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¿Martitis aguda?
¿Sufre preocupación excesiva? ¿Se afana por todo? ¿Se estresa? ¿Se la pasa ocupado(a) todo el tiempo y no tiene claras sus prioridades? Si contestó sí, cuidado, puede estar padeciendo uno de los males más antiguos que afecta a la humanidad de este siglo.
Si quiere saber de dónde proviene este mal, solo tiene que sacar su Biblia y leer el capítulo 10 del evangelio de Lucas donde se narra la historia de Marta, hermana de María y Lázaro. Un día, Jesús visita su casa en Betania cerca a Jerusalén. Mientras Marta se apresuraba en asegurarse de que todo estuviera listo, su hermana María, se sienta a los pies de Jesús para escucharlo atentamente. Sin duda, vemos dos enfoques diferentes. Mientras María disfrutaba de la presencia de Jesús, Marta no podía pensar más allá de cocinar y limpiar. Marta, al ver que su hermana María no estaba ayudándola, se frustró y empezó a quejarse. ¿Usted se queja? Jesús le …estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor y nadie se la quitará. Lucas 10:41b-42. Y así pasa en la vida diaria. Nos inquietamos (viene del latín inquietus y significa "que se mueve mucho, que no reposa") y nos preocupamos (viene del latín praeoccupatio y significa “ocupación previa o anticipada). Esto lleva a afanarnos más por lo material, que por lo espiritual; muchas veces queremos que todo ande perfecto en nuestras fuerzas, pero Jesús simplemente nos pide un descanso para escucharlo y recibir el alimento espiritual que necesita nuestra alma.
Los posibles problemas físicos de Marta
¿Qué llevó a Marta a la ansiedad? ¿Qué factores le desencadenaron estrés y preocupación? En su historia vemos que ella está ansiosa “por muchas cosas”, es decir, estaba estresada y afanada por el orden, porque la comida no se le quemara y estuviera a tiempo, porque no le faltara nada a nadie, porque esto, aquello y lo otro…
Aunque no hay un retrato de cómo era Marta físicamente, me imagino que tal vez tenía varios problemas de salud desatados por el estrés: colon irritable, gastritis, estreñimiento, gripas frecuentes por sus bajas defensas, dolores musculares por exceso de oficios, dolores de cabeza, latidos acelerados, nerviosismo general. … mejor dicho, lo que una gran mayoría vive hoy.
“A Marta le preocupaba que su hogar y su servicio pudieran dar un reflejo pobre de su identidad, y esta carga la cegó, impidiéndole disfrutar lo que en esa situación era lo más valioso: que el Maestro de maestros estaba en su casa. ¡Esa debió haber sido su prioridad!
El problema de Marta no era lo que estaba haciendo, sino lo que no estaba haciendo. Ella se estaba perdiendo un asombroso tiempo de intimidad con Jesús.
El estrés no le estaba dejando descansar en la presencia de Cristo. Ella estaba ansiosa, a simple vista por todo lo que tenía que hacer, pero debajo de la piel, por algo más. Y es que la peor ansiedad es muy sutil y es un deseo de aprobación disfrazado de deseo de servir, que tarde o temprano frustra, fatiga, y cansa. Y reitero: El problema crucial no está en las actividades ni en el volumen de ellas. El problema está en las motivaciones equivocadas con expectativas irresueltas, y en el estrés que estas producen”, explica Lucas Leys en su libro “Stamina”.
Síndrome de Marta
Aunque no lo crea, las iglesias están llenas de personas con “Martitis Aguda”, pues ponen el servicio como la prioridad número uno.
En el Libro “El Código Jesús”, el pastor Darío Silva-Silva dice: «Hay quienes, por vivir orando, nunca trabajan; y quienes, por vivir trabajando, nunca oran. La vida cristiana, en todo caso, es oración en acción. Para el seguidor auténtico de Cristo, orar es trabajar y trabajar es orar. Como Charles Spurgeon lo definió precisamente: “El que trabaja y no ora es un orgulloso, el que ora y no trabaja es un hipócrita”».
