Lee+ 124 Desplazados

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AÑO 11 • NÚMERO 131 • ABRIL 2020

desplazados

· Una conversación con Ai Weiwei en Berlín · Entrevistas con Will Fowler y Amanda de la Garza · Recuerdos de Leonard Cohen




Tema del mes:

Índice

6 el librero de Santiago Fernández Fabián V. Escalante

10 Cine: Guerra y desplazados Gilberto Díaz

12 Entrevista a Amanda de la Garza Yara Sánchez De La Barquera

14 Entrevista a Nicholas Sparks 16 Entrevista a Ai Weiwei Enrique G de la G

18 La feminidad no se transforma, se destruye Adriana Romero-Nieto

20 Entrevista a Will Fowler José Luis Trueba Lara

22 [Reseñas] Fabián V. Escalante

24 Recuerdos de Leonard Cohen Marcela Campos

26 [Demente] Entrevista a Julio Bevione Yara Sánchez De La Barquera

28 Los triunfantes desplazados 30 [Cuento inédito] Cuando vuelva a tu lado

Directora General y editora

DESPLAZADOS

Yara Sánchez De La Barquera Vidal

EDITORIAL

yara@revistaleemas.mx

N

uestra historia está marcada por el movimiento, por los pasos incesantes que comenzaron hace miles de años y aún continúan. La idea del sedentarismo es casi reciente, los escasos milenios de los pueblos, las aldeas y las ciudades palidecen cuando los comparamos con el larguísimo tiempo durante el cual fuimos migrantes. Incluso, la posibilidad de permanecer en un solo sitio y tener claridad sobre el lugar donde terminarán nuestros días, siempre pende de un hilo delgadísimo: los fenómenos naturales, las catástrofes sociales, los procesos económicos, la violencia cotidiana, la guerra y el radicalismo político –entre otros muchos factores– pueden obligarnos a volver a tomar los caminos. Hoy, para millones de personas, abandonar el terruño es un asunto cotidiano: algunos parten porque quieren estar allá, en los otros lugares que los recibirán con un trabajo y les llenarán los ojos de mundo; pero otros –la gran mayoría de los nuevos nómadas— se van porque no les queda más remedio que huir. Ellos son los desplazados que se enfrentan a las adversidades del camino, al tráfico humano y, para terminar de complicar su existencia, a un destino que no necesariamente les abre los brazos para darles cobijo. En este número de Lee+ nos asomamos al mundo de los desplazados para observar sus crisis desde distintas perspectivas: el cine y la literatura, sus voces y la femineidad. Esta entrega es sobre “los otros”, sobre los nuevos nómadas que a veces parecen invisibles.+

Ricardo Zárate

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L I B R E R O

D E

S A N T I AG O

F E R N Á N D E Z

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C A L E YA

Fotografía: Edwin Reyes Maya

E L

Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi

Fabián V. Escalante

E

l librero de Santiago Fernández de Caleya es un ser dual, un minotauro que muestra las obras publicadas por Turner y los pocos volúmenes que a él le interesa conservar. “A nivel editorial tenemos medio millón de ejemplares distribuidos entre América y Europa, pero a nivel personal no creo que posea más de trescientos o cuatrocientos”, dice con una serenidad casi sorprendente… ¿Por qué razón un editor tiene un librero minimalista? La duda, creo, está mucho más que justificada y, por supuesto, marca el inicio de esta conversación.

—Yo soy un buen lector —afirma Santiago Fernández—, pero me niego a ser un fetichista del libro. Me gustan las historias que se muestran en las páginas y sin enfrentar ningún problema puedo volver a ellas en varias ocasiones. Leo todo lo que puedo y todo lo que me gusta; sin embargo, tengo que confesar que me cuesta mucho trabajo conservar los libros. Lo que más me importa es su circulación, que anden por el mundo y puedan llegar a las manos precisas, que no necesariamente son las mías. Por eso mismo, cada vez que termino uno, solo puedo pensar en quién es la persona adecuada para tenerlo, y se lo regalo en cuanto puedo. Pero esto no es todo: también presto libros sin ánimo de que vuelvan, tengo una mano muy ligera con ellos. Por esta causa, mi librero es sui generis; yo diría que es más una lista de lecturas pendientes que una muestra de lo leído. Si quiero releerlos prefiero volver a comprarlos. Sea una lista de pendientes o una colección que se guarda y se protege, los libreros de los editores también pueden mirarse como una suerte de radiografía de lo que publican o de cómo guían sus decisiones. En alguna ocasión, Joaquín Díez-Canedo me decía que prefería leer a los clásicos, pues de esta manera podía conservar una mirada serena y capaz de comparar con justicia los manuscritos que revisaba; en el caso de Santiago Fernández de Caleya la situación también tiene sus peculiaridades: —El género que ocupa un lugar muy menor en mi librero es la poesía; por más que intento e intento leerla hay algo que no me atrapa. Posiblemente esto se debe a que no formó parte de mis lecturas de juventud. Yo me inicié como lector cerca de los siete años con una Biblia ilustrada en tres volúmenes. A partir de ese momento me atraparon las palabras y hasta hoy forman parte de mi vida cotidiana, de mi labor como editor. En los pocos ejemplares que tengo hay una mezcla casi equitativa: más o menos la mitad son de ficción y la otra son de no ficción; dentro de estos últimos, una buena parte están dedicados a la actualidad política y la historia. Un hecho que sin duda se refleja en los libros publicados por Turner. Como seguro ya lo supones, la gran mayoría son nuevos, porque no me esfuerzo por conservarlos. A pesar de esto, también es cierto que uno u otro pueden escapar de este destino. Las ediciones que guardo de la Eneida, la Odisea y la Ilíada son muy especiales, todas están ilustradas por grandes artistas y, justo por eso, son más libros-objeto que materiales de lectura. El motivo por el cual conservo estas joyas es justamente porque están publicadas por Turner. Sin embargo, leerlas en este formato no es tan simple, su peso y sus dimensiones pueden derrotarte... creo que es mejor hacerlo en una tablet o en una buena edición de tamaño ‘normal’, que en los grandes volúmenes que ocupan un lugar 6

en este librero. Yo asocio la lectura de distintas maneras: la electrónica está vinculada con el trabajo y la que hago en el papel con el placer. No hace mucho me leí medio libro en el celular por placer; jamás lo había hecho. Para muchos fetichistas del libro —da igual si son bibliófilos o bibliofílicos— los tomos antiguos tienen un encanto del que no se puede huir. Ellos se transforman en imanes poderosísimos. Tal vez, en algún lugar casi oculto, Santiago Fernández de Caleya guarda algunos de estos ejemplares y los contempla como algo que puede escapar a su mano floja. —Es verdad que de cuando en cuando, al entrar a una librería de viejo, compro algún ejemplar. Pero su destino es el mismo que tienen los que adquiero en una librería de novedades. No creo que tenga ningún libro del siglo xix o de tiempos anteriores, los únicos ejemplares casi antiguos son de los años veinte o treinta que heredé de mi abuelo y que se publicaron en el siglo pasado. ¿Quién puede dudarlo? En el librero de Santiago Fernández hay una lista de lecturas pendientes, ¿pero qué es lo que lee y relee? —Ahora mismo —me dice con calma— estoy releyendo El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince. Volver a sus páginas es un asunto muy personal: la muerte de alguien muy cercano me llevó a este reencuentro. En términos de gusto prefiero la literatura rusa, aunque también disfruto la anglosajona, tanto la inglesa como la estadounidense, y algo muy parecido me ocurre con la española. Además, prefiero los clásicos a las novedades, justo como sucede con Cormac McCarthy o con los libros históricos de Benito Pérez Galdós que leí por primera vez cuando era joven. Por esa razón, cerca de mí, se encuentra una edición de Ana Karenina, de Tolstói. Este es un libro del que aún no puedo desprenderme, tal vez porque no he encontrado el momento de tranquilidad que me permita volver a una obra tan extensa. Posiblemente, entre los libros que más me han impacto se encuentra Guerra y paz, de Tolstói, y El idiota, de Dostoyevski, sobre el que me reflejo una y otra vez. Uno de mis libros de referencia sería El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov; por esta causa, en mi librero de pendientes también están otras de sus creaciones: Corazón de perro y La isla púrpura. También tengo apego por Los Buddenbrook, de Thomas Mann, la Divina comedia y hay otro que constantemente ojeo y leo a fragmentos: Una historia de la lectura, de Alberto Manguel, pues es un libro maravilloso. A pesar de todas estas filias, mi libro más querido es El maestro y Margarita; me entusiasma releerlo. Cada vez que vuelvo a él descubro algo nuevo, sus elementos reales y toscos, aunados a la búsqueda de la espiritualidad, siempre me ofrecen una lectura distinta. +



NO FICCIÓN

FICCIÓN BRUJAS Brenda Lozano ALFAGUARA

Paloma está muerta. Ha sido asesinada. Pero antes de ser Paloma, su nombre fue Gaspar. Antes de ser Paloma, Gaspar hacía ceremonias para curar a la gente, pero desde que se convirtió en Paloma, se dedicó a la vida nocturna con los hombres. Prefirió el amor a la purificación. Fue ella quien enseñó a Feliciana todo lo que sabe sobre la curandería. Con este aprendizaje, Feliciana descubre que, además de curar el cuerpo, también puede curar el alma. Pronto sus poderes serán conocidos en todas partes y personas de todo el mundo la visitarán para sanarse.

DEJA DE SER TÚ Joe Dispenza URANO

A diferencia de otros autores que se pierden en elucubraciones teóricas, el creador de Deja de ser tú es capaz de explicar los procesos mentales y cómo incidir en ellos de una manera clara, fresca e inspiradora a partir de los últimos avances en neurociencias, biología y genética. Joe Dispenza saltó a la fama en nuestro país tras participar en ¿Y tú qué sabes?, el documental que mostraba la capacidad de la mente para transformar la realidad.

EL LLAMADO DE CTHULHU Y OTRAS HISTORIAS DE HORROR COSMICO H. P. Lovecraft EDICIONES GANDHI

EL CAMINO DE LAS LÁGRIMAS Jorge Bucay OCÉANO

“El hombre no es nada. Nuestra raza humana es solo un accidente trivial en la historia de la creación”, escribió H. P. Lovecraft, el autor de culto en cuyas obras el universo cobija la presencia abominable y repulsiva de criaturas omnipotentes. Este volumen revela a los seres cósmicos que han sellado el destino de la humanidad.

A veces la vida duele y esto no puede evitarse. Por esta causa, en algunas ocasiones nos sentimos incapaces de seguir avanzando. Con la claridad y capacidad de empatía que lo caracterizan, Jorge Bucay nos invita a recorrer el camino de las lágrimas, que es el camino de las pérdidas. Recomieda aprender a sanar las heridas que se producen cuando algo cambia, cuando el otro parte, cuando lo que nos hacía fuertes se acaba, cuando ya no tengo aquello que tenía o creía tener.

EL ÚLTIMO DESEO: SAGA DE GERALT DE RIVIA 1 Andrzej Sapkowski ALAMUT

EL MONJE QUE VENDIÓ SU FERRARI Robin S. Sharma DEBOLSILLO

Geralt de Rivia, brujo y mutante sobrehumano, se gana la vida como cazador de monstruos en una tierra de magia y maravilla: con sus dos espadas al hombro da cuenta de estriges, manticoras, grifos, vampiros, quimeras y lobisones, pero solo cuando amenazan la paz. Irónico, cínico, descreído y siempre errante, sus pasos lo llevan de pueblo en pueblo ofreciendo sus servicios, hallando las más de las veces que los auténticos monstruos se esconden bajo rostros humanos. Así comienzan las aventuras del brujo Geralt de Rivia.

