Horizonte Revista de Caballito Enero 2023

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LA REVISTA DE CABALLITO ENERO 2023 AÑO 28 N° 323 DISTRIBUCIÓN GRATUITA — 5.000 EJEMPLARES RNPI: 85950881 — ISSN: 1852-7671
Caballito!
¡Feliz 2023

HORIZONTE LA REVISTA DE CABALLITO

Dirección:

Marina Inés Bussio

Colabora:

Rolando Javier Curten

Enero 2023

Año XXVIII - Número 323

Propietaria

Marina Inés Bussio

Publicación creada en Marzo de 1994

Auspiciada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad

Declarada de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Distinguida por el Rotary Club al Mérito Periodístico con el "Caballito de Plata"

Declarada “Institución Participativa”, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

Distinguida en Certámen de Publicaciones Barriales

Frentes de Caballito

Declarada de Interés por la Secretaría de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires

Distinguida por la Dirección de Patrimonio del Gobierno de Buenos Aires

Horizonte puede consultarse en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, en la Hemeroteca de la Legislatura, y en la Biblioteca de la Asociación General Alvear.

Se permite la reproducción total o parcial del material publicado mencionando la fuente.

Impreso en Editora del Plata SRL. Concordia 1993 Gualeguaychú - Entre Ríos

Nro.de Reg.de Prop. Intelectual: 85950881 / ISSN: 1852-7671 www.

Yerbal 855 (1405)

Ciudad Autónoma de Buenos Aires

4988-9908

“Vecina Ilustre del Barrio de Caballito” a Marina Bussio, directora de Horizonte

Miembro del Registro de Medios Graficos Barriales G.C.B.A.

Reconocida por el aporte a la Cultura Nacional y Popular por la Dirección de Cultura de la Legislatura porteña

Marina Inés Bussio distinguida como “Vecina Participativa 2001- 2007” por el G.C.B.A.

“Orden del Buzón” por la defensa y difusión de la cultura porteña

Distinguida por la Legislatura porteña por las tareas desarrolladas en el período 2004-2007

Distinguida por la Asociación de Periodistas Jubilados

Distinguida por la Asociación Amigos del Tranvía

Distinguida por la A.P.J. por la Labor Periodística en el Barrio

Premio “Estímulo a la Calidad en la Producción Editorial” organizado por el Registro de Medios Vecinales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Distinguida por el Rotary Club de Caballito - Años 2015 / 2016

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Mosaicos que embellecen rincones de Caballito

Héctor Ortiz es un vecino de 74 años del barrio que intenta embellecer el espacio público interviniendo pequeños trozos de veredas rotas con el arte del mosaiquismo.

Los vecinos que lo ven trabajar en sus obras en el Parque Rivadavia y sus alrededores, se acercan, lo felicitan y agradecen. En sus trabajos pueden verse la firma de @holortiz y a través de esa cuenta pueden recorrerse sus obras.

El artista es experto en el trabajo con azulejos partidos formando figuras a modo de rompecabezas, por lo general de pequeñas dimensiones. “El mosaico es un

mundo que te atrapa porque podés no sólo usar la venecita, usar el azulejo, sino que podés usar cualquier tipo de material, como platos rotos, vajillas y más”, explica Ortíz.

Es así como incorporó juguetes dentro de uno de ellos, donde está precisamente la Feria del juguete en Parque Rivadavia (en la entrada de Rosario y Doblas).

“Le puse autitos, muñecas, que eran de mi nieta. Pero lamentablemente lo tuve que retirar porque lo vandalizaron un par de veces.

Entonces me sentí mal y lo retiré”, comparte con pesar.

En la Feria de libros, por el

lado de Rosario colocó uno con tres libros apilados. Y en el ingreso, en un respiradero, la cara de un perro. “Sí porque hay mucha gente que los adora y fue como un homenaje a ellos”, explica.

¿Por qué Caballito? Porque Héctor camina mucho por su barrio y es ahí donde detecta cuando hay alguna rotura. “Los lugares que intervengo están rotos y si hay un hueco o adhiero algo en una pared pido permiso”, asegura. El patito amarillo que despierta sonrisas al cruzar al parque, por Doblas y Avda. Rivadavia, fue idea de su nieta mayor. Con ella buscaron diseños. Siempre que detecta

una rotura para rellenarla de arte, Héctor hace una foto, para tener el antes y después. Su familia lo sube al Instagram.

