ALAPÁS (ed. II)

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El Duelo


ALAPÁS: LA REVISTA Alianza Laura Aponte por la Paz Social (ALAPÁS), Inc. Edición: 2 Año: 2012 Directora Editorial Anuchka Ramos Ruiz Diagramación César Cáceres Rojas Correctoras Magda Alexandra Torres Marta Raquel Montero Periodista Jesús Ríos Coproductora de Contenido Rosimar Fraticelli Colaboradores Dra. Lina M. Torres Lcdo. Osvaldo Burgos Dr. Rafael A. Lozano Sa. Marisol Casanova Dra. Sonia Sierra Dra. Dinorah Navarro Marzán Lcdo. Alexis Rodríguez Dr. Rafael Lozano Dra. Madeline Morales Martínez JUNTA DE DIRECTORES Myra Rivera Torres Presidenta Lcdo. Kevin Rivera Medina Vicepresidente Margarita Aponte Rivera Tesorera Carmen Rodríguez Secretaria Miguel Ayala Vocal PSICÓLOGA DEL CENTRO AYUDA ALAPÁS Madeline Morales

Centro de Ayuda ALAPÁS Telf.: 1-888-631-5528 E-mail: centrodeayuda@gmail.com Dirección: Calle Robles #54 Of. 14 San Juan, PR 00925

ÍNDICE Myra Rivera Torres Presidenta de ALAPÁS Mensaje de la editora Anuchka Ramos Ruiz PÁG. 1 “ME DUELE EL ALMA” Por Dra. Dinorah Navarro Marzán PÁG. 2 Reseña del libro La Violencia: opciones para su mitigación Por Lcdo. Alexis Rodríguez PÁG. 5 No entiendo por qué Por Dr. Rafael Lozano Psicólogo del Centro de Ayuda ALAPÁS El duelo y el proceso judicial Por Kilsy Ngo Flores, MPsy PÁG. 6 Cruzando el puente hacia la paz Por Madeline Morales Martínez Psicóloga del Centro de Ayuda ALAPÁS PÁG. 7 "Se hace país con acciones de bien": conoce a la voluntaria Elizabeth Maldonado Díaz Por Anuchka Ramos Ruiz PÁG. 8

SOBRE ALAPÁS Desde 1998 la Alianza Laura Aponte por la Paz Social (ALAPÁS), Inc. ha trabajado arduamente para promover la paz, defender los derechos de las víctimas y brindarles servicios. Esta organización sin fines de lucro se creó en memoria de la poeta Laura Isabel Aponte Rivera, quien murió a consecuencia de una bala perdida a sus 19 años de edad. Desde entonces, nuestra misión ha sido: promover la justicia social aportando a la solución del grave problema de la criminalidad en la sociedad puertorriqueña mediante la creación de proyectos específicos que fomenten el análisis, la reflexión, la sanación de personas afectadas por el problema de la criminalidad y la educación transformadora, especialmente en, pero sin limitarse a grupos juveniles y comunitarios.


Editorial

Myra Rivera Torres

Presidenta de ALAPÁS

L

a meta debe ser sanar. Sanar la herida abierta, el dolor en el alma que nos ha dejado el impacto sorpresivo, cruel e inmerecido, de la violencia. No es un camino fácil. No hay respuestas a las incesantes preguntas que nos hacemos y que hacemos. Es posible, con ayuda, poco a poco, ir cerrando la herida, aunque queda la cicatriz emocional para recordarnos en cada cumpleaños y efeméride que esa hija, hermano, madre o esposo ya no está ni estará con nosotros. En cada celebración y junte familiar –decía uno de nuestros participantes– miramos la mesa y pensamos “ahí falta un plato”. En cada paso hacia la consecución de la meta nos vamos desprendiendo de emociones que junto al dolor, nos invadieron la mente, el corazón y el espíritu. Esa ira, ese miedo irracional, esa impotencia, frustración, confusión y ese deseo latente de venganza. Tenemos que rescatarnos de todo eso y agarrarnos esperanzados al bálsamo de los recuerdos felices, del amor del que partió y de los que nos rodean, de la conciencia o fe despierta, de los principios y valores que eran nuestros antes del trágico evento y que no vamos a permitir a asesino alguno que también nos arrebate. Así vamos sanando como individuos y así podemos sanar colectivamente. No cedemos nuestro derecho de justicia, individual y colectiva. La del caso en particular va a depender del estado, de la investigación que se haga y el proceso judicial que se lleve. La colectiva va a depender de nosotr@s, del legado que deseamos dejar. Es entonces cuando se

