Los Ríos 240 - Suplemento

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Nº 240

2 º trimestre 2012

suplemento / gehigarria

AÑOS DE LA DIÓCESIS DE VITORIA MANUEL DE UNCITI, De la vera prehistoria de las Misiones Diocesanas Vascas JOSETXU CANIBE, ¡Que pasen los de segunda fila! Fotos de la historia misionera

LA DIÓCESIS DE VITORIA Y LA AVENTURA MISIONERA IZAN ZIRELAKO GARA, GARELAKO IZANGO DIRA


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Nuestra historia misionera cuenta con la experiencia del martirio: Isidro Uzkudun Isidro Uzkudun hablando con una madre en el centro de salud de Kayenzi, Rwanda, 1996

Los seglares han tenido un papel protagonista desde los comienzos Arriba, el primer grupo de seglares en Ecuador, 1951. Abajo, grupo de seglares en Ecuador, en la asamblea del grupo, 2004

La educación ha sido unos de los campos fundamentales del trabajo misionero Niños y niñas de los colegios de Quevedo

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150 AÑOS DE LA DIÓCESIS DE VITORIA 64 AÑOS DE MISIONES DIOCESANAS VASCAS En una historia de 150 años de la Diócesis de Vitoria Miguel Asurmendi Obispo de Vitoria

El día 8 de Septiembre de 1861 el Papa Pío IX firmó las Letras Apostólicas “In celsissima” por las que erigía canónicamente la Diócesis de Vitoria, que comprendía los territorios de las actuales Bilbao, San Sebastián y Vitoria. Ocho meses después, en la Catedral Santa María de Vitoria, entró en vigor lo dispuesto en la Bula papal. Esto sucedió el día 28 de Abril de 1862, fiesta del Patrono San Prudencio. Las crónicas de aquel día relatan que se cantó un “Te Deum” en acción de gracias por la concesión de la Diócesis para el País Vasco. Las voces de los coros y del pueblo vasco entonaron el himno con potencia y con gozo, pues eran siglos los que llevaban esperando un tal acontecimiento.

Las Misiones Diocesanas Vascas han sido y siguen siendo uno de los referentes más valiosos de nuestra Iglesia de Vitoria.

Siglo y medio de existencia diocesana han hecho ver los beneficios que reporta la Diócesis propia. En este breve escrito he de silenciar otras varias realizaciones para hablar de las Misiones Diocesanas Vascas. 64 años vienen funcionando desde aquel 12 de Octubre de 1948 en que marcharon los primeros misioneros a Ecuador, al territorio de Los Ríos perteneciente a la Diócesis de Guayaquil. Inicialmente marcharon ocho sacerdotes. Al poco tiempo se incorporaron laicos y religiosas consagradas. Así se entendía la misión: un compromiso diocesano que comprendía laicos, consagrados y clérigos. La preparación a la misión fue extremadamente larga, 29 años. La chispa que generó el incendio de fervor misionero fue la conferencia que impartió a los seminaristas el profesor de Historia de la Iglesia, D. Ángel Sagarmínaga, al inicio del curso académico 1919-20. Seis décadas de Misiones Diocesanas Vascas han reportado a las Diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria un vendaval de aire fresco: se ha rezado “al Dueño de la mies” que suscitara vocaciones, se han promovido muchas iniciativas para ayudar a las Misiones, se ha ensanchado el horizonte pastoral con temas nuevos, se ha renovado el espíritu de generosidad y caridad, la concepción de qué es la Iglesia se ha enriquecido, etc. Las Misiones Diocesanas Vascas han sido y siguen siendo uno de los referentes más valiosos de nuestra Iglesia de Vitoria.

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Fedea abiapuntu izanik, gizakiaren gabeziei erantzuten zaie José María Ruiz de Azua con D. Macario Montoya de la CEB de Matapalo; Palenque, 1988

La preocupación por la salud ha sido y sigue siendo unos de los campos fundamentales del trabajo misionero José Martín Araquistain, atiende a un enfermo en Angola,1966

La animación misionera es un compromiso básico de la diócesis Encuentro indeterdiocesano de infancia misionera, en Azpeitia-Loiola, abril, 2008

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150 AÑOS DE LA DIÓCESIS DE VITORIA Un largo camino de preparación para llegar a las Misiones Diocesanas. Se estaba gestando algo nuevo en la Iglesia

DE LA VERA PREHISTORIA DE LAS MISIONES DIOCESANAS VASCAS Manuel de Unciti “Parecía que en aquellos momentos comenzaba una nueva era”. Lo dijo -y lo dijo bien- la madre Margarita María López de Maturana. Era el año de 1923. En Bérriz, Vizcaya. A su alrededor todo un rebullir de iniciativas misioneras, de programas, de planes. Un nuevo Pentecostés estaba zarandeando a la Iglesia española y, más concretamente, a la Iglesia del País Vasco. No es ninguna exageración afirmarlo. Basta remitirse a los hechos de época, a los primeros años de un prodigioso siglo XX. Que no en vano fue calificado de “siglo de las misiones”. Un jesuita de Labastida, Álava, sube con total justicia al centro de una imaginaria orla histórica. Profesor en el Colegio Máximo de Oña y en la Pontificia Universidad de Comillas, a su espíritu y a su inteligencia se debe haber puesto en marcha, a partir de 1916, el impresionante movimiento misional que caracteriza a la Iglesia española en los arranques del siglo pasado. Tuvo el impagable mérito de acertar a pasar la antorcha encendida a compañeros de claustro y sobre todo a alumnos de la “ponti” santanderina. A comenzar, claro está, por los también jesuitas José Zameza, natural de Munguía, Vizcaya. Y Víctor Elizondo, y Vidaurrazaga. Alumnos de él fueron, entre otros varios más, Ángel Sagarmínaga, nacido en Yurre, Vizcaya, y Juan José Pérez Ormazabal, donostiarra por los cuatro cos-

