Tomo 66

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Por eso insistimos que en el análisis sustituyamos el concepto estrecho de modelo económico, atado a la idea de reflejo mecánico de algo preconcebido o de simple cálculo matemático, por la categoría más amplia de modo de desarrollo, sustentada en aportes sólidos de los fundadores de la ciencia económica, como es la concepción de modo de producción elaborada por Marx, pero puesta a tono con la sociedad del siglo 21. Hacia finales de este año o principios del entrante saldrá a la circulación el segundo libro de tal trilogía, en donde proponemos la «utopía posible» de un nuevo modo de desarrollo, en el cual el crecimiento económico es sólo un medio para el bien-estar humano, sustentado en el «trípode» de un Estado estratega y comunitario, un mercado abierto y democrático y una solidaridad social eficaz y sostenible. Como se acepta cada vez más, durante la mayor parte del siglo 20 se pensó que la tarea fundamental de las ciencias económicas era lograr el incremento de la producción de bienes y servicios, y se confundía «crecimiento» con «desarrollo». No obstante, entre los años setenta y ochenta del siglo pasado se comprobó que tal incremento no era suficiente para alcanzar el mejor vivir o la realización de los seres humanos, en lo cual fue un visionario Antonio García. Hoy, es más claro que el «crecimiento», desde la perspectiva económica, debe entenderse como la creciente disponibilidad de bienes y servicios producidos dentro de un ámbito geográfico para satisfacer las necesidades materiales, sociales y espirituales de los seres humanos, ya sea que habiten dentro de ese ámbito o fuera de él. Como es natural, también puede haber decrecimiento económico, pero esa no es la regularidad. Y «desarrollo», también desde la visión de las ciencias económicas, debe verse como el mejoramiento de las condiciones de vida de los seres humanos, o su bien-estar o bienvivir, por medio de la satisfacción de estas necesidades. Es decir, el «crecimiento» permite la disponibilidad de los bienes y servicios requeridos, lo que corresponde, en lo fundamental, al campo de la oferta, de la producción, mientras el «desarrollo» es la utilización de esos bienes y servicios para vivir mejor, lo que corresponde más al campo de la demanda, sobre todo del consumo final. Pero, por desgracia, no siempre ha sido nítida esta diferenciación. Por tanto, puede decirse del «crecimiento» que es «económico», pero del «desarrollo» que es «humano». Lo que se desarrolla es la sociedad, compuesta por seres humanos, y no la economía, que sólo es una sumatoria de actividad humana realizada a través de medios tangibles e intangibles. Si aquél es más cuantitativo que cualitativo, éste es más cualitativo que cuantitativo. Si el «crecimiento» es creación social de riqueza, disponibilidad de los bienes y servicios necesarios para vivir, o sea producción de medios, el «desarrollo» implica la distribución equitativa de la riqueza creada, la utilización de esos bienes y servicios para que los seres humanos puedan vivir mejor, es decir cumplimiento de fines. En consecuencia, el crecimiento es el medio y el desarrollo es el fin.


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