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Memorias

REVISTA DE HISTORIA Y GEOGRAFÍA SOCIAL Y CRÍTICA.

espacios


Revista Espacios & Memorias, Año 1, Nº 1. Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Chile. Diseño y diagramación: Simón Carrera Castro Impreso en Imprenta UMCE

Noviembre, 2016


Índice Presentación

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La Nueva Historia Social y las luchas populares: una relación dialéctica Entrevista a Julio Pinto Vallejos,

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“Sólo el Pueblo defiende al Pueblo”: La Toma 22 de Julio de La Bandera. Construcción de relaciones comunitarias y movimiento social. Nicky Antonio Cerón Blau

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El anarquismo frente al trabajo. El nacimiento de una propuesta anarcosindicalista en Chile (1931-1938). Francisco Peña C.

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Monumento de honor e identidad nacional: Análisis biográfico de estatuas que cubren el eje vial Libertador Bernardo O´Higgins y su discurso masculinizante. Felipe Francisco Rozas Contreras

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El Realismo Socialista en cartelera: La Tierra Prometida, un viaje inconcluso Aldo Vilches Salazar

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Hacia una desmitificación de la inocencia infantil y la comprensión de la infancia como construcción sociohistórica Carlos Cisternas Casabonne Imaginarios de naturaleza en el conflicto entre Complejo Ventanas y Puchuncavi Osvaldo Sepúlveda M Reseña: Dimensión Socioambiental de los conflictos territoriales en Chile Juan José Navarro Martínez

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Agradecimientos Agradecemos profundamente a todas y todos los que han hecho posible que se concrete este proyecto, ya sea apoyando de manera participativa o colaborativa. Es por ello que en primer lugar queremos agradecer a todas las y los estudiantes de Pedagogía en Historia y Geografía de la UMCE que conforman el comité editorial y a las y los académicos de la UMCE que conforman el comité asesor, quienes participaron activamente en todo el proceso de elaboración de la revista. En este mismo sentido, queremos agradecer a todas y todos los que desde el área de las ciencias sociales contribuyeron con artículos y reseñas ya que sin su aporte esto no sería posible. También queremos agradecer a las distintas instituciones que nos apoyaron dentro de la Universidad de Metropolitana Ciencias de la Educación, partiendo por el Departamento de Historia y Geografía, que nos brindó todo el apoyo a lo largo de todo el proceso de gestación, elaboración, y publicación. También queremos agradecer por el apoyo financiero que nos han brindado la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE) de la universidad y la Federación de Estudiantes del Pedagógico (FEP), sin los cuales no podría haber sido publicado este primer número de la Revista Espacios & Memorias.


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entre el tiempo, el espacio y los actores que componen y construyen la realidad. La Revista se posiciona como una instancia de orientación Social y Crítica producto de las líneas interpretativas de la actualidad de quienes la integramos. A partir de ello, desarrollamos esta plataforma desde las experiencias propias del vivir bajo un sistema capitalista, cuya faceta neoliberal instaurada por la reciente dictadura militar se expresa de manera multidimensional en el tiempo presente. Así, como estudiantes que nos desenvolvemos en un contexto que heredó, y aún mantiene las bases de este sistema (que comprendemos como injusto y alienante), nos posicionamos desde una postura Crítica hacia el mismo, la que vincula nuestros intereses políticos e investigativos con las expresiones y el desarrollo Social que se vivió y se vive en la actualidad.

PRESENTACIÓN Revista “Espacios & Memorias” surge en el año 2016 como una publicación ligada a la labor política e investigativa de la Historia y la Geografía, de orientación Social y Crítica, gestionada desde y para estudiantes e investigadores jóvenes. La iniciativa emana de un grupo de alumnos de Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE, ex Instituto Pedagógico), quienes diagnosticamos la falta de publicación, difusión, vinculación y discusión en el quehacer investigativo al interior de nuestra comunidad estudiantil. Luego de discutir en profundidad el problema, concluimos en la idea de generar una instancia de publicación y difusión de investigaciones desarrolladas al interior de la carrera, con el fin de propiciar la vinculación, discusión y la misma práctica investigativa. Sin embargo, decidimos expandir el horizonte y abrir la oportunidad de ser publicados a estudiantes de cualquier Universidad, cuya área de desarrollo sea la Historia y la Geografía, pues comprendimos que para aportar a la concreción de nuestro objetivo general no debíamos limitarnos al espacio inmediato que representa nuestra institución, pues consideramos que la diversidad de contextos y experiencias nutrirán aún más nuestro desarrollo profesional. De la misma manera, la apertura a otros espacios nos permite llevar nuestro interés por la vinculación a una escala de alcance mayor: así, la promoción y discusión se enriquece con la participación de estudiantes y académicos que puedan compartir experiencias e interpretaciones del más diverso espectro, contribuyendo de esta manera al debate político y disciplinar.

Para este primer número, contamos con una entrevista al actual Premio Nacional de Historia, Julio Pinto Vallejos, la que desde su experiencia profesional buscará enriquecer el debate en torno a la disciplina histórica en la actualidad; desde la esfera estudiantil la convocatoria al envío de contribuciones superó las expectativas iniciales, y contamos con siete artículos de investigación provenientes de distintas instituciones educacionales, y que atraviesan diversas temáticas, las que presentamos agrupadas en torno a la Historia y la Geografía respectivamente; por último, contamos con una reseña a una publicación de carácter geográfico de la que participaron estudiantes y académicos de nuestra Universidad. Finalmente, esperamos que la realización de la Revista impulse la gestión de nuevas iniciativas desde el estudiantado de la Universidad y otras instituciones educacionales. Así mismo, esperamos que esta plataforma contribuya a enfrentar las problemáticas actuales -políticas, sociales y culturales- perdurando en las generaciones venideras, y constituyéndose como un espacio de enriquecimiento y aprendizaje colectivo de quienes desde la Historia, la Geografía y la Educación, buscan la transformación del presente.

Entendemos a la Historia y la Geografía como disciplinas complementarias, pues la comprensión del pasado y de la configuración de la espacialidad nos permite articular la relación

Dirección Revista “Espacios & Memorias” Noviembre, 2016

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La Nueva Historia Social y las luchas populares: una relación dialéctica Entrevista* a Julio Pinto Vallejos, Premio Nacional de Historia 2016.

Julio Pinto, quien fue galardonado en el presente año con el Premio Nacional de Historia, realizó sus estudios superiores en la Universidad de Yale, en EE.UU., donde obtuvo el grado de licenciado, magister y doctorado en Historia. Ha ejercido docencia universitaria desde 1980 en las universidades de Santiago, de Chile, Católica, de La Frontera y de Talca, tanto en pregrado como en posgrado, además ha trabajado como profesor visitante en programas de educación superior en Brasil, Uruguay, México y Suiza. Actualmente se desempeña como académico de la USACH, donde además es director del programa de Doctorado en Historia, también es director del a colección Historia de LOM ediciones. Es miembro fundador de la llamada Nueva Historia Social, la cual comenzó a desarrollar junto a otros intelectuales y organizaciones sociales en plena dictadura, como una propuesta historiográfica y política de resistencia. Su investigación se ha centrado en la presencia y participación de los sectores subalternos en los distintos procesos que se dan en Chile durante el siglo XIX y XX, como: la construcción del Estado – Nación; la expansión salitrera y la configuración de la clase obrera moderna; la identidad popular; y la experiencia de la Unidad Popular. Entre sus trabajos destacan Historia contemporánea de Chile, cinco volúmenes (1999-2002), en coautoría con Gabriel Salazar; Cuando hicimos historia, como editor y compilador (2005); Desgarros y utopías en la pampa salitrera (2007) y ¿Chilenos todos?, en coautoría con Verónica Valdivia (2009); Luis Emilio Recabarren: Una biografía histórica (2013); El orden y el bajo pueblo. Los regímenes de Portales y Rosas frente al mundo popular, 1829-1852, en coautoría con Daniel Palma Alvarado, Karen Donoso Fritz, Roberto Pizarro Larrea (2015). * Esta entrevista fue realizada por los miembros de nuestro Equipo Editorial Giancarlo Quintanilla, Erick Pérez y Diego Calderón a comienzos octubre de 2016 en las dependencias del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago (USACH), Providencia. La Edición y corrección estuvo a cargo de Diego Calderón.

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esta historiografía en las organizaciones, los partidos, los líderes y apuntar más a la base social, porque una de las reacciones que nosotros vimos fue que cuando llega el golpe se descabezan todos los liderazgos del movimiento social, se destruyen los partidos y los sindicatos, matan y exilian a los dirigentes, y la base social tiene muy poca capacidad de reacción. Entonces había algo en esa base social que nosotros no estábamos viendo y que no sabíamos, que no conocíamos, era necesario mirar ahí más que mirar solo a las dirigencias o los liderazgos; y también incorporando nuevos temas y nuevos actores, no solo los obreros, sino que los pobladores, los marginales, las mujeres, los jóvenes, las etnias, en otros periodos de la historia donde no había movimiento obrero, no había clase obrera, pero sí habían actores populares, sí habían luchas o rebeldías populares que podían servir de guía para lo que estaba sucediendo en esos años, periodos anteriores a la década de 1880, y otro temas, la cotidianeidad, las relaciones sociales, el género, las formas de sociabilidad, la cultura, temas que la historiografía marxista clásica no había mirado.

¿En qué contexto surge la Nueva Historia Social y cuáles son sus principales características? La Nueva Historia Social surge en dictadura, simultáneamente dentro del país con la gente de izquierda que se queda, y en el exilio con los que estaban afuera, y surge como una reacción frente a lo que es el golpe, dar respuesta de por qué se produjo una cosa así, tan destructiva para el proyecto de izquierda y qué fue lo que no vimos desde la historia que nos hubiera podido ayudar a entender y a dimensionar esa derrota. Ese es el contexto en que sale, por un lado dar cuenta de la derrota del proyecto de izquierda en Chile y por otro lado, aportar a la resistencia en contra la dictadura desde la historiografía, recuperando la historia popular como un insumo importante, incidiendo en los actores sociales que estaban resistiendo, por la vía de entregarles antecedentes historiográficos que le dieran, por un lado, más energía y por otro lado, elementos que le sirvieran para moverse en un contexto así.

En torno a la relación con otras ciencias sociales, ¿Cómo es que la Nueva Historia Social se va nutriendo de herramientas y metodologías de análisis propias de otras disciplinas del área de las ciencias sociales? Bueno, hay un diálogo permanente con otras ciencias sociales, la Sociología, la Ciencia Política, en esos años un poco menos la Antropología, que es más de la post-dictadura y de la expansión de la historia cultural; pero (esto se dio)2 sin ser una decisión programática, ´vamos a acercarnos a las otras ciencias`; yo diría que ahí se juntaron dos cosas, uno que había un contexto de acción de toda la gente de izquierda que se interesaba por entender la sociedad, estábamos más o menos en el mismo proyecto, frente a los mismos desafíos, entonces había una interacción que era automática, espontanea, sobre todos si ustedes piensan que gran parte del pensamiento político en estos años se desplaza a las ONG`s o los centros de estudio

Esto significó modificar algunos parámetros de lo que había sido la historia de izquierda más tradicional, la llamada Historia Marxista Clásica1. Salirse un poco del énfasis que hacía 1 Con esta denominación Julio Pinto hace referencia a la corriente historiográfica desarrollada desde mediados de siglo XX por historiadores militantes de los partidos de izquierda (Socialista y Comunista), como Julio Cesar Jobet o Hernán Ramírez Necochea, los cuales fueron los primeros en hacer historia desde una perspectiva económico-social, aunque utilizando categorías de análisis propios del marxismo ortodoxo, lo cual generó que menospreciaran actores y dimensiones que aun siendo partes del mundo popular, eran excluidas de su análisis al no ser directamente políticas

u obreras. 2 Los entre paréntesis y los entre guiones fueron agregados durante la edición para facilitar la comprensión del lector.

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extra-universitarios, y ahí no habían solo historiadores, habían sociólogos, politólogos, geógrafos, etc.. Había una interacción permanente que facilitaba el trabajo en conjunto, y la gente que estaba en el exilio, muchos aprovechan de estudiar y sacar grado, también se están nutriendo de lo que está pasando en las ciencias Sociales a nivel mundial y tomando elementos de otras ciencias, entonces hay una interacción que es muy enriquecedora para nosotros.

aquí hay un movimiento social`, hay un actor social que no es la clase obrera tradicional, clásica, pero que sí tiene mucha presencia política y mucha importancia, entonces conozcámosla mejor, y eso se da en todas partes y nos demuestra que hay otros actores a los cuales hay que ponerles atención. Así que sí, es un fenómeno mundial que en Chile se recepciona y se apropia desde lo que era la realidad de la dictadura, pero que responde también a cosas que están pasando mucho más allá de nuestras fronteras.

En cuanto al vínculo de esta propuesta historiográfica con las nuevas corrientes de pensamiento que se dan en otras latitudes, ¿Cuál sería relación que existe entre Nueva Historia Social y el debate disciplinar que se está generando en Latinoamérica y en otras partes del mundo? Yo diría que la Nueva Historia Social es una versión local de un fenómeno que se está dando en todas partes y que el referente tal vez más importante es la Historia Social Inglesa: la Historia Marxista Inglesa de los años 60` -70`, (con) Thompson, Hobsbawm, Rudé. En ellos nos inspirábamos nosotros para repensar lo que era la historia social nuestra, y eso no algo que estemos haciendo nosotros no más, está pasando en todo el mundo y está desatando fenómenos historiográficos tan interesantes como la Escuela de Estudios Subalternos en la India, que termina elaborando un paradigma propio, una teoría propia, lo que no cualquier escuela es capaz de hacer, pero que parte en diálogo con los marxistas ingleses.

Como usted nos comentaba, la Nueva Historia Social también se plantea como una herramienta para los sectores populares, la cual tiene la potencialidad de dar conocer la historia de los oprimidos y los sectores subalternos, sus reivindicaciones y sus victorias. En esta línea ¿Cuál sería el impacto que tiene esta propuesta historiográfica más allá de la academia y de los espacios universitarios? Difícil cuantificarlo, porque estamos hablando de un fenómeno que se produce en clandestinidad y está mezclado con militancias políticas y también con la acción de otras Ciencias Sociales. O sea, decir ´este es el efecto concreto de la Nueva Historia Social sobre los movimientos sociales` es difícil. Yo puedo darles una visión más impresionista, de lo que yo percibí en esos años, sí había mucho interés por parte de las orgánicas que estaban surgiendo en el mundo popular en resistencia a la dictadura: grupos juveniles, grupos culturales, bolsas de cesantes, orgánicas sindicales, había mucho interés por recuperar la historia que ya existía, que ya se había escrito, que era la historia marxista más clásica, pero también en descubrir historias nuevas y aquí una organización que fue pionera fue ECO3, dirigida por Mario Gar-

Así que sí, tiene mucho que ver lo que está ocurriendo (en la disciplina) a nivel mundial, pero también tiene que ver con lo que está pasando en la política a nivel mundial. Está todo ese fenómeno que se llama la nueva izquierda de los años 60, de un marxismo, digamos, menos encasillado en las ortodoxias estalinistas, más abierto a nuevas ideas, nuevas problemáticas, y tanto la historia social inglesa como estas otras historias que se dan en otras partes del mundo, están respondiendo también a esa coyuntura política. Solo a modo de ejemplo, el tema de la emergencia de los jóvenes como un actor histórico importante, es algo que, si bien en Latinoamérica es bien antiguo, viene de principios del siglo XX, a nivel internacional solo cobra fuerza en los 60`, y se dice, ´bueno,

3 El nombre completo de esta ONG es “Educación y Comunicación”, la cual nace, según su página web, en 1980 como un Centro Cultural Popular que busca de forma autónoma e independiente apoyar al movimiento popular. Su práctica se orientaba a la educación popular, las comunicaciones y la Teología de la liberación. Llegaron a realizar diversos talleres de formación en Educación Popular, en Historia del Movimiento Obrero en Chile y de Análisis de los Movimientos Sociales, entre otros. También ayudaron a for-

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cés hasta el día de hoy, quien es uno de los referentes de la Nueva Historia Social y que antes se llamó Taller Nueva Historia. Ellos tenían toda una orgánica que estaba pensada para responder estas demandas: ir al sindicato, ir a los grupos poblacionales, ir a distintas instancias para hablar de historia, primero mostrando la historia, que ya se conocía, pero después comenzando a elaborar estudios e investigaciones nuevas de cosas que no se conocían, como la historia de los pobladores, que no estaba escrita en esos años, no se había escrito, y que era un movimiento social importante que había tenido mucho peso en los 60`, en la UP, pero nadie había hecho la historia del movimiento de pobladores. Entonces, por un lado, a los actores que reciben estos elementos les sirve como factor psicológico, de subir la moral, (que) ha habido una historia popular para atrás, ha habido otras luchas, ha habido derrotas pero ha habido victorias también, y eso nos da fuerza para seguir adelante, pero también, y es tal vez lo más novedoso, hay un fenómeno de auto-descubrimiento, de decir, miren ´nosotros también tenemos nuestra propia historia`, que no es la de Recabarren necesariamente, ni es la del PC4, sino que es la historia de los pobladores, de los campesinos, etc.,. Y esa historia esta(ba) por hacerse, y se va a hacer a partir de nosotros mismos, entonces está esa sensación de recuperar el protagonismo, o sea, nosotros somos actores, no somos meras víctimas pasivas de un orden represivo, y la historia nos demuestra que nosotros también podemos incidir en lo que ocurre en la sociedad. Entonces eso tiene un efecto motivacional que es difícil de cuantificar, pero que cuando uno estaba ahí era muy potente, era como decir ´nosotros contamos también, nosotros no somos objetos que la ola de la historia los mueve, sino que también participamos y por tanto podemos tratar de revertir la derrota en que estamos`. Ahora repito, esto no fue puro mérito de la Nueva Historia Social. Ahí hay también otras cosas; yo les hablo de los pobladores, (donde) al mismo tiempo que el Taller Nueva Historia mar lo que ellos denominan “comunicadores de base”, los cuales se agruparían posteriormente en la RED de Prensa Popular. 4 Se refiere al Partido Comunista de Chile.

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o que ECO estaban empezando esto de la historia de los pobladores, Vicente Espinoza saca su Historia de los Pobres de la Ciudad5 desde la ONG SUR6. Espinoza es un sociólogo, pero también está aportando a este nuevo corpus de conocimiento que se hace con una forma de actuar en dictadura y de reforzar los movimientos populares. Y mirando este movimiento político e intelectual desde el presente, ¿cómo podría describirnos el impacto y la evolución que tuvo la Nueva Historia Social durante los años venideros? Creo que la Nueva Historia Social dejó un legado que fue mucho más grande de lo que yo imaginé cuando esto estaba apareciendo. Cuando nosotros estábamos en esto no había un plan, ´vamos a hacer una escuela historiográfica`, (sino) que estábamos todos en la misma tarea y teníamos afinidades, entonces empezamos a encontrarnos en los mismos espacios, (por ejemplo), yo a Mario Garcés lo conocí en el año 1980 en la Villa Francia, en un grupo cultural que había ahí. Así nos conocimos, no nos conocimos ni en la universidad ni en espacios más académicos. Después ya fueron volviendo los que estaban en el exilio, empezamos a juntarnos, a hacer cosas juntos, pero no había un plan preestablecido, ´vamos a reunirnos a formar una escuela de historia social`, sino que incluso el nombre Nueva Historia Social fue algo retrospectivo, cuando nosotros vimos lo que habíamos hecho en esos años y vimos que habían cosas en común, y de ahí sa5 Se refiere al libro: Para una historia de los pobres de la ciudad, publicado en 1988 por Ediciones SUR, el cual está disponible para descargar de forma gratuita en el archivo Memoria Chilena. de la Biblioteca Nacional de Chile. 6 Hace referencia a la Organización no Gubernamental “Centro de Estudios Sociales y Educación SUR”, la cual surge en 1978 como una propuesta colectiva de profesionales e intelectuales entorno a la “información, estudio e investigación de la realidad nacional y latinoamericana”, según señala su página web. Desde ahí se implementaron diversas instancias de discusión y difusión, incluyendo un centro de documentación, escuelas de verano, dos boletines informativos –Correos Sur y Hechos Urbanos- y una revista, llamada Proposiciones, la cual se publica hasta el día de hoy.

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lieron ya proyectos más articulados, como el Manifiesto7, La Historia Contemporánea8 con Salazar, etc.

Ahora, muchos de los problemas que tenemos son heredados de la dictadura pero otros no lo son, entonces lo que ha ocurrido es que, si bien existe la Nueva Historia Social como referente, yo no sé si exista todavía como una propuesta que tenga las mismas características que tuvo en la década de los 80´. Yo pienso que no debería ser así porque estamos en otro país, en otra época. Entonces qué diría: que hay valores asociados a la Nueva Historia Social que se mantienen vigentes, por nombrar los elementales: desde la Historia preocuparse por los problemas sociales; desde la Historia involucrarse en los problemas y las luchas de los grupos populares; desde la Historia aportar elementos para esos movimientos y para esas luchas. Yo creo que esas coordenadas para la acción se mantienen vigentes, y se siguen haciendo, lo siguen haciendo ustedes y todos quienes estudian historia desde una óptica más de izquierda, más crítica, pero el contenido mismo de lo que se está haciendo, de las investigaciones, ya no es exactamente igual, porque tampoco se trata de mantener anquilosado un movimiento durante 30 años.

Para nosotros la sorpresa y al mismo tiempo la satisfacción fue ver que esto –la Nueva Historia Social- en los 90` eclosionó, creció y tuvo mucho impacto en la juventud. Cuando las universidades se volvieron a abrir como espacios en que se podían hacer otras cosas, empezamos a volver los miembros de esta Nueva Historia Social a las universidades, entonces tuvo una proyección muy fuerte en la juventud que estudiaba historia, tanto como propuesta historiográfica como propuestas de acción política, o sea, algo que se mantuvo y que yo creo que es propio de mucha gente que estudia historia, es ver su disciplina y sus estudios no como una cosa puramente abstracta y teórica, sino como una herramienta de intervención en la política, y la Nueva Historia Social como nace en función de eso se presta mucho para ese tipo de conexión. 7 Se refiere al Manifiesto de Historiadores publicado durante Febrero de 1999 en La Segunda, La Nación, el Siglo y Punto Final, como una réplica la “Tendencia de algunos sectores de la realidad nacional a manipular y acomodar la verdad publica sobre el último medio siglo de la historia de Chile”, la cual está presente tanto en la Carta a los Chilenos enviada por el ex dictador Pinochet desde su prisión en Londres, así como en los Fascículos de Historia, del historiador y colaborador de la dictadura, Gonzalo Vial, publicados en La segunda. A este Manifiesto adscriben distinguidos académicos, intelectuales y directivos del área de la Historia y las Ciencias Sociales, tanto de chile del extranjero. Se puede encontrar en formato de libro junto a otras reflexiones en: Grez, S. y Salazar, G. (compiladores). Manifiesto de Historiadores (1999). Santiago: Lom Ediciones. 8 Hace referencia a: Pinto, J y Salazar, G. (19992002) Historia contemporánea de Chile en 5 tomos. Santiago: Lom Ediciones. Esta es probablemente la obra más ambiciosa -en el buen sentido de la palabra- generada desde la perspectiva de la NHS, en su presentación general, los autores plantean que ésta “(…) quiere ser una recepción de, y una primera reflexión sobre los problemas históricos que nuestra sociedad no nos ha entregado resueltos, y que por ellos, permanecen en torno nuestro no sólo como legados del pasado, sino, sobre todo, como retos, desafíos y tareas para las nuevas generaciones”

¿En qué medida esta propuesta historiográfica, a la vez que posiciona nuevos actores y dimensiones de estudios, también está ocultando y desplazando otros actores y dimensiones generando un conocimiento parcelado? Es una buena pregunta, no sé si yo sea la persona más indicada para responderla, es más bien un tema para debatir. Yo creo que la Historia Total es imposible, más allá de lo que diga o haya dicho Braudel. O sea, tú no puedes hacer la historia de todo y toda la historia de todo. Uno siempre selecciona, uno recorta, y recorta en función de prioridades o intereses que tienen mucho que ver con la época que a uno le toca vivir, con las urgencias y las demandas de esa época. Entonces nosotros seleccionamos en esos años ciertos actores, ciertos temas y ciertos procesos que nos parecían útiles para responder a las necesidades que teníamos en ese momento, pero necesariamente cuando tú seleccionas una cosa dejas de lado otra, que puede ser igual o más importante aún. Yo pienso en lo personal, por ejemplo, que la Nueva Historia Social no ha incursionado lo suficiente

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en el tema del género, pese a tener entre nuestras socias fundadoras a María Angélica Illanes que sí se ha metido en ese tema, que es un referente en esos aspectos, pero yo creo que no hemos trabajado mucho esos temas. Un tema que yo creo que dejamos de lado durante un tiempo y que yo he tratado de recuperar últimamente es el tema del Estado. Yo creo que de tanto focalizarnos en la base social, la sociedad civil, etc., desatendimos el tema del Estado; uno puede ser muy crítico del Estado pero no puede ignorarlo, ya que el Estado es un actor o un aparato muy determinante en lo que pasa en una sociedad. Entonces, en lo personal yo el último tiempo he estado estudiando la formación de Estado en Chile y países aledaños, en relación al mundo popular, ese es mi último tema de Investigación, de ahí salió un trabajo como Chilenos Todos9; he tenido la suerte de hacer trabajo comparativo con Argentina y Perú en esa misma época para ver cómo interviene o no el mundo popular en la formación de los Estados americanos, y no es por un afán de coleccionista, sino porque creo que sobre todo hoy en día cuando está en crisis el sistema político, tenemos que volver a pensar sobre el Estado y ver qué hacemos frente a eso: ¿ocuparlo, destruirlo, infiltrarlo?... Entonces la respuesta es sí, hay temas que se han desatendido, no por una cuestión de resquicios o de exclusiones a priori, sino que las preocupaciones eran unas en ese tiempo y las preocupaciones y los problemas van cambiando, y cualquier propuesta historiográfica siempre va a ser parcial, porque como les digo la Historia Total es imposible, nadie puede hacer toda la historia de todo, no tendría mucho sentido tampoco La siguiente pregunta tiene relación con la actualidad política de chile. Es sabido que en su trabajo historiográfico trata sistemáticamente temáticas relacionadas con el movimiento obrero, incluyendo una biografía de Recabarren, donde se presentan los actores como un 9 Se refiere al libro publicado por Julio Pinto y Verónica Valdivia (2009), ¿Chilenos todos? La construcción social de la nación (1810.1849). Santiago: Lom Ediciones.

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claro proletariado en el sentido clásico; actualmente la identificación de los trabajadores como proletarios se ha vuelto más difusa, así como la utilización y el análisis en base a categorías como: clases sociales, explotación, lucha de clases, vanguardia o revolución, en esa misma línea, ¿Cómo podríamos caracterizar a los trabajadores del Chile de hoy, cuáles serían sus principales demandas, y qué papel juegan en éstas las categorías de análisis antes señaladas? El trabajo es un componente inseparable de cualquier sociedad. En cualquier sociedad hay trabajo y hay producción, pero las formas que toma el trabajo van cambiando y por tanto las personas que ejercen el trabajo, y las clases o los grupos que ejercen el trabajo también cambian. Entonces claramente si uno mira, no solo en Chile sino en el mundo, el trabajo hoy no es lo mismo que el trabajo de principio del siglo XX, y por tanto la clase trabajadora o las clases trabajadoras tampoco son las mismas, y no responden a las mismas necesidades, y por tanto, las formas de moverse socialmente y políticamente tampoco van a ser las mismas; dicho todo eso, sigue habiendo, porque yo creo que es propio del sistema capitalista, una subvaloración y un maltrato del trabajo como factor productivo. Las condiciones de quienes ejercen el trabajo siguen siendo precarias, tal vez no por las mismas razones ni de las mismas formas que en el pasado. Yo pienso que el hambre en Chile no es hoy un problema social serio. No es que no exista, pero no tiene las dimensiones que tuvo en la década del 30`, el 40` o en el siglo XIX o antes, pero sí hay otros problemas: la precariedad laboral, la fragmentación de los trabajadores, la desprotección, la pérdida de derechos sociales, o sea, siguen habiendo problemas vinculados al tema del trabajo, pero la forma de enfrentar esos problemas no va a ser necesariamente la misma, o sea, los sindicatos de hoy no van a ser los de ayer. Si ustedes se fijan el movimiento sindical que ha sido más fuerte y más combativo, y que se han movilizado en las últimas décadas son los empleados públicos, no son los trabajadores de la fábrica o los mineros, aunque tal vez en los subcontratistas podría-

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mos hacer una excepción, pero no son los sindicatos fabriles de la época clásica, ahora son los empleados públicos, la salud, la educación, el Registro Civil, esos son los componentes más fuertes del movimiento sindical actual, los más puntúos, los más conflictivos, los que además predominan en instancias como la CUT. Entonces qué les quiero decir: que el trabajo sigue siendo un tema relevante.

bio en la sociedad, y yo personalmente creo que sí lo es. O sea para ubicarnos en el mundo es que estamos viviendo, para tratar de entender los problemas que nos afectan y para pensar en cómo solucionar esos problemas. No porque vayamos a repetir las fórmulas que se emplearon antes, aunque podamos calcar experiencias anteriores la historia nunca se repite de la misma forma; pero sí porque si uno analiza cómo las personas han convivido en sociedad en otras épocas, cómo han enfrentado sus problemas y cómo los han resuelto, eso nos ha traído insumos para movernos un poco en los que son nuestras preguntas y problemáticas actuales, para saber quiénes somos en definitiva.

Esto se da porque el trabajo dentro del sistema capitalista siempre va a estar a la defensiva, siempre va a estar en una condición de subordinación, por tanto siempre va a ser un factor a defender y a reivindicar. Pero las formas y las orgánicas desde donde se conducen estas luchas no necesariamente van a ser las mismas del pasado, y yo creo que lo que hay ahora es una búsqueda de esas formas y esas orgánicas que atiendan los problemas del ahora, no los problemas de hace 60 años atrás.

Entonces, creo que esa es la finalidad fundamental, desde mi punto de vista, de la Historia: es un recurso para encontrarle sentido a nuestra vida en sociedad, y en la medida en que esto se pueda hacer mínimamente bien, estamos entregando un aporte no solo para acumular más conocimiento histórico, sino también para acompañar, a lo menos a los actores sociales, para que sepan moverse con cierta lucidez y cierta claridad en la sociedad. Eso suena bien utópico, pero creo que ese debería ser el fundamento de nuestra función como profesores de historia.

También me preguntabas acerca de si la categoría clase sigue siendo válida; bueno, sigue siendo válida en la medida de que estamos en una sociedad capitalista que no distribuye equitativamente el fruto de la riqueza social, ni distribuye equitativamente el poder de tomar decisiones. Entonces a lo mejor no es la misma configuración de clase que había hace 60 años, pero sí hay clases sociales en el mundo de hoy, y hay una asimetría en el poder de esas clases sociales, y hay lucha de clases y lo vemos todo los días, cuando la gente sale a reclamar contra las AFP está reclamando contra una clase empresarial que se está apropiando de sus fondos previsionales para usarlos para sus propios fines, y les devuelven pensiones que son irrisorias, eso es lucha de clases.

Ahora, en las sociedades las personas no piensan igual, no tienen los mismos objetivos, no tienen las mismas prioridades y no tienen los mismos intereses. Entonces la historia es un recurso que puede ser usado para una cosa o para otra. O sea, lo que yo les hablo es la Historia usada en un sentido más crítico y más de fortalecimiento de los actores, pero también la historia puede ser usada como un elemento de dominación o de control, puede ser un dispositivo para justamente atenuar los sentidos críticos, para no visibilizar mucho las divisiones internas de una sociedad, cuando se subraya mucho, por ejemplo, a la nación como actor histórico y que todos en el fondo compartimos las mismas prioridades e intereses, lo que se está haciendo es soslayar las divisiones y las contradicciones internas que tenemos y la historia también puede servir para eso; ensalzar ciertas cosas, puede ser muy útil para ese tipo de fin, como las guerras: ´la guerra del pacifico donde todos fuimos uno y juntos nos en-

En torno al escenario actual, donde existe un gran descredito de las instituciones y de los partidos políticos, así como una despolitización de la sociedad, la cual tiene arraigada una concepción individualista y mercantilista de la vida, ¿qué papel debiese jugar la enseñanza de la Historia y cual debiese ser el rol de un nuevo profesor de Historia? Somos profes de historia porque creemos que la historia es útil no solo para los que les gusta la historia en sí misma, sino para un cam-

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frentamos a los bolivianos y los peruanos y les ganamos, lo cual demuestra que sí estamos todos unidos podemos hacer grandes cosas`. Eso también puede hacerse desde la enseñanza de la Historia y frente a eso no hay ningún antídoto, o sea, los profesores de Historia, los currículum, la gente que establece qué es lo que se va enseñar, responde a las mismas dinámicas, a las mismas contradicciones de la sociedad, entonces tampoco podemos decir la historia nunca se va usar en un mal sentido, porque si se va usar mientras haya contradicciones sociales. Lo que me parece a mí que no podemos hacer, y sobre eso tuvimos un debate hace poco con una joven en la Biblioteca de Santiago, que llamaba a abandonar totalmente el sistema de educación formal, que ya estaba tan contaminado y arruinado por el sistema. que había que darle la espalda a los colegios, los liceos, a las escuelas y crear una especie de sistema educacional paralelo; yo personalmente pienso que es un error político, porque estamos abandonando un espacio que es muy grande, si hay alguna una institución que abarca todo el país y a todas las personas en una etapa muy importante de sus vidas, es la escuela y el liceo, y por mucho que hayan planes de estudio y directrices ministeriales que no nos gusten, nosotros como profesores en la sala de clase podemos hacer muchas cosas y podemos tener mucha influencia sobre la formación de esos jóvenes. Y yo lo digo porque yo he hecho clases en enseñanza media, no es que esté hablando de la torre de marfil de la USACH, aunque no sé qué tan torre de marfil pueda ser la USACH, pero no es la escuela Z-720 de Cerro Navia. Entonces la escuela y el sistema educacional, objetivamente, es un espacio que abarca la totalidad de la sociedad chilena, que involucra a todas las personas, sean estudiantes o apoderados, por lo tanto es un espacio que no se puede ceder, porque es un espacio donde se puede hacer mucho, y yo veo como profesor que el currículum oficial, los planes de estudios, son un elemento que en parte uno tiene que hacerse cargo, pero que no agota las posibilidades de lo que se puede hacer ahí. Ustedes ya saben eso, de lo contrario no estarían estudiando para profesores de Historia, pero creo que es bueno insistir un poco en ese elemento, o sea, ese es un espacio de lucha que no se puede abando-

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nar, porque la verdad es que los jóvenes como ustedes que llegan a estudiar Historia vienen porque algo les paso ahí que los indujo por ese camino, porque no creo que el gusto por la historia sea algo genético, es algo que uno le va encontrando el sentido. Ya a modo de cierre de la entrevista, ¿cuáles cree usted que son los desafíos y las proyecciones que debiese tener la Nueva Historia Social en la actualidad? La Historia Social ya no tiene la misma condición hegemónica que tuvo en los 90 y ha ido siendo desplazada por lo que se llama la Nueva Historia Política o la Nueva Historia Política de lo Social si ustedes quieren; el otro día tuvimos que hacer un ejercicio de acreditación aquí en el Departamento de Historia de la USACH y descubrimos para nuestro asombro que en el actual cuerpo de profesores de la USACH hay más historiadores políticos que sociales y hay historiadores que fueron sociales y ahora se definen como políticos, por ejemplo Igor Goicovic si ustedes le preguntan ¿Igor Goicovic como se clasifica?, él se clasifica como historiador político, igual que Rolando Álvarez. Entonces, esto no es casual, no es que alguien se haya dicho ´esta media pasada de moda la Historia Social ahora me voy a Historia Política`, sino que yo creo que el gran desafío en este minuto de la sociedad chilena es la repolitización de la sociedad, por lo menos en dos sentidos: en el sentido de que más personas y más segmentos de la sociedad se redescubran como actores políticos, que es algo que la dictadura trato de erradicar y en la post dictadura se mantuvo bastante, aunque la despolitización de la sociedad creo que es algo que se está empezando a revertir ahora y creo que es bueno que se revierta; pero también es el momento en que se están explorando y se necesita descubrir nuevas fórmulas y nuevos instrumentos para hacer política, precisamente por el desprestigio, por la bancarrota, podríamos decir, de la clase política tradicional, entonces como que hay un descubrimiento más masivo de que es necesario volver a meterse en la política. Siempre hubo grupos o personas (que tenían) muy claro que debía hacerse política, pero eran muy aislados, muy dispersos, pero ahora hay un fenómeno más amplio a

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nivel social de redescubrimiento de la política, pero el desafío o el enigma es con qué y cómo hacemos política, o sea, el papel que antes ocupaban los partidos no están cumpliéndolo, entonces hay que ver cómo reinventar los partidos o producir nuevas instancias, no quiero ponerle nombre, que asuman esa función. Entonces, yo creo que en este momento no es casualidad que la Historia Política esté un poco desplazando a la Historia Social, como foco de interés y de producción historiográfica, y creo que tal como la Nueva Historia Social respondió a las necesidades de cierta coyuntura, creo que esta nueva historia política está respondiendo a las necesidades de otra coyuntura. Yo mismo, si ustedes se dan cuenta, estoy estudiando el Estado, estoy un poco “traicionando” mi condición de historiador social, a pesar de que yo estoy estudiando el Estado desde la sociedad. Entonces algunos han dicho que yo estoy haciendo una Historia Social de lo Político, pero tampoco es por una cuestión arbitraria o por un capricho, ´mira se puso de moda la historia política así que me voy a empezar a arrimar allá para no quedar obsoleto`, sino que es porque yo creo que efectivamente la demanda en estos momentos es esa. Entonces, una Nueva Historia Social como se fundó y como existió en los primeros años, yo creo que es algo que ya no está necesariamente tan en sintonía con las necesidades del momento como lo estuvo hace 20 o 30 años atrás, porque además se han producido y acumulado hartos conocimientos, sabemos ahora mucho más de esos temas que lo que sabíamos en los años 1980, ya no estamos partiendo de cero y hay otros temas que no tenemos tan reflexionados, ni pensados ni estudiados y que es necesario que recuperemos.

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“Sólo el Pueblo defiende al Pueblo”: La Toma 22 de Julio de La Bandera Construcción de relaciones comunitarias y movimiento social.* Nicky Antonio Cerón Blau**

Resumen. El presente artículo analiza el proceso organizativo de la Toma 22 de Julio de 1980 desde dos perspectivas: en primer término, la propone como un hito en la rearticulación del movimiento popular en general y del movimiento de pobladores en particular; en segundo lugar, lo analiza en función de la teoría de los movimientos sociales en un diálogo crítico con las proposiciones que los sociólogos de SUR elaboraron sobre el movimiento de pobladores de los ochenta en Chile, particularmente en Santiago. En este sentido, el trabajo releva el desarrollo de relaciones sociales comunitarias como pilar de dinámicas de politización y movilización populares. Palabras clave: movimiento de pobladores, movimiento social, relaciones sociales comunitarias. * Este artículo se conformó a partir del trabajo realizado junto a Bruno Rojas y Giorgio Scappaticcio para la cátedra ‘Historia de Chile Contemporáneo’, impartida por el profesor Gabriel Salazar. Universidad de Chile, segundo semestre de 2015. ** Estudiante tesista de Licenciatura en Historia, Universidad de Chile. Miembro del Núcleo de Investigación en Historia Social Popular y Autoeducación Popular de la U. de Chile. E-mail: nicky.ceron@ug.uchile.cl

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detrimento y, mayormente, a la franca eliminación de los canales y espacios de negociación establecidos entre el MDP y el Estado, cercenando su influencia en la política, en tanto que instancias de decisión a nivel central. Todo este proceso estuvo acompañado por el despliegue de un terrorismo de Estado que, mediante la aplicación sistemática de la violencia, desarticuló a la oposición política y al movimiento popular en general; específicamente en el ámbito de acción del MDP, la represión militar buscó la desconexión entre las organizaciones de base del movimiento poblacional y las estructuras organizativas intermedias (partidistas o no) que coordinaban el accionar popular a niveles territoriales más extensos. Todo este accionar terrorista, por cierto, fue apoyado por un despliegue propagandístico destinado a demonizar y aislar a la izquierda en general, haciéndola asomar como el fruto de una ideología degeneradora, inmoral y extranjera: “el cáncer marxista”.

Introducción Con el golpe cívico-militar de 1973, los espacios de libertad conquistados por el Movimiento de Pobladores (MDP) durante los años previos – que permitieron el desarrollo de experiencias avanzadas de autoorganización y autoeducación popular, como las desplegadas en el Campamento Nueva La Habana –, así como los espacios de participación democrática y canales de negociación abiertos hacia el Estado, fueron duramente reprimidos y desarticulados por la dictadura. Las posiciones políticas y simbólicas conquistadas por el MDP fueron atacadas duramente por la represión; “los pobladores fueron confinados al lugar físico que ocupaban, cercándolos y segregándolos –en mayor medida de lo que ya estaban– del resto de la ciudad”1. Tal reconfiguración, operó como un factor disolvente del tejido social construido durante las décadas previas: en primer lugar, deterioró el espacio del desenvolvimiento de las relaciones sociales comunitarias (RSC) – en el sentido de la desarticulación violenta de las diversas expresiones de asociatividad popular, que se podrían caracterizar como “una forma de sociabilidad que tiende a la apropiación consciente por parte de sus integrantes de sus medios de existencia, a la deliberación y al consenso de los propósitos colectivos”2 – espacio que, siempre en relación con la totalidad del sistema de dominación, está enraizado al interior de las comunidades (en este caso, urbanas, como campamentos y poblaciones) siendo la base material del desarrollo político de estas, en tanto que espacio idóneo para el despliegue potencial del ser social de sus componentes, así como para la construcción de su poder como actor social.3 En segundo término, tendió al

Lo anterior dio inicio a un extenso período caracterizado tanto por la proscripción de toda oposición política formal, como por la intervención permanente de los espacios populares de participación político-cultural mediante la represión y el amedrentamiento, y por el asesinato selectivo de los dirigentes de organizaciones populares y político partidistas que habían tenido niveles altos de protagonismo durante el periodo anterior. Por otra parte, desde mediados de los años setenta, el régimen militar implementará un modelo económico de corte (ultra)neoliberal, fundamentado en una lógica de privatizaciones que posiciona al mercado como regulador y referente de la totalidad del proceso de createxto neoliberal impulsor de profundos procesos de individuación, se erigen como prácticas sociales contrahegemónicas o al menos divergentes, y que articuladas en instancias organizativas populares como asambleas, comités de sin casa, etc., tienden al desarrollo de dinámicas relacionales que constituyen ejercicios de construcción de poder. Con respecto a la noción de ‘ser social o genérico’, véase: La cuestión judía; El trabajo enajenado (incluido en Los Manuscritos de París); y Glosas críticas al artículo “El rey de Prusia y la reforma social. Por un prusiano”, todos en Carlos Marx. Escritos de juventud, FCE, México, 1982. Sobre el concepto de poder abordado aquí, véase: Hannah Arendt. La condición humana, Paidós, Buenos Aires, 2003, cap. V.