tados; amén de Genaro Xavier Vallejos, de Sangüesa, pluma exquisita al servicio del ideal misionero, Premio Mariano de Cavia. La lista de estos “adelantados” se enriquece por aquellos años con los nombres de Juan de Unzalu, nacido en Ochandiano; del navarro Joaquín María Goiburu, natural de Villaba; de Madre Nieves de Urízar, Comendadora del Monasterio de Bérriz; de Pedro de Anitua, nacido en Elgoibar; de Clemente Ortiz de Urbina, distinguido vitoriano; de José Gurruchaga, nacido en Irún y en la actualidad camino de los altares; de los hermanos, naturales de Guernica, Ignacio y Alejandro Omaecheverría; y del carmelita Juan Vicente Zengotita, natural de Bérriz como la ya evocada Madre Margarita Maturana y también él candidato a la “gloria” de Bernini.

Espainiako Eliza eta zehazkiago, Euskal Eliza Mendekoste berri bat astintzen ari zen.

Más adelante, a partir de la década de los 40, el equipo de Sagarmínaga se alegrará con la presencia y la actuación de Javier María Echenique, natural de Irún, y de Pedro San Martín, originario de Navascués. Y ya, para acabar, la ancianidad de don Ángel conoce un rebrote de vida joven con la llegada del que, falto de modestia, emborrona estas cuartillas: Manuel de Unciti y Ayerdi, donostiarra. No se ha hecho pública aún la encíclica “Maximum Illud” del Papa Benedicto XV, documento que va a motivar el renaci-

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Audacia, y fina, fue la aventura de Margarita Maturana de transformar un monasterio de monjas mercedarias de clausura papal, en un moderno y dinámico instituto misionero.

miento del compromiso misionero de toda la Iglesia. En la más que milenaria historia de la Iglesia, hay –una vez más- un antes y un después. Un antes que, en la ocasión, está hecho de ruinas, fuegos, bombardeos y muertes. Es la Primera Guerra Mundial. Y un después, que es el gigantesco impulso que a la actividad misionera aporta la “Maximum Illud”. Ésta se encontraba como paralizada. La gran guerra había obligado a muchos misioneros de los países contendientes a dejar de lado la enseñanza del Mensaje de Jesús y la caridad para con los más pobres y a tomar las armas, bien en su Europa natal, bien en alguna de las colonias de sus potencias metropolitanas. ¡Era la hora de la reconstrucción! Había que dejar los lloros sobre los inmensos escombros y ponerse de nuevo en marcha. Llegaba el tiempo -dicho está ya- de un nuevo Pentecostés, caracterizado, como el primero de los “Hechos de los Apóstoles”, por la “audacia”.

DE CONTEMPLATIVAS A MISIONERAS ACTIVAS Porque audacia, y fina, fue la aventura de transformar un monasterio de monjas mercedarias de clausura papal, de mitades del siglo XVI, en un moderno y dinámico instituto misionero, abierto apostólicamente a todos los horizontes de la tierra y del mar. La Madre Maturana fue, sin duda, el alma mater de tal transformación, pero muchas de las personalidades misioneras recientemente evocadas participaron en grado mayor o menor en la citada aventura, a comenzar por el padre Zameza, gran consejero. Maturana procedió con la táctica del paso a paso para que nadie se escandalizara. Saturó, primero, de pasión misionera el ambiente del colegio de niñas bien que funcionaba dentro de los muros del monasterio. Creó, luego, la “Juventud Mercedaria Misionera” en el año de 1920. Celebró con extraordinaria alegría la elección del cardenal Rati como Papa con el nombre de

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Misiones Diocesanas se ha mantenido y se mantiene gracias al respaldo permanente de la diócesis Reunión de Corresponsales en Bilbao,1972

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150 AÑOS DE LA DIÓCESIS DE VITORIA Pío XI y, poco después, con el apelativo que él mismo se impuso de “Papa de las misiones”. Se unió a toda la Iglesia, en el año de 1927, cuando el Pontífice proclamó a santa Teresita del Niño Jesús como “Patrona universal” de todas las misiones católicas; una carmelita de clausura que deseaba pasar a un convento de clausura en Vietnam, pero que nunca llegó a pisar un territorio de misión… Y ¡por fin! la bomba en 1930: las noventa y cuatro monjas del monasterio de la Vera Cruz de Bérriz votan unánimes por la transformación de la clausura en instituto misionero. Aunque –de decir toda la verdad de los hechos- es de justicia señalar que madre Maturana no esperó hasta esa fecha para dar cuerpo a su sueño misionero: ya cuatro años antes había enviado a China la primera expedición de seis misioneras de Bérriz. A la misión de Wuhu, regentada por la Compañía de Jesús.

