Tangente 25, marzo 2011

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Fotografía “Juju Stulbach”, voz de Mosquitos. Cortesía Mosquitos press.

De amor el tormento y la música

Mosquitos

Calaverita seductor de cumbias

Chico Trujillo

Monumento a la Revolution Rock Escaleras

Sueño inconcluso

TOCATUVIDA. Año 2, N° 25, MARZO 2011, Magazine DE distribución gratuita , México


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EDITORIAL DIRECTORIO Dirección editorial Rodolfo Villagómez Peñaloza rodolfo@tocatuvida.com

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Coordinador editorial Renato Galicia Miguel renato@tocatuvida.com

Música de ADN ue si traemos la música por dentro o que si de médico, poeta y loco todos tenemos un poco, como diagnosticó el galeno-literato Gregorio Marañón, quién sabe. La ciencia nos trae como solterona enamorada y siempre nos jura que tal vez, pero no cuándo ni cómo: quesque hay un gene o un grupo de ellos, más bien, para explicar cada virtud o tara de los mortales: de abstemio a ebrio, de orgánico a glotón, de músico a político. Menos sabemos si la vena artística viene de herencia o si es cultural. Si en nuestro México bárbaro y siguiendo la lógica del pintor Arturo Rivera un músico o escritor o pintor es porque, aun sin talento, nació y vivió en la Condechy o, dotado de él, sobrevivió en Neza y se convirtió en taquero. Aunque ahí está el árbol de Bach que nos dice que en todas las generaciones anteriores y posteriores de su familia hubo algún artista y él fue la cúspide. Tampoco estamos ciertos si existe una relación simbiótica o semiótica o científica, pues, entre música y literatura, literatura y música, por ejemplo. Que Homero fue un músico frustrado y por eso concibió su Ilíada y su Odisea con estructura sinfónica; que Verdi constituyó una especie preposmoderna del protagonista de la película Gattaca, de Andrew Niccol; que sobran los talentos como la escocesa Susan Boyle pero triunfa la consola y el ingeniero que hacen perfecto el sonido Timbiriche o que equalizan a Black Eyes Peas –aunque no en el Super Bowl XLV--, no sabemos. Y como la cosa está complicada porque la lectura del genoma humano significó algo así como bosquejar un mapamundi de papelería de barrio de nuestro ADN y apenas viene lo bueno con el proteoma o, para seguir con la comparación, el Google Earth de esa molécula, y por lo tanto estamos a años luz de conocimiento para resolver el enigma de por qué somos como somos: brutos o listos, flojos o movidos, pazguatos o creativos, en Tangente mejor vamos a preguntarle a músicos, escritores, pintores y a quien se nos ponga enfrente que tenga realmente algo que decir al respecto, sobre sus rituales de música y otros adenes culturales. Y ya veremos qué sale de las celebridades de hoy, ya veremos.

Música Fabián Aranda Calderón de la Barca fabian@tocatuvida.com Colaboradores Arturo Ríos Renato Galicia Miguel Almohada Carnívora Profe GomezLoza Luz Aída Rodrigo Villegas Ruster Cumbiero intelectual Zahir Javi Muñoz Luis Manuel Ortiz Le Joque Dub editorial@tocatuvida.com Diseño Raúl Jiménez raul@tocatuvida.com Publicidad Javier Villagómez Peñaloza javier@tocatuvida.com Finanzas Carlos Salazar Ronces carlos@tocatuvida.com Información y ventas editorial@tocatuvida.com ventas@tocatuvida.com Tel. 55 56371402 Móvil: 55.390.262.87 / 951.155.72.84 México, D.F. Año 2, N° 25, marzo 2011. Tangente toca tu vida® es una publicación mensual editada y distribuida por Imaginario Colectivo/ Agencia de Comunicación. Editor responsable Javier Villagómez Peñaloza. Reserva de derechos de autor: 04-2010081319222100-102, Certificado de licitud de título en trámite, Certificado de licitud de contenido en trámite, ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. El contenido de los artículos firmados no refleja necesariamente la opinión del editor. Los artículos contenidos en esta publicación, con excepción de las imágenes, podrán ser reproducidas siempre y cuando se cite la fuente, solicitándolo previamente por escrito al editor. Tangente toca tu vida® no realiza intercambios de publicidad, ni acepta cortesías a cambio de reportajes, garantizando un punto de vista independiente. Tangente toca tu vida® investiga sobre la seriedad de sus anunciantes, pero no se responsabiliza por las ofertas o informaciones expresadas por los mismos. www.tocatuvida.com


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Gordas maravillosas

Sexualidad redonda >>Renato Galicia Miguel editorial@tocatuvida.com

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is amigos las prefieren gordas. Haciendo cuentas, además de El Coqueto y Raúl, están El George, Víctor, Alejo… Y eso que hablo de los solteros, porque si me remito a los casados no conozco uno solo que no se refiera cariñosa, amorosamente, a su gordita. Hay gordas maravillosas, antítesis de las barbys insípidas, como cierta gerente de un gran corporativo tequilero que una vez tuve tan cerquita que pude verle su perfección: no tenía ningún defecto y esa era su desgracia, carecía de sex appel, parecía un maniquí inmaculado y frígido. Recuerdo ahorita una gordita especial, profesora de CCH ella, tendría treinta o, máximo, 35 años, usaba blusas adheridas a la piel, pantalones ajustados y zapatos de tacón. Era la sexualidad redonda andando. El Coqueto nos llevó un día a su tugurio favorito para conocer a su mujer ideal, nos tenía intrigados con el elogio a su hermosura, la imaginábamos rumbera, tipo Tongolele o Rosa Carmina, ya que él era un tipo a la antigüita, bailarín pachuco de zapatos de charol de dos colores: resultó una gorda monumental, dotada generosamente de tetas y nalgas, clara de piel, pelo negro largo y ondulado, vestido blanco con rosas rojas suelto que se le pegaba al cuerpo y moldeaba sus redondeces, zapatos carmesí, no usaba medias: una presencia aturdidoramente cachonda. Me atrevo a decir que históricamente, la nuestra es una mujer gorda, robusta, llenita. Colón, Bernal y Cortés evocan así a las nativas prehispánicas –por cierto, según dice Christian Duverger en Agua y fuego (Santander Serfín), la primera amante americana del conquistador español fue una indígena taína del caribe-- y todavía a mitad del siglo XX reinaban las féminas frondosas y exuberantes que tan bien registró Nacho López. El problema vino cuando nos impusieron estereotipos foráneos y todos los prejuicios que los acompañan, como si las morenas mexicanas tuvieran que parecerse a las güeras de película gringa o a las tenistas de Europa del Este. Porque la belleza sí que es de gustos, y la que se refiere a la líbido o hambre sexual freudiana mucho más. Thomas de Quincey planteó muy bien el punto en su famoso libro alguna vez prohibido Del asesinato como una de las bellas artes, palabras más, palabras menos: hay úlceras pequeñas y feas, algunas más grandes y peores, otras enormes y espantosas, pero siempre una sola es la más horripilante, grotesca y gigantesca, y eso la hace la mejor de su tipo: la más bella en su especie. Comer, comer y comer carbohidratos, grasas, glucosas, proteínas, calorías para engordar sensual y sexualmente nada tiene de malsano, más si pensamos que, viéndolo bien, la evolución nos quiso omnívoros y el vegetariano va contranatura; otra cosa es caer cándidamente en el círculo patológico de la televisión basura y los corporativos farmacéuticos depredadores: primero nos enferman de obesidad chatarra, después consumimos sus tratamientos milagrosos para bajar cuatro tallas en treinta minutos…

>>Fotografía “Beryl again” por ibada.


