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FLASHBACK

El Circuito de Montecarlo. Gran Premio de Mónaco. La joya más preciada de la corona de la Formula Uno. La carrera que todos quieren ganar, pero la que realmente nos deja carreras mas aburridas. La emoción del fin de semana siempre nos la regala la sesión de clasificación. Esas vueltas inmortales suicidas al circuito callejero quedan grabadas en la retina de muchos. Para unos es fácil. Para otros, no tanto. Pero cuando hablamos de una vuelta de dioses solamente podemos decir una.

Imaginen este escenario. Sábado en la tarde en el principado. Un casco amarillo se agita de lado a lado mientras los famosos y estrechos confines del circuito pasan a toda velocidad, captados por las grandiosas cámaras de los 90. El ¿El dueño? Un brasileño apasionado al volante, conduciendo como si fuera guiado por una fuerza superior y mística para producir una de las mejores vueltas del legendario circuito urbano.

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La mayoría que está leyendo esta descripción tiene un solo nombre en la mente: Ayrton Senna. Y muchos deben pensar de hablaré de esa mega vuelta de 1991 donde le sacó un segundo y medio a un tiempo increíble a Alain Prost en McLaren. Pues no. Esa es demasiado sencilla. Esa ya está hablada y re hablada.

Si buscamos dentro del iceberg de Mónaco y la F1 existe otra vuelta milagrosa. Con un brasileño de casco amarillo haciendo una vuelta de dioses en el circuito para salvar su temporada. Bienvenidos a la vuelta de los dioses de… Roberto Moreno. desde que el arquetípico piloto de la Fórmula 1 logró su vuelta milagrosa, pilotando un Andrea Moda apenas construido para un equipo que operaba con un presupuesto muy reducido. Por primera y única vez en su historia, el equipo italiano se clasificaba para un gran premio, un momento que Moreno describía como “sensación única, increíble”.

Pupo: El Mago

El brasileño, cuya carrera parecía tambalearse repetidamente del éxito al desastre a lo largo de los años 80, era conocido por sacar conejos del deporte del motor de la proverbial gorra de béisbol de Goodyear en muchas ocasiones.

Su historia empieza en el Reino Unido, donde llegó desde Brasilia sin hablar un gramo de inglés y se las arregló para ganar el Festival de Fórmula Ford de 1980. Su primer truco fue arrastrar un AGS que era 4 segundos más lento que el resto de la parrilla hasta el sexto lugar en Adelaida en 1987. También probó la gloria anotándose un podio cuando sustituyó a Alessandro Naninni en Benetton – “El Pupo” estaba acostumbrado a desafiar las expectativas. De esa manera, el brasileño se involucró en 1992 con el famoso Andrea Sassetti y su equipo Andrea Moda. El personal y algunos equipos en mal estado procedían de la escudería Coloni que Sassetti había comprado, así como los derechos intelectuales de un coche BMW de F1 abortado.

“Recibí una llamada de un tipo de Mónaco que me alquiló mi apartamento y me dijo: ‘Mira, hay un equipo que va a Brasil, tú estás allí y los pilotos [Alex Caffi y Enrico Bertaggia], ya no quieren conducir para este tipo’ le dije: ‘Mientras me pague a la llegada inmediatamente en cada carrera, lo haré’.

En cada ronda Moreno se veía con Sassetti y le entregaba un sobre lleno de dinero, y Moreno se quedaba. “Fue tan sencillo como eso”.

Primer encuentro con el “Desastre en Ruedas”

Al llegar al paddock de Río para su primer intento de precalificación, Moreno se encontró con un coche y un equipo literalmente destrozados. Al brasileño se le había encomendado la tarea de conseguir que el coche diera tres vueltas, asegurando así la aprobación de la FIA para pasar a la siguiente carrera, mientras que la otra máquina de AM - conducida por el desafortunado Perry McCarthy - estaba allí “sólo para mostrar”, en palabras de Moreno.

