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Tabla de contenido
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Nuestro equipo
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Carta editorial
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Las posiciones expresadas en el contenido de esta publicación son el resultado de las opiniones e investigaciones propias de los autores, en ningún momento representan la filosofía institucional de la Universidad de Medellín ni comprometen ni son responsabilidad de la Facultad de Comunicación. Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial de esta publicación, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
Sobre el concepto de “extractivismo cognitivo o epistémico”
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Ilustraciones: @nel_ilustrador
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Abuelo en el espejo
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Sentido
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Nadie
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Habitamos la ciudad
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Cuento: Federico Lumière
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Fotografía: Karol Morgan
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Ilustraciones: Mariana Betancur
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Paro Nacional 2021
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Tiempos convulsos
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Fotografía: Saray Ossa
74
Los del Bolívar
124
Paro desde la ventana
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Abrir los ojos
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El mundo es rudo
140
Un paro movido
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Ilustración: @macapape
76
Ilustración: @li____i
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Sin rostro pero no sin mente
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¡Cuán difícil sería el mundo si fuera más fácil!
77
Ilustración: Valeria Pérez
176
Que la música y el arte nos salve
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Calor en tierra fría
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El sonido de los muertos
84
Plantón feminista
186
El síndrome del ansioso
90
Fuego en Atenas
188
Extraño y confuso
190
La diversidad y el arte en su máxima expresión
196
El aguante y el arte en tiempos de guerra
198
Verdad que transforma
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Cuento: Federico Lumière
200
Fotografías: @francopuesph
50 57 58 60
Fotografías: @bytokio_ Ilustración: @li____i El nuevo inicio, la era post covid
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Ciudad
104 62 63 64
A menudo eso nos detiene Ilustraciones: @pezviva Ilustraciones: @camilolopezart
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El Cauca
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Cómo el poder se desploma
Fotografías: @miyerjuana_ph Pandemia, pérdida y el futuro de dos generaciones
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Ver y callar
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Gran Paro Nacional 2019 en Bogotá, Colombia
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Movilización por líderes sociales asesinados 2020
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C omunicación Pública, Política & Gestión del Desarrollo
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N U E STRO EQU I PO
Comunicación Pública, Política & Gestión del Desarrollo
Diana Ortega
Nicolás Herrera
Angie Tamayo
A S E S O R Í A
Mariana Mesa
Susana Quiros
D I R E C C I Ó N
Ana María Villa
Ma. Angélica Arango
D I S E Ñ O Y D I A G R A M A C I Ó N 5
Estefanía Ramos
Samuel Villa
Camila Parra
C O M I T É D E D I F U S I Ó N
Mariana Betancur
Juliana Rodríguez
Laura Aguirre
Santiago Rivera
C O M I T É E D I T O R I A L
También hacen parte: Johana Palacios y Daniel Giraldo del Comité Editorial
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Las utopías mantienen vivas
a las sociedades Por: Susana Quiros Tamayo y Angie Daniela Tamayo Botero.
Comunicación Pública, Política & Gestión del Desarrollo
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a definición más común de utopía suele comprenderse como la representación de una idea o sociedad en su forma perfecta, ideal y sin fallos, pero, que, en el momento de aterrizarla, suele alejarse de la realidad por la complejidad de los diferentes factores que la constituyen.
Por eso, las movilizaciones realmente están llenas de soñadores, que convierten la marcha en la expresión más tangible de las utopías que están presentes en sus pensamientos y sentimientos, esas utopías dejan ser individuales y se convierten en colectivas, en el momento en el cual el cambio se convierte en un sinónimo
Asimilar este concepto desde niños promueve en nuestra mente la división entre la esperanza y la realidad a la que nos enfrentamos, desvinculando nuestras aspiraciones de las posibilidades que la sociedad nos presenta.
de justicia.
Las utopías, para quienes se atreven a soñarlas, son la manifestación de otras realidades posibles, sueños que motivan y terminan por convertirse en un potente generador de cambio. Sin embargo, a pesar de que el cambio es la única constante en la vida humana, generarlos nunca es fácil, por eso reconocer a quienes se atreven a trabajar por ellos más que una elección se ha convertido en un imperativo en las sociedades, pues sólo aquellas que se movilizan buscando su evolución, consiguen mantenerse en el tiempo.
Esta edición de la Revista Con-Sentidos se dedica a reconocer a todos los soñadores, que durante todo este tiempo se han atrevido a salir a las calles a darle voz a los que no tienen, a luchar por una Colombia más justa, más equitativa e incluyente, aún cuando la realidad del país puede hacer ver cualquier cambio como una gran utopía. Hoy queremos recordarles que atreverse a soñar una realidad diferente es el primer paso para construirla. Agradecemos a todo nuestro equipo y a todas las personas que se tomaron el tiempo de compartir con nosotros su aporte, esperamos que esta edición sea un retrato desde los actores del momento histórico que estamos viviendo como país. Esperamos que la disfruten.
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C omunicación Pública, Política & Gestión del Desarrollo
Sobre el concepto de
“extractivismo cognitivo o epistémico” Por: Natalia Rocío Grisales Ramírez Docente de la Facultad de Comunicación
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n diálogo sostenido en el año de 2013 con Naomi Klein, Leanne Betasamosake Simpson, indígena del pueblo Mississauga Nishnaabeg en Canadá, retomó del concepto de “extractivismo económico”, aquellas prácticas asociadas al modelo de dominación colonial y lo extendió al escenario epistémico con el fin de dar cuenta de una cierta sospechosa y por demás, peligrosa actitud frente al conocimiento. La historia se remonta a finales de la década de los ochenta, cuando la Comisión de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo publicó el informe “Nuestro futuro común” en el que buscaban aplicar el conocimiento tradicional al pensamiento ambiental, con la idea, muy vigente todavía, por supuesto, de que “el conocimiento tradicional y los pueblos indígenas tienen una especie de secreto que la sociedad en general debe apropiarse sobre cómo sobrevivir en la tierra de manera no explotadora” (Simpson y Klein, 2017).