En la esquina de Campichuelo y Rivadavia, sobre la pared de la escuela Primera Junta, puede verse un pequeño mural de El Principito, realizado en colaboración con Majo, otra artista plástica. Uno de sus primeros trabajos fue un tranvía para la Asociación Amigos del Tranvía, en la esquina de Avenida Directorio y Emilio Mitre.

Lo más emocionante le ocurrió hace pocos meses cuando hizo

un colorido colibrí para la escuela para niños, niñas y jóvenes de educación especial N°33 “Santa Cecilia” para niños ciegos de 0 a 14 años, también, en la calle Senillosa 650, de 1,20 m de alto x 0,50 cm de ancho. En su Instagram define a la pieza con relieve especial para identificar las partes que componen la figura, así como también, la elección de colores contrastantes para estimular lo visual. Es una propuesta pensada para una infancia con ceguera y baja visión. Está en el patio descubierto del colegio.

[Fuente: Instagram de Héctor Ortíz]

Los Reyes Magos visitaron Caballito

El viernes 6 de enero, organizado por la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés, los Reyes Magos recorrieron los bares notables porteños con el fin solidario de donar juguetes y libros infantiles al Hospital Pedro de Elizalde y al Hospital Gutiérrez.

Esta fue la quinta edición de la tradicional caravana que inició su recorrido en la esquina de Florida y Perón, sitio donde estuviera la tradicional tienda Gath & Chaves.

El recorrido continuó con la visita a diferentes bares notables donde los chicos se acercaron a saludar a los Reyes Magos y llevar sus donaciones de juguetes y

libros para ser donados al Hospital Pedro de Elizalde y al Hospital Gutiérrez. El trayecto incluyó la London City (Av. de Mayo 599), Las Violetas (Av. Rivadavia 3899), el Café Margot (Av. Boedo 857), Miramar (Av. San Juan 1999), para terminar en El Viejo Buzón de Caballito. Allí, a pesar del calor de ese día, los Reyes se fotografiaron con todos los chicos que los esperaban y recibieron sus cartas.

Felipe Toto Evangelista, propietario de El Viejo Buzón y organizador de este evento, acompañó todo el recorrido oficiando de ayudante de los Reyes Magos.

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Mosaico en la esquina de Rivadavia y Campichuelo. Mosaico en la esquina de Rivadavia y Doblas. Mosaico en la feria del libro del Parque Rivadavia.

Recuerdos de Vecinos

Avenida Rivadavia al 5300, en la década del 40

Aun la vida actual vertiginosa no había llegado y las costumbres y las conductas, se percibían con sus caracteres propios y en toda su diversidad.

En la cuadra los vecinos se desplegaban pintorescos, desde sus diferentes orígenes.

En la esquina noroeste del número 5200 de la calle Rivadavia estaba la tintorería EL TOKIO. En el edificio vetusto y sobre la ochava surgían los tres escalones empinados pertenecientes a la incómoda angosta entrada al negocio. Su propietario era un robusto Japonés de baja estatura que como inmigrante, balbuceaba un castellano básico solo comprensible para sus transacciones comerciales. Con su contracción al trabajo, diligente y predispuesto atendía a sus clientes con su eterna y educada sonrisa que relucía algún diente de oro.

Su reciente esposa era una mujer alta y delgada conocida por correspondencia y que abandonando su vida y profesión de maestra, cambió su destino en la aventura de la emigración para formar una familia en Buenos Aires. Tuvo varios hijos de los que recuerdo a la hija mayor: Martita, y al comportamiento recatado y respetuoso de todos ellos en el trato diario y multitudinario. Parecían un muestrario del carácter exótico de una cultura tan lejana y diferente como igualmente valiosa.

Adyacente continuaba en la cuadra una casa antigua con dos balcones ventanales altos a la calle en uno de los cuales se leía en un cartel solamente: Peluquería. En ese salón de recepción estaban los clásicos sillones y los acostumbrados utensilios de la peluquería masculina. Dos hermanos Italianos de apellido Keegles eran quienes ejercían ahí su oficio diligentemente.

Después seguía un negocio con dos escaparates laterales y puerta de entrada al medio. Era la armería y cuchillería de los hermanos Maito: dos italianos del norte con su presencia formal y respetable, siempre correctamente vestidos y como representando una autoridad.

En la vidriera derecha en su parte superior había una fila numerosa de armas largas como escopetas o rifles de todo tipo que imponían una sensación de respeto. En el plano inferior armas cortas y municiones. También pu-

ñales y dagas y hasta la cuchillería de la cocina y todo tipo y variedad de las tijeras domiciliarias. En la otra vidriera, la izquierda estaba la platería de jarrones, vasos y bandejas todas relucientes, que completaban dignamente la solemnidad de este negocio.