“No tenían mucho, sólo piezas de un coche nuevo y un montón de gente buena intentando juntarlo todo”, comentaba Moreno. “Parecía estar medianamente diseñado pero el único problema era que no estaba diseñado para el motor Judd que llevaba, así que la refrigeración no era eficaz: En seis vueltas evaporaba toda el agua del motor y se recalentaba”.

Obviamente y como era de esperar, Moreno se quedó a 16 segundos del ritmo de precalificación marcado por el Larrouse de Bertrand Gachot. Si las cosas no se veían bien en Rio, cuando llegaron a Barcelona, se veían peores, pero Moreno vio la luz… Al final del túnel de viento.

“En Barcelona, me pidieron que aparcara el coche en la recta de atrás del Circuito de Cataluña, porque el alerón trasero podría haberse desprendido”, comentaba. Moreno se negaba a hacerlo, y conducía su Andrea Moda hasta los boxes para aparcarlo ahí. Otro DNS para Moreno y Andrea Moda.

Los inicios de un milagro

curvas cerradas de Mónaco” Moreno en su época “En ese lugar sólo podía hacer primera, segunda y tercera marcha en las curvas, pero pudimos aprender que no teníamos el ángulo de dirección necesario para las

Tras el feedback de Moreno, los ingenieros de Andrea Moda empezaban a trabajar en la puesta a punto para mejorar la dirección y el diferencial. “Ni siquiera hicimos una vuelta completa, sólo tres o cuatro curvas que eran muy buenas para Mónaco. Salimos de allí bastante contento con los resultados”. Sin embargo, iba a hacer falta algo más que unos cuantos cambios de puesta a punto para que el Andrea Moda S921 pasara a la calificación.

Sainte Devote, la milagrosa

Tras Barcelona, tocaba la visita a Mónaco y Sassetti tenía ideas que podían ser medianamente capaces de clasificar para la carrera, que era importante para poder atraer nuevos inversores al equipo. “Tras Barcelona, fuimos a una pista muy pequeña en Bari, al sur de Roma” comentaba

Finalmente, la F1 llegaba a Mónaco, y los de Andrea Moda se persignaban bajo la protección de la Santa Devota, patrona de Mónaco y Córcega. A pesar de que el circuito se cita a menudo como la prueba definitiva de habilidad al volante (y considerando el trabajo a medias que hicieron en Bari), Moreno sabía que haría falta un

nivel especial de aplicación para conseguir el tiempo de vuelta que necesitaba, y lo hizo a su manera inimitable.

La mayoría de los pilotos van de día a ver las ondulaciones, tratando de descifrar los secretos del circuito junto con sus ingenieros. Yo di una vuelta al circuito con mi moto a medianoche, y me paraba en cada curva”, recordaba Moreno “Me quitaba el casco y me sentaba en el suelo, imaginándome sacando lo mejor de cada curva, como si estuviera sentado en el coche de carreras, pensando en cada detalle. Luego di unas cuantas vueltas con una moto pensando en todo lo que había pasado”. “Esos fueron mis últimos pensamientos antes de irme a la cama: tenía que levantarme a las 5:30 de la mañana con la precalificación a las 7, ¡no había entrenamientos libres!”.

Moreno “In the Zone”

De cara al momento crucial, apenas un puñado de horas después, Moreno se encontró entrando en esa zona que sólo los pilotos de carreras conocen. “Lo que más recuerdo es que estaba sentado en el coche y nadie podía hablarme, nadie podía distraerme”, dice. “Estaba con la cabeza en la mano, pensando en lo que tenía que hacer y en todo lo que había pensado la noche anterior; de alguna manera lo conseguimos”.

Moreno llevó el Andrea Moda a niveles estratosféricos, esforzándose al máximo, superando todas las curvas desafiantes de Mónaco no sólo para meter su coche

en el espectáculo principal, sino también para ser tercero de los cuatro precalificados con éxito, a sólo medio segundo del Arrows de Michele Alboreto.

