MVN 186 - Julien Baker - febrero 2021

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+ RIOT GRRRLS El gruñido como reacción + MARGARITAS PODRIDAS Rubores desde Hermosillo + MABE FRATTI Magia blanca pura + RITA INDIANA Fuego en el paladar

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MVN 186

La revuelta es femenina



IRECTORIO

COFUNDADOR CECILIA VELASCO MARTÍNEZ ceci@marvin.com.mx DIRECCIÓN COMERCIAL Y RP DELHY SEGURA delhy@marvin.com.mx CLÉMENT SORIA soria.clement@gmail.com PROGRAMACIÓN WEB AURELIO VARGAS joseaureliovasan@gmail.com MARVIN TV PEDRO VELASCO pv.lphant@gmail.com DISTRIBUCIÓN EDUARDO CORTÁZAR ROSAS REPRESENTANTES EN LA REPÚBLICA TOLUCA EDUARDO URIBE MORALES aliasdg@gmail.com PUEBLA JOSÉ ANTONIO FLORES CABRERA joseantonio@marvin.com.mx PACHUCA ALFREDO GARCÍA r.u.d.o@hotmail.com

Cozumel #61- PB. Col. Roma Norte CP 06700. México DF. Tel. (55)1998 0808 (55)1998 1818 Contacto: contacto@marvin.com.mx Suscripciones: suscripcion@marvin.com.mx

www.marvin.com.mx MARVIN

COORDINADOR HOMERO NÚÑEZ homero@marvin.com.mx EDITOR ALEJANDRO GONZÁLEZ CASTILLO alejandrogc@marvin.com.mx ARTE Y CREATIVIDAD FRYDA MAGAÑA FLORES 'FRYTANGAS' diseno@marvin.com.mx NARRATIVA DIBUJADA Y CÓMIC ÓSCAR G. HERNÁNDEZ oscarghx@marvin.com.mx REDACTOR WEB KARINA CASTILLO MISAEL HIRAM COMMUNITY MANAGER PAMELA PÉREZ

EN ESTE NÚMERO COLABORAN: Diana Gutiérrez Pérez, Thelma Ascencio, Aarón Enríquez, Karina Cabrera, David Cortés, Carlos A. Ramírez, Juan Carlos Hidalgo, Rocío Valdez, Jaz Talamantes, Iraís Bermejo, Anabel Venegas, Iurhi Peña y Mónica Loya

VENTA EXCLUSIVA PARA MAYORES DE EDAD.

Título de la publicación: MVN 186:: JULIAN BEKER:: LA REVUELTA ES FEMENINA Editor Responsable Cecilia Velasco Martínez. Edición 186 correspondiente a: FEBRERO 2O21. Prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio físico o electrónico sin el permiso expreso de los editores. Los contenidos de artículos y colaboraciones firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y no reflejan necesariamente la opinión de los editores. Certificado de Licitud de Título y Contenido: 15372. Certificado Reserva de Derechos al uso Exclusivo del Título: 04-2019-012816402300-102. MARVIN es una Marca Registrada.

PUNTOS DE VENTA DIGITAL


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ONTENIDO

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GWEN Y MORISSETTE, USTEDES ME ENTIENDEN AURA ARREOLA / Refugio de arte simbiótico

LAURE BRIARD / Y su romance brasileño MARGARITAS PODRIDAS / ¿Ponerse un poco de rubor significa vestirse de mujer? LA NUBES / Del resplandor a las sombras MABE FRATTI / Magia blanca para el porvenir YOSS BONES / El flow de la flaca de Salamanca RITA INDIANA / Lengua, lumbre y mandinga


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EDICIÓN

FEBRERO 2021

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REVOLUCIONES DE MÁS DE TRES GRUÑIDOS ¿QUIÉN ES ESA CHICA? ¡LUCES, CÁMARA Y MUJERES! / De pioneras a caníbales sangrientas CANTORAS TODAS: 20 voces femeninas de Iberoamérica en un libro SERLE FIEL AL FEMINISMO EN EL MUNDO DE LA PUBLICIDAD Y NO MORIR EN EL INTENTO EL EROTISMO ES UNA AFIRMACIÓN DE LA FUERZA VITAL DE LAS MUJERES

REPORT

CENTRAL

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JULIEN BAKER / Un torbellino se tuerce dentro

COMIC

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CÓMIC Y NARRATIVA DIBUJADA / Alienation El futuro es hoy CÓMIC Y NARRATIVA DIBUJADA / Iurhi Peña #MARVINARTCHIVE / Mónica Loya


DITORIAL

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ace unos días abordé el metro cargando una mochila repleta de revistas. Impartía un taller sobre crónica musical, así que tuve que hundirme en mi colección de publicaciones polvorientas y salir de casa con cerros de papel listos para ser escaneados. En el camino, no pude evitar ponerme a hojear el material y terminé perdido entre reseñas, crónicas, entrevistas y reportajes con más de treinta años de edad. Sin duda era el único en el vagón, al andén y el tren entero leyendo en papel; pero más allá de eso estoy seguro de que en kilómetros a la redonda no había nadie metiendo la nariz en textos así de estimulantes. Francamente arrogante y necio, me sentí especial asemejándome a un viajero del tiempo, moviéndome a la velocidad de la luz, extraviado entre túneles con mis lecturas musicales como lumbrera. Y es que el periodismo musical es, hoy día, justo eso, un asunto para aferrados. Quienes escribimos o leemos sobre el tema somos obstinados a quienes poco les importa que las plataformas de lectura estén cambiando; lo único que queremos es mantener los compases y los párrafos juntos y que así, en tándem, sean estimulantes. Este número de MVN, en el que asumo el papel (el papel, vaya palabra) de editor, pretende eso: estimular. Invitarte a ti, lector, a viajar a la velocidad de la luz y hundirte en los túneles de estos textos que un puñado de expertos aferrados preparamos para ti. ¿Qué hicimos? Buscamos mujeres. Mujeres creando, transgrediendo, confrontando. Y las reunimos a todas con Julien Baker llevando la bandera. Y la neta nos emociona haberlo conseguido, porque de alguna manera alcanzamos así una nueva era. Una donde, bien sabemos, tendrás millares de opciones para entretenerte, aunque buscaremos que sea con nosotros con quienes encuentres lo que nadie va ofrecerte en esa pantalla diminuta que guardas en el bolsillo. Estimulación. Esto es MVN 186. Bienvenido. Alejandro González Castillo



OLABORAN

Diana Gutiérrez Pérez

Es escritora, editora y periodista. Fue joven creadora del FONCA en dos ocasiones. Trabajó en Reforma y Sexto Piso y ahora tiene un fanzine: Pinche Chica Chic.

Thelma Ascencio

Practicante periférica de la cultura oral y escrita, investigadora de las fuentes alternativas del conocimiento, escribe y canta en el dueto Thelma y Luis y es integrante de la comunidad artística Eres Buena y lo Sabes.

Rocío Valdez Velarca

Estudió Publicidad y Comunicación en el ITESO. Es productora en Mango Films, amante del té, los scones y escribir reflexiones solo para ella.

Juan Carlos Hidalgo

Embajador de Tuzolandia por el mundo. Su novela más reciente es Ya no más canciones de amor. Coordina las colecciones Rock para leer y Tinta sonora. Forma parte de la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica (REDPEM). Su nueva obra: Una ópera egipcia, un poemario a partir de un álbum de Los Planetas.

Karina Cabrera

Periodista y locutora. Actualmente desarrolla espacios con #MujeresAlFrente a través de la red de formación e información Sonoridad.

David Cortés

Escritor, periodista, melómano, escucha insaciable de rock mexicano y del mundo. Tiene la sospecha de que detrás de una buena canción, libro o película, siempre hay una historia de amor.

Steff Torres

Creadora de Constelaciones en la Piel, tiene un programa de radio en Bullterrier FM. Colabora en Indie Rocks!, Filter y Since 66. Se unió al área editorial del festival Nrmal 2017 y formó parte de Terrícolas Imbéciles, Penny MGMT y Grupo Eco. También es mediadora del Club del Ruido.

Jaz Talamantes Diseñadora gráfica que sí hace dibujitos. Tapatía cualquiera que le echa limón a todo. Millennial tratando de sobrevivir a la adultez. Estudió Diseño Integral en ITESO. No tengo premios.

Anabel Venegas Ilustradora, diseñadora gráfica y entrepreneur del erotismo. Le inspiran lo vintage, la comunidad LGBTTTAQ+ y el neoesoterismo. Es Cáncer, conejo de fuego y dragón galáctico rojo.

Iraís del Carmen Gestora cultural y comunicóloga con especialidad en hermenéutica de las imágenes con 15 años de trayectoria en publicidad, festivales de cine, cultura y arte. Se dedica a la investigación, exploración y experimentación del arte con enfoque en el erotismo. Codirije La Eroteca y El Festín.

Mónica Loya Es artista visual mexicana, egresada de la Licenciatura en Artes Visuales en Chihuahua (2014); actualmente vive y trabaja de manera independiente en Ciudad de México. Su trabajo comprende desde ilustración editorial, pintura y mural.

Carlos A. Ramírez Le gusta mirar películas de zombies mientras come hamburguesas y papas fritas con mucha cátsup. Extraña los tacos de tripa.

Aarón Enríquez Voyerista pop de la Narvarte. Salvaje y fresh. Periodismo, ocasional. Narrador de fracasos.

Iurhi Peña Interesada en explorar los feminismos desde la gráfica en diferentes plataformas de difusión, ha sido parte de colectivos como Autoeditoras: Hacemos Femzines y Rosa Chillante. Es parte de la editorial Femmecuir Independiente Beibi Creyzi, con la que participa en diferentes ferias de libros de arte.



MODA · FEBRERO 2021

GWEN Y MORISSETTE, ustedes me entienden TXT:: Diana Gutiérrez Pérez

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is amigos y yo bailamos “this is the rythm of the night, the night, oh yeah”, al interior del salón Crystal, donde el delicioso olor del hielo seco se mezcla con sudor. Es nuestra fiesta de graduación. Tenemos doce y trece años. Me invento una coreografía que Martha y Brenda siguen con dificultad, pues apenas pueden moverse enfundadas en sus vestidos de holanes rosa y blanco. Como me resistí a bailar el vals, asisto esa tarde al salón con un atuendo más cómodo: vestido corto de imitación mezclilla con tirantes, con blusa blanca abajo y botines negros. El pelo en una media cola sin mayores artificios, ni siquiera gel o spray. Sonrío a cada rato a la cámara de mi papá, quien graba en VHS la salida de la primaria de su hija para la posteridad. Me veo feliz, lejos del cuchicheo de las mamás ahí presentes hacia mi persona, que ahora puedo notar mientras observo el video: me siguen con la mirada y se secretean. A excepción mía, los invitados visten de manera formal. Desentono. La mejor escena viene al final cuando todos se ponen sus sacos y sus abrigos de fantasía y yo mi chamarra verde de Adidas. El viboreo en su máximo esplendor. Revivo la libertad que sentí al ir vestida como mi cantante favorita, Alanis Morissette. Hay quienes eligen a sus bandas o solistas predilectos a partir del género musical, otros definen sus preferencias por las letras, yo me baso en la forma de vestir de los intérpretes. Ahora menos, pero de adolescente me fijaba mucho en eso; en mi casa había tele de paga y me la pasaba viendo MTV. A nada de lo que oía le entendía porque todo estaba en inglés y siempre he sido mala en el listening, entonces me fiaba de mi vista, porque el amor entra por los ojos, a través de los videoclips. Este criterio me trajo buenos y malos resultados. El más infame que recuerdo fue cuando mis amigos me vieron con unos bóxers de franela a cuadros y

se atacaron de la risa. Pensé que mi outfit pegaría, que sería tendencia, porque incluía un nuevo tipo de bermuda. En efecto, mis bóxers podrían haber pasado como bermudas, sino hubiera sido porque, al tratarse de una pieza de ropa interior masculina, tenía esa ranura a la altura de la pelvis que se abría todo el tiempo. Fue la peor inversión que hice con el dinero de mis domingos. Terminé poniéndome unos mallones abajo y, aunque en mi opinión eso demeritaba el look que quería imitar de la vocalista de 4 Non Blondes, usé lo que era una aberración a los ojos ajenos varias veces más para desquitar el gasto. Linda Perry, quien ha sido compositora de grandes éxitos de Pink y Christina Aguilera, sale a cantar en el video de “What’s up?” enfundada en unos bóxers blancos con corazones, que me parecieron en su momento de lo más cool. Ni siquiera su distintivo gorro alto con visor para buceo adosado, estilo Sombrerero Loco, me llamó tanto la atención. La canción fue un one hit wonder, pero el ridículo que hice pervivirá en la memoria de mis amigos de la infancia para siempre. Tuve mis aciertos también. No supero a Gwen Stefani llorando descalza, en vestido azul marino de puntitos blancos, con cucas plateadas en el mejor cabello rubio que pueda existir, sus labios rojos perfectos, mientras le implora a alguien que se calle, en el video de “Don’t speak”. Mi hermana mayor estudiaba inglés en el Benjamin Franklin y me tradujo el nombre de la canción que, a su vez, se repetía en el coro. En un raro pop triste mezclado con ska, la cantante empapada en sudor se estremece, lanza manotazos al aire, brinca, como si con eso pudiera liberarse el dolor, contraviniendo los parámetros de conducta de las poperas románticas de la época, como Mariah Carey, Whitney Houston o Celine Dion. Siempre muy controladas, en

tacones y bien derechitas, aunque tengan roto el corazón. Esta rola musicalizó mi primera desilusión, cuando mi mejor amigo de toda la vida, después de casi una década de amistad, me confesó que quería conmigo y nos dejamos de frecuentar porque yo no quería con él. Supuse que de algo así trataba la canción y, si no, de todos modos para mí así lo era. Tiempo después me enteré de que lo que Gwen lucía en el entrecejo no era un lunar, sino un bindi, un punto casi siempre rojo, aunque puede ser un brillante, que usan los indios en medio de las cejas como símbolo de la intuición. Algo que en 2019 se puso en boga con los brillantes adheribles en el rostro o strass, a manera de maquillaje. Gwen introdujo a la pasarela pop los boyfriend jeans, los crop tops, las cadenas en los pantalones. La chica tuvo su propia marca de ropa y accesorios unisex, L.A.M.B, de la cual hubiera querido una pieza, pero me conformé con algo parecido en Diesel, donde trabajaba el hermano de una amiga y me hizo un descuento en una bolsa de vinipiel. Esa noche de la graduación, antes de que nos entreguen los diplomas por aprovechamiento, Martha y Brenda me dicen que la mamá de una de ellas, ahora no recuerdo quién, trae un vestido extra para mí, por si me lo quiero probar para “mejorar” mi presentación. Según la señora, estoy en fachas, pero yo me subo al estrado a recibir mi diploma de sexto como voy, en botines y mezclilla, para después soltarme a bailar eléctricamente “you live, you learn, you love, you learn”, el éxito reciente de mi Alanis Morissette que me palpita en el corazón. Mis papás son los únicos que aplauden en el lugar, el resto se queda en silencio. Ni modo, no siempre nuestros favoritos son los mejores a los ojos de la mayoría. Así en la moda como en la música.


