Año 2, N° 22, MARZO 2010, Magazine DE distribución gratuita,
México
La verdad no existe:
Ciencia vs dogma
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La verdad no existe:
Ciencia vs dogma > Renato Galicia Miguel
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el Renacimiento a la globalización, la pugna entre Iglesia católica y Ciencia transitó de la imposición violenta de las verdades divinas sobre los conocimientos científicos a un estado en el que aquélla vive en medio de sucesos controversiales, mientras ésta combate a los dogmas con experimentos como el que, de acuerdo con lo programado, se realiza este 30 de marzo en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés) del Centro Europeo de Investigación Nuclear, un túnel subterráneo circular de 27 kilómetros ubicado debajo de la frontera franco-suiza. Así ha sido desde la caída de la Tierra como centro del universo conocido, gracias a la teoría heliocéntrica de Copérnico, pasando por la corroboración entre dientes de Galileo Galilei --“y sin embargo, se mueve”, murmuró en lo bajito, luego que en público tuviera que retractarse ante la Inquisición-- y la necedad filosófica de Giordano Bruno que, a él sí, le costó la vida en el “fuego purificador”, hasta ese experimento del LHC o acelerador de partículas subatómicas y, con él, la teoría de las 11 dimensiones del cosmos, el bosón de Higgs, también llamada “partícula de Dios”, y los hoyos negros virtuales. Más los resultados que vengan tras el acontecimiento.
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Para corroborar que la Ciencia –así, con mayúscula-- gana el pleito al dogma, al menos en el ring de la naturaleza, ya que en las gradas de la sociedad quién sabe, Tangente entrevista a una eminencia de la astrofísica y la divulgación científica, la doctora Julieta Fierro, quien antes que nada aclara que es de las personas que no tiene el gene de la creencia en Dios y que le parece “terrible” la posición de la Iglesia católica en temas como el aborto. La física del siglo XXI es menos intuitiva que la de Newton y la de Galileo –expone la investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM--, aquella de mirar caer una manzana u observar un péndulo, los científicos hoy no se la pasan viendo qué sucede en el cielo a través de un telescopio, sino que resuelven las cosas pensando, creando teorías para comprobarlas o ajustarlas y seguir avanzando, siempre con la certeza de que el conocimiento es inagotable, que la percepción humana, en contraste, es finita y que, por lo tanto, “la verdad no existe”. Es así que, pensando, conformaron un modelo teórico para, a través de la colisión de partículas subatómicas, encontrar otras dimensiones: “suponemos que nuestro universo tiene 11, pero no se evidencian porque se encuentran plegadas en el espacio-tiempo, y con el experimento se busca liberarlas”. Si se logra, podrá suponerse la posibilidad real de
fenómenos maravillosos: ir de una esquina a otra de un espacio no por el camino largo de siempre, sino a través del atajo que se produce al plegarlo; lo cual implicaría, además, la comprobación de que el tiempo varía según las circunstancias. Por medio del choque de protones y antiprotones, pues para cada partícula de materia existe otra de antimateria, el experimento también pretende demostrar que, dado que el vació no es vacío sino pura energía en donde puede haber cambio de fases, de repente hay entregas masivas de ella: ¿de qué tipo?, del bosón de Higgs; ¿cuánta?, la suficiente para crear un universo. Es decir, la existencia de la denominada “partícula de Dios”, porque él, dicho bosón de Higgs, creó nuestro universo; lo cual equivaldría a decir que hubo otros universos antes del nuestro, que habrá más después y que coexistimos con quién sabe cuánta cantidad de ellos. Además, pueden generarse mini hoyos negros, lo cual no sería ninguna novedad, puesto que en la atmósfera surgen cada que cae un rayo cósmico con mucha energía: “se les llaman virtuales porque no da tiempo que interactúen con el ambiente –explica Julieta Fierro--, se destruyen casi al mismo instante que se generan”. Ese tipo de hoyos negros virtuales se producirían en el experimento del LHC, pero como mucha gente no entiende el fenómeno, pone el grito en el cielo, habla de que seremos absorbidos por ellos y que ocurri-
rá el fin de mundo: lo mismo dijeron en el año 2000, lo repitieron en el 2001 y de nueva cuenta lo hicieron cuando la coincidencia del nueve-nueve-nueve, día, mes y año. Y así. A las personas eso les encanta porque gustan de las emociones, de la adrenalina, y “bueno, a mí si me molesta que haya quien abuse de la ignorancia de los demás”. Lo científico es que los humanos “estamos predispuestos genéticamente a tener un líder, funcionamos como clanes, seguimos al macho alfa, igual que lobos o simios superiores, y por eso ponemos en manos de otro nuestras decisiones; debido a ello existe un presidente, un líder del Congreso, un rector de la UNAM; de ahí que nos alineemos y nos guste ver a la gente igual; nos fascine mirar a un coro y que toda una orquesta le responda al director”, porque “nos importa mucho el trabajo en equipo, ya que la especie es más exitosa cuando colabora”. Para la Ciencia, también, poseemos –o carecemos de-- “un gene que nos hace creer en aspectos sobrenaturales, tener fe o pensar de manera espontánea que hay una deidad superior”. Por eso y más los científicos saben, como en su tiempo y en su caso Copérnico, Galileo y Giordano Bruno, que “alguien que te diga que esto o lo otro es verdad, te está mintiendo, porque –insiste Julieta Fierro-- aquí en la Tierra aquélla no existe”.
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Fotografía Planeta huevo por Kurtxio bajo una licencia de CC en Flickr
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Jimi Hendrix fue un visionario, sabía que el mejor servicio del mundo se daría en el Bar Almohada.
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