1 Mónica Iglesias Vásquez. Rompiendo el cerco . El movimiento de pobladores contra la dictadura. Ediciones Radio Universidad de Chile, Santiago, 2011, p. 59. 2 Mónica Iglesias Vásquez. Volver a la “comunidad” con Karl Marx. Una revisión crítica de la dicotomía comunidad-sociedad, Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, año 17, nº 34. Segundo semestre de 2015, Universidad de Sevilla, p. 130. 3 Planteo aquí el despliegue potencial del ‘ser social’ en tanto que desarrollo de RSC que, en un con-

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ción y distribución de la producción social. Este modelo posibilitó la acumulación de capital comercial y financiero por parte de una elite dominante que, en estrecho contubernio económico e ideológico con el capital internacional y sobre todo estadounidense, se esforzará por revertir el proceso industrializador y estatizador propio del nacional-populismo de mediados de siglo, con el objetivo de implementar una nueva versión del modelo de ‘desarrollo hacia afuera’, signado, esta vez, por una profunda tercerización y precarización laboral.4 Esta nueva institucionalidad se abocará, en el corto plazo y en el marco ideológico-militar de la Doctrina de Seguridad Nacional5, a destruir el proceso democratizador que el país vivía y que había alcanzado momentos radicales durante los últimos dos años de la UP, expresados en fenómenos tales como los Cordones Industriales, con sus experiencias de autogestión obrera y popular de centros productivos, como de otros espacios organizativos creados por el movimiento popular en distintos escenarios, como la pionera experiencia de los Comandos Comunales. Movimiento de Pobladores: ¿Anomia o Resistencia? Los autores clásicos de la sociología occidental coinciden, en su análisis de la modernidad, en que su surgimiento y desarrollo está dado por el paso desde un tipo de organización social predominante a otro: desde la comunidad a la sociedad. En este sentido, las diferencias que se establecen entre ambos modelos giran en torno a los cambios sufridos por las relaciones entre los individuos, proceso que se caracteriza, en el marco del ascenso del capitalismo, por

4 Cfr. Carlos Ruiz Encina y Giorgio Boccardo. Los chilenos bajo el neoliberalismo, Ediciones El Buen Aire, Santiago, 2015, pp. 15 y ss. 5 Con respecto a la irradiación de la Doctrina de Seguridad Nacional desde EE.UU. hacia Latinoamérica, véase: P. José Comblin. Dos ensayos sobre Seguridad Nacional, Vicaría de la Solidaridad, Santiago, 1979; Jorge Tapia Valdés. El terrorismo de Estado. La Doctrina de la Seguridad Nacional en el Cono Sur, Editorial Nueva Imagen, México, 1980. Para un análisis más resumido: Francisco Leal Buitrago. La doctrina de seguridad nacional: materialización de la guerra fría en América del Sur, Revista de Estudios Sociales, Universidad de Los Andes (Ecuador), N° 15, junio de 2003.

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la gradual disolución de los lazos comunitarios a medida que los intercambios sociales más globales – mediatizados a través del mercado – se vuelven hegemónicos. De esta manera, en la masificada sociedad moderna, el bienestar de los individuos depende de su capacidad individual, toda vez que la anterior retaguardia comunitaria ha dejado (relativamente) de operar, sobre todo en el ámbito urbano. De aquí que se establece una racionalidad en el intercambio social (racionalidad capitalista) que tiende a valorar y ponderar las relaciones sociales desde la óptica de la utilidad individual.6 Posteriormente y desde la escuela estructural-funcionalista norteamericana, se desarrolló la Teoría de la Modernización, que desde la sociología, venía a jugar su rol en la lucha ideológica en el escenario global de la Guerra Fría. Esta escuela intentaba dar densidad teórica al esfuerzo de igualar la modernización capitalista con la noción de desarrollo económico, político y social, en aras de llevar por el camino del “progreso” a las sociedades “subdesarrolladas”. Al mismo tiempo, esta escuela centró su atención en la noción de anomia introducida con anterioridad por Durkheim para referirse a los desajustes sociales que los procesos de modernización provocan y, específicamente, a los individuos y grupos sociales cuyas conductas se “desvían” de los objetivos socialmente establecidos desde arriba.7 Mónica Iglesias, analizando la producción de los sociólogos nucleados en torno al grupo SUR, quienes se abocaron con énfasis – sobre todo luego de las grandes jornadas de protesta de los ’80 – al estudio del fenómeno de la irrupción de los pobladores en el espacio público, evidencia la determinante influencia que el estructural-funcionalismo norteamericano tuvo en estos cientistas sociales. Al mismo tiempo, analiza la otra gran influencia de esta escuela chilena, tributaria de los aportes de Touraine.8 6 Adrián Berardi. La crisis de la sociedad y la construcción del sujeto político desde la perspectiva de Durkheim, Tönnies y Weber, Revista Entramados y Perspectivas, vol. 5, núm. 5, 2015, pp. 182-183. 7 Mónica Iglesias Vásquez. Rompiendo el cerco …, pp. 27-29. 8 Para un completo análisis crítico de las proposiciones de los autores de SUR acerca del movimiento de pobladores y su definición de movimiento social,

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Con respecto a este último, los sociólogos de SUR adoptaron su definición de movimiento social y la aplicaron al MDP ochentero. En pocas palabras, para Touraine, los movimientos sociales, para constituirse como tales, debían operar sobre tres principios: oposición (luchan contra un actor social identificado); identidad (el movimiento es representativo de un actor social concreto); y totalidad (se movilizan en nombre de ciertos valores generales). Este último punto es central, toda vez que este principio alude a la puesta en acción de un proyecto político de transformación social general que debe ser desplegado en el ámbito de lo político (institucional), es decir, debe disputar el control del Estado.9

pero que pueden ser utilizadas por intermediarios para ejercer una presión sobre la municipalidad, los servicios públicos e incluso el Estado.11 En breves palabras, el MDP no podría constituir un movimiento social por una serie de condicionantes que Tironi expone en la Introducción del volumen 14 de la revista Proposiciones. Parte por constatar la situación de marginalidad que sufren los pobladores: exclusión territorial, pobreza, desplazamiento del mercado formal de trabajo. Sin embargo, esta tendencia excluyente estaría matizada por una propensión, sobre todo en el ámbito cultural, a la inclusión. En este sentido, se produciría un fenómeno de “hibridación cultural” que no permitiría hablar con propiedad de un mundo popular o marginal:

A partir de la aplicación de estas definiciones al caso de la explosiva movilización de las capas populares santiaguinas, los teóricos de SUR concluyeron que las dinámicas organizacionales de los pobladores respondían, más que a cualquier otra cosa, a comportamientos anómicos (desviados) inducidos, de una parte, por los desajustes estructurales provocados por los procesos de modernización neoliberal impulsados por la dictadura y, por otra, por la actividad de “activos políticos” militantes de partidos de la ultraizquierda, que instrumentalizaron las demandas populares.10 Touraine dirá, luego de exponer varios ejemplos a nivel latinoamericano (incluido a Chile, a través del análisis de la producción de SUR) y con una amplísima voluntad generalizadora, que:

Esto es lo que explica lo que ha pasado con los pobladores en Chile, que en el plano demográfico, educacional y cultural han experimentado procesos que los incorporan de lleno a la vida urbana moderna, al tiempo que – a partir de 1973 – han sido sometidos a procesos agudos de exclusión desde el punto de vista ecológico, económico y político […] La acción social de los pobladores debe ser interpretada como la expresión de un anhelo inclaudicable de integración social.12 Sumado a lo anterior y echando mano a los datos aportados por una encuesta realizada por SUR a dirigentes y bases poblacionales, el autor, apuntando hacia los principios de identidad y oposición antedichos, plantea que se observa una clara “autoidentificación obrera, lo que no refleja en absoluto la experiencia o la situación ocupacional de los pobladores, sino más bien un deseo de integración económica según la pauta del modelo industrial.” (Se podría también interpretar la identidad clasista que aquella autoidentificación expresa). En seguida Tironi analiza la religiosidad popular, pareciéndole expresar “un carácter esencialmente ritual y espiritualista, y se orienta mucho más a la salvación individual (al estilo protestante) que a la constitución de un ‘pueblo elegido’ (al estilo católico).” Más allá del débil guiño a Weber, no se entiende cómo puede derivar

No se puede hablar, por tanto, de movimientos sociales urbanos, como si, a partir de los barrios más desfavorecidos, se desarrollasen unas luchas sociales capaces de elevarse al plano político. Observamos más bien que, en ciertos barrios, se forman reivindicaciones que no logran encontrar expresión política autónoma,

véase: ibíd., cap. I. 9 Ibíd., pp. 36-39. Cfr. Alain Touraine. América Latina: Política y Sociedad, Espasa–Calpe, Madrid, 1989, pp. 235-252. 10 Eugenio Tironi. “Marginalidad, movimientos sociales y democracia”, en Proposiciones, SUR, Santiago, vol. 14, agosto de 1987, pp. 14-15. También, en el mismo volumen: Guillermo Campero. “Organizaciones de pobladores bajo el régimen militar”, pp. 91-92. Ver nota 31.

11 Ibíd., p. 240. 12 Eugenio Tironi. “Marginalidad…, pp. 12-14.

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esta conclusión de aquella encuesta; al mismo tiempo, Tironi invisibiliza las dinámicas relacionales establecidas en el seno popular por las Comunidades Cristianas de Base, muy influyentes durante el período y cuyas lógicas de acción se alejaron bastante de la promoción del individualismo y de la racionalidad instrumental capitalista, que el autor ve en la supuesta predominancia de la pulsión a la salvación individual. A reglón seguido, el sociólogo enmarca las acciones combativas desplegadas por la juventud popular durante las masivas jornadas de protesta en el ámbito de las conductas desviadas (anómicas) – “cara negativa de la acción poblacional” – derivadas de la crisis estructural, lo que “genera entre ellos – aparte de las conductas individuales de repliegue – formas de adaptación delincuente, nucleamientos comunitarios tipo pandilla, y hasta adhesión a grupos revolucionarios”. Por último, remata calificando la actividad política de los pobladores (coordinadoras poblacionales más extensas tendientes a la interlocución con el Estado) como “movimiento de militantes”, aludiendo al supuesto carácter exógeno de la iniciativa política; además, al considerar imposible la interlocución política en el cuadro de un Estado autoritario, plantea que “no puede constituirse en una práctica de representación [política]”.13 Dejando de lado el punto de vista marcadamente elitista de la interpretación de Tironi (¿la combatividad juvenil es negativa para quién?), y abiertamente conservadora (“…hasta adhesión a grupos revolucionarios”), es innegable la aplicación automática y descontextualizada de la teoría de Touraine, lo que queda en evidencia cuando plantea la imposibilidad de la representatividad política poblacional en un contexto autoritario (contrainsurgente, más bien); al anteponer la inevitable imposibilidad de la acción política, no intenta reconciliar la teoría al contexto histórico concreto, en vista del cual debería ajustarse lo que se entiende por dicha representatividad en función de las posibilidades concretas que los pobladores tenían para desplegar su accionar político en un escenario de represión terrorista. Al mismo tiempo, en la raíz del razonamiento del autor, subyace una concepción de lo político netamente burguesa (moderna/modernizadora), en tanto que no 13 Ibíd., pp. 14-15.

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admite ejercicio político fuera de la institucionalidad. Esta arista adquiere un rol central en la argumentación, pues ciertamente adelanta una de las derivaciones políticas de la posición teórica expuesta, y que viene a alimentar el discurso legitimador de la transición del régimen militar hacia una democracia limitada, cosificada, autoritaria, y decididamente neoliberal. Al no poder constituirse como “movimiento político”, es decir, identitariamente homogéneo y que, en la arena de la institucionalidad política – impuesta por el terror en 1980 –, despliegue un proyecto político que dispute el hegemónico en el cuadro dibujado por un pensamiento “racional”, es decir, que se despegue de relaciones de tipo comunitarias basadas en lazos tradicionales (familiares, solidarios, afectivos) para pasar a la práctica de relaciones ponderadas por su utilidad; al no poder erigirse como “movimiento político”, decíamos, el MDP debía ser excluido de la negociación y relegado a un tercer plano. El presente trabajo intentará abordar el análisis de una de las expresiones concretas del MDP durante la dictadura en un diálogo crítico con el marco teórico arriba expuesto. Existe una necesidad constante de actualización de las categorías con las que se pretende abordar el estudio de los procesos sociopolíticos – necesidad que también existía a fines de los ’80 – en virtud de los cambios experimentados por los actores sociales en tanto que sujetos inmersos en una realidad también variable. En este sentido, tomaremos como base para el análisis las reflexiones expuestas por Iglesias,14 y que a su vez, se nutren de otros aportes, que principalmente en el contexto latinoamericano, intentan vislumbrar nuevas formas de interpretación de los movimientos sociales que den cuenta de los ajustes estructurales y subjetivos que el neoliberalismo trae consigo.15 Asimismo, serán de mucha ayuda los aportes de Melucci a la hora de la caracterización de la acción colectiva, quien la entiende como “el resultado de intenciones, recursos y límites, con una orien14 Mónica Iglesias Vásquez. Rompiendo el cerco …, pp. 94-106. 15 Véase: Mónica Iglesias Vásquez. “Teoría en movimiento. Más de una década de pensamiento crítico”, en OSAL, CLACSO, Buenos Aires, Año XII, N° 30, noviembre de 2011, pp. 25-42.

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tación construida por medio de relaciones sociales dentro de un sistema de oportunidades y restricciones. Por lo tanto, no puede ser entendida como el simple efecto de precondiciones estructurales.”16 Desde este razonamiento, plantea entonces que los movimientos sociales deben considerarse “construcciones sociales” y examinarse como “sistemas de acción”, es decir, “una interacción de objetivos, recursos y obstáculos; como una orientación intencional que se establece dentro de un sistema de oportunidades y coerciones.”17 Por último, es necesario recalcar la importancia que le da a “la capacidad de los actores de reconocerse a sí mismos y de ser reconocidos como parte de una unidad social”, es decir, la centralidad de la solidaridad en algunos fenómenos colectivos.18 Al mismo tiempo, se hace necesario practicar un enfoque teórico que no descuide las relaciones de los actores sociales con la totalidad, en el sentido de sus interacciones e interdependencia con el sistema de dominación en general; teniendo en cuenta que no se trata de la interacción de dos polos inmutables en sí mismos:19

ción horizontal, fundada en una territorialidad común y que apunten a la práctica deliberativa en pos del diseño de posibles soluciones a los problemas que aquejan a una comunidad, es decir, relaciones que construyan una praxis soberana –, el establecimiento, decíamos, de RSC bajo un clima de secuestro radical de la soberanía21, plantea un desafío explícito a la lógica fundante del régimen militar en lo político y, al mismo tiempo, expresa una forma alternativa de construcción de poder, en el sentido de la praxis recién descrita, que también se posiciona como eminentemente subversiva de los “valores” políticos burgueses, cuya transgresión por parte del movimiento popular antes y durante la UP, explica, en parte, la intervención militar y posterior masacre de pueblo soberano. Asimismo, la intención de este trabajo es relevar no sólo los momentos en que el desarrollo de RSC y sus inherentes espacios organizativos contenedores de praxis soberana tienen su expresión – movilizadora – en el espacio público (en este caso, la toma del terreno), sino también, centrar la atención en el proceso previo, en la dimensión interior de los procesos organizativos populares, donde tiene lugar, en ocasiones, el desarrollo de “proyecciones prefigurativas” de lo que podría ser una sociedad distinta.22 En este sentido, el análisis de la praxis democrática de algunas expresiones del MDP puede servirnos para extraer lecciones de cómo organizar una sociedad mejor.

Consideramos que no se puede comprender el movimiento social sin una referencia explícita a los condicionantes externos que el sistema político –entramado de instituciones estatales y circunstancias del contexto político– impone a su desarrollo, constituyendo oportunidades y límites para su accionar.20 Al mismo tiempo, parto el análisis desde la consideración de que el establecimiento, por parte del MDP, de relaciones sociales comunitarias – entendidas como el desarrollo de relaciones asociativas que tiendan a una organiza-

21 “La Constitución de 1980 […] no define un patrón de desarrollo sino que se centra en asegurar el orden interior y la reproducción formal del sistema institucional, por lo que su funcionamiento se concibe más administrativo que político, proyectando un ciudadano ajeno al desenvolvimiento de lo público, de la política y del proceso de toma de decisiones”. Ruiz y Boccardo. Los chilenos…, p. 23. 22 Raúl Zibechi. “El pensamiento crítico en el laberinto del progresismo”, en OSAL, CLACSO, Buenos Aires, Año XII, N° 30, noviembre de 2011, p. 22. Véase también: Luis Tapia. “Movimientos sociales, movimientos societales y los no lugares de la política”, Cuadernos del pensamiento crítico latinoamericano, CLACSO, N°17, febrero de 2009.

16 Alberto Melucci. “La acción colectiva como construcción social”, en Estudios Sociológicos, El Colegio de México, Vol. 9, N°26, mayo-agosto de 1991, p. 358. 17 Alberto Melucci. Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, El Colegio de México, 1999, pp. 36 y ss. 18 Ibíd., p. 44. Citado por Iglesias. Rompiendo el cerco …, p. 100. 19 Cfr. György Lukács. ¿Qué es marxismo ortodoxo? En su Historia y consciencia de clase: estudios de dialéctica marxista, Grijalbo, México, 1969, pp. 13-16. 20 Mónica Iglesias Vásquez. Rompiendo el cerco …, p. 105.

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res que los pobladores sin techo también eran chilenas y chilenos. 22 de julio de Sólo el Pueblo defiende al Pueblo

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La Bandera de Chile no se vende le corten la luz la dejen sin agua le machuquen los costados a patadas La Bandera tiene algo de señuelo que resiste no valen las sentencias de los jueces no valen las drizas de hilo curado La Bandera de Chile a1 tope Elvira Hernández, La Bandera de Chile La madrugada del martes 22 de julio de 1980, alrededor de trescientas familias de la zona sur y sur poniente de la capital ocuparon unas canchas de fútbol emplazadas en unos terrenos fiscales en la población La Bandera, en la entonces comuna de La Granja.23 Llegaron en buses y uno que otro camión en donde trasladaban los implementos necesarios para hacer una ocupación rápida: palos, colchones y nylon para erigir una endeble carpa, que sería la utópica primera piedra desde donde los sin casa pretendían edificar un futuro mejor, digno. Tampoco podían faltar las banderas chilenas, que encumbradas sobre las precarias carpas, simbolizaban una voluntad por hacer patria entre tanto basural y peladero y, al mismo tiempo, ondeaban como intentando hacer entender a los paladines del Estado subsidiario que la vivienda es un derecho, no una mercancía; y al mismo tiempo, les enrostraba a los represo23 El número de familias involucradas en la toma varía según las fuentes. Un comunicado de la Vicaría Sur, firmado por Manuel Camilo Vial al día siguiente de la toma, cifra el número de familias que en ese momento se encontraban ocupando la capilla en 250. Centro de Documentación de la Vicaría de la Solidaridad (CDVS), Declaración del Obispo auxiliar de Santiago y vicario de la zona sur del Arzobispado, Santiago, 23 de julio de 1980.

Llegaron al terreno con el alba, y desde hoy, da la impresión de que junto con el sol también trajeron con ellos una nueva alborada para el movimiento de pobladores que, a través de estas familias sin casa, lograba flanquear las densas tinieblas impuestas por siete años de sangrienta represión y desarticulación social. La organización: reconstruyendo el tejido social Desde 1979, los pobladores de la zona sur (La Bandera, Pablo de Rokha y otros sectores de la entonces comuna de La Granja) y sur poniente (José María Caro, Santa Adriana, Lo Valledor Sur y Norte y en general toda la zona comprendida entre Lo Ovalle y Departamental) comenzaron a agruparse en Comités de Vivienda (COVIs) para abordar la demanda habitacional, en vista del histórico déficit de viviendas que, para 1980, se cifraba en 700 mil unidades, dejando un saldo de 2,8 millones de personas sin casa propia,24 y al mismo tiempo, enfrentar la nueva orientación subsidiaria del Estado, que se sustraía de la ecuación y entregaba la resolución de las demandas sociales al arbitrio del mercado, previa venta y privatización de los servicios sociales estatales.25 En sus asambleas no sólo se abordaba el problema de la casa, sino que también la organización se orientaba a “ir tratando unidos los temas de cesantía, vivienda, de los allegados, salud, educación, dividendos, cuentas impagas26 y alcantarillados”. 24 Déficit de viviendas. Una enfermedad que se propaga. Revista Solidaridad, N°99, octubre de 1980, p. 12. 25 Para un análisis de las características del nuevo Estado subsidiario, véase Ruiz y Boccardo. Los chilenos…, pp. 24 y ss. 26 La Revista Hoy N°140 de abril de 1980, publicó un comunicado de la empresa EMOS, encargada del suministro de agua, donde se deja entrever la precariedad del sector: “EMOS tiene la mejor disposición para establecer convenios de pago que permitan facilitar la cancelación de deudas que se arrastran por largo tiempo. En el caso específico de la Población La Bandera podemos informar que, efectivamente, a mediados del año recién pasado, se efectuó un plan de cortes a aquellos usuarios que adeudaban más de diez

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Esta voluntad surgía del diagnóstico de la ineficacia – o indiferencia – de la autoridad y de la incapacidad de las organizaciones “oficiales” de los pobladores, las Juntas de Vecinos (designadas por las autoridades), que para los integrantes de estos comités, no eran más que “organizaciones cadáveres”.27 En este sentido, uno de los coordinadores del COVI del campamento Nueva La Bandera, ubicado en las inmediaciones de la población homónima, planteaba: “Nosotros no reconocemos como dirigentes nuestros a los de la Junta de Vecinos: nadie los eligió. Sabemos que con el Comité corremos un riesgo, pero vale la pena por los problemas que tenemos”.

márgenes que la dictadura imponía, los pobladores se abocaron a la construcción de espacios que les permitiesen desplegar una praxis política popular que incluía la deliberación, la definición de estrategias de diagnóstico de los problemas y la proyección de soluciones. Todo esto, prescindiendo, ignorando o derechamente en contra de la política estatal. En este sentido, el MDP construía, desde una fecha tan temprana dentro del régimen terrorista como 1979, una política autónoma. Volvamos a la población. Unos pocos kilómetros hacia el poniente, en el sector de Lo Valledor, los vecinos organizados en los COVIs también se abocaban a la aplicación de encuestas que les permitiesen contar con un conocimiento acabado de la situación de la comunidad. Marcos Cariz, por entonces dirigente poblacional y militante del MIR, recuerda:

Por ese entonces, La Bandera, en sus cinco sectores, albergaba a cerca de 50 mil habitantes en muy precarias condiciones de insalubridad y hacinamiento. Frente a esto, los pobladores organizados en los COVI planteaban la necesidad de la realización de catastros – autogestionados – con el objetivo de contar con una base de datos que les permitiese diagnosticar de manera precisa los problemas y de proyectar soluciones efectivas que plantear a la autoridad. Entre los datos arrojados por el catastro popular, resalta que sólo el 45% de los pobladores tiene trabajo fijo; el 21% vive de trabajos temporales o “pololos”; el 9% trabajaba en el Programa de Empleo Mínimo (PEM) y el 30% estaba cesante.28

Llegó un momento determinado en que ya era demasiado el hacinamiento, habían muchas familias dentro de una casa. Nosotros, en ese período, nos preocupamos de hacer encuestas, casa por casa, encuestando cuántos pobladores habían, cuántos allegados habían, invitándolos a las reuniones del comité de vivienda… eso nos permitió tener un catastro de la realidad de nuestras poblaciones, específicamente aquí en Lo Valledor Sur, en Lo Valledor Norte… por ahí habían otros pequeños comités en la Santa Adriana.29

Incluso dentro de los parámetros de los cientistas de SUR, esta orientación organizativa es reveladora a la hora de conceptualizar al MDP como un movimiento social, toda vez que es evidente su anhelo de representación política genuina, es decir, no impuesta desde el Estado sino expresión de la voluntad soberana de los pobladores, de esta manera, tal representación responderá no sólo a las directrices de los pobladores organizados sino que también será reflejo de su identidad en tanto que sus representantes saldrán del seno del movimiento. Al mismo tiempo, la voluntad de discutir la amplia gama de problemáticas que los afectaba revela el carácter eminentemente político del movimiento, toda vez que, dentro de los estrechos

De esta manera y fruto del trabajo constante, de la paciente rearticulación de la sociabilidad y organización popular debilitada por seis años de repliegue, estos comités crecieron y fueron haciéndose cada vez más visibles y presentes entre la comunidad. Este crecimiento, no obstante, encontró otro punto de apoyo en el impulso y cobertura que las iglesias locales dieron a la organización popular, partiendo de lo más básico: facilitar un espacio acogedor para realizar las asambleas y, por supuesto, un lugar que las garras del aparato represivo no pudiesen alcanzar fácilmente. Juan Rojas, militante del MIR que cumplía labores de coordinación del trabajo poblacional de su organización en estas

mil pesos”. 27 Pobladores, visión desde abajo. Revista Hoy, N°123, noviembre de 1979, p. 25. 28 Ídem.

29 Entrevista a Marcos Cariz. Lo Espejo, diciembre de 2015.

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zonas, nos cuenta: Ahí en La Bandera, aparte de nosotros estaban los curas con sus actividades cristianas… más adelante se empezó a trabajar el tema de los cesantes… En poco tiempo se armaron comités de pobladores sin casa en la zona sur, fue muy rápido eso… [porque] los problemas eran reales y porque se hizo como el mismo camino: convocar a través de los curas, a través de la iglesia, ¿cierto?, a organizarse a los pobladores sin casa. En ese sentido los curas y la iglesia jugaron un tremendo rol, porque ayudaron mucho, digamos, a la reorganización del movimiento social y del movimiento de pobladores en particular en la zona sur.30 De esta manera, las organizaciones con que los pobladores se dotaron sirvieron de aglutinador de los esfuerzos políticos de los pobladores, en el sentido no sólo de …tomarse un sitio y levantar un campamento a la espera del decreto estatal; o para “asociarse” con el Estado Populista según los términos que proponía éste. Pues ellas [las pobladoras] se organizaron entre sí (y con otros pobladores) para producir (formando amasanderías, lavanderías, talleres de tejido, etc.), subsistir (ollas comunes, huertos familiares, comprando juntos), autoeducarse (colectivos de mujeres, grupos culturales) y, además, resistir (militancia, grupos de salud). Todo ello no sólo al margen del Estado, sino también contra el Estado.31 Que fue contra el Estado, lo indica el ensañamiento con que la represión actúo sobre el MDP siempre que pudo, al amparo de la noche y la deshumanización. Y al mismo tiempo, lo prueba el hecho de que la resistencia más feroz contra la dictadura se fraguó en las poblaciones, hábitat de esa “masa apolítica y anómica” de los sociólogos de SUR. Por otro lado, se aprecia la capacidad táctica 30 Entrevista a Juan Rojas. Renca, octubre de 2015. 31 Gabriel Salazar y Julio Pinto. Historia contemporánea de Chile. Tomo IV: Hombría y Feminidad, LOM, Santiago, 2002, p. 261.

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del MDP en orden de poder desplegar su organización en el territorio en virtud de la alianza con otros actores sociales, como la Iglesia. Al mismo tiempo, las relaciones establecidas con partidos políticos populares les permitió alcanzar grados de extensión territorial y de articulación y coordinación políticas mayores, beneficiándose de la infraestructura organizativa de dichas orgánicas estableciendo una relación instrumental recíproca, toda vez que para estos partidos políticos era imperioso establecer una retaguardia organizativa y operativa en los territorios populares, zonas de difícil acceso para la represión. Con respecto a esta última relación, es preciso señalar que los cuadros miristas involucrados en la preparación, ejecución y mantención de la toma son de extracción popular (al menos los entrevistados para este trabajo) y hasta el día de hoy habitan en la periferia santiaguina (Renca y Lo Espejo), lo que matizaría la tan recurrida y maniquea separación entre poblador y militante que los cientistas de SUR plantearon en varias oportunidades, con el doble objetivo de despreciar la capacidad política del MDP como para denunciar la inexistencia de éste, dando así argumentos a las cúpulas concertacionistas que terminarían por excluir al MDP de la negociación sobre la transición política.32 “Las voces ya se empiezan a oír más fuerte” La articulación de las organizaciones populares en esta zona comenzó a fortalecerse durante el año que antecedió a la toma. Además de los sin casa y allegados, otros sujetos populares comenzaron a tender lazos organizativos y a reavivar la vida colectiva en las poblaciones: las organizaciones de mujeres, de cesantes, centros juveniles, las siempre presentes Comunidades Cristianas Populares y la proliferación de las llamadas Organizaciones Económicas Populares (OEPs), dieron el espacio necesario para el desarrollo de la organización de los pobladores

32 “Lo que parece existir entonces es un ‘movimiento de militantes’, que constituye en sí mismo un tipo de práctica particular, tan identificable como las de sobrevivencia, la animación cultural o los grupos religiosos. No es, por tanto, al menos hasta ahora, una acción de representación que articule las otras prácticas y las estructure.” Guillermo Campero. “Organizaciones…, p. 91.

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y para la recomposición de unas relaciones sociales marcadas por su inmersión en un contexto de pobreza, exclusión y represión.33

de los operativos y por el marco agudamente contrainsurgente y las consecuentes necesidades de compartimentación, no permitía una relación sólida con sus militantes de base y las organizaciones populares. Sin embargo, esta orientación fue acompañada por una apuesta en el ‘trabajo de masas’ y por el impulso de las llamadas Organizaciones Democráticas Independientes (ODIs) que se abocarán a centralizar las luchas de los distintos frentes, como la Coordinadora de Organizaciones Poblacionales (COAPO), la Unión Nacional de Estudiantes Democráticos (UNED) o el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU).

Con respecto a esta rearticulación, la labor llevada a cabo por el MIR fue un valioso aporte. Por aquellos años, el partido intentaba recomponerse de los duros golpes recibidos en los años precedentes: entre 1974 y 1978, el régimen desencadenará una represión selectiva cuyo objetivo apuntó a “impedir la rearticulación del vínculo entre los partidos de izquierda y las masas populares”,34 por lo que el terrorismo estatal no se contentaría con la caída de la cúpula partidaria, sino que también los cuadros medios miristas sufrirían la más salvaje persecución: “lo que pretendía la DINA era cortar horizontalmente y en ‘el medio’ a la organización revolucionaria. Así se evitaría le ‘reproducción’ del marxismo, del ‘terrorismo extremista’. Si eliminaba a los cuadros intermedios dejaba inconexa toda la estructura”.35 Se estima que hacia 1977 la militancia mirista en libertad rondaba la centena.36 En este contexto, el MIR inicia un ciclo ofensivo caracterizado por la significancia que asumieron las acciones de propaganda armada37, táctica que, por las características

Volviendo al territorio, el trabajo de los sin casa se vio complementado por iniciativas miristas como la creación del Comité de Defensa de los Derechos de la Mujer (CODEM), que desde una oposición política al régimen impulsó las organizaciones populares del sector, como las de subsistencia (talleres productivos, comedores, etc.) donde las mujeres tenían una participación fundamental, al tiempo que encarnaban “un gran potencial de profundización democrática de la vida social”, toda vez que su activa participación y protagonismo tendía a la subversión, en la práctica cotidiana, del enraizado dominio de género masculino en la organización popular.38 Así mismo, el trabajo con la juventud se expresó en la creación de Centros Juveniles y Culturales. Por ejemplo, durante el verano de 1980 se realizó el primer Encuentro de la Mujer Pobladora, en el sector de Lo Valledor Norte y Sur y que, entre otras demandas, planteaba el rechazo a la privatización del policlínico de la población; “Abrió el acto el grupo folklórico del Centro Juvenil de la misma población; en seguida se leyeron saludos enviados por los cesantes, sin casa, centros juveniles, comedores infantiles, etc., y se dio por iniciado el Encuentro”.39 En la misma línea, El Rebelde

33 Sobre las Comunidades Cristianas de Base, o Populares, como fueron bautizadas en Chile, véase: ECO, Educación y Comunicaciones. La iglesia de los pobres en América Latina, ECO, Santiago, 2012, especialmente Fernando Castillo. Comunidades Cristianas Populares: la Iglesia que nace de los pobres, pp. 34-51. Con respecto a las OEPs, véase: Luis Razeto. La organizaciones económicas populares, 1973-1990, Programa de Economía del Trabajo, Santiago, 1990. 34 Igor Goicovic. Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Ediciones Escaparte, Concepción, 2012, p. 40. 35 Carlos Sandoval. Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Coyunturas, documentos y vivencias, Quimantú, Santiago, Tomo III, p. 240. 36 Igor Goicovic. Movimiento…, p. 51. 37 Entre las que destacan la colocación de una bomba en las inmediaciones de un cuartel de la CNI en el centro de Santiago en abril de 1979; un asalto a un camión de valores del banco de Concepción en Manquehue en noviembre de 1979; el triple asalto bancario en Ñuñoa en abril de 1980, donde lograron un botín cercano a los 30 millones de pesos; la ejecución del director de la escuela de inteligencia del ejército, el coronel Roger Vergara, en julio de 1980; otro triple

asalto bancario en Ñuñoa en diciembre de 1980. Acciones que se mantendrán constantes por lo menos hasta 1984, entre las que se cuentan la ejecución del intendente de Santiago, el mayor general Carol Urzúa, en agosto de 1983. Cfr. Igor Goicovic. Movimiento…, pp. 62-81. 38 Teresa Valdés. El movimiento poblacional: la recomposición de las solidaridades sociales, FLACSO, Documento de trabajo N°283, Santiago, 1986, p. 45. 39 Mujeres de Lo Valledor se organizan en la lu-

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también rescata la realización de un Encuentro Juvenil, de los pobladores de la zona Caro-Ochagavía, bajo el lema La Educación es un Derecho, donde se “acordó publicar una carta denuncia sobre los intentos de disolución y privatización de la Escuela Dávila”40, ubicada en el sector. Este ascenso en la organización popular puede rastrearse a través de dos hechos concretos ocurridos en 1980 y previos a la toma. En primer lugar, tenemos la conmemoración del 1° de mayo efectuada en una sede sindical en las inmediaciones de la población El Pinar, en Vicuña Mackenna, donde asistieron representantes de los distintos comités que luego protagonizarían la Toma 22 de julio, agrupados en la Coordinadora de Organizaciones de Vivienda de Base (COVIB), “antecesora de la COAPO”, que integraba comités de vivienda de “La Bandera, San Gregorio, Lo Valledor Norte y Sur, Santa Adriana y la Nuevo Amanecer”41, es decir, el espacio geográfico de la posteriormente famosa y combativa Coordinadora Caro-Ochagavía, de la comuna de La Granja, que en ese entonces comprendía a la actual comuna de La Pintana. Los pobladores organizados asistieron al acto que se realizó al interior del sindicato, para luego salir a desfilar por las poblaciones aledañas, en una actitud desafiante – y bastante valiente – hacia los efectivos policiales que en todo momento vigilaron la actividad. “A uno de nuestros dirigentes le tocó hablar y encabezamos la marcha como COVIB”,42 “todos, los trabajadores y pobladores juntos íbamos desfilando por la población”, sin embargo, las fuerzas del orden no toleraron por mucho tiempo esta pacífica demostración de voluntad democrática y de desafío a la autoridad, y procedieron a reprimir… “quedó la cagá, quedó la mierda… los pacos… yo no sé cómo no quedó un muerto, fueron balazos digamos… no los huevones tiraron al aire digamos, pero fue muy impactante eso.”43 Frente a esto, los pobladocha por sus derechos. El Rebelde N°157, enero de 1980, p. 14. 40 Juventud despliega sus banderas para luchar por sus derechos. El Rebelde N°157, enero de 1980, p. 19. 41 Entrevista a Marcos Cariz… 42 Ídem. 43 Entrevista a Juan Rojas…

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res se replegaron a sus respectivos territorios.

La respuesta de la organización popular no tardó en llegar: dos días después un grupo de jóvenes pobladores también participantes de los COVIs, y muchos de ellos, mujeres y hombres pertenecientes a la Juventud Pobladora, estructura poblacional juvenil del MIR, tomaron la Parroquia San Miguel Arcángel, ubicada en el paradero 6 de Gran Avenida, y desplegaron un lienzo en el frontis con la consigna Sólo el Pueblo defiende al Pueblo. En su interior, 18 personas, entre ellas dos menores, se niegan a salir hasta que no se les satisfaga una lista de exigencias: ‘libertad de los detenidos el 1° de mayo, retorno de los relegados del 8 de marzo, término de los allanamientos masivos y la disolución de la CNI. La “toma” – la primera de una iglesia durante este gobierno – fue el 3 de mayo pasado después de la misa regular de las ocho de la tarde […] El martes 6, el cardenal envió una carta al ministro del Interior, Sergio Fernández, solicitando el retiro del cerco policial e informó que se había desistido de seguir acciones legales en contra de las 18 personas.44 Luego de varias noches dentro de la iglesia, el grupo de jóvenes la abandonó disfrazándose de estudiantes secundarios, sin ser detectados por los agentes de inteligencia.45 Del análisis de esta acción es necesario rescatar un par de cosas. En primer lugar, muestra un MDP que, a través de una politización más radicalizada de algunos de sus integrantes, comienza a recomponer ciertos lazos y a relacionarse de forma más cercana a estructuras partidarias, como el MIR (o como el PC y el MAPU en otros sectores), en virtud de la extracción popular de sus militantes en el territorio. En esta relación simbiótica, ambos actores a veces se confunden, aunque en otras ocasiones se advierten claras diferencias en función de los niveles de participación en las decisiones de nivel intermedio, situación que se explica en vista de la permanente infiltración de agentes de inteligencia en las organizaciones de base. Al mismo tiempo, los 44 Parroquia San Miguel. Misterio en el templo. Revista Hoy, N°147, mayo de 1980. 45 Entrevista a Juan Rojas…

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dirigentes de los distintos COVIs estimulaban la realización de asambleas que centralizaran la voluntad del colectivo, y se diferenciaban de los dirigentes impuestos por la dictadura (caso de las Juntas de Vecinos) al ser democráticamente elegidos. Esta relación de interdependencia entre Partido y Movimiento, cristalizó en el impulso que ambos recibieron y que se puede observar en la ejecución de acciones que abrían una nueva fase de la dictadura, desde el punto de vista de la descomposición hegemónica del régimen, que generó las fisuras por donde el descontento popular estalló, como en la Toma del 22 de julio, primera acción de este tipo de tal envergadura y repercusión.46 Por último, se observa también cómo la Iglesia, a través de su infraestructura y capacidad de interlocución con la autoridad, pero sobre todo a través del trabajo de sus integrantes de base y de muchos curas comprometidos con los más pobres, sirvió al MDP como un canal de expresión y amplificación de sus demandas, como un ente mediador frente a la nula voluntad de diálogo y negociación por parte del gobierno.

Illapu. Así fue como se organizó una gran fiesta: Ese día fue espectacular… el grupo Illapu en La Bandera tocando, e invitamos, digamos, a dirigentes connotados de los derechos humanos… estaba don Clotario Blest, en primera fila; habían otra gente, el obispo de la zona estaba… y a propósito todo el cuento lo hicimos con los curas, el hacer el escenario ¡en el altar compadre, en el altar, era una huevá sagrada se supone!... La cosa es que le pusimos los colores rojo y negro así, más que claro o sea… y yo caché cuando llegaron los curas ahí y el obispo de la zona…. Chuu… Y estos tipos de los Illapu tocaban tan fuerte y tú sabes las iglesias tienen una acústica tan buena que sonaba pero… ¡estaba llena la huevá de pobladores! ¡Llena!48 Lo anterior permite concebir un escenario de bastante actividad organizativa al interior del MDP que contrasta bastante con los años previos, de relativo silencio. En este contexto, por un lado, de crisis económica constante para los sectores populares y, por otro, en un clima de progresivo fortalecimiento de la organización popular orientada a la lucha por demandas esenciales, como la vivienda, la salud, la educación, las deudas de servicios básicos y el trabajo, los pobladores optarán por ir más allá en su accionar. El despliegue y desarrollo de RSC en el contexto dictatorial – esas relaciones que para los cientistas de SUR representaban un “retroceso” hacia el pasado, hacia lo arcaico, lo irracional y emotivo –, representaron un reservorio para la praxis soberana de la sociedad chilena en general. De esa manera, esta “masa anómica, inorgánica, apolítica”, que a través de la práctica constante de la deliberación en asambleas atiborradas en parroquias de población, a través de hacerse cargo de la alimentación de las familias golpeadas por la cesantía y la inflación, mediante la inclaudicable voluntad de dotarse de organizaciones que dieran cauce a las inherentes pulsiones políticas de la vida en comunidad, pudo practicar, bajo el peor de los escenarios, su política: una que frente a la prohibición gorila de toda reunión, de toda deliberación, se alzaba en todo su esplendor re-

Un segundo hecho indicador del alza asociativa, anterior al desfile del 1° de mayo y posterior toma de la parroquia, fue la celebración del primer aniversario del COVI de La Bandera a fines de 1979. A través de una de las pobladoras que venían de la experiencia de la 26 de enero47, Raquel o “la Raca”, de activa participación en las organizaciones de base, quien trabajaba como empleada doméstica, se tomó contacto, mediante su patrón, con Osvaldo Torres, uno de los fundadores del grupo musical 46 Cfr. Camila Silva. La política sobre el territorio: La construcción política del territorio poblacional en los albores del neoliberalismo. Chile, 1973-1981, Revista Pretérito Imperfecto, N°1, otoño de 2012, pp.112-118. Este es uno de los pocos trabajos, junto al libro de Mónica Iglesias, que recoge la Toma 22 de julio. 47 A fines de enero de 1970, cerca de 600 familias ocuparon unos terrenos adyacentes a la población La Bandera. Esta toma adquiriría notoriedad ya que “marcó la entrada en escena al conflicto urbano del MIR”. Además, se generarían muchas polémicas a propósito de las novedosas formas de organización desarrolladas al interior de este campamento, como la formación de milicias populares. Véase: Mario Garcés. Tomando su sitio. El movimiento de pobladores de Santiago. 1957-1970, LOM, Santiago, 2002, pp. 410-416.

