir de estos datos, se presentan resultados sobre la frecuencia y diversidad léxica, la distribución de categorías gramaticales y los principales patrones morfológicos observados en ambas obras. Asimismo, se realiza un análisis temático que permite identificar y cuantificar la presencia de temas relevantes a lo largo de las obras. Finalmente, el estudio discute las implicancias de estos hallazgos para la comprensión de la literatura colonial en Chile y reflexiona sobre el potencial de las Humanidades Digitales para la preservación, el acceso y el análisis crítico de textos patrimoniales.

Objetivos

El presente estudio tiene como objetivo principal la digitalización y el análisis lingüístico comparativo de dos obras fundamentales

de la literatura colonial chilena: La Histórica Relación del Reyno de Chile y La Araucana. Se busca, mediante técnicas de procesamiento de lenguaje natural, caracterizar y comparar los aspectos léxicos y morfosintácticos de ambos textos, contribuyendo así al conocimiento de la lengua española en el periodo colonial en Chile y a la preservación digital de estas obras.

Los objetivos específicos son:

• Digitalizar ambos textos mediante técnicas de reconocimiento óptico de caracteres (OCR).

• Analizar la frecuencia léxica, la diversidad léxica, y las características morfológicas de cada obra.

• Identificar y cuantificar la presencia de determinados ejes temáticos a través de las obras.

Metodología

i. Digitalización de los textos

El primer paso del estudio consistió en la obtención y digitalización de las ediciones impresas de La Histórica Relación del Reyno de Chile y La Araucana. Para ello, se empleó tecnología de Reconocimiento Óptico de Caracteres (OCR) aplicada a archivos PDF de alta resolución de ediciones de José Toribio Medina. En el caso de la Histórica Relación se utilizó los volúmenes 12 y 13 de la Colección de historiadores de Chile (1888) 278, mientras que el texto de La Araucana se obtuvo de la edición del Centenario (1910) 279 .

278 DE OVALLE, Alonso. Histórica Relación del Reyno de Chile. Colección Historiadores de Chile. Tomos XIIXIII. Introducción y notas de José Toribio Medina. Santiago: Imprenta Ercilla, 1888.

279 DE ERCILLA Y ZÚÑIGA, Alonso. La Araucana de d. Alonso de Ercilla y Zúñiga: edición del centenario, ilustrada con grabados, documentos, notas históricas y bibliográficas y una biografía del autor, Volúmenes 1-3. Santiago de Chile: Imprenta Elzeviriana, 1910.

La digitalización de los archivos presentó desafíos particulares debido a la naturaleza de los textos coloniales. Las ediciones originales exhiben grafías arcaicas propia de la época y una ortografía variable, lo que dificulta la aplicación directa de tecnologías estándar de OCR. Estos factores suelen provocar errores significativos en el reconocimiento automático, tales como la confusión entre letras similares, la omisión de caracteres o la segmentación incorrecta de palabras.

Para enfrentar estas dificultades, se optó por el desarrollo de modelos de OCR entrenados específicamente para la tipografía y las convenciones gráficas de los textos coloniales. Se empleó el motor de reconocimiento Tesseract, que permite el entrenamiento de modelos personalizados a partir de muestras representativas de las fuentes originales. Este proceso implicó la selección y anotación manual de fragmentos de texto, que sirvieron como base para ajustar el reconocimiento a las particularidades gráficas y ortográficas de las obras (figura 1).

Fuente: Elaboración propia

FIGURA 1. Identificación visual de variantes tipográficas presentes en los textos

Gracias a este enfoque, se logró una mejora sustancial en la precisión del OCR, reduciendo la tasa de errores y preservando la integridad textual. En este sentido, se realizó una revisión manual exhaustiva posterior para corregir los errores residuales y asegurar la máxima fidelidad respecto a los textos originales. Este procedimiento garantizó la obtención de versiones digitales confiables, aptas para el análisis lingüístico automatizado.

ii. Preparación y preprocesamiento de los datos

Tras la obtención de los textos digitalizados mediante OCR, se procedió a una fase de preparación y preprocesamiento orientada a optimizar la calidad y la coherencia de los datos para su análisis lingüístico computacional. Dada la naturaleza de las obras coloniales, este proceso requirió una atención especial a las particularidades gráficas, ortográficas y estructurales de los documentos.

En primer lugar, se realizó una revisión manual exhaustiva de los archivos resultantes del OCR. Esta revisión tuvo como objetivo identificar y corregir errores residuales de reconocimiento, tales como la sustitución de caracteres, la segmentación incorrecta de palabras, la omisión de signos diacríticos y la confusión entre grafías arcaicas y modernas. Se prestó especial atención a la preservación de las formas originales cuando estas no comprometían la legibilidad ni el análisis posterior, respetando así la autenticidad lingüística de los textos. Posteriormente, se procedió a la eliminación de elementos paratextuales que pudieran interferir con el análisis, tales como numeraciones de página, encabezados, pies de página, notas marginales y marcas editoriales. Asimismo, se suprimió ilustraciones, tablas y cualquier otro contenido no textual que pudiera haber sido interpretado erróneamente por el software de OCR.

El siguiente paso consistió en la segmentación estructural de los textos. Se dividió las obras en unidades coherentes, como

capítulos, cantos o libros, según la organización interna de cada documento. Esta segmentación facilitó tanto el procesamiento automatizado como el análisis comparativo entre diferentes partes de las obras. Finalmente, se llevó a cabo una normalización selectiva de la ortografía y la puntuación. Si bien se procuró mantener la mayor fidelidad posible a las grafías originales, en aquellos casos en que la variabilidad ortográfica podía afectar el funcionamiento de las herramientas de procesamiento de lenguaje natural, se optó por una normalización mínima y justificada. Este equilibrio permitió preservar el valor histórico y lingüístico de los textos, al tiempo que garantizó la viabilidad técnica del análisis automatizado.

El resultado de este proceso fue un corpus digitalizado, depurado y estructurado, apto para su procesamiento con herramientas de análisis lingüístico computacional (figura 2).

Fuente: Elaboración propia

iii. Análisis lingüístico computacional

Una vez completada la preparación y el preprocesamiento de los textos, se procedió al análisis lingüístico automatizado utilizando la

FIGURA 2. Corpus digitalizado y estructurado de La Histórica Relación del Reyno de Chile

biblioteca Stanza 280, desarrollada por la Universidad de Stanford. Esta herramienta de procesamiento de lenguaje natural para Python fue seleccionada por su robustez y su capacidad para manejar textos en español, incluso con variantes históricas y morfológicas complejas. El análisis se estructuró en las siguientes etapas:

a) Tokenización y segmentación oracional: Stanza realizó la segmentación de los textos en oraciones y la división de estas en unidades léxicas mínimas o tokens. Este proceso permitió identificar con precisión los límites de palabras y oraciones, lo que resulta fundamental para el cálculo de métricas como la frecuencia léxica y la diversidad de vocabulario (p. ej. dárselos, dar-se-los).

b) Etiquetado morfosintáctico (POS tagging): a cada token se le asignó una categoría gramatical (parte del discurso), como sustantivo, verbo, adjetivo, adverbio, pronombre, entre otros. Este etiquetado posibilitó el análisis cuantitativo y comparativo de la distribución de las clases gramaticales en ambas obras, así como la identificación de patrones sintácticos característicos del español colonial.

c) Lematización: se aplicó el proceso de lematización, que consiste en reducir cada palabra a su forma canónica o lema (p. ej. las palabras fue, será, somos corresponden a un mismo lema ser). Esta etapa es esencial para el estudio de la riqueza y diversidad léxica, ya que permite agrupar variantes flexivas bajo una misma entrada léxica, facilitando la comparación entre textos y la identificación de los vocablos más representativos.

d) Extracción de características morfológicas: Stanza también proporcionó información detallada sobre las características

280 QI, Peng, ZHANG, Yuhao; ZHANG, Yuhui; BOLTON, Jason, and D. MANNING, Christopher. 2020. Stanza: “A Python Natural Language Processing Toolkit for Many Human Languages. In Proceedings of the 58th Annual Meeting of the Association for Computational Linguistics: System Demonstrations”, pages 101–108, Online. Association for Computational Linguistics.

morfológicas de cada token, tales como género, número, tiempo, modo, persona y aspecto verbal. El análisis de estos rasgos permitió examinar la complejidad morfológica de los textos y detectar tendencias en el uso de formas verbales, nominales y pronominales.

Dada la naturaleza histórica y la variabilidad lingüística de los textos coloniales, se implementó una fase de comprobación manual en base a inconsistencias de los resultados obtenidos. Se revisó específicamente los procesos de tokenización, lematización y etiquetado morfosintáctico, identificando posibles errores o incoherencias generadas por el modelo automatizado. Para esta validación, se recurrió al uso de diccionarios digitales históricos y contemporáneos del español, así como a repertorios lexicográficos especializados en español colonial. Las formas erróneas detectadas fueron corregidas manualmente, y se documentaron los casos recurrentes para futuras mejoras en el entrenamiento de los modelos de procesamiento de lenguaje natural (figura 3).

Fuente: Elaboración propia.

Adicionalmente, se realizó un análisis temático de los textos en torno a dos conceptos clave del Chile colonial: cristianismo y guerra. La Histórica Relación y La Araucana fueron producidas en un período de intensa colonización y disputa en América, donde la fe y el conflicto

FIGURA 3. Resultado del análisis lingüístico computacional de los textos

armado fueron fuerzas centrales que moldearon la realidad social, política y cultural. Analizar cómo se representan estos temas permite entender las ideologías, valores y justificaciones que sustentaron la conquista y la evangelización. Para este fin, se identificó y cuantificó su presencia y evolución a lo largo de las obras. La identificación e inclusión de palabras clave se realizó mediante la anotación semántica semiautomática de los textos. El análisis incluyó la obtención de métricas de frecuencia absoluta, frecuencia normalizada, dispersión y tendencia, permitiendo así una caracterización cuantitativa y comparativa del desarrollo de cada eje temático en los textos.

Resultados

i. Descripción general del corpus

El corpus analizado comprendió la digitalización íntegra de La Histórica Relación del Reyno de Chile y La Araucana. Tras el proceso de limpieza y segmentación, la “Histórica relación” alcanzó un total de 355.280 palabras (tokens) y 18.802 palabras únicas (types), es decir, que cada término se utiliza, en promedio, 19,6 veces. En el caso de “La Araucana”, la obra consta de 152.228 palabras en total, con un vocabulario único de 13.419 voces o types, por lo que cada término de la obra se utiliza aproximadamente 11,3 veces (tabla 1).

1.

de palabras totales (tokens) y palabras únicas (types) para cada obra

Obra

Histórica Relación del Reyno de Chile

Fuente: Elaboración propia

Palabras totales (tokens) Palabras únicas totales (types)

TABLA
Número

Se observa que la Histórica Relación es considerablemente más extensa en términos de cantidad total de palabras, superando en más del doble a La Araucana. Esto sugiere que la primera obra abarca un relato más prolongado o detallado, posiblemente con una estructura narrativa más extensa o una mayor cantidad de descripciones y eventos.

En cuanto al número de types, ambas obras presentan una cantidad significativa de palabras únicas, aunque la Histórica Relación también supera a La Araucana en este aspecto. La diferencia en el número de types no es proporcional a la diferencia en tokens: aunque la Histórica Relación tiene más del doble de tokens, el número de types es solo aproximadamente un 40% mayor. Esto indica que, a pesar de su mayor extensión, la Histórica Relación recurre con mayor frecuencia a palabras ya utilizadas, mientras que La Araucana, aunque más breve, mantiene una proporción relativamente alta de palabras únicas respecto a su tamaño. Estas cifras son coherentes con el estilo de la crónica histórica de la Histórica Relación, en la que ciertos términos y expresiones se reiteran para describir hechos, personajes o lugares. Por otro lado, La Araucana, al ser una obra poética y épica, presenta una mayor variedad léxica relativa, característica que debe confirmarse con un análisis de diversidad léxica.

ii. Diversidad léxica

La diversidad léxica permite evaluar la riqueza y variedad del vocabulario empleado en un corpus. En términos generales, un texto con alta diversidad léxica utiliza una mayor cantidad de palabras diferentes en relación con su extensión, mientras que un texto con baja diversidad tiende a repetir más frecuentemente las mismas palabras.

Entre los índices más utilizados para cuantificar la diversidad léxica se encuentran el Type-Token Ratio (TTR) y el Mean Type-Token

Ratio (MTTR). El TTR corresponde a la razón entre el número de palabras únicas (types) y el número total de palabras (tokens) en un texto. Su valor oscila entre 0 y 1, donde valores cercanos a 1 indican mayor diversidad léxica. Sin embargo, el TTR disminuye a medida que aumenta la longitud del texto, ya que es más probable que se repitan palabras en textos extensos. Para corregir la sensibilidad del TTR al tamaño del texto, el MTTR calcula el TTR en segmentos más pequeños (por ejemplo, por oraciones o párrafos) y luego promedia estos valores. Así, el MTTR ofrece una estimación más estable y comparable de la diversidad léxica entre textos de diferente extensión.

La tabla 2. Muestra los índices TTR y MTTR para ambas obras:

TABLA 2. Métricas de diversidad léxica (TTR – MTTR) para cada obra

Obra

Type-Token ratio (TTR)

Mean Type-Token ratio (MTTR) Histórica Relación del Reyno de Chile

Araucana

Fuente: Elaboración propia

La Histórica Relación del Reyno de Chile presenta un TTR de 0,05, mientras que La Araucana alcanza un TTR de 0,09. Estos valores reflejan que, en el conjunto total de cada obra, La Araucana utiliza proporcionalmente más palabras únicas que la Histórica Relación. Sin embargo, ambos valores son relativamente bajos, lo que es esperable en textos de gran extensión, donde la repetición de palabras es inevitable.

El MTTR ofrece un enfoque más preciso: 0,73 para la Histórica Relación y 0,81 para La Araucana. Aquí, la diferencia es más marcada y significativa. El MTTR más alto de La Araucana

indica que, en segmentos equivalentes del texto, la variedad léxica es mayor que en la Histórica Relación. Esto sugiere que La Araucana, probablemente por su naturaleza poética y épica, recurre a un vocabulario más variado y menos repetitivo, mientras que la Histórica Relación, como crónica histórica, tiende a emplear un léxico más reiterativo y funcional.

