SueñosSobreRuedas

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oy una mujer con sentido común, muy sensible y con buen sentido del humor. Por eso soy de las personas que piensa que hay que aprovechar cada momento de la vida porque no se repetirán jamás. Me gusta andar en bicicleta porque me siento mejor antes, durante y después de subirme a cualquiera de ellas. Todo empieza cuando tomo la bici y pongo un pie en el pedal; es mi primer contacto con ella. Ya sé a dónde voy y sé que ella será mi compañera de viaje; todo lo que pase en el trayecto nos pasará a las dos. Ahora çmi bici y yo nos sentimos como una sola, todo lo que pase a partir de ese momento nos pasará a las dos. Un segundo después me impulso poniendo todo mi peso en la pierna que está sobre el pedal y comienzo a avanzar sintiendo el viento en mi cara y en las manos, ¡que rica sensación! Ahora puedo oler todo lo que pasa en mi ruta; a veces se me hace agua la boca cuando paso camino al trabajo por una cafetería que huele a pan recién horneado y a café molido. Otras veces cuando está abierto el puesto de flores, me llega una mezcla fresca que quiero llevar conmigo hasta el final del viaje. Si sé que no será agradable, respiro hondo y aguanto hasta que paso por el mercado donde venden los tacos de suadero. Escucho como música el movimiento de la cadena cuando tomo vuelito y dejo de pedalear, las llantas de la bici y el viento que choca con mis orejas. Todos los sonidos urbanos son distintos pero llegan al mismo tiempo, trato de reconocerlos todos y de disfrutarlos, aunque confieso que odio cuando los policías de tránsito suenan su silbato en mi oído cuando dan el paso. Me miran los peatones y los automovilistas cuando voy cantando al andar en bici. ¿Les extraña que alguien pueda ir alegre en su camino? Me fijo en cómo me miran cuando llegan a un grado máximo de desesperación por estar atorados en el tránsito mientras yo paso de largo sonriendo; siempre espero que por los menos sólo uno de ellos se anime algún día a probar la bicicleta inspirado en mi seño desfruncido y mi sonrisa. Es que es un gusto pasar junto a otro ciclista y sonreírnos, deslizarse ágilmente entre los coches y cerrarnos el ojo como señal de triunfo, es un momento que sólo nosotros entendemos. ¡Y con qué gusto como lo que quiera sin remordimiento de consciencia después

de una buena pedaleada! Claro, la quemada de calorías es muy importante para disfrutar un merecido premio. Me gusta saber que no soy la única que se siente así al andar en bici. A ver… sí es cierto, no somos personas comunes y corrientes, porque queremos y podemos hacer algo mejor para nosotros y por los demás, con sólo andar en bici. Suena fácil y lo es: tocamos fibras sensibles y escuchamos su punto de vista, pero nos vemos mejor, no olemos mal, vaya ¡es un gusto sentimos mejor! No hay miles de locos sueltos por las calles, ni somos suicidas, ni un estorbo. Al contrario, hacemos más bien de lo que todos creen. Vivo por la bici, vivo en la bici y vivo de la bici… ¿qué más les puedo decir?

Marie Mendoza y de la Llave ama andar en bici, a los animales, pensar cosas que a los demás no se les ocurrirían nunca; usa su creatividad en el trabajo y en su vida cotidiana, y cree que todos podemos hacer algo por nuestro planeta.

CAPÍTULO 6 — MINIFICCIONES: PARA LEER EN BICICLETA

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