Remar juntos, pensar juntos. Apropiación social del conocimiento desde los llanos colombianos
Remar juntos, pensar juntos:
Apropiación social del conocimiento desde los llanos colombianos.
Fundación Zoológica de Cali - FZC
Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación - MINCIENCIAS
Producto realizado en el marco del proyecto denominado:
“Desarrollo de una estrategia que fortalezca los Centros de Ciencia de la región Llanos en procesos de apropiación social del conocimiento en el marco de la ciencia, la tecnología y la innovación, Arauca, Casanare, Guanía, Guaviare, Meta, Vaupés, Vichada BPIN 2022000100092 - Entrelazos - Creer para crear” financiado a través del Sistema General de Regalías - Convocatoria 020 del 2021
Autores
Robert Arango López, Daniel Cárdenas Yusty, Valeria Riaños Correa, Carlos Andrés Collante Carreño.
Coordinación editorial
Tatiana Cerón Méndez
Fotografías
Carlos Solano Zúñiga, Juan Sebastián Soles Gil
Diseño
Nativos Agencia
Impresión
Impresos Richard
ISBN 978-958-8625-11-9 2025
Cerros de Mavecure, Inírida
Presentación
La región Llanos es un territorio de encuentro y abundancia, donde confluyen sistemas de conocimiento que moldean nuestra relación con la vida. Al mismo tiempo, en este paisaje, vemos cómo la institucionalidad moderna se alinea con el saber científico para orientar decisiones, diseñar políticas y articular agendas públicas.
Desde la Fundación Zoológica de Cali - FZC sostenemos que cada persona, sin importar su origen o perspectiva, requiere recursos tecnocientíficos que le permitan comprender, dialogar e incidir en las decisiones que definen nuestro bienestar colectivo y resguardan el patrimonio biocultural.
Hoy, como centro de ciencia reconocido por MINCIENCIAS, asumimos la corresponsabilidad de continuar nuestro fortalecimiento y, a la vez, entrelazar esfuerzos con otros actores para impulsar un ecosistema diverso. “Porque todo lo que sabemos, lo sabemos entre todos. Y nadie es más inteligente que todos nosotros juntos”.
La historia que presentamos aquí es también la de una región que confía, complementa y coopera.
Somos la Fundación Zoológica de Cali. Tejemos redes de saberes y experiencias para la conservación.
Entrelazos – Creer para crear nació como una apuesta decidida por fortalecer el ecosistema de apropiación social del conocimiento en la región de los Llanos.
María Clara Domínguez Vernaza Directora ejecutiva Fundación Zoológica de Cali
Una iniciativa liderada por la Fundación Zoológica de Cali y respaldada por una convocatoria inédita del Sistema General de Regalías, que posibilitó que centros de ciencia reconocidos acompañaran a otros en su fortalecimiento.
Esta experiencia nos convoca a compartir lo aprendido. El libro que tienes reúne reflexiones y preguntas que deseamos resulten útiles para quienes ven en la Apropiación Social del Conocimiento - ASC una vía para construir paz, ciudadanía y futuro.
Lejos de pretender cerrar una historia, este libro abre muchas. Fue tejido a partir de una sistematización participativa, con las voces, memorias y significados de quienes vivieron el proceso. No aspira a ser un manual, sino una bitácora en construcción: un llamado a continuar el diálogo, interpelar lo aquí escrito y sumar nuevas perspectivas.
Confiamos en que este producto sea testigo y al mismo tiempo una herramienta que impulse a imaginar nuevas formas de habitar y transformar el territorio desde múltiples miradas.
Somos Entrelazos y esta es nuestra versión de la historia…
Diana Marcela Vivas Ramos
Gerente Centro de Innovación Ciudadana Fundación Zoológica de Cali
La Ruta
Introducción
¿Cómo y dónde ocurrió?
Contexto
• Entrelazos - Creer para crear
• Los protagonistas de esta historia
Los rostros
La ruta de construcción
Palabras, palabros, palabrejas
• Parecidos, pero diferentes
• Para comprender el sistema
• El oficio y la forma
• El territorio que se habita
• Capítulo 1
El conocimiento a la mano
• Pensar no es perder el tiempo
• Lo vivido también cuenta
• Investigar no es solo para expertos
• Capítulo 2
Pasa por el usuario, pasa por el centro, pasa por la A-ESE-CE
• La forma como protagonista
• El usuario y el escenario: una experiencia total
• La experiencia está siendo porque estamos siendo
• Capítulo 3
Puertas adentro, puertas afuera
• Comunicar para existir
• Más allá del mensaje
• Decir también es tomar posición
• Capítulo 4
Abierto al público...
• Estudios de público o audiencias
• Vinculación comunitaria
• Integración de agendas
Biblioteca para seguir tejiendo
Gracias, infinitas
Introducción
¡Hola!
Tú, que acabas de abrir este libro. Esto es Entrelazos — Creer para crear. Te vamos a contar cómo, en los Llanos orientales (Meta, Guaviare y Guainía), ayudamos a fortalecer los Centros de Ciencia para que florezcan con su propio sello. No esperes un manual inflexible, sino un mapa que te invitamos a dibujar a tu manera. ¿Nuestra brújula? Ideas frescas para potenciar la Apropiación Social del Conocimiento (ASC), sin recetas mágicas ni atajos impuestos.
Aquí no vas a encontrar historias de éxito brillantes y ya resueltas. Preferimos debatir, cuestionar y plantear soluciones acordes a cada lugar, en vez de repetir fórmulas. ¿La base? Experiencias colectivas, trabajo de campo y horas de conversaciones con gente de la región.
Tres cosas antes de empezar sobre la naturaleza de este libro: 1.
Es una caja de herramientas, que se divide en tres cajones:
• ¿Cómo y donde ocurrió? Conoce la historia del proyecto y los territorios que habitan los centros de ciencia.
• Palabras, palabros y palabrejas: Un glosario sencillo, pero cercano a la realidad local.
• Baúl de herramientas: Consejos prácticos alineados con la experiencia vivida para diseñar experiencias o formar redes colaborativas.
• Biblioteca para seguir tejiendo: Recursos adicionales para confrontar o profundizar.
2.
Es un juego abierto y tú decides como jugarlo.
No estás obligado a seguir un orden. Páginas van, páginas vienen, discútelas con colegas o cámbialas a tu gusto. Solo te pedimos curiosidad, ganas de cuestionar y empatía para entender voces distintas (y, si quieres, un cafecito pa’ hacer amable la conversa).
3.
Es un manifiesto sin rodeos y reconocemos que en esta conversa no somo interlocutores neutrales.
Este libro busca incomodar un poco y abrir el debate sobre la ASC, no desde escritorios lejanos, sino con los pies en la tierra. No traemos verdades absolutas, sino la invitación a co-crear centros de ciencia más humanos, críticos y conectados con su gente.
¿La invitación? Adapta, cambia, reinventa y llévate lo que te sirva. Y, si necesitas una pausa, no temas: ningún mapa está tallado en piedra. Siempre podemos volver a dibujarlo.
¿Cómo y dónde ocurrió?
Entrelazos - Creer para Crear nació desde la Fundación Zoológica de Cali como respuesta a la convocatoria 020 de 2021 de MINCIENCIAS, orientada al fortalecimiento de centros de ciencia no reconocidos en la región Llanos que incluye los departamentos de Arauca, Casanare, Guainía, Guaviare, Meta, Vaupés, Vichada.
Desde el Zoológico de Cali, como centro ya reconocido por MINCIENCIAS, propusimos una estrategia que permitiera acompañar a tres centros de ciencia en un proceso de fortalecimiento integral. Pero esto se hace en combo, así que invitamos a dos grandes aliados para que nos acompañaran en semejante aventura: La Asociación CALIDRIS y la Fundación Cunaguaro.
El fortalecimiento estuvo planteado en 3 frentes:
Espacios: enfocado en la adecuación de infraestructura y mejora de procesos orientados a la experiencia de los públicos, fomentar el aprendizaje colaborativo y fortalecer la apropiación social del conocimiento.
Capacidades: un proceso formativo bajo modalidad mixta (virtual y presencial), liderado por los aliados. Los contenidos abordaron temas clave como planeación estratégica, diseño de experiencias, metodologías para la apropiación social del conocimiento - ASC y estrategias de comunicación con perspectiva de ciencia, tecnología y sociedad.
Redes de trabajo: finalmente, los centros fueron protagonistas en un evento que permitió visibilizar sus acciones territoriales, consolidar nuevas alianzas y vincular actores clave para continuar promoviendo la ciencia como herramienta de transformación
Este proyecto también incluyó la participación de semilleros y grupos de investigación de universidades que, en alianza con los centros de ciencia y jóvenes investigadores de la región, materializaron productos de nuevo conocimiento para el fomento de la ASC desde estos escenarios.
Los protagonistas, centros de ciencia no reconocidos con los cuales construimos los aprendizajes y los contenidos de este libro, y que fueron seleccionados y beneficiados por esta convocatoria son:
Guainía:
- Museo Comunitario del Guainía
Guaviare:
- Fundación Diamante de las Aguas
Meta:
- Museo de Historia Natural, Universidad de los Llanos
Los Rostros
Este libro emerge de cuatro voces y roles distintos, desde la entraña del proyecto: una polifonía de miradas y entramado de saberes que, unidos, reflejan la complejidad y la riqueza de nuestra experiencia compartida.
La ruta de construcción
Robert Arango López. Biólogo, amante de los insectos y de la fotografía. Gerente de investigación de la FZC.
Miembro del equipo formulador del proyecto y de la implementación en territorio. Muchas historias que contar.
Valeria Riaños Correa. Politóloga jamundeña, joven investigadora y parte del equipo que se soñó la ASC desde el encuentro con otros. Confío en que el mundo está por hacerse; que nada se pierde y todo se transforma.
Carlos Andrés Collante Carreño.
Joven aún, padre enamorado de su hija, amante del café y las conversaciones sin adjetivos. Politólogo. Curioso de la sistematización de experiencias, la construcción de paz y la apropiación social del conocimiento.
Daniel Cárdenas Yusty.
Aprendiz. Jefe de innovación de la FZC. Acompañé el fortalecimiento de capacidades y la implementación general del proyecto. Formación en psicología. Más perplejidades que certezas.
Este libro es resultado de un proceso de sistematización de experiencias asociado a la implementación del proyecto Entrelazos – Creer para crear. Una aventura que nos llevó a través de conversas, documentos y videos por los diferentes protagonistas y territorios donde ocurrieron cosas que merecen ser reflexionadas y contadas.
Para aterrizar en esta apuesta narrativa, una concatenación de intenciones, coincidencias y emergencias debieron ocurrir:
Ruta de navegación y construcción
1 2 3 4
Encuentros para recuperar lo vivido... Con todos los protagonistas de la historia, en diferentes formatos.
Exploración de relaciones y tensiones... Desvelos que nos ofrecieron lentes de análisis y discusión.
Construcción de lecciones aprendidas... Referentes y recomendaciones pal ecosistema.
Entrega del testigo (a usted)... Para que este proceso siga su curso. Interpele, discuta, enriquezca.
Confiamos que la historia no termina aquí. Muchas preguntas quedarán, nuevos desafíos emergerán, y rutas se abrirán.
Palabras, palabros, palabrejes
Parecidos pero diferentes...
Apropiación social del conocimiento: no es que unos pocos echen el cuento y los demás escuchen callaos. Es más bien que la gente se sume a la conversa, pregunten, entiendan e inventen juntos. Porque la ciencia no es para tenerla guardada en vitrina, es pa’ usarla pa’ vivir mejor, cuidar el territorio y resolver lo que nos duele. Aquí todos sabemos algo y cuando juntamos saberes, es que se arma el joropo bueno.
Comunicación pública de la ciencia: es como arrimar la ciencia al fogón, pa’ que se hable entre la gente y no se quede guardada en papeles difíciles. Es contar lo que se investiga con palabras sencillas, con ejemplos de la vida cotidiana, pa’ que cualquiera entienda y pueda preguntar, opinar y proponer. No se trata de soltar datos y ya, sino de abrir la conversa, como cuando uno se sienta a oír historias en la orilla del río. ¡Porque la ciencia también se puede contar con acento propio!
Para comprender el sistema...
