Esquila Misional Junio22

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Evangelio, Iglesia y sociedad cada vez hay más razones para irse que para quedarse a soñar y mejorar la vida en estos lugares. De hecho, ha escuchado a muchos decir que aquí «ya no se puede vivir». Como animadores, dice la catequista, no se puede pensar en iniciativas y proyectos, sólo se siguen prácticas ya establecidas y nos conformamos con los pocos que participan. El sentido de comunidad se ha debilitado, el entusiasmo por buscar el bien común ha bajado mucho, la tradición religiosa se va perdiendo en el desánimo y la indiferencia, porque hay miedo de encontrarse, de reunirse, de participar... una sensación de aislamiento y soledad se percibe mientras se camina por las calles sin pavimento, donde parece que ni los perros tienen ganas de ladrar. Dice que en los recorridos que hace por los pueblitos que acompaña, le parece que sólo sale a recoger y cosechar lo que el abandono y la violencia han sembrado en estos

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lugares. Y, con frecuencia, únicamente puede rezar con las mujeres solas y con los ancianos que quedan en los pueblos, por sus maridos o sus hijos que están lejos y que, en algunos casos, ya tiene mucho que no saben de ellos. Una realidad que no cambiará sólo rezando A veces guarda silencio para escuchar el susurro del anciano que reza mientras pone una veladora al santo de su devoción, que tiene en un altarcito en el cuarto de adobe donde duerme. Lo acaricia, le habla, le llora, le pone flores... sólo para pedirle que cuide a su hijo o hija que no sabe dónde está porque hace mucho que no le llama y dejó de enviarle dinero. Contempla cómo habla con la imagen: como si estuviera viva, como si estuviera ahí escuchando, como si tuviera el poder para cambiar las cosas... le pide que cuide a los que están lejos, que los proteja

del mal y de la muerte, aunque ya no se acuerden de él. ¿Las cosas van a cambiar? ¿Un día se acabará la violencia? ¿Las oportunidades llegarán? ¿Algún día se podrá vivir en paz y bien en esta tierra? ¿Qué hacer para que la ciudad o los Estados Unidos dejen de ser un imán que atrae a la gente de estos pueblos? ¿Qué hacer para que la violencia no desplace a las familias? ¿Qué hacer para que la gente no vaya a engrosar los cinturones de miseria en las ciudades? ¿Cómo atacar las causas que los obligan a abandonar sus tierras? ¿Qué hacer para que puedan elaborar y desarrollar sus propias respuestas en sus contextos locales? Ciertamente esto no se logra solamente rezando.

Esquila Misional

junio 2022


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