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belde. Por último, es necesario destacar un componente central en el impulso que dio cauce a la organización de la Toma: la rabia acumulada frente al actuar criminal del Estado. Las/os pobladoras/es no sólo debían soportar la represión más descarada y brutal, sobretodo sus estratos juveniles, sino que se enfrentaban a la aplicación de una política pública que llevaba implícito en su lógica articuladora el reconocimiento descarnado de una población sobrante que, debido a su incapacidad estructural para integrarse a los circuitos formales de la economía, era vista como “una amenaza para el buen funcionamiento del mercado” y, en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional, era percibida como un “enemigo interno” debido a sus exigencias político-sociales contrarias a los objetivos nacionales del régimen (demandas promovidas por agentes del comunismo internacional).49 Como muestra de esta orientación de la política, en el ámbito habitacional, podemos citar los llamados “Programas de erradicaciones y radicaciones”, que dando rienda suelta a los afanes segregacionistas de la dictadura, tenían por objetivo trasladar asentamientos populares ubicados en terrenos de alto valor hacia territorios que se condijeran con la capacidad de pago de los pobladores.50 (Otra política públi49 Mónica Iglesias Vásquez. Rompiendo el cerco …, pp. 134-135. En fecha temprana como 1969, José Nun planteó que debido a las particularidades del desarrollo capitalista latinoamericano, las grandes franjas marginales de la población podrían identificarse con la categoría – desarrollada por Marx en los Grundrisse – de “superpoblación relativa”, que en el caso chileno, presentaría características “a-funcionales”, es decir, su existencia se torna indiferente para el funcionamiento global de la economía. Quizás, la profundización de las lógicas neoliberales durante la dictadura habría tornado, a los ojos de los economistas del régimen, a los pobladores en un contingente poblacional excedente “dis-funcional”, objeto ya no sólo de políticas tipo Promoción Popular (Frei Montalva), sino más bien de directa represión. Cfr. José Nun. “Superpoblación relativa, ejército industrial de reserva y masa marginal”, en Revista Latinoamericana de Sociología, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, vol. V, N°2, julio de 1969. 50 Mónica Iglesias Vásquez. Rompiendo el cerco …, p. 195; Camila Silva. La política sobre el territorio…, pp. 103-111. La autora cita bastante bibliografía para

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ca legitimada y profundizada por los gobiernos transicionales). El operativo que desalojó a 112 familias de la Villa San Luis de Las Condes (habitaciones construidas por la CORVI) manifiesta esta crueldad. La madrugada del 28 de diciembre de 1978 – previa “compra” por parte del ejército del conjunto habitacional – se desplegó un operativo militar para llevar a cabo el desalojo: se les ultimó por altoparlantes que debían hacer abandono inmediato; “las madres fueron despertando a sus pequeños y luego las familias subían a buses y furgones con lo más indispensable”, a las que no se les tenían viviendas asignadas. Hernán Bastidas, uno de los jefes de hogar lanzados a la calle, relató: El desalojo fue violento y los que más sufrieron fueron los niños, ya que tuvieron que ser despertados a medianoche y llevados durante toda la madrugada de un lugar a otro. Anduvimos en un bus hasta las cuatro y media de la madrugada y al final nos vinieron a dejar a esta cancha de fútbol. El periodista que recabó la información resumía que “los vehículos viajaron hasta la madrugada buscando algún potrero lejano en el que pudieran descender. Una cancha de fútbol en el paradero 37 de Santa Rosa fue el lugar más utilizado”.51 Quizá algunas de estas familias terminaron organizadas en los COVIs que protagonizaron nuestra toma. Un dirigente de La Bandera declaraba a la Revista Hoy en 1979: Tenemos que despertar de este adormecimiento de seis años. Algo se ha quitado el miedo, pero todavía cuesta que la gente se acostumbre de nuevo a expresar su pensamiento en público. Pero a medida que la organización vaya siendo más fuerte, la gente será más atrevida […] Antes no reclamábamos porque teníamos miedo y porque pensábamos que las cosas se podían arreglar. Ya no creemos en los milagros y por eso las voces ya se empiezan a oír más fuerte.52 abordar el tema en específico. 51 Pobladores. Operativo deshumanizado. Revista Hoy, N°84, enero de 1979. 52 Pobladores, visión desde abajo…, pp. 25-26.

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La toma y la represión Para el invierno de 1980 la situación de los sin casa y de las familias allegadas se hacía insostenible. Los catastros realizados por los pobladores revelan la dimensión del problema, cuyos resultados fueron publicados parcialmente en la Revista Hoy en marzo de 1980:

la apremiante situación, la posibilidad de una toma masiva comenzó a hacerse cada vez más real, más necesaria. Así llegó el mes de julio. Se iniciaron los preparativos finales. Juan Rojas, en un escrito realizado años después en que relata el proceso de la toma, recuerda: “La presión de los pobladores se hacía cada vez más y más insostenible. Aquel invierno de 1980 no se había manifestado particularmente lluvioso, lo que nos favorecía dada las presiones de parte de los pobladores. Sin embargo dudábamos respecto de si era el mejor tiempo. De hecho no lo era.”54 A principios de julio, se convocó una reunión ampliada de los equipos de dirigentes de los COVIs organizados en la zona, en la iglesia de Nuestra Señora de Los Parrales, ubicada en el paradero 18 de Santa Rosa para ultimar los detalles de la acción.

José María Caro, Sector E: 900 familias “sin casa”. José María Caro, Sector F: la cesantía “alcanza a un 70 ó 75 %”. Valledor Norte: 800 familias “que viven de allegadas”. 200 niños con “desnutrición en grado dos”. Plaga de garrapatas. Valledor Sur: dos mil encuestados no tienen vivienda.

Fueron todos los dirigentes, todos los equipos de dirigentes, en este caso tienen que haber sido unas ochenta personas más o menos, eh… pero una buena parte de ellos eran nuestros, eran miristas, por no decir casi todos digamos, o por lo menos eran simpatizantes nuestros, pero los que dirigían, los presidentes, en fin, del comité, eran miristas. 55

Santa Olga: 960 personas cesantes. “Algunos adultos, por falta de trabajo, se dedican a recoger desperdicios”. Santa Adriana: los dirigentes denuncian “que las Juntas de Vecinos amenazan con pedir el desalojo”. Mil familias sin casa y 800 deudores SERVIU. Lo Espejo: 30% de las familias tienen deudas de luz y agua de más de un año.

“Aquel día se organizaron las distintas comisiones o pequeños comités que operarían en la acción de toma y que debían organizarse en cada Comité de Vivienda y fusionarse en el terreno mismo. Algunos de ellos eran: Intendencia, Vigilancia y Autodefensa, Relaciones Públicas, Salud, etc.”56 También, se designó a Marcos Cariz, dirigente del comité de Lo Valledor Sur,

Lo Sierra: denuncian que desde la municipalidad les dijeron que “que el campamento de cerca de 200 familias no saldrá de ese lugar hasta unos diez años más”. La Bandera: 1.200 familias sin casa, 575 con problemas de luz, agua y dividendos. Denuncian que Chilectra y EMOS “han sacado los arranques de algunos deudores”.53

54 Juan Rojas. La toma de terrenos de La Bandera. Un homenaje a Nelson Herrera, p. 6. Disponible en: http://www.archivochile.com/Memorial/caidos_mir/H/ herrera_riveros_nelson.pdf. Durante el tiempo que se gestó y ejecutó la toma, Nelson Herrera Riveros era miembro del Comité Central del MIR y encargado de la reestructuración del trabajo poblacional en la zona sur de Santiago. Nelson fue asesinado junto a su compañero Mario Lagos Rodríguez por agentes de la CNI en Hualpencillo, Concepción, el 23 de agosto de 1984. El examen de los cadáveres reveló una herida de bala en la axila de Mario, pues le dispararon mientras tenía las manos en alto, Nelson fue ejecutado de un disparo en la cabeza mientras estaba esposado. 55 Entrevista a Juan Rojas… 56 Juan Rojas. La toma de terrenos…, p. 6.

Por su parte, desde su neoliberal lógica subsidiaria, el gobierno diseñó una “solución” a todas luces insuficiente para enfrentar el déficit de vivienda – política que, dicho sea de paso, fue legitimada por los gobiernos de la Concertación y que subsiste hasta hoy –: el subsidio habitacional y el crédito hipotecario. Insuficiente, pues estaba dirigido a familias con una capacidad de ahorro de la que la inmensa mayoría de los pobladores carecían. En vista de 53 Pobladores. La inquietud habitacional. Revista Hoy, N°137, marzo de 1980.

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como encargado operativo de la toma. De esta manera, los pobladores esperaron el día de la toma que, según el testimonio de Cariz, en primera instancia sería ejecutada el 19 de julio, en homenaje al triunfo de la Revolución Sandinista ocurrido el año anterior. Sin embargo, debido a las lluvias que arreciaron el día designado, la toma tuvo que aplazarse hasta el 22 de julio. Y el día finalmente llegó. Los pobladores estaban ansiosos, nerviosos. Se aprestaban a llevar a cabo una acción temeraria. Sabían que era muy probable que fueran víctimas de una represión brutal de parte de los pacos; era la conducta común del régimen frente a cualquier intento de la población por levantar la cabeza. Por acciones mucho menos audaces las fuerzas represivas habían ensangrentado las calles a lo largo de todo el país. Sin embargo, las cientos de familias comprometidas en la toma tenían confianza en la protección que otorgaría la masividad. Cerca de las siete de la mañana las caravanas de microbuses en que venían los sin casa comenzaron a llegar al punto convenido, unas canchas pertenecientes a la Dirección General de Deportes (DIGEDER) en La Bandera. Se vieron obligados a engañar a los micreros que arrendaron sus máquinas, diciéndoles que se dirigían a un encuentro de comunidades cristianas. Los pobladores que para la posteridad ostentarán el título de ser los primeros en entrar al terreno fueron los pertenecientes al COVI de Lo Valledor Sur. Progresivamente, las canchas seguirían recibiendo a las familias provenientes de las decenas de poblaciones agrupadas. En el intertanto, algunas micros fueron interceptadas en el camino por fuerzas policiales – que al mismo tiempo instalaban un cerco alrededor de la toma para evitar el ingreso de más familias. Finalmente, la primera toma masiva de terrenos en la dictadura fue lograda con éxito, y a eso de las nueve de la mañana, cerca de trescientas familias se encontraban con sus carpas instaladas sobre el barro que las lluvias de los días anteriores habían dejado.57 57 Según la Agencia Informativa de la Resistencia (AIR), órgano de prensa del MIR en la clandestinidad, en paralelo a la 22 de Julio, hubo otro intento de toma en la comuna de La Reina, el cual no se pudo concretar por la acción policial. Véase: Masiva toma de terrenos. AIR, 23 de julio de 1980.

Levantaron improvisadas carpas de polietileno, frazadas, papel y latas. En el centro de la cancha, en un ritual premonitorio, las mujeres juntaron a los niños y la poca comida que llevaban para hacer más tarde una olla común. Los hombres construyeron un cerco de estacas y alambres en un vano intento de trazar una frontera que acogiera definitivamente sus justos sueños de una casa.58

La llegada masiva de las fuerzas policiales se produjo cerca de las diez de la mañana. La respuesta del gobierno a la demanda por una vivienda digna fue la violencia. Los carabineros de la 13ª comisaría de La Granja apoyados por decenas de efectivos de fuerzas especiales actuaron rápidamente, sin mediar ningún tipo de diálogo. Procedieron a golpear a todos los que se les cruzaron por delante, sobre todo a los hombres, que fueron detenidos en su totalidad, más de setenta, mientras las mujeres y niños se refugiaban en una parroquia adyacente.59 Algunos hombres intentaron oponerse a la acción policial, pero fueron reducidos con energía y llevados a los furgones […] Un hombre intentó cubrirse con la bandera chilena, a modo de escudo contra los carabineros. Pero estos se la arrancaron a tirones y lo detuvieron, mientras su mujer insultaba a los policías.60 Esta imagen del policía destruyendo la bandera en manos de los pobladores simboliza la exclusión y marginación que sufrían y sufren las capas más pobres de la población. La bandera chilena, tan fetichizada y sagrada para militares y policías en otras ocasiones, blandida por los pobres de la ciudad se convierte en un sacrilegio. “¿Por qué en manos de una pobladora una bandera no vale nada? O sea, es una cosa, un trapo que hay que hacerlo pedazos.”61 58 Las casas en que no vivimos. Revista APSI, N°79, agosto de 1980, p. 2. 59 Un artículo de prensa redactado en enero de 1981 denunció que tres mujeres sufrieron abortos producto de los golpes de los carabineros durante la acción. Véase: Patricio Acevedo. ‘Toma’ en La Bandera: evidencia de la injusticia. Revista Análisis, año II, N°30, enero de 1981, p. 19. 60 La Segunda, 22 de julio de 1980, p. 5. 61 Entrevista a Juan Rojas…

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Nadie ve a la Bandera de Chile pasar las noches a la

la comunidad cristiana del sector fue el punto de partida para la lucha que los pobladores comenzarán a dar desde ese instante y hasta mediados del año 1981, cuando abandonaron definitivamente el campamento instalado en el pequeño terreno adyacente a la parroquia del sector cuatro de La Bandera. La reacción pública de la iglesia y su comunidad en los momentos inmediatamente posteriores a la toma fue la de ofrecer un respaldo explícito a las demandas de los pobladores – el mismísimo cardenal Raúl Silva Henríquez visitaría la toma al día siguiente64 –, y a la vez, de condena a la respuesta represiva del gobierno:

intemperie la noche es oscura ni que largo invierno es 22 de Julio -el sol que ha hecho poesía del solsticioque sus hijos piden sólo la parte pobre de toda la infancia la Bandera de Chile no tiene papel para pedidos ni un pliego

En este año, en que los cristianos celebramos un Congreso Eucarístico donde se nos invita a abrir las ‘Puertas a Cristo’ no podemos dejar de pensar en los jóvenes padres, María y José, golpeando todas las puertas de Belén, sin encontrar acogida para recibir a Dios en el mundo. Hoy día en Chile, hay miles de María y José que ven negado el derecho a ocupar algunos metros del suelo que los vio nacer, para criar dignamente a sus hijos.65

ni nada.62 Los hombres detenidos fueron liberados durante la tarde del mismo día. Marcos Cariz, uno de los pobladores que fue apresado, recuerda la amarga experiencia: De ahí no nos soltaron hasta… uh, a mí me tocó ser uno de los últimos que salí liberado, y entre paréntesis, de los que caímos de mi familia éramos cuatro hermanos… era para la risa ahí cuando los pacos llamaban, y llamaban por el apellido, y saltábamos los cuatro. [Los pacos se portaron] como las reverendas, yo quedé, bueno, a puros palos con la canilla hinchada. Nos tuvieron aproximadamente desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde, de guata en el barro; como te decía, había llovido, nos tuvieron a todos y nos tenían con… teníamos que estar tocando con la pera en el barro, o sea en el piso. Me acuerdo de una situación de un compadre que levantó un poquito y aparece un paco y le manda los lumazos y le pone la pata en la cabeza y se la restriega en el barro…63

…allí se dieron cita unas 250 familias de diversos comités habitacionales del sector, angustiados por el drama que viven desde hace mucho tiempo, al carecer de los más mínimos elementos para llevar una vida digna familiar […] La Vicaría Sur del Arzobispado de Santiago hace suyas las palabras del Papa Juan Pablo II en Brasil que invita a las autoridades de los gobiernos a dar una solución concreta a los problemas humanos de los más pobres, a fin de que la vida de cada hombre sea cada vez más humana y digna en la tierra.66

El mensaje del gobierno era evidente. No habría diálogo, sólo fuerza bruta. Sin embargo, los pobladores y pobladoras protagonistas de esta historia estaban conscientes de la hazaña que significó su acción y no tenían intenciones de rendirse tan fácilmente. La repercusión mediática de la acción fue un estímulo para continuar. Por otro lado, el apoyo que ofreció

64 Cardenal visitó a 300 pobladores en iglesia de La Bandera. El Mercurio, 24 de julio de 1980; Cardenal Silva lloró al visitar refugio en población La Bandera. La Tercera, 24 de julio de 1980; La Toma de La Bandera. Revista Hoy, N°158, julio-agosto de 1980. 65 CDVS. No teman, abran las puertas a cristo. Comunicado público firmado por las Comunidades Cristianas de los Decanatos Sta. Rosa y José María Caro, 22 de julio de 1980. 66 CDVS. Declaración pública del Obispo auxiliar…

62 Elvira Hernández. La Bandera de Chile, Editorial Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1981, p. 21. 63 Entrevista a Marcos Cariz…

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Nos consta también que la ocupación de terrenos, a pesar de que nos tomó de sorpresa, se hizo de forma pacífica lo que contrasta con la actitud de la fuerza de orden, la que produjo pánico […] Queremos establecer públicamente que en este momento se encuentran en el interior de nuestra Capilla alrededor de 150 familias (500 personas entre niños y adultos) […] Rogamos al Señor y a las autoridades que corresponda, la sensibilidad suficiente para buscar algún tipo de solución a estos pobladores…67

para algunos llegó en terrenos de Pudahuel, en la población Los Morros de San Bernardo y para otros, la mayoría, en la población Santo Tomás, actual comuna de La Pintana.71 Los pobladores no sólo soportaron un duro invierno, sino que también el acoso constante de la policía y el infiltramiento recurrente de agentes de los servicios de seguridad. Sin ir más lejos, a pocos días de la acción, Juan Rojas fue secuestrado desde dependencias de la Vicaría Sur por agentes de la CNI para ser luego ser trasladado y torturado en el cuartel Borgoño por el actual reo Álvaro Corbalán.72

Durante los días posteriores, la Iglesia se abocaría a la tarea de actuar como mediador frente a las autoridades centrales. También daría su apoyo mediante la organización de un seminario titulado “La Familia Popular y la Vivienda”, realizado los días 8 y 9 de noviembre de 1980, luego de realizar encuentros zonales donde participaron “Comisiones de Vivienda, Comités de Sin Casa, organizaciones solidarias, comunidades cristianas”, etc.68

Por último, es necesario señalar que a partir de esta toma, las ocupaciones de terrenos se multiplicarán, y será un método adoptado por diversas organizaciones gracias al ejemplo de los pobladores de la zona sur poniente, que puso en evidencia un punto de vulnerabilidad política del régimen. De hecho, logramos rastrear dos tomas ejecutadas posteriormente por distintos comités de sin casa que reprodujeron el modo de operar de la 22 de Julio: ocupar un terreno fiscal de forma provisoria, esperar la represión y luego refugiarse en la capilla del sector, y de esta manera, luego de lograr la atención de la prensa y generar el hecho político, cobijarse bajo el alero de la Iglesia beneficiándose de su mediación ante el Estado. La primera ocurrió en Pudahuel el 14 de enero

Por motivos de espacio, no me extenderé sobre las acciones que los pobladores siguieron realizando hasta que dejaron la toma el 15 de marzo de 1981, luego de ocho meses de resistir.69 Sí es necesario decir que la situación de las familias fue tornándose cada vez más angustiosa; un artículo de prensa refería, a cinco meses del inicio de la ocupación, la proliferación de enfermedades infecciosas y la muerte de cuatro menores debido a las deplorables condiciones.70 Baste consignar que la mayoría de las familias fueron trasladadas a otros campamentos para esperar la solución definitiva, que

67 CDVS. A la opinión pública, firmado por la Comunidad Cristiana Católica Los Peregrinos de Emaús, en La Bandera, 23 de julio de 1980. 68 Pobladores sin casa. Operación esperanza. Revista Solidaridad, N°104, noviembre de 1980, p. 23. 69 Entre otras acciones, los pobladores ocuparon la residencia del embajador de España, la embajada de Suecia y las oficinas del SERVIU, acción que contó con la participación de Clotario Blest, quien prestó un apoyo permanente al proceso. Cfr. Revista Hoy, N°165 (toma residencia embajador español); N°183 (toma embajada de Suecia); N°190 (toma de Catedral por COAPO). 70 Patricio Acevedo. ‘Toma’ en La Bandera…, p. 20.

71 Camila Silva. La política sobre el territorio…, p. 114. 72 En 1975, Juan Rojas ya había estado en manos de la DINA por pertenecer al MIR, donde conoció las celdas de Villa Grimaldi. En esta oportunidad caería de nuevo en las manos de los esbirros de Pinochet producto de su participación en la toma (aunque el discurso oficial fue relacionarlo con la muerte del represor Roger Vergara, ocurrida poco tiempo antes de la toma). Monseñor Camilo Vial, presente durante la redada, intentó detener el procedimiento, el que logró dilatar por una noche, pero una orden firmada por el entonces ministro del Interior Sergio Fernández, selló la suerte de Juan, quien sería condenado, luego de veinte días infernales en manos de Corbalán, a tres años de cárcel. Véase el reportaje El debut de Corbalán en La Bandera de Alejandra Matus, disponible en: http://www.casosvicaria.cl/temporada-uno/el-debutde-corbalan-en-la-bandera/. También: Cercan iglesia para aprehender a organizador de toma de terrenos, La Tercera, 28 de julio de 1980; La Toma de La Bandera…

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de 1981, donde 500 pobladores ocuparon una cancha de propiedad fiscal para, luego de la implacable represión (“llegaron disparando un tiro de metralleta. Comenzaron a pegar palos y a perseguir a los hombres para detenerlos”), refugiarse en la capilla San Luis Beltrán, en calle San Pablo.73 Un par de meses después, el 5 de marzo de 1981, 250 pobladores ocuparon la cancha de fútbol El Naranjo de la villa Santa Anita, en el límite de las comunas de Pudahuel y Quinta Normal, donde instalaron un lienzo que rezaba “Campamento General Carlos Prats González”; luego del desalojo que dejó 50 detenidos, los pobladores se guarecieron en la iglesia San José Garín.74

la hegemonía del régimen. En este esquema, podemos identificar una etapa de transición entre ambos períodos, caracterizada por el fin del llamado “milagro económico”, por la grave crisis económica de 1982, y por una fase ofensiva de la resistencia política, militar y cultural a la dictadura, donde resaltan una serie de acciones de propaganda armada llevadas a cabo por el MIR entre 1979 y 1981 (asaltos, sabotajes y ajusticiamientos) que, para Goicovic, infundieron nuevos ánimos a la lucha antidictatorial. “Una parte importante de la sociedad, especialmente en poblaciones, centros de estudio y unidades fabriles, observó que la dictadura era vulnerable y que, en consecuencia, el despliegue de un accionar organizado y combativo amagaba su estabilidad.”76 En este sentido, creo que la Toma del 22 de Julio de 1980 en La Bandera inicia este período de transición al interior del MDP, dinamizando su lucha por la vivienda y despertándolo del aturdimiento de los primeros años de dictadura. Al mismo tiempo, fue un aporte relevante a la reactivación del movimiento popular en general.

Conclusiones Durante los primeros años de la dictadura, la capacidad orgánica del movimiento popular se encontraba muy disminuida por la desarticulación y la represión. Los pobladores percibían “la situación como transitoria… se enfrenta como una ‘emergencia’ y por ello el énfasis se pone en la asistencia y solución de los problemas urgentes”. Frente al grave deterioro de sus condiciones materiales, los pobladores orientarán su actividad hacia la construcción – prefigurando el auge que tendrán en los ’80 – de organizaciones económicas populares que sirviesen para paliar la situación, como comedores populares, bolsas de cesantes y talleres productivos.75 Estas organizaciones populares seguirán desarrollándose, muchas veces, al alero de la Iglesia Católica, en torno a la acción de su sector más progresista, las Comunidades Cristianas Populares, influenciadas fuertemente por la teología de la liberación.

Con respecto a la Toma 22 de Julio en su dinámica interna, creo que expresa la actividad de un secular movimiento social por la vivienda que tiene sus raíces, en este período, en la conformación de COVIs en la zona sur y sur poniente de Santiago desde 1979; proceso que bebe de la memoria poblacional reciente, pues los pobladores, en un primer momento algo desorientados, recurrirán a los/as pobladores/ as que venían de la experiencia de la 26 de Enero,77 y en una perspectiva histórica más amplia, podemos insertarlo en la constelación de lucha y organización por el acceso a una vivienda digna abierto por las Ligas de Arrendatarios durante las primeras décadas del siglo XX.

Durante la primera mitad de los ’80 asistimos a una etapa de alta explosividad social a nivel de los sectores populares y de rearticulación de la oposición política en general. Las Jornadas de Protesta de 1983 cristalizarán este ascenso y marcarán el inicio de un declive progresivo de

Si bien la identidad de este movimiento está dada porque sus componentes habitan un territorio común caracterizado por la marginación espacial y por concentrar niveles de pobreza extremos; por compartir hábitos organizativos signados por la solidaridad y los afectos familiares; por desarrollar niveles altos de deliberación y asambleísmo en orden de diagnosticar problemas comunes y proyectar

73 Cuando el callejón se cierra. Revista Hoy, N°183, enero de 1981, pp. 11-13. También: Fernando Echeverría. El largo camino a la casa. Revista APSI, N°92, febrero de 1981, p. 8. 74 Un nuevo estilo. Revista Hoy, N°190, marzo de 1981, p. 13. 75 Teresa Valdés. El movimiento poblacional…, p. 22.

76 Igor Goicovic. Movimiento…, p. 70. 77 Entrevista a Juan Rojas… También: Camila Silva. La política sobre el territorio…, pp. 112 y ss.

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soluciones colectivas que luego intentan imponer a la autoridad mediante la movilización; aunque existan estos niveles de identificación, creo que la identidad, en contraposición a la concepción estática que de ésta cualidad tuvieron los sociólogos de SUR – en el sentido de su búsqueda de una identidad homogénea que configurase a un actor social –, es un rasgo que se construye, es decir, es un proceso histórico, y que en el caso de un actor social popular, dependerá, entre otras cosas, de cómo orientará su acción, qué relaciones establece con otros actores sociales, qué estrategias sigue y qué alianzas integra.78 Consecuentemente, el análisis de la praxis de los actores sociales e individuales no puede descuidar su relación con la totalidad del sistema de dominación en que se desenvuelven.

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se articulaban desde una diametral contraposición político-ideológica al régimen.

En función de esto, en el contexto de clausura del espacio público en que el proceso aquí analizado se desplegó, pienso que las RSC construidas por el MDP se erigieron como un pilar fundamental para su conformación como movimiento social, al igual que el establecimiento de relaciones y alianzas con otros actores sociales (Iglesia, partidos políticos populares) que pugnaban por la redemocratización de la sociedad. De esta manera, el establecimiento de RSC no operaría como un impedimento para la constitución de un movimiento social susceptible de proyectarse al espacio público en calidad de actor político; sino que al contrario, puesto que el despliegue de la solidaridad, de esa capacidad de reconocerse a sí mismos como individuos pertenecientes a comunidades territoriales con problemas comunes, estuvo en la base del despegue de la organización popular que no sólo resistió, sino que también representó un esfuerzo de articulación social y política consciente de oposición a la dictadura. Por otro lado, creo que la articulación socio-política protagonizada por el MDP en este período no sólo se entiende en una dinámica de oposición y resistencia al régimen dictatorial, sino que también fue capaz de enarbolar demandas que apuntaban a reformas estructurales del Estado – como la participación de éste en la construcción de viviendas sociales – y que 78 Cfr. Carlos Ruiz Schneider y Marcos García. Construcción de identidad, creación de sentido, Universitaria, Santiago, 2014, pp. 9 y ss.

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El anarquismo frente al trabajo. El nacimiento de una propuesta anarcosindicalista en Chile (1931-1938). Francisco Peña C..*

Resumen: El siguiente texto aborda las causas y características de la formación del anarcosindicalismo en Chile, como tendencia particular al interior del diverso movimiento anarquista. A través de un análisis que integra elementos internacionales y locales, buscamos desentrañar los mecanismos ideológicos que permitieron configurar una determinada propuesta anarquista sobre el mundo del trabajo. Abocarnos a este aspecto de la historia del anarquismo se debe al vacío que existe respecto a las ideas y lenguaje político de las organizaciones de trabajadores en general y del anarquismo en particular. En este sentido, creemos poder aportar en la comprensión sobre los procesos intelectuales, reflexivos y discursivos de los anarquistas en Chile, así como los cambios desarrollados en las organizaciones sindicales libertarias del período. Palabras Clave: Sindicalismo Revolucionario, Anarcosindicalismo, Comunismo anárquico, Confederación General de Trabajadores.

* Profesor de Historia y Geografía, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, 2014. Actualmente estudiante de Magíster en Historia, Universidad de Santiago de Chile fco.historia@hotmail.com.

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Introducción Las investigaciones sobre el anarquismo en Chile, desarrolladas desde 1985 en adelante1, han abordado comúnmente su relación con el movimiento obrero a partir del arribo de las ideas ácratas a fines de 18802. Esta relación ha sido considerada como un hecho establecido desde esos años, sin contemplar que dentro de su diversidad orgánica e ideológica, la opción por el trabajo sindical y el movimiento obrero representa una tendencia con características particulares. Por lo tanto, corresponde a un proceso posible de abordar históricamente.

fica de anarcosindicalista a las múltiples organizaciones sindicales en donde los libertarios ejercieron una destacada influencia, sean las Sociedades de Resistencia a principio del siglo XX o la Industrial Workers of the World (IWW)4 en 1920. Grez hace un uso indiferenciado del término anarcosindicalista en distintos contextos, remitiendo en algunas ocasiones a una alternativa al anarquismo, mientras que en otros apartados corresponde a una vertiente derivada de esta ideología5. En general, establece una diferencia entre anarquistas y anarcosindicalistas basado en algunas individualidades ácratas que mostraban una alta valoración por el trabajo sindical, quienes sin embargo, nunca llegaron a identificase con ese concepto.

Considerando lo anterior, las principales investigaciones históricas abocadas al estudio del movimiento ácrata, establecen que los conceptos derivados de su relación con los trabajadores, como el término anarcosindicalismo, han estado vigentes en el anarquismo desde que los ácratas configuraron su desarrollo a fines del s. XIX. Al respecto, Víctor Muñoz, en su libro Sin Dios Ni Patrones. Historia, Diversidad y Conflictos del anarquismo en la región chilena (1890-199), señala que fue mediante el anarcosindicalismo cómo las ideas y formas de organización libertarias se difundieron entre la clase obrera local, estableciendo de esta forma, una configuración de esta vertiente a partir de 1898 en adelante. De acuerdo a Muñoz, el concepto anarcosindicalismo se encontraría presente durante todo el proceso de desarrollo del anarquismo local, logrando consolidarse en la década de 19303. Por su parte, Sergio Grez, en Los anarquistas y el movimiento Obrero: La alborada de “la Idea” en Chile, 1893-1915, cali-

La confusión respecto al anarcosindicalismo ha llevado a su aplicación a posteriori desde la perspectiva de los historiadores, sin considerar el estudio del anarquismo a partir de su propia lógica, y de quienes llegaron a identificarse con su uso. Así, los términos anarquista, libertario, sindicalista y anarcosindicalista han sido utilizados indistintamente en estas investigaciones, sin considerar que detrás de su aplicación hay diversos procesos históricos de carácter social e intelectual que los llevaron a integrar dichos conceptos. Con esto, buscamos afirmar que el nacimiento de determinadas etiquetas conceptuales poseen su propia historicidad ligada a discursos y prácticas particulares. De esta manera, en esta investigación nos proponemos identificar las causas y el proceso de constitución del anarcosindicalismo en Chile dentro del movimiento obrero durante los años 1931-1938, integrando para su cabal comprensión, elementos contextuales, tanto externos como locales, así como pertinentes al desarrollo interno del movimiento ácrata en base a los debates y reflexiones de sus militantes. Planteamos que el uso del término anarcosindicalismo contribuyó a la construcción identitaria de una tendencia particular dentro del anarquismo a partir de los años 30’, y que se encuentra ligado a la reorganización del movi-

1 Eduardo Godoy S., Presentación libro de Manuel Lagos Paseos campestre, velado y teatro. Alternativas anarquistas para la ocupación del tiempo libre a comienzos del siglo XX (Santiago-Valparaíso, 18901930), 2015 (Inédito). Agradecemos al autor el habernos compartido su trabajo. 2 Un ejemplo de las publicaciones abocadas a este tema son Peter DeShazo, Trabajadores urbanos y sindicatos en Chile (1902-1927), Santiago, DIBAM, 2007; Sergio Grez Toso, Los anarquistas y el movimiento Obrero: La alborada de “la Idea” en Chile, 1893-1915, LOM ediciones, 2007; y Víctor Muñoz, Sin Dios Ni Patrones. Historia, Diversidad y Conflictos del anarquismo en la región chilena (1890-1990), Valparaíso, Ediciones Mar y Tierra, 2013. 3 Muñoz, Víctor, Sin Dios…op. cit., pp. 95 y 58.

4 Grez, op. cit., pp. 10 y 77. El caso de la IWW es aún más complejo, pues desde su fundación en 1919 hasta 1923 ésta no se definió como una organización anarquista, a pesar de la participación libertaria en su interior. 5 Ibíd., pp. 273 y 277.

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miento ácrata en la Confederación General de Trabajadores (CGT), luego de la represión a sus agrupaciones, publicaciones y militantes durante la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo. La necesidad de desentrañar las causas y los mecanismos que permitieron configurar una propuesta anarcosindicalista, se debe al vacío historiográfico respecto a las ideas y lenguaje político del movimiento ácrata. Pese a las valiosas investigaciones surgidas en los últimos años, su producción historiográfica aún es escasa y por lo tanto, inacabada. El anarquismo no es sólo la historia de su relación con el movimiento obrero, de las huelgas y la violencia, tampoco sólo de sus prácticas culturales-aunque su estudio es pertinente y necesario-, sino que además involucra las subjetividades de quienes abrazaron las ideas libertarias, conocer la forma en que teorizaron y reformularon postulados internacionales, buscando vincularlos con su realidad local. Considerando que, comparativamente la producción intelectual y propagandística de los libertarios en Chile fue menor que en Argentina, España o Alemania-por mencionar sólo los países donde el anarcosindicalismo como tendencia adquirió relevancia-, es imperioso conocer en qué medida se reflexionó sobre esta ideología por parte de los involucrados, cuáles fueron sus debates, a qué autores o ideas adscribían y qué influencia tuvo en sus organizaciones. Para esto nos centraremos en el periódico oficial de la CGT, La Protesta, debido a su carácter representativo del movimiento anarquista en la década de 1930 y a los debates desarrollados en sus páginas respecto al anarcosindicalismo. En base a lo anterior, es que los alcances de esta investigación son limitados en cuanto nos interesa esbozar la utilización de este concepto entre los libertarios locales, estableciendo los procesos involucrados en su constitución. Con esto se busca asentar algunos elementos básicos para una posterior profundización de esta línea de trabajo. El desarrollo del anarcosindicalismo en Chile, tal como fue comprendido y propagado por los libertarios locales, constituye un proceso de largo plazo, dentro del cual se delinearon sus principales características. Es por lo tanto necesario para su cabal aprehensión, reconocer los antecedentes que permitieron su configuración

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durante los años 30’. Para esto, hemos identificado dos procesos que contribuyeron indudablemente en su formulación. El primero de ellos, nos remite a la reflexión y particularización ideológica vivida al interior del movimiento anarquista durante los años 20’, a raíz de la organización en Chile de la Industrial Workers of the World-IWW en 1919, en donde la importancia orgánica y movilizadora adquirida en esos años dio paso a múltiples cuestionamientos respecto a la relación entre anarquismo y sindicalismo. El segundo proceso, de repercusión internacional, remite a la Revolución Rusa y sus efectos en el movimiento obrero, cuestión que derivó en formas de diferenciación frente a otras orgánicas vinculadas al mundo del trabajo, basadas en la adhesión o crítica al régimen bolchevique. El sindicalismo revolucionario y los anarquistas de la década del 20’ Durante el primer tercio del siglo XX, el anarquismo local, en concordancia con su vertiente internacional, adoptó el concepto sindicalismo revolucionario para referirse a su opción preferente por la organización del movimiento obrero. Este término, proveniente del sindicalismo francés de finales del siglo XIX, fue discutido al interior del movimiento anarquista internacional en el Congreso de Amiens en 1906, en donde su uso fue establecido para diferenciarse del sindicalismo político (partidista)6. De esta forma, el término sindicalismo revolucionario fue utilizado para referirse a las organizaciones laborales libertarias, mientras que el anarquismo se concebía como doctrina cuya tarea era fijar el horizonte al que debían aspirar estas organizaciones, es decir, una relación entre medios y fines7. Por su parte, entre los ácratas locales, sus publicaciones e iniciativas propagandísticas dan cuenta de la proliferación del término “sindicalismo revolucionario”, particularmente durante la segunda mitad de 19108. 6 Víctor García, Antología del anarcosindicalismo, Caracas, Ediciones Ruta B.A.S.E., 1988., p. 17. 7 Vernon Richards (compilador), Malatesta. Pensamiento y acción revolucionarios, Argentina, Edición Utopía libertaria, 2007, pp. 111-130; Joan Peiró, Problemas del sindicalismo y anarquismo, Santiago, Editorial Vengador Antonio Ramón Ramón, 2013, (Primera Edición, España, 1930). 8 Manuel Lagos, Experiencias educativa y prác-

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Paralelamente a esta caracterización de sus organizaciones sindicales, el anarquismo experimentó un paulatino proceso de diferenciación ideológica y orgánica respecto a otras tendencias al interior del movimiento obrero, particularmente frente al marxismo. Si durante la reactivación huelguística de 1915-1917, la tendencia fue la heterodoxia ideológica y la convivencia de diversas corrientes políticas identificadas ampliamente con el socialismo, situación descrita por el zapatero anarquista Luis Heredia como los tiempos en que “Marx y Bakunin caminaban juntos, con uno que otro arañazo, como en los tiempos de la Primera Internacional”9; con la irrupción en el panorama sindical y anarquista de la IWW a partir de 1919, la laxitud doctrinaria y comunión política dio paso a una definición ideológica cada vez más clara por parte de los libertarios, contribuyendo de esta forma, a la estructuración de una ulterior propuesta anarcosindicalista.

guiendo un fin ideológico”11. Este inicial proceso de reflexión teórica, expresó las primeras desavenencias al interior del movimiento anarquista, en donde algunos libertarios ligados a periódicos y medios de propaganda, comenzaron a manifestar sus críticas al modelo industrialista adoptado por la IWW, al que acusaban de centralista y autoritario. La cordial y cercana relación mantenida entre el anarquismo y la IWW comenzaba a mostrar sus fisuras. Además de la crítica al centralismo industrial, los anarquistas específicos destacaban el carácter ideológico que debían adquirir los sindicatos. El énfasis puesto por la IWW en la lucha económica, en desmedro de lo ideológico, pareció ser uno de los principales focos de esta controversia. Esto debido, a que a pesar de congregar a gran cantidad de anarquistas en su seno, la IWW se declaraba como una entidad de corte sindicalista de tipo unionista industrial, mas no adherida ideológicamente al anarquismo12. Incluso Armando Triviño, uno de los principales exponentes anarquistas de la época, afirmaba que la actividad sindical se enmarcaba dentro de la estructura económica, por lo tanto, “la organización obrera es fatalmente marxista, pero los medios de lucha pueden ser libertarios”13. Así relegaba al anarquismo al plano de la lucha ideológica. Ésta declaración, que no es extrapolable a todo el movimiento ácrata, expresaba el nivel de confusión ideológica dentro de estas organizaciones obreras.

La IWW adoptó en Chile una matriz eminentemente anarquista, tanto en sus medios de lucha como entre sus militantes, a pesar de no adscribir públicamente a esta ideología. Identificada con el sindicalismo industrial, los anarquistas reconocieron en esta organización una serie de coincidencias prácticas, tales como su apoliticismo, repudio al electoralismo, medios vinculados a la acción directa y su identificación con el sindicalismo revolucionario10. Los anarquistas, que habían participado desde finales del siglo XIX en las organizaciones obreras, comenzaron durante la década de 1920 a delimitar cada vez más sus elementos ideológicos, muchos de los cuales se encontraban difuminados entre los gremios de carácter heterogéneo. Este proceso permitió delinear aspectos de un movimiento anarquista específico, es decir, relacionado a “todas las instancias específicamente de anarquistas, y que van más allá de la lucha económica y social, persi-

Frente a tal estado de cosas, “anarquistas específicos y autonomistas convergieron con fuerza principalmente en los periódicos y revistas ácratas de Iquique, Valparaíso y Santiago”14.

11 Ignacio Bastías, Política Libertaria y movimiento anarquista en Santiago, 1917-1927, Santiago, Tesis de Historia, Universidad de Chile, 2007, p. 47. 12 Esta aclaración provocó gran preocupación entre los wobblies de la región chilena, quienes en 1922, se despertaron con un artículo aparecido en su periódico oficial, Acción Directa, de título ¿Es la I.W.W. anarquista? En este artículo se pretendió esclarecer dicha confusión, manifestando de forma enfática que la IWW no era anarquista. En Araya, Los wobblies criollos…op. cit., p. 95. 13 Víctor Muñoz, Armando Triviño: Wobblie. Hombres, ideas y problemas del anarquismo en los años veinte, Santiago, Editorial Quimantú, 2009, p. 33. 14 Ídem.

ticas culturales anarquistas en Chile (1890-1927), Santiago, Centro de Estudios Sociales Inocencia Pellegrini Lombardozzi, 2013, pp-196-197. 9 Luis Heredia, El anarquismo en Chile 18971931, Santiago, Idea Ediciones, 2013. 10 Mario Araya, Los wobblies criollos: Fundación e ideología en la Región chilena de la Industrial Workers of the World-IWW (1919-1927), Santiago, Tesis de Historia, ARCIS, 2008, p. 29.

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Para éstos, la necesidad de una organización obrera de tipo anarquista era imprescindible. Los wobblies15 criollos por su parte, defendieron con energía su organización, pero esto no les impidió llevar a cabo una seria revisión de los principios industrialistas, lo que a la postre desembocaría en una transformación de su estructura y objetivos. Así, en Santiago en agosto de 1923, la convención local de la IWW declaró como objetivo la lucha por alcanzar el comunismo anárquico16, acuerdo que sería reafirmado en marzo de 1924, dando además, mayor autonomía a las uniones locales17. El inicio de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo en 1927, detuvo de golpe este fructífero proceso de debate y reflexión ideológica. El proyecto corporativista de Ibáñez afectó particularmente a los anarquistas, pues actúo a través de un doble proceso de represión y cooptación para lograr articular apoyo popular. Para esto se consideraba que “el Estado debía abandonar su prescindencia y abocarse a un papel activo, no sólo en el plano asistencial, sino también en el laboral, cultural, educacional y en el fomento a la producción”18. Así, además de la represión, implementada bajo formas de detenciones, relegaciones o expulsiones, la dictadura de Ibáñez intervino el movimiento obrero impidiendo la libre asociación y la proliferación de su propaganda, desarticulando las orgánicas sindicales ligadas al anarquismo19. De esta forma se puso en práctica la sofisticación y “profesionalización” del aparato represivo, afectando especialmente a las organizaciones 15 Nombre utilizado para referirse a los trabajadores pertenecientes a la IWW. 16 Araya, Los wobblies criollos…op. cit., p. 106. 17 Ídem. 18 Jorge Rojas, La Dictadura de Ibáñez y los Sindicatos (1927-1931), Santiago, DIBAM, 1993, pp. 13-14. 19 Víctor Muñoz, en concordancia con lo planteado por Jorge Rojas, propone que sería la sindicalización legal, y no represión, “la que más repercutió entre los libertarios, pues de la represión habrían logrado recuperarse, más no de la creación de los sindicatos amparados por el Estado, que poseían varias ventajas respecto al sindicalismo libre”, Cuando las bombas son de papel. Los trabajadores, el Estado y la propaganda anarquista impresa (región chilena, 1915-1917), Santiago, Seminario Simón Collier 2010, Instituto de Historia PUC, 2011, p. 97.