Sistema de medición y evaluación: no es solo contar logros ni llenar papeles. Es una forma de saber por dónde va el camino, qué ha servido, qué no tanto, y qué se puede mejorar. Es mirar pa’ dentro con honestidad, reconocer aciertos y también errores, sin miedo. Sirve pa’ guardar la memoria, pa’ no andar repitiendo enredos y saber si lo que uno hace de verdad le está llegando a la gente. Evaluar es pararse un momento, afinar la brújula y seguir con más claridad.
El oficio y la forma
Espacios: no son solo paredes ni cosas puestas bonitas. Es todo el escenario que se construye para que el conocimiento se sienta cercano: el objeto que asombra, el lugar donde se conversa, el rincón que invita a quedarse. Cada detalle habla, aunque no diga una palabra. Si están bien pensados, los espacios despiertan la curiosidad, dan ganas de tocar, de preguntar, de imaginar. Son como el latido del centro: lo que sostiene, conecta y le da alma a la experiencia.
Mediaciones: son los caminos que se abren entre el saber y la gente; a veces son talleres, a veces recorridos, otras veces una charla que toca profundo o una experiencia que deja preguntas. No se trata solo de explicar, sino de provocar algo: una emoción, una duda, una conversación. Cada centro de ciencia encuentra su manera de mediar, porque cada territorio vibra distinto. Lo importante es hacerlo con intención y cuidado, pa’ que el conocimiento no solo se entienda, sino que se sienta y se quede andando por dentro.
Experiencias: diseñar experiencias es pensar en quien llega con la mente abierta y el corazón curioso y se va con algo distinto. Para hacerlo se pueden usar muchas formas, pero lo más importantes es preguntarse: ¿qué quiero que sienta?, ¿con qué quiero que conecte? Porque cuando la experiencia está bien tejida, la ciencia no solo se observa: se vive, se recuerda y hasta se comparte.
El territorio que se habita...
Contexto: más que el lugar, es todo lo que le atraviesa. Lo que duele, lo que sueña la gente, lo que se mueve en lo político, lo ambiental, lo social. Es el terreno que hay que leer antes de dar un paso. Por eso, entender el contexto es darse el tiempo de escuchar, de reconocer quién está en la jugada, qué tensiones hay y qué oportunidades también. Porque cuando uno conoce el lugar, puede hacer cosas que de verdad echen raíz.
Actores sociales: son todos con los que uno se cruza en el camino. Los que apoyan, los que preguntan y hasta los que critican. Hay aliados, líderes, comunidades, instituciones, competidores y quienes prefieren estar al margen. Cada quien con su historia, su lugar y su forma de relacionarse. Por eso es clave reconocer quién es quién, pa’ saber cómo conversar y moverse sin enredarse. Porque en este trabajo, tan importante como lo que se hace… es con quién se hace.
Capacidades: aunque muchas veces el mundo académico nos diga otra cosa, las capacidades no son solo lo que uno ha estudiado, sino lo que sabe hacer y cómo lo pone al servicio. En la ASC se ven en la forma de trabajar en equipo, de conversar sin pisar al otro, de sacar adelante ideas con lo que hay. Tienen que ver con el camino que uno ha recorrido, con el estilo de relacionarse, con la forma de sumar.
Transformación: pensémoslo como sembrar, no basta con mover la tierra por encimita, hay que meterle mano, airearla, cuidarla, darle tiempo. Transformar es eso, mirar lo que ya está, ver qué no está funcionando y animarse a cambiarlo con otros. No es solo decir que se quiere algo distinto, es caminarlo. En un centro de ciencia, se nota cuando lo que se aprende saca chispa: cuando la gente sale pensando distinto, con preguntas nuevas y con
Incidencia: es ser capitanes de la canoa también, no basta con dejarse llevar por la corriente, hay que saber hacia dónde se quiere remar. Es cuando el conocimiento no se queda en conversación de café, sino que sirve pa’ levantar la voz, proponer, cambiar lo que no está funcionando. Uno incide cuando lo que aprende se vuelve herramienta pa’ defender lo que se quiere, cuidar lo que importa y marcarle el paso a las decisiones. Porque si uno no dice nada, otros deciden por uno.
Sistematización de experiencias: no es evaluar, no es investigar. Pero sí es una forma de aprender del camino andado. El foco aquí es recuperar lo vivido, entender cómo se hicieron las cosas y qué sentido tuvieron; nos ayuda a reconocer logros, errores y aprendizajes. No es solo memoria: es una herramienta para mejorar, compartir saberes y transformar lo que hacemos. Sistematizar es mirar con otros ojos lo que ya pasó, para seguir construyendo con más sentido.
Capítulo 1
EL CONOCIMIENTO
A LA MANO
“Pa’ que no se lo lleve el viento: saber guardado, saber ganado”.
Gestión de conocimiento
Como centros de ciencia sabemos que no es un secreto la cantidad de información que se genera cada día en nuestra labor cotidiana. Están los datos que registramos, los avistamientos que anotamos, las interacciones que observamos, los comportamientos que nos llaman la atención, las verbalizaciones que escuchamos con atención e incluso los mensajes que leemos a diario. Pero también sabemos que uno de nuestros mayores retos es transformar todo eso en conocimiento vivo: uno que podamos conservar, recuperar, usar y compartir para fortalecer a otros.
Ese tránsito de la información al conocimiento no ocurre solo. Requiere una gestión intencionada, capaz de crear las condiciones para que lo que se sabe no se pierda, lo que se aprende se comparta, y lo que se construye en la práctica pueda inspirar o guiar a otros. Gestionar el conocimiento es, en esencia, conectar experiencias, sistematizar aprendizajes y poner lo aprendido al servicio del territorio.
En este capítulo nos detendremos justamente ahí: en la importancia de gestionar el conocimiento en nuestras instituciones, en las distintas formas de hacerlo posible, y en cómo empezar cuando el día a día —entre lo operativo y lo administrativo— parece dejar poco tiempo para pensar.
PENSAR NO ES
PERDER EL TIEMPO
Gestionar saberes empieza en lo cotidiano, cuando paramos a entender lo que estamos haciendo.
Es evidente que a los centros de ciencia la operación diaria nos absorbe. Entre informes, planillas, talleres y correos, muchas veces queda poco tiempo para pensar. Pensar en serio. Preguntarse por lo que pasó, lo que podría haber pasado, o lo que soñamos que pase. Y, sin embargo, en medio de esa rutina, emergen pistas potentes. Afirmaciones aparentemente simples como: “Aquí lo hacemos así...”, “Esa idea fue del mediador...”, “Probamos muchas veces hasta que salió...”, “Esta fue la que funcionó mejor...”, “Así ahorramos más...”. Frases que parecen banales, pero que encierran decisiones, saberes, ensayos, errores y aprendizajes.
Esas frases merecen una pausa. Porque detrás de cada una hay conocimiento construido desde la práctica, que no siempre nombramos, pero que nos sostiene. Un conocimiento que se vuelve paisaje —invisible porque es cotidiano—, pero que podría ser un faro para otros centros que enfrentan hoy los retos que ya superamos.
Gestionar ese conocimiento práctico es más que una buena idea: es una responsabilidad colectiva. Como ya señalaba el ICONTEC en 2008, se trata de generar, buscar, difundir, compartir, utilizar, proteger y mantener los saberes, la información y la experiencia acumulada, no solo para aumentar el valor institucional, sino para que ese valor no quede encerrado entre quienes ya lo vivieron.
Porque si no lo nombramos, se pierde. Y si no lo compartimos, se estanca.
La verdad es que, en los centros de ciencia, sin importar su tipología, forma o tamaño, se genera conocimiento todos los días. El asunto es reconocerlo. Porque no siempre viene de manera explícita o derivado de una investigación: a veces está en lo que cambió, en lo que mejoró o en lo que dejamos de hacer.
Aquí va una lista de pistas que lo demuestran. Seguro que más de una la has dicho tú mismo…
Bioespacios
Espacios para las ciencias exactas, físicas, sociales y la tecnología
“Haciéndolo así, los animales ya no pelean entre ellos...”, “Fue la mejor manera para transportar los animales”, “Así no hay desperdicio y los animales se comen todo”, “Así la semilla brota más rápido”, “Con eso las plagas no volvieron a llegar”, “Así entendimos un poco mejor a los visitantes”, “Por eso propusimos esa nueva área”
“Así se entendía mejor el concepto”, “Con esto se motivaba más la interacción”, “Así se facilitaba acceder a la información”, “Con esto, nunca nos volvió a pasar”, “Así el artefacto no volvió a dañarse”, “Con eso los niños mantenían más concentrados”, “Y así participaban más”, “Y con eso ya no tenía que ser una actividad mediada”
Espacios de construcción ciudadana en ciencia, tecnología e innovación
Espacios mixtos
“Con ese dispositivo, automatizamos el proceso”, “Así logramos que más personas se interesaran”, “Y descubrimos que si no teníamos estas herramientas, no funcionaba igual”, “Y con esta forma, la participación se hizo más homogénea”, “Y así mostramos de mejor manera el fenómeno”
“Y así el dispositivo fuciona mejor y se puede usar más”, “Con eso, se redujo el mantenimiento a solo 1 vez al año”, “Y así usamos los dispositivos viejos, en nuevos prototipos”, “Descubrimos que no funcionaba, y entonces hicimos...”, “Y así entendimos que el público quería...”, “Y así se conserva mejor y por más tiempo...”
La pregunta de fondo es sencilla, pero potente: ¿Y eso cómo se hace? ¿Y qué se necesita para hacerlo bien?
Desde la perspectiva de la apropiación social del conocimiento, como lo plantea la Estrategia Nacional de Colciencias (2010), gestionar implica más que recolectar información: es crear mecanismos que hagan de la apropiación una estrategia transversal al funcionamiento del centro de ciencia, y diseñar instrumentos que fortalezcan comunidades capaces de relacionarse con la ciencia, la tecnología y la innovación de forma más reflexiva, situada y simétrica.
Pero no nos digamos mentiras: mucho del conocimiento que generamos no aparece en formatos oficiales ni en sesiones metodológicas. Ocurre en la trastienda del día a día. En conversaciones sin libreta, en cocinas improvisadas, en caminatas entre actividades, en comentarios lanzados al aire como si nada. Sucede cuando alguien pregunta lo obvio y otra contesta sin saber que acaba de decir algo valioso.
El reto no es solo generar ese conocimiento —porque ya lo hacemos—, sino darnos cuenta de que está ahí. Y construir formas para atraparlo, entenderlo y ponerlo a rodar. Porque si no lo agarramos a tiempo, se va. Y con él, se van también las posibilidades de mejorar, de compartir, de hacer comunidad desde lo que ya sabemos… pero aún no hemos nombrado.
Ahora que sabemos que el conocimiento está ahí —en lo cotidiano, en lo vivido, en lo dicho sin pensarlo dos veces—, el siguiente paso es no dejar que se escape. La mejor forma de atraparlo es convertirlo en algo tangible, en un producto que pueda compartirse, y replicarse. Algo que les sirva a otros para mejorar lo que hacen, para inspirarse, para no empezar de cero.
Aquí les contamos algunas formas simples, pero poderosas, de darle cuerpo al conocimiento:
Talleres abiertos al público, donde lo que se hace en el centro se convierte en experiencia compartida. Desde la práctica, la evidencia y la conversación, se construyen aprendizajes colectivos. Aquí, todos enseñan y todos aprenden.
Cartillas o guías prácticas, donde se cuentan las formas en que resolvemos problemas, innovamos con lo que tenemos y aprendemos haciendo. Escribirlo es dignificarlo.
Audiovisuales breves, donde se explican con claridad y sencillez los procesos, decisiones o soluciones. En menos de un minuto, podemos inspirar, formar y conectar. No es fácil, pero es urgente.
Convertir el saber en producto es también una forma de decir: aquí también hay conocimiento. Un conocimiento que no se queda encerrado, que no pide permiso para circular, y que puede ser útil para otros que enfrentan los mismos desafíos desde distintos lugares.
LO VIVIDO
TAMBIÉN CUENTA
Sistematizar es aprender con los pies en la tierra
Si quisiéramos explorar otra forma de gestionar el conocimiento en nuestras organizaciones, podríamos aventurarnos en la sistematización de experiencias. Una práctica ampliamente utilizada, interpretada y aplicada de distintas maneras, pero que, en el fondo, busca algo muy sencillo y profundo: rescatar los aprendizajes y reflexiones más valiosas de lo que se ha vivido o hecho.
