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Descubriendo la educación adventista a través del diseño, algunas lecciones tras el esfuerzo de planeación del campus de la Universidad de Andrews

Por: Andrew Von Maur y Paula Dronen

Profesor y Profesora Asociada, respectivamente, de la escuela de arquitectura en la Universidad de Andrews en Michigan, Estados Unidos.

Traducción por: David Sosa

Alumno de cuarto año de arquitectura en la Universidad de Montemorelos en Nuevo León, México.

A veces los arquitectos necesitan que se les recuerde que los lugares están diseñados para un propósito más grande que la arquitectura. Nuestro primer lugar en esta tierra fue diseñado por Dios, el arquitecto supremo, como un lugar para habitar con él. Elena G. White en su libro “Educación” nos recuerda que el Edén también era un lugar de educación, un modelo de escuela que representa lo que Dios desea que se convierta toda la tierra. Un lugar donde los estudiantes deben estar equipados para reflejar la luz de su gloria. Deberíamos multiplicar esos lugares en todo el mundo[1].

Desde nuestra caída en el Edén, Dios ha establecido lugares donde su imagen pueda ser restaurada en nosotros. En el desierto, bendijo a un arquitecto con su espíritu para diseñar y construir un tabernáculo, un lugar que describe el plan de salvación y restauración[2]. Él colaboró con Josué, Salomón, Nehemías y muchos otros para establecer un lugar en Israel para habitar con su pueblo, dejó un plan maestro para nosotros a través de su profeta Ezequiel[3]. Y ahora Él está preparando una hermosa ciudad nueva para que nosotros habitemos con él[4]. Se podría decir que la creación de lugares es fundamental para nuestra relación con Dios. Incluso nuestro salvador creció en un hogar donde él ayudaba en la construcción de cosas y lugares para las personas.

No estábamos realmente preparados para pensar en estos términos cuando el ex presidente Niels-Erik Andreasen nos invitó a actualizar el plan maestro del campus para la Universidad de Andrews en el 2012. Nuestra escuela de arquitectura y diseño de interiores había construido una reputación nacional por su excelencia profesional y diseño urbano. Junto con nuestro colega Troy Homenchuk estábamos ansiosos por liderar veinte estudiantes de arquitectura de diferentes grados, ex alumnos profesionales y socios de consultoría en este proyecto de servicio colaborativo para ayudar a transformar el futuro de nuestro campus. Poco sabíamos cuánto nos transformaría el proceso.

Las buenas prácticas arquitectónicas generalmente nos piden que comprendamos a nuestros clientes y sus objetivos. Tuvimos las reuniones habituales del comité, investigamos las políticas y los planes existentes, estudiamos las mejores prácticas históricas, documentamos el lugar existente y realizamos talleres de diseño participativo con la comunidad del campus.

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Cuando profundizas en la historia de un lugar, comienzas a realizar preguntas. ¿Qué estaban tratando de lograr estos Adventistas del Séptimo Día al trasladar la universidad de Battle Creek a Berrien Springs en 1902?, ¿Por qué era importante esto para los líderes denominacionales?, ¿Por qué estamos nosotros aquí, y para qué sirve este campus? Estas preguntas parecían importantes de responder si teníamos la inteción de ayudar a dar forma al campus para el futuro.

Por un lado, nos alentamos en que los primeros adventistas del séptimo día se adelantaron a su tiempo, defendiendo prácticas que a menudo se consideraban “modernas” en la actualidad. Sus escritos promueven una vida al aire libre y el diseño biofílico para apoyar la salud física de una manera que recuerde las prácticas de diseño de bienestar actual. Su defensa por la administración, la reutilización adaptable, y la abstinencia hacia la ostentosidad hace eco de la preocupación contemporánea de nuestra industria por el medio ambiente y la responsabilidad social. Basados en la cosmovisión bíblica, estas ideas nos equiparon con bases para la planificación maestra basada en la fe, que incluso podía ser respaldada por nuestros consultores profesionales.