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sindicales “que se mantuvieron libres, fuera de la legalidad”20. Además se implementó una rigurosa censura a la difusión de información contraria al régimen. Ésta se manifestó en el cierre de toda la prensa revolucionaria, así como la restricción informativa en algunos diarios de tiraje nacional. De este modo se buscó “controlar las noticias sobre huelgas, y evidentemente, los comentarios adversos al gobierno”21. Por lo mismo, no fue raro que la persecución política, ya sea por relegación, detención o expulsión del país, se enfocara en los cuadros propagandísticos del anarquismo22. Esta situación repercutió en que la difusión de ideas anarquistas, y por lo mismo, su recepción en la población, fuera arrancada de raíz. El movimiento anarquista, que había comenzado un valioso proceso de reflexión y debate en su interior, debió hacer frente a una dictadura que no sólo afectó sus organizaciones sindicales y medios de difusión, sino también, la configuración de una propuesta particular del anarquismo sobre el mundo del trabajo. Desde Rusia con amor: Influencia y efectos del devenir internacional Al proceso de reflexión y definición teórica sobre el rol del anarquismo en el movimiento obrero desarrollado en la década del 20’, debe agregarse además, la diferenciación orgánica e ideológica respecto a otras corrientes ligadas al mundo del trabajo. Los movimientos de tipo heterodoxo, que permitieron el actuar conjunto entre anarquistas, sindicalistas, marxistas, etc., fueron remecidos en 1917, con la irrupción en el panorama internacional de la Revolución Rusa, acontecimiento cuyas repercusiones se hicieron sentir internacionalmente, incluyendo, en las organizaciones obreras locales. Las expectativas a nivel internacional generadas por la revolución de octubre, fueron avaladas por Lenin, al definir un proceso de transición entre la toma del poder por parte del proletariado y la instauración de una sociedad 20 Rojas, op. cit., p. 42. 21 Ibíd., p. 29. 22 Muñoz, Cuando las bombas son de papel…op. cit., p. 97.

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socialista23. En base a lo anterior, un gran número de anarquistas vieron en el proceso soviético una posibilidad tangible de ver realizada su aspiración de revolución social, manifestando su simpatía y apoyo24. Contribuyó a esta percepción internacional, el estado de desorganización institucional del nuevo gobierno bolchevique, que una vez instalado debió hacer frente a las arremetidas de Kolchak, Denikin y Wrangel, permitiendo a su vez cierto margen de libertad a otras corrientes ideológicas. A esto se debe agregar el “cordón sanitario contra el nuevo régimen (que) hacía que se conociese mal la situación interna de Rusia”25.

categórico la opinión conforme a la cual el proletariado puede llevar a cabo su revolución sin contar con un partido político propio (…)”28. Se afirmaba además que “el partido comunista no sólo le es necesario a la clase obrera antes y durante la conquista del poder, sino también después de ella”29. Junto al rol prominente que se arrogaba el partido comunista como vanguardia de la revolución, se estableció en dicha ocasión la subordinación de los sindicatos a la égida de la Komintern, cuestión que desembocaría en diversas protestas por parte de las organizaciones sindicalistas revolucionarias, tales como la IWW (norteamericana), la FAUD (alemana), la CNT (española) y la USI (Italiana), quienes reunidas en Berlín en 1920, señalaron en uno de sus puntos que “la Internacional revolucionaria es totalmente independiente de todo partido político”30.

Este ánimo general se mantuvo casi inalterado -a pesar de algunas voces de preocupación respecto al carácter centralista que iba adquiriendo el nuevo régimen26- hasta aproximadamente 1919, año de la fundación de la Internacional Comunista. Con este hecho comenzaron a vislumbrarse los primeros desconciertos en el movimiento anarquista, particularmente respecto a su rechazo taxativo a los partidos políticos. Esta situación fue profundizada en el Segundo Congreso de la Komintern, durante agosto de 1920, donde además del crispado ambiente creado por Lenin a raíz de la publicación, pocos días antes, de su texto La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo27, la resolución del Congreso estableció que “la Internacional comunista repudia del modo más

Al momento de iniciarse el Congreso constituyente de la Internacional Sindical Roja (Profintern) en Moscú durante 1921, el ambiente estaba particularmente tenso, pues durante 1920 el gobierno bolchevique había detenido y encarcelado en esa ciudad a diversos anarquistas y sindicalistas, quienes se declararon en huelga de hambre, buscando concitar el apoyo internacional de los delegados reunidos en esa ocasión31. En este panorama, los sindicatos de “las IWW, la Federación Obrera Argentina, La Federación Regional Obrera de Uruguay, los sindicalistas de los países escandinavos, la USI y la CNT”, vinculados al sindicalismo revolucionario o al anarquismo, decidieron no formar parte de la ISR, convirtiéndose esta decisión en una determinación sobre la “actitud a adoptar respecto al régimen ruso”32. En esa ocasión, el delegado español de la CNT, Ángel Pestaña exclamó: “La revolución no es ni puede ser obra de un partido. A lo sumo, un partido puede fomentar un golpe de Estado. Pero un golpe de

23 Vladimir I. Lenin, El Estado y la Revolución, Proyecto Espartaco 2001-2002; Arthur Lehning, Marxismo y anarquismo en la revolución rusa, Bs. Aires, Utopía libertaria, 2004. 24 VV.AA., Escritos anarquistas sobre la revolución rusa, Santiago, Idea Ediciones, 2014; Alexander Berkman, El mito bolchevique, La Malatesta Editorial-Tierra de Fuego, 2013. 25 Lehning, Arthur, Del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo, Conferencia pronunciada en el Congreso sobre Anarcosindicalismo organizada por el Istituto di Storia Contemporanea del Movimento Operaio e Contadino, Ferrara, 1977. 26 Entre quienes levantaron raudas preocupaciones se encuentran los destacados anarquistas Piotr Kropotkin y Errico Malatesta, en VV.AA., Escritos anarquistas sobre la revolución rusa, Idea Ediciones, 2014. 27 Lenin, Vladimir I., La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, Centro de Estudios Sociales Carlos Marx, México, 2011 (versión en línea).

28 Citado en Lehning, Arthur, Del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo…op. cit. 29 Ídem. 30 Ibíd., p. 63. 31 Daniel Guérin, El Anarquismo, Argentina, Edición Utopía Libertaria, 2004., pp. 145-149; Lehning, Arthur, Del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo…op. cit, p. 64. 32 Arthur, Del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo…op. cit, pp. 66-67

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Estado no es una revolución”33. Las organizaciones que decidieron marginarse de la ISR, se reunieron posteriormente en 1922, formalizando la intención de constituir un Congreso sindical alternativo. A este llamado asistieron delegados de Alemania, Argentina, Chile, Dinamarca, España, Italia, México, Noruega, Portugal, Suecia, Checoslovaquia y observadores franceses, quienes determinaron organizar la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), reconociéndose herederos de la I Internacional (1864), particularmente del ala bakuninista de tipo federalista y colectivista34. Los efectos de la revolución rusa modificaron sin duda el contenido teórico que estas organizaciones le otorgarían a la AIT, en donde se adquirió la convicción de que el sindicalismo no puede ser neutral en materia política tal como propugnaba la Carta de Amines (1906), en cambio decidieron adoptar una “una lucha activa contra los partidos políticos, cuya finalidad constante es apoderarse del poder estatal, no destruirlo”35. En este sentido, debemos considerar este proceso de diferenciación como un elemento de gran importancia en la configuración del anarcosindicalismo, cuyo antecedente fue sin duda el sindicalismo revolucionario, pero que en base al contexto descrito, debió configurar nuevas reflexiones y prácticas respecto al movimiento obrero. Estas prácticas buscaron dotar la propuesta anarquista sobre el trabajo de características diferenciadoras entre el espectro organizativo obrero, radicalizando su posición sobre los partidos políticos, pasando desde el apoliticismo hasta una posición marcadamente anti política. Por su parte, los anarquistas en Chile manifestaron igualmente una temprana simpatía y admiración por el proceso soviético, opinión que fue paulatinamente revertida a medida que las noticias e informaciones sobre la represión a los disidentes del régimen comenzaron a arribar a estos lados. Prontamente los anarquistas locales comenzaron a tildar, ya en 1918, de tiranía al nuevo gobierno bolchevique y a criticar abiertamente la dura represión ejercida 33 Citado en Guérin, op. cit., p. 147. 34 Arthur, Del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo…op. cit, pp. 69-71. 35 Ibíd., pp. 71-72.

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en ese país36. A esto debe sumarse la postura de la IWW-Chile, quienes no sólo rechazaron los principios de la dictadura del proletariado y el autoritarismo de los bolcheviques, sino que además manifestaron su cercanía con la recién creada AIT37. La manifestación pública del conflicto al interior del movimiento obrero, recordaba sin duda la pugna entre Marx y Bakunin en el seno de la I Internacional, pues a medida que los anarquistas locales establecían una postura común de rechazo al régimen bolchevique, la Federación Obrera de Chile (FOCH) y el Partito Obrero Socialista (POS) acordaron su adhesión a la ISR en 1921. “La IWW y la FOCH (Federación Obrera Chilena) se enfrentaban. Marx y Bakunin volvían a medirse en sus principios”38. La organización sindical de los anarquistas en los años 30’ Las reformas políticas implementadas durante los año 20’, y que tenían como objetivo subsanar la agitación huelguística y movilizadora de los sectores populares, se caracterizaron por una mayor intervención del aparato estatal en el aspecto económico y social. La década del 30’ nació con la crisis internacional del capitalismo (1929), y debido a esto, “los años siguientes estuvieron marcados por la implementación de políticas que buscaban asegurar la recuperación económica y al mismo tiempo la estabilidad política institucional”39. A esto se debe agregar la adaptabilidad del sistema político chileno para incluir nuevos partidos que se presentaban como revolucionarios, sin alterar el orden o el sistema político vigente40. De esta 36 Mario Araya, “Efímera fe en la dictadura. Impacto de la Revolución Rusa en el anarquismo chileno (1918-1922)”, en Acción Directa, n°4, Santiago, segundo semestre del 2007. 37 Araya, Los wobblies criollos…op. cit., p. 101; “Efímera fe en la dictadura…” Op. cit. 38 Heredia, op. cit, p. 14. 39 Mario Garcés, Movimiento obrero en la década del treinta y el frente popular, Santiago, tesis para optar al grado de licenciatura en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Instituto de Historia, 1985., p. 8. 40 Paul Drake, Socialismo y populismo. Chile 1936-1973, Santiago, Universidad Católica de Valparaíso, Serie Monografías Históricas 6, 1992, p. 16.

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forma, el anarquismo fue golpeado por un Estado que aumentaba sus facultades para hacer frente, ya no sólo a la crisis social del período, sino además a los problemas laborales derivados de un sistema económico dependiente. Por su parte, los partidos políticos de raigambre popular, permitieron canalizar las demandas de un sector importante de la población a través de la participación institucional.

mismo conciliar las posiciones sindicales mantenidas por los anarquistas durante la década, y que en 1926 derivaron en la división del espectro obrero libertario en la Federación Obrera Regional de Chile (FORCh) y la IWW, estableciendo “una amplia articulación para que en ella tengan cabida las formas de organización gremialista e industrialista”43. Así, se gestó el llamado a la Convención Nacional de Gremios Autónomos, convocada para el 31 de octubre y el 2 de noviembre de 1931. De aquella convención nació la Confederación General de Trabajadores, de carácter sindicalista revolucionaria y cuya finalidad era el comunismo libertario44. Entre los participantes destacaron gremios ligados tradicionalmente al anarquismo, entre los que se encontraban los trabajadores de la construcción y los gráficos45. Su cobertura abarcó a delegados y representantes de Valparaíso, Santiago, Rancagua, Curicó, Chillán, Temuco y Osorno46.

El panorama en el que los anarquistas formaron una propuesta definida sobre el movimiento obrero, responde a un período de debacle en el cual su influencia social disminuyó, particularmente en los sindicatos tradicionalmente vinculados a los libertarios. Sin embargo, al tiempo que esto ocurría, los anarquistas daban muestra de un prolífico desarrollo interno, signado por la multiplicidad de iniciativas sindicales y culturales, además del fructífero proceso de reflexión interna respecto a los medios de lucha y objetivos de sus organizaciones, constituyendo lo que Víctor Muñoz ha denominado, un período de “auge hacia adentro y crisis hacia afuera”41.

La CGT se constituyó como una organización de carácter federal, internacionalista, cuyos medios de lucha rechazaban el arbitraje oficial y las intervenciones del Estado, por lo tanto se mantuvo al margen de la legislación laboral y la sindicalización legal impuesta en la dictadura de Ibáñez. Además, en concordancia con las anteriores centrales libertarias, desarrolló ampliamente acciones de tipo cultural, enfocándose en la capacitación educativa y técnica de los trabajadores, fomentando la creación de centros de estudios y conferencias47.

Las reflexiones encubadas durante la década de 1920 en el movimiento anarquista internacional y local, contemplaron una revisión crítica respecto al apoliticismo y la neutralidad que habían considerado esencial en las organizaciones obreras, reconociendo paulatinamente el carácter ideológico que éstas deberían asumir. Al término de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo en 1931, estos elementos constituyeron la base que permitiría estructurar una propuesta anarcosindicalista, promovida en el seno de su central sindical, la Confederación General de Trabajadores (CGT).

El inicio de la reagrupación de los sindicatos anarquistas tuvo enormes frutos durante la década de 1930 y principios del 40’, registrando ciento treinta agrupaciones en la región chilena, así como la publicación y circulación de 35

Para esto, el primer paso consistió en reorganizar a los gremios de tradición anarquista en una central transitoria conocida por el nombre de Frente Único Sindical42. Allí se dieron cita los sindicatos que permanecieron libres o al margen de la legislación laboral. Se buscó asi-

43 El Andamio, Santiago, 05.03.1932. Citado en Sanhueza, Jaime, op. cit., p. 320. 44 Heredia, op. cit., p. 21. 45 Jaime Sanhueza Tohá, Anarcosindicalismo y anarquismo en Chile. La Confederación General de Trabajadores (1931-1938), Santiago, Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 1994. P. 52. 46 Muñoz, Sin Dios…op. cit., p. 120. 47 Extraído de la primera Declaración de Principios de la CGT. Ibíd., p. 121.

41 Muñoz, Víctor, Sin Dios…op. cit., p. 57. “Entre 1931 y 1943, aproximadamente, el anarquismo y el anarcosindicalismo se desarrollaron internamente como nunca antes en el país, pero sin embargo su influencia hacia el resto de la sociedad fue mucho menor que en períodos anteriores”. p. 58. 42 Heredia, op. cit., p. 21.

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periódicos48. El anarcosindicalismo de los libertarios locales Durante el período analizado, el Estado amplio y diversificó sus facultades, particularmente en el ámbito laboral, a partir de la legislación impuesta en el período de Ibáñez que estableció dos tipos de organización sindical: una dentro de la ley y otra al margen. El anarquismo reaccionó intensificando su crítica al Estado, “creando uniones en resistencia ilegales y fomentando huelgas sin intervención estatal”49. De esta manera, el contexto de esos años derivó en la necesidad de delimitar su propuesta sindical, estableciendo a su vez, las características identitarias que les permitiría recomponer su acción movilizadora. Para los anarquistas de esos años, el surgimiento del anarcosindicalismo constituyó una “necesidad reclamada por las circunstancias de la lucha misma, que desde fines de la guerra, viene exigiendo concreción teórica y objetividad en los propósitos que se persiguen”50. Las principales referencias al respecto, dan cuenta de la rápida irrupción y proliferación del concepto anarcosindicalismo entre los libertarios locales. El periódico oficial de la CGT, La Protesta, nos permite identificar las primeras reflexiones en torno a este término. Por su parte, el inédito texto editado en 1938 por esta central, Hacia un mundo nuevo. Teoría y práctica del anarco-sindicalismo, nos habla de un proceso distinto, caracterizado por la aprehensión total de los postulados anarcosindicalistas, dando inicio a su vez, a un período de difusión y propaganda. Debemos señalar además, que tal como fue establecido en el programa y Declaración de fundación de la CGT, esta central se identificó

48 El estudio más completo sobre la presencia anarquista durante la década de 1930 y 1940 (aunque es preciso mencionar que el libro incluye cien años de historia ácrata desde 1890 a 1990) se encuentra en el texto de Víctor Muñoz, Sin Dios Ni Patrones, quién a su vez desarrolla un valioso bosquejo sobre las diversas manifestaciones culturales anarquistas. Op. cit., p. 59. 49 Muñoz, Sin Dios…op. cit., p. 58. 50 La Protesta, Santiago, segunda quincena de diciembre de 1934, “Concepción, táctica y método revolucionario del anarcosindicalismo”.

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con el comunismo anárquico, que fue asumido y reivindicado por sus militantes51. El comunismo anarquista, corresponde a un enfoque particular al interior del anarquismo, integrado a finales del siglo XIX, sintetizado bajo la frase “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”52. A grandes rasgos, constituye “la organización de la Sociedad sin Estado, y sin propiedad particular [donde] los núcleos de organización, alrededor de los cuales se organizará la vida económica futura, están ya presentes en la sociedad actual: son, el Sindicato y el Municipio Libre”53. En este sentido, la importancia del anarco-comunismo para una propuesta anarquista sobre los trabajadores se debe a la conjunción entre éste y el anarcosindicalismo, establecida a través de una relación entre medios y fines, siendo el anarcosindicalismo el medio para alcanzar una organización anarco-comunista. De esta forma, “los anarco-comunistas aspiran a suprimir por completo cualquier forma de salariado. No sólo la tierra y los medios de producción deben ser comunes, según ellos, sino también el producto. El criterio de distribución está dado por las necesidades reales de cada miembro de la sociedad”54. “Es por esta razón que la organización sindical fue recuperada por el comunismo libertario como una de las herramientas efectivas para la lucha revolucionaria, a favor de las preocupaciones políticas, ideológicamente articuladas de los obreros y campesinos”55. Un proceso particularmente relevante ocurrió en las páginas de La Protesta a fines de 1934, lo cual nos permite situar las primeras 51 La Protesta, Santiago, 1 de mayo de 1932, “Sea este 1° de mayo, día de protesta, reafirmación y resolución inquebrantable de los trabajadores de alzar por sobre las ruinas de la presente sociedad, la vida comunista anárquica como única solución de la miseria y el dolor humano”. 52 En Ángel Cappelletti, La ideología anarquista. Santiago, Ediciones Espíritu Libertario, 2001, p. 16. 53 Gregorio Ortúzar; Isaac Puente, Hacia un mundo nuevo: teoría y práctica del anarco-sindicalismo, Valparaíso, Imprenta Gutemberg, 1938, p. 21. 54 Cappelletti, La ideología anarquista…Op. cit., p. 16. 55 Rodrigo Quesada Monge, La Fuga de Kropotkin, de la prisión zarista a la trinchera anarquista, Santiago, Editorial Eleuterio, 2015., p. 72.

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tentativas de caracterización de una propuesta anarcosindicalista. En dicha ocasión, y a lo largo de los siguientes números, el anarquista H. Zatour, se abocó a dilucidar “estas cuestiones de doctrina que están en la actualidad en el mundo revolucionario del trabajo”56. Posteriormente, estas reflexiones se verían ampliadas por la discusión desarrollada entre el zapatero Luís Heredia y un anarquista identificado como “Siempre”, en base al tema “¿anarquismo o anarcosindicalismo?”.

continuidad también con el sindicalismo revolucionario, de acuerdo a la Carta de Amiens, pues en dicha declaración se reivindicaba para el sindicato “el derecho de asumir la totalidad de las funciones reconstructivas de la economía socialista en un período revolucionario (…) rechazando por consiguiente toda subordinación a partido político alguno”62. De igual modo, mientras el anarcosindicalismo se alejaba de las concepciones neutralistas del sindicalismo “puro”- lo que de acuerdo a los libertarios, mantenía la acción gremial abocada de forma exclusiva a las reivindicaciones económicas-, adoptaba además las formas de protesta planteadas desde el sindicalismo revolucionario, como “el método de acción directa y los medios de lucha tales como la huelga parcial y general, el boycot [sic], el sabotage [sic], etc.”63

El trabajo “Concepción, táctica y método revolucionario del anarcosindicalismo”, escrito por H. Zatour, y publicado a través de las páginas de La Protesta en números sucesivos a partir de diciembre de 193457, fue difundido, ya que se consideraba “un tema que los trabajadores ansían conocer”, pues les serviría para “orientar su militancia en los gremios”58. El autor de este texto, reconoce que el anarcosindicalismo constituye el “resultado de la evolución del antiguo movimiento obrero sindicalista hacia una posición doctrinaria concreta y definida”59. Este aspecto es coincidente con la lectura sobre el anarcosindicalismo internacional realizada por Arthur Lehning, quien manifiesta de igual forma, la importancia del sindicalismo revolucionario60 como basamento fundamental de la propuesta anarquista sobre el trabajo.

Durante 1935, los libertarios locales comenzaron a integrar el término anarcosindicalista como forma de construcción identitaria, reivindicando el trabajo doctrinario realizado en las organizaciones sindicales. Para lograr este objetivo, se conminaba a “los grupos anarcosindicalistas de barrio, de fábricas, de sindicatos, etc., (a) ser la base de la preparación revolucionaria teórica y práctica y ellos constituyen y constituirán la base de influencia del anarcosindicalismo”64. Este llamado tuvo una breve pero ilustrativa respuesta en 1935, con la fundación de la Agrupación Anarcosindicalista de Santiago, la cual, a pesar de no haber prosperado, nos revela una de las primeras apropiaciones orgánicas de este término por parte de los anarquistas locales65.

Esta perspectiva reconocía la relevancia del sindicato, en base al rol de productores de riqueza social que se le asignaba a las asociaciones de trabajadores durante el período revolucionario, es decir, constituían el “germen de la sociedad porvenir”. En base a esta idea, se instaba a los trabajadores a “tomar posesión de las tierras y las fábricas y trabajarlas para la comunidad”61. Esta concepción presenta una

Sin embargo, la aceptación e integración del concepto anarcosindicalismo, no fue generalizada aún, constituyendo materia de debate y sucesivas reflexiones. El principal conflicto revestía caracteres de auto reconocimiento, pues se presentaba la pregunta “¿somos anarquistas? ¿somos anarco sindicalistas? He ahí lo que

56 La Protesta, Santiago, 16 de febrero de 1935, “El anarcosindicalismo. Su concepción, táctica y método revolucionario”. 57 La Protesta, Santiago, segunda quincena de diciembre de 1934, “Concepción, táctica y método revolucionario del anarcosindicalismo”. 58 Ídem. 59 La Protesta, Santiago, segunda quincena de diciembre de 1934, “Concepción, táctica y método revolucionario del anarcosindicalismo”. 60 Lehning, Arthur, Del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo…Op. cit. p. 71. 61 La Protesta, Santiago, 1 de mayo de 1932.

62 La Protesta, Santiago, segunda quincena de diciembre de 1934, “Concepción, táctica y método revolucionario del anarcosindicalismo”. 63 La Protesta, Santiago, segunda quincena de diciembre de 1934, “Concepción, táctica y método revolucionario del anarcosindicalismo”. 64 La Protesta, Santiago, 7 de junio de 1935, “Obligación de los anarcosindicalistas”. 65 Ídem.

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se controvierte y que conviene aclarar en bien de la unidad de acción del elemento libertario”66. La discusión expresó características más complejas al debatir el rol que le competía al anarcosindicalismo en la lucha por la revolución. La acepción general del término lo asociaba a la práctica concreta e inmediata de formas anarquistas de organizarse y movilizarse, siendo entonces, “la concreción del anarquismo nacida del fragor de la lucha diaria”67. Por su parte, el militante de la CGT Gregorio Ortúzar señalaba que “la experiencia ha indicado que no era suficiente que los anarquistas intervinieran en el movimiento obrero sólo para encauzarlo por las vías de la acción directa y conseguir que los gremios estatuyeran como finalidad de lucha el comunismo anárquico” faltaba que “se expusieran resueltamente las tácticas que los anarquistas por medio de sus organizaciones pondrán en práctica para orientar libertariamente la revolución social”68. De esta forma, el anarcosindicalismo venía a responder las ambigüedades y aspectos vagos presentes en la propuesta anarquista, a través de un cada vez más claro “modo de hacer la revolución”. A pesar de esto, se hacía necesario aclarar, de acuerdo a otro militante, que el anarcosindicalismo no poseía un contenido doctrinal propio y aparte del anarquismo, siendo en cambio, “un medio como cualquier otro”69, “porque el anarcosindicalismo es una de las tantas modalidades en que se manifiesta la militancia anarquista. Por lo tanto, es una parte, no el todo.”70. El anarcosindicalismo surgía, de acuerdo a Gregorio Ortúzar, debido a la necesidad de establecer claramente los organismos y formas de organización que devendrían de la Revolución Social, reconociendo que el anarquismo sólo había enunciado elementos generales, “por temor a caer en vicios autoritarios si se llegaba a formular y a precisar “apriorísticamente” las bases de la estructuración futura”71. 66 La Protesta, Santiago, 23 de noviembre de 1935, “¿Anarquismo o Anarco-sindicalismo?”. 67 Ídem. 68 Ortúzar, op. cit., p. 7. 69 La Protesta, Santiago, 30 de noviembre de 1935, “¿Anarquismo o Anarcosindicalismo?”. 70 La Protesta, Santiago, 14 de diciembre de 1935, “¿Anarquismo o Anarcosindicalismo?”. 71 Ortúzar, op. cit., p. 8.

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Las experiencias revolucionarias internacionales vividas en Rusia en 1917, en Alemania en 1918, y en España durante los años 30’, venían a confirmar las inquietudes de los anarquistas respecto de los peligros de deformación y reacción que podría acarrear la organización post revolucionaria. Esta necesidad de delimitar las formas que debía adquirir la sociedad futura, estuvo precedida por el rechazo anarquista a la Revolución de octubre en Rusia, pero además por la promisoria actividad revolucionaria en España, convertida desde los años 30’ en un foco de referencia constante para los ácratas locales. De esta forma, para los anarquistas de esos años el anarcosindicalismo venía a ser “la teoría, el método y la táctica que más se ajusta a las necesidades revolucionarias del presente, al mismo tiempo que contiene los elementos celulares vitales para estructuración de una nueva economía social”72. La necesidad de elaborar propuestas cada vez más clarificadas se debió no sólo a la diferenciación y particularización ideológica desarrollada en la década del 20’, sino que en el contexto post crisis económica (1929), los libertarios locales percibían que la “desintegración del régimen económico-político” los conducía de forma inevitable a la revolución social, por lo que había que establecer y difundir los medios para lograr esto73. Concordante con lo anterior, los anarquistas de la CGT, en su 3° Congreso Nacional, desarrollado entre el 19 y 21 de abril de 1935 “propusieron estudiar y dar a conocer formas concretas de organizar la sociedad en un mundo anarquista”, para de esta manera, estar preparados para “asumir la dirección y el control en el período revolucionario y postrevolucionario”74. Además de estas definiciones conceptuales y organizativas, las publicaciones de finales de 1935 e inicios de 1936, promovidas por la CGT, dan cuenta del nivel de integración del término anarcosindicalismo en el seno de las organizaciones sindicales libertarias, cuestión que dio paso a la difusión y propaganda respectiva. Por un lado, fue difundido el texto “Cómo se realizará el socialismo” escrito por Floreal Ramírez, 72 Ibíd., p. 9. 73 La Protesta, Santiago, 29 de octubre de 1932, “Manifiesto que la Confederación General de Trabajadores dirige (sic) al proletariado del país”. 74 Muñoz, Sin Dios…op. cit., p. 125-126.

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donde a través de la descripción de la trayectoria del movimiento sindical internacional y local, se establecían las formas, medios y objetivo de la acción revolucionaria. Lo interesante de este texto es que incluyó entre las formas de organización con miras a la revolución, el anarco-sindicalismo, presentando sus características, métodos y tácticas75. Además, dando cuenta del internacionalismo característico de los ácratas, se editó en 1938 el texto “Hacia un mundo nuevo. Teoría y práctica del anarco-sindicalismo”, escrito por el militante de la CGT Gregorio Ortúzar y el Dr. Isaac Puente, militante de la CNT de España. Este breve libro vino a confirmar la importancia adquirida por el anarcosindicalismo en Chile, permitiéndoles además sintetizar gran parte de los elementos esbozados anteriormente. Así, el anarcosindicalismo fue definido y propagado como

sus limitaciones, pues caía muchas veces en organizaciones con perspectivas economicistas y abocadas exclusivamente a lo gremial. Frente a este panorama, el horizonte doctrinario aportado por el anarquismo permitiría darle un enfoque revolucionario a los sindicatos para avanzar hacia el mundo nuevo por el que luchaban. El anarcosindicalismo en Chile no ocurrió como proceso reflexivo ajeno al devenir organizativo de los trabajadores, pues se encontraba indefectiblemente ligado a la constitución de la CGT en 1931, surgiendo en su seno y siendo desarrollado a partir de sus militantes y agrupaciones sindicales. Ejemplo de esto lo constituye la promoción de sus postulados entre los trabajadores de la construcción agrupados en la Unión en Resistencia de Estucadores (URE) a través de su periódico El Andamio79 y la auto-identificación realizada, ya en 1934 por la Federación Obrera Local de Osorno-adherida a la CGT-80. Por otro lado, a partir de 1937 y durante 1938, los libertarios de la CGT promovieron la creación de las “vanguardias sindicales”, agrupaciones anarquistas constituidas al interior de los sindicatos (libres o legales) “con el objetivo de realizar “orientación doctrinaria”, “liberar a los trabajadores del legalismo aniquilante”, y en general, robustecer la organización libertaria”81. Las Vanguardias Sindicales tuvieron presencia entre los obreros gráficos, estucadores, pintores, electricistas y zapateros, buscando resguardar con su acción propagandística “la orientación anarcosindicalista” de las organizaciones obreras82, y evitar de esta forma, no sólo la intromisión político-partidista, sino también el estancamiento economicista de carácter gremial.

“el resultado de la evolución del antiguo movimiento obrero sindicalista hacia una posición doctrinaria concreta y definida, consistente en haber adoptado una finalidad concordante con las declaraciones anticapitalistas y antiestatales del anarquismo y en reivindicar para el Sindicato, en cuanto a organización de trabajadores, el derecho de asumir la totalidad de las funciones reconstructivas de la economía socialista en un período revolucionario (…), rechazando por consiguiente toda subordinación a partido político alguno”76. Con esto, los anarcosindicalistas de la CGT reafirmaban su convicción de que sería el sindicato y no los partidos políticos, quienes permitirían la emancipación económica, social y política de “las masas obreras”77. Por otro lado, mantenían presente los procesos diferenciadores que le otorgaban al anarcosindicalismo su particularidad dentro del espectro de organizaciones sindicales, al plantearlo como un camino alternativo a la “demagogia estridente y dictatorial de la Internacional Sindical Roja” y “la reformista Federación Sindical de Ámsterdam”78. La unidad proletaria general que había promovido un sindicalismo amplio a fines del siglo XIX e inicios del XX, había demostrado

Conclusión El anarcosindicalismo fue comprendido como una conjunción entre “el anarquismo [que] tiene de más fundamental su antiestatismo y anticapitalismo” y “el pragmatismo de la 79 Algunas referencias a la importancia del anarcosindicalismo en El Andamio del 8 de abril de 1933 y 5 de octubre de 1934. 80 Vida Nueva, Osorno, 30 de septiembre de 1934. 81 Sanhueza, La Confederación…op. cit., p. 339. 82 Muñoz, Sin Dios…op. cit., p. 127.

75 La Protesta, Santiago, 7 de diciembre de 1935, “Cómo se realizará el socialismo”. 76 Ortúzar, op. cit., p. 5. 77 Ibíd., p. 3 78 Ibíd., p. 5.

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organización sindical”83. En este sentido, su formulación no responde a una teorización original sobre una nueva propuesta, sino más bien a la confluencia entre los elementos existentes, en función de una relación entre medios (sindicalistas) y fines (anarquistas). Al respecto, la misión del anarcosindicalismo era entendida en base a “crear el ambiente espiritual y las condiciones materiales necesarias al triunfo de la concepción libertaria de la revolución social”84. Entre los factores que contribuyeron a avanzar hacia una propuesta más clara respecto al sindicalismo, destacan sin duda, los efectos de la Revolución Rusa. Este acontecimiento histórico dentro del movimiento obrero, transitó en poco tiempo, desde un entusiasmo abyecto hacia un desencanto generalizado. En base a lo anterior, es que los anarquistas evaluaron que no era suficiente su mera participación en los sindicatos, pues esto podía derivar en el corporativismo gremial85 o la cooptación política. Se hacía necesario exponer “resueltamente las tácticas que por medio de sus organizaciones pondrán en práctica para orientar libertariamente la revolución social”86. Al rechazar el parlamentarismo y las elecciones, los anarcosindicalistas asumían que la única manera de establecer cambios relevantes sin establecer nuevos mecanismos de opresión, era a través de la administración económica, donde los sindicatos cumplirían un rol central en base a su función productiva. Esta concepción se oponía y rechazaba la lucha por el poder político, que los anarcosindicalistas le adjudicaban al resto de las tendencias políticas con las que disputaban espacios de organización87. De esta

83 La Protesta, Santiago, segunda quincena de diciembre de 1934, “Concepción, táctica y método revolucionario del anarcosindicalismo”. 84 La Protesta, Santiago, segunda quincena de enero de 1935, “El Anarcosindicalismo. Su concepción, táctica y método revolucionario”. 85 La Protesta, Santiago, segunda quincena de diciembre de 1934, “Resabios corporativos en los sindicatos”. 86 La Protesta, Santiago, segunda quincena de diciembre de 1934, “Concepción, táctica y método revolucionario del anarcosindicalismo”. 87 La Protesta, Santiago, 16 de febrero de 1935, “El Anarcosindicalismo. Su concepción, táctica y método revolucionario”.

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forma, es posible reconocer lo que Arthur Lehning identificó como el paso del apoliticismo a una postura antipolítica más confrontacional, pues los libertarios locales, consideraron que todos los partidos, incluso los “llamados proletarios o comunistas llevan el cáncer incurable del burocratismo en su constitución orgánica”. Además manifestaban que “nada nos une ni nos puede ligar a los principios burgueses del parlamentarismo y su democracia”, por lo que postulaban “que el Estado burgués y sus instituciones desaparezcan del panorama social y en su lugar se forjen nuevas instituciones que concuerden con la vida socialista libertaria que debe iniciarse”88. El anarcosindicalismo o las discusiones en torno a cómo hacer la revolución, vino a agitar el consenso general al interior del movimiento anarquista, asemejado a un “prolongado letargo en que estuvo sumido el inquieto pensamiento anárquico”89. Al surgir a través de procesos de reformulación y discusión interna, surcada por acontecimientos internacionales y locales, las formas de abordar su tratamiento fueron tentativas, considerando además la escasa producción sobre el tema en el período. Sin embargo, logró agitar los cimientos teóricos de los libertarios al contribuir a su construcción identitaria, así como reflexionar, de forma cada vez más plausible, el modo de alcanzar la anhelada Revolución Social.

88 Ídem. 89 La Protesta, Santiago, 30 de noviembre de 1935, “Anarquismo o Anarcosindicalismo”.

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Monumento de honor e identidad nacional: Análisis biográfico de estatuas que cubren el eje vial Libertador Bernardo O´Higgins y su discurso masculinizante.*

Felipe Francisco Rozas Contreras*

Resumen El presente artículo está orientado a analizar la composición de los hitos patrimoniales del eje vial Libertador Bernardo O’Higgins y su influencia como discurso identitario oficial de la historia nacional sobre la percepción social de las masculinidades. Es una investigación basada en miradas metodológicas inductivas, en donde se toma el referente patrimonial, en este caso las estatuas, y se les estudia de forma intensiva, para lograr una visión general sobre la problemática mencionada. Se concluye que la avenida estudiada tiene un marcado énfasis identitario y masculinizante, por lo que es producto de la producción historiográfica y política, desde el nacimiento de la República hasta la actualidad. Palabras claves: Patrimonio, Avenida General Bernardo O’Higgins, Masculinidad, Identidad

* El presente artículo es parte de la tesina para optar al Diplomado de Patrimonio, Comunidad y Cultura Local, Facultad de Humanidades, Universidad de Santiago, 2012. ** Titulado Licenciatura en Educación con mención en Historia y Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE),

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INTRODUCCIÓN Problema Esta investigación plantea el análisis desde la perspectiva de las masculinidades del eje vial Libertador Bernardo O’Higgins1 -como unidad totalizante-, en función de las estatuas honoríficas como hitos patrimoniales con un marcado rol, como objetos culturales creadores o modeladores de identidad y su relación con el discurso identitario nacional oficial (Colmenares, 2006) que es aprehendido por la comunidad del país2. El eje Alameda ha sido propuesto desde su creación –se piensa en los decretos originarios del mismo Bernardo O’Higgins- como una estructura vial que sostenga el modelo urbanístico Metropolitano. En dicho contexto, ha sufrido modificaciones a partir de las matrices políticas que coyunturalmente han dado forma a la política nacional y a las posibilidades tecnológicas que ha tenido el país3. Sin embargo, nunca perdió su objetivo. Es así como desde una visión oficial, la arteria se ha transformado en la avenida más importante, de mayor flujo de personas y tradicional de la comuna de Santiago y el barrio cívico central. Aquella condición lo ha vuelto el escenario ideal para la generación de un eje patrimonial de estatuas honoríficas que son un indicador más del discurso heroico nacional. En términos generales, cuando se analiza el concepto identidad desde la perspectiva personal, se le asocia con todo aquello vivido que 1 También denominado durante el artículo como Eje Alameda. 2 Es necesario explicitar que aquella visión oficial se relaciona con la corriente conservadora decimonónica historiográfica que ha sido la matriz de la perspectiva cultural originaria del país y que ha engrosado las estructuras bases de conocimiento en el área: sin ser la única, logró marcar un periodo relevante en la academia. 3 Es posible identificar los cambios de planos reguladores, ampliaciones del casco histórico, generación de espacios de paseos o convergencia ciudadana a su alrededor y las naturales remodelaciones de pavimento, como elementos modernizadores que mejora las vías y el transporte por dicha avenida.

da coherencia a las formas de pensar y ser de algún sujeto. La dificultad aparece al analizarlo desde una perspectiva comunitaria o para este caso, nacional: aquella trayectoria de vida debe tener hitos significativos para toda la comunidad que originen la identificación. En dicho contexto, el análisis particular del patrimonio se hace relevante, en tanto pueden asemejarse como aquellos hitos necesarios para el grupo humano y que entregan sentido de unidad a la sociedad. Cabe explicitar, como afirma Bárbara Silva, que históricamente las elites dirigentes fueron capaces de reconocer la alta necesidad de generar una base de cohesión comunitaria coherente, que pasa por una toma de conciencia y decisión previa, cuyos objetivos se orientan a generar una red de situaciones significativas para la población y que manifiesten implícitamente su relación sistémica (2008, p. 43-46). La afirmación previa refuerza la línea argumentativa al poner en valor que “la historia de los movimientos identitarios revela una serie de operaciones de selección de elementos de distintas épocas articulados por los grupos hegemónicos en un relato que les da coherencia, dramaticidad y elocuencia” (García Canclini, 2000, p. 5), es decir, un proceso tan generalista requiere decisiones precisas, en pro de concretar el objetivo planteado. En dicha medida, la selección de sujetos lo suficientemente representativos pasa por un filtro historiográfico, cuya matriz se funda en las visiones del siglo XIX, marcadas por el proceso de profesionalización de la disciplina, objetos de estudios específicos –sucesos de altas esferas políticas y elementos bélicos-, metodologías particulares –compilación y descripción- y formas narrativas representativas –sucesión con trama de hechos-. Ahora bien, la particularidad de la problematización apunta a integrar la dimensión de las masculinidades como una variable más dentro de las diferentes construcciones culturales con dinámicas históricas y que, por supuesto, se plasman en las mentalidades sociales. Se buscará la conexión por medio del análisis biográfico de cada estatua (identificación del personaje, contexto histórico en que se le menciona, descripción y desagregación de la semblanza) para vislumbrar el discurso explícito e implícito

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con que se le construyó, derivando un potencial discurso oficial masculinizante, violento en relación a la dimensión femenina, dejándola en silencio y sin un espacio en “La” historia del país.

con alguna tendencia en lo que a la construcción de género se refiere y buscando énfasis y matices relevantes que privilegien formas de hacer y actuar particulares en desmedro de otras.

Buscando aquella finalidad, el presente artículo tendrá como objetivo general: Analizar la composición de los hitos patrimoniales del eje vial Libertador Bernardo O’Higgins y su influencia como discurso identitario oficial de la historia nacional, sobre la percepción social de las masculinidades. Para concretar dicho objetivo, se trabajará en tres líneas fundamentales, que darán origen a los objetivos específicos: urbanística, estudios patrimoniales y teoría de género, apuntando a la vertiente de las masculinidades. De esta misma forma, los apartados de la investigación tendrán las mismas directrices, por lo que se podrán verificar cuatro elementos, cuya concatenación dará estructura a la investigación.

Metodología Considerando que los Estudios Patrimoniales reconocen para su materialización la existencia de hitos o creencias particularizables, cargados de significación social e histórica y que son capaces de crear realidad, la presente investigación asume una clara postura metodológica que se orienta desde lo particular a lo general, vale decir, de carácter inductivo. Este carácter explica la decisión de seleccionar un caso específico y comenzar desde él a analizar y derivar conclusiones a grandes rasgos. En términos generales, el presente artículo comienza con la descripción del eje vial Libertador Bernardo O’Higgins, focalizándose en el desglose de la totalidad de estatuas honoríficas que a lo largo de la Avenida pueden encontrarse. La descripción se efectuará a través de un proceso de registro de datos con un marcado carácter de construcción personal.

En relación al eje urbanístico, se propone describir brevemente la tendencia de las políticas urbanas en relación al valor simbólico de la avenida Libertador Bernardo O’Higgins. Dicho objetivo se hará operativo con el cotejo de fuentes secundarias que hagan alusión a momentos de la política chilena y el nivel de significación espacial que se le ha entregado con decisiones y modificaciones espaciales.

En primer lugar, se propone describir la trayectoria histórica que ha devenido al principal eje vial de la capital, realizando un barrido genealógico general.

Respecto a los estudios patrimoniales, se plantea analizar biográficamente las estatuas honoríficas que se encuentran a lo largo del eje vial Libertador Bernardo O’Higgins. Para poder materializar dicho objetivo, se propone, como primer paso, esbozar una definición de objeto patrimonial. A partir de dicha definición, se justificará la elección de las estatuas como base analítica y se termina con la descripción de información implícita y explícita en torno a cada hito seleccionado.