El monje que vendió su Ferrari es la sugerente y emotiva historia de Julian Mantle, un superabogado cuya vida estresante, desequilibrada y obsesionada con el dinero le provoca un infarto. Este desastre le provoca una crisis espiritual que lo lleva a enfrentarse a las grandes cuestiones de la vida. Esperando descubrir los secretos de la felicidad y el esclarecimiento, emprende un extraordinario viaje por el Himalaya para conocer una antiquísima cultura de hombres sabios. Y allí descubre un modo de vida más gozoso.

MUCHAS VIDAS, MUCHOS MAESTROS Brian Weiss B DE BOLSILLO

CIRCE Madeline Miller ALIANZA DE NOVELAS

En el palacio de Helios, dios del sol y el más poderoso de los titanes, nace una niña. Pero Circe es una niña rara: carece de los poderes de su padre y de la agresiva capacidad de seducción de su madre. Cuando acude al mundo de los mortales en busca de compañía, descubre que sí posee un poder, el poder de la brujería, con el que puede transformar a sus rivales en monstruos y amenazar a los mismísimos dioses.

Este libro, profundamente conmovedor, es un extraordinario bestseller con 1.5 millones de ejemplares vendidos. Brian Weiss nos cuenta la experiencia que cambió su vida para siempre: una de sus pacientes recordó bajo hipnosis sus vidas pasadas y consiguió encontrar el origen de los traumas que sufría. Ella se curó y ocurrió algo insólito: logró ponerse en contacto con los Maestros, espíritus superiores que habitan los estados entre dos vidas, quienes le comunicaron importantes mensajes de sabiduría y de conocimiento.

HIJO DE LA GUERRA Ricardo Raphael PLANETA

EL TRAIDOR Anabel Hernández GRIJALBO

En el penal de Chiconautla, un recluso condenado por un delito menor asegura ser el Zeta 9, uno de los fundadores del cártel más sanguinario de México. Incrédulo, pero movido por la curiosidad, un periodista acude para entrevistarse con él, sumergiéndose así en un escenario donde los límites entre la verdad y el engaño se difuminan. Determinar la identidad de este personaje inasible, a quien envuelve el más grotesco cinismo, se convierte en un reto que lo enfrentará consigo mismo y una sociedad que se desmorona.

La historia de este reportaje se remonta a 2011, cuando Anabel contactó a uno de los abogados de Vicente Zambada, el Vicentillo, quien enfrentaba un juicio en Chicago. Él le entregó varios documentos del narcotraficante: un inquietante autorretrato como payaso y los diarios que escribió durante su negociaciones para colaborar con el gobierno norteamericano. En esas páginas, el capo reconstruyó su historia y la de uno de los cárteles más poderosos.

JÓVENES JUKILOP EL COMIC: LA VERDADERA HISTORIA Juan de Dios Pantoja/ Kimberly Loaiza ALTEA

VIOLET Y FINCH. EDICIÓN PELÍCULA Jennifer Niven DESTINO INFANTIL

AFTER. EN MIL PEDAZOS Anna Todd BOOKET

UNA CORTE DE ROSAS Y ESPINAS Sarah J. Maas PLANETA

¿Y SI QUEDAMOS COMO AMIGOS? Elizabeth Eulberg ALFAGUARA JUVENIL


ELECTRÓNICOS

ARTE Y RECREACIÓN

POR UNA DEMOCRACIA EFICAZ Luis Carlos Ugalde Aguilar

¿Por qué existe un desencanto sobre los logros de la democracia mexicana? ¿Por qué prevalece la impunidad y la corrupción a pesar de la transparencia? ¿Por qué la alternancia en la presidencia no condujo a mejores resultados? Con lenguaje claro y rigor analítico, Luis Carlos Ugalde responde y hace un recuento pormenorizado de los tres procesos modernizadores que México ha intentado desde su Independencia. Pese a su origen democrático.

MAPAS DE SENTIDOS Jordan B. Peterson ARIEL

Tras muchos años de reflexión y trabajo, Jordan B. Peterson sentó las bases teóricas de sus ideas en estos Mapas. Este libro es un ensayo ambicioso, arriesgado y muy personal que aborda con una originalidad cuestiones básicas de la experiencia humana. En sus páginas, el autor responde a la alucinante pregunta de por qué somos capaces del mal, pero, a diferencia de la mayoría de psicólogos y filósofos, lo hace poniéndose más en el lugar del potencial verdugo que en el de la víctima. Una idea perturbadora y vertiginosa.

EL CÓDIGO SECRETO: LA MISTERIOSA FÓRMULA QUE RIGE EL ARTE, LA NATURALEZA Y LA CIENCIA Priya Hemenway EVERGREEN La idea de la proporción áurea –o de la divina proporción como otros la llaman– es uno de los grandes misterios. En ella se revelan la perfección de la naturaleza, la maravilla del arte y un código matemático que puede dar cuenta de infinitos fenómenos. Priya Hemenway nos relata la historia de este código secreto y nos permite adentrarnos en sus misterios.

LEIDIMANDALAS Varios autores NUEVA IMAGEN Esta obra que propone a las mujeres analizarse y reconocerse a través de una serie de actitudes y personalidades que sorprendentemente están reveladas en 40 hermosos mandalas. Además, es una invitación a recordar los tiempos de la infancia cuando se disfrutaba del colorear.

EL TRAIDOR Anabel Hernández GRIJALBO

ARTE ANTIESTRÉS PARA COLOREAR MICKEY & FRIENDS Equipo Editorial Larousse HACHETTE LIVRE

La historia de este reportaje se remonta a 2011, cuando Anabel contactó a uno de los abogados de Vicente Zambada, el Vicentillo, quien enfrentaba un juicio en Chicago. Él le entregó varios documentos del narcotraficante: un inquietante autorretrato como payaso y los diarios que escribió durante su negociaciones para colaborar con el gobierno norteamericano. En esas páginas, el capo reconstruyó su historia y la de uno de los cárteles más poderosos.

Iluminar es muy divertido, permite enfrentar el estrés y darnos tiempo para encontranos, para pensar en nosotros. En este libro se encuentran los dibujos y tiras cómicas de las más grandes aventuras de Mickey Mouse y sus amigos, que por primera vez fueron reunidos para que puedas colorearlos.

EL SUTIL ARTE DE QUE TE IMPORTE UN CARAJ* Mark Manson HARPER COLLINS MÉXICO

COCINANDO CON WEBER Jamie Purviance LAROUSSE EDICIONES

Durante los últimos años, Mark Manson —en su popular blog— se ha afanado en corregir nuestras delirantes expectativas sobre nosotros y el mundo. Ahora, en este libro, nos ofrece su intrépida sabiduría y nos recuerda que los seres humanos somos falibles y limitados, nos aconseja que reconozcamos nuestras limitaciones y las aceptemos, pues esto, según él, es el verdadero origen del empoderamiento.

HIJO DE LA GUERRA Ricardo Raphael PLANETA

En el penal de Chiconautla, un recluso condenado por un delito menor asegura ser el Zeta 9, uno de los fundadores del cártel más sanguinario de México. Incrédulo, pero movido por la curiosidad, un periodista acude para entrevistarse con él, sumergiéndose así en un escenario donde los límites entre la verdad y el engaño se difuminan. Determinar la identidad de este personaje inasible, a quien envuelve el más grotesco cinismo, se convierte en un reto que lo enfrentará consigo mismo y una sociedad que se desmorona.

Cuando la familia y los amigos se reunen frente al asador ocurren momentos mágicos, por esta razón vale la pena conocer las técnicas y las más de 160 deliciosas recetas para sorprender a nuestros invitados. Estas recetas están distribuidas en 6 secciones de acuerdo con su ingrediente principal: carnes rojas, cerdo, aves, pescados y mariscos, frutas y verduras.

ARTE ANTIESTRÉS PARA COLOREAR PRINCESAS ENCANTADORAS Equipo Editorial Larousse HACHETTE LIVRE

Recordar el pasado es una de las mejores maneras de lograr el autoconocimiento y mitigar el estrés. Por esta razón, las imágenes para colorear que se ofrecen en Princesas encantadoras pueden lograr esto: en cada una de sus páginas se abre la posibilidad de recuperar los recuerdos que nos dejaron estos personajes de Disney y, gracias a esto, volver a nuestra infancia.

NIÑOS LOS SIETE COLORES DE MI VIDA Daniela Hoyos Falco ALTEA

LA PEOR SEÑORA DEL MUNDO Francisco Hinojosa FCE

EL DÍA QUE LOS CRAYONES RENUNCIARON Drew Daywalt FCE

DESTROZA ESTE DIARIO: AHORA A TODO COLOR Keri Smith PAIDOS

LA VUELTA AL MUNDO EN 80 CUENTOS José Morán SUSAETA


T E M A

D E L

M E S

Gilberto Díaz

S

e dice popularmente que el arte imita a la realidad, y hay mucho de cierto en eso: buscamos representarla no solo por un valor estético, sino para mantener en la memoria el impacto emocional de aquellos sucesos que nos marcan. Los conflictos que vivimos como humanidad tienen su representación en distintas manifestaciones del arte, ya sea desde los desastres naturales hasta los conflictos bélicos. Así lo hemos hecho por siglos mediante las historias que contamos de manera oral, dibujada o escrita, como ficción alegórica o crónicas documentadas; y el cine no podía ser la excepción.

Cine:

Guerra y desplazados

Desde su nacimiento, el cine ha tratado de ser fiel al representar los hechos que impactan a las sociedades, y esto siempre fue evidente con el estallido de la Revolución Mexicana y durante la Primera Guerra Mundial. Gracias a los cinematografistas, el mundo pudo ver los horrores de los conflictos bélicos más allá de las batallas; los registros documentales de las vistas mostraban la desolación de los pueblos destruidos por la artillería, a miles de personas abandonando todo en busca de seguridad, algunos en la leva y otros en los refugios, todos forzados a desplazarse de un lugar a otro. La primera película importante de ficción en hacer un retrato fiel del impacto de la guerra en las personas que participan directa e indirectamente de ella, fue la adaptación de 1930 de la novela de Erich Maria Remarque Sin novedad en el frente (Im Westen nichts Neues), donde un grupo de amigos, al ser persuadidos de unirse al ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial, poco a poco se desilusionan al ver que el idealismo romántico de la lucha patriótica contrastaba con la crudeza, el miedo y la muerte que atestiguan en las trincheras.