De esta manera, los índices de diversidad léxica confirman que La Araucana, en cuanto poema épico, se caracteriza por la expresividad, la riqueza estilística y la innovación léxica, por lo cual exhibe una mayor riqueza y variedad de vocabulario, mientras que la Histórica Relación, al ser una crónica que prioriza la claridad y la precisión, se caracteriza por un uso más restringido y repetitivo del léxico, coherente con su función documental e histórica.

iii. Distribución de categorías

gramaticales

La distribución de las categorías gramaticales más relevantes, obtenida a partir del etiquetado morfosintáctico, se resume en la tabla 3.

TABLA 3. Descripción cuantitativa de categorías gramaticales de las obras

Histórica Relación del Reyno de Chile

Araucana

Fuente: Elaboración propia

Los resultados indican que ambas obras poseen una estructura gramatical dominada por las categorías de sustantivos, verbos, pronombres y un grupo heterogéneo de otras categorías (determinantes, preposiciones, conjunciones, etc.), que en conjunto representan más de la mitad de los tokens en cada obra. El recurso a sustantivos, verbos y adverbios es relativamente similar en ambos textos, lo que indica una base narrativa y descriptiva común, propia de textos extensos y de carácter histórico o literario.

La diferencia más significativa entre ambas obras se encuentra en la categoría de adjetivos. En La Araucana , los adjetivos representan el 10,41% del total de palabras, casi el doble que en la Histórica Relación (5,36%). Este dato es especialmente relevante desde el punto de vista estilístico y literario: el uso intensivo de adjetivos en La Araucana responde a su naturaleza de poema épico. El adjetivo en la poesía épica cumple funciones esenciales: embellece el discurso, intensifica la expresividad, contribuye a la creación de imágenes vívidas y refuerza la caracterización de personajes y escenarios. La abundancia de adjetivos permite a Alonso de Ercilla dotar a su obra de una riqueza descriptiva y una plasticidad verbal que son características del género. Además, el adjetivo en la épica suele ser portador de valores simbólicos y evaluativos, lo que añade profundidad interpretativa al texto.

En contraste, la Histórica Relación, en cuanto crónica, privilegia la precisión y la economía expresiva. El uso más restringido de adjetivos sugiere un enfoque más factual y menos ornamental, centrado en la transmisión de información y la narración de hechos. La menor proporción de adjetivos es coherente con la función documental de la obra, donde la descripción suele ser más funcional que estética.

iv. Distribución morfológica

El análisis de las características morfológicas reveló patrones significativos en el uso de los principales tiempos verbales (tabla 4).

TABLA 4. Análisis cuantitativo de tiempos verbales en las obras

Histórica Relación del Reyno de Chile La Araucana

Fuente: Elaboración propia

El análisis de los tiempos verbales en la Histórica Relación y La Araucana revela diferencias notables en la manera en que ambos textos construyen la temporalidad de su discurso. En ambos casos, el presente y el pretérito perfecto son los tiempos más empleados, pero su distribución y función varían de acuerdo con la temporalidad, el género y los objetivos de cada obra.

En la Histórica Relación, el presente representa el 28,6% de los verbos, mientras que el pretérito perfecto alcanza el 25,6%. El uso equilibrado de ambos tiempos sugiere una alternancia entre la narración de hechos pasados y la presentación de información en un tiempo más inmediato o atemporal. El pretérito perfecto, característico de la narración histórica, permite relatar acontecimientos concluidos, reforzando la función documental y cronística del texto. Por su parte, el uso significativo del presente

puede estar vinculado a descripciones, comentarios del narrador o la exposición de costumbres y situaciones generales, lo que aporta inmediatez y vivacidad al relato.

En La Araucana, el presente adquiere aún mayor protagonismo, representando el 34,0% de los verbos, mientras que el pretérito perfecto desciende al 16,9%. Este predominio del presente es típico de la poesía épica, donde se busca involucrar al lector en la acción y dotar al relato de una sensación de inmediatez y dramatismo. El uso del presente en la épica permite que los hechos narrados adquieran un carácter atemporal y universal, invitando a la participación emocional del lector. El pretérito, aunque presente, cumple un papel secundario, subordinado a la función evocadora y estética del presente.

v. Análisis temático

Finalmente, se realizó un análisis de los temas cristianismo y guerra a lo largo de las obras. Para cada tema se definió una serie de términos clave en base a una búsqueda semántica semiautomática (supervisada) por campos semánticos. De esta manera, para el tema cristianismo, por ejemplo, se definieron 65 términos, como bautismo, bautizar, conversión, creador, evangelio, fe, religión, virgen, etc., así como las respectivas variantes gráficas propias del español colonial baptismo, baptizar, conversion, criador, evanjelio, fée, relijion, virjen, etc. Para el tema guerra, por su parte, se seleccionaron 49 términos, como guerra, lid, ejército, arma, asedio, guarnición, arcabuz, etc., así como sus variantes gráficas coloniales. La inclusión de nuevos términos se detuvo al alcanzar la saturación de datos, esto es, el punto en que la adición de nuevas palabras ya no modificaba significativamente los estadísticos.

La tabla 5 lista los 10 términos más frecuentes relativos a los temas cristianismo y guerra en la Histórica Relación.

TABLA 5. Términos más frecuentes referentes a cristianismo y guerra en la Histórica Relación

Histórica Relación del Reino de Chile Rank Cristianismo Guerra

1 Dios

2 compañía(-ia)

3 cristiano, -a

4 confesar

5 divino, -a

6 confesión(-on)

7 bautismo/baptismo

8 C(h)risto

9 conversión(-on)

Fuente: Elaboración propia

La tabla 6 sintetiza los resultados del análisis temático para la Histórica Relación. Las columnas indican el libro, el número de palabras por libro (tokens), la frecuencia bruta y la frecuencia normalizada por 1.000 tokens. La normalización permite comparar la frecuencia de términos o temas entre diferentes textos o secciones, independientemente de su longitud. Sin normalización, un texto más largo podría parecer que tiene más menciones de un tema simplemente por su extensión, lo que podría llevar a conclusiones erróneas.

TABLA 6. Número de palabras, frecuencias bruta y normalizada por libro para La Histórica RelacióndelReynodeChile .

Fuente: Elaboración propia

La presencia de términos relativos a cristianismo en la Histórica Relación muestra una dispersión relativamente baja (D de Julliand = 0,73), lo que indica que su uso se concentra en determinados pasajes de la obra. Efectivamente, su presencia aumenta progresivamente a lo largo de los libros, alcanzando un pico notable en los libros VII (1.068 menciones) y VIII (2.884 menciones). Dado que la extensión de este último es largamente superior a los restantes libros, se normalizó las menciones para 1.000 palabras de texto. De esta manera, la frecuencia normalizada de cristianismo muestra un aumento significativo en los libros IV, V y VII, con un pico notable en el libro VII (27,34 por 1000 tokens) y VIII (34,67 por 1000 tokens), que, de todos modos, resulta consistente con el conteo bruto (gráfico 1).

GRÁFICO 1. Correlación entre menciones a cristianismo por libro de La Histórica Relación del ReynodeChile

Línea de Regresión

Fuente: Elaboración propia

El análisis de correlación (r = 0,84) comprueba que entre las variables cristianismo y libro existe una fuerte relación positiva. Esto significa que, a medida que se avanza a través de los libros, la frecuencia de menciones relacionadas con el cristianismo tiende a aumentar de manera consistente. Este resultado corrobora el hecho de que estos libros enfatizan la temática cristiana, reflejando la importancia de la religión en la colonización y la justificación de esta. De hecho, el libro VIII se titula, precisamente, ‘Del principio y progresos que ha tenido la fee (sic) en el reino de Chile’.

El tema guerra, por su parte, muestra una dispersión más alta (D de Julliand = 0,815), indicio de un uso más homogéneo a lo largo de la obra respecto de cristianismo. El número de palabras relativas al concepto aumenta progresivamente a través de los libros, alcanzando su pico en los libros V (565 menciones), VI (614 menciones) y VII (452 menciones). Los resultados normalizados resultan consistentes con las menciones brutas de los términos (gráfico 2).

GRÁFICO 2. Correlación entre menciones a guerra por libro de la “Histórica relación…”

Fuente: Elaboración propia

El análisis de correlación (r = 0,47) indica una relación moderada entre el número de libro y la frecuencia de menciones relacionadas con guerra. Esto implica que, aunque hay una tendencia a que la frecuencia de menciones de guerra aumente a medida que se avanza en la obra, la relación no es tan fuerte como en el caso cristianismo.

Estos resultados resultan consistentes con los títulos de estos libros (‘De la conquista y fundacion (sic) del reino de Chile’, ‘En que se contienen varios sucesos de la guerra en tiempo de los otros gobernadores de Chile que sucedieron a los pasados’ y ‘De los sucesos y estado del reino de Chile hasta el ultimo (sic) gobernador que ha tenido’, respectivamente) e indican que la guerra corresponde efectivamente a un tema recurrente en la narrativa colonial, y que refleja los conflictos entre colonizadores y pueblos indígenas.

En relación con “La Araucana”, la tabla 7 lista los 10 términos más frecuentes referentes a los temas cristianismo y guerra.

Línea de Regresión
Normalizada Guerra

TABLA 7. Términos más frecuentes referentes a cristianismo y guerra en “La Araucana”

Araucana

Fuente: Elaboración propia

La tabla 8 muestra los resultados del análisis temático para ambos temas en “La Araucana”:

TABLA 8. Número de palabras, frecuencias bruta y normalizada por libro para los temas en “La Araucana”

Fuente: Elaboración propia

La aparición de ambos temas a través de “La Araucana” evidencia una dispersión similar y notablemente alta (0,92 para cristianismo y 0,94 para guerra), esto es, que las menciones se encuentran distribuidas de manera bastante homogénea a lo largo de la obra. La frecuencia de cristianismo es relativamente baja en comparación con el tema guerra, con un total de 3,33 por 1.000 tokens. Aunque hay un ligero aumento en la parte III (4,07), la representación general muestra que el cristianismo no es el tema central de la obra (gráfico 3).

GRÁFICO 3. Correlación entre menciones a cristianismo por libro de La Araucana

Fuente: Elaboración propia

El coeficiente de correlación (r = 0.90) entre cristianismo y las tres partes de la obra indica una muy fuerte correlación positiva, es decir, que a medida que se avanza a través de la obra, la frecuencia de menciones de cristianismo tiende a aumentar de manera consistente.

Línea de Regresión

Las menciones a guerra son notablemente más altas, con un total de 12,80 por 1.000 tokens. Las partes I y II muestran frecuencias significativas (13,05 y 13,98, respectivamente), lo que indica que la guerra es un tema predominante en la narrativa. La parte III, aunque tiene una frecuencia más baja (10,11), aún refleja la importancia del conflicto en la obra (gráfico 4).

GRÁFICO 4. Correlación entre menciones a guerra por libro de La Araucana

Frecuencia Normalizada Cristianismo

Línea de Regresión

Frecuencia Normalizada Guerra

Parte I

Fuente: Elaboración propia

Parte II

Parte III

El coeficiente de correlación (r = -0.73) entre guerra y las partes de La Araucana indica una fuerte correlación negativa, lo que indica que la presencia de temas relacionados con la guerra tiende a disminuir a medida que se avanza en la obra.

De esta forma, el análisis temático de La Araucana revela que, aunque el cristianismo está presente, su representación es significativamente menor en comparación con el tema de la guerra. La mayor frecuencia de guerra constata que la obra se enfoca en los conflictos y las tensiones de la época colonial, al reflejar la realidad de la conquista y la resistencia indígena.

Discusión

Los hallazgos del presente estudio confirman que La Histórica Relación del Reyno de Chile y La Araucana exhiben perfiles lingüísticos marcadamente distintos, coherentes con su propósito genérico y su función en el Chile colonial. El análisis cuantitativo puso de relieve, en primer lugar, la disparidad extensiva entre ambos textos: la crónica de Ovalle duplica en número de palabras al poema de Ercilla, pero ello no se traduce en una proporción equivalente de vocabulario único. Las métricas de diversidad léxica revelan que La Araucana mantiene una variedad significativamente mayor que la

Histórica Relación, lo que confirma la hipótesis de que la textura poética exige mayor variedad expresiva que la narración cronística, en la que predominan la repetición y la funcionalidad léxica.

La distribución de categorías gramaticales refuerza este contraste. El peso de los adjetivos en La Araucana –más del 10 % de las palabras– refleja la función intensificadora y ornamental propia de la épica, mientras que la Histórica Relación privilegia sustantivos y verbos, orientados a la exposición factual. El análisis morfológico añade una dimensión temporal a esta diferencia: la marcada presencia del presente en el poema (34 %) dota al relato de inmediatez y dramatismo, en tanto que la crónica alterna más equilibradamente entre presente y pretérito perfecto, recurso que legitima la autoridad testimonial del autor al documentar hechos que supone concluidos.

Por último, cabe destacar cómo las tendencias temáticas complementan la interpretación estilística. En la Histórica Relación, cristianismo y guerra coexisten, pero la primera temática se concentra en los libros dedicados expresamente a la evangelización (VII y VIII), lo que pudiera sugerir un proyecto narrativo que legitima la conquista mediante la progresiva instauración de la fe. Las menciones a la guerra, aunque más dispersas, alcanzan picos coincidentes con los pasajes de mayor conflictividad histórica, subrayando la naturaleza beligerante de la empresa colonial. En La Araucana la frecuencia del léxico bélico triplica la referente al cristianismo y se distribuye homogéneamente, corroborando la centralidad del conflicto como núcleo épico; la religión, en cambio, queda relegada a un trasfondo moral que legitima, pero no protagoniza, la acción poética.

Desde una perspectiva teórica, los resultados avalan la pertinencia de la aproximación cuantitativa para fundamentar y matizar juicios tradicionales sobre la lengua colonial. El carácter repetitivo atribuido a la crónica y la supuesta exuberancia léxica de la épica se corroboran con métricas objetivas, lo que abre un amplio campo de investigaciones que se sirvan de herramientas digitales para el análisis de obras del período. Asimismo, la detección de patrones temporales y temáticos ofrece una base empírica para reexaminar los discursos en torno a la conquista, permitiendo pasar de lecturas cualitativas a cartografías lingüísticas cuantitativas contrastables.

