Institucional
Un libro
EN LAS MANOS DE ALONSO Por Óscar Darío Villa Ángel, estudiante del taller Escribir es todo un cuento
A
lonso Tamayo Medina tiene el cuerpo de roble, una buena memoria y la medida justa del tiempo. En las bancas del Parque de Sabaneta pasé una tarde en compañía del lector. Fue un tiempo grato desde el inicio. Con todas las prevenciones que estos tiempos exigen, mantuvimos un diálogo ameno a través del cual Alonso se mostró como un hombre a quien la lectura lo ha ido liberando de los prejuicios. ―Soy un lector atípico, no atiendo los criterios de expertos, uno va buscando su camino y al leer le va interesando un tema y en ese ejercicio encuentra autores que desde el inicio se quedan y siempre va a desear leerlos. Una buena lectura es aquella que uno está esperando y en ella descubre que a medida que transcurre el texto eso era justo lo que uno buscaba. No es solo saber lo que estoy leyendo, es también pensar, es entender que me están mostrando las imágenes adyacentes con un mensaje casi siempre muy superior a la comunicación habitual. Los autores colombianos son los que más leo, porque reproducen los sucesos de aquí, muestran las imágenes cercanas, y cuentan la realidad del país. Mire, Óscar Darío, a mí me interesa saber algunas cuestiones en específico; yo admiro a Alfredo Molano Bravo porque
anduvo por todo Colombia buscando testimonios de campesinos para tener conocimiento de las razones de la violencia; yo leo porque me importa saber cómo vive la gente y hago una honda intromisión de la lectura por el único deseo de obtener conocimiento. Alonso lee a diario cincuenta páginas y por internet accede a periódicos como El País, de España; La Vanguardia, de Barcelona; Página 12, de Buenos Aires; la revista Letras Libres, de Méjico, y todo lo actual de la región. Estando en la básica primaria miraba en los periódicos nacionales los deportes y las tiras cómicas. Después empezó a leer crónica roja y las columnas de opinión, en las que prefirió a los columnistas de El Espectador, entre ellos a Lucas Caballero (Klim) y a Hernando Giraldo. Desde allí, con facilidad saltó a leer narrativa, pues la narración ayuda al conocimiento del ser humano y con la formación del gusto por algunos otros géneros literarios. En principio, leyó a Cervantes, Shakespeare y otros escritores que lo llevaron a la pasión por la literatura. Su gran interés es leer autores que vean y cuenten lo que pasa en el país. Busca los temas básicos de la existencia: la vida, el amor y la muerte. Le gustan los textos que cuenten lo cotidiano y muestren lo que hace el ser humano. No les parez-
ca raro, lo que quiere saber por medio de la literatura es el actuar de los individuos en la sociedad, cómo juzgan y cómo reaccionan. No le interesa hablar de la gente y para él es absolutamente horrible la violencia. Este es un tema con el que nunca pudo complacerse. Se entretiene con la lectura donde se descubra que nos han contado la historia de manera distinta a lo que sucedió, y en la medida en que pasa el tiempo la verdadera historia aparece. Un ejemplo fueron los hechos de la matanza de las bananeras, caso poco difundido en su tiempo, sobre el que García Márquez y otros escritores escribieron una versión muy cercana de lo que ocurrió. ―Prefiero cuatro escritores: Juan Rulfo que, a pesar de tener una obra breve, sobre ella se escriben en la actualidad extensas páginas. En sus obras el autor narra la historia de los campesinos mejicanos, su vida rural y la de los pobres que siempre han sido tan olvidados. Rulfo y Gabriel García Márquez, cada uno por su lado en sus obras – El llano en llamas y El otoño del patriarca – escribieron sobre dos figuras que representan el poder y la opresión en Latinoamérica: el terrateniente y el dictador. Conocer estos dos escritores es disfrutar de una literatura que habla del ser humano concreto, en su medio y en una realidad
Saberes de Vida. Bienvenido a la Nueva Generación de Mayores -11-