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Gilberto Díaz estudió Comunicación con especialidad en producción audiovisual, es productor de radio cultural, dice que no sabe de cine, pero ve las películas, le gusta hablar de ellas y de todo lo que ese arte narrativo puede trastocar en la vida de un simple mortal. @GilbertoDiazF


Pero el cine no solo se ha encargado de retratar la realidad contemporánea de los desplazados. En una innumerable cantidad de dramas históricos se ha buscado representar esta cara, que desgraciadamente no ha cambiado con el paso del tiempo. Ejemplo de ello son las épicas del género “espadas y sandalias” o péplum, donde el desplazamiento humano es representado como una suerte de castigo o designio divino, tal como se observa el éxodo judío en Los diez mandamientos (The Ten Commandments), de Cecil B. DeMille, o bien en el trato de gladiadores y esclavos del imperio romano en BenHur, de William Wyler, y en Espartaco (Spartacus), de Stanley Kubrick. Muchas historias de este tipo fueron filmadas durante el periodo de la posguerra en la década de 1950. En el caso particular de Wyler, Ben-Hur refleja los sentimientos que le dejó su experiencia haciendo filmes propagandísticos dentro del campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial, el ver los rostros de la desesperanza en las personas de las distintas comunidades italianas que debían abandonar sus hogares ante un inminente bombardeo, o como le sucedió a su colega de misión George Stevens, quien tuvo la estrujante primicia de documentar para el mundo los horrores de los campos de concentración alemanes, hecho que lo atormentaría casi por una década, hasta que en 1959 encontró una suerte de catarsis con su adaptación de El diario de Ana Frank (The Diary of Anne Frank). Pero Hollywood no sería el único mercado donde las historias sobre desplazados tendrían presencia. En Italia es bien conocida la obra de Roberto Rossellini como la detonadora de aquello que llamamos neorrealismo italiano, con cintas como Roma, ciudad abierta (Roma, cittá aperta), Camarada (Paisá) y Alemania, año cero (Germania anno zero), donde podemos apreciar crudamente la marca que dejaron la guerra y el fascismo a sus protagonistas, quienes no eran actores profesionales, sino gente común y corriente interpretando el dolor que vivían por esos días. Vittorio De Sica, por su parte, hizo lo propio con El limpiabotas (Sciusià), Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette) y Umberto D, historias desgarradoras sobre la pauperización en la posguerra italiana, mucho antes de dedicarse a filmar commedia all’italiana en años posteriores. En otra parte de Europa, mucho más al norte, Ingmar Bergman entregaba filmes como El séptimo sello (Det sjunde inseglet), acerca de un caballero cruzado que regresaba a su país natal tras haber batallado, cargando consigo los dilemas sobre la vida y la muerte, la fe y su cuestionamiento del sentido de la vida, mientras realiza su recorrido de vuelta, solo para encontrarse con la misma violencia de la que huía, en una representación angustiante de la fatalidad que carga en sus hombros. El retrato medieval de Bergman alude fielmente a una realidad donde las carencias de recursos en muchos pueblos eran una circunstancia que obligaba a hombres y mujeres a abandonar sus tierras. En el cine japonés, los estragos de la guerra han sido fuente de numerosas películas, desde alegorías escenificadas en la era feudal como El mercenario

(Yojimbo) y Los siete samuráis (Shichinin no samurai), entre otras obras destacadas del magnífico Akira Kurosawa, que muestran el asedio violento por parte de ronines sin escrúpulos hacia comunidades campesinas, que se ven obligadas a buscar protección de otros mercenarios. Pero también existen películas de fantasía metafórica como es el clásico de culto Godzilla (Gojira), del director Ishiro Honda, de la que se ha dicho que el monstruo es una representación de los daños causados por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en su sociedad. La conquista de América también ha provocado la realización de filmes que de alguna manera retratan el violento golpe de ser desplazado, como sucede en la estrujante incertidumbre de Aguirre, la ira de Dios (Aguirre, der Zorn Gottes), de Werner Herzog, o bien Cabeza de Vaca, de Nicolás Echeverría, que nos coloca en el choque cultural de unos extraños exploradores –muchos de ellos obligados a hacer esa labor a cambio de preservar la vida–, adentrándose en un terreno hostil y adverso. O el caso de películas como La otra conquista, de Salvador Carrasco, y Danza con lobos (Dances with Wolves), de Kevin Costner, que nos enseñan la otra cara de esta misma moneda, en que los nativos de la tierra confrontan el dilema de ser obligados a abandonar su territorio o su cultura ante la hostilidad de los invasores. En este mismo sentido, la esclavitud, la segregación y el dolor de la alienación también han sido representadas por diferentes autores, desde la épica Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind), de Victor Fleming, ambientada durante la Guerra Civil estadounidense, o la brutal Doce años como esclavo (Twelve Years a Slave), de Steve McQueen, en las que el racismo juega un papel fundamental en las acciones y el sentir tanto de los personajes como de la audiencia, donde a pesar de no haber un conflicto bélico tangible, el recurrente recordatorio de la confrontación étnica es tan actual como vigente. Lo mismo sucede con el cine que actualmente se produce en Medio Oriente, África o los Balcanes – por mencionar algunos casos–, cuyos conflictos no han cesado desde que recordamos. Es muy común ver historias ambientadas en el marco de las incesantes guerras que, a diferencia de sus liderazgos políticos, pretenden enviar un mensaje de conciliación, enfocándose en el dolor de las personas, o bien retratando los cuestionamientos existenciales de los involucrados al ejecutar decisiones políticas, como sucede en Vals con Bashir (Vals im Bashir), de Ari Folman, ambientada en la guerra de Israel contra Líbano de 1982, o Munich, en la que Steven Spielberg, sin tomar partido, hace una representación del dilema moral de terminar una vida. La guerra en el cine tiene infinitas caras. Muchas son solo la extensión de otras historias que conocemos de siglos. Pero la constante se mantiene vigente: el mensaje de que la guerra no es del todo heroica, que tiene aristas que nos siguen lastimando y que por ello es necesario seguir recordando esas realidades para que nunca se nos olviden, aunque parezca una tarea difícil. +

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E N T R E V I S TA

A

A M A N DA

D E

L A

G A R Z A

El “detras detrAs de cAmaras” camaras” de un museo muoEO

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l Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) abrió sus puertas en noviembre de 2008 y se transformó en un referente obligado para la vida cultural de México. Muchas de las exposiciones que ha presentado se transformaron en itinerantes y recorrieron miles de kilómetros. Su edificio –que según algunos entendidos puede comprenderse como un “posmuseo”– fue creado por Teodoro González de León; su riqueza es única, pues según se lee en la Gran guía turística de la Universidad Nacional Autónoma de México, “alberga la más amplia colección de arte contemporáneo” de México.

En este tiempo de contingencia por favor sigue la programación del MUAC en muac.unam.mx #MUACdondeEstés


P O R :

YA R A

S Á N C H E Z

D E

L A

B A R Q U E R A

Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi Conoce sobre las propuestas que tiene Amanda en este 2020 para el MUAC

Fotografía: Edwin Reyes Maya

Recorrer sus salas implica adentrarse en el mundo de las sorpresas y los cuestionamientos, en la posibilidad de mirar lo no pensado y descubrirse a uno mismo ante las creaciones de otros. El tiempo que los visitantes tardan en recorrer las exposiciones es breve, aunque su reverberación los acompañe por años. Entran y salen… pero, ¿qué ocurre antes de que puedan adentrarse en esas salas? Para responder esta pregunta conversé con Amanda de la Garza, la directora del MUAC. Esto fue lo que me contó: —Planificamos el calendario de exposiciones del MUAC con tres años de antelación. Esto tiene una causa precisa: crear una exposición es una labor muy compleja y requiere la colaboración de muchas personas e instituciones. En los museos grandes –como es nuestro caso–, cada una de las exposiciones implica labores conjuntas de varias áreas especializadas. En la mayoría de los casos, todo parte de una idea, del interés por trabajar con un artista, justo como sucede en Trayectorias, que festeja los 90 años de Manuel Felguérez. En cambio, si se trata de una exposición colectiva, se inicia a partir de un tema que nos parece relevante, y comenzamos a explorar qué tipo de obras podrían incorporarse. En ese momento, el equipo curatorial debe responder una serie de preguntas muy precisas: ¿por qué esas obras y no otras?, ¿en qué medida responden al concepto central de la exposición?, ¿cuál es el enfoque que se le dará a la exposición? En efecto, lo que mirará el público tiene que responder a una narrativa precisa, a un concepto que no puede perderse de vista. Tener una selección de obras y artistas no es suficiente, lo fundamental es encontrarlas y lograr que lleguen al MUAC. Algunas pueden estar en museos y colecciones de México, lo cual puede facilitar las negociaciones; pero otras están dispersas en distintas naciones. Este es el momento de los primeros contactos, de las negociaciones que nos permitirán traerlas al MUAC. Incluso, al momento de crear esta primera selección nos tenemos que enfrentar a un hecho arquitectónico: ¿las piezas caben en las salas del museo?, ¿pueden mostrarse de una manera adecuada? Y, a estos retos, se

suma uno más: si se trata de un artista vivo –como sucedió en el caso de la exposición de Manuel Felguérez–, todo este trabajo tiene que ir de la mano con él, pues las decisiones que toma el curador tienen que ser discutidas y analizadas con el creador de las obras. En algunas ocasiones, los costos de las exposiciones son muy elevados, por eso tenemos que buscar fondos para llevarlas a cabo, para crear su catálogo y, en este caso, debemos decidir cuál deberá ser su contenido, quién será el fotógrafo que las retrate y, por supuesto, cómo deberá diseñarse para que su discurso sea acorde con la exposición. Una vez que hemos terminado con estas labores, iniciamos la petición de las obras que se presentarán. Negociamos con coleccionistas privados y las instituciones que las poseen. De manera paralela, también comenzamos a decidir cómo será su despliegue en las salas. Antes de que las obras lleguen al museo es necesario asegurarlas y embalarlas para que, durante el trayecto, no sufran ningún deterioro. Esto, que a primera vista podría parecer sencillo, tiene grandes complejidades: negociamos con las aseguradoras y, por supuesto, preparamos las piezas para que enfrenten un viaje que, en más de una ocasión, se inicia en lugares muy lejanos. Lo que se busca es que, si llegara a ocurrir un percance, la obra esté protegida en todos los sentidos. Una vez que las piezas arriban, son dictaminadas por el especialistas del MUAC. Es fundamental saber en qué estado se encuentran después de haber viajado. Cuando todas estas labores han terminado, se inicia el despliegue de las obras en las salas del museo y llega el día de la inauguración. Sin embargo, las exposiciones concluyen cuando las piezas regresan a sus lugares de origen. Evidentemente, mientras la exposición está en el museo ocurren muchas otras cosas: charlas, visitas guiadas, muestras de cine, una larga serie de actividades que se desarrollan de manera paralela y que la apoyan. Amanda termina de platicar y yo me adentro en el MUAC… El tiempo de mi recorrido, por más que deseo alargarlo, palidece ante todo lo que no puedo mirar en las obras que contemplo. +

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E N T R E V I S TA

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N I C H O L A S

S PA R K S

Ese tipo de amor si existe N Fotografía: James Quantz Jr.

icholas Sparks es un fenómeno editorial: sus veinte novelas, traducidas a más de cincuenta idiomas, han vendido más de 100 millones de ejemplares, y once de ellas fueron llevadas al cine. Su éxito en la taquilla también es notorio: Mensaje en una botella –estrenada en 1999– recaudó más de 118 millones de dólares. La causa de esta popularidad parece sencilla de explicar: sus obras están marcadas con un romanticismo extremo que a ratos parece desafiar a lo que ocurre en la vida cotidiana. Sin embargo, en una entrevista con El Clarín, Sparks declaró: “Ese tipo de amor sí existe”, y, por si esto no bastara, también está convencido de que “mucha gente lo encuentra”. Conversar con Nicholas Sparks era necesario para tratar de encontrar los secretos de la popularidad de sus novelas.

