Centros de Formación Profesoral

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Brief

Modelos y tendencias en innovación educativa para el desarrollo docente en la Alianza 4U

IN DI CE

2.TENDENCIAS EN INNOVACIÓN

EDUCATIVA EN EDUCACIÓN SUPERIOR 10

2.1 Tendencia: Experiencia educativa centrada en la diversidad, el bienesta socio-emocional y el éxito estudiantil 11

2.2 Tendencia: Aprendizaje pertinente, flexible, a lo largo de la vida y enfocado en el desarrollo de competencias 12

Diversidad de formatos: 12

Enfoques diversos de acreditación: 12

Enfoque en competencias: 13

2.3 Tendencia: Tecnologías emergentes con ética y creatividad 13

2.4 Tendencia: Analítica de datos para la toma de decisiones y la innovación 14

2.5 Tendencia: Desarrollo del talento fomento del trabajo colegiado a través de la co-creación 14

2.6 Tendencia: Diversificación de ingresos, optimización de recursos y nuevas formas de financiación para la sostenibilidad 15

3.DESAFÍOS EN LA FORMACIÓN PROFESORAL 17

3.1 Profesores interconectados en la universidad y con la sociedad 17

Conexión interdisciplinar 18

Liderazgo 18

3.2 Profesores que diseñan ambientes de aprendizaje contextualizado 19

Enfoque en el aprendizaje activo y experiencial 19

Evaluación formativa y retroalimentación 20

Tecnologías digitales en los procesos educativos 20

3.3 Profesores que fomentan ambientes de aprendizajes seguros, inclusivos e interculturales 21

Habilidades socioemocionales 22

Inclusión y diversidad 22

Interculturalidad 24

Presentación

La educación superior enfrenta hoy uno de los mayores retos de su historia: transformarse para responder a las demandas de un entorno global cada vez más complejo, cambiante e incierto. Este brief, elaborado por los Centros de Desarrollo Docente de la Alianza 4U, tiene como propósito ofrecer una mirada estratégica a las principales tendencias en innovación educativa, identificando desafíos y oportunidades clave para orientar la transformación institucional. Más allá de la incorporación de nuevas tecnologías o metodologías, innovar implica reconfigurar los procesos de enseñanza-aprendizaje y las estructuras organizativas hacia modelos más colaborativos, flexibles y centrados en el bienestar y éxito de toda la comunidad educativa.

El brief se organiza en tres capítulos, cada uno orientado a apoyar la toma de decisiones y la planificación estratégica. El primer capítulo proporciona un acercamiento a modelos de innovación educativa y las estrategias para su institucionalización y sostenibilidad. El segundo capítulo ofrece un análisis de las tendencias emergentes en educación superior, anticipando los desafíos más relevantes del sector. El tercer capítulo se enfoca en cómo estos desafíos impactan la formación profesoral, proponiendo articular caminos de colaboración para el desarrollo docente con la visión de innovación de la Alianza 4U.

Este documento busca activar la reflexión y orientar acciones concretas. La innovación en la educación superior es una necesidad ineludible para mantener la pertinencia en un mundo en constante transformación. La Alianza 4U encuentra en este brief una herramienta para fortalecer su posicionamiento institucional, guiando la formación de sus docentes hacia un modelo educativo innovador, sostenible y centrado en el aprendizaje.

Alice Castaño

Decanatura de Innovación Educativa y Fortalecimiento del PEI

Universidad Icesi (Cali, Colombia)

Fadia Khouri

Centro para la Excelencia Docente Uninorte (CEDU) Universidad del Norte (Barranquilla, Colombia)

Paula Cifuentes

Dirección de Desarrollo Profesoral CESA Colegio de Estudios Superiores de Administración (Bogotá, Colombia)

Patricia Toro y Maryory Yarce

Centro para la Excelencia en el Aprendizaje (EXA) Universidad EAFIT (Medellín, Colombia)

1.La innovación educativa

La educación superior enfrenta hoy uno de los mayores retos de su historia: transformarse para responder a las demandas de un entorno global cada vez más complejo, cambiante e incierto. Este brief, elaborado por los Centros de Desarrollo Docente de la Alianza 4U, tiene como propósito ofrecer una mirada estratégica a las principales tendencias en innovación educativa, identificando desafíos y oportunidades clave para orientar la transformación institucional. Más allá de la incorporación de nuevas tecnologías o metodologías, innovar implica reconfigurar los procesos de enseñanza-aprendizaje y las estructuras organizativas hacia modelos más colaborativos, flexibles y centrados en el bienestar y éxito de toda la comunidad educativa.

El brief se organiza en tres capítulos, cada uno orientado a apoyar la toma de decisiones y la planificación estratégica. El primer capítulo proporciona un acercamiento a modelos de innovación educativa y las estrategias para su institucionalización y sostenibilidad. El segundo capítulo ofrece un análisis de las tendencias emergentes en educación superior, anticipando los desafíos más relevantes del sector. El tercer capítulo se enfoca en cómo estos desafíos impactan la formación profesoral, proponiendo articular caminos de colaboración para el desarrollo docente con la visión de innovación de la Alianza 4U.

Este documento busca activar la reflexión y orientar acciones concretas. La innovación en la educación superior es una necesidad ineludible para mantener la pertinencia en un mundo en constante transformación. La Alianza 4U encuentra en este brief una herramienta para fortalecer su posicionamiento institucional, guiando la formación de sus docentes hacia un modelo educativo innovador, sostenible y centrado en el aprendizaje.

1.1 Tipos de innovación

La innovación disruptiva en educación se caracteriza por su capacidad de transformar significativamente el contexto educativo. Este tipo de innovación altera drásticamente la evolución lineal de los métodos, técnicas o procesos de enseñanza-aprendizaje, provocando un cambio permanente en la manera en que interactúan los actores del sistema educativo, los medios y el entorno. Su impacto es profundo, afectando tanto las relaciones como la estructura del contexto educativo (Murillo, 2017).

La innovación revolucionarial implica la implementación de un nuevo paradigma que transforma de manera fundamental el proceso de enseñanza-aprendizaje. Este cambio es tan profundo que no tiene precedentes en el sector educativo, redefiniendo las prácticas existentes y estableciendo un nuevo estándar en la educación (Murillo, 2017).

La innovación incremental se basa en la mejora de componentes ya existentes dentro de una estructura o diseño establecido. Refina y optimiza un elemento, metodología, estrategia, proceso, medio de entrega o procedimiento previamente implementado, sin cambiar fundamentalmente la arquitectura subyacente. Murillo (2017) menciona que en el Tecnológico de Monterrey, la mejora continua se refiere a cambios parciales que optimizan

ciertos elementos de la innovación educativa sin alterar significativamente el proceso general. Estos ajustes, como la eficiencia en la operación, entrega oprocedimientos, buscan perfeccionar el sistema existente sin modificar su estructura fundamental.

La clasificación de Edquist (2001, como se citó en Cai, 2017) menciona que las innovaciones en la educación superior pueden dividirse en dos categorías principales: innovación de producto e innovación de proceso. Por un lado, la innovación de producto se refiere a la creación de nuevos o significativamente mejorados resultados educativos; incluye los bienes y servicios generados por las instituciones como graduados, investigaciones y patentes. Por otro lado, la innovación de proceso se centra en cómo se producen estos bienes y servicios, tales como las innovaciones tecnológicas, innovaciones organizativas en la enseñanza, investigación, gestión y gobernanza.

Además, Cai (2017) subraya que las investigaciones tecnológicas y organizativas están estrechamente entrelazadas, ya que son cruciales para cumplir con las demandas que surgen en la educación superior. En conjunto, estas tipologías de innovación reflejan la diversidad de enfoques y estrategias que las instituciones de educación superior pueden adoptar

para responder a los desafíos actuales, promoviendo una evolución continua y significativa en el campo educativo.

1.2 Modelos de innovación

Dentro de este contexto, los modelos de innovación educativa tienen un papel crucial al proporcionar un marco estructurado para guiar el proceso de cambio. Estos modelos ofrecen un conjunto de estrategias y herramientas que permiten a las instituciones educativas implementar y evaluar innovaciones de manera efectiva. Suja’i (2019) propone dos modelos principales de innovación educativa:

(1) “Top-down model” (modelo de arriba hacia abajo), en el que las innovaciones educativas son creadas por líderes y aplicadas a sus subordinados, por lo cual no son bien recibidas.

(2) “Bottom-up model” (modelo de abajo hacia arriba), en el que la innovación educativa surge de las iniciativas de maestros y la comunidad misma, fomentando así la participación activa de los actores en el proceso educativo (Malik, 2023).

Por otra parte, algunas instituciones de educación superior vienen implementando modelos que fomentan el espíritu emprendedor centrado en la tecnología avanzada, promoviendo la colaboración interdisciplinaria y la adaptación a las demandas del mercado laboral. Dos de estos modelos son IDEATION y DEETECHTIVE.

(1) La IDEATION basada en los principios de innovación abierta y economía compartida. Su principal objetivo es crear un entorno colaborativo donde estudiantes, docentes e industrias puedan interactuar y compartir ideas para generar soluciones innovadoras. Algunas de las características clave de este modelo incluyen la colaboración multidisciplinaria, el enfoque en la creatividad y la economía compartida (Rosienkiewicz et al., 2024).

(2) El DEETECHTIVE, una evolución más avanzada del modelo IDEATION, tiene un enfoque más profundo en la tecnología avanzada y el emprendimiento de alta tecnología. Este modelo se diferencia por su integración más sólida de herramientas tecnológicas y su orientación hacia la creación de soluciones tecnológicas innovadoras. Algunas de las características distintivas son la integración de tecnologías avanzadas, el enfoque en el emprendimiento y la validación y refinamiento.