El extractivismo encubierto en esta iniciativa, según Simpson, tiene que ver con esa actitud que no busca llevar el conocimiento indígena en los términos de estos pueblos, sino con la extracción de “cualquier idea que científicos o ambientalistas pensaran que era buena y asimilarla” (Ibid. p.57) Para esta intelectual del pueblo Mississauga Nishnaabeg, extracción y asimilación van de la mano, y al igual que Alberto Acosta y Silvia Rivera Cusicanqui, los liga al colonialismo y al capitalismo. El “extractivismo cognitivo o epistémico” nada tiene que ver con la conversación, con el diálogo, o con lo que ella denomina la reciprocidad profunda. Es más, cuando se desvinculan los saberes indígenas (y también por supuesto los saberes afro) de sus sistemas de significación, para adaptarlos al conocimiento occidental euro y anglocéntrico, se les despoja de su potencia política interpeladora, convirtiéndolos en saberes mercadeables, tanto en el escenario económico, como en el académico.
Comunicación Pública, Política & Gestión del Desarrollo
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Natalia Rocío Grisales Ramírez Docente de la Facultad de Comunicación
C omunicación Pública, Política & Gestión del Desarrollo
SOBRE EL CONCEPTO DE “EXTRACTIVISMO COGNITIVO O EPISTÉMICO”
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Y a propósito del escenario académico, entendido como campo a la manera en que lo hiciese Bourdieu, es decir como escenario tanto de posiciones como de disputas, de sujetos poseedores de un tipo específico de capital simbólico, resulta especialmente provocador, en tanto que posibilidad de análisis y reflexión, el debate planteado a importantes personalidades de la “decolonialidad epistémica latinoamericana” (W. Mignolo, A. Quijano, E. Dussel) por parte de autoras, también latinoamericanas, (S. Rivera Cusicanqui, A. Cumes, O. Curiel) quienes desde el pensamiento político indígena, afrodescendiente, anticolonial, antirracista y feminista, nos ponen sobre alerta acerca del riesgo de incurrir en aquello que se critica, al construir discursos académicos colonialistas, basados justamente en apropiaciones de tipo “extractivista cognitivo o epistémico” en ámbitos enunciados como decoloniales, descoloniales, anticoloniales o postcoloniales. Las críticas se plantean básicamente en torno al desconocimiento de los desarrollos
teórico-políticos previamente consolidados y con ello a la apropiación de ideas y postulados que tienen su origen en los sectores subalternos o mejor, subalternizados, sectores de importancia nodal en estas perspectivas críticas al discurso colonial, haciéndolos aparecer como producciones auténticas, que por supuesto, como ya se señalaba líneas arriba, descontextualizan y despolitizan ese conocimiento situado. Al respecto afirma Silvia Rivera Cusicanqui: “A través del juego del quién cita a quién, se estructuran jerarquías y acabamos teniendo que comer, regurgitado, el pensamiento descolonizador que las poblaciones e intelectuales indígenas de Bolivia, Perú y Ecuador habíamos producido independientemente. Y este proceso se inició en los años 1970 –el trabajo de Pablo González Casanovas, casi nunca citado, sobre “el colonialismo interno” se publicó en 1969– cuando Mignolo y Quijano estaban todavía militando en el marxismo positivista y en la visión lineal de la historia” (Rivera Cusicanqui, 2010).
La alternativa según Simpson es la responsabilidad, la reciprocidad profunda y el respeto. Extraer es robar, dice Leanne Betasamosake Simpson, es tomar sin consentimiento, desconociendo cualquier forma de impacto. El colonialismo, agrega, siempre ha extraído lo indígena: el conocimiento de las mujeres, de los hijos, de los pueblos. Extraído y asimilado sin consideración por quienes lo han creado. El extractivismo es una forma de ser y estar en el mundo, es una ontología. Una ontología que sostiene la actitud ególatra de grupos sociales que se han consolidado mediante la práctica del saqueo de bienes materiales e inmateriales, a comunidades consideradas inferiores. Extraer los saberes nativos (indígenas o afrodescendientes) para instrumentalizarlos y asimilarlos en favor de intereses que obedecen a las lógicas de la matriz cultural euro y/o anglocéntrica, es epistemicida. (Grossfoguel, 2016). La alternativa según Simpson es la responsabilidad, la reciprocidad profunda y el respeto.
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C omunicación Pública, Política & Gestión del Desarrollo
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Comunicación Pública, Política & Gestión del Desarrollo
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Fotografías e ilustraciones por: @nel_ilustrador
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Ab u elo e n el es p ejo Por: Cristhian Agudelo
Esta historia hace parte de #HistoriasEnCuarentena #PasaLaHistoria proyecto narrativo abierto de Cristhian Agudelo, Róbinson Úsuga Henao y amigos.
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C
uando al abuelo se le incendió la casa vivió durante tres semanas en la nuestra. Hacía meses que no lo veía. Me había distanciado a causa de
solas frente a la pantalla. Le enseñé a tocar la batería. Tocamos juntos en un concierto improvisado y aplaudido por mi madre y mi tía quienes también bailaron. Era una rutina
algunos desencuentros familiares y el temor a ser una posible víctima de la criminalidad de su barrio. Olía a carbón cuando llegó, estaba un poco chamuscado y tenía la piel de las manos desgarrada. La señora que lo cuidaba al conectar la plancha había generado sin querer un corto circuito en la habitación contigua a su dormitorio, el fuego se propagó rápidamente y ella, en medio de la angustia y la desesperación, lo había tomado con fuerza por los brazos para sacarlo hasta un lugar seguro.
pasiva y sencilla aunque por momentos difícil, como la de quien debe tener a un niño siempre entretenido.
A pesar de todo fue un feliz reencuentro. Durmió en mi habitación, mi tía, mi papá, mi hermano y mi madre lo cuidaban. Caminaba por la casa, me pedía que le pusiera El Chavo y capítulo tras capítulo se reía a
Por suerte solo se incendió la habitación del abuelo y él preguntaba a diario cuándo podría volver, que si ya lo íbamos a llevar, que yo era hijo de quién. A sus 94 años algunos de sus recuerdos se habían esfumado inevitablemente y su mente le impedía por momentos dimensionar la magnitud de los hechos en pasado, presente y futuro: Que los tíos estaban reparando y pintando la habitación, que debía esperar a que la casa se ventilara y que estaba pendiente de una operación de una hernia que se postergó a causa de su actual estado de salud tras el incendio.