LA BUENA PRENSA AL SERVICIO DE UN IDEAL Es fácil constatar el relieve que ese verdadero acontecimiento encontró en los medios de comunicación de la época y más aún en las publicaciones y revistas misionales de aquel tiempo. ¡Que no eran pocas, válgame Dios! Porque hay que subrayarlo: los pioneros del movimiento misional en la diócesis de Vitoria fueron muy sensibles a la llamada de las linotipias. Utilizaron las imprentas como medios privilegiados para la difusión de sus ideas que eran, en realidad, ideales. Se multiplican las cabeceras, particularmente de revistas. Rompe marcha la revista “La Obra Máxima”. De los padres carmelitas. Del padre Juan Vicente Zengotita. Es 1921. Para el 23 está en la calle “El siglo de las misiones”. La crea y la dirige el padre Hilarión Gil. Para el siguiente año, 1924, “Los nuevos cruzados”, que es una especie de suplemento mensual para jóvenes. En 1927, madre Maturana lanza “Ángeles de las misiones”. Ese mismo año, sale “Illuminare”, como boletín de la Unión Misional del Clero, que ya había tenido -aunque muy fugaz- una primera parición en 1923, el mismo año en

que inicia su andadura unas modestas hojas que llevan por título “El eco misional”, expresión de lo que se estaba fraguando dentro de los muros del Seminario Conciliar -más adelante diocesano y en un nuevo y flamante edificio- de Vitoria. Aquí, en el viejo seminario, es lugar donde Ángel Sagarmínaga pronuncia el discurso de apertura del año académico. ¡Verdadera piedra millar el movimiento misional del País Vasco y, luego, de toda España! Y si se espera al año de 1933 podrá uno maravillarse con la revista “Catolicismo” que, publicada en offset, fue considerada por la Sagrada Congregación de Propaganda Fide “la más hermosa de todas las publicaciones misionales de Europa”. Los franciscanos de Aránzazu se hicieron presentes con la revista “Misiones Franciscanas”.

Se oía en muchas sacristías: “Si lo misional no desemboca en misionero se pudre”.

Un poco sin pena ni gloria -para la gran opinión pública- pasa a hacer historia la fundación en 1920 -el 3 de diciembre de 1920, festividad de san Francisco Javier- del Seminario de Misiones, en Burgos. Fue por un expreso deseo del Papa Benedicto XV. La sede arzobispal estaba ocupada por monseñor Belloch y hay que destacarlo porque, siendo anteriormente obispo de la Seo de Urgel, había tenido que aliviar la agonía de un llamado “Colegio de Ultramar”. El nuevo Seminario de Misiones perseguía formar sacerdotes del clero secular para enviarlos como misioneros a las Iglesias latinoamericanas que carecían de ellos y los necesitaban urgentemente por mor de la independencia política. La elección de un nuevo Papa en la enorme personalidad del que sería conocido como Pío XI, no modificó en nada los planes. Todo lo contrario. Y así, ya para el año de 1923, el nuevo Seminario está capacitado para enviar una expedición de jóvenes misioneros a la Prefectura Apostólica de Río de San Jorge, en Colombia. Se evoca aquí esta fundación porque, dada la saturación misional que se estaba viviendo en la diócesis de Vitoria, vecina con la de Burgos y de su área metropolitana, varios seminaristas y sacerdotes seculares vascos se ofrecieron para formar parte del nuevo Seminario de Misiones. Sus nombres son de sobra conocidos: Marcelino Lardizabal, natural de Idiazabal, que fue Pre-

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fecto Apostólico de San Jorge; José Lecuona, nacido en Ventas de Irún y que fue nombrado Vicario Apostólico de esta misma misión; Larrañaga… El dato encierra un significado muy especial: está diciendo que el clero vasco estaba madurando para dar el gran paso de lo misional a lo misionero. Era lo puesto en razón, era lo natural. Se oía en muchas sacristías: “Si lo misional no desemboca en misionero se pudre”. Y decían bien las sacristías.

UNA PREGUNTA HISTÓRICA

Zer galdetu zuen Elias Lasuen apaizgai gazteak? Ea Euskal apaizgoak noiz izango ote zuen “misio bizien” lurralde batera zuzenean joateko aukera.

Lo decía igualmente el alumno de tercero de teología del seminario de Vitoria, Elías Lasúen. En el seminario de verano, en Saturrarán, se encontraba reunida la XX Asamblea de Misiones, uno más de los muchos “inventos” de Ángel Sagarmínaga. Presidía las sesiones de trabajo el obispo diocesano, recién llegado a la sede episcopal de Vitoria. A don Mateo Múgica no le cogía totalmente de nuevo ni lo que estaba viendo ni lo que estaba oyendo. Acababa de dejar Navarra, la tierra de Francisco de Javier y sabía lo que era presidir la “Unión Misional del Clero”. ¡Pero sí que iba a ponerle apuros la inquietante pregunta del joven seminarista! Le acompañaba -¡es todo un decir!- el obispo Manuel González. Este santo obispo ya comenzaba a ser famoso como “el obispo de los sagrarios abandonados”. Se había venido a Saturrarán desde la lejana Málaga con el propósito de pedir un puñado de sacerdotes para aquellas de sus parroquias que no habían visto un cura sabe Dios desde cuándo. De aquí la sordina que debe ponerse a eso de que le acompañaba don Manuel González. Le acompañaba, sí, pero muy interesadamente. A uno y otro obispo la pregunta del seminarista Lasuen les segó la hierba bajo los pies. Don Manuel González -así lo confesó públicamente allí, en Saturrarán- retiró rápidamente su petición. Don Mateo Múgica acertó a balbucear una respuesta-promesa, sin compromiso concreto a corto plazo, aunque muy sincera. ¿Pues qué había preguntado el joven seminarista? Lo que se oía -dicho está- en las