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ARTES ESCÉNICAS · FEBRERO 2021

AURA ARREOLA Refugio de arte simbiótico

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TXT:: Thelma Ascencio FOT:: Ollin Miranda

sta artista interdisciplinaria, directora, coreógrafa y gestora, se caracteriza por enfocar su práctica en la especificidad de sitio, la experimentación colaborativa interdisciplinaria y las experiencias inmersivas, particularmente en diálogo con arte sonoro, artes vivas, artes visuales, música y cine experimental; pero también con la ciencias cognitivas corporizadas (4E), el pensamiento filosófico inspirado por Marie Bardet y Suely Rolnik y, recientemente, por el feminismo especulativo y la provocación de prácticas de pensamiento imaginativas y experimentales de la profesora Donna Haraway. Aura descentraliza su práctica de los terrenos escénicos para indagar desde y sobre el cuerpo y las intrincaciones entre memoria, imaginación, sensación, percepción y movimiento. En ese sentido, despliega posibilidades entre teoría y práctica, movimiento y coreografía, saberes y sentires, para forjar un corpus artístico expandido, heterogéneo, crítico y situado. La mexicana investiga y desarrolla una técnica que ha nombrado No-shibari, en clara referencia al arte del nudo japonés, con la cual explora posibilidades terapéuticas de intimidad entre desconocidos a partir del contacto afectivo y la restricción del movimiento que desencadenan los nudos. La mujer que le hace honor a su nombre irradiando luminosidad a través de sus múltiples proyectos, es co-fundadora de Sociedad de Carne y Hueso, El Festín (2016), Espacio Interior (2019) y Cuerpos en Revuelta. Se ha presentado en Japón, Chile, Colombia y distintas ciudades de México. Es becaria del FONCA, a través de Creadores Escénicos 2019 con el proyecto Vuelcos: Cartografía íntima de colaboraciones significativas; pieza interdisciplinar en la que

devela distintas relaciones espacio-temporales entre el sonido y el cuerpo, la voz y la memoria, el sensorio y la afección, el gesto y la escucha, para detonar especulaciones sonoras entre un violín que baila y una bailarina que toca. Comisionada por el Departamento de Difusión Cultural y Danza UNAM para el homenaje a Guillermina Bravo “La Bruja”, en el centenario de su nacimiento, y junto al realizador Pablo Martínez-Zárate y el músico Rogelio Sosa, surge En la memoria de los cuerpos, una de sus más recientes piezas (puede verse por el canal de Youtube de @sociedaddecarneyhueso). A partir de la pandemia, estableció un territorio de creación interdisciplinar colaborativa, incursionando en videodanza, coreo-cinema, videoperformance, streamings y otros formatos intermediales de alter-virtualidad, los cuales dan cuenta de una necesidad de experimentar en y para el presente, sobre las posibles mutaciones de las artes vivas. Convencida de que el resurgimiento de las artes del encuentro y la presencia requieren de la colaboración y el apoyo mutuo, Aura urde redes de resistencia afectiva en distintas latitudes junto con amigos artistas como Guypytsy Aldalai, Eugenia Vargas, Fernando Vigueras, Sebastián Solórzano, Evelyn Maldonado y Daniel García. En suma, las propuestas actuales de Arreola buscan generar territorios-refugio como alternativas a las tecnologías del distanciamiento físico, para imaginar y ensayar otras posibilidades de creación, de producción del deseo, de redistribución de lo sensible y lo afectivo. Busca escapar de la destructiva lógica capitalista, neocolonial y machista; o a cualquier forma de control y represión sobre los cuerpos, más aún, sobre lo viviente: del antropocentrismo a la simbiosis multiespecie.

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LAURE BRIARD Y SU ROMANCE BRASILEÑO


Nació muy cerca de Toulouse, sin embargo en algún punto de su vida encontró que la inspiración que requería para flamear sus canciones se localizaba al otro lado del Atlántico, específicamente en Brasil. “Me obsesioné con su cultura”, comenta Laure Briard al hablar de aquella tierra, aunque también de su encuentro con Boogarins; circunstancias que, a la larga, la llevarían a concretar su más reciente álbum, el fascinante Eu voo. TXT:: Alejandro González Castillo FOT:: Kamila K Stanley

Así que viviste un cambio fundamental entonces. Pues es que yo era de metal y punk, de mucho rock. De Marilyn Manson y Silverchair. Amaba a Silverchair, especialmente al cantante, Daniel Johns. Crecí en Seignosse, una villa muy pequeña, como a una hora de distancia de Toulouse. Allí la escena musical era minúscula y muy de ese tipo, con muchos grupos de metal y punk. Como a los 17 me conecté con la música pop, cuando conocí a este chico y empecé a ir a conciertos, entonces me dije: ah, esta clase de pop me gusta. Te hablo de Weezer, Ash, cosas así. Poco a poco fui adentrándome. Luego llegaron The Beatles. Años después viviste otro momento definitivo: tu encuentro con la psicodelia trópica de Boogarins. Esa banda sería muy importante para desarrollar tu futuro estilo musical. Tuve mucha suerte, pienso que nuestro encuentro fue místico. En 2017 fui a México, justamente con dos amigos mexicanos y mi banda, y estuvimos tocando en diversos sitios para luego dirigirnos a Texas, al SXSW. Precisamente allí, en Austin, toqué mucho con Boogarins. Francamente jamás había escuchado hablar de ellos pero los fui conociendo de ese modo, compartiendo escenario y platicando. La última vez que nos presentamos les dije que me fascinaba la música brasileña y me contaron que ellos podían ayudarme si quería ir a tocar allá, que no era tan difícil. No les creí, lo encontraba muy complicado. Pensé que era broma, pero tras volver a Francia mantuvimos el contacto y cinco meses después ya estaba de gira en Brasil y escribiendo canciones en portugués. Me obsesioné con aquella cultura, francamente. De ahí nació el EP Coracao louco. Y su relación sigue ofreciendo frutos al día de hoy. Eu voo, es el producto más maduro que ha caído de su árbol creativo. Este disco lo grabamos en Sao Paolo, en Dissenso Studio, con tres integrantes de los Boogarins y un músico y un ingeniero franceses.

No recurrí a ningún productor, es un trabajo que hicimos entre todos, una labor en equipo. Juntos aportamos ideas, arreglos, y me encantó trabajar así porque todos estábamos encima de los temas, enriqueciéndolos. Fue un proceso gozoso. Puede notarse eso que hablas, en canciones como “Supertrama”. Sin embargo, quisiera referirme a un detalle interesante, respecto al tema que le da título al plato, “Eu voo”. Lo escribiste bajo los efectos de un analgésico opioide, cuenta más. La historia va así. Cuando regresé a Francia luego de mi primer gira por Brasil, como ya te conté, volví obsesionada y quería escribir puras canciones en portugués, pero a las tres semanas me enfermé de neumonía. Pasé dos meses sufriendo, sin poder moverme, en casa, absolutamente encerrada. Y tomaba Tramadol a diario, de modo que estaba drogada siempre. En algún momento ingerí más de lo necesario y tuve una especie de viaje místico. La cosa es que pasé alrededor de una semana así, en ese estado. Fue un viaje muy largo donde me la viví haciendo canciones. Estaba muy inspirada. Y ya no me preguntes más. Sólo sé que así pasó. Suena bien ese plan. Viajar con drogas legales como medio. Bueno, a mí me fue bien. Pero puede ser muy peligroso. Esa suerte de obsesión que vives con Brasil, ¿a qué obedece? ¿Será que tu tierra y aquélla se asemejan? Y por otro lado, ¿de dónde viene esa necesidad de encontrar en la música del pasado una fuente de inspiración? No sé. No suelo atender las similitudes sino las diferencias. He ido a Brasil unas cinco veces y lo que puedo decir es que los brasileños reciben la música de un modo muy distinto a nosotros, los franceses. En realidad prefiero presentarme allá porque la audiencia es muy receptiva y entusiasta. No importa que nadie te conozca, para la gente se trata de escuchar música y ya. En cambio, en Francia la gente es fría y sostiene una actitud distante, como que tienes que convencer primero. Sobre la otra pregunta. Es cierto que vivo un romance con la música de fines de los años sesenta y principios de los setenta, mis canciones recurren a ese sonido, me es inevitable hacerlo y no podría explicarte por qué. Finalmente es lo que escucho a diario. Es así de simple, mis temas resultan de esa forma porque es lo que tengo cerca de mí. ¿Sabes? Encuentro tu temario muy ad hoc para musicalizar dramas amorosos en la pantalla grande. Uf. Pues a mí me encantan las películas viejas que relatan dramas amorosos, pero también las comedias musicales, la nouvelle vague y David Lynch. ¿Conoces a algún director que esté buscando música como la mía para sonorizar sus películas? Porque podemos platicar.

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SU FORMACIÓN MUSICAL COMENZÓ EN LOS TERRENOS DEL ROCK; “fui muy fan de Marilyn Manson, era lo máximo para mí”, comenta la propia Laure, tras aceptar que cuando contaba con 16 años de edad solía empuñar las baquetas para tocar la batería acompañada de algún disco del Reverendo a todo volumen. “Me daba flojera eso de aprenderme notas, acordes; seguir una partitura. Lo que yo quería irme directo a los golpes”. Sin embargo todo cambiaría un año después, y un chico sería el responsable del asunto, según ella misma comenta: “yo estaba en otra onda hasta que conocí a alguien a los 17 y nos hicimos novios. Él tenía un gran gusto hablando de música pop de los años sesenta y setenta, y en realidad me abrió las puertas a un universo nuevo. Luego ya me seguí a solas, buscando en internet y yendo a conciertos”.


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MARGARITAS PODRIDAS ¿PONERSE UN POCO DE RUBOR SIGNIFICA VESTIRSE DE MUJER?


Este cuarteto representa las nubes monzónicas que, benditas ellas, ofrecen tregua a los habitantes de ese desierto con facha de ciudad llamado Hermosillo. Y claro, se celebra su llegada. Porque el combo busca copiarle algunas mañas a My Bloody Valentine y Sonic Youth y, por si fuese poco, se acompaña de una camada de bandas lista para refrescar la escena sónica sonorense. TXT:: Alejandro González Castillo FOT:: Karl Neudert

Somos morritos de internet. Crecimos con ese recurso a la mano, todo lo que buscábamos estaba a nuestro alcance. Había que ser curioso para brincarse de un video a otro en YouTube, de cualquier época, de cualquier estilo. Así fue como nos identificamos con la música de esos tiempos y a la fecha seguimos descubriendo bandas que, no sé, nos gustan y ya. Sonic Youth, My Bloody Valnetine, Beat Happening, Broadcast… ¿Qué hay de lo hecho en México? Nos gustan Mint Field, Parque de Cometas, El Shirota… Y a la par de escucharlos nos hemos ido haciendo de herramientas para experimentar. Antes no contábamos con los pedales para sacar ciertos sonidos. Ahora nos estamos conociendo y conociendo nuestro equipo, todo mientras asimilamos nuestras influencias.

Carolina, ¿qué está pasando en Sonora, dónde se escucha música, quiénes la están haciendo? Tenemos muchos amigos que tocan en otras bandas, como Señor Kino y Sgt. Papers, o Los Cretinos Desleales y Slaves. Nos llevamos con ellas desde que hacíamos tocadas clandestinas. Hace dos o tres años rentábamos locales o invadíamos alguna casa y era divertido porque había mucha buena energía y nos hallábamos todos comprimidos en un espacio minúsculo. Esto ocurría debido a que no podíamos entrar a bares, éramos menores de edad; por eso nos inventamos espacios y organizamos tocadas con lo que teníamos a la mano. Solíamos organizar conciertos en una bodega de piñatas, por ejemplo. En cualquier momento podía llegar la policía, claro; y cuando esto pasaba pues ni modo, entre todos poníamos para la mordida. Poco a poco nos fuimos poniendo serios. Algunos grupos hicieron sus camisetas, otros grabaron disco; como que nos fuimos animando todos, quiero decir, los jóvenes de Hermosillo; porque bandas de más grandes siempre ha habido, de punk y metal especialmente. Pero ese no era nuestro rollo, fuimos jalando más gente cada vez al grado que empezaron a nacer espacios donde los menores de edad podíamos pasar. En realidad en ese tiempo Margaritas Podridas éramos los bebés.