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ABUELO EN EL ESPEJO
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Una mañana desperté y a través del espejo del baño vi que mi padre lo estaba motilando y afeitando.. Fui por la cámara. Ya le había hecho otras fotos pero este momento era único. Ver a don Henry atendiendo al abuelo, pasando las cuchillas de la barbera con ese cariño y esa delicadeza por su rostro. Era como si progenitor y primogénito hubiesen cambiado de papel. Pensaba en la fragilidad del tiempo, en la levedad de la vida misma que se pasa tan rápido y que de repente nos pone en escenarios nunca imaginados pero a la
vez maravillosos. Pensaba en la fortuna de tenerlo en casa y de registrar ese momento que quizás sería el último para los dos. Cuando se incendió el hogar del abuelo habría sido imposible imaginar que al año siguiente lo que estaría en llamas sería el mundo y la ciudad: una pandemia mundial amenazaría la salud humana en el planeta, especialmente la de los más viejos, y gruesas capas de humo se instalarían en Medellín, no solo por nuestra producción doméstica de carbono: también por los incendios en otras partes del país.
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ABUELO EN EL ESPEJO
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Volvimos a nuestras casas a resguardarnos y a convivir: mi padre, mi madre, mi hermano y yo. Ya van varias semanas. A pesar de todo es un reencuentro agradable. Observo a mi padre a sus 60 años caminar en las mañanas, cocinar, sentarse frente a su cámara y observar por la ventana. A veces se ríe a solas y se emociona con lo que acontece a distancia y con lo que captura. El mundo afuera parece derrumbarse y nosotros conversamos sobre cómo van las cosas, sobre hasta cuándo van a durar. Tiene miedo. Con ese pesimismo que a veces lo caracteriza, me dice que es evidente que las cosas están duras y que se pondrán peor, que la sobreinformación y malinformación de los medios lo tienen cansado y abrumado, que solo quiere estar tranquilo y pensar en algo feliz. En estos días desperté y se estaba motilando y afeitando solo en el baño. Le ayudé, lo trasquilé un poco pues definitivamente me va mejor con la cámara que con la barbera. Nos reímos a carcajadas con mi hermano y mi madre que recién se habían despertado también. Y justo allí me acordé del abuelo y de él. De esa foto que alcancé a tomar y que hasta el momento es la última que tienen juntos. Pensé en la fragilidad del tiempo y de la vida misma que se pasa tan rápido y que de repente nos pone escenarios nunca imaginados pero a la vez maravillosos. Pensé en la fortuna de tenerlo en casa y de registrar ese momento que quizás sería el último para los dos. Saqué mi celular y disparé.
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S entid o Por: José Daniel Trujillo Hernández
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Si la vida tuviese sentido, sería aburrida en realidad. ¿Qué necesidad tenemos por encontrar sentido a todo? Parece que queremos entender gran parte cuando no podemos con nosotros mismos. En verdad todo aquí carece de sentido; aquel hombre durmiendo en la calle, el niño de allá comiendo helado, aquel perro comiendo de la basura, aquella niña llorando en la avenida principal, hay aves aplastadas por autos, la lluvia yendo de nuevo al cielo, yo escribiendo esto.
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Na d ie Por: José Daniel Trujillo Hernández
Todos somos nadie en alguien. Los cautivadores de calles no nos conocen, los vendedores en las calles nos olvidan, algunos nos reconocen por nuestro dinero, pero realmente no nos conocen. Muchos conocen lo que aparentan los demás, muchos creen conocer a muchos, pero realmente sabemos que no somos alguien, que somos sombras con sombra, que solo somos imagen de un día una imagen que cambia diariamente hasta morir.
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H ab ita mo s l a c iu d a d Por: Fabio Ciro Gómez
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abitamos la ciudad de los enfermos imaginarios, en la que ya no sueñan ni caminan, de los que sólo conversan fruslerías, de los que agonizan, de los que solamente esnifan, de los que están cansados de soñar, de los que no denuncian, de los que se perdieron en sus propias palabras, de los reversos y conversos, habitamos la ciudad de los que psicólogos y psicoanalistas, de las monjas y sacerdotes inconfesos, habitamos la ciudad de los que no aprendieron a morirse. Esta ciudad parece un resultado de los borrachos y sus blasfemias, la ciudad de los escombros, la ciudad de los que toman agua en botellitas de plástico, dejándoles un sinsabor indeseable. La ciudad de los artistas del semáforo, la ciudad de los suicidas que amorosos se ríen leyendo poemas.
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Fotografía por: Fabio Ciro Gómez
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Una vez en un sueño, ambos bandos se encontraron sin nada más que el arma de las palabras. -¡Terroristas! -¡Terroristas! 24
De cada lado fue lo único que se dijeron.
Por: Federico Lumière. De Cuentos comunistas para niños que saben llorar.
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Por aquellos que han perdido un ojo... porque podrán ver con más claridad lo que ni tú ni yo hemos podido ver teniendo los dos. Por: Karol Morgan
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Ilustraciones por: Mariana Betancur
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Pa ro Na c io na l 2021 Por: Jhonatan Rodríguez IG: @jhonatanshots
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Paro Nacional 2021
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Fotografía por: Jhonatan Rodríguez IG: @jhonatanshots
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Paro Nacional 2021
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Fotografías por: Jhonatan Rodríguez IG: @jhonatanshots
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Paro Nacional 2021
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Fotografías por: Jhonatan Rodríguez IG: @jhonatanshots
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Paro Nacional 2021
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Fotografías por: Jhonatan Rodríguez IG: @jhonatanshots
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Paro Nacional 2021
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Fotografías por: Jhonatan Rodríguez IG: @jhonatanshots
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Paro Nacional 2021
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Fotografías por: Jhonatan Rodríguez IG: @jhonatanshots
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Tiemp o s co nvu ls o s Por: María Camila Pulgarín
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ran las doce del mediodía y el implacable sol asediaba las calles de Medellín. La esperanza y el dolor de los manifestantes caía y antes de tocar el suelo, se condensaba en el aire. Era tanto el vapor que se elevaba, que muchos lo confundieron con neblina y en los pronósticos se hablaba de un fenómeno climático sin precedentes. El vapor era tan grande que reemplazó el paisaje de la ciudad y lo más asombroso es que, al transformarse en lluvia, contagiaba a los habitantes de ese mismo dolor y esperanza, y así, en la ciudad, la sequía finalmente cesó.
