Revista Contraluz #39

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“...y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos.” John Berger. Autorretrato 1914-1918 Para presentarme en una página web de reciente creación, escribí: “… hago fotos porque la cámara, enfoque donde enfoque, siempre se vuelve y me fotografía a mí, hago fotos porque me busco y me encuentro en las fotos en las que no estoy/estoy, hago fotos porque sé que no valen más que el tiempo que tardan en hacerse, hago fotos porque soy lo que fotografío, porque soy como fotografío.”

R

esume bastante bien mi actitud ante la foto y, de paso, hace clara referencia a una expresión fotográfica que me gusta especialmente: el autorretrato.

JUEGO DE ESPEJOS: IDENTIDAD Y AUTORRETRATO LUCÍA DE LA POZA

2016

Contraluz | 32 | Mujeres / Emakumeak

Según la RAE, es “un retrato de una persona hecho por ella misma”. Así de simple, así de fácil.Desde que se inventó la fotografía, pocos autores y autoras se han resistido a ponerse delante de su propia cámara, gracias a eso conocemos los rostros de muchos de ellos. Lo mismo pasa en pintura, pero ese es otro asunto. Algunos nos han dejado autorretratos como mera información de su aspecto, otros ya lo trataron como obra de arte. A lo largo del siglo XX, el auge del autorretrato va a ser paralelo al de la propia Fotografía. Así de simple y fácil, decía al principio. El ser humano tiene conciencia de su aspecto físico desde que tiene uso de razón, se compara con los demás, encuentra parecidos con otros seres, se evalúa de acuerdo a modelos, observa los cambios que se van produciendo en su físico con el paso del tiempo. Al contrario de un selfie, el autorretrato es una búsqueda, la necesidad de conocerse, no de darse a conocer. El autor se busca, quiere identificarse en lo que ve, observarse como se observa a alguien que no es consciente de que le están mirando. Más aún, quiere descubrir lo que se le escapa de sí mismo...quizá esté en ese rostro que nos mira sin vernos. Rostro... no todo autorretrato tiene que ser un rostro. Unas manos, una cicatriz, unos pies desnudos... nos retratan igual que lo hace nuestra cara, porque en ellos también nos reconocemos. Fotógrafo/fotografiado son la misma persona, el que ve es ahora el visto. Cuando el modelo mira al fotógrafo…se encuentran, es la misma mirada, se reconocen. Es una persona que se reinventa, se transforma en múltiples identidades, en un juego de ocultamiento y engaño que revela verdades que nunca saldrían a la luz de otra manera. Si compartimos con Cindy Sherman la idea de que “la contemplación de una obra de arte es siempre angustiante”, imaginemos qué puede pro-


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