San Basilio Magno Homilía I Sobre el Ayuno

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San Basilio Magno Primera HomilĂ­a sobre el Ayuno

San Basilio Magno

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HomilĂ­a I Sobre el Ayuno


Texto adaptado

San Basilio Magno

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HomilĂ­a I Sobre el Ayuno


I Tocad con alegría, – dice, – la trompeta en el principio del mes, en el día señalado de vuestra solemnidad 1. En estas palabras se intima un mandato del Real Profeta; mas la fiesta que aventaja los días de que aquí habla, no, la intiman a nosotros las santas Escrituras, que se han leído con voz más clara que la de las trompetas, y con ruido más sonoro que el de cualquier instrumento músico. Por Isaías sabemos la gracia diferente de los ayunos; pues al paso que abomina el ayuno que hacían los judíos, así recomienda el ayuno verdadero a los cristianos: No ayunéis para litigios ni contiendas , romped si todos los lazos de maldad. 2 Y también el Señor: No os pongáis tristes, antes lavaos la cara, y ungid vuestra cabeza. Estemos pues en una disposición de ánimo, como la que se nos ha enseñado, y recibamos los días presentes no con tristeza, sino como es razón lo hagan los cristianos. AYUNO Y ALEGRÍA. – Ningún cobarde se coronó, ni levantó trofeos ningún medroso. No quieras entristecerte por que se te cura y, pues es un absurdo intolerable no alegrarse de la sanidad del alma, y mostrarse sentido por la privación de comida, y parecer tales, que pongamos mayor solicitud por los deleites del vientre, que por el cuidado del alma. El gusto de la saciedad no pasa del vientre, cuando la utilidad e interés del ayuno llega a la misma alma. Pues alégrate, porque el médico te ha recetado una medicina eficaz, para sanarte del pecado. Al modo que las lombrices que se engendran en los intestinos de los niños, se extraen con medicinas muy acres y amargas; así el pecado, que habita en los senos mas ocultos de la entraña, se destruye y mata con el ayuno, luego que se introduce en el alma: mas esto lo 1 2

Salmo 8o. v. 4. Isaías. 58. v. 4. y 6. San Basilio Magno

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hace aquel ayuno, que es digno de este nombre. II Unge tu cabeza, y lava tu cara. En estas palabras la santa Escritura llama tu atención a un sentido misterioso. El que fue ungido, ungió: y el que fue lavado, lavó. TRASLADA ESTE PRECEPTO A TU INTERIOR: lava tu alma de las feas manchas del pecado: unge tu cabeza con el ungüento de la santidad, para que acompañes a Cristo; y con esta disposición da principio al ayuno. No mudes el color de tu cara, como hacen los hipócritas; y sabe, que entonces se muda el color del rostro, cuando el afecto interior se cubre con un hábito exterior simulado, y se tapa con la mentira como con un espeso velo. EL HIPÓCRITA viene a ser cómo un cómico, que representa las personas de otros: unas veces la de un Señor, no siendo mas que un vil escudero: otras la de un Rey poderoso, no pasando de la clase de un ruin vasallo. De esta suerte en la vida presente, como en una farsa, muchos pasan por una representación aparente de teatro, porque ocultan una cosa en su corazón, y otra manifiestan en su semblante. Por esto no mudes tu rostro; presenta te tal como eres en la realidad, y no te transfigures en un exterior triste y melancólico, poniendo toda tu gloria en que te tengan por hombre templado y comedido. A la verdad que no deja utilidad alguna aquella obra, que se publicó como con trompeta; ni se saca fruto alguno de aquel ayuno que se hace por sola la pública ostentación. Aquellas obras a que da motivo la reputación entre los hombres, nada aprovechan para el siglo venidero, porque acaban con la recomendación y alabanza de los hombres. Y así corre con alegría al don del ayuno. San Basilio Magno