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Si no estamos en este mundo para dejar huella, entonces ¿por qué y para qué vinimos? Por: Saray Ossa Muñoz
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abía dejado de vivir. No estaba muerto, pero pude sentirlo al encontrarme cara a cara en el espejo, no podía ocultarlo más, tanto tiempo corrí desesperadamente tras lo que soñaba ser que no pude notar cuando perdí el camino,
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Ab r i r lo s o j os Por: Santiago Garcés Moncada
ya solo me quedaba el recuerdo de la meta, estaba extraviado y solo. No quería aceptarlo, pero en el fondo lo sabía, creí ser feliz, amaba la música y en aquellos primeros años había en mis ojos muchas ansias de mundo, pero sin saber me dejé atrapar por él y su uniforme vacío. Crecí sin aviso, conseguí trabajo y horarios, el piano quedó reducido en un rincón, y mi pasión al espacio más hondo de mi corazón, como en un abismo oscuro y desgarrador. La barriga, las canas, la mirada triste y esa melancolía sin razón, la soledad, el silencio, el plato vacío... ¿Cuándo me dejé atrapar? Sé que los viejos no tenemos derecho a soñar, me he dado cuenta de que he botado la vida y es demasiado tarde, pero vuelvo a destapar el piano y comienzo a tocar mientras me limpia el llanto, y no sé cómo, pero sus notas me dicen que aún hay tiempo...
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Ilustración por: María Camila Patiño Pérez IG: @macapape
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¡Cuán difícil sería el mundo si fuera más fácil! Por: Hernán Duley De La Ossa Benítez.
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l tiempo estaba en mi contra y necesitaba escribir hasta tarde, lo sentía dentro de mí como un enorme elefante que corría a cien kilómetros por hora y que su resuello alcanzaba mi nuca como una ventolera de enero. Había en mi escritorio casi una docena de borradores inconclusos y notas de la vida que debía organizar y contando las del ordenador llegarían a colmar mi paciencia. En medio del hastío y la desesperación, fugazmente en un arranque de estupidez nació en mi cabeza la idea de un mundo en el que escribir, trabajar y estudiar fuera más rápido, creyendo en su material literario, la retuve hasta que encontré una cuartilla y un bolígrafo. Sí, todo hubiese sido más fácil y menos angustiante. Qué tal si al comienzo de los días el divino creador hubiese fabricado un botón incorporado al antebrazo de quien creó a su imagen y semejanza, que, con solo presionarlo,
magia en fracción de segundos o minutos, o tal vez estar cansados de ver las letras del computador, entre sueños presionar el “botón mágico” y que el trabajo de dos semanas esté listo para entregar.
mecánicamente todo se agilizara ante sus ojos.
vivir en un universo perfecto y empecé a imaginarlo en los ámbitos más ínfimos de la cotidianidad. La paz mundial, la desaparición de la pobreza y la injusticia, eran ideas que, por inercia, no solo yo sino todo ser humano incluiría si se le formulara este tipo de pregunta, por lo tanto, las taché como revisadas.
Solo imagínese querido lector, tener que dejar de esperar la correspondencia o los paquetes que vienen de lejos, y que tan solo con presionar un botón podamos tenerlos al alcance de la mano como por arte de
El ser humano por naturaleza es impaciente, nada sería más conveniente que tener el orden y la rapidez al alcance de las manos. Mientras compartía en mi interior estas letras, un arrebato imaginativo me abordó de repente expandiendo el contexto de mi idea, lo que llevó a preguntarme ¿Cuál sería mi mundo perfecto? Estando frente a semejante duda existencial, me detuve unos minutos antes de contestarme, y cuando ya estuve plenamente listo proseguí. De momento me sentí volar, la pregunta era capciosa y pensarlo fue quizás más placentero que llegar a vivirlo. Me acomodaba lentamente a la idea de
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¡CUÁN DIFÍCIL SERÍA EL MUNDO SI FUERA MÁS FÁCIL!
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Ahora ¿Qué tal que el universo hubiese sido manejado con el poder mental del hombre? Que solo bastase con pensar en el objetivo para tenerlo disponible, o que fuera necesario pronunciar la necesidad y esta estuviese suplida al instante. Sabiendo que era totalmente imposible, no dejé de imaginar cuantas cosas fueran más fáciles para todos, los créditos bancarios aprobados en cuestión de segundos, los litigios resueltos en minutos y las posibilidades de encontrar trabajo en la palma de la mano. Sin duda alguna los niños serían los más beneficiados, y sin pensarlo dos veces aseguraría que serían los que disfrutaran este nuevo modus vivendi en mayor media. Solo imagine la alegría de un niño africano en extrema pobreza pensando en tener el último max steel y que pueda tenerlo en casa tan rápido como un parpadeo para luego poder compartirlo con sus amigos. Los ancianos volverían a vivir su juventud aun siendo ancianos, recordando cada cosa que vivieron en sus plenas facultades y luego levantándose del sillón pudiendo bailar y brincar como en sus mejores días.
Las mujeres embarazadas no tendrían que esperar nueve meses para poder conocer si su bebe se parece a ella o a su padre. Pero no todo podría ser perfecto como en un cuento de hadas, los jeques avaros utilizarían su poder para engrandecer su industria, los asesinos para tener más armas y los gobernantes serían inamovibles, los ejércitos nacionales se colmarían de tanques de guerra solo porque los altos mandos pensaron que los que poseen son muy pocos. - ¡Cuán difícil sería el mundo si fuera más fácil! - pensé en voz alta aún sin poder poner “los pies sobre la tierra”. No dejaba de abstraerme la idea, esta vez no solo soñando con que pudiera utilizar un botón para poder escribir más rápido o ser rico en un minuto, sino pensando en cuántas personas habrán imaginado lo mismo que yo, sin dimensionar cuán malo podría ser. El hombre ha resuelto por hacer de su vida algo más simple y básico, ha inventado un sinfín de artefactos para satisfacerse personal, laboral y familiarmente, pero al igual que cuando piensa en la utopía del universo perfecto, no dimensiona su peligro.
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Dejé de escribir, había aclarado ya las dudas existenciales que rondaban fantasmagóricamente por mi cabeza y que había sentido una y otra vez que se apoderaban de mi habitación, mire a mi alrededor y pensé cuántas cosas cambiarían si el universo estuviera sumergido en el facilismo utópico e imaginario, me asomé a la ventana e imaginé el cielo colmado de aviones privados y públicos repletos de la ambición del hombre. Por fortuna nada es así, he preferido conformarme con la complejidad del mundo y empeñarme en acoplarme a sus aciertos y desventuras.