Carolina, llama la atención lo que en su espacio de Facebook escriben sobre ustedes mismos; un grupo que “se formó en 2015 por Carolina Enríquez y Sofía León con el propósito de combatir el sexismo en la industria musical y los medios de comunicación”. Creo que yo escribí eso, hace mucho tiempo. Cuando Sofía y yo empezamos a tocar no veíamos a muchas mujeres haciendo música en Hermosillo. Y nos dábamos cuenta de cosas que pasaban en ese ambiente. En nuestra cabeza hacer una banda de mujeres era algo muy punk, y así empezó todo. No encontramos una baterista mujer, pero hallamos a Rafa; a él le gustaba lo mismo que a nosotras y además teníamos los mismos principios. A final de cuentas lo que nos importaba era hacer música. A la fecha no contamos con un mensaje político tan fuerte, sólo dejamos fluir la música, aunque de pronto si hacemos alguna referencia al enojo que sentimos por todo lo que sucede. Afortunadamente jamás hemos sido víctimas de violencia sexual o acoso, pero sí de discriminación y malos tratos por parte de promotores en ciertos eventos. Personalmente no me gusta que digan que somos una banda de morras porque invisibilizan a Rafael y Alfonso. Y los cuatro componemos y aportamos al sonido del grupo. La gente debería escuchar nuestra música y no limitarse a ese detalle. ¿Porque hay mujeres al frente todo lo que haga la banda será feminista? No. Somos más que eso. Queremos hablar de muchas otras cosas. Podemos decir, por ejemplo, que “Ceremonia” no es más que una fantasía, un conjunto de imágenes bonitas y ya, sólo eso. Es un tema para divertirse. En cambio, “Pétalos mordidos” sí es sobre violencia de género.

Y siguen siendo bebés. Pero, digan, ¿de dónde les salió ese ánimo por recuperar el sonido de los años noventa?, ¿de sus padres, de sus tíos o de sus padrinos mágicos? Simplemente nos gusta esa música. En esa época hubo muchas bandas muy buenas. Fue una gran era para la música, eso pensamos.

Rafael y Alfonso han salido a tocar con ropa de mujer, ¿eso no predispone ciertos puntos? ¿Ponerse ropa con encaje y aplicarse un poco de rubor significa que estás vestido de mujer? Vamos. Sólo se trata de tela y maquillaje, de medios de expresión que siempre han estado presentes en la música.

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CAROLINA ENRÍQUEZ, ALFONSO LÓPEZ, RAFAEL ARMENTA Y ESLI MEULY CONFORMAN MARGARITAS PODRIDAS. Su semilla tiene lugar en el día en que la primera se encontró en el canal VH1 con un documental sobre Courtney Love. “Me tronó”, comenta la cantante y bajista sobre la experiencia; “a partir de entonces supe que existían otras mujeres haciendo música, como Joan Jett, por ejemplo. Desde ahí consideré que podía hacer mi propia banda. Porque después de Hole, investigando, me encontré con Nirvana y muchos grupos más”. Nada sería igual para esa adolescente que apenas iba entendiendo lo que era estar viva en una ciudad al norte del país que, sin clemencia, se anunciaba “muy caliente y muy sola”. Así nació Margaritas Podridas, seis años atrás. Y con otras bandas, poco a poco fue dándole vida a una escena, allá, en su tierra natal; desde abajo, formulando modos de acción para una generación ansiosa por manifestarse. Hoy día, el grupo se halla listo para poner bajo la luz su disco homónimo, producido por Sebastián Neyra (Mint Field) en Onda Estudios, una obra plena de momentos como “Parabrisas”, “Celeste” y “Margaritas”; nada menos que diez instantáneas que aguardan la hora de juntar nubes en las cabezas de los que buscan un soplo de frescura entre sus más acalorados pensamientos.


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LAS NUBES

DEL RESPLANDOR A LAS SOMBRAS


Dispersan la luz en sus momentos más nítidos, brindan calma y confort al mirarlas, pero también son capaces de lanzar poderosos rayos. Se trata de Ale Campos, Emile Milgrim y Nina Souto, las mujeres detrás de esta banda que nació en el calor de Miami y en la rebeldía de sus calles repletas de street art y patinetas encontró la influencia latinoamericana. Con su álbum debut SMVT, de 2019, atrajeron rápidamente la atención dentro y fuera de su país, despuntando al ser apoyadas por Iggy Pop.

TXT:: Steff Torres @stefftorress FOT:: Esteban Chacin

luces neón. “A nosotras nos encantó México, aquella fue la última gira que hicimos y la gente que nos rodeó fue maravillosa”, explica Campos. “Siempre habíamos querido hacer algo relacionado con el skate, personalmente crecí jugando el videojuego de Tony Hawk, así que decidimos acercarnos a ese mundo con aquella canción. Es gracioso, porque el video correspondiente fue grabado al mismo tiempo que estábamos tocando en el Foro 316. Fue una noche muy divertida”. Son tiempos en donde los estándares, las modas y los cánones se caen a pedazos. A las generaciones jóvenes les interesa hablar sobre los temas que nos atraviesan. Ale lo entiende muy bien y es justamente esto lo que le ha ayudado a crecer para que tanto en Estados Unidos como en México su música encuentre eco. “Escribir es como una terapia para mí. Nunca pensé mostrar estas canciones, pero al terminarlas quería compartirlas para que otros pudieran escucharlas y se sintieran acompañados; saber así que no están solos y alguien más pasa por las mismas cosas”. Para Ale, se trataba de “crear algo con lo que se los demás se sintieran identificados”. Los últimos han sido meses difíciles para la industria músical, tiempos complicados para todos. Por suerte siempre contamos con la música para aligerar los temores y alimentar la esperanza. Campos, por ejemplo, perdió su empleo durante algunos meses debido a la pandemia, así que dedicó sus días a escribir y componer con su guitarra. De tal modo, Las Nubes han evolucionado su sonido de forma natural. Y cómo no hacerlo, si casi todo el equipo que las conforma trabaja en tiendas de música y se rodea a diario de sonidos provenientes de diversas latitudes, llenando sus mentes de ideas. “Las nuevas canciones que estamos escribiendo se escuchan más pesadas que las que presentamos en Split EP, pero al mismo tiempo tratamos de que sean pegajosas. Buscamos crear temas que se queden en tu cabeza por mucho tiempo. Algunas de mis bandas favoritas son muy pesadas, así que me gusta mucho mezclar ambas cosas”, afianza Ale al referirse al futuro. De modo que Las Nubes están listas para seguir provocando ruido, sacudiendo cuerpos sudorosos y llevando sus ideas por todo el mundo; esperando que pronto se pueda volver a los conciertos cara a cara para regalarnos un disco que muestre sus sentimientos e influencias sonoras.

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HOY DÍA LAS NUBES PRESENTAN SPLIT EP, un álbum con cuatro temas que comparten con la banda Palomino Blond, apostando así por el respaldo entre grupos locales. Para el geógrafo Piotr Kropotkin, el apoyo mutuo es un factor de evolución, pero bien podría ser también de revolución. En ese sentido, ¿hay algo más punk que sacar un disco físico en conjunto? “Somos fans los unos de los otros. Una noche después de un concierto, les envié un mensaje preguntándoles si se animarían a hacer un split con nosotras y me contestaron sorprendidos que sí, que estaban pensando hacer lo mismo. Empezamos a grabar y decidimos que cada banda tocaría dos canciones. Después, nuestros amigos de BUFU Records fueron los encargados de editar el material”, comenta Ale respecto a su relación con los miembros de Palomino Blond. Split EP se encuentra en una bella edición de vinil color rojo que se mezcla a la perfección con el arte de su portada, la cual nos muestra una luna de sangre y una silueta femenina inmersa en la oscuridad. Las Nubes nos presentan los temas “Demonize” y “Tararear”, dos composiciones muy diferentes entre sí que definen versatilidad a la vez que la imposibilidad de encasillar a sus artífices en sólo un género; garage, lo -fi o grunge. Por su parte, ellas nada más conectaron sus instrumentos y dejaron que los sentimientos fluyeran. “Cuando compongo, usualmente hago las guitarras primero, y ya que tengo la melodía la letra viene de último; pero con “Demonize” fue diferente, la letra vino a mí primero mientras miraba un documental en Netflix, 13th, el cual habla sobre la esclavitud en los Estados Unidos y la ley que la prohibía, pero que con el paso del tiempo se fue modificando. Ver todo eso me inspiró, porque aún en estos tiempos hay injusticia contra la gente de color e inmigrantes. Yo no busco que mis canciones sean como tal políticas; sólo así salió ese tema en especial, son cosas que no podemos evitar”, detalla Campos. Por su parte, “Tararear” podría pensarse que se escribió en plena pandemia, como un respiro de aire fresco al decirnos frases como: “Últimamente las cosas han cambiado, no puedo explicarlo / Las luces se me fueron”. Pero realmente no fue así. Sin pensarlo, el significado de lo que Ale estaba expresando en ese momento cambió completamente al pasar el tiempo. El video que acompaña el tema fue grabado en la última visita que Las Nubes hicieron a la Ciudad de México y apela a la nostalgia por atravesar la noche en calles repletas de gente y


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MABE FRATTI

MAGIA BLANCA PARA EL PORVENIR


Mabe Fratti optó por alejarse un tiempo de la Ciudad de México durante la pandemia, más no de sus amigos. Cuando recién comenzaba la crisis sanitaria, la compositora decidió mudarse temporalmente, con todo su equipo e instrumentos, a una ex fábrica ubicada en Coatepec, donde se recluyó para componer, grabar y mezclar algunas composiciones. Sin nada escrito, emprendió la aventura para persistir en la búsqueda de su sonido y crear el ambiente idóneo con tal de concretar la catarsis lírica que la caracteriza. TXT:: Thelma Ascencio FOT:: Sandra Blow

el proceso, es espontaneo, no está tan pensado. Mientras lo hacía me iba sintiendo mucho mejor en general. Allá en la CDMX me sentía un poco bloqueada creativamente, pero llevé a cabo un salto y salieron cosas muy diferentes. Hay tracks catárticos, otros más raros y experimentales y otros un poco divertidos”. Algunos de los colaboradores para este próximo disco que verá la luz en formato vinil a través del sello inglés Unheard of Hope, de Tin Angel, son: Claire Rousay, Ñois, Coco Badan, Álvaro Castro y Sebastián Roja; por otro lado, en la fotografía figura nuevamente su amigo de Guatemala, Kevin Frank. La guatemalteca adelantó que escucharemos una voz algo distinta, un poco seca quizá, que estará presente en los nueve tracks del álbum. Que los sintetizadores utilizados fueron análogos y que en la mezcla hay poco procesamiento y una alta fidelidad a sus primeras grabaciones. Del mismo modo, confirmó que a pesar de que escucharemos una producción electrónica en complicidad con diferentes sintetizadores, aún se siente una profunda conexión con el chelo, instrumento que toca desde los ocho años de edad y con el que sostiene una relación estrecha y cómoda. “Claro que me gusta tocar otros instrumentos”, ahonda; “pero el chelo es como mi segunda lengua. Sé que cuando quiera dejarlo lo haré, pero todavía siento mucha curiosidad por las cosas que puedo hacer con ese instrumento”. Bajo las múltiples dimensiones por las que se mueve, y sobre los vastos universos que interviene, Mabe compartió que para este año y paralelamente a este nuevo LP, también estará compartiendo su trabajo en colaboración con la DJ y productora alemana Gudrun Gut. Y a pesar de que no es la primera vez que trabajan juntas, todo indica que podrá sorprendernos el híbrido que promulga la aceptación de un estado emocional e intuitivo. Para Fratti el proceso creativo y la música representan una especie de meditación imprescindible para mantener su salud mental. Su constancia y valentía la mantienen en ambientes lúdicos, seguros y terapéuticos para enfrentar cualquier obstáculo. El juego que construye pareciera no tener límites; no se conforma, viaja por diferentes épocas sin alguna regla, es perseverante y disonante para hacer comunidad. Usa la técnica y también la cuestiona, aprovecha su historia para cocinar reflejos en una atmosfera provocativa y dulce. Utiliza su sabiduría para recorrer montañas estridentes que reviven la luz de la esperanza. Sabe mirar para adentro y a los demás. Se trata de una especie de alquimista sonora en la posmodernidad. Un alma libre que produce magia blanca para el porvenir.

