Revista Sembrar Valores en familia edición nro 90

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La aventura de la ducha Después de tres años de prácticas, Nachi aprendió a ducharse y lo festejamos con una cena. Al llegar el café, saqué de mi cartera una cuchara de madera, un cassette, un jabón líquido, entre otros elementos que había llevado, y se los entregué a cada uno de los presentes. Les pedí que recordaran qué función habían cumplido estos objetos hasta lograr el baño independiente. Requisitos previos: baño con ducha cerca de su cuarto. Canilla que graduaba la temperatura y quedaba fija para evitar que jugara con las canillas y se quemara o congelara. La bata de toalla colgada por la parte superior de las mangas; Ignacio había aprendido a ponérsela solo y a cerrarla por delante con el abrojo. La cuchara había sido un intento de recipiente para dosificar la cantidad de jabón líquido y así evitar

que vaciara el frasco. No se nos ocurrió pensar que, ”con toda lógica”, Ignacio se la llevaría a la boca. El cassette tenía grabadas las órdenes de la secuencia de ducha: “Ponerse champú”, “frotarse” “uno, dos, tres…”, “cerrar la canilla”. Se implementó cuan-

El mensaje llega a un lugar de comprensión interna, de forma más directa, sin ser intelectualizado, pero sí comprendido desde el afecto que no está dañado. sembrarvalores.org.ar | 29


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