Autores como Óscar Jara (2018) definen la sistematización como un ejercicio intencionado que permite adentrarse en la trama de la experiencia y reconstruir sus saberes a través de una interpretación crítica, reflexiva y consciente. O, dicho de otra forma: sistematizar es volver a mirar lo vivido y descubrir lo que nos enseñó sin que nos diéramos cuenta.
En los centros de ciencia en Colombia, las experiencias — buenas o difíciles — han marcado el rumbo de muchas organizaciones. Sin embargo, pocas veces se detiene el ritmo para hacer una pausa, mirar hacia atrás, pensar con otros y rescatar esos aprendizajes de manera ordenada y con intención.
La urgencia del día a día muchas veces nos lleva a acumular experiencias sin digerirlas. Pero cuando nos damos el permiso de detenernos y sistematizar, no solo entendemos mejor lo que hicimos y por qué pasó lo que pasó, sino que abrimos caminos para hacerlo distinto y, tal vez, mejor.
Sí, reconocemos el valor de la sistematización y sabemos que en los centros de ciencia hay muchas experiencias que merecen ser contadas y comprendidas a fondo. Pero entonces surge la pregunta: ¿cómo se hace eso? Aquí no solo queremos decir que es importante hacerlo, sino ofrecer una forma concreta de empezar, una guía para dar los primeros pasos sin perderse en el intento.
Punto de partida
Elaborar un plan de sistematización
Análisis e interpretación crítica
Conclusiones: Aprendizajes y recomendaciones
Las experiencias vividas
Recuperación histórica del proceso de la experiencia
Elaborar productos de comunicación y líneas de acción futuras
Siguiendo la propuesta de Óscar Jara (2018), podemos acercarnos a este proceso a través de una ruta compuesta por cinco tiempos. Una manera estructurada, pero flexible, de recorrer la experiencia vivida, comprenderla y compartir lo que nos dejó:
1.
El punto de partida: la experiencia. Toda sistematización parte de algo fundamental: haber estado ahí. No se puede sistematizar desde afuera ni desde el olvido. Es necesario haber vivido la experiencia — haberla sentido, pensado, discutido, incluso sufrido — para poder comprenderla desde adentro. Pero no basta con la memoria. Contar con registros, documentos, notas, fotos o cualquier material que dé cuenta de lo que pasó es clave para reconstruir el proceso con más precisión y profundidad.
Formular un plan de sistematización: después de identificar la experiencia, es clave definir un plan. ¿Para qué queremos sistematizar? ¿Qué parte de la experiencia vamos a mirar y desde qué enfoque? Delimitar el objetivo, el objeto y el eje de sistematización nos ayuda a no perdernos en los detalles. También es importante saber con qué información contamos, qué más necesitamos y cómo vamos a organizar el proceso: quiénes participan, qué pasos seguiremos y en cuánto tiempo.
3.
La recuperación del proceso vivido: con el plan en mano, llega el momento de volver a la experiencia y reconstruir su historia. Esto implica recorrer lo vivido paso a paso, entender cómo empezó, qué decisiones se tomaron, qué cambió en el camino y por qué. Es un ejercicio de memoria, pero también de análisis. Para hacerlo bien, es importante ordenar y clasificar la información disponible, separar las voces, identificar momentos clave y reconocer los giros inesperados. Solo así se puede ver con más claridad lo que antes parecía confuso o cotidiano.
5.
Las reflexiones de fondo: una vez se ha reconstruido la experiencia, viene lo más importante: Analizarla. Esta etapa implica examinar lo ocurrido, conectar hechos, identificar patrones, tensiones y decisiones clave. No se trata solo de contar lo que pasó, sino de interpretar con mirada crítica: ¿por qué hicimos lo que hicimos?, ¿qué salió bien y qué no tanto?, ¿qué aprendimos de fondo? Aquí es donde emergen los sentidos, los aprendizajes más valiosos y las preguntas que nos quedan abiertas.
Los puntos de llegada: finalmente, todo ese proceso debe llevarnos a formular conclusiones claras, recomendaciones útiles y propuestas que sirvan para avanzar. No se trata de tener respuestas absolutas, sino de ofrecer ideas que orienten futuros caminos. Además, es clave pensar cómo vamos a compartir lo aprendido. La sistematización no se queda en un documento guardado, necesita circular, provocar conversación, inspirar a otros.
4. Seguir estos pasos pueden ayudarnos a consolidar un buen ejercicio de sistematización. Por lo tanto, y solo para reafirmar: sistematizar es una forma de cuidar lo vivido, de aprender con otros y de proyectar lo que viene. No es un paso obligatorio, pero sí una decisión poderosa. Porque cuando entendemos lo que hicimos, también podemos imaginar mejor lo que podemos llegar a hacer.
2.
Durante mucho tiempo se nos hizo creer que investigar era cosa de laboratorios, de batas blancas y palabras difíciles. Que la ciencia era un territorio lejano, reservado para quienes tenían títulos, fórmulas o publicaciones. Pero desde los centros de ciencia en regiones como los Llanos, hemos aprendido que también se investiga cuando una comunidad se pregunta por su historia, cuando se observa con cuidado un cambio en el territorio o cuando se buscan respuestas sobre cómo vivir mejor con la naturaleza. Investigar, en este contexto, no es repetir métodos ajenos, sino construir preguntas propias, mirar con ojos atentos y producir conocimientos que nacen desde el lugar que se habita.
Ahora, la primera pregunta que deberíamos hacernos es: ¿qué tipo de investigación debería hacer yo como centro de ciencia? Bueno, la respuesta puede ser más sencilla de lo que pensamos: lo nuestro es la investigación con enfoque en Apropiación Social del Conocimiento.
En este contexto, la Política Pública de Apropiación Social del Conocimiento en el marco de la Ciencia, Tecnología e Innovación (2021) ofrece una oportunidad clave para impulsar procesos de investigación desde los Centros de Ciencia, integrando un enfoque de apropiación social. Esta política promueve la participación de distintos actores en todas las etapas del proyecto y abre caminos para superar las barreras que hasta ahora han dificultado su inclusión en la vida institucional.
INVESTIGAR NO ES
SOLO PARA EXPERTOS
Preguntar lo propio también es hacer ciencia
Este enfoque busca que la comunidad científica pueda integrar la ASC a sus procesos investigativos, ya sea como lineamiento o como fin en sí mismo. Para ello, impulsa el diseño de herramientas y metodologías que permitan ampliar tanto su fundamentación teórica como su aplicación práctica.
INVESTIGACIÓN
Se estimúla la generación de conocimiento frente a principios, modelos, instrumentos, actores y metodologías de participación que constituyen este proceso.
Apropiación
Social del Conocimiento
INTEGRADA
La investigación se ve enriquecida, pues promueve el encuentro con diversos actores como comunidades, líderes, y gestores de política pública y los resultados generan valoraciones más positivas de la investigación y su pertinencia.
Estas dos líneas de trabajo dentro de la investigación con enfoque en Apropiación Social del Conocimiento (ASC) representan apuestas distintas para la generación de conocimiento. Independientemente de la línea que se elija, lo prioritario es que el centro reconozca el valor de su capacidad no solo para dinamizar la circulación de saberes y reflexiones en sus espacios, sino también para ser un actor activo en la producción de conocimiento.
Ahora bien, si queremos consolidar procesos de investigación dentro de los centros de ciencia hay algunas claves por donde podemos empezar.
• Primero, es importante reconocer que la investigación es una herramienta poderosa para resolver problemas, tomar mejores decisiones y generar transformaciones reales. Por eso, el proceso debe ser relevante para el centro, involucrar a otros actores e incluso sumar a las directivas. Investigar no puede ser tarea de una sola persona; debe convertirse en un interés compartido.
• En segundo lugar, es necesario llegar a acuerdos sobre qué investigar. ¿Qué preguntas nos movilizan?, ¿qué necesita el centro comprender mejor?, ¿qué sabemos hacer o hemos hecho antes?, ¿qué nos gustaría explorar? Con base en esas respuestas, se pueden definir una o más líneas de investigación que orienten el rumbo.
• Tercero, conviene identificar aliados clave: universidades, grupos de investigación, docentes, estudiantes, comunidades, visitantes. Hay muchos actores que pueden sumar al proceso si encuentran un propósito común.
• Cuarto, también vale la pena posicionar al centro de ciencia como un espacio fértil para que estudiantes en formación desarrollen proyectos de investigación. Esto no solo enriquece al centro, sino que fortalece vocaciones científicas y abre caminos en CTel para las nuevas generaciones.
• Quinto, una estrategia útil es construir un banco de preguntas, problemas o situaciones reales que enfrente el centro. Este insumo puede facilitar la articulación con estudiantes o grupos de investigación, generando procesos más focalizados y útiles.
• Sexto, eso sí: es mejor empezar de a poco, sin presiones. Investigar no es competir por quién produce más. Es una apuesta contextualizada, que se hace con los recursos, el tiempo y la capacidad de gestión disponibles. Lo importante es empezar.
• Séptimo, la investigación con enfoque en ASC demanda apertura. No basta con incluir a la comunidad en la formulación de preguntas; también debe estar presente en el análisis y en la interpretación de resultados. Eso hace que los hallazgos sean más robustos, pertinentes y transformadores.
• Y por último, siempre hay que pensar en cómo se van a comunicar los resultados. Si lo que aprendemos no se comparte, pierde fuerza. Hay muchas formas de hacerlo: artículos, cartillas, boletines, charlas, videos, podcasts, exposiciones. Lo importante es que el conocimiento circule, se entienda y se use.
El reto es dar el primer paso, aunque sea pequeño. Porque cuando la investigación nace del territorio, se vuelve significativa, útil y transformadora. Y porque preguntar también es una forma de cuidar, de nombrar y de imaginar futuros posibles.
Recomendaciones
Para los formuladores de políticas públicas:
· Reconozca y respalde otras formas de producción de conocimiento más allá de la investigación tradicional: Lo cotidiano, lo relacional y lo situado también son formas legítimas de gestionar saberes.
· Diseñe instrumentos flexibles y adaptados al territorio, que permitan a los centros de ciencia articular la apropiación social del conocimiento con procesos investigativos propios, relevantes y sostenibles.
· Invierta en la formación, el acompañamiento y el tiempo institucional para la sistematización y la investigación local, no solo en infraestructura o equipamiento.
Para los gestores de proyectos:
· Escuche primero al territorio: que los procesos de fortalecimiento partan de las preguntas, experiencias y capacidades locales, y no solo de las exigencias institucionales.
· Incluya en los proyectos componentes claros de gestión del conocimiento, que aborden la reflexión crítica de la práctica, la sistematización de experiencias y el desarrollo de capacidades investigativas.
· Propicie espacios para que los equipos de los centros piensen juntos, recuperen lo vivido y puedan transformar la experiencia en aprendizaje colectivo.
· Promueva la circulación de los aprendizajes, más allá del informe final: cartillas, relatos, videos, encuentros, conversaciones… todo suma al ecosistema.
Para los centros de ciencia:
· Den valor a lo que ya hacen: la reflexión cotidiana también es una forma de gestión del conocimiento. Nombrarla, cuidarla y compartirla fortalece lo que se construye día a día.
· Hagan pausas para sistematizar lo vivido: identificar aprendizajes, contradicciones y logros permite avanzar con más claridad. No se necesita mucho, solo decisión y tiempo compartido.
· Anímense a investigar desde lo propio: las preguntas que nacen del contexto, por sencillas que parezcan, pueden ser el inicio de procesos científicos con sentido y transformación.
· Tejan redes de confianza: con otros centros, con universidades, con comunidades. Investigar y sistematizar en red hace más potente lo que se construye.
· Piensen en coherencia: los procesos de conocimiento crecen mejor cuando son orgánicos, progresivos y profundamente conectados con el lugar que los inspira.
Capítulo 2
PASA POR EL USUARIO, PASA POR EL CENTRO… PASA POR LA A-ESE-CE
Experiencias, sus sentidos e intenciones en los centros de ciencia.
Gestión de experiencias
“Experiencia no consiste en lo que se ha vivido, sino en lo que se ha reflexionado”
José María de Pereda
La gestión de experiencias en los centros de ciencia tiene tantas expresiones como formas de ser centro encontramos. En el fondo, comparten un objetivo frecuente: configurar un marco propio para comprender, promover y evaluar las interacciones que emergen entre el centro y sus audiencias.
