

BREVET
¿CÓMO
PATENTAR LA LIBERTAD?
TEXTO
DIEGO CAZAR BAQUERO
Hay muchas dudas sobre el origen de la bicicleta, pero un pacto tácito asegura que su inventor fue el Barón Karl von Drais, un alemán obsesionado con darle al ser humano la posibilidad de moverse más rápido. A ese primer aparato, que estaba todavía muy lejos de parecerse a la bicicleta que conocemos hoy, le llamaron laufmaschine, que en lengua teutona significa máquina andante.
Era 1817 y los efectos que la Revolución Francesa había provocado flotaban en el aire: el sentido de libertad y de expansión corría por las venas de muchos europeos. En 1818, ese vehículo fue patentado como el primer transporte impulsado por un ser humano.

De inmediato, la idea original de Drais dio paso a varias adaptaciones que muchos otros inventores llevaron a cabo en Francia y, sobre todo, en Inglaterra. Así aparecieron vehículos de dos, tres y hasta cuatro ruedas, unos con pedales, otros con manubrios, algunos de ellos muy extraños y graciosos.
El vértigo de la velocidad y la sensación de libertad eran el propósito por el que muchos vivían y la bicicleta se había convertido en el vehículo ideal para alcanzarlo.
Un desafío personal

Para 1891, cuando la bicicleta era ya ese vehículo de dos ruedas impulsado por pedales y una cadena de transmisión, Pierre Giffard -un apasionado redactor del periódico francés Le Petit Journal- organizó por primera vez la París-Brest-París, una carrera para ciclistas profesionales cuyo objetivo era superar con creces el impacto que había provocado otra carrera ciclística que se había corrido meses antes: la Burdeos-París. El 6 de septiembre de 1891, la primera edición de la París-Brest-París contó con 206 ciclistas y Charles Terront se hizo con el primer lugar. El recorrido le tomó 71 horas con 25 minutos sin descanso, a una velocidad promedio de 16,8 km/h.
El ciclista quiteño Felipe Borja aclara que antes de 1890 ya había eventos ciclísticos en Europa y recuerda, por ejemplo, la Milán-Torino, una carrera que se corrió por primera vez en 1876. Esa constituye la competencia más antigua que permanece vigente hasta la actualidad. En 1920 ya se habían fundado varios clubes en España e Italia, con eventos propios y con sus propias reglas también. El entusiasmo por la bicicleta contagiaba al resto del continente. En Francia, las personas que se reunían para organizar y participar en estas aventuras en bicicleta se hicieron llamar audax, en alusión al latín, que quiere decir audaz, intrépido o valiente.
“La bici siempre estuvo ligada a la aventura y siempre se buscaba vencer grandes distancias” dice Felipe.

Hulton Archive, Getty images 2004
Getty images, Tour the france 1929

impacto fue tan grande que la París-Brest-París fue una apuesta por alcanzar los 1200 kilómetros de recorrido en una sola etapa. “Este fue un evento apoteósico”, dice Borja.
El ciclismo profesional, es decir, aquel que debe cumplir con reglas rigurosas, comenzó a tomar forma. Nacieron enseguida las normas de abastecimiento, las exigencias de velocidad y demás parámetros técnicos.
Pero el espíritu francés buscaba mantener la tradición de la aventura y la autosuficiencia, así que en 1920, los dos estilos se dividieron. Henri Di Sanch continuó con el Tour de Francia y los más ortodoxos se quedaron con los brevets.
Brevet es un término que proviene del francés y que significa patente, certificado o licencia. A inicios del siglo XX, la palabra se incorporó al lenguaje de la aeronáutica y al del ciclismo. Desde entonces, los brevets son las etapas ciclísticas de ruta que deben cumplir un mínimo de 200 kilómetros de trayecto y un máximo de 1200 kilómetros. Son recorridos no competitivos y autoabastecidos, pero existen tiempos máximos establecidos para su realización.
cumplido un siglo de la invención de la bicicleta.
El brevet París-Brest-París es actualmente el evento más grande del mundo en su especie. Su última edición tuvo lugar en 2023 y contó por primera vez con la participación de una delegación ecuatoriana de la que fue parte Felipe Borja, entre alrededor de 7000 participantes, junto a las ciclistas Sofía Ortiz y Cristina Ávila. El Audax Club Parisien, que nació en 1920, actualmente es el ente regulador a escala mundial.