Al mismo tiempo, leyendo estos textos, nos abrieron los ojos al darnos cuenta que, como maestros, tenemos mucho que aprender. En casi todas las páginas, pudimos encontrar una visión de la educación adventista del séptimo día que nos desafiaba a reflexionar cuidadosamente sobre el consejo ofrecido y nuestra experiencia actual. Por ejemplo, la vida al aire libre defendida por nuestros pioneros contrastaba con aspectos de nuestra vida real en el campus. En lugar de caminar (incluso en invierno[5]), los estudios de tráfico realizados en el campus indicaron que la mayoría de los estudiantes conducían distancias cortas desde sus dormitorios hacía sus clases. En vez de tener ventanas operables con vistas hacia la naturaleza, los edificios modernos se definen por ventanas fijas o sin ventanas y compresores de aire acondicionado que zumban rodeados de acres de estacionamientos.

En lugar de que los estudiantes trabajen en la agricultura para contribuir en el costo de su educación, la dependencia de los préstamos estudiantiles se volvió normativa. El tiempo que se pasa al aire libre disminuyó mientras que el tiempo frente a las pantallas aumentó. Nuestro campus se mudó a Berrien Springs en 1902 por los beneficios de la vida en campo, pero pareciera que habíamos adoptado un estilo de vida convencional, más sedentario, dominado por los medios y una vida más “cómoda”.

Nos preguntamos: ¿hasta qué punto esto importa? Los tiempos cambian-pensamos-, es el siglo XXI y las cosas son muy diferentes ahora. ¿Los líderes de la iglesia primitiva harían que nuestros estudiantes eviten la pasión por los deportes competitivos y les piden que trabajen en el campo?, ¿Por qué Elena G. White señalaba que “algunos no aprecian el valor del trabajo de agricultura” y que “estos no deberían planear para nuestras escuelas, ya que harán que todo avance en línea recta”?[6] Como planificadores del campus, ¿esta declaración es para nosotros?, ¿es relevante hoy en día? Y de ser así, ¿cómo implementaremos esto? Ella escribió que el trabajo de agricultura

Es esencial para una educación más favorable para el avance espiritual, porque la voz de la naturaleza es la voz de cristo, que nos enseña innumerables lecciones de amor, poder, sumisión y perseverancia[7].

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Los temas presentados fueron temas fundamentales de carácter cristiano, y que tipo de ambiente apoyaría su desarrollo.

El verdadero objetivo de la educación cristiana es restaurar la imagen de Dios en el alma[8].

Inspirada en la escuela del Edén, por lo cual, se nos pidió diseñar un lugar para que esto ocurriera. Pero cuanto más profundizamos en los escritos, más vimos que nuestro propio plan de estudios y prácticas dentro del programa de arquitectura no se alineaban completamente con la visión presentada. La priorización del trabajo manual y el desarrollo de habilidades prácticas; expectativas de la deuda estudiantil y el costo de educación; autogobierno en la vida estudiantil; la cultura académica de la competitividad y la búsqueda del reconocimiento mundano; la biblia dentro y fuera del aula; medios mundanos; dieta y prácticas de salud; ministerio comunitario; evitar grandes instituciones centralizadas con grandes edificios; casi todo lo que estábamos haciendo y viendo a nuestro alrededor parecía ser desafiado por estos textos.

Fue una experiencia convincente. Para algunos de nosotros tuvieron lugar oscuras batallas espirituales durante algún tiempo. ¿Deberíamos descartar estos textos como obsoletos o buscamos aplicar el conocimiento del que ahora somos responsables? Los pioneros parecían tan confiados. Su objetivo central es preparar a los jóvenes para ser misioneros autosuficientes y con fundamentos en la biblia.

En lugar de débiles educadores, las instituciones de aprendizaje pueden enviar hombres fuertes para pensar y actuar, hombres que son maestros y no esclavos de las circunstancias, hombres que poseen amplitud mental, claridad de pensamiento y el coraje de sus convicciones[9].

De acuerdo a ellos, esto requiere cierto entorno de aprendizaje. Cuando se discutió el diseño del campus en particular, E.A. Sutherland simplemente afirmó "el efecto de la arquitectura en las mentes plásticas de los estudiantes y prosiguió describiendo cómo el diseño puede ayudar a promover el autogobierno cristiano[10]. Al analizar varios diseños y declaraciones del campus de Elena G. White, describe una visión de la vida estudiantil y el desarrollo del carácter independiente que parece casi completamente ajeno a nuestra experiencia contemporánea. En lugar de dormitorios tipo hotel, los estudiantes se alojan en viviendas modestas que promueven la independencia y se preparan para los rigores del campo misionero.