Ambos modelos han sido implementados en diversos contextos internacionales, donde se han destacado

por su capacidad para transformar el enfoque educativo hacia una mentalidad más emprendedora y orientada a la innovación. Rosienkiewicz et al. (2024) subrayan que la clave del éxito de estos modelos radica en la colaboración estrecha entre las instituciones educativas y las industrias, así como en la creación de un ecosistema que respalde la creatividad y la innovación en todas las etapas del proceso educativo. Identificación del problema raíz. Se identifica claramente el problema educativo que la innovación pretende resolver; aquí es esencial definir indicadores de éxito que permitan medir el impacto de la innovación en el proceso educativo.

Elección del método de innovación más adecuado para abordar el problema identificado. Se basa en los indicadores establecidos, asegurando que la solución sea relevante y efectiva.

Implementación y ejecución. Se aplica la innovación planificada, organizando el proceso en términos de ingredientes (conocimientos), herramientas (tecnologías), y actividades (procesos que deben realizar estudiantes y docentes). Esta estructura facilita una implementación clara y manejable.

Evaluación y publicación científica. Se evalúan los resultados de la innovación, asegurando que cumpla con los criterios de eficacia, eficiencia, replicabilidad y transferibilidad. Además, se documentan y publican los hallazgos para contribuir al conocimiento científico en innovación educativa. Este método no solo optimiza el esfuerzo invertido en la innovación educativa, sino que también garantiza que los resultados sean replicables y transferibles a otros contextos educativos.

1: Método MAIN para la aplicación de la innovación educativa por Fidalgo (2021).

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1.3 Proceso de Innovación e Institucionalización

Para comprender plenamente cómo la innovación educativa puede ser efectivamente integrada y sostenida en las instituciones, es esencial analizar no sólo los objetivos y tipos de la innovación, sino también el proceso a través del cual se implementa y se institucionaliza. Cai (2017) al percibir la innovación como un proceso continuo de mejora, toma de Levine (1980) un proceso de innovación conformado por cuatro etapas: 1) reconocimiento de la necesidad, 2) planificación y formulación de una solución, 3) iniciación e implementación de un plan, y 4) institucionalización.

La institucionalización describe el proceso por el que las obligaciones y realidades sociales adquieren un estatus de regla en el pensamiento y la acción social. Es una respuesta estratégica de las universidades a las presiones externas que conduce a la modificación de misiones y políticas sin alterar significativamente su estructura interna. La institucionalización exitosa de la innovación en la educación superior se fundamenta en cambios significativos en las instituciones formales, entendidas como la estructura organizacional y misiones, e informales, como los valores y normas (Musselin, 2007 y Krücken, 2003, como se citó en Cai, 2017).

En un contexto más específico, la adaptación de las instituciones educativas a las demandas actuales se refleja en ejemplos como las madrasas, donde la innovación educativa se centra en alinear los programas tradicionales con las exigencias contemporáneas del mercado laboral. Thoyib et al. (2024) describen cómo estas instituciones están integrando innovaciones curriculares y organizativas, incluyendo la creación de equipos especializados en innovación, con el objetivo de ofrecer una educación competitiva y alineada con las necesidades del mercado.

Además de estas iniciativas, se destaca la importancia de las microcredenciales en la educación actual, como se menciona en el informe Bridging the Gap: Micro-credentials for Development (McGreal et al., 2022). Las microcredenciales permiten a las instituciones educativas ofrecer programas flexibles y orientados al mercado laboral, proporcionando formación específica, de corta duración, que mejora la empleabilidad de los estudiantes. Asimismo, estas credenciales promueven la equidad en el acceso a la educación al ofrecer reconocimiento formal a competencias adquiridas en contextos no tradicionales, como el aprendizaje en línea.

Por otra parte, Muhibburrohman et al. (2024) proponen diversas estrategias para transformar la educación, como la adaptación continua del currículo, el desarrollo profesional de los docentes y la integración de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial, las cuales mejoran la personalización y eficacia del aprendizaje. Informes recientes de Chronicle of Higher Education (2024), Educause (2024) y Forbes (2024) señalan tendencias emergentes que están redefiniendo la educación superior, como la educación basada en competencias y la expansión de la educación en línea. Estas tendencias reflejan un cambio hacia un aprendizaje más flexible, accesible y directamente aplicable en el entorno laboral.

En este contexto, Cai (2017) aporta un marco conceptual que ayuda a entender cómo estas innovaciones pueden ser no solo adoptadas, sino también sostenidas y consolidadas a largo plazo. Según este autor, la institucionalización de la innovación en la educación superior requiere cambios en valores y suposiciones, identificando tres factores clave: rentabilidad, compatibilidad y agencia. La rentabilidad se refiere a los beneficios percibidos, tangibles o intangibles, que motivan a los actores involucrados. La compatibilidad evalúa la congruencia de la innovación con los valores y normas organizacionales, siendo más desafiante si se aleja de estos principios. La agencia implica las acciones de individuos clave que promueven el cambio institucional.

Estos factores son esenciales para entender y facilitar la implementación y consolidación de innovaciones en las universidades, garantizando que las nuevas prácticas se integren de manera sostenible en el tejido organizacional. Este enfoque integral permite que las instituciones educativas no sólo respondan a las demandas externas, sino que también mantengan su relevancia y capacidad de adaptación en un entorno en constante evolución.

1.4 Estrategias para la Sostenibilidad e Innovación en la Educación Superior

Una estrategia para la sostenibilidad es expandir y reproducir el conocimiento sobre innovación. En esta medida, una estrategia propuesta por el Tecnológico de Monterrey es el Observatorio de Innovación Educativa. Se trata de una unidad de prospectiva educativa que permite monitorear, identificando las tendencias en educación educativa de alta relevancia; difundir, comunicando de forma eficiente y oportuna lo que sucede en innovación educativa; e impulsar, al

detonar y promover la innovación (Osorio & Escamilla, 2020).

Cai (2017) subraya que la innovación en la educación superior surge de la interacción con sectores y diversas áreas del conocimiento, como lo demuestra el modelo de la Triple Hélice y la incorporación de las Tecnologías de la Información y Comunicación en la enseñanza (TIC). Aunque la innovación presenta múltiples desafíos, su éxito radica en la capacidad de las instituciones para aprender de la experiencia, desarrollando y manteniendo nuevas formas de ver, decidir y actuar. Boyce (2003, como se citó en Cai, 2017) destaca que la sostenibilidad del cambio en la educación superior depende de mantener condiciones óptimas de aprendizaje dentro de la institución, resaltando la importancia del proceso interactivo y la curva de aprendizaje en la implementación de innovaciones.

Con todos los elementos de este capítulo, se puede decir que la innovación educativa es un campo dinámico que requiere un enfoque estructurado y consciente para lograr resultados efectivos.

La evolución de los modelos y estrategias de innovación en las diferentes instituciones educativas refleja una respuesta adaptativa a las demandas contemporáneas, permitiendo no sólo la mejoría de los procesos institucionales, sino también contribuir al avance del conocimiento en este campo. Es crucial que la Alianza 4U siga fomentando la innovación de manera que sea inclusiva, efectiva y alineada con las necesidades de la sociedad actual y según las demandas laborales.

2 .2. Tendencias en innovación educativa en educación superior

La educación superior ha experimentado grandes transformaciones en los últimos años. Una de ellas, la denominada educación postpandemia, implicó la reconfiguración de los procesos de enseñanza y aprendizaje, generó desafíos en términos de acceso y la necesidad de una formación integral para una vida plena y sostenible, lo que movilizó preguntas sobre a quién, en qué y cómo formar en este contexto cambiante. Al respecto en Deloitte se plantea que esta nueva era de la educación superior requiere que las universidades sean totalmente nuevas en lugar de apostar por pequeños ajustes periféricos (Clark & Cluver, 2023).

En este panorama, el análisis de las tendencias educativas resulta clave para el establecimiento de una mirada estratégica y prospectiva que permita a las universidades, especialmente a las de 4U, identificar vías de desarrollo compartidas para seguir siendo pertinentes en este contexto cambiante y de cuestionamiento al valor de la educación superior.

Para contribuir a esta visión, se tomaron 7 documentos sobre tendencias en educación superior publicados entre 2022 y 2024 por entidades internacionales como Educause, Deloitte y Unesco. Se realizó un análisis de cada documento a partir de la codificación del texto, identificando 6 categorías a partir de la agrupación de los mismos. A continuación, se describe cada categoría en términos de tendencias en educación superior para los próximos años.

Tendencia 1. Experiencia educativa centrada en la diversidad, el bienestar socio-emocional y el éxito estudiantil

Tendencia 2. Aprendizaje pertinente, flexible, a lo largo de la vida y enfocado en el desarrollo de competencias

Tendencia 3. Tecnologías emergentes con ética y creatividad

Tendencia 4. Analítica de datos para la toma de decisiones y la innovación educativa

Tendencia 5. Desarrollo del talento y fomento del trabajo colegiado a través de la co-creación

Tendencia 6. Diversificación de ingresos, optimización de recursos y nuevas formas de financiación para la sostenibilidad

Las primeras cinco tendencias se relacionan con el concepto de innovación educativa desde las dimensiones académica y pedagógica, pues se enfocan principalmente en mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje. Por su parte, la tendencia seis se puede considerar parte de una dimensión administrativa. No obstante, todas forman parte de la gran categoría de innovación educativa, ya que es precisamente la sinergia entre las dimensiones académica y administrativa la que facilita y posibilita transformaciones profundas en el currículo y en los modelos educativos.

