Cosecha de verano, Micaela Carlino 2017.
de los colectivos que pasan por Avenida Santa Fe, el familiar olor a combustible se filtra recordándome que mi hábitat es una ciudad… algo así como un ecosistema monstruoso que para sobrevivir necesita destruirse. La ciudad depende de la energía para su iluminación, del ingreso de camiones para la provisión de alimentos y productos, sus habitantes somos grandes consumidores de recursos y generadores de cantidades enormes de basura y la contaminación forma parte de la realidad diaria.
capaces de satisfacer por sí mismas las demandas energéticas de quienes la habiten; que existirá un sistema de recolección y tratamiento de residuos eficiente, transporte público menos contaminante, conciencia ambiental, espacios verdes, legislaciones y normativas acordes que contemplen y resguarden la calidad de vida de los ciudadanos y su entorno, y que , por sobre todo, habrá educación, asesoramiento y herramientas que les permitan participar activamente del cuidado de la ciudad que habitan.
En la vereda de enfrente, los que “habitan” el deseo de un futuro sustentable dicen que una ciudad sustentable estará constituida de viviendas autosuficientes,
¿Podremos alguna vez “sustentar” la sustentabilidad?. Gabriela M. Fernández
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