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En lugar de centrarse en la recreación atlética, los estudiantes se dedican al cultivo y al mantenimiento de los terrenos para ejercer la mente, el cuerpo y el espíritu. En lugar de dominar la vida académica con el aprendizaje de libros, los estudiantes buscan capacitación manual en construcción y otros oficios para desarrollar habilidades prácticas y obtener ingresos que limiten la deuda estudiantil. La siguiente declaración inspirada por Elena G. White ilustra el tema común:

Por la luz que se me ha dado, debe abrirse a nuestros jóvenes, por lo que ellos, mientras asisten a la escuela, puedan aprender a usar herramientas. Los edificios deben ser erigidos en los terrenos de la escuela por los propios estudiantes[11].

Esto llevó a contemplar cómo nuestro plan de estudios de arquitectura podría abordar más plenamente tanto el diseño arquitectónico como el aprendizaje al hacerlo. Nuestros estudiantes estaban dibujando edificios en papel, en computadoras y construyendo modelos a pequeña escala, todo lo bueno que se podía hacer, sin embargo, deseamos avanzar con un propósito especial para actualizar la orientación ofrecida por nuestros educadores fieles. Nuestra perspectiva sobre cómo enseñar arquitectura fue modelada de acuerdo a las grandes instituciones del mundo, con una atmósfera “cristiana” pero ¿fue esta una educación cristiana adventista del séptimo día?

Aquí es donde nos encontramos, orando fervientemente para decidir hacia dónde ir. El plan maestro del campus de la Universidad de Andrews del 2013 expresa esta experiencia de aprendizaje de varias maneras, aunque de manera preliminar y a veces incómoda. Por la gracia de Dios, el documento del plan maestro fue adoptado y establece un marco para el futuro diseño y construcción en la Universidad de Andrews. Los diseños y planes son ilustrativos y a su vez útiles, pero su verdadero valor radica en el marco de los principios anclados en las escrituras y el espíritu de profecía.

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Nos propusimos transformar el campus, pero fue Dios quien utilizó el proceso de planificación del campus para transformarnos a nosotros y a nuestra escuela de arquitectura y diseño de interiores. No somos perfectos y estamos cometiendo muchos errores en el camino, pero deseamos recuperar la visión de la educación cristiana. El desarrollo de habilidades prácticas se está volviendo cada vez más central en nuestro plan de estudios profesionales. Estamos buscando utilizar nuestro nuevo edificio de talleres para permitir que los ingresos no relacionados con la matrícula disminuyan el costo de la educación para nuestros estudiantes.

Nuestros viajes misioneros internacionales y proyectos de servicio tienen como objetivo preparar a nuestros estudiantes como misioneros autosuficientes dentro de su profesión. Nuestros cursos de historia y teoría utilizan cada vez más la biblia en el aula y nuestro recorrido de estudio en Europa presenta el trabajo de Dios en la gran controversia en el lugar. Buscamos modelar estilos de vida saludable, activos y vegetarianos. Nuestra facultad y personal dedicados se entienden a sí mismos como un cuerpo misionero que busca desarrollar un ambiente de aprendizaje hogareño que, aunque de manera imperfecta, lleve a toda nuestra “familia de arquitectura” a Jesús.

Dios es bueno. Los alentamos a leer y considerar estos textos, en oración, por ustedes mismos. Continuaremos haciendo lo mismo con nuestros estudiantes.

[1] White, Ellen G.; Education, chapter 2 [2] Exodus 31:1-11 and Exodus 35:30-35 [3] Ezekiel 40-48 [4] Revelation 21 [5] Ellen G. White, Testimonies for the Church, Volume 2, 529.1 [6] Ellen G. White, Testimonies for the Church, Volume 6, 178.1 [7] Ibid. [8] Ellen G. White, Christian Education, 63.3 [9] Ellen G. White, Education, 1.18 [10] E. A. Sutherland, Studies in Christian Education, chapter 9: Simplicity in Buildings [11] Ellen G. White, Manuscript Releases, Volume 2, 212.2

Los pioneros parecían tan confiados. Su objetivo central es preparar a los jóvenes para ser misioneros autosuficientes y con fundamentos en la biblia. “En lugar de débiles