2.1 Tendencia: Experiencia educativa centrada en la diversidad, el bienestar socio-emocional y el éxito estudiantil

Un estudio realizado por la Unesco concluye que en el acceso a la educación superior se han duplicado los porcentajes de estudiantes matriculados a nivel mundial, pasando de un 19% a un 38% entre los años 2000 y 2018 (Unesco-IESALC, 2020). A pesar de estos avances, aún se identifican barreras para que ciertos grupos considerados históricamente vulnerables tengan acceso a la educación superior.

Esto ha derivado en un llamado a los gobiernos e instituciones de educación terciaria para que implementen políticas y programas que permitan un mayor acceso y una mejor atención y apoyo a la diversidad. De hecho, según el análisis realizado por Educause en su Horizon Report 2023 la inclusión es un tema que lleva varios años apareciendo como área de interés, pero recientemente ha tomado mucha más fuerza en los procesos de enseñanza-aprendizaje (Educause, 2023).

La evaluación de los criterios de admisión para contribuir a la igualdad de oportunidades, la creación de programas puentes para compensar la baja preparación académica o la implementación de campañas para conversar sobre posibles inequidades por género, raza o condición socioeconómica son algunas de las acciones que se le están solicitando a las Instituciones de Educación Superior -IES(Unesco-IESALC, 2020). Particularmente, en un mundo hiperconectado, la agenda actual de las universidades debe también contemplar las identidades culturales de los estudiantes para interpretar el proceso de aprendizaje de una manera integral desde la perspectiva psicológica, cultural y social (Nieto, 2010). Eso lleva, por lo tanto, a la integración de la interculturalidad como parte de los procesos de enseñanza y aprendizaje promoviendo el entendimiento y el respeto por las diferentes realidades individuales, culturales, económicas, sociales y políticas, y cómo estas pueden influenciar su aprendizaje (Nieto, 2010).

Es importante destacar que el llamado actual por la diversidad, la inclusión y la interculturalidad no se limita a una cuestión de formas, sino que implica un compromiso profundo y sustancial para impulsar transformaciones de fondo en las estructuras universitarias. Por lo tanto, no solo se debe considerar la diversidad en términos del perfil de estudiantes, profesores y personal administrativo; la diversidad también implica reflexiones multidimensionales y acciones concretas sobre cómo se enseña en las

universidades, qué programas se ofrecen o qué posturas asume la institución frente a temas como el género o los contextos socioeconómicos, entre otros aspectos.

Al igual que la diversidad, la interculturalidad y la inclusión, la salud mental, especialmente de los estudiantes, también está siendo un tema de profundo interés y preocupación mundial. Antes de la pandemia por el COVID-19, diversos estudios ya habían caracterizado los problemas más comunes de salud mental entre los estudiantes universitarios. Esto incluía estrés, ansiedad, ideación suicida, dificultades en las relaciones interpersonales, baja autoestima, uso y abuso de sustancias, soledad, abuso sexual, entre otros (Pandya y Lodha, 2022).

Para el año 2020, encuestas globales ya reportaban que uno de cada tres estudiantes afirmaba haber sido diagnosticado con alguna condición de salud mental (YoungMinds, 2020, como se citó en Pandya & Lodha, 2022) y uno de cada cuatro estudiantes estaban tomando medicamentos psiquiátricos (Brown, 2021, como se citó en Pandya & Lodha, 2022).

Sin embargo, en los estudios relacionados con lo experimentado durante el confinamiento, los estudiantes afirmaron que la pandemia por el COVID-19 empeoró sus condiciones de salud mental preexistentes y en otros casos aumentó los niveles de estrés, ansiedad y depresión de los estudiantes que antes de la pandemia no habían reportado condiciones de salud mental. Así mismo, la vivencia de la pandemia también se ha relacionado con un cambio en los patrones de sueño, sentimientos de rabia o negación, dificultades para concentrarse y un aumento en las preocupaciones sobre su desempeño académico. Aún se están estudiando los efectos que la pandemia tendrá a largo plazo en los universitarios, así como otros factores que están contribuyendo actualmente a los problemas de salud mental.

Por lo tanto, el llamado a las instituciones de educación superior es que implementen acciones sistémicas más decididas en términos del bienestar emocional de toda la comunidad educativa. Esto incluye no solo la implementación de medidas reactivas como la creación de espacios de consejería o asesoría psicológica, sino también programas de promoción y prevención que incluyan el desarrollo de habilidades socio-emocionales. Para ello, será importante seguir profundizando en los factores que consistentemente se asocian con una baja salud mental, así como aquellos que contribuyen al bienestar emocional de los estudiantes y de toda la comunidad educativa en general.

Más allá de los desafíos específicos relacionados con la diversidad y el bienestar socioemocional, el llamado principal es que las universidades adopten una postura firme y comprometida en favor del éxito estudiantil. Tal como se describe en Deloitte, durante más de medio siglo las universidades han girado en torno a las necesidades e intereses de los profesores o las áreas académicas (Clark y Cluver, 2023). En este sentido, los programas de pregrado y postgrado han estado diseñados desde las concepciones e intereses de investigación de los académicos y no desde el aprendizaje, intereses o experiencia de los estudiantes, contribuyendo así a la deserción de estos últimos.

Sin embargo, advierten que un modelo centrado en las necesidades de las áreas académicas no será sostenible a futuro y que, por el contrario, un modelo centrado en los estudiantes, diseñado para servir a la diversidad de intereses y necesidades de la población estudiantil representa múltiples oportunidades. Para ello, los servicios de apoyo al estudiantado enfocados en los aspectos psicológicos, sociales, académicos, culturales y de habilidades transversales serán claves, especialmente si se desea fomentar la permanencia, el sentido de pertenencia y el bienestar (Hanover Research & Inside Higher Ed, 2023). Estos apoyos no deben seguir un enfoque de “one-size-fits-all”, sino que deben propender por una comprensión profunda de las necesidades particulares de su población estudiantil y contrastarlo con las capacidades y necesidades de profesores y administrativos para así construir una comunidad académica que sea resiliente, alentadora y que promueva el éxito académico y el crecimiento personal (Hanover Research, 2023).

2.2 Tendencia: Aprendizaje pertinente, flexible, a lo largo de la vida y enfocado en el desarrollo de competencias

En un mundo en constante cambio, las personas buscan aprender continuamente para mejorar sus habilidades. Esto ha llevado a un cuestionamiento de la pertinencia de los programas de grado que han ofrecido las universidades por su larga duración y su mayor énfasis en la teoría frente a la práctica. Si a esto se suma la permanente crítica a los métodos de enseñanza tradicionales y la tendencia en ciertos sectores de permitir el acceso a trabajos bien remunerados sin necesidad de un título universitario, se genera sin duda un cuestionamiento sobre la pertinencia de los programas que ofrece la educación superior.

Para mantener su relevancia en los programas de educación superior es fundamental ofrecer propuestas más flexibles, contextualizadas, actualizadas y orientadas hacia el aprendizaje experiencial. No obstante, el verdadero desafío radica en lograr estos atributos sin sacrificar la profundidad y la integralidad propias de la formación universitaria. Dicho de otro modo, las demandas del mercado laboral y las preferencias de los estudiantes no deben ser los únicos factores que guíen el diseño de la oferta educativa, ya que esto diluiría el propósito esencial de las universidades: contribuir al desarrollo integral de las personas y de la sociedad. Sin embargo, en consonancia con estos propósitos, las universidades deben reinventarse para ofrecer alternativas pertinentes y atractivas.

A continuación, algunas de las estrategias que emergen en esta tendencia son:

Diversidad de formatos:

Las universidades deberán encontrar la manera de diseñar experiencias de aprendizaje que varíen en formato y en el modo de acceso, pero que sean equivalentes en calidad y resultados de aprendizaje (Educause, 2023). Esto requiere que las instituciones reflexionen y, posiblemente, cambien las formas en las que diseñan, organizan y comunican su oferta de programas o cursos. Por otra parte, el aprendizaje en línea e híbrido ha ganado popularidad, acelerado por la pandemia, debido a su accesibilidad desde cualquier dispositivo y lugar.

Las instituciones de educación superior deben construir un diseño adecuado para satisfacer las expectativas de flexibilidad de los estudiantes y crear entornos de aprendizaje efectivos y atractivos. De hecho, los estudiantes han mostrado una disminución en el interés por programas o cursos con modalidades únicas (100% presencial o 100% virtual) (Educause, 2023) y demandan combinaciones flexibles. Esto lleva a un proceso formativo docente en el que se logren competencias para el diseño y desarrollo de este tipo de ambientes de aprendizaje híbridos, manteniendo la alta calidad y la buena experiencia por parte de los estudiantes (Educause, 2023).

Enfoques diversos de acreditación:

El informe Cerrando la Brecha: Microcredenciales para el Desarrollo (McGreal et al., 2022), resalta cómo la pandemia y las crecientes preocupaciones sobre los costos de la educación superior y la falta de habilidades de los graduados han impulsado a las instituciones a reconsiderar sus enfoques tradicionales de acreditación . Frente a ello, las microcredenciales permiten a los estudiantes combinar su educación y formación de manera más

accesible, relevante y alineadas con las demandas del mercado laboral.