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EL AYUNO ES UN DON, que aunque muy antiguo, ni se consume, ni se envejece, sino que siempre reverdece con un vigor perpetuo y continuo. III ANTIGÜEDAD DEL AYUNO. – ¿Y piensas que yo cuento la antigüedad del ayuno desde el principio de la ley? Pues sabe que es aun más antiguo que ella el ayuno. Detente un poco, y verás que es verdad lo que te digo. No pienses, que aquel día de propiciación, que tenían señalado los israelitas en el séptimo mes, y era el diez, fue el principio del ayuno. Ven acá, y recorriendo la historia, busca más adelante la antigüedad del ayuno. No es el ayuno alguna nueva invención, sino un tesoro que nos guardaron los antiguos, y de ellos llegó a nosotros. Todo aquello que tiene en sí la recomendación de la antigüedad, se hace al mismo tiempo digno de veneración: venera pues y reverencia las canas y antigüedad del ayuno. ADÁN Y EL AYUNO. – Él es tan anciano como el primer hombre, porque en el Paraíso se promulgó el ayuno. El precepto primero que tuvo Adán fue éste: Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis 3. Estas palabras no comeréis expresan una ley rigurosa del ayuno y abstinencia. Si Eva hubiera observado el ayuno del árbol, no tendríamos necesidad del ayuno presente; porque 4 para los sanos no et el médico necesario, sino para los que están enfermos. Por el pecado todos fuimos heridos, y así afanemos por la penitencia: pero es penitencia vana e infructuosa la que no va acompañada con el ayuno. La tierra de maldición 3 4

Gen. 2. v. 17. Mat. 9. 12. San Basilio Magno

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no producirá sino espinas y abrojos 5. Te está mandado que vivas en tristeza, y que no te entregues a las delicias. Satisface pues a Dios con el ayuno. También la vida en el Paraíso fue una imagen del ayuno, no solamente porque el hombre, viviendo conforme a la razón que es común a los Ángeles, y se hace su semejante, se contentaba con poco, si no también porque cuantas cosas ha descubierto la invención de los hombres fueron desconocidas de los moradores del Paraíso, pues entonces ni se bebía vino, ni se mataban los animales, ni se usaba cosa alguna de aquellas que perturban la razón humana. IV Por no haber ayunado fuimos desterrados del Paraíso: pues ayunemos, para que volvamos a él. PRETEXTOS PARA NO AYUNAR. – ¿No sabes que a Lázaro introdujo en el paraíso el ayuno? Pues no imites la inobediencia de Eva, ni des oídos a los halagüeños consejos de la serpiente, que, para más engrosar la carne, propone la abundancia de manjares. No pretextes tu quebrantada salud: semejantes excusas no me las profieres a mí, sino al que las sabe. Ea, dime, ¿no puedes ayunar, y puedes llenarte de comida? ¿puedes cargar tu estómago con el peso de la mucha vianda? Pues yo sé que los médicos recetan a los enfermos la abstinencia y la dieta, y no la variedad de manjares. ¿En qué pues consiste que puedes hacer esto, y luego pretextas tus achaques y males, para excusarte del ayuno? ¿Por ventura se pasa mejor la noche cuando está el vientre muy lleno con la cena, que cuando solamente tiene el alimento preciso? ¡Ah, que cuando se ha excedido en el cenar, ni aun siquiera se puede reposar, y todo es dar vueltas a una parte a otra, y estar inquieto y desasosegado! Así es, a no ser que digas, que es mas fácil a los marineros gobernar una nave muy 5