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Fotografías por: Juan Pablo Rivera Varela IG: @bytokio_
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Fotografías por: Juan Pablo Rivera Varela IG: @bytokio_
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Fotografías por: Juan Pablo Rivera Varela IG: @bytokio_
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Fotografías por: Juan Pablo Rivera Varela IG: @bytokio_
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Ilustración por: Lina Moreno IG: @li____i
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El nuevo inicio, la era post-covid Por: Camilo Velásquez Restrepo
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l virus Covid-19 nos encaminó a todos por un camino lleno de retos y situaciones diferentes que, hasta el día de hoy, aún no sabemos cómo terminará, o si llegará a hacerlo. La realidad se replantea cada vez más, buscando un punto medio entre mantener nuestra salud o asegurar nuestra supervivencia. El mundo se ha vuelto un lugar tóxico en el que debemos acomodarnos para mantenernos, pero ¿a qué costo? ¿Con cuántos condicionamiento?
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Fotografía por: Camilo Velásquez Restrepo
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Ciu d a d Por: José Daniel Trujillo Hernández
Cuánta frialdad hay en las calles, decía al caminar en la avenida principal. Todos mudos, ciegos y sordos. Insensibles sin interés alguno. Había quienes en compañía de alguien más igual padecían esto. 60
Nadie miraba a los ojos de los demás, normalmente miraban al sucio suelo y el cielo ansioso de ser visto jamás era complacido. A pesar de estar ahí, se sentía una soledad inmensa, un frío agobiante que no dejaba respirar. Nadie dejaba entrar a alguien a su espacio, sin ánimos de hablar, ver, escuchar e incluso caminar. Todos avanzaban hacia algún lugar, y quien no avanzaba era arrastrado, forzado a avanzar sin destino fijo. Se sentía un gran vacío que ni toda la población de la tierra podría llenar.
Todos ignoraban la muerte y en consecuencia la vida. No era raro encontrar personas llorando en las calles, derramando lágrimas al pavimento. Aquellas lágrimas terminarían siendo pisadas por los demás sin saber de ellas o su profundidad. Lágrimas con un gran significado para unos e insignificantes para otros como tú o yo. Podías ver personas riendo, siendo felices, aunque después de cada satisfacción todos esperan agónicamente un sufrimiento, que nos dejará sin ganas de siquiera un poco de felicidad. Hay dementes en las calles, cuerdos en el manicomio, asesinos matando, inocentes muriendo, ríos de agua sucia y maloliente, lágrimas borradas, risas tristes y calles, calles frías y calladas.
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A menudo eso nos detiene Por: José Daniel Trujillo Hernández
A menudo eso nos detiene. Salir e imaginar todo, no creer lo real y lo irreal pasa desapercibido.
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Nos detiene el hecho de pensar demasiado, creer que la escritura debe llevar musicalidad, que la tarde es siempre calurosa y que la noche es siempre fría y triste. Imaginar y suponer son idioteces que nos detienen. no sirven para nada si lo piensas detenidamente pero, de ser posible, te vuelven miserable. Tener una suposición y una verdad oculta es de un perdedor, creer saber y no querer saber más. A menudo eso nos detiene. Las personas allá afuera nos toman, nos dicen que es una tontería intentar. Eso nos detiene. Las calles, los autos y la muerte que siempre nos alienta, nos permite jugar un poco más pero, a menudo, eso nos detiene.
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Ilustraciones por: Valentina Mansur Sierra IG: @pezviva
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Maldito el soldado que apunta su arma contra un pueblo que pide a gritos el respeto de la libertad de expresión y a sus derechos. RESISTENCIA.
Por: Camilo López Montoya IG: @camilolopezart
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“La ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía.” - Emiliano Zapata
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Dolor patrio: un pueblo que resurge desde las heridas.
Por: Camilo López Montoya IG: @camilolopezart
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El poder ha abusado de la ciudadanía, Colombia despierta, Colombia resistente.
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Que coman balas y pasteles. ¡Estudien vagos! Marie Antoinette (María Fernanda Cabal)
Por: Camilo López Montoya IG: @camilolopezart
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El poder del pueblo sigue en pie, la lucha no acaba y la unión de las culturas de nuestro país nos harán poderosos, las muertes no serán en vano.
Por: Camilo López Montoya IG: @camilolopezart
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El títere.
Silenciosamente me voy, y ni volveré, y ni me recordarán, y la gente sufrirá de amnesia, fácilmente me olvidarán, y de mi cara nada quedará. Sutilmente mis momentos interpersonales se quemarán.
El C au c a Por: Mateo Pavas Buriticá
Dentro de poco, mi cuerpo lleno de pólvora quedará y mis huesos desaparecerán, me descuartizaran, ni el aire ni mi voz ni nada, absolutamente nada habrá. Pronto me olvidarán y un último vacío mi cuerpo sentirá, un río bajando llenarán mis ojos, mi boca mis dientes. Sangre recorriendo el bello estómago de los peces, eso, si mucho quedará.
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Cómo el p o de r s e d es p lo ma Por: Marango María Camila Arango Tamayo 73
El zapatero va a confesarse para que suerte cambie rezando no tiene pan, pero si pa’ alientarse pasa su vida soñando. Una casucha le fue quitada un gobierno malintencionado su fortuna ha sido pateada como otros ha sido eliminado.
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Él ha marchado por sus derechos marchó en mayo junto a los estudiantes situación dura, igual a sus hechos. Otro muerto en la acera y más jetas sin dientes. Así combatiente, en esos días, sus días postulado como un capitán por morir convertido en salvación su voz es su espada, él es un cantor.
Lo s d el Bo líva r Por: Mateo Pavas Buriticá
El mundo es rudo, es cotidiano encontrar valientes sostenidos por piernas tambaleantes y ver cobardes sostenidos en bases sólidas y firmes.
E l mu n do es r u d o Por: José Daniel Trujillo Hernández
Tienes que pararte de frente y pelear como todos por un pedazo de nada en la tierra. Aún sin conseguir algo en absoluto nos engañamos con mil cosas; amor, bebida, lectura, placer, trabajo, y demás cosas, para olvidar un poco aquellos sueños que anhelamos desde niños. Somos demasiados los que no logran ser lo que sueñan, es una batalla difícil e indecisa, demasiado dura, y los demasiados aquí en la tierra nos conformamos con un pedazo de nada.
