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Sección: Filosofía política
MATERNIDAD Y TRABAJO: LAS DOBLES JORNADAS
Por: Aurora Villeda Temoltzin | Maestra en Administración y Políticas Públicas. Presidenta de Redes Sociales Progresistas en el estado de Tlaxcala

El avance en la igualdad de género ha dado resultados favorables para las mujeres y se ve reflejado en mayores oportunidades socioeconómicas: ya que son ellas las que aportan a la economía familiar y las que toman decisiones al respecto, son las que se valoran, son las que pueden decidir qué hacer con su cuerpo y sexualidad, son las que pueden o no hacer una familia, son las que trabajan y también son las que comparten con su pareja.
Aunque el papel de las mujeres ha cambiado porque han ganado mayor participación en el campo social y laboral, aún son las cuidadoras de la casa, de los niños, de los adolescentes, de los enfermos y de los ancianos. Situación que a pesar de todas las reformas a las leyes y la implementación de cuotas, específicamente en el ámbito político, no se está resolviendo, no se está dimensionando ese cambio tan profundo en el ámbito laboral ni en las relaciones de familia, y definitivamente aún no se están haciendo políticas públicas suficientes y mucho menos se está destinando la inversión presupuestal pública y privada para poder encargarnos como sociedad, empresa, gobierno, familia o comunidad y hacer frente a la problemática de la igualdad de género que impera en el país.
Por ejemplo, los resultados que arrojan herramientas como la ENUT (Encuesta Nacional Sobre el Uso del Tiempo, 2019) muestran la enorme desigualdad entre mujeres y hombres respecto al trabajo remunerado y no remunerado, el valor social y económico del trabajo que se realiza en el interior de los hogares y el aporte que éste le da a la economía de nuestro país.
Es claro que las mujeres están retrasando el tema de la maternidad para poder desarrollarse profesionalmente, algunas hacen acuerdos con su pareja para no tenerlos o tener solo uno y otras los están teniendo muy tarde, lo que genera situaciones complicadas.

Ya no es un tema de voluntad, no es un tema de si queremos o no queremos, hay un techo de cristal que en algún momento no permite a las mujeres desarrollarse porque al hacerlo tienen una responsabilidad que no se está compartiendo o remunerando, entonces debemos preguntarnos cómo iniciar este cambio.
Es un buen momento para el reconocimiento del liderazgo de las mujeres, que participen y sobre todo que opinen y propongan dónde se deben poner los presupuestos para hacer políticas públicas de trascendencia y sobre todo más transversales, que visualicen espacios para adultos mayores y para sus hijos mientras ellas salen a trabajar.
La iniciativa privada también puede empezar por promover como parte de sus políticas internas el cuidado de los hijos igualitario, políticas de flexibilización, de medio tiempo (como la implementación de permisos de paternidad por alumbramiento o adopción para los hombres para el cuidado de sus hijos e hijas. También se pueden otorgar permisos de cuidados maternales de medio tiempo para los padres trabajadores). Políticas que permitan facilitar la negociación de la vida en pareja para que sea compatible con la vida laboral y familiar, hacen falta más permisos paternos y lo más importante, tampoco se pueden seguir tomando decisiones en ningún ámbito si no hay mujeres sentadas en esa mesa.