#39 ¿Cuál es la Función del Diagnóstico en la Salud Mental?

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Publicación Gratuita

ISSN: 2007-3119

Julio-Agosto-Septiembre 2016, Año 8 Número 39

Revista oficial de la uanl a través de la Facultad de Psicología


No. 39 “Diagnósticos” Una publicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León Ing. Rogelio Guillermo Garza Rivera Rector M.A. Carmen del Rosario de la Fuente García Secretaria General Dr. Juan Manuel Alcocer González Secretario Académico Dr. Celso José Garza Acuña Secretario de Extensión y Cultura Lic. Antonio Ramos Revillas Director de Publicaciones Dr. Álvaro Antonio Ascary Aguillón Director de la Facultad de Psicología Mtra. Magaly Cárdenas Rodríguez Subdirectora Académica Mtra. Nora Isela Macías Nuñez Subdirectora Administrativo Dr. Guillermo Vanegas Arrambide Subdirector de Proyectos Educativos y Asistenciales Dr. José Cruz Rodríguez Alcalá Subdirector de Posgrado Dr. Carlos Sánchez Sosa Subdirector de Investigación Mtro. Omar Méndez Castillo Director y Editor responsable Iris Reyes Escobedo Co-editora responsable Ivan Guerrero Vidales Jefe de redacción Christian Alanis Contreras Ivan Guerrero Vidales José Vieyra Rodríguez Comité editorial Irma Irene Manzano Cantú Nelly Deyanira Garza García Axel Alejandro Herrera Salazar Veronica Lorena Hernandez Ribbon Leslie Monserrat Sifuentes Reyes Equipo de Redacción Ramiro Ruiz Castillo Diseño Rodrigo Suárez— redrod@gmail.com Diseño de portada “Caída” y contraportada “Delirio”

CONTENIDO EDITORIALES: 1- “La importancia del diagnóstico psicológico en la evaluación pericial con probables víctimas de Delito” Por Daniel Ortega Martínez 3- “Aportes fenomenológicos y narrativos para la valoración clínica y el diagnóstico psicopatológico” Por Dante G. Duero 15- “La función de los diagnósticos en la Salud Mental” Por Mtro. Jonnatan Hernández

18- “Características de los diagnósticos tempranos en la infancia, importancia y algunas necesidades” Por Daniela Orellana Lizana TEMA CENTRAL: 21- “Las disfunciones de los diagnósticos categoriales en salud mental” Por Alberto Ortiz Lobo LA ENTREVISTA: 27- “Entrevista a Araceli Franco” Por Comité Editorial DOSSIER: 31- “FIC Festival Internacional de Cine de Monterrey” Por Redacción 32- “Algunas ganadoras…” Por Iris Reyes 33- “Bonsái ¿El retrato nice de Monterrey?” Por Edén L. Sánchez 34- “Reseña coloquio ¿Y qué con la locura?” Por Iris Reyes 36- “5 mitos sobre psicoterapia” Por MC. Luis Gerardo Andrade Rodríguez MAKTUB: 38- "El mito de la caverna de Alicia" Por Edén L. Sánchez 40- “El acto” Por Ale Miranda EN CONSTRCCIÓN: 41- “El amor es político” Por Baruch Martínez Treviño QUID: 44- “La función esencial del diagnóstico” Por Iván Guerrero ENTRE MEMORIAS Y LOCURA: 47- “Terremoto en Ecuador” Por Guillermo Rocha

SUIGENERIS SUI GENERIS, Año 8, Nº39 , Julio-Agosto-Septiembre 2016. Es una publicación trimestral, editada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Facultad de Psicología. Domicilio de la publicación: Dr. Carlos Canseco y Mutualismo No. 110, Colonia Mitras Centro, Monterrey, Nuevo León, México, C.P.64460. Teléfono: +52 8183 33 7859 ext. 510. Fax. +52 81 83337859. Editor Responsable: Omar Méndez Castillo. Reserva de derechos al uso exclusivo No. 04-2010-030514053000-102. ISSN 2007-3119 ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Licitud de Título y Contenido No. 14,927 otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro de marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial: II83057. Impresa por: EDIREY, Narciso Mendoza 4024, Col. Niño Artillero, Monterrey, Nuevo León, México. Fecha de terminación de impresión: 24 de Octubre de 2016, Tiraje: 1,000 ejemplares. Distribuido por: Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Facultad de Psicología, Carlos Canseco y Mutualismo No. 110 Colonia Mitras Centro, Monterrey, Nuevo León, México, C.P.64460. Las opiniones y contenidos expresados son responsabilidad exclusiva de los autores. Prohibida su reproducción total o parcial, en cualquier forma o medio, del contenido editorial de este número. Impreso en México Todos los derechos reservados © Copyright 2016 suigeneris.fapsi@uanl.mx


Editoriales La importancia del diagnostico psicológico en la evaluación pericial con probables víctimas del delito Por Mtro. Daniel Ortega Martínez

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e la confluencia de dos carreras profesionales como son la Psicología y el Derecho, nace la Psicología Forense, la cual trata de la evaluación de los daños en la integridad psicológica en las probables víctimas, así como determinar la competencia y veracidad en la declaración de los testigos y denunciantes, además de evaluar la atribución en la responsabilidad, el estado mental e imputabilidad del activo del delito; para todo ello el psicodiagnóstico forma parte crucial y medular de la metodología que sustenta cualquier dictamen pericial.

En el presente escrito nos enfocaremos en la importancia de realizar un adecuado diagnostico psicológico y su relación con la Victimología, pero habría que definir el término víctima: “Se entiende por victima aquella persona que ha sufrido un perjuicio, entendiendo por ello una lesión física o mental, sufrimiento emocional, pérdida o daño material, o un menoscabo importante en sus derechos, como consecuencia de una acción u omisión que constituya un delito con arreglo a la

legislación nacional o el derecho internacional, o bien sea un acto de abuso de los poderes públicos. Esto se puede aplicar no solo a la persona victimada, sino también a colectivos, tales como entidades o asociaciones, así como a los familiares de la víctima y aquellas que intentaron auxiliarla durante la perpetración del delito”. Entonces por medio de entrevistas clínicas semiestructuradas, protocolos de actuación, aplicación de escalas y/o pruebas psicológicas podremos determinar o no, a manera diagnostica si a la víctima se le ha ocasionado un daño a su salud psíquica o integridad mental. Según la OMS, la salud mental es: “El bienestar que una persona experimenta como resultado de su buen funcionamiento en los aspectos cognoscitivos, afectivos y conductuales, y en última instancia, implica el despliegue óptimo de sus potencialidades individuales para la convivencia, el trabajo y la recreación”. Entonces diríamos que el hecho que se denuncia (delito) podría ocasionarle afectación a la víctima en su salud mental, generando en ella un daño, pero ¿a qué? Daño a la integridad psicológica: esto es una perturbación psicológica, transitoria o permanente, del equilibrio psíquico pre-existente, producida por uno o varios eventos que modifican parte de la personalidad de la víctima y que desencadenan alteraciones de mayor o menor grado, en detrimento del área afectiva, volitiva e ideativa, o en todas ellas, las cuales determinan su ajuste o interacción con el medio. En ocasiones si ese daño se mantiene en el tiempo y dependiendo de la personalidad previa del sujeto le provocará algún tipo de trastorno, esto es cuando una persona presenta alteraciones más profundas en las áreas ya mencionadas, que repercuten de forma tal en su conducta y/o totalidad de su personalidad, generando deterioro laboral, familiar o 1


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INCIDENCIA DE DENUNCIAS VIOLENCIA FAMILIAR POR AÑO social. Estos trastornos están definidos por dos normas internacionales; la Clasificación Internacional de Enfermedades Mentales (CIE-10) y el Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V). Los trastornos más relacionados con la Victimología son: Trastorno de Estrés Postraumático, Trastorno Depresivo, Trastorno de Ansiedad por Separación, Trastorno de Apego Reactivo, Trastorno de Ansiedad Generalizada, Trastorno de Estrés Agudo, Trastorno Negativista Desafiante, entre algunos otros. Como obtendremos información para ir determinado o no que la persona pasiva del delito tiene o no daño psicológico, por medio de la narración de los hechos y sintomatología, si bien pudiera falsear información tratando de simular o disimular síntomas, existen protocolos de análisis en la veracidad del dicho, que se coteja con los resultados de las baterías de pruebas a fin de obtener las respuestas a los cuestionamientos parciales, y así realizar el diagnóstico, palabra de raíz griega que alude al análisis que se realiza para determinar cualquier situación y cuáles son las tendencias. Esta determinación se realiza sobre la base de datos, hechos recogidos y ordenados sistemáticamente, que permiten juzgar mejor qué es lo que está pasando; en este caso en el área mental de la probable víctima. Pero esta evaluación no se realiza en cualquier momento del proceso judicial como lo marca el Código Nacional de Procedimientos Penales en su Artículo 272. Peritajes: “Durante la investigación, el Ministerio Público o la Policía con conocimiento de éste, podrá disponer la práctica de los peritajes que sean necesarios para la investigación del hecho…” Ni será realizado por cualquier particular, es necesario tener un vasto conocimiento en 2

el tema de la evaluación mental y además demostrarlo como nos lo solicita el Artículo 369. Título oficial: “Los peritos deberán poseer título oficial en la materia relativa al punto sobre el cual dictaminarán y no tener impedimentos para el ejercicio profesional, siempre que la ciencia, el arte, la técnica o el oficio sobre la que verse la pericia en cuestión esté reglamentada...” Además que: “Cuando deban realizarse diferentes peritajes a personas agredidas sexualmente o cuando la naturaleza del hecho delictivo lo amerite, deberá integrarse un equipo interdisciplinario con profesionales capacitados en atención a víctimas, con el fin de concentrar en una misma sesión las entrevistas que ésta requiera, para la elaboración del dictamen respectivo”. Estipulado en el Artículo 275. Peritajes especiales. Como sea que fuera, lo que debe quedar claro para el psicólogo que quiere ejercer en los servicios periciales o ámbitos forenses, ya sea con la investidura de Perito al servicio del Estado o como Asesor Técnico en la Defensa, es que la petición de evaluación al psiquismo de los involucrados en el delito no está motivada por el deseo de las personas, y carece de un fin terapéutico, entonces más bien esta evaluación tiene objetivos jurídicos y se realizará a petición de los representantes de la Ley, del sistema de Justicia Penal en la voz del Ministerio Publico. Por tanto y a manera de conclusión, el tema de la salud mental resulta crucial no solo en el ámbito Judicial, sino también en el Legislativo, ya que este es quien propone la creación de leyes o modificación de las mismas; en este sentido, la salud mental se incluye en una amplia gama de fenómenos sociales que le competen. De igual forma los académicos deberán poner el foco de atención al fenómeno de la Victimología, con la vulnerabilidad que lleva implícita, por medio de la investigación y generación de


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Bibliografía: ARCE, R. y FARIÑA F. Práctica de la prueba psicológicaforense: El Sistema de Evaluación Global (seg), Ed. Manual Moderno. España El Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos (2014). Código Nacional de Procedimientos Penales. México, D. F. Sandoval de E, J. M. La Salud Mental en México realizado por la División de Política Social de la Cámara de Diputados LIX Legislatura. México, D. F.

planes estratégicos para atacar las variables que se encuentren desde un enfoque que favorezca los derechos humanos y garantías individuales de los actores sociales. En el documento La Salud Mental en México, realizado por la División de Política Social de la Cámara de Diputados encontramos la siguiente afirmación: “La OMS señala que en ausencia de inversiones bien dirigidas y estructuradas en salud mental el círculo vicioso de la pobreza y los trastornos mentales será perpetuado. Esto impedirá el alivio de la pobreza y el desarrollo”. En mi quehacer día a día veo las consecuencias de la creciente incidencia de violencia y víctimas, los menos, los desfavorecidos, quienes principalmente por el ciclo de la violencia familiar perpetúan una cadena de eslabones que generaran activos de todos los delitos, agresión sexual, amenazas, lesiones, robos con violencia, homicidio doloso, secuestro, narcomenudeo, pandillerismo, delincuencia organizada con un largo etcétera, por ende más y más víctimas con las que se deberá trabajar. Sobre el autor: Mtro. Daniel Ortega Martínez. Lic. en Psicología Clínica por la UANL. Maestría en Psicoterapia Gestalt Infantil, por el Centro Fritz Perls. Diplomado Perito en Psicología Forense, por CENAPPSI, Centro de Atención Pedagógica y Psicológica. Director Regional Zona Norte de CENAPSI. Perito en Psicología del Instituto de Criminalística y Servicios Periciales. PGJ NL Miembro de AMEPAC, Asociación Mexicana de Psicoterapias. Psicólogo comunitario en atención a Jóvenes Organizados en Riesgo (Pandillas). DIFNL. Psicólogo en Adopciones, Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia, DIF Capullos. Docente en la carrera de Criminología en la UMM, con las materias: Psicología Criminal, Psicopatología del Delincuente, Psicología Penitenciaria y Psiquiatría Forense.Docente en la carrera de Psicología en la UMM, con la materia: Psicología Humanista.

ANEXOS 1,2. (2016) Procuraduría General de Justicia en el Estado de Nuevo León. Referencias de imágenes: La epidemiología de la salud mental en México [Imagen](s.f.) Recuperado de: http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/documentos/ SaludMentalMexico.pdf Procuraduría General de Justicia en el Estado de Nuevo Leon (2016) Gráfica de incidencias de violencia familiar. Recuperado de http://www. nl.gob.mx/publicaciones/estadistica-de-violencia-familiar-en-nuevo-leon Procuraduría General de Justicia en el Estado de Nuevo Leon (2016) Gráfica por año. Recupeado de http://www.nl.gob.mx/publicaciones/ estadistica-de-violencia-familiar-en-nuevo-leon

Aportes fenomenológicos y narrativos para la valoración clínica y el diagnóstico psicopatológico Por Dante G. Duero

¿Qué y para qué diagnosticar?

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n medicina, la semiología estudia y agrupa los distintos síntomas y signos patognomónicos en un intento por establecer a partir de ellos cuadros sindrómicos o, cuando se conoce la etiología precisa, tipos de patologías. En condiciones ideales, y avanzados en los aspectos etiológicos de cada cuadro, un adecuado diagnóstico haría posible diferenciar entidades patognomónicas para, con base en ello, predecir el posible curso de una enfermedad y establecer esquemas terapéuticos para su tratamiento (Arnáiz, 2005). Hacia fines del siglo XVIII la psiquiatría hará los primeros intentos sistemáticos por identificar y clasificar las llamadas enfermedades mentales siguiendo procedimientos análogos a los de la ciencia médica. Conviven desde entonces dos discursos: uno que buscará identificar entidades a partir 3


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del sustrato orgánico de cada enfermedad y otro que intentará ordenar y agrupar los síntomas psiquiátricos a partir de la exploración clínica (Foucault, 2006). Pinel, por ejemplo, intentará diferenciar las enfermedades mentales según estén asociadas con fiebres, inflamaciones, hemorragias, sean de “carácter neurótico”, o respondan a una lesión orgánica. Más adelante, identificará además las grandes categorías nosográficas de la manía, la melancolía, la demencia y el idiotismo. En las décadas posteriores, Esquirol, su discípulo, subdividirá la idiotez y las demencias, creará el apartado de las monomanías y aportará detalladas observaciones para distinguir el gran mal epiléptico (Bercherie, 1989; Gonzáles Morales, 2016). Hacia 1822, Bayle (1998) logra aislar la aracnoiditis crónica o demencia sifilítica, una entidad mórbida que presenta una evolución con cuadros clínicos sucesivos precisos y con una base anátomo-patológica identificable. A partir del descubrimiento de Bayle se pondrá mayor énfasis en la cuestión del sustrato orgánico de la locura y se intentará construir un discurso efectivamente anatomopatológico o fisiopatológico, que garantice la práctica psiquiátrica. En Alemania, por ejemplo, Griesinger junto con Mayner y Wernike desarrollan por entonces un programa para clasificar las enfermedades mentales a partir de estudios histopatológicos (Bercherie, 1989). Durante el siglo XX, a partir de los conceptos de medio interno y homeostasis, la enfermedad médica comienza a ser vista como una reacción orgánica global y no ya como el producto de una lesión o afección puntual. Los síntomas y los distintos cuadros clínicos serán desde entonces analizados en términos de mecanismos de ajuste y de reacciones adaptativas del organismo. La presencia de mecanismos que evitan descompensaciones regulando el medio interno se convierte en un criterio clave para entender la normalidad (Canguilhem, 1977). 4

También en psicopatología la enfermedad comienza a ser vista como una reacción global de la personalidad ante una situación amenazante o conflictiva. Los síntomas psiquiátricos pasan a ser así considerados expresión de los intentos de la personalidad por autorregularse y restablecer el equilibrio de la vida anímica (Foucault, 2006). Se popularizarán desde entonces: una concepción órganodinamista, que concibe al trastorno mental como un desequilibrio funcional sistémico del sistema nervioso, y las diferentes propuestas del psicoanálisis y la psicología psicodinámica, que verán la enfermedad como expresión de una falla en los mecanismos de defensa psíquica ante situaciones dolorosas o traumáticas. El concepto de síndrome invadirá en los años posteriores la práctica médica y psicopatológica. En el plano semiológico y nosológico, habrá una multiplicación de propuestas teóricas y de criterios diagnósticos para la clasificación de enfermedades mentales.