Gen. 3. v 17. San Basilio Magno

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cargada, que la que se halla mas aligerada. A la que tiene mucho peso una sola ola, que se levante, aunque sea pequeña, la echa a fondo: mas la que se halla con poca carga, con facilidad se la saca a salvo entre las olas; porque no hay cosa que la impida su mayor elevación sobre las aguas. Pues a este mismo modo los cuerpos agravados con las muchas y varias comidas son acometidos fácilmente de la enfermedad, y aun postrados del mal. Pero los que toman con parsimonia el alimento, y son parcos en comer, no solo evitan aquellos insultos que como unas tempestades levantan las comidas, mas curan, y desechan aquellos males, que como torbellino afligen y molestan el cuerpo. Según tu sentencia es sin duda más trabajoso el descansar que el correr, mas penoso el estar ocioso, que el luchar; pues juzgas que es mejor para los enfermos saciar el apetito, que usar de la abstinencia de manjares y de la dieta. Aquella virtud, con que se proveyó a todo animal, desgasta y digiere con facilidad una moderada y templada comida, y la convierte en su misma substancia; mas cuando son muchos, varios y opíparos los manjares, no alcanza su vigor a cocerlos bien, y digerirlos, y de aquí se ocasionan muchas y graves enfermedades. V TRADICIÓN Y AYUNO. – Pero vuelva ya mi oración a la historia, recorriendo la antigüedad del ayuno, y el aprecio grande con que todos los Santos lo han observado como herencia de sus mayores, y el gran cuidado con que los padres lo han enseñado a sus hijos, y de ellos ha venido a nosotros por la serie de una sucesión perpetua como una posesión la más estimable. No había vino en el Paraíso, no se mataban allí los animales, ni tampoco se estilaba el uso de sus carnes. Después del diluvio se comenzó a usar del vino: después del diluvio se dio aquella facultad: Comed todas las San Basilio Magno

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cosas, como las legumbres de pasto 6. Pero después que ya se perdió la esperanza de la antigua observancia, entonces se dio esta facultad y licencia. LOS EJEMPLOS EN LAS ESCRITURAS. – Que antes no se conocía el vino es argumento convincente la ignorancia de Noé. Hasta esta ocasión no se había introducido entre los hombres esta bebida, y su uso era aún desconocido entre los mortales. Y así como ni Noé lo había antes bebido, ni otro alguno tenía experimentada esta bebida, por esto incauto cayó en el exceso, que ocasiona este licor 7: Plantó Noé una viña, de cuyo fruto bebió, y se embriagó; no porque fuese vinoso, sino porque ignoraba la fuerza del vino. Y así se ve, que la invención del vino es más moderna que el Paraíso: tan antigua es la dignidad del ayuno. Sabemos también que Moisés subió al monte por el ayuno; y a la verdad que no fuera tan temerario que se atreviera a llegar a la cumbre de un monte, que despedía llamas, ni meterse entre aquella nube de fuego, si no se armara antes con el ayuno. Por el mérito del ayuno recibió las tablas de la Ley escrita por el mismo Dios. En la cumbre del monte con el ayuno alcanzó la ley, cuando en su falda la destemplanza causó la idolatría 8: Sentóse el pueblo a comer y beber, y se levantaron a jugar. Lo que el siervo de Dios Moisés consiguió conversando con su Majestad cuarenta días, orando y ayunando en ellos, esto mismo lo hizo írrito e infructuoso una desordenada embriaguez. Aquellas tablas que por el ayuno mereció recibir escritas del mismo Dios, éstas hizo pedazos la embriaguez, pues juzgó el Profeta, que era indigno de un favor, como el que le hacía el Señor en darle su ley, un pueblo embriagado y entregado a la destemplanza. En 6 7 8

Gen. 9. v. 3. Ibid. v. 20. Exod. 32. v. 6. San Basilio Magno

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un solo momento aquel pueblo, que por medio de muchos prodigios llegó al conocimiento de Dios, por la gula cayó en la abominable idolatría de los egipcios. Concordad entre sí estas dos cosas tan diferentes; el ayuno allí une con Dios, cuando el lujo y el desenfreno quita aquí la salud. Desciende a cosas menores por el camino que tienes comenzado. VI ESAÚ, SAMUEL, SANSÓN. – ¿Qué fue lo que manchó a Esaú 9, y que le hizo siervo de su hermano? ¿No fue aquel grosero manjar, por el que vendió el derecho de primogénito? A Samuel ¿quién le dio a su madre 10 sino la oración junta con los ayunos? ¿Qué cosa hizo invencible al fuerte Sansón sino el ayuno, con que se concibió en el vientre de su madre? A éste dio a luz el ayuno, y el ayuno le hizo varón robusto: aquel ayuno, digo, que prescribió el Ángel a su madre 11: Todo lo que proceda de viña, no lo coma, y no beba vino ni sidra. VENTAJAS DEL AYUNO. – El ayuno hace Profetas, anima a los fuertes; el ayuno da sabiduría a los legisladores; es guarda segura del alma, y amigo fiel del cuerpo; es una armadura fuerte para los beligerantes, y un ejercicio utilísimo para los atletas. El ayuno quita las tentaciones, dispone para la piedad, es un compañero doméstico de la sobriedad, y obrero de la castidad. En las batallas pelea con denuedo, y en la paz enseña el descanso: el ayuno santifica al Nazareno, y perfecciona a los Sacerdotes. No se deben llegar a ejercer su santo ministerio, no solo en el místico y verdadero culto de estos tiempos, pero ni aun en el que se hacía según la ley en figuras. 9 10 11