De cara a futuras investigaciones, se sugiere ampliar el corpus a otras crónicas y poemas contemporáneos para evaluar la representatividad de los resultados y explorar variaciones regionales o autorales. La integración de métodos de análisis semántico profundo podría mejorar la detección de campos léxicos y matices conceptuales más allá de las listas de palabras clave. Finalmente, la publicación en acceso abierto de los modelos de reconocimiento

óptico y de los datos anotados tiene el potencial de investigaciones comparativas dentro y fuera del ámbito hispánico, consolidando así el aporte de las Humanidades Digitales al estudio de la lengua y la memoria colonial.

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Proceso de los criterios de selección creativo y analítico de La Araucana y de La Histórica

Relación del Reyno de Chile

María José Navasal Castillo

Con el inicio del segundo semestre en las clases lectivas se proyectó este gran desafío, participar en forma activa para el proyecto de Vinculación con el Medio de la Universidad San Sebastián titulado “Diálogos históricos-literarios entre La Araucana y La Histórica Relación del Reyno de Chile”. Luego de varias reuniones de coordinación, partieron las clases y con ello, el trabajo con los estudiantes de dos carreras que se juntaban en la cátedra “Historia de Chile: Conquista y colonia” para Pedagogía en Historia y Geografía, dependiente de la Facultad de Educación; y, “Chile siglos XVI al XVIII” para Licenciatura en Historia, dependiente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Instituto de Historia. Como contábamos con cuatro horas lectivas de clases a la semana, durante los meses de agosto, septiembre y octubre de 2024 trabajamos en uno de los dos módulos el proyecto.

Nuestro encargo consistió en buscar dentro de los dos textos toda referencia que hubiere con relación a cinco temas: la cordillera de Los Andes y sus características; la gran isla de Chiloé y sus características; descripciones sobre la Evangelización de los naturales; la Guerra de Arauco; y, por último, la gente y sus representaciones.

Como eran dos grupos muy delimitados (pedagogía y licenciatura) fue muy fácil separarlos y asignar al azar el libro a trabajar. La Histórica Relación del Reyno de Chile publicada en 1646 la asumió Licenciatura en Historia y, por ende, La Araucana publicada en 1574 Pedagogía en Historia y Geografía. Los estudiantes que participaron en el proceso trabajaron con los textos editados en castellano antiguo, lo que dificultó el primer acercamiento a la obra, ya que tuvieron que elaborar cada una de las fichas alusivas a los temas ya nombrados. Así, extrajeron las citas que consideraron más adecuadas para el proyecto en sí.

Tuvimos un encuentro virtual entre estudiantes de Santiago y Concepción, para que pudieran visualizarse entre sí como ejecutores de esta parte del proyecto.

A continuación, se presenta a modo de ejemplo dos fichas bibliográficas:

Nombre Publicación Histórica Relación del Reyno de Chile

Autor De Ovalle, Alonso

Año Publicación 1646

Editorial Francisco Carvallo, Roma.

Tomo VI

Página (S) 521

Subtítulo

Cita (S) Textual (Es)

Capítulo XV

“Pero el invencible valor de aquellas E/spañolas chilenas, pudo hazer rostro ata/maña estrechura, y trabajo, teniendo/pecho, animo, para dejarse morir, co/mo de hecho se murieron muchas perso/nas de hambre, antes sue/ros de la piedad, y dela razon, haciendo/una cola tan inhumana […] lo que,/ me causa admiracion, es, el sufrimiento, y/ tesson de tanto tiempo, queriendo antes/ver perecer sus hijos, que entregarle al/enemigo, por no ponerlos a peligro de,/ perder la fee, o verlos sugetos ala corrup/cion de sus gentilicias costumbres, esto es/lo que temian, y esto es lo que hazia a/todos tan constantes, y pacientes en tan/extrema necessidad, y trabajos, a lo cual/se añadia en las mugeres otra cosa, que,/las hazia no menos fuertes, y sufridas, y/era el temor de la violencia, que justamen/te temian, havian de hazer aquellos bar/baros a su honor//.” (P. 258)

Observaciones

Fecha de entrega ficha

Nombre Investigador

En esta cita se contextualiza, el dolor y sufrimiento que pasaron las españolas chilenas en el territorio, ante el posible ataque de indios, que con violencia arrebatarían todo a su paso.

Agosto 29 de 2024

Valentina Rodríguez

Nombre Publicación La Araucana

Autor Ercilla de, Alonso

Año Publicación 1574

Editorial Casa de Domingo de Portonarijs, Salamanca.

Tomo I

Página (s) 392

Subtítulo La Araucana de don Alonso de Ercilla y Cuñiga. Dirigida a la Sacra Catholica Real Magestad del Rey don Philippe nuestro señor.

Cita (S) Textual (Es) “Chile fertil Prouincia y señalada en la región Antartica famosa deremotas naciones respetada porsuerte, principal y poderosa la gente que produze es tan granada tan soberuia, gallarda y bellicosa que no ha fido por Rey jamas regida ni a estrangero dominio sometida.” (p. 3).

Observaciones

Fecha de Creación

Escrito en castellano antiguo, describe a la gente.

Agosto 10 de 2024

Nombre investigador Luis Felipe Arriagada Martínez

Con esta primera selección, el curso como unidad fue nuevamente dividido, esta vez por temas, para que retomaran las citas identificadas ya con una mirada más crítica con el fin de lograr representar el texto en concomitancia con las litografías de época que el equipo de animación trabajaría. Insumos que resultaron ser un promedio de tres por cada uno de los descriptores y que necesitaba animación para iniciar su proceso. Pero antes de ser enviados al equipo de Concepción, tuvimos que pasar cada uno de los textos a castellano actual para su mejor entendimiento y son los que a continuación se presentan:

Chiloé

1. “De estas islas corre plaza de estériles las de Chiloé, pero verdaderamente no lo es su suelo, fino de las demasiadas lluvias ahogan la semilla y no la dejan madurar, a esta causa no se coje en ellas trigos ni vinos, ni aceites, ni otras cosas, que han menester la fuerza del sol para madurar, y es tal la calidad de este archipiélago que llueve casi todo el año”. (Histórica relación del Reyno de Chile, p. 71)

2. “La ciudad de Castro está fundada en la isla principal en la cual, y en las demás le coge miel y cera, y dice Herrera y otros historiadores que hay minas de oro en la playa, que es cosa que notan por muy singular y nunca vista”. (Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 72)

3. “El sustento de los naturales es de papas (que son unas raíces de mucha sustancia y muy comunes en todas las Indias y allí le dan con más abundancia y mayores que en otras partes) y el maíz, el pescado y marisco del mar, que hay mucho y muy bueno en este archipiélago”. (Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 72)

Cordillera

1. “La Cordillera de Chile que podemos llamar maravilla de la naturaleza y sin segunda, porque no se haya en el mundo cosa que se le parezca, son unos altos montes que corren de norte a sur, desde las provincias de Quito y el nuevo Reyno de Granada hasta el de Chile… que se extiende… hasta el Estrecho de Magallanes”. (Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 12)

2. “Un paso peligroso agrio y estrecho de la banda del Norte está la entrada por un monte asperísimo y derecho la cumbre hasta los cielos levantada. Esta tras este un llano poco trecho y luego otra menor cuesta tajada que divide el distrito andalicano del fértil valle y límite araucano”. (La Araucana, p. 119)

Evangelización

1. “Entre esta gente hay muchos cristianos, porque además de ellos que aún vivirán hoy del tiempo del levantamiento y rebelión, han tenido cuidado los españoles cautivos de ir bautizando a muchos de los que iban naciendo”. (Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 409)

2. “Comenzó a declararles algo de nuestra fe, en particular procuró inducirlos a la devoción y piedad con la Reina de los cielos mostrándoles para ello una imagen de papel que traía consigo, diciéndoles que aquella señora era la madre de Dios”. (Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 119)

3. “Hallará el piadoso afecto material de devoción en favores con que la Reina de los cielos ha favorecido en particular el Reino de Chile y motivos de alabanza al común Señor, en que poco más de un siglo se ha dado a conocer y adorar a tanta variedad de naciones”. (Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 7)

Guerra de Arauco

1. “Por las puertas y frente, y por los lados el muro se combate y se defiende. Allí corren con prisa y amontonados adonde de más peligro haber se entiende; allí con prestos golpes esforzados a su enemigo cada cual ofende. Con tanta furia, afecto y fuerza dura, que poco importa escudo y armadura”. (La Araucana, p. 289)

2. “En este tiempo de bullicio Marte saca su carro con horrible estruendo, y ardiendo en ira belicosa parte, por el dispuesto Arauco discurriendo, hace temblar la tierra a cada parte, los serrados caballos impeliendo y en la diestra el sangriento hierro agudo, bate con la siniestra el fuerte escudo”. (La Araucana, p. 212)

3. “No pudiendo sufrir la fuerza brava del número de gente y movimiento, el español, el bárbaro llevaba como aliviana paja el recio viento: entran sin orden, que ya rota andaba, todos mezclados en el fuerte asiento, dentro del cuadrado y ancho muro comienzan pie con pie un combate duro”. (La Araucana, p.225)

La gente

1. “Pero el invencible valor de aquellas españolas chilenas pudo hacer rostro a tamaña estrechura y trabajo teniendo pecho, ánimo para dejarse morir como de hecho se murieron muchas personas de abre, ante los sueros de la piedad y de la razón”. (Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 258)

2. “Los hijos de españoles, naturales de esta tierra, son muy dóciles, de muy noble condición, amorosos y apacibles y en los ejercicios de letras prueban muy bien, son hombres de verdad y muy fieles y leales, muy amigos de sus amigos y por su defensa y arriesgan fácilmente hacienda y vidas; son de buenas inclinaciones y así se aplican fácilmente a la virtud y los que echan por la vía de las armas, se hacen muy señalados en ellas”. (Histórica Relación del Reyno de Chile, p. 180)

3. “De dieciséis caciques y señores es el soberbio estado poseído, en militar estudio los mejores que de bárbaras madres han nacido. Reparo de su patria y defensores ninguno en el gobierno preferido, otros caciques hay más por valientes, son estos en mandarlos preeminentes”. (La Araucana, p. 5)

4. “Son des gestos robustos desbarbados, bien formados los cuerpos y crecidos. Espaldas grandes, pechos levantados, recios miembros de nervios muy fornidos. Ágiles desenvueltos, alentados, animosos, valientes, atrevidos. Duros en el trabajo y sufridores de fríos mortales, hambres y calores”. (La Araucana, p. 16)

Los estudiantes que participaron en el proyecto fueron:

• Licenciatura: Ricardo Castro Castro, Valentina Encina Martínez, Benjamín Flores García, Jaime Olivares Mardones, Alejandro Ramos Santelices, Miguel Rodríguez Lobos y Valentina Rodríguez Oportus.

• Pedagogía: Luis Felipe Arriagada Martínez, Joaquín Fernández Varela, Martina García Pinda, Nicolás Guzmán Valdés, Sophie Muñoz Romero, Matías Navarro Espinoza, Sebastián Olivares Muñoz, Daniel Painenao González, Elías Rivera Garrido, Joaquín Soto Ubilla, Nicolás Torres Castillo y Damián Vergaray Aguilar.

Luego de tres meses de arduo trabajo que no solo consistió en lectura y selección, sino que también en el aprendizaje de manejo de fichas bibliográficas y edición a castellano actual, para los estudiantes fue una instancia enriquecedora que agradecieron como oportunidad dentro de su formación en la Universidad.

La Histórica Relación del Reyno de Chile . Un

desafío de animación y memoria histórica

“Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.”

La Histórica Relación del Reyno de Chile es una obra fundamental en la construcción de la identidad nacional, tal como la comprendemos hoy. Este texto, que reúne aspectos clave de la historia y cultura chilenas, ofrece una ventana al pasado que resulta esencial para entender el presente. Publicada originalmente en el siglo XVII, refleja la visión colonial del territorio chileno y sus habitantes, complementada por mapas e ilustraciones que contextualizan la obra, algo inusual para su tiempo.

* Licenciado en Artes por la U. de Chile (2002) y Máster en Producción Artística por la U. Politécnica de Valencia (2012). Doctor en Arte, Producción e Investigación en la U. Politécnica de Valencia (2024). Dedicado principalmente a la docencia, ha sido tallerista y profesor desde el año 2001. Entre los años 2014 y 2018 ejerció como docente en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL) en Guayaquil, Ecuador. De 2020 a 2022 ejerció como profesor de la Licenciatura en Animación Digital en la Universidad de Las Américas Puebla (UDLAP), en México. Académico Universidad San Sebastián, en Chile.

Sin embargo, enfrentarse a una obra de esta magnitud, especialmente con el objetivo de animar sus imágenes y textos, representa un reto complejo que combina perspectivas pedagógicas, artísticas, técnicas y culturales. Este proyecto exigía no solo una reinterpretación creativa, sino también un compromiso con la fidelidad histórica de la obra.

El arte de animar: dotar de vida a lo inanimado

El concepto de “animar” proviene del latín anima, que significa “dotar de alma”. Desde sus orígenes, la animación ha estado vinculada a la magia y el ilusionismo, destacándose por su capacidad de dar vida a lo estático. En este caso, el desafío era transformar grabados e ilustraciones de La Histórica Relación del Reyno de Chile en imágenes dinámicas que mantuvieran su carácter original, respetando su riqueza y delicadeza.

Animar no es simplemente agregar movimiento; implica crear una narrativa visual, dotar de temporalidad y construir un discurso que conecte con el espectador y se comunique con el texto. En este proyecto, cada imagen planteaba un conjunto único de desafíos debido a la sutileza y riqueza de los grabados originales.

Obstáculos técnicos y soluciones creativas

Uno de los primeros retos técnicos fue la calidad y resolución de las imágenes originales. Muchas de ellas eran insuficientes en sus dimensiones para la animación audiovisual que deseábamos realizar, limitando nuestra capacidad de manipular y ampliar detalles sin comprometer la calidad. No obstante, mediante herramientas de inteligencia artificial logramos escalar las imágenes, preservando su nitidez y textura original.

Esta solución técnica fue fundamental, ya que permitió centrarnos en el proceso artístico y técnico de la animación. Transformar imágenes estáticas en animaciones dinámicas exigió no solo habilidades técnicas, sino también creatividad e innovación. Como docente, promuevo que los estudiantes exploren y tomen decisiones por sí mismos, incluso si eso implica cometer errores. En el arte, el error no es un obstáculo, sino una herramienta para descubrir y aprender.