Cuando decimos emergentes, señalamos la naturaleza contingente de la experiencia. Y es que los centros no aparecen de la nada, toman forma en un contexto territorial particular, y asumen su lugar de enunciación desde una conformación histórica singular, por lo que las interacciones posibles son infinitas: un museo vivo en Inirida puede tener formas muy distintas -y a veces coincidentes- de gestionar experiencias a uno situado en la ciudad de Buga. En cada centro se expresa -por acción u omisión- una invitación a la interacción, un pasaje a una aventura, con el potencial de entretener un rato, sembrar una duda o inspirar al próximo Gabo.
Del estero al morichal, del cerro a la selva, le proponemos nos acompañe en un viaje por diferentes marcos para entender estas interacciones. A muchas manos, a muchas voces.
Por la portada se conoce al libro... A veces.
“Pensar un museo se parece mucho al proceso de construir un edificio, pero al revés. Primero son las piezas (el tejado, los acabados), luego es la coherencia, el discurso (la estructura central), y finalmente es la filosofía (los cimientos).”
Jorge Wagensberg
Si usted interlocutor lleva tiempo recorriendo la ruta de la ASC, encontrará la frase que inaugura este apartado… Disruptiva. Wagensberg, retrata una realidad material: muchos centros encuentran forma, y luego buscan sentido.
Esta es una ruta incómoda para el ecosistema de ASC. Tan es así, que la guía para la formulación de proyectos para centros de ciencia en Colombia (COLCIENCIAS, 2015) hace una invitación fundamental: piense el sentido antes que el resultado.
Hemos de admitir entonces que en la gestión de experiencias existe un enfoque orientado a los resultados, las formas que toman y se necesitan para las interacciones… ¿Cómo diseño una actividad de programación en Arduino?, ¿cómo construyo una parcela demostrativa de apicultura?
Desde esta perspectiva, el centro toma protagonismo absoluto, definiendo lo que busca transmitir mediante sus espacios, contenidos y servicios complementarios (alimentación, comodidad, seguridad).
Podemos afirmar que, entre las diferentes aproximaciones de la gestión de experiencias, la orientada a los resultados, las formas que toman esas experiencias, es el enfoque más fácilmente identificable y replicable... Para muestra de un botón, piense en el éxito que ha tenido el Exploratorium
Cookbook (1983) de San Francisco, con su libro de recetas para montajes interactivos de museos científicos o tecnológicos. Los centros de ciencia, incorporan modelos de gestión de experiencias que se centran en la dimensión estética de la misma: ¿Cómo debe verse el espacio para comunicar lo que quiero?, ¿qué uso normativo asignarle a un elemento?, ¿a qué debo parecerme para que mi mensaje vaya a donde me ocupa?
¿A qué se parece este enfoque?
Hablamos de una gestión de experiencias enfocada en la forma cuando el desarrollo de actividades, espacios y contenidos toma como referente representaciones arquetípicas de una tipología, o cuando la entrada es la forma y no el contenido.
Existen convenciones en las tipologías de centros de ciencia:
• Los bioespacios tienen experiencias de guianza ambiental. Es casi exigido por el gremio, y además con gran potencial económico.
• Los espacios para las ciencias exactas suelen tener vitrinas, ocupan el primer lugar en la lista de compras del equipo administrativo, y despiertan la imaginación del curador entusiasta.
• Un espacio de construcción ciudadana en ciencia, tecnología e innovación - CTeI incluye puffs, tablets y tableros borrables: la dotación suele empezar ahí. Luego vendrán las actividades y los participantes..
• Un espacio mixto tiene el combo completo: recetas de distintos mundos en procura de diversificar su oferta. Del acuario amazónico a la esfera de plasma.
Adaptación efectiva: ¿en qué contextos es útil este enfoque?
Identificamos, por lo menos, tres escenarios en los que este enfoque resulta altamente pertinente y útil.
Victorias tempranas, o ir por los frutos más bajos…
Para el patrocinador o el consejo comunitario que quiere ver que su centro se erige y ocupa un espacio físico referenciable. Este enfoque consigue resultados rápidos y concretos. Luego vendrá la reflexión… Si es que no se pasa por alto.
En combo, o la replicabilidad y escalabilidad… Los paquetes llave en mano existen por algo: permiten llegar a muchos contextos y en distintas magnitudes. Cuando se trata de conformar nodos de un museo vivo, o semilleros científicos, nada mejor que documentar, estandarizar y proyectar. Este enfoque permite acelerar la configuración de redes de gestión y colaboración.
Posicionarse, o a donde fueres haz lo que vieres…
En muchos contextos es necesario parecer para dar cuenta de lo que se es. De lo contrario, se corre el riesgo de ser invalidado por otros actores a los que el centro quiere llegar. ¿Un museo de ciencias sin curador?, ¿una reserva natural sin un sendero interpretativo? En las relaciones interinstitucionales, la forma da pistas de la intención. ¿Qué tanto estiro mi camiseta antes de que reviente?
¿Qué se necesita para la gestión de experiencias en este enfoque?
Seguimiento de métricas clave para el éxito: ¿cuántas experiencias?, ¿qué tanto?, ¿por cuánto? Necesario para consolidar informes ágiles y de impacto visual.
Indicadores de resultados
Búsqueda de referencias Mentalidad materializadora
Mantenerse actualizado con las últimas tendencias y formatos que pueden llegar. ¿Cómo se ve la señalización moderna? ¿Qué está de moda en el diseño de escenografías?
Actitud, capacidad y ambiente institucional para hacer rápidamente y ajustar en el camino. Una orquestación de todos los niveles organizacionales (en centros grandes) o todas las voluntades (en los más pequeños)
EL USUARIO Y EL ESCENARIO: UNA
EXPERIENCIA TOTAL
O la sombra del árbol y el jugo de guayaba en el aprendizaje.
“La implicación del visitante en el museo tiene, como mínimo, tres aspectos diferentes: interactividad manual (hands on), interactividad mental (minds on) e interactividad cultural (heart on)”. Jorge Wagensberg
La guía técnica para el reconocimiento de centros de ciencia (Minciencias, 2023) refiere en una de sus líneas la importancia de promover interacciones cuidadosas como condición necesaria para la construcción de confianza. Es decir, el centro que gestiona experiencias también tiene su foco en los efectos que provoca en sus audiencias.
Si en la sección anterior el protagonista fue el centro, este enfoque pone su mirada en los usuarios y sus sensaciones como las estrellas del proceso.
Pine y Gilmore (2013) refieren el tránsito de diversas instituciones hacia la oferta de algo único y transformador, apostándole a que las personas no solo “consuman” sino que recuerden, recomienden y deseen volver a vivir esa experiencia. Piense el interlocutor en que el sustento de muchos centros depende en buena medida de las visitas o consultorías, donde un usuario que vive una vivencia acogedora verá en el centro un escenario confiable y relevante
Aquí se pasa de un usuario receptor, a un interlocutor. Sus afectos, saberes y capacidades son una entrada de diseño. El escenario físico se piensa para la interacción y se considera hasta el contexto social (LPPM, 2013). Aquí importa la frescura del lugar, la señalización del camino y la disponibilidad de un refrescante guarapo. Todas condiciones para que el usuario se involucre de manos, cabeza y corazón en la interacción (Singleton, 2015).
Este enfoque no está exento de incomodidad. Meterse en el campo de la experiencia, como propone De la Rosa (2006) implica reconocer un movimiento en el usuario, uno que transporta, pero también se padece. Piense en lo fácil que es caer hacia una espiral de provocaciones con destino incierto: el manoseo experiencial del mercado: la experiencia Disney que huye de la tristeza, o la marca Coca-Cola que se cuela en los recuerdos familiares.
Podríamos resumir que en este enfoque se pregunta por el ¿qué quiero que la gente sienta y haga? Preguntas que orientan el diseño de espacios, contenidos y servicios, de manera que aumenten las probabilidades de que sucedan interacciones alineadas a los propósitos del centro.
¿A qué se parece este enfoque?
Hay tantas expresiones como arquetipos -representacionesde usuarios hay. Pero en la práctica, este enfoque tiene expresiones concretas fácilmente identificables:
• El diseño centrado en el usuario. Conjuntos de metodologías y técnicas que son furor en los centros de ciencia: journey maps (mapas de experiencia), hasta el pensamiento de diseño (design thinking). Aparecen regularmente como producto de la alianza con algún consultor externo.
• La evaluación de públicos. Mapas de experiencias, visitante oculto, estudios de audiencias, todas herramientas planteadas para entender los efectos que tienen las interacciones que ocurren en el centro de ciencia. Aquí, es esencial la pregunta por el cambio que aconteció en el sujeto: ¿es hoy un ciudadano con decisiones más informadas? ¿reconoce su patrimonio biocultural?
¿En qué contextos es útil este enfoque?
Los efectos pertenecen a una escala temporal y evaluativa de mayor complejidad que los resultados (Woodrow, P., Oatley, N., 2013). En ese sentido se pueden identificar escenarios de alto valor para la adopción de este enfoque:
Cooperación internacional… Los patrocinadores extranjeros favorecen proyectos con indicadores en transformación de prácticas concretas. Centros con apuestas de usos en sus plataformas tienen una posición más ventajosa en convocatorias.
Fortalecimiento del vínculo con las audiencias… Permite a un centro incidir de forma más efectiva en la percepción pública del mismo. Esto contribuye a posicionar el centro como un referente acogedor, enriquecedor y memorable. Un lugar para volver.
Enriquecimiento de la oferta de experiencias del centro… Abre un repertorio virtualmente infinito de posibilidades. Desde un parque cultural con montaña rusa, hasta una reserva natural con un área de glamping. Ojo con donde pinta la línea, no sea que el centro deje de ser de ciencia y pase a otro gremio.
¿Qué se necesita para la gestión de experiencias en este enfoque?
Audiencias y alcances
Líneas no negociables
Coordinación institucional
Identificación de grupos clave de vinculación: ¿empresa, sociedad civil, academia, gobierno?
Establecimiento de principios de relacionamiento. ¿Qué tanto dejo la puerta abierta a lo que la gente quiere antes de perder mi identidad?
Una experiencia total centrada en el usuario requiere que estén alineados: desde el vigilante hasta el mediador y directivo. Aplica para grandes y pequeños, muchas variables requieren muchas manos.
LA EXPERIENCIA ESTÁ SIENDO PORQUE ESTAMOS SIENDO
El centro y su vínculo a una agenda territorial.
“La innovación requiere tres cosas: tener una idea buena (uno), darse cuenta de que lo es (dos) y convencer de ello a los demás (y tres) … Y casi nunca es una misma persona la que logra las tres.”
Jorge Wagensberg
En este último enfoque de la gestión de experiencias, situamos como protagonista al territorio en toda su complejidad. Si en el enfoque de resultados el centro resaltaba su propia forma, y en el de efectos las audiencias se asumían como eje, aquí las agendas de transformación y los contextos territoriales toman lugar como fuerza articuladora.
Este lugar protagónico del contexto se corresponde con lo planteado por Santos (2013) que propone que el territorio habitado no es un espacio neutro, sino un sistema de objetos y acciones configurado por tensiones, contradicciones y vínculos de sus actores sociales. El reto para un centro de ciencia que busca la agenda de transformación es reconocer que su quehacer no ocurre en un vacío, sino que está embebido en un contexto con intereses diversos, tensiones, imaginarios y necesidades.
En esta mirada, las experiencias — más que instrumentos de difusión o entretenimiento — pasan a convertirse en escenarios reales de incidencia. La Política Pública de ASC en el marco CTI (2021) habla de la participación ciudadana y el diálogo de saberes como principios. Para que el centro de ciencia sea parte activa en agendas de transformación, requiere tejer relaciones con actores sociales (colectivos artísticos, escuelas, autoridades indígenas, entre otros) y asumir que sus espacios son plataformas de encuentro, reflexión y acción conjunta.
Esta agenda plantea un cambio de posicionamiento del centro, tal y como lo proponen Desvallées y Mairesse (2009): complementar la noción de públicos (los usuarios que visitan) con la de sociedad, el tejido colectivo donde se inscribe el centro. Actores que, aunque no le visitan, comparten territorio y se ven afectados (o beneficiados) por las decisiones y narrativas que ahí se proponen.
