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“¿Y ESTO ES ARTE?...”

“¿Y esto es arte?...”

Licenciado Diego Morales Portillo

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Caja Brillo, Andy Warhol, serigrafía sobre madera, 1964

¿Cuántas veces hemos oído o hecho esta pregunta al visitar un museo o galería de arte?

Es una pregunta complicada de contestar… Puedo hablar desde mi experiencia personal: mi proceso de aprendizaje artístico teórico fue muy empírico, tuve contacto a muy temprana edad con la obra de Mérida, Gallardo, Picasso, paisajistas naif guatemaltecos, y entonces en una bienal de arte Paiz (del 98 creo) me topé con una instalación, no recuerdo de quién… Entonces llegó la pregunta ¿y esto es arte? Recuerdo que hice esta pregunta a mis papás, pero no supieron darme una razón de porqué lo era.

Me llevó muchos años entender (o al menos empezar a entender) el Arte contemporáneo. Con el tiempo inevitablemente llegué al cuestionamiento:

¿Qué es Arte?

Una pregunta tan compleja que hasta la fecha no se ha llegado a ningún consenso, un concepto que ha ido cambiando con el tiempo, una definición más filosófica que sintáctica, me explico: Lo que ayer no era considerado como arte, hoy lo es. Pongo como ejemplo las pinturas rupestres en las cuevas de Lascaux, el arte renacentista o el Dadaísmo, que fueron concebidos con fines ceremoniales, catequéticos, decorativos o incluso anti arte; hoy son obras maestras artísticas. Ejemplos extremos que nos hacen dudar sobre ¿realmente qué es lo que define al Arte como tal? Para adentrarse en el tema, es necesario dejar de lado los convencionalismos estéticoplásticos que regían al arte renacentista europeo al que estamos acostumbrados, con los cuales se buscaba alcanzar la belleza, vista como el fin último del Arte, su consumación. En el arte renacentista y griego helenístico es notoria la intención de una representación mimética del mundo real ya que la naturaleza era considerada como el máximo esplendor estético. Debemos entender que el Arte per se no puede ser comprendido como un tema aislado, la lógica a seguir es que es una actividad humana, que es producto de su tiempo y de la forma de pensar de esa época; por lo que hay que estudiar contextos históricos, antropológicos y sobre todo filosóficos. Recordemos que el Arte siempre ha estado ligado a la intelectualidad de turno, es un producto teórico más que material.

La belleza y la estética fueron conceptos que estuvieron íntimamente ligados hasta el modernismo, donde se cuestionó este convencionalismo; se empezó a ver la estética bajo valores morales, siendo esta una cualidad de todo lo correcto, lo real. Esto quiere decir que todo lo existente es estético por ser natural, lo llamado “antinatural” no puede existir ya que contradiría las leyes universales, por lo tanto “lo feo” es imposible.

En su libro Visión y Diseño (1988) Roger Fry planteó que todo puede ser bello si se contempla el tiempo suficiente para descubrir su belleza, poniendo como ejemplo las obras impresionistas, fauvistas o cubistas que eran consideradas ofensivas a la vista y el día de hoy son grandes referentes artísticos. Recordemos que a inicios del siglo XX Europa tuvo un contacto muy importante con la estilística africana, asiática y polinesia, retando la relación clasicista entre belleza

Cuadrado negro sobre fondo blanco, Kazimir Malévich, óleo sobre lienzo, 1913

y estética. Al analizar por ejemplo las mascaras africanas que no intentan copiar la realidad sino más bien representarla, se muestra una clara división entre lo considerado bello y el mimetismo de la realidad.

El Arte que vemos hoy en día en los museos (pedazos de desecho, pinturas que parecen hechas por niños, etc.) son el producto de dos guerras mundiales, de tribulaciones humanas y sobre todo de grandes pensadores. Si a alguien debemos lo que hoy llamamos “Arte Contemporáneo” es a Immanuel Kant y Georg Wilhelm Friedrich Hegel dos de las mentes filosóficas más brillantes de la historia, dos alemanes fallecidos hace más de 200 años.

Situémonos en el año 1790 en plena era de la ilustración en Europa: Kant publica su obra Crítica del Juicio en la que define el Arte como “no representación”, propone que el Arte se da de forma espontánea junto con las facultades humanas sin que se cree un producto representativo, plantea que mientras más se intenta representar “algo” la obra artística tiene menos valor. La obra no debe tener una finalidad semántica, lo valioso es la inmediatez, el Arte es experiencia. Es una teoría anti-intelectualista basada en el romanticismo de Rousseau en el que la razón no tiene lugar, la sensación es lo importante. En su modelo, el observador no interpreta, solo percibe y siente. Podemos ver un claro ejemplo de la Estética Kantiana en la obra Suprematista de Malevich (1915), en la que el sentimiento lleva a la belleza sin necesidad de una lectura, en la ausencia de lo figurativo y del color. Kant planteó que la estética es completamente subjetiva ya que depende del proceso de contemplación, en el que entran en juego la percepción sensorial y la capacidad de asimilación de cada individuo.