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Sección

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>>Fotografía “Chico Trujillo” por Municipalidad de Maipú Chile.

Chico Trujillo

Calaverita seductor de cumbias >>Almohada Carnívora editorial@tocatuvida.com

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no, dos, tres, y se encienden las luces. Cuatro, cinco, seis, saliendo a tarima cada cual con su cada qué: guitarras, percusiones, bajo y metales. Y a la voz de siete y ocho revienta el tren de la cumbia, la que crece y se imagina, la que vuela y se revuela reinventando la cadencia. Viene y cae con su medallita, con sus historias de amores desgarrados y sus recuentos costumbristas, una viajera inquieta que supo salir al mundo para menear caderas y jugar al monstruo de doble espalda con los más diversos géneros. A la voz de cumbia, cumbia, cumbia, salta Colombia para defender lo que le es propio, su origen caribeño no hay quien lo niegue, su sabor salado y momposino, su areíto desenfadado de perfil pocabuy. Honor a quien honor merece y que suenen los tambores. Pero la cumbia no ha sabido nunca de domicilios fijos y se entrega sin más a los revoloteos. Allá en España se emparejó con la rumba y en Argentina se apellidó villera. Brincó en Perú, en Bolivia,

en Venezuela, adquiriendo matices a cada paso. En México supo seducir al rock y allá andan Mike Laure y el señor amor, don Rigo Tovar. Nunca se imaginó, señora cumbia, que en un punto medianamente alejado nacería un tipazo, uno de esos personajes en vías de extinción. Caballero y galán con sus trajes coloridos, bebedor de altura y gran calavera. Divertido como el que más y mostrando bajo el mostacho esa sonrisa falsamente ingenua, la del diablo lujurioso que propone casorios a las incautas. Pañuelito, flor y argolla se perfuman de tabaco cuando a este chileno se le encienden las ganas de bailar. Un gran tipo, ya lo decía, el maestrazo Chico Trujillo. Una ingenua y un harén… Corre 1999 cuando Chico Trujillo empieza sus andanzas. Tras una gira con La Floripondio por Europa, Aldo Asenjo y Antonio Orellana comienzan a configurar al gran personaje, incluyendo a algunos amigos interesados en armar un proyecto dedicado al bolero y la cumbia. Siempre ávida de los ritmos latinoamericanos, la región europea, especialmente


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MUST Alemania, le da gran aplauso y bienvenida a esta naciente agrupación, cuya locura los llevó más allá de los límites de aquellos géneros. “En los conciertos las canciones originales se mezclaban con interpretaciones de cumbias tradicionales, lo que dio como mezcla una banda tocando cumbias, boleros y ska, todo esto pasado por un filtro renovado con buenas letras, emoción y fuerza”, comparte Chico Trujillo con Tangente, toca tu vida. La ingenua en este caso fue la cumbia, pues con pizpiretas miradas y regodeos varios, el señor Chico Trujillo la invitaría a una fiesta particular que al poco rato se convertiría en una orgía de colores, pasando por el bolero, el ska, el vallenato y cualquier ritmo que a su paso se encontrará, pues, recuerda Chico, “no tenemos algo predispuesto para mezclar, lo basamos en la cumbia y el bolero, de ahí bienvenido todo lo demás”. Así, a lo largo de cuatro producciones, el señor Trujillo ha construido un nada despreciable harén de ritmos, donde a sus anchas le da vuelo a la hilacha explorando las posibilidades que dos guitarras, un bajo, batería, trombones, trompetas y teclados pueden ofrecer. El resultado: un completísimo jolgorio, un sube y baja emocional que nos lleva del baile caliente y enérgico a la rola reposada. Más acá de la fiesta No todo es parranda para Chico Trujillo: de vez en vez, sentadito en su piragua y sin que medien parafernalias, aventura sus ojos por los recodos agrios de la vida. Vienen entonces los temas del desencanto: los de amor, por supuesto, porque Chico será aventurero pero también le ha tocado perder y observar cómo se va un año más o treinta o cuarenta, y al compás de un bolerito sin excusas recuerda besos o evoca trenes asesinos. También están los desencantos políticos, pero Chico es finísimo y denuncia poco, apostando fuerte por los cambios. “Seguimos apoyando a comités, agrupaciones culturales o ideas con todo el fondo de independencia que nos gusta. Meli Wixan Mapu, Colectivo La Idea Fija, Señal 3 de Televisión Crítica, Fundación Víctor Jara, son algunos de los colectivos con los que hemos compartido conciertos. Apoyar y hacer crecer ideas y sueños independientes es básico

¿Quién es Chico Trujillo?

Híbrido chipocludo de Mauricio Garcés y teporocho de esquina. Macizo bailador y, según mitologías, hidra pachanguera de ocho cabezotas: > Aldo Asenjo, voz y guitarra > Michael Magliocchetti, guitarra y voz > Tuto Vargas, bajo > Juan Gronemeyer, percusión y batería > Sebastián Cabezas, trompeta > Tío Rodi, percusión y batería > Luis Tabilo, trombón > Camilo Salinas, teclado

para que la vida de todos se torne mejor”, asegura Chico antes de apagar su cigarrillo. Y aunque dicen algunos que son momentos duros para la música, que el disco morirá pronto y que mejor sería abandonar los sueños, Chico se sacude las malas ideas y continúa con sus crápulas andares, pues nunca ha sido sujeto que se deje atar. Con aire socarrón, y luego de once años de trayectoria, señala que “no vivimos ninguna crisis discográfica porque no estábamos insertos en ella. Entonces siempre han sido los conciertos, los afiches, los amigos, el mp3, y ahora Myspace, lo que nos ha ayudado a que más gente conozca la banda”. Mundano y poderoso, el sonido de Macha Asenjo y compañía no se arredran ante lo obscuro ni rinden pleitesías a nada que no sea bello, divertido y libre. Les vienen flojas las etiquetas y sonríen al compañero de oficio o de gusto que encuentran en la vereda, convidándolo a gozadera y beberecua mientras tiempo y humor existan. “Creo que siempre ha habido gente creando en todos los lugares, ya sean afligidos, reprimidos, gozosos, alegres; como estemos en nuestras etapas diferentes, siempre hay creación”, comparte Chico, mientras va alisándose el cabello, pues a tarima lo llama el sudor clamoroso de la gente, las palmas y el cachondeo, seguro esta noche caerá otra incauta.

MIRA EL VIDEO DE CHICO TRUJILLO

Plato Único Bailable 2008 Agridulce entripado de tamarindo y guayaba con sabor a besos de juerga. Tabaquito pa’fumar mirando sabanales donde a diario se cosechan féminas de cabello azabache o color caramelo. Sírvase sobre platos a ser lanzados sin excusa alguna.