Actualmente se subestima al género romántico en la literatura, pero en tus historias se narran situaciones y emociones muy familiares para todos los lectores. ¿Por qué debemos revalorar este género? ¿Qué nos aporta o nos debería brindar como lectores? Creo que hay novelas para todos. A algunas personas les gusta la fantasía; a otras, las historias de terror; y a unas más, las obras románticas. Mis novelas son dramáticas, y en cierto sentido me alejo de la fantasía romántica. Trato de escribir páginas que muevan al lector a través de todas las emociones, eso hace que su historia sea memorable: el que se adentra en ellas siente como si hubiera vivido una pequeña vida mientras avanza entre las cubiertas. Creo que esto es lo que les pasa a las personas cuando leen las novelas que no pueden dejar: están convencidas de que podrían ser los protagonistas, sienten todas las emociones que experimentan los personajes y, por supuesto, viven una historia distinta de la suya. ¿Cómo crees que influye la literatura romántica en las nuevas generaciones? La literatura romántica existe desde el comienzo de la literatura. Por supuesto, lo hemos visto con las tragedias griegas o con Shakespeare en Romeo y Julieta, y también en los cuentos de los hermanos Grimm con Cenicienta, La bella durmiente o Blanca Nieves. Es un género que ha existido durante mucho tiempo, y creo que ahora la gente lo disfruta por las mismas razones por las que existían entonces: les parecen historias que se sienten reales, son historias que podrían sucederles; y eso no ha cambiado a lo largo de los siglos. ¿Por qué es importante escribir y leer historias de romance? ¿Por qué los nuevos escritores deberían darle una oportunidad a este género? Existe una diferencia entre lo que tradicionalmente se considera literatura romántica y las novelas que escribo. Aunque mis obras ciertamente tienen elementos románticos, también poseen elementos trágicos. En cambio, la mayoría de la literatura romántica no está marcada por la tragedia. Estas novelas siempre ofrecen finales felices. Sin embargo, creo que los lectores y escritores pueden aprender de ambas perspectivas: el amor es una de las principales emociones de la vida, y cuanto más percibes las emociones en cualquier historia, más real se siente esa narración. No importa en qué género trabajes –ya sea una novela de misterio, de suspenso o de

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terror–: si la novela hace que las emociones sean reales, la historia resonará. Mucha literatura que puede considerarse romántica hace exactamente eso. Jane Austen, por ejemplo, y Mujercitas también entrarían en esta categoría. El éxito de Diario de una pasión se mantiene vigente, y su adaptación al cine ha ayudado a que sea mucho mayor. ¿Cómo ves al Diario de una pasión en retrospectiva? Es una sensación maravillosa saber que escribí Diario de una pasión. Esta novela llegará a su 25 aniversario el próximo año, por lo que ha estado viva durante mucho tiempo, y no todos los libros son un fenómeno cultural después de tantos años. Me siento muy afortunado y muy agradecido, ha sido muy emocionante ver a las nuevas generaciones descubrir la historia, y creo que eso continuará, porque me parece que Diario de una pasión irá a Broadway pronto, por lo que habrá una versión completamente nueva, con música, y me muero por verla. ¿Cómo han crecido los lectores que tienes hoy en día, desde tu primera novela publicada? Es interesante ver a los lectores. Hace veinticinco años, quizá una persona en una familia leía uno de mis libros; diez años más tarde, descubres que las madres estaban compartiendo sus lecturas con sus hijas. Ahora he llegado al punto donde he podido ver tres generaciones juntas en una firma de libros: una abuela, una madre y una hija. Es muy emocionante saber que mis novelas han influido en toda una familia y han traído un disfrute a ellas. No solo Diario de una pasión fue adaptada al cine, también Querido John, Un paseo para recordar, Un lugar para refugiarse, Mensaje en una botella, entre otras. Platícanos cómo ha sido la experiencia de que tantos de tus libros tengan su versión en cine. Siempre me ha encantado adaptar mis novelas al cine, y he sido afortunado porque todas las películas han sido muy buenas. La gente las ha disfrutado y la audiencia ha respondido. También son muy populares una vez que salen de la sala y son transmitidas en televisión por cable o streaming. Es bueno saber que hay otra manera de que las personas experimenten las historias. Así es como lo veo: las adaptaciones a otros medios hacen más accesibles las historias a más personas que están esperando para disfrutarlas. No solo has hecho ficción, también coescribiste dos crónicas – una sobre tu experiencia de convivencia con tu hermano y otra sobre la influencia de las creencias y prácticas espirituales de los lakotas. En ellas hablas sobre el autodescubrimiento y autoentendimiento. ¿Por qué crees que es importante ese trabajo interior? ¿Qué se obtiene tras ese proceso espiritual? Creo que es muy importante comprender, de una manera profunda y real, quién eres y cuáles son tus fortalezas y debilidades, cuáles son tus anhelos y los sueños que puedes alcanzar y los que probablemente no quieras o no puedas alcanzar. Esto es importante porque tenemos una sola vida y de nosotros depende aprovecharla al máximo. Si realmente no entiendes quién eres, objetiva y subjetivamente, ¿cómo puedes saber a dónde vas? + Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi



U N A

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B E R L Í N

Ai Weiwei Studio

La compasion de Ai Weiwei

En esta entrevista que Lee+ sostuvo en Berlín con Ai Weiwei, el artista chino se distancia de su talante provocador para mostrar su lado más humano y ético. Habla sobre la crisis migratoria y su paso por México.

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eo a Ai Weiwei en un festival de cine que celebran en su honor: todas las películas que le han censurado pueden verse por primera vez en el cine Babylon de Berlín. Los ánimos están un poco tensos, pues hace pocos días, Weiwei declaró que la capital alemana –la Ai Weiwei, millones de personas están ciudad que le dio asilo después de la persecución que sufrió en China– es la peor ciudad del siendo desplazadas por la pobreza, la dictamundo. Los berlineses están indignados: “Si no le gusta, que se vaya”, dicen; “Malagrade- dura, el hambre y las guerras. ¿Cree que este cido”, murmuran otros; “Que se regrese a China a ver cómo le va”, mascullan más allá. sea el mayor problema de nuestra generación? La migración y la situación de los refugiados es Weiwei acepta de inmediato la entrevista que le pido en el intermedio, solo me dice un síntoma del largo y continuo proceso de gloque la cuadre con su asistente. Cuando lo quiero retratar, me quita el teléfono y hace balización, que impone condiciones económicas una selfie. Y, más aún, al término de la película, se queda ahí –parado durante veinte extremas a muchas naciones pobres. Es una contiminutos–, a media cuadra del cine, esperando a sus amigos para regresar cami- nuación del colonialismo de siglos pasados. La globanando hasta su estudio, a merced de quien quiera abordarlo. lización, con su crueldad y avaricia, ha creado fronteras políticas y económicas muy diferentes de las fronteras Weiwei no es arrogante, no es distante, sino generoso y accesible, me escu- que existen entre las naciones. La migración forzada es el cha y junta las manos para darme las gracias cuando le digo que ya quedó resultado natural de la guerra, la hambruna y los cambios definida la entrevista. Conocer en persona a Weiwei cambió la percepción ambientales. Desafortunadamente no hay ninguna señal de que tenía de él a través de los medios y de las declaraciones mediáticas. que esto pueda detenerse porque los líderes mundiales no reconocen el problema filosófico más profundo que enfrenta la soEsto fue lo que conversamos. ciedad humana. No hay visión ni valor para resolver los problemas más profundos. ¿Cuál es la responsabilidad histórica de Europa en la actual crisis de los refugiados? A menos que Occidente –Europa y Estados Unidos– reconozca el pecado original del capitalismo y del imperialismo, jamás tendremos una verdadera discusión de estos temas en la conversación dominante. La gente todavía tiene la esperanza de que sigan las cosas como siempre. Los políticos y los ciudadanos tienen miedo de recibir a los solicitantes de asilo. En lugar de abrir los brazos y recibir a los refugiados, la gente se está moviendo hacia los movimientos políticos de derecha y extrema derecha. ¿No es esto cínico e injusto? Ser humano consiste en asumir la responsabilidad individual y social en defensa de cada una de las víctimas de la injusticia. Si no volvemos a asumir este rasgo de humanidad, el actual movimiento de derechas puede ser fácilmente cooptado por políticos que promueven un comportamiento simple y antiintelectual. En ese caso, la solución terminará siendo dura e inhumana. 16


P O R :

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Los ciudadanos de los países desarrollados están preocupados por el calentamiento global, distraídos por los problemas de lujo y no se involucran realmente con la crisis de los refugiados. Sin embargo, tienen un acceso privilegiado a la educación y la información. ¿No debería haber una correlación entre el acceso a la educación y la amabilidad o la compasión? ¿No debería la cultura hacernos más humanos? El acceso a la información y a la educación no garantizará que las personas hagan el juicio correcto porque no han estado en las mismas condiciones que aquellos que sufren. Su naturaleza egoísta les impide ser compasivos. Creo que entender la humanidad como una unidad debe ser el principio fundamental de cualquier sociedad civilizada. De lo contrario, la crisis siempre será algo que le ocurra a otra persona en otro lugar. Ha habido un aumento de refugiados en mi ciudad natal en México, y la gente no está contenta de verlos. Esto está sucediendo en todas partes. Usted ha demostrado en sus documentales lo lejos que estamos, como sociedad, de estar preparados para ayudar a los refugiados. Y sin embargo, nuestra generación ha defendido la lucha por los derechos de los animales. ¿Cómo es posible que la crueldad con los animales nos afecte y que nos molesten las personas necesitadas? Puede sonar religioso, pero comprender la vida siempre ha sido fundamental para entendernos como individuos y como colectividad. Al no tener compasión, al no ayudar a los demás –lo que siempre constituye un desafío–, nos colocamos en una posición extrema. Hemos perdido la capacidad humana más importante, que es comprender que todos somos creados iguales y que nos debemos compasión mutua. Al perder esa base, nuestro propio destino está condenado.

México, que antes era un país amable con los refugiados, se ha convertido en un infierno para los migrantes que tratan de establecerse en el país o en su camino a los Estados Unidos. ¿Cuál es su punto de vista sobre México y la violencia contra los migrantes que hemos presenciado durante años sin fin? México es una sociedad con una cultura y una gente de lo más amables, pero al mismo tiempo sufre un crimen brutal y una estructura política corrupta. El trato duro hacia los migrantes muestra que la cultura mexicana está cambiando hacia un ambiente menos favorable para la supervivencia humana. ¿Hay algún otro tema urgente en México que le gustaría documentar y explorar, ahora que ha tenido dos grandes exposiciones en la Ciudad de México y en Monterrey? Mientras trabajaba en mis exposiciones y en el documental Vivos [sobre los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa], me puse en condiciones extremas para entrar en contacto con la sociedad mexicana, para tratar de entender quiénes son los mexicanos. Estoy profundamente convencido de que he encontrado a la gente más amable, más cálida y más tolerante. Tienen integridad, son inteligentes y están decididos a lograr la justicia social. Mi exposición continúa en el Hospicio Cabañas de Jalisco. Este es el tercer espacio en México. Los tres museos han demostrado altos niveles de profesionalismo, tanto en el manejo de las obras como en la comunicación intelectual, lo cual es raro de encontrar, incluso en Occidente. +

Enrique G de la G es un ghostwriter y editor basado en Berlín. Síguelo en Instagram: @enriquegdelag

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M E S

P O R :

La feminidad Una mujer solo podrá elegir entre vivir hiperabstracta (“inmediatamente universal”, decía Hegel) para merecer así la gracia divina y la homologación con el orden simbólico o simplemente diferente, otra, caída (“inmediatamente particular”, decía Hegel). Pero no podrá acceder a su complejidad de ser compartida, heterogénea, pliegue-catástrofe-del-ser (“nunca singular”, decía Hegel). Julia Kristeva en Historias de amor