La animación se resolvió utilizando técnicas de interpolación, que consiste en establecer puntos clave en la trayectoria de cada movimiento para, con la ayuda de software especializado, crear desplazamientos y transformaciones fluidas de cada imagen. Esto nos permite modificar con buenos resultados cada una de ellas. Sin embargo, para lograr que esta técnica sea efectiva, requiere de un trabajo manual, casi artesanal, de separar y aislar cada parte y componente móvil de cada una de las imágenes intervenidas.

Así, logramos recortar las figuras de sus fondos y convertirlas en elementos articulados. Los vacíos que se generan producto del recorte, lograron ser completados y recreados a través de la manipulación digital, en algunos casos asistida por Inteligencia Artificial generativa, pero en otros casos fue necesario realizar un trabajo meticuloso de relleno manual de los espacios vacíos. Es notable como, en esta época de automatización y herramientas generativas, el trabajo manual, la meticulosidad y habilidad técnica del animador sigue siendo una parte central del trabajo.

Mis estudiantes enfrentaron el desafío con entusiasmo, explorando técnicas y conceptos novedosos. Aunque el proceso estuvo marcado por frustraciones y ajustes constantes, también generó aprendizajes significativos. La presión de producir un resultado final que estuviera a la altura de una exposición pública añadió una capa extra de responsabilidad, pero también reforzó el compromiso del equipo.

Dimensión pedagógica: colaboración y aprendizaje interdisciplinario

Desde el punto de vista pedagógico, este proyecto representó un ejercicio logístico complejo. Coordinar a estudiantes y docentes de diferentes ciudades, con diversos horarios y objetivos, exigió planificación detallada y bastante flexibilidad. Además, destacó la importancia del trabajo colaborativo y la interdisciplinariedad, esenciales para el desarrollo profesional en cualquier disciplina artística. En este aspecto, el liderazgo de Cristián León jugó un papel fundamental.

Un desafío significativo en lo relativo al trabajo en sí, fue la desconexión entre los textos originales y las sensibilidades contemporáneas. Las generaciones actuales, en su mayoría, desconocen obras como La Histórica Relación del Reyno de Chile o La Araucana. Su lenguaje y contexto histórico parecen lejanos, lo que dificulta su comprensión e interés.

Para superar esta brecha, los estudiantes de la Universidad San Sebastián reinterpretaron el texto en un lenguaje más accesible y contemporáneo, manteniendo su esencia. Este ejercicio no solo facilitó la comprensión, sino que también despertó interés en un público joven, creando un puente entre generaciones.

Rescate de la memoria histórica

La Histórica Relación del Reyno de Chile y La Araucana han sido fundamentales en la configuración de la identidad chilena. Sin embargo, su relevancia ha disminuido con el tiempo, quedando relegadas a un lugar secundario en la memoria colectiva.

Este proyecto busca revivir ese patrimonio cultural, resaltando su importancia en un contexto donde elementos clave de nuestra identidad están en riesgo de diluirse e incluso de desaparecer. A me-

nudo damos por sentado el valor de nuestra historia, solo para darnos cuenta demasiado tarde de que se ha desvanecido con el tiempo.

Adaptarse al formato: desafíos de presentación

Otro desafío relevante fue el formato de presentación. Las animaciones no estaban destinadas a los formatos convencionales de medios audiovisuales, sino a espacios físicos amplios, diseñados para ser vistos por grandes cantidades de personas en movimiento. En un contexto dominado por la verticalidad de los dispositivos móviles, trabajar en un formato de una proporción bastante extrema en el eje horizontal y de gran escala representó un reto técnico y conceptual.

Superar esta barrera requirió creatividad y adaptabilidad, garantizando que las animaciones fueran impactantes y comprensibles en este formato único. Esto nos llevó a reflexionar no solo sobre el contenido, sino también sobre la relación entre la obra, el espacio expositivo y su espectador.

El proyecto de animar La Histórica Relación del Reyno de Chile fue mucho más que un ejercicio técnico o artístico. Representó una experiencia transformadora para estudiantes y docentes, uniendo la historia y el arte en un esfuerzo colaborativo.

Para los estudiantes, fue una oportunidad única de aplicar conocimientos en un contexto real, enfrentando problemas y encontrando soluciones creativas. Para mí, como docente, fue una experiencia de aprendizaje junto a ellos, redescubriendo el valor de nuestra cultura e historia.

El resultado final no es solo un conjunto de animaciones, sino un testimonio del poder del trabajo colaborativo y de la importancia de la memoria histórica. Este proyecto nos recordó que el arte y la pedagogía pueden construir puentes entre generaciones, preservando la riqueza de nuestra identidad cultural para el futuro.

Intertextualidades con la literatura contemporánea

Estudiantes de Licenciatura en Literatura*

I. Patria: decadencia del territorio chileno en la literatura

Catriuska Coydán Pozo

El primer texto que se estudia en la asignatura de Literatura Viva de la carrera de Licenciatura en Literatura es La Araucana, que, si bien no es de un autor vivo, nos entrega un punto de partida para entender a los autores más actuales de nuestro país. Con base en esta obra, hablaremos sobre la construcción literaria de la patria.

Creo que el chileno muestra categóricamente la nueva chilenidad en el autodesprecio, adoptando como lema nacional “afuera es mejor”. Sí, estamos lejos de ser un país perfecto, y esta visión crítica ha quedado reflejada en la literatura, desde las primeras representaciones heroicas hasta las narrativas que cuestionan nuestra identidad actual.

* El presente capítulo corresponde a cuatro ensayos seleccionados que fueron elaborados en el curso Literatura viva dirigido por la académica Dra. Andrea Leyton Beltrán de la Licenciatura en Literatura, y que buscaba establecer nexos entre las obras analizadas y la literatura contemporánea, desde una visión crítica. Nos pareció valioso y atractivo incorporar el trabajo de las estudiantes en este proyecto.

La literatura y los escritores tienen un rol fundamental en la consolidación de la cultura de un pueblo; mientras se hace historia estos serán los copistas de las conversaciones, alegrías y tristezas. Los pueblos maduran. Los jóvenes se convierten en viejos. La herencia escrita chilena ha pasado de celebrar la fertilidad y la fuerza de su territorio, como lo hace La Araucana, a explorar su decadencia en sus dimensiones físicas, culturales y sociales.

En este ensayo intentaré abarcar el territorio físico, cultural y social de lo que entendemos como Chile a partir de la literatura más reciente. Junto a Alonso de Ercilla tomaré a los siguientes autores chilenos, por orden cronológico para dilucidar qué es lo que pasa con el territorio vivo y cómo decae esencialmente en las muestras literarias:

Gabriela Mistral (1889-1957) [vista en clase]

María Luisa Bombal (1910-1980)

Pedro Lemebel (1952-2015)

Pablo Simonetti (1961)

Nona Fernández (1971) [vista en clase]

Yosa Vidal (1981) [vista en clase]

Arelis Uribe (1987)

Inicialmente, nos encontramos con una visión de un Chile próspero, un pueblo valiente de brillante porvenir. Se destaca al chileno por su fortaleza y se elogia la belleza ubicua de su tierra. Alonso de Ercilla nos lo deja en evidencia:

Chile, fértil provincia y señalada, en la región antártica famosa de remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa; la gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa que no ha sido por rey jamás regida, ni a extranjero dominio sometida.281

No sólo tomaremos estas palabras como el punto de partida de nuestro viaje de autopercepción, sino que, dado que el poema se contextualiza en la Araucanía, nos servirá de muestra de un Chile total; una visión no centralista.

Mistral, en su texto Un valle de Chile: Elqui (1933), nos habla de que para ella Chile no es su patria, esta idea de un país por el cual abanderarse se debe dejar de lado, debido a que no todo el territorio es de importancia emocional para el individuo, una desconexión emocional puede dar paso a una fragmentación del territorio, perdiendo así la idea de ser chileno y simplemente sentirse de su respectiva región. Aquí destaco dos citas al respecto: “ La patria es el paisaje de la infancia y quédese lo demás como mistificación política” 282 y “El Valle de Elqui (...) no conozco región más angustiada de suelo vegetal…” 283 en esta cita se habla directamente del Valle de Elqui,

281 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana, Canto I, octava 6, versos 41-48. Madrid: Real Academia Española, 2022, p. 37.

282 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados,1933. Santiago: Universidad Adolfo Ibáñez, 2021, p. 94.

283 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados,1933, p. 96.

y obviando la distancia entre este lugar y la Araucanía actual, los tomamos a ambos como territorio chileno y esto contrasta directamente con lo dicho por Ercilla.

En el texto El árbol, de María Luisa Bombal, se nos narra cómo se siente una protagonista que vive en una casa protegida por un gomero, árbol que al final de este cuento es talado, ya que las raíces incomodaban a los vecinos porque levantaban las baldosas de la vereda.

En este texto tocamos nuevamente la fertilidad del territorio, el gomero representa el fértil territorio chileno el cual se ve constantemente amenazado por la modernidad: “Lo habían abatido de un solo hachazo. (...) “Las raíces levantaban las baldosas de la acera…” 284 .

En Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel, se nos da a conocer el lúgubre Santiago que vive bajo la dictadura de Augusto Pinochet. En las primeras líneas del primer capítulo se nos contextualiza qué es lo que está pasando: “... la primavera del ’86. Un año marcado a fuego de neumáticos humeando en las calles de Santiago comprimido por el patrullaje.” 285. La mirada del chileno hacia su propio país, en esta época, decae de forma significativa, debido a que el miedo, la opresión y la hostilidad transforman el territorio urbano en territorio de guerrilla, lo que marca un antes y un después muy significativo en Chile.

Un elemento recurrente es comparar el imaginario de país con algo relacionado al hogar, una casa, una pieza o incluso el jardín. Aquí entra Pablo Simonetti, con su texto, oportunamente llamado Jardín, en el que se habla de la importancia del jardín en su familia y su conexión con la figura materna. Se nos muestra que la casa es la base de su vida y especialmente el hermoso jardín de su madre, un espacio fértil y cuidado, el cual, por una razón análoga a los

284 BOMBAL, María Luisa. La Amortajada. Santiago: Editorial Zig-Zag.1984, p. 152.

285 LEMEBEL, Pedro. Tengo miedo torero. Barcelona: Seix Barral. 2001, p. 9.

acontecimientos sucedidos en el texto de Bombal, es desvirtuado y destruido: “Ese lugar de tranquila belleza y frágil armonía se vio convertido en el transcurso de un par de semanas en un laberinto de trincheras”286. No es descabellado pensar en un preocupante paralelismo con la deforestación e industrialización de la Araucanía. Además, se aprecia nuevamente la “patria regional” que pudimos ver en el texto de Gabriela Mistral, solo que en esta ocasión el espacio propio y dador de pertenencia es el jardín.

De los tres siguientes libros que abordaré, dos tuvimos el placer de leer en clases; Mapocho, de Nona Fernández y El tarambana, de Yosa Vidal.

En Mapocho destaco el poco gusto de nacer y vivir en este extremo del mundo, con la frase que empieza el libro: “Nací maldita. Desde la concha de mi madre hasta el cajón en el que ahora descanso. Me escupieron y fui a dar al fin del mundo, al sur de todo” 287. Destaca la decadencia a nivel sociocultural, mostrándonos que nacer en un país como el nuestro es un castigo.

Una decadencia similar nos muestra Yosa Vidal en El tarambana, en un Chile bajo dictadura: “El miedo no se justificaba en esas pampas deshabitadas, mas no era de extrañar que hasta el adorado chincol se hubiera coludido…” 288. En el país que encontramos en el texto hay ciertas ideas, ideologías y pensamientos que no pueden ser manifestados.

Para cerrar, con el uso de las citas vuelvo al territorio físico puntual, donde Arelis Uribe dice en su columna La historia de Lionel “... allá. En ese sur que se supone es tan precario y estéril” 289 . Un Chile transversalmente unido por la inconformidad.

286 SIMONETTI, Pablo. Jardín. Santiago: Alfaguara, 2014, p. 66.

287 FERNÁNDEZ, Nona. Mapocho. Santiago: Alquimia ediciones. 2002, p. 23.

288 VIDAL, Yosa. El Tarambana. Santiago: Tajamar ediciones. 2013, p. 76.

289 URIBE, Arelis. Que explote todo. Santiago: Los libros de la mujer rota. 2017, p. 55.

Hay deforestación, sequías, contaminación, pero también hay cordillera, bosque, tenemos la tercera reserva más grande de agua dulce del mundo, la economía más pujante del cono sur y las bellas ciudades vivas.

En el inmenso largo de nuestra patria, tenemos diversas culturas y costumbres, empero deberían complementarse y no aislarse. En la cohesión, intercambio y visión sin prejuicios está el progreso y la ganancia.

Algo pasó con nuestras expresiones literarias antes y después de dictadura, nuestros escritores vieron manchado de sangre el territorio en el que nacieron y se criaron, mas no podemos dejar que esto nos enajene indefinidamente.

Chile, es un lugar hermoso y rico, un territorio vivo que aún existe. Es por ello que vale la pena educarnos, hacernos personas íntegras, fértiles de conocimiento. Vivir este territorio cultural que amamos y que no podemos permitirnos perder. Busquemos que nuestros nuevos escritores sean capaces de enaltecer el territorio chileno. Porque Chile, es de provincias e individuos fértiles e íntegros.

II. Indios: Inferioridad y barbarie en la literatura

La literatura chilena, como producto cultural, refleja la influencia de ideas provenientes del tiempo colonial, las cuales se han internalizado y transmitido a través de las generaciones en la sociedad chilena. Esta influencia se manifiesta en los personajes, temáticas y contextos de las obras literarias nacionales, donde, como explica Lampis (2013):

“Se trata de volver a colocar el texto (y su significado) en la trama de relaciones culturales e históricas en que éste participa y cobra relevancia; de escarbar en las relaciones no sólo internas al texto, sino también en aquellas relaciones intertextuales que lo identifican y sostienen; de individuar, en cada caso concreto, el papel del texto en su contexto y del contexto en el texto” (p. 450)

Este enfoque evidencia la conexión entre las vivencias de los autores y el contexto histórico de su creación, demostrando la presencia del pensamiento colonial –sus valores y creencias– en la literatura contemporánea, como parte del legado de aquella época.