Cumbia Chilombiana 2007 Caminito a Guararé de modalidades varias: a pie patas pa’rriba buscando medallitas, en camión a todas luces descompuesto o sobre escobas adornadas con polleras amarillas. Ideal para reparar transmisiones ataviado de sombrero y guayabera.

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Sueño inconcluso

Monumento a la Revolution Rock >>Arturo Ríos Alejo editorial@tocatuvida.com

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a remodelación del Monumento a la Revolución se puede resumir en fuentes, fonda y elevador de cristal. Hay quienes celebran entusiasmados porque, dicen, es un atractivo turístico más para la ciudad de México. Algunos historiadores, en cambio, lamentan que los restos de los caudillos revolucionarios pierdan importancia frente a la convocatoria que pueda despertar un buen menú: eso es historia-souvenir, piensan. Otros estarían conformes si en el restaurante repartieran desayunos subsidiados. Pero si se ha dicho, no he escuchado que alguien lamente la pérdida del espacio que fue el Monumento a la Revolución y su plaza para el rock. Cuando fui por primera vez a una tocada ahí, se llamaba Sala de los Pasos Perdidos y Julieta Venegas, antes de Paulina Rubio y la Pepsi, en vez de cantar andar conmigo para los teens, se aventaba cosas estilo: somos servilletas y el recibo de luz, asunto harto llegador al que nada más hacía falta agregar que, también, la renta de la casa y el pasaje de cada día. Rifaba entonces Julieta, la verdad. “Los de Abajo en el Monumento a la Revolución”, que ni mandado a hacer. Líber Terán convirtió aquello, como gustaba decir, en un carnaval urbano: se bailaba, la cerveza volaba, unos se aventaban contra otros, se hacían círculos exclusivos para que las chicas se dieran de catorrazos. Cuando había un caído o alguien necesitaba amarrarse un tenis, surgían los líderes espontáneos que comprendían bien aquello de que la seguridad somos todos y forma-

ban una valla exprés alrededor del necesitado. Chido carnal, chido. La banda que no permitía que nadie le echara choros, se regocijaba con los del Rocko, administraba las emociones con pasos de Tin Tan, gestionaba círculos de paz y organizaba corretizas al ritmo de la música. Sobre el circuito oriente, continuación de José María Lafragua, la autoridad (nos) plantó a un montón de granaderos llenos de protecciones y escudos que cerraron todo acceso: provocadores. Así les gritaban algunos. Aprovechando la inclinación de la Plaza e impulsados por la música de la Maldita, corríamos hacia abajo y al encontrarnos con los azules, les aventábamos el cuerpo, las patadas bailadoras, los caballazos, y aquellos nomás cubriéndose con sus escudos, divirtiéndose de lo lindo. Mi experiencia no fue ni estrictamente personal ni nueva. Hace más de veinte años, cuando yo apenas me desapegaba del grillo cantor, se realizó un toquín en el Monumento. Organizado por el Consejo Estudiantil Universitario y el pro cardenista Consejo Juvenil Mexicano, sobre él informó el diario El Nacional: “Actuarán la banda nuevaolera conocida bajo el nombre de Santa Sabina, el señor de la cumbia-rock Jaime López, Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio y el estupendo solista Arturo Meza”. Era 1989. Tres días después, en el mismo periódico, Catalina Ángeles escribió una crónica gracias a la cual nos enteramos que el señor de la cumbiarock, la Maldita y Amor Perdido se hicieron los ausentes. De cualquier manera, la tocada

>>Foto Arte “Revolution Rock” por imacojr


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tuvo lugar, y también por aquel texto sabemos que hay cosas que cambian y cosas que permanecen: “En frente, a los costados y detrás del Monumento a la Revolución los azulados policías miran en forma despectiva a los chavos banda que comienzan a llegar a la tocada”. Después de hora y media de espera empezó el concierto donde algunos jóvenes subieron al estrado para solidarizarse con los del 68, el 71 y los jóvenes chinos caídos en Tiananmen. Un poeta de esos que gustan de alimentarse de la rechifla subió a decir unos versitos, sólo para dejar listo el escenario a Marcos Blues: “Nos tocaron tiempos chidísimos –dijo el Marcos-, pero con sida. Les vamos a tocar la rola ‘Las muchachas quieren dormir con los muchachos’”. Se repartieron condones que flotaron al ritmo del Blues. La tocada estuvo buena, aunque unos chavos banda aseguraban, mientras cantaba, que Arturo Meza no les latía tanto, que ellos preferían a Masacre, Atoxxico y 68. Pero como el Monumento a la Revolución era democrático, no sólo hubo rock. En octubre de 1993 la delegación Cuauhtémoc y una radiodifusora organizaron un “evento” con 16 “artistas juveniles del momento”. Imagínenlo: André, grupo Ramírez, Ex Flans, José Cantoral. Sentidos Opuestos, “la baladista Gabriela”, el joven Manzanero, Onda Vaselina, Agua Luna, Colores. Me ahorro comentarios porque lo mejor, según El Informador de Jalisco, vino al final: “Alex Sinteck y la gente normal, Stefani Salas, Caló, Lunas, Timbiriche, semillero este último de grandes artistas y cantantes –también sin comentarios--, provocaron que la valla de contención amenazara con venirse abajo, y el personal de seguridad iba cediendo poco a poco a la presión ejercida por la

fanaticada que empujaba cada vez más duro, por estar a una mano de su ídolo del momento, pero al final todo quedó en eso, en estar sólo a una mano de llegar”. Dejando de lado lo del semillero, uno se pregunta, ¿dónde estaban los granaderos? Y el 31 de diciembre de 2010 se repitió el numerito: Joan Sebastian recibió el año nuevo El Monumento a la Revolución ha sido o ha intentado ser muchas cosas. Según título de un bello libro de reciente publicación, es el sueño inconcluso de Emile Bénard, el arquitecto que imaginó el magnífico Palacio Legislativo que no fue. Las esculturas que lo adornarían terminaron desperdigadas por la ciudad, los leones quedaron en la entrada del bosque de Chapultepec, las cariátides fueron a parar a Bellas Artes y el águila está en el Monumento a la Raza. Tiempo después, se pensó utilizar la construcción como un panteón de estilo griego, pero el plan no fructificó. Como todavía no estaba emparedado, en la década de los treinta le retiraron vigas para la construcción de vías férreas. Alarmado, el arquitecto Carlos Obregón Santacilia ideó entonces el Monumento a la Revolución, ahogó en cemento aquella estructura metálica y provocó la inclinación de la Plaza para estilizar aquél. Aunque tampoco concluyó su proyecto, su intervención fue decisiva, pues le dio la imagen que conocemos. Con el tiempo, la Plaza y el Monumento servirían, a los priistas, para suponerse herederos de la Revolución, y a los jóvenes, para hacer y escuchar música y bailar. Hoy podría decirse que, en efecto, se volvió un símbolo de la ciudad: el del sueño inconcluso.