Educause (2023) reconoce que estas y otras formas de credenciales “apilables” están alcanzando una madurez significativa y ofrecen una flexibilidad atractiva a una población de estudiantes cada vez más adulta, que necesitan actualización permanente y desarrollo de nuevas habilidades. Estos programas son igualmente atractivos para los estudiantes más jóvenes quienes están interesados en tener flexibilidad para completar sus pregrados, mientras adquieren habilidades que les permitan entrar de manera más rápida al mercado laboral (Educause, 2023). El diseño de la oferta académica debe considerarse como un ecosistema amplio de cualificación con diversos puntos de entrada y salida, y facilidades para suspender y retomar los estudios.

Las microcredenciales también son cruciales para la equivalencia y transferencia de créditos entre instituciones, asegurando que las habilidades adquiridas sean reconocidas de manera consistente y puedan ser acumuladas para obtener credenciales más amplias. Esto es particularmente relevante para los empleadores que buscan registros digitales seguros y verificables de las competencias de los candidatos, lo que facilita la contratación basada en habilidades específicas y de alto valor (McGreal et al., 2022).

Enfoque en competencias:

La creciente demanda de habilidades aplicables de manera inmediata en el ámbito profesional impulsa una formación centrada en el desarrollo de competencias y logros de aprendizaje prácticos. Esto cuestiona la tradicional estructura de créditos académicos con duración fija. La pandemia resultó en pérdidas significativas de aprendizaje en todos los niveles educativos, incluyendo los conocimientos técnicos y habilidades sociales y emocionales.

Por otra parte, el enfoque en competencias respalda el aprendizaje a lo largo de la vida, reconociendo y validando habilidades y conocimientos adquiridos en diversos entornos, lo que permite acreditar experiencias previas relevantes. Esto no solo legitima el aprendizaje continuo, sino que también motiva a los estudiantes a seguir desarrollándose profesionalmente, reconociendo que sus conocimientos y habilidades serán certificados formalmente (Shift iQ, 2023).

Este enfoque también permite la personalización del aprendizaje, donde los estudiantes pueden avanzar a su propio ritmo. La educación flexible acomoda horarios variados, ideal para estudiantes

adultos o aquellos que equilibran trabajo y estudio. Esto ayuda a atraer a una base estudiantil diversa, proporcionando oportunidades educativas accesibles y flexibles que se ajustan a las necesidades individuales de los estudiantes (Shift iQ, 2023).

Finalmente, las competencias son altamente valoradas en el entorno laboral, ya que alinean la educación con las necesidades reales del mercado. Esto facilita la construcción de relaciones valiosas entre las instituciones educativas y la industria, creando un ecosistema en el que los empleadores pueden confiar en que los graduados están preparados para asumir responsabilidades. Al desarrollar programas educativos centrados en competencias, las universidades no solo mejoran la empleabilidad de sus graduados, sino que también fortalecen sus vínculos con el sector productivo, generando oportunidades de colaboración y apoyo mutuo.

2.3 Tendencia: Tecnologías emergentes con ética y creatividad

Las tecnologías emergentes como el Internet of the Things (IoT), blockchain, Inteligencia Artificial (IA), Learning analytics o realidad extendida (XR) representan una oportunidad, pero también un reto para las instituciones de educación superior.

En primer lugar, las tecnologías emergentes están acelerando la automatización de ciertos empleos, similar a lo que ocurrió en la primera revolución industrial y robots y algoritmos están reemplazando tareas operativas, analíticas y creativas. Por lo tanto, en términos de aprendizaje, las instituciones de educación superior deben enfocarse en desarrollar habilidades humanas únicas, fomentar la colaboración entre humanos y máquinas en lugar de la sustitución, preparar a las personas para empleos emergentes en lugar de empleos en declive y fomentar un enfoque de la tecnología que esté centrado en la humanidad y la sostenibilidad ambiental. En este sentido, es fundamental que las instituciones educativas no solo estudien las tecnologías emergentes, sino que las integren en su enseñanza y formen a toda la comunidad en habilidades para su uso ético y eficaz, preparando a los estudiantes para el futuro.

Entre todas las tecnologías emergentes, la Inteligencia Artificial (especialmente la generativa) es la que más atención ha recibido en el último año por el gran potencial que tienen de cambiar los procesos de enseñanza-aprendizaje (Para un análisis más profundo, ver el Manifiesto IA for you de la

Alianza 4U). En lo que respecta a los profesores, la IA puede ser usada para crear contenido o materiales educativos, planear las actividades de la clase o ayudar en la evaluación y retroalimentación. En lo que respecta a los estudiantes, la IA puede contribuir a una experiencia de aprendizaje más personalizado, a tener recursos acorde a las necesidades como tutores virtuales o a aumentar las posibilidades de creación e interacción en el metaverso. Sin embargo, todas estas oportunidades generan a su vez, cuestionamientos y debates en torno a la integridad, la equidad, la precisión o validez y el desarrollo de ciertas competencias o habilidades de pensamiento. Para que las universidades sigan avanzando en este contexto de la IA, es necesario que mejoren su eficiencia a partir de su uso, pero que al mismo tiempo promuevan el aprendizaje con creatividad, innovación y ética y orienten esfuerzos al desarrollo de competencias digitales de toda su comunidad educativa.

Más allá del uso de y aprendizaje sobre herramientas tecnológicas, en lo que respecta a la implementación de tecnologías emergentes en los procesos de las instituciones, es posible observar que cada vez más, la interacción de los estudiantes con sus universidades está mediada por la tecnología: clases virtuales, asesorías en línea, solicitudes a través de apps o comunicación con chatbots son algunos de los ejemplos. Educause (2023, 2024) sugiere que, en los próximos años, los estudiantes serán más exigentes aún en lo que respecta a sus experiencias digitales y querrán tener elección en dónde, cuándo y cómo aprenden e interactúan con sus instituciones. Más aún, esperarán que los avances tecnológicos de la cuarta revolución industrial sean parte de su experiencia universitaria. Las tecnologías emergentes, son igualmente una oportunidad para las universidades para mejorar la eficiencia de ciertos procesos y flujos de trabajo, lo que a su vez, se puede traducir en un acompañamiento y experiencia educativa más oportuna y personalizada para sus estudiantes.

2.4 Tendencia: Analítica de datos para la toma de decisiones y la innovación

Tal como se expresa en el reporte Horizon 2023 de Educause, los datos son esenciales para tomar buenas decisiones acerca de posibles innovaciones y para entender qué decisiones están funcionando y cuáles deben ser descartadas.

Sin embargo, a pesar de tener acceso a una gran cantidad de datos digitales en la educación superior, su uso efectivo en la toma de decisiones es limitado. Aunque las instituciones registran las interacciones

de los estudiantes en plataformas, tienen información de sus journeys en la vida universitaria y podrían conocer e incluso anticipar ciertas situaciones o decisiones, aún su uso no es generalizado, falta mejorar la calidad de los datos y aún se mantiene una desarticulación en los mismos. Esto conlleva a un desafío para mejorar el aprendizaje y la enseñanza utilizando esta información.

Por lo tanto, se identifica como prioridad para los próximos años que las instituciones desarrollen sus capacidades de análisis de datos con un enfoque en los beneficios educativos. Esto implica, a su vez, la implementación de procesos y espacios de formación que permitan asegurar la calidad y gobernanza de los datos, la seguridad y la privacidad de los mismos y su uso para la toma de decisiones en pro del aprendizaje, el éxito estudiantil y la atractividad de las universidades.

Particularmente en lo que se refiere a la seguridad de los datos, a pesar de la creciente frecuencia y complejidad de los ataques cibernéticos, el sector educativo ha prestado poca atención a este problema. Aunque algunas instituciones han invertido en seguridad, muchas siguen siendo vulnerables a los ataques. Las instituciones de educación superior deben construir arquitecturas de seguridad sólidas para proteger la información y enseñar a su comunidad a enfrentar las nuevas amenazas tecnológicas. Esto es esencial para mantener la confianza de los estudiantes y evitar perjuicios.

2.5 Tendencia: Desarrollo del talento y fomento del trabajo colegiado a través de la co-creación

Actualmente, las universidades deben ser vistas como comunidades vivas y en crecimiento, en las que se generan sentimientos de pertenencia, confianza, vínculos y preocupaciones compartidas (Strike, 2000) que promuevan, a su vez, la cooperación mutua para el desarrollo futuro.

En el ámbito del aprendizaje, puede hablarse del aprendizaje colaborativo, el cual emerge en la educación superior como un enfoque pedagógico de gran relevancia, donde se fomenta la colaboración para lograr objetivos compartidos, aprovechando las habilidades y conocimientos individuales de cada miembro del equipo. Este enfoque no solo enriquece la comprensión de los temas estudiados, sino que también promueve el desarrollo de habilidades fundamentales como el trabajo en equipo, la comunicación efectiva y la empatía, aspectos cruciales en el proceso educativo.

Otro nivel de colaboración se da entre diferentes departamentos y disciplinas. Las instituciones que fomentan la colaboración interdisciplinaria tienden a ser más innovadoras y adaptativas, ya que este enfoque permite integrar diversas perspectivas y metodologías para abordar problemas complejos de manera más efectiva. Miller (2024) destaca que los proyectos interdisciplinarios en la educación superior no solo amplían las herramientas de resolución de problemas y las habilidades de comunicación de los estudiantes, sino que también crean un sentido de comunidad y relaciones valiosas que pueden ser aprovechadas en sus carreras futuras. Además, según Gardiner (2020) la colaboración interdisciplinaria fomenta la creatividad y el pensamiento crítico, permitiendo a los estudiantes y docentes desarrollar soluciones innovadoras a desafíos contemporáneos. Por otro lado, la investigación presentada por Jaskyte et al. (2024) identifica la colaboración interdisciplinaria como un predictor significativo de la innovación en los equipos de educación superior, lo que demuestra que las instituciones que adoptan este enfoque están mejor preparadas para adaptarse y prosperar en un entorno educativo en constante cambio.