La Araucana, de Alonso de Ercilla, es un poema épico que relata la primera fase de conquista de Chile por parte de los españoles. En el primer canto se describe a los araucanos desde la visión de los colonos, tras una derrota durante la Conquista. Lo que hace Ercilla en este canto es justificar su pérdida ante esta “raza”, como eran definidos en esos tiempos, sin manchar el nombre de él ni de los suyos. Ercilla hace una especie de glorificación hacia los araucanos, buscando argumentar que a pesar de su superioridad ante los “indios”, la barbaridad que ellos poseían era inquebrantable. Este pensamiento se encuentra

presente cada vez que se realiza la clasificación de superior e inferior, resaltando características que justifican la inferioridad de algo o alguien ante un otro; de igual manera como hizo Ercilla, destacando aspectos positivos para justificarse, sin dejar de lado la diferencia de “clases”.

Alonso de Ercilla describe a los indígenas por su “barbaridad sobresaliente” y su gran similitud con el mundo animal:

los bárbaros que son sobresalientes, soberbios, cielo y tierra despreciando, ganosos de estremarse por valientes 290 .

En más de algún extracto se leerá la comparación entre las características de los “indios” con animales en habilidades físicas:

En lo que usan los niños en teniendo habilidad y fuerza provechosa, es que un trecho seguido ha de ir corriendo por una áspera cuesta pedregosa y al puesto y fin del curso revolviendo, le dan al vencedor alguna cosa. Vienen a ser tan sueltos y alentados que alcanzan por aliento los venados291.

Otro rasgo que destaca en el poema es la deficiencia en armamento, que, a pesar de tener la fuerza y otras habilidades, la precariedad de armas es relevante en dicha conquista: Las armas de ellos más ejercitadas son picas, alabardas y lanzones, con otras puntas largas enastadas de la fación y forma de punzones,

290 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana, Libro I, Canto I, octava 26, versos 202-204. Madrid: Real Academia Española, 2022, p. 43.

291 DE ERCILLA, Alonso. La Araucana, Libro I, Canto I, octava 15, versos 113-120, p. 40.

hachas, martillo, mazas barreadas, dardos, sargentas, flechas y bejucos, tiros arrojadizos y trabucos292.

El poema de Alonso de Ercilla ha sido una inspiración a lo largo de la historia de Chile para otros escritores, adoptando posturas similares hacia los indígenas. Esta visión no ha influenciado solamente la literatura chilena, sino también en el pensamiento que se ha forjado en la sociedad del país, generando estereotipos que han perdurado a lo largo de generaciones.

El pensamiento colonial reflejado en La Araucana puede encontrarse en distintas obras literarias como las de Gabriela Mistral. Al crecer en una sociedad que tenía el pensamiento internalizado, sus obras no han escapado de su influencia. En ellos se demuestra lo despectivo que se puede ser con un otro para favorecer dicha superioridad, ignorando que las virtudes pueden presentarse en ambas personas: “Suele caer hacia los lados esta boca india con el desdén que ven esas razas que se saben dignas como cualquiera otra por talentos y virtudes y que han sido ‘humilladas’ y ofendidas infinitamente” 293. Es la misma Gabriela Mistral que expresa en sus obras que este pensamiento ha sido inculcado desde la infancia: “En cada tributo de la hermosura que los maestros nos enseñan, nos dan exactamente el repudio al rasgo nuestro; en cada sumando de la gracia que nos hacen alabar nos sugieren la vergüenza de una condición de nuestros huesos o de nuestra piel” 294 . La belleza es un tema importante en la actualidad, perjudicado por los estereotipos y el rechazo a algunos de ellos. La belleza también es un punto que refuerza la inferioridad entre “razas”: “Se envenena invisiblemente nuestra raza, y así se vuelve viles a nuestras gentes sugiriéndoles que la huida hacia el otro tipo es la única salvación” 295 .

292 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro I, Canto I, octava 19, versos 145-152, p. 41.

293 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados,1933. Santiago: U. Adolfo Ibáñez, 2021, p. 92.

294 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados, p.90

295 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados, p. 90.

El pensamiento de Ercilla también se observa en la literatura contemporánea, revelando que el poema escrito en el siglo XVI ha influenciado en textos del siglo XX y se sigue visualizando en obras del siglo XXI. En Mapocho, de Nona Fernández, escritora que se ha dedicado a crear obras sobre la memoria en la historia chilena, se entrega una visión actualizada sobre el mestizaje a través de rumores que se encuentran dentro del mismo libro. A pesar de ser un texto moderno se retoma la comparativa sobre el animal y la barbaridad que caracterizaba a los “indios” desde la postura de los colonos, dejando ver que, aunque pasen los años, el poema de Alonso de Ercilla sigue presente en la literatura chilena contemporánea y en la misma sociedad. Nuevamente se realiza una descripción más cercana a lo bestial: “Mezcla de animal y hombre, de luz y noche, de confianza y recelo ¿Qué pasaba por la cabeza del mapuche? ¿Pensaría del mismo modo que él? ¿Sentiría las mismas cosas?”296 . Este fragmento representa los pensamientos de Pedro de Valdivia tras conocer a Lautaro, los cuales entregan una visión de un ser que era probable que no tuviese la misma conciencia y raciocinio que los colonos, un ser primitivo y deficiente, no tan solo en evolución de armas sino de su mismo coeficiente.

De manera similar, El tarambana, de Yosa Vidal, escritora chilena que ha publicado varios libros sobre la historia nacional, en los cuales también se hace presente el pensamiento colonial. En el libro, el protagonista se encontraba en un viaje hacia el sur de Chile. Cuando se cruza con una familia de mapuches inicialmente los percibe como “indios” desactualizados. Sin embargo, tras conversar con ellos se sentirá avergonzado al darse cuenta de que estas personas por pertenecer a una etnia no son tan diferentes a él. “¡Necesito oír de vuestra propia boca lo mucho que sabéis del arte de las curaciones y algunas pistas de aquellos secretos que habéis guardado celosamente por generaciones!” 297 .

296 FERNÁNDEZ, Nona. Mapocho. Santiago: Alquimia ediciones. 2002, p. 52.

297 VIDAL, Yosa. El Tarambana. Santiago: Tajamar ediciones. 2013, p. 87.

Estas tres obras contemporáneas reflejan que, a pesar de los avances, persiste la mentalidad colonizadora que se presenta en el poema de Ercilla, aquella “raza” inferior que son los indios salvajes con necesidad de ser domesticados por la civilización que poseen los colonos. La visión de superioridad continúa presente hoy en día en la sociedad chilena; no solo por el tema de las “razas” sino también se observa el pensamiento de superioridad dentro de los géneros, los estatutos sociales, en personas extranjeras que residen en el país; y en muchos más temas se encontrará la denigración o glorificación que busca mantener la balanza a favor del que dice ser superior. La influencia de las ideas colonizadoras sigue alterando las creaciones literarias, conectando la vivencia de los autores y el legado de aquella época, mostrando permanencia de los valores en estructuras de desigualdad en las nuevas realidades. El pensamiento colonial sigue influyendo en la cultura y en la sociedad chilena, incluso en tiempos modernos.

Como señala Waldman Mitnick (2004), “algunas interesantes voces literarias [...] levantan una voz crítica, cuestionando profundamente la relación de los chilenos con su pasado y reconstruyendo las huellas perdidas de las figuras que perturbaban la ‘línea única’ de la historia oficial” (p. 108). Esto se evidencia en los libros de Nona Fernández y Yosa Vidal, que no solo refleja la persistencia del legado colonial, sino que conceden espacios para reflexionar sobre los estereotipos, ofreciendo una mirada dialógica del pasado y el presente.

En este contexto, la literatura cumple un doble rol fundamental: por un lado, desentraña los hilos invisibles que nos atan a mentalidades coloniales; por otro, teje nuevas narrativas donde quepan las múltiples identidades que conforman Chile. El camino hacia una sociedad más igualitaria comienza precisamente con esta capacidad de reflexionar críticamente sobre nuestro pasado colonial, no para repetirlo, sino para transformarlo. Las obras que asumen este desafío nos recuerdan que, aunque el peso de la historia es innegable, siempre existe la posibilidad de reescribirla.

III. La Araucana y la romantización racial

Izabella Figueroa Saavedra

La Araucana es un texto bastante controversial si se refiere a su discurso, sobre la forma en cómo se habla sobre los nativos señala un patrón que es perpetuado a través del tiempo. Hay que entender el motivante oculto que tiene “La Araucana” cuando habla de manera positiva sobre los nativos:

No ha habido rey jamás que sujetase esta soberbia gente libertada, ni extranjera nación que se jactase de haber dado en sus términos pisada,298

Pero esto no es más que un embellecimiento para la conquista española, ya que fueron estos mismos quienes acabaron “sujetando a esa soberbia gente libertada”:

Gente es sin Dios ni ley, aunque respeta a aquel que fue del cielo derribado, que, como a poderoso y gran profeta, es siempre en sus cantares celebrado.299

El propósito de este poema épico es demostrar el poderío de los españoles. Se incurre una romantización racial con propósitos políticos. En este análisis entenderemos la “romantización racial” como “una consecuencia del racismo sistémico, (…) tiene que ver con los prejuicios que se construyen sobre cada una de las supuestas “razas” y las expectativas atadas a esos prejuicios.”300

298 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro I, Canto I, octava 47, versos 313-316. Madrid: Real Academia Española, 2022, p. 50.

299 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro I, Canto I, octava 40, versos 369-372., p. 50.

300 OGATA AGUILAR, Jumko. “No soy tu morena de fuego, sobre la fetichización racial.” En enlace web: CoolhunterMX. https://coolhuntermx.com/no-soy-tu-morena-de-fuego-ideas-racializadas. Publicado 26 de febrero de 2021. Jumko Ogata es una activista, escritora, traductora y divulgadora de antirracismo afrojaponesa y chicana (en Estados Unidos, se refiere a una ciudadana o residente de ascendencia mexicana). Ha escrito para la revista de la Universidad Nacional Autónoma de México, Vogue México, el British Council de México (Nota del editor).

Pero ahora, nos preguntamos: ¿La romantización racial se sigue perpetuando en Latinoamérica en el siglo XXI?

La literatura es una herramienta de denuncia social que los textos que analizaremos utilizan para dar a conocer esta problemática social, evidenciando la objetivación y la deshumanización que se vive en pleno siglo XXI.

El primer texto que analizaremos será La casa de la belleza de Melba Escobar, refiriéndonos a Karen, una chica migrante que se mudó de la costa hasta el centro de Bogotá, quien es discriminada y objetivada por su raza. Al inicio se nos introduce como “belleza natural” y “negra con rasgos de blanca”. (…) “Ahora tampoco sé si Karen, esa especie de negra de pelo lacio con nariz de blanca, esa muchacha desprevenida, natural hasta casi resultar agresiva” 301. Pero, es más atrás en el texto que ella es llamada “Pocahontas” quien era una niña nativa que era representada con rasgos blanqueados. “-Gracias Pocahontas (…) Mira que llevo varias sesiones mirándote. Tienes una belleza así, salvaje, como de una indiecita con taparrabos” 302 .

Karen mientras que era una persona que tenía sueños y esperanzas, nunca fue vista de esa manera porque ella era mirada como objeto y no persona por sus rasgos, como victimaria y no víctima: “por eso se abalanzó sobre mí, fue su presa y no pude verlo porque Karen tiene ese poder, ella lo sabe, su belleza es un arma.”303

El segundo texto que se tomará en consideración será Mapocho de Nona Fernández, donde la autora entrega su interpretación de la historia de Lautaro con Pedro de Valdivia en el capítulo 4 de la parte 1, en que La autora hace una interpretación bastante libre del episodio donde Pedro de Valdivia habría mantenido a Lautaro

301 ESCOBAR, Melba. La casa de la belleza. Barcelona: Seix Barral. 2019, p. 107.

302 ESCOBAR, Melba. La casa de la belleza, p. 65.

303 ESCOBAR, Melba. La casa de la belleza, p. 279.

como su paje porque estaba encantado por sus rasgos mapuches: “A Valdivia le gustaba el mapuche. A ratos se le quedaba mirando. Había tanto de raro en él. Mezcla de animal y hombre (…)”304, y buscando apoderarse de Lautaro, terminó abusando de él: “Sus manos comenzaron a bajar por el cuello y a apoderarse del cuerpo del indígena. (…) tratando de capturarlo por completo, de consumirlo entero.” 305. Después de ese suceso Lautaro le dio muerte a Pedro de Valdivia, pero luego, los españoles lo atacaron de improvisto y acabaron con él. En esta historia la autora presenta una caricatura de los conquistadores españoles reduciéndolos a cobardes y oportunistas: “Lo agarraron y le dieron muerte enseguida. Nada solemne, nada especial. Había que cobrar venganza por la muerte de don Pedro” 306. La autora interpreta y juzga con valores del presente hechos del pasado, lo cual creo, tampoco no es ni justo ni honesto intelectualmente.

Finalmente, se analizará el manuscrito El tipo del indio americano de Gabriela Mistral: En este manuscrito se habla de cómo al mestizo se le humilla y se le discrimina, incentivándolo a ocultarse y a odiarse: “Así se forman hombres y mujeres con asco (…) así se suministra la sensación de inferioridad de la cual se envenena invisiblemente nuestra raza” 307. Y que hay una cierta vergüenza que se tiene al ser mestizo, donde se tiene que poseer una cierta belleza exclusiva a la raza: “El cabello crespo que en el caucásico es una especie de corona gloriosa (…), en el mestizo se hace sospechoso de mulataje y le preferimos la mecha aplastada” 308 . Como logramos observar, mientras que en la actualidad Latinoamérica se ha alejado de los días de la colonización, no nos hemos

304 FERNÁNDEZ, Nona. Mapocho. Santiago: Alquimia ediciones. 2002, p. 52.

305 FERNÁNDEZ, Nona. Mapocho, p. 53.

306 FERNÁNDEZ, Nona. Mapocho, p. 59.

307 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados, p. 89.