En segundo lugar, se plantea un estudio de campo que describa las características particulares de cada estatua honorífica que se encuentre en el bandejón central del eje o en sus veredas. Este estudio se sustenta en un tránsito que toma como base el monumento, relacionando su contenido inherente y el conjuntivo, es decir, extraer la información material, concreta, observable del objeto y, luego, derivar información a partir de datos extraídos de fuentes referidas a la estatua, respectivamente. De esta manera se busca profundizar en la biografía social de los objetos, los cuales se encuentran inmersos en un escenario comunitario, entiéndase como un espacio simbólico (Alegría, 2012), que hace posible significar la potencial forma en que dicho mensaje llega a los sujetos que transitan por el espacio tomado como marco de análisis.

Finalizando con los objetivos específicos, se plantea, a modo de conclusión del artículo, para desarrollar la dimensión de las masculinidades, definir componentes de la perspectiva masculinizante en el discurso oficial emanado del análisis patrimonial del eje vial. Para conseguirlo, se estructurarán mandatos de género interpretables de los indicadores del discurso historiográfico, pesquisando valores e ideas

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Finalmente, la tercera parte del proceso investigativo culmina con la síntesis de elementos que se hayan identificado como continuidades esperadas, a partir de la matriz teórica de las masculinidades. Todo objeto para ser comprendido debe ser significado culturalmente por la comunidad: de esta forma, la interpretación del discurso inmerso en él y aquellos matices que son “dignos” de ser mostrados por la elite, dan paso a la necesidad de relacionar las matrices críticas mencionadas. Para ello, las fuentes serán fundamentalmente de carácter secundario, tomando las bases teóricas de esta perspectiva como ancla de conclusiones, que se deriven de la relación dialéctica entre materialidad descriptiva de los objetos con la significación social de características visibles en ellos. Hipótesis Se afirma que el eje vial Libertador Bernardo O’Higgins y los hitos patrimoniales que lo conforman, son parte coherente del discurso oficial historiográfico nacional que identifica a la construcción del Estado y a un grupo sacralizado de héroes cargados de masculinidad, personajes dignos de ser mencionados y exhibidos a la sociedad como los dueños del nacer patrio, que, a su vez, pueden adquirir el carácter de constructores de opinión e identidad político –social. Opinión e identidad, en otras palabras, discurso que violenta en lo relativo al género, debido a su carácter masculinizador y excluyente; además que silencia e invisibiliza por tratarse de un discurso historiográfico, académico y cotidiano que excluye a cualquier sujeto que no fuese un hombre adulto y de elite. Dicha dimensión discursiva tiende a ubicar en un pedestal de privilegio del actuar público a la variable masculina, por contraposición de la dimensión femenina enclaustrada y circunscrita obligatoriamente a lo privado. En consecuencia de este tipo de discurso, es que se delinea la consecución de una “estructura chilena” de las victorias y consolidación política, que está marcada por sujetos masculinos. La perspectiva femenina, por lo tanto, es apartada de “los victoriosos” de la historia nacional, y por ende, es invisibilizada de la valoración social, que se materializa en las figuras de las estatuas ubicadas en un eje relevante simbólicamente para la capital del país. Como

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afirma la socióloga Lorena Armijo, el eje que dirige las matrices androcéntricas de la historiografía decimonónica nacional es la figura del guerrero o héroe patrio, cuyo deber ser se sintetiza tanto en la fuerza como violencia del ámbito militar, que en términos simbólicos representa el poder y dominio de género. La gran significación de lo expresado adquiere relevancia al visualizar la manera en que los discursos oficiales forman la opinión pública, a través de diversos elementos, pero con el objetivo claro de incluir en la vida cotidiana una visión político-social de la mejor conveniencia, haciéndola natural y somatizando las reacciones a partir de dicha directriz. “Por un lado, solo puede implementarse en la medida en que está acoplada a los dispositivos jurídicos de la ley; y, por otro, como por una especie de efecto feedback, es la forma de normalización que legitima el ejercicio de la soberanía que se expresa en las leyes” (Castro, 2010, p. 28-29); en otras palabras, se permuta la visión pública, digna de ser mostrada, basada en la historiografía conservadora decimonónica, con el deber ser del chileno, con un discurso claro y una muestra de la sociedad basada en la visión oficial de elite desde el pulpito de la dirigencia nacional. En conclusión, se entiende que los hitos patrimoniales, de la arteria más tradicional, relevante y con mayor flujo poblacional, están marcados por el enaltecimiento de la figura masculina, académica, pensante, importante dentro del espacio público de lo político o por su postura violenta, decidida y guerrera en la batalla. Así se presentan como héroes, constructores del país, que tienen el derecho adquirido, por su naturaleza y gestas, de ser mostrados y admirados por todos, estructurándose un discurso violento en función de la feminidad, pues reprime dicha figura al quitarles su lugar, tal como si nunca hubiesen existido o participado en los procesos de construcción de la historia nacional. DESARROLLO Apartado 1, Avenida Libertador Bernardo O’Higgins: Modelos urbanos: ideología e historicidad Como afirma el experimentado arquitecto Patricio Gross, “la ciudad es tanto su organiza-

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ción física como su sistema social, ambos en constante interacción; pero, en última y radical instancia, ella es un existir histórico” (1990, p. 67). En otras palabras, busca definir a las urbes como un constante resultado de la dialéctica entre un plano regulatorio que periódicamente se modifica y comunidades que coexisten con la permanente metamorfosis de su estructura; ambas características dotan de una incuestionable vida y dinámica de transformación a la ciudad. Dicha perspectiva nos permite comprender que se asocie a la ciudad con el indicador que evidencia tecnologías y materiales de un momento y, que a su vez, refleje los contrapuntos sociales de avances en el desarrollo económico por un lado, pero también condiciones de vida pauperizadas y desmejoras en la calidad de vida general, por otro.

los alarifes se trataba de un lenguaje común en todas las nuevas ciudades. Y a la vez lograba vincular a los recién llegados conquistadores con sus raíces, pero sin tener que volver físicamente a ellas, pues reconocían en América su vieja Europa, debido a las configuraciones espaciales que se transportaron entre los continentes. Para finalizar la introducción teórica, se puede afirmar que es ineludible la relación general entre cosmovisión de grupos hegemónicos con la forma que tendrán las decisiones en el ámbito urbano. Ahora bien, para concretar dicha idea y relacionarla con el artículo, se planteará una breve descripción de momentos político-sociales particulares de la historia de Chile con modificaciones que se han realizado en la capital, específicamente, en torno a la avenida Libertador Bernardo O’Higgins.

A partir de lo anterior, se manifiesta que, en diferentes escenarios históricos y a partir de los más variados diagnósticos urbanísticos, han surgido propuestas modelares para diseñar racionalmente el entorno de las comunidades. Sin embargo, cabe mencionar que la elección pasa por el filtro de la visión de sociedad que se quiere construir, con valores determinados y proyecciones preestablecidas; por lo tanto, la manera de configurar los espacios y la forma de hacer habitable la ciudad se ve marcada por las capacidades de decisión política y hegemonías sociales.

Apartado 2, Descripción biográfica de las estatuas del eje vial: Patrimonialización e hitos patrimoniales En el apartado anterior, se comentó la relevancia del eje vial analizado, en tanto un centro simbólico del poder nacional, teórico de construcción urbanística y material como centro de flujo social, por su ubicación privilegiada. En dicha medida, se erige como un muy buen lugar para ser el pedestal en que hacer públicas las decisiones gubernamentales, ya sea por su valor inherente o por su capacidad de vaso comunicante.

Un buen ejemplo para graficar esta visión -lejano en temporalidad, pero explícito y con claros elementos de continuidad- fue lo acaecido con las lógicas que dieron vida a las primeras ciudades latinoamericanas del caso hispano, que identificaron en la dimensión urbana una herramienta de conquista. Los conquistadores “desde la primera intervención […] [basaron su estrategia] simultáneamente en tres líneas de acción: ignorar o avasallar las culturas nativas; implantar un sistema económico, político y social jerarquizado y crear una red de ciudades que manifestara la hegemonía del conquistador” (Gross, 1990, p. 68). De esta misma forma, los alarifes reconocían en el plano damero virtudes materiales y simbólicas, que hacían efectivos sus objetivos. Se puede mencionar dentro de los objetivos de los conquistadores que su lógica estructural era eficiente para la defensa militar y de fácil orientación; mientras que para

Ahora bien, al reflexionar en torno al patrimonio es cuando las afirmaciones del párrafo anterior adquieren importancia en esta investigación. Como propuesta inicial de los Estudios Culturales, se debe comprender que la forma de construir las sociedades y el conocimiento que emana de ellas, parte de la constante significación simbólica de los fenómenos que se articulan y dan coherencia a la visión comunitaria de vida, por lo que la cultura es capaz de permear y dinamizar todo el devenir, siendo de vital importancia analizarla en la base de todos los estudios sociales (Alegría, 2008, p. 2). En aquel contexto de producción cultural-simbólica, lo patrimonial, como elemento base de análisis del presente apartado, tiene una apreciación

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que profundiza el paradigma aludido, según el profesor Luis Alegría “puede ser entendido como conjunto de valores, creencias y bienes que conformados y resignificados social e históricamente permiten construir una nueva realidad como expresión de las nuevas relaciones sociales que genera” (Alegría, 2012, p. 149); esto apunta a hacer visible la diferencia entre una concepción utilitaria de un fenómeno cualquiera, en contraposición a la significación que adquiere una vez que se le concibe como un elemento patrimonial, asumiendo una nueva realidad y naturaleza. De esta forma, lo patrimonial asume un carácter temporal y dinámico, en tanto son los sujetos del presente los llamados a resignificar el valor de algo, haciendo que se distancie de su significado original y tomando uno sacralizado nuevo. En dicho contexto, “los procesos de patrimonialización obedecen a dos construcciones sociales, distintas, pero complementarias y sucesivas. La primera consiste en la sacralización de la externalidad cultural […] [y la segunda en] la puesta en valor o activación” (Prats, 2005, p. 18-19). En otras palabras, se propone un doble proceso, que se inicia al otorgar a algún fenómeno, ya sea natural o cultural, un valor sobrenatural que trasciende su condición concreta y la temporalidad en la que está originalmente inserto, proyectándose como un sistema de representación mítico; y, en segundo lugar, un proceso de reconocimiento político-social, al consensuar (entre la hegemonía social y los grupos alternos) y luego explicitar en los discursos (desde la elite, para hacerse transversal), el reconocimiento del objeto patrimonializable como tal. No obstante la aparente naturalidad del doble proceso esbozado, en el ámbito patrimonial cabe un dúo de conceptos, que en la práctica se refieren a algo similar, pero que son radicalmente opuestos en su concepción: construcción e invención. Según el profesor Alegría, la diferencia fundamental radica en la capacidad de los agentes de asignar el valor: para el caso del primer concepto, hay una mayor legitimidad, en tanto, los sujetos a través de la democratización logran incluir personas dentro de su visión, sin basar el proceso de

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patrimonialización en la violencia o la arbitrariedad impositiva. Por otra parte, el segundo concepto, desde una perspectiva crítica tendría menor identificación social en su creación, puesto que se basa en la manipulación de las elites nacionales; incluso hace referencia a la tesis de Hobsbawm y Ranger (2002), en que se hace alusión a la idea de tradición inventada, en la que se identifica la existencia de prácticas de carácter gubernamental impulsadas por los grupos de privilegio estatal, normadas por reglas aceptadas, basadas en la aceptación a través de la repetición del ritual creado artificialmente. De esta forma, se impulsa la necesidad de asumir el campo patrimonial como un espacio en disputa, de constante construcción y en el que las visiones de sociedad se tensan en reflexiones de carácter crítico y, rechazando tajantemente, la generación de valores simbólicos en forma unidireccional e impositiva (Alegría, 2012, p. 150-151). Para el caso de la presente investigación, se quiere proponer un análisis basado en la segunda perspectiva de la generación patrimonial, que se inicia con la decisión consciente de los grupos de elite, quienes en búsqueda de generación de una identidad, se sirven del patrimonio como aquellos hitos necesarios en la trayectoria común de las sociedades nacionales e indicadores de una historia patria que construya una idea de “lo nuestro”. En dicha medida y en su carácter generalista, el espacio público es el necesario para mostrarlos y, por sobremanera, aquel lugar particular en que se sienta mayor relevancia simbólica y en que la gente común pueda verla, como es el caso del eje vial Libertador Bernardo O’Higgins, tomando para sí el discurso de elite naturalizándola por la repetición. Los honores de la razón o la fuerza: estatuas del centro histórico santiaguino En términos metodológicos, la forma de construir la lista de personajes emblemáticos honrados con estatuas, que se presentará a continuación, tuvo dos momentos en su confección: en primer lugar, se realizó un trabajo de campo para identificar las estatuas del centro histórico de Santiago, vale decir, entre Estación Central y la Plaza Baquedano, que oscilan el espacio ocupado por el eje vial Libertador Ber-

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nardo O’Higgins; y en segundo lugar, y una vez identificadas, se les incluyó en la lista a partir de filtros por relevancia, tomando como requisito el formar parte de procesos de la construcción nacional en algún momento de la historia nacional, de esta forma se excluyeron conscientemente bustos contemporáneos que honraban a personajes de gobiernos municipales como alcaldes o concejales (en Estación Central), monumentos para instituciones (como la para Carabineros) y a políticos relevantes de otras latitudes (como la de José Artigas).

del periodo liberal, entre los años 1886 y 1991. 2. General Manuel Jesús Baquedano González: En primer lugar, la presente estatua está ubicada en plena Plaza Baquedano, justo al frente de la estatua anteriormente descrita. En relación a sus datos como obra, tiene por autor a Virginio Arias, fue inaugurada el día 18 de septiembre de 1928 y su material de construcción es el bronce. El monumento tiene, fundamentalmente, cuatro partes: la primera, la estatua ecuestre que se encuentra en una suerte de altar color verde; la segunda, un soldado desconocido que se ubica al costado, sosteniendo un fusil y bayoneta en su mano derecha y del que se supone es la tumba que está debajo de la construcción; una tercera parte, son dos fuentes de agua; y, finalmente, la cuarta parte, es la figura de una mujer que sostiene un ramo de copihues, los cuales ofrece simbólicamente. A modo de complementación, existen en el pedestal grabados que aluden a las batallas de las que formó parte. En el plano implícito, el General Manuel Baquedano (1826-1897) tuvo una activa participación durante la Guerra del Pacífico, como General en Jefe de las Fuerzas chilenas.

De esta forma, la lista se cerró con veintiún personajes4, entre políticos, militares, académicos o religiosos, con participación relevante, encabezando procesos históricos diferentes desde los momentos más prístinos de la construcción nacional a inicios del siglo XIX hasta otros de mediados del siglo XX. El análisis que se presentará a continuación, tendrá dos líneas fundamentales: una en que se realizará una descripción de la información explícita de la estatua (“lo que puede verse en la calle”), y otra que se configurará con la información implícita, vale decir, lo que el personaje hizo y representa para la sociedad.

3. Manuel Javier Rodríguez Erdoíza: Como elemento explícito, la presente estatua se erige a la entrada de la avenida Bustamante, que si bien no es plenamente el eje vial elegido, está en su entorno cercano, por lo que resulta de suma relevancia incluirlo de todas formas al análisis. Cabe mencionar como un elemento crítico, que a pesar de la importancia histórica que se le ha dado al personaje y mito de Rodríguez, resulta llamativa su ubicación, en tanto lejana al resto de “los padres de la patria”. Los datos a destacar de la obra son que fue realizada por Blanca Merino y fundida por Rómulo Tonti en la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile en 1945 e inaugurada en 1947. A simple vista, se ve la representación del guerrillero montado a galope sobre su caballo y con una antorcha en su mano derecha, símbolo de la libertad. Adicionalmente, pueden verse placas en su homenaje del Instituto Histórico del Ejército, en conmemoración de 150 años de su muerte. Respecto de información implícita, Manuel Rodríguez (1786-1818) fue un joven abogado que participó como secretario de José Miguel Carrera durante su gobierno

1. José Manuel Balmaceda Fernández: En primer lugar, en relación a su ubicación, la estatua se encuentra en el comienzo de avenida Providencia, en el bandejón central. En segundo lugar, respecto de sus datos como obra, tiene como autor a Samuel Román Rojas y fue fundida en la Escuela de Artes y Oficios –actual Universidad de Santiago- en 1949, siendo inaugurada el 12 de octubre del mismo año. Finalmente, a la hora de describirla, se presenta de pie, con la vista al frente y con su mano derecha sobre la parte intermedia del plexo solar, reflejando un aire de decisión y postura frente al país, que puede sintetizarse en su capacidad de liderazgo y conducción. En el plano implícito de conocimiento, José Manuel Balmaceda (1840-1891) fue el último presidente de Chile

4 El presente apartado se construyó con un acucioso trabajo de campo y con apoyo virtual de la página EMOL, que entregaba datos sobre un circuito de esculturas públicas, disponible en <http://www. emol.com/especiales/esculturapublica> Para el presente artículo, solamente se incluirá una selección de los personajes, para mayor detalle consultar la tesina original.

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en la Patria Vieja y en el periodo de Reconquista, en que la resistencia patriota se basaba en las posibilidades de mantener el espionaje y mensajería escondida. 4. Abdón Cifuentes Espinoza: Siguiendo con la vereda sur en el frontis de la Universidad Católica, se erige otro busto a mano izquierda de la estatua de Monseñor Errázuriz, en honor de Abdón Cifuentes Espinoza. En relación a los datos explícitos, es una obra fundida en bronce del artista José Carocca Laflor, que se inauguró en 1948. En su configuración estética, resalta su mirada que se dirige hacia la Avenida y su postura que comunica la decisión y motivación por sus actuaciones políticas. Por otro lado, dentro de la información implícita de Abdón Cifuentes (1836-1928), tuvo formación profesional en leyes, llegando a ser académico de la Facultad de Leyes y Ciencias Políticas de la Universidad de Chile; también ejerció en otras áreas, desempeñándose como periodista y profesor del Instituto Nacional. 5. Fermín Vivaceta Rupio: Más hacia el poniente, justo en frente del Cerro Santa Lucía y un tanto escondido, se encuentra la séptima escultura. Tal como en el caso de las tres estatuas anteriores, también se ubica en la vereda sur de la Avenida, en un pequeño recodo que se forma en la intersección con Diagonal Paraguay. En relación a su información implícita, cabe mencionar que Fermín Vivaceta (18271890) tuvo formación profesional de arquitecto, pero destacó en el ámbito político, pues tuvo una participación activa, con un claro foco en la protección y formación de las clases trabajadoras. 6. Benjamín Vicuña Mackenna: En primer lugar, en relación a su ubicación, está visible en la vereda norte de la Avenida, específicamente, entre el Cerro Santa Lucía y la calle Miraflores –sector oriental de la Biblioteca Nacional-, en la plaza que lleva su nombre. En el plano implícito del conocimiento, Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) tuvo una extensa carrera política, como Diputado –La Ligua, Valdivia y Talca, desde 1864 hasta 1876 en periodos de tres años, exceptuando los años que van entre 1870 y 1873 por hallarse fuera del país-, Senador –Santiago y dos veces por Coquimbo, entre 1876 y 1885, en la misma extensión de años- e

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Intendente de la Región Metropolitana (Agurto, 2005). 7. Diego Jacinto Agustín Barros Arana: En el perímetro de la Biblioteca Nacional, pero esta vez en la esquina poniente por la vereda norte -específicamente en la intersección de la Alameda y Mac-Iver-, se puede ver la estatua honorífica de Diego Barros Arana. En relación a los datos concretos de la obra, es una escultura de bronce llevada a cabo por el autor Virgilio Arias, fue inaugurada el 19 de mayo de 1935. Es un monumento que muestra de cuerpo entero al académico, quien está sentado en un sillón y, tal como muestra la tendencia, tiene las manos en posiciones específicas: la derecha apoyada y la izquierda sosteniendo un bastón, así da la impresión de estarse comunicando y mostrando su carácter de maestro de la retórica y académico de renombre. Desde una perspectiva implícita, Diego Barros Arana (1839-1907) se destacó por su papel como pedagogo, diplomático, pero, sobre todo, como historiador. 8. Los hermanos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui Aldunate: La siguiente estatua, en el recorrido, se puede encontrar en la vereda sur de la Avenida, al costado de la Universidad de Chile, por la calle Arturo Prat. De sus datos como obra, puede destacarse que es una escultura en bronce realizada por el francés Denis Pierre Puech y, como particularidad, no tuvo ceremonia de inauguración, sino que fue solamente descubierta en 1905. La obra es un homenaje a los hermanos Amunátegui por parte de los integrantes de la comunidad del Liceo Luis Amunátegui, en su aniversario 197. Ambos hermanos se pueden observar de cuerpo completo, uno de pie y el otro sentado, dando la apariencia de estar conversando con la mirada hacia el frente, proyectando decisiones o reflexiones pedagógicas. Dentro del plano implícito, los hermanos Miguel y Gregorio Amunátegui (1828-1888 y 1830-1899) destacaron como educadores y políticos relevantes del periodo liberal. 9. José Miguel Carrera Verdugo: Lo primero que cabe mencionar de esta estatua es que su ubicación original era Alameda con calle Dieciocho, pero debido a antiquísimas disputas historiográficas, se decidió entregarle el lugar de importancia que siempre debió tener, al

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mismo nivel que Bernardo O’Higgins, situándola en la Plaza de la Ciudadanía, en septiembre de 2010. Destacan de sus datos como obra que es una creación en bronce del escultor Héctor Román Latorre y fue inaugurada el 15 de octubre de 1984. Desde una perspectiva implícita, José Miguel Carrera (1785-1821) era integrante de una de las familias aristócratas más importantes del periodo en Chile, llegando a ser uno de los militares y políticos más relevantes de la historia nacional, encabezando el proceso de Independencia y formando parte de los primeros gobiernos durante la Patria Vieja.

histórica regional, la alcanza al incorporarse al ejército de su país y, posteriormente, al ayudar a conformar el Ejército Libertador de los Andes, estando al mando de los que orientaron las independencias tanto chilena como peruana. 13. Ramón Freire Serrano: En relación a su ubicación, se encuentra en el bandejón central de la Alameda, mirando hacia el sur, justo al frente de la Torre Entel, un par de metros más al poniente de la intersección con calle Amunátegui. De sus datos como obra, se puede destacar que es una escultura en bronce del artista inglés Josiah Mason, tiene la particularidad de ser la primera estatua inaugurada en la Avenida, pues data del 21 de septiembre de 1856. Dentro de los datos implícitos al trabajo de campo, Ramón Bulnes Serrano (1787-1851), según fuentes variadas fue un militar de prolongada y exitosa carrera, cuyos logros se materializaron en su periodo a cargo del Ejecutivo. Tuvo participación, tanto en el ejército patriota como en el de Los Andes y, por ende, se considera un actor relevante en la Independencia nacional. Durante el año 1823, se declaró como opositor a las políticas dictatoriales de Bernardo O’Higgins, siendo el mejor reemplazante ante la abdicación del chillanejo, asumiendo como Director Supremo provisorio en abril del mismo año.

10. Bernardo O’Higgins Riquelme: Al costado de la estatua de Don José Miguel Carrera yendo hacia el poniente, en la misma vereda sur mirando hacia la Alameda y, por extensión, a la Moneda, está el monumento a Bernardo O’Higgins. Entre sus datos relevantes, puede mencionarse que es una obra del escultor francés Albert-Ernest Carrier-Belleuse, fue inaugurada el año 1872, se ubica sobre un pedestal de granito. Desde una perspectiva implícita, el General Bernardo O’Higgins (1776-1841) fue Director Supremo y Capitán General de la naciente república. 11. Manuel Bulnes Prieto: En relación a su ubicación, se puede encontrar en el bandejón central de la avenida Libertador Bernardo O’Higgins, en la intersección con la calle Morandé, por el perímetro de La Moneda. En cuanto a sus datos concretos, se puede mencionar que es una estatua cuya autoría pertenece a Mario Benlliure y Airo Pereira, fue inaugurada el 11 de septiembre de 1937. En el plano implícito, Manuel Bulnes (1799-1866) fue un militar de extensa carrera y político prestigioso que llegó a ostentar el cargo de Presidente, como representante del Partido Conservador.

14. Luis Alberto Miguel Hurtado Cruchaga: La última de las obras seleccionadas, se ubica a la altura de la calle Ruiz Tagle, en pleno bandejón central mirando hacia el poniente, cerca del Terminal Sur. Dentro de los datos implícitos relevantes, el Padre Alberto Hurtado (1901-1952) fue de profesión abogado, pero su vocación religiosa sustentada en la formación jesuita lo llevó a múltiples tareas fecundadas en la solidaridad y en la cristiandad, consecuencia de ello es que años más tarde llegara a la santificación.

12. José Francisco de San Martín y Matorras: En relación a su ubicación, está en el bandejón central de la Avenida analizada, justo al frente de la estatua de don Manuel Bulnes –yendo hacia el poniente-, en la intersección con la calle Teatinos, en plena Plaza de la República Argentina. Analizando los datos de la obra, se puede mencionar que es una estatua confeccionada en bronce, fue realizada por el escultor francés Louis-Joseph Daumas e inaugurada el 5 de abril de 1963. Su mayor significación

Síntesis preliminar: ¿Quiénes son, dónde están y cómo se ven? A modo de corolario es relevante, una vez descrita la selección de personajes en el apartado 2, reconocer continuidades en sus características, ya sea su origen, aportes y lugar respecto de la avenida Libertador Bernardo O’Higgins, en la cual están posicionadas las estatuas, aclarando que se ocuparan las tablas de datos originales de la tesina de referencia.

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Trayectoria de vida Desde lo militar a la arena política Religioso Político Liberal Político Conservador Desde lo académico a la arena política Exclusivamente militar Académico Mujeres Desde lo político a lo militar Político de movimiento no tradicional

Cantidad 5 3 3 2 2 2 1 1 1 1

En segundo lugar, pueden agruparse según el lugar en el que están emplazadas, identificándose diferentes énfasis en su localización: Tabla n° 2: Cantidad de monumentos en honor a personajes según localización y ocupación

Fuente: Trabajo de campo, elaboración propia. Selección según criterios de relevancia. Considerando la información especificada en la tabla nº1, se puede afirmar que el énfasis, en términos cuantitativos de las obras, lo tienen los personajes que partieron con vidas militares, y que sin embargo, por particularidades de los procesos históricos recayeron en la vida política, como representantes públicos y defensores de las victorias logradas en el pla-

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Trayectoria de vida

Vereda Sur

Tabla n° 1: Cantidad de monumentos en honor a personajes según ocupación

Vereda Norte

En primer lugar, en relación al personaje y su trayectoria de vida, se pueden agrupar a partir de diferentes criterios, tal como lo indica la siguiente tabla:

no bélico. En segundo lugar de prioridades, se pueden mencionar dos variables: los sujetos religiosos y los políticos que se ligan con el Partido Liberal, dejando de manifiesto la relevancia social que tuvo la Iglesia Católica y sus representantes durante el siglo XIX y, al menos, la primera mitad del XX, quienes pertenecían al alto clero o aquellos que se convirtieron gracias a sus aportes en personajes significativos de la solidaridad histórica nacional. Como tercera variable en relevancia numérica, se pueden mencionar tres obras de representantes del Partido Conservador, sujetos que comenzaron sus aportes en el área académica y los proyectaron a la vida pública; también a personajes cuya vida se consagró al ámbito militar. En dicho contexto, se asume la relevancia política del partido más antiguo y de mayor raigambre entre grupos de privilegio que tuvo nuestro país, así como aquellos intelectuales del siglo XIX que se trasladaron al ámbito político, avalados por su trabajo académico y, para finalizar, una visión historiográfica tradicional que ve en el sujeto político el motor de la historia, en otras palabras, sujetos de cambio más que en los sectores populares de la conformación militar.

Bandejón Central

Como contexto, cabe explicitar que la visión historiográfica general del siglo XIX latinoamericana y particularmente chilena, es la base que utiliza el Estado para logra destacar a aquellos sujetos acordes a sus valores, por ende, que merecen exteriorizarse desde las páginas de la academia al espacio público. Estos personajes históricos llegan a convertirse en garantes de un discurso político a largo plazo y a constituir la muestra de la elección identitaria gubernamental a través de hitos patrimoniales reconocibles.

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Desde lo militar a la arena política Religioso Político Liberal Político Conservador Desde lo académico a la arena política Exclusivamente militar

3

2

--

1 1 1 --

-1 -1

2 1 1 1

2

--

--


--

--

1

1910-1960 1960-2012 Sin datos Total

Religioso

Académico

Mujer

Total 1 4

Tipo de estatua Militar

Político

Militar

Año inauguración

---

1 --1

11 4 1 21

Tabla n° 4: Cantidad de estatuas según ocupación original o particularidad del personaje y tipo de obra

Tabla n° 3: Cantidad de estatuas según ocupación original o particularidad del personaje e inauguración

-2

1 --3

Como cuarto y final criterio, se pueden agrupar según el tipo de estatua y el origen o particularidad del sujeto honrado, marcando las siguientes tendencias:

Como tercer elemento a destacar, cabe juntarlos según su fecha de inauguración, verificándose periodos y ocupaciones de origen o particularidad, con matices diferenciados:

---

1 1 1 3

A partir de la visualización de los datos, se puede afirmar que el periodo de mayor auge en cuanto a inauguración de estatuas fue el que transcurre desde 1910 a 1960, contando un total de 11 obras artísticas, dentro de las cuales se encuentran de forma destacada aquellas que se dedican a sujetos de origen político y militar, llevándose las primeras mayorías. Mientras que por el contrario, los primeros 50 años después de la Primera Junta Nacional de Gobierno solamente se inauguró una estatua, específicamente, la de don Ramón Freire. Como dato complementario, la presente tabla tiene como particularidad agrupar a los sujetos honrados según actividad de origen u ocupación destacada; la mayor cantidad de estatuas las concentran aquellos que iniciaron su trayectoria como militares y políticos (suman siete monumentos), seguidos por los religiosos y académicos (tres obras) y, finalizando, con la estatua a Las Educadoras, que tiene la singularidad de mostrar a las únicas mujeres del eje vial.

En la tabla queda de manifiesto que aquellos sujetos que tienen un origen militar y que desde allí asumen roles de la arena política son los que tienen mayor número de estatuas, tanto en el bandejón central como en la vereda norte de la avenida. Por su parte, los religiosos con ligazón a la Pontificia Universidad Católica de Chile son quienes tienen la mayor cantidad de obras en la vereda sur. Como dato complementario, es posible observar que, si bien los sujetos de carácter exclusivamente militar vienen en un tercer grupo según las cantidades, sus dos representantes ocupan lugares significativos dentro de la zona central de Alameda, asumiendo un papel de relevancia. Finalmente, se puede apreciar que aquellos que sólo tienen un monumento se encuentran dispersos a lo largo del eje elegido y son los únicos que se ubican al mismo lado de la vereda, sólo los separan al menos cuatro cuadras grandes.

-1

5 1 -7

Fuente: Trabajo de campo, elaboración propia. Selección según criterios de relevancia.

Fuente: Trabajo de campo, elaboración propia. Selección según criterios de relevancia

1810-1860 1 1860-1910 1

3 2 -7

Busto 1 Cuerpo 6 Completo 62

Total

1 ---

Mujer

--1

Académico

-1 --

Religioso

Académico Mujeres Desde lo político a lo militar Político de movimiento no tradicional

Político

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1 6

1 2

-3

-1

3 18


Fuente: Trabajo de campo, elaboración propia. Selección según criterios de relevancia. Con la anterior y última tabla, se puede apreciar una clara tendencia a perpetuar sujetos con el recurso estético de la estatua de cuerpo completo -sin ir más lejos, resulta llamativo que, tanto el grupo de académicos como el de mujeres, tienen su totalidad de monumentos de dicha forma- respecto del recurso del busto, que por el contrario, tiene un número considerablemente menor de obras. CONSIDERACIONES FINALES El presente y último apartado tiene una significación doble dentro del trabajo: en primera instancia, busca definir componentes de la perspectiva masculinizante en el discurso oficial, emanado del análisis patrimonial del eje vial, y por esta razón era relevante justificar el espacio de poder que simboliza la avenida elegida, agregar la descripción biográfica de cada estatua y dirigir las principales continuidades derivadas del análisis, todo ello para conformar un imaginario social de género evidenciado públicamente; en segunda instancia, busca configurar la conclusión general del trabajo, las cuales apuntarán a las ideas que se han podido ir extrayendo implícitamente a lo largo de toda la investigación. Visión general de Género y Masculinidades La base fundamental de las concepciones que componen la Teoría de Género se sustenta en el rechazo tajante a la división jerarquizada de la sociedad a partir del determinismo biológico que posiciona al hombre sobre la mujer. Asimismo, asume que la manera de ser hombre y mujer parte de la constante construcción de variables culturales, en dimensiones tan variadas como lo psicológico o lo social. Según afirma Pierre Bordieu, a modo de sustento de la idea anterior, a través de los cuerpos socializados, es decir, los habitus y prácticas rituales, parcialmente arrancadas al tiempo por la estereotipación y la repetición indefinida, el pasado se perpetúa en el largo plazo de la mitología colectiva, relativamente ayuna de las intermitencias de la memoria individual (Bourdieu, 2012, p. 3), en otras palabras, se propone que la naturali-

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zación de perspectivas netamente fisiológicas en la sociedad, ha confirmado en el aprendizaje de los cuerpos culturizados, roles aprendidos, con sus respectivas posibilidades y limitantes. Por esta razón, el concepto al ligarse con las comunidades y sus contextos asume una dinámica constante, en la medida que se encuentra en permanente movimiento témporo-espacial y ya no a perspectivas deterministas, basadas en las esencias o lo tomado como natural. En dicho escenario, la construcción de género tiene al menos cuatro características que le dan complejidad: variabilidad geo-histórica, ser relacional, asumir elementos personales del sujeto -como la edad o etnia- y, por último, influir en la posición social del individuo. Por esta razón, es necesario ampliar la visión tradicional respecto de los presentes estudios, puesto que de sus características se puede concluir que no sólo se centran en el ámbito de lo femenino, sino que también en la construcción de la masculinidad. A partir de lo anterior, cabe mencionar algunas bases teóricas concluidas de recientes investigaciones respecto de la perspectiva de género, específicamente, de la dimensión de masculinidad. Como primera idea particular del concepto, la forma de llegar a ser hombre es un proceso complejo, crítico y público; tal como afirma Elisabeth Badinter, a diferencia de la mujer, que es, el hombre ha de hacerse. En otras palabras, la menstruación, que abre durante la adolescencia la posibilidad de tener hijos, fundamenta la identidad femenina; se trata de una iniciación natural que le permite pasar del estadio de jovencita al estadio de mujer. En el caso de los hombres un proceso educativo debe sustituir a la naturaleza. Dicho de otra manera: el hacerse hombre es una fabricación voluntaria (1993, p. 91-92); en otras palabras, el sujeto infantil masculino debe cumplir con un proceso de tres etapas: la primera se liga a una esfera de relaciones fundamentalmente femenina (al instruir sus habilidades básicas en el espacio privado y rodeado de mujeres); luego, una segunda etapa, identificada como transitoria, pues marca los ritos de paso para llegar a ser un hombre, en otras

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palabras, marca la llegada a la tercera etapa, ciclo en el que comparten con sujetos adultos masculinos, generando relaciones que se basan en demostraciones constantes para alcanzar la aprobación, el reconocimiento y la posterior integración con sus pares “al mundo de hombres”.

En primera instancia, se destacó que las ocupaciones que tuvieron los personajes honrados con estatuas se relacionaban fundamentalmente con el ámbito militar oscilando hacia la arena política, además de que dichos personajes tenían una directa ligazón con los procesos de Independencia, periodo en que los generales mayores pudieron transitar hacia cargos de poder gubernamentales. Seguidamente, se pueden mencionar personajes cuya ocupación era exclusivamente política, militar, religiosa o académica universitaria, prácticas que, más allá de sus diferencias, se focalizaban en el espacio público. Por último, solamente una estatua estaba consagrada a mujeres, cuya ocupación se fundamentaba en la formación escolar. En definitiva, las ocupaciones, en más de un 95% de los personajes, hacían referencia a actividades marcadas por el énfasis masculino, el que tradicionalmente se relacionaban con puestos de relevancia pública y en que la competencia, ya sea a muerte en el campo de batalla o en las ideas de la política era la base del éxito.

Como segunda idea significativa para destacar de las masculinidades, se puede mencionar que existen ciertos criterios que orientan las acciones cotidianas de los sujetos que se consideren masculinos: mutilación de la feminidad, es decir, tienen como primera obligación la heterosexualidad, el extirpar de su actuar y sentir todo lo que lo ligue a un sujeto femenino, incluso, llegando a considerar que la homosexualidad es aquel estado intermedio en que un hombre confunde sus atribuciones; el hombre debe ser grande, en dicha medida la hombría se mide por el éxito laboral y económico que tenga cada individuo, apuntando a la necesaria superioridad respecto de sus pares, entregándole posicionamiento de poder y ubicación en el escalafón de relevancia; debe ser fuerte como un roble, por lo tanto tiene como mandato general el mostrarse independiente, autónomo e inconmovible, reforzando la idea del hombre como pilar o sostén de la estructura familiar; por último, las demostraciones constantes de fuerza si es necesario, para concretar las demostraciones de fortaleza, basando sus disputas o tensiones según sea la fuerza o violencia que ponen en disputa.

En segundo lugar, respecto a la localización que tenían las estatuas en la avenida, teniendo en cuenta que el centro tiene en el ámbito espacial una imagen de poder, un lugar de privilegio en relación a la periferia, sólo uno de los monumentos está reservada a la mujer, pero lejos del centro cívico histórico de Santiago. Por el contrario, el 89% de las estatuas que ocupan dicho lugar son para sujetos masculinos, siendo en su mayoría políticos o militares. Paralelamente, la totalidad de estatuas que se encuentran en las veredas son para sujetos masculinos, quienes contienen la totalidad de trayectorias de vida descritas. Por lo tanto, la manera de asignar relevancia espacial a los elementos mostrados al público, que se ubican en el centro de la avenida más relevante de la capital, se relaciona con estatuas honoríficas masculinas cuyas ocupaciones se describieron con anterioridad.

En resumen, puede confirmarse una perspectiva que liga con preferencia espacios privados y públicos, según sea la base genérica del sujeto. Asimismo, los requerimientos son necesariamente excluyentes para llegar a ser considerado sujeto masculino con méritos demostrables. Patrimonio del eje Libertador Bernardo O’Higgins: indicador de identidad nacional masculinizante Teniendo en consideración la síntesis realizada previamente, se pueden sistematizar ciertas continuidades como base de los elementos valóricos que el discurso estatal buscó transmitir para la configuración identitaria en la población.

En tercer lugar, relacionando el análisis con la necesidad de generar identidad nacional, más del 50% de las estatuas se inauguraron en el periodo 1910-1960, es decir, inmediatamente después de la celebración del centenario de la nación, momento clave en la reafirmación del proceso de construcción identitario. A la hora de desglosar los personajes destacados, dentro

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de las dos mayorías, el 45% corresponden al ámbito político, ya sean liberales o conservadores y el 27% de los personajes eran de origen militar: nuevamente se refuerzan las perspectivas destacadas como base de la representación comunitaria. Cabe destacar que el único periodo con un comportamiento diferente es el 1860-1910, puesto que la mayoría de las obras inauguradas corresponden a académicos y, sin embargo, sigue siendo una dimensión de desarrollo netamente masculino. Finalmente, la última continuidad identificada guarda relación con la forma de perpetuar a los personajes, así el 85,7% de la muestra seleccionada ocupa el recurso estilístico del cuerpo completo y una pequeña minoría la del busto. Cabe señalar que el ánimo con el que están dispuestos los sujetos también denota características destacables: solamente uno, el caso del general Manuel Bulnes, tiene una actitud de cansancio, mientras que todo el resto oscila entre posturas enérgicas, de mando o gestos de decisión. Conclusiones Para terminar, se puede confirmar que el eje vial Libertador Bernardo O’Higgins, tomado como unidad de análisis, y los hitos patrimoniales que lo conforman, como particularidades básicas de la descripción, son evidencias de un discurso coherente desde perspectivas historiográficas del siglo XIX, cuyo objetivo fundamental era lograr construir historias nacionales desde los grupos de privilegio, a partir del contexto temporal y geográfico, que les tocó vivir. Aquella visión de la sociedad basaba su estructura en el actuar de sujetos fundamentalmente masculinos, cuyo ámbito de ocupación se circunscribía a cargos de exposición pública y de altas decisiones políticas. Ahora bien, desglosando esa idea, es relevante mencionar que el espacio público y el control de los símbolos que en él se incluyen son una potestad política de intervención blanda de los Estados. En dicha medida, la elección pasa, lógicamente, por un filtro en el que se sopesa el alcance del discurso y la posibilidad de hacer más visible los individuos destacados, por esta razón y a partir de la importancia histórica del eje vial analizado, resulta evidente que el mejor territorio para la publicidad po-

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lítica estaba cubierto por el centro histórico y cívico de la capital, sitial que se mantuvo sin mayores contrapesos, al menos hasta la década de 1980. En segundo término, se reconoce como tesis complementaria que el patrimonio es una herramienta eficaz a la hora de intentar generar identidades de carácter nacional, en tanto obedece a un espacio cuya superficie es extensa, por ende, requiere necesariamente de la toma de decisión y la puesta en marcha de políticas sobre la identidad; situación contraria a los arraigos de tipo local que, si bien también son construcciones, apuntan a un proceso natural de las relaciones cotidianas de la comunidad y no una invención artificial. Para reforzar la idea anterior, el periodo originario de la construcción nacional tuvo, como énfasis particular, la necesidad de cercenar la proyección al pasado con cualquier comunidad, por ende, la invención de una república moderna, completamente nueva. En dicho contexto, las políticas de la identidad se hermanan con procesos historiográficos de creación de realidad y con la construcción de estatuas honoríficas, como reconocimiento a aquellos sujetos que llenaron las páginas académicas referidas a lo supuestamente chileno. En otras palabras, para terminar, los grupos de privilegio que formaron parte del mandato en los procesos de Independencia son también los que a la hora de estructurar el país formaron parte del gobierno y, en forma paralela, los que escribieron sobre nuestra historia. Cabe mencionar que el discurso tenía un claro énfasis a evidenciar el aporte masculino, destacando como valioso, en la liberación y construcción del Estado, figuras que representaban valores más ligados a la esfera masculinizante, asumiendo incluso, los sujetos femeninos, la aceptación de dicha realidad, somatizando situaciones, hitos y fechas relevantes.

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El realismo Socialista en cartelera: La Tierra Prometida, un viaje inconcluso*

Aldo Vilches Salazar* Resumen: “La Tierra Prometida”, de Miguel Littin, es, a todas luces, una megaproducción cinematográfica reconocida como la más ambiciosa del período de la Unidad Popular, un verdadero acontecimiento fílmico desarrollado en un contexto favorable para su éxito de taquilla, y a partir de este, su éxito ideológico. La película posee una doble lectura, pues en ella se contienen dos contextos distintos. Primero, como fuente histórica, nos presenta la trama de la película el comienzo de la década de los años 30, un período convulsionado en cuanto a administración política del país, a la vez que, como acontecimiento histórico en su génesis misma, nos habla del período de la Unidad Popular y un proyecto ideológico a nivel nacional, el cual es encontrado al mirar a la producción no sólo como una película con una trama específica, sino como un todo, con una musicalización simbólica, una historia propia destacable y un director particular. Palabras Clave: realismo socialista , sentido hodológico, poiesis, ethos revolucionario, documento/acontecimiento, memoria social.