Sin embargo, el trabajo colegiado va más allá de los aspectos académicos, abriendo la posibilidad de pensar en fusiones y combinaciones estratégicas entre instituciones. Estas Alianzas pueden optimizar recursos, mejorar la oferta académica y fortalecer las operaciones administrativas. Un ejemplo de ello es la fusión entre St. Joseph’s University y la University of the Sciences en Filadelfia, quienes crearon un nuevo modelo de colaboración o la Alianza 4U de la cual surge este documento (Burt, 2022).

2.6 Tendencia: Diversificación de ingresos, optimización de recursos y nuevas formas de financiación para la sostenibilidad

En muchos países, las universidades están observando una disminución de sus matrículas. Tomar una perspectiva multicausal ayuda a comprender mejor la situación (Clark y Cluver, 2023; Educause, 2022, 2023): aumento de los costos universitarios frente a una menor capacidad de pago de los estudiantes, análisis de costo-beneficio y retorno de la inversión de la educación superior cada vez más desfavorables desde la perspectiva de las familias, disminución demográfica de la población que históricamente ha sido el target de las universidades (Adultos jóvenes), disminución del valor de los títulos universitarios para ciertos segmentos como el tecnológico, entre otras. Tal como lo expresa Deloitte, el modelo tradicional de la educación

superior está “roto” y no puede seguir sosteniéndose a partir del aumento del costo de las matrículas para los estudiantes tradicionales (Clark y Cluver, 2023).

Ante este panorama, el llamado es a que las universidades implementen medidas novedosas que les permitan contribuir a su sostenibilidad, al menos desde el punto de vista financiero. Entre las recomendaciones se encuentran:

Sin embargo, el trabajo colegiado va más allá de los aspectos académicos, abriendo la posibilidad de pensar en fusiones y combinaciones estratégicas entre instituciones. Estas Alianzas pueden optimizar recursos, mejorar la oferta académica y fortalecer las operaciones administrativas. Un ejemplo de ello es la fusión entre St. Joseph’s University y la University of the Sciences en Filadelfia, quienes crearon un nuevo modelo de colaboración o la Alianza 4U de la cual surge este documento (Burt, 2022).

» Búsqueda de recursos externos y diversificación de los ingresos a través de grants, oferta innovadora y otras estrategias de fundraising.

» Implementación de nuevos modelos de financiación para los estudiantes que permitan disminuir la deuda estudiantil en el largo plazo.

» Mejoramiento, optimización y simplificación de los procesos de apoyo financiero para los estudiantes.

» Revisión de los precios de los programas académicos.

» Implementación de ofertas académicas más cortas, flexibles e innovadoras que permitan atraer otras audiencias.

» Disminución de los costos de operación de las universidades, pero manteniendo altos estándares de calidad.

» Implementación de programas para atracción y retención de estudiantes.

Es importante mencionar que el énfasis en la sostenibilidad no puede lograrse a través de modelos estandarizados en el se implementan soluciones únicas para todos los estudiantes. Por el contrario, la implementación de nuevas soluciones debe estar acompañada de un enfoque mediado por la personalización en la que se considere la diversidad de contextos, necesidades, intereses, barreras y capacidades de los actuales y futuros estudiantes.

Como síntesis de esta sección de análisis de tendencias, es posible concluir que para mantenerse relevantes en el futuro, las universidades de la Alianza 4U, deben adoptar un enfoque proactivo y adaptativo, integrando tecnologías educativas avanzadas y ofreciendo programas académicos más modulares y flexibles. La inversión en el desarrollo continuo del profesorado es crucial, así como la redefinición de los currículos para centrarse en competencias prácticas y aplicables, sin perder la formación integral. Fomentar alianzas estratégicas con la industria y las comunidades permitirá alinear los programas educativos con las demandas del mercado laboral y necesidades de la sociedad, mientras que la atención a una población estudiantil diversa garantizará un apoyo personalizado y recursos accesibles. Además, es esencial que aprovechen la analítica de datos para la toma de decisiones informadas y la mejora continua, al tiempo que aseguran la seguridad y privacidad de la información. En este contexto, promover un entorno de colaboración interdisciplinaria y co-creación no solo fortalecerá la innovación, sino que también desarrollará el talento necesario para enfrentar los desafíos complejos del siglo XXI. Finalmente, la diversificación de ingresos y la implementación de modelos de financiación sostenibles serán vitales para asegurar la viabilidad financiera y operativa de las universidades, permitiéndoles ofrecer una educación de calidad accesible para todos.

3. Desafíos en la formación profesoral

El análisis del entorno universitario dentro de la Alianza 4U, las transformaciones sociales actuales, junto con las tendencias educativas emergentes, han permitido identificar una serie de desafíos clave en el ámbito de la educación superior. Entre estos desafíos se encuentran sus estudiantes provenientes de una diversidad de orígenes culturales, económicos y académicos; la rápida incorporación de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, en los procesos de enseñanza y aprendizaje; la creciente necesidad de internacionalización para preparar a los estudiantes y docentes para un entorno global; la urgencia de abordar tanto el bienestar mental y el desarrollo de habilidades socioemocionales en los estudiantes, como el bienestar mental de los propios profesores; y la adopción de enfoques pedagógicos activos que fomenten la colaboración y la interdisciplinariedad para responder a los retos sociales.

En este escenario de constante cambio, caracterizado por la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad -entorno VUCA- (Pearson, 2023) la Alianza 4U, comprometida con la excelencia en la educación superior, reconoce la formación profesoral como un elemento central para garantizar la calidad y relevancia de la enseñanza en este panorama. La formación de profesores no solo debe adaptarse a estos nuevos desafíos, sino también anticiparse a ellos convirtiéndose en un proceso dinámico. Esto les permitirá contribuir activamente al desarrollo integral de sus estudiantes y a la transformación de la sociedad.

Con el objetivo de enfrentar estos desafíos, la Alianza 4U ha identificado tres áreas prioritarias en la formación profesoral, que responden a las tendencias actuales y se alinean con la innovación educativa:

1. Profesores interconectados en la universidad y con la sociedad

2. Profesores que diseñan ambientes de aprendizaje contextualizados

3.1 Profesores interconectados en la universidad y con la sociedad

3. Profesores que fomentan ambientes de aprendizaje seguros, inclusivos e interculturales. El rol de los profesores como puentes entre la universidad y la sociedad es crucial en el contexto actual de la educación superior. Es fundamental que puedan interactuar con actores clave de su entorno inmediato, como empresas, organizaciones sociales y comunidades locales, fomentando un diálogo que enriquezca la formación de los estudiantes y permita abordar problemas reales. Esta interconexión no solo enriquece la experiencia educativa, sino que también facilita la transferencia de conocimiento y tecnología,

generando un impacto positivo tanto a nivel local como global.

La innovación, la interconexión, la transversalidad, la interdisciplinariedad, la colaboración, la adaptabilidad y la resiliencia son componentes clave que, según la Unesco (2023), pueden agilizar la transformación de la educación superior. Para que los profesores puedan liderar este proceso de cambio, es fundamental que participen activamente en nuevas formas de trabajo colaborativo y en la construcción de redes interdisciplinarias que potencien tanto la enseñanza como la investigación.

El desarrollo profesoral en este contexto se enfoca en preparar a los docentes para liderar estos procesos, fomentando una conexión interdisciplinaria dentro de la universidad que potencie la colaboración entre docentes de diversas áreas del conocimiento. Además, se apuesta por un modelo de liderazgo distribuido, que promueve un rol más activo en la toma de decisiones, fortalece su capacidad para innovar en sus prácticas y enfrentar los desafíos educativos de manera conjunta.

Conexión interdisciplinar

La conexión interdisciplinar trasciende las fronteras tradicionales de las disciplinas académicas, fomentando la colaboración entre profesores de diversas áreas del conocimiento. Este enfoque no solo desafía los límites disciplinarios, sino que también contribuye significativamente al desarrollo educativo al integrar diferentes formas de pensar, métodos de investigación y enfoques pedagógicos. Cuando los profesores unen sus saberes para abordar temas complejos desde múltiples perspectivas, ofrecen a los estudiantes una comprensión más amplia y enriquecida de los problemas actuales.

La interdisciplinariedad es esencial para enfrentar los desafíos complejos del mundo real, que rara vez se limitan a una sola disciplina. Al permitir que los estudiantes vean cómo se entrelazan distintas áreas del conocimiento, se promueve una comprensión holística de los temas estudiados. Además, este enfoque fomenta el pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas desde múltiples perspectivas lo que prepara a los estudiantes para abordar retos desde diversas dimensiones y a desarrollar soluciones más completas y efectivas.

