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Deporte y cultura el catalizador del desarrollo social sustentable.

Mtro. Javier Damián González Razo

Director de Asuntos Estudiantiles

DEPORTE Y CULTURA:

EL CATALIZADOR DEL DESARROLLO SOCIAL SUSTENTABLE

“EL ARTE QUIZÁS SEA UN DEPORTE, PERO EL DEPORTE ES UN ARTE.”

—pierre de coubertin

1Artium.org L a relación entre ambas disciplinas viene de antiguo. De la Grecia clásica sobreviven obras de arte que representan actividades deportivas. La más icónica es el famoso Discóbolo de Mirón, que muestra a un atleta instantes antes de lanzar el disco. Pero si bien la unión entre arte y deporte persiste en épocas y escuelas artísticas posteriores, desde el punto de vista del arte, la fascinación de los griegos por el deporte desapareció durante varios siglos, porque en la Edad Media, por ejemplo, el deporte quedó relegado a un segundo o tercer plano, para favorecer el cultivo de las artes militares.1

Hablar de Innovación es hablar de sostenibilidad y de responsabilidad; es hablar del compromiso congruente de satisfacer de manera integral las necesidades de un sector determinado. En este caso, por definición, el término sostenibilidad integra la protección del ambiente, con soporte en lo económico y equidad en lo social, y desde esta perspectiva se aborda la práctica del deporte y las artes.

Ambas disciplinas son herramientas de gran valía en la búsqueda de la integración

social, e impactan directamente en el desarrollo de las sociedades, cuyos miembros, por naturaleza, anhelan una vida plena y saludable. Juntas, constituyen un vehículo conductor del desarrollo, para promover un crecimiento económico igualitario y de integración social en diversos contextos geográficos, culturales y políticos.

Si se plantean con un diseño pedagógico adecuado, en conjunto, el arte y el deporte constituyen un generador de valores sociales y personales muy positivos en su práctica, tanto en el ámbito individual como en el grupal. Ambos contribuyen a la formación integral de las personas y, por ende, a la generación de ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, responsables con su comunidad y entorno.

Salud física y mental

El deporte y la cultura influyen positivamente en la salud física y mental del individuo, y como parte de un estilo de vida que pueden ayudar a prevenir enfermedades y trastornos de la personalidad, actuando sobre elementos emocionales y motivacionales (fortalecedores de la autoestima) y sobre factores interpersonales y relacionados con la identidad (comportamiento asertivo y positivo, además de resiliente).

Dado que los beneficios de la práctica del deporte y las artes son extensos, y el impacto de su práctica es múltiple, existe una correlación estrecha entre ella y el desarrollo de los siguientes aspectos sociales: • Mejora la salud y el bienestar físico y mental, al fomentar una forma de vida saludable. • Da impulso a la educación y las habilidades para una mejor empleabilidad juvenil. • Brinda acceso a la educación, por medio de becas estudiantiles por alto ren-

dimiento o actuación destacada en la práctica del arte o el deporte. • Promueve la integración social de personas que viven en contextos de marginación y en zonas rurales. • Potencia la inclusión y el capital social, creando comunidades que abrazan las diferencias étnicas, culturales y físicas. • Apoya la creación de sociedades pacíficas y cohesionadas. • Promueve la construcción de la paz comunitaria y crea espacios seguros para reducir la criminalidad y la delincuencia.

El deporte y la cultura en la sociedad

El deporte y la cultura puede incrementar el capital social mediante la creación y el mantenimiento de puentes y vínculos (redes sociales con grupos heterogéneos y homogéneos de personas). Los jóvenes que han participado en deportes y algún tipo de desarrollo artístico manifiestan un mayor compromiso cívico que quienes no lo han hecho. Esto dependerá en gran medida del diseño de los programas que alienten su práctica.

El deporte incrementa el capital social, lo que a su vez disminuye la tasa delincuencial. La reducción del tiempo de inactividad y la creación de actividades rutinarias son benéficas para el comportamiento positivo y limitan la cantidad de tiempo y oportunidades de cometer delitos; existe una relación directa entre la participación en actividades deportivas o culturales y la disminución de la violencia, lo que favorece el tejido social en las comunidades.

Entonces, es evidente que cuando el Estado, la iniciativa privada y las instituciones educativas fomentan estas actividades, se favorece el desarrollo de los individuos y su participación social en diversas esferas de la vida, lo que ayuda al restablecimiento del tejido social como pilar fundamental de la sociedad. <