308 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados,1933. Santiago: U. Adolfo Ibáñez, 2021, p. 89.

separado de la romantización racial. Se les somete a las personas de diferentes razas a poseer rasgos de “blanco” para ser considerados “bellos”, lamentablemente esto no le ayuda a ser respetado, ya que se deshumaniza a partir de sus rasgos no blancos, entre la humillación y la objetivación.

IV. Un viaje de identidad, pertenencia y memoria

Viviana Torres Sepúlveda

La Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga

La Araucana de Alonso de Ercilla es una epopeya que narra las contiendas entre los conquistadores españoles y el pueblo araucano de la época colonial. Ercilla, quien participó en estas contiendas y con el respaldo de la Corona Española, presenta una narrativa dual que ensalza tanto el coraje y determinación de los españoles como la resistencia y el carácter indomable de los araucanos. En su escrito Ercilla afirma:

Este es el fiero pueblo no domado que tuvo a Chile en tal estrecho puesta, y aquel que por valor y pura guerra hace en torno temblar toda la tierra 309 .

Es Arauco, que basta, el cual sujeto lo más de este gran término tenía, con tanta fama, crédito y concepto que de un polo al otro se extendía 310 .

Son de gestos robustos, desbarbados, bien formados los cuerpos y crecidos, espaldas grandes, pechos levantados, recios miembros, de nervios bien fornidos, ágiles, desenvueltos, alentados, animosos, valientes, atrevidos, duros en el trabajo, y sufridores de fríos mortales, hambres y calores 311. (Ercilla, 1849, 7).

309 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro I, Canto I, octava 11, versos 85-88. Madrid: Real Academia Española, 2022, p. 39.

310 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro I, Canto I, octava 12, versos 89-92, p. 39.

311 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro I, Canto I, octava 46, versos 361-368, p. 48.

En estas citas el autor elogia el carácter indomable de los araucanos y manifiesta su respeto y reconocimiento a la resistencia y coraje del enemigo que es inusual para su tiempo, como también al describir las características físicas de estos fuertes guerreros, haciendo un reconocimiento de la diversidad cultural como identidad nacional.

Ercilla ofrece una visión detallada del paisaje chileno y de las condiciones de vida durante la época de la conquista. Su descripción del entorno natural y cultural es un elemento clave para entender la complejidad de la situación histórica. Un ejemplo es la forma en que Ercilla combina descripciones del paisaje chileno: Chile, fértil provincia y señalada en la región antártica famosa, de remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa: La gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida, ni a extranjero dominio sometida 312 .

Es Chile norte sur de gran longura, costa del nuevo mar del Sur llamado, tendrá del este al oeste de angostura cien millas, por lo más ancho tomado; bajo del polo Antártico en altura de veinte y siete grados, prolongado hasta do el mar Océano y chileno mezclan sus aguas por angosto seno 313 .

312 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro I, Canto I, octava 6, versos 41-48, p. 37.

313 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro I, Canto I, octava 7, versos 49-56, p. 37.

La búsqueda de propósito es inmanente al conflicto entre españoles y araucanos. Ambas fuerzas están enfrascadas en una contienda que define sus identidades, el significado del deber y el deseo de gloria. Ercilla señala en la cita:

Los que están a la guerra dedicados no son a otro servicio constreñidos, del trabajo y labranza reservados y de la gente baja mantenidos: pero son por las leyes obligados de estar a punto de armas proveídos, y a saber diestramente gobernallas en las lícitas guerras y batallas 314 .

Araucanos de Gabriela Mistral

En su poema Araucanos, Gabriela Mistral centra su narrativa en la resistencia del pueblo mapuche, abordándola desde una perspectiva cultural y espiritual que celebra su fortaleza inquebrantable. Mistral destaca la capacidad del pueblo mapuche para perdurar en la memoria, en presencia cultural y originaria a través de los siglos, subrayando su dignidad y su conexión ancestral con la tierra. La poetisa adopta un tono introspectivo, utilizando el paisaje no solo como escenario, sino como un símbolo potente de identidad mapuche:

Vamos pasando, pasando la vieja Araucanía que si vemos ni mentamos. Vamos, sin saber, pasando reino de unos olvidados, que, por mestizos banales, por fábula los contamos, aunque muestras caras suelen sin palabras declarados 315 .

314 DE ERCILLA, Alonso, La Araucana, Libro I, Canto I, octava 18, versos 137-144, p. 41.

315 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados, 1933. Santiago: U. Adolfo Ibáñez, 2021, p. 154.

Los

El entorno natural es evocado con imágenes poderosas que reflejan la profunda conexión entre los mapuches y su tierra, sugiriendo que esta relación es la fuente de su resiliencia. Mistral escribe en el contexto del siglo XX desde una perspectiva de reivindicación cultural, buscando inspirar orgullo y respeto por el pueblo mapuche y resaltando su relevancia en la identidad nacional chilena:

Ellos eran dueños del bosque y montaña de lo que los ojos ven y lo que el ojo no alcanza, de hierbas, de frutos, de aire y luces araucanas, hasta el llegar de unos dueños de rifles y caballadas 316 .

El estilo lírico y libre de Mistral se centra en la emoción y la introspección, utilizando un lenguaje evocador y poético que busca conectar emocionalmente con el lector. A través de su poesía, transmite un profundo orgullo y admiración por los mapuches, enfatizando su dimensión espiritual y cultural más que sus hazañas bélicas. Su obra es un símbolo a la resistencia y la identidad del pueblo mapuche, y un llamado a reconocer su valiosa contribución a la cultura chilena:

Son un largo coro antiguo que no más ríe ni canta

Nómbrala tú, di conmigo: brava-gente araucana

Sigue diciendo: cayeron. Di más: Volverán mañana 317 .

Mapocho, de Nona Fernández

La relación literaria entre Mapocho, de Nona Fernández y La Araucana , de Alonso de Ercilla, se teje a través de un diálogo histórico y cultural que aborda la identidad chilena desde perspectivas distintas pero complementarias. Ambas obras, aunque separadas por siglos de historia, exploran temas de conflicto social,

316 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados, p. 155.

317 MISTRAL, Gabriela. Textos seleccionados, p. 155.

militar, diferencias en las clases sociales y etnias, la memoria, la resistencia un sistema que oprime y la compleja relación entre el pasado y el presente.

Mapocho es una novela situada en el Chile post-dictadura que explora las secuelas de la represión política y la lucha por la memoria histórica y el retorno a la patria después de varios años para verter las cenizas de su madre al río Mapocho. Utiliza el río como símbolo del flujo constante de recuerdos y traumas no resueltos, mostrando cómo el pasado sigue influyendo en el presente: “El pasado es un lastre del que no hay cómo librarse. Tortura con la forma de un olor, de una música, a veces de un sueño. Un sueño es siempre un reflejo de algo que ocurrió” 318 .

La resistencia en la novela es introspectiva y psicológica, centrada en la memoria y la identidad en un país que busca reconciliarse con su historia. Los personajes luchan contra el olvido y la represión interna, buscando justicia y verdad y momentos de paz como en el caso de “La Rucia”, que siente paz y refugio en el cementerio (lugar simbólico) de Santiago:

El cementerio el único lugar donde la Rucia se siente en casa. Todo allí se mantiene igual que cuando ella era niña y el padre la llevaba con el Indio a visitar la tumba de la familia. Este es el único sitio del barrio que no ha sido maquillado. Aquí las construcciones pueden estar cayéndose, las lápidas quebrantos, los muertos escurriendo hacia la superficie, y nadie se atreve a alterar nada 319 .

318 FERNÁNDEZ, Nona. Mapocho. Santiago: Alquimia ediciones. 2002, p. 182.

319 FERNÁNDEZ, Nona. Mapocho, p.98.

El río Mapocho sirve como testigo mudo de los eventos históricos, simbolizando la memoria y el tiempo, como lo expresa la cita:

Dicen que un cuerpo flotaba bajo los arcos de su puente. Un cuerpo flaco, azuloso. Un cuerpo engrillado a otro cuerpo. Los ojos de un indio, de un negro, de un mulato. Dicen que todos miraban hacia arriba. Aullaban, se lamentaban 320 .

La obra destaca el reconocimiento a la memoria para la reconciliación y la comprensión de la identidad nacional chilena, en un Chile del siglo XX que estigmatizaba y marginaba a los mapuches.

El Tarambana, de Yosa Vidal

Aunque ambas obras -La Araucana y El Tarambana-, surgen de contextos históricos y culturales distintos, comparten un interés por explorar la identidad, la resistencia y la búsqueda de propósito y significado en medio de un entorno complejo y hostil. Ercilla y Vidal, a través de sus narrativas, ilustran cómo las personas y las sociedades enfrentan y navegan las complejidades de su tiempo y lugar, ofreciendo perspectivas valiosas sobre la condición humana y la formación de la identidad personal y sociocultural. Al conectar estas obras, se destaca la continuidad de ciertos temas universales en la literatura chilena y una construcción literaria del concepto de patria e identidad a lo largo del tiempo.

El Tarambana se sitúa en un contexto contemporáneo del siglo XX en Chile, que se centra en la historia de “Gabriel”, quien navega por una compleja y fluctuante vida en la ciudad de Santiago y en otros sitios del país enfrentando desafíos personales y sociales:

320 FERNÁNDEZ, Nona. Mapocho, p.83.

Fue el año mil novecientos setenta y nueve quizás el peor de todos, no por el hambre y la soledad que sentí, pues como ha podido apreciar, esos casi diez años fueron casi solo de eso: hambre y soledad”. Tanto que cuando veo hacia atrás, me entran ganas de tomar esos recuerdos y quemarlos todos en una hoguera y así desaparezcan para siempre 321 .

Este fragmento refleja la compleja y vulnerable vida del protagonista y las desafiantes circunstancias en las que ha tenido que enfrentar con su espíritu de sobrevivencia ante un Chile oscuro y complejo.

El entorno social es también un reflejo del estado interno de “Gabriel”. La ciudad se convierte en un personaje más dentro de la narrativa, un espacio vivo que moldea e influye en la vida social y civil de sus habitantes:

Providencia es un poblado que, como lo dice su nombre, parece protegido por los hados del destino, y por la Reina del cielo que no permite que haya mácula en sus calles. Y digo que estos tiempos eran extraños pues una gran parte de nuestra tierra estaba siendo teñida de rojo, y no precisamente porque se celebrara la Navidad, sino más bien porque el recién asumido César, como Rey Mago hacía desaparecer los seres, sin dejar siquiera algo de mirra como señal de su anterior existencia 322 .

La memoria también es un concepto fundamental en la obra, en que el protagonista hace una reflexión de una situación marcada por la violencia civil militar, desapariciones y muertes de personas a manos de la dictadura militar de Augusto Pinochet:

321 VIDAL, Yosa. El Tarambana. Santiago: Tajamar ediciones. 2011, p. 111.

322 VIDAL, Yosa. El Tarambana, p. 81.

Yo no era quien para poner en duda los métodos que esos dos señores utilizaban para hacer desaparecer los cuerpos, sobre todo y principalmente por la experticia en ese asunto, y porque hasta donde yo pude observar, nadie en ese pueblo había reclamado a los difuntos. Sí debo reconocer, y me disculpe usted la sinceridad de mis palabras, que me dio mucha desconfianza la forma de hacer desaparecer nuevamente esos pobres huesos, pues dado que yo ya era cómplice, no hubiese querido que uno esos sacos hubieran salido a flote para desplazarse por las mansas riveras del Calcurrupe 323 .

Conclusión

Estas obras y sus autores respectivos comparten una narrativa que ofrecen miradas únicas y abiertas que contribuyen a la comprensión de la identidad nacional. La literatura chilena sigue siendo un espacio de construcción esencial, diverso y abierto a todo espectador y a toda nueva creación, que nos invita a la reflexión sobre narrativas y temas que emerjan a lo largo del tiempo, como también a fortalecer el significado de identidad nacional, memoria histórica y cultural.

Esta construcción es un viaje de riqueza y diversidad, de memoria e identidad, desde las raíces históricas hacia un futuro donde la literatura chilena sea fuente de inspiración para nuevas generaciones y de orgullo de ser parte de este país con todas sus luces y sombras, pero nuestro, definitivamente.

323 VIDAL, Yosa. El Tarambana, p. 127.

Bernardo Havestadt y el Cancionero

Chilidúgú

Cristián León González

“Aquí, en este lugar de cita de todas las rutas, en este término de los andares humanos, se plantó también la palabra redentora, se habló asimismo a la criatura de su finalidad trascendente. Este es el mensaje que sacó a la tierra austral de su inercia milenaria para meterla en el cauce acelerado de la cultura y que corrió al encuentro del desaliento del hombre ante el fatal morir de sus obras, para darle como destino, sin desgaste ni término, la posesión amorosa de Dios”. Jaime Eyzaguirre. Hispanoamérica del dolor324

El formidable trabajo realizado por el misionero jesuita alemán

Bernardo Havestadt en las misiones de La Araucanía cuya descripción se incluye en esta obra, Diálogos de la Conquista, se debe a varias razones que enunciaré aquí y que desarrollaré a lo largo del presente capitulo.

Este sacerdote compuso un cancionero en mapudungun, es decir, en lengua mapuche que es una obra religiosa que se mantuvo prácticamente desconocida por varios siglos y se recuperó a fines del siglo XX. Este cancionero pertenece a la sexta parte contenida en el tercer tomo de una obra homónima compuesto por siete partes repartidas en tres tomos.

324 EYZAGUIRRE, Jaime. Hispanoamérica del dolor. Finis Terrae, p. 13.

Esa obra es el resultado de una investigación musicológica llevada a cabo por Víctor Rondón y está interpretada por el conjunto Sintagma Musicum de la Universidad de Santiago junto al Coro de Niños de la Comunidad Huilliche de Chiloé.

Esta obra musical fue elegida para acompañar la proyección de los videos que se exhibieron en el Mercado Urbano Tobalaba, por tratarse de una obra única en su belleza, contenido y significado, y por tanto, totalmente atingente al objetivo del libro, pues es un catecismo cantado en la lengua mapudungun, y que se inscribe dentro del monumental trabajo denominado Chilidúgú o asuntos chilenos, que incluye desde una gramática de la lengua de los habitantes de la Araucanía hasta la cultura de sus habitantes desde diferentes ángulos, además del conjunto de partituras en lengua nativa antes citado.