* Investigación realizada en la cátedra Monográfica de Especialidad de la Historia I: Residencia y Viaje, historia del cine chileno, dirigida por el profesor ítalo Fuentes Bardelli, el año 2015. ** Estudiante egresado de Licenciatura en Educación con mención en Historia y Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica, de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. aldo.vilches.s@gmail.com

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Prometida”1 de Miguel Littin, obra cargada de íconos y simbolismos, donde a partir del realismo socialista imperante en el cine chileno de izquierda, jugando con un contrapunto surrealista, se retrata el peregrinaje en principio geográfico de un grupo de campesinos y obreros del salitre, a la vez que una transformación social como sentido hodológico (del griego ὁδός: camino, recorrido) del relato, el cual intenta ser demostrado al público apuntando a la memoria cultural de estas audiencias, tratando quizá de construir en los grupos subalternos un ethos revolucionario.

Introducción En el área de los estudios históricos, la importancia de la fuente histórica es de total importancia, pues nos permite estudiar y reconocer el pasado de manera que podamos abarcar los procesos y acontecimientos históricos de una forma algo más objetiva, a pesar de la imposibilidad de la total objetividad, pues absolutamente todo el conocimiento que desarrollamos está condicionado por la opinión propia, y por las diversas opiniones y perspectivas de los distintos actores sociales.

Una obra totalmente política, cuyas raíces e influencias se pueden remontar no sólo al neorrealismo italiano de Pasolini, reconocido ampliamente como paradigma del cine chileno izquierdista, sino también en los principios del realismo socialista de Bertolt Brecht, o en la obra del soviético Sergei M. Eisenstein, principalmente “El acorazado Potemkin”2, reflejado esto en la tensión grupos subalternos-elite del poder que trata el director, o burguesía-campesinado, con tintes evidentemente escatológicos-teleológicos reflejados en escenas cruciales del film, además de querer enfrentar a la audiencia a la dialéctica memoria-olvido, y el reflejo local-universal, donde el objetivo del cine de realismo en principio social, es una tendencia de todos los gobiernos de izquierda.

Sin embargo, esta cabal importancia de los documentos históricos como una mera fuente resulta en un análisis incompleto, pues tendemos a olvidar o a obviar a que la gestación de una fuente es la vez un acontecimiento histórico. La poiesis (del griego ποιέω: hacer, producir, fabricar, crear) de cualquier acción humana ha de ser entendida también como un documento-acontecimiento, una arista más de la Historia, un testigo y exponente de la Historia pura de la humanidad. Una fuente recurrente en el quehacer histórico son los documentos cinematográficos, las películas, pues en el desarrollo de su trama retrata un período temporal determinado, una situación reciente, un pasado lejano, un presente familiar, un futuro distópico o una imposible utopía. Por lo general las películas y documentales que muestran algún período o acontecimiento histórico son utilizadas como fuentes de investigación y materiales didácticos para el aprendizaje, pero el estudio de estos puede ofrecer muchas más posibilidades si no nos quedamos en el estudio o disfrute de su argumento principal, al prestar atención al contexto en que aquel film fue producido, su propia historia y la de sus protagonistas, actores, compositores y director. Se trata de apreciar a la creación de aquel documento como un hito histórico, la poiesis como acontecimiento, puesto que la Historia está en la creación.

Las posibilidades que ofrece el análisis de este film son variadas dependiendo de las categorías conceptuales que puedan ser tratadas, pero en este caso me abocaré a tratar las condiciones políticas de su producción, el registro vinculado a un tipo de memoria (u olvido) social, y el sentido hodológico del relato que presenta el director, todo esto bajo la primicia de que el documento cinematográfico es constituido en su poiesis como un acontecimiento histórico. 1 Contreras, J.L. (prod.) y Littin, M. (dir.) (1973) “La Tierra Prometida” [película] Chile: Cinematográfica Tercer Mondo/ Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos. Revisar en http://www.cinechile.cl/ pelicula-10 2 Bliokh, J. (prod.) y Eisenstein, S. M. (dir.) (1926) “Bronenosets Potyomkin” (“El acorazado Potemkin”) [película] Unión Soviética: Goskino. Revisar en http:// www.filmaffinity.com/es/film961390.html

Y el documento-acontecimiento que pretendo abordar en este análisis es una de los más importantes hitos cinematográficos de la historia del cine chileno. Me refiero a “La Tierra

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DESARROLLO Sobre el cuerpo documental En primer lugar, la sinopsis: el film narra la historia de la epopeya que obreros del salitre y campesinos pobres gestan a partir del levantamiento de una comunidad autónoma en la localidad de La Palmilla, sexta región, abrazando desde su “analfabetismo político” postulados marxistas que ya a los obreros del salitre les eran algo familiares y reconocibles en la figura de Luis Emilio Recabarren. La circunstancial República Socialista de 1932 impulsada por Marmaduke Grove les significa entonces una aspiración mayor, les insinúa que el largo camino recorrido no ha llegado a su fin, y que su viaje aún tiene un paradero final esperándolos en las entrañas del conflicto de clases, exaltando la figura de un caudillo en José Durán, todo esto sostenido en el relato, la memoria oral, de un sobreviviente de aquella cruzada. Como acontecimiento histórico, en tanto, el film nos habla ya no de los años 30, si no que viene a contextualizar el principio de la década de los 70. Asistimos aquí a un proyecto auspiciado por el Estado de Chile, en ese entonces la Unidad Popular, que vio en la figura de Miguel Littin la mejor opción para canalizar y dirigir la versión chilena de la corriente del realismo socialista. El director había saltado a la fama luego de dirigir “El Chacal de Nahueltoro”, en 1969, donde denunciaba tanto el a veces absurdo actuar de la justicia, como la marginalidad del campesinado. El impacto de esta en la sociedad chilena, así como el éxito internacional de la misma, impulsó la designación de Littin, por parte de Salvador Allende, como principal cabeza de los estudios de ChileFilms en 1971. Si bien el director nunca militó en algún partido político, no cabe duda de su compromiso para con el pueblo y de su tendencia socialista. En este contexto comenzó la producción de “La Tierra Prometida”, largometraje a color, de una duración de 120 minutos rodados en la localidad de Colchagua, específicamente en Santa Cruz. Si bien no se trata de un relato de personajes, sino más bien de clases sociales en conflicto, en su elenco destacan grandes figuras del cine chileno, como Marcelo Gaete (Un viaje a Santiago, La Caleta Olvidada), Pedro Alvarez (Valparaíso mi Amor, Ya no basta con re-

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zar), Shenda Román (Tres Tristes Tigres), Rafael Benavente (Un viaje a Santiago, Los Testigos) y el gran Nelson Villagra, elegido el año 2002 como “El mejor actor chileno del siglo XX”, quien deslumbrara al personificar años antes al Chacal de Nahueltoro, catapultando su fama. La musicalización de la película estuvo a cargo del compositor Luis Advis, y entre los intérpretes de la misma destacan la banda Inti Illimani, el cantautor Ángel Parra, y el Coro Juventudes Revolucionarias, produciendo una total simbiosis musical con la exaltación de ciertos símbolos en escenas determinantes del film, dándole un sentido que en ocasiones se acerca a lo escatológico. Los nombres del compositor y las agrupaciones recién mencionadas dan cuenta también del perfil de proyecto estatal que posee la producción cinematográfica, siendo todos principales artistas de izquierda. El Golpe de Estado del año 1973 resultó un contratiempo de proporciones para la producción del film, el cual debió ser terminado en el exilio desde Cuba, en colaboración con el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos. La dictadura de Augusto Pinochet en Chile, junto con la censura que significó, resultó en un doble estreno de la producción cinematográfica, en donde la nacional resultó ser mucho más tardía que la internacional realizada en 1973 en la Unión Soviética, puesto que “La Tierra Prometida” sería estrenada en Chile el 30 de octubre del año 1991, casi 20 años luego de su realización. Para completar el análisis del film de Miguel Littin, en su función de formador de un ethos en un contexto determinado, planteo su comparación con el film de Serguéi M. Eisenstein “El acorazado Potemkin”, afamada producción del cine mudo realizada en el año 1925. En 77 minutos de duración, el film retrata un hecho histórico acaecido 20 años atrás, el motín de la tripulación del acorazado Potemkin contra los oficiales zaristas de este. Realizado al alero del estado soviético pocos años luego de la revolución bolchevique, es considerada no sólo como unas de las más importantes muestras del cine propagandístico, sino como una de las mejores películas en la historia del cine, siendo homenajeada una y otra vez en el cine internacio-

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nal por directores como Francis Ford Coppola, Woody Allen o Brian de Palma. Su propaganda era tan evidente, que muchas de sus exhibiciones fueron editadas o fue derechamente prohibida, en países como Alemania (durante el régimen nazi), España (durante el franquismo) Gran Bretaña y Francia. De hecho, en la misma Unión Soviética fue editada por orden de Iosif Stalin, removiéndole la introducción narrada por León Trotsky.

casi al pie de la letra los principios del realismo socialista de Bertolt Brecht, dramaturgo alemán que fuera el impulsor del teatro épico. Junto con lo anterior trataré de demostrar cómo es que el film posee un doble sentido hodológico, un peregrinaje físico y otro social, diferenciados fácilmente en el relato, sin que la presencia de un sentido signifique la ausencia total del otro. Material Crítico En primer lugar, para analizar y entender al documento como un acontecimiento histórico por sí mismo, recurro al trabajo de Ítalo Fuentes, “Poiesis y peregrinaje: tres apuntes en torno a un ‘decir en obra’ acerca de la historia”3, el cual rescata el momento efímero de la creación, reivindicándolo al estatus de acontecimiento histórico, al tiempo que se conjuga y compara esta poiesis con el concepto del peregrinaje, el viaje de una idea a la creación.

Definición de búsqueda y plan de trabajo. Para presidir el análisis del documento, sugiero como planteamiento hipotético que el realismo socialista tiene como finalidad, a partir de una transformación hodológica, la configuración de un ethos social y revolucionario para el pueblo, el cual en su función de espectador, lo acepta como un ethos propio. Esta propuesta toma forma solo cuando el documento es analizado en su dimensión de documento-acontecimiento, tomando en cuenta la trama que ofrece al espectador, así como el contexto en el que es producido, siendo este el gobierno de la Unidad Popular, tomando así el film la forma de un proyecto estatal que busca el despertar de una conciencia social aletargada en el olvido colectivo, proyecto que se vio coartado en sus aspiraciones producto del Golpe de Estado de 1973.

El tema de la propaganda en los documentos cinematográficos, en tanto es ampliamente tratado en trabajo de Juan José Gómez “Crítica, Tendencia y Propaganda: textos sobre arte y comunismo, 1917 - 1954”4, proyecto que en una colección de textos relativos al arte analiza las relaciones entre el marxismo y la cultura, siendo estos textos los escritos de sus principales componentes, presentados en forma de debate entre los diversos planteamientos culturales asociados al comunismo internacional, encontrándose entre estos los postulados sobre el realismo socialista de Bertolt Brecht. Junto con lo anterior, el texto ejemplifica con la obra de Sergei M. Eisenstein “El acorazado Potemkin” como exponente total del realismo socialista, además de resaltar la importancia del Levogo front iskussiva LEF (Frente Izquierdista del Arte) como ente impulsor y principal plataforma del paradigma del realismo socialista.

Lo anterior supone que para el estreno del film, casi 20 años luego de su producción, el objetivo no se cumple, no tiene el efecto deseado en la audiencia, puesto que el contexto ha cambiado, incluso a nivel internacional, donde el paradigma del realismo socialista como corriente estética ha perdido fuerza junto el Socialismo, quedando el film, en el nuevo contexto nacional e internacional, relegado a la categoría de realismo social, es decir, muestra una realidad innegable de la época para los grupos subalternos rurales, pero ha perdido su cualidad propagandística.

Además, para entender el objetivo del film, junto con el contexto en que se produce el documento-acontecimiento, recurro a los

Para demostrar esta cualidad de propaganda y exaltación de símbolos asimilables a un carácter revolucionario en el relato del documento, analizaré ciertas escenas del mismo al tiempo que trataré de establecer una comparación con “El acorazado Potemkin”, de Sergei M. Eisenstein, demostrando a la vez como éstas siguen

3 Fuentes, Ítalo. (s.f.)“Poiesis y peregrinaje: tres apuntes en torno a un ‘decir en obra’ acerca de la historia” 4 Gómez, Juan José. (2009) “Crítica, Tendencia y Propaganda: textos sobre arte y comunismo, 19171954”, Editorial Doble J, Sevilla.

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“Cuadernos de la cárcel” de Antonio Gramsci5, tomos 4 y 6, los que tratan tanto el tema de la validez del intelectual para representar a la masa rural, como a la historicidad y tendencia revolucionaria de los grupos subalternos, en la categoría de análisis intelectual-grupo social, y elite-grupo subalterno, repasando la tendencia a encargar siempre a un intelectual el adoctrinamiento de un grupo social al cual éste no pertenece, como es el caso de Littin, un burgués crítico intelectual, aunque ciertamente siempre comprometido con un cine social. Tanto este perfil de Miguel Littin, como los postulados de Gramsci en cuanto al comportamiento de los grupos subalternos, abren la puerta para otra categoría de análisis, la dialéctica local-universal, donde la experiencia de los campesinos de La Palmilla es perfectamente extrapolable a la experiencia universal de los grupos subalternos. Para finalizar, tratando el análisis de la categoría memoria-olvido, el trabajo de María Eugenia Horvitz “Anversos y reversos de los usos del olvido”, contenido en el documento “Los usos del olvido. Recorridos, dimensiones y nuevas preguntas”6, rescata el recurso cinematográfico como un refrescador de memorias, función que el film cumple en dos dimensiones, primero en su intención original, llevando al espectador a la República Socialista de 1932, y luego en su intención quizás más accidental, en su estreno en 1991, llevando al espectador esta vez al contexto del gobierno de la Unidad Popular. Dimensión de documento/ acontecimiento Antes de entrar en el análisis del sentido hodológico que ofrece el film, lo primero es resaltar su condición de documento-acontecimiento, puesto que solo así se revela la completa dimensión de la experiencia del viaje. El concepto de documento-acontecimiento hace referencia a que cualquier tipo de relato, 5 Gramsci, Antonio. (1999) “Cuadernos de la cárcel”, Ediciones Era, México. 6 Horvitz, María Elena. (2014) “Anversos y reversos de los usos del olvido” en Flier, P.(coord.) y Lvovich, D. (coord.) (2014) “Los usos del olvido. Recorridos, dimensiones y nuevas preguntas”, Editorial Prohistoria, Rosario.

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literario, cinematográfico, arquitectónico o musical, constituye por sí mismo un hito en la temporalidad histórica, más allá de su posible utilidad como fuente para el estudio de la historia. Se trata de apreciar este relato como un gesto poético, y de no caer en el afán de demostrar su coherencia con exteriores hechos circunstanciales, puesto que en su poiesis misma, en su hacer, se contiene la consistencia existencial de una historicidad auténtica (Fuentes, s.f.). Esto es: en la creación, en la producción, se contiene una experiencia y un acontecimiento histórico. Este es un hito cotidiano, sucedido una y otra vez, en cada reunión, en cada diálogo, en cada relato, donde la palabra es experiencia y testimonio, convirtiéndose en un historiar continuo, un historiar en obra, la construcción de un camino, o la experiencia del caminante en condición de voz a partir de la creación en una dimensión casi poética, escapando al simple entendimiento del concepto de poesía como el texto versado y estructurado de forma vistosa en el papel, sino al pensar poético, al imaginar poético, siendo la poesía entonces no una posibilidad, sino una certeza en cada testimonio del quehacer humano. La historicidad del gesto poético, en palabras de Fuentes (s.f.), da cuenta de que la historia no sólo puede ser lo que sucede allá, sino que también lo que sucede aquí. En este sentido, el relato cinematográfico en su dimensión de gesto poético, nos ofrece también esa doble posibilidad, nos muestra una historia en su trama, y una historicidad en su producción, dos relatos contenidos en un acontecimiento, los que en esta caso, sin querer apuntar a lo mismo, terminan casi proféticamente con un desenlace similar. Lo hodológico: niveles de peregrinaje El sentido hodológico del relato, en tanto, trata de cómo se relaciona este con la experiencia del viaje, es lo propio al camino y al desarrollo del caminante. En el caso de “La Tierra Prometida”, lo hodológico toma más de una forma. En primer lugar, abocándome a la trama que trata el film, existe un primer nivel del sentido hodológico, desarrollado al principio de esta. Desde las primeras escenas nos encontramos con obreros del salitre empobrecidos, que ini-

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cian un éxodo en dirección al sur del país, con la industria minera en su peor momento, buscando mejores alternativas de vida. Este primer nivel hodológico es eminentemente geográfico, un desplazamiento poblacional, el que sin embargo oculta un segundo nivel del concepto que luego es representado de una forma más explícita, el de la transición política del grupo social subalterno. Dos escenas de este primer momento del film esbozan esa idea para más tarde tratarla en su totalidad. La primera en el principio mismo de la película, mostrándonos dos realidades opuestas, por un lado los obreros del salitre en la más absoluta miseria en pleno éxodo, por otro una localidad, El Huique, en plena celebración religiosa, de la cual participan eclesiásticos, burgueses y milicias, los que serían luego los antagonistas. Posteriormente, volviendo al peregrinar de los obreros del salitre y algunos campesinos que se les van uniendo en su travesía, estos se cruzan con un tren detenido, y con los pasajeros de este de un perfil evidentemente más acomodado. Al pasar los caminantes se gritan entre ellos. El director comienza así a tensionar la dialéctica burgués-campesino, o elite del poder-grupo subalterno, preparando al espectador para el posterior desarrollo cabal de estas tensiones.

El tercer nivel del sentido hodológico, es el que tiene su génesis o su intención en la trama, pero su aplicación fuera de este. Tiene que ver con la historicidad de la producción del film y las condiciones políticas de su expresión artística: el gobierno de la Unidad Popular en el año 1972 y el paradigma del realismo socialista. Bertolt Brecht, dramaturgo y poeta alemán, es reconocido como uno de los principales autores del realismo socialista, contenido de una manera notable en su teatro épico, sobretodo en su obra maestra: La Opera de los Tres Centavos. En el trabajo de Gómez, “Crítica, Tendencia y Propaganda”(2009), se rescatan los principios del realismo socialista de Brecht, definido por este como un arte combativo que lucha contra visiones erróneas de la realidad, que está interesado en las transformaciones que se dan en las personas y en las circunstancias, además de reflejar el poder y fundamento material de las ideas; y que los artistas del realismo socialista tienen en cuenta el grado de formación y la pertenencia social de su público, así como el estado de la lucha de clases, tratando la realidad desde el punto de vista de la clase trabajadora y de los intelectuales aliados con ella y que están a favor del socialismo. Estos postulados sintetizan las obras del realismo socialista anteriores al mismo (redactado en 1954), como “El acorazado Potemkin”, y trazan el camino a las obras posteriores, como “La Tierra Prometida”. Ambas producciones poseen símiles en sus escenas, con la salvedad de que en la obra de Eisenstein, el desarrollo de la trama es mucho más vertiginoso en sus ideas marxistas, algo natural puesto que su producción es post-revolución, Littin en cambio es mucho más cauteloso, donde el desarrollo de las ideas marxistas del film es más bien progresivo.

El segundo nivel del sentido hodológico lo encontramos en una forma más personalizada, pero queriendo retratar al sentir general, en los principales protagonistas de la trama. El relator en un determinado momento nos presenta al “Traje cruzado” (Marcelo Gaete) obrero del salitre que cumple el rol de ser el primer alfabetizador político del grupo, pues está constantemente dialogando con el resto sobre las ideas marxistas de Luis Emilio Recabarren, a quien dijo conocer cuando este se encontraba en el norte del país. A su lado, el protagonista, José Durán (Nelson Villagra), lo escucha cada vez más atentamente, produciéndose en él una transformación, la que viene a ser su propio viaje y el de sus compañeros, ya no en una dimensión geográfica, sino en una social, primero en las formas de producción (de obrero a campesino, un viaje al comunalismo), y luego en la forma ideológica, aceptando cada vez más su determinante rol en el conflicto de clases, y abrazando un ethos cada vez más revolucionario.

Para ejemplificar esto último, la primera escena de “El Acorazado Potemkin” trata la idea revolucionaria observada en la conversación de dos marineros, para luego pasar inmediatamente a la exaltación del discurso revolucionario marxista, en que el protagonista contagia a sus compañeros en las literas de la embarcación. La escena homóloga de esta fórmula en “La Tierra Prometida”, en cambio, no sucede sino hasta la mitad del film, en una escena titulada como “El Avión Rojo y la República Socialista”, en que el piloto del avión motiva

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la transformación social definitiva del grupo, con un discurso parecido al mencionado anteriormente, incluso el ángulo de la cámara y el lenguaje corporal de este personaje se corresponde con el del film de Eisenstein. Luego nos encontramos con una de las principales escenas de la obra de Littin, la denominada “Discurso de José Durán”, donde el personaje está completamente bañado del ethos social-revolucionario, momento acompañado de la banda sonora de Inti – Illimani, exaltando la figura del caudillo, y la aparición simbólica de banderas, la Virgen María (con su figura equivalente en “El acorazado Potemkin”), y Arturo Prat. Esta conjugación de elementos tan disímiles en el papel, nos hablan de la intención del cine de realismo socialista de dirigirse al bajo pueblo y ocasionar la transformación de éste, pues conjuga elementos arraigados en el sentir nacional a un nivel idiosincrático, con la ideología revolucionaria marxista, escenificados como parte de un todo con un perfil de epopeya heroica, y ese todo pretende ser el ethos revolucionario. Podría afirmar entonces que en esta escena se conjugan los tres niveles del sentido hodológico, el primero de viaje geográfico representado en el galope del grupo subalterno a El Huique, el segundo de la transformación social definitiva del protagonista, y por extensión del grupo, y el tercero de la configuración de un ethos que aspira al adoctrinamiento y transformación social de la audiencia. Le sigue a esto el adherir de otros campesinos pobres al proyecto (en “El acorazado Potemkin”, los habitantes del puerto de Odessa también se unen a la revuelta de los marineros rebeldes), así como la escena de José Durán en el gobierno de El Huique, una transición que se ve pasiva, no violenta, pese al anterior galope armado del grupo, quizás para mostrarle a la audiencia que esta es una posibilidad, un levantamiento no necesariamente violento, algo por supuesto mucho más digerible y asimilable para el público, ya que este ascenso a la gobernanza de la localidad está amparado por la República Socialista de aquel entonces, y así mismo puede suceder ahora (entonces) en que el gobierno es (era) también socialista. Una vez más, la escena del levantamiento en “El Acorazado Potemkin” será mucho más osada y vertiginosa, mostrándose como un suceso necesariamente violento.

| Revista de Historia y Geografía social y crítica. La experiencia de los grupos subalternos

La trama que nos ofrece la película, en su contexto de producción del realismo socialista, ofrece otra categoría de análisis a partir de los postulados de Antonio Gramsci (1999), una que podemos definir como local-universal, donde la experiencia del grupo de José Durán y el Traje Cruzado es extrapolable a la experiencia de todos los grupos subalternos ideologizados, en especial el campesinado. Gramsci postula que las masas rurales, en ausencia de partidos regulares, buscaban siempre dirigentes locales que surgían de la masa misma, mezclando religión y el fanatismo al conjunto de reivindicaciones que en forma elemental fermentaban en las zonas rurales. Claramente este postulado se concentra en la figura de José Durán, un obrero del salitre como el resto, convertido en comunero, cuyo discurso no fue lo que en principio lo convirtió en dirigente, sino su carácter. El componente religioso de su elección es capturado en las escenas en que se le ve, antes de cabalgar a El Huique, montando en su caballo, armado, con sus hombres mirando al frente y la Virgen María completando el cuadro. Luego, Gramsci se refiere a la elite social, al sostener que para esta, los elementos de los grupos subalternos tienen siempre algo de bárbaro y patológico. En “La Tierra Prometida”, la burguesía de El Huique nunca vio con buenos ojos al funcionamiento comunal orquestado por los campesinos en La Palmilla, y cuando José Durán toma el poder del pueblo, realmente se ven acorralados, pero ya al comprender el carácter circunstancial de la República Socialista, no se sienten más amenazados por el grupo subalterno, y si disponen a acabar rápidamente con su insurrección patológica, no solo en el El Huique, sino también en La Palmilla. Gramsci también describe el desarrollo de una obra legislativa del grupo subalterno, el cual, esporádicamente armado, se constituye como un ente aparte y crea sus propias leyes, y para cuando este funcionamiento entra en conflicto con las autoridades, el grupo hace su secesión, con el apoyo de los líderes de esta y se constituye en una asamblea independiente que delibera con autoridad, eventualmente logrando dominar la comuna. Si bien los cam-

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pesinos en “La Tierra Prometida” nunca alcanzaron un nivel de organización tal de llegar al punto de crear sus magistraturas propias, sí se evidencia un cada vez más progresivo nivel de organización, diferenciando las faenas y a las familias, convirtiéndose en una comuna totalmente autogestionada y autofinanciada, esto siguiendo un normal curso de desarrollo hasta que empieza a entrar en conflicto con el pueblo de El Huique, precipitando la toma de este último, y luego el desenlace final.

to-acontecimiento del film, para algunos resulta increíble cómo su desenlace, el que no pudo ser visto en aquel entonces, tiene un componente escatológico, un desenlace que raya en lo profético, en comunión una vez más con la fatal sentencia de Gramsci. El abrupto fin del gobierno de la Unidad Popular parece una extensión del relato de que trata el film, una vez más una batalla perdida, y con esto el ocaso del Socialismo y del realismo socialista en Latinoamérica. ¿Habrá acaso el film retratado de forma muy perfecta el desarrollo de la revolución social, al punto de retratar su desenlace como un suceso natural?

Un desenlace escatológico Para abordar el final del film, resalto un postulado de Gramsci (1999), el que afirma que los grupos subalternos sufren siempre la iniciativa de los grupos dominantes, aun cuando se rebelan y sublevan: solo la victoria “permanente” rompe, y no inmediatamente, la subordinación. En realidad, aun cuando parecen triunfantes, los grupos subalternos están solo en estado de defensa activa. Esta sentencia es para nada auspiciosa, sino más bien oscura y al parecer tiende vaticinar un desenlace trágico, ¿Acaso los grupos subalternos nunca resultan vencedores?

La proyección del estreno nacional fue imposible en los años inmediatamente posteriores al Golpe de Estado de 1973, por lo que el principal objetivo de adoctrinamiento de las masas quedó inconcluso, y con esto la revolución social de 1932, y su símil de 1972, relegadas al olvido. La dialéctica memoria-olvido también significa aquí una categoría de análisis a partir de los postulados de Horvitz (2014), en tanto el cine se ocupa de traer y llevar a sus espectadores-testigos por los intersticios de aquello que los poderes preferían ocultar: las perforaciones del olvido han provenido del arte. Esta sentencia viene a reforzar la intención de Littin: la implantación del ethos revolucionario es posible a partir del repaso de la memoria social colectiva, arrebatar un acontecimiento del olvido a través de la proyección cinematográfica, que no cumple su objetivo primario, pero su posterior estreno en 1991 resulta un salvavidas memorístico para sí misma, la posibilidad de poder ser contemplada en su categoría de documento-acontecimiento y rescatarse a sí misma del olvido, al tiempo de convertirse en un ícono del realismo socialista y el exponente de un proyecto serio evidenciado en su impecable estética y total vigencia, constituyéndose como una de las obras principales del realismo socialista.

Tanto “La Tierra Prometida” como “El acorazado Potemkin” parecen confirmar la afirmación de Gramsci, y quizá la rebelión subalterna siempre tiene los días contados y un destino de mártir. El desenlace de la obra de Eisenstein es mundialmente conocido y afamado, la escena de la escalera de Odessa es continuamente homenajeada, en ella se da la descarnada masacre contra el pueblo portuario a balazos y sablazos, extinguiendo el apoyo a los rebeldes y las vidas de gente inocente. Madres e hijos asesinados quedaron en la retina de miles de espectadores. El final de “La Tierra Prometida” no es más favorable para los rebeldes. Con la noticia de la caída de la República Socialista de Marmaduke Grove, la elite del pueblo rápidamente da la orden de acabar con los campesinos revoltosos, siendo un primer grupo acribillado en el pueblo mismo, y un segundo grupo que logró escapar, entre ellos José Durán, asesinados mientras intentaban defender su comuna de La Palmilla. Una vez más, balazos y sablazos a destajo para hombres, mujeres y niños, y la imagen de José Durán muerto en los brazos de la Virgen.

CONCLUSIÓN “La Tierra Prometida”, en su trama, nos relata un peregrinaje completo en sus protagonistas, un éxodo esperanzador y una transformación social y revolucionaria, pero en su historicidad como acontecimiento el relato es de un viaje inconcluso, una intención mutada producto de

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su estreno tardío. El proyecto del realismo socialista de la gestación de un ethos revolucionario y marxista es una realidad en cada gobierno de aquella tendencia, pero quizá nunca fue tocado con la sutileza de “La Tierra Prometida”, obra con una estética entrañable, una musicalización épica y unos simbolismos quizá algo confusos, pero inolvidables, que se adhieren ferozmente a la memoria. Aun así el peregrinaje de la sociedad chilena hacia aquel ethos se vio bruscamente sesgado, y con los años cada vez más imposibilitado y utópico, actualmente asimilado como una transformación imposible de realizar, puesto que, como expone Enzo Traverso, citado en Horvitz (2014), la obsesión memorialista de nuestros días es el producto del declive de la experiencia transmitida, en un mundo que ha perdido sus referentes, y que ha sido atomizado por un sistema social que borra las tradiciones y fragmenta las existencias. Sin embargo, el trágico aplazamiento del estreno del film nos ofrece también una posibilidad que en su momento quizás no fue concebida como su intención, pues tanto el final de la trama que nos relata, como el final del contexto en que acontece su producción, ambos nefastos y funestos, bien pueden significar ahora una lección, un aprendizaje donde entendamos ahora que la posibilidad de la arremetida siempre reaccionara que postulaba Gramsci sea una invitación a la reorganización permanente de las formas y las fuerzas revolucionarias, una invitación para un nuevo gesto fundador, la poiesis de un nuevo acontencimiento histórico fundado esta vez en un viaje permanente, en un devenir transformador continuo.

Bibliografía Fuentes, Ítalo. (s.f.) “Poiesis y peregrinaje: tres apuntes en torno a un ‘decir en obra’ acerca de la historia”. Gómez, Juan José. (2009) “Crítica, Tendencia y Propaganda: textos sobre arte y comunismo, 1917-1954”, Editorial Doble J, Sevilla. Gramsci, Antonio. (1999) “Cuadernos de la cárcel”, Ediciones Era, México. Horvitz, María Elena. (2014) “Anversos y reversos de los usos del olvido” en Flier, P. (coord.) y Lvovich, D. (coord.) (2014) “Los usos del olvido. Recorridos, dimensiones y nuevas preguntas”, Editorial Prohistoria, Rosario. Filmografía Contreras, J.L. (prod.) y Littin, M. (dir.) (1973) “La Tierra Prometida” [película] Chile: Cinematográfica Tercer Mondo/ Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos. Bliokh, J. (prod.) y Eisenstein, S. M. (dir.) (1926) “Bronenosets Potyomkin” (“El acorazado Potemkin”) [película] Unión Soviética: Goskino.

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Hacia una desmitificación de la inocencia infantil y la comprensión de la infancia como construcción sociohistórica. Carlos Cisternas Casabonne * Resumen Ya sea en términos generales o en relación con la situación particular y concreta de los niños, la infancia ha sido generalmente definida o bien a partir de categorías biológicas y generalizadas según una determinada división etaria o desde una visión esencialista que ve en la inocencia, la apoliticidad y la pasividad social características naturales y constituyentes del ser niño. De esta manera, se han construido prácticas sociales y discursivas que sustentan la exclusión de los niños de la participación social. Desde un enfoque sociohistórico se sostiene que la infancia lejos de ser una categoría natural se encuentra mediada por diversos factores socioculturales y que, por tanto, su estudio no solo debe ser situado sino también emprenderse a partir de la relación con la sociedad en general. En concordancia con lo anterior, este artículo presenta los resultados de una investigación teórica a partir de la cual se busca establecer una relación entre infancia y política a través de una revisión del concepto de infancia desde una perspectiva crítica, para llegar a comprender cómo se ha construido la imagen prototípica de la infancia en Chile en base a ciertos hechos y situaciones históricas y sustentar así nuevas formas de relacionarse con niños y niñas en el marco de un proyecto social, político y educativo transformativo. Palabras clave: Infancia, Política, Inocencia, Educación

Historia,

* Estudiante de Pedagogía en Castellano, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) ccisternascasabonne@gmail.com

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“Cuando sea grande quiero ser terrorista para matar a Pinochet, porque le tengo tanto odio, daría mi vida por matar a Pinochet” 1 “Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales” – K. Marx Introducción A continuación, se presenta una investigación teórica de carácter descriptivo-analítico con respecto a la influencia del contexto sociocultural en la conformación de distintas formas de vivir la niñez, cuyo objetivo principal es realizar un estudio histórico de la relación entre infancia, sociedad y política en Chile como medio para afirmar la construcción sociohistórica de la categoría de infancia y promover el protagonismo infantil necesario para establecer nuevas formas de relacionarse con niños y niñas, ya sea en el marco de un proyecto pedagógico transformativo o en la interacción cotidiana. Para esto, se abordarán al menos tres temas que resultan centrales. En primer lugar, la categoría de infancia entendida como construcción sociohistórica y que implica la no existencia de una única manera de ser niño o niña, sino diversas formas que son construidas a partir de las relaciones sociales situadas en un contexto sociocultural determinado. A partir de lo anterior y como segundo tema, se plantea que no es posible atribuir a los niños una cualidad natural que afirme un estado de pasividad dentro de la sociedad o que justifique su situación de desconocimiento con respecto a la realidad que habitan. Por último, y en oposición a la idea tradicional que promueve el aislamiento social, se plantea que la vinculación temprana de los niños tanto con el conocimiento de la realidad como con su participación en los espacios en que se desarrollan, resulta imprescindible para una práctica pedagógica transformadora que aspire a la formación integral de niños y niñas asegurando una mayor autonomía y conciencia social. Para desarrollar los puntos antes mencionados, se hace necesario, principalmente, describir la influencia de la modernidad capitalista y 1 Palabras pronunciadas por un niño de 13 años en el documental Los hijos de Pinochet (1987)

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el proyecto ilustrado en la conformación del concepto de infancia y el mito de su inocencia; contrastar las cualidades asociadas a la inocencia infantil con la realidad vivida por grupos sociales vulnerados en la historia de Chile, realizando con ello una crítica a la visión esencialista en torno a la infancia; evidenciar a partir de testimonios y acontecimientos históricos cómo se ha construido la infancia en Chile y de qué manera los cambios en las formas que adquiere la infancia se encuentran directamente relacionados con las transformaciones a nivel social y, finalmente, producir un acercamiento a las formas que adquiere la infancia en la actualidad a partir de la influencia que alcanzan los medios masivos de comunicación, las relaciones de consumo y la flexibilización de las relaciones con los adultos como factores que mediatizan el desarrollo infantil en nuestros días. Para la realización de este trabajo, se parte sobre la base de las ideas de Henry Giroux (2003) expuestas en su obra La inocencia robada. Además, la utilización de referencias históricas busca ejemplificar la inexistencia de una infancia prototípica y, al mismo tiempo, contrastar las nociones idealizadas de la infancia con la realidad social. El concepto de infancia: de la noción esencialista a su consideración como categoría sociohistórica Para hablar sobre infancia, resulta importante no limitarse simplemente a su definición como categoría biológica con características psicológicas propias de una determinada división etaria (desde el nacimiento a la pubertad), sino que cobra relevancia su aspecto social y la influencia que ejercen las diferencias culturales e históricas al momento de forjar una determinada noción de niño o niña. De este modo, es imposible hablar de la misma manera al referirnos al niño o niña de diversas culturas y épocas. Así pues, la construcción de una determinada noción de infancia no puede ser entendida desde una visión unívoca, sino más bien a partir de la relación entre diversos factores, ya sean económicos, sociales, políticos, demográficos, educativos, de género u otros. (Grinberg & Levy, 2009) Esta forma de considerar la situación de los niños se enmarca en los nuevos estudios sociales sobre la infancia y no

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solo supone una oposición a los estudios tradicionales, provenientes ya sea de la psicología evolutiva o la sociología funcionalista, sino que además asume como objetivo transformar la condición de los niños de objetos de estudio a actores sociales (Vergara, Peña, Chávez, & Vergara, 2015)

lo que resultaba aceptable y esperable para la formación de los niños. Sobre esta base, comenzarán a definirse como frágiles, dóciles, inocentes y heterónomos. (Leopold, 2013). En consecuencia, “los adultos asumirán su protección y para ello se los alejará de la vida que hasta entonces ambos compartían, configurándose un «cerco» creciente en torno al niño, quien será percibido cada vez más como un ser inacabado y carente y por tanto necesitado de resguardo, protección y preparación para su ingreso a la vida adulta” (Leopold, 2013, p.15)

Por otra parte, y partiendo sobre la base de que la infancia, en cuanto categoría social, involucra tanto al niño en su situación concreta como a las relaciones que establece sociohistóricamente, se entiende que su estudio no puede hacerse al margen de la historia social. De este modo, en oposición a la perspectiva esencialista que define al niño en razón de pautas o límites naturales, la comprensión de la infancia como una construcción sociohistórica no es tan solo una redefinición teórica de la niñez, sino también un punto de partida para la consideración del niño como sujeto político que, al retomar su papel activo y conocedor de las problemáticas sociales, retoma también su categoría de actor social.

Producto de lo anterior es que tradicionalmente las referencias sobre la infancia se encuentran asociadas a cierto carácter mágico, en las que el niño se presenta ante el mundo como un ser esencialmente puro, inocente y para quien los conflictos sociales son y deben ser ajenos, lo que explicaría por qué incluso en nuestros días resulta poco frecuente establecer relaciones entre infancia y política. Sin embargo, es necesario entender que la visión de la infancia como la etapa de la inocencia no es producto natural o correspondiente a alguna cualidad ontológica que la sustente, sino más bien corresponde a una categoría sociohistóricamente elaborada.

Ahora bien, si hablamos en términos generales, se puede establecer que la infancia como categoría social surge como consecuencia del proceso de transición y consolidación del capitalismo en Occidente. (Leopold, 2013). Por lo tanto, recién hacia el siglo XVIII se empieza a concebir una esfera infantil que ensancha las diferencias con el mundo adulto y que se caracteriza por contar con espacios propios, juegos y vestimentas dirigidas exclusivamente a la población infantil (Grinberg & Levy, 2009). Por otra parte, producto del desarrollo urbano y las necesidades productivas de la época, se hace necesario el control y la regulación de la población; a raíz de lo anterior la escolarización -al estar directamente orientada a la instrucción infantil- jugará un papel fundamental como dispositivo, no solo pedagógico, sino también como modelador de la infancia moderna (Grinberg & Levy, 2009).

Si bien, en el marco histórico antes descrito es posible encontrar más de una posición teórica que se refiere a la infancia y la educación, existen, también, varias similitudes enmarcadas dentro de los ideales ilustrados y las necesidades productivas de la sociedad. Por ejemplo, para Comenio, el niño “no necesitaba ser amado ni cuidado, sino conducido y acompañado hacia niveles más altos de conocimiento y desarrollo” (Grinberg & Levy, 2009, p.39) o según Kant, para quien la mayoría de edad y la razón -las cuales eran alcanzadas gracias a la educación- están estrechamente relacionadas con la libertad del ser humano. Cabe destacar que dicha libertad solo podría ser alcanzada en la medida en que la persona es capaz de actuar haciendo uso de sus propios conocimientos y sin depender de otros. El acceso a la instrucción en el caso de los menores garantizaría, en este sentido, su diferenciación con el actuar meramente instintivo y propio de los animales (Grinberg & Levy, 2009), aunque sin ubicarlos aún plenamente en el mundo adulto.

