Identidad de la hermana scalabriniana

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esta última identificada con la vida activa. El término no indica más un tipo de vida, sino que cada actividad que aporta para la edificación del Reino25. Con el Concilio Vaticano II el término apostolado pasa a ser aplicado a cualquier forma de actividad y, al mismo tiempo, a los diversos tipos de vida. La vida contemplativa reprende la calificación de apostólica, en cuanto también esta aporta, y en medida primaria, a la edificación del Cuerpo de Cristo. Con esta vasta comprensión del término, caen las distinciones y los contrastes. Si de un lado se redescubre el valor de la vida contemplativa, por otro lado, el término apostolado se alarga, hasta indicar prácticamente el tipo de vida conducido por el cristiano, casi sinónimo de vida cristiana. Y esa generalización empobreció el término apostolado26. En los documentos conciliares el concepto de “apostolado” aparece relacionado intrínsecamente al fin último de la Iglesia, que es el volver a todos los hombres participantes de la salvación operada por redención y, por medio de éstos, ordenar efectivamente el mundo entero a Cristo. Toda la Iglesia es apostólica, en la medida en que permanece en comunión de fe y de vida con su origen y enviada a todo el mundo. Todos los miembros de la Iglesia, aunque de modos diversos, participan de esta misión. La vocación cristiana es también por naturaleza vocación para el apostolado. Y llamamos de apostolado, toda y cualquier actividad del Cuerpo Místico, cuya finalidad es extender el Reino de Cristo en toda la tierra. Por tanto, toda la actividad realizada para este fin se llama apostolado y la Iglesia la ejercita en modos diferentes mediante todos sus miembros. A todos es impuesto el noble empeño de trabajar a fin de que el mensaje de salvación sea conocido y aceptado por todas las personas27. En el ámbito del apostolado, un término muy usado es praxis apostólica. Ésta es el conjunto de prácticas que tienden a la transformación evangélica de la sociedad, de las personas, visando la instauración del Reino de Dios en la historia, como continuación de la praxis misionera de Jesús. Por medio de la actividad apostólica, del anuncio del Evangelio, del diálogo con las culturas, de la promoción humana, de la liberación de los pobres y oprimidos, la Iglesia realiza su misión. Existen muchos Institutos religiosos dedicados a la esta praxis apostólica, según sus carismas propios. En ésos la acción apostólica y creativa entra en la naturaleza intrínseca de la vida religiosa. La acción apostólica no es un elemento secundario o yuxtapuesto: es algo constitutivo. Es una forma particular de participación a la misión de Cristo y de la Iglesia. Por tanto, la acción apostólica es una actividad humana penetrada por el dinamismo de Dios, de

25 G. PELLICIA – G. ROCCA, edd., Dizionario degli Istituti di Perfezione (DIP), Paoline, Roma, p. 735. 26 DIP, p. 735-736. 27 Apostolicam Actuositatem (AA), n. 2-3; LG, n. 17.34; CIC, n. 863.

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