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abía una vez en que todas las mujeres soñaban con ser femeninas. El ideal de mujer era aquella que se pavoneaba con su falda pomposa, tacones y perfectamente maquillada con Revlon, a quien no se le movía un pelo mientras aspiraba con la nueva Hoover, hacía hervir la sopa Campbell’s y mecía al recién nacido con el único pie libre mientras esperaba a que llegara el marido. El orden establecido dictaba una clara construcción binaria: hombre-mujer, según la cual cada quien sabía su lugar y aspiraciones. La vida aparentemente fluía, pues no hay nada más sencillo que vivir de acuerdo con las convenciones. El orden dominante proporciona una noción de seguridad que al ser humano le permite definirse sin ambigüedades ni incongruencias. Así, la feminidad como objetivo estaba tan arraigada que se asentó en la conciencia de las mujeres y aniquiló su capacidad de cuestionar. Y es que, en el fondo, ninguna de esas mujeres quería dejar de ser precisamente mujer. Tal vez por eso, hoy, a las feministas se les dice que quieren ser menos mujer. O ser más hombre, o tal vez son todas lesbianas y hasta quieren cambiar de género. Y es que aquellos que hacen estas afirmaciones insensatas consideran que la solución que propone el feminismo ante la gran crisis del sistema patriarcal es la del desplazamiento del género femenino –entiéndase “género” como sinónimo de sexo biológico– y la transmutación al masculino. Claro, es que las feministas sueñan con un mundo poblado de hombres. El falo como eje del mundo. La propuesta es más que risible; sin embargo, de este absurdo se desprende cierta verdad: la feminidad, como se nos ha enseñado desde hace siglos, ha llevado a las mujeres a cumplir estereotipos estéticos y sociales que “son ecos fieles a la didáctica masculina”, señaló Carlos Monsiváis en Misógino feminista. En ese sentido, destruir la feminidad es uno de los mayores actos libertarios, pues significa salirse de la estructura simbólica masculinista y atentar contra la estructura del sistema. Como afirma la teórica feminista chilena Margarita Pisano en El triunfo de la masculinidad: “La feminidad no es un espacio autónomo con posibilidades de igualdad, de autogestión o de independencia, es una construcción simbólica y valórica diseñada por la masculinidad y contenida en ella como parte integrante”. Es decir, la feminidad es en realidad un espacio constreñido en el cual a las mujeres les es imposible reinventarse. Una camisa de fuerza que erróneamente se les ha enseñado a venerar bajo la falsa premisa de que las hebillas alrededor del pecho y las mangas larguísimas que

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mantienen sus manos atadas las ayudarán a empoderarse. En pocas palabras, a la feminidad se la ha querido vestir con el uniforme del feminismo cuando en realidad lleva el del adversario. Se la ha visto como la configuración de la identidad de la mujer e incluso como un signo de rebeldía ante la masculinidad. No obstante, la feminidad o la “sensibilidad femenina” en realidad es un doble agente, pero que atiende a un solo amo, pues instala a las mujeres en los roles y espacios fijos designados por la misma masculinidad: puta de catálogo, compañera de vida, madre abnegada, noviecita santa, puta de la Merced, reina de belleza, mujer fatal, virgencita… Un listado amplio de arquetipos que reducen a la mujer a personajes unidimensionales que no admiten la construcción de la individualidad ni la inconsistencia que conlleva. “Social y culturalmente, la mujer es más objeto que sujeto, y en ese orden de cosas su ser le resulta al patriarcado un reflejo del ser verdadero”, nos recuerda Monsiváis. Por ejemplo, la ira y su expresión es un sentimiento que comúnmente se asocia a lo masculino y las mujeres “desde niñas aprende[n] a asimilar la rabia como algo antifemenino, poco atractivo y egoísta”, explica la escritora y activista Soraya Chemaly en Rabia somos todas. La pauta social


A D R I A N A

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no se transforma, transforma se destruye dicta que el enojo femenino normalmente se contiene, se reprime, ya que su expresión pública perturba la imagen que se ha construido de la feminidad: de la condición de “ternura”, de la imagen de “ser comprensiva”, de la reputación de “decencia”, de la apariencia de “buena mujer”. De modo que tan pronto una mujer expresa su ira es tildada de “loca”, “histérica”, “bruja” y, sí, de “mala mujer”. “Calladitas se ven más bonitas”, reza el dicho popular que para las mujeres significa: no cuestiones, no exijas, no te quejes, no reclames, no expreses tus necesidades. Y es que al hacerlo te convertirás en una persona irritante, se te retorcerá el rostro y te verás fea. Lo anterior es solo la punta del iceberg, pues la mayoría de las veces las mujeres que pretenden transmitir intentos heterodoxos de la condición femenina son señaladas o, en el peor de los casos, recluidas. Anécdotas como estas sobran en la historia, en la literatura y en el cine: el personaje de Clarissa, de la emblemática novela de Virginia Woolf, La señora Dalloway, que remarca el represivo rol social de las mujeres del periodo de entreguerras y cómo la locura es el único y último recurso de la protagonista; las mujeres encerradas en psiquiátricos

durante el franquismo por no cumplir con los requisitos del nacionalcatolicismo, como lo relata la novela El placer de matar una madre de Marta López-Luaces; las memorias de Susanna Kaysen, que más tarde se convirtieron en la película Inocencia interrumpida, donde la protagonista, debido a sus inseguridades y confusión en sus relaciones con sus amantes, es diagnosticada con trastorno límite de la personalidad; la historia de Carol Ledoux, quien sufre de aversión sexual y miedo a los hombres en la película Repulsión de Roman Polanski, por mencionar solo algunas. Trastocar la feminidad significa, primero que nada, abandonar la zona de confort y, en segundo lugar, un valiente acto de rebeldía. Al destruir esa vieja camisa de fuerza, las mujeres se alejan del modelo conocido que solo les permite asomar fragmentos de su ser y se permiten mostrarse ante el mundo como mujeres completas, sin la etiqueta que alguien más les dijo que debían cumplir; pero, sobre todo, se convierten en alguien dotado de conciencia, en ciudadanas participativas, en agentes de cambio. Y, entonces, son una verdadera amenaza para el sistema patriarcal creado por y para cierto grupo de hombres. Sabemos que el desmantelamiento de la feminidad no es un combate sencillo. El sistema ha encontrado modos sutiles de dominación y, por ende, cada vez es más difícil combatirlo. A la libertad sexual le sobrevino la cosificación del cuerpo femenino, a la integración en el mundo laboral le sucedió la exigencia de ser una empleada de excelencia sin descuidar los deberes del hogar, al derecho a la píldora anticonceptiva le transcurrió el consentimiento a una serie de reacciones adversas para el cuerpo, al acceso al divorcio en ocasiones le conllevó el señalamiento social. “Debemos tener mucho cuidado de los análisis triunfalistas de avance, de los lugares conquistados, del espejismo de retirada de la vieja estructura patriarcal. El concepto de patriarca puede estar sujeto a discusión, a remodelación; sin embargo, lo que no se ha cuestionado es la cultura de la masculinidad”, nos advierte Pisano. Es imperativo, entonces, que se reflexione el lugar político-cultural de la mujer al margen de la “feminización”. Solo a partir de que la mujer se extraiga y rebele de las estructuras de poder preponderantes (que van desde aquellas del dominio político hasta las del imaginario), bajo las cuales se le ha asignado un papel secundario –como en los abalorios de nuevos derechos conquistados–, adquirirá verdadera autonomía. Por ello, es necesaria una nueva consigna que grite: la feminidad no debe transformarse ni desplazarse, sino destruirse. +

Adriana Romero Nieto es editora, traductora y articulista. Ha sido coordinadora de proyectos culturales y editoriales en Casa Refugio Citlaltépetl. Como editora se ha desempeñado en el FCE, Editorial Océano y en el Fondo Editorial Tierra Adentro. Es socia y editora en Editorial Auieo. @adrianaromeniet

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E N T R E V I S TA Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi

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Las creencias provocaron un baNo de sangre

uando era niño, la historia de la Guerra de Reforma que me contaban mis profes era un asunto que se despachaba bastante rápido. En no más de una clase, me informaron que, durante tres años, los liberales –acudillados por Benito Juárez, con todo y su inexorable carruaje negro– se enfrentaron a los conservadores y los curas que estaban empecinados en mantener el poder maléfico de la Iglesia. Las escenas en las que se detenían eran bastante cursis, justo como sucedía cuando –en un arrebato de fervor patrio– Guillermo Prieto impedía que unos soldados fusilaran a don Benito al grito de “¡Los valientes no asesinan!”. En una educación pública que heredaba el comecurismo de los juaristas más radicales y los revolucionarios más atrabancados, esto era lo menos que se esperaba. Si en las tarjetas de presentación de don Arnulfo Pérez H. se leía: “Miembro del Partido Nacional Revolucionario y Enemigo Personal de Dios”, los maestros no podían quedarse atrás.

Al final de su discurso, como debe suceder en cualquier narración edificante que se tenga respeto, mis profes me decían que los liberales triunfaron para salvar a México de la esclavitud clerical y que, durante la balacera, ellos publicaron las mismísimas Leyes de Reforma (evidententemente este nombre se escribía con mayúsculas para resaltar que estos ordenamientos se encontraban en el mismísimo altar de la Patria). Después de esta arenga patriótica seguía el silencio o, en el mejor de los casos, se asumía que esa guerra civil era algo así como un prólogo de la intervención francesa y el imperio de Maximiliano, los cuales solo servían para dejar en claro que Juárez era una riata, y que todos los mexicanos deberíamos desear nacer en Guelatao, usar traje negro y ser nacionalistas hasta la ignominia (no por casualidad nuestras tropas habían derrotado al ejército más pequeño del mundo el 5 de mayo). El mensaje era claro, indubitable: la antropolatría al Benemérito no tenía límites. Lo que hacían mis profes era lo común, y la Guerra de Reforma se convirtió en un capítulo que funcionaba como pórtico de la gran década nacional que concluyó con la restauración de la república. Como resultado de esta mirada, desde 1953 no se había editado una historia general de este conflicto, hasta que Will Fowler publicó La Guerra de Tres Años (Crítica, 2020). Conversar con este historiador –que además es autor de la mejor biografía de Santa Anna– era un asunto que no podía dejarse pasar. Mientras se instalaban las cámaras, Fowler y yo platicábamos sobre la tentación que su libro despertaba en los periodistas. El nuevo juarismo era un asunto que los obligaba a repetir la misma pregunta. Cuando los aparatos estuvieron listos, el click de la cámara señaló el arranque se las palabras. —En la Guerra de Tres Años —dice Fowler— los mexicanos se mataron de una manera brutal, y quedó relegada por el peso que se le dio a la intervención francesa y al imperio de Maximiliano. Las razones de este ninguneo son varias: los mexicanos prefieren leer sobre el heroísmo de la lucha contra los franceses que un libro donde se muestra que las familias mexicanas se asesinaron sin piedad. Además, en la historia oficial –que se inició con México a través de los siglos y que se continuó después de la Revolución– se estableció la existencia de mexicanos buenos y malos, y en ella también nació el héroe nacional por excelencia: Benito Juárez. En esta narración no se ve bien que Juárez haya apoyado el Tratado McLaneOcampo que ponía en riesgo la soberanía de México con tal de triunfar en la guerra y ganar un aliado internacional poderoso. Conservar la memoria juarista implicaba José Luis Trueba Lara es escritor, editor y profe. Colabora en la radio y de pilón sale en la tele. Duerme la siesta con su esposa y ha publicado varios libros. Es un lector que ha llegado al extremo de trabajar para pagarse el vicio. @TruebaLara


