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Foto: R. R. Fullton©
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osephine Mary Aspers es una mujer joven que llega al sanatorio en Real del Monte, durante una noche fría y llena de malas noticias. Josephine también es la protagonista de Arde Josefina, novela de Luisa Reyes Retana, ganadora del Premio Mauricio Achar-Literatura Random House 2017: “Había llevado a mi hijo al pediatra, sabía que ese día se anunciaba el premio, pero pensé que se lo habían dado a alguien más, porque di por hecho que el premiado ya lo sabía a esas alturas. Estaba arrastrando la cobija bastante tristona porque no me había enterado ni siquiera quién lo había ganado; de pronto sonó mi teléfono, contesté y mi interlocutor era Andrés Ramírez, el director de Literatura Penguin Random House. Él me dijo que había ganado el premio, pero mi primera reacción fue: ‘¿qué amigo cruel me estará haciendo esta bromita? En un minuto más me voy a enterar’. Pocos segundos después me cayó el veinte de que sí era Andrés Ramírez y que sí me había ganado el Premio Mauricio Achar. ¡Fue muy emocionante! Me quebré en el consultorio del doctor”, y agrega como reflexión: “Muchas de estas convocatorias cumplen la función de que los autores terminemos los proyectos y los presentemos casi por disciplina”. Contrario a la idea de creación ex nihilo, de la inspiración sorpresiva, el trabajo de Luisa Reyes fue, como en muchos otros casos, pensado de manera más meticulosa, fue un proceso de creación y ejecución gradual, mas no carente de detalles: “Hace cerca de dos años y medio tomé la decisión de terminar esta novela. Había empezado muchas otras, pero la vida no me había favorecido para poderlas concluir. Sin embargo, cuando tomé la decisión de escribir este proyecto, al mismo tiempo decidí que la iba a finalizar”. La autora nos comenta acerca de su proceso de escritura: “Empiezo a ponerme en modo novela, es decir, a observar con mucho detenimiento la realidad a mi alrededor, para ver qué es novelable y qué me va a servir. Yo quería que tuviera intimidad, humor, situaciones extremas, amistad, paternidad, quería escribir una historia
compleja, así que estaba en modo de absorción. Durante esos días fui a visitar a mi madre al Hospital Inglés, porque estaba recibiendo un tratamiento; al llegar al hospital me doy cuenta de qué tan peculiar es: los edificios tienen nombres británicos, hay un grupo de mujeres inglesas voluntarias que se hacen llamar las pink ladys, que te reciben en el vestíbulo: sentí que era un fenómeno con potencial novelístico. Volví a mi casa y escribí unos cuantos párrafos describiendo esto, y a partir de ahí se empezó a hilvanar la historia”. Los personajes de Arde Josefina suelen tener algún desequilibrio emocional y particulares formas de relacionarse entre ellos: Jonathan y Holly Aspers, padres de Juan, hermano de Josefina; incluso Terry Cornwall, novio de la protagonista durante su juventud: “Para poder contar una historia extrema tienes que crear un mundo raro. Las condiciones que se dieron fueron las que permitieron echar a andar estos elementos: eran hijos de extranjeros, de padres distanciados, había una crisis de identidad y una enfermedad. Tenía que haber seis o siete elementos que jugaran para que la situación no pudiera ser más que muy radical. Lo que quería era contar la historia de Josefina, quería poner a una mujer joven en una situación imposible: ni la locura ni Inglaterra o Pachuca son temas especialmente importantes para mí, pero los manipulé para poder contar esta historia, y tanto a esta investigación como a su desarrollo les he agarrado cariño”. El título de la novela evoca la presencia del fuego y este elemento se esparce, como sobre hierba seca, a lo largo de las páginas y momentos que marcaron a Josefina, tanto en su infancia como en su edad adulta. No obstante, el fuego puede adquirir distintas interpretaciones. Luisa Reyes añade: “Como forma de solucionar una cosa que no tiene solución, es una especie de solución interior. En ambos momentos Josefina está ante situaciones imposibles y lo único que puede hacer para pasar la página en
su vida es echarle fuego. En efecto, es purificador, pero también es catártico y es una especie de quema del campo para volverse honrado”. Además de temas como la locura y los espacios en los que se desarrolla Arde Josefina, Reyes Retana transita a lo largo de otras fronteras con ayuda de la estructura y narración que usó: “Parte de las decisiones previas a escribir la novela era escribirla en no más de ciento cincuenta páginas. La historia está entretejida en dos tiempos: los capítulos nones narran el presente, pero está escrito en pasado, y los capítulos pares narran el pasado que está escrito en presente, debido a que los recuerdos escapan de toda temporalidad y viven en una especie de presente permanente. Con esta técnica narrativa logro hablar de muchas cosas desde dos momentos históricos que se juntan. En los capítulos pares suceden un montón de cosas a lo largo del tiempo mientras que en los capítulos nones suceden un par de cosas en unos cuantos días. Encontré que esta forma de escribir me permitía abordar muchos temas, quizá todos los que me interesaban”. Las ideas conspirativas que rondan la cabeza de Josefina es otra constante en la novela: “Tiene un poco que ver con la locura y la paranoia, con que Josefina nunca está segura de nada. Todo puede ser una creación de su imaginación o pueden estar conspirando contra ella. Todo el tiempo tiene la sensación de que hay una especie de plot desarrollándose detrás de la historia y que no se lo están contando, como si ella fuera un personaje del proyecto de alguien más, y me gusta pensar que es una cosa que no se resuelve en la novela”. “Estoy realmente muy agradecida con Gandhi y Random House porque un premio de primera novela para el novelista es la diferencia entre nada y todo”, concluye la autora. + Rolando Ramiro Vázquez Mendoza @LordNoa