RomanTica'S - 021

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corazón, así que no me fue difícil incluirla—. Al propio Yago lo nombran en Entre lo dulce y lo amargo. Pero claro, San Sebastián es una ciudad muy pequeña y escribiendo sobre el mismo periodo histórico, era normal que coincidieran en algún momento. Lo extraño hubiera sido lo contrario. No es sólo que me encariñe, es que a veces ellos me quieren contar su vida y no me queda más remedio que ponerla en papel. Luego los otros se ponen sus mejores galas porque también quieren salir en la nueva y ya está la fiesta preparada (risas). En tu libro casi se puede «oler» el chocolate, los dulces… ¿Te costó mucho documentarte para escribirlo o echaste mano de tus conoci‐ mientos culinarios? Gracias, eso me enorgullece. Intento que las descripciones sean muy visuales para que los lectores se sientan dentro de la historia. Si en algún momento lo he logrado, me doy por satisfecha. Volviendo a tu pregunta. Tuve la suerte de conocer al confitero Iñaki Gorrotxategi y me dio unas ideas estupendas. Me enseñó el Museo de la Confitería Gorrotxategi, que su padre ha fundado en Tolosa, y allí puede ver de cerca los utensilios que se utilizaban para elaborar los dulces o el cacao; hacerme una idea de cómo eran las condiciones en las que trabajaban y el modo de vida de aquella época. Una de las sorpresas fue descubrir que en ese tiempo no existía el horno en las confiterías —al menos, no en el País Vasco—. Después di con el libro del siglo XVIII Arte de repostería de Juan de la Mata. De donde saqué las recetas. Siguiendo con la documentación, ¿Qué medios usas para documen‐ tar la base histórica? Voy a la biblioteca y leo todo lo que puedo sobre el tema, la época, Historia… Visito los Archivos, museos o lo que haga falta para conseguir hacerme una composición del lugar. Tiro mucho de Internet, eso me facilita las cosas y me ahorra trabajo. Antes me daba mucha vergüenza preguntar, pero he descubierto que la gente se desvive por ayudarte y eso es algo muy grato. Y ahora, una pregunta más controvertida: ¿A qué personaje, real o literario, no le darías jamás un trozo de chocolate para que le endulzara la vida? ¿Y a quién sí? No se lo daría a los maltratadores de ningún tipo. Se lo daría a esas personas que, sin haber leído nunca una novela romántica, cargan contra ellas y contra sus lectores. Tal vez, con un trocito de chocolate fundiéndose en la boca, sean capaces de ver más allá de una etiqueta. Cuando te enfrentas a una página en blanco, que es lo primero que se te pasa por la cabeza, ¿imágenes, visiones de lo que quieres con‐ tar, o los sentimientos que quieres transmitir? Todo depende del día y de lo que tenía pensado escribir. General‐ mente ya tengo la escena y me esfuerzo por transcribirla de la mejor manera posible. A veces es más visual y otras, más profunda. Cuando te enfrentas a una página en blanco, ¿qué es lo primero que se te pasa por la cabeza? ¿Imágenes, visiones de lo que quieres contar o los sentimientos que quieres transmitir?

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