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Los lunes al sol (2003, dir. Fernando León de Aranoa)

guardar silencio sobre la Guerra de Tres Años. El comprender que los enemigos –los gobiernos de Juárez y de Miramón– estaban en una situación desesperada que los llevaba a tomar medidas también desesperadas no puede tener espacio en la historia oficial. Fowler se detiene y yo le hago una nueva pregunta. —¿No será que este enfrentamiento brutal nos permitió tener una religión laica, patriótica y criolla? —La importancia de esta guerra es que en ella se publicaron la leyes de reforma como una muestra de la radicalización del conflicto. Sin embargo –y a pesar de estos ordenamientos–, México siguió siendo un país profundamente católico, absolutamente guadalupano. Esta es la gran tragedia, pues los liberales reformistas y los liberales conservadores eran profundamente devotos. Jesús González Ortega, por ejemplo, decretó que los sacerdotes que criticaran la constitución fueran condenados a muerte, pero en su correspondencia familiar le reclamaba a su esposa que no le enseñaba a rezar a sus hijos. El asunto era claro: cualquier ataque a la Iglesia se tomaba como un ataque a la religión, aunque todos fueran católicos. —¿En verdad había liberales y conservadores… o la verdad es que todos eran liberales? —La Guerra de Tres Años no solo fue un conflicto entre liberales y conservadores, sino entre liberales radicales y moderados. Los moderados estaban seguros de que los radicales iban demasiado rápido y terminarían por provocar un gravísimo conflicto. Ellos pensaban que los cambios podrían lograrse sin que la sangre llegara al río. Curiosamente, para evitar esta tragedia, provocan la guerra más terrible del siglo xix. Fowler guarda silencio. Yo entonces recuerdo las últimas palabras de su libro: “El esencialismo en las creencias de un bando y otro imposibilitó que se pudiera llegar a acuerdo alguno. Ya luego, la propia dinámica de la guerra civil repercutió en un baño de sangre”. En ese momento, la posibilidad del diálogo estaba muerta y el costo será terrible. +

Santa (Javier Bardem) es un cincuentón que pasa sus días en paro durante los primeros años de la España del nuevo siglo. Al igual que su grupo de amigos, no pierde la esperanza de obtener empleo, aunque las pocas ofertas laborales y los irrisorios requerimientos no les dejan más remedio que pasar el tiempo filosofando mientras observan el vaivén de las olas. Ellos se transforman en seres desplazados por la sociedad moderna, viven en el limbo de las deudas, los préstamos bancarios y su bar de confianza. Los lunes al sol (2002) es una suerte de comedia antropológica sobre la generación que vivió de cerca el paso hacia una nueva era. El director Fernando León de Aranoa, acompañado por actores notables como Javier Bardem y Luis Tosar, nos ofrece una visión del mundo desde la perspectiva de los invisibles, que manifiesta su compromiso con las causas sociales. Esta película nos lleva a reflexionar sobre nosotros y nuestra sociedad, pues funciona como un espejo donde nos reflejamos.

Canciones Basura Yucatán A Go Go

Yucatán A Go Go es una banda mexicana que, con más de veinte años de carrera, lleva el estandarte de crear música infantil. Sul álbum Canciones Basura, cuyas letras ocurrentes y ritmos pegajosos ponen a sacudir el esqueleto tanto a chicos como grandes, demostrando que se puede tener éxito en un mercado tan complejo sin la cursilería típica de la música infantil. La importancia de divertirse es palpable en todos los temas de Yucatán A Go Go, quienes lanzaron su primer material en 1999 –Rock cabezón para chavitos– y, desde ese momento, participan en todo tipo de eventos, desde conciertos masivos hasta ferias de libros. Canciones Basura cuenta con nueve canciones de variadas temáticas. Con ellas demuestran que humor y rock van de la mano, como la historia de una abuela que se convierte en zombi, y la salvaje Perro animal, que inicia a los jóvenes en el mundo de los guitarrazos. Así, con rolas desenfrenadas y rebeldes para las nuevas generaciones, Yucatán A Go Go se muestra como la puerta a un universo cultural mucho más amplio que los convencionalismos comerciales. Por Adrián García 21 @adrian_garciros


R E S E Ñ A S

Las voces olvidadas Todas somos desplazadas, de Malala Yousafzai (Alianza Editorial)

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s difícil pensar que hoy existe una persona que no haya escuchado mencionar a Malala Yousafzai. Además de ser Premio Nobel de la Paz, es una activista que se enfrenta a la discriminación y los crímenes en contra de las mujeres, y –por si esto no fuera suficiente– también trabaja desde su fundación en favor de la educación para todas las niñas y adolescentes. Hace años, todos conocimos su vida gracias al libro Yo soy Malala, una historia que le dio la vuelta al mundo para narrar el atentado que sufrió por parte de los talibanes. Se atrevió a levantar la voz por las todas las niñas en Pakistán, y la violencia del fundamentalismo religioso la obligó a migrar para comenzar un nueva vida. Su nuevo libro, Todas somos desplazadas, es un recuento de las historias de mujeres de distintos lugares del nuestro planeta. Todas tienen un punto en común: Malala las conoció durante sus viajes y escuchó las narraciones sobre el desplazamiento que vivieron. Efectivamente, sus interlocutoras, al igual que ella, tuvieron que huir de sus países de origen para ir en busca de una nueva vida en un sistema que, por lo menos, se alejara de lo terrible. Muchas personas no comprenden los horrores que viven los refugiados. Para ellas, los desplazados son como cualquiera con una sola diferencia: tienen que comenzar de nuevo en un sitio lejano de sus hogares. Malala nos obliga a comprender este fenómeno de una manera profunda al retomar su historia como desplazada para honrar a todas las mujeres que se arriesgan para tener una vida mejor. Ella va por todas las desplazadas que ha conocido y también lo hace por las que nunca conocerá, pero que –a pesar de esto– decidieron vivir y conservar la voz para narrar sus tragedias.

Fragmento del libro Todas somos desplazadas Yo no soy una refugiada. Pero conozco la experiencia de ser desplazada, de tener que dejar mi casa, mi país, porque quedarse es demasiado peligroso. Cuando pienso en los refugiados y en los desplazados, lo que me viene a la mente es resistencia. Coraje. Valor. Recuerdo el primer viaje que hice al campo de refugiados de Zaatari en Jordania, en 2014, y a todos los sirios que conocí en la frontera. Habían llegado al final de sus angustiosos viajes, pero solo estaban al comienzo de sus nuevas e inciertas vidas. Pienso en Muzoon, en María y en Marie Claire. Pienso en Najla y en Zaynab. Y ellas no son sino unas pocas de las niñas y jóvenes extraordinarias que he conocido y que me han impulsado a profundizar en mi propia historia de desplazamiento para comprender y compartir las suyas. Muchas personas creen que los refugiados solo deberían sentir dos cosas: gratitud hacia los países que les han concedido asilo y alivio por estar a salvo. Me parece que la mayoría de la gente no comprenden las emociones encontradas que conlleva dejar atrás todo aquello que conoces. No solo están huyendo de la violencia –la razón por la que tantas personas se ven obligadas a marcharse y lo que se muestra en las noticias–, sino que también están escapando de sus países, de sus queridos hogares. Parece que este aspecto se omite cuando se habla de los refugiados y de las personas desplazadas internamente. Toda la atención se centra en donde están ahora, no en lo que han perdido como consecuencia. Yo he compartido mi historia en honor de las jóvenes que he conocido. Pero ya es hora de que compartamos algunas de las suyas. A decir verdad, no quiero seguir contando mi historia. Mi estrategia vital es vivir en el presente y centrarme en el futuro, pero contando mi experiencia puedo tomar la luz que enfocan hacia mí y dirigirla a otras personas que no tuvieron más opción que abandonar sus hogares. Y, juntas, nuestras historias abarcan el planeta al mismo tiempo que están enraizadas en nuestros corazones.

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P O R : FA B I Á N

V.

E S C A L A N T E

Marjane Satrapi (Reservoir Books)

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ersépolis nos ofrece un retrato de su vida en dibujos en blanco y negro. A todas luces, sus páginas son el recuento de la lucha de Marjane Satrapi por sus derechos, sin perder su identidad durante la época más dura para su país de origen: el Irán durante la teocracia y el fundamentalismo islámico. En esta novela gráfica, Satrapi nos acerca a sus raíces persas, a su cultura, su religión y su ideales. Persépolis nos presenta a Irán y al islam con una perspectiva distinta: una historia poco cómoda para alguien que vive el cambio político y la consolidación de una teocracia, alguien que se atreve a hablar con claridad sobre Occidente, alguien que nos muestra sus estudios en Europa y se enfrenta a la intolerancia, el racismo y el desplazamiento forzado. Efectivamente, esta obra nos permite adentrarnos en las injusticias interminables, lo cual da por resultado una dura novela gráfica que nos acerca a la guerra, la inmigración, la pobreza, la religión, el abandono, la dictadura, la opresión, la discriminación y la rebeldía. Aún más, en sus imágenes, Satrapi se revela como una adolescente que nos sitúa ante una perspectiva precisa y definitiva: en medio del infierno es posible reír para no perder la fe. El desplazamiento y el refugio son temas que, tanto dentro del país de Satrapi como en las naciones a las que arriban los migrantes forzados, se producen durante una crisis. Se trata de un conflicto caracterizado por la búsqueda de una entidad, por la imperiosa necesidad de encajar en un lugar extraño, por la soledad que los envuelve al no tener nada en común con las otras personas. Todas estas emociones están en los trazos sencillos que revelan una historia real, la de Marjane Satrapi. En efecto, Persépolis es una autobiografía marcada por la censura, el machismo y la búsqueda de la libertad de un niña iraní. En 2007, Persépolis se convirtió en una película de animación dirigida por Vincent Paronnaud y producida por Xavier Rigault y Marc-Antoine Robert. La cinta recibió muy buenas críticas en el Festival Internacional de Cannes, a pesar del veto impuesto por el gobierno iraní para no permitir su proyección. Persépolis también figuró como mejor película extranjera en los Globos de Oro y obtuvo una nominación a mejor película animada en los premios Óscar en 2008. Así pues, tanto la novela gráfica como la película se han transformado en una reflexión sobre lo que sucedió y lo que sucede en muchos países de Medio Oriente. Estamos ante una obra que te engancha con sus pequeños dibujos llenos de simpatía y humor, y que revelan a su protagonista para acompañarla a una realidad terrible que puede sorprender a más de uno.


R E C U E R D O S

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L E O N A R D

C O H E N

Asuntos de vital interes Me sentenciaron a veinte años de aburrimiento Por intentar cambiar el sistema desde dentro Pero ahora vengo, y vengo a retribuir Primero tomamos Manhattan, luego tomamos Berlín. Leonard Cohen