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Ilustración por: Lina Moreno IG: @li____i
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Ilustración por: Valeria Pérez
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Ca lo r en t i erra fría Por: José David Arias Patiño @madarinea_
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as recientes manifestaciones a causa del paro nacional, han reflejado hechos históricos en los municipios del norte antioqueño, en donde las movilizaciones no cobraron gran importancia en los últimos años. Esta serie recoge momentos de las marchas pacíficas en el municipio de Santa Rosa de Osos, que han atraído a la población a unirse en búsqueda de exigir un mejor futuro para el país.
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Calor en tierra fría
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Fotografías por: José David Arias Patiño @madarinea_
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Calor en tierra fría
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Fotografías por: José David Arias Patiño @madarinea_
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P l an t ón Fe m i n i s t a Por: Mariana Betancur Muñoz IG: @primaveracero_____
Plantón de mujeres en Medellín. #14M 84
En el marco del paro nacional en Colombia el pasado 13 de mayo una joven menor de edad se habría quitado la vida, después de denunciar violencia sexual por parte de uniformados de la Policía tras ser detenida en Popayán. La organización Estamos Listas y el Movimiento Social de Mujeres convocaron un plantón para rechazar este acto. Hasta esa fecha se habrían registrado 16 víctimas de violencia sexual por parte de la fuerza pública, pero pasados dos meses del paro son 28 los casos denunciados (Cifras vía @tembloresong). La represión policial en Colombia también se ha convertido en violencia machista, hay que insistir en que los cuerpos femeninos no son botín de guerra.
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Plantón Feminista
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Fotografías por: Mariana Betancur Muñoz IG: @primaveracero_____
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Plantón Feminista
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Fotografías por: Mariana Betancur Muñoz IG: @primaveracero_____
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Fu e g o en At e n as Por: Andrés Moreno
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S
anta Rosa de Osos, Antioquia, una urbe en desarrollo reconocida por ser “cuna de artistas y letrados”, por mucho tiempo cobijada por la indiferencia y el silencio de sus habitantes frente a la corrupción y las injusticias en las que ha estado inmerso su entorno. A pesar de las anteriores expresiones de las juventudes que tuvieron que moderar su discurso por miedo a ser exterminados por el statu quo, hoy este pueblo se encuentra levantado con una fuerza inmarcesible y una intención de organización nunca antes vista, tal vez les han quitado tanto que les quitaron hasta el miedo, hoy sienten que no tienen nada por perder, pero mucho por construir. Hoy más que nunca las juventudes de Santa Rosa han tomado la decisión de tomar las riendas de su territorio y arrebatarlas a esas estructuras sombrías que han apartado el progreso para unos pocos.
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Fuego en Atenas
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Fotografía por: Andrés Moreno
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Fotografías por: Andrés Moreno
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Fuego en Atenas
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Fotografía por: Andrés Moreno
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Por: Miyer Juana Paniagua Sanchez IG: @miyerjuana_ph
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urante las jornadas de manifestación en las principales ciudades del país se ha evidenciado el abuso del poder a manos de los policías y agentes del Esmad que intervienen en las protestas para reprimir y controlar el orden público. Y aunque el Paro Nacional comenzó con la reforma tributaria, en Colombia existe un descontento social generalizado.Las razones para seguir en las calles están latentes: el aumento de la violencia por parte de la policía, el ineficiente proceso de paz, los jóvenes desaparecidos en las protestas, la interminable desigualdad y la brecha social que se abre cada vez más con la pobreza. Envueltos en el caos salen a relucir las capuchas de todos los colores, aquellos ojos llenos de esperanza también reflejan el dolor de un pueblo sumido en la desigualdad y el olvido. Así es como ellos luchan... Un mosaico humano que grita con fuerza: “NO más violencia, NO más censura, NO más desaparecidos, NO más muertos por pensar diferente”
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Fotografías por: Miyer Juana Paniagua Sanchez IG: @miyerjuana_ph
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Fotografías por: Miyer Juana Paniagua Sanchez IG: @miyerjuana_ph
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Pandemia, pérdida y el futuro de dos generaciones Por: Daniel Giraldo Zapáta
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ara nadie es un secreto que el 2019 fue un año convulso para Colombia y para el resto del mundo. En todas partes surgieron movimientos ciudadanos, políticos y sociales en los que se enfrentaron las estructuras de poder más “tradicionales” y en muchos casos, se cuestionó el concepto de democracia moderna. De no haber sido por la pandemia del Covid-19 seguramente en este momento estaríamos hablando de la erosión de los mecanismos democráticos, de cómo el sistema consumista en que vivimos ha desvirtuado el concepto de “ciudadano” y lo ha cambiado más bien por el de comprador/ consumidor, del auge de los “alternative facts” la post verdad y de la radicalización de ciertos sectores sociales y políticos, movilizados por los algoritmos de redes sociales y bueno, mil temas más de coyuntura que afectan nuestro días a día de forma indirecta. Pero pasó, la pandemia llegó y nos cambió a todos la vida. Sé que eso -decir que la pandemia nos cambió la vida- es un lugar común muy trillado
a estas alturas, pero, resulta terriblemente acertado. Personalmente estoy entrando en mi segundo año de trabajo remoto, es decir, mi segundo año de aislamiento. Más allá del obligatorio encierro, la pandemia me ha traído una serie de pérdidas: pareja, amigos y una más profunda y preocupante, la profunda pérdida de interés. Desafortunadamente no soy el único que “padece” de esto, es una tendencia generalizada especialmente en la generación Y y Z. Un año antes de la pandemia todos los días se veía en las noticias de movimientos ciudadanos que reclamaban diferentes tipos de derechos: los chalecos amarillos en Francia, las protestas pro democacia en Hong Kong, las diferentes marchas y protestas contra la violencia racial institucionalizada en Los Estados Unidos y claro está, movimientos como el 21-N en Colombia en clara oposición a las politicas del gobierno de Ivan Duque. Pero este clima caldeado se disipó con la llegada de la enfermedad a los diferentes países, con los confinamientos y con la carga emocional y psicológica que trajo.