Cristina Ávila dice que haber sido parte del equipo que representó a Ecuador le provoca dos sensaciones: orgullo y gratitud. Orgullo de haber cumplido con los requisitos previos, que incluyeron correr brevets de 200, 300, 400 y 600 kilómetros “y equilibrar tu vida y tus horarios como mamá, como profesional y como deportista”. Y “porque el universo me permitió hacerlo; porque tuve una red importante de apoyo (...) que me permitió cumplir estos pasos para llegar al evento”
Cristina tiene 44 años y empezó a subir montañas a los 21 años, en plena edad universitaria. Después llegó la bici y las carreras de aventura, “desde los

Agencia
Apidura
Felipe Borja
Pero, ¿qué es un brevet? Felipe es claro al situar el origen de los brevet en el espíritu que impulsó la invención de la bicicleta, es decir, en la aventura. A partir de ese principio, marca la línea divisoria: “Un brevet no es considerado una carrera ni tampoco un paseo. Se la realiza con tráfico abierto, es autosuficiente, no hay puntos de abasto ni autos de abastecimiento sino solamente un desafío personal”.
Para Cristina, el valor de la autosuficiencia está en que pone todos los participantes en igualdad de condiciones y permite volver a lo simple, “a lo real”.
“Siento que los brevet son un puente entre los ciclistas de ruta y los ciclistas de aventura, así se vuelve una comunidad más inclusiva y diversa”, celebra Cristina.
Ecuador y sus proyecciones
A América Latina tardó mucho en llegar la modalidad brevet, sin embargo, se instauró con fuerza el ciclismo profesional, a través de figuras del ciclismo en Colombia, país pionero en el continente.
En Ecuador, el primer brevet fue organizado por Tatoo, en 2019, con Felipe a la cabeza. Contó con un trayecto de 200 kilómetros, en la ruta de
Culebrillas, y fue bautizado como Vuelta a


Felipe
Benítez
Felipe
Benítez

Esta ruta consta en las principales revistas de bikepacking del mundo y todos los años recibe decenas de ciclistas. Existen versiones cortas de la ruta, en los tramos Quito-Riobamba y Quito-Quilotoa, por ejemplo.
Luego de Transecuador se hicieron otras carreras de bikepacking, después vinieron los brevets y enseguida se hicieron carreras de gravel, es decir, recorridos por caminos lastrados, fuera de la ruta de asfalto, para evitar enfrentarse al tráfico vehicular. “Conserva el componente de aventura pero en rutas no muy difíciles”.

El bikepacking también mantiene el concepto del brevet pero adaptado al ciclismo de montaña. Es autosuficiente, como para “un mochilero en bicicleta”.

Entender el concepto de la autosuficiencia ha sido el mayor desafío. La autosuficiencia en Europa se manifiesta en que muchos europeos incluyen viajes de mochileros en sus rutinas, “nosotros somos una cultura superautocentrista, es decir, que ve a la ciudad desde la perspectiva del auto y no desde la perspectiva humana. Romper con esos esquemas ha sido durísimo y todavía no se logra”, reconoce este experimentado ciclista y lamenta que el desafío pase por aceptar que la cultura colectiva relacionada con el ciclismo es todavía muy escasa en Ecuador. Aún así, elige mostrarse optimista y, según él, romántico. “Organizar un brevet tiene una gran dosis de romanticismo. En Ecuador hay muchas carreras, todas competitivas, pero este tipo de eventos autoabastecidos apenas comienza y el Ecuador es privilegiado”.
Felipe
Borja
Felipe Benítez
Felipe Borja
Cristina está convencida de que Ecuador es más que sus escenarios y la altimetría por la que miles de extranjeros visitan sus rutas para comprobar que pueden pasar del nivel del mar a más de 5000 metros de altitud en tan solo unas pocas horas. “Yo he encontrado en los pueblos más pequeños a la gente más hermosa”, exclama con emoción y recuerda cuando pasó noches en panaderías, en tiendas de víveres, o cuando despertó en un mercado abrigada con una cobija que alguien le había prestado para su descanso.