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RAZONES LE SOBRABAN PARA AISLARSE. La enfermedad que nos sucumbe globalmente no sólo ocasiona la muerte, también provoca inestabilidad emocional y agotamiento espiritual para los que aún permanecemos. Y no sólo eso, la vida citadina cada vez resulta más asfixiante. La incertidumbre nos obliga a vivir al día, a no pensar mucho y actuar rápido. El confinamiento nos sometió al adentro, nos quitó el afuera y las distracciones que hay ahí. Nos hizo mirarnos e inevitablemente cuestionarnos. Un ejercicio forzado para la introspección que algunos sufrieron en solitario y otros, como Fratti, ocuparon para crear y reinventarse. En ese mismo oasis veracruzano elegido por Mabe coincidieron diferentes músicos, entre ellos la banda mexicana de psicodelia Tajak, creadora también del sello Hole Records, bajo el cual Mabe editó Pies sobre la tierra (2019) y Planos para construir (2020); además, de igual forma se dieron cita Concepción Huerta, Gibrana Cervantes y Camille Mandoki, del cuarteto Amor Muere, donde Fratti canta y toca el violonchelo desde hace casi tres años (cabe decir que gracias al esfuerzo por reunirse de las cuatro integrantes, Amor Muere se presentó en el festival online Poesía en Voz Alta, organizado por la Casa del Lago, en noviembre de 2020). Según la chelista, ese lapso que vivió acompañada por sus amigos músicos durante la cuarentena se reflejará, tanto introspectiva como colaborativamente, en su próximo material, un álbum que busca lanzar de a poco, con algunos sencillos a partir del mes de febrero. “Allá en la Orduña y en la Pitaya mantuve un estado mental más chido y mucho más inspirador como para armar una grabación. Siento que conseguí hacer un disco ecléctico que al mismo tiempo documenta mi proceso”, relata la centroamericana. Todo aquel que haya escuchado un poco de la música que Mabe crea, sabe que es imposible no sentirse conmovido, ya sea por la navegación intuitiva de su violonchelo o por su canto lleno de claroscuros que envuelven desde la sutileza. Su inquietud por conocerse a sí misma a través del sonido la ha llevado a explorar y fusionar múltiples mundos; música clásica, contemporánea, experimental, análoga y electrónica, o poesía sonora. La artista es multidisciplinaria y autosuficiente; compone e interpreta, graba, mezcla y masteriza casi toda su obra. Y aunque de carácter autotárquico, la joven conoce las bondades que se hallan en la cooperación, por lo que, como es costumbre, invitó a diferentes artistas para colaborar en su nuevo disco de nueve cortes. “Yo, -cuenta- considero este disco como algo divertido. Abraza mucho


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YOSS BONES

EL FLOW DE LA FLACA DE SALAMANCA


HOY DÍA YOSS CUENTA CON 23 AÑOS DE EDAD y su nombre figura entre las mujeres más duras del hip hop mexicano. Algo que la tiene sin cuidado, habría que decir, pues desde siempre se ha mantenido alejada de la escena. Su caso, a diferencia de otros, no es el de la seguidora del rap que creció escuchando a los clásicos encerrada en su cuarto, con los audífonos puestos. Con ella sucedió todo lo contrario. De acuerdo a sus propias palabras, jamás estuvo interesada en el género y, a la fecha, hip hop es lo último que pondría en su playlist personal. No conoce a nadie más allá de su sello discográfico, la Alzada; no le interesan los chismes, los beefs ni la historia que hay detrás de la robusta escena del hip hop mexicano. “La neta yo no conocí a nadie porque nunca escuché hip hop”, señala sin afeites “La Flaca”; “No sé quién es quién, me da igual si hay una historia o si estos están peleados con los otros, no me involucro en nada de eso. Mi gusto por la música viene de mi papá. Me acuerdo que él tenía muchos discos; le gusta mucho el soul, el r&b. En realidad él es un gran fanático de la musica negra y eso fue lo que yo crecí escuchando. De morrita me ponía los discos de la Amy Winehouse y todo eso. Por eso es que a mí me gusta cantar así, pero nunca escuché nada de hip hop mexicano”. Yoss Bones es una de las cartas fuertes de la Alzada, uno de los sellos discográficos más macizos de Guadalajara que cuenta entre sus filas con nombres como Neto Peña, Discípulos del Concreto, Lefty, Turek Hem, Zoop One, Dantik y Zornoza, entre otros. “Me acuerdo que cuando firmé con la Alzada fue porque una vez me escucharon cantar en una plaza. Yo estaba nada más cantando, como siempre, para ganarme 500 pesos, y se me acercaron los del sello para ver qué onda. Yo les dije a ellos que sí, pero no le conté nada a mis papás. Ya cuando había firmado, creo que les platiqué: A ver, no les estoy pidiendo permiso, les digo que firmé mi contrato nada más para ver cómo me va. Afortunadamente lo tomaron bien y hasta la fecha me siguen apoyando”. La voz es el filo que le ha abierto todas las cerraduras a Yoss. En el mar de propuestas del hip hop mexicano destaca inmediatamente el poderío y estilo que ha ido puliendo, muy apegado al r&b, al soul y al funk. Son pocas las raperas que además de rapear pueden cantar y hacerlo bien, al menos en México. Yoss firmó con la Alzada en 2018 y de inmediato se puso a grabar. El primer festival en el que se presentó fue Cueva del Jaguar, en Tlahuelilpan, Hidalgo, unos meses después de haber firmado contrato. En el cartel pudo alternar con Akil Ammar e Hispana; en ese sentido, probablemente la Mamba Negra era el único personaje del hip hop mexicano del que tenía referencia, y justo con ella grabó inmediatamente “Tequila y miel”. Así, en apenas

TXT:: Aarón Enríquez FOT:: Cortesía de la artista

unos meses ya había formado parte de un festival y colaboraba con una de las reinas de la escena nacional. “Estaba impactada”, comenta la guanajuatense respecto a su irrupción en la escena azteca; “Porque de inmediato me invitaron a mi primer festival en Tlahuelilpan y pues yo estaba bien nerviosa porque era un lugar bien lejos. Pensaba que todos me iban a ignorar, que iba a salir al escenario y todos se iban a voltear. Pero cuando agarré el micrófono ya había algo de gente y varios empezaron a cantar las canciones, ya se las sabían. Eso fue importante porque me di cuenta de que la gente estaba reaccionando muy bien a mi propuesta, además de que también estuve con Hispana; yo creo que es la mujer que más admiro dentro del hip hop”. La irrupción de Yoss tuvo una acogida prácticamente unánime e inmediata dentro de la escena del rap mexicano, a pesar de ser uno de los públicos más exigentes y conocedores del tema. Es común que la comunidad en redes sociales hable, ya sea positiva o negativamente, de todo lo que salga porque es una comunidad pulsante que se mantiene informada y atenta de lo que sucede dentro de ella. Sin embargo, con Yoss la recepción fue benévola incluso por parte de la crítica, a pesar de contar con un perfil que proviene del exterior de la misma. Su forma de rapear es natural, continúa aún en desarrollo, pero lo que la hace una propuesta refrescante es la voz, la cual le permite contar con muchas variantes a la hora de construir una canción. Su feeling y su swag destacan porque no se advierten forzados. “A mí lo que me gusta es cantar, podría hacerlo todo el tiempo; incluso a veces, cuando estoy haciendo una canción, me acuerdo de que tengo que rapear también. Al principio sí me daba pena ponerme a rapear porque nunca lo había hecho. Es algo que sigo aprendiendo. En realidad en la Alzada aprendo mucho de mis compañeros y todo el tiempo estamos intentando cositas para meterle a las canciones y que le gusten a la gente. Es una gran ventaja contar con un equipo así porque tengo de mi lado a un productor listo para darle vida a cualquier ritmo que se me ocurra; si quiero un beat más de Boom Bap me lo hace, si busco un beat más tranquilo o más r&b también lo arma, y si busco un reguetón lo mismo. Esto me da muchas variantes y hace que todo fluya muy bien”. Yoss está muy cerca de lanzar Negro pastel, su álbum debut. Un larga duración con 13 tracks que buscan redondear su propuesta. Temas duros, pero al mismo tiempo suaves, hablados desde la voz de una mujer contemporánea. Así mismo lo cierra la propia Yoss: “Quiero que se note ese concepto en el que pueda hablar de amor desde mi propio punto de vista, abordando todas las cosas buenas y cursis; pero también los detalles oscuros y pesados que suceden en una relación”.

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Desde la secundaria, apenas superando los 12 años de edad y aún sin el plan de dedicarse profesionalmente a la música, Jesica Yocelín Martínez Montiel, hoy conocida como Yoss Bones, ya cantaba en la iglesia cristiana de su comunidad, en Salamanca, Guanajuato, donde aprendió a modelar su voz para el coro. Tiempo después se metería a un grupo versátil para cantar en fiestas; bautizos, XV años y bodas: “hacía lo que fuera para ganarme los 500 pesos que me daban por evento”, detalla “La Flaca”, al otro lado de la pantalla.


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RITA INDIANA LENGUA, LUMBRE Y MANDINGA


Y en un punto de quiebre se instala el flow: “Ahhhh, suena la sirena/ Regresó La Montra / pa´comérselos de cena / Como un dragón / de Game of Thrones / Depué´ que abra la boca / vamo´ a ve´ qué queda…”. Y ahí no se agota el habla dominicana… se escucha arrecuete… gavela… chichí y vaina junto al spanglish del fucking bajo. La que canta es, quién mas, Rita Indiana.

TXT:: Juan Carlos Hidalgo FOT:: Cortesía de la artista

dueto, con el encargado de la polirritmia y demás debrayes musicales; estamos hablando de Eduardo Cabra, a quien antaño conocimos con el mote de Visitante. “La Motra” -como también es conocida- en términos de lo literario se basta sola, pero en la música es otra cosa; aún así durante 5 meses se concentró en escribir las 10 canciones que conformarían Mandinga times (de edición independiente) y, por supuesto, que llevó hasta ese terreno temáticas que han aparecido en su narrativa; sobre todo la corrupción latinoamericana y la persecución de los homosexuales por parte de los sectores más conservadores. Rita se ha encargado de consolidar su discurso y la defensa del habla popular dominicana (“La letra es mi vida, es mi primer alimento, antes del pan”), es decir, siempre tuvo muy claro el contenido; luego entonces fue tarea de Cabra diseñar el continente, un refractario gigante en el que podía partir desde el merengue y la electrónica para llegar hasta el rock (suenan incluso guitarras metaleras) y el reguetón. Logró un sonido muy potenciado y a años luz de distancia de la pátina amateur y punk de cuando Indiana debutó en compañía de Los Misterios. Mandinga times es exuberante, peleonero y lúcido; absolutamente futurista en cuanto a estructuras y sonido. Ahí es donde sobresale “El flaco de la mancha”, que arranca con sonidos árabes para luego dar rienda suelta a evocaciones cervantinas a través del dembow y el merengue (suena como unos MGMT en versión tropical, o a lo más inspirado de El Guincho). Y por si fuera poco, también se acerca a Borges tomando el título de uno de sus cuentos célebres para uno de los temas; en “El Zahir” se acompaña del noruego Sakari Jäntti, y las guitarras con distor acompañan las percusiones afroantillanas. Este disco te lleva hasta lo más profundo de ese Caribe atómico que anticiparan Aterciopelados. Estamos ante recursos que Cabra ya había explorado en su proyecto Trending Tropics, en 2018. Luego entonces las canciones urgentes e inspiradas se multiplican; ahí están el acelerado tema titular (junto a Kiko El Crazy), “Toy en la calle” -atascada de caló- y “Miedo”, en la que las cuerdas se funden a un medio tiempo cachondo y amoroso. Quizá un tema tan militante como “Pa Ayotzinapa” podría haber naufragado, pero hay que decir que el arreglo de Cabra, que tira del bolero, el son y un teclado cósmico, es sorprendente y saca lo mejor de la voz de Rubén Albarrán; al final, hay canción antes que consigna política. Mandinga times es una obra extraordinaria que abreva del bagaje folklórico y le inyecta una sobredosis futurista. En su interior hay contenido y compromiso, pero también poesía guarra y callejera y mucho, muchísimo arte. A fin de cuentas, Rita Indiana tiene muy claro la naturaleza de lo suyo: “A nadie le cabe duda, que lo que yo hago es pintura, medicina de la buena, de la que embriaga y te cura”.

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omo un dragón” es una canción que se desliza cual torrente de lava a toda velocidad, con el lenguaje como combustible perfecto para incendiarlo todo. Y la música es el cerillo que ahora le permite encender la hoguera, como antes lo han sido la novela y el cuento en la carrera de Rita Indiana, dominicana de nacimiento, ciudadana del mundo y caribeña por elección. Se trata de un aluvión ígneo que hace arder cualquier disciplina que toca; de hecho, se asume más como escritora, pero las ideas y las frases se le atragantaban y, a diez años de su debut discográfico, con El juidero decidió que ya era hora de volver con otro álbum. Apenas en 2018 su novela Hecha en Saturno llegó a México con dos ediciones distintas y esa ácida y afilada visión acerca de la política en el continente. En ella, Argenis Luna es hijo de un héroe de la guerrilla urbana dominicana que pasa en Cuba un tratamiento de desintoxicación mientras su carrera de pintor está hecha trizas. El protagonista regresa a Santo Domingo para experimentar el desarraigo y darse de topetazos con una sociedad contradictoria y violenta. Se trata de su quinta novela, y tiene como antecesoras a Papi (2005) -primera publicada con la editorial española Periférica y segunda en escritura-, donde recrea la figura de un mafioso local “cargado de dólares y un sinfín de coches, novias y regalos”, que representa lo que el crítico Juan Duchesne Winter llama “el neomacho global”; y La mucama de Omicunlé (2015), una obra que arranca desde el departamento de Esther Escudero, también nombrada Omicunclé, que es santera y asesora del presidente dominicano. Rita Indiana Hernández Sánchez, nacida en 1977 en Santo Domingo, consolidó en 9 años una carrera como escritora, sabiendo que en su linaje familiar había personajes ilustres -es sobrina nieta de la soprano Ivonne Haza del Castillo y trastataranieta del poeta y prócer de la Guerra de la Restauración Manuel Rodríguez Objío-. Hoy contemplamos algunas de las fotografías que aparecieron para promocionar su disco más reciente, Mandinga times, y parece que estuviéramos delante de una Grace Jones mestiza, una escultura pétrea cercana a la androginia. Desde hace años, Rita ha sido activista del movimiento LGBTTTI y protagonista de candentes polémicas; no en vano, en 2011 -año del despegue- el diario El País la consideró una de las 100 personalidades latinas más influyentes. Ella tenía una meta y sabía que no debía de parar, es por ello que en la ya mencionada “Como un dragón” suelta con veneno y jiribilla: “Dando estilla contra el suelo / por letra no te preocupe´ / Que yo soy mi propia escuela / en lo que tú sacate´ un coro / yo escribí cinco novelas”. A Rita le gusta provocar, increpar… con su imagen, con sus frases, y estas líneas se parecen a las espetadas por Residente, vocalista de la también polémica agrupación puertorriqueña Calle 13; aunque el verdadero vínculo con Indiana se dio gracias al otro miembro del


Un torbellino se tuerce dentro de

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Primero que nada, una orden disfrazada de sugerencia: para leer este texto es fundamental dirigirse a YouTube y buscar la versión que Julien Baker hace de “Rejoice” para Audiotree. Necesario también calzarse audífonos y ponerle pausa al resto del mundo porque de esa experiencia, la de testificar cómo una suerte de torbellino se tuerce dentro del cuerpo de Julien, no se sale intacto; al menos no del corazón.