La conexión interdisciplinaria también impulsa la innovación educativa. Cuando profesores de diferentes áreas colaboran, se crea un ambiente propicio para la experimentación y la generación de ideas creativas. Esta combinación de saberes no solo enriquece la experiencia de los estudiantes, quienes aprenden a aplicar conocimientos de diferentes campos, sino que también puede llevar a avances significativos en la investigación y el desarrollo de nuevas metodologías pedagógicas. Esta capacidad de integrar conocimientos diversos dota a los profesores de una flexibilidad y adaptabilidad esenciales en un entorno educativo en constante evolución. La formación interdisciplinaria prepara a los profesores para ajustar sus prácticas pedagógicas y renovar sus enfoques de enseñanza en respuesta a los cambios y desafíos emergentes, permitiéndoles innovar de manera continua. Por último, la conexión interdisciplinar fortalece la creación de una comunidad académica más colaborativa dentro de la universidad. Los docentes que participan en redes interdisciplinares no sólo amplían sus propios horizontes profesionales, sino que también construyen una cultura de colaboración que facilita la co-creación de programas académicos y proyectos de investigación conjuntos. Esta colaboración fomenta un entorno de aprendizaje donde se comparte el conocimiento y se potencia el crecimiento colectivo, sentando las bases para un liderazgo distribuido que aproveche al máximo el talento y las capacidades de todos los actores involucrados.

Liderazgo

Para desempeñar un papel esencial en el éxito de las instituciones, el liderazgo en el ámbito educativo debe transformarse de una visión de categorización a un modelo de dirección más dinámico y colaborativo. Este cambio es fundamental para adaptarse a las necesidades del entorno educativo actual. La teoría del liderazgo de Murillo (García, 2010) aborda este enfoque, reconociendo que el liderazgo en el proceso educativo puede ser facilitador, persuasivo, sostenible y distribuido.

En la revisión del liderazgo como visión innovadora de la dirección escolar realizada por García (2010) se destacan cuatro formas de liderazgo: facilitador, persuasivo, sostenible y distributivo. El liderazgo facilitado se basa en empoderar a la comunidad educativa para adaptarse y mejorar de manera colaborativa. El liderazgo persuasivo se fundamenta en la confianza y el respeto, creando un ambiente propicio para el desarrollo. El liderazgo sostenible apoya el liderazgo de otros y tiene un compromiso activo con el entorno. El liderazgo distribuido contribuye al desarrollo de un modelo de dirección para el cambio donde se incluye a toda la comunidad educativa.

En especial, la autora destaca el concepto de liderazgo distribuido, pues ha emergido como un enfoque clave para impulsar la innovación en la enseñanza (García, 2010). Uno de los beneficios más relevantes es su impulso a la autonomía docente, esencial para la experimentación de nuevas estrategias pedagógicas y el mejoramiento de las prácticas de enseñanza por parte de los profesores. Además, este tipo de liderazgo refuerza una cultura de colectivismo donde la colaboración entre docentes potencia la innovación colectiva, generando resultados superiores en el proceso de enseñanza. A diferencia de modelos de liderazgo centralizados, el liderazgo distribuido ve la toma de decisiones como una responsabilidad compartida que involucra a toda la comunidad educativa, promoviendo la mejora continua de la calidad educativa.

Existen dos enfoques principales en el liderazgo distribuido:

(1) Distribución Colaborativa: En este enfoque, el liderazgo se basa en el trabajo conjunto de dos o más líderes que realizan rutinas de liderazgo similares, ya sea en el mismo lugar y tiempo o de manera interdependiente. Se compara con el trabajo en equipo en deportes como el baloncesto, donde los jugadores interactúan y se organizan para lograr un objetivo común.

(2) Distribución Coordinada: En este caso, las

rutinas de liderazgo involucran actividades que deben llevarse a cabo en una secuencia específica. La interdependencia se asemeja a una carrera de relevos, donde el rendimiento de un equipo depende de la secuencia ordenada en la que se realizan las acciones.

En la Alianza 4U se privilegia el fortalecimiento de un Liderazgo Distribuido entre los profesores. Esto implica propiciar actividades conjuntas y colaborativas y crear condiciones o reconocer dónde se encuentra este tipo de liderazgo, ya que emerge como una propiedad de un grupo o red en lugar de ser ejercido por un individuo.

3.2 Profesores que diseñan ambientes de aprendizaje contextualizado

En un entorno educativo cada vez más interconectado, el diseño de ambientes de aprendizaje contextualizado es un aspecto central del saber pedagógico. Este escenario exige que se prepare a los estudiantes no sólo para carreras específicas, sino también para un mercado laboral en constante evolución con roles profesionales emergentes. Esta realidad implica una reconfiguración de los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación, orientándolos hacia trayectorias estudiantiles más integradas y alineadas con los desafíos contemporáneos.

La experticia profesoral en este contexto se traduce en la capacidad de diseñar situaciones de aprendizaje que promuevan el pensamiento complejo y crítico. Crear ambientes de aprendizaje contextualizado implica que los estudiantes se involucren activamente en su aprendizaje y desarrollen habilidades y competencias acordes con las demandas de un mundo en constante cambio. Esto incluye el fomento de la metacognición, permitiendo que los estudiantes sean conscientes de su proceso de aprendizaje y capaces de adaptarse y responder a diferentes contextos.

La evaluación formativa y la retroalimentación juegan un papel crucial en este enfoque, ya que no se limitan a medir el conocimiento, sino que buscan mejorar continuamente el proceso de aprendizaje. Incluyendo también las tecnologías, se traduce en una enseñanza más adaptativa y personalizada.

Enfoque en el aprendizaje activo y experiencial El aprendizaje activo en la educación superior representa un cambio de enfoques tradicionales de enseñanza hacia métodos más dinámicos e interactivos,basados en experiencias directas. Estos métodos son esenciales para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Este enfoque pedagógico, centrado en

la participación activa y reflexiva del estudiante, es más que una mera elección metodológica, es una necesidad en un entorno educativo caracterizado por una rápida evolución tecnológica, política y cultural.

El aprendizaje activo involucra directamente a los estudiantes en su proceso educativo, permitiéndoles participar de manera crítica y reflexiva. Sin embargo, el componente experiencial va más allá, proporcionando a los estudiantes oportunidades para sumergirse en situaciones reales. Al enfrentarse a problemas auténticos a través de proyectos comunitarios, prácticas profesionales o colaboraciones con organizaciones, los estudiantes no solo adquieren conocimientos, sino que experimentan de primera mano los retos y las consecuencias de sus decisiones.

Para los docentes, este enfoque exige un cambio de rol en el que ahora diseñan experiencias de aprendizaje contextualizadas. Esto implica no solo guiar a los estudiantes en la adquisición de competencias técnicas, sino también acompañarlos en su proceso de reflexión y en la aplicación de lo aprendido en entornos reales. En este sentido, la enseñanza, según Unesco, debe ir más allá de la mera empleabilidad, buscando fomentar una participación activa de los estudiantes en la solución de problemas comunitarios y globales. El aprendizaje activo cumple con este requisito al devolver a los estudiantes el protagonismo, haciéndolos partícipes y responsables no solo de su proceso de aprendizaje, sino también del impacto que generan en su entorno y en el mundo (Pearson, 2023).

Este enfoque permite que los estudiantes no solo piensen y reflexionen sobre los problemas, sino que vivan las situaciones en las que están involucrados. A través de metodologías como el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) o el Aprendizaje Basado en Proyectos, los estudiantes se sumergen en contextos reales donde analizan y proponen soluciones a desafíos como el cambio climático, la desigualdad social o la sostenibilidad. Este proceso de acción, reflexión y aplicación promueve un aprendizaje más profundo y significativo. Las competencias adquiridas, como la adaptabilidad, la resolución de problemas y la reflexión crítica, son habilidades que los estudiantes aplicarán a lo largo de su vida profesional y personal.

Además, estas metodologías promueven la responsabilidad social y la ciudadanía activa entre los estudiantes. Al enfrentarse a problemas del mundo real, los estudiantes no solo adquieren conocimientos académicos, sino que también desarrollan una mayor conciencia social y un sentido de responsabilidad hacia su comunidad y el entorno global. Esta experiencia práctica prepara a los estudiantes para ser

agentes de cambio, capaces de aplicar su aprendizaje en contextos profesionales y comunitarios.

La integración de estas metodologías también responde a una tendencia en educación superior que busca equilibrar la formación académica con la responsabilidad social y el compromiso ético. En un mercado laboral que valora cada vez más la ética y la sostenibilidad, los graduados con experiencia en abordar problemas sociales y ambientales tienen una ventaja competitiva. La combinación de habilidades técnicas y competencias sociales es una característica esencial para los futuros profesionales que desean contribuir de manera significativa a la sociedad.

Evaluación formativa y retroalimentación

La preparación para desafíos futuros es esencial en la educación superior, y la evaluación formativa juega un papel clave al permitir a los profesores enseñar a sus estudiantes cómo aprender, adaptarse y enfrentar problemas desconocidos. Más que una herramienta para medir el progreso académico, es un proceso continuo que guía tanto a docentes como a estudiantes hacia una mejora constante. A lo largo de todo el proceso de enseñanza y aprendizaje, la evaluación formativa permite recopilar información valiosa sobre el avance de los estudiantes, lo que posibilita a los profesores ajustar y adaptar sus estrategias pedagógicas de manera flexible, asegurando un aprendizaje más efectivo.

La retroalimentación es esencial en el proceso de evaluación formativa,pues se trata de “la información que se comunica al aprendiz para que modifique su pensamiento o conducta para mejorar su aprendizaje ayuda al profesor a tener información sobre los estudiantes para ajustar su enseñanza y a los estudiantes les permite mejorar tanto sus procesos como sus resultados de aprendizaje” (Shute, 2008, como se citó en Canabal & Margalef, 2017, p. 154). Esta retroalimentación, que puede ser proporcionada por el profesor, los compañeros de clase o incluso por el propio estudiante, es una parte fundamental del proceso de evaluación formativa.