Una comunidad de promesas
A sus 19 años, Gabriel Cazares ha corrido ya seis brevets en Ecuador. Todo empezó después de una experiencia que -asegura este joven universitariole puso a prueba. Un buen día, Gabriel y su hermano pedaleaban por los páramos de El Ángel, en la provincia de Carchi. El objetivo era encontrarse con su familia más tarde, pero perdieron el camino y quedaron varados bajo un fuerte aguacero. “Yo nunca me había encontrado en una situación así en mi vida y no teníamos ninguna comunicación, así que nuestra única opción era volver por todo el páramo que ya habíamos pedaleado”. Estaban desesperados, desorientados y tiritando de frío.
Cuando reconocieron que no tenían alternativa, un campesino los vio y detuvo su camioneta al borde de la ruta. Subió a los dos hermanos y a sus bicicletas al cajón del vehículo donde compartieron viaje con un toro.
Semanas después de haber dejado de lado la bici, Gabriel sacó una conclusión con sabor a lección: “Esas experiencias en las que la vida te pone a prueba son las que te llevan a crecer y a ser una mejor persona”. Enseguida, su nuevo desafío fue
“Muchos ecuatorianos no conocemos el corazón y la bondad de la gente; gracias a la bici me he enamorado de Ecuador y de su gente, amo a este país con pasión”.

Felipe Benítez
Felipe
Benítez
repetir esa ruta pero con una planificación adecuada e incursionar definitivamente en el ciclismo de ultradistancia.
Además de correr en bikepacking, hoy Gabriel Cazares es una de las jóvenes promesas en el mundo de la ultradistancia, asegura Felipe Borja. Además, Gabriel ya tiene su ruta preferida. “Creo que una de las rutas que más me ha marcado ha sido la Transecuador”, confiesa, aunque el trayecto que completó no fue el integral, sino el tramo de Quito a Riobamba.
“Quedé alucinado porque pasas por algunos lugares icónicos como el Cotopaxi, el Quilotoa, el Chimborazo”

“Uno de mis principales retos ha sido correr el brevet de 400 kilómetros”, recuerda. En el 2023, Gabriel cumplió ese desafío luego de acumular un desnivel positivo de 8 800 metros. De inmediato se propuso lograr un everesting roam, que consiste en alcanzar 10 000 metros de desnivel positivo, recorrer más de 400 kilómetros y hacerlo todo en un período de máximo 36 horas. Y también lo cumplió.
“El mundo de los brevets es un montón de experiencias alucinantes -cuenta ahora Gabriel, con muchos otros objetivos en mente-, la primera vez terminé destrozado, muy cansado, pero muy contento porque son experiencias que tienes muy pocas veces en la vida, y si las llegas a tener te sientes muy orgulloso de lo que has hecho”.
Cristina Ávila mira con buenos ojos que la comunidad de ciclistas alrededor de los brevet sea cada vez más numerosa en Ecuador. De hecho, las mujeres son cada vez más. También hay muchas personas que viene de Colombia y alimentan las convocatorias locales.
Cristina cree que cuando el cuerpo se debilita durante un largo recorrido a bordo de la bicicleta, “el alma o el espíritu se manifiestan mejor; uno se vuelve mejor persona”. Para esta mujer y madre de una adolescente de 14 años, los brevet son la representación de una comunidad. “Sientes montón de éxito y también mucha humildad, y eso es lo que necesita la humanidad: volver a lo más sencillo, volver a esa esencia de lo que representa la bici”

Conoce más sobre estos eventos en: www.bikepackingecuador.com

Felipe
Benítez