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TXT:: Alejandro González Castillo FOT:: Alysse Gafkjen

el montón de canciones con las que debutaría a solas en 2015 y comenzara a presentarse en directo. Ciertamente fue así como se hizo de una fama especial. En ese sentido, las dos palabras con las que en las redes se empezó a hermanar sus composiciones resultaron básicas: catárticas y autobiográficas. El torbellino interno de la cantautora siempre ha buscado manifestarse; soplando, haciendo contrapelo con el envase que lo contiene, aparentemente frágil, inofensivo. La aparición de Turn out the lights la puso en la carretera para que encarnara el clásico ritmo de vida de quien viaja con su guitarra como único equipaje, con los sueños hechos bola en el estuche, entre cuerdas y plumillas. Sin embargo, en una maniobra inusitada, justo cuando estaba por presentarse en Austin City Limits, canceló de golpe lo que en su agenda se asomaba para regresar a la escuela, en específico a la Middle Tennessee University. A sus compañeros de clase parecía importarles poco que su vecina de pupitre fuese la estrella indie del momento; a ella misma tampoco. Sin aspavientos y con aplomo cambió la vida de rockstar por un montón de libros. A Julien le fascina la escuela. Lo certifica siempre que tiene oportunidad y poco le interesa que la califiquen de nerd. Ciertamente por aquellos días su prioridad era graduarse, aunque, de paso, amasaba otro objetivo: deshacerse del envoltorio que la cubría, de ese ego desmedido que los aplausos producen. Aquel lapso vivido entre apuntes y bibliotecas le ofreció las herramientas necesarias para, apenas arrojó el birrete por los aires, darle forma a Little oblivions, su plato más reciente. Un trabajo que marca raya respecto a su pasado al robustecer su cancionero a nivel instrumental. Según su artífice, esta nueva aventura se trata de vivir el presente, y para conseguirlo un movimiento aparentemente sencillo se asoma fundamental: transitar del mundo conceptual al físico. Con todo esto detrás, para quien esto apunta hacer una cita con Julien generó expectativas. ¿Estaba por presentarme ante una chica tímida, introvertida?, ¿sus tornados sólo se asomarían si le acercaba una guitarra y un micrófono? “No sé. Claro que puedo ser así, introvertida y seria, pero hay un cliché de por medio; ya sabes, si se trata de la chica que hace canciones tristes seguramente es alguien que nunca sonríe ni mucho menos consigue divertirse”. Tras acomodarnos los audífonos, la rubia hablaba al otro lado del monitor, sonriente, pasándose la mano por el cabello, adivinando la siguiente pregunta y adelantando la respuesta: “En realidad no soy más que alguien que se la pasa en casa, yendo y viniendo, tocando la guitarra. Llevo una vida normal, después de todo, como cualquiera”. Y como cualquiera a la caza de nuevos aires, hoy día la cantautora ha decidido mudarse a Nashville. Con la célebre canción de Chuck Berry como referente y Graceland, la mansión de Elvis como estandarte, ¿quién querría irse de Memphis?, le pregunto a Julien. “Es que es un sitio extraño, Memphis, y ahora que estoy en Nashville puedo notarlo. En realidad no hay mucho qué hacer por hacer allá, de ahí que todos terminemos echándonos la mano. Porque eso sí, Memphis cuenta con una comunidad de músicos que mantiene una relación bastante estrecha. Y precisamente esas ganas de compartir y ayudar es algo que he llevado conmigo adonde voy. En ese sentido para mí ha sido especialmente duro no tocar ante el público a raíz de la cuarentena, porque la música finalmente es una experiencia que se comparte”.

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s duro permanecer indiferente ante esa canción, “Rejoice”, ¿verdad? Finalmente hablamos de masas de aire convulsionándose; de un vórtice de palabras generando turbulencias. Con los ojos entrecerrados, al interpretar dicha composición Julien se quita todas las mordazas. Ella misma lo cuenta. Desbloquea sus venas negras y se deshace de temblores. Maldice y se queja. Ahoga el humo y atrapa luces azules, caza fantasmas. Se regocija. Y al hacerlo pela los dientes y arruga las sienes antes de que, intempestivamente, la infame página de videos apague su voz para reclamarnos que compremos alguna frivolidad. El tema de marras puede encontrarse en Sprained ankle, el plato que puso a su autora en la órbita que los cantautores de talla meteorológica surcan, tras ser propulsado desde la plataforma Bandcamp. Aquél fue el despegue de una carrera discográfica que, luego de estirarse con Turn out the lights, se pone al corriente hoy día con Little oblivions y de paso certifica que Matador Records sabe poner el ojo justo donde las balas se clavan. Aunque habría que acotar que en el camino al presente Julien se alió, casi nada, con Phoebe Bridges y Lucy Dacus para darle vida a Boygenius, un súper grupo que, también con los de Matador como mentores, ya puso en circulación un EP. De modo que las cosas parecen estar en su lugar. Baker apenas cuenta con 25 años de edad y una carrera lo suficientemente sólida como para pensar en un futuro espléndido. Por supuesto que se merece todas las palmas que recibe por parte de una generación que ha localizado en aquellos susurros que mutan en clamor más que ruido blanco para acompañar las tardes que dedican al ejercicio del scroll. Sin embargo, hay detalles en el temario de la nacida en Tennessee que no sólo han conseguido que muchos chicos despeguen los pulgares de las pantallas; en realidad otros tantos, con unas cuantas arrugas encima, ya reconsideran la sobada sentencia de que los más jóvenes poco tienen por ofrecer. Sucede que Julien no escatima cuando toma la pluma, y en ese punto, justo donde su bolígrafo descansa para agarrar aire y continuar dejándose llevar por las turbulencias, generaciones de escuchas se juntan para atender sus historias. Para la cantautora, guardarse sensaciones significa echar monedas en un bolsillo agujerado. Hablando de “Faith healer”, por ejemplo, el primer sencillo de su más reciente álbum, grabado con el apoyo de Calvin Lauber antes de que la pandemia se desatara, la mujer relata “un enfrentamiento con la disonancia cognitiva de una persona que lucha contra el abuso de sustancias, la evidencia demoledora de que lo que consumes te está dañando y el contraintuitivo pero realmente poderoso deseo de obtener el alivio que ello te aporta”. Confesarse, eso es lo que hace Baker. Después de todo creció al lado de una familia apegada a la religión (algún extracto de su álbum infantil puede localizarse en su cuenta de Instagram) y al entrar a la adolescencia supo que en esa guitarra que su padre solía empuñar era posible encontrar alivio. Así abrazó el instrumento de seis cuerdas, aunque sin hacer de lado sus estudios, para pronto juntarse a ensayar con una banda llamada Forrister. Sería cuestión de tiempo para que reuniera


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Y tú llevas compartiendo tu música desde hace años. En ese andar, y considerando lo que cuentas sobre la ayuda mutua, ¿qué tan cerca de tus amigos te encuentras actualmente? Solía creer que había cambiado, que de pronto era otra, y dudaba si mis amigos querrían estar conmigo así. Ellos se sorprendieron al oírme decirles esto y me respondieron: tu comportamiento ha cambiado, pero no tus motivaciones y valores. Fue bueno saberlo. Porque me importa seguir siendo amable y de verdad busco mantenerme haciendo música, ese tipo de cosas son importantes para mí; pero al mismo tiempo quiero sentirme amada y aceptada, como cualquiera. Y fallo, lo hago todo el tiempo, como todos. Creo que ya hice muchas tonterías, cosas que pensé eran correctas a los 16 años de edad, pero he cambiado. En el camino me he hecho de información, de otras motivaciones. Sé que te consideras lectora compulsiva. Sí, digamos que sí, soy lectora compulsiva. Y te gusta especialmente la Filosofía. Sí. ¿Todo eso que lees termina formando parte de tus canciones; tus lecturas filosóficas, por ejemplo? Es interesante el tema. Sucedió especialmente en el disco anterior, Turn out the lights. Cuando aún era posible salir a tocar, a veces aprovechaba el tiempo entre las presentaciones para echarme a leer, aunque no precisamente libros de ficción, sino de Teología, Filosofía y Sociología; sí, mis temas favoritos. Me gusta estar enterada de cómo funciona el mundo y el ser humano para obrar en consecuencia. Sin embargo con Little oblivions, mi nuevo disco, comencé a adentrarme más, ahora sí, en lecturas de ficción. ¿Novelas? Sí. Porque finalmente las novelas se parecen a las canciones: desarrollan personajes y describen experiencias. Son una especie de microcosmos. Sí, eso, tal como ocurre con las canciones.

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Es verdad, hay canciones que podrían funcionar como una novela. Es que, en mi caso, de pronto no es simple separar la vida personal de mi labor como compositora. A mí me gusta hablar de lo que sé, así que, ¿quién más que yo podría describir lo que pasa en mi cabeza? Tal como haces en “Faith healer”. Por cierto, ¿será que la fe cura? ¿De qué tipo de fe hablas? En esa canción en especial me pregunto, ¿es la fe suficiente para aliviarte? Pasa con la religión, mueve mecanismos de ayuda, pero ¿qué ocurre si no basta con ello, si eso no funciona? La justificación en ese caso consiste en decir: algo estoy haciendo incorrectamente. Entonces cambias de sistema, buscas otro que te alivie. Y no sé si así deba funcionar. Particularmente este punto comenzaba

a volverme loca mientras leía sobre Filosofía. Consumía información tratando de encontrar La Verdad. ¿Quién te dice como obrar correctamente? ¿Karl Marx, Jesús? Todos queremos sentir alivio. Ahora pienso que no existe un remedio que debamos descubrir; uno mismo tiene que hacerse cargo de las cosas que lastiman. En ese sentido las canciones pueden ofrecer claves, de ahí que algunos las adoren. Todos adoramos algo. Esa es la verdad. Aunque no precisamente se trata de un asunto espiritual, de algo que una sentimentalmente a las personas entre la tierra y el cielo. Algunos dicen: cuéntame en qué gastas tu tiempo y te diré qué es lo que adoras. Así que puedes adorar a tu pareja, a tu trabajo, al dinero. Si echo una mirada a mi caso, bueno, parecería que adoro a la música, ¿no? Porque sí, las canciones son fieles. Intangibles, misteriosas. Puras, inexplicables. Son algo bueno qué adorar. Alcanzo a ver el lomo de un perro paseándose por tu habitación. Ya hablamos de temas densos; bajemos a la tierra, cuenta, ¿qué te ha enseñado ese animal? ¡Beans! Para mí ha significado volverme muy paciente. Pero no sólo con ella, sino con todos. Al paso del tiempo he ido aprendiendo a ser igual con otros seres humanos. Existe la idea de que los perros son la representación más pura del amor, y es cierto; Beans llegó a mi vida cuando era cachorra y no sabes, lo destruía todo, pero aún con todo el desastre que generaba se acercaba a mí y yo no podía evitar pensar: mh, a pesar de todo la sigo amando. Entonces me decía mí misma: esta perrita es muy pequeña, tiene mucho por aprender, mucho por socializar, así que debes ser paciente y darle lo mejor de ti mientras ella siga con su camino de aprendizaje. A nivel práctico, a veces tengo sueño o pereza, pero debo levantarme de la cama y sacarla a pasear. Eso es particularmente difícil, pero así son las cosas; los animales te empujan a cambiar. Hablas de dificultades. Pocas cosas tan complicadas como dejar la excitante vida de rockstar para regresar al aburrido y predecible mundo universitario, tal como hiciste tú. Ja. ¿Vida de rockstar?, ¿yo? Bueno, esa es una vida dura. Salir de viaje todo el tiempo, dar entrevistas, tomarte fotos. Honestamente no es tan sano vivírsela así, de gira, es rudo no ver a tus amigos, a la gente que quieres. Hubo un momento donde tuve que reformularme ciertas cosas, cómo me relacionaba con todo. En cierto punto crítico pensé volver a casa y allí pasarme un semestre, sin hacer nada, pero decidí algo mejor: regresar a la escuela. Y estuvo bien. Lo tomé como un reto, además. Dejé de verme a mí misma como una figura pública, dejé de sentir esa responsabilidad y me dediqué a concentrarme en ser una persona que quiere estar mejor, con sus amigos, con su familia... ¡Y con Beans! Y con mi Beans, por supuesto.


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Revoluciones de más de tres gruñidos TXT:: Karina Cabrera / @karipunk

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Mientras algunos saltaban del glam y hard rock al grunge y el britpop, durante un breve y explosivo período, a principios de los años 90, un movimiento puso la voz de las mujeres en la cultura popular de una manera que no se había escuchado antes.