Las nosografías actuales

A finales del siglo XIX Kreapelin propuso un sistema de clasificación que combinaba consideraciones etiológicas, organicistas y ambientales, con minuciosas descripciones de grandes cuadros sindrómicos. Introducirá, además, consideraciones relativas al pródromo y la evolución de los distintos cuadros. En su propuesta agrupa los traumatismos y encefalopatías orgánicas, las enfermedades infeccionas y productos de intoxicaciones, los procesos degenerativos arterioescleróticos, los grandes síndromes psiquiátricos (como la demencia precoz o esquizofrenia y la psicosis maníaco-depresiva), las histerias y las reacciones psicógenas, etc. (Carpintero Capell, 2015). La propuesta de Kraepelin logrará considerable aceptación, extendiendo su influencia a los actuales sistemas de clasificación de las enfermedades desarrolladas por la Asociación Psiquiátrica Internacional (APA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS);


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nos referimos al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) y el Manual Internacional de Clasificación de las Enfermedades (CIE), respectivamente. Por una cuestión de extensión nos centraremos en la evolución del manual de la APA, dejando para otra ocasión el tratamiento de las propuestas de los manuales CIE. Hacia mediados del siglo pasado la APA propone la creación de un sistema único de clasificación de las enfermedades mentales. En 1952, un comité elabora una primera versión del DSM I. Se proponen 106 categorías para la clasificación de los distintos cuadros psicopatológicos. A la, hasta entonces, dominante tradición krepealiana, le sucede una orientación psicodinámica y psicoanalista. Las nociones de reacción y conflicto psíquico, así como la consideración de factores sociales y ambientales cobrará un lugar clave para el desarrollo de ésta y la siguiente propuesta clasificatoria. En 1968 se edita la segunda versión del manual, el DSM II; el número de categorías se extiende a 137. Ya con la edición del DSM III y su versión revisada (el DSM II R), se refuerza la tendencia a cuestionar la idea de los trastornos mentales como categorías naturales. Los desórdenes psicológicos y psiquiátricos pasan a pensarse en términos de conductas desadaptativas; se evitan por entonces las consideraciones psicogenéticas o etiopatológicas como criterios para el diagnóstico (Carpintero Capell, 2015). En un intento por desarrollar una metodología sistemática que mejore la fiabilidad de los diagnósticos y las clasificaciones, se recurre al concepto de operacionalización, de Brigdman. Lo que se busca es lograr descripciones minuciosas de los aspectos sintomáticos que caracterizan a los distintos cuadros en sus diferentes niveles. Se incorporan para ello los procedimientos de diagnóstico multiaxial (Widiger y Clark, 2000). Esta versión del manual reconoce 182 categorías diagnósticas. Los cuadros se agrupan en torno a cinco ejes: trastornos mentales; trastornos de la personalidad y el desarrollo; trastornos físicos; intensidad del estrés psicosocial experimentado y nivel de adaptación en el último año. Se ha dicho

que tanto ésta como las siguientes ediciones de estos manuales han sido enmarcadas en una concepción neokraepeliana, ecléctica y descriptivista de la psicopatología, con lo que se habría puesto el énfasis en la posibilidad de consenso entre los expertos, dejando de lado la comprensión global y en profundidad de cada cuadro.

Como dijimos, una metodología similar se usa para la elaboración del DSM IV. Se intensifican en él los esfuerzos por dejar de lado cualquier consideración teórica o etiopatogénica y mejorar la fiabilidad de los diagnósticos. Al parecer de algunos autores, la eficacia de esta metodología se observó fundamentalmente en el área de la investigación. En el ámbito clínico sus beneficios han sido más dudosos (Widiger & Clark, 2000). Los cuadros se agrupan también en esta versión en torno a cinco ejes: trastornos clínicos; trastornos de la personalidad; enfermedades médicas; problemas psicosociales y ambientales y evaluación de la actividad global. Esta versión, reconoce 220 tipos de trastornos. El recientemente aparecido DSM V es, finalmente, un intento por incorporar al tradicional diagnóstico categorial de los distintos trastornos, una valoración dimensional. Mientras que desde el primero se considera a los diferentes cuadros sindrómicos como clases más o menos definidas y parcialmente excluyentes unas de 5


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otras, el diagnóstico dimensional intenta considerar los síntomas como categorías continuas que pueden manifestarse en diferentes grados. Esta edición agrupa los cuadros en torno a los siguientes ejes: los trastornos del neurodesarrollo; los grandes síndromes psiquiátricos tradicionales como la esquizofrenia o la psicosis maníaco-depresiva; los trastornos psicológicos clásicos como la depresión o los trastornos de ansiedad; los trastornos disociativos y los trastornos somáticos. Se incluyen además nuevas categorías para los problemas de conducta, para los problemas neurocognitivos y para los trastornos de personalidad y las parafilias. Una última categoría más general se reserva para la categoría otros trastornos mentales. Se incorpora asimismo una sección en la cual se atienden a consideraciones dimensionales para valorar la intensidad de los síntomas, así como también a consideraciones culturales (Carpintero Capell, 2015).

Observaciones críticas

Las distintas propuestas de clasificación de las enfermedades mentales de los manuales de la APA, se han prestado a una serie de críticas que van desde las consideraciones respecto de su utilidad clínica, hasta las observaciones con relación a los supuestos implícitos en que se fundan (Cunningam Owens, 2000). A modo de ejemplo: en medicina, la semiología se ocuparía de interpretar signos y síntomas para, a partir de éstos, identificar el trastorno de base del que aquellos serían expresión. En la psicopatología actual, sin embargo, resulta difícil separar lo que son signos y síntomas de lo que es el cuadro subyacente, del que aquellos resultarían ser manifestación. De hecho, en demasiadas ocasiones se interpretan los síntomas como manifestaciones de un cuadro subyacente, pero se asume luego que lo que caracteriza al cuadro es la presencia de los síntomas que acaban de usarse para la clasificación. Se incurre con ello en una petición de principio. Algunos críticos han observado, con relación a esto último, que los sistemas clasificatorios de la medicina apuntan a organizar, en función del diagnóstico, el tratamiento de 6

las enfermedades y que por lo tanto, la importancia del diagnóstico está en identificar elementos que orienten nuestras intervenciones terapéuticas. Pero en la actualidad los diagnósticos psicopatológicos pocas veces permiten especificar con exactitud una terapéutica o siquiera un pronóstico preciso. En parte esto tendría que ver con que los diagnósticos se hacen sin suponer una articulación con bases etiológicas. Las intervenciones apuntan, por ello, al mero abordaje sintomatológico, de modo inespecífico, en una gran cantidad de ocasiones. Sólo a modo de ejemplo, ciertos medicamentos antipsicóticos son utilizados tanto para el tratamiento de la esquizofrenia, de cuadros de despersonalización, de brotes psicóticos agudos, así como también durante ciertas fases en los trastornos del estado de ánimo. Los niveles de efectividad son muy variados para cada cuadro y según el caso (Johnstone, Crow, Frith, et. al., 1988). Si los conocimientos etiopatológicos son limitados y la eficacia de los tratamientos se valora por una reducción sintomática, que puede ser bastante inespecífica, entonces podríamos preguntarnos: ¿cuál sería la función de generar un complejo sistema taxonómico como el que se nos propone en los manuales de clasificación? Ya con respecto a las nosografías categoriales, en psiquiatría no parece posible configurar un sistema de clasificación exhaustivo y excluyente ni delimitar con exclusividad los síntomas que permitirían identificar los distintos cuadros. De hecho, los trastornos suelen presentar entre sí una alta tasa de comorbilidad (Widiger &


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Clark, 2000). Quizá todo esto tenga que ver con que lo que llamamos síntomas psiquiátricos no describan aspectos de cuadros específicos (como podría ser la identificación de un tipo de necrosis celular o el efecto de un particular desequilibrio hormonal) sino que son formas genéricas de referir experiencias de sufrimiento o de distanciamientos de las conductas de una persona con respecto de lo que serían formas típicas de funcionamiento psicosocial. Identificar síntomas psiquiátricos requiere, por tanto menos, identificar propiedades o rasgos que reconocer cuáles son y cuáles no formas culturalmente aceptadas de conducirnos en el mundo e interpretar la realidad. Como dice Kleinman (1991) la clase de manifestaciones a las que atiende un psiquiatra cuando hace un diagnóstico son aquellas que suponen desviaciones de lo que serían forman típicas de conducirse y significar el mundo en que vivimos. Además, en psicopatología, más que en otras disciplinas médicas, la relevancia diagnóstica de los síntomas que un paciente presenta depende en parte del significado que el mismo paciente y quienes le rodean asignan a tales síntomas. El rol que juega el juicio clínico en el proceso de construcción de las categorías nosológicas y el posterior diagnóstico supone, por todo ello, una cuestión central: nos obliga a discutir cuáles son los límites reales con los que nos enfrentamos cuando intentamos generar un sistema de clasificación universal de las patologías mentales (Arnáis, 2005). Widiger y Clark (2000) cuestionan, en relación con ello, que los manuales DSM hayan

contribuido a mejorar o hayan encontrado una forma diferente de generar sus categorías y criterio, que las que aporta el juicio clínico con sus propias limitaciones. Los propios revisores de la cuarta versión del DSM han reconocido, en tal sentido, que la utilidad del manual es más acotada de lo que se quisiera y que la pericia clínica resulta siempre un aspecto clave a la hora de arribar a un diagnóstico (APA, 1995). Esto no parece ser algo que se haya superado en la quinta versión del manual. Todo parece indicar, por tanto, que la pretensión de reducir al mínimo las consideraciones personales del clínico y generalizar así los criterios, no ha sido posible hasta el presente.

El método comprensivo-hermenéutico y la fenomenología psiquiátrica

Hace casi cien años, Binswanger (1961) señaló la necesaria contraposición que debemos reconocer entre el acercamiento científico natural al organismo como entidad biológica y una clase muy diferente de abordaje, de carácter antropológico y existencial, como la que debe asumir el psicopatólogo cuando analiza comprensivamente la totalidad de la vida psíquica de la persona enferma. Binswanger sostiene que la psicología y la psicopatología podían orientarse, por un lado, al estudio del conjunto de las funciones vitales, esto es, el cuerpo, el cerebro o los procesos psicológicos básicos. En tal caso se requiere trabajar con base en conceptos científicos naturales, deducidos de las relaciones externas e internas y a partir de categorías biológicas como las de causalidad y regularidad. Si lo que se propone en cambio es atender al estudio de la persona humana, lo que se requiere es un abordaje muy diferente. Es preciso adoptar un enfoque de tipo comprensivo-hermenéutico. En una totalidad mecánica los elementos están unidos únicamente en el espacio y el tiempo mediante una relación que es externa; aunque estén juntas y se toquen, las partes son ajenas unas a otras pues no están impregnadas de una unidad interior que les dé sentido (Bajtín, 1995). Nada de esto sucede con los procesos mentales. La actividad mental supone trabajo sintético; 7


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los elementos psíquicos engendran conexiones y configuraciones nuevas, no deducibles de sus partes constitutivas. Las personas, además, vivimos esos enlaces y conexiones. Se trata, dice Dilthey (1952), de vivencias originarias por medio de las cuales convertimos el conjunto de nuestras experiencias en hechos más o menos significativos. Son esas vivencias insertas en un todo las que otorgan sentido a las acciones y a la personalidad en su conjunto. Es esto mismo lo que el psicólogo y el psiquiatra deben estudiar cuando hacen un diagnóstico o una valoración clínica. Dicho de otro modo, lo que se ve alterado en la patología mental no es tal función o conjunto de funciones sino la personalidad completa, su sistema de significados; lo que se ve comprometido es la coherencia de la vida psíquica en su totalidad. Por ello no es suficiente con reconocer la presencia de ciertos síntomas o déficits para comprender lo que le sucede al hombre enfermo. Es preciso rever de qué modo se reconfigura la totalidad de su mundo significativo. En las últimas décadas ha tenido lugar un resurgimiento del método fenomenológico dentro de la psicología y la psiquiatría, de la mano de autores como Parnass, Sass, Fuchs, Zahavi o Gallagher, (Ramos-Gorostiza y AdánManes, 2013). El abordaje fenomenológico ha venido desarrollando y aportando numerosas herramientas teóricas y metodológicas para la comprensión de los hechos psicológicos típicos, normales y mórbidos. La clínica fenomenología procede, por un lado, realizando descripciones detalladas de lo que son las vivencias y experiencias subjetivas de la persona que enferma. Jaspers (1993), con sus minuciosas exposiciones casuísticas, nos ofrece una cantidad de material de este tipo. Esto es lo que se conoce como fenomenología descriptiva. Por otro lado, la fenomenología busca los denominadores comunes de determinado conjunto de vivencias, tratando de encontrar los vectores o líneas directrices que parecen determinarlos, así como también determinan el modo en que se ordena la totalidad del mundo vital de cada persona. Esto último 8

es lo que llamaremos fenomenología genética y eidético-categorial (Ellenberger, 1967). Para el fenomenólogo, la experiencia subjetiva pareciera asentarse sobre ciertas coordenadas vitales estructurales como la vivencia del espacio y el tiempo, así como en prenociones fundantes, tales como son la idea de sustancia, de causalidad y de agencia. Nuestras expresiones y comunicaciones idiomáticas revelarían, en sus palabras, en sus modismos, en las metáforas y alegorías, dice el fenomenólogo, elementos de esta estructura profunda, prelógica. Todo esto lleva a que la fenomenología psiquiátrica se interese por el lenguaje y las comunicaciones de los pacientes como expresiones manifiestas de dichas categorías y prenociones. El lenguaje natural piensa, el fenomenólogo o bien revela, en su substancia, una visión intuitiva de las cosas, o bien constituye el molde, la herramienta troqueladora, mediante la cual hacemos ingresar o dejamos fuera del mundo de la experiencia humana, cierto conjunto de fenómenos. El estudio de las vivencias del tiempo y el espacio, así como la forma en que las personas enfermas experimentan la materialidad, la


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agencia o el propio cuerpo interesan especialmente a esta rama de la psicopatología. Al estudiar las experiencias de personas con enfermedad mental se ha descubierto que la experiencia del flujo temporal muestra alteraciones radicales en función de los tipos de trastornos. Por ejemplo, mientras que para la persona “normal” el futuro suele ofrecerse como un campo de expectación y planificación, un horizonte abierto ordenado desde un proyecto vital, la experiencia maníaca pareciera caracterizarse por una actitud de fuga sobre un futuro inmediato, sobre el que el paciente se arroja sin plan, momento a momento, como en un juego (Ellenberger, 1967; Minkowski, 1933; 1966). En coincidencia con esto, Thomas Fuchs (2007) reporta que las personas impulsivas y con diagnóstico de trastorno limítrofe de personalidad también parecen manifestar una vivencia fragmentaria de la temporalidad y de su propia biografía. Estas personas expresan una modalidad atemporal de existencia, como si fueran incapaces de establecer una continuidad entre el pasado y el futuro. Esto afecta el sentido de la identidad personal así como el sentimiento de la propia agencia. Las personas con esquizofrenia, por su parte, describen la vivencia de un tiempo fijado a un momento presente, junto con la ilusión de eternidad o inmortalidad (Minkowski, 1966). Los pacientes con depresión, finalmente, parecieran experimentar un detenimiento de la temporalidad en el presente, junto con la vivencia de un futuro clausurado y sin esperanza (Dörr-Zegers, 1971, 1995; Tellenbach, 1976). También la vivencia del espacio y el propio cuerpo puede verse alterada en los casos de patología mental grave. Para la matemática tradicional el espacio es un continuo abstracto y medible con atributos como la homogeneidad, la continuidad, la infinitud o el isotropismo y

con propiedades como la tridimensionalidad y su carácter homoloidal (Ellenberger, 1967). La forma en que las personas experimentamos la espacialidad en la vida diaria, sin embargo, es muy diferente. En psicología y psicopatología suele hablarse por ejemplo del espacio orientado. A diferencia del espacio objetivo, el espacio orientado supone la estructuración del espacio en función la ubicación del propio intracuerpo, que es su centro de referencia móvil. Nuestro horizonte espacial se ordena, por ello mismo, a partir de la coordinación de nuestros datos perceptivos, nuestras disposiciones motrices y nuestras proyecciones o intenciones. Se trata, por tanto, de una forma de espacialidad anisotrópica, es decir, que cada dimensión posee valores diferentes y específicos. No se trata ya de un espacio continuo y abstracto sino de un espacio coordinado en función de distancias y direcciones (con un eje de orientación vertical, un plano extenso horizontal, un adelante y un atrás bien definidos, una derecha y una izquierda, etc.). El eje vertical resultaría estructural, en términos existenciales, para organizar nuestras experiencias dentro de una dinámica ascendentedescendente (Binswanger, 1956). Según Romano Guardini: “La representación de esta unidad del espacio vital constituyen el esquema según el cual se piensa involuntariamente la existencia viva” (1964: 69-70). Dentro de este esquema, el arriba es la zona del intelecto, de la libertad de elección, de la voluntad dominadora, mientras que el abajo es el ámbito de los impulsos y las necesidades orgánicas e inconscientes. En este eje se contrapone lo elevado y luminoso como signo de progreso, bienestar o desarrollo, a lo bajo, lo hundido como expresión de desazón, empobrecimiento, fatalidad y caída. Binswanger ha señalado además que la experiencia espacial se hallaría determinada por nuestro tono emocional; podríamos hablar por tanto de una vivencia anímica del espacio, de un espacio humorado. “Según que, conforme a mi estado de ánimo, se me ensanche o se me encoja el corazón, me salte de alegría o se me oprima de preocupación, esté lleno hasta rebosar o extinguido y vacío, se modifica tam9


