140 palabras dan para mucho

Page 48

Megan Buchanan Cerezal Y entonces pasó. Centraba todo su mirar en mis ojos, los desvió a mi oreja izquierda y tan, tan lentamente avanzó su mano derecha. Era como si el aire fuera más denso. Sus dedos buscaron la zona que separa mi cuello de mi oreja y colocaron un mechón de pelo detrás de mi oreja, rozándome el cuello suavemente, lentamente. Movió su mirada a mis ojos, asustados, paralizados, atentos, e hizo lo mismo, el mismo tacto con el mechón que cubría mi oreja derecha, como si fueran hilos de cristal que se quebrarían con el menor cambio de presión. Solo dijo “mejor” y me temblaban las piernas. Esos labios gruesos a los que osé mirar en vez de intentar leer su siguiente movimiento en la mirada. Su mano había vuelto a su costado y ahí seguimos un nanosegundo quemándonos los ojos.

Merce Casasnovas Bover Ya no estaba, no quedaba nada, sólo cenizas de lo que había sido mi vida, un vacío me inundó. Cogí las cenizas y éstas resbalaron por entre mis dedos. Aspiré profundamente aquel polvo para llenar los pulmones de lo único que me quedaba de él. Ya nunca volvería a ver aquellos maravillosos ojos, nunca volvería a oír su dulce voz. Ya no estaba. Ya nada podía tener sentido, no quería esa vida, no quería nada. Se había ido y no volvería. Nunca sentí tanto dolor. El corazón roto. Chillé, chillé y, todo dejó de existir. El dolor fue tan grande… Me agarré el pecho por miedo a que estallase. No quedaba recuerdo en mí en el que él no estuviera. ¿Cómo podía sobrevivir a eso? No podía, quería irme con él. Iba a seguirle hubiera ido a donde hubiera ido.

47


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.