Desde la perspectiva del profesorado, la retroalimentación permite ajustar la enseñanza y, si es necesario, rediseñar el entorno de aprendizaje. Los profesores ven en la retroalimentación una herramienta poderosa para fomentar la reflexión y el autoaprendizaje de los estudiantes. Mientras que, para los estudiantes, representa una guía sobre sus logros, y procesos, basada en criterios transparentes y consensuados orientando su aprendizaje futuro.

La Unesco subraya la importancia de la evaluación formativa como un proceso que promueve el

crecimiento y el aprendizaje de los estudiantes. Según su informe de 2019 la evaluación debe ser útil para el crecimiento y el aprendizaje de los estudiantes. Los exámenes, pruebas y otros instrumentos de evaluación deben armonizarse con los fines y propósitos educativos. Así mismo, destaca que muchos aprendizajes no pueden ser medidos ocontabilizados fácilmente, por lo que es esencial dar prioridad a las evaluaciones formativas lideradas por los profesores, limitando las evaluaciones estandarizadas y competitivas.

Además de su importancia en el ámbito académico, la retroalimentación tiene una dimensión emocional que cobra gran relevancia en el contexto actual. Se ha observado que cuando los estudiantes perciben una retroalimentación más personalizada y cercana, experimentan una sensación positiva de atención individualizada. Esta faceta emocional de la retroalimentación es esencial para el bienestar y la motivación de los estudiantes (Canabal & Margalef, 2017). Reconocer y abordar esta dimensión afectiva en la retroalimentación puede mejorar significativamente la experiencia educativa, fomentando un ambiente de aprendizaje más empático y conectado.

En este sentido, la formación docente debe centrarse en desarrollar habilidades para ofrecer una retroalimentación efectiva y sensible, que no solo mejore los resultados académicos, sino que también impulse el bienestar emocional de los estudiantes.

Tecnologías digitales en los procesos educativos La integración estratégica de la tecnología en la educación enriquece los ambientes de aprendizaje al ofrecer experiencias más variadas y adaptadas a las necesidades individuales de los estudiantes. Para los profesores, cualificar sus competencias digitales es esencial para adaptar sus prácticas pedagógicas a este entorno tecnológico. Estas competencias no sólo facilitan la interacción en un mundo digital, sino que también promueven la innovación.

El avance de las tecnologías digitales y el impacto creciente de la inteligencia artificial (IA) han transformado profundamente la forma en que accedemos al conocimiento y gestionamos la enseñanza. Los docentes enfrentan el reto de incorporar herramientas tecnológicas, como la IA, en sus procesos de enseñanza, lo que requiere no sólo dominar estas herramientas, sino también reflexionar sobre sus implicaciones éticas y pedagógicas. La capacidad de adaptarse a estas nuevas tecnologías es crucial para asegurar una enseñanza efectiva y relevante en la era digital.

Los recursos educativos abiertos y las tecnologías

emergentes también ofrecen a los profesores una oportunidad para redefinir sus métodos de enseñanza. La incorporación de estas herramientas permite no solo mejorar la experiencia del estudiante, sino también hacer la enseñanza más flexible y accesible, lo que es fundamental en un contexto educativo que demanda personalización y adaptabilidad.

La sociedad enfrenta los desafíos de la cuarta revolución industrial, que exige competencias digitales cada vez más sofisticadas. La falta de estas competencias puede limitar el acceso a oportunidades en un mundo digitalizado. En este sentido, es fundamental que la formación docente se enfoque en el desarrollo de habilidades tecnológicas que permitan a los profesores no solo utilizar la tecnología, sino también guiar a sus estudiantes en la navegación crítica y responsable de estos entornos.

Desde una perspectiva educativa, las competencias digitales se entienden como la capacidad de actuar de manera crítica, responsable, efectiva y creativa en entornos mediados por las TIC y la IA, para responder a los retos y demandas de los ámbitos de acción personal, laboral y social (Icesi, 2024). Los enfoques actuales han superado la visión artefactual de la tecnología y consideran que las competencias digitales van más allá de las habilidades técnicas y tecnológicas, abarcando aspectos más humanistas como la colaboración, la responsabilidad y la ética. Esto se relaciona con la idea de que la alfabetización digital es un derecho que debe ser accesible a todos y que incluye aspectos sociales y éticos.

En este contexto, dos modelos de competencias digitales enmarcan el desarrollo de las competencias digitales en las universidades 4U.

1. El modelo DigCompEdu, un marco de trabajo propuesto por la Unión Europea, es una guía diseñada para proponer a los ciudadanos de la Unión Europea trabajar en sus competencias digitales, tanto en el ámbito del aprendizaje, como en el campo laboral. Las áreas de competencia que perfilan lo que implica la competencia digital son: Búsqueda y gestión de información y datos; Comunicación y colaboración; Creación de contenidos digitales; Seguridad; y Resolución de problemas” (DigComp 2.2., 2022, p.7).

2. Los Estándares ISTE para Educadores (2023), ofrecen un marco para empoderar a los estudiantes como aprendices, profundizando las prácticas docentes y fomentando la colaboración y reinvención de enfoques tradicionales. Los Estándares ISTE para Educadores ofrecen un marco para empoderar a

El uso de la inteligencia artificial (IA) y otras tecnologías emergentes implica retos de formación, pues los profesores no solo deben formarse en su uso técnico, sino también en los dilemas éticos asociados, como la privacidad, la equidad y la integridad académica. La capacitación en el uso de IA para tareas como la planificación docente, la creación de contenido o la personalización del aprendizaje es fundamental. Sin embargo, también lo es fomentar un aprendizaje creativo y humano, donde la tecnología no sustituya, sino que complemente las habilidades únicas de los profesores y estudiantes. Al respecto, las cuatro universidades ya han venido haciendo ejercicios conjuntos de capacitación alrededor de la ingeniería de promts para el uso educativo, la integración de herramientas que apoyan la planeación docente, así como el análisis de componentes éticos y el desarrollo tecnológico.

3.3 Profesores que fomentan ambientes de aprendizajes seguros, inclusivos e interculturales

Ser sensibles a la dimensión humana implica no sólo enfocarse en la construcción de conocimiento, sino también en la inclusión, el respeto a la diversidad y el bienestar integral de los estudiantes. Esto exige, cuando sea necesario, adaptar las estrategias pedagógicas para responder a necesidades individuales. Para la Alianza 4U la inclusión no solo representa un acto de justicia y equidad para aquellos estudiantes que requieren adaptaciones o atención específica; también simboliza una riqueza pedagógica que enriquece el entorno de aprendizaje. Promover ambientes de aprendizaje seguros, diversos e inclusivos posibilita que el respeto sea constitutivo en el aula y fomenta interacciones que potencian el aprendizaje colectivo y el intercambio de experiencias.

Este compromiso exige para los profesores fortalecer habilidades socieoemocionales para tener los estudiantes como aprendices, profundizando las prácticas docentes y fomentando la colaboración y reinvención de enfoques tradicionales. Está compuesto por siete estándares: “Aprendiz”, centrado en la mejora continua del docente; “Líder”, que impulsa el liderazgo en el empoderamiento estudiantil; “Ciudadano”, para fomentar la participación digital responsable; “Colaborador”, que promueve la colaboración educativa; “Diseñador”, enfocado en la creación de actividades de aprendizaje adaptativas; “Facilitador”, para la integración de tecnología en el aprendizaje; y “Analista”, que utiliza datos para guiar la enseñanza.

la capacidad de anticipar y abordar situaciones emocionales de riesgo considerando no solo los conocimientos, sino también el clima de clase y las necesidades emocionales y pedagógicas de los estudiantes. En este mundo cada vez más interconectado y globalizado, donde lo socioemocional y lo intercultural adquieren un valor protagónico, integrar la emoción en el ejercicio profesoral es una responsabilidad. De esta manera, no solo se contribuye a la formación de profesionales competentes, sino también a la construcción de individuos íntegros, empáticos y culturalmente conscientes, al tiempo que se reflexiona sobre cómo los profesores se adaptan a estas nuevas demandas, tanto en lo personal como en lo profesional.

Habilidades socioemocionales

La educación socioemocional ha emergido como una innovación educativa en la educación superior ya que contribuye al desarrollo integral de los estudiantes, aportando a su inteligencia emocional y aumentando sus oportunidades de inserción laboral. Las habilidades socioemocionales ayudan a comprender y regular las emociones, establecer y desarrollar relaciones interpersonales, tomar decisiones responsables y alcanzar metas personales. Además, equipan a los estudiantes para manejar fracasos y desafíos, fomentando la empatía y la conciencia social, cualidades altamente valoradas en el ámbito laboral y en su vida universitaria.

En el contexto de la educación socioemocional, es fundamental trabajar en una línea de formación que vaya más allá de un carácter puramente regulatorio. La meta no debe ser solamente enseñar a los estudiantes a controlar sus emociones, sino también enriquecer y expandir su experiencia emocional y sensible (Álvarez, 2020). Esto implica fomentar un aprendizaje que abraza la complejidad de las emociones humanas, permitiendo a los estudiantes explorar y entender mejor sus propios sentimientos y los de los demás. Al crear un entorno de aprendizaje en el que el pensamiento y el sentimiento tienen lugar, se genera una mayor implicación de los estudiantes y más tranquilidad para participar y trabajar en grupo.

Al expandir su experiencia sensible, los estudiantes no solo aprenden a manejar sus emociones, sino que también se vuelven más empáticos, conscientes y receptivos a los contextos sociales y culturales en los que interactúan. Esto implica para los profesores desarrollar habilidades para escuchar, entender y responder a las necesidades y preocupaciones de los estudiantes. Así, la comunicación efectiva es una habilidad esencial para los profesores, no sólo como un medio para gestionar los conocimientos, sino como una herramienta vital para conectar con los estudiantes a nivel más profundo, reconociendo sus

necesidades y emociones.