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Soundtrack

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En su gira por Estados Unidos

Esto no es Spinal Tap >>Cumbiero Intelectual editorial@tocatuvida.com

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sto es Spinal Tap (This is Spinal Tap) constituye la consolidación de una de las bandas más representativas del Heavy Metal, incluyendo su típica vestimenta de cuero, pantalones de licra ajustados y el abuso de maquillaje, sin olvidar las excentricidades de sus integrantes, pretextos que sirvieron a esta agrupación británica para inmiscuirse en el gusto del público, sobre todo del japonés, y así ganarse un lugar en la historia no sólo del rock, sino de la música en general. Y es que sus integrantes principales, David St. Hubbins (voz, guitarra), Nigel Tufnel (guitarra líder) y Derek Smalls (bajo) han logrado condensar en 11 temas su perspectiva de vida que incluye los inicios de su trayectoria en 1964, cuando St. Hubbins y Tufnel se conocieron y juntos formaron The Originals, apelativo que tuvieron que cambiar por The Thamesmen, debido a la existencia de un grupo denominado ya con ese nombre. Es en 1967 cuando se alinea Smalls y conforman finalmente a Spinal Tap, o Los Médula, mote por el cual son conocidos por algunos en México y Latinoamérica.

>>Fotografía “Spinal Tap” por Oktoberpromotion

Con sus intensas interpretaciones, su poesía abre una ruta para expresar los tópicos básicos de una banda de rock: sexo, sexo y panques endulzados con las palabras de la ‘flower people’, mejor conocidos como hippies. Y si sus letras logran penetrar como intravenosas, su calidad artística como músicos está a la par. Por ejemplo, Gran trasero (Big Bottom) es interpretado a tres bajos, uno de los cuales, a cargo obviamente de Derek Smalls, posee un doble brazo para alcanzar tonalidades poco comunes en dicho instrumento, recordando la presentación de Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin, en su conocidísimo concierto en el Madison Square Garden. Pero no todo es un onanismo dedicado a la satisfacción de sus más primarias pasiones. Stonehenge es un homenaje a sus orígenes ancestrales, canción acompañada en sus conciertos por un ‘magnífico’ megalito de 18 pulgas, alrededor del cual bailan dos gnomos. Y Rock and Roll Creation es un extracto de su producción del mismo nombre, conformado en su totalidad de salmos rock, lo que demuestra la capacidad de Spinal Tap para incursionar en otros géneros y lograr fusiones de calidad. ¿Pero qué sería de una buena producción sin


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Soundtrack un buen diseño? A sabiendas de lo importante que es la forma para el fondo, y con un poco de ayuda de la disquera Polymer, se decidió plasmar un arte sencillo, directo, simple, elegante y a la vez místico, misterioso, oscuro y quizá hasta insípido, como una verdadera agrupación de hard rock sabe hacer: negro. Todo negro. No hay nombres ni del grupo, ni de las canciones, ni de la disquera… nada. Ningún indicio para saber a quién pertenece dicha grabación. En palabras de los propios integrantes, es una especie de espejo negro. ¿La razón? Es el reflejo de la ‘excesiva’ creatividad de las mentes de la banda y de la disquera. Spinal Tap podría considerarse como la agrupación sucesora de Buddy Holly y del vacío dejado tras la separación de The Beatles. La banda logró vencer la intromisión de Jeanine, novia de David St. Hubbins, y también la manzana de la discordia entre éste y Nigel. De igual manera, y ya casi en su último respiro, fueron resucitados por la audiencia japonesa. E incluso han logrado sortear el constante cambio en su alineación de bateristas, los cuales por extrañas razones han desaparecido. De los casos más misteriosos es de aquel que murió ahogado por el vómito de otro, o uno que se extinguió por combustión espontánea. De hecho, para Mick Shrimpton, responsable de las percusiones, éste fue su único álbum, pues después de la grabación desapareció en pleno escenario durante una de las presentaciones. Pero si tan importantes son, ¿por qué no se ha escuchado de una gira de ellos? ¿Por qué no se encuentran sus demás producciones desde los años sesenta? ¿O por qué son tan poco conocidos a diferencia de otras bandas como Motörhead, Mötley Crüe o Iron Maiden? Porque esto… no es Spinal Tap. Spinal Tap es una banda ficticia resultado del falso rockumental dirigido por Rob Reiner en 1984, titulado justamente Esto es Spinal Tap (This is Spinal Tap). Reiner, además de dirigir, encarna al personaje Marty DiBergi, director responsable de inmiscuirse y filmar las desventuras de la agrupación británica en su gira por los Estados Unidos. A lo largo de este filme se exhiben las excentricidades no sólo de esta banda en específico, por-

Bonus track Harry Shearer, el actor que interpreta al bajista Derek Smalls, es el responsable de dar vida al Sr. Burns, Ned Flanders, Otto, al Dr. Hibbert, entre otros personajes de la renombrada serie Los Simpsons. Asimismo, Spinal Tap es una de las bandas que han hecho presencia en esta serie, denominados en su doblaje al español como Los Médula.

que en realidad satiriza a distintos grupos de rock. Por ejemplo, la portada negra del disco es una alusión al álbum blanco de The Beatles. Otro caso es cuando la banda, a punto de salir al escenario, se pierde tras bastidores. Ozzy Osbourne y Led Zeppelin han admitido que experimentaron algo similar. O también la ya mencionada maldición de sus bateristas, sin olvidar por supuesto el uso del umlaut en la n, para burlarse de la moda por el uso de este signo de puntuación sin tener realmente una verdadera función en los nombres de algunas bandas de Heavy Metal. Fue tal el impacto ocasionado en la audiencia, que varios llegaron a considerar que la banda existía en realidad. De hecho, a raíz de tal situación, Michael McKean, Christopher Guest y Harry Shearer, los actores que representaron a David St. Hubbins, Nigel Tufnel y Derek Smalls, respectivamente, trasladaron la agrupación del imaginario colectivo a la cristalización de una de las alineaciones más curiosas del rock duro con la grabación del disco, ya que no se trata simplemente de un soundtrack, sino del primer álbum no ficticio grabado por Spinal Tap. Todas las canciones fueron compuestas e interpretadas por los mismos actores, quienes demuestran tanto en la película como en el disco sus habilidades como músicos. La portada negra se debe al disco ficticio que promocionan en la película, Smell The Glove. Y Polymer es la alusión a la disquera Polydor, responsable de editar This Is Spinal Tap. Es así que, ya consolidados como una banda verdadera, en 1992 editan su segunda producción: Romper como el viento (Break Like the Wind). Y en 2009, para celebrar sus 25 años de existencia, han realizado Regreso de la muerte (Back from the dead), con algunas canciones nuevas y arreglos a otras de las dos producciones anteriores. Pero lo dicho aquí sólo son letras, palabras, párrafos que no abarcan la grandiosidad de esta banda. Y no por falta de espacio, de adjetivos o información. No. En realidad, al igual que Magritte lo plasmó en su cuadro Esto no es una pipa, (Ceci n’est pas une pipe), esto… no es Spinal Tap.