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bién la expresión del mundo” (Binswanger 1961, pg. 366). El mundo se me presenta entonces como más o menos acogedor, como expansivo u opresivo, etc. Junto con la noción de espacio humorado, Binswanger propone finalmente que ciertas nociones espaciales y aún físicas, como son las de fuerza, rigidez, opresión, resistencia, parecieran constituir abstracciones que se arraigan en experiencias anímicas primarias. Si podemos hablar de fuerza, en mecánica, por caso, es porque antes conocemos lo que es la experiencia del esfuerzo, a nivel anímico (Ellenberger, 1967)1. De acuerdo con este autor estas experiencias primarias, configuran nuestras categorías para pensar el mundo; la alteración en nuestras vivencias corporales primarias y en este sistema de categorías en los casos de patología mental modificaría la constitución del mundo vital del paciente (Ratcliffe, 2009). De hecho la clínica nos enseña que la vivencia espacial se resiente notablemente en personas con patologías como la esquizofrenia, la manía, la depresión o los cuadros graves de ansiedad. En la depresión, por ejemplo, el espacio vital se encoge y se desorganiza; se impone una experiencia de opacidad, de falta de horizonte y perspectiva (Tellenbach, 1976). La sensación de desequilibrio, de flacidez, de falta de tono en los músculos sería la contraparte corporal de la vivencia anímica depresiva. Resultan ilustrativas las descripciones que nos han hecho, durante entrevistas, distintos pacientes sobre las modificaciones en sus vivencias del espacio, la materialidad y el cuerpo, durante las fases iniciales de la enfermedad. Los pacientes describen sentimientos y vivencias corporales de desequilibrio y de hundimiento. Surge el andar dificultoso y temeroso; los pies que se arrastran; hay sensación de mareo, de náuseas. La necesidad de hallar sostenes, andamios, puntos de apoyo, aparecen como expresión de un anhelo tanto físico como espiritual. En el plano de la verticalidad, el abajo es el pozo oscuro, frío, húmedo; es el presente, vacío y estanco, inacabable, asociado con el sentimiento de falta, de ausencia, de vergüenza y culpa. Todo esto se acompaña de una vivencia de pasividad e im10

potencia en dónde el no poder (la ausencia de voluntad dominadora y libertad según Guardini, 1964) va de la mano de no querer ya nada. En contraposición, la vivencia extática, del místico, es la de quien habita el espacio luminoso del arriba, característico por su anchura, su magnitud y profundidad. Esta experiencia se liga a un sentimiento oceánico, de fusión con los objetos del mundo2 (Soru & Duero 2011). En cuadros como la anorexia y los trastornos en el control de los impulsos, otra clase de vivencias corporales y de la materialidad parecen volverse claves a la hora de configurar el mundo vital del paciente. Los operadores arriba-abajo funcionan como ordenadores de la interioridad del propio cuerpo. El acercamiento fenomenológico enseña que el arriba y el afuera están asociados con lo liviano, con lo fluido, con la libertad y con lo vivo; es sinónimo de posibilidad y actividad, de lo puro y lo perfecto. El abajo y adentro configuran lo pesado, lo tosco; es el excedente, símbolo de lo mortuorio, de lo quieto y lo pasivo así como también de lo impuro y lo imperfecto. La dureza, las formas y lo relleno, son, en el eje espacial vertical, señal de todo lo que cae y atrapa, de lo que atora y aprisiona, de lo que tira hacia abajo. Frente a ello tenemos lo aéreo y también lo vacío que supone elevación y por tanto, plenitud. Mientras que el mundo del depresivo es un mundo de soledad que se asocia al vacío, en la anorexia la soledad está vinculada a lo lleno, a lo demasiado pesado, que se arrastra, que no fluye (Carreras & Duero, 2012; Duero & Carreras, 2015). En personas con un perfil de tipo ansiosoobsesivo, finalmente, el espacio pareciera organizarse desde el estrecho sector de lo conocido a la vastedad de lo extraño y lo amenazador. Es algo que surge de inmediato para el clínico atento. En vez de las categorías de lo lleno y lo vacío, aparecen aquí las de lo completo y lo incompleto, juntos con las de lo seguro y lo sospechoso. Lo que atormenta al obsesivo es la posible incompletud del propio acto, su inexactitud e ineficacia, con los posibles efectos calamitosos que ello pudiera implicar. El paciente obsesivo jamás está seguro de lo que está haciendo. Por ello su


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actuar es un actuar en falso. Las acciones del paciente se descomponen en comportamientos cada vez más y más sencillos hasta perder todo sentido, sin jamás convertirse en un acto total. Aparecen también en el obsesivo las categorías de lo perfecto y lo imperfecto, de lo puro y lo impuro, lo impoluto y lo contaminado. Más el ideal de pureza y perfección es muy diferente del de la persona con anorexia. En la anorexia lo que se busca alcanzar es la acética purificación del propio cuerpo; en el trastorno obsesivo, en cambio, la imperfección o la amenaza de lo impuro viene del vínculo entre los propios actos anticipatorios siempre ineficaces y el caótico mundo exterior. En la espacialidad predomina el plano horizontal en donde se hace explícita la vivencia de imposibilidad para avanzar y dar fin a la actividad; se trata de ordenar un espacio que se prolonga hacia adelante, infinitamente (Duero, 2014; Duero, enviado a publicar)

Los aportes narrativos

Una segunda corriente que ha hecho notables contribuciones a la psicología y la psicopatología, aportando a una mirada comprensiva del fenómeno normal y patológico, es la narrativa. Para autores como Bruner (1987, 2002), Burkert (2009), Gallagher (2000), Mc Adams (1995), Zahavi (2007) en la vida diaria construimos narraciones para dar sentido a nuestra experiencia, configurando la realidad y nuestra propia biografía como una diacronía con una estructura, con un sentido y una dirección. Nuestro sentimiento de la identidad personal, por ejemplo, sería, según estos autores, producto de las historias que contamos acerca de quiénes somos. Sería una forma de dar unidad y consistencia a nuestra vida y a nuestras acciones. Gracias

a esta clase de historias logramos proyectar coherentemente nuestro ser y nuestros actos desde un pasado y hacia un futuro. Durante las últimas décadas han surgido diferentes modelos y estrategias para el estudio de las narrativas personales (Labov & Waletzky, 1967). La forma en que una historia evoluciona, cómo se definen las situaciones conflictivas, cómo son descriptos los diferentes personajes, de qué modo se posiciona el héroe frente a los obstáculos y cuál es la forma en que se caracteriza el desenlace de cada relato (Gergen, 1994), podrían resultar aspectos indicativos de cómo concebimos el mundo y aún de rasgos profundos de nuestra personalidad. Bauer, McAdams y Pals (2008), han mostrado, por ejemplo, que ciertos patrones narrativos estarían asociados con concepciones eudomónicas características. Dentro del área de la psicología de la personalidad McAdams, Anynidoho, Brown, Huang, Kaplan y Machado (2004) han hallado, haciendo un análisis del contenido e identificando distintos estilos narrativos, asociaciones entre estrategias narrativas y rasgos específicos de personalidad. Duero y Limón Arce (2007) sugieren, por su parte, que ciertos estilos narrativos podrían estar asociados con rasgos de personalidad como el neuroticismo, el psicoticismo y la extraversión. En el ámbito de la psicopatología, Argembeau, Raffard, y Van der Linden (2008) reportaron que las narrativas de personas esquizofrénicas expresan, entre otras cosas, una ruptura en el sentido de continuidad a través del tiempo. Los pacientes esquizofrénicos fallarían al proyectarse a sí mismos con una continuidad desde el pasado y hacia el futuro, probablemente debido a dificultades para la recuperación de información contextual. Sus hallazgos indican que estas 11


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personas recuerdan menos eventos pasados y expresan una notable dificultad para figurarse acontecimientos futuros probables. Todo ello afectaría su autopercepción así como su sentido de coherencia interna. Algo parecido sucedería con las personas con trastorno de personalidad limítrofe. Estos pacientes, que parecerían experimentar un sentido empobrecido y menos coherente de sí mismas, fallarían al intentar integrar distintos momentos de la propia biografía, así como también al momento de justificar o dar sentido a las propias acciones en base a motivos y razones (Fuchs, 2007). Por su parte, Soru y Duero (2011), Carreras y Duero (2012) y Duero y Carreras (2015) han demostrado aspectos característicos en la organización y el contenido narrativo de los relatos de personas con depresión, delirio místico y anorexia. En este último caso, por ejemplo, se encuentran semejanzas con lo que Fuchs reporta para el trastorno de personalidad limítrofe. También aquí se observan inconsistencias narrativas así como una insuficiente actividad reflexiva respecto de los actos propios y de otros; se ha observado asimismo cierta pobreza narrativa al momento de subjetivar o analizar empáticamente a los otros. Los elementos que condicionan la coherencia narrativa y la composición de los relatos de las personas suelen asociarse, por otra parte, con el tipo y la gravedad de los cuadros. A nivel narrativo es posible identificar relatos con tramas progresivas, regresivas, de estabilidad y estancos (Gergen, 1994). En el primer tipo de relatos se observa una evolución en la historia. Lo contrario sucede en los relatos regresivos, en dónde parece que fuésemos testigos de un verdadero drama con notas trágicas. Los relatos de estabilidad transmiten, por su parte, una atmósfera de armonía y seguridad. El personaje proviene por lo general de un medio sociofamiliar estructurado y transita por diferentes etapas en función de lo que prescribe la tradición, sin grandes sobresaltos. Los relatos estancos, por último, parecen atemporales (Duero & Limón Arce, 2007). Mientras que el primer tipo de relato es típico de personalidades competitivas 12

y narcisistas, el segundo lo es de personalidades dependientes; el tercero, en cambio, es muy característico de personalidades formales y tradicionalistas, a veces sobreadaptadas. Los casos de personas con trastornos mentales graves y crónicos como la esquizofrenia, tienden a expresar el cuarto tipo de organización narrativa (Duero, 2014; Duero, enviado a publicar)3. Por otro lado, es posible ver que cuanto más heterogéneas, pero también cuando más ensambladas y justificadas se hallan entre sí las distintas partes de las historias, mayor es su coherencia (Duero & Limón Arce). Los relatos de personas con patologías graves suelen manifestar niveles inferiores de coherencia que los cuadros de pacientes con sintomatología leve. En el segundo caso las partes de las historias se enlazan mayormente unas con otras, se nutren de comentarios e interpretaciones que buscan aclararlas y darles sentido, además que expresan un intento por concluir algo de lo dicho. Los relatos asidéticos, en cambio, con escasos eslabones temáticos y/o lógico-causales, se presentan como una sumatoria más o menos azarosa de elementos en los que es difícil hallar un factor coagulante y una actividad conclusiva clara. El nivel de coherencia narrativa parece asociarse también con el grado clausura del relato. Los relatos de personas con patologías graves y crónicas muestran un menor nivel de apertura para incorporar experiencias y puntos de vista novedosos (Duero, 2014; Duero, enviado a publicar). También los modos en que son caracterizados los distintos personajes varían en función de aspectos como la gravedad y tipos de cuadros. En los relatos con una composición más elaborada y coherente, los personajes suelen estar bien diferenciados; su subjetividad es compleja


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y sus rasgos particularizados. En los relatos de personas con patologías graves, en cambio, la subjetivación es pobre y la agencialidad vaga. Fuchs (2007) ha señalado, por ejemplo, que esto sucede en personas con trastornos de personalidad limítrofe. Sus caracterizaciones de los distintos personajes suelen oscilar entre extremos. El otro se presenta como enteramente bueno o malo, poderoso o impotente, etc., pudiendo variar estos posicionamientos para un mismo personaje de un momento a otro. En cuadros como la paranoia, por otra parte, todos los personajes parecen mostrar un perfil más o menos parecido, con una intencionalidad y con motivaciones que se definen, casi unívocamente, con relación al propio paciente: el paciente es amado, envidiado, traicionado, etc., por todos y cada uno de quienes lo rodean. Algo también típico es el rol que cumplen los demás personajes en términos agenciales. En los relatos de pacientes temerosos y ansiosos, por ejemplo, es natural que aparezcan otras personas que funcionan como colaboradores débiles y como figuras opositoras, casi siempre amenazantes. En los relatos heroicos, en cambio, los otros aparecen casi siempre como competidores o como figuras débiles y dependientes que deben ser socorridas (Duero, enviado a publicar). Lo dicho hasta aquí es apenas un esbozo de algunos hallazgos propios y de otros autores que podrían resultar prometedores para la clínica y la investigación psicopatológica.

Discusión y conclusión

En este trabajo nos hemos propuesto discutir y analizar el lugar del diagnóstico psicopatológico en la práctica clínica; hemos señalado algunas de las fortalezas y debilidades de la semiología y la evaluación clínica y psicopatológica tradicional y actual. Hemos hablado, a

continuación, sobre la importancia y la necesidad de una mirada comprensiva que acompañe a las formas ortodoxas de valoración psicológica y psiquiátrica. Según hemos podido mostrar, el empleo de los métodos fenomenológico y narrativo han permitido identificar y caracterizar experiencias psíquicas típicas del vivenciar sano y enfermo que enriquecen nuestro conocimiento de los fenómenos mórbidos. Esta clase de análisis se basa en las descripciones que las propias personas hacen de sus experiencias, ya sea a partir de entrevistas o del estudio de historias de vida y el empleo de documentación biográfica. Con esta metodología es posible capturar nuevos elementos claves, a nuestro modo de ver, para el diagnóstico y la comprensión de la patología mental. En la última parte del trabajo hemos citado ejemplos ilustrativos, a nuestro parecer, de los aportes de ambas tradiciones. Mediante la discusión y la presentación de estos ejemplos, hemos querido señalar de qué modo la integración de ambas propuestas podría ayudar a lograr una mirada más abarcativa y clara de la patología mental y sus alteraciones. Consideramos que estas dos tradiciones con sus respectivas metodologías abren un campo para la investigación clínica psicológica y psicopatológica. Esperamos haber generado en el lector cuestionamientos e interrogantes. Con nuestro análisis esperamos promover, además, en el futuro, esta clase de estudios, tan necesarios en nuestra práctica. Nuestra meta es que nuevos desarrollos permitan, en un futuro, la aplicación de metodologías como las señaladas con fines diagnósticos y psicoterapéuticos. Sobre el autor: Dante G. Duero es Doctor en Psicología y Magister en Psicología Clínica. Es Profesor Titular de la Cátedra Psicopatología General, en la Universidad Católica de Córdoba (Argentina) y Profesor Asistente de la Cátedra Introducción a la Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Dirige un grupo de investigación sobre psicopatología, fenomenología y psicología narrativa avalado y subsidiado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología. Ha publicado numerosos artículos sobre ésta y otras temáticas vinculadas.

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La Función de los Diagnósticos en la Salud Mental Por Mtro. Jonnatan Hernández

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ablar respecto al diagnóstico en la salud mental puede llegar a ser un asunto controversial. En las últimas décadas, este tema se ha colocado con singular relevancia en el debate de los profesionales implicados en él, atrayendo gran interés en torno a las consecuencias sociales que se derivan de recibir un dictamen respecto a nuestro status psíquico; por otra parte, también emergen los argumentos propios de las disciplinas de la salud mental y su necesidad como ciencias de abordar con objetividad y precisión su objeto de estudio, lo cual implicaría necesariamente un sistema de clasificación. Tal vez, la primera función del diagnóstico mental fue la de distinguir la “normalidad” de la patología, con fines de brindar un tratamiento adecuado a quienes eran afectados por determinada condición; no obstante, hoy en día nos encontramos con diversas disyuntivas, probablemente las más relevantes sean: primero, clarificar a que llamamos “enfermedad” cuando hablamos de salud mental, ya que es un hecho bien documentado que, conductas que eran concebidas como patológicas tiempo atrás, actualmente han dejado de serlo; por ejemplo, la homosexualidad, que fue incluida en la primera versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación de Psiquiatría Americana (APA) en el año de 1952. Esto demuestra, que por lo menos en parte, nuestro entendimiento del comportamiento “anormal” está influenciado por lo que en un momento determinado la sociedad considera como correcto o incorrecto. Este ejemplo podría parecer al lector como un simple hecho anecdótico, ya que hay quienes pudiesen llegar a considerar que dichos conflictos han quedado resueltos; ciertamente no podríamos estar más alejados de tal escenario, ya que todavía, hasta el día de hoy, continúa la discusión respecto a

que deberíamos considerar como un comportamiento patológico. En relación a lo anterior, podríamos mencionar la respuesta de los clínicos, investigadores y la sociedad en general, ante las recientes declaraciones del distinguido psiquiatra, el Dr. Paul R. McHugh, ex jefe del departamento de psiquiatría del hospital Johns Hopkins, quien asegura que “aquellos que promueven la cirugía de reasignación sexual están colaborando con la promoción de un trastorno mental”, despertando una importante polémica al respecto en E.U.A., ya que coinciden con las recomendaciones del presidente Barack Obama, quien se ha declarado en favor de proteger los derechos de personas transgénero, y ha pedido a las escuelas públicas que permitan a los estudiantes usar el baño que corresponde con su identidad de género y no únicamente a su sexo biológico. El segundo punto, es el de analizar si el modelo médico tradicional se ajusta a las concepciones actuales de lo que consideramos “salud”, haciendo énfasis en que “normal” no es equivalente de “saludable”, y añadiendo que, como hemos de explicar a continuación, la salud, más que tratarse de un estado, debemos de entenderlo como un proceso, en donde diversos factores, biológicos, psicológicos y sociales, interactúan de manera compleja para favorecer o perturbar su desarrollo.