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l amor tiene que ver con la necesidad del bien del otro; y, en algunas ocasiones, esto es lo que podemos observar, página tras página, en una prosa impecable. Los ejemplos de este tipo de obras no son pocos: desde La vida de Samuel Johnson, de Boswell hasta los recuerdos sobre Jorge Luis Borges que escribió Adolfo Bioy Casares o el Borges a contraluz, de Estela Canto, son muestras impecables de este quehacer memorioso. Eric Lerner y Leonard Cohen —quienes mantuvieron una larguísima amistad— también forman parte de esta tradición y, ahora, Lerner puede contar su historia. Gracias a él, la sólida amistad de cuarenta años tiene un homenaje sin lisonjas innecesarias. Su obra es una suerte de cinematografía que recorre dos vidas hasta la muerte del poeta. Asuntos de vital interés (Alianza) es un cálido y respetuoso acercamiento a la relación de dos creadores, que nos permite ver la vida misma en su encanto y crudeza. “En 1977, cuando nos conocimos —apunta Lerner—, Leonard ya tenía tomada la decisión de mantener su vida privada tan lejos de los focos de su profesión como le fuera posible”. En Asuntos de vital interés nos enteramos de que así fue, incluso él mantuvo esta actitud en su último adiós. El hombre que dejó huérfanos a millones de seguidores de su poesía y sus canciones, a aquellos que siguieron esperando una tercera novela que volviera a mover las entrañas como lo hizo en Los hermosos vencidos, es plenamente recuperado por Lerner. La amistad de Eric Lerner y Leonard Cohen inició en un centro budista de Los Ángeles, donde no es necesario romperse la cabeza para saber lo que ambos buscaban, sobre todo en esos años aún luminosos posteriores a la década de los sesenta. Con lenguaje impecable, Lerner acerca su lente para fotografiar al ser humano de a pie que fue Leonard Cohen. Para lograrlo de una manera literaria, recurre a saltos en el tiempo que arman un rompecabezas, dejando un sabor paradójicamente lineal. Confecciona con puntualidad sin caer en lucubraciones y tampoco en sensiblerías; gracias a esto deja claro el lugar de cada uno en esta amistad, y sin quitar el foco revela la vida de uno de los poetas más importantes del siglo xx. Un personaje elegante que vivió sobriamente, un hombre de humor amorosamente sarcástico y pulcro, un padre entregado y, para sorpresa de sus seguidores, un hombre que no logró cosechar el otro amor, el de pareja. En Asuntos de vital interés nos enteramos de los andares que van del centro budista a la confección conjunta de la emblemática revista Zero; de la masculina pasión por los hijos y la cotidianeidad terrenal marcada por el luminoso sentir de ese vínculo. Exactamente lo mismo nos sucede cuando descubrimos el ríspido mundo empresarial alrededor de la disquera que por tantos años le regateó al poeta canción por canción, y que —muy a pesar de la etiqueta— siempre coronó el medio; de la doble cara de la misma moneda cuando la estrepitosa estafa de su administradora (¿y amiga?) lo llevó a la pérdida económica total, obligándolo de

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nuevo a subir a los escenarios, ya entrados los ochenta años; de la palabra que se labra día a día para dar de comer y pagar facturas; de la casa dúplex compartida, como compartido fueron el café y las dolencias del cuerpo y del alma; de la reflexión cotidiana a la religiosidad personal de dos amigos, entendidos en ese amor que dura para la eternidad, cuando se ha plasmado una biografía de calibre entrañable. La característica voz grave del poeta parece asomarse en la prosa de Lerner. “Sensato” probablemente sea la palabra que define la vida de Cohen según las memorias que describen a su mejor amigo. En la época en que se abrazaba con furor al budismo como una estrella del new age, Cohen fue discreto en su afiliación. Incluso Zero mantenía un equilibrio lúdico con fotografías de Ralph Gibson, textos de Gary Snyder y Paul Bowles, y entrevistas lo mismo con Joni Mitchell que con John Cage. A pesar de haber creado la revista junto con su amigo, Cohen se mantenía como colaborador, dejando la completa dirección a Lerner. Buena parte del proyecto se ideaba en la Tremaine Avenue, en la casa dúplex que compartían, comprada entre ambos a solo diez minutos del monasterio del maestro Joshu Sasaki Roshi, su amigo y mentor. Vástago de una prominente familia judía de Montreal, Cohen no daba la imagen de creerse el halo sesentero: el poeta gustaba vestir Armani; en casa ropa cómoda, pero no jeans; y en el monasterio, sus “túnicas daban la impresión de pasar por la plancha todas las mañanas”. Tomaba buen vino, comía magramente, siendo la cafetera el aparato más importante de la cocina, y el buen tabaco algo indispensable. Su menester cotidiano fue mantenerse al margen del foco. Sus seguidores saben de su vocación humanista, su sensualidad y humor ácido, por sus letras en poemas y canciones. Lo que seguramente no saben es cuál era su primera ocupación: los hijos. Lerner no describe a un padre modelo, sino a un padre atento, que recorre los kilómetros que fueran necesarios para estar cerca de ellos, y da cuenta de su atención para cubrir las necesidades del desarrollo de unos niños, cuyos padres se divorciaron aún siendo pequeños. Un padre amoroso, presente a toda costa y, a veces, de costa a costa. El mismo Cohen se puso el mote de Old Leonard, aunque no lo fuera cuando conoció a Lerner, a pesar de los quince años de diferencia entre ellos, que se fueron encogiendo con el tiempo. Así pues, Old Leonard y Old Eric fue la manera en que se llamaban cariñosamente a sí mismos en persona, por teléfono, por correo electrónico, mucho antes de que el calificativo por fin los alcanzara. Es imposible no traer a la memoria el poemario de 1964, Flores para Hitler. Cuando se lee, en palabras de Lerner: “Para él, 1492 no era el año en que las tres carabelas de Colón se echaron a la mar para descubrir América, sino la fecha en que los judíos fueron


M A RC E L A

C A M P O S

Fotografía: Michael Putland

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expulsados de España… Su adscripción tribal era para él una fuente de confortación, pero también sentía un entusiasmo general por los rituales y privilegios de todas las adscripciones”. Es imposible evitar levantarse y buscar —no en los CD, sino en los viejos acetatos— su rostro, el rostro de Suzanne, con quien quieres viajar adonde te lleve; el de Marianne, con su larga cabellera sobre la almohada en el momento de la despedida; el rostro que te recuerda que no hay más diamantes en la mina; el del gitano guapo al que no le queda de otra sino agradecer que se haya convertido en tu hermano y tu asesino; al del pájaro en el alambre, que como tú, intenta ser libre a su manera; el rostro del hombre que se convierte en la medida exacta que tu deseo requiera, el que pide por los que son ciegos mientras tú sí puedes ver; el que te rompe en la cara todo lo que sabes y te mientes; el que te invita a bailar hasta que el amor termine; el rostro del que ha descubierto el acorde secreto: ¡Aleluya! Pero regresas y sigues leyendo porque no puedes dejar de hacerlo, porque quieres enterarte cómo fue ese You want it darker, su última producción discográfica terminada justo antes de su partida de este mundo, de las miles de luces que quedaron encendidas esperando el amor que no llegó, y sin embargo, siguen iluminando a los seguidores de su espíritu con demoledores argumentos sobre la existencia y la hermosa fragilidad que nos contiene. + Marcela Campos, psicóloga y poeta. También ha sido editora, periodista, corresponsal, guionista y productora de radio. marcam60@hotmail.com

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D E M E N T E

Desplazados emocionales: entrevista a Julio Bevione

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ulio Bevione escribe, da conferencias y se reúne con la gente. Si quisiéramos resumir por qué lo hace, pronto encontraríamos las palabras precisas: él trata de abrir caminos, de mostrar las rutas que permitan a las personas encontrarse consigo mismas para descubrir sus grandezas y, por supuesto, ser capaces de amarse. Este hecho es crucial: no puedo amar a los otros si no me amo a mí; es más, esto me llevaría a otra maravilla, a la posibilidad de descubrir de que mi mismidad nada tiene que ver con lo que piensan y hacen los demás, pues está marcada por una tranquilidad que me permite comprender y actuar en el mundo. Así, la lucha de Julio es contra el desplazamiento emocional, un hecho del que conversamos con el pretexto del lanzamiento de su libro más reciente.

Hace quince años salió tu primer libro, Vivir en la zona. ¿Qué tanto han cambiado las cosas, o siguen siendo las mismas cuestiones con las que nos seguimos atorando? En realidad pienso más o menos lo mismo que hace quince años, solo que ahora la gente puede profundizar más en su interior. Cuando publiqué mi primer libro había una superficialidad en estos temas, la gente iba más por las técnicas y la búsqueda externa de soluciones. Ahora, las personas están más conscientes de que la solución de los problema implica involucrarse en ellos. Por esta razón, Volver a mi marca el cierre de una etapa de doce libros. De alguna manera creo que Volver a mi es una celebración a tu trabajo. Has estado viajando, viviendo en diferentes lugares, conociendo un sinfín de personas y al final todos buscan lo que tú haces: escucharnos. ¿Cómo sientes estos años? Con este libro me tomé un rato para sentarme tranquilo y mirar atrás para compartir lo vivido. Es como decir “Aprendí esto”, “Me encontré con una persona y me contó esto, y esto fue lo que yo le respondí”. Si tuviera que mirar para adelante, te diría que el libro llega en un momento muy útil: han pasado muchas cosas en el planeta en los últimos tiempos. Yo creo que tiene el timing de llegar en un momento en 26

que va a ser útil, no solo va a ser un libro de compañía sino también un botiquín de primeros auxilios que llega en el momento en que hubo un accidente por el coronavirus. Yo sentí eso, que tocaba las bases del primer libro, pues siempre hay que volver a uno mismo. ¿Cómo podemos iniciar el proceso para volver a nosotros mismos cuando nos perdemos? Yo planteo ocho preguntas a este respecto, pero hay una que es esencial: ¿cómo me siento? Gracias a ella podemos empezar a comprender que estar con uno mismo no significa estar mentalmente con uno, no es sentarte a conversar ni estar al pendiente de tu análisis, sino de los sentimientos. Cuando logramos tranquilizarnos y sentirnos plenamente, la sensación de estar con nosotros es real y, a partir de ese momento, podemos empezar a tomar decisiones y a usar una mirada interna; pero si no te aquietas para sentir, nunca vas a poder tener ese discernimiento. ¿El miedo es una ilusión que nos está justo separando de esa paz? Claro, el miedo es una invención del ego. La primera pregunta del libro es: ¿me escucho? ¿Por qué no empezamos a escucharnos los cuentos que nos contamos? Esos cuentos determinan si lo que vemos y creemos es verdad o no. El miedo es esa invención, esa


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construcción mental que determina si algo es verdadero o falso. Por eso debemos responder ese cuestionamiento, ya que –gracias al análisis mental– podemos valorar si algo tiene las condiciones para ser real o solo es una mentira. Todas las preguntas que haces tu libro son importantes, pero, no sé si considerarías que la más importante es “¿Te aceptas?”. Esa pregunta está en el centro porque, cuando ya hemos trabajado con la personalidad o con el ego podemos comenzar a mirar lo espiritual. La aceptación no tiene que ver con aprender a lidiar con mi parte oscura o con mi aceptación básica, sino con darme cuenta de lo que realmente soy y no he aceptado. Generalmente, cuando tenemos una buena oportunidad para hacerlo, escapamos casi de inmediato. Si alguien nos ama, lo dudamos. Cuando estaba con los grupos de Miami, uno de los chicos me dijo: “Julio, haz un retiro”. Eso era un desafío porque, ¿quién soy yo para hacer un retiro? Pero si alguien ve tu grandeza por fuera y te propone hacer un retiro, ¿por qué no voy a creer lo que está viendo? Si lo está viendo en mí, y aceptar la grandeza es eso, tengo que aceptar el reto. Sí, esa es la impresión desde tu primer libro: nos vemos en versiones chiquititas. Todos los pasos que mencionas en tus preguntas también te llevan a una unidad: eres amor y eres perfecto. Claro, y al final esto te lleva a darte cuenta de que en este planeta no hay nadie como tú; pero, a su vez, implica que tampoco compites con nadie. Todos tienen sus virtudes. Ese es realmente el amor más elevado, donde no te amo desde el lugar del ser amado, sino que “te amo porque tú eres amor y compartimos lo mismo”. Claro y esto puede tomar toda la vida, pero vale la pena. Sí, puede tomar toda la vida; pero yo creo que existe una aceleración evolutiva súper interesante. Por eso no creo que mucha gente se quede fuera de este proceso, de una u otra manera nos involucra a todos, así que vamos bien. ¿Nos puedes platicar sobre el eje emocional que mencionas en el libro? ¿Cómo trazar a partir del caos un eje emocional en donde la persona está desubicada? Si empiezas a buscar un equilibrio con lo externo no solo te va a costar, pues el desequilibrio siempre volverá. Tu entorno está en movimiento, pero cuando tú logras estar equilibrado, ya no reaccionas, y no importa lo que esté pasando. No te vas a alterar. Empecemos a hacernos cargo de nuestras emociones y usemos la respiración para encontrar el equilibrio emocional. Cuando estás en paz contigo mismo, y emocionalmente no te perturbas, no hay nada externo que pueda alterarte. No importa lo que pase: aunque te insulten vas a responder, pero no perderás tu paz. Somos llamados a un cambio de conciencia. Cuando cruzas el umbral y entiendes un poquito mejor las cosas, descubres que el movimiento no para. El cambio de conciencia tiene que ver con un cambio de percepción. Cuando tú ves las cosas desde una conciencia limitada o con miedo, lo que observas es puro caos; en cambio, cuando tu conciencia se amplía, miras el caos, pero también la solución o ves la posibilidad de que exista un orden. Entonces te colocas con la solución y no con el problema. En realidad, el cambio de conciencia es constante, no tiene que ver con una graduación. Muchas veces hay ansiedad al pensar que no lo hemos logrado o que queremos obtener ese cambio de conciencia, pero esa no es la meta.