impone la reflexión serena, racional e informada a la reacción visceral. Aún en el dolor y circunstancias trágicas pudieran dominar actitudes que no identificamos como alicientes del mal social de la violencia: el individualismo, el egoísmo, el materialismo, el confort, el consumismo, la indiferencia, la inequidad, la intolerancia, la sumisión, la ignorancia... Desde esa conceptualización algunos pretenden imponer medidas cada vez más punitivas, empujados por el atrevimiento de la violencia de extenderse y llegar hasta donde ellos. Entre estas medidas, se encuentran leyes con penalidades más altas, pena de muerte y limitar el derecho a la fianza. En el camino, que puede tomar años transcurrir, ocasionalmente reposando en la silla a la vereda para contemplar y aprender, podemos tomar otro giro que vaya a la raíz del problema, a atender sus causas, no sus manifestaciones; a responder a la violencia desde los principios y valores que deseamos que otros hubieran tenido hacia nosotros. Nunca antes ha tenido tanta urgencia meditar sobre las palabras del ilustre expresidente mexicano, Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Para sanar, urge liberarnos de sentimientos negativos que, como alambre de púas, nos amarran al pasado. Para construir el futuro de paz, necesitamos amasar solidaridad, equidad, justicia, respeto y tolerancia, que el fruto sea nuestra humanidad.

Mensaje de la editora Anuchka Ramos Ruiz

H

ace unas semanas celebraba la graduación de un grupo de amigos, cuando nos interrumpió la lectura en voz alta de una actualización del Facebook de otro amigo, también graduando, que anunciaba la súbita muerte de su hermano: había sido asesinado.

podemos dejarla en manos ajenas, la violencia no se detiene por el simple hecho de atribuirle responsables. Esa es una parte de la ecuación: la acción preventiva es primordial. Todos somos parte del problema, si nos abstenemos de formar parte de la solución.

Se detuvo la celebración y entonces todos dejamos de sentirnos seguros. Lo que antes era una conversación sobre las nuevas metas, se convirtió en un conjunto de quejas y penas: quién de nosotros puede ser el próximo. Nuestro dolor jamás puede compararse al de ese amigo que recogió su diploma y acto seguido se fue a una funeraria a despedirse de su hermano. Sin embargo, todos sentimos por igual ese miedo de que se nos arrebate la vida en un instante o que se la arrebaten a uno de los “nuestros”, de los seres queridos. Qué terrible temerle a la calle, a la noche, a los transeúntes, a las malas miradas, a los roces no intencionales en un bar, al hombre o la mujer que salga a la calle con “ganas” de delinquir.

Únete a las organizaciones de base comunitaria, ayuda a tu vecino, propicia el diálogo y no el grito, educa a los niños que se te crucen en la calle, líbera tu mente de estereotipos, vive en solidaridad y respeto sin importar si te es recíproco. Haz como los colaboradores, maravillosos y comprometidos, de esta publicación, a quienes aprovecho para agradecer por su apoyo tan necesario.

Fue una noche larga, como la esperanza misma de quienes creemos en un porvenir diferente. No vamos a claudicar en la lucha de quienes pensamos un mejor Puerto Rico donde el derecho a la vida sea respetado por encima de todas las cosas. Creemos en la paz. Es posible. No

Lo dijo el escritor Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar al mundo”. En esta edición, dedicada al duelo, encontrarás información sustancial preparada por prestigiosos expertos de las ciencias sociales en Puerto Rico. Espero que disfrutes esta segunda entrega, que la compartas con todos tus contactos y que no dejes de enviarnos tus sugerencias. ¡Hasta la próxima! 1


“ME DUELE EL ALMA”