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sacristías: que para cuándo le iba a ser posible al clero vasco pasar directamente a algún territorio, a un territorio de “misiones vivas”. El aplauso de los participantes en la mentada Asamblea Misional -curas y seminaristas- hizo época. Don Ángel Sagarmínaga, venturoso autor de aquel “invento”, no cabía en sí de gozo. Y, ¿qué era eso de “misiones vivas”? Por misiones vivas se entendía en aquel entonces las que también se denominaban “tierras de infieles”. Misiones en puntos del planeta donde todavía no había resonado la Palabra del Señor Jesús y los bautizados del lugar se contaban con los dedos de una mano. De esos territorios ¡a punta pala! En África, en Asia. Pero misiones/misiones, las de China. China era, en efecto, la más alta representación de todas las misiones. Y “los chinitos”, la encarnación viva de todos los hombres y mujeres de todas las misiones vivas. Tanto se avanzó en esta encarnación que los chiquitos que salían a las calles a pedir para las misiones, te paraban en la acera y te decían “un limosna para los chinitos… de África”. Y, ¡manos a la obra! La respuesta-promesa de monseñor Múgica no había sido para salir del paso. Inició al poco conversaciones con el superior de los jesuitas de Wuhu, en China, padre Zenón Aramburu Urquiola, nacido en Urretxu. La mayoría de los misioneros del territorio eran vascos. Como también lo era el máximo responsable de la misión, monseñor Vicente Huarte San Martín. Las conversaciones se las prometían rápidas y eficaces. ¡Y sí que se trataba de una misión viva: 41.135 bautizados en una masa de cinco millones de habitantes!

LA SEGUNDA REPÚBLICA, LA GUERRA CIVIL… Pero el hombre propone y Dios dispone. El 14 de abril de 1931 España se declara República. Y los comienzos no pueden inspirar demasiada confianza a la Iglesia. La diócesis de Málaga -¡la de don Manuel González!asiste impotente a la quema, ay, de conventos y parroquias, a la persecución de sus sacerdotes, al asalto al Palacio episcopal,


150 AÑOS DE LA DIÓCESIS DE VITORIA a la salida precipitada de su obispo hacia Gibraltar… para salvar el pellejo.

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La misión en China se desvanece como el azucarillo en el café humeante. El prelado de Vitoria es desterrado a Francia acusado de monárquico por las autoridades republicanas. Pocos años después volverá al destierro; pero en esta ocasión los llamados nacionales -los de Franco- serán sus detractores. La razón es clara: don Mateo había denunciado públicamente el asesinato de dieciséis sacerdotes y religiosos vascos por ordeno y mando de los militares. Es otoño de 1936. Entre las víctimas, el sacerdote José Ariztimuño, natural de Hernani. Las tapias del cementerio de su pueblo fueron testigos de su fusilamiento un 17 de octubre del primer año de guerra, el de 1936. Don José estaba al frente del Secretariado Diocesano de Misiones, pieza maestra -creación de don Ángel Sagarmínaga- de la revolución misional de la diócesis de Vitoria. Él, Sagarmínaga, había tenido que dejar la Vitoria de sus amores, de sus sueños misioneros. De Roma le pedían que aceptara ponerse a la cabeza del movimiento misional en toda España. Como Director Nacional de la Obra Misional de la Propagación de la Fe. Ariztimuño era un periodista incansable. A partir de 1924, durante muchos años había estado al frente de una muy original revista misional. “Gure Mixiolaria” que publicaba el citado Secretariado de Misiones, en edición bilingüe. Su éxito fue enorme. El sucesor de don Ángel, conocido y aplaudido por muchos bajo el pseudónimo de Aitzol, vivía obsesionado por bajar la cultura a la calle, al pueblo llano. En este punto -y en tantos otros- eran almas gemelas Ariztimuño y don Ángel. Trabajaban para el pueblo; pero, sobre todo, trabajaban con el pueblo.

