Juliana Garzia

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JULIANAGARCÍA

PERSIGUIENDO LA NIEVE

TEXTO TOMÁS CIUFFARDI

Estoy seguro de que cuando aparecen esas pruebas de aptitud vocacional en el colegio, o cuando uno se mete a ver la oferta de carreras que ofrece tal o cual universidad muy difícilmente nos vamos a encontrar algo parecido a “pronosticación de avalanchas”. De hecho, creo que muy pocas personas se imaginan ganándose la vida de esta manera, al menos en estas latitudes.

Pero a sus 39 años, Juliana García está totalmente comprometida con el sueño de ser la guía internacional de montaña más completa y profesional. Y por eso ahora está en Seattle, adaptada totalmente al opresivo invierno boreal y perfeccionando sus ya vastos conocimientos de la nieve.

“Vine para terminar mi certificación de esquí y poder sacar mi licencia de guía internacional con la modalidad de esquí. También doy clases de educación y pronosticación de avalanchas y cursos de introducción al esquí de montaña”, me explica Juliana.

Finalmente, en un resumen de pocas palabras acerca de qué va su vida, me dice con una gran sonrisa: “me paso persiguiendo la nieve”

Hacia la cumbre

El amor de Juliana por la naturaleza le viene desde pequeña, pero es en sus primeros años de adolescencia que le agrega el factor aventura. Su colegio, el ya desaparecido Pestalozzi (el “Pesta”) organizó una pedaleada hasta el Brasil y partió durante 5 meses en una travesía épica.

La filosofía de esta institución con actividades al aire libre contribuyó muchísimo a un aprendizaje de compañerismo, convivencia y autosuperación.

Camilo Luzuriaga

a salir a las travesías del Fabián Zurita (Aire Libre) del Ilaló al Cotopaxi”.

Juliana comenta que se convirtió en una niña-adolescente muy fuerte tanto física como mentalmente y cada vez se sentía más preparada para superar sus límites.

“Con el mismo Fabián Zurita hice un programa de un año para hacer la cumbre del Cotopaxi. La bici me aburrió un poco así que me dediqué a caminar y escalar, y de ahí en adelante ya nunca más paré”.

La otra montaña

La vida adolescente de Juliana transcurría en acampadas y salidas al páramo con sus compañeras y compañeros. En las salidas todos se trataban como iguales. Chicas y chicos

Esteban Barrera
Esteban Mena

“Yo nunca había sentido esa diferencia social, cultural, de género, pero ya afuera empecé a entender que yo era diferente. Me di cuenta de que había unos roles y que yo era la única chica a la cual daban permiso para viajar sola y me quedaba a dormir fuera”.

Ella se siente afortunada de haberse rodeado de personas sin mayores prejuicios, pero cuando se fue a vivir en Huaraz, Perú, la situación de ser un caso “raro” se volvió mucho más palpable.

“Yo quería salir a la montaña, quería salir a hacer trekking, hacer montañismo y los hombres me veían rarazo. Era como si se les presentara la oportunidad de que algo pudiera pasar conmigo en un refugio y para mí era un sentimiento bien extraño”.

ya que al ser mujer el resto de hombres creían que ella sería demasiado débil, que les retrasaría el paso o que no podría sostener el peso de un compañero al caer en una grieta. O el ser cuestionada por andar sola, sin un compañero que “la cuide”, es decir, todos los prejuicios que enfrentan las mujeres en la calle trasladados a la montaña.

Otro ejemplo de esto pasa en los entrenamientos, donde varios hombres se comparan con ella considerándola de plano como la vara más baja, “si ella puede escalar esa pared ¿cómo no vas a poder vos?”.

“Porque tú eres la vara más baja cuando no debería ser así. Después, ejerciendo la profesión, la gente no te confía igual para ciertas cosas , pero creo que eso me ha hecho seguir aprendiendo y ser muy resiliente”.

La primera

Esa resiliencia y su madurez para mantenerse fuerte en medio del machismo de las montañas finalmente ha dado sus frutos. Juliana tiene una carrera sobresaliente y es una precursora dentro del mundo de los guías de montañas.

En 2015 fue la primera mujer en presidir la Asociación Ecuatoriana de Guías de Montaña (ASEGUIM) y la segunda mujer en el mundo en liderar una asociación de guías. Dos años después se convirtió en la primera mujer en América Latina en ser certificada oficialmente por la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (UIAGM).

Pero esto no llegó de sopetón. Ni siquiera consideró ser guía de alta montaña como una profesión, sino que las cosas simplemente se fueron dando. Quizás la primera señal de que su vida estaba destinada a la montaña fue cuando conoció la nieve por primera vez.

“Obviamente no había tocado nieve nunca antes en mi vida, conocí el glaciar y bueno, todas las cosas relacionadas con la nieve. Simplemente me alucinó”, dice Juliana.

Pero las puertas se fueron abriendo poco a poco. A falta de escuelas en el Ecuador se involucró con la ASEGUIM y se convirtió en guía, primero en Ecuador y luego en otros países como Bolivia. Siendo presidenta de esta asociación conoció el panorama internacional y se enteró sobre el esquí y empezó a involucrarse en el mundo de la nieve y a viajar mucho más a los países con inviernos.

“Empecé a esquiar con la misión de que en algún momento me voy a graduar como guía de esquí. Tenía 32 años y ha sido durísimo, pero ya más

“En realidad estudié en la universidad diseño comunicacional, diseño gráfico, marketing, arte, un montón de cosas porque me encanta estudiar, me encanta conocer más cosas, pero nunca me gradué. Creo que tampoco decidí que el montañismo específicamente iba a ser mi profesión”.

