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Un diciembre muy especial
Tras un año particularmente activo en términos políticos, el primero de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de su segundo mandato, la distensión esperada por este capricho del calendario que nos impone balances y presupuestos para el próximo ciclo, no fue tal.
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Con un oficialismo dueño de la iniciativa política, una gran producción parlamentaria y con la conducción excluyente de Cristina, observamos una oposición atomizada y confundida que a todas luces no se ha repuesto de la derrota de octubre de 2011.
Con este Proyecto Nacional y Popular en el poder, como viene sucediendo en Argentina toda vez que el peronismo accede al gobierno, se hace muy difícil a los distintos actores y fuerzas políticas definidas “opositoras” mostrarse como “alternativa”. Carentes de política, solo atinan a diferenciarse por la diferencia misma, muchas veces de manera harto ridícula, por izquierda o por derecha.
Y son llevados al límite de los extremos ideológicos (si puede hablarse de ideologías) hasta juntarse en un espacio común.
La irrupción del “kirchnerismo” como una expresión todavía en discusión por muchos -aunque desde nuestra parte no cabrán dudas sobre su caracterización de “peronismo para esta etapa histórica”-, tuvo como efecto palpable, como sucedió a mediados del siglo pasado, la división del vasto y heterogéneo espacio político por tradición refractario a los gobiernos populares y que adoptan medidas en beneficio de las mayorías.
Algunos que dicen pertenecer a la “centroizquierda”, sufren día a día un desplazamiento ideológico que los lleva hacia posiciones que, de tan moderadas, rozan con la derecha más rancia. Son pocas o nulas las perspectivas de unificar al espacio opositor; y si se llegara a tal unidad, no sería otra cosa que la re edición de la Unión Democrática. No admite otro análisis al ver cómo partidos con tradición popular o dirigentes otrora comprometidos en la defensa de intereses populares, se vuelcan abiertamente a una difusa “oposición”, resignando banderas ideológicas que hasta ayer levantaron: se entremezclan con una inequívoca derecha restauradora. Y como sucedió con el primer peronismo, enfrentan una disyuntiva que unifica, ahora sí, a todos por igual: cómo plantarse frente al peronismo.
Pero este análisis político general no nos exime de mencionar algunos hechos, mojones en la lucha por avanzar en la profundización de las transformaciones y consolidar este proceso iniciado en 2003.
La famosa Cámara en lo Civil y Comercial de Buenos Aires (conocida como “en lo Clarín y Cautelar” y que tiene entre sus miembros a funcionarios cuestionados por recibir favores del Grupo Clarín) dispuso extender la medida cautelar que suspendía artículos fundamentales de la Ley de Medios, cuyo vencimiento se había dispuesto para el 7 de diciembre. Esto implica en la práctica la no vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual tras más de tres años de haber sido promulgada. Durante la fiesta popular del 9 de diciembre, a 29 años de la recuperación democrática, la presidenta dijo: “Valoricemos esta democracia y demandemos mayor democratización de los tres poderes del Estado (…) “la independencia de la Justicia no sea sólo del poder político sino también del poder económico y de las corporaciones”. La medida, festejada hasta el cansancio por la corporación mediática y por todo el arco opositor, determinó la visibilización de otra corporación a la que ahora se pone en cuestión: la corporación judicial. Y pasamos a discutir abiertamente la necesidad de avanzar en su transparencia y su democratización.
La retención de la Fragata Libertad en Ghana desde el 2 de octubre, finalmente por un fallo a favor de nuestro país del Tribunal de los Derechos del Mar fue liberada; el incidente expuso hasta donde llega la batalla que Argentina libra por su soberanía, por la autonomía de sus decisiones en detrimento de los especuladores financieros internacionales (los fondos “buitre”) que pretendían un embargo de nuestra nave insignia. “Una vez más cumplimos. Vuelve la fragata”, dijo Cristina.
Finalmente, la desesperación de algunos por suplir su falta de legitimación de origen y el vislumbrar un oscuro escenario para el próximo año, aparecieron los saqueos organizados. Dos muertos en Rosario, centenares de detenidos y las acusaciones por la operación que había detrás de estos hechos. La situación socioeconómica en esta Argentina de finales de 2012 es incomparable con la del año 2001. Valga mencionar la inversión social que remite inexorablemente al primer peronismo, el aumento del empleo y el consumo, los nuevos derechos incorporados. Lo que sucedió debe llamarnos a la reflexión. Más allá de denunciar la operación, será importante avanzar, con nuestro responsabilidad militante diaria, en superar toda inequidad e injusticia que sectores de nuestro pueblo aún padecen para así alcanzar la ansiada Justicia Social.
Nos espera un año particularmente activo para los militantes, con elecciones nacionales (en Córdoba se renuevan nueve bancas en la Cámara de Diputados). Como lo venimos sosteniendo, como es el mandato que emana de la conducción estratégica de este proceso, el 2013 trabajaremos “Unidos y Organizados” por este Proyecto Nacional y Popular.