Mvn 133 REINO UNIDO

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FOT:: ALBERTO RODRÍGUEZ escrito; he estudiado bases del stand-up en español; cómo se escribe, por qué, cuál es la estructura, cuáles son las técnicas, las herramientas teóricas y analíticas... Me he autoimpuesto ese karma de ser yo la que se lo tome muy en serio, y eso creo que le ha ayudado a muchísimos y le va a ayudar más a la gente, porque yo, Adriana, Juan Carlos, Eduardo Talavera…, todos llegamos por intuición a esto. El cómo se dice, cómo se hace, para que lo puedas repetir al infinito y no estar dependiendo de una buena noche, de una buena racha, de estar de buenas o de malas, si no de tener una técnica profesional que se pueda multiplicar. ¿Cómo descubriste el stand-up? ¿Cuáles fueron los primeros standuperos que viste? ¿Qué fue lo que detonó decir “aquí es donde me voy a meter”? En mi caso, tardé unos seis meses para ya subirme al escenario y descubrir qué era lo que estaba haciendo y qué nombre tenía, porque empecé a escribir mis textos después de mi separación como terapia, al igual que casi todos los que hacemos comedia; escribía, pero hacía gestión cultural y, de pronto, producía shows: hacía uno que se llamaba “Juguetería en canciones”, de José Manuel Luis Regil, que era en vivo. Un día, estaba produciéndolo y faltó una chica del elenco. Había que cubrir 20 minutos en el escenario porque eso se grababa en vivo. Antes de mí, se había subido una chica que hizo burlesque y cantó “Fever” montándose a las mesas. El ambiente estaba muy caliente y me dijeron que no llegaba la chava: “Súbete tú”, “pero yo tengo pánico escénico, ¿qué voy a hacer?”, “léeles un poema”, y yo: “Pues todo sea por el bien del show”. Entonces, me subí paniqueada horriblemente, con mis lentes… Me los quité y empecé a contarles las historias que yo escribía sobre mi divorcio. Lo increíble de esto es que yo juraba que la gente iba a llorar conmigo, y a la primera frase, se rieron: me acuerdo perfecto que la sensación fue: “¡Ojetes! ¿Por qué se están riendo de mi tragedia?”; entonces, me extrañó el proceso. Vuelvo a decir otra cosa, se vuelven a reír y, en ese momento, yo creo que el destino decidió que esa era mi vida. Curativo… Totalmente. Y conocía a tanta gente de foros y todo, por mi trabajo, que fue muy fácil para mí contactar gente y pedirles que me dejaran hacerlo en sus lugares, gratis. Yo era muy cercana a Florencia Piña, quien es la directora de la Asociación de Cuenteros y Cuentistas de México, que era lo más parecido a lo que yo entendía que estaba haciendo –contar historias–; me sumé a la Asociación

TRANS:: VALENTINA WINOCUR y pienso que los primeros tres o cuatro meses de mi carrera, yo estaba intercalada con los cuenteros, los cuenta-cuentos, los narradores orales, con hip-hoperos, con spoken-worderos, que era la gente que yo conocía de mi medio poético. Como a los seis meses, un día, pasando por el Beer Hall, vi que había audiciones de comediante y dije: “Ay, pues igual y aplica”. Y a la primera que me encontré fue a Adriana Chávez y a Juan Carlos Escalante. Hicimos el casting, nos quedamos los tres y empezaron las grandes noches de stand-up comedy en el Beer Hall. Lo increíble de esto fue que la primera vez que yo empecé a dar función, no llegó nadie, teníamos una temporada de ocho semanas y no dimos ni una sola de las funciones porque nunca llegó nadie. Aquello se volvió karaoke, se volvió taller de chistes, etc. Sin embargo, los tres formamos un mini colectivo y empezamos a trabajar en la pizzería Iguana Mar. Estaba en la Roma y no tenía permisos para abrir al público: era chiquitita, le cabían como 25 personas y ahí hacíamos lo que se llamó “las noches clandestinas”, las cuales fueron los primeros shows de stand-up que hubo en 2010. Era todos los viernes y ahí fue donde conocí a Gus Proal, Héctor García, Inés Saavedra, hasta que un día llegó Juan Carlos con la convocatoria del Café 22 para el primer “festival de stand-up” que apoyó Héctor Suárez Gomís con Jaime Morales. Ahí conocí a “Ese wey”, por ejemplo, ahí debutó Gonzalo Curiel, etc. Entonces, participé y al final del festival, fui la única mujer entre los seis ganadores. Formamos otro colectivo, ahora bajo el amparo de Gomís, que fue Risas Inc. y el primer colectivo oficial de stand-up que hubo en México: ya con el apoyo de Gomís, llegó el periódico, la tele, las cámaras, ruedas de prensa, funciones en el foro ¿A poco no? y Café 22, y se volvió un boom incontrolable. En ese colectivo, estuvimos Héctor García, Gonzalo Curiel, Roberto Flores, Tomás Strasberg, Diego Zanassi y yo, y Sofía Niño de Rivera, recuerdo que salimos en el periódico con este gran titular de “Los nuevos rostros de la comedia en México” y se nos nombró en ese momento los pioneros. Parte del premio del festival fue un taller con Gomís que duró año y medio. Al año siguiente, viene el segundo festival de stand-up comedy, organizado por Café 22 donde yo fui la anfitriona y la encargada de programación y la producción: en ese festival debutó el Cojo Feliz, Ricardo O’Farril, Alexis de Anda, Isaac Salame, Manu Nna, ya como esta segunda generación de standuperos; digamos que yo los programé, les di chance de que probaran y, pues, acabaron siendo las estrellas que son ahora, y de ahí, el resto es historia .

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