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elPaís

6 LUNES, 22 DE MAYO DE 2023

fin de la hegemonía

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su política exterior empuja a los aliados a relaciones con otros países

EEUU ahuyenta a sus aliados Arabia Saudita ahora es socio estratégico de China y Rusia, Turquía venderá gas ruso a Europa y Brasil suplirá maíz a China; evidencia de la agotada hegemonía gringa | Jesús inojosa

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La política de chantaje y amenaza que ha implementado Estados Unidos, con mayor énfasis en la última década, parece estar teniendo el efecto contrario al esperado por la clase gobernante de la nación norteamericana. Las sanciones económicas, los bloqueos, las amenazas militares de persecución judicial y financiera, han tenido como respuesta nuevas alianzas y negociaciones entre países contrarios a los intereses estadounidenses, que hace 20 años se mantenían distanciados por conflictos ideológicos, religiosos y territoriales. Tal es el caso de la creciente alianza entre Rusia y China, países que durante siglos mantuvieron un distanciamiento marcado por diferencias ideológicas y disputas territoriales, que supo ser aprovechada por Estados Unidos durante el siglo XX, tal como lo señaló Henry Kissinger, quien fue el arquitecto del distanciamiento político y diplomático entre Moscú y Beijing. “… el acercamiento chino-norteamericano comenzó como un aspecto táctico de la Guerra Fría, pero evolucionó hasta hacerse central en el desarrollo de un nuevo orden global”, reveló Kissinger en su libro “Resumption of relations: first encounters with Mao and Zhou” (Reanudación de relaciones: primeros encuentros con Mao y Zhou). Pero lo más preocupante entre asesores y políticos de la Casa Blanca, es que algunos aliados, que se creían incondicionales a los dictámenes de Estados Unidos, han decidido emprender su propia agenda de relacionamiento político, comercial e incluso militar con Gobiernos que Washington considera “enemigos”. El viraje saudí. El mayor eje para la influencia de Estados Unidos en el Medio Oriente había sido Arabia Saudita, país con el que mantiene estrechas relaciones teniendo como fundamento la llamada doctrina “petróleo por seguridad” que

consistía en que Riad garantizara un suministro abundante de combustible fósil, mientras que Washington brindara su apoyo militar a través de ventas de armas masivas. Durante el siglo XX, las relaciones entre ambas naciones se habían caracterizado por un amplio colaboracionismo que habían sorteado temas antagónicos como la creación del Estado de Israel (1973), donde la monarquía saudí lideró el boicot petrolero contra EEUU y otros países que habían apoyado al Gobierno israelí. Este apoyo irrestricto de Riad a Washington que se mantuvo inamovible por 70 años, los llevó a tomar parte del lado estadounidense en la guerra del golfo, así como ser enemigo declarado de la extinta URSS, ser el último Estado árabe en brindar su reconocimiento a China (1990) y por último, apoyar las acciones estadounidenses contra el Gobierno de Siria, liderado por Bashar al Asad. No es sino hasta 2017, cuando este estatus quo sufre su primer traspié tras la firma de un contrato entre Arabia Saudita, principal importador de armas del mundo, y Rusia para la adquisición de armamento, hecho que contravenía el monopolio que Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, había mantenido hasta la fecha bajo la doctrina “petróleo por seguridad”. Además de este relacionamiento con Rusia en temas militares que en 2021 tuvieron una nueva escalada tras la firma de un acuerdo de cooperación militar con el objeto de promover un “desarrollo progresivo” en este campo entre ambas naciones. Pero el viraje saudí que adjudican al pragmatismo del príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, también abarca el campo energético tal y como lo demuestran las estrechas relaciones que en esta materia mantiene con Rusia en la llamada “Opep +”, llegando a acordar grandes recortes de producción para equilibrar los precios, acción que contradice pedidos de Washington que

Arabia Saudita, junto a Rusia, es un confiable suplidor de petróleo a China. apuesta por mayor producción para precios bajos. “Habrá algunas consecuencias por lo que han hecho con Rusia”, fue la amenaza lanzada por el presidente norteamericano Joe Biden recibiendo como respuesta de Riad que esta decisión de recorte ha sido puramente comercial debido a la necesidad de un precio por barril cercano a los 100 dólares para sostener las enormes inversiones que ha hecho para financiar programas económicos y culturales. Además de su relacionamiento en los campos militares y energéticos con Rusia, la monarquía del país árabe sigue consolidando sus relaciones comerciales y políticas con China, al punto de haber sido hasta el 2022 el mayor proveedor de petróleo para la nación asiática, siendo superado en los primeros meses de 2023 por Rusia. Solo el año pasado, China recibió de Arabia Saudita 87,49 millones de toneladas de petróleo y como parte de las acciones para diversificar este intercambio la nación asiática se encuentra negociando con Riad la posibilidad de pagar este hidrocarburo con yuanes

intercambiables en oro, propuesta que de concretarse atestaría un duro golpe al dólar estadounidense que mantiene en parte su hegemonía por ser la moneda aceptada por los saudíes para negociar sus hidrocarburos. Este acercamiento a China y la influencia que el gigante asiático comienza a proyectar en el Medio Oriente ha tenido como el más reciente episodio la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán gracias a la mediación de Beijing, así como el retorno de Siria a la Liga Árabe con el voto favorable de los saudíes, hechos que contravienen la estrategia de Washington en esta región del mundo. Turquía alejada de la OTAN. Otro de los países que fungía como aliado estratégico de EEUU era Turquía, país que fue centro de operaciones de la Casa Blanca en el Mar Negro y el Medio Oriente al ser miembro activo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La ruptura de esta influencia estadounidense sobre la nación turca se suscita a pocos años de la elección del presiden-


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