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Piratería de libros y derechos repro
y Derechos Reprográficos
La piratería, sobre todo en música, cine y literatura, es un fenómeno muy extendido en toda América Latina, con particular énfasis en el Ecuador. Como consecuencia, se producen enormes pérdidas económicas para autores, editoriales, librerías, compositores, disqueras, productoras de cine y locales comerciales formales, que se ven imposibilitados de competir con los precios de los productos ilícitos.
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Un claro y contundente ejemplo de lo afirmado es lo sucedido hace ya algunos años con la multinacional “Blockbuster”, la cadena de alquiler de DVD y videojuegos más grande del mundo, que no pudo resistir la competencia desleal y levantó sus operaciones en el Ecuador. de la propiedad intelectual sencillamente no se aplican. Lo habitual es que el delincuente sorprendido in fraganti no sea sancionado de ninguna forma y que reincida en su actividad con más ahínco, pues sabe que no deberá enfrentar ninguna acción legal en su contra. En consecuencia, es una actividad que crece sin medida y sin control.
En el caso particular de los libros, la situación es más que alarmante. Basta circular por las principales vías de nuestras ciudades, para encontrar en ellas vendedores informales que ofrecen abiertamente libros piratas. Y no hay autoridad que intervenga para evitar el ilícito, cuando lo correcto sería que actuaran de oficio ante las evidencias. La Ley de Derechos de Autor ecuatoriana contempla sanciones severas para la piratería, pero si no existe la voluntad de aplicarla, no pasa de ser letra muerta.
Por: Ing. Fausto Coba.
Como resultado obvio del avance de la piratería se desestimula a los creadores literarios y a los investigadores a publicar sus obras. Se puede decir que no existe libro que, habiendo alcanzado algún éxito de ventas, no haya sido inmediatamente pirateado. Se podrían citar muchos ejemplos.
Los libros pirateados tienen un precio en el mercado muchas veces inferior al cincuenta por ciento del precio del libro legítimo, lo que lleva a que muchos compradores se decidan por esta alternativa. Ese precio tan bajo es posible porque los piratas no pagan derechos de autor, no tienen gastos de pre-prensa en la producción del libro, y no pagan impuestos en toda la cadena de producción y comercialización. En ese sentido, el propio Estado resulta perjudicado, pues deja de percibir importantes ingresos económicos.
Además de la aplicación eficiente de la normativa legal correspondiente, uno de los medios radicales para combatir este mal es crear conciencia en la ciudadanía de que cuando se compra un libro pirata, más allá de beneficiarse individualmente, se perjudica al autor y a los editores, se desestimula la creación literaria y la investigación científica, y hasta se termina siendo cómplice del delito que implica comprar un bien robado.
Para lograr esa concientización se requiere una suerte de gran campaña nacional permanente, con el apoyo insustituible del sistema educativo, de las autoridades del sector público, de los medios de comunicación y de la sociedad en general.
No se debe perder de perspectiva el lamentable hecho de que los libros piratas no solo se comercializan a través de vendedores informales, pues también se los encuentra en muchas librerías y en otros locales comerciales «legalmente establecidos» que, además de atentar contra la propiedad intelectual, perjudican al Fisco, como se dijo antes.
En este punto, es deseable y necesario que el Servicio de Rentas Internas intervenga contra aquellos que producen y comercializan libros en forma ilegal, como lo hace con otros productos robados. Quienes estamos en la actividad editorial y/o librera formal, podemos facilitar información para que las autoridades gubernamentales actúen en consecuencia. Con todo, la piratería de libros es un fenómeno sobre el cual se debate con insistencia. No así sobre la reprografía, otra actividad ilícita de iguales o mayores proporciones, que perjudica igualmente a autores, editores y a toda la cadena de valor de la actividad editorial. Nos referimos a la reproducción por cualquier medio, el más usual la fotocopia, ya sea en forma parcial o total de una obra protegida por derechos de autor.
Como legítima respuesta al crecimiento de la piratería y la reprografía, en 2001 se creó la Asociación Ecuatoriana de
Derechos Reprográficos y de
Autor (AEDRA), con el propósito fundamental de gestionar en forma colectiva los derechos de reproducción de obras protegidas.
En casi todos los países del mundo existen asociaciones similares que, al mismo tiempo que gestionan los derechos de reprografía, cobran y sancionan a los infractores, agrupan a autores y editores que son los más directamente perjudicados por estas prácticas ilícitas.
AEDRA mantiene convenios con sus similares para recaudar los valores que, por derechos reprográficos, se deben satisfacer a los autores de diferentes países. La ley ecuatoriana, prevé el cobro de una tasa a las máquinas fotocopiadoras, escáneres y demás equipos que permiten el copiado de obras protegidas. Esto ampara únicamente a la copia privada. Adicionalmente está previsto que AEDRA pueda conceder licencias a universidades, centros educativos u otras instituciones, para que reproduzcan en forma lícita parte de la obra con fines académicos. Finalmente, AEDRA convoca al Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI) para realizar un trabajo mancomunado, a fin de erradicar de nuestro país la piratería y reprografía, a través de tutelas administrativas más ágiles que castiguen a los infractores, y la aprobación del tarifario por copia privada que tanta falta hace. Solo de esa manera, al cabo de diez años, AEDRA podrá por fin funcionar a plenitud en beneficio de autores, editores y, a la larga, de los propios lectores.