Por Dra. Dinorah Navarro Marzán

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uántas veces he escuchado esta expresión cuando alguien pretende describir el dolor indescriptible ocasionado por la muerte de un ser querido. Cuántas veces lo he sentido en mi pecho con todas sus letras. Y es que el dolor nos iguala, el dolor es democrático: a tod@s por igual. Y el dolor ocasionado por la muerte súbita y violenta, me atrevería a decir que es peor, no nos cabe en el cuerpo ni en el alma, lo abarca todo, todo se detiene, nada tiene sentido y hay pocos espacios capaces de contenerlo. Uno de esos pocos espacios existentes es la Alianza Laura Aponte por la Paz Social (ALAPÁS). Una organización sin fines de lucro experta en brindar consuelo y apoyo a los que atraviesan por el duelo y, en especial, a las víctimas de la violencia. En comunidades violentas (como la nuestra) las comunidades experimentan sentimientos de desesperanza, se corre el riesgo de tener una adaptación patológica a la violencia, se llega a percibir a la violencia como algo normal, se desensibiliza ante el dolor y se puede desarrollar una identificación con el agresor, como una manera inconsciente de lidiar con la ansiedad y el miedo. La exposición repetida al luto y a las pérdidas provoca estados depresivos, entorpece la confianza en sí mismo y en el ambiente y ello genera timidez, desconfianza en las capacidades propias y en los demás. Los desastres socio-organizativos, como los crímenes violentos, son incidentes críticos que no suelen cursar por una fase de amenaza, no aparecen en nuestras agendas ni en ningún horóscopo. La sorpresa es uno de los elementos decisivos para socavar el autocontrol y generar en las familias de las víctimas fatales un profundo sentimiento de indefensión, rabia e hipervulnerabilidad. Ello no sucede así en los casos de muerte por enfermedad, donde la fase de amenaza es un periodo precioso para ir preparándonos para la separación física de nuestro familiar.

La recuperación del complejo síndrome del duelo en los familiares de víctimas fatales del crimen es más lenta porque además suelen ser agredid@s por el sistema judicial. En los casos en los que se consigue a el/los culpables se inicia un doloroso proceso judicial en donde tienen que someterse a la reexperimentación: llueve sobre mojado. Vuelven a ver las imágenes ensangrentadas, tienen que enfrentarse a su verdugo, escuchar detalles en los testimonios y el dolor se agudiza. Por otro lado, en los casos en los que nunca se logra esclarecer el caso jurídico, las familias se quedan con una sensación de abandono e incompetencia oficial que tampoco ayuda al proceso de duelo. Duelo viene del latín dolos, que significa dolor. Es un síndrome dinámico que experimentamos ante una pérdida. Rando (1991-1993) clasifica las pérdidas en dos categorías: la física y la simbólica (sicosocial). La pérdida física se refiere a algo tangible. La pérdida simbólica o sicosocial se refiere a algo intangible como un divorcio, el retiro, una enfermedad catastrófica. Hay unas pérdidas secundarias que se desarrollan a partir de la pérdida inicial. Cada una 2

de esas pérdidas inicia sus propias reacciones de duelo. Según Rando el duelo tiene varias fases a saber: 1. Evasión: cubre el periodo en el que se recibe la noticia. Suele aparecer la negación como un amortiguador para poder absorber la realidad y como anestesia emocional. Puede presentarse explosiones de emociones e incluso un periodo de acción mecánica en total ausencia de sentimientos. 2. Confrontación: es un periodo muy intenso de gran aprendizaje cognitivo que tiene repercusiones a nivel emocional, social y espiritual. 3. Acomodación: se reconstruye la realidad, existen grandes cambios internos y externos para adaptarse a la pérdida. En cambio según Bowlby las fase del duelo son: 1. Fase de entumecimiento o shock: fase temprana de intensa desesperación, caracterizada por el aturdimiento, la negación, el coraje y la no aceptación. Suele durar desde pocos minutos hasta varios días. Durante el proceso del duelo suele reaparecer. 2. Fase de anhelo y búsqueda: es un periodo de intensa añoranza y de búsqueda de la persona fallecida. Se caracteriza por la inquietud física y pensamientos permanentes sobre el que falleció. “No se me quita de la mente”. 3. Fase de desorganización y desesperanza: el doliente se siente sin control de su vida, es como si los acontecimientos lo arrastraran y le quitaran el sentido de la vida. 4. Fase de reorganización: se empieza a reincorporar a la vida.