Obviamente, el logro no pasó desapercibido para el resto de la fraternidad de la F1. “Todos los miembros de la mayoría de los equipos estaban de pie, aplaudiéndome cuando entré en los boxes después de la preclasificación”, recuerda. “Fue una sensación increíble que, al pensar en ella, me emociona, fue una sensación tan única que se quedará en mi mente para siempre”. Por lo menos Andrea Moda escapaba de la preclasificación y se ganaba el derecho de quedarse un rato más en Mónaco. La mitad del trabajo estaba hecha. Ahora tocaba la clasificación.

Aunque suena fácil, Moreno todavía tenía que estar entre los 26 primeros (de 30 coches) para empezar la carrera. Como el imponente Casino du Monte-Carlo en la parte más alta del circuito, Moreno, Sassetti y Andrea Moda les tocaba lanzar los dados.

A pesar de la clasificación milagrosa, los números jugaban en contra de todos: “Al motor sólo le quedaban 40 kilómetros y, básicamente, tuvimos que encontrar una pieza extra de equipo de refrigeración que creo que conseguí de mis amigos de Ferrari o Benetton. Charlie Whiting, el director de carrera, vino a comprobar que habíamos colocado correctamente el radiador, para asegurarse de que no se caía a en las calles”

Esto significaba que Moreno solo podía tener uno o dos intentos para clasificar a la carrera antes que el motor se volviera añicos. “Hice mi vuelta, que me situó en

el puesto 12 o 13, y luego entré en boxes porque el escape se rompió cuando quedaban unos 15 minutos. Tuve que darle a un mecánico mis guantes para que no se quemara las manos con él. Pusimos el segundo juego de neumáticos, ¡pero la rueda delantera izquierda no salía! Dije: ‘Olvídalo, salgamos con tres neumáticos nuevos’. Fuimos a arrancar el coche, pero el motor de arranque auxiliar entonces falló”

Moreno entonces se quedaba en el pitlane, totalmente sin esperanzas de poder mejorar su tiempo, viendo como su tiempo empezaba a tambalear y caer con el paso de máquinas un poco más rápidas. Probablemente este es el momento de la oración a la patrona de Montecarlo. “Me senté allí viendo cómo mi tiempo caía en el orden” Finalmente, el reloj se puso en cero y el belga Eric van der Poele venía en una vuelta suicida en su Brabbham, pero se quedaba a 0.036 segundos de Moreno. Andrea Moda lo había logrado. El garaje estallaba en alegría y Moreno era el centro de todas las atenciones. Finalmente lo logramos: Estaba en el último lugar de la parrilla, pero lo logramos”. Moreno saldría 26º - su vuelta de 1min 24.945seg, a 5.4seg de la pole de Nigel

A pesar de este hercúleo esfuerzo, el motor, como era de esperar, se estropeó cuando sólo habían transcurrido 11 vueltas del gran premio, pero eso no disminuye en absoluto el éxito de Moreno y compañía. Fue la única ocasión en la que un coche de Andrea Moda llegó a una carrera de F1.

“Nunca pensamos en las carreras: el logro de Andrea Moda era clasificar ese coche en algún sitio. Y que mejor sitio para clasificarlo que las calles de Montecarlo”.

A pesar de eso, Andrea Moda no pasaba de la segunda parte de la temporada, tras el arresto de Sassetti en Spa. Moreno se quedaría un rato más en la F1 y se iría a Estados Unidos a correr CART con resultados variables. Pero la leyenda del milagro de Santa Devota lo acompañara siempre.

Tras Barcelona, tocaba la visita a Mónaco y Sassetti tenía ideas que podían ser medianamente capaces de clasificar para la carrera, que era importante para poder atraer nuevos inversores al equipo. “Tras Barcelona, fuimos a una pista muy pequeña en Bari, al sur de Roma” comentaba Moreno en su época “En ese lugar sólo podía hacer primera, segunda y tercera marcha en las curvas, pero pudimos aprender que no teníamos el ángulo de dirección necesario para las curvas cerradas de Mónaco”

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