Diego Saez
Averystole
IFMGA

Los hitos

Para todo montañista escalar una nueva cumbre es un hito en su carrera, más aún si se trata de un coloso complicado. El guía de montaña en cambio reúne en una misma persona al deportista y al profesional. Juliana ha coronado cerca de nueve veces el Aconcagua, la montaña más alta de América, como parte de su trabajo y personalmente ella no lo considera un hito.

“Para mí personalmente, hitos importantes que marcaron algo puede ser aperturas de rutas nuevas porque me puse bastante fuera de mi zona de confort y arriesgué más de lo que normalmente hago cuando estoy guiando”.

Entre los hitos que menciona está la apertura de una ruta junto a Joshua Jarrín, en la cara este del Huandoy (6630 msnm) en el Perú, ruta que se incluyó en la lista de ascensiones elegidas por los premios Piolets d’Or de la edición 2013.

También otra nueva ruta en el Tiquimani (5.519 msnm) en Bolivia junto a la montañista estadounidense Anna Pfaff, y una nueva ruta en el Antisana nuevamente en conjunto con el montañista ecuatoriano Joshua Jarrín.

El ocupar puestos directivos tanto en la ASEGUIM como en la Unión Internacional de Guías de Montaña, le ha permitido abrir muchas nuevas rutas, no en la montaña, pero sí para la presencia de las mujeres en ella.

Y no es solamente el hecho de que una mujer pueda convertirse en guía, sino en conseguir que el trato hacia ellas, la forma en cómo van a ser evaluadas o lo que se espera de una guía mujer en relación con sus compañeros masculinos sea más transparente.

Archivo J. García

Ella continúa siendo la única guía certificada por la UIAGM en Latinoamérica y a nivel mundial forma parte del 2% de guías UIAGM femeninas.

Por eso, el hito es ocupar un espacio en una cumbre que parecía reservada para unos y no para todas y todos.

“Creo que son como varios hitos diferentes y lo que tal vez me motiva más es ponerme en lugares incómodos para hacer cosas nuevas, no quedarme acostumbrada a lo que ya sé hacer bien”.

Groenlandia... y esa cosa llamada miedo

Hay una cosa que es similar independientemente de si eres o hombre o mujer y esa cosa la llamamos miedo. La montaña te recuerda a cada paso tus temores, internos o externos y a pesar de que mucha gente pueda creer que los montañistas son personas temerarias, quizás sea todo lo contrario.

Juliana se ha expuesto a condiciones bastante arriesgadas y justamente ahora está especializándose en el reconocimiento y control de avalanchas. ¿Cómo lleva ese aspecto de la profesión?

“Creo que soy una persona súper cautelosa, mucho más que otros montañistas de mi medio, tanto para guiar como para mis cosas personales. No me expongo, manejo el riesgo muchísimo y no me expongo más allá de lo que a veces quisiera”.

De todas maneras, Juliana comenta que ella no se siente una activista del feminismo, pero siempre pone atención a la discusión, está sumamente orgullosa del género y siempre está dispuesta a apoyar la creación de espacios para mujeres en este campo. Está consciente que sus logros también son un referente para esa causa.

Lo que le causa mucha satisfacción es la motivación que ella ha podido despertar en colegas mujeres u hombres para aprender nuevas cosas, para aportar con nuevas ideas y protocolos con el fin de que la montaña sea un lugar seguro e inclusivo para todas las personas.

Juliana dice que a veces quisiera empujarse un poco más a conseguir nuevos logros, a abrir nuevas rutas, pero pesa mucho en su mente la estadística. Como guía ella está consciente de que el riesgo está ahí y es alto, entonces lo que busca es generar más márgenes de seguridad para no estar en peligro, ser muy observadora y no empujar al límite las cosas para poder seguir saliendo y no tener accidentes.

“No soy de las personas que está dispuesta a arriesgarlo todo por una cumbre o por una ruta, la verdad me da igual. Amo mi vida y amo seguir haciendo lo que hago. Yo no me quiero morir”.

Edgar
Aulestia
Reiner Taglinger

Pero si alguien está pensando que su cautela y extrema seguridad son señales de una persona que no se atreve a enfrentarse a lo desconocido, pues se equivoca. Ya lo había dicho antes, Juliana disfruta saliendo de la zona de confort y justamente cuando unos clientes le propusieron que les guíe por Groenlandia, ella decidió investigar y lanzarse al reto.

Hasta ahora ha liderado dos travesías y se avecina una tercera. Es un lugar inhóspito, vasto, que exige de ella una técnica bien preparada y una logística meticulosa.

“Son lugares interesantes en los que se pone en juego otras cosas” dice, “voy con un rifle, hay que poner pólvora todas las noches en unos cables para los osos, o sea, hay muchas más cosas en juego que ser un escalador o que saber hacer un ocho para encordarse”.

Como una persona que tiene a cargo de la vida de otros, no solo es guiar una columna de caminantes, es llenar formularios, realizar constantes entrenamientos y procurar estar preparada para cualquier emergencia, desde un cliente enfermo o herido hasta la visita indeseada de un curioso y hambriento oso polar.

Afortunadamente eso no le ha pasado todavía y confiesa con convencimiento que no le interesa conocer a un animalejo de estos de cerca. Sus planes en los próximos dos años será terminar su formación como guía de esquí en Estados Unidos y aprender a mitigar avalanchas con el fin de proteger minas, carreteras y centros de esquí.

Que divertido ser Juliana Garcia.

Andrés Molestina
Lenin López

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