diciones siquiátricas como la depresión, la ansiedad generalizada y el síndrome postraumático, entre otras condiciones severas y persistentes. ALAPAS ofrece una diversidad de alternativas para asistir a los familiares víctimas del crimen. Además del Centro de Ayuda, también cuentan con el Grupo de Apoyo que lleva quince años de funcionamiento ininterrumpido. En el Grupo de Apoyo ALAPAS los/as asistentes se someten a un encuentro sincero, a un análisis y una reflexión sobre lo sucedido. Se define poco a poco el mapa de sus sentimientos: cómo se sienten ahora y cómo se han sentido a partir de la muerte de su familiar. Se ofrece información científica que promueva la comprensión, a nivel cognitivo, de lo que están sintiendo y resintiendo y aunque el proceso resulta terapéutico, no se trata de una terapia de grupo. Otra de las formas en las que ALAPAS ofrece servicios a las familias de los fallecidos es el Bosque de los Siemprevivos, un proyecto de reforestación en el que las madres y padres han sembrado árboles en memoria de sus hij@s fallecidos. Es un novedoso proyecto de ecoterapia en el cual se han sembrado alrededor de 300 árboles. Diversificando los enfoques de los servicios ALAPAS se coloca cerca de una gran diversidad de individuos y familias que atraviesan por el complejo síndrome del duelo. El duelo es la reacción normal después de la pérdida. No estamos ante una patología psiquiátrica como, por ejemplo, la depresión o el síndrome postraumático. Estamos ante una crisis, un periodo de desorganización temporero, ciertamente con un cuadro complejo que afecta biológica, psicológica, social y espiritualmente. Si no procesamos adecuadamente este evento, si tenemos una personalidad poco resistente y serios factores de riesgos, entonces sí podemos degenerar en una patología psiquiátrica. En Puerto Rico los recursos para atender las crisis son insuficientes. La demanda de servicios especializados se exacerba ante situaciones que generan crisis, como es el crimen. Los que sobreviven a la ola criminal, los familiares de los asesinatos o víctimas fatales de los accidentes automovilísticos atraviesan por un complejo proceso de duelo y una crisis de grandes proporciones. Los servicios de ALAPAS están a tono con el perfil epidemiológico de Puerto Rico en donde el fenómeno de la violencia es un alarmante problema de salud pública que, desgraciadamente, el Estado no ha conceptualizado como tal. En ese sentido también ALAPAS va a la delantera, entiende el fenómeno de la violencia como un problema salubrista que tiene un gran potencial para descompensar emocionalmente a los sobrevivientes, un potencial de daño físico que puede llegar a ser letal. En ALAPAS el duelo es un complejo síndrome que requiere una intervención biológica, psicológica, social y espiritual. El Centro de Ayuda ALAPAS ofrece una intervención inmediata. Basado en el modelo de intervención en crisis, los servicios de ALAPAS no solo se ocupan del aspecto psicológico sino que ofrece asesoramiento legal cuando se inician los aspectos judiciales. Además acompaña a los familiares en el doloroso proceso del juicio y logra mitigar la doble victimización de los sobrevivientes del crimen que surge de parte del sistema judicial y policiaco. Todo ello logra minimizar los efectos psicosociales y previene con-

Los servicios de ALAPAS están conceptualizados como servicios de intervención en crisis. La intervención en crisis y su conjunto de servicios oportunos y estructurados minimiza, y en algunas ocasiones, elimina la posibilidad de resultados ligados a la cronicidad patológica, sobre todo si la familia o el individuo cuenta con un buen sistema de apoyo y otros recursos socioemocionales y espirituales. Los servicios de intervención en crisis no son una terapia y no conllevan la prescripción de medicamentos, porque el énfasis está en la parte psicoeducativa. La intervención en crisis contribuye a la organización e interpretación de los hechos, promueve la identificación de los recursos, estabiliza, normaliza, mitiga el impacto e identifica cuando la evolución se ha tornado patológica y canaliza a profesionales de la salud. Para alcanzar la recuperación tenemos que lograr un nivel de funcionamiento igual al existente antes del evento violento. Parte de la recuperación es sincerarnos, ser auténticos, eliminar los estilos de vida que producen la muerte espiritual. A veces cuesta reconocer los problemas del día a día y la muerte física de uno de los nuestros, pone al descubierto las pequeñas muertes que vivimos inútilmente. No hay que tener miedo a las crisis en general solemos salir más fortalecidos de ellas y tienen el potencial de convertirnos en mejores seres humanos. Entender y enmarcar nuestras respuestas físicas, emocionales y espirituales, por la muerte de nuestro ser querido, dentro de un concepto de crisis, nos permite alejarnos de diagnósticos psiquiátricos. La recuperación es el resultado de varios factores interactuando: biológicos, psicológicos, sociales y espirituales. Dentro de la recuperación es imprescindible desarrollar mecanismos que nos ayuden a adaptarnos a la nueva realidad. Esos mecanismos son adaptativos o mal adaptativos. Es decir, usted puede adaptarse a la pérdida de su ser querido de una forma positiva (mecanismos adaptati3