Gen. 25. v. 33. I Reyes 1 v.15. Jueces 13. v. 14. San Basilio Magno

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ELÍAS. – El ayuno hizo a Elías 12 merecedor de aquella grande visión que tuvo en la cueva de Horeb, quien después de haber purgado su alma con un ayuno de cuarenta días, vio al Señor, cuanto es posible a un hombre en esta vida. Ayunando volvió a la viuda su hijo, y por el ayuno se hizo fuerte contra la muerte. La voz que sale de la boca acostumbrada al ayuno castigó los excesos de un pueblo malo con la sequedad de tres años y seis meses; y para ablandar el corazón de unos hombres de dura cerviz, quiso condenarse a sí mismo a esta calamidad. Por tanto 13: Vive el Señor, – les dice, – que no caerá mas agua sobre la tierra, fue la que pidiere mi boca. Y con el hambre impuso a todo el pueblo un ayuno, que corrigió la maldad que había causado la vida estragada con los deleites. ELISEO. – Mas ¿cuáles eran las comidas de Eliseo?, ¿cuál el hospedaje que le hacía la sunamita? ¿cómo hospedaba él a otros profetas? ¿Por ventura los regalos y delicias de su hospitalidad pasaban de unas legumbres agrestes, y un poco de harina? Y lo que es más, en el convite mismo peligrarían todos aquellos que habían gustado aquella calabacilla silvestre tan amarga que estaba en la olla, si no se hubiera disipado su veneno por la oración del ayunador. Y para decirlo todo de una vez, no hallarás Santo alguno, que sin el ayuno haya vivido una vida digna de Dios. LOS TRES NIÑOS EN EL HORNO. – Es tal la naturaleza de un cuerpo llamado amianto, que no se consume con el fuego. Si se arroja a las llamas, parece que está encendido, y una brasa; pero en sacándolo se queda tan limpio como si le hubieran lavado con agua. A este mismo modo eran los cuerpos de aquellos tres jóvenes que fueron arrojados al fuego del horno de Babilonia, por el ayuno como que mudaron sus carnes en un cuerpo amianto; pues (como si hubieran sido en 12 13

III Reyes 19. v. 8. Ibíd. 17. v. 1. San Basilio Magno

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realidad cuerpos de oro) se hicieron superiores a la actividad de aquellas voraces llamas y a todos los estragos del fuego; y lo que es más, se dejaron ver más fuertes que el oro, porque el fuego no los molestaba, sino que él los conservaba enteros y sin lesión, siendo así que no había cosa que pudiera impedir la actividad de unas llamas fomentadas con betún, pez y sarmientos, en una elevación, que subían cuarenta y nueve codos, y las que salían por la boca quemaron lo que había en la circunferencia, y también a muchísimos caldeos. Un incendio tan grande como este lo hollaron unos niños que entraron armados con el ayuno, y en medio de unas llamas tan voraces respiraban un viento fresco, y un aire como de un suave rocío. Ni aun a sus cabellos se atrevió a llegar el fuego, porque estaban alimentados con el ayuno. VII DANIEL. – También Daniel, varón de deseos, no habiendo comido pan, ni bebido agua en tres semanas, arrojado al lago de los leones, enseñó a ayunar a estos animales voraces; porque como si hubiera sido de piedra, o de bronce, o de otra semejante materia durísima, no pudieron los leones hambrientos hincarle el diente. El ayuno, como si hubiera sido algún baño de hierro, consolidó tan fuertemente el cuerpo de este varón, que le hizo impenetrable a las garras y dientes de los leones: ni aún siquiera abrieron su boca contra este santo. El ayuno apagó los ardores del fuego, y cerró las bocas de los leones. ELOGIO DEL AYUNO. – Por el ayuno nuestra oración sube hasta el cielo, y el ayuno es como las alas con que se anda este largo camino. El ayuno es el incremento de las casas, la madre de la sanidad, el pedagogo de los jóvenes, el adorno de los ancianos, el fiel compañero de los viajantes, el doméstico seguro de los casados. San Basilio Magno