De este modo, con la consolidación de la sociedad capitalista y de acuerdo a las distintas formas de control social que implica la función disciplinadora y normalizadora, así también la subordinación adulta, es que se comienza a configurar una forma socialmente aceptada de interpretar la infancia y, de forma conjunta,

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Por otro lado, una visión especialmente relevante para el objetivo de este texto es la representada por Rousseau (1762). Basta remontarse hasta uno de los títulos canónicos de la literatura sobre la infancia, el Emilio, para entender de qué manera surge la idea, tan generalizada en nuestros días, de que los niños deben mantenerse alejados de las cuestiones sociales, por ser la sociedad, justamente entendida como la fuente de todos los males, la que trastoca su bondad esencial. De esta manera, para Rousseau (1762), la confianza en cuanto al desarrollo del niño está depositada en la naturaleza “que dispone todo para mejor” (p.115). Así, confiando en las virtudes del orden natural, Rousseau (1762) señala la importancia de la reclusión en sí mismo como forma de acercarse a la condición natural del ser humano, lo que significa evitar todo intento por conducir al niño en su educación. Por otra parte, establece una oposición entre infancia y razón, en tanto esta última sería una cualidad incomprensible para el niño. De este modo, entendiendo la razón como cualidad propia de los adultos y bajo el pretexto de que “la naturaleza quiere que los niños sean niños antes de ser hombres” (Rousseau, 2014, p131), se afirma que “conocer el bien y el mal, sentir la razón de los deberes de los hombres no es asunto de un niño” (Rousseau, 2014, p131). Bajo esta perspectiva, entonces, el ser niño corresponde a una cualidad naturalmente dada, con sus correspondientes leyes internas y no como una noción variable según la realidad material en la cual se inserta. A partir de estas ideas cobra sentido la premisa de que “el niño nace bueno [y] el adulto, con su falsa concepción de la vida, es quien lo pervierte” (Gadotti, 2003, p.82). En consecuencia, para la Ilustración, el ideal de vida era el buen salvaje, libre de todo condicionamiento social y aprovechando al máximo las bondades de la naturaleza. Aunque como plantea Gadotti (2003), “es evidente que esa libertad sólo podía ser practicada por unos cuantos, aquellos que, de hecho, libres del trabajo material, tenían su sobrevivencia garantizada por un régimen económico de explotación del trabajo” (p.83). En concordancia con esta idea, Anibal Ponce (1938) revisa y cuestiona justamente la división de clases que ha marcado como eje la historia

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de la educación. Para él, el Emilio retratado por Rousseau es la clara representación de la infancia burguesa, aquella que puede crecer en libertad y que cuenta con personas encargadas prácticamente todo el día de su cuidado. Y, si bien “la burguesía prometía a través del Emilio no un nuevo tipo de hombre, sino el Hombre total, liberado, pleno” (Ponce, 1938, p.159) esta idea nunca alcanzó por igual a la clase no privilegiada. Este es un punto importante a tener en cuenta, pues si bien la modernidad capitalista forjó una imagen prototípica de la infancia, ligada a la disciplina, el cuidado, la aspiración ilustrada, el disanciamiento social y la comprensión del niño en oposición al adulto, tal manifestación, aunque consolidada como ideal, en la práctica correspondía únicamente a la realidad de una clase en partícular. Los demás se terminaban debatiendo entre la exclusión y el diciplinamiento escolar necesario para su inserción en la explotación laboral. El mito de la inocencia infantil Según el DRAE (2001), la inocencia se refiere a “un estado del alma libre de culpa”, “exención de culpa en un delito o en una mala acción” y a “candor, sencillez”. De acuerdo a tales concepciones, la definición tradicional de la inocencia se refiere al hecho de no tener responsabilidad en una determinada acción. Sin embargo, en cuanto a su asociación con la infancia y para efectos de este análisis, es necesario ampliar dicha definición considerando otros significados que trasciendan el uso cotidiano de la expresión. Más que referirse a un estado de exoneración o a una libertad de responsabilidad y culpa, la inocencia como categoría vinculada a la infancia ha implicado una comprensión de los niños como sujetos pasivos, sin ninguna experiencia relevante para los intereses y requerimientos del mundo adulto, incapaces de incidir en la sociedad y alejados casi por un designio divino de la sociedad que habitan. Así, la inocencia es la cualidad abstracta que explica su permanencia en un mundo de fantasía, aquella burbuja que no debe romperse ni contaminarse con lo “propiamente adulto” hasta alcanzada cierta edad. En consecuencia, esto se traduce en la noción generalizada de que los niños son incapaces de comprender la realidad que habitan, y que, en tanto incompletos, su participación debe remitirse a la del observador

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más que a la de protagonista. De esta manera, cuestionar la inocencia como estado natural no significa responsabilizar a los niños o buscar convertirlos en adultos forzosamente, sino impedir que esta sea la excusa para sustraerlos de su lugar en la sociedad en la medida que se los circunscribe en un mundo tan ideal como irreal.

cia donde el mito de la inocencia y la consideración de la niñez apolítica se diluyen. Observamos, por ejemplo, en la obra La infancia en el Chile republicano, 200 años en imágenes, que las primeras representaciones visuales de la infancia, a través de pinturas, mostraban a los niños de la aristocracia, excluyendo totalmente a los niños y niñas de los sectores populares, por lo tanto, no resulta extraño que la asimilación con respecto a la infancia haya tenido en los primeros años de la historia de Chile como referente la vida particular de la aristocracia. Pero no solo se produce una exclusión en razón de la clase social, sino también en relación a aspectos fuertemente vinculados como el género y la etnia. Observamos, también, que las primeras representaciones pictóricas no retrataban a los pueblos originarios y las mujeres eran siempre asociadas a un espacio reducido dentro de la familia.

Tal como se ha mencionado con anterioridad, se ha sostenido que la representación del niño como ser prehistórico y presocial, poseedor de una belleza natural, puro y pasivo por esencia, condiciona “la idea de que tanto la infancia como la inocencia reflejan aspectos de un estado natural, que trasciende los dictados de la historia, la sociedad y la política” (Giroux, 2003, p.14). A raíz de esto, cuando la idea de la inocencia infantil se generaliza, no es extraño que se construya en torno a los niños una cultura del silencio que, en el mejor de los casos, los desplaza al papel de objetos de adoración y juego y, en el peor de escenario, los convierte en víctimas de diversas problemáticas sociales que se recrudecen aún más en la infancia sin derechos.

Diremos, entonces, que junto a la idea de la inocencia y la tranquilidad de los primeros años convivía una realidad muy distinta. La vida de los niños pobres era la muestra clara de que la exclusión y las desigualdades sociales, afectaban tanto o más a infantes como adultos y que para los niños, los históricamente excluidos, la infancia era solo un suspiro entre obligaciones laborales, miseria material y altas tasas de mortalidad. La consideración diáfana de la infancia, por tanto, resulta más bien en nuestra historia un privilegio de clase antes que una realidad generalizada si la contrastamos, por ejemplo, con el testimonio de los niños trabajadores que, ante la explotación que sufrían día a día, veían en la protesta una alternativa necesaria (Caviédes, 1972). En consecuencia, no es de extrañar que la conciencia política o el sentido de pertenencia a una clase se haya desarrollado también tempranamente en el interior de estos grupos de niños.

Así como se afirmó con anterioridad, la infancia se expresa no solo en el niño en sí, sino en diversos objetos y espacios afines a él. Consideraciones que, por cierto, también son históricas. De esta manera, el colegio, el jardín infantil, los juguetes, el espacio familiar, los lugares recreativos pensados especialmente para niños, etc., son algunos elementos que en su relación contribuyen a la configuración de una determinada representación de la infancia. En este sentido, si bien existe una imagen dominante de la infancia que se difunde como si fuese natural, es preciso recalcar que, tal como señala Gimeno Sacristán (2003), “no hay infancias prototípicas uniformes e ideales, sino modos de vivir esa etapa de la vida” (p.20) Haciéndose necesario, por lo tanto, considerar de qué manera y qué aspectos influyen en esos distintos modos de vivir la infancia o qué factores conllevan, por ejemplo, a que la infancia se extienda más o menos tiempo según los distintos grupos sociales, o que para algunos esta sea efectivamente una edad dorada, mientras para otros, todo lo contrario.

Tal como lo ha planteado Sacristán (2003), la infancia es una categoría social e histórica heterogénea, en tanto existen infancias distintas y desiguales. Como consecuencia, “la infancia de las clases populares dista de ser la misma que la de las clases acomodadas en cuanto a su duración, forma de vivirla, experiencias tenidas durante la misma” (p.26). Siguiendo con esta idea, se desprende que será la interacción social situada en un contexto temporal y espacial

Por otra parte, es justamente en el ejercicio de considerar las otras formas de vivir la infan-

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determinado la que generará diversas formas de ser niño y niña, y a su vez, determinadas pautas y costumbres culturalmente aceptadas con respecto a la relación de estos con los adultos. De aquí la insistencia en considerar las determinantes contextuales antes que elevar la infancia a una categoría homogénea. Sin embargo, aun cuando en la práctica se reconoce una heterogeneidad de formas adquiridas por la infancia en razón de las condiciones materiales, el discurso hegemónico insiste en que la infancia, pese a ser desvalida o favorecida en determinadas situaciones, no es una categoría mediada por diferencias de clase. Resulta bastante extraño, en ese sentido, oír hablar de niños proletarios o burgueses porque se considera comúnmente que la definición política es simplemente una decisión de adultos, estando los niños al margen de esta por cuestiones naturales: su presunta constitución esencialista sustentada en la concepción ilustrada sobre la razón. Niños y niñas comúnmente terminan relegados a espacios específicos, estando su participación circunscrita al mundo privado y no al público en la mayoría de los casos. Al respecto, no solo se establece una asimetría de poder entre adultos y niños, sino también en cuanto a la posibilidad de los últimos de expresar sus ideas, participar de diversas formas según su edad y desarrollar, mediante la práctica, su autonomía. El discurso hegemónico sobre la infancia subentiende al niño como sujeto pasivo dentro de la sociedad, así, por ejemplo, se reduce su participación únicamente a espacios de por sí no democráticos como la escuela, pues sosteniéndose en la idea del cuidado y la instrucción simplemente, esta cumpliría favorablemente la función de alejar a los niños de las cuestiones sociales, hasta que esté en edad de participar “racionalmente”, es decir, cuando ha adquirido los conocimientos necesarios que este espacio valida. Mientras tanto, la infancia sigue considerándose una etapa de transición, cuya importancia radica más en una educación centrada en la transmisión de contenidos y la adaptación según la interiorización de pautas sociales construidas externamente que en desarrollar formas de participación tempranas, que posibiliten la trasformación de la sociedad según nuevas y más justas relaciones sociales.

| Revista de Historia y Geografía social y crítica. Consideraciones sociohistóricas en la conformación de la infancia en Chile A continuación, se presenta una breve descripción histórica de situaciones que permiten comprender cómo la diferenciación de clases influye en la construcción de determinadas formas de ser niño, siendo el contexto social un espacio mediador en la formación de niños y niñas. Así también, es posible llegar a un acercamiento, en términos generales, sobre cómo ha evolucionado la infancia en Chile hasta su conformación actual. Remitiéndonos a un aspecto material básico en el crecimiento de niños y niñas como lo es la vivienda, principal espacio de socialización durante la niñez, encontramos inmediatamente diferencias radicales a lo largo de la historia en razón de las diferencias económicas traducidas en espacios de crecimiento totalmente desiguales. Las mansiones aristocráticas, las casas de campo o los sectores del barrio alto contrastaban profundamente con los arrabales, conventillos, la calle, las tomas de terrenos o poblaciones callampas. Claramente ahí, donde niños y niñas crecían se conformaban ya las primeras diferencias. Haber sido niño y joven en los hacinados conventillos de Santiago en la época del Centenario, o en las casitas de adobe y teja de los barrios viejos, o en las angulosas casas de los cités, o en las aisladas poblaciones modelo que se levantaron a partir de 1920, o en las poblaciones callampas del periodo de 1930-1960, fue, sin duda, vivir en “hogares” donde había que soportar “el azote de la vida” en todas sus manifestaciones (pobreza, hambre, violencia). Sin embargo, allí también se pudo sentir y transmitir gestos espontáneos de humanidad, amistad y solidaridad. De los azotes de la vida y de esos gestos de humanidad, los “pelusas” guardaron también recuerdos perdurables (Salazar & Pinto, 2012, p.186) Por otra parte, considerando que tal como plantea Ponce (1938), las divisiones de clase se han traducido en lo educativo en una división del trabajo intelectual y manual, así, las clases dominantes han accedido históricamente a

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una educación integral, mientras que los sectores populares han debido conformarse únicamente con una educación que los certifique como mano de obra útil. Lo anterior, sumado a la situación de pobreza familiar hacían que la infancia y el trabajo estuvieran estrechamente relacionados en los sectores pobres.

marqueses, generales, ministros y presidentes, empresarios extranjeros, frailes y arzobispos visitaban sus casas en los días de “tertulia”, de reunión familiar, de fiesta o conspiración política, y les acariciaban el pelo, discutían de negocios y asuntos de Estado delante de ellos y, a veces, se escondían en el dormitorio vecino en tiempos de revuelta y guerra civil. Por eso, desde su confortable encierro, en docilidad y anonimato, los niños de la oligarquía sabían que, algún día, en el futuro, serían como alguno de esos personajes. Que todo era, después de todo, cuestión de tiempo. Que sólo necesitaban esperar.

la vida del niño del pueblo a lo largo del siglo podría resumirse en dos palabras: miseria y trabajo. Las miserables condiciones de existencia de las clases trabajadoras han obligado a los padres a entregar a sus hijos, a penas salidos de la primera infancia, a la explotación de patrones inmorales que se apoderaron ávidamente de una mano de obra barata y obediente. Es evidente que el niño proletario era explotado en gran escala. (Urrutia, 1972, p.48)

Podían, pues, jugar en confianza. Y aprovechar al máximo, a ese efecto, los recursos a su alcance: salones, bibliotecas, álbumes fotográficos, parques, lagunas, chacras suburbanas, casas de hacienda, bodegas, caballos y, sobre todo, sirvientes. Su docilidad y obediencia se refería a los adultos oligarcas, pero no a los adultos, niños y jóvenes de la servidumbre. Pues, con éstos, su certeza de poder futuro podía ser ejercitada en los juegos que desarrollaban con (o contra) esos sirvientes. O por simple comando directo. (Salazar & Pinto, 2012, p.20-21)

Con respecto a la infancia en el campo, Olga Alarcón relata parte de su niñez: - desde que tengo conocimiento, nunca jugué, había mucho que hacer; los pollos, los terneros son los juguetes de los niños campesinos. Con mucha dificultad estudié hasta quinta preparatoria en la escuela de Tequiel, a una legua de mi casa; nos levantábamos a las 5 de la mañana y mi mamá nos entregaba una bolsa de harina tostada para el almuerzo; para llegar a la escuela teníamos que cruzar un estero y subir un cerro; esto era muy terrible en el invierno, porque nos mojábamos la ropa y así teníamos que quedarnos todo el día. A los ocho años, los niños teníamos que trabajar en el campo, éramos ‘trabajadores obligados’ en algunas faenas como la cosecha y los barbechos, también segar… (Urrutia, 1972, p.38)

Se puede establecer, por otro lado, que existe una clara diferenciación de clase en cuanto a la duración de la infancia como etapa de la vida. En el caso de los sectores acomodados, en los que efectivamente se vive la infancia según el ideal ilustrado, la niñez resultaba una etapa de tranquilidad extendida hasta que el niño crecía y se insertaba en la esfera pública, lugar que, como vimos, tenía asegurado. Por el contrario, la necesidad de trabajar para sobrevivir desvinculaba tempranamente a los niños pobres, varones casi en su totalidad, del espacio familiar, obligándolos a asumir tareas de adulto. El niño de la clase trabajadora dejaba de ser niño, sociohistóricamente hablando, desde que asumía sus “tareas de clase”. Cabe mencionar además que, durante el S.XIX, “la inserción laboral infantil no era cuestionada, sino las condiciones en que esta se producía. Los peligros eran variados, pero se podían agrupar en dos: físicos y morales. Los primeros se podían contener a

Una situación completamente distinta vivían los niños de la oligarquía durante el siglo XIX, cuyo protagonismo consistía en jugar en los espacios libres que permitía la sociabilidad adulta y estudiar largas horas bajo el techo familiar (Salazar & Pinto, 2012) Con todo, estaban familiarizados no sólo con la riqueza, sino también con el poder. Estadistas, millonarios, condes y

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través de regulaciones legales. Se pensaba que los peligros morales quedaban diluidos con la escuela, si se aseguraba que ésta fuera compatible con el trabajo”. (Rojas Flores, 2010, p.220) Un testimonio que ejemplifica bastante bien la forma en que los niños de la clase trabajadora asumían tempranamente la categoría de adultos la relata Remigio Albornoz, dirigente de la Federación Minera, en relación a la vida de niño pampino: El niño pampino de mi época, desde que abría los ojos, sentía el azote de la explotación. (…) Fueron cientos los que participaron en las grandes huelgas salitreras, algunos como obreros explotados, otros siguiendo a sus padres; muchos cayeron en las frecuentes masacres, como en la Escuela Santa María de Iquique, en La Coruña, San Gregorio y otras ya olvidadas, los humildes cementerios de la pampa están llenos de tumbas de niños que murieron luchando junto a sus padres… (Urrutia, 1972, p.35- 36) Con el paso del tiempo, pese a la existencia de medidas legales que buscaban acabar con el trabajo infantil, este no desapareció en la práctica durante todo el S. XX extendiéndose incluso hasta nuestros días en formas menos evidentes o más sutiles. “De ahí que el trabajo infantil haya quedado restringido a sus expresiones menos visibles y más marginales, como el servicio doméstico, las labores agrícolas, los pequeños talleres, el comercio al detalle (en calles, mercados y ferias) y ciertas formas intermedias entre trabajo y vagancia”. (Rojas Flores, 2010, p.494) En el ámbito recreativo, las diferencias también se hicieron sentir. Durante el siglo XIX, los juguetes estaban restringidos para las familias que podían comprarlos en casas importadoras, de esta manera, la navidad era el espacio ideal en que las familias acomodadas regalaban juguetes a sus niños. Fue recién a partir de 1920, gracias al desarrollo de la industria alemana, que significó costos de importación menores que los generados por la industria francesa, que se logró una mayor masificación de juguetes entre los niños. (Rojas Flores, 2010, p.274)

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común la fabricación de juguetes artesanales, principalmente de madera para los niños o muñecas de trapo hechas por las madres para sus hijas. Niños y niñas participaban también en la elaboración de sus propios juguetes, tomando cuanto encontraban de su entorno para su realización. Así, por ejemplo, se entretenían los niños de las pampas haciendo camiones con latas y pedazos de cobre. (Rojas Flores, 2010, p.275) A raíz de iniciativas privadas y públicas en relación con la Navidad, desde la década del ’40, se masifican aún más los juguetes en los distintos sectores sociales, produciéndose una asosiación en el imaginario colectivo entre infancia y juguetes.“Sin embargo, todavía en estos años muchos sectores populares no accedían a este mercado, sino que se proveían de formas de entretención propias, adaptadas del entorno cercano o extraídas de la cultura campesina” (Rojas Flores, 2010, p.567 - 568). Las bolitas, autos hechos con cajones, pelotas y muñecas de trapo eran juguetes transversales de la infancia sin poder adquisitivo y que explicitaba claramente cómo la realidad material influía en el desarrollo de los niños hasta en algo tan cotidiano como los momentos de entretención. Al respecto y entendiendo los juguetes como producción imaginativa y activa de la cultura, Walter Benjamin (1928) señala que: No describiríamos ni la realidad ni el concepto del juguete si tratáramos de explicarlo únicamente en función del espíritu infantil. Pues el niño no es un Robinson; los niños no constituyen una comunidad aislada, sino que son parte del pueblo y de la clase de la cual proceden. Así es que sus juguetes no dan testimonio de una vida autónoma, sino que son un mudo diálogo de señas entre ellos y el pueblo” (p.88) Verón (2004) a propósito de las ideas de Benjamin (1928) afirma que: las divisiones sociales limitan muchas de las posibilidades expresivas de los seres humanos. Ante esto los niños toman su propio bando político y así desde sus juegos y maneras de leer o imaginar, el infante asume una postura (p.12)

En el caso de las familias trabajadoras, era

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Siguiendo con el recorrido histórico, en momentos de mayor participación social la política se vuelve cotidiana también para los niños, quienes percibían y vivían sus efectos en los distintos espacios de socialización de los que eran parte. Conversaciones familiares, asambleas estudiantiles en los colegios, enfrentamientos callejeros o la lucha por la vivienda de los pobladores contribuyeron profundamente en la consideración de la realidad por parte de niños y jóvenes. En consecuencia, los niños no eran solo espectadores o receptores pasivos de cuanto pasaba a su alrededor sino que asumían muchas veces el papel de protagonistas, por ejemplo, “en las tomas de terrenos, los niños de las familias involucradas participaban activamente, acompañando a sus padres. (…) En algunas ocasiones, fueron víctimas de la violencia policial, como ocurrió con la pequeña que falleció y dio origen a la población “Herminda de La Victoria”, el año 1967, en Barrancas” (Rojas Flores, 2010, p.616).

tas, pero, en términos generales, no se puede afirmar que este no afectara la forma en que los niños vivían. Celebraciones en las familias acomodadas, detenciones, el toque de queda, militares en los colegios o las quemas de libros en las calles fueron parte de la inmediatez posterior al Golpe. Joaquín García-Huidobro de 14 años celebraba desde Argentina y, ante la mirada asombrada de quienes lo observaban, comenta: “me quedó claro que para ellos era inconcebible que alguien saltara igual que ante un gol en el estadio, cuando no era un arquero, sino un hombre el derrotado. Y además muerto”. (Rojas Flores, 2010, p.666). Una situación completamente distinta vivió Marco, quien tuvo que enfrentar la detención de su padre a los 12 años: Nosotros, que éramos súper protegidos, debíamos tomar la micro para ir al colegio, organizarnos para mantener la casa, todo lo que conocíamos tendió a desaparecer. La ausencia de mi papá fue fuerte. Cuando tomaron preso a mi papá yo tenía 12 años, era un niño y cuando el volvió yo ya tenía 13 y me habían crecido vellosidades. De repente me había convertido en un adolescente que debía hacer frente a una vida agresiva y casi completamente desconocida. (Rojas Flores, 2010, p.668)

Las tensiones sociales y el triunfo de la Unidad Popular fueron vividos directamente por los niños de la época, algunos más concientes que otros, unos con mayor o menor protagonismo, pero siendo parte diariamente de la efervecencia social según las distintas posiciones de clase. “Marco tenía 9 años cuando se produjo el triunfo de Allende. Con un amigo que tenía en el colegio se abrazó y gritó: ‘ganamos, ganamos!’” (Rojas Flores, 2010, p.619) Se podría considerar que aun en el caso de los niños en cuyas casas no se hablaban de política se llegaba a conocer de una u otra forma la situación política de la época. Así, categorías como pijecitos, niños bien y niñitas jai, compañeritos, niños upelientos o momios eran comunes dentro del discurso predminante sobre la infancia (Rojas Flores, 2010)

Sin duda, la Dictadura tuvo consecuencias diferenciadas según los grupos sociales a los cuales los niños pertenecían, siendo los más afectados quienes pertenecían a los sectores populares o tenían parentesco con militantes o simpatizantes de izquierda. Ya sea directa o indirectamente afectados, la Dictadura fue vivida, incluso a partir de una comprensión parcial, desde temprana edad. Niños y niñas que crecieron en ambientes de violencia y represión, presenciando cómo en reiteradas ocasiones allanaban sus poblaciones, detenían a padres, parientes o vecinos. Algunos sufrían en carne propia la represión debido a su participación política temprana, mientras otros eran llevados junto a sus madres detenidas, siendo recluidos y sometidos a interrogatorios. (Rojas Flores, 2010, p.677 - 678). Ante estas situaciones, la imagen de la infancia como terreno sacro desaparece frente a la brutalidad militar y la impo-

En su obra, Jorge Rojas Flores (2010) recopila diversos testimonios sobre cómo vivieron los niños tanto el gobierno de la Unidad Popular como las consecuencias del Golpe de Estado. Se evidencia que la forma de vivir la época dependía directamente del proyecto político de las familias a las cuales los niños pertenecían, quienes, independientemente de lo anterior, percibían día a día los efectos de la política en la cotidianidad. El golpe de Estado fue vivido también de formas radicalmente distin-

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sición del terror como racionalidad dominante, aun más si consideramos los casos de niños ejecutados, producto de allanamientos y actos represivos. Se reafirma así la tesis inicial, según la cual poco gozaban el privilegio de una infancia tranquila los sectores populares. Algunos de los datos al respecto señalan: Al comienzo del gobierno de Patricio Aylwin, la investigacion realizada por la Comision Rettig reconocio oficialmente la violacion de derechos humanos (…) En base a ese informe, DNI-Chile institucion dedicada a la infancia, caracterizo los 107 casos que afectaron a menores de 18 años. Hubo 34 ejecutados, 20 detenidos desaparecidos, 12 muertos a consecuencia de situaciones de violencia politica, 24 por abuso de poder y 17 por el uso de violencia innecesaria. Respecto a las edades, en su mayoria eran mas bien adolescentes: el 54% tenia entre 16 y 17 anos, y el 26% entre 14 y 15. (Rojas Flores. 2010, p.678) Es importante considerar que la Dictadura, como acontecimiento histórico, fue comprendida de manera distinta según el nivel de conocimiento que niños y jóvenes tuvieran al respecto, según se hablase o no en sus casas del tema o dependiendo de cuan afectados se vieron por episodios de violencia. Es importante también destacar que el conocimiento que los niños llegaran a tener estaba fuertemente influido por el discurso dominante, por lo que, en términos generales, la realidad era percibida desde la influencia ideológica de la misma Dictadura, sumado al hecho de que la mayoría de las familias evitaba referirse a cuestiones políticas o no se buscaba comprenderla desde una perspectiva contrahegemónica, producto derivado tanto de la imposición del silencio a consecuencia del miedo como de la prohibición de posturas alternativas a las oficiales. De esta manera, afloran numerosos casos de niños que debieron asumir tempranamente la independencia, sobrellevar la muerte o desaparición repentina de padres o familiares, guardar absoluto silencio, cambiar y crearse nuevas identidades para sí mismos y quienes los rodeaban, enfrentar a los aparatos represivos desde las barricadas o escuchar con temor los

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disparos en la calle. Aquellos hechos reafirman que, con mayor o menor grado de afectación e involucramiento, las circunstancias sociales contribuyeron directamente en su desarrollo, rompiendo para siempre su infancia pacífica, como en el caso de Marcos, o, como sucedió en general, presentando en cada momento imágenes que necesitaban comprender en la conformación de su historia individual2. Aun en casos menos extremos, la Dictadura contribuyó a forjar ciertas actitudes transversales en lo que sería la infancia en el Chile postdictatorial. El silencio, la subordinación a los adultos, el respeto ciego a la autoridad, la apatía y la despolitización social son solo algunos rasgos. La infancia en nuestros días: herencia histórica y cambios sociales Para entender las transformaciones de la infancia desde la Dictadura hasta la actualidad no basta simplemente con atribuir dicha responsabilidad a factores tales como medios masivos de comunicación, la influencia creciente del comercio o los cambios en la familia que, si bien son relevantes, no lo son como fenómenos aislados. Por lo tanto, resulta necesario comprender paralelamente la forma en que se construyó el Chile postdictatorial y, entonces, a partir de aquellas relaciones sociales nacientes, comprender cómo estas terminan siendo la base sobre la cual se cimientan las nuevas nociones de infancia. Los cambios producidos deben ser estudiados, por lo tanto, con un sentido de totalidad que parta de las transformaciones sociales más amplias. Apelando a la síntesis y considerando que dicho análisis requería un nuevo texto, se des2 Existen diversas muestras testimoniales que evidencian la forma en que los niños vivían concretamente durante la dictadura, muestras particularmente claras en cuanto a la participación de los niños en protestas y la producción de actos de resistencia, así como el grado de conocimiento de los hechos de violencia, engaño y represión se aprecian en Piececitos de niño (1986). Un caso en que la influencia de la dictadura y su reconocimiento se presenta de forma más sutil, pero no menos presente, se evidencia en Cien niños esperando un tren (1988), donde los dibujos resultan relevantes para explicar la internalización temprana de la dictadura, sus efectos y sustento ideológico.

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tacarán las principales características que definen la conformación del Chile neoliberal tras la Dictadura. El blanqueo como compulsión al olvido, la política de los consensos como su etapa superior que deviene en una conminación al silencio y la legitimación de la intervención militar, así como la tendencia a la apoliticidad y la ahistoricidad de los fenómenos sociales como requisito para el privilegio de vivir en un Chile moderno son algunos de los aspectos que menciona Tomás Moulian (2002) y que explican brillantemente la conformación del Chile actual. Ahora bien, para efectos de este artículo, es importante destacar el proceso de despolitización y la influencia ejercida sobre la infancia. Moulian (2002) afirma que la política, entendida como el proceso de deliberación social en torno a fines comunes, es reemplazada por una visión tecnocrática que, apelando a una presunta cientificidad, encuentra en el mercado la oportunidad de regulación sin recurrir a las “extintas ideologías” ni a un proyecto integrador que sirva como referente. Así, toda posibilidad de alternativa se disipa y la política termina limitándose a la elección de la mejor manera de alcanzar fines previamente establecidos. De esta manera, negando la voluntad popular y limitando las decisiones políticas a tareas de expertos, las posibilidades de cambio dentro del Chile neoliberal se traducen simplemente en una expansión del sistema en sí mismo y no en una transformación radical. (Moulian, 2002).

social de la infancia, por lo que resulta importante considerar que, así como lo plantea Moulian (2002) con respecto a la sociedad en general y extrapolándolo a la comprensión de la infancia, no existe una infancia y sociedad ahistórica, sino atmósferas ideológicas de ahistoriciad. Lo anterior supone la despolitización de la infancia en sí misma como un hecho histórico. Si bien son varios los aspectos destacables que podrían definir las nuevas formas de vivir la infancia en la actualidad, más allá de emprender aquí la tarea de su descripción minuciosa, resulta más oportuno para los objetivos de este trabajo destacar que, actualmente, el discurso hegemónico sobre la infancia se ve caracterizado por la influencia creciente de los medios de comunicación y los dispositivos tecnológicos, la conversión del niño en sujeto consumidor y la aparente democratización de sus espacios de formación, produciéndose así una tendencia a la horizontalidad en las relaciones con los adultos, a diferencia del autoritarismo y las relaciones asimétricas que caracterizaron la crianza tradicional. De esta forma, los medios de comunicación y el mercado terminan por consolidarse como nuevos agentes de socialización, contribuyendo, a partir de su influencia ideológica, a la caracterización del niño como cliente (Minzi, 2006) La influencia de los medios masivos de comunicación y el uso temprano de dispositivos tecnológicos implican un mayor acceso a la información por parte de los niños, así su otrora mundo cerrado, cuyo filtro principal era el adulto en cuanto al acceso a la información y las referencias al “mundo exterior”, ha sido modificado considerablemente, siendo posible para los niños acceder a contenidos que antes era patrimonio exclusivo de los adultos. (Rojas Flores, 2010) De este modo, “el ideal romántico de la infancia, protegida en su inocencia por el adulto, tanto en el hogar como a lo largo de la vida escolar, queda reducido a un espacio muy acotado, quizás a los primeros años de vida” (Rojas Flores, 2010, p.776), pero más allá de recalcar la apertura a la información, la noción de instantaneidad aportada por los medios de comunicación o a la conexión que posibilitan con realidades diversas, no se puede pasar por alto su influencia y naturalización ideológica cada vez más temprana y asentada justamente en el

En nuestros días, como consecuencia de la desvinculación de la política con la deliberación social, esta deja de ser percibida como una actividad imprescindible para la vida humana y su proyecto futuro. De este modo, el hecho de que la política en la actualidad quede reducida a la mera participación electoral a través del voto adulto, termina por asumir que la infancia, al no participar del proceso, nada tiene que ver con la política. Por lo tanto, de aspecto imprescindible para la vida social y todos quienes la componen, el ejercicio político pasa a ser patrimonio exclusivo, y ni tan necesario, del mundo adulto. Una vez considerado que la apoliticidad creciente y la mirada ahistórica de los fenómenos sociales son cualidad y consecuencia del Chile neoliberal, se entiende que dicha influencia se encuentra presente también en el desarrollo

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protagonismo entregado al niño-consumidor, siendo, por lo tanto, determinantes no solo en la construcción de una categoría social de infancia específica, sino también en el desarrollo identitario de niños y jóvenes. Cabe destacar que la función ideológica a la que se alude no implica una negación de la realidad a partir de un discurso falso, sino más bien la conversión en único y verdadero de uno distorsionado, donde los problemas sociales no se niegan por completo, sino que son representados de forma que terminen siendo naturalizados a temprana edad, evitando así un cuestionamiento más exhaustivo a futuro (Dorfman, 2016) La transformación del niño a sujeto consumidor en nuestros días se condice con la transformación de la sociedad chilena posdictatorial. Es así como el consumo, que sobrepasa los límites salariales y para lo cual el crédito es imprescindible, ha sido una marca característica en la conformación de la sociedad neoliberal (Moulian, 2002). Al transformarse en un agente de socialización dominante, el mercado ha influido tanto a la conformación de un imaginario social en torno a la infancia como a la transformación de los niños en su situación concreta. En el primer caso, el mercado, reforzado con el poder de difusión de los medios de comunicación, define un contexto simbólico en el que se establece lo que significa ser niño/a dentro de la sociedad y cuáles son sus modos de vidas posibles y cuáles no (Minzi, 2006). En cuanto a la relación del mercado con la vida de los niños, notamos que su influencia consiste en la reconfiguración de su sensibilidad estética, sus modos de ser y de comprender el mundo, así como también en su construcción identitaria, producida simbólicamente a partir de la relación con este y sus manifestaciones referenciales, tales como la publicidad, productos específicos, producciones culturales mediadas por relaciones económicas y de consumo, productos orientados exclusivamente a la infancia, representación del niño ideal en los medios, etc. (Curia, 2006). Dentro de las consecuencias de la expansión del mercado y el consumo a nivel social, resultan especialmente destacables los alcances de la publicidad, no tanto como medio de ofertar productos, sino más bien en su función de difusión ideológica. En este sentido, la publicidad

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debe examinarse en relación con un contexto mayor y, tal como plantea Minzi (2006), es “a través de rastros visibles de un orden conocido, [como] la publicidad moldea una noción de infancia compatible con el sistema económico, social y cultural” (p.231). Por lo tanto, a partir de la consideración de la publicidad como discurso influyente, se hace necesario no considerar inocentes o neutrales los mensajes orientados hacia la niñez y mediados por las relaciones de mercado, sino, por el contrario, problematizarlos constantemente. La visión propiciada por la publicidad consiste en la infancia como etapa dorada de la vida, en la que los problemas sociales se diluyen ante la oferta publicitaria y la felicidad es garantizada por el consumo. El mundo infantil es erigido mediante representaciones armónicas, “borrando la diversidad entre niños e invisibilizando el basamento económico de las relaciones de mercado, la publicidad logra posicionarse con un discurso democratizador y desligarse de los sinsabores de las desigualdades sociales” (Minzi, 2006, p.225). Notamos, por lo tanto, cómo la publicidad contribuye en el reforzamiento y difusión de la imagen de la inocencia en la niñez, donde la “infancia como etapa dorada no se construye solo apelando a la idea de diversión sino excluyendo el conflicto” (Minzi, 2006, p.226). En directa relación con la tecnocratización de la política y la pérdida de su carácter deliberativo a nivel social, el niño es representado socialmente como individuo aislado, habitando un mundo supuestamente armónico y sin conflictos donde, además, la mayoría de los discursos publicitarios recurre a su interpelación como individuo consumidor, invitándolo a satisfacer su deseo sin recurrir a referencias colectivas sino a reforzar la idea de “cada niño con su unidad” (Minzi, 2006). Así, “traccionados por la idea de consumo como proceso individual, los propios conceptos de “propiedad privada” y “capital” emergen en pantalla en versión infantil” (Minzi, 2006, p.235). De este modo, al eliminarse de la niñez su dimensión política, como proceso de deliberación social necesario para la transformación de la sociedad, “aunque rodeadas de referencias al movimiento y a la novedad, el mundo infantil se emparienta más con el statu quo que con el cambio” (Minzi, 2006, p.231).

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Por otra parte, la democratización de las relaciones entre el niño y su familia hacia formas menos autoritarias, arbitrarias o jerárquicas podría ser una característica predominante en la infancia actual, que se distancia, al menos en el trato cotidiano, de la forma en que ha sido vivida con anterioridad. El niño adquiere mayor participación, aunque sea solo dentro de su círculo cerrado. Por lo tanto, estos cambios, si bien son propios de una categoría de infancia en construcción, no suponen necesariamente una integración social del niño o una apertura crítica al conocimiento de las problemáticas sociales en relación con su desarrollo integral, tanto en el ámbito individual como comunitario. La libertad del niño sigue supeditada a un espacio cerrado, donde las decisiones se ven fuertemente influidas por intereses externos o que no implican un desarrollo autónomo con respecto a su posición social. Que los modos de relacionarse con los niños adquieran en la actualidad nuevas formas es una muestra más de su historicidad, pero no necesariamente de una comprensión más crítica o de la consideración del niño como sujeto político. De igual forma, no significa un abandono de la inocencia o la apoliticidad como característica esencial de los niños. Por el contrario, el niño que se dice protagonista lo es principalmente en espacios de virtualidad (en redes sociales, opinando sobre programas de televisión, o comentando los últimos juegos disponibles) en donde su participación termina por ser más simbólica que trascendente, como si la intención de apertura fuese más una consideración testimonial que un cambio verdadero orientado a devolver al niño a una posición activa en lo social, pues como idea implícita continúa vigente la percepción del niño como sujeto inmaduro, presocial, capaz de hablar, pero sin que eso signifique necesariamente alguna influencia en la transformación de los espacios que ocupa diariamente.

infancia y sus manifestaciones, pues resultaba aberrante develar en los íconos por excelencia de la niñez algún tipo de sustrato político o, peor aún, sacar a la luz diferencias y tensiones de clase. A partir de la breve revisión de situaciones históricas que han marcado la infancia en nuestro país, se busca más que un análisis descriptivo de la historia de los niños, manifestar cómo lo que hoy entendemos por infancia dista bastante de ser una categoría homogénea y transversal a la experiencia de los distintos grupos sociales. En este sentido, la comprensión de la infancia debe superar su limitación a una etapa más del desarrollo o el de concepto abstracto establecido únicamente para referirnos a niños y niñas. La consideración de la infancia como construcción histórica establece que las personas se desarrollan, no de forma aislada o en razón únicamente de pautas biológicas, sino principalmente a partir de su interacción con el resto de la sociedad y en el marco de época histórica determinada. Comprendiendo, además, que todo proceso de socialización se encuentra mediado por relaciones de poder, diferencias de clase e influencias ideológicas tendientes a la reproducción del sistema en su conjunto. En relación con lo anterior, podemos explicar el evidente contraste entre el acercamiento temprano al poder de los niños oligarcas y el desarrollo de la camaradería y la temprana conciencia social entre los huachos. (Salazar, 2011) Por otra parte, este cambio de enfoque no obedece a un simple interés por la influencia del contexto en el desarrollo individual, sino que permite una comprensión cabal de las diversas formas en que la infancia es vivida en la actualidad a partir de la consideración de esta como un proceso dialéctico de cambio entre nuevas y viejas formas que tiene lugar en un contexto determinado. Hay que tomar en cuenta que tal como plantea Sacristán (2003), los imaginarios de la infancia son construidos por los adultos a través de su relación con los niños y considerando la influencia de lo ya existente. Por lo tanto, la infancia se entiende como un conjunto de concepciones, ideas, discursos, objetos, espacios, etc., que guardan relación con los niños, la forma en que son percibidos y tratados socialmente y su relación con deter-

Conclusión y consideraciones finales Hablar sobre la infancia desde una perspectiva política no es una tarea libre de polémicas, no por nada cuando Dorfman y Mattelart (1971) escribieron Para leer al Pato Donald previeron y supieron adelantar las críticas que los sectores más conservadores de la sociedad harían al ver cuestionada la imagen pura de la

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minados proyectos de sociedad.

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tema con bastante claridad:

Se ha querido demostrar que la consideración del niño en su situación concreta, buscando su asimilación con una imagen de la infancia desvinculada de su raíz social no contribuye a su desarrollo autónomo, a la vez que resulta inútil, como plantea Salazar (2011) tender “una transparente y algo absurda cortina de humo, para separarlos de su historia real” (p.128), sobre todo si consideramos que “la historia no es un secretillo de los adultos, sino una realidad movediza y envolvente que baña a los adultos lo mismo que a los niños; aunque, tal vez, de distinta manera” (Salazar, 2011, p.129), sobreponiéndose así la realidad a todo intento por ocultarla o matizarla. Entonces, si los problemas sociales no pueden ser infantilizados, ¿cómo enfrentarlos en nuestra relación con los niños? Se ha planteado que cualquier intento por desdibujarlos o encubrirlos, además de inútil, contribuye más bien a la mantención del statu quo , en donde dichos problemas incluso pasan a ser naturalizados por niños y jóvenes que crecen sin cuestionarlos. Si consideramos, además, que todo proceso educativo, al ser político, no es neutral, resulta clave asumir un posicionamiento que no oculte los problemas sociales o busque obviarlos a partir de la supuesta incapacidad de los niños para comprenderlos. Mantener esta última postura sería insistir en la concepción del niño como tabula rasa, como ser sin historia ni conciencia, recipiente vacío presto a ser llenado. Por eso, y en oposición a esta idea, se insiste en asumir una postura transformadora que comprenda la formación de las futuras generaciones como protagonistas de los cambios y no como meros receptores atados a la lógica de la política hecha por los expertos.

Nada es más real e instructivo para los niños que el incesante movimiento de la resaca histórica que, furtiva o amenazadoramente, pincha su sensibilidad todos los días. Cargada de mensajes. Pirograbada en códigos. Sobre todo si esos niños son hijos de trabajador precarista, de obrero temporal, de padre joven que no encuentra empleo, de militante rebelde perseguido por el sistema, de madre soltera sin proyecto de futuro. La densa realidad social, cultural y política que satura la identidad de los padres tiende a ser filtrada por éstos, para exprimirles lo que debiera captar la pupila del niño, para dejar caer sobre él, gota a gota, la esencia pedagógica de esa realidad. Pero los niños no aprenden de ese elíxir, sino de la resaca histórica real que viven. No aprenden por pedagogía, sino sintiendo lo que sienten, por sí mismos. Por eso, saben mucho, desde siempre. (p.129-130) Del mismo modo, tal como lo plantea Benjamin, es en la vivencia del niño con el mundo -donde a partir del cuestionamiento que surge de lo particular y lo concreto- tiene lugar la conexión entre la percepción y la acción, convirtiéndose en semilla de conciencia revolucionaria y, al mismo tiempo, un aspecto a redimir y salvaguardar de los intentos destructivos de la escuela burguesa. (Verón, 2004) Y podría ser justamente en aquella vivencia que se opone al niño aislado del pueblo y su clase donde se revele también aquella señal secreta de lo venidero que Benjamin (1989b) entrevé en sus gestos. Con respecto a esto, Verón (2004) aclara: El contenido crítico de Benjamín apunta a que mientras la educación burguesa propone unos modelos teóricos universales del aprendizaje, erigidos desde la abstracción y la distancia, el niño vivencia permanentemente lo concreto, aprende tocando, negándose a la pasividad del estar sentado mientras que resuelve problemas haciendo solo uso de la cabeza. (P.6)

Como se ha visto con anterioridad, de ninguna manera los niños y niñas se encuentran viviendo fuera de la sociedad, por lo tanto, sus aprendizajes se encuentran mediados por esta incluso antes de iniciada su escolarización. La influencia de la ideología en los diversos espacios de socialización en los cuales los niños crecen es un ejemplo de esto, convirtiéndose en un aspecto que, al no considerarse, termina por reafirmarse, contribuyendo a la reproducción social. A propósito, Salazar (2011) se refiere al

En consecuencia, un enfoque educativo críti-

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co debe, además de situarse contextualmente, propiciar un acercamiento riguroso al espacio en el cual se encuentra el educando y a las relaciones que ahí tienen lugar. Incentivar la observación, el preguntarse y cuestionar la realidad son actividades esenciales para la formación temprana del pensamiento crítico. Deberíamos apostar, igualmente, que a medida que los niños crezcan, sean capaces de profundizar e indagar en las causas de los problemas identificados, solo así contribuiríamos a desmoronar las estratagemas de la ideología dominante en su intento por reproducirse al naturalizar lo socialmente construido. Se desprende, por tanto, que en oposición a la visión del niño aislado de la sociedad, la consideración sociohistórica de la infancia que sustenta una visión crítica en educación, sitúa a niños y niñas en directa relación con el contexto en el cual se transforman y aprenden.

clase antes que una realidad común a todos los niños y niñas. Se ha buscado, además, propiciar una reflexión en torno a la vinculación entre infancia y política de acuerdo a los distintos procesos de socialización que afectan a la niñez en la actualidad. Como resultado de esto, se sostiene que la infancia no es una categoría que se construya al margen de las relaciones de clase y que este distanciamiento temprano de los niños en relación con su contexto al mantenerlos ignorantes de su realidad contribuye justamente su pasividad social posterior y que resulta útil para la reproducción de la sociedad. Por último, haciéndose extensivo al ámbito educativo, la consideración de la infancia como construcción sociohistórica implica cuestionar las formas tradicionales de relacionarse con los niños. En oposición a un aislamiento social forzoso y al ocultamiento de la realidad por parte de los adultos o a su minimización etaria por considerarlos carentes de razón, se propone que generar las condiciones para un desarrollo crítico temprano implica un fortalecimiento, también temprano, de mayores grados de autonomía, capacidad crítica y de observación, necesarios para el cuestionamiento de las dificultades sociales y el compromiso transformador que nos permita acabar con los problemas que afectan, así como nos ha mostrado la historia, a tanto niños como adultos.

