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Libro y Cine: Lugares dispares

LIBRO Y CINE: Lugares dispares, lugares encontrados

Tratar el asunto de la relación entre letras y cine puede implicar tantas variantes, en tanto temas y formatos, que si no se dejan claras, no sólo la naturaleza de cada discurso, sino también la naturaleza de los roles desde la cual uno defiende su percepción, podría generar conflictos en más de un público.

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Una de esas relaciones que ha generado más de una discusión, trata sobre la adaptación del libro al cine. ¿En cuántas ocasiones no hemos escuchado decir del público insatisfecho “mejor es el libro”? Y es que si bien ambos son textos, el uno dispone para las páginas lo que el otro para la pantalla. Aun cuando puedan guardar similitudes en construcción de estructuras dramáticas, cada uno tiene su propio lenguaje. Los movimientos de cámara, las variables diegéticas, elementos propios de un tratamiento cuya imagen y sonido se escriben al unísono. Esto habla también del roll del escrito y del es-

Por: Federico Koelle

critor. Un guión está concebido para desaparecer y convertirse en otra cosa. Es ya una película, lo que pone al escritor en un plano más audiovisual que literato, pues éste debe tener las nociones lo más precisas posibles del montaje y de producción. En este sentido, es un error común afirmar que aquel es mejor que tal, al ser cada uno de naturaleza distinta de la otra.

Pero entonces, ¿qué es aquello de lo que nuestro público se aqueja periódicamente? El problema de la adaptación quizá no pasa por lo figurativo, la estética de lo representado, ni la fidelidad de lo contado, sino por algo anterior, el sentido que reside en un texto y busca ser encontrado en esta operación de trasplante a otro cuerpo. Más allá de esta relación entre libro y cine, en el terreno de la producción, se pueden encontrar otro tipo de alianzas dentro del marco del entretenimiento

o el análisis que Jacques Aumont supo distinguir en su Estética del Cine.

Primero, está lo que Aumont llama como publicaciones para el gran público, donde se pueden encontrar magazines dedicados a reportar los datos técnicos del sistema de producción y del star system, rescatando principalmente anécdotas y memorias vagas de sus actores y realizadores, como es el caso de la ecuatoriana Zoom. Considera también publicaciones más elaboradas como las memorias publicadas de reconocidos actores, como: Sí, ya me acuerdo, de Marcello Mastroianni, o los libros dedicados a las productoras americanas y sus géneros donde las fotos de archivo pesan más que el texto.

En segundo lugar se consideran las publicaciones para cinéfilos, que incluye trabajos como monografías de directores o también el libro-entrevista donde se tiene El cine según Hitchcock, de Truffaut, como cabecera de este formato. Se consideran estudios profundizados de los géneros cinematográficos o de la cinematografía nacional y la historia del cine, o crítica ci

nematográfica especializada, como lo es la revista ecuatoriana Fotograma.

El tercer lugar, el de los textos teóricos y estéticos, incluye todos aquellos manuales a la iniciación cinematográfica con análisis sobre el uso y resultados de tal o determinado recurso, técnico y estético. También incluye todos aquellos estudios y ensayos encargados de desmembrar el discurso cinematográfico sea una película, una escuela, una teoría previa, desde el lenguaje del cine en relación, también, con otros campos de estudio como la semiología, la filosofía, el psicoanálisis, etc.

Asumir un solo canal de relación entre estos dos, puede ser tan desesperado como el que cree que el libro es mejor que el cine. Hay escritos que nacen y se someten a las adaptaciones o se hacen en función al cine, pero hemos visto como también puede darse una relación donde el cine alimenta los contenidos de los libros. Sólo basta saber sobre qué se habla, y desde el lugar de donde se habla.

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