Animal Se sienta en su trono para desconectarse de su esclavitud, apaga su consciencia para disfrutar del festín. Enciende la caja de pandora, sube el volumen a tope para no oír los reclamos de su realidad. Se deleita con lo que sus sentidos le permiten percibir, la sangre salpica en tecnicolor, los gritos compresos a través del parlante. Se traga las noticias amarillistas y los programas de chismes, se engulle las agendas políticas, así como los anuncios publicitarios. Se saborea los crímenes, las infancias laceradas y los eufemismos, vomita prejuicios de odio e ignorancia con olor nacionalista. Se atraganta con ficciones y hechos sin discernir, defeca esbozos de una realidad tergiversada con trozos de propaganda. Ensordecido ante lamentos entremezclados con anuncios comerciales. Ciego ante imágenes explícitas y sobreestimulación. Yace inmóvil mientras el mundo lo devora a su antojo.
Por El Bardo