La canción Tonight I’m Gonna Rock You Tonight aparece en el video juego Guitar Hero II. Big Bottom es una de las canciones más covereadas por Soundgarden, además de aparecer en la recopilación de 2007 The Heavy Metal Box, editada por la disquera Rhino Records. En el año 2000 salió una reedición del álbum This is Spinal Tap que incluye dos canciones extras: Christmas with the Devil y Christmas with the Devil (Scratch Mix).

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Un cuento pa’ bailar: Pedro Navaja

También en la pista se lee >>Le Joque Dub editorial@tocatuvida.com

Del Duque a Óscar Chávez e puede tener en cuenta el concepto del “cruzamiento de la literatura” bajo el que Manuel Gutiérrez Nájera organizaba la utopía de su trabajo, con la intención de no acotar cada manifestación a un género determinado e inflexible: música, escultura, pintura, literatura, etcétera. Lo que la noción buscaba era la belleza como fin, y como medio, el ser capaz de utilizar recursos de un arte ajeno en otro. Lo anterior conlleva varios conflictos que deben resolverse de manera satisfactoria antes de emprender el camino a la gestación de la obra. Hay que conocer de aquello que se quiere abordar de manera suficiente como para emitir una opinión. El Duque lo hizo en la crónica y en la poesía. ¿Ejemplo? “La serenata de Schubert”. Por su lado, la música ha tenido en sus haberes manifestaciones que dan muestra de este afán en muchas épocas y varios autores. Baste, por ejemplo, recordar Die Moritat von Mackie Messer (“Mack el Navaja»), canción compuesta en 1928 cuya letra fue escrita por Bertolt Brech y la música de Kurt Weill incluida en Die Dreigroschenoper (“La ópera de los tres centavos”). Mas no se ha de creer que la música culta es la única merecedora de este tipo de encuentros, igual en música popular puede hablarse de manifestaciones basadas en literatura, como “Macondo” de Óscar Chávez, el álbum Tales of Mystery and Imagination de Alan Parson’s Project que incluye canciones basadas en historias de Poe, como “The Raven” y “The Cask of Amontillado”, o “The Small Print” de la agrupación Muse, claramente alusiva al Fausto de Ludwig von Goethe.

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También los cuentos se bailan ¿Qué pueden tener en común nombres como Edgar Allan Poe e Izzy Sanabria? El primero, es piedra de to-

que de lo que conocemos en la literatura como “cuento”, en la concepción más moderna que podamos tener en mente; el segundo, diseñador gráfico quien durante la década de los sesenta da el nombre a uno de los ritmos musicales prototípicos de la cultura que se ha llamado, para bien o para mal, “latina”: la salsa. Y pocos autores tan prominentes en este ritmo como Rubén Blades. Abogado, músico, cantante, político y actor, nunca ha dejado de sorprender con su particular estilo salsero que se ha denominado “intelectual”, vaya lo que se puede sorprender la gente cuando alguien utiliza sólo un poco la sinápsis neuronal. Panameño de nacimiento pero universal por voluntad, Blades ha luchado toda su carrera por tocar temas profundos en sus canciones y manifestar sus posturas ideológicas dentro de sus letras, lo cual siempre se agradece por no tener que escuchar lo mismo cada vez, las mismas cursilerías, las mismas frases hechas, lugares comunes. Además de la calidad como compositor, nadie niega el alto nivel técnico que tienen sus obras. Todo eso lo ha llevado a ser una de las figuras más reconocidas del género a nivel mundial, compartiendo carteles con figuras de la talla de Willie Colón, Héctor Lavoe o Ray Barreto. Pero... música, literatura, salsa, ¿Rubén Blades? Más específico, “Pedro Navaja”. Una canción memorable que en principio se pensó “sería muy larga para que tuviera éxito” y he aquí que pocos son quienes no la conocen o han oído mencionar. ¿Quién es Pedro Barrios? Un cuento cubre características como la brevedad, contar un solo acontecimiento, ajustarse a la estructura narrativa de inicio, clímax y desenlace, y, sobre todo, lograr el efecto pugilístico que definió magistralmente Julio Cortázar: “el cuento debe ser un knockout”. Pedro Navaja es, para continuar las analogías del box, un uppercut contundente, que destruye la


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mandíbula y nos manda a la lona. El acontecimiento es sencillo: la muerte de los dos personajes, el uno a manos del otro. Pedro Barrios y Josefina Wilson dan la escena de la vida en la calle, una vida nocturna que no comparte con el glamour, con las luces y los aparadores. Se va hacia las zonas marginadas, donde se tiene que sobrevivir más que vivir. Donde la policía es un mero espectador que “pasa muy despacito por la avenida” sin hacer nada. A primera vista entenderíamos que el acontecimiento sucede en cualquier ciudad latina pero parte del valor de la narración es la transgresión al mostrar que “en la ciudad de Nueva York” puede suceder lo mismo. El narrador asume la primera persona y se inserta en la escena para darle un carácter más vivencial. El ambiente que se describe es triste, casi cinematográfico pues recuerda una película de los cincuenta, recuerda a los pachucos, recuerda la mafia de Al Capone. Además, utiliza los recursos del periodismo cuando, al final de la canción, el locutor da noticia de ambas muertes. El humor es un elemento indispensable en este cuento para convertirlo en algo tragicómico, pues vemos que la muerte es algo tan común en aquella urbanidad que nadie le da importancia, “aunque hubo ruidos nadie salió, no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró”, hasta que un borracho pasa y se ocupa de despojar a los muertos de sus pocas pertenencias y se siente algo más feliz pues, en un lugar donde se ha tocado fondo, todo pequeño escalón es motivo de alegría, “cogió el revólver, el puñal, los pesos y se marchó”. El absurdo de una zona sin ley, de vivir con miedo, de cuidarse las espaldas, de estar en una cárcel sin rejas donde lo único que permite cierta libertad es la falta de conciencia, el alcohol, el clown que se revuelca en su desgracia para generar la risa y poder decir ”la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. El valor de la canción como relato hizo eco en escritores del tamaño de Gabriel García Márquez o Guillermo Cabrera Infante, quienes manifestaron buenos comentarios al respecto. Así, vale la pena que al escuchar una canción sepamos que puede existir detrás, algo más que la clave, el timbal o la conga y que vale la pena contar historias porque también en la pista, se puede leer.

>>Foto Arte “Pedro Navaja” por imacojr


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De amor el tormento y la música

Mosquitos >>Fabián Aranda Calderón de la Barca fabian@tocatuvida.com

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l más terrible es el Anopheles, seguido de cerca por el Aedes Aegypti. Ambos miembros de una particular familia con millones de hermanos. Todos alados, todos molestos, todos zumbones. La clase de bichos que atormentan al viajero de pálida piel cuando arriba a costas tropicales: nada qué hacer, sin un buen repelente acabarán como alfileteros desmejorando sus fotos de turista. La clase de animalejo que nos roba horas de sueño en las calurosas y largas noches de verano. A todas luces inclementes y engorrosos hasta decir basta o plaf contra una chancla, resultan los mosquitos la especie malquerida de la creación.