Este enfoque orientado al impacto parte de la certeza de que el centro no existe únicamente para sí mismo, sino para incidir en un contexto que lo trasciende. Su razón de ser está unida a la agenda territorial que da sentido a su presencia, y a la capacidad de promover interacciones situadas e intencionadas. Así, la experiencia — eso que cada interlocutor padece — se vuelve también una plataforma para andamiar capacidades y transformaciones pertinentes y relevantes para el proyecto de vida territorial que abandera el centro.
¿A qué se parece este enfoque?
Este enfoque tiene manifestaciones claras en centros e iniciativas de origen comunitario y ciudadano. En ellas, la configuración como centro de ciencia es una expresión de un proyecto de vida colectivo: custodiar el conocimiento tradicional en una comunidad que se queda sin sabedores, construir paz en un territorio azotado por la violencia, o proponer otras formas de gestionar y usar la tierra.
En la otra orilla, se encuentran centros de origen institucional que se atreven a poner en cuestión su función social. El museo de historia natural que abre su colección para incidir en la valoración del patrimonio natural, o el museo arqueológico que explora con cautela la articulación de narrativas críticas sobre sus relatos antropológicos.
Formas en las que aparece el enfoque de gestión de experiencias orientada al impacto
Configuración comunitaria
Ancladas a un proyecto colectivo, con agenda territorial intencionada.
Ej: la reserva natural que sirve a la construcción de paz ambiental territorial.
Espacios de cocreación
Expresiones en común
Configuración institucional
Vinculadas a una tradición disciplinar, en búsqueda de vigencia social.
Ej: el Museo arqueológico que se abre a otra narrativa
Participación en redes Para abrir marcos de conversación confiables, seguros y funcionales que incidan en el centro.
Para diversificar, intercambiar y enriquecer lecturas sobra la función social del centro y su saber.
Generación de recursos abiertos
Para andamiar capacidades necesarias para transformar asuntos que convocan en el territorio.
¿En qué contextos es útil este enfoque?
Los impactos y agendas de transformación son apuestas a largo plazo, esfuerzos que trascienden incluso la vida del propio centro. Son el resultado agregado de acciones de diversos actores, en diversos ámbitos. Sin embargo, se identifica la pertinencia de su abordaje en función de:
Hacer la tarea como centro de ciencia: transformación de realidades y generación de bienestar. Si no es para esto, ¿qué otra razón persigue reconocerse como centro de ciencia?
Encontrar socios improbables: abrirse al territorio es diversificar los usos, recursos y relaciones. Nuevos caminos que incluso proponen otras redes y contextos posibles de desarrollo. Siempre en función de la misión del centro y su vigencia social.
¿Qué se necesita desde este enfoque?
• Compromiso institucional: una agenda de largo aliento compromete recursos, tiempos y talentos. Desde la dirección hasta el aseador, esto requiere una alineación de voluntades y relatos que perduren las agendas privadas.
• Estar dispuesto a incomodarse: para dar lugar al otro, es necesario abrir espacio, saber moverse del sitio, y también donde poner la línea.
• Prender el radar de sentidos: dedicar procesos y personas a relacionarse con el territorio, participar de las discusiones relevantes, y explorar socios potenciales.
Recomendaciones
Para los formuladores de políticas públicas:
• Fomente la creación de fondos e instrumentos que impulsen proyectos de gestión de experiencias con enfoques participativos. Esto pasa por reconocer que los centros de ciencia necesitan más que la mera producción de espacios; requieren metodologías de cocreación.
• Establezca lineamientos para articular agendas locales en los objetivos de los centros de ciencia. El impacto territorial es un imperativo en el fortalecimiento de la ASC.
• Incluya el monitoreo y la evaluación de la gestión de experiencias dentro de las métricas de éxito de proyectos financiados con recursos públicos, considerando no sólo indicadores de asistencia y satisfacción, sino también la incidencia en problemáticas concretas.
Para los gestores de proyectos:
• Entienda la gestión de experiencias como un proceso continuo de diseño, implementación, evaluación y ajuste, no como una etapa puntual.
• Equilibre las necesidades estéticas y de imagen (enfoque de resultados) con la dimensión afectiva y de aprendizaje (enfoque de efectos), y la incidencia territorial (enfoque de impactos).
Para los centros de ciencia:
• Explore metodologías de sistematización de experiencias para reflexionar de forma crítica sobre lo que se logra y lo que se deja de lado. Documente y comparta en redes locales, regionales y nacionales.
• Fortalezca la relación con su territorio: no sólo como público visitante, sino como cogestor de la experiencia.
• Asuma la experiencia como un tejido que involucra manos, corazón y mente. Cuide las sensaciones, la estética, los contenidos y la relevancia en la realidad de los públicos con los que se trabaja. Esto se traduce en calibrar permanentemente la narrativa y las dinámicas de participación.
Capítulo 3
PUERTAS ADENTRO Y
PUERTAS AFUERA...
Mucho más que redes sociales y más que comunicación pública de la ciencia.
“Fue así como la comunicación se nos tornó cuestión de mediaciones más que de medios, cuestión de cultura y, por tanto, no sólo de conocimientos sino de re-conocimiento”.
Jesús Martín Barbero
Gestión de la comunicación
Hablar de comunicación en el contexto de la Apropiación Social del Conocimiento (ASC) es mucho más que pensar en medios, piezas gráficas o redes sociales. Se trata de una práctica política y cultural que define los sentidos de lo que hacemos, cómo lo hacemos y para quién lo hacemos. Comunicar, en clave de apropiación, es también construir mundos posibles: imaginar futuros, nombrar lo que otros callan y hacer visible lo que muchas veces se queda en los márgenes.
En los centros de ciencia, esta dimensión ha estado mayormente dedicada a la difusión de actividades. Pero cuando se la entiende como un eje estructural, la comunicación se convierte en una herramienta de transformación.
En este capítulo compartimos tres caminos que han guiado nuestra reflexión y experiencia sobre la comunicación en procesos de ASC y centros de ciencia: comunicar para posicionar y visibilizar, comunicar para dialogar y mediar; y comunicar para incidir. Estas apuestas no son excluyentes, por el contrario, se entrelazan y retroalimentan, revelando los múltiples roles que puede asumir la comunicación cuando se pone al servicio del territorio, el conocimiento y la ciudadanía.
COMUNICAR PARA EXISTIR
El posicionamiento como acto de memoria, afirmación y resistencia
En el mundo de los centros de ciencia, donde convergen lo institucional, lo pedagógico y lo territorial, comunicar no es simplemente informar. Es ante todo habitar, posicionarse como actor legítimo, con voz propia, dentro de los territorios, a las instituciones y el ecosistema del conocimiento. La visibilidad, en este sentido, no se reduce a la difusión de lo que se hace, sino que tiene que ver con afirmar lo que se es, con narrarse desde adentro, con disputar los modos en que se entiende la ciencia y quiénes pueden producirla.
Las formas en que los centros hablan de sí mismos - o deciden no hacerlo- determinan, en buena medida, su lugar en el paisaje institucional, su capacidad de vincularse con las comunidades, de sostener alianzas, y hasta de justificar su propia existencia y permanencia. En muchos casos, la ausencia de una estrategia de comunicación con propósito ha dejado sin relato a procesos valiosos. Y ya sabemos lo que pasa con las historias que no se cuentan: se pierden.
El tránsito hacia una comunicación estratégica no es lineal, a veces aparece cuando el centro busca financiación, cuando debe rendir cuentas, o cuando un video institucional tiene que “salvarlo todo”. Pero otras veces ocurre desde una pregunta más profunda: ¿desde dónde queremos hablar y con quiénes queremos conversar?
Como lo afirman Castelfranchi y Fazio (2021), “el valor estratégico de una comunicación pública de la ciencia que posibilita la discusión, la apropiación y el uso del conocimiento – no solo la transmisión – ha permeado en casi todos los territorios, desde el periodismo a la museología científica, desde la alfabetización y la enseñanza de las ciencias hasta los mecanismos deliberativos para la formulación de políticas e, incluso, dentro de los instrumentos de fomento a la investigación y la innovación”. Es decir que, comunicar no es un asunto accesorio: es una dimensión estructurante de todo el ecosistema de conocimiento.
En otras palabras: hay centros que comunican para contar sus actividades y hay otros que comunican para afirmar su lugar que ocupan como institución. El matiz no es menor; mientras los primeros informan, los segundos vinculan. Y comunicar con propósito, en un país como Colombia, implica hacerlo desde la complejidad: sin esconder la fragilidad, pero también sin renunciar al orgullo de ser y hacer en territorios atravesados por múltiples formas de exclusión.
Estrategias de Comunicación en Centros de Ciencia
Alianzas Colaborativas
Establece conexiones sólidas mediante alianzas
Informar
Difunde información básica a través de comunicados. Comunicación externa e interna
Vinculación
Fortalece la identidad institucional a través de la narrativa. Narrativa Estratégica
Afirmar
Posicionamiento de marca
Asegura visibilidad institucional sin profundizar en vínculos.
Difusión
En esta lógica, la comunicación se convierte en un proceso de construcción de sentido colectivo. No se trata solo de difundir eventos o logros: se trata de cuidar la narrativa, el tono, las palabras que se eligen, las metáforas que se activan, los silencios que se sostienen.
¡Alerta! Si más del 70 % de tus posts son “evento + fecha”, quizá no estás posicionando identidad sino agenda.
Es un ejercicio de traducción entre mundos: entre el lenguaje institucional y el común, entre la ciencia escrita y la ciencia vivida, entre lo que se espera decir y lo que realmente se quiere contar. Decidir si el centro se presenta como un museo, una plataforma, un laboratorio, un refugio o una esquina para pensar no es un asunto de estilo: es una decisión estratégica y simbólica que dice mucho sobre su lugar en el ecosistema.
Porque los relatos también son formas de gestión: gestionan expectativas, reputaciones, recursos e incluso afectos. Son capaces de generar adhesión, pertenencia, orgullo, pero también distancia, desconfianza o indiferencia. Y en contextos como los nuestros, la forma en que se narra lo que hacemos puede marcar la diferencia entre el acercamiento o el desencuentro.
Ahora bien, comunicar con este nivel de intención y complejidad no ocurre por intuición. Requiere equipos preparados, profesionales especializados, decisiones claras y tiempo dedicado. En esta dimensión de la comunicación - más cercana a lo técnico - los centros de ciencia necesitan fortalecer sus capacidades internas o de hacer alianzas con expertos en marketing, branding, manejo de redes sociales, diseño gráfico, publicidad, producción audiovisual y optimización digital.
En este sentido, posicionarse no es simplemente ocupar un lugar en el mapa institucional: es afirmar que se puede hacer ciencia desde otros cuerpos, desde otras lenguas, desde otras preguntas.
Cuando la comunicación es coherente con esas apuestas, no solo fortalece la sostenibilidad institucional, sino que teje vínculos duraderos en los territorios y con los públicos que los habitan. No se trata de tener más likes o más seguidores, sino de construir confianza, de generar conversaciones que importen, de hacer que el conocimiento circule con sentido.
Tip: Procura tener una frase o mantra (que describa por qué existe el centro). Vuelve sobre ella cada vez que publiques: si el contenido no refuerza ni refleja el mantra, es una señal para replantear.
Entonces, comunicar deja de ser un acto cosmético para convertirse en un acto de memoria, de cuidado y de afirmación. Un relato que no busca impresionar, sino encontrarse; no busca gritar, sino decir con sentido. Porque como bien lo planteó Martín-Barbero, el verdadero cambio ocurre cuando desplazamos nuestra idea de la comunicación desde el mensaje hacia la mediación. Y en esa mediación, el centro no solo se cuenta: se posiciona con dignidad, compromiso y propósito.
La comunicación como puente y espacio de encuentro
Si en la primera dimensión que abordamos, la comunicación aparece como un ejercicio de visibilidad estratégica, aquí se revela en su forma más relacional, más horizontal, más centrada en el encuentro. Hablamos de una comunicación que no solo busca contar, sino comprender; que no apunta al impacto, sino a la resonancia; que no se piensa como transmisión, sino como diálogo de manera directa. Es en esta dimensión donde la comunicación se vuelve mediación, donde lo más importante no es “lo que se dice”, sino “cómo y con quién se construye lo que se dice”.
Los centros de ciencia que apuestan por la apropiación social del conocimiento han aprendido que comunicar no es únicamente divulgar. Es mediar entre saberes, entre sensibilidades, entre posiciones y mundos y esa mediación no es un punto neutro entre emisor y receptor, sino un campo de relaciones cargado de historia, de cultura y de disputas por el sentido.