En el libro “Las llaves del poder”, Silva explica que «estas dos mujeres, Marta y María, hermanas de Lázaro, nos muestran dos vertientes principales en el cristianismo: Los operativos y los contemplativos. Los operativos viven tan ocupados trabajando para el Señor, que no les queda tiempo de orar. Los contemplativos viven tan ocupados orando para el Señor, que no tienen tiempo para trabajar. Esencialmente las dos corrientes son válidas. Orar y obrar es más bien temperamental. Cada uno de nosotros nace con una de las dos tendencias más pronunciada que la otra. A unos les gusta más obrar que orar; a otros les gusta más orar que obrar… ¿Cómo podríamos cansarnos sin trabajar? Existe reposo porque existe cansancio; y existe el cansancio porque existe el trabajo. Si no hubiera trabajo no habría cansancio; y, si no hubiera cansancio, no sería necesario el reposo. El que trabaja se cansa, y el que se cansa, reposa. Esa es la idea».
Si la “Martitis” quieres erradicar, equilibrio y balance necesitarás
Para tener equilibrio y balance, primero hay que respirar y dejar el afán. Sí, es difícil, pero no imposible. Una frase común en la costa caribe colombiana es “cógela suave”, que significa tomar las cosas con calma y dejar a un lado la preocupación… Aunque no lo creamos, esta filosofía “costeña” es simple, pero funciona, y lo mejor, es que en la Biblia encontramos esta invitación. Si la escudriñamos, encontraremos varios versículos nos invitan a orar, a descansar, a confiar, a no turbarnos. Claro, esto no significa que ahora en vez de hacer lo que nos corresponde, nos quedemos reposando en los laureles y nos vayamos al otro extremo.
Dice nuevamente el pastor Darío en su libro “Las llaves del poder”: «No sirve la contemplación sin acción… El misticismo elimina el pragmatismo. Quienes viven en las nubes y nunca aterrizan, no se percatan de que están aquí en la tierra y deben cumplir una tarea que Dios les ha dado en este planeta. Por eso, toda forma extrema de contemplación y de pietismo es contraria a la fe cristiana. El misticismo no se puede erradicar. No podemos vivir todo el tiempo orando. El secreto está en que hay que orar y hay que obrar. Por otra parte, tampoco sirve la simple acción sin oración. Se inutiliza la acción sin oración, como lo hace Marta al preocuparse demasiado por el microondas, el lavaplatos, el trapero, la escoba, el gas, las ahuyamas y las menudencias».
Reflexionemos...
Jesús, el servidor por excelencia, se sacrificó a sí mismo por las necesidades de los demás, pero se mantuvo "en el espíritu" mientras lo hacía, permitiéndose tiempo para sus necesidades importantes. Siempre tuvo el hábito orar y recibir alimento espiritual (Mateo 14:23; Mateo 17:1; Mateo 24:3). Cuando debía dormir para descansar, así estuviera en el peor de los escenarios, lo hacía (Mateo 8:24). Él ayunó (Juan 4:32;34), y también disfrutó de banquetes algunas veces. No consintió, pero tampoco descuidó sus necesidades humanas.
“Hoy vivimos afanados y turbados; no sabemos cómo manejar la llave preciosa del reposo por necia incomprensión de esta Palabra. Vengan a mí todos ustedes que están cansadosy agobiados;yo les daré descanso. Carguen con miyugoy aprendan de mí, puesyo soy apacibley humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque miyugo es suavey mi carga es liviana. Mateo 11:28-30.
Entendamos: "Jesús pasa todo el tiempo frente a nosotros con una cruz sobre los hombros y diciendo: ¿Tienes una carga?, ¿tienes un trabajo?, ¿no puedes reposar? Pon todo eso encima de mí. Es porque no descansamos en Él que no entendemos el reposo como principio capital del reino de Dios”, concluye el pastor Darío Silva.