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AYUNO Y FIDELIDAD. – Si el marido ve a su mujer que ayuna con frecuencia, nada sospecha contra la fe que le debe. Si observa la mujer, que ayuna su marido, no se domina de la pasión ciega de los celos. AYUNO Y ECONOMÍA. – ¿Quién ha minorado su hacienda con el ayuno? Haz hoy un inventario del ajuar de tu casa, compúlsalo después, y verás que, el ayuno no te ha destruido alhaja alguna de las que tenías. AYUNO VEGETARIANO. – Ningún animal siente su muerte, no se derrama su sangre, ni contra ellos se da la sentencia inexorable de que pierda la vida: cesa la cuchilla afilada de los cocineros; la mesa se contenta y queda bien cubierta con lo que de suyo produce la tierra. EL AYUNO EN LA VIDA SOCIAL. – Los judíos tenían mandamiento de que en el Sábado descansase el jumento y el siervo 14: sea pues el ayuno algún descanso al continuo trabajo de los criados fatigados de servir todo el año. Dejad respirar y reposar al cocinero, dad algún sosiego al mayordomo; deténgase la mano del copero, y dad algún desahogo al vivandero de frutas, postres y otras golosinas. Cesen en fin en la casa los tumultos infinitos del fogón, de los asados, y de los encuentros de los que suben y bajan para servir al vientre como a una señora impertinente e imperiosa. Los ejecutores, que cobran los tributos, conceden algún término y libertad a los que se lo ruegan: conceda también a la boca el vientre algunas vacaciones; páctense siquiera cinco días de treguas con el que siempre pide, y nunca cesa; porque de lo que hoy recibe, se olvida mañana. Cuando está lleno, es verdad que filosofa bien sobre la abstinencia; mas cuando cesa la inflación, olvida sus dogmas saludables. 14

Exod. 20. v. 10. San Basilio Magno

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VIII AYUNO Y CODICIA. – El ayuno desconoce la naturaleza del torpe logro, y la mesa del abstinente no huele a usuras. Las deudas de un padre ayunador no causan sonrojos, ni sofocos al hijo huérfano, ni le rodean los acreedores, que a manera de serpientes le consumen la herencia; antes por el contrario el ayuno da ocasiones de alegría. EL SABOR DEL AYUNO. – Y al modo que la mucha sed es causa de que refrigere más el agua, y el hambre hace más sabrosas al paladar las comidas; así también el ayuno sazona los manjares. Cuando se interpone el ayuno, y detiene el uso continuo de las delicias, se hace más sabroso el alimento que se toma. Y así si quietes ponerte una mesa sabrosa y deliciosa, interpola el ayuno. Tú mismo, por lo muy dado que estás a las delicias, te las haces insípidas, y por el mucho amor al deleite, tú mismo te privas de su sabor. No hay cosa alguna, por muy deseada que sea, que no fastidie, si se usa de continuo; pero aquellas, que se tienen de tarde en tarde, se gozan con ardor y ansia. Así lo dispuso aquel Dios que nos crió, y quiso que nos fueran más agradables sus dones por su variedad y alternada vicisitud. ¿No vemos que el Sol se nos presenta más alegre después de haber pasado una obscura noche?, ¿que la vigilia es más gustosa después de haber dormido?, ¿y que la salud es más apreciable de aquellos que han estado en una molesta y larga enfermedad? Del mismo modo es más sabrosa la comida después del ayuno, y esto no solo sucede a los ricos que tienen una mesa espléndida, sino también a los pobres, que usan pocos y groseros manjares. IX EPULÓN. – Sírvate de terror y ejemplar aquel rico, cuya vida deliciosa le envió a un eterno incendio. San Basilio Magno