vos) o de una forma negativa (mecanismos mal adaptativos). Los mecanismos adaptativos más comunes son la racionalización (siempre ayuda entender lo que sucedió) que consiste en buscar información, documentarnos sobre la enfermedad, sobre la situación, sobre la respuesta adecuada. De ahí la importancia de las sesiones psicoeducativas. Otro mecanismo adaptativo es la libre expresión de los sentimientos. Es necesario llorar, expresar nuestro dolor, nuestro coraje, es necesario desahogarnos, para lograr esa comunicación afectiva. ALAPAS emplea el modelo SEDE de Sesión de Desahogo (Navarro 1992). Este modelo es uno estructurado validado en poblaciones que atraviesan por diferentes crisis. En ALAPAS las intervenciones están dirigidas a que los sobrevivientes respondan con una conducta progresivamente efectiva y dirigida hacia una meta alcanzable. La adaptación es una capacidad que requiere que la información que se recibe, se registre, se codifique y se establezca como la memoria de la experiencia. La nueva información se compara con la información previamente registrada y con emociones asociadas. Con cada experiencia subsiguiente el organismo aprende por análisis comparativo la efectividad de la conducta presente versus la anterior. Progresivamente, el organismo aprende a discriminar las señales más significativas de las percepciones. Desarrolla respuestas más diestras y efectivas y resuelve los problemas. Como parte de la recuperación es importante que los deudos se enfoquen en afinar los recursos para desarrollar un autoconcepto adecuado, esa autoconciencia, ese reconocimiento del estado y de sus necesidades los ayudará a aceptar la nueva realidad y los acercará a buscar ayuda. Hay personas muy renuentes a buscar ayuda profesional porque no quieren recibir fármacos, en el manejo del duelo la farmacología no debe ser la primera opción, aunque cuando es absolutamente necesario, no tiene caso resistirse, lo que sí es importante es no limitar la ayuda a la farmacoterapia. En nuestros días ya se ha difundido el empleo de masajes, reflexología, aromaterapia, así como otras tantas vías de terapias complementarias y alternativas. Si no se busca ayuda es posible asumir mecanismos mal adaptativos. Los mecanismos mal adaptativos son los que conllevan una adaptación negativa. Dentro de estos mecanismos mal adaptativos están la evasión y la negación. A veces se invierte demasiada energía y tiempo en intentar tapar el cielo con la mano y engañarnos, lo cual nos incapacita, nos hace vulnerables, complica nuestra situación de crisis y posterga la búsqueda de ayuda. De no buscar ayuda a tiempo se corre el riesgo de que las relaciones intrafamiliares se deterioren, se hagan insostenibles y que caigamos en las estadísticas de la violencia o las de salud mental. “El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas.” W. Shakespeare

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Reseña del libro

La Violencia: opciones para su mitigación Por Lcdo. Alexis Rodríguez

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l libro "La Violencia: opciones para su mitigación" (2012, Terranova Editores) aborda el complejo fenómeno de la violencia social desde múltiples perspectivas, con el propósito de provocar una reflexión crítica y de articular recomendaciones en torno a diversas manifestaciones de la violencia en Puerto Rico. Las perspectivas disciplinarias de los autores del libro incluyen la psicología clínica, psicología social-comunitaria, trabajo social, sociología, gerontología, salud pública y derecho. El libro, editado por los doctores Sheilla Rodríguez Madera y Salvador Santiago Negrón, se divide en seis capítulos. En el primer capítulo "La seguridad ciudadana: Del modelo reactivo al enfoque preventivo", los propios editores abordan las limitaciones implicadas en el énfasis sobre el modelo de ley y orden para el manejo de la violencia, por obviar los efectos directos y concretos que esta impone a la salud pública de los puertorriqueños(as) y a la llamada “seguridad ciudadana”. En el segundo capítulo, "Such is life", el doctor Víctor García Toro e Ileana Cintrón Cruz elaboran sobre la violencia estructural y su impacto en nuestra vida social. Aquella que, aunque es sutil y no encaja en las definiciones del concepto tradicional de “violencia”, tiene consecuencias devastadoras para la ciudadanía. En el tercer capítulo, "La incorporación de la violencia en los discursos feministas: una mirada a la relación Estado/derecho y feminismos", la doctora Sonia Serrano Rivera realiza un análisis de la relación entre violencia y feminismos, a partir de la incorporación de este tema en los discursos feministas. Analiza, además, la relación entre el derecho y el feminismo para ver el efecto social de lo jurídico en las prácticas sociales feministas.

importancia de las intervenciones basadas en evidencia científica para contribuir a la reducción de la violencia en la vida de las personas menores de edad, tomando en consideración sus posibilidades y el contexto en el cual están inmersas. En el mismo, comparten los datos de una intervención implantada y evaluada en Puerto Rico. El libro incluye como apéndice un resumen de recomendaciones generadas por la Comisión para la prevención de la violencia (COPREVI) en el que esbozan un Plan Nacional para la Prevención de la Violencia. El libro es el resultado de un ejercicio reflexivo cuya finalidad es contribuir al conocimiento sobre la violencia en Puerto Rico, ofrecer recomendaciones específicas que permitan mejorar la calidad de vida en nuestra sociedad y propiciar la creación de una cultura de paz.

