n u eva e s té ti ca bn n Las referencias arquitectónicas y paisajísticas que pudieran parecer anecdóticas también encierran una importante carga simbólica. El árbol, la encina de Mambré que sirve para enmarcar la escena en un espacio concreto, se ha interpretado como imagen del Jardín del Edén, mientras que la construcción que hay sobre el ángel de la derecha representa la tienda de Abrahám y se interpreta como una referencia a la arquitectura eterna de la Jerusalén Celestial. El principio y el fin de la historia que supone la Encarnación. “Aquí Rublev sigue la pauta de la Biblia, que inicia su narración con el jardín y la concluye con la ciudad y añade a ella la Cruz, que la coloca entre los dos puntos. Este elaborado simbolismo no recarga el cuadro; profundiza su mensaje y lo hace inteligible a sus fieles”. 2 Tampoco es casual que los rostros de los tres ángeles sean iguales, porque los tres representan de igual manera la unidad trinitaria. “Rublev recrea el ritmo mismo de la vida trinitaria, su diversidad única y el movimiento del amor que identifica las Personas sin confundirlas”.3 Los tres miran hacia abajo con gesto de tristeza, pero es una tristeza solemne, que humaniza a los tres personajes sin despojarlos de su dignidad divina. El ángel de la izquierda se identifica con la figura de Dios Padre, porque hacia Él se inclinan las otras dos personas. A la derecha se sitúa el Espíritu Santo, que con su gesto de dulzura maternal hace alusión a su misión consoladora. Y en el centro de la composición aparece el Hijo que mira al Padre con gesto de amor y de aceptación de la misión a la que Este le llama, mientras Él inclina la cabeza hacia su Hijo.
NOTAS: 1. N. ZERNOV, “Cristianismo oriental. Orígenes y desarrollo de la Iglesia ortodoxa oriental”, Ed. Guadarrama, Madrid, 1976. 2. Ibídem. 3. P. EVDOKAIMOVOV, “El Arte del Icono” , Ed. Publicaciones Claretianas, Madrid, 1991 4. N. ZERNOV. Op. cit.
Las miradas y los gestos forman también parte de la composición; la mirada del Hijo, en el centro, nos traslada hacia el Padre, que a su vez mira al Hijo y se inclina de forma pareja al Espíritu Santo, haciendo que el ojo del espectador se traslade hacia el cáliz, que destaca sobre el blanco del paño que cubre la mesa en el centro de la imagen. Toda la teología pictórica que desprende el icono de Rublev conduce hacia Cristo Sacramentado. El episodio de la Teofanía de Mambré es una representación de la caridad de Abraham con sus tres visitantes, de la misma forma que el Sacramento Eucarístico es imagen de la caridad completa de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu con su Iglesia.“Según Rublev, la vida interior de la Santísima Trinidad tiene su foco en la Santa Comunión, por medio de la cual las tres personas comparten su vida y su amor con la creación” .4 También los colores, distribuidos en una perfecta armonía, tienen una significativa carga simbólica, los púrpuras son imagen del amor divino, el azul de la verdad celeste, los dorados a la majestad… formando con todo el conjunto una imagen perfecta de la verdadera naturaleza de Dios, que no es otra que la del amor que se manifiesta a través de su Hijo y de su Santo Espíritu.
Toda la teología pictórica que desprende el icono de Rublev conduce hacia Cristo Sacramentado
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