Revista del icp, tercera serie, número 2

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crítica matrilineal para acercarnos a la obra de un grupo considerable de cineastas contemporáneas, como herederas de estos cuestionamientos.

Por otro lado, para repensar la impronta de la filmografía de Jacobo Morales, valdría la pena fijarse detenidamente en la madre divorciada que queda fuera del círculo familiar, interpretada por Johanna Rosaly, y la figura que sustituirá a la madre/abuela, interpretada por Gladys Rodríguez, en Lo que le pasó a Santiago (1989) o en la madre silente de la arruinada familia de Linda Sara (1994). Más aún, sería relevante considerar desde dónde se habla de la maternidad en Puerto Rico y cómo se relaciona con las tendencias que ha tenido nuestro cine. En este sentido, el documental de Ana María García, La operación, (1982), es fundacional, porque se acercará a la maternidad desde las políticas de esterilización masiva de las mujeres puertorriqueñas y la Operación Manos a la Obra. La operación, con sus profundos cuestionamientos de las políticas del control de la natalidad, la inclusión de la diáspora y el cuestionamiento feminista de la agenda desarrollista del Estado Libre Asociado, socava de alguna manera las premisas de nuestro cine. Partiendo de este documental podríamos ensayar una propuesta

A la convocatoria de preguntas de cinematernidad, debemos agregar que el cine, como explica la estudiosa Silvia Álvarez Curbelo, llegó a Puerto Rico con la invasión estadounidense en 1898, tras más de cuatro siglos de coloniaje español, y rápidamente se reconoció su potencial como arma de resistencia cultural. Desde sus inicios, el cine puertorriqueño ha buscado crear una gran narrativa que defina nuestra identidad. En mayor o menor grado, el nacionalismo cultural marca la exigua pero no menos significativa producción fílmica puertorriqueña.4 El acercamiento pedagógico también marcará nuestro cine puesto que tiene su momento fundacional con la División de Educación de la Comunidad (DivEdCo, 1949), creada por el primer gobernador puertorriqueño electo, Luis Muñoz Marín como parte del entonces Departamento de Instrucción Pública. No hay que olvidar que la DivEdCo se convirtió en un espacio para artistas e intelectuales que produjo un corpus considerable de cine puertorriqueño. Es decir, fue la pri-

Dirigida por Benjamin Doniger de un cuento de Domingo Silás Ortiz. En las siguientes películas de la División de Educación de la Comunidad el tema de la maternidad y la nueva ciudadana es clave: Doña Julia (1955), ¿Qué opina la mujer? (1957), El secreto (1958), Geña la de Blás (1964) y Chela (1965). 4 Silvia Álvarez Curbelo, Frances Negrón-Muntaner y Rosana Díaz Zambrana. Roberto Ramos Perea va mucho más allá al exigirle pautas nacionalistas al cine puertorriqueño en su “Manifiesto Cinelibre”. Ramos Perea indica “que cuando un cineasta puertorriqueño toma una cámara…nos cuenta una historia en la que importa mucho más su contenido que su forma o su expectativa, entonces creamos cine independiente puertorriqueño: cinelibre” (34). Incluso añade que el que el cine puertorriqueño libre “es un cine que tira la raya: nosotros en un lado. Los gringos en otro.” (36). 2 3

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tan sus roles tradicionales, el hecho de que se reúnen y forman un pequeño movimiento de apoyo y solidaridad resultaba de avanzada a la altura del 1955.3

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