CABALGATA BUSCA TIARA PONTIFICIA Este empeño tuvo una traducción inmediata: la organización de cabalgatas misionales por demás pintorescas, coloristas, vivas… Se cuenta, y parece que es verdad, que en una ocasión, a punto de arrancar la

Misio-konpromisoak senidetzeak sendotzen ditu Voces del Sur 2008 (Portada de la revista 224)

cabalgata, cayeron en la cuenta de que no contaban con signo alguno de la “pontificalidad” de las Obras Misionales. No tenían las llaves de un san Pedro, ni su tiara de triple corona, ni nada de nada que de alguna manera evocara a Roma, donde vivía el Papa, el Pontífice supremo que dirigía en todo el mundo la propagación de la fe. ¿Que no tenían signo alguno? ¿Quién dijo tal? ¡Lo tenían, sí! ¡Vaya que sí lo tenían! Apareció por ahí una escalera, estrecha y larga. Alguien salió del templo a llamar al sacristán. Alguno más apoyó la escalera sobre el retablo. San Pedro, revestido de pontifical, sonreía en su rica y espaciosa hornacina en la “carrera” central. En la cabeza, la tiara de tres coronas. El sacristán logró desclavarla de la cabeza del santo apóstol, se la pasó al párroco y éste se dirigió al muchacho que iba a hacer de improvisado Papa y, ni corto ni perezoso, le colocó en la cabeza la tiara de duro roble o de tan duro castaño. Las crónicas de época terminan diciendo que el pesado suceso había ocurrido realmente en un pueblo de Navarra y que el sacerdote don Joaquín María Goiburu -“el león de las misiones”, le llamaban- había “cocinado” el numerito. ¡No parece nada extraño! ¡Una más de las

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ocurrencias de don Joaquín, el hombre más cercano durante muchos años al gran Sagarmínaga!

La gran noticia tanto tiempo esperada: la designación de un territorio donde el clero de la diócesis de Vitoria podía realizar sus ideales misioneros: la provincia de Los Ríos en Ecuador.

Lo de las cabalgatas merece dos palabras. Fue el recurso más eficiente para llegar al pueblo y para conseguir la participación del pueblo. El proyecto de don Ángel consistía en celebrar un “Día Misional” en cada cabeza de arciprestazgo. Comenzaba con las confesiones en la tarde del sábado; y, antes o después de éstas, una charla para ambientar misionalmente a toda la feligresía. En la mañana del domingo, predicación misional en todas las misas. Y anuncio una y otra vez de los números del programa: la cabalgata -¡cómo no!- y la representación teatral de alguna pieza dramática: “Volcán de amor” de Genaro Xavier Vallejo o el precioso oratorio “Xavier”, del mismo autor. Esta segunda obra precisaba de un gran despliegue de medios, por lo que no era fácil verla sobre las tablas en los “Días Misionales”. Más a mano estaban las piezas de Juan José Pérez Ormazabal. “La sombra de Mariam” protagonizó muchas veladas. O “Sangre en Uganda”. O “Flores en el barro”. Y así, hasta veinte o veinticinco.

ADIOSES Y BIENVENIDAS On Rufino Aldabalde Trecuk “Gasteizko ApaizMugimendua” deiturikoa sortu zuen.

Por julio de 1936 baja el telón. Comienza la Guerra civil. Se prolongará hasta el año 1939. Nuevo destierro del obispo Mateo Múgica. Asesinato -ya comentado- de dieciséis sacerdotes vascos. Encarcelamiento de otros más. Adiós a los “Días Misionales”, adiós a la revista “Gure Mixiolaria”, adiós a los dramas y las comedias, adiós a las conversaciones con la Compañía de Jesús para que les diera un hueco en Wuhu a los sacerdotes de la diócesis de Vitoria, adiós a tantos y tantos proyectos de don Ángel Sagarmínaga que, fijo en Madrid como Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias, tuvo que presenciar el asalto a su despacho en la calle de Fuencarral y refugiarse en una embajada… A los adioses les siguieron las bienvenidas. La primera de todas, la llegada al Seminario Diocesano de Vitoria de un sacerdote formado en la escuela de San Sulpicio, de

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París, don Rufino Aldabalde Trecu. Forjó lo que pronto se conocería como el “Movimiento Sacerdotal de Vitoria”. Se trataba de que los sacerdotes del clero diocesano dejaran a un lado un cierto complejo de inferioridad en su relación con los religiosos y aspiraran resueltamente a la santidad. Era por el año 1940… Para el año 1948, la gran noticia. El notición tanto tiempo esperado y tan deseado: la designación de un territorio donde el clero de la diócesis de Vitoria podía realizar sus ideales misioneros. Un obispo paúl, don Carmelo Ballester, a la sazón obispo de Vitoria, se lo pidió directamente al Papa Pío XII. Él había solicitado a sus hermanos paúles la cesión de un espacio en la misión de Cuttak, en India. Para sus sacerdotes de Vitoria. Lo había obtenido para contentamiento de ambas partes; pero, apenas había terminado de exponer su petición al Papa en nombre de los sacerdotes y seminaristas, en nombre del cabildo catedralicio, en nombre de todos sus diocesanos -guipuzcoanos, vizcaínos, alaveses- cuando hete aquí que el Pontífice abandona su escritorio, toma en sus manos un mapa, lo extiende ante los ojos, atónitos, del obispo Ballester y, señalando con su dedo índice, le dice: “Aquí, aquí pueden y deben ir ustedes”. Señalaba el territorio de la provincia de Los Ríos, en Ecuador. No era este lugar ni el continente, ni el pueblo, ni la lengua con la que habían soñado generación tras generación tantos curas vascos que querían ser misioneros sin dejar de ser sacerdotes diocesanos. Ellos habían acariciado en sus sueños una “misión viva”. Con sus “chinitos de África” y toda la basca. Les mandaban a una misión en la que la mayoría estaba bautizada, tenía sus iglesias y capillas, amaba a los santos y santas de su devoción… ¿Casarse? Esto eran ya palabras mayores… ¡Tremenda frustración! ¡Tremenda!

