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Cómo afectan las drogas y alcohol a los jóvenes
from BYÔDÔ Julio 2023
La ciencia nos explica que nuestro cuerpo se desarrolla, a nivel físico, en el caso de las mujeres hasta la menarquía (la primera menstruación) y en el caso de los hombres hasta los 18 años y, desde entonces, seguirá creciendo a un ritmo sustancialmente más lento hasta los 25 años. Evidentemente, no son datos exactos, puesto que variarán individualmente, pero ¿qué le pasa a nuestro cerebro desde el nacimiento hasta la edad adulta? ¿Cuándo empieza a formarse y cuando termina este desarrollo? ¿Tiene efecto el consumo de tóxicos en estadios primerizos de nuestro desarrollo?
En primer lugar, debemos saber que nuestro cerebro, o mejor dicho nuestro sistema nervioso, empieza a formarse desde las primeras semanas de la concepción de la vida. El embrión inicial se desarrolla creando el tubo neural, que acabará formando el sistema Nervioso Periférico (el que nos permite oír, oler, saborear, notar calor, etcétera), por una parte, y el Sistema Nervioso Central, por otra, conocido como cerebro (aunque técnicamente está formado por el cerebro, el cerebelo y el tronco encefálico).
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El cerebro se desarrolla siguiendo una función inversamente proporcional, es decir: en los estadios tempranos de la vida el bebe creará una cantidad ingente de nuevas conexiones neuronales, este ritmo de crecimiento se irá reduciendo paulatinamente hasta los 25 años, donde la neurociencia afirma que el cerebro está “plenamente” desarrollado.
Lógicamente, después de esta edad fijada se puede seguir aprendiendo, porque el aprendizaje, a nivel neuronal, se desarrolla a través de la creación de conexiones neuronales, y estas, teóricamente, pueden crearse sin límite de edad, aunque requerirá un mayor tiempo y, sobre todo, mayor esfuerzocomo muchos ya hemos experimentado-.
La sociedad actual nos dirige a la precocidad. Los niños se consideran adultos cuando dejan atrás la infancia. Lo que les da “permiso” para el consumo de alcohol, marihuana, cocaína, cristal y un largo etcétera de drogas. Lógicamente, el consumo de tóxicos es siempre dañino para el organismo, pero los efectos de un consumo primerizo tienen efectos muy negativos en el desarrollo de cerebros adolescentes. Les provocará un gran cambio en la manera en que interpretan el mundo que les rodea y a la larga en cómo toman decisiones importantes para su vida presente y futura.
Hablando en plata: consumir drogas con el cerebro plenamente desarrollado es perjudicial, pero mucho menos que hacerlo de adolescente con cerebros que están en plena fase de crecimiento. A nadie se le ocurriría dar alcohol a un recién nacido, pero no es así cuando se trata de adolescentes.
Uno de los problemas derivados de este consumo precoz es la manifestación temprana de problemáticas de salud mental. Nos explican los genetistas que en nuestro ADN llevamos “escrito” la probabilidad o, dicho de otra forma, el tanto por ciento de desarrollar una u otra enfermedad. El grave problema radica, aquí, en que un consumo precoz y continuado incrementa exponencialmente las probabilidades de padecer problemas de salud mental y que por su particularidad de ser drogo-inducidas provoca que sean más complejas de tratar.
Para entendernos; hablamos de las archiconocidas ansiedad y depresión pero, también, de trastornos psicóticos (esquizofrenia, bipolaridad), de la personalidad o comportamiento (antisocial, límite, narcisista, paranoide, obsesivo-compulsivo). Además de, lógicamente, una mayor facilidad para crear adicciones de todo tipo.

Ministerio de Sanidad
A mi parecer creo que uno de los aspectos que debemos tener en cuenta en nuestra relación con los tóxicos es la diferenciación entre uso y abuso.
La Organización Mundial de la Salud u OMS nos indica que “En 2019, una de cada ocho personas en el mundo (970 millones de personas) padecían un trastorno mental. Los más comunes son la ansiedad y los trastornos depresivos.”
Según nos cuentan los científicos, es inherente a todos los animales experimentar con ciertas sustancias de forma lúdica – Según parece, lo que indujo al descubrimiento del café fue el comportamiento de las cabras al tomarlo-. Creo que el principal problema aquí es que el adolescente, por el tipo de vida que lleva, le es más difícil identificar y, sobre todo diferenciar, un consumo lúdico de uno excesivo continuado. Entiendo que el adulto por tener un mayor número de responsabilidades no puede “dedicar” tanto tiempo a drogarse como el adolescente que, por norma general, dispone de una mayor cantidad de tiempo de ocio.
La verdad es que desconozco la solución, pero entiendo que, como casi todo, si se trabaja en una buena educación durante la infancia y la adolescencia, explicándoles a estos cerebros en crecimiento, sin tapujos ni rodeos, qué son las drogas y sus posibles efectos en lugar de intentar esconderlas o eliminarlas estaremos más cerca de una sociedad que se conoce mejor y por ende, más sana en su concepción.

Observatorio español de drogas y adicciones (OEDA)
A mi parecer como sociedad tendemos a no hablar de aquellos temas calificados como tabú en lugar de afrontarlos de forma sana desde edades tempranas.
¿Cómo podemos evitar este auge de agresiones sexuales entre menores en Badalona? ¿La solución pasa por esconderlo y no hablarlo? A mí me parece que sería mejor todo lo contrario y lo mismo ocurre con el tema de los jóvenes y los adolescentes.
Escrito por J. Verger