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REALIDAD ACTUAL DESARROLLO SOSTENIBLE.
Los seres humanos que habitamos el planeta Tierra, estamos caminando cada día en el lo de la navaja y vemos abrirse a ambos lados un oscuro abismo que presagia nuestra destrucción como especie, porque a causa de la ambición por acumular riquezas materiales nos hemos divorciado del medio ambiente, causándole una depredación irreversible.
A pesar de los efectos negativos que se vienen presentando con una intensidad cada vez más destructiva en huracanes, terremotos, sequías e inundaciones, nada disuade a los macro propiciadores de los efectos negativos por detenerse a re exionar y detener esta vorágine que no sólo nos afecta a nosotros sino a toda la ora y la fauna de nuestro mundo que hasta antes de la revolución industrial del siglo XIX constituía un paraíso autosustentable que nos alimentaba y embellecía la vida, en el vertedero que hoy envenena y en la cámara de gas que nos as xia.
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Hace más de medio siglo que los encargados de los gobiernos del mundo se han reunido en diferentes momentos y sedes para analizar este grave problema y rmar una serie de acuerdos tendientes a amainar los perversos efectos que están originando el cambio climático, pero ha sido letra muerta, muy bien intencionado en teoría, pero nunca llevado a la práctica y por lo tanto con resultados nulos.
En lo individual argumentamos estar esperando que las acciones las tomen los gobiernos, sin analizar que el verdadero gobierno del mundo en los diferentes países lo ejercen no los políticos, sino los dueños del gran dinero que son en casi todos los lugares quienes ponen y quitan gobernantes, no que busquen el bienestar de los pueblos, sino que protejan sus intereses económicos sobre todo, sin importar que la consecución de sus nes mercantiles siga matando al hombre, a las especies y al planeta mismo.
Es impostergable comenzar a actuar, todos vivimos aquí y la solución para detener a tiempo nuestro trágico n, nos corresponde a todos también. Ante todo, ver lo que nos está dañando, analizar con juicio crítico y darnos cuenta que productos de consumo nos dañan, tanto en alimentos como en artículos de uso personal y dejar de comprarlos.
Usar menos el auto y volver a la sana práctica de caminar como coadyuvante para una mejor salud.
Disminuir las adicciones cuando se tengan. Sembrar árboles por lo menos uno cada año que nos comprometamos a cuidar hasta que tenga la capacidad necesaria para cuidarse solo. Tal vez no lo veamos en plenitud, pero puede ser quien le de oxígeno a nuestros hijos o a nuestros nietos.
Unirnos como sociedad y exigir a las industrias contaminantes no seguir destruyendo con sus desechos tóxicos los ecosistemas. Racionalizar el consumo de agua y energía y al consumismo en general. Dejar de usar bolsas de plástico y los productos que se venden en envases desechables, no por ley sino por convicción propia para que no sigan formando verdaderas islas en los océanos que maten por su ingesta la fauna marítima.
Si fuimos como especie la causa del problema, es imprescindible que seamos también participantes activos de la solución. ¡Nos estaremos jugando la vida si no lo hacemos!
Reportaje por: Guadalupe Martínez Galindo