En el cuarto capítulo, "Las Drogas y el futuro de la democracia…24 años después: reflexiones sobre el impacto de la prohibición de las drogas en la sociedad puertorriqueña contemporánea", el licenciado Alexis Rodríguez Ramos nos propone una reflexión sobre el vínculo existente entre la prohibición de las drogas y la violencia social. En este, se examinan las consecuencias en la sociedad puertorriqueña de mantener la prohibición. En el quinto capítulo, "¡Violencia! Sigilosa condena en la vejez", la doctora Francheska Cintrón Bou plantea la devaluación de la vejez partiendo de un análisis a los factores estructurales involucrados en el envejecimiento de la población. Tomando en cuenta el aumento en la proporción de población de personas mayores de 65 años en Puerto Rico, se discuten los retos al ofrecimiento de servicios sociales y de salud, así como las implicaciones en la violencia que se ejerce contra estas. Este capítulo nos advierte de la necesidad de enfrentar los cambios demográficos y su impacto en nuestra sociedad en virtud del tsunami de la tercera edad que se avecina. El sexto y último capítulo, "Criando para la prevención de la violencia: experiencia de una intervención para padres y madres", los doctores Nelson Varas Díaz, Sheilla Rodríguez Madera y Salvador Santiago Negrón exponen la 5


No entiendo por qué

Por Dr. Rafael Lozano Psicólogo del Centro de Ayuda ALAPÁS

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or qué ha ocurrido esto?, ¿por qué a mí?, ¿por qué a mi familia?, ¿por qué le quitan su vida?, ¿por qué no está aquí?, ¿por qué nos hicieron daño?, ¿por qué tanta maldad?, ¿por qué tanta injusticia?, por qué tanto dolor? Estas son las preguntas que se hacen las familias que viven la experiencia de dolor por una pérdida. Son las mismas que, en muchas ocasiones, tienen los niños o niñas sobrevivientes del crimen. A tan corta edad, las niñas y los niños no entienden su condición al ser agredidos y afectados por estas situaciones. Las familias que visitan ALAPÁS llegan buscando contestaciones. En su visita al psicólogo se presentan abatidos por el dolor y el sufrimiento, también buscan paz y respuestas a sus nuevas condiciones de vida. El papá, por lo regular, asume la responsabilidad de aparentar ser el fuerte, piensa que no debe llorar y que debe estar bien para que su familia salga adelante. La realidad es otra. El papá lleva un grito de dolor silente en su pecho. Ama, siente y padece como todo ser humano, pero el silencio lo destruye. Lo hace sentir incapaz, impotente, prefiere callar y esperar. Mientras que la madre es la expresión de la emoción a flor de piel. Llora y se desahoga, no obstante, asume también la fortaleza para que su familia no la vea destruida e inconsolable. Intenta que su esposo e hijos, en muchos casos infantes, no la vean sufrir para que no sientan el mismo dolor. Por su parte, a los niños y niñas se les explica que ese ser que ya no ven está en el cielo y ellos siempre preguntan por qué y cuándo lo volverán a ver. Su inocencia les permite hacer las preguntas que nadie desea contestar porque no tienen respuestas. En este marco viven las familias que atraviesan la amarga experiencia de perder uno de sus integrantes. Necesitan fortalecer sus lazos familiares, sentirse apoyados, escuchados y comprendidos. Desean encontrar en ALAPÁS un rayo de luz en medio de las sombras en que se encuentran, para poder ver dirección en su complejo trayecto.

ALAPÁS trabaja con el sufrimiento y el dolor, pero el dolor equivale al recuerdo y ese no se borra, jamás, ya que permanece en cada corazón de cada familia, por la eternidad. Por eso, trabajamos el camino de la sanación para alcanzar la paz, desde este dolor.