Como toda vertiente intelectual, siempre hay una contraparte: en 1807, Hegel publica Fenomenología del Espíritu, una obra que toma la parte no-objectual del postulado de Kant, pero lo torna en la dirección de la Ilustración Europea. Hegel concibe la estética como parte de un todo, no veía la obra de arte como un objeto estético de decoración, ni como un objeto para provocar placer; más bien le asigna un papel metafísico: actuar como puente entre el hombre y lo divino (visto como lo racional, lo absoluto, no el concepto religioso de Dios), el producto artístico es un camino para hacer sensible al hombre la racionalidad de una fuerza superior en el universo. El camino para llegar a la belleza es la razón, la conciencia de un todo y el trascender la finitud del humano. Para Hegel, la filosofía es el medio por excelencia para estudiar lo divino, pero el Arte tiene la función de hacerlo sensible.

En su postulado, Hegel definió únicamente 5 bellas artes en el siguiente orden: Arquitectura, Escultura, Pintura, Música y Poesía. En su escala, únicamente la música y la poesía eran las artes ideales para alcanzar lo divino porque no dependían –estrictamente- de ningún medio tangible, son transmitidos directamente a los sentidos sin tener la necesidad de representar objetos o ser entorpecidos por la materia. La poesía es el Arte por excelencia porque puede representar conceptos e ideas, más que sentimientos. Esta idea dirigiría al Arte a deshacerse de la materia, la parte tangible de la obra.

Hegel plantea el concepto de Fin: el fin del desarrollo y refinamiento de la sociedad y por ende, del arte; que en su teoría llegarían a un punto sublime y perfecto en el que la totalidad divina estaría plenamente representada. Si analizamos el producto artístico contemporáneo (derivado del conceptualismo) tiene su fundamento en el no-objeto, donde el Arte puede ser autónomo a los sentidos, en la desaparición de la estética y la materia en el proceso de comunicación de las ideas y conceptos dentro del arte (o al menos pierden el papel protagónico). Con el tiempo muchos movimientos fueron desafiando los conceptos artísticos plásticos de su época, resolviendo su problemática y acercándose más y más a las ideas de Hegel.

En 1999, el filósofo y crítico de arte Arthur Danto toma las teorías de Hegel junto a otras influencias como la obra La condición Moderna de Lyotard (1979) para entender la dinámica del Arte contemporáneo en su obra Después del Fin del Arte. Determina que el fin del arte se sitúa en los inicios del postmodernismo. Define a los movimientos modernistas de la primera mitad del siglo XX como la cúspide de las artes, donde se alcanzó la perfección que Hegel predecía.

Danto -y la historia del Arte en general- identifican a Marcel Duchamp y a Andy Warhol como las figuras que provocaron las grandes rupturas que llevaron al Arte a lo que es hoy. En el que el artista es un intérprete de su tiempo por medio de su discurso y un re-creador de símbolos. Es imposible ignorar la historia y los postulados de estos grandes artistas que con sus obras Fuente (1917) y Caja Brillo (1964), respectivamente, abrieron la puerta a grandes trabajos intelectuales y al mismo tiempo a una producción artística de dudoso valor, en el que el subjetivismo que profesaba Kant es la norma.

Dentro de su teoría, Hegel predijo que se llega a un punto de madurez humana en el que el arte ya no es suficiente para llenar el papel de mediador de lo Divino y se busca una metodología más sofisticada. En lo personal, pienso que el arte se torna cada vez más intelectual, la tesis cobra más protagonismo y se empiezan a ver obras artísticas que mezclan distintas ramas de las artes o materias ajenas a éstas, que llegan a tener resultados reales en nuestras sociedades. El Arte empieza a tener un papel cada vez más utilitario dentro de la cultura popular, basta con ver la serie de Doroteo Guamuch de Benvenuto Chavajay, que provocó el cambio de nombre del estadio Mateo Flores, la calzada y la escuela con el mismo nombre, como acto de resarcimiento histórico y social, o en el activismo del mexicano Pedro Reyes con su proyecto Sanatorium, una clínica temporal que ofrece tratamientos cortos y heterodoxos que combinan el arte y la psicología.

El Arte contemporáneo es el resultado de un largo proceso de cuestionamientos de estira y encoje, de líneas de pensamiento y de historia humana que han ido descomponiendo el producto artístico hasta llegar a valores metafísicos e intangibles medulares. No podemos definir qué es o no es Arte, pero podemos (y debemos) forzarnos a nosotros mismos a cultivar el conocimiento y la sensibilidad necesaria para poder emitir un juicio válido e informado, para poder iniciar un diálogo o rebatir una propuesta artística con una visión que va más allá de lo inmediato.

Fuente, Marcel Duchamp, cerámica (Ready made), 1917

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