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No se abrasaba en aquellas llamas por alguna injusticia que hubiese hecho, y sí por su delicada y regalada vida. Por esto, para apagar este fuego, necesitamos de agua. El ayuno no solamente es provechoso para la vida venidera, sino que también en la presente es útil para nuestro cuerpo. La complexión y buena disposición de nuestra carne insensiblemente se altera y pierde, porque decayendo la naturaleza, no puede sostener la pesadez de la mucha corpulencia. Pues mira no desprecies ahora el agua, no sea que la desees después con ansia, como le sucedió a aquel rico, que anhelaba por una gota. Ninguno se embriagó con el agua; nunca tuvo pesada su cabeza aquel que bebió siempre agua. Ninguno que no bebió mas que agua, necesitó de pies ajenos. A ninguno se le traban los pies, ni se le mancan las manos por el agua. AYUNO Y BELLEZA. – Las indigestiones que son necesarias y consiguientes a los que viven entre regalos, son ciertamente la causa de muchas enfermedades. El que ayuna presenta un color venerable, no encarnado con rubor inverecundo, sino venerable con una palidez modesta: sus ojos son placenteros, su andar compuesto, su semblante fijo, y no errante; no se descompone con la risa desmesurada; su conversación es seguida y concertada, y su corazón puro. AYUNO Y POBREZA. – Haz memoria de cuantos santos ha habido desde el principio del mundo, y de quienes no era éste merecedor, es de quienes se escribe que andaban ceñidos con pieles de ovejas y de cabras oprimidos y afligidos 15 . Imita la vida de estos, si quieres conseguir su misma suerte. ¿Qué es lo que a Lázaro preparó el descanso en el seno de Abraham? ¿No fue el ayuno? La vida de S. Juan tampoco fue otra cosa que un continuado ayuno. No tenía cama, ni mesa; no 15

Hebreos 11. v. 38. San Basilio Magno

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campos fructíferos, ni bueyes que se los arasen; no trigo, ni panadero: en una palabra, no tenía cosa alguna de aquellas con que se prepara y dispone una mesa: por eso pues 16 entre los nacidos de las mujeres no se levantó otro mayor que S. Juan. A S. Pablo el ayuno, de que se gloría entre sus otras aflicciones, lo levantó hasta el tercer cielo. AYUNO Y TENTACIONES. – Pero lo más principal y recomendable del ayuno, entre todo lo que sobre su excelencia queda dicho, es, que nuestro Señor no quiso ser tentado en aquella carne que tomó por nosotros, antes de haberla fortalecido con el ayuno, dándonos ejemplo a nosotros, ya para que así nos preparemos y ejercitemos para las tentaciones del enemigo, y ya dando con su hambre ocasión para tentarle. La sublimidad de la naturaleza divina era obstáculo para esta tentación, y no le acometiera, si con el hambre no diera a entender la debilidad de la naturaleza humana. Verdad es que antes de volverse al cielo comió; mas esto también fue para comprobar la naturaleza, y la verdad del cuerpo en que había resucitado. CARNE Y ESPÍRITU. – Ea, pues, ¿no pondrás fin a tu extremada gula, y excesivas comidas?, ¿no has de poner cuidado alguno, ni atención a los dogmas saludables, y que dan la vida, teniendo seco y consumido tu ánimo por la escasez y el hambre? ¿Ignoras acaso, que así como en los ejércitos que están ya para darse la batalla, quien ayuda al uno con el refuerzo, hace que el otro quede vencido? Pues a este modo quien se asocia a la carne vence al espíritu, y quien se pone de parte del espíritu, reduce a servidumbre la carne? Estas dos porciones están entre sí opuestas; y así si quieres tener fuerte tu espíritu, doma con el ayuno la carne. 16