Hablamos de crear las condiciones para que otros también puedan hablar, preguntar, dudar, construir sentido desde sus propios lugares. Ya no se trata de enseñar ciencia, ni de comunicarla, sino de generar espacios donde la ciencia pueda conversar con la vida. Donde una cocinera en una vereda, un joven en un laboratorio escolar o un pescador en el manglar puedan reconocerse como sujetos de conocimiento.
En este enfoque, el centro no se coloca en el lugar de quien explica, sino en el de quien facilita. Aquí la comunicación se articula con la pedagogía, con la interpretación, con la participación. Es una comunicación profundamente política, porque abre lugar a otras voces y a otras formas de narrar lo real, y porque desestabiliza la idea de que la verdad solo circula en forma de paper o experimento replicable.
Esto exige, sin embargo, mucho más que voluntad. De nuevo nos enfrentamos al fortalecimiento de capacidades específicas, que en este caso implicará contar con perfiles que dominen la labor de interpretar y dialogar: educadores, mediadores, museólogos, guías comunitarios, facilitadores pedagógicos, diseñadores de experiencias, curadores de contenido, intérpretes culturales. Personas que sepan leer los contextos, facilitar procesos, y construir narrativas desde la participación. No basta con saber mucho, hay que saber cómo encontrarse con otros sin imponer.
También se necesitan herramientas y marcos metodológicos que promuevan el diseño participativo: desde el uso de design thinking adaptado a lo comunitario, hasta estudios de públicos, construcción de guiones colaborativos, jornadas de co-creación o mapeos para caracterizar. Aquí no solo se produce contenido: se produce conversación, relación y experiencia. Se tejen vínculos que busquen y pretendan la comprensión mutua.
Los espacios comunicativos en esta dimensión son, por definición, escenarios de reciprocidad. Por eso, comunicar teniendo en cuenta los principios de la mediación y de la comunicación pública de la ciencia implica también estar dispuesto a negociar: con los públicos, con los aliados, con los lenguajes, incluso con los tiempos.
Significa reconocer que no siempre se llegará a consensos, pero sí a relaciones más honestas, más justas, más horizontales. Y que en ese camino, comunicar es también cuidar: cuidar los vínculos, cuidar los saberes, cuidar el diálogo.
Esta es también la dimensión donde el centro de ciencia reconoce que no puede - ni debe - ser el único portador del conocimiento. Lo que está en juego no es solo lo que se transmite, sino la manera en que se construyen sentidos colectivos, muchas veces desde la diferencia. Con todo esto, la comunicación se convierte en una práctica que vincula lo institucional con lo cotidiano, lo técnico con lo sensible, lo académico con lo comunitario. Es la dimensión que permite decir: “aquí todos tenemos algo que decir, algo que preguntar, algo que enseñar”.
Por eso, la mediación no debe ser entendida como traducción neutra, sino como un acto de interpretación situado, que reconoce los territorios, los cuerpos, los ritmos y las memorias de quienes participan. Es una comunicación que no teme al desacuerdo, que no edita ni evita el conflicto, y que apuesta por construir sentido incluso desde las tensiones. Comunicar en clave de mediación es, en última instancia, sostener el diálogo como forma de relación, incluso cuando no es fácil.
Desde esta perspectiva, la comunicación deja de ser un recurso final - algo que ocurre después de que el proyecto ya está diseñado- para convertirse en una dimensión constitutiva del que hacer del centro de ciencia. Porque no solo conecta contenidos, sino que los resignifica. Que no se enfoca en la espectacularización de la ciencia, sino en su apropiación crítica. Una comunicación que, cuando se cuida y se piensa bien, no sólo informa y comunica: transforma.
¡Alerta! Si 24h después de una actividad o evento relevante sólo hay un post institucional y cero reacciones de asistentes, revisa: quizá convocaste audiencia, pero no conversación.
Mediación en contexto
Memorias
Recuerdos compartidos, individuales y colectivos que dan forma a la mediación y marcan la pauta sobre lo que se conversa
Cuerpos
La diversidad siendo más que un discurso requiere el manejo de su expresión física también
Territorios
Espacios físicos y elementos contextuales del lugar donde está ubicado el centro
¿Cómo es el clima?, ¿sus condiciones de acceso?, ¿cómo viven las personas aquí?
Ritmos
Los tiempos de los proyectos no suelen ser igual que los comunitarios
DECIR TAMBIÉN ES
TOMAR
POSICIÓN
La comunicación como un ejercicio de incidencia y apuesta por lo común
En esta tercera dimensión, la comunicación no es solo estrategia ni pedagogía: es postura. Es el modo en que un centro de ciencia toma lugar en la conversación pública, se vincula con los conflictos de su tiempo y contexto, mientras asume un rol activo en la defensa de lo que considera valioso. Comunicar aquí es intervenir, deliberar, posicionar ideas y causas. Es hablar de lo que se hace, pero también decir desde dónde se hace y con quién se camina.
Este enfoque parte de una premisa sencilla pero radical para muchos: la ciencia no es neutra, y los centros que la producen o la median tampoco lo son. En territorios marcados por la desigualdad, el conflicto o la exclusión, el silencio también es una forma de posicionamiento. Por eso, comunicar desde la perspectiva de la incidencia es reconocer que todo acto de palabra tiene efectos: puede abrir debates, desnaturalizar violencias, incomodar poderes, pero también construir comunidad, alimentar el sentido de lo público y sostener apuestas de transformación.
No se trata de convertir los centros de ciencia en vocerías partidistas o movimientos sociales, sino de comprender que su misión también tiene una dimensión política: participar activamente en la producción de lo común. Los temas que se priorizan, los lenguajes que se usan, los silencios que se mantienen, las redes que se eligen, todo eso configura un posicionamiento. Comunicar en esta dimensión es, por tanto, disputar imaginarios, instalar preguntas, amplificar demandas que muchas veces no caben en los discursos hegemónicos de la ciencia.
Una reflexión acerca de la comunicación y el poder, propuesta por Manuel Castells (2009) nos refiere que uno de los aspectos más relevantes de la comunicación está en lograr que unos asuntos tengan más importancia que otros en la mente de las personas. Es decir que, a través de la comunicación, también se pueden moldear aspectos que terminan por formar opiniones. Los centros de ciencia, al comunicar lo que hacen, no solo difunden contenidos: intervienen en la conversación pública, disputan imaginarios y posicionan causas.
En este sentido, la comunicación no es un canal, es un terreno de disputa. Y los centros pueden elegir si quieren ser parte activa de esa disputa o si prefieren mantenerse al margen de las preguntas difíciles.
Lo cierto es que la experiencia nos ha llevado a cuestionar que la sostenibilidad de un centro de ciencia no se juega solo en el número de visitantes o en la innovación de sus contenidos, sino en su capacidad de incidir en los entornos donde operan. Esto se traduce en participar de redes territoriales, contribuir a debates públicos, generar evidencia útil para la toma de decisiones o amplificar las voces de comunidades que han sido históricamente silenciadas.
Pero asumir esta dimensión implica riesgos: implica aceptar que habrá tensiones, que no todos estarán de acuerdo, que algunas verdades incomodarán.
También implica tener claro hasta dónde se quiere incidir y con quiénes, y cuáles son los costos éticos, simbólicos y materiales de hacerlo. Incidir no es gritar más fuerte, es construir legitimidad, generar vínculos de confianza y sostener una conversación pública en el tiempo.
Además, es fundamental contar con un respaldo institucional claro. Un centro que comunica desde la incidencia necesita el apoyo de su equipo directivo, de su junta, de sus aliados. Necesita poder hablar con claridad sobre su posición frente a temas urgentes como el cambio climático, la soberanía alimentaria, la memoria histórica, la defensa del territorio, entre otros. Y necesita, sobre todo, coherencia: entre lo que dice, lo que hace y lo que elige no decir.
Mantenerse al margen...
implica asumir riesgos y manejar tensiones para construir legitimidad y confianza.
Comunicar para incidir... puede resultar en la falta de impacto, credibilidad y riesgo de sostenibilidad.
Ahora bien, como en las otras dimensiones, también se requieren capacidades específicas: sensibilidad para el análisis político, pensamiento crítico, movilización social y construcción de redes. Personas capaces de leer el contexto, interpretar coyunturas, desarrollar campañas con sentido estratégico y construir narrativas que conecten con causas colectivas. También se requiere tiempo: tiempo para escuchar al territorio, para entender los marcos normativos, para ubicar las oportunidades de incidencia real y no solo declarativa.
Por eso, esta dimensión es tal vez la más difícil, pero también la más poderosa para un centro que busca transformar o incidir en su contexto. Es la que permite que la comunicación no sea solo un ejercicio técnico o pedagógico, sino una apuesta ética. Es la que transforma al centro en un actor político que no le teme al conflicto, porque entiende que de él también emergen las preguntas que movilizan el conocimiento.
Comunicar desde la incidencia es decir: “esto nos importa, esto nos atraviesa, esto no lo vamos a callar”. Y cuando se hace con inteligencia, con escucha y con intención, el centro de ciencia deja de ser un baúl de contenidos para convertirse en un sujeto colectivo que toma posición y aporta a la construcción de un presente compartido más justo y más crítico.
¡Recuerda! Tu legitimidad se mide donde se cruzan “lo que dices”, “lo que haces” y “lo que callas”. Revisa este triángulo antes de publicar y tomar una posición sobre asuntos sensibles.
Recomendaciones
Para los formuladores de políticas públicas:
• Recuerde que la comunicación también necesita un empujoncito… No la reduzca a un anexo decorativo ni a una estrategia de difusión. La comunicación es una dimensión estructurante de los procesos de construcción de ciudadanía y ASC.
• Apuéstele a una comunicación situada, no genérica… Una política sin posibilidad de diálogo no se sostiene. Reconozca los lenguajes del territorio y promueva la pluralidad de formatos como parte de la garantía del derecho a participar y a comprender.
• Abra la palabra: comunique para deliberar, no solo para informar... Fortalezca los mecanismos de comunicación dialógica en las fases de diseño, monitoreo y evaluación de las políticas.
Para los gestores de proyectos:
• Diseñe con narrativas, no solo con indicadores... Cada proyecto necesita una narrativa clara y sensible. ¿Qué historia quiere contar?, ¿qué preguntas quiere abrir? ¿qué transformaciones quiere acompañar?. Pensar la comunicación desde el inicio del diseño le permitirá conectar con sus públicos desde el propósito, no desde la justificación.
• Ponga la escucha en lo que le dicen… No todo mensaje debe nacer en el escritorio, escuche primero: qué se nombra, qué se silencia, qué se espera. Diseñe formatos que nazcan del diálogo con el territorio, no de una plantilla.
Para los centros de ciencia:
• No solo diga lo que hace: diga para qué lo hace y desde dónde… Cuide el relato tanto como cuida sus contenidos. Defina cómo quiere ser reconocido, con qué causas quiere conectarse y qué voces va a amplificar en el proceso.
• Visibilizar no es venderse, aunque sí importa… Hacer comunicación estratégica desde la ASC significa no dejarse absorber por la lógica del mercado, más bien entenderla desde el propósito y el sentido. Cree vínculos, proyecte valor público, facilite el acceso al conocimiento y sostenga conversaciones que importan.
• Haga equipo con perfiles diversos… No basta con un buen community manager o una persona que sepa diseñar en Canva.. Si quiere comunicar con intención, necesitará personas con mirada crítica, capacidades narrativas y experiencia en diseño participativo.
Capítulo 4
ABIERTOS AL PÚBLICO SÍ, PERO... ¿CUÁL PÚBLICO?
De clientes, socios, visitantes, usuarios, vecinos y habitantes de los centros de ciencia.
Gestión de audiencias
Normalmente, asumimos que “Audiencia” = “Público” = “Visitante”. Personas que pagan por entrar al centro, estudiantes en giras pedagógicas o turistas curiosos. Pero las audiencias son entidades plurales, a veces invisibles, que interactúan con los centros incluso sin visitarlos. Un vecino que los invita a una actividad en la vereda, un líder indígena que negocia cómo se representa su cultura, una empresa que financia, pero condiciona los contenidos posibles: todos son audiencias del centro. Y gestionarlas no solo significa seducirlas, sino planificar estratégicamente cómo nos relacionamos con ellas. La gestión de audiencias no se agota en la creación y atracción de públicos, implica mapear, diseñar y cultivar relaciones intencionadas con quienes usan, critican o incluso ignoran al centro. No se trata de contar cabezas, sino de descifrar agendas: ¿A quién le hablamos?, ¿por qué a él y no a otro?, ¿cómo se relaciona con nosotros?, ¿qué esperamos y qué estamos dispuestos a negociar?