LA OTRA HISTORIA Tal como nos han contado la historia de la música, antes de 1991 este tipo de bandas era la anomalía. La idea de que mujeres jóvenes tuvieran un papel activo en cualquier parte de la cultura pop parecía algo radical. Sin embargo, las riot grrrls no fueron las primeras, estaban paradas sobre los hombros de al menos cuatro generaciones de músicas, muchas de ellas enterradas en el olvido, y su temperamento desafiante. Su evolución y legado es una celebración de la vida interior femenina. Aquel verano riot grrrl nos sirve para mirar adelante con grandes expectativas y hacia atrás con las diferentes luchas vividas. Aunque habría que insisitir: no es que en ese preciso instante se hubieran dado los primeros pasos. En realidad, analizar dicho momento implica revisar e interpretar diferentes períodos y descubrir las diversas escenas que lograron infiltrarse. Para entonces ya existían las bandas y ya se había documentado su existencia; incluso Kathleen Hanna se burla un poco al respecto en la canción “Crochet”, de The Julie Ruin, al decir: “just another book about women in rock”. La bibliografía existía; la difusión fue bloqueda. 1991 fue el momento perfecto para que se concretara de forma masiva la presencia de las mujeres en el underground. Esto tuvo lugar con

una agenda política muy clara, producto de un proceso que Mavis Bayton expone en su tésis de doctorado How women become rock musicians. Ahí no sólo se explica la influencia de las teddy girls y los estereotipos que rompió el punk en las décadas de los 70 y 80; se ahonda sobre cómo la cultura estudiantil permitió la participación de las mujeres en muchas actividades en las que era difícil encajar en una rutina de 9 a 5. Y ni hablar de reunir a las integrantes de una banda en el mismo lugar y crear una red de apoyo que permitiera el acceso a los instrumentos. Sin embargo, antes de avanzar hacia el grito de “chicas al frente” de las riot grrrls y observar su relación con los hechos de finales de la década de los 70 y la actualidad, necesitamos saltar hacia el pasado. Hay claras razones sociales y comerciales para que estas mujeres se perdieran en el registro de la música. Por eso es necesario reescribir períodos completos de la historia, encontrar a las protagonistas en sus propios contextos, incluso en entornos lejanos de los espacios públicos. Así tendríamos una nueva perspectiva sobre lo privado apropiándose de lo sociopolítico en la música. CHICAS EN EL GARAGE Se habla de que en los años 90 una gran cantidad de bandas apareció, pero creer que el antecedente de esta situación se encuentra en las décadas de los 70 y 80 no es real. Esto no comenzó con The Runaways o con The Go-Go’s; grupos de los años 60 como Ace of Cups, She, The Girls, Goldie & The Gingerbreads, The Untouchable, The Pleasure Seekers, The Liverbirds y muchas otros formaron parte de una oleada de adolescentes que sabía que el rock & roll le pertenecía tanto como a cualquier otra persona. Tampoco se trata de un una historia centrada en Estados Unidos e Inglaterra. Podemos encontrar a chicas tomando sus instrumentos en Alemania (Die Sweetles), Argentina (Las Mosquitas), Canadá (Les Beatlettes), Dinamarca (Cheetas, Les Filles, The Parrots), Finlandia (The Cimmats), Indonesia (Dara Puspita), Japón (Tokyo Happy Cats), México (Las 4 y T y Las Mary Jets), Noruega (The Dandy Girls), Nueva Zelanda (The Fair Sect), Singapur (Dorothy & the Vampires) y Suecia (Les Angeliques, MAK Les Soeurs) . El registro es amplio y se siguen sumando nombres y sencillos en el rescate histórico. En ese sentido, la serie Girls in the garage (1987) fue la primera colección que llenó ese hueco en la historia de la música con toques de caos, ácido lisérgico, guitarras con reverb, el súper fuzz y un ritmo masivo que mostraba una cruda arrogancia. Las chicas en el garage. Una era definida por el espacio y el sonido. El rock y su naciente libertad sexual, su inclusión en lo público y lo político, aunque sin realizar una declaración de principios arraigada en el movimiento feminista. Si las colecciones Pebbles y Nuggets guiaron a una generación de punks, Girls in the garage capturó la esencia cruda de esos sueños juveniles con guitarras, baterías, micrófonos y amplificadores. Reveló que en el underground todavía se podían descubrir más capas hacia abajo, la mayoría ocupadas por mujeres. La realidad es que, así como las referencias de los años 60 no fueron preservadas, hay un salto enorme entre la aparición de The International Sweethearts of Rhythm en 1937, la primera banda integrada por mujeres en los teritorios del jazz y el swing estadounidenses, y la llegada del rock and roll. Una nueva revisión tendría momentos de vodevil transitando hacia el blues, el doo wop, el r&b, el soul, el rock y el punk. Y es que fue así como se construyó el movimiento riot grrrl, una revolución producto de muchas influencias sonoras, políticas y sociales. Con una larga historia de invisibilización a cuestas, las riot grrrls decidieron que no les interesaba que los medios las observasen, y justamente esa ha sido una de sus grandes aportaciones. La frase “don’t need you...” empujó un movimiento igualitario e integrador que las alentó a dejar el rol de observadoras para transformarse en protagonistas de la historia.

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e trataba de un sonido que revelaba una necesidad, aunque también abría las puertas de un mercado, que hablaba de las esperanzas, los sueños y las experiencias reales de las mujeres jóvenes a partir de un gruñido; del activismo y las figuras icónicas del feminismo contemporáneo. Riot grrrl. Una actitud en crecimiento que dio voz de manera integral a todo un movimiento y contextualizó su expansión de forma creativa. Fue un comienzo, pero también continuidad de anteriores inicios. En sus canciones se escucha la historia del génesis cultural de los grupos integrados por mujeres que, en parte, estaban aprendiendo a tocar sus instrumentos y le dieron forma a una sensibilidad artística desde un amateurismo intrépido y consciente. “Estaba sucediendo algo mucho más transformador de lo que se hablaba”, alguna vez dijo Sarah Marcus, autora de Girls to the front: The true story of the riot grrrl revolution. El cambio se percibía desde las coathangers, como se le llamaba a las chicas que se quedaban al fondo de los foros cargando chamarras mientras los hombres ingresaban al mosh pit; de pronto estas mujeres fueron al frente para subirse a los escenarios. Revolution girl style now, el demo que lanzó en casete Bikini Kill en 1991, se convirtió en el lema del verano de ese mismo año, el llamado para que las chicas comenzaran a formar bandas, iniciaran fanzines y participaran en la creación de una cultura independiente con poder femenino. Lo que arrancó como un grupo de amigas se convirtió en la visión de un nuevo tipo de feminismo alimentado por el DIY; la herencia del punk. Contracultura, pasión y hastío fueron las premisas de quienes, al margen, encontraron una oportunidad crucial de expresión y autodeterminación. El movimiento tomó tantas formas como lo propusieron sus participantes en un esfuerzo por lograr que las mujeres y niñas de la comunidad punk volvieran al micrófono. Proyectos como 7 Year Bitch, Bikini Kill, Bratmobile y Sleater-Kinney llevaron a cabo un cambio radical en la narrativa de las mujeres. Se trataba de las cabezas más visibles, sin embargo detrás de ellas se ubicaba, con el mismo espíritu del gruñido, a más de 35 bandas, tan sólo hablando del periodo existente entre 1991 y 1998. El movimiento Riot Grrrl cambió nuestra actitud sobre quién podía estar en el escenario. A partir del verano de 1991, con la exposición en los medios especializados, el bloqueo informativo desde el interior del movimiento y la implosión de muchas bandas (con un extraordinario regreso en años recientes), ya no podía hablarse de una mera curiosidad de época. En la actualidad las mujeres en el punk rock son habituales, se les menciona e incluye con mayor frecuencia que hace 30 años.


¿Quién es esa chica? TXT:: David Cortés

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Me robo el título de una película estelarizada por Madonna en 1987 para esta nota porque la pregunta aún me parece vigente y necesaria ya que, si bien la presencia femenina en los territorios de la música se ha incrementado notablemente, en el siglo pasado las mujeres eran escasas en la escena del rock y sus derivados, mientras su rol, las más de las veces, se limitaba al de cantantes o, en su defecto, coristas.

permite a los otros (hombres) comenzar a entender su cosmovisión. Sin embargo, estos pronunciamientos no siempre son radicales, algunos de ellos en realidad reafirman un status quo que tal vez buscan impugnar; sin embargo no lo hacen porque simplemente a esas exponentes no les interesa, y aquí, el mejor ejemplo, tiene que ver con los asuntos del corazón. Allí, las féminas las más de las veces (obvio, hay excepciones) todavía se presentan frágiles e indefensas. Sí, han dejado a un lado la sumisión, pero la idea de un sexo débil se mantiene, permea sus líricas, probablemente porque su raíz histórica es profunda y lleva años de arraigo. Pero eso está cambiando. En el mundo de los sonidos, donde la palabra no tiene cabida, ¿qué sucede? En un registro que no sólo abarca el rock, sino que podemos hacer extensivo al jazz o la música electrónica, la presencia de las mujeres en el último decenio no sólo se ha incrementado; se ha convertido en uno de los revulsivos más importantes para dotar de brillo a esa escena en donde lo que ahora parece imposible es hablar de música instrumental femenina. Sin embargo, si la palabra no aparece en sus trabajos, es la imaginación la que habla y da solvencia y cuerpo a esa música en donde la lista de nombres es grande y no se limita a la generación más reciente. Aunque de modo todavía incipiente las pioneras conviven con las exponentes noveles y crean un universo que, a diferencia del mundo de las canciones, exige más atención. Naima Ikki, Laura Luna Castillo, Vica Pacheco, Malitzin Cortés, Puzz Amatizta, Leslie García, Mabe Fratti, Concepción Huerta, Camille Mandoki, Alina Maldonado…(uf, uno no debería mencionar una para no dejar a otra afuera), han dado a la música experimental un empuje decisivo y sí, tal vez al momento de escuchar sus creaciones sea imposible encontrar su condición femenina; sin embargo, ésta se hace presente en los caminos precedentes, en las formas de gestión, en los colectivos que se forman para magnificar la voz, en las tareas adyacentes; en las causas que convocan y respaldan estas músicas (aquí no funciona el femenino porque se confunde) y que sí tienen una condición de género exclusiva. 2021 no sólo abre una década, también se anuncia como el primer año post pandemia. ¿Tiene esto un significado particular? Tal vez la separación de sexos postulada por apremiantes (y verdaderas) necesidades deba ser valorada a raíz de una condición de aislamiento; tal vez la soledad nos impele a ver al otro de una nueva manera, no necesariamente confrontativa, sino de verdad cooperativa, solidaria. Resiliencia, en los años venideros, será un vocablo importante y al cual hay que darle peso específico. ¿Qué cantarán ellas?, ¿qué dirán ellos? Pensar en un mundo unido, ¿es una utopía? Si es cierto que el amor es la cura a todos los males, tal vez valdría la pena traer a cuento una vieja canción que escribiera un par de rupestres (Jaime López y Roberto González) y en donde Emilia Almazán le pone brillo a la letra: “En toda la extensión / de la palabra amor / Caben besos y zarpazos / y han de estar ahí los brazos / De aquella Venus de Milo / los ejércitos de Atila / Cabe incluso la prisión / todo es válido señores / En toda la extensión / de la palabra amor”.

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iertamente hubo una era en que las instrumentistas y las compositoras, aunque ya estaban por allí, eran rara avis. En México esto era todavía más notorio (cuenta Ely Guerra a Mariana H en A través del vaso: “…creo que nuestras antecesoras, una Cecilia Toussaint, una Kenny, ellas no cantaban sus canciones, eran intérpretes de autores chidos, con rollos contestatarios, con su propio acercamiento social […] Ellas son nuestras grandes abridoras de camino, y luego llegamos con música hecha por nosotras, algo fuera de lo común, algo complicado”). Nadie niega las demandas femeninas, pero al momento de hacer un recuento de las batallas libradas por ellas, se olvida que, al menos en lo concerniente al rock mexicano, hay momentos de brillo. Gloria Ríos fue la primera cantante del género en México y una de las principales responsables de su introducción en este país; las Mary Jets (1958-1963) fungieron como una de las primeras agrupaciones de rock and roll, un combo conformado exclusivamente por mujeres. Tal vez en este trayecto, en donde tienen cabida otros nombres como Julissa, Angélica María o Ella Laboriel, y en donde muy posteriormente aparecen personajes como Cecilia Toussaint o Emilia Almazán, el papel de la mujer se circunscribía al de la intérprete o cantante. Con el punk advertimos un giro (Ángela Martínez [TNT] o Zappa [Secta Suicida Siglo 20], pero en los noventa, salvo excepciones (Rosa Adame, Rita Guerrero, entre otras) esta presencia remite. ¿Por qué la presencia femenina en el rock y sus derivados, a pesar de elevarse en los últimos años, todavía es escasa? Una razón poderosa subyace en la educación. Si ser músico aún no se considera una profesión rentable, ¿cómo validarla entonces? Y a pesar de la democracia, de la apertura, la sociedad mexicana aún mantiene algo de su conservadurismo y más que las dificultades puestas al género femenino por otros actores de la escena (managers, dueños de locales, publirrelacionistas, periodistas, bandas), el primer veto comienza en casa. Por ello, que las chicas se adentren en la música en este país tiene doble valía y es a partir de este siglo que su presencia no sólo es mayor, sino que también deja de lado el rol de cantante para abrirse camino en otros ámbitos. Es entonces cuando grupos exclusivamente femeninos comienzan a ser más frecuentes (Ultrasónicas, Las Vinylators, Mystica Girls); pero entonces, a la par, surge una pregunta: ¿a qué suena la música hecha por mujeres?, ¿es diferente a la practicada por los hombres? Hacer esta distinción ya es peligroso porque en una época en donde se demanda la inclusión, llevar a cabo dicha separación paradójicamente implica una exclusión. Dejemos el perogrullo para otro momento y con tal de responder tentativamente dividamos lo hecho por las mujeres en dos grandes grupos: las canciones y la música instrumental. En el primer rubro es evidente que el acercamiento es distinto porque si bien la temática puede ser compartida, las vivencias y experiencias, la visión de las mismas desde una mirada femenina, aportan un rico filón que se revela no sólo como necesario, sino también iluminador. Más allá de la necesidad de expresar, aquí se habla también de compartir, y en ese sentido su alcance trasciende el género y