UN GRAN HOMBRE Y ¡UN GRANDÍSIMO MISIONERO! Pero “a mal tiempo buena cara”. No se produjo -públicamente, al menos- la menor protesta. Todo se vivió como si a la


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ventar. Habían acudido sacerdotes de toda la diócesis y se les habían sumado numerosos religiosos y un sin fin de religiosas. Y estaban, en número de unos 800, todos los seminaristas de Bizcaia, Gipuzkoa y Álava. Toda esta concurrencia estaba proclamando un mensaje fundamental: las misiones diocesanas no iban a ser compromiso de sólo los curas diocesanos sino de toda la diócesis en cuanto tal, incluidos los seglares. Por ahí andaba Juan Otaitz, casado, padre de dos hijas, fidelísimo a don Ángel Sagarmínaga. Y por ahí, igualmente, Marichu Baraibar, al frente de una recién fundada “Asociación Misionera Seglar”.

Don José Zunzunegui será el valedor y el alma de las La “sagrada cátedra” -así era de hablar to- Misiones davía en aquel tiempo -se iluminó y se en- Diocesanas cendió con la palabra vibrante de don Jo- Vascas.

Entrar en el mundo de los pobres, valorar sus organizaciones, sus caminos de dignidad y justicia Una niña cuidando de su hermanito, en Mugina, Rwanda, lugar donde estuvieron más de treinta años los misioneros vascos e Isidro Uzkudun entregó su vida

diócesis de Vitoria le hubiera tocado el gordo de la lotería de Navidad. Se descubre en este comportamiento la mano izquierda o diplomática de don José Zunzunegui. Era este insigne tolosarra profesor de Historia de la Iglesia y en su condición de tal había aprendido a ser prudente y a disimular las “metiduras de pata” de la Curia Romana. De aquí en adelante, será él el valedor y el alma de las Misiones Diocesanas Vascas. Porque allá, en Roma, había quienes no veían bien que unos “simples sacerdotes diocesanos” se lanzaran a la aventura de responsabilizarse de un territorio de misión. Contra viento y marea -¡para qué contarlo!- el 12 de octubre de 1948 se celebró en el Seminario Diocesano de Vitoria la despedida de los ocho nuevos misioneros. En la espaciosa y hermosa capilla del seminario, presidida por una imagen de Cristo Rey. El templo estaba a punto de re-

aquín Goicoecheaundia, sucesor de don Rufino Aldabalde al frente del “Movimiento Sacerdotal” de Vitoria. Fue la suya una pieza, muy trabajada, de teología ascética. Les pidió a los nuevos misioneros “fidelidad” y “santidad”; fidelidad a los sueños, ideales y propósitos que ellos habían alimentado hasta este momento y fidelidad a toda una diócesis que en ellos confiaba. Y santidad: porque sin santidad todo su esforzado trabajo será pan para hoy, hambre para mañana. El ambiente estaba que echaba chispas. Luego, todos los asistentes pasaron ante Baziren Erroman los ocho nuevos misioneros y fueron be- “Elizbarrutiko sando el crucifijo que cada uno portaba. apaiz arrunt” En el Salón de Actos, la palabra -y las lágrimas- de don Ángel Sagarminaga. Era su “nunc dimitis”. Con la despedida de los ocho misioneros y la inauguración de la primera misión diocesana -la primera en toda la Iglesia-, don Ángel consideraba que había cubierto todo lo que el Señor esperaba de él. Y así era. Esto aquí en la tierra. En el cielo una voz decía “Y vio Dios que era bueno”.

batzuk misioherrietako lurralde batez arduratzea ondo ikusten ez zutenak.

Estos son los nombres de los ocho nuevos misioneros: Máximo Guisasola, Víctor Garaigordobil, Eusebio Ocerinjauregui, Leandro Zaloña, Elías Zuloaga, Gregorio Alonso, Francisco Arraibi y Luis Alberdi.

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Las Voces del Sur nos dan aliento desde su testimonio y misión Las primeras “Voces del Sur”, marzo, 1998 Mujeres y hombres que han demostrado un profundo amor por la vida dejando su propia vida Mercedarias de Bérriz y Urresti en Pedernales, Manabí, junto a un mural de Peli, 1989

Gizakiaren askapen-bidean Marcha indígena Ecuador

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Desde la lectura de la Palabra de Dios, una vivencia de la espiritualidad de los pobres Ministerio de visitadores de comunidades a dos seglares de los Ríos, 2 de junio de 1974

La revista “Los Ríos” ha sido testigo e interlocutor permanente de la aventura misionera Portadas de la 1ª revista (Nº 1, 1949) y de la última revista (Nº 239, 1º trimestre de 2012)

José Zunzunegui, gigante callado impulsor de Misiones Diocesanas Vascas José Zunzunegui y Luis Mari Pérez de Onraita en Angola, en la visita que hizo el primero en la Navidad de 1961

La Teología de la liberación: abrirse camino en el mundo para humanizar la vida Reunión de comunidad en los Caras, Manabí, 2008