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Normalidad, patología y salud: tres conceptos que vale la pena revisar con detenimiento Lo primero que es importante aclarar es que en psicología, cuando hablamos de si una conducta es “normal” o “anormal”, debemos pensar en términos estadísticos, es decir, con qué frecuencia se presenta dicho comportamiento o qué posibilidad tiene de presentarse en una población en específico, no en términos éticos, es decir, si la conducta es correcta o incorrecta; asimismo, el hecho de que una conducta sea atípica, no necesariamente indica que ésta se encuentra ligada a cierta patología o desorden mental, sino tal vez, a otros factores, por ejemplo, las variables culturales. Es entonces que nos preguntamos: si no podemos tomar como único parámetro la estadística para determinar que es la patología, ¿qué otros indicadores debemos de considerar para definirla? Probablemente esta sea la cuestión más difícil de resolver, y no encontremos en la literatura una definición unificada que sea aceptada universalmente por todos los especialistas relacionados con la salud mental; sin embargo, muchos expertos coinciden en que existen diferentes parámetros útiles a considerar cuando hablamos de qué es un trastorno mental. Algunos de ellos son: que causa sufrimiento en quien lo experimenta y en sus seres queridos; inadaptación en diversos contextos e incapacidad para disfrutar de las relaciones sociales; violaciones de las normas de la sociedad, sean éstas explícitas o implícitas; incomodidad social, además de irracionalidad e imprevisibilidad de la conducta. Cabe mencionar que, aunque son útiles, tal vez dichos criterios puedan a llegar a ser insuficientes y tal vez no se puedan aplicar a todos los padecimientos mentales de manera indistinta. Por otra parte, es irónico que los expertos en la salud mental sepamos tan poco sobre salud en comparación de lo que conocemos respecto a la patología, y esto es porque para muchos profesionales la salud es simplemente la ausencia de dolencia, malestar o padecimiento. Para clarificar este argumento, los invito a 16

que imaginemos el siguiente escenario: ¿qué haría la mayoría de los clínicos involucrados en la salud mental si llegara un paciente y al preguntarle el motivo de consulta éste les contestara “quiero mejorar mi salud”? Probablemente el clínico insistiría en que el paciente le contara “el problema” que lo trae por ahí, y el segundo aclararía que no hay ningún problema, que realmente no tiene ningún malestar, pero aun así quiere permanecer saludable y de ser posible, mejorar. Lo más seguro es que la gran mayoría de psiquiatras y psicólogos quedaran atónitos ante particular situación, y esto es así porque en nuestro contexto es poco usual una cultura de prevención, y todavía menos común la concepción de salud como un proceso que debe elaborarse y trabajarse, en el que cada conducta que realizamos nos conduce o aleja, ya sea a corto o a largo plazo, de un estado óptimo. Por el contrario, generalmente la salud es entendida como estado dicotómico, en el que se tiene salud o se carece de ella. Estas concepciones tradicionales de salud-enfermedad están influenciadas por el modelo biomédico, el cual implica un reduccionismo, ya que básicamente concibe que todos los fenómenos biológicos son reducibles a procesos bioquímicos básicos y mantiene el llamado “error de Descartes”, es decir, el dualismo cartesiano cuerpo-mente, en donde los procesos somáticos y psíquicos son entidades separadas, mutuamente excluyentes. Así, una condición como la esquizofrenia anteriormente podría haber sido considerada como propiamente “una enfermedad mental”, por lo cual era totalmente ajena a la medicina; no obstante, los avances científicos en las últimas décadas han demostrado que existen


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alteraciones cerebrales en pacientes con esta condición; por ejemplo, disminución de la sustancia gris en regiones corticales concretas, desde el primer episodio psicótico o inclusive antes. Este hecho nos hace replantearnos si la esquizofrenia en verdad es una enfermedad mental o una enfermedad médica, o más interesante aún, si las enfermedades que durante largo tiempo hemos considerado como mentales, también tienen factores biológicos involucrados; e igualmente, si las enfermedades tradicionalmente consideradas como médicas, por ejemplo, el cáncer, tienen factores psicológicos asociados, sin mencionar que en ambos casos otras variables como los factores sociales también podrían jugar un rol importante. Dado esto, la visión dualista cuerpo-mente es inapropiada para el estudio y abordaje de los trastornos mentales, tanto el modelo biomédico, como los modelos psicológicos mentalistas que dejan de lado el estudio de variables biológicas implicadas en ellos. En cambio, ante las exigencias de comprender fenómenos psíquicos complejos, surgen los modelos integradores, donde diversas disciplinas convergen y favorecen un abordaje transdisciplinario, teniendo como resultado el modelo biopsicosocial, que asume y reconoce el papel que desempeñan los componentes biológicos, los procesos psicológicos y el componente social en el funcionamiento del individuo.

Los diagnósticos en la salud mental: ¿se requieren los diagnósticos en la salud mental? ¿Cuál es su función? La psicología, al tratarse de una disciplina científica, requiere de un sistema de clasifica-

ción, lo cual permite la estructuración de la información y a su vez facilita su estudio; de lo contrario, sería imposible realizar avances científicos, ya que no habría criterios unificados que permitieran la investigación y, por lo tanto, tampoco nueva información respecto a tratamientos eficaces. Por ejemplo, en el caso específico del autismo, es gracias a un sistema de clasificación que hemos aprendido a diferenciarlo de otras condiciones, identificar cuáles son sus principales características y cuáles son sus síntomas tempranos, cuáles son las intervenciones más eficaces para tratarlo; asimismo, hemos evidenciado que es más común de lo que pensábamos (gracias a los estudios de prevalencia realizados), comprobado que existen factores genéticos y epigenéticos que se encuentran relacionados con él y logrado desmitificar creencias totalmente infundadas, por ejemplo, que el autismo es una reacción del niño ante una relación poco afectiva con la madre o que las vacunas lo causan. No obstante, también hay que considerar que un sistema de clasificación no solo tiene ventajas, sino que acarrea inevitablemente algunos inconvenientes, uno de ellos es la omisión de información, por ejemplo, al decir que una persona tiene como mascota un ave, estamos brindando cierta información, pero poco específica en comparación de si decimos que ese individuo tiene un ave acuática, concretamente un pato. Es entonces, que la clasificación nos permite abreviar y organizar la información, pero irremediablemente nos hará perder algunas particularidades y especificaciones. Sin duda, otra desventaja es el estigma social que sufren las personas diagnosticadas con algún desorden mental, tal vez por inferencias incorrectas que la gente asocia con dichos trastornos, por ejemplo, algunas personas podrían llegar a pensar erróneamente que una persona con un trastorno mental podría ser violento, impredecible, incapaz de comprender algunas situaciones o ser incompetente para realizar determinada actividad, y esto no es necesariamente cierto en todos los casos. Es por eso que los profesionales de la salud deben de ser muy cuidadosos y evitar 17


Editoriales: La Función de los Diagnósticos en la Salud Mental

etiquetar a sus pacientes, recordando que los sistemas de clasificación diagnóstica no clasifican a las personas, sino a los trastornos que éstas padecen; es decir que por ningún motivo debemos de reducir a una persona a su enfermedad, ya que su identidad, personalidad, habilidades, fortalezas, emociones, entre otras características únicas e individuales, son más trascendentales que la condición que padecen. Dado esto, es esencial tener en cuenta el papel que juega el lenguaje de los expertos a la hora de trasmitir a la comunidad el conocimiento sobre la salud mental. Es por esto que se debe de evitar a toda costa utilizar los diagnósticos como adjetivos, por ejemplo, describir a una persona como “esquizofrénico” o “autista”; en cambio, es más exacto, respetuoso y humano hablar de personas con esquizofrenia o personas con autismo, ya que esta sutil pero nuclear cuestión puede ser el primer paso para hacer una enorme diferencia entre la segregación y el estigma o el entendimiento y la inclusión. Sobre el autor: Mtro. Jonnatan Hernández. Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Tiene una Formación Clínica en el Departamento de Neuropsicología de la Facultad de Psicología de la UANL .Posgrado en Neuropsicología Clínica por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Miembro de la Asociación Mexicana de Neuropsicología Expositor en los congresos de la Asociación Mexicana de Neuropsicología, la Sociedad Latinoamericana de Neuropsicología y la International Society of Neuropsychology Director de Neurokids Monterrey: Centro de Diagnóstico y Desarrollo Cognitivo (www.neurokidsmty. com). Puesto Actual: Evaluación y Diagnóstico Diferencial de los Trastornos del Neurodesarrollo en un Centro de Rehabilitación Infantil Privado Psicólogo Evaluador en la Estrategia del Desarrollo Infantil de la Secretaría de Salud Referencias de imágenes: [Fotografía del Dr. Paul R. Mchugh] (s.f.) Recuperado de: http:// nationalvanguard.org/2015/11/johns-hopkins-psychiatrist-transgenderis-mental-disorder-sex-change-biologically-impossible/ Carter. R. (s.f.) Teen Depression [Ilustración] Recuperado de: http:// www.psicosaludtenerife.com/el-estigma-de-los-trastornos-mentales/ Emma, Z. (s.f.) Hidden Within [Ilustración] Recuperado de: http:// culturacolectiva.com/ilustraciones-que-reflejan-como-es-vivir-conuna-enfermedad-mental/

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Características de los Diagnósticos Tempranos en la Infancia, Importancia y Algunas de sus Dificultades Por Daniela Orellana Lizana

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Introducción

a realización de tratamientos terapéuticos en la infancia requiere de una primera valoración diagnóstica, sin este paso previo es imposible planificar procesos terapéuticos que sean interdisciplinarios y que estén basados en las características y necesidades que presentan niños y niñas de diferentes edades. Diferentes estudios han demostrado que retrasos en el proceso de valoración diagnóstica producen una pérdida de los tiempos de intervención con la consecuente repercusión sobre el pronóstico (Albores, Hernández, Díaz y Cortés, 2008, Belinchón, 2001 en Herrero, 2001); por el contrario, si el diagnóstico precoz va seguido de una intervención temprana, es decir, de una intervención terapéutica, el pronóstico será mejor, especialmente en el control del comportamiento, las dificultades de comunicación y las habilidades funcionales en general. (Canal, García, Touriño, Santos, Martín, Ferrari, Martínez, Guisuraga, Boada, Rey, Franco, Fuentes y Posada, 2006). El presente trabajo tiene como objetivos: plantear la necesidad de realizar evaluaciones diagnósticas en forma temprana, definir brevemente las características y las implicancias de los procedimientos descritos en la literatura para realizar diagnósticos tempranos en la infancia y, por otra parte, presentar cuáles son las dificultades presentes en estos procedimientos, que pudiesen significar obstáculos para planificar estas posteriores intervenciones terapéuticas.


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Diagnósticos tempranos en la infancia El diagnóstico temprano de trastornos presentes en la infancia es importante por sus implicancias para el pronóstico, la utilización y la planeación de posteriores tratamientos en servicios de salud y educacionales. Diferentes estudios han demostrado que el retraso en el proceso de diagnóstico produce una pérdida de los tiempos de intervención con la consecuente repercusión sobre el pronóstico de los hallazgos encontrados en estos procedimientos, de ahí la importancia de contar con mecanismos que permitan realizar diagnósticos con la mayor premura posible y preguntarse por las dificultades que se presentan en estos procesos. Actualmente nadie pone en duda que cuanto antes de detecten, evalúen y diagnostiquen problemas en la infancia, sean de la índole que sean, las consecuencias que se deriven de ese proceso y de la consiguiente intervención temprana, van a aportar indudables beneficios tanto a los propios niños y niñas como a sus familiares (Fenske et al. 1985; Fischer y Rose, 1994; Huttenlocher, 1994; Mundy y Crowson, 1997; Watson y Marcus, 1989 en Herrero, 2001). Lo anterior va a desembocar en una intervención temprana en niños, niñas y sus familias, lo cual contribuirá a reducir el estrés familiar, aumentar su capacidad de afrontamiento y el desarrollo de la adaptación social del niño y niña en el futuro debido a las distintas estrategias de afrontamiento a utilizar. Así, la evaluación diagnóstica temprana se enmarca dentro de un proceso multidisciplinario que permite detectar alteraciones y recursos que permitan elaborar

un posterior plan de intervención o tratamiento. Algunas de las etapas a considerar en un proceso diagnóstico temprano son: Observación cualitativa de la actividad espontánea del niño: ayuda a observar directamente hitos del desarrollo, a comprender lo que le ocurre al niño/a. Puede incluir sesiones de juego, filmaciones familiares, observaciones en su centro escolar (Ruiz, 2012). Entrevista a la familia: debe recabar datos neuropsicológicos y sociales, desde el período prenatal, incluyendo antecedentes familiares, historia del desarrollo, juego, relación con pares, adultos, etc. (Ruiz, 2012). Evaluación mediante instrumentos estandarizados (escalas de desarrollo, tests de funciones específicas, cuestionarios a padres y maestros): constituyen una forma de observación y evaluación sistematizada y normalizada de funciones psicológicas. La aplicación de distintos instrumentos arroja un conocimiento amplio del niño/a (Ruiz, 2012). Aplicación de pruebas proyectivas gráficas: la aplicación de estas pruebas se basa en el niño/a dibuja lo que siente, más que lo que ve o lo que sabe, convirtiéndose así la prueba en un instrumento para el estudio de la personalidad. (Bellack, 1949, 1957; Buck, 1995; Cid Rodríguez, 2002 en Maganto y Garaigordobil 2009).

Algunas dificultades para realizar diagnósticos tempranos en la infancia Si bien la literatura describe cada vez en forma más sistematizada las características de ciertos trastornos, sigue existiendo una amplia brecha entre los primeros indicios que detectan los padres y la realización de un diagnóstico definitivo. Dos ejemplos de lo anterior son el caso de los trastornos como el autismo, caso en que los padres sospechen entre el año y los dos años, el diagnóstico específico es hecho entre los 4 y los 5 años( Wiggins, Baio, Rice, 2006; Frith, Soares, 1993, Belinchón, 2001 en Cortez y Contreras, 2007) y la depresión en la infancia, donde se calcula que más del 70% de los niños, niñas y adolescentes con trastornos del tipo depresivo no han sido diagnosticados correctamente, lo que 19


Editoriales:Características de los Diagnósticos Tempranos en la Infancia

implica que no reciban el tratamiento adecuado HYPERLINK "http://www.guiasalud.es/egpc/ depresion_infancia/completa/apartado04/definicion.html" \l "b41" ( National Institute of Mental Health Advisory Council Workgroup Report, 2001 en Grupo de trabajo de la GPC sobre la Depresión Mayor en la Infancia y en la Adolescencia, 2016) A continuación se describen algunas de las dificultades que pueden estar a la base de estos retrasos. El primer punto a abordar se relaciona con los cambios normales que se producen en el desarrollo normal que está presente en la infancia, de este modo, una de las dificultades encontradas para realizar diagnósticos en la infancia tendría relación con los cambios normales producto del desarrollo que se da en la infancia asociado al crecimiento (Lord, 1995 en Volkmar, Chawarska y Klin, 2005). Otro punto se relaciona con la experiencia y experticia de los profesionales que realizan los procedimientos relacionados a un correcto diagnóstico. Incluso para el diagnóstico de trastornos con una clara expresión clínica como la epilepsia, el diagnóstico depende de la experiencia de los profesionales a cargo (Stroink, Van Donselaar, Geerts , 2003; Leach, Lauder , Nicolson 2005 en Garófalo y Gómez, 2009). Cabe plantear la necesidad de contar con descripciones, pruebas, instrumentos, que permitan realizar diagnósticos certeros, independientemente del nivel de experiencia y experticia del profesional que evalúa. Otro punto se relaciona con las pruebas gráficas y las distintas interpretaciones que se han dado a éstas, producto de las distintas posturas teóricas presentes en la actualidad. Desde que los dibujos se empezaron a utilizar como técnica diagnóstica, ha habido distintas posturas en la interpretación de los mismos, lo que entorpecería la realización de un diagnóstico claro. Algunos estudios, desde una perspectiva evolutiva, analizaron el dibujo como una expresión del desarrollo intelectual; otros estudios, desde una perspectiva emocional, analizaron las producciones gráficas desde el marco teórico del psicoanálisis (Maganto y Garaigordobil 2009). 20

A modo de conclusión, señalar que la evidencia cada vez destaca más la importancia de la realización de diagnósticos tempranos que permitan realizar tratamientos adaptados a las características y necesidades de niños y niñas. Este proceso ha sido definido con sus etapas, quedando de manifiesto las dificultades a la base que están relacionadas principalmente con los cambios normales que ocurren en el el desarrollo, la falta de pruebas objetivas, lo que hace que la realización del tipo de diagnóstico dependa de la experiencia y/o experticia del profesional a cargo y por otra parte, las distintas posturas teóricas respecto a instrumentos como las pruebas proyectivas. Sobre la autora: Daniela Orellana Lizana es psicóloga de la Universidad de Santiago de Chile, diplomada en Psicología Educacional e Infanto Juvenil y Magíster en Psicología Clínica. Se ha desempeñado en ámbitos de la educación y psicología infantil en distintas instituciones chilenas como la Asociación de Padres y Amigos de los Autistas y la Corporación de Educación del Arzobispado de Santiago donde se especializó en el diagnóstico de trastornos del desarrollo e infancia. Actualmente se desempeña como profesional de Recursos Humanos en Fundación Integra. Referencias de imágenes: [Imagen de video animado titulado Sensory Overload de Miguel Jiron] Recuperado de: http://www.upsocl.com/tema/autismo/ [Fotografía de niño leyendo] (s.f) Recuperado de: http://www. psicodiagnosis.es/areaclinica/trastornosenelambitoescolar/ trastornodelalecturaladislexia/


Temática central:

Las disfunciones de los diagnósticos categoriales en la salud mental Por Alberto Ortiz Lobo

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an pasado dos siglos desde que Philippe Pinel delimitara las enfermedades mentales en cuatro categorías (idiotas, melancólicos, dementes y maníacos), hasta la publicación del DSM-5, que recoge casi 400 etiquetas. A lo largo de este tiempo, han desaparecido diagnósticos, han surgido muchos nuevos, otros tantos han sido renombrados… de manera que la actividad de bautizar los problemas mentales es un proceso particularmente dinámico, evolutivo y que depende de la coyuntura social (y profesional) de cada periodo. Esto, desde luego, no sucede con la taxonomía botánica o animal. Los diagnósticos psiquiátricos no son estables a lo largo de la historia porque no son algo sustantivo que existe en la naturaleza y que aparecen a nuestros ojos para ser descubiertos. Se trata más bien de construcciones sociales que intentan conceptualizar e identificar, en cada momento histórico particular, cuáles son los problemas mentales sobre los que se van a poner en marcha distintos procedimientos para gestionarlos. Así, cuando en la actualidad se diagnostica a

un niño de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), se pueden articular, por ejemplo, y dependiendo del contexto, una respuesta sanitaria en forma de atención psicofarmacológica y/o psicológica, una respuesta académica para reforzar el aprendizaje del niño y una respuesta social que permita acceder a una beca o una plaza en un colegio especial. Esta forma de ordenar y simplificar el conocimiento sobre los problemas mentales ayuda a organizar las prestaciones y servicios sanitarios y sociales, facilita la investigación en salud mental y ha permitido que muchos pacientes no se sientan solos y raros e incluso puedan compartir su problema con otras personas que sufren de forma parecida y organizarse en grupos de reivindicación y apoyo mutuo. Sin embargo, la función de los diagnósticos en la práctica clínica, en la investigación, o en el acontecer social, no es tan útil como puede parecer a primera vista, presenta limitaciones y origina problemas graves que tenemos que considerar en su empleo.