Este ambicioso trabajo fue realizado por Havestadt en los años finales de la presencia de los jesuitas durante la Colonia, en tierras mapuches y le tocó vivir en carne propia el drama de la expulsión de la Compañía, a lo que le siguió una serie de impresionantes aventuras dramáticas, que no le desalentaron a perseverar en su magnífica obra, que vio la luz en 1777. Es absolutamente necesario dar a conocer y transmitir este maravilloso legado a las futuras generaciones. Una obra hecha con el profundo amor que despierta el amor a Dios y a sus creaturas, resultando en una creación de una belleza sublime. Esta obra encarna la famosa sentencia de Fiódor Dostoievsky (1821-1881) en su obra El Idiota, pronunciada por el príncipe Myshkin: “La belleza salvará al mundo”.

Veamos algunos rasgos biográficos de este singular jesuita. Bernardo Havestadt nació en Colonia en 1714 y será conocido principalmente por ser un jesuita, misionero y lingüista de la lengua indígena mapudungun. En Colonia asistió por primera vez al colegio jesuita, donde le habían otorgado un segundo premio

en la clase de poesía alrededor de 1729. Después de abandonar la escuela, estudió filosofía en Tréveris, donde se unió a la Compañía de Jesús el 20 de octubre de 1731.

Havestadt inició su carrera religiosa en 1732, destacándose como predicador en Münster. Poseedor de una gran cultura y su dominio de nueve idiomas, su vocación, sin embargo, era la conversión de los naturales en alguna provincia hispánica de ultramar. En 1746 contacta en Westfalia al padre Carlos Haymhausen, que se desempeñaba como procurador de los jesuitas de Chile, para que lo lleve a evangelizar ese reino. De este modo, llegó a Concepción en 1748 para radicarse luego en la misión de Santa Fe, próxima a la recién fundada villa de Los Ángeles (1739), donde estudió la lengua mapuche con el padre Javier Wolffwifen, como medio indispensable para su propósito apostólico según el modelo de inculturación promovido por la Compañía. Fue uno de los 102 jesuitas alemanes que trabajaron en la Capitanía General de Chile 325 .

Una vez que este docto jesuita hubo dominado el idioma, entró a misionar en territorio pehuenche, recorriendo de 1751 a 1752 ambos lados de la cordillera de los Andes desde los paralelos 34 al 39, en una difícil travesía no exenta de peligros, en que perdió su equipaje y por poco casi perece debido a los golpes que le propinó en su cráneo un indígena ebrio. Debido a esto, en 1756 se retiró al Colegio de San Pablo en Santiago y se abocó a plasmar por escrito sus experiencias. En 1757, debido a su mal estado de salud, debió espaciar sus salidas a terreno y recogerse en los conventos jesuitas, iniciando su escrito en latín Chilidúgú, sive tractatus de lingua seu idiomate indo-chilensis, obra muy completa sobre la lengua araucana que incluye: una gramática a partir de la sintaxis latina, una traducción del Indiculus Universalis del filológo jesuita François Pomey

325 Por esa época el contingente de origen alemán y austríaco era el más numeroso, homogéneo y cohesionado, culturalmente hablando.

326 a la lengua indígena; catecismo en lengua indígena, en prosa y verso; un detallado glosario de voces indígenas en orden alfabético con sus correspondencias en lengua latina; partituras de diecinueve melodías de su autoría para cantar fragmentos del catecismo con acompañamiento de órgano; diario de viaje y mapa de los deslindes de la cordillera chilena con algunos dibujos, elaborado en su viaje de 1751. Toda esta enorme obra se componía como decíamos al comienzo, en siete partes distribuidas en tres tomos 327 .

Así, resulta interesante saber cómo se inscribía el tratado Chilidúgú dentro del corpus de textos elaborados en la experiencia de los misioneros en este lugar del Nuevo Mundo. La situación de la Iglesia en América en sus orígenes, es decir, desde los inicios de la Conquista, dependía de las diócesis hispanas, en especial de Sevilla, pero a medida que las fundaciones urbanas se fueron multiplicando y la estructura eclesiástica se fue complejizando, esta tuvo forzosamente que articularse y adaptarse a nuevas fórmulas para realizar una labor más eficaz en su obra evangelizadora.

Hasta 1546 todos los territorios que abarcaba la iglesia católica americana dependían eclesiásticamente de las catedrales españolas. Sin embargo, a partir de esa fecha se crean en el Nuevo Mundo los obispados de México, Santo Domingo y Lima. Consecuentemente, la cristiandad sudamericana -desde

326 POMEY, François (1618-1673), fue un fecundo autor, al que debemos obras de moral, retórica, gramática y lexicografía. Pretendía que todo el mundo conociese el latín y pudiese conversar en esa lengua, que no tiene una tierra donde se hable. En su producción sobresale el Indiculus universalis rerum fere omnium quae in mundo sunt cientiarum item, artiumque nomina apte breviterque colligens (Antoine Molin, Lyon, 1667), una extensa nomenclatura bilingüe con el latín y francés, que gozó de un abultado número de ediciones, sin cambios significativos de una a otra, distribuida en tres partes (el mundo, el hombre y sus partes y una ciudad y sus partes), a su vez desglosadas en capítulos, y cada capítulo con sus divisiones y agrupaciones de palabras. Cfr. https://www.bvfe.es/es/ autor/10452-pomey-francois-antoine.html, consultado el 07 de abril de 2025.

327 Cfr. HAVESTADT HOSFELMAN, Bernardo. Historia Hispánica. Real Academia de la Historia disponible en el enlace web: https://historia-hispanica.rah.es/biografias/21705-bernardo-haverstadt-hosfelman, consultado el 04 de abril de 2025. Ver también: BRAÑES, María José. El Chilidúgú del padre Bernardo Havestadt. Introducción y selección. ONOMÁZEIN 14 (2006/2): pp. 65-99.

Quito a Chiloé- pasa a depender de esta última diócesis, en la que se celebran durante la segunda mitad del siglo XVI importantes concilios que recogen los edictos tridentinos, siendo el más importante y decisivo el tercero de ellos, efectuado entre 1582 y 1583. A este evento asistieron también los obispos de Santiago y La Imperial, Diego de Medellín y Antonio de San Miguel, respectivamente. Otro testigo de este sínodo, el franciscano Luis Jerónimo de Oré (nacido en 1554 en Huamanga, Perú, y fallecido como obispo de Concepción, Chile, en 1630) nos cuenta que en esa oportunidad “se determinaron decretos y leyes santísimas de reformación y muy provechosos para los indios y los sacerdotes sus curas: hízose traducción de la doctrina cristiana y del catecismo y confesionario en las dos lenguas generales...” (Symbolo catholico indiano, Lima 1598) 328. Para poner en práctica tales indicaciones se publican enseguida una serie de obras que orientaban la labor de los misioneros en el área, iniciándose de paso la actividad de la imprenta en Sudamérica. Los aspectos centrales se conferían al conocimiento de las diversas lenguas nativas, a la adopción de contenidos catequéticos adecuados a las características culturales de los pueblos surandinos y su enseñanza a través de canciones. Estas prescripciones se aplicaron en toda el área sudamericana y se mantuvieron en vigencia durante toda la colonia y gran parte del período republicano, hasta fines del siglo XIX 329 .

328 El Concilio de Trento propuso la implementación de nuevos modos de atraer a los neófitos a la fe católica. Siguiendo estas directivas, los concilios eclesiásticos de Lima en el virreinato del Perú, auspiciaron la catequización en lenguas nativas por medio de la publicación de gramáticas y catecismos. Por estar dirigido a los andinos y por sus numerosos himnos en lengua quechua, entre estas publicaciones sobresale Símbolo católico indiano (1598) de Luis Jerónimo de Oré. Este ensayo destaca la importancia del Símbolo, analiza la temática de los himnos, su relación con antiguas prácticas católicas y cómo los cánticos adquieren un carácter singular en el contexto peruano. Ver CHANG-RODRÍGUEZ, Raquel. Luis Jerónimo de Oré y la poesía de su Símbolo católico indiano (1598). Allpanchis, año XLIV n. 83-84, 1.er y 2.do semestres, 2019, pp. 149-170.

329 RONDÓN S., Víctor. El Cancionero Chilidúgú del padre Havestadt. Música en las misiones jesuitas en la Araucanía en el siglo XVIII. Santiago. Chimuchina Records, 1998, pp. 2-3.

Siguiendo estas recomendaciones y prescripciones, se escribieron tres gramáticas y vocabularios en mapudungun durante la Colonia entre 1606 y 1777, cuyo fin era enseñar y difundir dicha lengua, que, a la llegada de los españoles, se hablaba desde el río Choapa hasta Chiloé, con el fin de evangelizar a los naturales en su propia lengua.

En Chile el primer aporte en tal sentido es el Arte, vocabulario y confesionario de la lengua de Chile, editado en Lima en 1606 por el jesuita Luis de Valdivia. Siguiendo tal modelo, otro jesuita, Andrés Febrés, publica también en Lima en 1765 su Arte de la lengua general del reyno de Chile. En estas dos obras encontramos el catecismo y las oraciones tradicionales en mapudungun (idioma mapuche) junto a la mención de “tonos” o melodías para cantar algunas coplas después de la doctrina o del rosario diario. Una tercera obra, esta vez la monumental Chilidúgú sive tractatus Linguae Chilensis, publicada en Westfalia en 1777 por el misionero jesuita alemán Bernardo de Havestadt, proporciona junto a los textos en mapudungun las partituras de 19 canciones misionales 330 .

Este libro será publicado en Alemania, diez años después de haber sido expulsados los jesuitas de tierras de la corona española en América 331. Esta obra, escrita en latín y compuesta de siete partes, que corresponden a un esmerado estudio de la lengua y cultura de los habitantes de la Araucanía 332. Con respecto a la lengua mapuche, el padre Havestadt escribió en 1777:

330 RONDÓN S., Víctor. El Cancionero Chilidugu del padre Havestadt. Música en las misiones jesuitas en la Araucanía en el siglo XVIII, p.3

331 Havestadt señala que hubo una primera versión del Chilidúgú en español, pero que le fue arrebatada en el momento de la expulsión, por lo que luego decidirá reelaborarla en lengua latina.

332 Cfr. BRAÑEZ, María José. El Chilidúgú del padre Bernardo Havestadt. introducción y selección. En Onomázein 14: 2006/2, pp. 65-99, disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/1345/134516602002.pdf consultado el 04. abril.2025.

Al igual que los Andes se elevan sobre otras montañas, se alza sobre otros idiomas. Cualquiera que conozca el idioma chileno verá otros idiomas como si fuera una torre de vigilancia muy por debajo. Él reconoce claramente cuánto de ellos es superfluo, cuánto les falta, y así sucesivamente, y puede decir con razón a cualquiera que no sea chileno: si su idioma es bueno, el chileno es superior a él 333 .

Pues, aparte de la evangelización en sí, el desarrollo de las misiones posibilitó un renovado conocimiento del mundo a través de la extensa red y circulación de personas, textos y objetos que permitió satisfacer la curiosidad de los miembros de la Compañía en relación con los lugares más remotos de sus operaciones. La misión circular fue, así, la solución dada por los jesuitas a fin de sostener la labor evangelizadora en los territorios en conflicto. Sobre todo, después del nuevo alzamiento mapuche de 1723, que restableció la frontera en el río Biobío, con la salvedad de que se concedía el ingreso de misioneros a estos territorios, pero con la prohibición de asentarse en ellos.

Refirámonos ahora al tema del cancionero Chilidúgú en particular. Al ser la orden jesuita una fundación nueva con respecto a las otras que llegaron a América no poseía una tradición musical previa, y, por tanto, el conocimiento y aporte musical traído a América dependía exclusivamente del acervo personal de cada misionero avecindado en estas tierras. Por otro lado, las temáticas y contenidos desarrollados en las artes como la música, la pintura, la escultura, el teatro y la danza estaban al servicio de la liturgia y de las enseñanzas catequéticas. Estas prácticas eran patrimonio común de la Iglesia, solo que en la Compañía estas alcanzaron un lugar ejemplar. Por tanto, todo estaba en función de lograr los métodos más eficaces para lograr sus objetivos evangélicos.

333 HAVESTADT, Bernhardt. Chilidugu. Tomus II. Pars 4: Voces Indicae ordine alphabetica, adjectis numeris, ubi singulae plenius & copiosius explicandur.

En música emplearon desde sencillas canciones e himnos en las lenguas locales, para cantar al unísono, hasta elaboradas piezas en latín con empleo de instrumentos y múltiples voces. Como dramaturgos montaron desde simples pasos y autos sacramentales dirigidos a la piedad popular en fiestas y procesiones, hasta refinados dramas espirituales para servir a la enseñanza de la retórica colegial 334 .

Con respecto al origen y características de las canciones contenidas en la Parte sexta, partituras para cantar fragmentos del catecismo con acompañamiento de órgano 335 del Chilidúgú, todas las canciones tienen dos componentes principales, el texto y la melodía, que aparecen en tres niveles: los textos de los himnos o canciones en mapudungun, el nombre de dicha composición cuya melodía se debe emplear y la notación musical de las mismas.

Aunque los textos están en mapudungun, su sustrato melódico, formal y rítmico es de origen europeo. Así, este cancionero no es una muestra de música mapuche, sino de aquella que los misioneros emplearon en su evangelización durante los siglos XVII y XVIII.

La proveniencia de las melodías empleadas fue heterogénea: algunas eran himnos religiosos (de tradición gregoriana) comunes a toda la iglesia católica, otras eran himnos religiosos católicos de origen alemán o hispano. Todos ellos según los conocía y recordaba el jesuita Havestadt, quien los adoptó a la función catequética ajustando su métrica y tonalidad. En su mayoría son canciones binarias, simples,

334 RONDÓN S., Víctor. “Música y teatro en la labor de la antigua Compañía” en argumento exposición El Cancionero Chilidúgú del padre Havestadt. Música en las misiones jesuitas en la Araucanía en el siglo XVIII, p.6.

335 Pars sexta. Notae musicae ad canendum in Órgano cantiones Partis tertiae a n. 650, usque ad n. 676.

de frases cortas y simétricas, con tesitura acotada, fáciles de aprender y cantar colectivamente 336 .