Pero la evolución es extraña y tiene sus caminos. Nadie pensaría que tras milenios de cambios y atorones, nacería en el seno de esta especie una raza particular. Una clase de mosquito que en lugar de zumbidos desordenados nos regala bossa nova, que en lugar de feas ronchas nos dibuja paisajes sobre la piel. Señoras y señores, para Tangente desde Nueva York, Mosquitos. El Amor “Mosquitos fue tal vez un pequeño accidente… o un gran accidente: era actriz y Chris, músico; él tenía otra banda y nos conocimos en un rodaje. Estaba esperando mi momento de filmar y cantando algunas canciones de bossa nova y me escuchó. Le encantó y me llamó al otro día para decirme, vamos a hacer


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>>Fotografía “Jon Marshall Smith, Juju Stulbach, and Chris Root”. Cortesía Mosquitos Press un disco juntos. Y le dije, pero es que yo no canto, ni escribo música… entonces fui a Brasil y él me siguió y después de estar juntos un mes en Río, fuimos juntos a la playa con la guitarra y fue una cosa un poco mágica, porque nos sentamos en la arena con la guitarra y un papel y una pluma y las canciones comenzaron a salir. No sabía que yo podía hacer eso. Después Chris regresó a Nueva York y con Jon, que es el tercer Mosquito, masterizó lo que habíamos grabado y una disquera se interesó”, comparte Juju Stulbach, voz de la banda, con Tangente, toca tu vida. Tres personajes componen Mosquitos. Juju Stulbach, la voz. Una actriz que se transformó en cantante invitada por el amor. Chris Root, la guitarra. Un músico que desde el vientre de su madre se convirtió en fan de Sergio Mendes y su Brasil 65, oscilando su carrera entre el amor al bossa nova y los toques progresivos de Yes. Jon Marshall Smith, el genio de la banda que puso color y textura a los primeros sueños de Chris y Juju con su teclado. Nacida del romance entre Chris y Juju, Mosquitos comienza su trayectoria en 2003 con un álbum homónimo que nos revela que la distancia entre los lenguajes y las culturas es tan sólo un artificio. Entre secuencias que coquetean con el pop y riffs de bossa,


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Cuéntame una canción: “Xixizinho No Oceano” “Esta canción… yo estaba en Puerto Escondido, en la playa, extrañando Río, pensando en Río un poco melancólica y me fui al agua, y dentro del agua hice pipí: así, dentro del agua. Y recordé cuando era niña y entraba en el mar y hacía pipí. Entonces me dio una sensación de amor, una sensación de que en todo el mundo, cuando estás en el mar puedes estar en cualquier parte. Puedes estar en Río o en México o en donde quieras. Y así escribimos “Xixizinho No Oceano”, que quiere decir que cuando haces esto te curas la saudade, que es cuando extrañas algo mucho, con el corazón. Entonces la canción habla de eso, de hacer pipí en el océano para matar la saudade”: Juju Stulbach.

el sonido de Mosquitos resulta un dulce exquisito para paladear, contrario a lo que pudiera creerse llevando un nombre tan denostado, un mote que da cuenta de su intención de “atormentar a todos… Chris estaba en Río haciendo canciones y una noche no podía dormir porque había un mosquito que le estaba atormentando. En la mañana, despertó y escribió la canción ‘Mosquitos’, en alusión a una enamorada que tuvo que se comportaba como un mosquito. Después, la disquera quería un nombre para el proyecto porque no lo tenía, no habíamos pensado en ello… pero en nuestra mente sonaba: mosquito, mosquito, mosquito, y entonces, pues, quedó en Mosquitos”, nos cuenta Juju. El Tormento Pero no todo es miel sobre hojuelas cuando hablamos de música. Tras la magia de la creación viene la labor de difundir. “En esta industria nada es positivo para el músico, sólo la música, el público y la alegría de hacerlo… bueno, no todo es así, pero sí un poco, porque la industria está hecha para hacer dinero… y ahora con las independientes… todo el mundo que entra en un negocio quiere hacer dinero, y el artista infelizmente no es el primer beneficiado con esto. Pero con Mosquitos tuvimos mucha suerte porque licenciamos infinidad de canciones a comerciales y programas de televisión y así hemos podido mantenernos, aunque ahora la situación se vuelve más

difícil porque la industria está confusa, no sabe qué hacer… y en el fondo yo no soy una business woman y nuestro único fin es continuar haciendo música” confiesa Juju. Al integrarse al catálogo de Bar None Records, una disquera independiente con sede en Nueva Jersey, Mosquitos de inmediato fue etiquetado como Indie-pop-bossanova, un marbete que si bien señala sus principales influencias genéricas no hace justicia a la calidad de su sonido. Pronto quedaría de lado este primer intento de definir su música, pues en 2004 su tema “Rainsong” aparecería en Nuevo Latino, una compilación de Putumayo Records donde compartieron créditos con bandas de la talla de Los Aterciopelados y Sergent García, quedando atrapados en el ambiguo mundo del World Music. Sin embargo, opina Juju, “ello es sólo una manera típica de rotular sin saber, de meter todo en una bolsa general y ponerle una etiqueta. Sólo que las personas saben identificar la música de una manera más específica… con amor. Eso es lo más importante, porque un membrete no significa realmente nada, porque World Music implica cualquier música de este mundo y por lo tanto cualquier música es World Music”. A medida que el mundo cambia y se complica, también los músicos tienen que cambiar… o al menos eso es lo que creemos siguiendo la inercia del desarrollo tecnológico. Pero suele pasar que “ne-


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cesitamos de alguien, no necesariamente de una disquera gigante, que haga el trabajo de difusión porque nosotros no sabemos hacerlo. Por ejemplo, yo no tengo Facebook; en Mosquitos somos un poco como hombres de las cavernas, hacemos la música pero no tenemos mucha relación con la tecnología. “Pienso que vivimos en un tiempo en que el artista no hace solamente el arte, sino también el marketing que implica. Eso es bueno y malo. Bueno, porque el espacio de difusión se amplía, y es maravilloso que haya más independencia para los artistas y que puedan llegar a su público con más facilidad. Malo porque, repito, yo no soy una business woman y necesito de la ayuda de quien tiene esa mente para que la música se pueda vender, para que nos puedan escuchar. Y una consecuencia de esto es que tiene más proyección el que sabe más de marketing y no necesariamente el que hace buena música. En nuestro caso, queremos hacer música y no ser famosos. Muchas personas quieren ser famosas sin realmente realizar el trabajo que se requiere, por lo cual entonces la calidad muchas veces no es buena”, expone Juju. La música y los lugares Aceptemos que son del mundo y por tanto de sus lugares. Río de Janeiro, Nueva York. Entre ambos puntos el mal llamado cuerno de la abundancia y en

Mosquitos

2003 Encuentro a tres voces con magia mediando. Coqueteos de costa a costa en continente bañado a dos aguas. Ideal para navegar en chanclitas sobre la tina del baño y saberse surfista del cuore.