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PANDEMIA, PÉRDIDA Y EL FUTURO DE DOS GENERACIONES
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No es sólo la imposibilidad de reunirse, de verse y organizarse, sino que el aislamiento trajo consigo cambios radicales en el estilo de vida de la población, que imposibilitaron la continuación de estas protestas. Clases virtuales, teletrabajo, ansiedad por el presente -pues es sustento de millones de personas se puso en riesgo- el apenas natural escapismo que se buscaba para distraerse de las constantes malas noticias, movió el foco de las reclamaciones sociales a la (muy literalmente) supervivencia. Esta pérdida de momentum ha hecho que los movimientos se diluyan y a la larga sean más reactivos que propositivos. Si bien manifestaciones como las de BLM el año pasado o las marchas por el 8M de este año fueran masivas y dan un atisbo de esperanza, a la larga son bengalas en una oscura noche. Vivimos una crisis climática que no
da espera, los derechos de los trabajadores cada vez se hacen menos prevalentes, la crisis económica pauperiza cada vez a la clase media y los billonarios se multiplican en un año donde -literalmente- millones de personas traspasaron el umbral de pobreza. Al parecer la rueda no puede detenerse y nuestra esperanza de utopía quedó -de momento- aplastada. Y como no, si un par de generaciones ya cargadas emocional y psicológicamente, tuvo que vivir uno de los momentos históricos más estresantes y demandantes de la contemporaneidad. Sigo convencido de que la utopía, el cambio, la dignidad es posible de alcanzar, pero ha quedado postergada no hasta que superemos el virus, sino más bien hasta que colectivamente podamos recuperarnos, re organizarnos y podamos volver a tener esperanza.
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Ver y c a lla r Por: Camilo Pérez
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o son pocos los que en medio del arrebato y la instancia de querer hacer valer sus opiniones sobre otros consignan ideas cancinas, una de esas ideas que me preocupa en especial es la consigna “No todos los policías son malos” la idea de que existan personas que se aferren a este relato me preocupa, me preocupa como ente lógico y consciente, este discurso narra voluntades acerca de mundos totalmente opuestos, realidades distintas y de diferente interpretación y es que decir que no todos son malos es una lectura inapropiada, decir que no todos son malos implica por defecto que algunos lo son y basta que solo uno o dos lo sean para encontrar el fallo sistemático al que se acoge esta consigna.
Digamos por ejemplo que el 10% de los policías son malos per se, una cifra “modesta” para evitar ese espíritu incendiario que a algunos nos acoge, si “solo” 15782 son malos ¿dónde están los 142.038 policías restantes para neutralizar su maldad? ¿Es que son ciegos acaso?
¿No ven el daño de sus compañeros en el pavimento pintado de sangre? No, ellos saben lo que pasa, saben lo que pasa y se lo callan, algunos lo disfrutan, porque gozan del mismo morbo cual espectador de película snuff, y alguno me dirá con la mano en el pecho y en discurso efervescente “No, es que no se pueden vigilar a todos”. ¿Cómo? Si son tan poquitos como ustedes consignan ¿no deberían poder hacerlo? Bastaría con quitar la manzana dañada para librar la canasta ¿no? ¿O Me dices acaso que la fuerza es incapaz de vigilarse a sí misma? ¿Que no tienen la capacidad de buscar y sancionar el comportamiento de una jauría de lobos salvajes que manchan su credibilidad? Y si no tienen la capacidad de ser justos sobre sí mismos, ¿porque la tendrían para serlo sobre los demás? ¿Cuál es la consigna que le sigue? ¿un asunto de lealtades? No se puede defender lo indefendible, no hay buenos policías, por qué quien calla es cómplice y más aún cuando la ley es verdugo.
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Gran Paro Nacional 2019 En Bogotá, Colombia Por: Manuela Aldana IG: @manuela.aldana_
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Gran Paro Nacional 2019. En Bogotá, Colombia
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Gran Paro Nacional 2019. En Bogotá, Colombia
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Movilización por líderes sociales asesinados 2020 Por: Daniela Raquel Gómez Isaza IG: @danielagomezph Twitter: @GomezIsazaD
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Paro d l a ve n
Por: Santiago Andr
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Fotografía por: Santiago Andrés Agudelo Zapata
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Un paro
Por: Santiago Andr
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Si n ro p ero no s
Por: Santiago Andr
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Sin rostro pero no sin mente
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Fotografías por: Santiago Andrés Agudelo Zapata
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Que l a y e l ar te n
Por: Santiago Andr
músic a nos sa lve
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Que la música y el arte nos salve
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Fotografía por: Santiago Andrés Agudelo Zapata
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Que la música y el arte nos salve
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Fotografías por: Santiago Andrés Agudelo Zapata
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Que la música y el arte nos salve
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Fotografías por: Santiago Andrés Agudelo Zapata
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El sonido
de los muertos Por: Diego Velásquez Mejía
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uenan pese al silencio eterno que emana de sus bocas, muy en lo profundo de la tierra, de los ríos y de las cárcavas; chasquean sus mandíbulas por el frío infinito de la muerte, con epígrafe o sin epígrafe, con rosas o claveles. Suenan y retumban en la asonada fulgurante del olvido. Suena como seis niños asesinados en Pueblorrico, al borde del río mulaticos en la vereda la pica, suena, a otros cuarenta y dos niños corriendo entre mangas y montañas anhelando no manchar de rojo a la tierra. Remeda al silbido que suscita del viento al chocar contra la hierba que ha dejado de ser cortada, suena al golpe viscoso y repugnante que hacen las naranjas pútridas al caer en el piso de quién ya no pudo volver a cosecharlas. Como el regazo de una platanera en la ciénaga que lleva noventa y dos años haciendo huelga de silencio.
Aplaude el cauce del río y callan las cigarras para no opacar el llanto de las madres, sollozos ausentes que encuentran a sus hijos en el eclíptico choque de sus lágrimas con la tierra. Es el ruido que escuchó Arturo en la Rochela, la bulla de doce amigos en un silencio perpetuo, un juego de perfidia con la parca. Es el mismo sonido que hace una puerta que nunca se volvió a abrir, el espacio infinito que habita media cama de Cristina, el canto al cumpleaños que nunca se volvió a entonar en nombre de Juan. Suena a las plegarias que deambulan en el Aro, aquellos lamentos de quince ánimas que se confunden con el cauce de una cementerio disfrazado de progreso. Como los pasos de aquellos zapatos que nunca se volvieron a calzar.
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Es el silencio en las tribunas de la cancha de San Carlos, doscientas seis personas que visitan sus gradas, afónicos ante la indiferencia de una cancha vestida eternamente de carmín. 185
No es en cambio el silencio de ochenta mil desaparecidos, aquellos no callan, llevan el grito cómplice entre la tortura y la esperanza. Aquí la muerte suena a la Cantarrana y a la Cayetana, a Remedios, Pozzeto, Segovia, Pueblo bello, Mocoa, Machuca, el salado, Bojaya, Urrao, Tumaco, Amalfi, Samaniego. Suena a Vereda o pueblo pobre. Se han trastocado nuestros pueblos con nuestras masacres y ya no distinguimos unos de otros. Aquél es el sonido de los muertos, el ruido que nunca volverán a hacer.