A continuación otra casa baja con dos balcones aún más altos y con sus ceremoniosos leones estatuas de cemento. Era una fachada ostentosa de prestigios desconocidos que invitaba a concurrir dentro a su recinto destacado y solemne.

Tal cual, se entraba en una recepción con paredes repletas de grandes cuadros fotografías de políticos y autoridades Radicales de la época y de la historia. En una puerta lateral estaba el acceso al consultorio médico que atendía su propietario: el Doctor Felix Liceaga. Este señor de unos 60 años, era corpulento y barrigón, un poco calvo y ataviado siempre con su guardapolvo blanco bajaba a la vereda campechano y espontaneo para otear a los transeúntes saludando a sus innumerables conocidos. Era el desempeño político adecuado de quien busca simpatizar con todos y ser conocido y reconocido en su afán proselitista. Fue electo y llegó a ejercer como diputado nacional en el periodo del año 1946 como representante de la vieja Unión Cívica Radical. Un severo auto oficial Buick 1947 negro con chofer imponía su presencia y lo recogía frecuentemente para conducirlo al Congreso Nacional. También ejerció como profesor en la escuela Normal cercana y publicó un libro de higiene y puericultura. “La crianza del niño” donde describía

diagnósticos y tratamientos de las muchas enfermedades infantiles que proliferaban entonces como infecciosas inevitables.

Curiosamente el mayor de los peluqueros Keegles, ya mencionado, concurría diariamente a afeitarlo y a desayunar con el Dr. Félix en esta su casa, entablando así una fructífera amistad de desarrollo cultural, y entonces solamente después de esta rutina, atendía su peluquería ya abierta a todo el público.

Al lado y compartiendo la pared medianera estaba mi casa en Rivadavia 5234. Era también la única entrada a través del negocio de la Librería 1810 originalmente de propiedad de mis abuelos maternos. Ahí llegue a mis cinco años y fue desde entonces el lugar de tantos de mis recuerdos tal como intento recogerlos en este escrito.

En la misma casa pero con una entrada separada en el número 5240 se accedía a la planta superior del primer piso que estaba alquilada a una familia de Obstetras que la usaban con el doble propósito de vivienda y de clínica.

Desde el patio de mi planta baja se escuchaban los gritos y los gemidos de las parturientas a los que estábamos acostumbrados por la repetición de sus frecuencias. Cuando en el año 1942 se mudaron a otro lugar cercano dejaron en el frente una pequeña chapita blanca esmaltada indicando sus nombres: Angelina de Cecco y su nueva dirección.

En reemplazo alquilaron el lugar otros nuevos inquilinos que inmediatamente colocaron en el balcón a la calle un gran cartel de Chapa pintada anunciando ahí Clases de Piano como un conser-

vatorio musical. Eran una familia peruana del pianista solterón, su madre y su padrastro ya personas mayores. Prontamente y como disponían de muchas habitaciones innecesarias las subalquilaron a diferentes personas conformando entonces un inquilinato. Era la permisión de las leyes vigentes que propiciaban de tal manera la vivienda de los pobres obligados a compartir cocinas y baños insuficientes en esa promiscuidad inadecuada.

Puedo describir sucintamente a esas personas o familias, cada una con su única habitación. La señorita Alonso: Una partera española soltera y de edad mediana muy parlanchina y algo desubicada que intentaba contactarse con la gente en procura de mitigar su soledad. Un mecánico dental que instaló ahí su taller y que tenía además algún operario. Un acomodador del cercano cine Primera Junta quien habitaba ahí con su anciana madre. Un viejo italiano solterón, profesor secundario de matemáticas. Todos comunicados con frecuencia con nosotros a través de las puertas siempre abiertas de nuestro comercio a la calle.

Compartíamos la pared medianera derecha con un Petit Hotel Residencial muy lujoso, propiedad de una familia de ricos ingenieros que construían edificios de categoría de departamentos de su propiedad exclusivamente para rentas de alquileres. En la fachada había una ostentosa puerta con una ancha escalera de acceso y adyacentes a ella dos portones iguales para el ingreso al garaje de cada uno de las dos autos.