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El duelo y el proceso judicial Por Kilsy Ngo Flores, MPsy

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unque todos sabemos que en algún momento de nuestras vidas la muerte nos va a tocar, nunca estamos preparadas o preparados para enfrentarla, ni la nuestra ni la de un familiar o amigo. Si bien la muerte de un ser querido conlleva un proceso doloroso, este dolor puede ser más intenso cuando la muerte es súbita, inesperada y violenta. En estos casos el dolor puede llegar a ser traumático. Las personas que han perdido seres queridos a raíz de un acto criminal, como por ejemplo un asesinato, homicidio o un accidente por un conductor ebrio, tienen que enfrentar no solo la muerte de ese ser querido, sino también otras situaciones que contribuyen a que el proceso de duelo sea aún más difícil. En ocasiones nunca se sabe quién o quiénes fueron responsables de esa muerte. Ante esto, los familiares están en una constante espera porque la persona responsable aparezca y se haga justicia. Por otra parte, cuando el victimario ha sido identificado, los familiares pueden ser revictimizados debido al proceso judicial. Durante todo el proceso pueden darse situaciones que resultan muy incómodas para los familiares, como por ejemplo, cruzarse con el acusado. También pueden ser llamados a testificar, ya sea en carácter de testigo o para proveer información que describa a la víctima, lo que genera una gama de emociones y síntomas como tristeza, coraje, llanto, ansiedad, dolor de cabeza, entre otros. El proceso judicial es descrito por muchos como uno tedioso y puede durar años, ocasionando que el proceso de duelo se extienda. Cuando el juicio concluye y los familiares entienden que fue un proceso justo, experimentan cierta sensación de que se ha hecho justicia. Si por el contrario, entienden que no fue un proceso justo, pueden experimentar sentimientos como desesperanza, rencor, odio hacia el culpable, coraje contra el sistema judicial al punto de creer que la vida es injusta. Si las personas no trabajan con todas estas emociones, pueden desarrollar un duelo complicado. Es importante que las personas que han experimentado la muerte de un ser querido, a raíz de un acto criminal, busquen apoyo y asistencia durante el proceso judicial, así como ayuda profesional para sobrellevar la pérdida.


Cruzando el puente hacia la paz

Por Madeline Morales Martínez Psicóloga del Centro de Ayuda ALAPÁS

La vida tal como la conocíamos terminó y algo nuevo empezó a aparecer en su lugar”.

La pérdida de nuestros padres, un hijo, un esposo, un compañero, un amigo o hasta la de un conocido puede afectarnos profundamente y cambiar la manera de cómo miramos nuestras vidas. Echamos de menos algo. Tal vez no podemos decir exactamente qué, pero sabemos que se ha ido o, si no se ha ido, ha cambiado en modos que no podemos comprender. Ya sea el fallecimiento súbito o lento, la pérdida de un ser querido siempre parece, en cierto modo, tomarnos por sorpresa. Podemos creer que estamos preparados mental, emocional y espiritualmente, pero cuando alguien muere, puede que nos perturbemos y preguntemos acerca de aquello que creíamos estar seguros, o podemos reaccionar con mucha más angustia de lo que pensábamos.

Quiero compartir contigo lo siguiente: “somos espíritu en un cuerpo, no un cuerpo con espíritu…”. La reflexión de esta aseveración nos acerca a nuestra realidad espiritual que en momentos intensos de la vida se nos hace más presente. La vida espiritual implica creer en una realidad invisible que afecta una realidad visible. A medida que vamos cambiando en nuestro interior, cambiamos nuestro comportamiento, nuestra energía y nuestra vida. Cuando recordamos nuestra herencia espiritual y permanecemos dentro de su poder, pensamos, actuamos y experimentamos la totalidad de nuestra vida de manera diferente. Relevante mencionar que cuando hago referencia a nuestra vida espiritual implico lo que es esencial que, como muy bien nos recuerda el Principito, “es invisible a los ojos”.

Nada tiene que ver la espiritualidad con dogmas, el mundo de las formas, espacios, horarios específicos, interpretaciones de cómo deben ser o conducirse los humanos respecto a las experiencias. En procesos de duelo por muerte violenta, que afecta principalmente a quienes llegan a nuestro Centro, somos testigos de cómo el mundo de las formas no es una fuente de donde ellos puedan obtener sustancia refrescante a su profundo dolor. Por eso, provocamos el contacto con el espacio espiritual, reconociendo que es allí donde yace el amor y el perdón que los conduce a abrazar la paz. En ALAPÁS el duelo se contempla y maneja desde lo que somos: un “ser total” creado por amor. Les comparto un poema que escribió, Mary Lou Van Atta, madre a quien le asesinaron a su hijo en un intento de robo. Yo soy. El “yo” que soy yo, no puedes verlo. Solo ves la forma que crees soy. Esta forma que vez no siempre será; pero el “yo” que soy yo vivirá eternamente. Este poema nos revela una madre que pudo trascender las sombras que enturbiaban su vida y su mente desde la espiritualidad. Es desde ahí donde podemos abrazar nuestra mayor verdad: “ Somos espíritu en un cuerpo, no un cuerpo con espíritu”. Te invito a descubrir tu poder interno y así abrazar la grandeza que yace en tu espíritu, provocando que seas ese ser maravilloso creado en armonía y siendo tu verdadera naturaleza la paz. 7