Mateo 11. v. 11. San Basilio Magno

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Esto es lo que dice el Apóstol cuando escribe, que cuanto debilita y desfallece el hombre exterior, otro tanto se renueva el interior: y también cuando dice 17: Cuando estoy enfermo, entonces tengo más valor. Esto supuesto, ¿no despreciarás unas comidas que se corrompen?, ¿no desearás con ansia aquella mesa que hay en el reino de los Cielos, la cual sin duda te puedes preparar aquí con el ayuno? ¿Ignoras, que con tu hartazgo desmesurado engordas el gusano, que será tu verdugo eterno? ¿Quién se hizo merecedor de algún don espiritual entre comidas espléndidas, y delicias continuadas? Moisés para recibir segunda vez la ley, necesitó recurrir al ayuno. Si en Nínive no ayunaran con sus vecinos los brutos animales, no se libraran de la sentencia de destrucción que les estaba amenazada 18. ¿Cuáles fueron los cadáveres que quedaron postrados en el desierto 19? ¿No fueron los de aquellos que pedían las carnes? Mientras se contentaron con el maná y el agua que destilaba la piedra, vencieron a los egipcios, caminaban por el mar, no había enfermos en sus tribus 20; mas después que se se acordaron de las ollas de carne, y con el deseo se volvieron a Egipto, no vieron ya la tierra que les estaba prometida. ¿No temes este ejemplar?, ¿no te causa horror la glotonería, que te puede excluir de los bienes que esperamos? ¿Tampoco Daniel aquel varón sabio hubiera tenido las visiones, si con el ayuno no hubiera purificado más y más su alma. Porque el alimento craso exhala unos vapores, que, interponiéndose a manera de una espesa nube, interceptan la luz del Espíritu Santo, que ilumina las almas. Si es que los Ángeles usan algún manjar, no es otro que pan, según dice el Profeta 21: Pan de Ángeles comió el hombre: no comen carne, no beben vino, ni 17 18 19 20 21

I Cor. 4. v. 16 y 12. 10. Hebreos 3. v. 17. Núm. 14. v. 3 Salmo 104 v. 37. Salmo 77. v.5. San Basilio Magno

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finalmente cosa alguna de aquellas que buscan con mucho cuidado aquellos que sirven al vientre. El ayuno es una fuerte armadura para pelear con los demonios 22; porque este género no sale sino con la oración y con el ayuno. GULA, ORIGEN DE LASCIVIA – Tantos bienes nos vienen con el ayuno, cuando por el contrario la gula es el principio de la lascivia. Con las delicias, con la embriaguez y otras golosinas resaltan todas las especies de liviandad brutal. Por ella los hombres como potros furiosos comercian con las mujeres impelidos del aguijón y furia que introducen en el ánimo las delicias. De la embriaguez se originó aquel tan grande trastorno de naturaleza, que al hombre apetece como a mujer, y a la mujer como a hombre; pero el ayuno en el matrimonio enseña 23 el modo y la templanza; y reprimiendo el desmesurado uso de los deleites permitidos por la ley, causa aquel ocio concorde para perseverar en la oración. X EL AYUNO DE LA INIQUIDAD. – Pero sin embargo de esto no midas las utilidades del ayuno por sola la abstinencia de la carne 24. El ayuno verdadero es estar exento de los vicios 25: Desata todas los lazos de la iniquidad. Perdona al próximo las injurias que te ha hecho, y perdónale también sus deudas: No ayunes para pleitos y contiendas. Es verdad que no comes carne, pero te tragas al hermano: te abstienes del vino, mas no te moderas en las injurias: esperas que llegue la noche para comer, pero todo el día lo has gastado en los tribunales 26. 22 23 24 25 26

Mateo 8 v. 28. II Corintios 7. v. 5. Isaías 58. v. 6. Ibídem. v. 4. Isaías 51. v. 21. San Basilio Magno

