28_2012: El fin del mundo

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EL FUTURO PUEDE ESPERAR POR J. A. SÁNCHEZ

EL TESTAMENTO AUTÉNTICO DE NOSTRADAMUS Daniel Ruzo PUNTO DE LECTURA

0 Imposible que Nostradamus (Michel de Nôtre-Dame) pensara así. Mejor dicho: sus visiones, sueños o como se les quiera llamar, no han dejado de ser una enorme carga (para él mismo lo fueron) y, al mismo tiempo, una advertencia: miren lo que les espera. Aunque, por otra parte, no dejan de ser los delirios del más famoso vidente de la historia: alucinaciones que en un momento de su vida llegaron para quedarse y lo que al principio (cuentan la leyenda, los libros y películas que en demasía se han hecho alrededor de él) fueron virulentos espasmos que lo llevaban a una especie de trance contemplativo, con el tiempo y gracias a su formación como médico, matemático, astrólogo, y sus vastos conocimientos en química, retórica, botánica y sistema decimal (Oscar Chávez dixit), aprendió a sistematizar, a darles cuerpo. Las profecías habían llegado. 1 Lo recuerdo con precisión: la década de los 80 llegaba a su fin, mi madre y yo trabajábamos en casa de unos judíos muy amables y, obviamente, con un poder adquisitivo bastante decoroso. Por primera vez pude conocer de cerca lo que eran las comodidades y la buena alimentación; era, de algún modo, un pequeño acerca-

LA PROFECÍA DEL LOUVRE Theresa Breslin ALMUZARA

2 La leyenda de Nostradamus ha generado a lo largo de la historia toda una industria del morbo, de la especulación: cientos de libros se han escrito acerca de él (confieso que el tiempo que estuve alborotado con el vidente francés me encargué de conseguir varios libros y revistas para saber todo de sus profecías); exégetas han ido y venido con la certeza de tener la interpretación correcta de sus cuartetas (escritas en un lenguaje críptico y elaborado), películas, documentales, etc. Los años recientes, ante el cacareado y anunciado fin del mundo en el 2012, no han sido la excepción: desde trabajos que rayan en lo chabacano y oportunista, hasta textos que asumen un compromiso serio. Dentro de todo ese mar de especulaciones, hay algunas cosas muy interesantes: Las 52 profecías, de Mario Reading, es una novela intensa en la que el personaje central, Adam Sabir, se ve involucrado en una búsqueda plagada de asesinatos y misterios, que lo involucran en un manuscrito que se hallaba desaparecido: las 52 profecías perdidas de Nostradamus. La profecía del Louvre, de Theresa Breslin, se encuentra en la misma tónica, con dos ingredientes atractivos: la historia se desarrolla en el siglo XVI y tiene como hilo conductor algunos textos del propio Nostradamus; hechos históricos y ficticios se entrelazan de manera entretenida con las intrigas propias de la época. Y, finalmente, un libro que está por demás interesante: El testamento auténtico de Nostradamus, de Daniel Ruzo, considerado el principal investigador del tema en América Latina, quien hace una re-valoración —en todos los sentidos— de la vida y obra de Michel de Nôtre-Dame: se trata de una rica y profunda investigación que le llevó al autor más de cuarenta años en los que recopiló la biblioteca más grande sobre Nostradamus. Mesura y sustancia son las grandes cualidades de este libro. Epílogo Tiempo después, supe que el hombre de negro que se encargó de asustarme e introducirme a Nostradamus era nada más ni nada menos que el legendario Orson Welles. Y sí: el futuro podía esperar. +

Orson Welles, creador de Ciudadano Kane, la mejor película de todos los tiempos.

miento a la abundancia. De todas las experiencias que tuve en esa casa, hubo una en particular que ahora recuerdo con simpatía: mi acercamiento al mundo Nostradamus. Los patrones, si no mal recuerdo, se encontraban fuera; sólo una cosa era segura: no regresarían ese día. Yo, como buen sirviente, husmeaba en toda la casa y en un momento dado me topé con una flamante videocasetera VHS que se encontraba en una de las habitaciones. Una caja con un videocassette me llamó poderosamente la atención por su título: The man who saw tomorrow. Lo primero que hice fue buscar el diccionario de inglés-español-español-inglés para, según yo, traducir el título de lo que parecía ser una película. El hombre que vio el mañana o El hombre que ve el mañana, fueron las opciones que más me convencieron. La curiosidad iba en aumento. Al revisar la caja con más detalle, la foto de un hombre gordo, barbón, vestido de negro y con un enorme puro, me desconcertó todavía más. Es como de miedo la peli, pensé. Otras imágenes confirmaron mis sospechas: explosiones, derrumbes, naves espaciales, rostros amenazantes, no hicieron más que acelerar lo inevitable: prender la video y meter la cinta. Dos ojos en medio del espacio infinito y una música tétrica, me hicieron confirmar: es de miedo. De inmediato, la voz de un hombre empezó a narrar la historia de un tal Michel de Nostradamus, mientras en la pantalla unos hombres cavaban, al parecer, una tumba. De pronto, el gordo enigmático de negro, apareció en el televisor: los objetos extraños que lo rodeaban, más su voz y mirada intimidante, fueron lo que realmente me provocó temor, miedo. Lo demás, sólo me tuvo embobado: la muerte de no sabía quiénes, las catástrofes que le ocurrirían a la humanidad, descubrimientos importantes, y un sinfín de cosas que supuestamente el vidente francés había predicho, todo alternado con pasajes de su vida. Mi visión del presente y del futuro se trastocó.


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