Sunshine Barato

sus costas un paraíso, Puerto Escondido. “Muchas de las canciones de Mosquitos fueron hechas en Puerto Escondido, entre la naturaleza, los amigos, los animales, la playa, la luna… nos encanta muchísimo la cultura de México, es muy rica, apenas llegas y puedes sentirla en la piel”, comenta Juju, al tiempo que refrenda su amor por Río de Janeiro y Nueva York. “Tenemos un amor infinito por la manzana y la manzana por nosotros, porque hay un pensamiento abierto y me siento muy bien allá, siempre nos han recibido muy bien. Pero cuando vamos a una ciudad más chiquita de los Estados Unidos, algunas personas no comprenden mucho cuando esta chica comienza a cantar en otra lengua”. Pero al final se impone lo obvio, la calidad de su sonido y la certeza de que la música es un lenguaje universal. Al margen de su deliciosa propuesta sonora, Mosquitos es una banda que vale la pena escuchar porque recuerda al escucha que la música se entiende como comunión, como sentimiento puro y como encuentro de las realidades más dispares de este perro mundo. Podríamos llamarle una banda orgánica si el término no estuviera tan manoseado. Digamos, más bien, que es una invitación a recordar que la música está más acá de los discos y el espectáculo, que está, como siempre, anclada en los lugares, en el tormento y en el amor.

2004 Requiebre bossa sobre pastiches de hondonadas pop. Liviandad de canto para refrescar mañanas pegajosas. Sírvase a temperatura ambiente sobre un aguacate a la mitad partido.

Mosquitos III

2006 Paseo soleado a ritmo gallo-gallina sobre ciudades de arena y mar. Mezcla saborizada de exteriores amplios e interiores tibios. Acompáñese con ron, frutas jugosas y caricias al por mayor.


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Los inadaptados

Excéntrico Sr. Anderson >>Luis Manuel Ortiz editorial@tocatuvida.com

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uena en la radio monoaural la voz del inglés inmortalizado por unos gruesos labios y una larga lengua, ícono diseñado por Andy Warhol. La voz es acompañada por los requintos del fiel escudero del cantante. Mientras, ante el espejo del baño reflexionas sobre la posibilidad de triunfar como un tenista profesional, un reconocido investigador y documentalista marino, un actor problemático pero con un don para el teatro o simplemente un millonario que busca solucionar sus relaciones familiares y darle sentido a su vida. De pronto se detiene la música y descubres que a pesar de no pertenecer a ninguna de esas facetas, te identificas con sus conflictos existenciales porque quizá has padecido algún amor frustrado, tienes problemas con tus padres y/o hermanos, buscas el reconocimiento y la adaptación social o todas las anteriores. No por nada aquéllos y sus conflictos son los típicos personajes evidenciados por el estadounidense Wes Anderson a lo largo de sus seis largometrajes. En ellos, Anderson exhibe algunas de las patologías familiares que la mayoría de individuos hemos experimentado con su muy característico estilo manierista. Muestra a protagonistas que pueden llegar a parecer una caricatura de sí mismos, pero que gracias al humor involuntario de su tragedia dejan un sabor agridulce en el espectador. Además de esta hilaridad presente, cada uno de los antihéroes realiza un viaje catártico que atrapa. En unos casos de manera literal (Viaje a Dar-

jeeling o Vida acuática); en otros, de forma introspectiva, el simple retorno a casa de los padres (Rushmore, Los excéntricos Tenenbaums); y en algunos más, por medio de travesías que si bien no logran exorcizar del todo sus demonios, al menos permiten aceptar la existencia que ellos mismos se han forjado. En Anderson no existe el clásico final feliz, sino el reconocimiento del conflicto, para bien o para mal. Quizá haya solución; quizá sólo quede resignarse. El destino de los personajes no lo sabemos. Por su carácter, entendemos que continuarán con sus conflictos existenciales, seguirán como inadaptados, aunque por un breve momento vislumbren un poco de esperanza. Exquisita obsesión Anderson no se queda en los retratos de familias disfuncionales o triángulos amorosos. De hecho, no es el primero que los hace ni el último que los hará. Su toque radica en la exquisitez de sus decorados, reflejo de la compleja y en ocasiones retorcida personalidad de los distintos seres que interactúan, por ejemplo, en el estudio de una casa o en el interior de un buque de la Segunda Guerra Mundial que posee jacuzzi con masajista china y una sala para edición de sonido y cine. La definición y presentación de sus personajes se apoya en la descripción de las actividades de éstos a partir de un excesivo uso de tomas cenitales que muestran su tipo de alimentación, sus afinidades para coleccionar monedas y bichos o pintar o simplemente escribir, muchas veces acompañadas de la inserción de leyendas con tipografía future bold en color amarillo, como si de un documental o de un catálogo de ventas se tratara.

Cortometrajes > Ladrón que roba a ladrón (Bottle rocket, 1994) > Hotel Chevalier (2007) (corto que debe proyectarse antes de Viaje a Darjeeling)

Largometrajes > Ladrón que roba a ladrón (Bottle Rocket, 1996) > Rushmore (1998) > Los excéntricos Tenenbaums (The Royal Tenenbaums, 2001) > La vida acuática con Steve Zissou (The Life Aquatic with Steve Zissou, 2004) > Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited, 2007) > El fantástico Sr. Zorro (Fantastic Mr. Fox, 2009)


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Tal vez como resultado de sus estudios de filosofía en la Universidad de Texas, donde conoció a Owen Wilson, la pareja creativa de Anderson y uno de sus actores fetiches, si algo le ha dado un sello distintivo a sus largometrajes es la importancia otorgada a las letras: desde aquellas inserciones amarillas hasta las frecuentes tomas a libros, pasando por sus personajes dedicados a escribir historias o argumentos para teatro o a la caligrafía o al latín. Creador de estrellas Un elemento más a la lista del director texano para clasificarlo en la categoría de cine de autor es la presencia constante en sus filmes de los mismos actores. Más allá de un listado extenso de personalidades, lo importante es resaltar otro gran acierto de Wes Anderson: su habilidad para ver aquello que quizá nunca creeríamos, y no precisamente en lo referente a efectos especiales: su visión para que podamos apreciar a la dupla de los hermanos Owen y Luke Wilson, así como a Ben Stiller, en protagónicos serios; reír con un atarantado Willem Dafoe, un cínico Gene Hackman o un ingenuo Adrien Brody; interesarnos en la frialdad de Gwyneth Paltrow o deleitarnos con la semidesnuda Natalie Portman; descubrir a Jason Schwartzman; o ver a Bill Murray… como Bill Murray. Excentricidades y otros detalles. Aunado a la extensa cantidad de información proporcionada visual, sonora o emocionalmente, siempre hay algo más detrás de las películas de Wes Anderson: Vida acuática es también un homenaje al explorador marino Jacques Cousteau; en el mismo largometraje, Henry Selick, mejor conocido por dirigir El extraño mundo de Jack (The Nightmare Before Christmas, 1993) o Coraline (2009), le da vida a las distintas especies marinas; Viaje a Darjeelin constituye un tributo al cineasta hindú Satyajit Ray… Y no hay que olvidar la presencia de Lumi Cavazos en Ladrón que roba a ladrón, primer largometraje de Anderson. Epílogo Te encuentras en una calle solitaria. Volteas para un lado sin divisar nada. Giras al otro extremo por igual vacío. Te quedas con la mirada perdida, y simplemente al ritmo de una música sesentera, comienzas a caminar con paso lento con la sensación de que tu inadaptabilidad ante el mundo puede ser la inspiración para el próximo personaje que interpretará Jason Schwartzman en pantalla grande. >>Foto Arte “Mr. Fox” por 20th Century Fox press