El profesor Víctor Rondón afirma que el interés musicológico de esta fuente –que para algunos es eminentemente filológica mientras para otros teológica– radica en que en ella se encuentra el único repertorio catequístico sudamericano del período colonial anotado en sus variables melodía y texto que se conoce hasta hoy día 337. El Cancionero Chilidúgú, como también se le conoce, permaneció en el olvido por más de dos siglos, hasta que, en 1998, gracias a la investigación y gestión del profesor Rondón, se grabó un disco con sus canciones, interpretadas por el grupo Syntagma Musicum de la Universidad de Santiago de Chile y el Coro de Niños de la Comunidad Huilliche de Chiloé.

Finalmente, quisiera referirme al diario de viaje de Bernardo Havestadt. Este diario se encuentra en la séptima y última parte, en el tomo III de su obra Chilidúgú, que además incorpora un mapa hecho de su mano del territorio de la Araucanía 338 . En este diario son examinadas las regiones, ciudades, capillas, lugares, días y leguas que el padre Havestadt recorrió durante los últimos meses del año 1751 y los primeros del año 1752, internándose en las tierras indígenas 339. La finalidad de este texto era dejar un testimonio escrito de los lugares visitados y de los logros misionales realizados. El material escrito es complementado con un mapa de las regiones recorridas a ambos lados de la cordillera.

336 RONDÓN S., Víctor. “Música y teatro en la labor de la antigua Compañía”, p. 7

337 Para los que no estén familiarizados con esta obra barroca, podríamos decir, a riesgo de hacer un comentario poco feliz, que esta música podría tener un dejo entre la música de la Misión (1986) de Ennio Morricone y la de los Coristas (2004) de Christophe Barratier y Bruno Coulais.

338 HAVESTADT, Bernhardt. Chilidugu, tomus III, pars séptima. Mappa geographica cum Diario & c.

339 Habitualmente la misión circulante se hacía entre septiembre a marzo, dadas las benignas condiciones climáticas que otorgan las estaciones de primavera y verano. En Chiloé eran las épocas óptimas para la navegación a las islas más distantes.

Interesante es cómo el autor nos transmite su relación con el espacio y sus habitantes y cómo va superando las diferentes pruebas que se le van presentando. A lo largo de su narración el jesuita nos relata sobre las frecuentes barreras naturales que va encontrando, como densos bosques, altas montañas, ríos caudalosos y volcanes humeantes que vomitan fuego y rocas ardientes, así como quebradas, lluvia y nieve que se interponen en su andar. Además de sus peripecias personales, el diario deja un testimonio y una guía para futuros misioneros. Este deseo de que otros sean capaces de reproducir más tarde el viaje realizado por Havestadt se expresa de modo explícito en diversos puntos de su escrito, por ejemplo, con indicaciones de los caminos a seguir y sus características.

• Bernardo Havestadt. Mapa de Araucanía. Chilidugu sive Res Chilensis. Tomus III, Pars séptima. Mapa Geographica. Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/35/Havestadt._Mapa_de_araucania.jpg

En ciertos pasajes el diario se desmarca de la descripción diaria de lo que va viendo el misionero y se aproxima a textos más cercanos a la historia natural e historia general. En la parte final del texto encontramos una atenta descripción del territorio chileno, que incluye una mención a los ríos desde la zona del Aconcagua hasta Valdivia, una referencia al poncho chileno, e incluso una particular descripción del puma 340 .

El año 1765 se publica la obra Arte de la lengua general del Reyno de Chile, del padre Andrés Febrés 341. Se presume que hubo un intercambio científico con este hermano jesuita. Tan sólo dos años después llegará el decreto de expulsión del rey borbón Carlos III de la Compañía de Jesús de todos sus dominios. Junto a otros jesuitas es deportado desde Valparaíso en 1768, donde pierde todos sus escritos, entre ellos, una versión de su Chilidugu en español. De este modo, salió del país por mar y se lo llevaron al Callao en julio de ese año y finalmente a Ciudad de Panamá, perteneciente ya al Virreinato de Nueva Granada. De allí fue trasladado por tierra a Portobelo en el Caribe. Desde allí navegó a Cartagena y La Habana en Cuba, perteneciente

340 Cfr. RONDÓN S., Víctor. “Diario de Viaje”, pp. 8-10

341 FEBRÉS, Andrés (1734-1790) fue un jesuita español que desarrolló su labor de misionero en Chile. Es conocido principalmente por las acusaciones que hizo contra los ministros del rey Carlos III a causa de la expulsión de los jesuitas de los dominios españoles y por haber publicado en Lima en 1765 su gramática del mapudungun que tuvo gran relevancia para el aprendizaje del idioma de los mapuches hasta la aparición de los trabajos de Lenz y los misioneros capuchinos, a principios del siglo XX. Esta obra “contiene también los textos en mapudungun de una docena de canciones o coplas referidas a varios asuntos que se cantan después de la doctrina o rosario. Cada uno de los textos lleva especificado el tono o melodía -la mayoría himnos litúrgicos latinos, y unos pocos hispanos-, por lo que su reconstitución es factible en la medida que se ubiquen dichos tonos. Varios de estos títulos los he encontrado repetidos en la obra de Havestadt lo que me ha permitido reconstruir algunas de estas canciones catequéticas que menciona Febrés y que de paso creo que pueden contribuir a aclarar la sospecha que éste se hubiera basado en la obra de Havestadt” en RONDÓN, Víctor. “Música y evangelización en el Cancionero Chilidúgú (1777) del padre Havestadt, misionero jesuita en La Araucanía durante el siglo XVIII.” Disponible en PDF el enlace web de la página de Memoria Chilena en: https://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0018517.pdf, consultado el 08 de abril de 2025.

al Virreinato de Nueva España, y finalmente cruzó el Atlántico hasta Cádiz en el Reino de España. Allí fue interrogado el 26 de mayo de 1769 y luego encarcelado, para ser liberado el 4 de septiembre de 1770. Estuvo recluido en el Monasterio de la Victoria en el Puerto de Santa María, en Cádiz, durante casi un año y medio. Así, tras un largo viajo lleno de desgracias y peripecias llegó nuevamente a Westfalia, Alemania en 1771 a través de Génova, Florencia y Austria, donde fue muy bien acogido por los jesuitas. Cuando se abolió la orden jesuita en 1773, se retiró con sus familiares en Uedinck, cerca de Münster. Aquí, completó las diferentes partes de su obra, firmando en octubre de 1771 la dedicatoria final. En marzo de 1775, en Colonia, obtuvo la licencia para su publicación y, finalmente, doce años después de haberla comenzado, y habiendo conseguido fondos para su impresión, publicó su obra Chilidúgú en 1777, en Münster, en tres tomos y siete partes. El 21 de enero de 1781 Bernardo Havestadt, casi ciego, murió en Münster, siendo enterrado en la parroquia de St. Martini un 30 de enero 342 .

Siendo así las cosas: una enorme obra finalizada, tras muchos avatares, en el otoño de su existencia, cuando ya se le había expulsado del territorio misional sobre el cual había escrito incansable y concienzudamente; luego de ser suprimida la orden y ser despojado del orden sacerdotal; ya viejo, cansado y casi ciego; además de seguramente desconsolado y dolorido por la brutal injusticia cometida contra su orden, surge la pregunta que se nos hace irresistible: ¿Por qué escribió este libro, entonces? El profesor Rondón nos entrega algunas pistas:

342 Como curiosidad, Wilhelm von Humboldt (1767-1835) poseía el Chilidúģu sive tractatus de lingua seu idiomate Indo-Chilensi, el cual apreciaba mucho. Humboldt utilizó el trabajo de Havestadt en sus obras sobre idiomas estadounidenses. Aunque criticó la representación léxica unilateral de Havestadt, sin embargo, vio la necesidad de comprender primero la “masa de palabras” dada en un idioma. Wilhelm fue un afamado filósofo, diplomático y lingüista alemán, hermano del célebre científico y naturalista Alexander von Humboldt, y que puede considerarse el fundador de la moderna ciencia del lenguaje. El sostenía que el lenguaje era la clave de todo.

En su obra Havestadt al referirse a los propósitos que le movieron para escribirla, declara que lo hizo “...no con otro fin, sino que me sirviese de red para coger por medio de ella las almas...” 343 y en el prólogo, cuando alaba este idioma afirmando que “...si llegara este Arte à manos de los Curiosos de Europa; sería factible, que algunos embelecados la aprendieran solo por el gusto de hablar y escrivir en ella...” 344 .

El primer propósito tiene sentido si es enunciado en América y en territorio misional y época, el segundo no pasa de ser una utopía llevado por su entusiasmo filológico 345. Si es así ¿Qué razón le impulsa entonces a dedicar sus postreros esfuerzos por publicar el Chilidúgú? ¿Por qué tal apego al fruto de esa experiencia, si en última instancia, Havestadt volvía a su los suyos y a su patria? ¿Qué significa la materialización de su obra?

Para tratar de entenderlo quizá nos sirva tomar en consideración que su alma soportaba una doble herida: la orden jesuita fue expulsada y anulada; los indígenas mapuches nunca se convirtieron ni cambiaron sus costumbres. Más aún, su salud en Chile ni siquiera le permitió la actividad misionera con la intensidad que soñó: su doble opción fue finalmente un doble fracaso. El Chilidúgú aparece entonces como una declaración al mundo y a Dios que nos dice “yo estuve allí, yo compartí los

343 HAVESTADT, Bernhardt. Chilidugu sive Res Chilensis, p. 886.

344 En la “Advertencia” de la p. 890, Havestadt reitera este doble propósito cuando escribe: “El motivo verdadero y unico porque he escrito este libro, es el que va expressado en mi Dedicatoria al Divinissimo Nombre de Jesus:[para que sirviese de red para coger por medio de ellas, a las almas] y paraque los Europaeos se queden assombrados...”

345 Havestadt, en el prólogo a su obra -que aparece incluido en la p. 887- señala con entusiasmo: “Teniendo alguna noticia, ó á lo menos habiendo corrido la Gramática de las Lenguas Alemana, Latina, Griega, Hebráica, Española,Francesa, Italiana, Flamenga, Inglesa, Portuguesa, y la de los Indios de el Reyno de Chile[...] la que me parece (salvomeliore) la mas facil, elegante y copiosa es la de los incultos Indios de Chile”,

objetivos de una gloriosa misión, este es mi trabajo, yo cumplí”.

Así, su libro puede ser considerado como un testimonio de su fe, de su amor, de su sacrificio y de su entrega al otro.

Y en ese anhelo de compartir su conocimiento y su cultura escoge la música, adaptando algunos cantares con los cuales en su juventud alabó a la divinidad. El problema fue que ese otro, el mapuche, ya tenía las suyas propias 346 .

La grandeza de alma de Bernardo Havestadt revela el talante de hombre que llegó a América, de su enorme celo apostólico y del profundo amor que irradia su vocación al servicio de Dios y de un genuino amor por la tierra que se le encomendó y a la gente a la que diligentemente sirvió en la medida de lo posible, que es mucha y muy grande. Todo sea para la mayor gloria de Dios.

Escanea aquí desde Spotify para escuchar el cancionero

346 RONDÓN, Víctor. “Música y evangelización en el Cancionero Chilidúgú (1777) del padre Havestadt, misionero jesuita en La Araucanía durante el siglo XVIII.” pp. 15-16.

Post-Texto / Epílogo

“Nos duele Chile, la patria chica. Nos duele Hispanoamérica, la patria grande. Y callar parecería consentir en una muerte que rechazamos”. Jaime Eyzaguirre. Hispanoamérica del dolor347

Después de leer cada uno de los formidables capítulos de cada autor de esta obra colectiva, sobre estas dos monumentales obras, no dudamos que quedarán rondando varias cuestiones tanto en la cabeza como en el corazón. Una de ellas tiene que ver con el orgullo de contar con autores de tal envergadura que narren esos notables comienzos de la épica gesta que fue la construcción de nuestra nación, conocer los personajes que le dieron vida, la descripción de nuestra hermosa patria, de sus parajes, su gente y sus inolvidables acciones. Es atravesar un túnel del tiempo y conectar con la infancia de Chile, con el momento en que se forjó, mediante el tesón, la reciedumbre y la privación el carácter e idiosincrasia de nuestro Chile amado y de sus habitantes. Leer sus páginas nos recuerda lo importante que es conocer y preservar aquello que es digno de ser recordado por todas las generaciones que les sucedieron, perpetuando

347 EYZAGUIRRE, Jaime. Hispanoamérica del dolor. Nota preliminar, p. 9.

así el canto de aquellos que dejaron hasta la vida misma por la construcción de nuestra patria. Es comprender cómo se fueron forjando nuestras instituciones y cómo estas fueron capaces de dotar de sentido, orden y un destino a nuestro desarrollo material y humano.

Que esta obra ayude a reconocer el período colonial como una clave esencial de la formación cultural, idiosincrasia y del ethos que llevaron a la construcción de lo que hoy somos y de los motores ocultos que hoy nos mueven… o debiesen movernos. Y así, de este modo, que la Colonia encuentre un espacio más digno en los colegios y en el currículo formativo, permitiendo sentir el legítimo orgullo de pertenecer a este pueblo aguerrido, piadoso y solidario. Que el legado de don Alonso de Ovalle atraiga a más almas a servir a Chile con su talento, su creatividad y sus virtudes; que el clamor final de don Alonso de Ercilla no sea vano y encuentre aquí la plena realización de su sueño inmortal:

Y yo, que tan sin rienda al mundo he dado el tiempo de mi vida más florido y siempre por camino despeñado mis vanas esperanzas he seguido, visto ya el poco fruto que he sacado y lo mucho que a Dios he ofendido, conociendo mi error, de aquí adelante será razón que llore y que no cante 348 .

La mirada siempre amorosa, de pleno reconocimiento del otro, resultado del profundo respeto mutuo resultado de mirarse a los ojos, con admiración, pero también con indulgencia permitirá, a ejemplo de nuestros dos autores, reconciliarnos, construir puentes y avanzar en paz hacia un mejor y prometedor futuro. Por tanto, amable lector, tomando conciencia de que la misión es de todos y

348 Estrofa final de La Araucana, libro III, canto XXXVII, estrofa 76, versos 601 a 608.

cada uno, es que sólo debemos encontrar el modo en cómo cada uno pueda hacerla nuestra, y así honrar a todos aquellos que nos precedieron y sellaron las pautas hacia el futuro, nuestro presente, que es un presente eterno.

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