La gestión de audiencias sirve para desmontar espejismos y comprender cómo nos ve la sociedad, para tejer complicidades, no clientelas, y para negociar sin claudicar
Este capítulo comparte tres aproximaciones a la gestión de audiencias. No se deje engañar, no tomamos partido por ninguna, queremos compartir sus alcances, riesgos y virtudes. Este es un catálogo de formas posibles para empezar a caminar, evalúelo en función de sus necesidades de fortalecimiento, sus capacidades, sus intereses y sus realidades territoriales.
ESTUDIOS DE PÚBLICO O AUDIENCIAS
Cuando las audiencias se convierten en objeto de estudio
Está claro que nuestra aproximación es una invitación a superar la idea de “Visitante” cuando hablamos de audiencias.
Desde nuestra perspectiva “la relación con los visitantes se agota en la visita”. Los visitantes son grupos o individuos que llegan en búsqueda de un estímulo y al obtenerlo y satisfacerlo se retiran del centro. Esta es una relación de consumo e intercambio básico y aunque es importante darle lugar, no se pueden perder de vista que existen otras formas de configurar audiencias.
Por ejemplo, los usuarios que no “visitan”, usan el centro: una escuela que integra el museo en su currículo, o los vecinos que comparten problemas territoriales con el centro y colaboran para solucionarlos. Los habitantes: como investigadores, artistas o voluntarios que modifican el espacio con sus prácticas, ej. un biólogo que usa las colecciones del centro para investigar y a cambio desarrollar experiencias de mediación. O los cogestores: actores que influyen en decisiones estratégicas, ej. jóvenes estudiantes que también son mediadores o voluntarios que también son directores.
Cada una de estas audiencias requieren acciones para su gestión estratégica. Conocerlas en profundidad es el primer paso para hacerlo.
En este sentido, la primera forma que queremos explorar es la asociada a los estudios de públicos o audiencias. Este tipo de estudios permite abordar las relaciones del centro como objeto de estudio. Su forma de aproximarse a las audiencias es técnico - científica: investigar, analizar y evaluar metódicamente a quienes se relacionan con el centro, utilizando un repertorio amplio de herramientas, encuestas, mapas de experiencias, mapas de empatía, recursos etnográficos, termogramas de uso de los espacios del centro, grupos focales, etc.
Esta aproximación busca construir lecturas objetivas sobre las audiencias al menos en tres aspectos:
Sus intereses y realidades contextuales. ¿Qué los atrae y de qué contextos vienen? Para identificar patrones que permitan alinear temas, discursos y experiencias con sus agendas y capacidades.
Su interacción en el centro. ¿Cómo interactúan?, ¿cuáles son sus búsquedas?, ¿qué los emociona? Para optimizar los recursos, salas o talleres en función de las relaciones que valoran los públicos.
Sus imaginarios sobre el centro. ¿Qué piensan sobre el centro?, ¿cómo lo ven, cercano o lejano?, ¿cómo lo sienten, aliado o competencia? Esto ayuda a modular la imagen del centro en función de las relaciones que quiere atraer.
Dimensiones de estudios públicos en museos
1. 2. 3.
Comprender lo que atrae a los visitantes Intereses y realidades de los visitantes
Comprender la interpretación del visitante en el centro Experiencias en el centro
Comprender las percepciones sobre la imagen del centro Imaginarios institucionales
Lo importante no es la información que generan los estudios de públicos sino la forma en la que se gestiona, interpreta y decide con base a ella. Por eso no se debe confundir atractivo con pertinente, seducir con claudicar, ni empatía con encajar.
Si decide recorrer esta ruta es importante alertar sobre algunos riegos:
Primero. Estos procesos son cercanos a herramientas y aproximaciones propias de los estudios de mercado y productos, y pueden caer en el error de reducir a las audiencias a clientes o consumidores, priorizando la atracción sobre la pertinencia. “Si el público prefiere dinosaurios ajustemos la oferta”. Pero, ¿de qué sirve un centro “deslumbrante” si su contenido se diluye en espectáculo?
Segundo. Existe un riesgo epistemológico, suponer que el conocimiento es el “producto” que ofrecemos y las audiencias los consumidores. Esto refuerza una visión deficitaria de la ASC: los públicos “carecen” de conocimientos y deben ser “educados”, y conducir a interpretar los resultados en función de lo que se “debe completar” y no lo que se “puede cocrear”.
Tercero. Una mirada inocente en este tipo de estudios puede conducir a poner el foco en la idea de “público general” o “consumidor tipo” desdibujando las particularidades territoriales. No es lo mismo un turista europeo en Medellín que un campesino en el Caquetá. Parece obvio, pero es importante superar las ideas de “visitante promedio” de los centros de ciencia y avanzar hacia miradas que le den lugar a la diversidad.
¿Qué se necesita para avanzar en este camino?
Este enfoque requiere al menos tres condiciones:
Capacidad técnica: sus formas son sofisticadas, desde análisis de percepciones hasta la evaluación de experiencias, lo que implica conocimientos técnicos específicos para asegurar la calidad de la información que se recupera y el alcance de su interpretación.
Capacidad analítica: se requieren talentos que puedan realizar lecturas interpretativas cuidadosas, críticas y objetivas, teniendo en cuenta el alcance de sus afirmaciones respecto de la información recuperada, los intereses del centro de ciencia y las realidades territoriales.
Disposición de tiempo, recursos y talento: es fundamental la calidad y cantidad de tiempo, recursos y talentos que el centro de ciencia disponga para este tipo de ejercicios. En esencia los estudios de públicos o audiencias son una de las expresiones posibles de los procesos de generación y gestión de conocimiento en ASC, y desde esta perspectiva se requieren definir roles, recursos y tiempos para poder realizarlos de manera precisa y cuidadosa.
Los estudios de públicos o audiencias, cuando se usan con rigor, permiten alinear la oferta del centro con las expectativas reales de sus audiencias. Cuando no, pueden contribuir a reforzar falsos imaginarios y mercantilizar la experiencia del centro de ciencia.
VINCULACIÓN COMUNITARIA
Cuando la gestión de audiencias se construye en la participación
Los estudios de públicos son una fotografía de las relaciones de los centros con sus audiencias y hacen de esta relación su objeto de estudio. Como toda aproximación técnica y científica tiene la pretensión de ser objetiva y neutral, generando información que permita tomar decisiones estratégicas de manera informada para gestionar las audiencias del centro, sin embargo, no es el único abordaje.
La siguiente aproximación la llamaremos vinculación comunitaria. Esta perspectiva toma distancia del análisis de las audiencias desde un enfoque técnico- científico, objetivo y neutral, y propone escenarios donde las audiencias no solo son observadas, sino que el centro se permite compartir con ellas la cotidianidad, haciéndose parte de la comunidad en la convivencia.
Este enfoque desafía la división clásica entre “observador” y “observado”, “gestor” y “público”, “diseñador” y “usuario” disolviendo los límites entre los roles del centro y la sociedad. Desde esta perspectiva más que investigar se trata de participar y en la participación reconocer los interlocutores, construir lazos de confianza y relaciones de valor.
Esta aproximación suele ser cercana a centros profundamente arraigados en sus territorios y que a menudo son respuestas colectivas a problemas concretos: familias campesinas que deciden proteger un bosque y constituir una reserva, una comunidad indígena que se organiza para resguardar sus saberes ancestrales a través de un museo comunitario o un grupo de profesionales que decide crear espacios de encuentro para autoformarse. Estos centros no hablan de “públicos generales”, sino de audiencias situadas: vecinos, habitantes y cogestores que interactúan con el espacio desde roles híbridos.
Vincularse comunitariamente implica el despliegue de múltiples formas para dialogar y convivir, como participar de agendas locales, eliminar las barreras de acceso a los vecinos, desarrollar espacios de conversa y tertulia para construir confianza, desarrollar colaboratorios para resolver problemas locales, etc.
Más que la comprensión de sus audiencias, esta aproximación conduce al centro a construir una mejor comprensión sobre su rol en su comunidad, por eso se centra en tres aspectos:
Comprender las realidades locales. Esto facilita la definición de sus contenidos y la construcción de estrategias de ASC pertinentes y alineadas con las necesidades territoriales.
Identificar sus ámbitos de incidencia. Algunos centros de ciencia pueden ser valorados por el saber que representan, por su rol en la educación, o su capacidad para incidir en agendas públicas. La convivencia estrecha permite identificar cuáles son los valores que la sociedad encuentra en el centro y desde allí tejer la sostenibilidad futura.
Definir su rol e identidad en la construcción comunitaria.
¿Para qué lo necesita su comunidad? Algunas comunidades requieren centros de ciencia para reafirmar sus propias identidades, solucionar problemas locales, visibilizar agendar territoriales o encontrarse en un espacio seguro. Las posibilidades son amplias pero la convivencia permite que el centro descubre sus roles en las agendas colectivas.
Claro que esta aproximación también cuenta con sus propios riesgos:
Primero. ¿Cómo mantener la misión institucional sin fragmentarse en la diversidad? No poner límites en el relacionamiento o no tener claras las agendas institucionales, puede conducir a los centros a una suerte de adolescencia institucional donde se corre el riesgo de la atomización de su identidad.
Segundo. ¿Puede un centro ser relevante si su alcance se limita a un pequeño nicho?, ¿no lo convierte esto en un “club privado”? El peligro de la captura privatizadora surge cuando el centro permite que su agenda, discurso, contenidos y experiencias sea capturada por una pequeña agenda. Los centros de ciencia no deben perder su naturaleza pública y colectiva, escenarios universales que permitan tejer diálogos entre propios, ajenos y extraños.
Tercero. ¿Cómo evitar que el centro diluya su rol en la apropiación social del conocimiento en el marco de la CTeI? La erosión de la identidad científica es uno de los principales riesgos de esta aproximación. El dialogo colectivo no debe significar la pérdida de su lugar de enunciación: la ciencia, la tecnología y la innovación.
Esta aproximación no es una receta, es un experimento en democracia que implica ver a las audiencias como socios con agencia.
¿Qué se necesita para avanzar en este camino?
Compartir la cotidianidad: hacer parte del día a día colectivo, participar de los escenarios de discusión territorial y colaborar en proyectos locales; requiere personal idóneo, sensible, respetoso, capacitado para representar los intereses del centro y articularse como actor social.
Ceder gobernabilidad: un centro en Guainía que trabaja con comunidades indígenas no “ofrece” únicamente talleres; co-diseña proyectos de conservación donde el conocimiento tradicional y científico dialogan. Esto implica gran capacidad adaptativa y competencias para negociar agendas, compartir recursos e hibridar identidades.
Límites flexibles pero firmes: el centro de ciencia debe contar con una agenda clara y definida, con un mapeo de sus capacidades e intereses y un norte para su desarrollo estratégico. Si bien esta aproximación es una invitación a dejarse permear por la comunidad, es esencial hacerlo desde una profunda comprensión de la propia identidad.
Respaldo institucional: sin duda alguna este enfoque requiere que, como centro, institucionalmente se le de valor a la vinculación comunitaria. Esta apuesta no ha de ser la de una persona o la de un equipo de trabajo, debe ser colectiva e institucional, de lo contrario se corre el riesgo de erosionar el capital relacional del centro en cada abandono institucional o posición contradictoria.
DE AGENDAS
Cuando las audiencias están más allá de los mundos propios
Si los estudios de públicos permiten comprender nuestras audiencias y la vinculación comunitaria le abre las puertas del centro de ciencia al territorio, la integración de agendas invita al centro a participar de mundos más allá de sus mundos.
Este enfoque no se conforma con lo establecido: busca tejer alianzas con actores ajenos a los mundos tradicionales de los centros, como empresas, colectivos sociales o redes globales, para amplificar su impacto. Pero aquí surge la paradoja: ¿cómo conectar con agendas externas sin perder el rumbo?