¡Luces, cámara y mujeres! De pioneras a caníbales sangrientas TXT:: Carlos A. Ramírez

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omo sucede en otras disciplinas artísticas, en el cine, históricamente, la presencia de la mujer se ha tratado de invisibilizar. Cuando se habla de los orígenes del séptimo arte, siempre se mencionan nombres como los hermanos Lumière, George Méliès o Edison y de manera sistemática se omiten personajes capitales como la francesa Alice Guy, quien en 1896 filmó La fée aux choux (El hada de las coles), una breve historia, de aproximadamente un minuto de duración, que es considerada la primera película de ficción de la historia. Una obra que terminó influyendo de manera decisiva en el trabajo de esa primera camada de realizadores. Años más tarde, en 1901, Guy dirigió Sage-femme de première classe, una especie de remake de su opera prima, ahora contada desde una perspectiva diferente, más inclinada al humor. Lamentablemente, aunque Guy siguió dirigiendo (en 1906 rueda La vida de Cristo, la primera película de gran presupuesto de la compañía Gaumont) y le dio forma al puesto que más tarde se conocería como Productor, es hasta finales de la década de 1920 cuando aparece en Hollywood Dorothy Arzner, quien de camarera, recortadora de negativos y montadora de película, pasó a dirigir filmes como Fashions for women, Christopher strong, Craig´s wife y Dance, girl, dance, en donde analiza con afilado ojo crítico el rol de la mujer en la sociedad de la época, significándose como una alternativa notable en un cine dominado por hombres. Más o menos al mismo tiempo, en Alemania, Leni Riefenstahl debutó con La luz azul y posteriormente alcanzó la consagración con El triunfo de la voluntad y Olympia, extraordinarias cintas, dechado de originalidad e innovaciones técnicas, las cuales se vieron opacadas por su evidente naturaleza propagandística en favor del Tercer Reich, comandado por Adolf Hitler. De cualquier manera, Riefenstahl es una de las grandes cineastas de la historia cuya influencia ha alcanzado tanto al George Lucas de Star Wars (1977) como al Quentin Tarantino de Inglorious bastards (2009), así como a múltiples publicistas y fotógrafos. De entonces a la fecha, un sinúmero de directoras ha dejado una impronta profunda en el devenir histórico del cine. Tantas que no podríamos enumerarlas a todas, pero no podemos dejar de mencionar a artistas como Lois Weber, Elena Jordi, Lotte Reiniger, Agnes Varda y, más actualmente, Kathryn Bigelow, Sofía Coppola y Jane Campion. Por México, tan solo un póquer de ases estaría conformado por Mimí Derba, Matilde Landeta, Maryse Sistach y María Novaro.

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CAMBIANDO LA NARRATIVA DEL CINE DE TERROR Hay un género, sin embargo, en donde en los últimos años las mujeres han destacado ampliamente con respecto a sus pares masculinos: el terror. Aquí, directoras de nacionalidades varias parecen moverse como peces en el agua, reformulando, gracias a nuevos horrores y maneras de abordarlos, una clase de cine que de tan manoseado parecía ya apestar a podrido. No es casualidad, por lo tanto, que muchos de los filmes más inquietantes de la actualidad estén dirigidos por mujeres. Un ejemplo es la francesa Julia Ducornau, autora de Voraz, la perturbadora historia de una chica vegetariana a quien diversas circunstancias terminan convirtiendo en caníbal. Un filme violento, sexualmente retorcido y cargado de simbolismos que le valió un premio de la Federación Internacional de Prensa Cinematográfica durante el Festival de Cannes 2016. Jennifer Kent, por su parte, es una directora australiana que inició su carrera trabajando como ayudante de Lars Von Trier, en Dogville (2003), y en 2014 debutó con la pesadillesca The babadook, en donde explora descarnadamente los temores psicológicos que envuelven a la maternidad y pueden materializarse en entes sobrenaturales. En 2018 dirigió The nightingale, un hiper violento filme de venganza y redención que no deja a nadie indiferente.


Asimismo, la estadounidense Ana Biller, en su The love witch, de 2016, replantea la figura de la devoradora de hombres a través de una atractiva y lujuriosa bruja, cuya mezcla de hechicería y sexualidad salvaje resulta letal para los hombres que caen en sus garras. Anécdota perfecta para ridiculizar al varón y cuestionar un status quo hetero-patriarcal. Algo que su compatriota Ana Lily Amirpour también consigue en Una chica vuelve sola a casa de noche (2014), la historia de una joven vampira que recorre en patineta las calles de una ciudad corrupta y decadente en busca de presas con qué saciar su hambre. Una maravilla a nivel visual que ya anticipaba la extrañísima estética de The bad batch (2017), una distópica pesadilla de caníbales en donde Amirpour consiguió involucrar a super estrellas como Keanu Reeves, Jim Carrey y Jason Momoa. Por último, otra directora que también ha conseguido darle forma a un universo particular en donde conviven luchadores, santos y quinceañeras que no le temen a los baños de sangre y las mutilaciones, es la mexicano-canadiense Gigi Saúl Guerrero, quien cuenta en su haber con varios cortos incluidos en antologías como México bárbaro (2014) y ABCs of death 2 ½ (2016). Su primer filme de larga duración se titula Culture shock y actualmente debe estar por terminar 10-31, una película producida ni más ni menos que por Eli Roth.

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Cantoras todas: 20 voces femeninas de Iberoamérica en un libro TXT:: Juan Carlos Hidalgo FOT:: Editorial UDG

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ablamos de una compilación de entevistas con una muestra representativa del inmenso talento femenino que existe en una región más bien cultural que geográfica. El libro que se presentó de manera virtual en la FIL 2020 y ya comienza a rolar (digital y físico) por diferentes países. Es por ello que conversamos con dos de sus coordinadores, Humphrey Inzillo (desde Argentina) y Enrique Blanc (asentado en Guadalajara). Con tanto por abordar, dejamos que la conversación fluya.

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Fue interesante aquel ejercicio de borrar al elenco masculino en el line up de un par de festivales (uno de Estados Unidos y otro de Argentina) y dejar sólo los proyectos de o con mujeres en el cartel. Apenas quedaba algo así como el 10% del total; habiendo tanto talento femenino, ¿a qué atribuyen tal desequilibrio?, ¿el machismo es un elemento más en la ecuación? EB. Sobre todo si hablamos de rock, se tiene la idea de que es una música muy masculina, o al menos así lo fue históricamente. Revisemos por ejemplo a las agrupaciones del britpop de los años sesenta; no hay mujeres participando allí. Maureen Tucker, la baterista de The Velvet Underground es, al igual que Nico, una pionera en el género. Pero eso afortunadamente cambió al paso del tiempo. Sí ha existido mucha desigualdad en cuanto a la participación de las mujeres en festivales de años a la fecha, pero como hacemos notar en el texto que abre Cantoras todas, desde 1997, tras el surgimiento del festival Lilith Fair, está claro que talento femenino sobra para complementar y/o conformar cualquier festival. De igual manera mencionamos allí la iniciativa Ruidosa, con un perfil más iberoamericano. La desigualdad que se dio en el pasado tiene que ver con viejas costumbres aprendidas, que ahora están en desuso para bien. En México, por ejemplo, Tere Estrada nos ha dejado muy en claro la presencia que la mujer ha tenido en distintos estilos musicales a través de los años, tras publicar su fantástico libro Sirenas al ataque. Sí, no puede negarse que ha existido machismo, pero hoy las cosas son diferentes y, en parte, Cantoras todas es una publicación que celebra el momento en el que todas y todos tenemos más claro que ya no pueden explicarse carteles de festivales sin una presencia equilibrada de mujeres en ellos. Se trata del segundo libro impulsado por la REDPEM y su alcance es iberoamericano; la red ha ido creciendo y ya incluye a más países. La visión panorámica es clave para la consolidación del proyecto. ¿En qué sentido Cantoras todas contribuyó a este proceso? EB. Así es, la REDPEM ha tenido un crecimiento evidente en lo que respecta a periodistas que se suman a los proyectos que surgen de la misma. Pero otro aspecto que nos ha interesado es el del equilibrio de género. Así es que si en Iberoamérica sonora, publicado en 2016, sólo participó una mujer entre 16 autores, en Cantoras todas hay once de

ellas y nueve hombres. En ese sentido, el libro exhibe el desarrollo que la mujer ha tenido recientemente en la música, pero a su vez el que tiene en el ámbito del periodismo musical. Pretende ser un reflejo de la diversidad estilística que florece en la música hoy en Iberoamérica y, también, de la multiplicidad de escenas y profesionales al interior de las mismas. Son estas y estos quienes conforman su industria independiente en la actualidad, una industria joven y renovadora que está generando nuevas maneras de interactuar. Ejemplo de ello son los mercados musicales establecidos a lo largo del continente y las redes que se han creado a su alrededor. Se dice que estamos cada vez más conectados, que la retroalimentación se incrementa. Aún así aparecen propuestas como la de Las Áñez (Colombia), que parecieran salir de un espacio artístico al que no se le pone la atención suficiente. ¿Cuál es el lugar del folklore en el contenido del libro? HI. Hay una cuestión fundamental desde la REDPEM que tiene que ver con la identidad. En ese sentido, más que pensar en folklore, me gusta más pensar en músicas de raíz. De todos modos, no entendemos al folklore como una expresión aislada, tradicional o estática, sino como una música en movimiento constante, en diálogo con otros ritmos que podríamos definir como globales. El peso de estas músicas es muy importante, porque en el libro hay muchas artistas que trabajan a partir de sus distintas identidades y sus distintas tradiciones. Desde Rosalía en su cruza de flamenco, trap y hip-hop, hasta la uruguaya Ana Prada, con sus canciones que indagan en el folklore rioplatense; incluyendo a la colombiana Goyo, de ChoQuibTown, que es un emblema del electro-cumbé, hasta Natalia Lafourcade, que viene explorando las canciones de raíz folclórica de México junto a Los Macorinos, sólo por citar algunos ejemplos. ¿Qué podrían destacar de la representación mexicana en Cantoras todas? EB. Es curioso que como coordinador asociado del proyecto, me tocara ser el único mexicano en el mismo, el resto son mujeres. Creo que están aquí, participando de distintas maneras, varias de las exponentes más relevantes en lo que concierne a la música mexicana en la actualidad. Desde luego que me hubiera gustado que estuvieran también algunas otras figuras de la misma, pero a manera de representación se cuenta con Julieta Venegas y Lila Downs, quienes prologan y presentan el libro con sendos textos. También están incluidas Natalia Lafourcade, Silvana Estrada y Jessy Bulbo, de ellas se escribe, profundizando en su obra. Además, se cuenta con la presencia de Natalia Cano y Liliana Estrada, dos periodistas que son parte de una generación que si bien ha crecido muy ligada a los medios digitales, en particular también han desarrollado una carrera apegándose con rigor al periodismo escrito.


Todos los días se aprende algo nuevo, se suele repetir. ¿Cómo fue el proceso para conducir el proyecto de Cantoras todas siendo tres coordinadores (Gabriela Robles, de Ecuador, cierra el círculo)? Todo indica que esa estrategia se va afinando. HI. La sinergia entre los tres fluyó de un modo muy directo, muy expeditivo. En este caso, fue primordial que un libro que estaba enfocado en el aporte femenino a la música iberoamericana en el nuevo milenio tuviera un equilibrio en las firmas. Más de la mitad de los textos fueron escritos por colegas mujeres, y no es un detalle menor. De hecho, más allá del trabajo puntual para el libro, creemos que la equidad de género es importante y planeamos incorporar definitivamente esa cuestión a todas las producciones de la Red. Luego, en lo que tiene que ver con el proceso de edición, nos pasamos buenos ratos conversando y afinando detalles. Confiábamos en todas y todos los periodistas a quienes les habíamos encargado los textos y quedamos felices con el modo en que logramos plasmar ese mapa de la canción femenina en Iberoamérica. Las presentaciones del libro han sido virtuales; por otra parte, la acogida de la prensa ha sido muy buena. ¿Con qué expresiones se quedan después de esas reacciones primeras? EB. Se presentó en tres distintos eventos tras su salida a fines de 2020. Primero se hizo en FIMPRO, en Guadalajara; después en el marco de Circulart, en Medellín, Colombia. Y finalmente en la edición virtual de la Feria Internacional del Libro. El trabajo tuvo un impacto importante y una buena cantidad de reseñas destacaron su contenido como algo muy necesario en la coyuntura que transitamos en la actualidad. Es una obra incluyente porque además de las 20 compositoras de las que se aportan semblanzas, incluye playlists que mencionan a otras cantoras tanto de Iberoamérica como de Brasil, país con el que quizás mantenemos cierta distancia cultural por el idioma, pero del que admiramos también a muchas voces femeninas. Por el momento que está pasando Latinoamérica se infiere que de este libro el público va a pedir un segundo volumen -talento femenino sobra-; ¿han pensado ya en ello? EB. En realidad no. Si bien sabemos que no sería difícil repetir la experiencia, hemos pensado dar salida a otra serie de temáticas que nos interesa abordar desde REDPEM, en otro libro que sugerirá una aventura diferente. Nos interesa, por una parte, la cumbia, esa música que es una especie de moneda de cambio cultural en el continente y que se recrea en la gran mayoría de países de Latinoamérica desde distintas perspectivas. También nos interesa visibilizar el trabajo de algunos de los muchos productores artísticos destacados. Historias por contar en la música iberoamericana, sabemos, son interminables.