Eran invariablemente un Ford y un Chevrolet que poseían respecti-

vamente ambos hermanos ingenieros y que cambiaban casi todos los años en procura del último modelo. Así hasta el año 1942, cuando por la guerra mundial se discontinuó la industria automotriz que recién se restableció en el año 1946. Eran aun escasos los autos citadinos y así resaltaba aun más la opulencia de estos vecinos notorios.

A continuación en el único edificio de departamentos de toda la cuadra, construido aproximadamente en el año 1930 y de propiedad de estos ingenieros apellidados Wiedma se albergaban totalmente los inquilinos pudientes de la clase media alta de la época que disfrutaban así de las nuevas comodidades disponibles. Como todos ellos fueron siempre tan cercanos a nosotros y como vecinos dilectos merecen mi recuerdo perenne. Y con su descripción somera intento solamente dar mi merecido homenaje a su memoria.

En la planta baja el local izquierdo con sótano era la Florería Naveros de un Brasilero enérgico y simpático con su esposa abnegada colaboradora y sus hijas Lidia y Victoria y su hijo Héctor, todos ellos compinches de mi edad y de mis correrías infantiles en la vereda soleada de aquella época tranquila donde la vida trascurría también puertas afuera y sin peligros acechando.

Del lado derecho estaba el negocio Hilgo Sport de un propietario alemán que vendía ropa deportiva, paletas y raquetas, pelotas y banderines, etc. y que tenía un encargado joven llamado Eduardo Montone y que luego continuó como propietario sucesor.

Intentaré recordar a muchos continua en pag 6

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de los habitantes y familias inquilinas en esos años de aquellos departamentos que aún subsisten hoy en el mismo edificio y número 5254 de la Avenida Rivadavia.

Mencionaré al Doctor José Astolfi como historiador reconocido y a sus hijos Emilio (médico) y Pepito (ingeniero) ; al almirante Cherasco con sus hijos “Pachin” (medico) y “Quique” (arquitecto); al coronel García y sus familiares hijo y nietos; “Tuco” (empleado del Banco Nación); Juan Carlos , “Guillo” y “Pelusa” Marangoni casado con Dubarry (de la Cosmética) Etc.

En el edificio contiguo dos locales comerciales en la planta baja: la lencería “Kuky” muy modernamente instalada y la peluquería femenina “Distefano” también corsetería (aun se confeccionaban y usaban las fajas modeladoras femeninas) y en el piso alto con su

ingreso independiente el consultorio dental del Dr. Crotogini.

Al lado continuaba una casa baja con un zaguán estrecho al patio perteneciente a los hermanos Motto que poseían sobre la calle Rosario, a la vuelta y en la misma manzana un negocio de carbonería. En aquel entonces aun proliferaban las cocinas a carbón vegetal y este se adquiría en bolsas grandes de aspillera que derramaban un polvillo negro que había que limpiar.

Los hermanos Motto conducían un camión playo de su propiedad que cargaban de las bolsas de carbón y también de otras similares de patatas que descargaban a mano y constituían las únicas mercaderías de todas sus ventas.

Continuando estaba la tienda del judío sefardí Albajari y después la camisería del judío eskenazi Sheinkestel. Ahí recuerdo un inolvidable fuerte olor a almidón ema-

nando de toda la mercadería prolijamente apilada en sus estanterías.

Todas estas personas mencionadas eran mayores contemporáneos de mis progenitores y naturalmente muchos tenían hijos de edades parecidas a la mía, por lo que las veredas cercanas y comunes eran los sitios de encuentros compartidos y de una vivida relación social. Así fue mi arribo paulatino a la adolescencia.

Retomando la descripción, seguía la sucursal del Banco Español y luego la Agencia de publicaciones y avisos del diario La Prensa. A su lado el importante local de dos pisos del bazar Dos Mundos y después tres locales comerciales del que recuerdo principalmente a la perfumería de Recagno.

Seguía el cine Primera Junta con sus dos negocios laterales: la relojería “Goyita” de Felstein y la bombonería caramelería de Salemi.

Apurando este recuento y tratando de conservar el orden, de-

tallo como puedo quienes completaban este recorrido hacia Primera Junta. Una lechería con servicio de sillas y mesas. La sucursal de Grandes Despensas Argentinas. “GDA” entonces muy moderna.

La óptica de De Tofoli. Los

Mandarines como cafetería tradicional de la venta de café en granos y también molido y torrado. La Vinería La Superiora. El bazar Midori y en la esquina del 5400 de Rivadavia la prestigiosa farmacia González.

El Fútbol en Caballito Amep Argentina inauguró nueva sede

Por Leonel Contreras. Publicado en el Observatorio del Patrimonio Histórico-Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.

