buenanueva nº 10

Page 15

testigos de la verdad

bn

J os e´ Ar ias , madr ug ada de l 25 D. Jesús se encontraba dormido, aunque Justo me dijo que había pasado una noche bastante intranquilo, pidiendo agua a menudo, sobre todo que le mojara los labios. Sin abrir los ojos, pero claramente despierto, empezó a decir con voz baja “ ¡ Co n t i g o, S eñ o r, s i e m pr e co n t i g o ! ”, y a ofrecer sus sufrimientos por sus feligreses, por las comunidades, por todos los pecadores... Hablaba de “ es t e p ob r eci t o” . Yo entendí que se refería a él mismo y que se dirigía a la Virgen. Poco antes de marcharme, dijo que quería que le trajeran el crucifijo de su despacho. Al despedirme de él, me dijo “ ¡ Gr a ci a s ! ” con tal sentimiento de gratitud que no pude evitar que se me llenaran los ojos de lágrimas… Fue la última vez que lo vi con vida. Seguro que ya está intercediendo desde el Cielo por todos nosotros. ¡Bendito sea Dios!

To m a´ a´ss G ar ci´i´a a , n o c h e d el 2 6 Doy gracias a Dios por haberme permitido cuidar un poco a D. Jesús. Las horas que estuve a su lado fueron para mí una gracia, un privilegio. No tuvimos oportunidad de hablar. No importa. Él sabía que era yo. Nos conocíamos. Fueron horas muy largas. “ Te n g o s ed, t en g o se d ”, eran sus únicas palabras, repetidas constantemente. Pude secarle el sudor, refrescarle la boca con gotas de agua, humedecer un poco sus labios con gasas empapadas… Ese era todo el alivio que podía darle, porque no podía beber. Le acompañé también con mi oración. Rezando un poco por nuestro párroco, nuestro querido párroco. Un rosario tras otro, desgranando avemarías a la Virgen de la Paloma. Yo era consciente de que el Señor me permitía estar junto a un sacerdote que había acompañado la vida de fe de mi matrimonio. Desde el día que nos casó, pasando por el bautismo a nuestros hijos, su don de consejo nos acompañó siempre. Bendito sea Dios que puso a nuestro lado, caminando con nosotros, a D. Jesús sacerdote cercano y santo.

A´n A´ ng e l De l P a la c i o Como médico y feligrés, visité a don Jesús la mayor parte de los 21 días que pasó en el hospital. Recuerdo ahora que durante todos los años que lo he tratado me aconsejó siempre bien. Sus consejos fueron para mí útiles, santos y muy eficaces, y yo le estaba profundamente agradecido. Él no quería ignorar su muerte, todo lo contrario: “ E n p r i m e r l u g a r, l e p i d o a l S eñ o r q ue m e d é t i e m po pa r a r e co n oce r q u e m e es t oy m u r i e n d o”. Y añadía con su sentido del humor que nunca perdió:: “ Y e n se g u nd o l ug a r …pa r a h a cer un b ue n ch i s t e”. Cada día que hablábamos en el hospital me preguntaba por la evolución de su enfermedad y me decía: “ Ya es t oy pr e pa r a d o, q ue v en g a pr on t o el S eñ o r ”. Otra cosa me llamaba la atención de él: todos los días daba gracias a Dios en medio de su enfermedad por la familia que le había dado: por sus hermanas y sobrinos, por los que iban a ayudarle en esos momentos, por sus coadjutores, feligreses… 13


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.