Lee+ 100 "Punk"

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“La pasión por la destrucción es también la pasión creativa”. Mijaíl Bakunin

983. Una fogata de lenguas enormes es circundada por cientos de chicos punk que giran vertiginosos, bailoteando sudorosos y ensimismados, en círculos concéntricos y a contracorriente. En el patio de este centro familiar del dif de Santa Fe una banda de punk rock toca a todo volumen bajo un toldo percudido y roído, desgarrándose las gargantas para que quizá alguien atienda a la letra de sus canciones: “anarquía para todos, a-nar-quí-a, anarquía para todos, a-nar-quí-a, no bajes la cabeza ante nadie, no andes de rodillas, muerte al Estado, ¡anarquía!”. Con las aguas infecciosas de la represa del río Becerra a sus pies, podrida a fuerza de toneladas de basura que arrojan sin otra opción los vecinos, una pequeña loma separa esta zona de pobreza lodosa y violencia de navajas del mundo hiperburgués del centro financiero de Santa Fe, que comienza apenas a florecer, con sus edificios multimillonarios y malls fastuosos. No, de este lado de Santa Fe no hay suntuosidad ofensiva, sino fiesta inédita, porque la de hoy es una ceremonia de desprendimiento, “de emputada toma de conciencia”. Hoy es “La quema del chemo”. Cortes de cabello mohicano se alzan como penachos prehispánicos, picos afilados y endurecidos con grenetina embadurnada en plastas generosas, resistentes a cualquier golpe de slam, rocazo de riña callejera o tallón contra el suelo y sus fracturas. Seguros para pañal de tela atraviesan lóbulos de orejas y narices. Uñas y labios pintados de negrísimo descarapelado, medias caladas en jirones. Pantalones de tubo, bañados en cocacola para hacerlos brillosos y tiesos, como si fueran de cuero, apretadísimos a esas piernitas de chico anémico, hijo de obrero o migrante provinciano escupido por miserias más atroces; joven desnutrido en continuum desde su nacimiento, allá en las colonias perdidas que trepan las lomas de cerros pelados, sin agua corriente ni luz eléctrica, sin pavimento en las calles, sin futuro. No future, dice la máxima punk: sin planes ni expectativas, sólo vivir al borde del abismo, bailando descalzo sobre una navaja. Y hoy, aquí, la miseria y el ansia de sobrevivir son aliviadas por el instinto gregario de sus abuelos indígenas, y los chicos se juntan en pandillas que luchan por un metro cuadrado de tierra, una tierra que a final de cuentas nunca será suya. Los Sex Panchitos Punk, que son miles y se rompen los hocicos contra los BUKs, Bandas Unidas Kiss o los Ramones, con todos esos nombres amarrados a los hacedores de esa música elemental que les ancla en las entendederas. Sex Pistols, Ramones, Kiss. La ropa de la banda es un emblema de reconocimiento, un manifiesto de pertenencia en la supremacía de la moda del desperdicio, de esta declaración del punk británico del “hazlo tú mismo”, de remar en contra de esa costumbre burguesa de ir al centro comercial a comprar ropa diseñada para ganado vacuno, para masas que caminan al matadero después de la engorda que es el consumismo, como el de la Disco Music, enemiga mortal del punk, con sus saquitos de poliéster y camisas muy planchadas, abiertas a todo pecho. No, aquí se trata de reciclar tu ropa más desgastada, sucia e inservible, recoger garras de tiraderos de segunda y hacerlas tuyas, deshilarlas con

navaja, teñirlas y bordarles el nombre de las bandas favoritas: The Clash, La Polla Records, o quizá de alguna mexicana como Rebel’D Punk o Síndrome. En 1971, la revista Cream había bautizado la música de una banda de origen mexicano como punk rock, por su sonido grosero, diferente de cualquier cosa que hubiera sonado hasta entonces. Punk como sucio, desarrapado, delincuente, rijoso, irrespetuoso, ácrata. Y 1971 fue justo el año en que al rock mexicano se le aísla y confina a los hoyos funky, luego de la conmoción del Festival de Avándaro y de la represión estudiantil del 10 de junio. Tiempos en los que ser joven era un delito. Pero el punk como tal tardará siete años en regresar a la patria: Dangerous Rhythm, con Piro, y después Size y su mítico Illy Bleeding; en un eco de la escena musical de Nueva York, Londres y Berlín, comienzan a hacer conciertos en lugares confinados para jóvenes acomodados —no el lumpen de los hoyos funk, y a los que inevitablemente llegarán, a pesar de cantar en inglés— que ven en el punk rock una opción contracultural en una época en que la música folclórica privaba en las clases medias ilustradas desde Sudamérica, alentada por la revolución chilena y su baño de sangre. El punk abría opciones divertidas, iconoclastas, sofisticadas. En los hoyos lo que marcaba el derrotero era el rhythm and blues, el rock and roll endurecido, la música del Three Souls in my Mind, que ya para esos días sonaba vieja, repetitiva, y que, sin embargo, se arraigaba en el corazón de los chicos prepunks: los chavos de onda. Dangerous llama la atención y comienza a sembrar este estilo de acordes de guitarras elementales a más no poder, distorsionados hasta la saturación sensorial, con sus líneas de bajo que a lo mucho llegaban con un punteo necio en una sola cuerda, acomodados sobre las tónicas de los acordes. Y justo esta ecuación, raíz cuadrada de lo básico, era la propuesta: tocar con lo mínimo, sin saber de música; más aún, tocar pinche como summum estético, y escupir letras groseras, de queja perpetua, de provocación: chinga tu madre, pinche mundo podrido, que por eso el cantante de Sex Pistols se llamaba Johnny Rotten, Juanito Podrido, y el bajista Sid Vicioso, Vicious. ¿Cómo no dejarse abrazar por esta postura ante el mundo, si la realidad del los punkis mexicanos ya era así: terrible y moribunda? Y nace así, a patadas, como tal, la escena punk en México. Pero los hoyos funk eran ya desde su comienzo venues punketos. Por eso es que la música debe ser ensordecedora. Sonido desmadroso, ruido encabronado, sonido desmadroso, ruido encabronado: decía en loop obsesivo compulsivo la letra de una rola punketa que sonaba así, desmadrosa, encabronada. La tocaba un grupo de Irapuato. Su guitarrista tenía una lira en forma de plátano, ¿como la de la portada de Andy Warhol de Velvet Underground, gen directo del punk? ¿Sería ese mismo grupo el que escuchó un irlandés que, inexplicablemente, se paseaba por tierras mexicanas y lo dejó encantado, boquiabierto?


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