La escucha activa es un componente esencial de esta competencia. Esta habilidad implica mucho más que oír; se trata de comprender activamente lo que los estudiantes están expresando, tanto verbal como no verbalmente. Esta práctica crea un espacio seguro donde los estudiantes sienten que sus opiniones y emociones son valoradas lo que genera un entorno de confianza y respeto mutuo. Esto ayuda a los profesores a identificar posibles barreras emocionales que interfieren en el aprendizaje, adaptando sus estrategias pedagógicas en función de las necesidades individuales y colectivas de sus estudiantes.

Para los profesores, este enfoque representa un desafío en su formación continua y una oportunidad de una profunda reflexión sobre su rol en el aula. La educación socioemocional no puede darse fuera de un entorno ético que modele los valores que busca promover. En este sentido, la Alianza 4U, enfatiza la necesidad de que los docentes integren la dimensión socioemocional como una parte fundamental de su labor. Esto implica repensar cómo se establecen relaciones en el aula, cómo se manejan las emociones propias y ajenas, y cómo los profesores pueden ser guías en el desarrollo emocional de sus estudiantes.

El desarrollo profesoral en este enfoque se traduce en dos grandes líneas de acción. La primera, centrada en el presente de los estudiantes, que deben manejar la carga académica, colaborar con compañeros, enfrentar la incertidumbre del mañana y responder a exigencias familiares. Esto implica que los profesores se preparen para manejar las altas cargas emocionales que enfrentan en su interacción con los estudiantes, al tiempo que desarrollan habilidades para acompañarlos en la gestión de sus propias emociones.

La segunda, apoyar a los estudiantes en el desarrollo de las competencias socioemocionales que serán clave en su vida profesional. En este sentido, el diseño experiencial basado en metodologías activas juega un papel crucial en este enfoque. Mediante la simulación o el acercamiento a entornos laborales, los estudiantes pueden reflexionar sobre sus disposiciones emocionales y sociales, fomentando un aprendizaje más profundo y conectado con la realidad profesional (Mira et al., 2017).

Inclusión y diversidad

En la Alianza 4U, la inclusión no solo es un principio ético, sino una apuesta fundamental para garantizar una educación de calidad que reconozca y valore la diversidad en todas sus formas. Este compromiso está alineado con los Objetivos de Desarrollo

Sostenible (ODS), particularmente con el ODS 4, que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos. En un contexto como el de América Latina, donde las desigualdades estructurales persisten, la inclusión se convierte en un reto prioritario para las instituciones de educación superior. El compromiso de la Alianza consiste en reducir barreras estructurales y crear un entorno académico en el que estudiantes de diversos orígenes, contextos y capacidades puedan convivir y enriquecerse mutuamente.

La inclusión educativa va más allá de integrar a grupos diversos dentro del sistema. Implica un reconocimiento activo de las diferencias tanto en términos de género, etnia o situación socioeconómica, como en las trayectorias académicas y las capacidades individuales de los estudiantes. Según Banks (2016), es esencial que los currículos reflejen diversas perspectivas culturales y contextos, para que todos los estudiantes se sientan representados y valorados. Esta diversidad se convierte en una riqueza pedagógica que favorece un proceso de enseñanza-aprendizaje nutrido por múltiples perspectivas y experiencias compartidas.

El reto principal no es solo adaptar los contenidos o metodologías de enseñanza, sino generar un entorno en el que todos los estudiantes se sientan valorados y respetados, independientemente de sus capacidades físicas o cognitivas. Los enfoques pedagógicos flexibles, que reconocen y valoran las distintas formas de aprender, son fundamentales para asegurar que cada estudiante pueda alcanzar su máximo potencial. Tomlinson (2014) argumenta que los profesores que implementan métodos de enseñanza diferenciados y adaptativos responden a las diversas necesidades y estilos de aprendizaje de los estudiantes, permitiendo que todos se involucren en su propio proceso de aprendizaje sin compararse con el desempeño de los demás.

En este contexto, las tecnologías educativas, especialmente aquellas impulsadas por IA, ofrecen nuevas oportunidades para la inclusión. Al permitir la personalización del aprendizaje, estas herramientas adaptan los recursos pedagógicos a las necesidades y capacidades individuales, facilitando un acceso equitativo al conocimiento y promoviendo una experiencia educativa más inclusiva. Del mismo modo, también pueden ayudar a la creación de estrategias de evaluación inclusivas. El objetivo de una evaluación de este tipo es rectificar las limitaciones que recaen sobre los estudiantes cuando son juzgados como “menos capaces” debido a una única forma de evaluar (Florian, 2015). Las TIC, al ofrecer diversas herramientas digitales para la evaluación, permiten a los profesores implementar

formas de evaluación más flexibles y adaptativas, que respondan a las diferentes capacidades, estilos de aprendizaje y contextos de los estudiantes. Es decir, promueve una evaluación equitativa.

Por otra parte, la creación de entornos inclusivos implica también que los profesores estén conscientes de sus propios sesgos y reflexionen sobre cómo sus percepciones pueden influir en la equidad dentro del aula. Reflexionar críticamente sobre los sesgos docentes no solo es esencial para promover la equidad, sino también para generar entornos de aprendizaje colaborativos en los que estudiantes y profesores co-construyan un espacio de respeto y valoración de la diversidad. Este tipo de colaboración transforma el aula en un lugar donde la diferencia se convierte en una fuente de crecimiento mutuo.

De esta forma, la inclusión no es un punto de llegada, sino un proceso dinámico y continuo que exige la participación activa de toda la comunidad educativa.. Los profesores no solo deben estar preparados para identificar y responder a las necesidades individuales, sino también para generar un ambiente de respeto mutuo, donde la diversidad no solo sea reconocida, sino celebrada como una fortaleza educativa.

Interculturalidad

En el contexto actual de la educación superior, la interculturalidad se ha convertido en un eje esencial para la formación de ciudadanos globales capaces de habitar y transformar realidades diversas. La Alianza 4U, con su visión de promover convenios internacionales y la movilidad estudiantil, reconoce que preparar a los estudiantes para un mundo globalizado implica no solo una enseñanza inclusiva, sino también un enfoque intercultural que valore y celebre la diversidad cultural y social.

Los profesores desempeñan un papel clave en la promoción de la interculturalidad. La cultura influye profundamente en las actitudes, los valores y los comportamientos de los estudiantes y profesores (Gay, 2002). Por ende, es fundamental que los profesores reciban formación continua sobre las culturas y contextos sociales de sus estudiantes, de modo que estén equipados con los conocimientos necesarios para incluir estos contextos en los ambientes de aprendizaje.

Tener en cuenta las identidades culturales de los estudiantes ayuda a comprender cómo aprenden. El aprendizaje debe ser entendido desde una perspectiva cultural y social, no solo desde un enfoque psicológico (Nieto, 2010). Esto implica que los currículos y las prácticas docentes integren contenidos que reflejen la diversidad intercultural, promoviendo el entendimiento y respeto por las distintas culturas y realidades de los estudiantes. De esta manera, los profesores no solo les brindan conocimientos académicos, sino que también los ayudan a desarrollarse como individuos capaces de interpretar y responder a las realidades culturales, económicas y sociales que moldean sus experiencias de aprendizaje.

La creciente diversidad en las sociedades actuales, como resultado de fenómenos como la migración, también exige que la comunidad académica esté preparada para convivir en un contexto multiétnico. Esto hace necesario reconocer las diferencias religiosas, lingüísticas y etno-culturales que existen (Leeman & Ledoux, 2003). Esto crea una oportunidad de establecer redes de colaboración entre profesores y estudiantes de diferentes contextos culturales para intercambiar prácticas y enfoques pedagógicos, enriqueciendo la práctica docente con perspectivas diversas, estas prácticas pedagógicas permiten que los estudiantes se imaginen en la posición del otro, comprendiendo y sintiendo sus emociones, deconstruyendo estereotipos generalizados (Leeman & Ledoux, 2003).

La movilidad internacional es una de las estrategias clave para fomentar la interculturalidad. Los

profesores que forman parte de comunidades internacionales mejoran su capacidad de relacionarse con otras culturas (Cushner, 1998). La Alianza 4U promueve convenios nacionales e internacionales que permiten a estudiantes y profesores participar en programas de intercambio que amplían su comprensión intercultural y los preparan para los desafíos globales. Estas experiencias no solo enriquecen la práctica docente, sino que también desarrollan en los estudiantes competencias interculturales necesarias para liderar en un contexto global.

Las experiencias multiculturales y la formación continua en interculturalidad permiten a los docentes adquirir una conciencia crítica frente a la diversidad, lo que los prepara para enseñar a estudiantes con realidades diversas (Merryfield, 2000). La innovación educativa debe enfocarse en la interculturalidad, ya que ofrece a los estudiantes una educación que cambia su manera de pensar, actuar y sentir frente a las diferencias. Formar a los profesores para que se adapten a los cambios culturales y contextuales es esencial para generar procesos de aprendizaje más conscientes y eficaces (Brion, 2020). Estas acciones no solo mejoran la calidad educativa, sino que también preparan a los estudiantes para enfrentar los desafíos de un mundo globalizado, mientras que la formación de profesores debe seguir apuntando a crear ambientes de aprendizaje seguros, inclusivos e interculturales

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