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B A R Q U E R A

Hay algo que me gusta mucho de ti: la idea de dejar de distraernos con supersticiones o explicaciones de todo, brincar de una técnica de sanación a otra, o explicarnos todo solo con la astrología. Muchas veces solo son creencias que, al final, nos alejan de nosotros y del GPS espiritual del que hablas. Siempre hay una búsqueda de explicaciones, por eso hay que estar muy instruidos en temas espirituales. A veces podemos ser muy simples a nivel formación, pero también podemos estar abrazados al espíritu. Creo que debemos bajar un poquito más de la cabeza al cuerpo. Pero eso nos cuesta: creemos que es ser simplistas, y que las cosas que tienen una explicación más confusa son más valiosas. Mencionas que debemos conocernos mejor para poder conocer a las otras personas. Sí, porque los otros tienden a ser un reflejo de nosotros. Entonces, si no me conozco, tampoco puedo conocer a los otros. Pero si me conozco, sé lo que es mío y lo que es tuyo, así sé que lo que me dices tú es tuyo y no es mío… pero si no me conozco me voy a tomar como algo personal todo lo que me dices. Regresando a tu libro Volver a mi, la historia puede ajustarse a la idea de que somos unos desplazados emocionales. Exacto, estamos viviendo fuera de nosotros, nuestro cuerpo está habitado por otras cosas, pero no por nosotros. Está colmado de historias, dolores, opiniones ajenas, pero nosotros no estamos… somos los primeros desplazados. De hecho, creo que a veces nos duele tanto cuando vemos situaciones de desplazados porque en ellas nos reflejamos, somos los primeros que nos abandonamos y aún no sabemos cómo volver. Nos vemos reflejados en el dolor de los otros, pero no hacemos nada por nosotros ni por los demás. No lo hacemos por el otro porque no lo hemos hecho por nosotros. Una persona que se ama es capaz de amar; una persona que no se ama, está incapacitada para amar, por eso solo puede reflejar dolor, inseguridad, miedos. La idea de que el desplazamiento es algo traumático tiene que ver con la vida del desplazado, con la vida interior del desplazado, pero también con sus circunstancias: esa persona podría vivir de otra manera. Puesto que todos estamos más o menos abandonados, no solo el desplazado se siente mal, pues llega a un lugar donde viven personas autodesplazadas que no son amables, que lo atacan como ellos mismos se han atacado. Estamos ante un círculo tóxico, que –si lo pudiéramos mirar desde fuera– sería el mundo de los desplazados. Por eso es fundamental mirarlo por dentro para que esto no ocurra más y cambiarlo de verdad.+

Si quieres saber más de Julio, puedes visitar juliobevione.com

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Los triunfantes

desplazados

La nostalgia posmoderna nos ha hecho recordar a aquellos personajes de la televisión y el cine, que durante la década de los ochenta eran unos completos desadaptados y calificados de perdedores que terminaban por conquistar el respeto de todo el mundo con honestidad. Sin perder la autenticidad de su persona, demostraron que estaba bien ser uno mismo. Te mostramos algunos ejemplos de aquellos programas:

n vivía e Herma , Pee-we s de hon a e n b e u ll R cencia or Paul o p in o a d l munn ta e u d Interpre io mundo. Con malicia la te n a p s en su a en su pro e no se quebrab er sus huéspede cula s lí u q a p d ó a en la e s invit nestid mpre no tó hace 35 años n. ie o s rt l, u a B re do s. Debu dirigida por Tim o g e ju e nture, casa d x Big Adve en Netfli Pee-wee´s sus pelis y serie de Disfruta

Un cómic independiente que luego se transformó en un icono de la infancia de finales de los ochenta. Las Tortugas Ninja fueron un hito mundial por presentarn os con franqueza las aventuras de Leon ardo, Rafael, Donatello y Miguel Ángel, cuatr o hermanos mutantes que comen pizza y salvan a la humanidad, aunque esta no los acepta por su apariencia.

Ya fuera como sitcom o serie animada, esta alegre y perspicaz huérfana se abrió paso por el mundo ante una serie de adversida des, tan solo para adoptar a un padre y a un grupo de amigos que la terminan aceptando en su excentricidad aventurera y el optim ismo siempre firme de su carácter.

Tenía la intro más espectacular de una caricatura estadounidense que un niño de los ochenta podía ver (por algo la mandaron animar en Japón). La historia de unos felinos antropomórficos que huían de la destrucción de su planeta natal, para encontrarse en un nuevo mundo, luchando por reconstruir su civilización. Aún hoy se nos eriza la piel con un “Thunder… thunder… thundercats, ¡ohhhhhhh!”...

Todos en algún mo mento deseamos vivir una aventura la suya: buscar un como tesoro y tener la iniciativa para ve adversidad, aunq ncer la ue los adultos de l mundo no te tom serio. Goonies es aran en tableció un princ ipio repetido en historias de su tip todas las o en la época: si na die te toma en se la iniciativa para sa rio, ten lir adelante con tu s amigos.

Cualquier pelíc ula de John Hug John Hughes es hes cribió y dirigió las mejores pelíc de lo que signi ulas fica crecer y se ntirse desadapt desde Sixteen Ca ado, ndles, pasando por Ferris Buell Day Off o The Br er’s eakfast Club, Hug hes mostró mejo que nadie ese r sentimiento ad ol escente de quer encajar y ser ac er eptado, con las confusiones e in guridades de la sevida, para finalm ente encontrar aceptación en un la o mismo.

Fue la respuesta femenina a la narrativa hipermasculina de los 80. Jerrica Benton y su hermana Kimberly, forman un grupo de rock junto con sus amigas para ayudar a transformar la vida de niñas huérfanas. Sus enemigas The Misfits les harán la vida imposible, pero el bien siempre gana y la mejor música también. Un severo contraste con las historias básicas de Barbie.



C U E N T O

I N É D I T O

Cuando vuelva

a tu lado

No me des tregua, no me perdones nunca. Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves. Julio Cortázar Ricardo Zárate —Infestación diabólica —dijo Francesc sin asomo de duda. Sabía que él era psicólogo y tanatólogo, pero que además fuera un estudioso de los fenómenos paranormales, no lo supe hasta esa cena. Tras su diagnóstico hizo una pausa dramática. La vela en el centro de la mesa acentuó la gravedad de sus facciones y le dio una nota de misterio al ambiente. Un recurso muy efectivo, por cierto. Francesc era un buen vendedor. —No exageres, Panchesc —repuse un poco a manera de broma. Y sonreí. Fue una sonrisa triste. No tenía otra por aquellos días. Él retomó la palabra. —Los muebles se mueven solos, también hay sonidos iguales a los lamentos y pestilencias que provienen de ninguna parte… Esto no es otra cosa más que una infestación diabólica. Conocí un caso similar cerca del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau —reiteró y volvió a dar una fumada. Ahora yo era quien cerraba la boca. Lo hice para escudriñar el secreto de su belleza oculta detrás del humo que flotaba en el aire, dos largos filamentos que se trenzaban como serpientes. Después pensé en mi esposo. Imagino que, al acercarse a los sesenta años, una se pone a pensar mucho, quizá de más. Era culpa mía. Fui yo quien lo trajo a cuento. Mi marido siempre irrumpía en nuestras conversaciones, pues siempre hablábamos de la muerte. Traté de ahuyentarlo de mi mente distrayéndome con la flama que titilaba dentro del cristal, aferrándose, bregando para no extinguirse. Durante un instante me distraje con el bullicio de los parroquianos del bar al que Francesc estaba ligado por razones emocionales. Era nuestra tercera cita y la segunda en ese lugar. ¿Quién dará el primer paso?, me preguntaba al tiempo que veía sus ojos. Para dos nacidos a principios de julio es habitual andar hacia los costados como cangrejos. Está escrito en las estrellas. Abandonamos la terraza y Francesc me sorprendió mirando los árboles, el viento fresco de otoño me daba en la cara. La estación desnudaba las ramas que eran viejas como yo. Se ofreció a llevarme a mi departamento en su coche (debería decir “piso”, pero no me acostumbro); decliné y preferí regresar a casa en metro, sola. —¿Segura que estarás bien? —me preguntó acariciándome la mejilla. —No lo sé —respondí mirando el suelo. Me tomó del mentón con suavidad para levantarme la cabeza.

—Piensa en la canción para tu funeral, ¿vale? —me dijo. Confieso que se me enchinó la piel cuando llegué a casa. Frente a la puerta me pregunté qué sería capaz de hacerme mi esposo. Estaba convencida de que ansiaría tocarme o, mejor dicho, lastimarme. En más de una ocasión sentí cómo presionaba su mano contra mi pecho mientras dormía. Era una sensación desesperante. ¿Hoy me tirará de los cabellos para arrastrarme por el suelo? En vida lo hizo. Giré la llave para averiguarlo. Cerré la puerta detrás de mí y decidí no encender la luz. Daba lo mismo. De noche o de día, sé que él pasaba delante de mí con una expresión de ira y maldad. Ahí estaba, lo tenía enfrente aunque no podía verlo. Al final decidí ignorarlo, estaba muy cansada y con la cabeza embotada por el vino. Entré en mi recámara, me derrumbé en la cama con la ropa puesta e intenté dormir sin ayuda de medicamentos. Conseguí dormirme cuando despuntaba el día. Al despertar, pasada la una de la tarde, me incorporé con una mezcla de desazón y amargura luego de ver algunos cabellos pegados en la almohada. Me chocaba que, al llegar a mi edad, el mundo entero se convirtiera en un espejo empeñado en reflejar una mujer madura. En fin, había conciliado el sueño varias horas seguidas y eso me confortó. Las bondades del vino tinto. Después de bañarme, fui a la cocina para prepararme un café. Oí que el televisor del salón se encendía y que una ráfaga de viento se colaba en mi habitación, los cajones se abrieron y mi ropa voló por todos lados. La ventisca dejó el cuarto y salió del departamento por la puerta principal azotándola con furia. Me eché a temblar y pugné por controlarme. Me callé las groserías que pensé endilgarle. Más tarde, recogí el desorden que mi esposo había dejado. Parecía como si buscara algo con desesperación. Me afanaba en torno a la cama cuando descubrí mi diario en el suelo. Estaba abierto. Lo leí: “Las heridas del corazón no sanan del todo, pero otras vidas pueden crecer a su lado y ofrecerles la sombra que necesitan para aliviarlas. La mort no es porta tot. Francesc tiene razón”. Supuse que sus sospechas estaban despejadas. Ya sabía su nombre: Francesc. Suspiré, cerré el cuaderno y lo escondí en un lugar diferente. Lo mejor era dar un paseo para despejarme.

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www.mascultura.mx

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