Disfunciones clínicas La principal función clínica de los diagnósticos es identificar un problema mental que precisa un tratamiento y sobre el que se puede avanzar un pronóstico. Sin embargo, en un estudio de cohortes realizado en más de 36 mil individuos a lo largo de tres años, se puso en evidencia que los diagnósticos DSM-IV de los trastornos mentales comunes (en el que se incluían los trastornos depresivos, de ansiedad, dependencia a sustancias, etc.) no lograban predecir la necesidad de tratamiento ni el pronóstico clínico. Al cabo de los tres años, casi la mitad de los diagnosticados (44%) no había acudido a ningún tratamiento y además ya no presentaban criterios de trastorno mental alguno: se habían curado espontáneamente del diagnóstico. Respecto a los trastornos mentales 21


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graves, aunque recogen distintos diagnósticos (esquizofrenia, trastornos delirantes, depresiones psicóticas, trastornos esquizoafectivos…), todos tienen un tratamiento psicofarmacológico muy similar y que puede incluir neurolépticos, antidepresivos, anticonvulsivantes y benzodiacepinas. Las distintas etiquetas no conducen a una discriminación de los medicamentos que se prescriben. Tal vez la única excepción sea el litio, que mayoritariamente solo se prescribe a pacientes con trastorno bipolar. Estos datos no pueden sorprendernos mucho: los diagnósticos categoriales tipo DSM o CIE intentan acercarse a un modelo médico en el que los síntomas forman parte de un cuadro clínico reconocible y catalogable, pero carecemos de pruebas técnicas objetivas que los identifiquen y, dentro de este modelo, desconocemos casi todo sobre la etiología, patogenia, anatomía patológica y fisiopatología de los problemas mentales. Un acuerdo temporal de un grupo de psiquiatras es la alternativa que determina la definición de los trastornos mentales, su agrupación y su separación entre sí y de la normalidad. Un acuerdo que puede ser útil en algunos aspectos, pero que no es la “Verdad”, resulta reduccionista en el mejor de los casos y dañino en muchos otros. El diagnóstico categorial supone simplificar en una etiqueta la complejidad del mundo emocional, cognitivo y conductual de las personas. Pero, más allá, el diagnóstico deshumaniza el problema mental, lo convierte en una “cosa”, supuestamente objetivable, sobre la cual actuar. Esta reificación proporciona la categoría de “ser” al problema, se confunde la clínica con la nosología y se niega al sujeto que pasa a ser denominado esquizofrénico, límite u obsesivo, por ejemplo. Desde un supuesto objetivismo técnico, un profesional experto etiqueta el sufrimiento del cliente-consumidor y analiza el tipo de tecnología estandarizada que precisa. Este encuadre favorece un tratamiento protocolizado, que desde luego simplifica la atención clínica, pero que sacrifica al sujeto. De esta manera, un paciente diagnosticado de depresión se puede tratar con un antidepresivo o una docena de 22

sesiones de terapia cognitivo-conductual, por ejemplo. Fuera de esta elección terapéutica, quedan en un segundo plano la biografía del sujeto, su contexto social y familiar, sus expectativas, valores… todo el conjunto de significados en los que aparece el sufrimiento del individuo, que lo contextualizan y que no figuran en la etiqueta diagnóstica que determina el tratamiento. Con el diagnóstico se pretende identificar al paciente pero, en este proceso, también se define al profesional y la relación que se establece entre ambos. Una relación marcada por la verticalidad en la que el profesional se legitima, se despliega y se justifica como tal y el paciente, o al menos su sufrimiento, queda reducido a un nombre. El proceso diagnóstico sella un tipo de vínculo caracterizado por un paternalismo que tenemos que tener en cuenta durante el tratamiento posterior.

Los diagnósticos categoriales han favorecido una extraordinaria medicalización de la vida cotidiana. El crecimiento de las etiquetas, la ampliación de los criterios para cumplirlas y este uso descontextualizado, han propiciado que cada vez más personas puedan cumplir los requisitos para recibir algún diagnóstico psiquiátrico o varios. Los estudios epidemiológicos que se hicieron con el DSM-IV aumentaron la prevalencia de los trastornos mentales a lo largo de la vida a cerca de la mitad de la población. Esto ha traído varias consecuencias: en primer


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lugar, ha aumentado la representatividad social de los profesionales de la salud mental y tanto psiquiatras como psicólogos tienen una mayor consideración e incluso cierta idealización como expertos en mejorar cualquier sufrimiento psíquico, por muy saludable y adaptativo que sea, como en el caso de los duelos. Por otra parte, la industria farmacéutica se ha convertido en los últimos decenios en uno de los negocios más rentables del planeta y tanto los antidepresivos como los neurolépticos han alcanzado ventas extraordinarias. No en vano, el 69% de los psiquiatras que han creado el DSM-5 tenía conflictos de interés con la industria farmacéutica. Finalmente, esta actividad diagnóstica desaforada está exponiendo a un mayor número de personas a los efectos adversos de las intervenciones psiquiátricas y psicológicas de manera innecesaria. Esta expansión de los diagnósticos cruza además todas las fronteras. Resulta llamativo cómo la globalización ha favorecido el colonialismo nosológico. Las etiquetas consensuadas en Norteamérica o en Europa han desplazado las formas locales de nombrar, evaluar y experimentar el sufrimiento psíquico que tenían conceptualizados en cada cultura local de los países en desarrollo. Esta “evangelización de la psiquiatría científica” a través del DSM o la CIE no ha sido útil para las culturas no dominantes, donde la evolución clínica de los problemas mentales graves ya era mejor que en las sociedades industrializadas.

Disfunciones en la investigación Resulta difícil concebir la investigación en salud mental y el avance del conocimiento en ausencia de diagnósticos. Parecen imprescindibles para poder realizar estudios epidemio-

lógicos o de eficacia de tratamientos. De hecho, gracias a los diagnósticos categoriales basados en criterios operativos que se marcaron desde 1980 con el DSM-III, la psiquiatría y la salud mental han podido equipararse, también en la investigación, a otras ramas médicas y de la sanidad. Esto se ha traducido en formar parte del movimiento de la medicina basada en la evidencia (MBE). La MBE y su instrumento de referencia, el ensayo clínico aleatorizado, se han convertido en la forma hegemónica de conocimiento clínico terapéutico en salud mental. La MBE representa la creencia moderna de que las decisiones pueden estar basadas en la comprensión objetiva de una realidad universal a través del diagnóstico, y asume que las intervenciones siempre pueden ser racionales y medibles. El punto de partida es que el diagnóstico psiquiátrico reduce a la objetivación y cuantificación las experiencias internas inherentes a los problemas de salud mental de manera fiable, una maniobra que, como hemos comentado, exige la renuncia de todo lo humano. Esta premisa ha favorecido una investigación abrumadoramente positivista y mayoritariamente farmacológica. La experiencia única y multidimensional del paciente individual es expresada como un punto en un gráfico de dispersión al que se le aplican herramientas matemáticas para producir resultados de una muestra que es estudiada como un todo. Estos resultados se consideran finalmente datos “duros” que nos conducen a estandarizar nuestra atención clínica con todos los pacientes. Al contrario, la investigación cualitativa es la que está idealmente adaptada a la elaboración y descripción de la experiencia personal y es muy útil para establecer el significado que está detrás de las acciones 23


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y perspectivas de las personas. Sin embargo, el aporte de las ciencias humanas a la investigación en la salud mental está absolutamente apabullado por las metodologías positivistas como única estrategia para obtener conocimiento.

descontextualizada y rubricada por un diagnóstico) reduce la discriminación de quien los sufre y permite una mayor integración social. Un aspecto crucial y que es una asignatura pendiente de la salud mental.

Disfunciones sociales

Hacia una narrativa integral basada en el paciente

Nombrar un sufrimiento psíquico con una etiqueta es crucial para que la sociedad se disponga a articular un procedimiento que incluye la exención de obligaciones, la provisión de cuidados especiales y actividades de sanación encaminadas a resolverlo o paliarlo. Sin embargo, este proceso no es inocuo y los diagnósticos también provocan respuestas indeseables en el entorno. Las actitudes negativas hacia las personas diagnosticadas de trastornos mentales están bien documentadas y suponen un grave problema. Estas actitudes llevan a la discriminación en muchos espacios como el laboral, el familiar y el social y, consecuentemente, a que los pacientes se sientan estigmatizados y con menor autoestima. En este sentido, el ejercicio del diagnóstico es una violencia especial que marca al sujeto en su relación con los demás. Una vez que se ha avanzado en la desinstitucionalización de los pacientes graves, el discurso del etiquetado es la nueva figura de la institución manicomial, el nuevo encierro de la locura. Esta nueva camisa de fuerza es conceptual, la expresión primaria del poder psiquiátrico, porque el diagnóstico en salud mental realiza una separación categórica entre la enfermedad y la normalidad, una separación ficticia que puede favorecer el aislamiento social del sujeto. Por contra, se ha demostrado que considerar los síntomas psiquiátricos como reacciones emocionales y comprensibles frente a los acontecimientos vitales (y no como una enfermedad 24

El diagnóstico categorial tiene funciones clínicas, sociales y en la investigación, que pueden ser útiles en determinadas circunstancias, como mantener una comunicación eficaz entre los profesionales, porque de lo contrario sería preciso estar continuamente contextualizando todo lo que decimos. Pero cuando llevamos a cabo esta cosificación sin crítica, sin examinarla, sin recordar lo que es, resulta problemática. Cuando sea imprescindible su uso con fines administrativos, institucionales o legales, al menos hay que contar con el paciente para esclarecer el significado y el propósito de su empleo. Pero en la clínica habitual, es impre sc i nd ible superar el diagnóstico categorial e intentar comprender la complejidad del ser humano, no a través de una etiqueta estandarizada y reduccionista, sino mediante una formulación. A diferencia del diagnóstico que proporciona una foto fija que recoge los síntomas, la formulación permite estructurar toda la información clínica en el contexto de la experiencia única de un sujeto concreto y propone una historia dinámica que nos permite plantearnos distintas hipótesis para comprender y ayudar al paciente. La formulación se basa en una relación más horizontal, en la que el profesional y el paciente co-construyen de manera dialogada una versión singular que da cuenta de lo que sucede de una manera integral. No se busca una verdad sustantiva sino un relato que sea útil


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categoriales. Pero nadie dijo que el ejercicio de nuestra profesión fuera sencillo. Sobre el autor: Alberto Ortiz Lobo, Psiquiatra. Centro de Salud Mental “Salamanca”, Hospital Universitario La Princesa, Madrid. Doctor en Medicina. Profesor del “Máster de Psicoterapia, perspectiva integradora” de la Universidad Alcalá de Henares. Vocal de la Asociación Madrileña de Salud Mental (AEN). Bibliografía: Colina F. Sobre la locura. Valladolid: Cuatro. 2013 Fernández Liria A. Concepto sustantivo y concepto pragmático de la enfermedad mental. En Baca E, Lázaro J. Hechos y Valores en Psiquiatría. Madrid: Triacastela. 2003. 433-452 Disponible en: http:// afliria.info/download/concepto-sustantivo-y-concepto-pragmatico-dela-enfermedad-mental/ Mata I, Ortiz A. Formulación de casos en salud mental: una guía de entrenamiento. En: Trastornos mentales comunes: manual de orientación. Madrid: Asociación Española de Neuropsiquiatría. Estudios 41, 2009 Disponible en: http://documentacion.aen.es/pdf/ libros-aen/coleccion-estudios/trastornos-mentales-comunes-manualde-orientacion/195-formulacion-de-casos-de-salud-mental-una-guia-deentrenamiento.pdf Ortiz A. Hacia una psiquiatría crítica. Madrid: Grupo 5. 2013 Sareen J., et al. Common mental disorder diagnosis and need for treatment are not the same: findings from a population-based longitudinal survey. Psychological medicine 2013; 43 (9): 1941-1951. Referencias de imágenes: Murillo, B. (1668) Bautismo del Señor [Imagen] Recuperada de: http:// www.archisevilla.org/dos-escenas-del-bautismo-del-senor-en-lacatedral/

para comprender y abordar los problemas. Un relato que incluye, por supuesto, los síntomas, pero también los determinantes de la situación actual, acontecimientos que han influido en la descompensación clínica o en su mantenimiento, factores de vulnerabilidad y factores de protección (de naturaleza biológica, psicológica o social), historia familiar y soporte actual, situación económica, laboral, de vivienda, red social, estilos de afrontamiento y rasgos de personalidad, fortalezas y recursos, etc. Particularmente importante es considerar el sistema de creencias y la ideología que tiene el paciente en torno a su salud, cómo se explica lo que le sucede y, a partir de ahí, qué forma de ayuda espera recibir. Desde luego, organizar toda esta información, plantear hipótesis con ella (desde marcos teóricos que pueden ser distintos, dependiendo del profesional y del paciente) y ponerlas en juego, es infinitamente más complicado que contar los criterios operativos que cubren los diagnósticos

Anónimo (ca. 1320-30) La curación de los leprosos [Pintura] (S.F). Recuperado de: https://www.aciprensa.com/noticias/mantengamossolidaridad-con-enfermos-de-lepra-exhorta-el-papa-francisco-34481/ [Ilustración de dos estatuas conversando] Recuperada de: https:// scontent.cdninstagram.com/t51.2885-15/s640x640/sh0.08/e35/1170199_1 523743324594986_990308577_n.jpg?ig_cache_key=MTIwOTAxMzI3 OTU1Njg3MDQzMw%3D%3D.2.l [Imagen de colección de insectos de Ted C. MacRae] Recuperada de: [https://beetlesinthebush.wordpress.com/collection a

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Tema central: El amor existe

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La Entrevista Entrevista a Araceli Franco Por Iris Reyes / Omar Méndez Castillo

Araceli Franco Alcocer

Nació en el DF, radica en Monterrey desde 1999. Es psicoanalista y cuenta con más de 20 años de trabajo en Clínica de niños con problemas del desarrollo, así como con adolescentes y adultos con discapacidad. Está certificada por la Fundación para el Estudio de los Problemas de la Infancia (FEPI) del Centro Lydia Coriat en Buenos Aires, Argentina. Es miembro fundador de AMERPI en la Cd. de México (Asociación Mexicana para el Estudio del Retardo y de la Psicosis Infantil). Fue vicepresidente en dos gestiones de Grupo Teseo (DF), así como diferentes cargos en la mesa directiva en otras gestiones. Araceli fue editora de los dos primeros volúmenes de la revista anual de AMERPI, “Estudios sobre psicosis y retardo mental”. Es miembro fundador del Grupo Tonalli, grupo conformado para el estudio la investigación y atención psicoanalítica en el campo del retardo mental y la discapacidad. También es miembro fundador de REDES (Equipo Interdisciplinario en Atención a los Problemas del Desarrollo). Autora de varios artículos inéditos tanto como publicados en revistas mexicanas del campo del psicoanálisis, psicología infantil y educación. Es co-autora de artículos publicados en revistas internacionales, también co-autora del libro «sujeto, Inclusión y Diferencia: Investigación psicoanalítica y psico-social sobre el Síndrome de Down y otros problemas del desarrollo» publicado por la UAM-Xochimilco. Es integrante del cuerpo médico y miembro del Comité de Bioética de los hospitales de TecSalud; además está a cargo del servicio de Psicología Clínica del CAABI en el Centro de Salud Integral de la misma institución, así como integrante del Equipo del Instituto de Bienestar Integral del Centro Médico Zambrano Hellion/TecSalud. Es interconsultante en los hospitales San José y Zambrano Hellion y profesora de cátedra y supervisora clínica en la carrera de Psicología clínica y de la Salud del ITESM.

1.- Dentro del área interdisciplinaria, en su experiencia, ¿Qué es un diagnóstico en la salud mental? Si hablamos de diagnóstico, debemos primer partir del concepto que entendemos por salud mental. El concepto general al que se acude para hablar de salud mental principalmente desde el discurso médico y algunas corrientes psicológicas; es el definir como “enfermo” a alguien que se desvía de la norma, definiéndosele no por su padecimiento, sino por la comparación y la diferencia que hace del resto, es decir, de la mayoría, pensado en términos cuantitativos y poniendo poca atención cualitativa del problema. Concepto que es un constructo social y que responde a una expectativa y definición social de qué es y que no es salud mental. La salud mental es una noción que se define en función del consenso social, sobre las conductas y los comportamientos, así como las ideas y las emociones que “debe” presentar un hombre sano; por tanto, es un concepto normativo, esto es, ético, político e ideológico. Para la OMS (2013), la salud mental se define como: “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.” Entonces, bajo este concepto de salud mental, hablar de diagnóstico implica el pensar si el mismo es sólo una herramienta que permite saber si los sujetos están o no dentro de esa norma esperada, y cumple con esos parámetros que definen la salud: bienestar, conciencia de sus capacidades, manejo de tensiones de la vida (¿adaptación?), etc. Si partimos de la etimología de diagnóstico, diagnöstikos: ser diferenciado. Una primera definición ligada a la clínica diría que el diagnóstico es proceso por el cual se determina la naturaleza de un padecimiento, sea física/orgánica y/o psíquica. 27


La Entrevista: Araceli Franco

2.- Desde su experiencia, ¿cuál es la diferencia entre un diagnóstico desde la Psicología, la Psiquiatría u otras disciplinas? Existen los diagnósticos basados tanto en el modelo médico-psiquiátrico, como en algunos modelos psicológicos, en los que encontramos que el empleo de los mismos es fundamentalmente con fines de descripción fenomenológica de las conductas, categorización y clasificación de las mismas (etiquetar) y, por tanto, con fines de estandarización (DSM V Y CIE 10). Para tales discursos, la evidencia de la enfermedad es lo objetivable y científico a demostrar, convirtiendo así el síntoma en signo, que permita generar exactitud. Para estos modelos, el diagnóstico es pensado como un proceso a partir del cual es posible orientar e indicar el tratamiento y a su vez hacer un pronóstico respecto a la evolución del mismo. La Psiquiatría busca identificar los signos objetivos de los trastornos de las funciones mentales, pero desatiende los procesos de su determinación subjetiva. Algo del sujeto queda excluido, la verdad del sujeto es ignorada. Bajo esos discursos, el síntoma es concebido como algo tangible y objetivo. Donde los síntomas de los diferentes trastornos se enlistan, se definen operacionalmente y se determinan por anticipado, de acuerdo a un cierto número de síntomas que permitan dar lugar a tal o cual diagnóstico. A diferencia, el discurso psicoanalítico, considera que si el sujeto queda solo reducido a una categoría, se pierde la singularidad psíquica y el sujeto queda oculto tras la mirada de la categoría que lo nomina. Propone insistir en dar importancia del diagnóstico de la estructura, a diferencia del diagnóstico fenomenológico o psiquiátrico, qué solo busca clasificar los síntomas. El diagnóstico es un intento de respuesta a algún tipo de pregunta. Hablar de diagnóstico es hacer teoría; es construir un saber. Cada teoría, recorta el campo particular de los fenómenos clínicos de una manera diferente. 28

Por ejemplo: lo que para una teoría se define como patología borderline, para otra estructura narcisista y para otra neurosis grave.