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Platiquen un poco del proceso de realizar las entrevistas; ¿alguna anécdota que quedó fuera? HI. Mi entrevista con Mon Laferte no es inédita. La entrevisté para mi podcast, La vida circular, y también publiqué una versión escrita en la revista dominical del diario La Nación. La charla con Mon fue en un hotel del barrio de la Recoleta, en Buenos Aires. Y sentí mucha empatía por su afición a los vinilos, por sus búsquedas artísticas más allá de la música y por una mirada comprometida del mundo. EB. En mi caso, la charla con Silvana Estrada no se ha publicado en ningún otro medio. La hice en un café de la Colonia del Valle, en la Ciudad de México, paradójicamente a unas cuadras de las calles de mi infancia. Viajé desde Guadalajara para realizar la entrevista, que se extendió por algo más de una hora, y para ver la actuación del grupo Wilco en el Teatro Metropólitan, a principios de 2020; uno de los últimos conciertos a los que pude asistir antes de que llegara la pandemia que nos tiene aislados en nuestras casas a la gran mayoría de personas en el mundo.


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Serle fiel al feminismo en el mundo de la publicidad y no morir en el intento TXT:: Rocío Valdez Velarca ILUSTRACIÓN:: Jaz Talamantes

Si tú que estás leyendo esto no tienes idea de cómo es este medio, tienes que saber que sí existe un intento por representar a todas las mujeres, en todas sus formas, tamaños y colores. Las queremos mostrar haciendo lo que les gusta y apasiona, para lo que son buenas. Y nos queremos anunciar como en realidad somos: con vello, poros y arrugas. También estamos hechas de piel, carajo. En las agencias de publicidad o en las casas productoras, por lo menos desde mi experiencia, siempre hay alguien intentando fracturar las ideologías de género y proponiendo algo menos dañino. Pero no es fácil. Aún cuando trabajar así sea complejo y desgastante, al menos en mí no muere el sueño de la equidad al pensar que detrás de cada foto o comercial hay alguien intentando hacer una propuesta diferente, más humana, más justa, más real. Dice mi papá que no hay peor lucha que la que no se hace, y ésta se pelea con uñas y dientes. Existimos muchas voces apostándole a una comunicación más sana, cada vez somos más quienes disentimos en seguir construyendo una publicidad llena de estereotipos que nutren la misoginia, que nos impone a las mujeres estándares de belleza imposibles de alcanzar o nos corta las alas. Sí, el principio básico de la publicidad es solamente informar, recordar o persuadir en conductas u opiniones; cada quien toma al final del día sus propias decisiones. Pero es justo ahí donde yo creo que hacer lo que hacemos conlleva una gran responsabilidad porque con nuestro discurso estamos influyendo a muchísimos receptores. De alguna forma moldeamos las prácticas del público, reforzamos o rompemos los estereotipos que ya conocemos. Todo lo que producimos está transmitiendo un mensaje y de nosotros depende que la historia que contamos no sólo no deteriore más a nuestra sociedad, sino que cimente en cada persona creencias y hábitos de respeto y equidad. A pesar de que son muchas las batallas que perdemos, están también las que ganamos, y son como una bocanada de aire cuando nos está revolcando el mar. Es a ese aire al que nos aferraremos; es lo que nos hace serle fiel al feminismo y no perder las ganas de hacer mejor publicidad. Mientras tanto, seguiremos proponiendo siempre pura creatividad que nos haga vivir en un mundo, por ahora, menos desigual.

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diferencia de muchas personas, yo no supe desde chiquita a qué quería dedicarme en la vida. Tampoco soñaba con convertirme en la publicista más reconocida del mundo. Decidí estudiar publicidad, sentada en el piso sucio del sótano de un edificio en remodelación, en un país que no era el mío, rodeada de unos 10 roomies perdidos en las drogas al estilo Maradona y, por jugarretas de la vida, con un deadline a tres horas distancia antes de terminar inscrita en quién sabe qué licenciatura. Evidentemente la publicidad y yo no tuvimos el mejor inicio, pero nuestro recorrido ha sido increíble. Durante la carrera, mi tema favorito para desarrollar cualquier tipo de investigación o ensayo siempre era el mismo: La cosificación de la mujer en la publicidad. Y no era precisamente para reciclar ideas ya desarrolladas, sino porque estaba -y estoy- convencida de que hablándolo en cada oportunidad y cuestionándoselo a quien se deje, podemos poco a poco tirar los muros de la violencia simbólica y acortar la brecha tan profunda que existe entre géneros. Antes de dedicarme a hacer comerciales, trabajé en un call center, fui mesera en varios restaurantes en México y el extranjero; además, laboré en un par de agencias de publicidad y en un despacho de arquitectos. Aunque no tenía mucho que ver una cosa con la otra, ¿saben cuál fue el común denominador de mi experiencia laboral? La ya famosa e incómoda discriminación por ser mujer. Y de pilón, joven. Como si tomar una orden y recoger platos sucios dependiera muchísimo de lo que se lleva entre las piernas. Léanme bien: ser mujer y trabajar de noche en un bar es un acto de resistencia. Hoy trabajo en una casa productora donde afortunadamente puedo decir que no existen problemas graves de género. Pero esta maravilla se termina cada vez que tenemos juntas con clientes, que buscamos prospectos o hablamos con proveedores. Son estas reuniones las que casi me hacen perder la fe. He visto morir infinidad de propuestas creativas para comerciales donde queremos que la protagonista sea una mujer exitosa que sale a trabajar y triunfa… pero la volvemos a ver en la cocina. ¡Que nos libre Dios si un hombre prepara algo de comer que no sea un asado!


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El erotismo es una afirmación de la fuerza vital de las mujeres TXT:: Iraís Bermejo y Anabel Venegas (La Eroteca) ILUSTRACIÓN:: Anabel Venegas

hemos vivido aproximadamente 2.5 millones de años en la tierra, la cual tiene 4543 miles de millones de años. Este dato sirve para tener perspectiva y comprender que somos un organismo bastante joven, en constante evolución y aprendizaje, dentro del universo. Desde ese punto de vista, explorar el erotismo y nuestra capacidad de goce es fundamental para enfrentar los riesgos actuales y construir un nuevo futuro. “Reconocer el poder de lo erótico en nuestra vida puede proporcionarnos la energía necesaria para acometer cambios genuinos en nuestro mundo, en lugar de contentarnos con un cambio de papeles en el mismo escenario de siempre”, llegó a decir la misma Lorde. Lo erótico nos conecta con nuestro cuerpo, con lo insconsciente, con la naturaleza y con los otros. Reconocer y habitar nuestro propio erotismo puede ser reconfortante y generar bienestar; sin embargo, hasta hace muy poco tiempo la visión de lo erótico y de la sexualidad estaba direccionada por hegemonías dominantes patriarcales, con narrativas y visiones en su gran mayoría masculinas que colocaban “lo femenino” al servicio del otro. Y pasó lo que tenía que pasar. Sumado al contexto histórico, el despertar como sociedad y el avance de las luchas feministas, dejamos de identificarnos y sentirnos representadas por la pornografía, los estándares de belleza irreales, las políticas públicas y

hasta por nuestras relaciones y conversaciones. Reclamamos así lo que siempre nos ha pertenecido: nuestro cuerpo, nuestro placer, nuestra libertad y nuestro erotismo. Como respuesta a esta coyuntura surge una nueva revolución sexual-erótica en todo el mundo, encabezada principalmente por mujeres y colectivos LGBTIQ+ que utilizan como plataforma las redes sociales. Nacieron así proyectos que representan una alternativa con un enfoque diverso, que abren el diálogo entorno al cuerpo, el placer y la sexualidad. En 2020, la WAS (World Association for Sexual Health) invitó al público y profesionales en el tema a unirse y promover la salud sexual, el bienestar y los derechos de todos. El foco de la WAS está en los aspectos positivos de un triángulo integrado por derechos sexuales, salud sexual y placer sexual, haciendo énfasis en los programas de salud que incorporan el placer sexual y mejoran las actitudes y el conocimiento acerca de la salud sexual, la comunicación en pareja y las prácticas sexuales seguras. Es importante tener esto en cuenta porque sin duda este confinamiento nos ha impulsado a explorar nuevas formas de expresión sexuales y eróticas. La invitación es a despertar el erotismo a través de los sentidos y practicar ejercicios sencillos y cotidianos, como percibir los olores del amanecer o la sensación de pisar pasto recién cortado; o saborear una buena taza de café y masajear las rodillas. Reír y sentir. Disfrutar la vida.

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ablar de erotismo es un placer y un proceso. En la historia de la humanidad han existido momentos donde se ha encontrado un vínculo con lo erótico más allá del prejuicio o la culpa, y lo mismo sucede en nuestras propias historias. Habría que entender que erotismo y sexualidad no son lo mismo y que sexualidad no sólo se refiere a los genitales, sin embargo cuando convergen estos universos es posible que suceda una explosión orgásmica y liberadora. En uno de los textos más emblemáticos de la poeta negra, lesbiana, feminista y madre de dos, como ella misma se describía, Audre Lorde, se apunta lo siguiente: “El término erótico procede del vocablo griego eros, la personificación del amor en todos sus aspectos. Nacido de Caos, Eros personifica el poder creativo y la armonía. Así pues, para mí lo erótico es una afirmación de la fuerza vital de las mujeres, de esa energía creativa y fortalecida cuyo conocimiento y uso estamos reclamando ahora en nuestro lenguaje, nuestra historia, nuestra danza, nuestro amor, nuestro trabajo y nuestras vidas”. Sí. El erotismo es una afirmación de la fuerza vital de las mujeres. Es poder, creación, caos, profundidad, goce. Actualmente atravesamos una crisis sin precedentes, no sólo por la pandemia; también estamos cuestionando instituciones, ideologías y creencias; abriéndonos a nuevos paradigmas. Como especie


Alienation El futuro es hoy

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e entre las quejas que hemos escuchado sin cesar a lo largo de esta pandemia, resalta la del hartazgo que ha significado permanecer tanto tiempo frente a una pantalla. Sin embargo, en 2021 cientos de millones de personas estaremos en línea permanentemente, todo con tal de acceder a una realidad virtual. Existe una generación de niños para quienes la convivencia se ha reducido a una pequeña burbuja habitada por unos cuantos humanos; ahí viven el aprendizaje y adquisición de conocimientos por medio de videos. Una realidad que muchos imaginaron para el futuro y que nos alcanzó por distintas razones. El futuro se aceleró, y es hoy. Inés Estrada, mejor conocida como Inechi, es la narradora gráfica mexicana de mayor alcance internacional. En 2019, su primera novela gráfica fue publicada por la prestigiosa editorial Fantagraphics. Esta novela lleva por nombre Alienation, un relato maravilloso que imagina un futuro que se mezcla con el presente para darnos destellos de lo que algunos llaman nueva normalidad y que más bien significa una nueva realidad. Inechi tiene un ojo y trazo agudos y es capaz de capturar lo cotidiano; una clase trabajadora obligada a conectarse a internet para ganar el sustento. Alienation llega para instaurarse como la mejor novela gráfica de ciencia ficción escrita y dibujada por una autora mexicana. De entrada nos presenta un futuro cercano, pero lo que la obra aborda de fondo es una descripción del presente. Los personajes protagónicos son jóvenes que no tienen más opciones que hacer girar su vida por medio de la red, la cual les permite ya no digamos evadir la realidad, sino ser adsorbidos por un mundo virtual donde es imposible saber qué es real. Este tema ha sido abordado por infinidad de autores y medios; en Alienation, Inechi no se mete en sesudas y pretensiosas reflexiones; simplemente deja que las viñetas y su ritmo hagan comprender al lector la realidad en la que vive, y es ahí donde viene el choque de reflexión, cuando dice cosas como “This world is all a big lie…”; o “I know, war is real, your memories are real. But don’t let then become your reality forever…this is your reality too, our apartment being

TXT:: Oscar G. Hernández FOT:: Cortesía del artista

a peace, being able to do whatever the fuck you want online”. Debido a la pandemia, un gran número de personas resuelve su vida online, hoy día no es necesario salir ya que se puede acceder básicamente a todo sólo con teclear. En este libro la división entre ricos y pobres no desaparece, sólo que gracias a la realidad virtual y a las inteligencias artificiales los humanos pueden mantener sus placeres y seguir con su vida de esclavos, ofreciendo y consumiendo productos virtuales. Se trata de un futuro donde nadie cuestiona qué es real o virtual, donde todo ello se ha naturalizado y la vida se reduce a seguidores, puntos de experiencia y tragedias de hackeo (las cuentas robadas en redes sociales son una realidad. Muchos sienten haber perdido su vida al experimentar algo así). El mundo que describe Alienation lo habitamos actualmente; llenos del placer que significa el entretenimiento en línea, pero también plenos de contaminación y productos artificiales, con apenas unas cuantas resistencias culturales y naturales en constante extinción. Inechi es capaz de detectar la continuidad de un mundo misógino, regido por el machismo, debido a que la mayoría de los programadores son hombres, y donde las mujeres continúan con derechos condicionados, ya sea por nacionalidad o por dinero. Y donde siguen siendo violadas. Alienation. Un hito por muchas razones. Hablamos de una de las primeras novelas gráficas importantes mexicanas del nuevo siglo con frescura en su trazo y dibujo. Un retrato social y humano que permite al lector identificarse en una realidad nueva en la que, sin embargo, los problemas del pasado no desaparecen. Alienation es descubrimiento y conciencia. Muestra la fuerza e importancia que tienen las obras de las narradoras gráficas. Es, también, un juego de palabras y significados. Nación alien; alienación. Un libro que da mucho de qué hablar y sobre todo de qué ver.


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IURHI PEÑA


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50 Mónica Loya Artista Visual | @monicaloya


... por cierto, ya vamos a cumplir 20 años.


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