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El compromiso desde unas opciones siempre trae conflictos Marcha de las CEBs de El Oro Bizitzarako hezten Carmelo Azcoitia, misionero seglar, da clases de preparación técnica en la misión de los Valles del Tuy en Venezuela,1970

Misioneros en Brasil, Zaire, Venezuela, Rwanda, Chile, Angola, Ecuador… Grupo de misioneros y exmisioneros con Hélder Cámara en Urkiola, 1985

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Sakontzeak, pentsatzeak, eztabaidatzeak, hazten eta argiagoak izaten laguntzen digu Reunión de Setién con los misioneros en Rwanda, en la visita del 23 al 31 de diciembre de 1996

Analizar la realidad de cada lugar nos compromete de una forma concreta y cercana Andoni Illarramendi, Angola, 2004

Besteen esperientziak eta hausnarketak ezagutzea eta haietatik ikastea, gure heziketaren alderdi sendoa da Grupo misionero de Ecuador, 2007

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Nos ha caracterizado siempre el tesón y el ímpetu misionero Víctor Garaygordóbil atravesando un puente de caña, 1952

La Palabra de Dios: estímulo, referencia y contraste Luis Alberdi, en El Inca, Quito, 1953

Las procuras han sido un elemento fundamental como dinamizadoras del espíritu misionero Procureros de las tres diócesis con algunos misioneros

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Misiones Diocesanas: una manera de abrirnos a los países del Sur y a lo universal Portada de la revista 226, 2008


150 AÑOS DE LA DIÓCESIS DE VITORIA MISIONES DIOCESANAS: UNA INTENSA HISTORIA DE PERSONAS ANÓNIMAS

¡QUE PASEN LOS DE SEGUNDA FILA! Josetxu Canibe

En estas líneas se citan una serie de nombres, de personas que apenas se han hecho notar en nuestra revista de LOS RÍOS. Han aparecido poco. Sin embargo han llevado a cabo una labor callada, eficaz y generosa. Inconscientemente hemos sido injustos. Como disculpa hay que decir que en este capítulo es difícil ser justo. Con la ayuda de Víctor Garaigordobil y de Joseba Legarza hemos confeccionado una breve lista, en la que son todos los que están, pero no están todos los que son. Con este recuerdo pagamos una parte de la deuda, pero seguro que seguiremos siendo injustos. Jugamos con una ventaja: que quienes ocupan nuestras páginas no se preocupan por aparecer. Les importa más bien poco.

JUAN LEKUONA Sacerdote, este año cumple cien. Apenas se ha hecho sentir, sin embargo ha realizado muchas cosas por su gente. La obra estrella fue la carretera a Chilla, pueblo encaramado en la cordillera de los Andes.

drigón en el seminario misional de Ingahurco (Ambato).

JOSÉ LUIS QUILCHANO En Machala le llamaban el Padre Suquito (rubio). Era un trabajador nato, que transmitía entusiasmo y colaboración.

ANTÓN ELKORO Simpatizante de la espiritualidad de Foucault. No le iban los cargos, pero ¡ironías de la vida!, fue elegido Superior o Coordinador del Grupo misionero de Ecuador. Sembrando paz y serenidad, fue un ro-

Estas son algunas personas, que probablemente hubieran merecido una mayor presencia en las páginas de la revista.

ÁNGEL SALVATIERRA Su capacidad de trabajo era casi ilimitada. Destacaba por sus conocimientos, por su preparación, por su fuerza de voluntad (lle-

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gó a ser un buen músico y a crear una tuna y a aprender alemán solo y en poco tiempo). Era un peso pesado en el sentido positivo de la expresión y lo demostró en el seminario de Ingahurco y sobre todo como secretario de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. La vida no fue justa con él.

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JOSÉ VELLÉS Jama (Manabí) fue su destino. Como maestro y como persona dejó su impronta. Era todo un personaje. Conociéndole a él, le tuvo que costar enormemente adaptarse al ambiente de Jama. Se ganó el prestigio, el respeto y el cariño de su gente. Fue muy comentada la respuesta que dio en una entrevista concedida a Los Ríos. A la pregunta “… ¿qué juicio te merecen las distintas “olas” de sacerdotes que han ido llegando desde el año 1948”, respondía: “Me quedo con la primera “ola”.

Urkiola, corazón de las Misiones Diocesanas Vascas Balen y Nati, en Urkiola, 1974

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La experiencia de misiones ha ido creando familia misionera El grupo de Saõ Paulo, Brasil, en la Casa cural de Nossa Senhora do Carmo Itaquera, 1975

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150 AÑOS DE LA DIÓCESIS DE VITORIA RAIMUNDO VELASCO Coincidieron en Los Ríos tres hermanos: Abundio Velasco, sacerdote, María, del IMS y Raimundo, seglar. Impulsivo, valiente, trabajador, sentimental (oyendo “Noches de Moscú), no se arrugaba por nada. Formó parte del primer Grupo de seglares misioneros que viajó a Ecuador. Era el año 1951.

JOSETXO MARTÍNEZ Estuvo en Rwanda y en Angola. Un personaje curioso, popular. Experto en juegos de manos y, sobre todo, en enfermedades. Era el “padre espiritual” de muchos adolescentes y jóvenes.

va muy bien. Pasado un tiempo, se pregunta qué hago yo aquí con este negocio y con este dinero y vuelve al Congo. Y allí sigue.