3.- Desde el psicoanálisis, ¿cómo se trabaja con diagnósticos? Para el psicoanálisis no se trata solo de un nombre o una categoría, ni se limita a poner una etiqueta. Hablamos de un hacer diagnóstico del sujeto, producido en transferencia; lo que da cuenta de la posición del sujeto en relación a su saber y su sufrimiento. El discurso psicoanalítico escucha al sujeto que genera el síntoma, sin pretender colocarlo en alguno de los corolarios de algún manual de los trastornos mentales. El síntoma es escuchado y tomado en cuenta, sin embargo, no es el eje del diagnóstico, ni la meta de la intervención. Bajo esa premisa, no existen dos diagnósticos iguales y ni una forma única de diagnosticar. En la consulta con el psicoanalista se interroga por la relación que tienen las vivencias


La Entrevista: Araceli Franco

del sujeto y su síntoma, apuntando la escucha a dicha relación. El síntoma tiene un sentido como fenómeno que posee un propósito, apareciendo como poseedor de un sentido que tiene una condición subjetiva. El psicoanálisis escucha su palabra, le da lugar en la medida en que reconoce su verdad. Durante las primera entrevistas se debe considerar: el motivo de consulta, la posición del sujeto frente al conflicto, los síntomas principales, así como la historia y la evolución de los mismos, y la capacidad para preguntarse sobre sus conflictos. 4.- ¿Cuáles son los conocimientos, habilidades o experiencia que se necesita para poder hacer un diagnóstico en la salud mental? Desde la Psiquiatría y modelos neuropsicológicos y psicológicos, conocer de los manuales que clasifican los trastornos mentales (DSM V Y CIE 10), conocer sobre aplicación de psicodiagnósticos, psicométricos y escalas diversas que existen. La técnica en psicoanálisis es fundamentalmente la escucha en su relación con el despliegue transferencial que a lo largo de las primeras entrevistas se van construyendo y que permitan ir haciendo un diagnóstico. La importancia del tiempo del diagnóstico es la guía para ir armando el dispositivo de la dirección de la cura. El análisis personal y la supervisión clínica del terapeuta son pilares fundamentales de su formación y su praxis. 5.- ¿Cuáles son las dificultades y los beneficios para hacer diagnósticos en la salud mental desde una solo perspectiva comparada con el trabajo interdisciplinar? En la clínica de los problemas en el desarrollo, de las enfermedades psicosomáticas, de las enfermedades crónicas, por citar algunas, pensarlas de manera unidireccional, disociando lo orgánico de lo psíquico, hoy en día sabemos puede llevar a intervenciones que resulten iatrogénicas. Pensarla igualmente de manera multidisciplinaria, en una sumatoria de disciplinas,

pero interviniendo de manera fragmentaria, lo que produce es un sujeto fracturado y muy alejado de ser pensado y escuchado como sujeto en su singularidad. El diagnóstico nos permite abrir opciones hacia nuevas decisiones, como lo es la intervención interdisciplinaria, vía la interconsulta. La interdisciplinar es una posición ética, que implica que el profesional re-conozca los límites del saber de su disciplina en relación al problema a investigar, dando lugar al reconocimiento de otros saberes que enriquecen el suyo, en la medida en que pueden dar cuenta de otras aristas del sujeto y de su sufrir, que le permiten abordar el problema en cuestión desde una mirada en la que confluyen todos esos saberes, generando un diálogo que enriquezca el saber sobre el sujeto y permita crear las opciones de intervención adecuadas y pensadas de manera singular en relación a ese sujeto en particular.

6.- ¿Qué tipo de diagnóstico utiliza usted en su práctica y cuál es el fin? En mi práctica clínica, tanto en la consulta privada como institucional y hospitalaria, mi posición es interdisciplinaria, considerando en algunos casos la vía de la interconsulta (hacía otras disciplinas tanto médicas, como educativas), cuando así lo considero conveniente en la medida en que nos permite a la persona y a mí ahondar 29


La Entrevista: Araceli Franco

más sobre otros factores que pueden estar también en juego en relación a su situación, padecimiento o síntomas. No utilizo pruebas psicométricas, ni psicodiagnósticas, ni neuropsicológicas, ni hago uso de manuales de medición de los trastornos mentales. Por mi clínica con niños, trabajo con entrevistas con los padres para ir armando la historia del sujeto y sus padres (lo transgeneracional); mientras que en el trabajo que hago con el niño desde la primera entrevista, es a través el juego como herramienta de evaluación y tratamiento con el niño. Mi práctica es a través de la cura por la palabra, sostenida en la transferencia. 7.- Desde diferentes perspectivas y disciplinas existe una controversia en el uso de diagnósticos en la salud mental, ¿cuáles serían las controversias que usted ha observado con respecto al uso del diagnóstico mental? La tendencia a medicalizar la vida es ya una realidad y alcanza áreas que van más allá de la psicopatología. Me refiero a la educación, a la vida familiar, a la vida social, haciendo uso de técnicas psicológicas conductuales que garanticen la normatividad, la funcionalidad y adaptación de las personas. La apuesta que desde el psicoanálisis hacemos algunos, como otra forma de pensar el sufrimiento psíquico, en esa clínica del uno a uno, en el caso por caso, en la escucha al decir de la verdad del sujeto; en la apuesta a su palabra sostenida en la transferencia; en un intento de hacer consciente lo inconsciente, a deshacer, en la medida de lo posible, las represiones, que son las que dan cuenta y condicionan sus síntomas, que le permitan encontrar otras vías de descarga libidinal. La Psiquiatría actual, así como algunas otras teorías psicológicas, cada vez más preocupadas y ocupadas por la clasificación y patologización de las conductas y en infinidad de categorías que día a día se crean, en la búsqueda de erradicar síntomas y no de resolver conflictos, corren el riesgo de hacer cada vez diagnósticos y etiquetas lapidarias y para toda la vida, con una tendencia deshu30

manizante y despersonalizante en su forma de hacer diagnósticos. 8.- ¿Hacia dónde cree usted que va orientado el tema de los diagnósticos en la salud mental? Lamentablemente hay una clara tendencia hacia el tema de la estandarización y clasificación de los padecimientos psíquicos y/o mentales, en un afán de hacer ciencia y replicar tratamientos a través de mayor categorización de conductas de los sujetos, las cuales son patologizadas de manera exponencial. Crecen de manera vertiginosa y paralela, tanto como lo hace la producción de fármacos y las ganancias millonarias de los laboratorios farmacéuticos, cada día en mayor cantidad con la aparición de nuevos medicamentos utilizables para tantos nuevos padecimientos que se van creando y categorizando.

Referencias de imágenes: Sui Generis (2016). Araceli Franco 1.[Fotografía] Sui Generis (2016). Araceli Franco 2.[Fotografía] Sui Generis (2016). Araceli Franco 3.[Fotografía] Sui Generis (2016). Araceli Franco 4.[Fotografía] Fotografía Araceli Franco [Fvotografía]. (2016) Recuperado de: https://www.facebook.com/photo. php?fbid=1027772584016558&set=pb.100003514777492.2207520000.1478634925.&type=3&theater


Dossier

FIC Festival Internacional de Cine de Monterrey Por Redacción

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ste verano, como se ha realizado ya en doce ocasiones, el Festival Internacional tiene varias actividades, además de lo que implica el participar en diferentes categorías. En esta ocasión, el país invitado fue Chile por tal motivo se le otorgo el Cabrito de Plata: Homenaje a la trayectoria Artística a Patricio Guzmán, cuyas películas más importantes se presentaron durante el festival, así como otras piezas que han marcado la historia de este país. También se le entregó el Cabrito de Plata con un homenaje a la Trayectoria Artística a Luis Mandoki, quién estuvo presente para recibirlo y habló de la importancia del cine en su vida. Al final de la inauguración, el director de la película inaugural Diego Rougier presentó su película de comedia llamada ''Alma''. Este año se galardonó también Diana Bracho con el cabrito de cristal por ser icono del cine mexicano con varios eventos en diferentes días. También festejaron los ''100 días de cine'' donde se hizo un recuento de varios cortos y largometrajes que a lo largo de su trayectoria han sido importantes para el festival. Así mismo, con el apoyo de UANL y otras instituciones del estado se proyectaron películas en diferentes municipios. De igual manera, continúan con el proyecto ''Pantalla abierta'' para niños y jóvenes quienes en su mayoría

están situaciones vulnerables, y que durante el Festival ellos pueden ver en una sala de cine su proyecto terminado. Y como en otras ocasiones, sigue Competencia de Cortometrajes para estudiantes, así como muestras fílmicas en diferentes preparatorias y facultades. En esta ocasión se realizó una mesa sobre ''Perspectivas de Mujeres que hacen Cine en Latinoamérica''' que convocó a muchas personas interesadas en el tema provocando un debate sobre el tema. Los ganadores los pueden ver a a detalle en la página oficial del festival: http://monterreyfilmfestival.com/es/noticias/ellos-son-los-ganadores-del-12-fic-monterrey/. Felicitamos a los organizadores del FIC Monterrey, que con su equipo hacen de la experiencia del festival un punto de referencia cultural y artístico en la ciudad; así como agradecerles por sus facilidades. A continuación publicamos, algunas reseñas de los lectores y parte del equipo de redacción.

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Dossier: Festival Internacional de Cine de Monterrey

Algunas ganadoras... Por Iris Reyes

Alma (Diego Rugier, 2015, Chile)

La premisa de la película implica a una mujer que se dice y le dicen ''bipolar''. El conflicto que el director comentó en su presentación era pensar como las personas con este padecimiento pueden llevar una relación de pareja. Entonces presenta la historia de Alma desde la perspectiva de su esposo, a quién conoce desde que eran niños. Rugier intenta hacer de ese drama que implica eso que se considera ''enfermedad mental'' en una comedia de situaciones donde Alma intenta separarse por un mal entendido con su esposo quién hace todo lo posible por recuperarla. Durante su proyección los asistentes respondían positivamente a la película, riendo o con expresiones; aunque la película es muy diferente de otras que se han presentado en la inauguración con un guión simpático, parece que se queda solo en presentar a Alma con lo que se pueden considerar síntomas cliché de ser ''maniaco-depresiva'' o ''bipolar'' con un humor caricaturizado.

El hombre que vio demasiado (Trisha Ziff, 2015, México) Ganador a Mejor Largometraje Mexicano Documental Desde un inicio Enrique Metinides, de padres griegos que solo venían a pasar su luna de miel a México, tiene algo que contar sobre su propia historia. Desde niño empieza a tomar fotos con una cámara que le regalan, que no cualquier niño puede decirse que tuvo ese privilegio en aquellos años cuarentas, sino que además se 32

empieza a interesar en situaciones ''raras'' para fotografiar. Durante su relato en el documental va contando como las fotos parecían que se iban dando sin que el las buscará o se planearan, como encontrarse con momentos fuera de lo común para capturar justo cuando el estaba preparado y como esto empezó publicarse en el periódico desde que tenía doce años convirtiéndose en su trabajo. Cada una de las anécdotas va mostrando quién es Metinides, como le llaman sus amigos y los admiradores de su trabajo. Lo poco convencional de sus fotos que por sí mismas cuentan muchas historias, sus encuadres y calidad han hecho del trabajo de Metinides un ''arte'' que se cura, presenta y vende en todo el mundo. La película es dirigida precisamente por su curadora de cabecera, que le ha editado libros que incluso están agotados. La suerte de que la Ziff estuviera presente para responder preguntas después del filme en el FIC mostró como los espectadores estaban cautivados por la historia. A mí me quedaba la pregunta, ¿de que mueve a este niño a tomar estas fotos? la directora comenta que cuando ha mostrado la película en USA algunos jubilados del ejercito explican ese ''morbo'' de Metinides como si tuviera un ''PTSD'' o trastorno por estrés post-traumático con el que se identificaron ellos al ver el documental. Incluso, una asistente le preguntó a la directora que si tuvo acceso al acervo para uno de los periódicos en los que trabajo, ella respondió que no le fue posible, cuando la asistente le dice que ella le puede


Dossier: Festival Internacional de Cine de Monterrey

facilitar esa parte para una segunda parte del documental la directora respondió ''no sé si ya tuve suficiente con trabajar con esto por 7 años... pero a ver ahorita platicamos''. Ese ''gancho'' ocasiona la obra de Metinides, figura importante del fotoperiodismo en el país, esas imágenes ''sensacionalistas'' que muchos no pueden dejar de ver. El documental además toca el tema de los periodistas que han muerto desde el año 2000 en México y va dedicado a todos ellos.

Bonsái ¿El retrato nice de Monterrey? Por Edén L. Sánchez

Cabezas habladoras (Juan Vicente Córdoba,2015, España) Mención del Jurado en Cortometrajes Internacionales

Cortometraje en blanco y negro que va mostrando las respuestas a las preguntas ¿Quién eres y qué quieres de tu vida? desde niños, jóvenes, adultos, va mostrando los sueños y respuestas breves a preguntas que pueden tomar horas en segundos. Editados de una manera dinámica y con una sencillez en sus tomas va haciendo protagonistas a cada uno de los participantes. Referencias de imágenes: [Fotografía de Luis Mandoki en12 edición del Festival Internacional de Cine Monterrey] Recuperado de: http://www.conarte.org.mx/sala-de-prensa/ luis-mandoki-recibe-homenaje-en-la-inauguracion-del-festival-internacional-de-cine [Imagen de película títulada Alma] Recuperada de: http://anajosefasilva.cl/ espectaculos/alma-supera-los-100-mil-espectadores/ [Imagen de película títulada Cabezas Habladoras] Recuperada de: https:// festivaldemalaga.com/pelicula/ver/1078/Cabezas-habladoras [Fotografía de Enrique Metinides] Recuperada de: http://www.actualmx. com/hombre-vio-demasiado/

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elícula producida y dirigida por Alex Andonie, nos presenta la historia de Marcos, un joven común de San Pedro que se dedica a la venta de bienes inmobiliarios. La trama inicia cuando este joven negocia un local aceptando, como parte de pago, un plymouth negro, para después revender el mismo espacio a otros compradores. Marcos disfruta de su coche, sale a fiestas, almuerza en el puente atirantado y se compra un árbol bonsái, al cual llama "Bonsái"; su mejor amigo, Rafa, bromea refiriendo que apenas cuida de sí mismo. También está María, colega y aparentemente pareja del protagonista, quien le reclama madurez pidiendo entre líneas que le dé su lugar como mujer, no sólo como compañera de trabajo. El rodaje nos presenta diversos elementos muy al estilo Pulp Fiction: charlas en el auto, personas bailando al ritmo de Mía y Vincent, y 33


Dossier: Festival Internacional de Cine de Monterrey

aunque no es un maletín, aparece un árbol del cual no sabemos por qué está aquí. Pero quizás no se trata del bonsái, ni del plymouth, o de la venta de locales; esta película despierta varias dudas: ¿qué es lo que quieren estos tres chicos?, ¿por qué sienten la necesidad urgente de salir huyendo de su ciudad natal para empezar de nuevo? La película fue filmada en calles de San Pedro, lugar que parece ser el mundo entero para los protagonistas, pues no salen de ahí, no hay barrios pobres ni personajes de clase baja y los tres que aparecen son invisibles para Marcos. Este largometraje retrata no sólo la arquitectura de uno de los municipios más ricos del estado, también nos muestra lo que pudiera ser la visión del mundo de tres jóvenes ricos cuya vida parece perder sentido y deciden encontrarlo a través de un plymouth negro. Referencias de imágenes: [Imágen de película títulada Bonsái] Recuperado de: http://www.filmaffinity.com/es/film477258.html

Reseña Coloquio ¿y qué con la locura?

e-diciones de la école lacanienne de psychanalyse Por Iris Reyes

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l pasado mes de Agosto, en la Ciudad de México, se realizó el 2o Coloquio de e-diciones, editorial de la École Lacanienne de Psychanalyse (ELP) titulado ¿Y qué con la locura? Este evento fue pensado fuera del convencionalismo de algunos eventos que hablan de psicoanálisis, donde se invitó a cualquiera interesado en el tema. Previo a este coloquio, en el mismo mes se realizó otra actividad por la ELP en un bar llamado Marrakesh en formato de performance llamado El trastorno de la heterosexualidad cisgénero compulsiva con la Homo/Les/Bi/ Transfobia asociada, poniendo en cuestión estos temas tan actuales desde otra perspectiva.