El conocimiento de las problemáticas sociales y la capacidad para comprenderlas se entienden como un proceso gradual y progresivo que se adecua al desarrollo de los niños, pero que no puede aplazarse hasta una supuesta “edad para comprender”, sino que debe iniciarse tempranamente a través de formas versátiles y adaptativas según la edad. Aspirar al desarrollo temprano de la capacidad crítica no debería ser distinto a la formación de valores socialmente aceptados como el respeto, la honestidad o la responsabilidad. De igual manera, evidenciar y no ocultar los problemas sociales que afectan diariamente a gran número de personas contribuye a evitar una formación indiferente e individualista. Por el contrario, el niño que crece con la conciencia de los problemas ajenos devendrá en una persona empática y responsable con su comunidad, con la expectativa de cambiar lo malo y no a adaptarse pasivamente. A modo de conclusión, además de confirmar que no existe una infancia prototípica, y, por otro lado, que en tanto opuesta a la idea de estado natural preconcebido o cualidad ontológica, la infancia es una construcción histórica enmarcada en determinadas condiciones sociales, se ha querido manifestar la importancia de cuestionar el discurso ideológico de la aparente apoliticidad e inocencia infantil, siendo esta en la realidad más bien un privilegio de

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Imaginarios de la naturaleza en el conflicto entre Complejo Ventanas y Puchuncavi

Osvaldo Sepúlveda M. *

Resumen En la comuna de Puchuncaví, durante la década de los 50`s se construyó la central energética más grande de Chile, el complejo ventanas. Los imaginarios de naturaleza en este territorio se vieron transformados y los tipos de vida cambiaron, afectando principalmente la producción agrícola. El complejo Ventanas es una gran fuente contaminante para la población y estos han debido vivir en una zona saturada, que posee relaciones humanas cruzadas por el conflicto entre la naturaleza, y los objetivos económicos y políticos. Palabras Claves: Puchuncavi, Ventanas, naturaleza, imaginarios, contaminación.

Dedicado a la familia Barra Olivares, ciudadanos de Puchuncaví.

* Profesor de Historia, Geografía y Educ. Cívica. UMCE, Magister en Geografía, mención Organización Urbano Regional. Universidad de Chile. Email: osvsep@ug.uchile.c

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Introducción La Constitución Política de Chile impuesta por la dictadura militar en 1980, organiza la totalidad del modelo político institucional chileno bajo una lógica neoliberal. Una de las características centrales de este modelo, es la existencia de derechos de propiedad fuertemente resguardados ante las limitadas facultades regulatorias y redistributivas del Estado. En materia de gestión ambiental ello ha repercutido fuertemente en el modelo institucional de manejo de recursos naturales. En ese sentido, Chile se caracteriza por ser uno de los países más privatistas del mundo. Son varios los ejemplos que lo corroboran. (Bustos et etal, 2015)

para la época, que le permiten funcionar con carboncillo y en casos de emergencia con petróleo, fue parte de un proceso pre capitalista productivo anterior a la implementación del modelo en Chile. Comienza a fines de los años 50’s la construcción del Complejo Ventanas, que años más tarde se convertirá en un centro degradador de toda la zona de Puchuncaví. Imagen 1. Zona de Estudio

Puchuncaví es una comuna agrícola ubicada en la región de Valparaíso (ver imagen 1), la cual comenzó a tener cambios significativos durante el siglo XX. Chile está lleno de territorios en conflicto, de comunidades amenazadas o de proyectos de inversión que proponen transformar de manera radical la geografía económica, ambiental y social del país. (Bustos et etal, 2015). Producto de las circunstancias económicas en el país, durante la década de 1930 se inició una política de crear industrias, conocido como el modelo de sustitución a las importaciones (modelo ISI) para apoyar el desarrollo de otras áreas productivas del país. La bahía de Quintero se ubica en una zona estratégica para instalar en sus terrenos la fundición Ventanas, en conjunto con la Empresa Nacional de Minería (ENAMI). Es importante realizar una distinción fundamental entre, por una parte, la literatura sobre la construcción social de la naturaleza y, por otra, la literatura sobre la producción social de la naturaleza. La distinción es que la primera se refiere a los procesos y énfasis discursivos que construyen las ideas sobre naturaleza (y la materialidad que surge como consecuencia de dichos discursos); mientras que la segunda se refiere al proceso mediante el cual el capitalismo, como modo de producción, produce un tipo de naturaleza particular de la cual derivan relaciones socio-naturales específicas (Bustos et etal, 2015). De esta forma debemos entender que el inicio de la construcción de la central termoeléctrica creada con técnicas modernas

Fuente: Minvu, 2014. El Complejo Industrial Ventanas es fundamental para el funcionamiento económico de la zona central de Chile, pero la contaminación emanada, en datos preliminares, da un marco de comprensión al modelo de contaminación y transformación que ha tenido la comuna, así también, la participación de la Empresa de Minería (en años posteriores Codelco), se ha centrado preferentemente en una productividad a alto costo para la población del lugar. Si tomamos en serio las políticas y conflictos sobre el conocimiento y su relación con el poder en el contexto de las relaciones naturaleza-sociedad, debemos interrogar críticamente la forma en

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que se producen los distintos saberes, y la influencia que estos tienen sobre nuestras prácticas y políticas. (Bustos et etal, 2015).

de descontaminación, cuando esta zona fue declarada saturada de contaminación. Desde entonces deben limitar sus emisiones de SO2 y de “material particulado” (PM10). (Diputados, 2011)

Materiales y métodos Este artículo busca entender que ocurrió con la construcción de la naturaleza en Puchuncaví, una zona rica en producción agrícola que terminó convertida en un terreno infértil. Entregar visiones acerca de la resolución y la mantención del Complejo Ventanas en el mismo lugar por más de setenta años. Utilizando información desde la historia y la geografía, para entregar datos concretos de la contaminación.

En Puchuncaví, podemos afirmar que existen sentidos materiales y físicos en las cifras de emanaciones de gases en base a estaciones de control, pero podemos afirmar que este control comenzó sólo en los años noventa. El recuerdo de un pasado mejor, está siempre presente. Asimismo, la invisibilización de las relaciones de poder en el acceso a los recursos naturales, la excesiva romantización del autarquísmo, el funcionalismo ambiental, la utilización de metáforas científicas aparentemente objetivas, la ausencia de economía política como respuesta a preguntas de investigación sobre las relaciones ser humano y medio ambiente y los enfoques que naturalizan la crisis ambiental invitan a politizar las relaciones entre ser humano y medio ambiente (Bustos et etal, 2015), de esta forma en Puchuncaví estamos frente a relaciones del ser humano con su medio ambiente, pero a su vez del ser humano con el aspecto económico, el poder y la propiedad.

La pregunta esencial de este artículo es ¿qué imaginarios de naturaleza hay detrás de las decisiones políticas sobre Ventanas? Los imaginarios de naturaleza que existen sólo tienen que ver con razones capitalistas y productivas, como así, las decisiones políticas están en una posición de superioridad social y terrenal, es decir, el bienestar político y de poder es más importante que la población de Puchuncaví. Se utilizarán una serie de datos de informes nacionales e internacionales sobre la zona en conflicto, así como datos de elementos químicos contaminantes que han sido seleccionados de diversas investigaciones científicas y publicaciones de organismos gubernamentales.

Imaginarios de producción de naturaleza en Puchuncaví La zona es declarada “zona saturada” el año 1994, producto de material particulado respirable (MP10) y dióxido de azufre (SO2) (Diputados, 2011). A pesar de los datos anteriores, la producción no se detuvo y al cabo de treinta años, tanto el espacio territorial como la empresa, fueron aumentando el tamaño del complejo industrial. Se continua dando forma a patrones de desarrollo regional—por ejemplo--, la clase y las estructuras económicas, uso de recursos de propiedad, los asentamientos humanos y patrones de migración, estructuras de poder de la comunidad, e incluso culturas locales. (W. Boyd et etal, 2011)

Antecedentes de los imaginarios de naturaleza en Puchuncaví Durante el siglo XX, anterior a la década del 50, la comuna de Puchuncaví tenía un gran espacio natural de cultivo, en sus campos proliferaba una gran producción de lentejas y arvejas. Existe en la población un recuerdo latente de estos años de producción masiva, que hoy en algunas zonas ya no existen. Numerosos estudios literarios, antropológicos, históricos, culturales y teóricos críticos de las últimas décadas, han arrojado abundante evidencia que la naturaleza es casi tan natural como parece (Cronnon, 1996).

En la discusión sobre el concepto de la naturaleza, Marx señala que es equivalente y paralelo al espacio en su desconcertante papel y poder en nuestra vida social e intelectual. (Fitzimonns, 2006). Harvey señala después que naturaleza es una abstracción concreta (Harvey, 1985), sin duda, en el caso de Puchuncaví no podemos aceptar ninguna definición de las an-

Existe una distinción preliminar entre la afirmación sobre la construcción social de nuestros conceptos de la naturaleza y de la naturaleza en un sentido material y físico. (Demeritt, 2002) . En este sentido según Demeritt, es importante señalar que desde 1994 las empresas (Enami Ventanas y Chilgener) están sujetas a un plan

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Evidencias concretas de contaminación en Puchuncaví concluyen que la concentración de arsénico, antimonio y cobre detectada, se debe a fuentes de contaminación de la industria del cobre y de plantas termoeléctricas. (De Gregory et etal, 2003) Las zonas más contaminadas, son: La Greda, Maitenes, Campiche, Puchuncaví y Nogales, entregan las cifras con valores de referencias internacionales, y con los datos de arsénico, antimonio y cobre. (CENMA, 2013). No existe en Chile una medida estandarizada para definir cuáles son los niveles de contaminación que no deben superar las emanaciones de termoeléctricas. Los tres elementos químicos que más se encuentran en los suelos de Puchuncaví son y se definen como: Arsénico: se puede encontrar en la tierra en bajas concentraciones. Es un elemento altamente tóxico. Antimonio: muy abundante en la naturaleza, se puede encontrar en suelos, agua y aire, pero

El análisis de composición química del material particulado sedimentable (MPS) arrojó que las mayores concentraciones de metales (Cd, As, Pb, Cu, Ni, Zn, Mn, V, Mo, Ni) se encuentran en la comuna de Puchuncaví, especialmente en el sector de La Greda, Los Maitenes y al interior de Puchuncaví. (CENMA, 2013). Cuadro 1. Material particulado sedimentable con mayores concentraciones de metales

C d 1,36 (mg/kg) A s 45,39 (mg/kg) P b 90,87 (mg/kg) C r 390,04 (mg/kg) N i 179,64 (mg/kg) Z n 308,49 (mg/kg) M n 467,87 (mg/kg) V (mg/ 135,59 kg) Fuente: Cenma, 2013.

Puchuncaví

Entender la naturaleza como asociada a definiciones de acceso, control y uso (Cronnon, 1996) sugiere plantear un preliminar ideario en el conflicto, este es que desde la instalación del Complejo Ventanas se han abierto nuevas líneas de comprensión sobre como los discursos asociados a la naturaleza son empleados para controlar comunidades, generar consentimiento y disciplina ambiental. (Bustos, 2012)

Cobre: metal que se encuentra en la naturaleza, pero que también puede ser liberado por actividades humanas. Si bien el cobre es importante para la salud de las personas, en concentraciones muy altas puede generar impactos negativos.

Quintero

Por el contrario, existe una importancia en la construcción o desconstrucción geográfica en Puchuncaví. No sólo el espacio natural se ha visto dañado, sino el entorno natural transformado. En términos socio espaciales es una comuna segregada, existen polos de desarrollo en la comuna diferenciados por ingresos socioeconómicos entre diversas zonas de la misma. La diferencia entre la naturaleza y la sociedad, se forma de una base epistemológica distintiva entre la comprensión subjetiva de los geógrafos humanos del mundo social y el conocimiento científico objetivo de los geógrafos físicos de lo natural. (Demeritt, 2002) Es debatible como los aspectos geográficos se han transformado en este territorio.

en bajas concentraciones. La exposición a este elemento en forma continua tiene efectos negativos en la salud de las personas.

Concón

teriores como absoluta.

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1,95

3,84

60,94

177,75

133,64

313,90

1515,19

1018,05

543,50

437,59

276,21

709,77

457,94

623,15

153,87

166,30

Según el Informe de la Cámara de Diputados (2011), las empresas que componen el Com-

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plejo Ventanas son (ver imagen 2):

de relaciones, estas son, políticas, económicas y agregaremos un concepto de gran relevancia, el abastecimiento.

AES Gener S.A.–Central Ventanas; Codelco División Ventanas; Comercial Catamutún; Enap Terminal Quintero; Puerto Ventanas S.A ; Cemento Melón ; Oxiquim S.A ; Copec; Cordex Actual Pacsa; Gasmar S.A; Central Termoeléctrica Nueva Ventanas ; Terminal de Gas Natural Licuado. (Codelco, 2006)

El Complejo Ventanas abastece principalmente de energía y una serie de otros elementos energéticos para la producción industrial y grandes proyectos mineros, Ventanas es necesario para las grandes empresas, el gobierno y la población. La producción social de la naturaleza, se refiere al proceso mediante el cual el capitalismo, como modo de producción, produce un tipo de naturaleza particular de la cual derivan relaciones socio naturales específicas (Bustos, 2012).

Imagen 2. Resumen de todo el complejo Ventanas

Las altas concentraciones de Cu en Puchuncaví superan las normas establecidas según acuerdos internacionales. Actualmente en Chile no existe una legislación sobre las concentraciones máximas permitidas de elementos tóxicos en los suelos. (González et etal, 2008) Por ejemplo, la Swedish Environmental Protection Agency postula que los suelos con una concentración total de cobre superior a 100 mg kg-1 deben ser considerados como contaminados. (González et etal, 2008). Por ejemplo en Estados Unidos, la EPA (Enviromental Protection Agency), institución encargada de fiscalizar la contaminación del medio ambiente, tiene una lista con la instrumentalización y la metodología para hacer la medición de cualquier contaminante regulado en este país. El “Method 8” es el protocolo que se ocupa para medir las emisiones de SO3 y de neblina ácida. En este país, las plantas de ácido sulfúrico deben medir sus emisiones de ambos compuestos. (González et etal, 2014 ). En Chile por su parte, no existe este tipo de protocolos, sino por el contrario los aportes de estudios científicos están preferentemente en estudios universitarios de pre y post grado. Las concentraciones de Cu total en Los Maitenes (104 a 530 mg kg-1) sobrepasan hasta cinco veces estos estándares. (Gregory et

Fuente: Codelco (2006) El complejo no sólo produce un efecto contaminante, todos de alta peligrosidad para el ser humano, pero también, se logra observar que todas las empresas que componen el complejo están en estrecha relación con la producción de energías, y por sobre todo de central de abastecimiento. La comuna de Puchuncaví se encuentra en una telaraña de problemas muy necesarios para la producción de energía a nivel nacional y además como un intrincado

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etal, 2003) Se reportaron efectos negativos asociados a las emisiones de material particulado y SO2 de la Fundición Ventanas, en las comunidades de matorrales silvestres en el valle de Puchuncaví. (Ginocchio, 2000)

P1 La greda

Antimonio (Sb) Elemento

Elemento Arsénico(As)

Zona

Elemento

Región de Valparaíso

Cobre(Cu)

Cuadro 2. Datos de contaminación de Puchuncaví en relación a máximos permitidos.

530 +- 38

52 +- 2

6.7 +- 0.3

P2 Maitenes

282 +- 1

40 +- 1

6.6 +- 0.4

P3 Campiche

329 +- 26

37 +- 1

5.5 +- 0.6

P4 Puchuncaví

255 +- 6

30 +- 2

5.7 +- 0.4

P5 Nogales

104 +- 4

13.4 +- 0.5

1.8 +- 0.2

Fuente: De Gregory et al. 2003. En los sectores de la Greda, Maitenes y Campiche, las diferencias entre las emanaciones permitidas de cobre, arsénico y antimonio superan ampliamente la norma, en cambio en Puchuncavi y Nogales estas disminuyen, pero aún están por sobre lo permitido en otros países. En Puchuncaví la alta concentración de productos contaminantes no solo es de cobre, sino también de anhídrido sulfuroso (SO2) y material particulado (MP) rico en cobre (Cu) y otros elementos como arsénico (As), plomo (Pb), mercurio (Hg) y zinc (Zn) (Gregory et etal, 2003). Respecto a la contaminación marina se determina presencia en organismos marinos, agua

y sedimentos con presencia de hidrocarburos y metales pesados tales como: plomo, cobre, cadmio, mercurio, arsénico. (Zamora, 1990). Puede ser muy interesante discutir como el complejo Ventanas ha creado nuevos imaginarios de naturaleza, en un sistema donde el capitalismo, extracción y productividad están amparados bajo la política de Estado, que guardan relación con la producción de productos mineros y sus insumos, pero por sobre todo guarda relación con el abastecimiento. Nuestro sentido de la naturaleza, surge de la verdadera historia y geografía (Fitzimonns, 2006) y en este aspecto la ecología política entrega una visión particular e importante, ante una comprensión más autocritica de lo que entendemos por naturaleza, de esta forma preguntarnos si pueden mejorar nuestros esfuerzos para proteger el medio ambiente en forma humana y sostenible (Cronnon, 1996). La historia debe entender como comenzó el conflicto y sus antecedentes, en su lugar, la geografía debe ver lo económico, social, físico, de la salud, de la percepción, en fin muchas subdisciplinas de la geografía para entender los imaginarios del conflicto, y la ecología política debe tratar estos problema dados por temas económicos y políticos de abastecimiento para la población de Chile Central, y ese sustento se hace tan imperativo con la presencia de este complejo, que no existe una voluntad política, económica ni institucional de remover ni mejorar de forma sustantiva el complejo Ventanas. La gente suele apelar a las ciencias naturales y sociales tratando de entender los problemas ambientales. (Cronnon, 1996) . Chile es un país donde cuya economía predominantemente es extractiva y depende de la mercantilización de la naturaleza y de discursos asociados que justifiquen su producción, circulación y consumo (Bustos 2014) Imaginario de construcción de naturaleza en Puchuncaví Se podría plantear en una dinámica histórica, por ejemplo, como un problema de la geografía, como un problema económico, o bien, como un problema político. Si nos centramos en un ideario económico, ya sea capitalista o marxista, la idea de la geografía de la naturaleza como un espacio social: la explotación del trabajador es al mismo tiempo la explotación

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del suelo (Harvey, 1985). Al hablar de construcción social de la naturaleza se pone énfasis en los discursos y narrativas que normalizan las ideas acerca de que es o no natural. (Bustos et etal, 2015) Así podríamos encontrar un imaginario colectivo sobre el conflicto. Si esto fuera una norma podemos llegar a entender o plantear de manera muy somera que el imaginario de naturaleza en relación a la geografía simplemente fue un espacio ocupado (Fitzimonns, 2006) , ya que este brindaba el espacio mismo para entregar las necesidades políticas y económicas respectivas, ahora bien si deseamos problematizar desde la historia nuevamente estos imaginarios, debemos señalar que desde la ecología cultural y política se ha problematizado la dicotomía naturaleza v/s cultura y se ha argumentado a favor de la idea de que la naturaleza es producida materialmente por medio de prácticas sociales (Bustos, 2012). La dicotomía histórica y geográfica cultural en la raíz de los imaginarios es que el complejo Ventanas es un centro de abastecimiento, y esta misma dicotomía sería naturaleza v/s cultura y naturaleza v/s abastecimiento.

Imagen 3. Sector de playa en Complejo Ventanas

Fuente: Diario The Clinic, febrero 2012. La propiedad es primero reducida a sólo una de sus manifestaciones, la privada, y luego naturalizada como un fenómeno que precede al proceso de formación del Estado. De este modo, las relaciones de propiedad, y en específico las relativas a la propiedad privada, quedan elevada a una categoría a priori, neutral, universal y que, existiendo por naturaleza propia, se encuentra aislada de todo proceso histórico-político y, por consiguiente, de las relaciones de poder. (Bustos et etal,2015).

Sobre el borde costero, destacan las playas de Ventanas, Horcones y Maitencillo, la primera está absolutamente inhabilitada para el baño, por tuberías submarinas que lanzan al mar los desechos de agua hirviendo, lo que ha aumentado la temperatura de las aguas, produciendo la desaparecieron o extinción total de vida marina en la zona.

Puchuncaví fue una gran zona agrícola, destacaba por sus características geofísicas del territorio, productor de legumbres, sobre todo lentejas, garbanzos y arvejas entre otras. También en sus cerros y zonas de pequeños valles la producción de trigo era destacada. Con la entrada en funcionamiento del Complejo Ventanas, toda la producción agrícola de Puchuncaví desapareció, todo esto por los gases contaminantes que se trasladan a través de los vientos, los cuales por inclinación llegan a esta zona. Un ejemplo de esto proceso ocurre en la localidad de Los Maitenes en el valle de Puchuncaví que es un área altamente contaminada por Cu, debido a que recibió por más de 35 años las descargas de emisiones gaseosas emitidas por la Fundición Ventanas (González et etal, 2014 )

La apropiación de la naturaleza permite ejercer un control de la naturaleza legitimado y resguardado por la violencia del Estado. Ello, normaliza patrones de exclusión por medio de los cuales se reproducen asimetrías de poder, inequidad y autoriza la sobreexplotación de recursos. (Bustos et etal, 2015)

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Imagen 4: Los Maitenes, Puchuncaví

Fuente: Blog Salvemos Puchuncaví, 2014

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féricas (MedioAmbiente, 2011). En este caso los encontramos en Puchuncaví, es decir, existen en Chile dos zonas netamente degradadas en sus suelos y en su naturaleza, la zona norte del país, producto de la actividad minera y la zona central en Puchuncaví, producto del Complejo Ventanas. Ha surgido una fuerte oposición a la presencia del Complejo en la actualidad, hay una fuerte pérdida de credibilidad en los datos entregados sobre el cuidado en la emanación de gases, desde Codelco.

En los suelos de Puchuncaví se encuentran importantes niveles de contaminación por cobre, arsénico y antimonio. (De Gregory et etal , 2003) .En el primer caso, los niveles exceden los valores críticos definidos en el estudio, los cuales disminuyen en función de la distancia al complejo industrial Ventanas (De Gregory et etal , 2003). La concentración de cobre, arsénico y antimonio detectada se debe a fuentes de contaminación de la industria del cobre y de plantas termoeléctricas (De Gregory et etal , 2003). El Estado a través de Indap, promueve el desarrollo agrícola de la zona, apoyan al micro productor agrícola con capital, capacitaciones y fomentando la productividad en un suelo degradado (Indap, 2014). La inequidad social produce sobreexplotación de recursos y destrucción ambiental; sobrexplotación y destrucción que al mismo tiempo induce, reproduce y ahonda la inequidad social. (Bustos et etal,2015). Los suelos de Puchuncaví están totalmente degradados sobre todo por el anhídrido sulfúrico, al igual que los suelos de Quillagua y Calama en el norte. (MedioAmbiente, 2011). Lo que sin duda guarda relación con la contaminación de los relaves mineros en esa zona del país. Es muy difícil recuperar la producción si existe una degradación química como consecuencia de la salinización, alcalinización, acidificación y contaminación de suelos, problemas que frecuentemente se pueden asociar a las descargas no tratadas de residuos industriales líquidos de la industria y de la minería en el norte del país, como también a la contaminación por agroquímicos y por la deposición de emisiones atmos-

Imagen 5. Convocatoria a reunión vecinal

Fuente: Agrupación de vecinos por Puchuncaví, 2014. Las nuevas generaciones tendrán nuevos imaginarios de la naturaleza en la comuna, quienes generaran nueva información sobre el conflicto. La construcción y producción de la naturaleza no solo creara un imaginario que se mantendrá intacto en el tiempo, podemos esperar que en el caso de Puchuncaví los imaginarios de la naturaleza no sólo sean negativos, sino por el contrario encontrarnos con una naturaleza no degradada y marginalizada. Conclusiones La naturaleza separada de la sociedad no tiene sentido, por lo mismo debemos entender la relación de la naturaleza como un producto histórico donde el trabajo es metabólicamente transformado por la naturaleza y al mismo tiempo es transformado por la misma (Bustos, 2012) Algunas conclusiones respecto al problema del conflicto:

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El colapso de la agricultura tradicional, debe ser atribuido al impacto ambiental de los efluentes provenientes de la fundición y refinería de Enami, y de la planta termoeléctrica (a carbón) de Chilgener. El uso del suelo como naturaleza en contacto con los habitantes ha sido declarado saturado y no será recuperado en un futuro cercano. La vida cotidiana en la comuna de Puchuncaví ha cambiado a través de los años, la relación con el complejo ha ido mutando desde la única empleabilidad de la zona a transformarse en el culpable de muchos problemas de la zona. La comuna de Puchuncaví vive bajo una constante mutación, existen zonas de intercambio ligados al comercio productivo del complejo, pero otras zonas están ligadas al turismo y a producciones agrícolas en las zonas más alejadas del área de influencia del complejo en aspectos contaminantes. Las zonas de Maitenes, La Greda y Campiche están saturadas en el uso de sus suelos, sus indicadores de elementos contaminantes superan normas internacionales y sus habitantes están sometidos a un constante riesgo de contaminación. Por último los imaginarios de la naturaleza en Puchuncaví seguirán transformándose, a pesar de esfuerzos sociales que están comenzando por la protección ambiental de la comuna, es necesario tener en cuenta las diversas problemáticas que vienen en temas de poder político y el ámbito del poder económico, concluyendo todo esto bajo la idea central y final de que el complejo Ventanas es el centro abastecedor de energías de Chile Central y su posición estratégica es necesaria para el desarrollo económico de Chile.

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Reseña: Dimensión Socioambiental de los conflictos territoriales en Chile

Juan José Navarro Martínez *

Introducción “Chile ubicado al Sudoeste de América como una franja larga y angosta, se ha posicionado como uno de los mayores exportadores de materias primas del hemisferio sur con variados productos y distintos tipos de alimentos, transformándose en el país que más ha suscrito TLC en el mundo” Así comienza la presentación en este Atlas “Dimensión Socioambiental de los conflictos territoriales en Chile” desarrollado por el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) y el Colectivo Geografía Crítica Gladys Armijo, donde se insertan una serie de herramientas y conceptos que permiten comprender la situación que vive actualmente el país respecto a problemáticas asociadas al modelo de producción chileno. El medio ambiente ha sido considerado muchas veces desde una perspectiva netamente ambiental, sin considerar que existen en él una serie de especias animales y vegetales y que los seres humanos también habitamos distintos medios ambientes y somos culpables de la degradación ambiental. Así mismo, la dimensión social de estos impactos afecta a la población de manera diferenciada, es decir, existen grupos de la sociedad que no ven trastocadas sus vidas, versus población que a partir de distintos * Estudiante Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) Juanj.navarro.m@gmail.com

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criterios (raza, etnia, clase) son silenciados los impactos en sus vidas. La reseña de este material se realizará en cuatro apartados. En primer lugar, explicar quiénes son los y las autores de este trabajo. Un segundo apartado, tratará acerca de las temáticas tratadas y su importancia en el contexto actual. Posteriormente, hablaremos de las metodologías usadas por ambas organizaciones para obtener información respecto al punto anterior y sacar sus conclusiones. Finalmente, la propuesta de geografía que propone este trabajo. Autores de este Atlas El Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) es una ONG que “asesora a comunidades en conflicto, para potenciar sus capacidades de gestión a favor de sus derechos ambientales. Realiza un seguimiento de conflictos ambientales, desarrolla instrumentos de gestión de éstos; investiga y difunde aspectos relacionados con la protección ambiental y los derechos ciudadanos; realiza catastros a nivel sectorial, investigaciones específicas y promueve la transferencia metodológica en la gestión de conflictos” (obtenido de su página web www.olca.cl) Su labor se encuentra en el apoyo a los procesos que viven las poblaciones a partir de los conflictos ambientales, ya sea en las áreas de plaguicidas y tóxicos, minería y medio ambiente, programa jurídico, gestión de conflictos comunicaciones, y por último el área internacional. Cabe destacar que su aporte a los conflictos siempre se encuentra desde una vereda no direccional, más bien de soporte, respecto a las decisiones que las organizaciones sociales tomen. Así mismo, el OLCA realiza una importante contribución en el brindar herramientas a las comunidades afectadas y a la población en general a partir de conceptos, metodologías de trabajo, y publicaciones, que permiten la comprensión y acción respecto a las dinámicas que emergen desde las problemáticas socioambientales. Por la otra vereda, el Colectivo Geografía Crítica Gladys Armijo “se constituye como una organización de encuentro y articulación política, social y académica que se posiciona desde una geografía crítica dialógica emancipadora,

| Revista de Historia y Geografía social y crítica.

que reflexiona, investiga y acciona desde y en la realidad social con la finalidad de aportar a los procesos de transformación socio-espacial. Para ello, trabajamos a través de la acción dialógica con los movimientos sociales y la discusión epistemológica y metodológica de la geografía, tensionándola disciplinarmente y contribuyendo al aprendizaje de la geografía como un saber estratégico para disputar espacios al capitalismo.”(Obtenido de su página web www.geografíacrítica.cl) El Colectivo Geografía Crítica Gladys Armijo se posiciona desde un enfoque dialógico donde se encuentran conocimientos disciplinares propios de la geografía y saberes territoriales emergentes propios de las comunidades locales, en ese diálogo se produce un compartir mutuo de herramientas para afrontar las nuevas dinámicas que el capitalismo en su forma neoliberal ha provocado en los territorios. Es así, como desde la vereda de la geografía crítica la transformación del espacio como está configurado actualmente es un objetivo primoridial, desde allí su postura de aportar a los procesos de transformaciones que se viven en los diversos territorios. Temas tratados en el atlas Dentro de las temáticas tratadas en este material, es primordial plantear la idea de la posición que ocupa chile en el modelo productivo mundial como un país productor de materias primas que se venden en los mercados mundiales, caso claro es el del cobre. Para llevar a cabo este tipo de modelo desarrollo es que el territorio se inserta en dinámicas globalizantes y de inversión privada transformando sus lógicas originales y trayendo consigo nuevos impactos. Es así, como en un mismo país coexisten sectores que se benefician de las actividades productivas, y por el otro sectores deprimidos de las actividades. En la nomenclatura más especializada, este proceso se denomina a partir de las regiones ganadores y regiones perdedoras. Las primeras son las regiones donde la riqueza es administrada y se toman las decisiones respecto de las empresas, ya sean trasnacionales o nacionales. El segundo tipo de región, es precisamente donde se llevan a cabo las actividades productoras de materias primas y donde las comuni-

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dades locales se ven impactadas por este tipo de actividades, sin necesariamente gozar de grandes beneficios a partir de que coexisten con la misma producción de la riqueza. A partir de esta situación, es que se han definido regiones productivas: minera, forestal, cárnica, energética y urbana. Antes de tratar temas generales de cada una de ellas, considerar que la definición de todas las regiones está dada a partir del estudio de la producción de todas las regiones administrativas, por lo que estos cinco grupos no consideran los límites de las anteriores. En primer lugar, la Región Minera, compuesta de la Región de Atacama, Antofagasta, Tarapacá, Coquimbo, Valparaíso y O’ Higgins, es donde se ubica principalmente esta actividad. Considerando el cobre como principal metal explotado su producción del año 2012 fue de 5,5 millones de toneladas donde el 30% de esta producción fue a partir del estado y el resto en manos de privados. Más allá de revisar cifras, considerar que el tratamiento de esta región está dado a partir de la influencia de CODELCO y grupos empresariales como BHP Billition, Anglo Americans o Antofagasta Minerals, en la configuración especial de la región. El impacto es en cuanto a la disponibilidad del recurso hídrico y la contaminación de este. En segundo lugar, la Región Forestal, desarrollada entre las regiones administrativas de O’ Higgins, Maule, Bío Bío, Araucanía y Los Ríos. El modelo forestal, actividad que se ha realizado desde principios del siglo XX en Chile de manera extensa, alcanza su mayor crecimiento durante la dictadura militar vía apoyo de la dictadura a través del decreto 701, aún vigente y que fomenta la actividad subvencionando gran parte de la inversión privada. La Región forestal plantea la depredación del bosque nativo por el monocultivo y las distintas fases de transformación de la materia prima para su exportación lo que trae consigo desde la afectación a la disponibilidad de agua en zonas de cultivo, hasta la contaminación de la misma en zonas de procesamiento de celulosa. En tercer lugar, la Región Energética que no presenta una continuidad geográfica concentrándose principalmente en las regiones de Antofagasta, Valparaíso y Bío Bío, son los sectores

que se encargan con mayor importancia en la producción energética ya sea a partir de termoeléctricas o hidroeléctricas. Lo interesante de la discusión acerca de la energía en Chile es preguntarse para quién se produce energía y de qué forma. En este sentido, la producción está directamente ligada a las grandes actividades empresariales emplazadas en la minería e industria, versus el impacto en las comunidades que viven cercana de las centrales, independiente de su tipo. En cuarto lugar, la Región Cárnica, se encuentra distribuida a lo largo del país, pero se considera una de las actividades fundamentales del país en este momento y al mismo tiempo una de las que más dinamiza el espacio. La producción cárnica requiere de planteles para mantener a los niveles, planteles de reproducción, de faenamiento, de producción de alimento, de procesamiento posterior, etc. Por lo tanto, es crea una interconectividad de todas las actividades necesarias dinamizando el espacio y los territorios rurales donde se encuentra. Por último, la Región Urbana, que a diferencia de las anteriores, no es una región productiva en el mismo sentido como las anteriores, sino el lugar donde se encuentra concentrado el capital financiero y donde se desarrollan las diversas actividades referentes al crecimiento urbano: ampliación horizontal, fenómeno inmobiliario, entre otros. Así mismo, el lugar donde se toman las decisiones y se produce la especialización productiva en el sector de servicios. Por otro lado, el Atlas “Dimensión Socioambiental de los conflictos territoriales en Chile”, presenta dentro de los diversos conflictos ejemplificadores de cada una de estas regiones productivas tratados los conceptos de conflicto territorial y conflicto socioambiental. Entendemos que las situaciones que el contexto nos imponen, van trayendo consigo la necesidad de utilizar los conceptos poder caracterizar las situaciones que aquejan a los y las habitantes de los territorios. Uno de estas conceptualizaciones es el conflicto territorial, donde el punto de desencuentro se da en cuanto al uso del territorio, y todos los elementos que justifican ese uso, ya sea tradicional de una comunidad campesina, como agroindustrial, desde una

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perspectiva más cercana a la globalización y el libre mercado. También, como fue mencionado, el concepto de conflicto socioambiental, es una buena herramienta de comprensión de las diversas problemáticas que ocurren en los territorios, ya que no tan sólo se plantea las cuestiones medioambientales respecto a la naturaleza y su uso, sino como estos tipos de usos están condicionados por constructos sociales y afectan a grupos determinados de la sociedad. Justamente es la población más empobrecida la que se ve afectada por el modelo productivo chileno. Son estos actores, ubicados lejos de las grandes ciudades y puntos de administración estatal, las que ven las consecuencias directas de la producción minera, forestal, energética o cárnica. Es por ello, que desde el OLCA aparece fuertemente trabajado la idea de justicia ambiental, es decir una justicia para todos los habitantes de los territorios independiente de sus condiciones. Claramente, las industrias productivas eligen zonas en donde la población no tiene un alto grado de conocimiento acerca del funcionamiento de toda la maquinaria y donde se ubican muchas veces, actores que han sido dejado de lado por el modelo de desarrollo chileno bajo la premisa de insertarlos a este, caso claro de las comunidades indígenas y campesinas. Precisamente, el modelo productivo chileno se enmarca dentro de lo que es el Extractivismo. Este modelo se basa en la producción de materias primas y en el entendimiento de la naturaleza como recurso inagotable para poder producir riqueza y valor. Consecuencia de esto, es el fuerte impacto en los modos de vida tradicionales de las comunidades indígenas, campesinas, o urbanas, en donde alguno de los eslabones de este modelo productivo se insertan. El extractivismo depreda las aguas, afecta la capacidad de regeneración del suelo, intoxica a los habitantes de los territorios, con el fin de que un selecto grupo de la sociedad se enriquezca y una población ignorada y no visibilizada sufra las consecuencias de las actividades productivas.

| Revista de Historia y Geografía social y crítica. Metodología de trabajo Pasando a este siguiente apartado, la metodología que fue utilizada en primer lugar para la definición de las diversas regiones productivas correspondió a un estudio de datos cuantitativos para poder determinar cuáles eran las principales actividades que se realizaban. En este sentido, la revisión de Producto Interno Bruto de cada región fue determinante. Además, se estudiaron estadísticas regionales para caracterizar las distintas producciones con el fin de dar datos precisos y contextualizadores. Por otro lado, como es característico de ambas organizaciones, se trabajó con comunidades afectadas y movimientos sociales que han nacido a partir de las distintas problemáticas que han aparecido producto de los impactos ambientales. En ese sentido, que da muy claro que este tipo de investigación es parte de la metodología acción participativa, así como que quienes han aportado para el desarrollo de este material son bastantes y desbordan el OLCA y el Colectivo de Geografía Crítica Gladys Armijo. Cabe destacar, la propuesta desde el Colectivo de Geografía Crítica Gladys Armijo del mapeo colectivo crítico. Esta metodología funciona a dos niveles. El primer nivel corresponde a la representación en cartografía de conocimientos, identidades y configuraciones que les son propios a cada territorio. Es así, como son localizados lugares comunes de recreación, o lugares donde se ubican las empresas, donde se observan sus impactos, etc. En un segundo nivel, el mapeo colectivo permite que se cree un diálogo entre un saber disciplinar y un saber territorial. Es un ejercicio de dispersión del saber geográfico y diálogo permanente con las realidades locales que permita una verdadera transformación del espacio desde sus propios habitantes al encontrar dentro de sus problemáticas, el modo de configuración del capitalismo en su fase actual y en el ordenamiento de la sociedad a partir de la negación y exclusión de ciertos grupos.

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Espacios & Memorias | Propuesta de geografía En última instancia, destacar que este Atlas “Dimensión Socioambiental de los conflictos territoriales en Chile”, es una material sumamente potente en la discusión acerca de un nuevo tipo de geografía que considere diversos aspectos para poder explicar las configuraciones espaciales que existen en los territorios contemporáneos. Ya hemos adelantado varios de estos elementos por lo que nos dedicaremos a tratarlos de manera más precisa. Referente a esto podemos destacar la importancia de la ecología política como un enfoque que nos permite tratar principalmente el concepto de naturaleza que las distintas sociedades tienen y como esto se traduce en una conformación espacial diferente, dependa del concepto de naturaleza que se tenga. Recordemos que la geografía desde sus inicios como disciplina ha puesto como foco la relación entre sociedad y naturaleza. La geografía así es una ciencia que puede aportar de variadas maneras en el análisis de los procesos que se están viviendo y en los constantes despojos hacia comunidades de sus derechos y depredación del medio ambiente que habitan. Al mismo tiempo, permite una crítica al Extractivismo como modelo que articula el espacio y los territorios a partir de un criterio económico que solo beneficio a ciertos grupos de la sociedad.

geográfico puede dispersarse e interactuar con las fragmentaciones producidas por el modelo Neoliberal imperante. Dialógico al mismo tiempo porque el mismo espacio es dialógico en su integridad al ser el resultado de la integración de diversos sistemas y de variados actores. La sociedad está constantemente interactuando entre sí y con el espacio. Palabras finales Este material será sumamente útil a quien desee adentrarse tanto en los ámbitos de la geografía, como de los conflictos ambientales, así como ser una herramienta potente a todos los habitantes del país, independiente de su origen y latitud, donde puedan encontrar información relevante, ejemplos de mapeos colectivos, actividades y recursos didácticos, y los impactos y puntos a discutir y disputar al modelo extractivista. Es la didáctica del territorio una forma de aproximarse a los conflictos, de comprender y analizar la realidad y al mismo tiempo una herramienta que nos permite tomar mejores decisiones a la hora de llevar a cabo acciones que busquen encontrar mejores mundo para todos y todas.

La geografía crítica en este sentido es también un aporte fundamental a estos nuevos aportes disciplinares del que este trabajo es parte. El enfoque crítico nos aporta una mirada distinta, desde una posición que intenta desentramar las configuraciones del espacio actual, entiendo que tradicionalmente la geografía ha servido como conocimiento para grupos de poder, puede al mismo tiempo, ser capaz explicar las dinámicas territoriales y al mismo tiempo servir de herramienta emancipadora. Entonces, el enfoque dialógico se vuelve un potencial método para articular este tipo de geografía. Dialógico en dos niveles, ya que en primer lugar entendemos el necesario diálogo y apertura de la academia a las problemáticas concretas y locales, en donde el conocimiento

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EQUIPO DIRECTIVO ERICK PERÉZ YAÑEZ DIEGO CALDERÓN OLATE EDITOR GENERAL GIANCARLO QUINTANILLA VELOSO COMITÉ EDITORIAL JUAN JOSÉ NAVARRO MARTÍNEZ DIEGO MUÑOZ VERGARA SEBASTIÁN MUÑOZ CARO NICOLE POBLETE HIDALGO PAULINA MORAGA TABACH COMITÉ EDITORIAL ASESOR CARLOS SANDOVAL AMBIADO. Doctor en Historia (Universidad Los Lagos), Magister en Educación. Actualmente trabaja como académico del Departamento de Historia y Geografía de la UMCE y es profesor del colegio Paulo Freire. RODRIGO ROCHA PÉREZ. Magister (C) de Estudios Culturales (Universidad ARCIS), Licenciado en Geografía y Geógrafo (UCH). Actualmente es el Director del Departamento de Historia y Geografía de la UMCE DINA ESCOBAR GUIC. Doctora (C) en Historia de América (Universidad Complutense), Magister en Historia de Chile (UCH). Actualmente es académica del Departamento de Historia y Geografía de la UMCE, donde además se desempeña como coordinadora de investigación. GUILLERO CASTRO PALACIOS. Magister (C) en Desarrollo cognitivo, Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica (UMCE). Actualmente es Director del Departamento de Educación Básica de la UMCE. PAULO ÁLVAREZ BRAVO. Magister en Antropología (UAHC), Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica (UMCE). Actualmente es académico de la UMCE y de la UDP. CARLOS FUENZALIDA FUENZALIDA. Magíster en Geografía con Mención en Recursos Territoriales (UCH), Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica (UMCE). Actualmente es académico de la UMCE.





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