• El Flores Polo Ground u Old Ground de Flores, ubicado en Avellaneda y Fragata Presidente Sarmiento, vereda sur (antes conocido como Avellaneda y Panamaribo, donde hoy se encuentra la subida al puente vehicular y peatonal que atraviesa las vías del F.C. Sarmiento), fue el primer escenario importante del fútbol argentino. Antiguamente conocido como “Potreros de Izaguirre”, fue usado desde 1882 por el Buenos Aires Polo Club, primer club de polo del país y luego por el Buenos Aires AFC y por el Flores

Athletic. En 1891 se jugó aquí uno de los partidos iniciales y la final de la primera temporada oficial del fútbol nacional. También el mítico Alumni ejerció la localía en este predio entre los años 1901 y 1904. Luego, las instalaciones fueron compradas por Ferro Carril Oeste.

• Estudiantil Porteño supo hacer de local en el predio Av. Díaz Vélez, Campichuelo, Juan F. Aranguren y Otamendi (cancha conocida como Gaona y Campichuelo), que anteriormente había sido parte de la quinta de Cullen. El club habilitó este estadio en 1915 y jugó allí hasta 1923, año en que se proyectó en el lugar la Iglesia Nuestra Señora de los Dolores (Av. Díaz Vélez 4850).

• Sportivo Almagro (posteriormente Almagro), tuvo entre los años 1920 y 1926 una cancha ubi-

cada entre las calles Díaz Vélez, Eduardo Acevedo, J. F. Aranguren y Otamendi (antes conocida como Gaona 102). Dicho estadio, fue inaugurado en diciembre de 1920.

• El estadio Arq. Ricardo Etcheverri de Ferro Carril Oeste es de alguna manera, heredero del contiguo Flores Polo Ground, es la única cancha de un club del fútbol nacional que se mantiene en el mismo lugar desde su fundación, ocurrida a comienzos el 28 de julio de 1904. En 1938 fue ampliado a la capacidad de 38.000 espectadores al incorporársele la tribuna de madera de la vieja cancha de Boca Juniors. Años más tarde, en 1951 el predio fue adquirido por el club al Ferrocarril Sarmiento. La estructura de la cancha fue completamente modificada en 1971 y actualmente se le están completando las tribunas de cemento.

La Asociación Metropolitana de Editores Periodísticos inauguró su sede, ubicada en el barrio porteño de San Cristóbal, el sábado 21 de enero.

El evento, encabezado por Mario Bruno, Presidente de AMEP, y Marina Bussio, Vicepresidenta, estuvo muy concurrida, ya que asistieron los miembros de la comisión directiva de la asociación, los socios, integrantes de los programas de Radio AMEP, gente de UTPBA, periodistas, familiares, amigos.

También estuvieron presentes: Roberto Zatelli, Presidente de la Junta de Boedo, su vice, Silvia Martínez; integrantes de la Junta Central de Estudios Históricos, y de las Damas del Abanico.

Uno de los momentos más emotivos de la noche, fue cuando Mario Bruno y Marina Bussio descubrieron una Placa, ubicada en el hall de entrada de la Sede, que lleva la siguiente inscripción: “Asociación Metropolitana de Editores Periodísticos – Inauguración de su sede, resultado del compromiso, esfuerzo y

trabajo en equipo. – ¡Gracias a todos los que colaboraron para hacerlo posible! – 21 de enero de 2023”.

La sede de Amep Argentina tiene en la planta baja, el flamante estudio de su radio: amplio, moderno, luminoso y equipado con la mejor tecnología. En la planta alta, están las oficinas de la asociación, un espacio ideal para los talleres, cursos y charlas que en breve comenzarán a brindar.

Mario Bruno, al momento de descubrir la placa, señaló: “Estamos muy felices porque por fin podemos tener sede propia. Creo que el universo nos trajo a este lugar. Es el lugar indicado. Espero que todos disfruten este espacio, ya que las puertas están abiertas para todos.”

Por su parte, Marina Bussio, expresó que “esto es el resultado de un trabajo en equipo, de mucho compromiso y esfuerzo. Y esto que hoy estamos concretando comenzó como un sueño. Primero comenzó con una radio, y ahora estamos ante la Sede de AMEP”.

Luego, se realizó un brindis, donde se le dio el lugar a todos los presentes de compartir unas palabras y expresar sus expectativas en esta nueva etapa.

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Flores Polo Ground
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