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Futuro de las pymes ante una inminente reforma fiscal
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Futuro de las pymes ante una inminente reforma fiscal
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Lic. Angel Xaviel Peña
Contador especializado en Impuestos y Facilitador de contabilidad del INFOTEP
La República Dominicana está viviendo una de las etapas económicas más difíciles de las últimas décadas. La popular frase “La cosa ta´ mala” se ha vuelto muy popular entre los empresarios que día a día deben lidiar con medidas restrictivas que reducen significativamente sus actividades comerciales.
Encima de todo esto, el alza de los precios de la canasta básica, los temas sociales que diariamente golpean nuestra sociedad y por si fuera poco, un tema que preocupa a toda la nación, especialmente a los propietarios de pequeñas y medianas empresas: una posible reforma fiscal. Tratar un tema tan delicado como el aumento de los impuestos en una sociedad donde una de las partes más perjudicadas es la pequeña y mediana empresa, debe ser bien consensuada y no solo basada en la búsqueda de cobrar más impuestos, sino que el empresario se sienta protegido por el Estado y pueda mantener algunos de los beneficios tributarios hoy vigentes. Si bien es cierto que una reforma fiscal tendría como principales objetivos el beneficio del Estado con el incremento de las recaudaciones, aumento o colocación de nuevos impuestos y el fortalecimiento de la capacidad económica del Gobierno, no deja de ser una carga más para los empresarios y consumidores.
No olvidemos que a finales del año 2020, meses posteriores a la transición, el Gobierno actual intentó colocar una mini reforma fiscal para este año 2021 en la cual pretendía gravar con un 3% todas las compras realizadas en moneda extranjera con tarjetas de crédito y de débito, incluyendo servicios digitales que se consumen localmente de empresas extranjeras. Por si esto fuera poco, también se pretendía incluir un impuesto transitorio del 8% sobre las ganancias extraordinarias que hayan obtenido las empresas por los efectos del estado de emergencia y del covid-19, lo cual aplicaría directamente para las farmacias, supermercados, laboratorios clínicos, entre otros. Esta mini reforma tributaria no surgió efecto gracias al rechazo de la población que en medio de la crisis del covid-19, amenazó con realizar protestas en repudio de estos impuestos. Ahora bien, ¿Cómo se reflejará una nueva reforma fiscal en el comportamiento económico del empresario y el consumidor? No caben dudas que al final de cuentas, a nadie le gusta pagar impuestos, especialmente si no hay una transparencia general en donde la población conozca el destino de los fondos recibidos de las recaudaciones. Si tomamos el aumento del crecimiento de la economía frente a la pandemia como lo ha expresado en varias ocasiones el Presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, y a saber esto, sumado a una administración responsable del gasto público; evitar una reforma fiscal sería lo correcto para un país en el que la clase media es las más perjudicada a la hora de pagar impuestos. En cambio, si el Estado decide aprobar una reforma fiscal para el próximo año 2022, deberá demostrarle al país sólidos motivos que la impulsen a razón, de que según las estadísticas económicas el país se mantiene en un constante aumento de las recaudaciones en plena pandemia, así lo informa la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), la cual refleja que en los últimos meses se ha recaudado más del 100% de lo presupuestado. Tomando en cuenta esto y a pesar de las actuales medidas contra el covid-19, el país está creciendo y los sectores productivos avanzan en el fortalecimiento económico de sus actividades. Si el Estado no logra convencer a la ciudadanía de que necesita una reforma fiscal para continuar avanzando, volveremos a contemplar las protestas y disgustos de la ciudadanía frente a más cargas y presiones impositivas. No obstante, a ningún gobierno le gusta
dar malas noticias, y seguramente el tema de la reforma fiscal para los propietarios de pequeñas y medianas empresas del país es una desagradable noticia. El empresario percibe esta posible reforma como una carga mayor, más dinero que debe pagar al Estado y al final una traba más que el Gobierno coloca para reducir sus ganancias. El futuro de las pequeñas y medianas empresas, incluso con una reforma tributaria, sería esperanzador siempre que los empresarios y el Estado Dominicano logren un acuerdo racional enfocado en invertir en beneficio de la población, garantizar la eficacia de los impuestos vigentes y de ser necesario, como última medida, colocar impuestos que no perjudiquen considerablemente el bolsillo del empresario dominicano que día a día sale a buscar el sustento de su empresa y su familia.