Un jardín botánico que aloja un congreso LGBTI+ no está “prestando sus instalaciones”, está reconociendo que la diversidad humana y biológica pueden dialogar. Un zoológico que es invitado a liderar proyectos de construcción de espacios públicos no es un simple contratista, es un agente con capacidad para desarrollar espacios de encuentro ciudadanos, creativos, críticos y cuidadosos. Un museo comunitario que se une a una red de emprendimiento femenino no se desvía de su misión, la redefine como agente de cambio económico y social.
La integración de agendas no es simple colaboración, implica que un centro de ciencia salga de su zona de confort para incidir en espacios donde no necesariamente es protagonista o juega su rol tradicional, para ser reconocido como un aliado valioso y pertinente.
Podemos diferenciarla de los otros enfoques de gestión de audiencias de la siguiente manera:
La primera, lo hace desde la compresión profunda y detallada de sus audiencias. La segunda, desde la participación y vinculación profunda del centro a sus realidades territoriales. La tercera, es decir, la integración de agendas, desde la incidencia y posicionamiento del valor del centro en la construcción de grandes transformaciones sociales.
Esta última aproximación requiere:
La identificación de puntos de fricción creativa: temas donde el centro puede aportar sin imponerse, ni perder su identidad. Esto le permite reorientar estratégicamente sus saberes y experiencias en función de presentarse como un actor de valor.
La identificación de oportunidades de amplificación de impacto: esto permite definir estrategias para posicionar el centro como un interlocutor importante para la discusión de asuntos estratégicos del desarrollo colectivo. Un museo que influye en políticas urbanas puede lograr más que mil talleres educativos.
La identificación de escenarios para el reposicionamiento de la CTeI: llevar sus experiencias y saberes a ferias empresariales, redes de conocimiento, y experiencias de encuentro ciudadano democratiza el conocimiento, además, permite al centro hacerse visible y vigente en escenarios poco tradicionales para su gestión.
Ahora bien, los riesgos de esta aproximación de gestión de audiencias son proporcionales a la ambición del centro:
Primero: El riesgo de negociar lo innegociable. ¿Un centro de ciencia puede aliarse con una minera para hablar de sostenibilidad? Sí, pero si cede en su rigor al omitir los impactos ambientales de la minería, traiciona su misión.
Segundo. Participar en decenas de redes puede dispersar recursos y crear una falsa ilusión de ampliación de alcance. Un museo comunitario que prioriza congresos internacionales sobre su trabajo local podría perder conexión con sus bases territoriales.
Tercero. Adaptarse a múltiples agendas sin una columna vertebral lleva a la dilución identitaria. ¿Cómo evitar que una reserva se convierta en un “centro de eventos” sin enfoque ASC?
Integrando diferentes agendas
Pros Cons Vs.
Potencial de colaboración
Impacto más amplio
Circulación de recursos
Integridad comprometida
Dispersión de recursos
Dilución de la identidad
¿Qué se necesita para avanzar en este camino?
Apertura y autoprotección. Mientras los enfoques anteriores operan en escalas manejables (visitantes, comunidades), este exige lidiar con actores poderosos cuyos intereses pueden colonizar la agenda del centro. Esto implica la construcción de agendas sólidas, claras y bien definidas en función de evitar la desorientación misional.
Habilidades de relacionamiento estratégico. Para detectar oportunidades en lugares inesperados, negociar sin claudicar, traducir lenguaje técnico a demandas sociales y lograr insertar al centro en circuitos valiosos para su desarrollo institucional y su sostenibilidad.
La integración de agendas no es el final del viaje, sino un recordatorio de que los centros de ciencia no son islas. En un país fracturado como Colombia, su supervivencia depende de negociar con lo diverso sin perder su esencia. El reto es claro: ser lo suficientemente flexibles para abrazar nuevas causas, pero lo suficientemente firmes para no fundirse en ellas.
¿Templos o plazas públicas? Los centros de ciencia en Colombia están en una encrucijada: pueden seguir siendo templos del conocimiento, donde expertos hablan y audiencias escuchan, o convertirse en plazas públicas, donde el saber se construye entre voces diversas —aunque eso implique ruido, conflicto y reinvención constante—.
La gestión de audiencias no se trata de aprender a usar herramientas, sino de tomar posiciones frente al lugar que los centros les dan a sus relaciones y lo que esperan de ellas: ¿Están los centros de ciencia en Colombia dispuestos a soltar el control para ganar relevancia?
Recomendaciones
Para los formuladores de políticas públicas:
• Desarrolle aproximaciones más complejas sobre los centros de ciencia. Quizá es momento de redefinir la categoría y sus conceptos. ¿Son los centros de ciencia espacios que se agotan en la visita? ¿Son escenarios perfectamente definidos espacialmente?.
• Ampliar el concepto de audiencia Incorpore en sus lineamientos visiones más amplias sobre las audiencias, que reconozcan de forma explícita otras maneras de comprenderlas, más allá de la visita.
• Genere una oferta institucional en función de la sostenibilidad de los centros de ciencia. La carencia de recursos es el principal móvil para centrase en la gestión de las audiencias “visitante consumidor” y restar prioridad a sus otras expresiones.
Para los gestores de proyectos:
• Estimule acciones para la caracterización de audiencias. No basta con proyectos para el mejoramiento físico de los centros, se requiere acompañar a los centros en la caracterización, análisis y evaluación de sus audiencias, en función de la construcción y diseño de contenidos y experiencias.
• Acompañe ejercicios de pensamiento estratégico. No basta con proyectos de formación técnica y metodológica, se requieren proyectos que acompañen a los centros de ciencia en la construcción de agendas estratégicas de desarrollo, que les permita abordar la gestión de audiencias desde posiciones claras y limites bien definidos.
• Involucre acciones en función de apoyar la construcción de modelos de sostenibilidad. La gestión de audiencias no se agota en la caracterización de “públicos”, requiere ser pensada desde la perspectiva de la sostenibilidad. Involucre acciones donde se pueda acompañar a los centros a formular rutas de gestión sostenible.
Para los centros de ciencia
• Fortalézcase como plataforma de encuentro, diálogo y construcción ciudadana. Uno de los principales valores de un centro de ciencia es su uso ciudadano, indistintamente de la aproximación que cada centro defina y determine.
• Vincúlese con su comunidad, sus agendas y sus conflictos. Posiciónese como un actor relevante de su territorio. Participe de la vida comunitaria, no reniegue de ella, deje cuestionar, provocar y transformar. La valoración local es la primera clave de la sostenibilidad de los centros de ciencia.
• Integre sus agendas estratégicamente. Explore nuevos mundos y prepárese para hacerlo. No tema de participar en escenarios no convencionales de su quehacer, pensar fuera de la caja no es posible sin habitar fuera de la caja. Integrar sus agendas estratégicamente es uno de los principales catalizadores de la innovación y uno de los insumos fundamentales para la sostenibilidad.
Biblioteca
para seguir tejiendo
Para navegar el sistema ASC en Colombia.
· COLCIENCIAS. (2015). Guía para la formulación de proyectos para centros de ciencia en Colombia. Colombia.
· COLCIENCIAS. (2010). Estrategia nacional de apropiación social de la ciencia, la tecnología y la innovación. Colombia.
· MINCIENCIAS. (2021). Política pública de apropiación social del conocimiento en el marco de la CTeI. Colombia.
· MINCIENCIAS. (2023). Guía técnica para el reconocimiento de centros de ciencia. Colombia.
Para desmenuzar las interacciones del centro.
· Bruman, R., Exploratorium. (1991). Exploratorium Cookbook Set. The Exploratorium.
· Castells, M. (2009). Comunicación y poder. Madrid: Alianza Editorial.
· Castelfranchi, Y., & Fazio, M. E. (2021). Comunicación pública de la ciencia: una herramienta clave para la participación ciudadana en América Latina. Foro CILAC.
· Desvallées, A., Mairesse, F. (2009). Conceptos claves de museología. ICOM.
· Díaz-Barriga, F. (2003). Cognición situada y estrategias para el aprendizaje significativo. Revista electrónica de investigación educativa, 5 (2), 1-13.
· ICONTEC. (2008). Instituto colombiano de normas técnicas y certificación – ICONTEC, “Gestión de la Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i)” - NTC 5800.
· LPPM, Laboratorio permanente de público de museos. (2013). Conociendo a nuestros visitantes. La experiencia de la visita al museo. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
· Larrosa, J. (2006). Sobre la experiencia. Aloma. Revista de Psicología i Ciències de l’Educació, (19), 87-112.
· Martín-Barbero, J. (1987). De los medios a las mediaciones: Comunicación, cultura y hegemonía. México: Editorial Gustavo Gili.
· Santos, M. (1996). De la totalidad al lugar. Oikos-Tau.
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El centro en tensión...
· Cervellera, A. (2024). Acciones y exhibiciones para descolonizar las narrativas de los museos. Wikimedia Argentina; Fundación TyPA.
· Fundación Grupo Petersen, Fundación TyPA. (2022). Factoría de museos, 10 ejercicios para diseñar un proyecto en diálogo con la comunidad. Fundación TyPA.
· Fundación TyPA, American Alliance of Museums. (2018). De la filosofía a la acción. Claves para reimaginar el rol social de los museos de América. Memorias de El Museo Reimaginado Medellín 2017.
· Pérez-Bustos, T. (2014). Feminización y pedagogías feministas: museos interactivos, ferias de ciencia y comunidades de software libre en el sur global. Editorial Javeriana.
El centro situado...
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· Jara, Oscar. (2018). La sistematización de experiencias: práctica y teoría para otros mundos políticos – 1ed. Bogotá: Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano – CINDE. 258 pp
· Fundación TyPA. (2017). Adentro – Afuera. Ideas y ejercicios para conectar al museo con su entorno. Fundación TyPA.
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· Simon, N. (2017). El Arte de ser relevantes. Conferencia durante la segunda edición de El Museo Reimaginado, Medellín [video]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ruPoLxn4Sds
El centro y su experiencia...
· Torres, P., Zepeda, N., Edeksman, D. (2016). Menú para visitar museos de una forma emotiva, lúdica, creativa y participativa. NodoCultura.
Gracias, infinitas
Este libro es fruto del andar compartido, del esfuerzo tejido mano a mano entre quienes pusieron corazón, intención y raíces en cada momento. Gracias infinitas al equipo, compañeros de ruta con quienes atravesamos claros y sombras, risas y silencios, dudas y certezas.
Vivimos juntos la travesía de la ASC, que siempre supone encontrarse: conmoverse con paisajes nuevos, sortear trochas y ríos, disfrutar del viento suave cuando llega la calma. Es confiar en el camino del otro y construir complicidades desde lo que nos une y lo que nos distingue.
Salimos del Pacífico y nos encontramos una tierra infinita, llena de ese embrujo verde donde el azul del cielo se confunde con su suelo en la inmensa lejanía, generosa en saberes, rica en historias. De los morichales a los cerros de Mavicure… Nos llevamos aprendizajes de vidas que nos inspiraron tenacidad, ingenio y arraigo.
A ustedes, compañías de viaje, gracias por permanecer, por resistir, por abrazar esta aventura.
Que nuestro andar continúe, porque los caminos son más bellos cuando se recorren juntos, y los logros más profundos cuando son construidos entre todos.
Fundación Zoológica de Cali
Maria Clara Domínguez Vernaza
Equipo de implementación
Diana Marcela Vivas Ramos, Robert Arango López, Daniel Cárdenas Yusty, Rusbel Y. Salazar, Meriel Ellen Rodríguez, Tatiana Cerón Méndez, Lina Torres Melo, Natalia Pino Chaguala, Alejandro Morales, Luz Andrea Torres Muñoz, Sharly Vivian Mena Pacheco, Daniel Giraldo Rivas, Javier Lozada Bolaños, Luz Elena Olaya, Angela Marcela Perdomo Gómez, Sandra Chacón Sánchez, Orlando Salcedo Valencia, Mariana Rincón Ospina, Carlos Solano Zúñiga, Edna Margarita Meneses Clavijo, Deisy Viviana Hernández Ibáñez, Evelyn Chavarro Martínez, Hamilton Estib García Segura, Juan Sebastián Chinome Cipagauta, Laura Cristina Fuentes Osorio.
Aliados
· Asociación CALIDRIS: Diana Eusse, Alexander Morales, Fernando Castillo.
· Fundación Cunaguaro: Ernesto Roa Vargas, Cesar Rojano, Laura Miranda y Renzo Ávila.
Amigos del proyecto
Sigrid Falla Morales y John Felipe Rocha Gutiérrez.