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Escaleras >>Luz Aída editorial@tocatuvida.com

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n las fronteras de la ciudad yacían, en una línea, las escaleras. Cada quien tenía la suya y nunca se tuvo problema entre la cantidad de ellas y el número de habitantes. Cuando alguien nacía, tomaba la escalera de algún ancestro, e incluso si uno se casaba, podía comenzar a compartirla con su cónyuge, cosa que facilitaba la disponibilidad de escaleras para los nuevos habitantes. Tampoco creaba conflictos el miedo a que alguna cayera, tenían tantos escalones debajo de la tierra que nunca nadie había visto el primero. Cuentan que alguna vez un demente se puso a escarbar y gastó toda la vida en corroborar su fracaso. No, no había forma de encontrarles principio ni tampoco de derribarlas y esto era una verdad que los llenaba a todos de alegría y que incluso festejaban en un ritual. La tradición era una cosa bonita. Subir poco a poco, enunciando certezas en proposiciones simples. Por ejemplo, cuando ascendía la joven Amaterasu -una flacucha realmente amable-, solía pronunciar cosas como: “Pertenezco a una familia maravillosa” (primer escalón), “Tengo una cajita con piedras que leen el futuro” (segundo), “Las personas se admiran de mi sutileza al hablar” (tercero)… Cada habitante tenía sus propios enunciados. Muchos describían su experiencia ritual aludiendo a los pies. Se sentía uno “mejor parado en la vida”, “con menos miedo”, “como si de repente le crecieran raíces”. Era muy parecido a montar un estrado para que la gente se desviva aplaudiendo. El final de la escalera era un alivio: ver que del otro lado no había nada más que una suerte

de cosas absurdas que no merece la pena narrar. Al igual que el resto de los habitantes, Amaterasu echaba un vistazo convencida de querer volver a su ciudad, renacida a su misma condición. Era tal la emoción, que se hizo costumbre llegar a casa después del ritual y dibujar una sonrisa frente al espejo. El resto de los días se trabajaba, se salía a pasear, se hacían dos o tres comentarios del último ascenso. Como siempre se supo, los problemas no vendrían de las escaleras. Pasó inadvertido cuando el primer espejo se quebró. Después se inventaron historias: que pertenecía al tataranieto del loco escarbador, a una mujer que añoraba una escalera ajena, a un niño al que dejaron subir antes de estar listo… Jamás se supo cómo empezó todo, y nadie le tomó importancia hasta que empezaron a romperse espejos en decenas. Los afectados sufrían un insoportable episodio después de haberse visto rotos en el espejo. Cuando caían los cristales en pedacitos, ellos también caían, sin poder enlazar palabra y en completo aislamiento ante el mundo. Como era natural en un pueblo de certezas, antes de buscar razones y sin preguntarse si aquello era bueno o malo para el destino, se reunieron los expertos a deliberar cómo acabar con la sorpresiva situación. Entre sus largas y sesudas discusiones, dieron con que el síntoma clave de los afectados era el silencio. Todo se trataba de ayudarlos a recobrar las palabras. Elaboraron, pues, un formulario que no contenía más que una serie de obviedades lógicas y fáciles reglitas gramaticales. El afectado sólo tenía que forzarse a mirar de nuevo el sitio del espejo, en donde ahora encontraría colocado el formulario. Como esperaban los expertos, en un ins-

>>Ilustración “Where did you go” por noemi manalang


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tante eran recordadas las estructuras de la mente, y se lograba que el afectado, después de varias sesiones, volviera a construir proposiciones coherentes. El tratamiento fue un éxito e incluso muchos volvieron a ser capaces de subir su escalera, de enunciar una a una sus certezas… el caminito de escalones y hasta el final. Cuando el tratamiento fracasaba, las certezas no eran suficientes para llegar a la cima y el habitante se quedaba allí trepado como añorando algo… Pero como eso sólo pasó un par de veces, no se le prestó atención. Además, se habían disparado los casos de espejos rotos y era prioritario salvar a los que aún tenían posibilidades. La situación creció en proporciones desmesuradas, llegó un momento en que no se distinguía a los habitantes “con tratamiento” de los que no lo tenían. Las paredes de casi todas las habitaciones y cuartos de baño estaban ocupadas por formularios. Ahora, lo raro era que alguien conservara todavía un espejo. La joven Amaterasu –una flacucha realmente amable- comenzó a preocuparse. Miraba su reflejo esperando el momento del quiebre. Ya a todos a su alrededor les había pasado y se sentía francamente mal. Le albergaban unas ganas enormes de saber el porqué del asunto e incluso soñaba con frecuencia que corría hasta su escalera con el espejo en brazos, y subía los peldaños uno a uno… hasta que accidentalmente, en la cima, el espejo se le resbalaba hacia las afueras de la ciudad. Le parecía excitante todo aquello… Si ya todos los habitantes habían quebrado sus espejos, ¿por qué tendría que pasarle lo mismo a ella? Y si le pasara, ¿realmente caería en el silencio como el resto de

los afectados? ¿Qué era lo que en verdad se rompía?, ¿el reflejo? ¿Reconocería el formulario como todos los demás? Lo difícil vino cuando aquellos pensamientos entorpecieron su ascenso por la escalera. Cada vez le resultaba más tardado encontrar certezas. Ya nada era tan maravilloso, el futuro era una cosa incierta, ya ni siquiera sonreía frente al espejo. Sentía envidia por los habitantes “con tratamiento”, le obsesionaba la idea del reflejo en pedazos. Pasaba las tardes en el parque, mirando la fuente, esperando una respuesta de las aguas. En realidad jamás estuvo segura de que su reflejo y ella fueran la misma cosa, pensaba que tal vez su reflejo era una otra… ¿Y si todo aquello había sido un asesinato de reflejos? Pensaba mucho Amaterasu, sudaba angustia, soñaba cada vez con más frecuencia al espejo resbalándose entre sus manos… lo quería matar. Y un día lo tomó entre sus brazos, y corrió hacia su escalera con cuidado de que no la vieran --estaba prohibido subir si no era el día del ritual--. Cargó el espejo con la mano izquierda y con la derecha se apoyó para subir. Abordó el primer escalón, lentamente y con trabajos, la primera certeza, la segunda…hasta llegar a la última: --Esa del espejo, no soy yo. Se le resbaló de entre las manos hacia el otro lado de la ciudad y sólo alcanzó a escuchar un golpe de cristal. Miró asombrada sus dos manos, se dio cuenta de que aún estaba allí. Entonces, supo todo. Supo el porqué de las escaleras y que no necesitaba volver. Con delicadeza, se lanzó del otro lado de la ciudad, para caer como su reflejo y vivir con las cosas absurdas que no merece la pena narrar. Su escalera, detrás de ella, se desmoronó.


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