"Se hace país con acciones de bien": conoce a la voluntaria Elizabeth Maldonado Díaz Por Anuchka Ramos Ruiz

sociales que afectan nuestro día a día. Esta experiencia ha sido una enriquecedora y práctica para mi vida en todos los aspectos. ALAPÁS forma parte de mi desarrollo profesional en mis inicios. ¿Cuáles han sido las mejores experiencias como voluntaria? La intervención directa con los servicios en beneficio de la gente, es la mejor experiencia como voluntaria. Compartir con personas que han superado su proceso de duelo y que quieran también llevar un mensaje de esperanza y hacer la diferencia, me ha ayudado a vivir y ver la vida con más esperanza y dar el máximo en todo momento. ¿De qué manera te has beneficiado? El ser voluntaria me ha brindado experiencias grandiosas e inigualables que jamás pensé tener. He crecido en todos los aspectos, desde lo profesional, académico, personal y espiritual. He podido descubrir a una nueva Elizabeth. ¿Cómo te sientes de servir a los demás?

"

La gestión del voluntariado es una que sale del corazón, sin esperar nada a cambio", así explica la voluntaria Elizabeth Maldonado Díaz, su motivación a colaborar en ALAPÁS. Desde octubre de 2011, esta joven de 21 años y estudiante de psicología en la Universidad del Sagrado Corazón, se unió al proyecto de ALAPÁS, que, al igual que la mayoría de las organizaciones sin fines de lucro en Puerto Rico, dependen del apoyo de voluntarios para su funcionamiento. En entrevista para ALAPÁS: LA REVISTA, Elizabeth nos contó de su experiencia como voluntaria.

¿Qué te motiva al voluntariado? El ver el rostro satisfecho y una sonrisa, son remuneración suficiente para aquel que hace las cosas de corazón. Se hace país con acciones de bien, pues ya estamos muy saturados de falta de amor. Este es mi legado, mi contribución al futuro. Me llena simplemente el saber que sirvo de ejemplo a emular para los que están a mi alrededor. ¿Por qué ALAPÁS? En mi trayectoria universitaria, me enteré de la oportunidad de participar de varios proyectos de voluntariado. Al estudiar los objetivos y distintos servicios que ofrecía cada Centro, me llamó la atención ALAPÁS porque tiene un enfoque similar a mi interés académico: la psicología. Además, este programa atiende los diversos problemas 8

Como dijo María Teresa de Calcuta: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”. Servir a los demás me llena de satisfacción y orgullo porque sé que mi entrega y sacrificio en mi presente, valdrán la pena en el futuro. Entendiendo también que lo que se siembra con amor y alegría, se cosecha con grandes frutos, y este es solo el comienzo de una vida con grandes éxitos. ¿Qué consejo puedes dar a quienes aún no se motivan a vivir la experiencia del voluntariado? El voluntariado es un acto de amor, entrega y sacrificio. Si cada persona se toma un tiempo de su vida para poner a la disposición de otros sus talentos y habilidades, tendríamos un mundo lleno de grandeza, pues como dijo Cristo: “El que quiera hacerse grande… será vuestro servidor” Mt. 20:26-28. Es importante que los que tomamos esta iniciativa, con nuestros actos, demostremos a los que nos rodean los triunfos alcanzados, y la huella dejada en otros, para que esa llama se propague y siga la cadena alcanzando al mundo. ¿Cuáles son tus metas futuras ? Al presente estoy terminando mi bachillerato en psicología. Pertenezco al Proyecto Reencuentro Familiar (movimiento de retiros católicos) hace 6 años, en el cual servimos con amor a niños, adolescentes, jóvenes y adultos, trayendo a sus vidas una nueva esperanza y manera de ver la vida, creando personas comprometidas para nuestro país. Aspiro alcanzar un doctorado en psicología clínica con una especialidad en forense y tener mi oficina de práctica privada.




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