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La primera parte del Coloquio se inició con Radio Abierta, programa de radio por parte de UAM Xochimilco donde diferentes personas, que en su mayoría han pasado por algún tipo de tratamiento(s) o internamiento(s) psiquiátrico(s), tienen un espacio para hablar de lo que quieran. Este proyecto está basado en lo que se conoce como Radio Colifata del Hospital Borda en Buenos Aires Argentina, pero Sara Makowski, quién dirige el proyecto en la UAM, lo ha ido adaptando al grupo, y se graba también dentro del campus de la Universidad en uno de los jardines un día a la semana. En esta ocasión se grabó durante el Coloquio, y ellos mismos se iban cediendo la palabra o Makowski los iba guiando con señas, iban hablando sobre la “locura”, sus experiencias, haciéndose y haciendo preguntas a los demás asistentes ocasionando risas con preguntas como ''¿y qué con Lacan?” y otras preguntas ocasionando otro tipo de reflexiones. También debatieron a favor y en contra de los diagnósticos entre ellos, todo esto con una dinámica que ellos mismos como grupo ya tienen de alguna manera estructurada. Como parte congruente de la idea de los organizadores de la apertura en invitación abierta al Coloquio, se les invitó a los participantes de Radio Abierta a quedarse al resto de las mesas si ellos querían; muchos permanecieron, otros opinaban o preguntaban cada vez que se iban exponiendo los temas siguientes. Para terminar el primer día la psicoanalista Helena Maldonado presentó su investigación sobre La mirada y objeto en Clerambault, maestro de Lacan que estaba muy interesado en otros temas además de la psiquiatría, mostrando desde otras perspectivas lo importante que la mirada era para este personaje. Cerran-


Dossier: Reseña Coloquio

do la mesa la psiquiatra Laura Falcon desde Uruguay presentó su Loco testimonio hablando de su experiencia profesional y personal con un tono muy conmovedor. Para el segundo día, los temas de la siguiente mesa iban más orientados hacia el psicoanálisis y el “arte” mientras un perfomance donde dos performers desnudos, pintados de blanco y con libros en su cabeza, se sentaban a escuchar entre los asistentes a Jesús Ramírez-Bermudes con su texto Tres mujeres sin palabras. Entrecruzamientos de la clínica y el ensayo literario, a Alberto Carvajal con su tema sobre Van Gogh pintó... ¿a pesar de su locura? y a Inés E. Ramos con su trabajo Cuando un objeto orienta y la reflexión desubica. Algunos de los de Radio Abierta seguían participando con preguntas, otros solo escuchaban. En la 3a mesa se realizó un Conversatorio con el Arte entre Fernando Barrios y el artista Rodrigo Suárez. Este último compartió con todos los asistentes sus libretas de trabajo con dibujos e ilustraciones, y les pidió que fueran asociando palabras, o lo que les hacía sentir,

titulando esto Con Pelos en la lengua. Iba entonces reflexionando sobre su propio trabajo, con sus preguntas e intervenciones, junto con los asistentes. Comentó Suárez que era la primera vez que se exponía su trabajo de esta manera. En un segundo tiempo, Héctor Sosa compartió su trabajo y leyó varios de sus poemas en Qué puedo saber de mí? Paciente psiquiátrico. Dilucidaciones poesía y pintura, incluso dando una copia como obsequio a los presentes. En la última parte los temas fueron en forma de mesa de trabajo con algunos puntos de vista sobre la “locura” con preguntas como ¿Qué tiene que ver Dios con la Locura? de Carmen Tinajero; Manuel Contreras con ¿Cómo interrumpir una disrupción? y Mónica Vázquez cerrando con un fragmento en torno de una presentación de enfermos de Lacan llamada A propósito de una psicosis lacaniana: notas sobre la paranoia. Referencias de imágenes: Sui Generis (2016). Coloquio ELP 1.[Fotografía] Sui Generis (2016). Coloquio ELP 2.[Fotografía]

http://www.e-diciones-elp.net/

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Dossier: 5 Mitos sobre psicoterapia

5 Mitos sobre psicoterapia

Por MC. Luis Gerardo Andrade Rodríguez Medio electrónico: facebook.com/ psicologoclinicoydelasalud

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a psicoterapia es una profesión alrededor de la cual se ha formado una variedad de creencias populares que, en ocasiones, resultan incorrectas. Esto se debe a diversos factores, pero creo que uno de los principales es que los mismos psicoterapeutas lo hemos permitido. Por este motivo, me he dado a la tarea de encontrar y opinar acerca de algunos de los mitos sobre psicoterapia que frecuentemente se escuchan en nuestra sociedad. Esclarecer las falsas creencias sobre la psicoterapia beneficia tanto a los psicoterapeutas como a la comunidad, pues es una profesión indispensable para el bienestar individual y social.

Mito no. 1: "Si vas a psicoterapia y no te funciona, entonces no puedes ser ayudado" Cada psicoterapeuta es único, independientemente de la corriente teórica que utilice; por lo tanto, cada uno tiene su estilo particular y observa cosas diferentes en sus pacientes. En la entrevista inicial, tú también puedes entrevistar al psicoterapeuta y preguntar por su forma de trabajar, qué busca lograr en sus pacientes, cómo describe su estilo, cómo pretende alcanzar su objetivo en la psicoterapia, etc. Si estás de acuerdo con sus respuestas, puedes acceder a iniciar un proceso de psicoterapia. Sabes que estás con el psicoterapeuta adecuado para ti cuando te sientes a gusto con su trabajo y tu vida mejora satisfactoriamente. De no ser así, puedes comentárselo y buscar una solución o buscar otro psicoterapeuta que te ofrezca el tipo de ayuda que buscas. Mito no. 2: "La Psicoterapia con orientación psicoanalítica siempre es muy larga y sus resultados aparecen muy lentamente". El Psicoanálisis trabaja sobre la demanda particular del paciente y sus objetivos relacionados. Si bien es imposible realizar un psicoanálisis completo sobre una 36

persona, hacer un análisis de su demanda sí es posible. Dado a que el proceso psicoanalítico depende de la demanda, entonces durará tanto como el paciente lo desee y progresará tan rápido o tan lento como el paciente se mueva. Las demandas de análisis van y vienen, así que no podemos hablar de un psicoanálisis eterno, pero sí de periodos de análisis en los que el paciente puede entrar y salir cuando así lo desee. Mito no. 3: "No debo relacionarme de ninguna manera con mi psicoterapeuta fuera del consultorio"

Un psicoterapeuta no es un compañero de trabajo, ni un conocido, ni un amigo, ni un coach, ni un familiar, ni un amante, ni un extraño... Entonces, ¿qué es? Esta incógnita puede generar angustia y provocar incomodidad cuando hay un contacto personal fuera del consultorio. Yo propongo dividir la relación entre psicoterapeuta y paciente en dos niveles que funcionan constantemente y operan simultáneamente, es decir, el nivel "psicoterapéutico" y el nivel "humano". En el nivel psicoterapéutico, el afecto entre el psicoterapeuta y su paciente es tomado como un canal mediante el cual el psicoterapeuta puede obtener, analizar e interpretar información sobre el paciente con la finalidad de facilitar los cambios terapéuticos que éste busca. El nivel humano se mantiene funcionando a la par. En dicho nivel, desaparecen las etiquetas y ya no hay ni "psicoterapeuta" ni "paciente" sino sola-


Dossier: 5 Mitos sobre psicoterapia

mente dos seres humanos. Entonces, la relación adquiere las características afectivas que tiene cualquier relación entre dos humanos. El afecto del nivel "humano" permite que surja el nivel "psicoterapéutico" y a la vez lo sostiene; sin embargo, ambos trabajan de forma paralela y uno no interfiere en la función del otro. No hay necesidad de angustiarse y huir del psicoterapeuta si tienes en cuenta que es un humano como tú, el cual puede estimarte o tú puedes estimar como a cualquier otro ser humano. Mito no. 4: "La psicoterapia es muy costosa" Si analizamos el término "costoso" nos daremos cuenta de que se trata de un concepto relativo y circunstancial. Por ejemplo, pagar $1000.00 por un chicle nos puede resultar costoso, pero pagar $1000.00 por una casa nueva, ¡sin duda nos parecerá una ganga! Entonces, veremos que la definición de "costoso" está ligada a la relación costo-beneficio de cada asunto en particular. Lo mismo sucede en el caso de la psicoterapia, la cual tiene un costo, y este se percibirá bajo o alto dependiendo de los beneficios que se obtengan de ella. Mi recomendación es probar, observar la relación costo-beneficio que se presenta y evaluar si la psicoterapia que llevas te resulta muy costosa, de costo justo o si en realidad es una ganga. Mito no. 5: "La salud mental no es una prioridad" La palabra "prioridad" hace referencia a la importancia de la anterioridad de una cosa con respecto a otra; asimismo, la importancia es un concepto relativo cuyo significado depende del contexto en el que se utilice; por tal motivo, las prioridades son diferentes y únicas para cada persona. No puedo decidir cuáles deben ser las prioridades de la gente, pero sí puedo explicar porque la salud mental es una prioridad para mí... Nuestro bienestar integral proviene de nuestra adecuada salud física y mental. Si se pierde la salud mental, también se pierde el bienestar integral, dando como resultado un deterioro en la calidad de vida en general. La salud física y la salud mental interactúan y dependen una de la otra. Es por esto que una mente saludable generará ciertos hábitos de

comportamiento que influirán positivamente en la salud física y el bienestar integral. Una salud mental adecuada promueve los buenos hábitos alimenticios, de higiene, de sueño y de auto cuidado, lo que se verá reflejado en una buena salud física. Del mismo modo, la salud mental promueve una buena autoestima, lo que favorece la correcta expresión y autorrealización de la persona. La salud mental está ligada a todos los aspectos del ser humano, por lo que su estado afectará de forma positiva o negativa al bienestar integral. Por esta razón considero a la salud mental como una prioridad, la cual puede atenderse en psicoterapia cuando se crea necesario. Sobre el autor: Luis Andrade egresó de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León en el 2011 y posteriormente egresó de la Maestría en Ciencias con orientación en Psicología de la Salud de la misma universidad en el 2015. Actualmente se dedica a la consulta privada de psicología clínica en la que tiene más de 6 años de experiencia. Se especializa en psicoterapia individual, de adolescentes, de pareja, hipnoterapia y asesoramiento psicológico en enfermedades crónicas. Referencias de imágenes: [Imagen de mitos sobre los Psicólogos] recuperado de: http://centrogpa.es/node/18

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El mito de la caverna de Alicia Por Edén L. Sánchez

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A mi analista

rase una vez, al otro lado del árbol de la vida humana, el mundo pasado que nos vio nacer, aquel que se ha renegado por milenios y del que la gente no quiere saber porque tiene miedo, miedo de aceptarse uno con la naturaleza a la cual ha intentado fervientemente destruir… ¿Sabes? Yo siempre he elegido ser conejo en cada vida. Dicen que en la evolución del alma uno reencarna a un ser superior, se supone que ser mujer o humano es una de las escalas más altas antes de la iluminación, pero no estoy de acuerdo. ¿Cómo podría considerarme superior si me alimento de la sangre de otros seres vivientes? Yo no seré más que un simple conejo comeyerbas, pero me gusta ser así: blanco, chiquito, de nariz chistosa. Después de cada vida que termino, llego a la estación de las almas donde siempre me preguntan lo mismo: ¿por qué no quieres ser humano? Es que no es lo mismo alimentarte por instinto que por placer; me daría tristeza tener que vestirme del dolor de otros congéneres; no me gustaría comer conejo porque su carne sabe más rica por comer zacate; me rehúso a ponerme un labial que probaron antes en mis amigos los chimpancés. No sé, eso de la humanidad no me llama la atención. Prefiero seguir conejo en este mundo y esperar a la siguiente Alicia que quiera saber por qué, sentarla conmigo para contarle la historia universal y ayudarle a reparar su caverna. Cierto, a eso has venido, por el chisme de saber sobre el mito, también por eso me in-

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comodan los bípedos esos llamados persona, uno no sabe si preguntan por morbo o por la genuina curiosidad de saber. En fin, verás, antes de ser un conejo comeyerbas, fui un conejo de la paz y del amor; éramos una legión reducida de criaturas que ayudábamos a los damnificados del espíritu, acompañamos a varias generaciones de humanos y mujeres en el mundo después que Gaia pereció. Verás, una vez extinto el mundo que conocí, el resto tuvimos que adaptarnos. Ha sido difícil. Antes a los niños se les respetaba, eran cuidados, amados; las tundas no existían, y se alimentaban sus sueños permitiéndoles experimentar; pero eso fue en el pasado, uno muy lejano que casi siento ya no recordar. He de aceptar que cuando empecé el oficio de las cavernas me aterroricé; la herencia de Gaia fue permitir a las personas tener una caverna en la cual pudiesen habitar para vivir sus vidas de forma normal, criar a su prole o compartirlas, lo importante era que ese lugar era propio y dependía de cada quien el estado en que las tenían. Algunos colocaban puertas de madera en la entrada, o piedras; había cavernas pequeñas, otras grandes, largas, anchas, muy oscuras, agujeradas, con moho, lodo, agua… uff, había una gran variedad, y como podrás imaginarte, todas únicas. Los damnificados del espíritu eran quienes solicitaban ayuda; no podría decirte características generales de sus cavernas, lo que si te puedo decir es que había algo que les dolía mucho en el corazón, esto les hacía morir por


Maktub

dentro provocándose enfermedades para luego morir de verdad. Recuerdo muy bien a Alicia, ella me llamó después de dos intentos fallidos previos de destruir su cueva. Mo confiaba en que yo pudiera ayudarle. La primera vez le dijeron que se mantuviera cerca de las puertas, en la luz, que ir más adentro no era importante, que tenía que empezar a ser productiva para ayudar a sus progenitores, lo intentó pero no resultó; se ocultó en su caverna creyendo que la segunda vez sería mejor, no estuvo tan mal, pero su acompañante quería obligarla a entrar en la oscuridad a matar bichos y arrancar yerba venenosa sin protección, esto la dejó petrificada. Entonces llegué yo, y me aceptó. Alicia no era una persona fácil. Tardamos mucho en poder entrar a su caverna. Antes de eso tuvimos que pasear muchas veces fuera de ella. — No quiero — dijo — tengo miedo que salga un monstruo y me coma. — ¿Y si no te quiere comer, por qué no le invitamos una taza de té? — le dije. Hicimos una lámpara, ella me pidió que yo la cargara para iluminar el camino hacia dentro; realmente era un lugar muy oscuro, a veces la luz artificial no era suficiente, pero cada vez que veíamos algún bicho, yerba o moho que impedía la producción de luz, examinábamos el objeto o lo invitábamos a salir de ahí. Para nada fue sencillo, al contrario, había días en que Alicia se atoraba entre matorrales enlodados y caía, se lastimaba, yo le ayudaba a limpiar sus heridas, le animaba a seguir adelante a pesar del dolor. Con el tiempo, empezó una producción natural de luz, su caverna no era perfecta pero entendía mejor las razones de las grietas, las manchas, los bichos. — Es que la oscuridad no llegó solita aquí, alguien la puso. Nadie me dijo que podía crear mi propia luz, nadie me ayudó a quitar la maleza, parecía que todos estaban contentos con mi caverna defectuosa y más aún con mi aparente incapacidad de repararla — me dijo una vez. Era doloroso verla tan frágil, tan necesitada de un amor que debería haber sido y no fue, ese que te dan cuando estás chiquito, sólo por ser quien eres.

Un día me dijo que estaba agotada, que no quería verme más; yo acepté, no sin antes expresarle que estábamos en un momento sumamente importante del camino; además, no mentiré, le tenía cariño. — Pero es que quiero andar sola un rato, quiero intentar adentrarme yo sola, curarme mis heridas, sacar a los bichos. Quiero cargar por mí misma la lámpara, porque no siempre vas a estar aquí. Con el tiempo me fui cansando, varias vidas tuve ese oficio, hasta que ya no pude más, me resultaba lastimoso ver tantos espíritus damnificados; nunca pude entender por qué, a pesar de su sufrimiento, los progenitores se empeñaban en generar el mismo dolor en su prole, después se deslindaban de su responsabilidad diciendo que cada quien elegía cómo hacer su caverna, pero es como dijo Alicia: “la oscuridad no se puso solita ahí”. Ese mundo de las personas evolucionó, y yo ya no pude más, de vez en cuando atraviesan el árbol y vienen a verme, pero ya no hago ese tipo de acompañamientos. Sí, alguna vez fui un conejo del amor y de la paz, pero ahora no soy más que un conejo comeyerbas, aún tengo algo de ese oficio en mi corazón, muy adentro, y cuando Alicia quiera volver, con gusto volveré a ayudarla. Referencias de imágenes: Salazar Betancourt, S.G. (s.f.) Niña y conejo [Dibujo]

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El acto

Por Ale Miranda Hay pesos que alivianan como el peso del cuerpo amante sobre el cuerpo propio (lo propio sobre lo amado)

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iviso tu sombra entre rastros de estrellas distingo en ella tu sonrisa y siento el inevitable nacimiento de la mía tras la ventana las montañas ensimismadas tan horizontal y hermosamente colocadas como pasa a estar tu cuerpo encima del mío peso que me alivia olor que me cautiva afuera las hojas mueren, tornándose cafés los pétalos se secan, experimentando la rigidez pero la muerte contigo es graciosa cada noche se disfruta y se goza.

Encuentro No pudo haber sido otro el viento que avivara y calmara al mismo tiempo mis aguas permeadas desde siempre por la fantasía sin la cual no hubiera podido ser Alejandra. No pudo haber sido otro viento el que me erigiera soberana y me diera un motivo para abandonar el océano abisal de mis entrañas. Benditos otros que te dejaron ser y bendito tú que ya emancipado retornaste sin vacilación alguna a erigirme ahora amante y amado.

el silencio sigue aquí lo escucho a través del tic tac del reloj a través del viento y las hojas cayendo a través de las voces vecinas y las zancadas infantiles no me falta ni el pensamiento que te piensa ni el deleite que me da el morder la fruta fresca el escurrimiento de sus jugos en los poros de mi piel. No me falta nada cuando estás lejana cuando no te tengo ni en mi pensamiento en cambio, hay tanto que me sobra me sobran un par de pechos desnudos y unas inmensas ganas al acostarme me sobran una boca ansiosa y unos dedos temblando a causa de la cafeína tantas palabras, tantos enunciados buscando que les pongas tú un significado tanto que no por sobrarme es sobrante risas y caricias labios y sudor espacio en mi cama entre mis brazos y mis manos. No, cuando no estás aquí no me falta absolutamente nada lo que me pasa con ella es que me sobra si no estás aquí hasta la falta me sobra.

