Matria Madre, tengo el corazón roto el aire expele un olor a muerte y formol la comida me sabe a sangre y angustia Madre, tengo el corazón roto tengo miedo a que el nudo windsor para el grado me lo cambien por uno de franela y que no haya grado, ni cena, ni vida, ni nada Madre, tengo el corazón roto hay un terror profundo en lo que escribo He soñado que floto por el río boca abajo desfigurado por los peces que se alimentan de mis sueños ahogados y que tú, en una orilla me ves pasar con la misma pinta del 24 que me regalaste el año pasado Madre, tengo el corazón roto mis ojos se han convertido en un jagüey del que beben animales y fantasmas de otras guerras de otros tiempos
Madre, estoy roto, quebrado, fragmentado anoche llorabas por la desesperanza y me contabas esa historia del muchacho con hambre que recogía los mangos y se sentaba al frente de la casa a disfrutar de ese fruto que el hambre convierte en exquisito manjar Y llorabas por él, y por mí y por el resto de mis hermanos y hermanas Y llorabas por los que ya se fueron y por los que se quedaron Por lo que siguen vivos Por los desaparecidos Madre, hace días que no duermo bien hay espectros que me visitan en la noche y la llenan de imágenes y sonidos de esa guerra que es tanto tuya como mía ¡Como del que está afuera! ¡Como del que apenas se levanta! ¡Como del que resiste en primera línea! ¡Y del que se indigna por las redes!