ENBOSCADA Y MUERTE DEL BANDOLERO

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para no variar la puntería al disparar, de repente desapareció el Venado, creyó dar vuelta hacia atrás, quedó desairado el cazador, se paró de súbito fue corriendo hasta el sitio donde se encontraba el animal, no encontró ningún indicio ni las huellas donde se hallaba hace instante, puesto que en la superficie de la nevada debe haber la hendidura de las pesuñas del supuesto animal. Inmediatamente descendió aceleradamente, para reanudar el viaje de regreso a la estancia de su propiedad; al tomar la alforja y el pellón, se percató no se encontraba la perrita, escuchó el ladrido de la mascota, levantó la cabeza hacia la nevada, precisamente se encontraba en el sitio donde estaba parado el venado, llamó varias veces por su nombre blanquita, no se movía, por lo contrario ladraba juguetonamente. Martín se alteró al ver que no hacía caso la perrita, hasta pensó en dejarlos, no podía dejar porque es la mascota que siempre lleva con él; El tiempo no se detiene son las cinco de la tarde el camino es largo, de todas maneras nuevamente tiene que escalar a la cordillera para traer a blanquita, mientras suba llamaba varias veces, la pequeña canina seguía sentada moviendo la cola, por fin quiso coger del lomo, saltó hacia delante iba corriendo jugueteando en línea horizontal y se detuvo a unos 25 metros, le cogió encolerizado dio tres manotazos hasta que dé ladridos de gemidos; Martín giró la cabeza hacia arriba lado izquierdo, escasamente a unos diez metros veo una pequeña porción rocosa de cueva cubierto de vegetación, con ichos, musgos, helechos, arbustos colgantes con flores amarrillas, en aquel momento sintió una sensación de miedo.

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III

Sin pérdida de tiempo nuevamente desciende la nevada acelerando el impulso del cuerpo, se tropezó dos veces y cayó por la espalda arrastrándose algunos metros, con la mascota entre sus brazos. Llegó donde el mulo, el cuadrúpedo está furioso por volver, puesto que hacía tarde, ajusto la cabalgadura, en la alforja metió a blanquita, montó con agilidad, la escopeta metió debajo de la pierna izquierda entre la montura, jaló la rienda el mulo sale en tropel, no fue necesario picar las espuelas, las cuatro patas del animal híbrido se puso en movimiento de coordinación, pisa con fuerza, alza los cascos simultáneamente levantando las nevadas botando en chasquidos a varios metros, como estar pasando una máquina de deshielo, al paso deja el rastro arrasando la nevada con salpicones de barros y pastos. En tiempo de diez minutos dobla a la derecha en codo, luego comienza el camino nuevamente por el cañón formado por la elevación de ambos cerros, la garganta es tenue por la sombra de uno de las montañas, son las cinco y media de la tarde. El mulo acelera los pasos, el camino es angosta, de subida, bajada, cascajal y estrecho, algunas horas atrás pasaron por aquel camino de venida, desde la entrada al cañón a medio kilómetro debajo del camino a unos 50 metros, vio a una ave revolcándose de espalda con las alas golpeando al suelo, reconoció era una Huash-hua, tamaño de un pavo, el pecho de color blanco, las alas negras, de patas rojizo palmípeda. Martín se emocionó al ver la ave, jaló las riendas hacia la izquierda para bajar a coger el ave moribunda.

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