Foto: Cortesía Tusquets / Ivan Gim©
no de los recursos más efectivos de los que dispone nuestro organismo para aliviar la tristeza es el llanto. Almudena Grandes llora mucho cuando escribe, exorciza el desconsuelo, aleja la melancolía y utiliza la nostalgia a su favor. Las palabras fluyen livianas por el abatimiento; es un riesgo emocional que algunos escritores corren para lograr obras monumentales.
lo permite. Cuando empiezo a escribir una novela la tengo resuelta en un cuaderno. Digamos que lo que a mí me suele impulsar a escribir son imágenes y, en cuanto a que soy capaz de armar una historia a partir de una imagen inicial, empiezo a escribir para contármela a mí misma. Me la cuento bien, con adjetivos y con adverbios, porque si la cuento de mala manera, no vale”.
En Los pacientes del doctor García (Tusquets, 2017) hay que estar atentos durante la lectura para no extraviarse en el intrincado juego de voces. Almudena mezcla géneros y logra que su narración mantenga un tejido fino e impecable entre la ficción y el documental: “Mis lectores saben que me gusta complicarme la vida, y entonces escribo novelas con más de un eje, con más de una voz narrativa, y puedo hacerlo porque tengo un sistema que me
Para la autora madrileña el proceso es fundamental. Mantiene un orden en el que la investigación le permite conocer tan bien a los personajes que incluso tiene claro qué no usará de ellos: “La estructura es capital en una novela. Una novela es como una casa; una casa fea, bien construida, pues no sucede nada, la arreglas, la pintas, le cambias las ventanas de sitio, mueves las puertas. Una casa muy bonita, mal construida, se cae y ya no hay casa. Escribir
siempre es una aventura, porque escribir literatura tiene que ver no con qué, sino cómo lo cuentas”. La humanidad de los personajes en cada novela de Almudena Grandes es una constante, no hay personalidades maniqueas ni predecibles, casi los puedes oler. Al leer Los pacientes del doctor García es inevitable pensar en El corazón helado, el punto común es el juego de identidades y la amistad. Estas historias se encuentran en el estilo característico en la prosa de la autora, en la pulsión histérica de buscar en los pliegues de la memoria. En Los pacientes del doctor García los personajes resisten: “Es una historia de impostores, pero también de supervivientes. Me gustan los supervivientes, de todo tipo: la mujer fatal, el pistolero solitario. Creo que no hay ninguna hazaña tan admirable ni tan esencialmente humana como sobrevivir; esta