PEDRO (HAUNDI) MARÍA AGUIRRE Grande de cuerpo y grande de alma, de espíritu, de corazón. Sobre todo su testimonio fue ejemplar y emotivo después de comunicarle que tenía cáncer. Junto a Pedro Mari hay que citar a Julián Olazabalaga, padre del proyecto de colaboración entre la zona de Markina (Bizkaia) y Los Ríos, a Benito Anzola, y a las seglares Maritxu, Pía, Tere y Mila.

JESÚS PÉREZ DE NANCLARES ARTURO GÓMEZ Actualmente en el Congo. Después de años de misionero en Katanga, regresa a Galicia, monta un negocio (pastelería). Le

Hablador infatigable, original como él solo. Servicial, trabajador y disponible en todo momento. Trabajó en Los Ríos y en Venezuela.

Guzti haiei eta anonimatuan dirauten hainbati, eskerrik asko haien haize gozo suspergarria sumatu dugunon partetik.

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Misio susperketa: elkartasunaren eragilea eta misiolari bokazioen hazia Pablo Sanaguano dinamizando los talleres “¿…Y tú qué pintas? - Mundua zeuk margotu!”, en Lapuebla de Labarca, La Rioja

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LAS ALIADAS Han salido poco en la revista. Ellas se instalaron en El Oro, donde desarrollaron una labor encomiable.

LAS IMS Algo similar se puede afirmar de las llamadas misioneras evangélicas: las del IMS. Por citar algunas: Nela Rodríguez, Avelina Amasuno… Josefa Garaigordobil se merece una mención especial. Tres cuartos de lo mismo habría que decir de las Hijas de la Cruz en Brasil y de las Mercedarias de Bérriz en Manabí y El Oro. Por citar un nombre, Itziar Belausteguigoitia.

Entre los ECUATORIANOS merecen ser mencionados: Electra Suárez, de Catarama, catequista y mujer excepcional. María Luisa Burgos, de Catarama, que ingresó en las mercedarias y ocupa puestos de responsabilidad. Los seglares de Vinces: Segundo, Sergio y Jaime. Y sobre todo, Alfredo Marún, que nos quiso y ayudó lo indecible.

Estas son algunas personas, que probablemente hubieran merecido una mayor presencia en las páginas de la revista. A todos ellos y a otros muchos que permanecen en el anonimato, muchas gracias, eskerrik asko, de parte de quienes han sentido su brisa estimulante.

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El trabajo interdiocesano ha descubierto la riqueza de trabajar en red Día Internacional contra la pobreza, Plaza de la Diputación, Vitoria, octubre, 2011

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Misiones busca desde aquí modelos alternativos donde prime la justicia y la igualdad Jornada de Pobreza Cero, 19 de octubre, 2009

Las misioneras revelaron la cara tierna del compromiso misionero Misioneras evangélicas (IMS) que fueron a Ecuador, con su directora general, 1956 Comercio Justo y Banca Ética, dos alternativas solidarias apoyadas por Misiones Diocesanas Vascas Encuentro de sensibilización sobre la Banca Ética, diciembre, 2011

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Beharrezkoa da misiolari-esperientzian sendotzen gaituzten oinarriak zaintzea Celebrando la semana misionera en La Llanada Alavesa, con las Voces del Sur, Agurain, marzo de 2010

Misiones Diocesanas pudo cumplir el sueño de África Misioneros en Congo (Zaire), días de convivencia en un lugar próximo a la Misión de Mufunga, octubre de 1967

La Misión Diocesana desde los comienzos ha mostrado su rostro femenino 1ª expedición de Aliadas a Machala,1957 Afrika, gurutziltzatutako eta itxaropenez betetako kontinentea, Euskal Elizbarrutietako Misioen erdigunea da Asamblea de los misioneros de Angola Norte (Malanje) y Sur (Lubango) con D. José Zunzunegui, 1967

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Nuestra primera víctima en la misión generó un impulso en el seno del Seminario de Vitoria que se concretó en el GMG (Grupo Máximo Guisasola) Foto enviada y dedicada por la 1ª expedición a Venezuela al Grupo Máximo Guisasola, 1959

Misiones Diocesanas ha buscado siempre los lugares más lejanos y abandonados Misioneros en Chiloé, Chile, 1975

Los aniversarios de los 25, 50 y 60 años de las Misiones Diocesanas Vascas han supuesto un hito en el relanzamiento misionero Encuentro misionero en la celebración de los 60 años, marzo, 2009

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REVISTA DE MISIONES DIOCESANAS VASCAS

MISIONES DIOCESANAS VASCAS EUSKAL ELIZBARRUTIETAKO MISIOAK Vicente Goikoetxea, 5 - 3º 01008 Vitoria-GASTEIZ Tel. 945 13 08 57 • FAX 945 13 80 94 e-mail: misiovit@arrakis.es

Legazpi, 1 - 3º izda. 20004 DONOSTIA Tel. 943 42 77 54 • Fax 943 43 10 48 e-mail: misiodon@arrakis.es

Barría, Plaza Nueva, 4 Entreplanta 48005 Bilbao Tels. 94 401 36 99 • Fax 94 401 36 98 e-mail: misiobi@arrakis.es misiobi@misioak.org


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