Falta sobrante No, no me falta absolutamente nada cuando te marchas y te mantienes lejana los rayos del sol aún tienen la fuerza para colarse entre la cortina y la pared para transformarse en esta mi sonrisa en esta alegría mía 40

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En construcción El amor es político Por Baruch Martínez Treviño

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a constante en las relaciones interper- la convivencia en las plazas y las calles. Los rostros se volvían a los dispositivos móviles para sonales4 son los desconocimientos que capturar la imagen representada desde la exgeneramos de nosotros mismos; lo más tensión del brazo o, con prótesis de la soledad: común es el odio y el resentimiento desde su selfie stick para lograr capturar las fotos en el disfraz moral: la eficacia pura del miedo, una fuerza reactiva que limita la vida de los demás. memorioso celular. Lograr una sonrisa se volvió toda una travesía Vernos al espejo y (no)saber que vemos más las necesidades de presentar un gesto específi- de la espontaneidad, las sonrisas se volvieron co a los demás. Gestos que divergen, cambian, marcas registradas con filtros sobre filtros: una instantánea de la objetivación de mi proceso vinsegún las situaciones en las cuales los códigos sociales nos limitan a determinada gesticula- cular. Un día le escuché decir a Pablo Fernández Christlieb que andar en la calle y encontrar una ción. El gesto se convierte en un intercambio a otros fines utilitaristas en lugar de una apertura sonrisa es urbanismo puro; y sí, a veces hasta con los otros. atemoriza un poco. Lo político es el empuje de la vida en su mulLo que comparto de la visita a este lugar (más tiplicidad. La multiplicidad es creativa desde la allá del reconocimiento como pueblo mágico potencia que logramos en nuestras prácticas del que cualquiera puede leer en Internet) es que sí mismo donde tensionamos “las verdades” que el encuentro con los demás estaba mediada por nos constituyen como inamovibles, verdades de tu poder adquisitivo, según lo que logres “gastar” sí mismo mediadas o no, pero jamás alcanzadas podrías tener encuentros con demás personas a ser dichas (incluso, cuando creamos que las en determinado lugar. Por ejemplo un café conocemos doy la bienvenida a la duda). costaba más de 45 pesos, digo las cafeterías Pero circulamos en espacios con puertas “tradicionales”, no las que ya conocemos; los cerradas, con caminos espinosos, con aceras conciertos más de 500 pesos; y en la calle, la repletas de productos que hacen del “encuentro” gente en sus celulares. un resultado de un intercambio económico. Como contra-ejemplo un día estaba sentado *** en una banca en la plaza central de la misma Recién fui a San Miguel de Allende, ciudad ciudad y unas cuantas personas se acercan y se fundada en 1542, llamada también “la fragua sientan cerca de mi, empiezan a reír y demás de la independencia mexicana”. Es un lindo asuntos, luego sacan su celular y una vara larga lugar colonial, calles empedradas y muchos para tomar una foto a la distancia y lograr que centros comerciales al aire libre. Por decirlo todos salgan. Ya habíamos cruzado miradas, ya habíamos devuelto, sólo un poco, un breve gesto así, la mercantilización no sólo estaba dentro de simpatía. Entonces les pregunté si querían que de los establecimientos, sino que era parte de 41


En construcción: El amor es político

yo les tomara la foto, a lo cual respondieron que no, que estaban bien, sólo me reí un poco y volví la mirada al frente sin dejar de estar “al tanto” de cómo iba progresando su empresa para lograr capturar una solipsista imagen en conjunto. *** El asunto hay que plantearlo en términos generales, evitar atribuir consideraciones individualizantes. Lo que refiero es que las mediaciones para el encuentro se vuelven a tal punto sobre-saturadas que, cualquier cosa que logre encerrarnos en nosotros mismos, al voltear constantemente a la pantalla, al voltear constantemente al espejo, al voltear constantemente a lo que no logra capturarnos cuando queremos “ver adentro” de nosotros y, necesaria y paradójicamente, buscamos la aprobación de la multitud de imágenes inanimadas que nos viste desde los mostradores. Es como quedarse viendo al vidrio que divide el producto de mi “deseo” de adquirirlo hasta transformarme, poco a poco, en lo que se vende, en lo que pasa del otro lado 42

del vidrio, en lo que sólo es visto y el vidrio, nuevamente, refleja en el que observa (en otra persona que observa), este juego del adentro y el afuera, de la imagen que se me ofrece, mi reflejo y mi deseo de adquirirlo. Y así, vamos pasando de un mostrador a otro hasta volvernos pura transacción. También los colores que quieren capturar el amor están en venta. Pero son más los colores, es mucho más tomarnos de nuestro vacío y nuestros afectos para vendernos la posibilidad de felicidad y de amor, la posibilidad de alegría y ligereza, la posibilidad de sabernos que otros dan la posibilidad. Y entonces es más la potencia lo que nos venden, la potencia pensada desde lo que tu no puedes, pero hay prótesis de felicidad y de amor que se venden; el oropel cambia conforme cambia los pestañeos, los reflejos, los colores, los aromas; al final, sólo tienes potencia encapusulada que te muestra impotente. El amor no tiene colores, ni sabor, ni olor, ni forma, ni nada. Es el constante ir hacia lo ina-


En construcción: El amor es político

prensible, hacia lo inenarrable, hacia la fuerza que nos cruza y nos abre en el encuentro que acontece al romper cualquier punto de anclaje con la realidad. Y de esta fuerza, la vida y el amor se vuelven múltiples en sus efectos; múltiples porque por el cuerpo cruza el amor y lo potencializa al volverlo fragmentado, encarnecido en lo que no logra nombrarse como algo. Quizá nos aproximemos a decir qué nos pasa, pero siempre faltará algo que atraviesa al cuerpo al romper la idea de identidad o unicidad. Entonces esta fuerza habrá que reinventar las formas y modos en las cuales consideramos los encuentros. Es sabernos desnudos y desde aquí abrir otros caminos, otros sentidos, otras formas de nombrarnos fuerza. La fuerza del amor es lo que se recupera en el andar político, o mejor dicho, la fuerza es político-amor porque busca la alegría y la vida que es múltiple y diversa. El andar que es político por la fuerza que empuja lo que no termina de nombrarnos, lo que no logra quedar en cada acto, palabra o encuentro. Traer a cuento la breve historia sobre San Miguel de Allende es para remitir a las mediaciones que limitan o dirigen los encuentros: intercambio monetario, comercialización de los recuerdos, las fotos, los gestos, mostrar otra cosa que interrumpe el encuentro. Esta limitación

(que no es exclusiva de una zona turística) es la constante de nuestras relaciones interpersonales. Pero las limitaciones se vuelven excesivas cuando son usadas desde las instituciones sociales al moralizar el amor con relación a la familia monoparental, con relación a la identidad sexual y de género, cuando nos ofrecen un deber ser formado con la sangre del Bien y del Mal. La mediación, el acto de volver ajenos a nosotros mismos la posibilidad de amar (se dice enajenación), y extraernos la fuerza como algo vendible: esto es negar la política como potencia de vida en la multiplicidad. Por esto el amor es político, porque el amor no es una cosa única, no es y no logra ser lo que moralmente nos dicen que es amar según la relación entre hombre-mujer. La multiplicidad del amor es saber que la fuerza no puede subordinarse a los presupuestos morales. La multiplicidad del amor, que es fuerza hacia la vida y la alegría, se potencializa en encuentros entre nosotros sin mediación: esto, sí, es muy terrorífico. Por eso la moral tiene muchas batallas ganadas, trabaja desde el miedo para limitar cualquier otro despliegue múltiple de la potencia del amor. Entonces, el amor es político porque es fuerza y al ser fuerza necesariamente choca y se confronta con límites morales, mediáticos (capitalistas) e institucionales. Amar es un acto político. Referencias de imágenes: Martinez Treviño, B. (2016) Imagen de la iglesia de San Miguel [Fotografía] Martinez Treviño, B. (2016) Imagen de la marcha de la dignidad [Fotografía]

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La función esencial del diagnóstico Por Iván Guerrero Vidales | gv.ivan8@gmail.com

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uando uno piensa en la función del diagnóstico en la salud mental es usual que lleguen a la mente una serie de imágenes asociadas a la enfermedad. En mi opinión, esto sucede debido a que partimos desde una perspectiva médica desde la cual el diagnóstico se entiende como la «determinación de la naturaleza de una enfermedad mediante la observación de sus síntomas» (así es como define la Real Academia Española la palabra diagnóstico). Para satisfacer esta función, la psicología clínica ha abordado la situación partiendo de la premisa de solucionar el problema que aqueja a una persona y para ello cuenta con una amplia variedad de herramientas como inventarios, escalas, test, que miden diversos dominios de la persona como la inteligencia general (Escalas Weschler, Test Terman Merril, etc.), la personalidad (MMPI-2, 16PF, Rorschach, etc.) o neuropsicológicas para identificar un posible daño cerebral (Baterías de Halstead-Reitan o Luria-Nebraska). Es imprescindible estar abiertos a los aspectos negativos de la realidad psíquica y de sus síntomas físicos que conforman un cuadro patológico pero, a mi juicio, esta es una evaluación parcial de la realidad de la persona, ya que el diagnóstico no solo debe ser útil para identificar la enfermedad sino también lo que hace que las personas tengan un comportamiento o rendimiento óptimo en sus vidas. Partir desde esta premisa permite abordar un aspecto importantísimo de la definición de salud mental de la OMS, que la define como: un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades (Organización Mundial de la Salud, 2016).

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Por lo anterior sugiero que al hablar de la función del diagnóstico en un encuadre clínico de consulta psicológica, consideremos cumplir con las siguientes dos facetas: la primera, en la que el especialista se enfoque en identificar las aflicciones que sufren las personas frente a alguna desgracia, ya sea propia, de los seres queridos, de su entorno; la segunda, en la que la atención se dirija en apoyar a la persona a que identifique las características positivas de su personalidad y otros elementos que puede utilizar para resignificar su experiencia negativa en algo positivo, tales como la gratitud como práctica o el optimismo como estilo explicativo. Para lograr esto se pueden utilizar una serie de herramientas. Por ejemplo, la encuesta VIA (Values In Action) en la cual, a través de una serie de preguntas que no toman más de veinte minutos en contestar, la persona puede identificar sus fortalezas de carácter (character strengths), que son rasgos positivos definidos como «la disposición de actuar, desear y sentir que involucra el ejercicio del juicio y conducen al reconocimiento de la excelencia humana o instancia del florecimiento humano» (Yearley 1990, pg. 13, citado en Park, Peterson & Seligman

2004, pg. 604). Esta encuesta se puede contestar de forma gratuita y sería un apoyo invaluable e indispensable en la labor de diagnóstico con miras al futuro, ya que han demostrado tener un impacto positivo en el bienestar de las personas cuando las ponen en práctica. También se pueden utilizar herramientas como el Meaning In Life Questionnaire (Cuestionario de Significado en la Vida) para identificar qué tan involucrada y motivada se siente una persona en cuanto al esfuerzo de la búsqueda de significado o profundizar en el conocimiento del significado en sus vidas; el Quality of Life Inventory (Inventario de Calidad de Vida) para identificar la satisfacción que siente la persona actualmente sobre su vida en diversos ámbitos (Positive Psychology Center 2016). Por supuesto que no es una lista exhaustiva de herramientas útiles y confiables para medir el bienestar subjetivo de las personas o para identificar el valor de la búsqueda del significado y la satisfacción de la vida, mucho menos pretendo indicar que estas son las mejores opciones a utilizar en todos los casos en que se realiza un diagnóstico mental; sin embargo, tomarlas en consideración sí puede proporcionar una 45


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del evaluado en su proceso de autoconocimiento, como para el evaluador en su práctica diagnóstica. Bibliografía: Organización Mundial de la Salud. (2016). Salud mental. [online] Recuperado desde http://www.who.int/topics/ mental_health/es/ Park, N., Peterson, C., & Seligman, M. E. (2004). Strengths of character and well-being. Journal of social and Clinical Psychology, 23(5), 603-619. Recuperado desde http://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download?doi=10.1.1.473.1295&r ep=rep1&type=pdf Positive Psychology Center (2016). Questionnaires for Researchers [online]. Recuperado desde: http://ppc.sas.upenn. edu/resources/questionnaires-researchers Referencias de imágenes: Martinakis, A. (2012) Pax-Humana (the new era) [Ilustración digital] Recuperado desde: http://adamakis.blogspot. mx/2012/01/pax-humana-new-era.html Martinakis, A. (2012) Where your thoughts meet mine [Ilustración digital] Recuperado desde: http://adamakis.blogspot.mx/2012/05/whereyour-thoughts-meet-mine.html Martinakis,

base de la cual podemos partir para realizar un diagnóstico total. La identificación de estas características positivas de la vida de la persona no solo cumple con la función de autoconocimiento en un proceso de atención clínica, sino que también pueden ser útiles para afrontar el problema que derivó en la consulta y para establecer el objetivo del diagnóstico a partir del cual se desarrollará la estrategia psicoterapéutica. Además, estamos atendiendo la naturaleza completa del ser humano, porque del mismo elemento que derivó en la aflicción del pasado, se puede reconstruir la satisfacción presente y mirar con esperanza la vida futura. Es preciso ampliar nuestra perspectiva hacia la contemplación de ambas realidades de la naturaleza humana, ya que una depende de la otra y juntas facilitan el aprendizaje de vida necesario para enfrentar retos cada vez mayores. De este modo, al momento de seleccionar la batería de pruebas para establecer un diagnóstico en salud mental, recordemos incluir escalas que identifiquen las variables positivas de la persona, que estoy cierto y convencido de que rendirá grandes beneficios hacia la experiencia 46

A. (2016) The Wise Eye [Ilustración digital] Recuperado desde: http://adamakis.blogspot.mx/2016/02/the-wise-eye.html

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Entre MEMOrias y locura Terremoto en Ecuador, mi experiencia dos meses después (1 de 2) Por Guillermo Rocha

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l domingo 16 de abril la zona costera de Ecuador se vio sorprendida por un terremoto de 7.8 grados que trajo daños irreparables, principalmente la muerte de cientos de personas. Dos meses después me enteré de esto mediante algunos grupos internacionales enfocados en emergencias psicológicas en los que participo. Ahí surgió mi interés en intervenir. En la semana siguiente contacté por redes sociales a Karla Morales, directora de Kahre. org, un grupo de jóvenes voluntarios que promueven iniciativas de apoyo humanitario para afectados por distintas situaciones, en este caso por el terremoto.

Durante dos semanas realicé mis preparativos, me vacuné contra todo lo necesario y ante algunos comentarios de desaprobación por mi

interés en apoyar, dejé todo en orden y con el apoyo del Dr. Álvaro Aguillón, director de la Facultad de Psicología, emprendí el viaje. Después de algunas horas de vuelo mi primer reto fue ante la unidad de control migratorio de Ecuador, que en respuesta a que no llevaba una petición oficial que fundamentara mi labor en su país, me subió a un avión de regreso a México. A punto de despegar con toda la desilusión cargando, la fundación Kahre consiguió la petición necesaria y pude quedarme.

Estuve medio día en Guayaquil y la madrugada siguiente salí, junto con los representantes de Kahre, a San Vicente, zona costera a 4 horas de camino en carretera. Mientras llegábamos a 47


Entre MEMOrias y locura

este lugar empecé a ver los daños causados por el terremoto: edificios llenos de grietas, áreas desiertas donde me comentaron que antes había casas o negocios. Así, llegamos por la mañana al centro de acopio, la bodega de una ferretería que donó el espacio para apoyo de los afectados y el lugar que sería mi estancia durante tres semanas. Apenas llegué y armé mi tienda de campaña para empezar a ayudar en el acomodo de lo recibido por donadores y que posteriormente sería repartido a la comunidad cercana y zonas lejanas. El mismo día me uní a un grupo dirigido por Ezequiel, un bombero que dirige las operaciones de Kahre, que junto a un militar guiaron a un grupo de empresarios que viajaron desde Japón con la intención de aportar. Recorrimos zonas adentradas en la sierra y poco a poco empezaban a aparecer campamentos improvisados por familias desamparadas que esperaban a alguien para ser ayudados; en la entrada de cada campamento había letreros que pedían ayuda, marcaban el número de personas que ahí se encontraban, dividiéndolos en niños, adultos, adultos mayores, y el sexo de ellos. Casas derrumbadas, escombros en el camino, familias viviendo bajo una lona, etc. El daño y la necesidad se presentaban de muchas formas que me parecían salidas de una película. Pude platicar con algunos de ellos, les era raro que un psicólogo estuviera por allá y más que fuera Mexicano; algunos me comentaban sus necesidades físicas primero y luego las emocionales; otros hablaban de cómo vivieron el momento del terremoto y en un momento me di cuenta que ya tenía todo un grupo tratando de dar sentido a lo ocurrido. Hablaban de las pérdidas: los seres queridos, los animales, sus pertenencias, sus casas, todo eso que el terremoto se llevó; me ofrecían lo poco que tenían, desde un pan hasta un vaso de 48

agua, esta ultima muy escasa por esos rumbos; yo sólo podía regresarles algunas palabras que pudieran servir de aproximación a un bálsamo para su dolor. Me preguntaban sobre mi país, las novelas, el Chavo del Ocho y la violencia. Pronto me hicieron sentir en confianza. Después de algunas horas regresamos al centro de acopio, siendo de noche una familia cercana nos invitó a cenar para luego regresar a las tiendas de campaña a dormir. Esa madrugada, a las 3, llegó un camión lleno de víveres trasladados desde Quito; a esa hora lo descargamos y ya empezaba otro día de actividades. Los días siguientes se trató de conocer San Vicente y su gente. Paulo, un Argentino que interrumpió la aventura de un viaje de 6 meses por Latinoamérica para unirse de voluntario, me acompañó todo el tiempo y ayudó a adaptarme. Paulo era probablemente la persona mas querida en la zona, conocía las necesidades de la población y hacía lo imposible por apoyarles. Llegó el domingo, día del padre, y fuimos invitados a celebrarlo en un albergue donde 300 familias que habían perdido todo se encontraban celebrando. En realidad era una fiesta de todos, “como si nada hubiera pasado”, dijo una señora. Continúa... Referencias de imágenes: [Fotografia de casa de madera destruida] recuperado de: https://twitter.com/KAHRE_ORG/media [Fotografia niño y tres hombres] recuperado de: https://twitter.com/ KAHRE_ORG/media, [Fotografia hombre] recuperado de: https://twitter.com/KAHRE_ ORG/media [Fotografia de carteles de agradecimiento] recuperado de: https://twitter.com/KAHRE_ORG/media


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Autor: Rodrigo Suárez


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