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LA OTRA EMBRIAGUEZ. – ¡Ay de aquellos que están embriagados y no del vino! La ira es una embriaguez del ánimo, y lo enloquece como el vino. La tristeza es otra embriaguez, que anega y sumerge la mente. Otra es el miedo que se tiene donde no conviene 27. Del temor, – dice, – del enemigo librad mi alma. En suma, cualquiera pasión que mueve el alma de su estado, se puede llamar con razón embriaguez. Figúrate un hombre dominado de la ira; ¡cuán embriagado no se pone con este vicio! Sale fuera de sí, no se conoce a sí mismo, no conoce tampoco a los que están presentes; como en una riña nocturna tropieza con todos, acomete a todos los que encuentra, habla inconsideradamente, no puede contenerse, descubre los defectos, da manotadas, hace mil amenazas, echa muchos juramentos, da gritos, y se deshace. Huye de esta embriaguez, pero no admitas tampoco la que proviene del vino. No te prevengas de antemano con mucha agua, para beber después vino desmesuradamente. No dé principio al ayuno la embriaguez: no es disposición para el ayuno la embriaguez: así como a la justicia no se llega por los fraudes, ni la castidad se alcanza por la lascivia, ni, para decirlo en suma, la maldad es el camino para la virtud. Es distinta la pureza del ayuno. La embriaguez estimula a la lascivia, y la frugalidad incita al ayuno. El atleta se ejercita antes del combate, y el que ha de ayunar se ha de preparar para la abstinencia. No tengas comilonas antes de estos cinco días, como en venganza de los que se siguen, o como para engañar al legislador. A la verdad, que trabajas en vano, si maltratas el cuerpo, y no aplicas consuelo al hambre. Atesoras en una arca abierta, y echas el vino en tinaja rota: y lo que sucede es, que el vino se derrama, quedando el pecado en el alma. El criado huye del amo que le castiga, ¿y tú no te apartas del vino, que todos los días te lastima la cabeza? El mejor modo de usar el vino es la necesidad del cuerpo. Si 27

Salmo 63. v. 2. San Basilio Magno

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excedes estos límites, tendrás al día siguiente dolorida la cabeza, estarás bostezando, padecerás vértigos, olerás a vino podrido, todo se te andará alrededor, y todo te parecerá que se trastorna. Así como la embriaguez causa un adormecimiento hermano de la muerte y así sus vigilias son parecidas a los sueños. XI ¿Ignoras al huésped que has de recibir? Él es aquel mismo que así nos tiene prometido: Yo, y mi Padre vendremos, y haremos mansión 28. ¿Para qué, pues, admites antes la embriaguez, y cierras la puerta al Señor? ¿Para qué abres la puerta al enemigo para que tome posesión de ti, y se apodere de la fortaleza de tu alma? La embriaguez no recibe al Señor; la embriaguez ahuyenta al Espíritu Santo. El humo espanta las abejas, y la embriaguez priva de los dones del Espíritu Santo. AYUNO ES PAZ. – El ayuno es el adorno de la ciudad, el sustentáculo del foro, la paz de las casas, y el custodio de las haciendas. ¿Quieres ver la dignidad del ayuno? Haz cotejo de la víspera del día de hoy, con la de el de mañana, y verás que pasa toda la ciudad de un ruido tumultuado a una tranquilidad profunda. Ojalá, que el día de hoy se pareciera al de mañana en la santidad y gravedad, y que el día de mañana en nada fuera inferior al de hoy en el gozo y alegría. El Señor, pues, que nos ha traído al tiempo presente, se digne concedernos como a luchadores, que desde el principio de estos espirituales combates manifestemos una templanza constante, y que lleguemos al día árbitro de las coronas, y acordándonos ahora de la pasión saludable, gocemos en el siglo venidero el premio de las obras que hemos hecho en esta vida, depositándolo en el 28

Juan 14. v. 33. San Basilio Magno

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Homilía I Sobre el Ayuno


justo juicio del mismo Cristo, a quien sea la gloria en los siglos. Amen.

San Basilio Magno

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