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El síndrome del ansioso Por: Diego Velásquez Mejía
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quel sujeto milindroso y quejumbroso tiene síntomas de ansias abrasivas. Ha buscado entre doce sinónimos antes de usar las palabras que siempre usa.
Deja repicar el teléfono hasta el tercer o cuatro tono pensando quien podrá ser y cómo reaccionar, pero al quinto contesta desesperadamente pensando que algo malo habrá pasado. Se cepilla los dientes dos veces seguidas dudando de haber usado suficiente colino. Relee sus mensajes buscando la forma de malentenderse para pedir disculpas de algo que no ha sucedido. Visita la cocina entre tres y cuatro veces por hora, abre los mismos cajones, voltea los mismos frascos y vuelve a dejar todo en su lugar. Se acuesta tarde porque necesita aprovechar el día que ha dejado ir, pero pone cinco alarmas seguidas por si las cuatro primeras fallan.
Dice las mismas cosas con palabras diferentes para insistir en sus ideas, interpreta todos los gestos -incluso aquellos que no le han sido encomendados- analiza todos sus posibles fracasos previamente a la victoria, no puede disfrutar el triunfo o que lo reconozcan pues en su memoria ha fracasado cincuenta y siete veces y solo ha ganado una. 187
Ese milindroso ha perdido de raíz una de las sensaciones más humanas: el sorprendimiento. Nunca es capaz de despedirse una sola vez, debe dejarle claro a cada una de las personas que lo acompañan que se irá... Y si demora suficiente entre la primera y la última habrá de volverse a despedir de la primera. El ansioso ha muerto por su síndrome, el ansioso de ha gastado su vida y sus posibles vértices en ideas y complejos. El ansioso se ha gastado su felicidad en medio de sueños nunca acabados, ha desdoblado su trastorno a su realidad y gastándose ambas ahora solo divaga con su síndrome.
Extraño y confuso Por: Diego Velásquez Mejía
Entre las montañas deambulan los fantasmas de la patria y la nostalgia, las casas, como hogueras desmedidas se consumían entre la brasa y el carbón, la vida y el recuerdo.
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Camilo reconoce el camino en medio de la bruma, sabe donde cruzar el río y a cuál uniforme temer. Sus sueños siempre fueron retenidos por el incesante estruendo de los fusiles, retenido por la patria y huyendo de sus penas fue entrenado para justificar el odio y el desprecio. Con miedo a ser protagonista de una nueva historia por la cual temer, con miedo de volver a casa, de parte en parte, con miedo de enfrentar al enemigo, cruel y despiadado. Preso de la guerra y la desdicha, Camilo es retenido por la cólera escéptica de sus enemigos.
Preso de la guerra y errante en su propia selva, vive la angustia exhaustiva de ser la víctima de sus historias, de enfrentar a la barbarie, al deleite de sus abusos. Y allí en medio del delirio y la desdicha da paso al reencuentro, viendo en su enemigo los rasgos de su propia gente, hablando entre las noches de botas y cocuyos sobre aquellas casas antes de ser hogueras. Reconoce en el otro su propio miedo y desdicha, confunde su uniforme y su propósito, reconoce que su lucha no es de nadie, y que su anhelo es recuperar la paz que le fue arrebatada. Habla con aquellos que llegaron de su mismo pueblo, suspira el mismo aire que le fue arrebatado en la antesala de su hogar, se reclama a sí mismo la confusión y el destierro. Para volver a casa y sentirse en un exilio, extraño y confuso mayor al de antes.
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La diversidad y el arte en su máxima expresión Por: Manuela Aldana IG: @manuela.aldana_
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La diversidad y el arte en su máxima expresión. En Parque Los Héroes, Bogotá, Colombia
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Fotografías por: Manuela Aldana IG: @manuela.aldana_
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La diversidad y el arte en su máxima expresión. En Parque Los Héroes, Bogotá, Colombia
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Fotografías por: Manuela Aldana IG: @manuela.aldana_
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El aguante tiempos d
Por: Manuela Aldana I
y el arte en de guerra
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Verdad que transforma
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Ilustraciones por: Mariana Mesa Tabares
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abíamos bloqueado con la primera línea del frente la autopista montañosa que conectaba dos de las ciudades principales del país. Incluyendo la capital. Los nombres de esos citadinos no importaban, así como para ellos no importaba saber de nuestra existencia. A veces les aparecíamos sin importarles, pero más que como por amarillismo noticioso, cuando tocaba pelar a alguien. Igual que a ellos, el cerebro no les daba para creer que una guerra existiera a pocos metros de sus casas o apartamenticos.
Por: Federico Lumière. De Cuentos comunistas para niños que saben llorar.
Un carro negro llegó escoltado por otros cuatro blancos. Todos gigantes, de excesos lujos innecesarios. Camionetas de marcas, exactamente las mismas, casi las mismas de los gustos narcos; de lo prominente. Al motor casi por fundir, velocidad acumulada por esas curvas que daban la impresión de estar a punto de irse al vacío montaña abajo, de una curva mal tomada no se salvaban. Nosotros los paramos en el retén. El comandante de nuestra exigente y berraca guerrilla, desde el monte, estrictas órdenes nos exigía. “Téngale ojo a esos tipos de carros”, fuertemente tener cuidado con esas gentes de esos transportes así. Que no fuera ser que nos jodiéramos reteniendo a compas, jefes del comercio de coca, los socios. Finalmente y por si las dudas, los paramos con mañitica pues, solo porque venían de la capital. Frenó. Bajó el vidrio oscuro del único carro negro. Era el presidente de la república. Ya nos conocía y muy formal nos saludó. Lo dejamos pasar. No podíamos meternos con los socios.
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Es hora de arriesgar todo, ese arriesgar todo incluye obviamente la vida. Queremos un mejor futuro y será un logro del pueblo y para el pueblo, ¡Ya no tenemos miedo! Somos guerreros que pasaremos a la historia por cambiar este país. Por: Juan Franco IG: @francopuesph
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Fotografías por: Juan Franco IG: @francopuesph